Sentencia AP Oviedo 253/2013 de fecha 8 de octubre de 2013

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Roj: SAP O 2592/2013
Id Cendoj: 33044370052013100278
Órgano: Audiencia Provincial
Sede: Oviedo
Sección: 5
Nº de Recurso: 361/2013
Nº de Resolución: 253/2013
Procedimiento: CIVIL
Ponente: MARIA JOSE PUEYO MATEO
Tipo de Resolución: Sentencia
AUD.PROVINCIAL SECCION N. 5
OVIEDO
SENTENCIA: 00253/2013
Rollo: RECURSO DE APELACIÓN (LECN) 0000361/2013
Ilmos. Sres. Magistrados:
DON JOSÉ MARÍA ÁLVAREZ SEIJO
DOÑA MARÍA JOSÉ PUEYO MATEO
DOÑA MARIA PAZ FERNÁNDEZ RIVERA GONZÁLEZ
En OVIEDO, a ocho de Octubre de dos mil trece.
VISTOS, en grado de apelación, por la Sección Quinta de esta Audiencia Provincial, los presentes
autos de Procedimiento Ordinario nº 659/12, procedentes del Juzgado de Primera Instancia nº 3 de Avilés,
Rollo de Apelación nº 361/13, entre partes, como apelante y demandante DON Jose María , representado
por el Procurador Don Celso Rodríguez de Vera y bajo la dirección de la Letrado Doña Gema Rodríguez
García y como apelada y demandada PELAYO MUTUA DE SEGUROS Y REASEGUROS A PRIMA FIJA,
representada por la Procuradora Doña María de la Luz García-Cosío de Llano y bajo la dirección de la Letrado
Doña María Jesús Bondi Vallaure.
ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO.- Se aceptan los antecedentes de hecho de la Sentencia apelada.
SEGUNDO.- El Juzgado de Primera Instancia nº 3 de Avilés dictó Sentencia en los autos referidos con
fecha 6 de junio de 2.013, cuya parte dispositiva es del tenor literal siguiente: "FALLO: Que DESESTIMANDO
la demanda formulada por D. Jose María frente a la entidad aseguradora "PELAYO", debo absolver y
ABSUELVO a la demandada de los pedimentos frente a ella formulados de contrario.
Todo ello con expresa imposición a la parte actora de las costas procesales causadas".
TERCERO.- Notificada la anterior Sentencia a las partes, se interpuso recurso de apelación por Don
Jose María , y previos los traslados ordenados en el art. 461 de la L.E.C ., se remitieron los autos a esta
Audiencia Provincial con las alegaciones escritas de las partes, no habiendo estimado necesario la celebración
de vista.
CUARTO.- En la tramitación del presente Recurso se han observado las prescripciones legales.
VISTOS, siendo Ponente la Ilma. Sra. DOÑA MARÍA JOSÉ PUEYO MATEO.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO.- Por el actor Don Jose María se promovió demanda de juicio ordinario frente a la
aseguradora Pelayo en reclamación de 10.960,99 #, importe de los daños sufridos como consecuencia del
accidente que padeció el día 18 de junio de 2.012 cuando iba como ocupante del vehículo matrícula ....-HMF
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. Sostiene el actor que cuando el vehículo transitaba por la A-8 (autovía del Cantábrico), la conductora del
vehículo, al no prestar la diligencia debida en la conducción, no reaccionó adecuadamente ante la presencia
en la calzada de un jabalí, al que alcanzó. Como consecuencia de estos hechos Don Jose María sufrió
lesiones de las que tardó en curar 93 días, todos ellos impeditivos, quedándole una secuela consistente en
algias residuales cervicales, que valora en tres puntos, habiendo tenido que abonar a una clínica de fisioterapia
1.350 # y teniendo perjuicios económicos valorados en 2.109,48 #. Por todo ello, solicita sea condenada la
aseguradora a abonarle la cantidad referida.
A la pretensión actora se opuso la demandada, quien tras poner de manifiesto que los daños materiales
habían sido reclamados por Pelayo Mutua de Seguros a Mantenimiento de Infraestructuras, S.A, al ser
dictada sentencia desestimatoria, resolución que no pudo ser recurrida al ser inferior a 3.000 #, solicita la
desestimación de la demanda afirmando que el vehículo circulaba correctamente, viéndose sorprendida la
conductora por la inopinada presencia del jabalí que obstruía totalmente su trayectoria y afirma que nos
encontramos ante un supuesto de fuerza mayor extraña a la conducción del vehículo.
La juzgadora "a quo" dictó sentencia desestimando la demanda al apreciar fuerza mayor. Contra esta
resolución interpuso el actor el presente recurso de apelación.
SEGUNDO.- Alega el apelante error en la valoración de la prueba, considerando insuficiente que en
el atestado se diga que no hay señal de peligro en varios kilómetros, sin concretar en cuántos, habiendo
declarado la conductora en el acto del juicio que iba con luces cortas, manifestando el recurrente que de
haber utilizado las luces largas igual podría haber evitado el golpe, y cita al respecto diversas sentencias de
Audiencias Provinciales en las que se estimó que la presencia de un animalanimal en la calzada no suponía
un caso de fuerza mayor extraña a la conducción del vehículo, resoluciones en las que se alude a la diferencia
entre caso fortuito y la fuerza mayor.
Expuestos así los términos del debate, debe señalarse que esta Sala en la sentencia de 3 de junio de
2.005 , respecto a un supuesto en el que el conductor del vehículo se encontró una piedra grande y otras
más pequeñas en la calzada, contra las que colisionó, dado que la demandada alegaba la existencia de
fuerza mayor, excepción que había sido acogida en la primera instancia, declaró: "El centro nuclear del debate
reside en el correcto entendimiento de lo que sea fuerza mayor extraña a la conducción o funcionamiento
del vehículo que, como causa de exoneración de las responsabilidad, recogía el artículo 1 de la LRCSCVM ,
en su redacción dada por la D.A. 8 de la Ley 30/95 de 8 de Noviembre de Ordenación y Supervisión de los
Seguros Privados y que hoy recoge también el Texto Refundido de la dicha Ley, en su artículo 1, aprobado
por R.D. Legislativo 8/04 de 29 de Octubre.
El recurrente, en su escrito de recurso, reprocha a la sentencia recurrida no haber tenido en cuenta
que el citado artículo 1 de la L.R.C.S.C.V.M . recoge un título de imputación por riesgo, estableciendo una
responsabilidad objetiva atenuada, de la que sólo puede exonerarse el conductor en los supuestos tasados
recogidos en la propia norma, de suerte que, a su juicio, no puede basarse el Juzgador "a quo", para resolver,
en criterios culpabilísticos, como a su juicio lo hizo, y menos aún cuando lo ejercitado fue la acción directa
frente a la entidad aseguradora, no viniendo demandado el piloto de la máquina. Acto seguido, argumenta
que debe distinguirse entre el caso fortuito y la fuerza mayor, aportando los criterios que maneja la doctrina
para su distinción, concluyendo que la existencia de piedras en la carretera no constituye un evento ajeno a la
circulación, sino ordinario y además, y en el caso, evitable, lo que abonaría la responsabilidad del conductor
del turismo.
En mucho estamos de acuerdo con el recurrente, en concreto con la necesidad de distinguir entre
fuerza mayor y caso fortuito, cuando por la ley sólo uno de ellos se eleva a causa de exoneración de la
responsabilidad, así como en la doctrina científica relativa a la distinción entre una y otra figura, pero no en las
conclusiones que para el caso obtiene de su aplicación, así como que nos parece excesivo el reproche que se
hace al tribunal de instancia, pues éste no desconoce que el artículo 1 de la LRC contempla un supuesto de
responsabilidad objetiva atenuada y así lo recoge la sentencia recurrida en el fundamento jurídico segundo,
ni puede ignorarse tampoco que nuestro Alto Tribunal también ha recurrido a criterios de previsibilidad o
evitabilidad para apreciar la concurrencia o no de fuerza mayor y así la sentencia de 8-02-92 RA 1.198,
relativa a un supuesto de un obstáculo en la calzada y en la que se decide sobre la concurrencia de la causa
exoneratoria de la fuerza mayor en atención a tales criterios que, en definitiva, sugieren una concepción
subjetiva en el análisis de los presupuestos de imprevisibilidad y fatalidad que, como causa de exoneración de
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responsabilidad, se contemplan en el artículo 1.105 del Código Civil , que aunque relativo al ámbito
contractual, la doctrina extiende al de responsabilidad extracontractual y lo que nos conduce derechamente
al tema que nos ocupa.
En la doctrina científica no es pacífica la distinción entre el caso fortuito y la fuerza mayor. Su
diferenciación es contestada, recordando que el artículo 1.105 del Código Civil no se refiere a uno y otro, sino
"a los sucesos que no hubieran podido preverse o que previstos fueran inevitables.".
Como relativa dicha regulación a la responsabilidad por culpa se entienden dichos supuestos de
exoneración como ausencia de culpa y, desde esta perspectiva y previsión, se ha propuesto una interpretación
de corte subjetivista según la cual la previsibilidad e inevitabilidad debería medirse de acuerdo con criterios de
diligencia exigible o, también, según otros, ponderando la referencia del precepto a los "sucesos" como relativa
a aquéllos que queden fuera del ámbito o marco de control del deudor, pero bien entendido que dicho marco de
control debe ponerse en relación con el tipo de diligencia exigible al deudor, es decir, en todo caso y siempre
teniendo por referencia la culpa como razón y sustento del reproche culpabilístico para su responsabilidad.
Entonces, de acuerdo con este criterio de carácter subjetivo, se dice que si se quisiera identificar la
fuerza mayor con el suceso irresistible, distinguiéndolo del imprevisible (caso fortuito), resultaría que el ámbito
de la inevitabilidad coincidiría, normalmente, con el de la imprevisibilidad, pues lo imprevisible se nos aparece
como inevitable, así como que suceso inevitable no equivale sólo al que materialmente lo sea sino al que
lo sea, según la diligencia exigible que, en el ámbito de la responsabilidad extracontractual, debe de ser
ponderado en relación al momento del suceso o acontecimiento en que la previsibilidad es exigible y no en
ninguno otro anterior.
Ahora bien, la doctrina ha puesto en evidencia la necesidad de distinguir entre el caso fortuito y la fuerza
mayor al cobrar ésta especial relevancia cuando la propia norma establece efectos distintos para uno y otro, al
exonerar de responsabilidad en el caso del segundo y no del primero (en este sentido STS 17-11-89 RA 7889)
y siendo que el inciso primero del propio artículo 1.105 del Código Civil exceptúa del régimen de exoneración
que regula los "casos expresamente mencionados en la Ley".
Supuestos de estos hay varios ( artículos 1.784 , 1.905 y 1.908.3 del Código Civil ) y uno de ellos es el
artículo 1 de la LRC cuando establece la exoneración de responsabilidad por causa de fuerza mayor extraña
a la conducción o funcionamiento del vehículo, si bien que excluyendo de esta última los defectos del vehículo
o la rotura o fallo de algunas de sus piezas o mecanismo, pero desde ahora conviene resaltar que dicha
norma concreta un sistema de responsabilidad objetiva en atención a una actividad de riesgo específico (la
conducción de vehículos de motor) que necesariamente ha de influir en la forma con que deba contemplarse
la distinción entre el caso fortuito y la fuerza mayor.
Como bien dice el recurrente, dos son los criterios doctrinales propuestos para distinguir uno y otro, el
de la evitabilidad, mediante la previsión y el de la procedencia del hecho, que impide el cumplimiento según
el suceso proceda o no de la esfera externa del círculo de actividad del sujeto y en que la obligación se
desenvuelve (en nuestro caso la de no causar daño a otro).
De uno y otro debe preferirse el segundo cuando se decide en supuestos de responsabilidad civil
objetiva, de los que el conocido como seguro obligatorio es muestra.
Así, el artículo 1, regulador de dicho seguro, establece un criterio de imputación por riesgo derivado de
la conducción de vehículos de motor justificado en el principio "pro damnato" y de socialización del riesgo, es
decir, de protección prioritaria de la víctima frente al riesgo derivado de la circulación de vehículos de motor,
de suerte que el criterio de la procedencia del suceso que pudiera ser exonerador aparece como el más
acomodado a tal designio, en cuanto que, el piloto de la máquina y el seguro de ella, respondería frente a la
víctima de todos aquellos daños causados que sean consecuencia del riesgo típico de la actividad peligrosa
desarrollada, la conducción o funcionamiento del vehículo, haya o no culpa y sin perjuicio del derecho de
repetición de la aseguradora frente a quien, de acuerdo con criterios de culpabilidad, pudiera reprochársele
el daño.
Si, por el contrario, se entendiese que el hecho examinado no se incardina dentro de esa esfera de
control o riesgos típicos de la conducción o funcionamiento del vehículo es cuando entraría en juego la causa
exonerativa de la fuerza mayor (aquel acontecimiento imprevisible o previsible pero inevitable) que habría de
probar la aseguradora ( artículo 6 de la LRC en su redacción anterior al Texto Refundido vigente y 7 de éste).
Dicho esto, lo siguiente es decidir el ámbito propio de los riesgos típicos de la conducción o del
funcionamiento del vehículo y si el que nos ocupa, piedras en la carretera, lo es o no.
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Al efecto, lo más cabal es mantener una perspectiva dinámica que no estática (pues las condiciones
viarias de la circulación cambian con el paso de los tiempos, influyendo en la conducta exigible al piloto de
una máquina), globalizadora y no apegada a un lugar, porque esto resta objetividad al criterio de selección de
los riesgos típicos y, en todo caso, inspirada en la experiencia vital.
Pues bien, de acuerdo con lo expuesto no puede considerarse, con carácter general, en los inicios del
siglo XXI que la presencia de piedras en la calzada, de un tamaño tal que pueda provocar la avería de un
vehículo y la colisión de éste con ellas, con efectos decisivos en la regularidad de la maniobra de conducción
de un piloto, pueda considerarse como un riesgo típico de esta esfera de actividad del hombre. Se entiende,
porque conviene a los intereses de la parte, pero resulta extravagante afirmar que es un fenómeno ordinario
la existencia de tal obstáculo en la calzada. Incluso cabe afirmar que, aún reconociendo su mayor frecuencia
en lugares montañosos como nuestra tierra, no por eso deja de ser dicho fenómeno extraordinario para el
piloto de una máquina.".
En sentido análogo se han pronunciado las sentencias de la AP de la Sec. 7ª y 4ª citadas en el escrito
de oposición al recurso.
En el presente caso es un hecho acreditado que el accidente ocurrió de noche en una autovía, en un
lugar sin iluminación, sin la señalización de peligro en varios kilómetros, según declaró uno de los Agentes
que confeccionó el atestado, no existiendo ninguna prueba de que la conductora no actuara con la diligencia
debida, como tampoco el que se encontrara cansada, lo que el apelante afirma por la hora en la que ocurrió
el siniestro: a las 3 de la mañana, no siéndole reprochable a la conductora que el vehículo llevara puesta la
luz de cruce, pues las luces largas están prohibidas en la autovía, por todo ello procede desestimar el primer
motivo del recurso.
En cuanto al 2º motivo del recurso, relativo a la imposición de costas, el mismo debe ser acogido,
pues como señala la sentencia citada en líneas precedentes de esta Sala, la complejidad que siempre ha
encerrado la distinción doctrinal entre caso fortuito y fuerza mayor y la del caso aquí enjuiciado, cualquiera
que sea el criterio seguido, conlleva la decisión sobre la incardinación de un evento como el examinado en la
fuerza mayor, lo que lleva a soluciones a veces dispares, como lo evidencia las resoluciones de las Audiencias
Provinciales, varias de ellas citadas en el escrito de recurso de apelación y otras en el de oposicion, lo que
justifica el que no se haga expresa imposición en cuanto a las costas de la primera instancia.
TERCERO.- No procede hacer expresa imposición de las costas del recurso de conformidad con el art.
398 de la LEC .
Por todo lo expuesto, la Sala dicta el siguiente
FALLO
Que con estimación parcial del recurso de apelación formulado por Don Jose María contra la sentencia
dictada en fecha seis de junio de dos mil trece, por la Ilma. Sra. Magistrado-Juez del Juzgado de Primera
Instancia nº 3 de Avilés , en los autos en los que el presente rollo dimana, se REVOCA en el único extremo
de dejar sin efecto el pronunciamiento sobre las costas y acordar en su lugar que no procede hacer expresa
imposición en cuanto a las mismas.
Se confirma el resto de pronunciamientos de la recurrida.
No procede hacer expreso pronunciamiento respecto de las costas de la alzada.
Habiéndose estimado parcialmente el recurso de apelación, conforme al apartado 8 de la Disposición
Adicional Decimoquinta de la L.O. 1/2009, de 3 de noviembre , por la que se modifica la L.O. 6/1985, de 1 de
julio, del Poder Judicial, procédase a la devolución del depósito constituido por la parte apelante para
recurrir.
Contra esta resolución cabe recurso de casación y/o extraordinario por infracción procesal, en su caso.
Así, por esta nuestra Sentencia, lo pronunciamos, mandamos y firmamos.
PUBLICACION.- Dada y pronunciada fue la anterior Sentencia por los Ilmos. Sres. Magistrados que la
firman y leída por el/la Ilmo. Magistrado Ponente en el mismo día de su fecha, de lo que yo el/la Secretario,
doy fe.
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