TEMA 10: “ LA CRISIS DE LA RAZÓN ILUSTRADA:

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La crisis de la razón ilustrada: el vitalismo de Nietzsche
TEMA 11
LA CRISIS DE LA RAZÓN ILUSTRADA: EL VITALISMO
DE NIETZSCHE
ÍNDICE:
1.
INTRODUCCIÓN.
2.
CONTEXTO HISTÓRICO Y FILOSÓFICO: 1.850-1900.
2.1
2.2
2.3
CONTEXTO ECONÓMICO-POLÍTICO.
CONTEXTO CULTURAL Y FILOSÓFICO.
INFLUENCIAS.
2.3.1
La influencia de Schopenhauer.
3.
BIOGRAFÍA.
4.
ETAPAS DE SU PENSAMIENTO. OBRAS.
4.1
4.2
4.3
4.4
4.4.1
4.4.2
4.4.3
4.4.4
5.
LO APOLÍNEO Y LO DIONISIACO: LA FILOSOFÍA COMO VISIÓN TRÁGICA DEL MUNDO.
5.1
5.2
6.
INTRODUCCIÓN.
LA GENEALOGÍA COMO MÉTODO.
EL ESTILO AFORÍSTICO.
ETAPAS.
Período romántico: "filosofía de la noche".
Período ilustrado o positivista: "filosofía de la mañana".
Período del mensaje de Zaratustra: "filosofía del mediodía".
Período crítico: "filosofía del atardecer".
¿QUÉ ES LA REALIDAD Y CÓMO SE PUEDE CONOCER O "CAPTAR"?
LO APOLÍNEO Y LO DIONISIACO.
EL GIRO SOCRÁTICO DE LA FILOSOFÍA GRIEGA: EL HOMBRE INTUITIVO Y EL HOMBRE
RACIONAL.
6.1
6.2
LA OPOSICIÓN ENTRE LO SOCRÁTICO Y LO DIONISÍACO.
¿QUÉ ES LA VERDAD?
7.
LA FILOSOFÍA DEL SER Y LA FILOSOFÍA DEL DEVENIR.
7.1
7.2
7.3
LA FILOSOFÍA DEL SER: LA ONTOLOGÍA TRADICIONAL.
LA FILOSOFÍA DEL DEVENIR: LA FILOSOFÍA DE NIETZSCHE.
CRÍTICA GENEALÓGICA DE LA FILOSOFÍA DEL SER.
7.3.1
Sócrates, Platón y la razón en la filosofía.
7.3.2
Dos errores graves en la filosofía.
7.3.3
Tesis contra la ilusoria distinción entre mundo verdadero y mundo aparente. .
8.
LA MUERTE DE DIOS Y EL NIHILISMO.
8.1
8.2
9.
9.1
9.2
9.3
10.
10.1
LA MUERTE DE DIOS: SIGNIFICADO DE LA EXPRESIÓN Y CONSECUENCIAS.
ORIGEN Y SENTIDO DEL NIHILISMO.
CRÍTICA A LA MORAL Y A LA RELIGIÓN: LA "FILOSOFÍA DEL MARTILLO" .
INTRODUCCIÓN: LA MORAL PLATÓNICO-CRISTIANA COMO "CONTRANATURALEZA".
CRÍTICA DE LA MORAL. EN TORNO A LO BUENO Y LO MALO: LA "MORAL DE LOS SEÑORES Y LA
"MORAL DE LOS ESCLAVOS".
CRITICA DE LA RELIGIÓN.
LA INTERPRETACIÓN NIETZSCHEANA DE LA REALIDAD: LA "VOLUNTAD DE PODER" .
INTRODUCCIÓN.
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10.2
LA VOLUNTAD DE PODER.
11. LA TRANSVALORACIÓN MORAL Y EL SUPERHOMBRE.
11.1
CONCEPCIÓN DEL SUPERHOMBRE: AFIRMACIÓN DE LA VIDA.
11.2.
LAS TRES METAMORFOSIS DEL ESPÍRITU: EL ADVENIMIENTO DEL SUPERHOMBRE.
11.2.1 Primera: el espíritu se convierte en "camello".
11.2.2 Segunda: el camello se convierte en " león".
11.2.3 Tercera: el león se convierte en " niño".
12.
EL ETERNO RETORNO.
13.
VOCABULARIO BÁSICO DE LA FILOSOFÍA DE NIETZSCHE.
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La crisis de la razón ilustrada: el vitalismo de Nietzsche
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INTRODUCCIÓN:
Frente al optimismo inicial y la fe en las posibilidades del modelo de razón
ilustrada, una parte de la filosofía contemporánea destaca aquellos aspectos también
presentes en el ser humano y que no se pueden dejar al margen (sus deseos, intereses,
pulsiones, etc.) Como consecuencia inmediata surgirán corrientes de pensamiento que
defenderán precisamente esos aspectos, tales como el irracionalismo, el vitalismo y el
historicismo. Estas corrientes, entre las que podemos encuadrar el pensamiento de
Nietzsche, tienen los siguientes rasgos característicos:
1) Reacción contra la metafísica hegeliana y el positivismo de Comte.
Es una reacción tanto contra el racionalismo idealista de Hegel como contra la
absolutización de la ciencia llevada a cabo por el positivismo de Comte, el cual elevó el
saber científico al rango de único saber válido.
2) Exaltación de la vida y de las fuerzas irracionales frente a la cultura.
Expresa una exaltación de la vida como forma de entender al ser humano y se
realiza una profunda crítica de los valores culturales, a los que se considera como
encubridores o directamente represores de los valores propiamente humanos.
3) Preferencia por el estilo ensayístico frente a la construcción de obras
sistemáticas.
Al escribir sus obras, más que a una exposición sistemática de ideas, recurren a la
exposición y el análisis de determinados temas con el apoyo de intuiciones, metáforas,
descripciones de corte literario, etc. Así, se apuesta más por la belleza descriptiva o por
la fuerza expresiva que por el rigor expositivo o sistemático. En este sentido, la obra de
Nietzsche es uno de los más claros exponentes de este nuevo talante, que acerca la
filosofía a la poesía y a la literatura, y a la inversa.
Así pues, en la segunda mitad del siglo XIX aparece un tipo de filosofía que
supone una crítica radical contra la cultura establecida. Nietzsche, la figura más
destacada de este movimiento, encarna también una reacción contra la tradición
intelectualista y religiosa de la cultura occidental que, según él, se había opuesto a la
vida y a los valores vitales desde el momento que se produjo la alianza entre el
“platonismo” y el cristianismo.
La “filosofía de la vida” defiende que las realidades vitales no se pueden
comprender con un método científico, como el usado en las ciencias empíricas. En el
plano ontológico, la vida es el sustrato fundamental de la realidad. En el plano
gnoseológico, el vitalismo de Nietzsche proclama un acercamiento más vital a la
realidad: sustituir el frío razonamiento por la vivencia e intuición de la realidad que
pretendemos conocer. En el ámbito de los valores, la vida se convierte también en el
valor fundamental y en el criterio de acuerdo con el cual se han de ordenar los demás.
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Por todas estas razones, la obra de Nietzsche es de una complejidad tan enorme,
que no nos permite acercarnos a ella sin producir en nosotros estados de ánimo y
sentimientos contrapuestos: admiración y condena, fascinación y repulsa, entusiasmo e
incredulidad. En realidad, no es un pensador al uso que se pueda encuadrar en la
tradición racionalista de la filosofía occidental. Ya fuera por provenir del campo de la
filología clásica, ya por su deliberada voluntad de expresarse a través de aforismos y sin
voluntad alguna de exponer su pensamiento de un modo sistemático, su filosofía
implica y apasiona al que se acerca a ella.
Ahora bien, por encima de las diversas interpretaciones que pueden hacerse de su
pensamiento y obra, es admirable la lucidez de sus análisis y la gran penetración de su
mirada para comprender los problemas más profundos de la psicología, de la moral y de
la metafísica de la cultura occidental. Y no es menos admirable la fuerte personalidad de
un hombre que fue capaz de criticar los valores supuestamente más elevados de nuestra
cultura y de mantenerse en una postura de rebeldía a pesar de encontrase prácticamente
solo y contra un ambiente que le era radicalmente hostil.
Y es que, aunque la actitud de sospecha y denuncia del carácter falsificador de las
construcciones culturales ya había estado presente en Marx, Nietzsche la llevó hasta sus
últimas consecuencias, al afirmar que la cultura occidental ha supuesto una negación de
la vida en cuanto que se opone a todo lo que es naturalidad, espontaneidad, libertad e
imaginación. Por ello, piensa Nietzsche que la metafísica tradicional, y la cultura
occidental en general, ha recorrido un camino equivocado, y que esa hostilidad contra la
vida es síntoma de su carácter decadente, de su temor inconfesado ante el carácter
irracional e imprevisible de la propia vida.
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CONTEXTO HISTÓRICO Y FILOSÓFICO: 1.850-1900.
Son años de profundas modificaciones, tanto en la estructura de la sociedad como del
mundo de las ideas.
2.1 Contexto económico-político.
Políticamente hablando, la historia europea del siglo XIX se despliega como un
juego de alianzas y enfrentamientos entre burgueses y obreros, que se unen contra la
monarquía para desbancarla del poder e impulsar una liberación económica, pero que se
enfrentan cuando artesanos y obreros exigen reformas democráticas que garanticen una
mayor igualdad política y económica.
La segunda mitad de este siglo comienza con el fracaso de las revoluciones de
1848, en las que confluyeron las reivindicaciones del liberalismo, del nacionalismo y las
luchas sociales. La decepción de los revolucionarios contempló cómo se desvanecían sus
aspiraciones independentistas y democráticas. Sin embargo, los principios nacionalistas,
liberales y socialistas habían enraizado en la sociedad europea y anunciaban la caída
definitiva del absolutismo del Antiguo Régimen. Así, al acabar el siglo XIX, muchos
Estados europeos habían desarrollado constituciones que consolidaban cambios políticos
democráticos.
En el caso concreto de Alemania, su unificación no había sido posible ni en 1830 ni
en 1848 a pesar de existir una lengua, una historia y una cultura comunes. Dos grandes
potencias, Prusia y Rusia, dividían los territorios alemanes después de las guerras contra
Napoleón. Así, el deseo de unidad proclamado por los intelectuales chocaba con el recelo
de las potencias europeas, temerosas de un gran Estado alemán.
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La unificación efectiva de Alemania fue promovida por Bismarck (1815-1898),
primer ministro de Prusia, tras lograr vencer la oposición austríaca a este proyecto.
Después de formar un poderoso ejército y constituirse Alemania en una nación, el mapa
político europeo quedó bastante modificado, ya que Alemania se había convertido en una
gran potencia continental a costa de Austria y de Francia (a las que venció militarmente),
mientras que Gran Bretaña se dedicaba a su expansión colonial.
El proceso de unificación alemana, mezcla de nacionalismo liberal y de centralismo
político, dio lugar a un extraordinario desarrollo económico y a un cambio en la estructura
social, acompañado por la transformación de las instituciones educativas. El organizado y
rígido Estado alemán formó a una clase eficiente de funcionarios y ciudadanos honestos,
trabajadores y respetuosos de las leyes. Pero, como contrapartida, el individuo y la libertad
de pensamiento parecían haberse sacrificado en aras del esplendor político y económico.
Desde el punto de vista económico, en las primeras décadas de la segunda mitad
del siglo los avances de la industrialización acrecentaron las diferencias entre los países de
la Europa oriental y mediterránea, estancados social y económicamente, y los países
industrializados: Gran Bretaña, Francia, Bélgica, Piamonte y algunos Estados de la
Confederación Germánica.
Hacia 1870 se inician importantes transformaciones en el proceso de
industrialización que dan lugar a la llamada “segunda revolución industrial”. A la
expansión del ferrocarril, de las grandes industrias siderúrgicas y de la minería se une la
creación de compañías bursátiles que desarrollan el capitalismo financiero. Las nuevas
ramas industriales, como la química y la siderúrgica, que requieren fuertes inversiones de
capital, impulsan la concentración de capitales y la aparición de grandes empresas que
controlan las distintas ramas de la producción, cobrando también gran protagonismo la
banca. Se incorporan nuevos países al proceso industrial: Austria-Hungría, Italia, los países
escandinavos, Rusia, España, Japón y los Estados Unidos, que, a finales de siglo, superan a
Gran Bretaña en volumen de producción industrial.
Los avances de la industrialización fueron fruto de una estrecha relación entre el
desarrollo científico y el tecnológico. Se produce un impulso de la educación, en la que
se ve un factor de progreso social y económico. El domino colonial contribuyó, a su vez, al
desarrollo económico, permitiendo la creación de nuevos mercados para los productos y la
obtención barata de materias primas.
Por ello, el siglo XIX es el siglo de los inventos, ya que la alianza entre ciencia y
técnica produce unos profundos cambios en las condiciones de vida de los habitantes de
los países más desarrollados: iluminación de calles y casas gracias a la energía eléctrica
diseñada por Edison; invención del teléfono, telégrafo y radio, que transforman las
comunicaciones; utilización de nuevos materiales como el acero y el hormigón que
permiten la construcción de edificios de muchas plantas; descubrimiento de vacunas;
utilización de nuevas fuentes de energía como la electricidad, el gas o el petróleo, etc.
2.2 Contexto cultural y filosófico.
En el aspecto cultural, el siglo XIX refleja también una sucesión de cambios. En
primer lugar, la mentalidad positivista propia de la época encontró su reflejo en el mundo
del arte a través del realismo, corriente que pretende imitar el conocimiento científico al
intentar representar con la mayor objetividad posible la realidad humana a través de la
observación y la descripción. Así, las novelas de Víctor Hugo, Dickens y Dostoievski, o
las pinturas de Courbet y Millet reflejan tal pretensión.
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Pero también se va a reflejar en el ámbito artístico la crítica y deseos de ruptura
frente a una sociedad considerada decadente y defensora de unos valores artificiales y
antivitales. Así lo expresan las vanguardias, exaltando un modo de vida bohemio, que
constituye un reto a los valores de la burguesía dominante. Detrás de esa postura elitista y
provocadora, con la que muchos artistas pretenden hacer de su vida una obra de arte,
también se percibe una actitud escapista y una cierta desesperanza, como muestran
ejemplarmente, con su vida y obra, artistas como Rimbaud o Vincent Van Goch.
En las últimas décadas del siglo, el impresionismo se presenta como una corriente
que pretende ser fiel a la Naturaleza a través de sus estudios sobre la luz y el movimiento,
tratando de reflejar la fugacidad del instante, como harán Renoir, Degas o Monet en
pintura, y Débussy en la música.
Filosóficamente hablando, los cambios en la economía y en la sociedad que se
desarrollan durante la segunda mitad del siglo XIX provocan que los pensadores
reaccionen frente a la visión meramente teórica o especulativa, propia de la filosofía
anterior, y pretendan estar más cerca de la realidad, tanto social como humana.
En primer lugar, se extiende por Europa la mentalidad propia del positivismo,
corriente filosófica desarrollada por Augusto Comte, según la cual la humanidad se
encuentra en su grado máximo de desarrollo gracias a la ciencia y al pensamiento que toma
como referencia sólo los hechos objetivos.
En segundo lugar, el evolucionismo defendido por Charles Darwin (1809-1882) en
su obra El origen de las especies (1859) ofreció una explicación científica a la conciencia
del cambio y progreso dominantes en esta época, acabando con la imagen estática de la
realidad: las especies varían y se diversifican, apareciendo otras nuevas. La evolución de
los seres vivos se produce a través de la “lucha por la existencia” y la “selección natural”
aparece como un mecanismo despiadado que se alimenta del sufrimiento y de la muerte de
los más débiles.
Las ideas evolucionistas de Darwin causaron un gran impacto, tanto en el ámbito
científico como en el ámbito cultural. Así, el llamado “darwinismo social”, promovido por
Herbert Spencer (1820-1903) a partir de la publicación de su obra El origen del hombre
(1871), ampliaba a la esfera de la vida humana y social los principios evolucionistas que
Darwin había aplicado al ámbito biológico, justificando de paso la doctrina del liberalismo
económico. Desde esta perspectiva, la miseria en la que vivía el proletariado y las bolsas
de pobreza que estaba creando el colonialismo se consideraban como la expresión
necesaria de una ley natural, la de la competencia en el mercado, en la que los más aptos
para la supervivencia son los vencedores.
Aparece, sin embargo, a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX otra mentalidad,
abiertamente contraria a las tesis positivistas. Desde esta óptica, los cambios de la
sociedad, lejos de liberar al ser humano, ahogan y limitan su vida. Se abre camino una
concepción individualista del destino humano, sin caer en falsos consuelos. El individuo
tiene un valor absoluto frente a la sociedad, interesada sólo por la riqueza o el poder
político. Esta actitud ante la vida surge de la decepción que provoca una realidad social
que no ha permitido realizar plenamente los ideales liberadores de la Ilustración, y en la
que se ofrece una imagen teórica y falsa del mundo, pues las ideas han ido cediendo su
importancia ante el mayor peso de los factores puramente económicos y políticos.
En este contexto, muchos pensadores y artistas reivindican afrontar el sentido de su
existencia, entregándose a veces a una vida solitaria y hasta dolorosa, pero con el orgullo
de saberse dueños y artífices de sus vidas. Otros, como Sigmund Freud (1856-1939),
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critican el carácter represor de esa sociedad, que imponía prohibiciones y censuras que
impedían vivir de un modo equilibrado y empujaban a los individuos a conductas
neuróticas.
La filosofía alemana (la más cercana a Nietzsche) de la segunda mitad del siglo
XIX se lanzó también a la urgente tarea de salvar al individuo, defendiendo la creatividad,
la libertad y la vida frente al carácter negador del idealismo hegeliano y del positivismo
científico. Así, ni el idealismo, que legitimaba la concepción absoluta de un Estado
omnipotente, ni el positivismo, que dejaba en manos de la razón técnica, propia de la
ciencia, la organización social y el progreso de la humanidad, eran capaces de captar y
comprender el carácter peculiar de la vida humana.
Por ello, autores como Dilthey (1833-1911) plantean la necesidad de diferenciar las
ciencias naturales, que buscan la explicación de los fenómenos sometidos a las leyes de la
causalidad, de las ciencias del espíritu, que pretenden “comprender” el sentido de la vida
humana a partir de la propia historia de la humanidad. En este sentido, la filosofía de
Nietzsche es la que va a manifestar con mayor radicalidad la crítica a la razón idealista y
positivista así como la defensa de los valores propios de la vida.
En torno a esta defensa y reivindicación del carácter peculiar de la vida humana,
surge pues el vitalismo, que es la corriente filosófica en la que se puede encuadrar, no sin
matices, el pensamiento de Nietzsche. Fundamentalmente, esta corriente se caracteriza por
los siguientes rasgos:
a) Reacción contra la metafísica hegeliana y el cientificismo de Comte.
Es una reacción contra el racionalismo e idealismo de Hegel y la absolutización de la
ciencia llevada a cabo por el positivismo de Comte como única manera de entender el
mundo.
b) Exaltación de la vida y las fuerzas irracionales frente a la cultura.
Expresa una exaltación de la vida como forma de entender el ser humano y, desde esta
nueva óptica, se realiza una crítica de los valores culturales como encubridores de la
verdadera realidad en la que se desenvuelve el ser humano. En sus autores hay una
pluralidad de influencias, crítica a la religión, pensamiento evolucionista, etc.
c) Ensayos de estilo intuitivo frente a obras sistemáticas.
Al escribir sus obras, más que a una organización sistemática de las ideas, recurren a la
exposición y el análisis de determinados temas con el apoyo de una amplia cultura que
hace ganar en brillantez expresiva lo que se pierde en rigor sistemático. Se trata más del
desarrollo de intuiciones en forma de ensayos que de obras expositivas y sistemáticas.
2.3 Influencias.
En el pensamiento de Nietzsche, ejercen una influencia
notable el pensamiento de Schopenhauer, a través de su obra El
mundo como voluntad y representación -de tono pesimista- y el
pensamiento evolucionista de Darwin. Además, la cultura griega es
otra de las fuentes de las que beberá el pensamiento de Nietzsche,
pues, por su condición de filólogo, la conocía bastante bien y de ella
hará una valoración original que escandalizó a gran parte de sus
contemporáneos.
(En el apartado dedicado a las etapas del pensamiento de
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Nietzsche, expondremos con más detalle tales influencias).
LA INFLUENCIA DE SCHOPENHAUER.
A)
Schopenhauer se consideraba a sí mismo como el único discípulo verdadero de
Kant, sostenía que el mundo en su apariencia fenoménica es esencialmente nuestra
representación de él, que nos viene dada por percepciones de los sentidos ordenadas según
las categorías de causalidad; pero, en su realidad más íntima, el mundo es voluntad de
vivir, ansia ciega y sin otra finalidad que procrear y perdurar en el ser. Por lo tanto,
considera lo irracional como algo que está por debajo de la razón, que es lo más
profundo y lo que nos fuerza a razonar.
Kant
Schopenhauer
Fenómeno
Representación (racional) Captada por los sentidos y categorizada por el
entendimiento.


Nóumeno
Voluntad (irracional)
Manifestación
Ansia ciega de vivir y perpetuarse
Pesimismo vital: muy influido por la filosofía oriental, de la que era buen conocedor,
sostiene que la existencia es deseo y dolor y que la única forma de liberación es suspender
todos los deseos, logrando así una especie de” nirvana” vacío. En realidad, lo que
Shopenhauer propone es la anulación de los deseos y el llegar a un estado de serenidad y
paz tales que la vida, en sus aspectos dolorosos, se reduzca a su mínima expresión.
Schopenhauer influirá en algunos temas del pensamiento nietzscheano como el de la
voluntad, la preponderancia de los instintos sobre la inteligencia, la importancia del arte y,
sobre todo, de la música, su consideración peyorativa de la mujer, la visión cíclica del
devenir y un pesimismo frente a la realidad contra el que reaccionará Nietzsche.
3
BIOGRAFÍA.
1844- día 15 de Octubre. Friedrich Wilhelm Nietzsche
nace en Röcken, ciudad alemana cercana a Leizpig. Su
padre y sus dos abuelos eran pastores protestantes.
1849- (5 años). Muere su padre y la familia -compuesta
por su madre, su hermana (dos años menor que él), una
abuela y dos tías- se traslada a Naumburgo, donde
realizó sus estudios primarios y secundarios, en un
ambiente familiar piadoso. De carácter serio y retraído,
cumplía sus obligaciones religiosas escrupulosamente y,
aunque aprendió a hablar bastante tarde, dio pronto
muestras de precocidad.
1858-64- (14-20 años). Continúa sus estudios en Pforta, y adquirió una sólida formación
humanística basada en el estudio de las lenguas y la cultura clásica, lo que le orientaría
hacia la filología. Era brillante en todas las materias excepto en matemáticas. Tenía gran
sensibilidad para la música, tocaba muy bien el piano.
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1864-(20 años). Pasa a la Universidad de Bonn a estudiar teología y filología clásica. Su
madre esperaba que, siguiendo la tradición familiar, también fuera pastor protestante, pero
Nietzsche se opone a esa idea.
1865- (21 años). Se traslada a la Universidad de Leizpig -siguiendo los pasos de su
profesor y helenista, Ritschl-. Es en esta época cuando lee El mundo como voluntad y
representación de Schopenhauer (1788-1861), que influirá en muchos aspectos de su
pensamiento. En febrero de este año se sitúa su discutida infección sifilítica.
1868- (24 años). En Marzo sufre una caída del caballo. También a ella se atribuye el
posible origen de sus dolencias posteriores. Conoce a Richard Wagner (1813-1883), al
que admiró durante algún tiempo por su espíritu libre. En los temas de su música (dioses
y héroes de la mitología germánica) veía el resurgir de los valores clásicos germánicos
frente al cristianismo. Con él y su mujer Cósima, hija de Liszt, mantuvo una estrecha
amistad durante unos años. Este mismo año y sin haber obtenido aún el título de Doctor,
es nombrado Catedrático Extraordinario de Filología Clásica en la Universidad de Basilea
(Suiza). Adquiere la nacionalidad suiza.
1870- (26 años). En Agosto se enrola voluntariamente como enfermero en la guerra
franco-prusiana. Enferma él mismo gravemente de disentería y faringitis diptérica y en
Octubre vuelve a Basilea.
1871- (27 años). Publica su primera obra importante El nacimiento de la tragedia, que
desagradó a los filólogos contemporáneos y Nietzsche empezó a perder prestigio entre sus
colegas, lo que repercutió en una disminución de alumnos. No obstante, siguió algún
tiempo en la enseñanza, aunque con licencias temporales por razones de salud. Desde los
doce años sufría fuertes dolores de cabeza, debido quizás a trastornos de la vista, lo que
dificultaba el trabajo de leer y escribir.
1873-76 (29-32 años). A partir de 1873 estos problemas se agravan impidiéndole un
trabajo regular y continuo. Publica las Consideraciones intempestivas, cuatro escritos en
los que critica la cultura alemana contemporánea. Empieza a decepcionarle la música de
Warner al comprobar como resurgen los temas cristianos más decadentes en sus óperas como en "Parsifal"- y hay en ellas un tono nacionalista. Romperá definitivamente con él
en 1878.
1879- (35 años). Por problemas de salud abandona definitivamente la enseñanza. A partir
de aquí su vida será la de un solitario vagabundo por Europa siempre en busca de la luz y
el sol, con la afición a la vida al aire libre. Sólo podía pensar paseando, y el aire libre será
también el símbolo de su filosofía. Vivirá de la pensión que le conceda la Universidad y
de las rentas del patrimonio familiar, pero siempre en estrechez, alojándose en pequeñas
pensiones, pasando frío. No puede ni beber ni fumar, por su estado de salud. Toma gran
cantidad de medicamentos. Irá de un lado para el otro, unas veces en la montaña, otras a
orillas del Mediterráneo. Sus amigos serán escasos pero selectos y con algunos mantendrá
vínculos permanentes. Entre ellos Peter Gast -músico-, Jacobo Burkhardt, Edwin Rohde historiadores-, Franz Overbeck -teólogo-, Freud , Rilke, Taine y Strindberg. La mujer que
más influyó en su vida fue, sin duda, su propia hermana Elisabeth, que vivió con él hasta
1882, año que se casó con Föster, un plantador negrero y antisemita con el que se marchó
a vivir al Paraguay, y al que Nietzsche no tiene ninguna simpatía. Estuvo interesado por
Cósima Wagner y enamorado de Lou Andreas Salomé, con la que llegó a tener una
excelente comunicación intelectual -era una mujer finlandesa muy inteligente e
independiente que será la que publique la primera biografía del filósofo-. Le pidió que se
casara con él pero ella lo rechazó, este fracaso sentimental aumentó su aislamiento, pues
también rompió definitivamente con ella.
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1878-1888- (34 a 44 años). Son los años en los que realizará toda su obra. Obra que, por
otra parte será muy poco conocida y poco leída hasta casi el momento de su muerte. A
fines de 1888 se encuentra en Turín y se muestra satisfecho de sus últimos escritos. Pasa
las horas tocando el piano y el compositor que más interpreta es Wagner. Está preparando
su obra Voluntad de Poder, que no terminó. Escribe extrañas cartas a sus amigos en las
que se identifica como “Dionisos” o como el mismo Dios. Llega a caerse en plena calle y
en
1889- (45 años). Lo ingresan en una clínica de Basilea en la que le diagnostican
reblandecimiento cerebral y parálisis progresiva. Su madre lo traslada a la clínica mental
de Jena donde permanece hasta
1890- (46 años) que es trasladado a casa de su madre en Naumburgo y, a la muerte de
ésta, a casa de su hermana en Weimar. La parálisis le impide toda comunicación.
1900- (56 años). Después de diez años de vida prácticamente vegetativa, sin poder hablar
ni llevar a cabo ningún otro tipo de actividad, muere de apoplejía el 25 de agosto.
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ETAPAS DE SU PENSAMIENTO. OBRAS
4.1 Introducción.
La tarea filosófica que propone Nietzsche tiene dos vertientes:
a) Una vertiente negativa: de crítica de los principales conceptos de la religión, la
filosofía y la moral que tradicionalmente habían servido para explicar el mundo en la
cultura occidental.
b) Una vertiente positiva: el intento de comprensión y explicación de la vida como el
trasfondo profundo de lo que todo surge. Pero esta explicación, este desvelamiento de la
realidad oculta, para la cual Nietzsche utiliza como método la genealogía, no la hace a
través de una exposición sistemática de sus ideas, sino siguiendo el desarrollo de unos
temas que van surgiendo a lo largo de su obra, y entre los que pueden considerarse
fundamentales los de “la muerte de Dios”, el “superhombre”, la “voluntad de poder” y el
“eterno retorno”.
Se puede seguir el hilo del proceso de elaboración progresiva de sus ideas, de
forma que cada una de sus obras prefigura, en cierto modo, a la siguiente hasta llegar a lo
que él mismo considera una exposición completa de su pensamiento: Así habló
Zaratustra.
En las obras posteriores a ésta, la crítica a la cultura occidental se agudiza. Y se
pueden considerar como el desarrollo del aspecto más negativo de su filosofía.
4.2 La genealogía como método.
Con Nietzsche, la interpretación, concepto tomado de la filología, adquiere el valor
de herramienta filosófica. No se trata ya de determinar la verdad o falsedad de un
enunciado, sino de descubrir engaños o ilusiones, es decir, sospechar de lo que se nos
muestra o presenta como verdadero y reconocer las manifestaciones culturales como
símbolos de una realidad que requiere ser descubierta.
Pero, para realizar una interpretación, es necesario utilizar un método adecuado de
desciframiento. En Nietzsche, tal método es el resultado de una manera muy peculiar de
entender la psicología y consiste en prestar atención a la historia que está escondida tras los
conceptos, de forma que pongamos al descubierto el sentido profundo que los orienta. Así,
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el método para demostrar el carácter ilusorio de ciertas actitudes consiste en descubrir el
motivo psicológico de la ilusión, es decir, preguntar ¿por qué y quién dice tal cosa?, ¿qué
pretende cuando la dice?
Nietzsche interpretó que las actitudes filosóficas no son posiciones fieles o
transparentes del pensamiento ante la realidad, sino que son expresión de determinadas
preferencias o intereses. Descubrió de esta manera la importancia que tiene el valor como
fundamento de las diferentes concepciones del mundo y de la vida. Por eso, el método de
la sospecha es el método genealógico, que será el método que utilice con frecuencia, sobre
todo en sus últimas obras.
El método genealógico consiste, pues, en aplicar un análisis genético e histórico a la
evolución de los conceptos para percibir y poner de manifiesto lo que pasa inadvertido o
no se nos muestra claramente: los sentimientos, los instintos, los elementos o factores que
han intervenido en la configuración de algo. En Nietzsche, este método tiene dos
momentos inseparables: descubrir primero los presupuestos valorativos, es decir, la moral
implícita en un momento histórico determinado, para evaluar después dicho sistema de
valores. La genealogía busca a la vez “el valor del origen y el origen de los valores”. La
tarea del filósofo se resume, pues, en dos actitudes: interpretar y evaluar. Así, el filósofo
es una especie de “médico” capaz de descubrir los síntomas de cualquier construcción
cultural; y de “artista”, capaz de disponer de un punto de vista que le permita evaluar el
sistema de valores que estaba detrás de esa manifestación cultural.
En definitiva, se trata de explicar el origen psicológico de conceptos que
representan ideales culturales como derecho, verdad, santidad, etc. Nietzsche encuentra
que en casi todos los casos se puede explicar su origen desde lo contrario de lo que
expresan - por ejemplo, el derecho tendrá su origen en el provecho propio, la verdad en el
instinto de falsificación, de engaño, la santidad en un trasfondo poco santo de instintos y
rencores, etc.
4.3 El estilo aforístico.
Utilizado sobre todo a partir de su tercera etapa, consiste en frases o pequeños
párrafos que intentan transmitir una intuición casi siempre a través del análisis
psicológico o la metáfora, de forma similar a Heráclito. De hecho, la enfermedad ocular,
así como los trastornos nerviosos y gástricos, que serán también frecuentes, le impiden
escribir demasiado tiempo seguido.
Esta forma expresiva hace que su pensamiento tenga un carácter ambiguo, pudiendo
ser interpretado de varias formas. Pero, al mismo tiempo, lo dota de una belleza y de un
dinamismo tan originales que producen una fascinación inmediata, a veces incompatible
con la clara captación de sus intenciones y significado. Además, en muchas ocasiones,
Nietzsche utiliza un tono grandilocuente y casi profético, dando la impresión de ser el
único que ha captado una verdad que el resto ignora; hecho que puede también ser un
obstáculo para comprender lo que nos dice. Como muestra de aforismo, podemos citar los
siguientes:
-
“El gusano pisado se enrosca. Eso es inteligente. Con ello reduce la
probabilidad de ser pisado de nuevo. En el lenguaje de la moral:
humildad”.
-
“Mi suerte quiere que yo tenga que ser el primer hombre decente, que yo
me sepa en contradicción a la mendacidad de milenios… Yo soy el primero
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La crisis de la razón ilustrada: el vitalismo de Nietzsche
que ha descubierto la verdad, debido a que he sido el primero en sentir, en
oler, la mentira como mentira”.
-
“Aborrezco tanto el seguir como el guiar.
¿Obedecer? ¡No!
¿Y mandar? ¡Jamás! ”
4.4 Etapas.
La filosofía de Nietzsche se oculta detrás de un lenguaje lleno de imágenes, de
aforismos, sin una conexión sistemática ni una secuencia lógica en la exposición de sus
ideas. Puede encontrarse, sin embargo, a lo largo de su pensamiento un núcleo común:
la recuperación de la vida como valor esencial y la inversión de los falsos valores
que la ahogan. El propio Nietzsche se refiere a las etapas de su filosofía como “pieles
de serpiente” que hay que abandonar o “máscaras” bajo las cuales se desarrolla su
pensamiento.
Por ello, vamos a exponer tales etapas de su pensamiento siguiendo las
indicaciones del propio Nietzsche y la división que ha realizado Eugen Fink en su obra
La filosofía de Nietzsche (Madrid: Alianza Editorial, 1982).
A)
PERÍODO ROMÁNTICO: “FILOSOFÍA DE LA NOCHE”.
Es la época en la que se encuentra bajo la influencia de Schopenhauer y
Wagner, y también de la filosofía griega, de la que, como filólogo, ha llegado a ser un
profundo conocedor. La valoración que de ésta hace, y que mantendrá a lo largo de toda
su obra posterior, es muy positiva respecto de los presocráticos, a los que llama
filósofos trágicos, y en particular de Heráclito, con el que tiene algunas
concomitancias, y muy negativa respecto a Sócrates y a Platón, a los que considera los
destructores del pensamiento trágico.
Comprende tres obras importantes:
 El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música (1871) Fue escrita como
homenaje a Ricardo Wagner, a quien la dedica y quien la tomará como un respaldo
teórico de su música. En estos momentos Nietzsche considera que la obra de este autor
tiene la misma categoría que la tragedia antigua. En ella realiza una comparación entre la
cultura griega presocrática y la posterior a Sócrates e inicia su crítica de la filosofía
socrática y platónica, a las que considera decadentes, al igual que la cultura alemana
contemporánea de la que, de momento, sólo se salva la música de Wagner. Aparecen
muchas de las ideas que desarrollará en sus escritos posteriores.
 Sobre verdad y mentira en sentido extramoral (1873, publicada póstumamente)
Nietzsche anticipa un tratamiento del problema de la verdad y la mentira no referido al
comportamiento consciente del ser humano, y por tanto a su sentido moral, sino al papel
que pueden jugar los conceptos y el mismo lenguaje al depender también de necesidades
profundas e inconscientes del ser humano. ¿De dónde surge la necesidad de hablar de LA
verdad?, ¿Por qué querer fijar nuestras opiniones, darles objetividad, realidad a través de
esa chincheta que es la verdad? Quizás lo que oculte tal concepto sea la búsqueda de la
imposición de nuestras creencias, nuestra inseguridad ante ellas...
 Las consideraciones intempestivas (1873-74) Son una crítica de la cultura alemana
de su tiempo. Son cuatro y abordan temas distintos.
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B)
PERÍODO ILUSTRADO O POSITIVISTA: “FILOSOFÍA DE LA MAÑANA”.
En este período se produce un giro crítico: se aparta de la influencia de
Schopenhauer y Wagner, despertando del sueño romántico y de su veneración de los
héroes, liberándose de influencias externas. Hay una clara ruptura con algunas de las
ideas que había desarrollado en el período anterior y marca una evolución que prepara
su pensamiento posterior.
En esta etapa predomina la influencia de Voltaire y de los ilustrados franceses.
Nietzsche acepta el rechazo positivista de la religión y la metafísica, que son sustituidas
por la ciencia como formas de explicación de la realidad.
Hay dos objetivos que se plantea Nietzsche a lo largo de su obra y que aparecen
aquí con fuerza:
1. Disolver la inmensa estructura abstracta de conceptos y categorías sin renunciar
a la metafísica -entendida ésta como el intento de dar respuesta a la pregunta ¿qué
es la realidad?-.
2. La idea de que la sabiduría, la filosofía debe situarse frente al sentido trágico e
irracional de la vida humana: le ha de mirar a la cara, sin argucias ni ficciones,
sin idealismos.
Se trata de desenmascarar lo que esconden los conceptos de la metafísica, la
religión, el arte y la moral, demostrar que tienen su origen en instintos y tendencias del
ser humano que casi siempre se pretenden ocultar.
Si en el período anterior, Nietzsche consideraba que la religión (entendida a la
manera griega), metafísica y arte eran superiores a las ciencias como medios para llegar al
fondo del mundo, ahora condena la metafísica, la religión y el arte. La ciencia, entendida
como reflexión crítica, pasa a ser el modo de acceso a la realidad más profunda. No hace
referencia a la ciencia positiva, utiliza el término en un sentido vago, como sinónimo de
actitud crítica.
Abarca tres obras importantes:
 Humano, demasiado humano (1878-79) trata de demostrar que la experiencia y los
conocimientos humanos pueden ser explicados sin necesidad de supuestos metafísicos y
plantea la cuestión moral en la línea crítica en la que la desarrollará posteriormente.
 Aurora. Pensamientos sobre los prejuicios morales (1881). Desarrolla una crítica a
la moral en términos muy próximos a los que utilizará en su último período.
 La Gaya ciencia (1882). Plantea por primera vez los temas del “Eterno retorno” y la
“muerte de Dios”. Crítica del idealismo y del cristianismo como ideología hostil a la
vida.
C)
LA FILOSOFÍA DE ZARATUSTRA: “FILOSOFÍA DEL MEDIODÍA”.
Es el período fundamental de la filosofía de Nietzsche, ya que en él desarrolla sus
ideas más originales.
La obra básica de este período:
 Así habló Zaratustra (1883-1885), es quizá su obra más poética, escrita además en
tono profético, como una nueva Biblia. También ha sido la más leída y quizás la peor
interpretada.
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La crisis de la razón ilustrada: el vitalismo de Nietzsche
Desde el punto de vista de la forma es también una obra difícil. Nietzsche usa como
recurso fundamental la metáfora, y no utiliza conceptos especulativos en la exposición de
sus ideas, sino imágenes, por lo que la obra puede situarse a mitad de camino entre la
poesía y la filosofía.
Se trata de un conjunto de varios discursos simbólicos unidos por una fábula. Cada parte
contiene una idea central: en el prólogo describe al superhombre y al último hombre. En
la primera parte trata la muerte de Dios, en la segunda parte la voluntad de poder y en la
tercera el eterno retorno, la cual, para Nietzsche, es la idea fundamental.
La fábula que sigue el argumento de la obra es la siguiente: Zaratustra se retira a la
montaña al cumplir los treinta años. Allí vive con la sola compañía de dos animales: el
águila, que simboliza el orgullo, y la serpiente, que simboliza la inteligencia. Alcanza allí
su sabiduría y decide bajar a predicarla a los hombres. A lo largo de su predicación sufre
distintas vicisitudes, Zaratustra va exponiendo sus ideas fundamentales.
D)
PERIODO CRÍTICO: “FILOSOFÍA DEL ATARDECER”.
Las obras que siguieron a Así habló Zaratustra son las más críticas de todo el
pensamiento de Nietzsche. Vuelve sobre los temas de la segunda etapa, pero ahora, que
ya ha establecido su visión de las cosas, con una intencionalidad más definida: destruir la
visión tradicional para hacer posible el advenimiento de la suya propia. Es la “filosofía del
martillo”, que busca la transvaloración de todos los valores.
a) La filosofía del martillo: preparar el camino para el superhombre.
En ellas lleva a cabo lo que llama la "filosofía del martillo". Ataca duramente la filosofía
la religión y la moral tradicionales, pues considera necesaria la destrucción de éstas para
abrir caminos al proyecto creador de la existencia: tiene que destruir al hombre tal como
es para que pueda venir el superhombre, que es el ser que conoce la muerte de Dios, la
voluntad de poder y el eterno retorno.
b) La transvaloración de todos los valores.
Continúa aquí Nietzsche utilizando como método el desenmascaramiento psicológico:
descubrir qué se oculta tras los valores más asentados de la cultura occidental.
Para Nietzsche, lo que se considera objetividad de los valores no es más que una
proyección que el ser humano realiza, pero que luego olvida.
La vida humana es creación de valores, pero con frecuencia esto se desconoce y se acepta
lo que la vida misma ha creado como si viniera puesto desde fuera, y así se admite la
obligatoriedad de la ley moral, de lo que resulta una autoalienación del ser humano.
Nietzsche se propone eliminar el dogmatismo teórico de los valores, hacer ver cómo el ser
humano crea los valores. La transmutación de todos los valores supone una inversión del
sistema de valores dominantes que busca eliminar la autoalienación de la existencia, al
mostrar que, detrás de todos los sistemas de valores, se encuentra la vida, el juego de la
vida, la vida como voluntad de poder que gira, en eterno retorno, en el círculo del tiempo.
Atendiendo al contenido, hay sistemas de valores que son conformes a la esencia de la
vida y otros contrarios a ella (morales de la decadencia de la vida).
c) La vida como fuente de todos los valores: la voluntad de poder.
El rango de una moral se define, según Nietzsche, por la manera en la que se ajusta a la
voluntad de poder y hasta dónde reconoce a ésta como principio de la creación de valores.
Para Nietzsche, el problema de la moral es un problema de adecuación a la voluntad de
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La crisis de la razón ilustrada: el vitalismo de Nietzsche
poder, que es la esencia de la vida. La vida es, por lo tanto, el fundamento último de todos
los valores, éstos sólo existen en la medida en que la vida los dicta.
d) El nihilismo.
Así es descrita la situación de nuestro tiempo en la que se inicia el proceso de
autosuperación de los ideales filosóficos, religiosos y morales que había criticado en obras
anteriores.
Obras:
 Más allá del bien y del mal (1886): Critica la filosofía, la religión y la moral.
Considera a los filósofos como hombres dirigidos por prejuicios morales inconfesados, a
los hombres religiosos como neuróticos y a los hombres morales como vengativos.
 La genealogía de la moral (1887): crítica de los valores tradicionales de la cultura
occidental.
 Crepúsculo de los ídolos (1888): crítica de la filosofía.
 El Anticristo (1888): crítica a la religión y, en especial, a la moral cristiana.
 Ecce homo (1888): su autobiografía.
 La voluntad de poder es su última obra inacabada. Se publicó en 1901, pero ordenada
por los editores y no por el autor. Era su gran proyecto, en el cual retomaba los temas de
Así habló Zaratustra.
5
LO
APOLÍNEO Y LO DIONISIACO:
LA
FILOSOFÍA COMO VISIÓN
TRÁGICA DEL MUNDO.
Se desarrolla en su obra El nacimiento de la tragedia, en la que parte de la
descripción de la cultura griega utilizando dos metáforas:
1. La contraposición entre lo apolíneo y lo dionisiaco.
2. La "visión trágica del mundo": el mundo como "juego trágico".
Se trata de responder a las siguientes preguntas:
1. ¿Podemos encontrar un modelo de cultura donde se produzca una comprensión
de la vida? (No una negación, una subyugación a ideales).
2. ¿Es posible una comprensión así de la realidad que nos proporcione un
"sentido"?, es decir, que nos muestre que la vida merece la pena ser vivida.
5.1 ¿Qué es la realidad y cómo se puede conocer o "captar"?
En esta primera obra, se esbozan temas fundamentales de la filosofía
nietzscheana:
1. La "vida" como fondo originario y profundo del que surge todo lo concreto e
individual (y cambiante). Mirando el fuego heraclíteo, con sus formas
individuales, cambiantes y efímeras, podemos intentar comprender la unidad
profunda de las cosas.
2. El "arte" como la mejor forma para interpretarlo, en lugar de la ciencia o la
filosofía.
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La crisis de la razón ilustrada: el vitalismo de Nietzsche
3. La "intuición" como método de comprensión de la "vida" que no puede ser
captada por la razón (no es posible la captación conceptual de la misma como
nos es posible bañarse dos veces en el río heraclíteo).
¿Qué es la realidad?:
Fondo originario común:
Lo individual
La vida que se expresa como:
Lo dionisiaco
Lo apolíneo
Modo de acceso o interpretación: El arte
La ciencia, la filosofía
Modo de compresión:
El concepto
La intuición
5.2 Lo apolíneo y lo dionisiaco.
La cultura griega ha sido conducida por dos fuerzas estéticas que se combaten
mutuamente, pero que no pueden existir la una sin la otra (tal como los opuestos
heraclíteos). El punto culminante de la grandeza griega se sitúa en la tragedia, que
supone la fusión de estas dos fuerzas estéticas. Éstas son:
Fuerzas estéticas
Lo "apolíneo"
Lo "dionisiaco"
Religión de la que Religión olímpica
procede:
Religiones esotéricas: Misterios
de Eleusis y el orfismo
Divinidad en que se Apolo: es el dios de la belleza, Dionisos: es el dios de la
inspira:
el sol, la luz.
vegetación, espíritu de la savia
de las plantas y del jugo de los
frutos del vino y la fecundidad
animal. En su honor se celebran
orgías en los ritos de las
Bacantes. Es el dios Baco de los
romanos.
Representa:
El orden, la medida, el límite, el La desmesura, la embriaguez
equilibrio, el control, la cultura mística, la aniquilación de la
y la civilización. Los sueños.
conciencia personal, el flujo
profundo de la vida misma que
El principio de individuación.
rompe barreras e ignora todas
las limitaciones. El descontrol,
el primitivismo y la naturaleza.
Refleja la unidad primordial de
todo por encima del principio de
individuación.
Arte arquetípico
La escultura (límite, definida en La música
sus contornos).
ilimitada).
escenificación
En la tragedia La
escultórica).
representada por
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(indefinida
e
(forma El coro (la voz anónima del
destino, la vida, etc.).
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Ahora bien, ¿cómo surgió esta dualidad de lo “apolíneo” y lo “dionisíaco”?
Según Nietzsche, "el griego conoció y sintió los horrores y espantos de la existencia, la
carencia de sentido simbolizada por la legendaria sabiduría del sátiro Isleño: “Lo mejor
de todo es totalmente inalcanzable: no haber nacido, no ser, ser nada; y lo mejor en
segundo lugar es morir pronto”.
Para poder vivir venciendo este doloroso saber (visión trágica de la existencia),
los griegos crearon los dioses olímpicos, viviendo la vida ellos mismos es como
justifican la vida humana. Éstos acentúan el principio de individuación frente al fondo
uniforme de la vida.
De esta manera, Apolo y la religión olímpica representan la forma primitiva de
superación de los poderes titánicos de la Moira (el destino) que doblegaba la existencia
de los seres humanos. Así, significa el límite, la armonía, el equilibrio pero en el ámbito
individual: el autodominio.
Pero en los griegos también hay una cierta pulsión de retorno, de regresar al
origen. De esta manera, Dionisos y las fiestas báquicas representan lo amoral, la
desmesura. Simbolizan la nostalgia y la regeneración mística de la primitiva comunión
entre los seres humanos y la naturaleza: el descontrol.
Para Nietzsche, el pueblo griego supo expresar admirablemente tales tendencias
en la tragedia, que ejemplifica, mejor que cualquier otra forma de arte, la verdadera
naturaleza de la realidad:
1. La tragedia como llave de comprensión. Lo trágico es un principio cósmico. El
mundo es un juego trágico (lucha entre Apolo y Dionisos) y la tragedia es la
llave de comprensión del mismo, revela la unidad de todo lo existente.
2. La sabiduría trágica: la lucha entre el fondo originario del cual todo emerge y
todo devora y el principio de individuación. La filosofía es sabiduría trágica: una
mirada que penetra en la lucha originaria de los principios antagónicos de Apolo
y Dionisos, visión de la batalla entre el fondo vital uniforme, que engendra todo
y devora todo, y el reino luminoso de las figuras estables, la lucha eterna entre
unidad e individualidad.
En definitiva, la visión trágica del mundo nos lo representa como una realidad
en la que vida y muerte, nacimiento y decadencia de lo finito se entrelazan, porque son
sólo aspectos de una y la misma ola de la vida, donde la vida, en su devenir, es el
resultado de la lucha, la contraposición entre lo apolíneo y lo dionisiaco.
Nietzsche identifica a Dionisos como el fondo originario del mundo, la vida
misma, con la voluntad de Schopenhauer y, posteriormente, con "la voluntad de poder".
6
EL
GIRO SOCRÁTICO DE LA FILOSOFÍA GRIEGA:
EL
HOMBRE
INTUITIVO Y EL HOMBRE RACIONAL.
6.1 La oposición entre lo socrático y lo dionisíaco.
A partir de 1.886, aproximadamente, Nietzsche reduce el antagonismo entre lo
apolíneo y lo dionisíaco a una unidad coherente, quedando lo apolíneo como un
momento de lo dionisíaco, y pasando a ser el socratismo el fenómeno contrapuesto a lo
dionisíaco.
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La crisis de la razón ilustrada: el vitalismo de Nietzsche
 Le interesa más resaltar más otra oposición entre dos modos de intentar comprender
la realidad.
LO DIONISÍACO
LO SOCRÁTICO
(Lo apolíneo + lo dionisíaco)
Con la racionalidad socrática llegará, según Nietzsche, la decadencia de la
cultura griega y de la auténtica filosofía y comienza la época de la razón y el hombre
teórico.
Para Nietzsche, esto es un gran error, pues supondrá sustituir:
a) la forma intuitiva de "comprensión" de la vida (la tragedia), por
b) la forma conceptual de "comprensión": el discurso racional, lógico, abstracto,
teórico.
Así, las oposiciones serían:
Lo dionisíaco
Lo socrático
LA TRAGEDIA
SÓCRATES / PLATÓN
Forma intuitiva
Forma conceptual
Forma artística
Forma científica
INTUICIÓN
CONCEPTO
Con esta oposición, establecida por Nietzsche, entre la forma intuitiva (artística)
y la forma conceptual (racional) a la hora de comprender la realidad, nos situamos en la
teoría del conocimiento de Nietzsche y nos podemos preguntar: ¿cuál de estos dos
modos de comprensión capta mejor, de forma más íntegra, la vida? Nietzsche lo
desarrolla en su obra Sobre la verdad y la mentira en sentido extramoral.
Comienza describiendo los usos que podemos hacer del lenguaje y analizando el
valor que éste tiene según lo utilicemos:
1/ Las palabras se convierten en conceptos cuando adquieren un uso aplicable a una
pluralidad de individuos, cuando dejan de referirse a una experiencia singular.
2/ Todo concepto se forma por equiparación de casos no iguales, abandonando las
diferencias individuales (lo más real).
3/ El concepto es pues el residuo de una metáfora, que acaba tomándose como realidad
objetiva.
4/ El ser humano olvida (olvido inconsciente) de que es él quien ha creado los
conceptos.
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La crisis de la razón ilustrada: el vitalismo de Nietzsche
ANÁLISIS DEL VALOR Y EL USO DEL LENGUAJE
INTUICIÓN
PALABRA
CONCEPTO
(Ébano)
(Ébano)
(Ébano)
Metáfora (aparece como un
sortilegio que evoca una...
Esencia (residuo de una metáfora)
Experiencia única (que es la
apariencia)
Lo común (resultado de abstraer y
generalizar)
LO REAL
¿LO REAL?
Capta, comprende y expresa la vida:
de la forma más íntegra y completa
(rica) todo su contenido.
Es una expresión abstraída de la
vida (pobre) separada de todo lo
que tiene de individual y concreto.
La oposición es gnoseológica pero se fundamenta en un giro ontológico: lo real no
es la esencia (común) sino la apariencia (lo individual y concreto). Por el contrario,
Sócrates y Platón pretenden que aquello que esquematiza la vida vaciándola de contenidos
(los conceptos) sea la auténtica realidad, cuando sólo son productos convencionales,
invenciones humanas para poder comunicarnos, es decir, una forma de saber para prever y
conservar la existencia. Para Nietzsche, el intelecto humano es un recurso de los "seres
más infelices" y cumple la función de conservarlos en la existencia, pero, al mismo tiempo,
les hace engañarse sobre el valor de la existencia.
El concepto, la razón, permiten prever (establecer regularidades), lo cual ha sido
una gran ventaja evolutiva para el ser humano pero EL ERROR está en convertirlos en la
verdad (puede incluso estar bien el uso moderado de tales conceptos, pero no el abuso o su
identificación como lo verdaderamente real).
Así, el “miedo a la vida” nos puede provocar el querer refugiarnos en ellos, pero a
costa de renunciar a ella (la vida). Por ello, Nietzsche diferencia dos modos de acercarse a
la realidad, los cuales ejemplifica con las denominaciones de “hombre intuitivo” y
“hombre racional”.
OPOSICIÓN ENTRE EL HOMBRE INTUITIVO Y EL HOMBRE RACIONAL
HOMBRE INTUITIVO
HOMBRE RACIONAL
Se preocupa de vivir
Se preocupa de sobrevivir (existir)
Aun a costa de su propia supervivencia
(existencia)
Aun a costa de no "vivir" la vida, de
renunciar a ella.
Allí donde el hombre intuitivo (valiéndose de la intuición y, gracias al arte, puede
llegar a comprender la vida mejor que el científico) predomina, consigue configurar una
cultura y establecer un dominio del arte sobre la vida.
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La crisis de la razón ilustrada: el vitalismo de Nietzsche
Por el contrario, allí donde el hombre conceptual (guiado por los conceptos y las
abstracciones, no puede conocer las cosas como son) predomina, con sus instrumentos
sólo consigue conjurar la desgracia.
6.2 ¿Qué es la verdad?
Para Nietzsche, cuando las palabras se transforman en conceptos, se abandonan
las diferencias individuales para servir de instrumento de comunicación. El concepto
abstrae de un modo arbitrario las peculiaridades de las cosas para destacar lo común; sin
embargo, no es posible pensar, por ejemplo, en “la hoja”, sino en hojas concretas con
formas y colores determinados. Se produce así un segundo falseamiento: si la palabra
falseaba la intuición originaria de la que surgía, el concepto falsea a la palabra a la
que representa.
El error de la filosofía, desde Sócrates y Platón, es haberse olvidado de las
intuiciones como el origen de los conceptos y aceptar dogmáticamente que los
conceptos son lo que designa la realidad y no puras metáforas o imágenes de las
intuiciones de las que proceden. Ese olvido es el fundamento de la metafísica
tradicional, que considera lo abstracto y universal, lo inteligible, como lo único real y
verdadero.
Para Nietzsche, todo conocimiento es relativo: no conocemos ningún “hecho en
sí”, el mundo no tiene un sentido fundamental, sino muchísimos sentidos, y, por tanto,
de él se pueden hacer diversas interpretaciones. Por ello, el conocimiento es
perspectivismo, es decir, la convivencia de una pluralidad de perspectivas o
interpretaciones de la realidad, todas ellas válidas por ser imágenes de esa misma
realidad plural y cambiante.
De ahí que Nietzsche someta a crítica la “idea de verdad” establecida en la
filosofía occidental desde Sócrates y Platón; crítica que supone, a su vez, una negación
del valor vital de esa filosofía:
- LA VERDAD SEGÚN SÓCRATES/PLATÓN Y SEGÚN NIETZSCHE Sócrates y Platón
Captar las ideas (eidos), conocer las esencias, lo real e
inmutable, lo universal.
Nietzsche
Sólo significa comprender el significado convencional del uso
del concepto en una comunidad lingüística.
¿Qué es la verdad?
¿Qué es entonces la verdad? Una hueste en movimiento de metáforas, metonimias,
antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas que han sido
realzadas, extrapoladas y adornadas poética y retóricamente y que, después de un
prolongado uso, un pueblo considera firmes, canónicas y vinculantes; las verdades son
ilusiones de las que se ha olvidado que lo son; metáforas que se han vuelto gastadas y
sin fuerza sensible, monedas que han perdido su troquelado y no son ahora ya
consideradas como monedas sino como metal.
El nacimiento de la tragedia, págs. 9-10
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La crisis de la razón ilustrada: el vitalismo de Nietzsche
7
LA FILOSOFÍA DEL SER Y LA FILOSOFÍA DEL DEVENIR.
Supone una crítica de la filosofía y, más concretamente, de la metafísica
tradicional. Se desarrolla en sus obras Humano, demasiado humano, Más allá del Bien y
del Mal, y, sobre todo, en El crepúsculo de los Ídolos.
7.1 La Filosofía del Ser: La ontología tradicional.
La ontología tradicional distingue entre:
El mundo Verdadero
El mundo Aparente
de lo Permanente
de lo Cambiante
captado por la Razón
mostrado por los Sentidos
Esta distinción tiene como consecuencia una forma de entender el Ser y el mundo
que conocemos por los sentidos:
1. Es una ontología estática porque considera al Ser como algo fijo e inmutable.
2. Por otra parte, ese Ser no se deja ver tal como es en realidad en este mundo, en
donde todo es apariencia y falsedad de los sentidos.
3. El Ser tiene un mundo propio.
Así, puesto que lo que conocemos de este mundo es irreal, debemos buscar en el
otro para estar así en posesión de la verdad. Según Nietzsche, ésta es la actitud propia
del filósofo dogmático, que se dedica a buscar, a "especular", por encima del
movimiento del mundo: lo que sea el ser del mundo no lo podemos estudiar en el
torbellino del ir y venir de esta vida, ya que ésta es, para el filósofo dogmático, la causa
del error.
Pero, para Nietzsche, la separación entre Ser real y Ser aparente es ya un juicio
valorativo sobre la vida, y concretamente, NEGATIVO, porque pone más peso específico
en el mundo de las ideas (de los conceptos, a los que se considera lo auténticamente
"real") que en el mundo de los sentidos (al que se considera irreal o aparente).
Nietzshe, aplicando su método genealógico, se propone poner al descubierto los
motivos psicológicos o valorativos de tal separación, peguntándose cuál es el trasfondo
oculto de las ideas de los filósofos. Para él, La Metafísica y la Ontología tradicionales se
basan en prejuicios de los filósofos contra la vida tales como el horror a la muerte, a la
vejez, al cambio, a la procreación, etc. Por ello, han inventado la ficción de la metafísica,
para escapar de la caducidad y dar a su existencia un significado estable e infinito.
7.2 La Filosofía del Devenir: La filosofía de Nietzsche.
Para Nietzsche, no hay ningún mundo de Ideas eternas, sólo existe el mundo
espacio-temporal que podemos percibir por los sentidos. Así pues, no existen tampoco un
mundo aparente y un mundo verdadero, sino el devenir constante del Ser -la vidacreando y destruyendo el mundo. Por ello, nuestra obligación para con la vida es la de
negar absolutamente toda ontología que implique un menosprecio por la vida tal y como
ella es.
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7.3 Crítica genealógica de la Filosofía del Ser.
Nos centramos en dos capítulos de su obra El crepúsculo de los Ídolos: "El
problema de Sócrates" y "La razón en filosofía".
A)
SÓCRATES, PLATÓN Y LA RAZÓN EN LA FILOSOFÍA.
Con Sócrates se inicia la decadencia de la cultura griega porque en él se suplanta la
seguridad de los instintos por la racionalidad. El resentimiento contra la vida queda
expresado en la ecuación socrática: "Razón = Virtud = Felicidad". Ello es así porque, para
Nietzsche, la felicidad es equivalente a instinto.
1 En todos los tiempos los sapientísimos han juzgado igual sobre la vida: no vale
nada... Siempre y en todas partes se ha oído de su boca el mismo tono, - un tono lleno
de duda, lleno de melancolía, lleno de cansancio de la vida, lleno de oposición a la vida.
Incluso Sócrates dijo al morir: «vivir - significa estar enfermo durante largo tiempo:
debo un gallo a Asclepio1 salvador». Incluso Sócrates estaba harto. - ¿Qué prueba esto?
¿Qué indica? - En otro tiempo se habría dicho (- ¡oh, se lo ha dicho, y bien alto, y
nuestros pesimistas los primeros!): «¡Aquí, en todo caso, algo tiene que ser verdadero!
El consensus sapientium [consenso de los sabios] prueba la verdad.» - ¿Continuaremos
nosotros hablando así hoy?, ¿nos es lícito hablar así? «Aquí, en todo caso, algo tiene que
estar enfermo» - es la respuesta que nosotros damos: ¡a esos sapientísimos de todos los
tiempos se los debería examinar de cerca primero! ¿Acaso es que ninguno de ellos se
sostenía ya firme sobre sus piernas?, ¿acaso es que eran hombres tardíos?, ¿que se
tambaleaban?, ¿décadents [decadentes]? ¿Acaso es que la sabiduría aparece en la tierra
como un cuervo, al que un tenue olor a carroña lo entusiasma?...
2 A mí mismo esta irreverencia de pensar que los grandes sabios son tipos
decadentes se me ocurrió por vez primera justo en un caso en que a ella se opone del
modo más enérgico el prejuicio docto e indocto: yo me di cuenta de que Sócrates y
Platón son síntomas de decaimiento, instrumentos de la disolución griega,
pseudogriegos, antigriegos (El nacimiento de la tragedia, 1872). Ese consensus
sapientium [consenso de los sabios] -esto lo he ido comprendiendo cada vez mejor - lo
que menos prueba es que tuvieran razón en aquello en que coincidían: prueba, antes
bien, que ellos mismos, esos sapientísimos, coincidían fisiológicamente en algo, para
adoptar - para tener que adoptar- una misma actitud negativa frente a la vida.
Crepúsculo de los ídolos, "El problema de Sócrates"
A su vez, Platón, quien considera que la idea suprema es la idea de Bien, inicia una
interpretación moral del Ser, sustituyendo la interpretación del mundo que hacían los
filósofos presocráticos, que estaba más cerca de la realidad, por otra en la que se excluye
todo lo dionisíaco, todo lo irracional, todo lo que se considera negativo.
Para Nietzsche, Platón fue “seducido” en su viaje a Egipto por los sacerdotes
egipcios, haciéndose extraño a la auténtica esencia helénica, al incluir en su propuesta
filosófica el moralismo y haberse atrevido a negar la realidad del tiempo.
B)
DOS ERRORES GRAVES EN LA FILOSOFÍA.
1. Se ha despreciado la información de los sentidos, que nos muestran la
realidad como devenir:
1
La nota hace referencia a una cita tomada del Fedón 118 a de Platón. En Atenas era costumbre
ofrendar un gallo a Asclepio en agradecimiento por recobrar la salud.
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La crisis de la razón ilustrada: el vitalismo de Nietzsche
2 Pongo a un lado, con gran reverencia, el nombre de Heráclito. Mientras que el
resto del pueblo de los filósofos rechazaba el testimonio de los sentidos porque éstos
mostraban pluralidad y modificación, él rechazó su testimonio porque mostraban las
cosas como si tuviesen duración y unidad. También Heráclito fue injusto con los
sentidos. Estos no mienten ni del modo como creen los eleatas ni del modo como creía
él - no mienten de ninguna manera. Lo que nosotros hacemos de su testimonio, esto es
lo que introduce la mentira, por ejemplo la mentira de la unidad, la mentira de la coseidad, de la sustancia, de la duración... La «razón» es la causa de que nosotros falseemos
el testimonio de los sentidos. Mostrando el devenir, el perecer, el cambio, los sentidos
no mienten... Pero Heráclito tendrá eternamente razón al decir que el ser es una ficción
vacía. El mundo «aparente» es el único: el «mundo verdadero» no es más que un
añadido mentiroso...
Crepúsculo de los ídolos, "La razón en la filosofía"
En la metafísica tradicional hay una infravaloración de la realidad de lo cambiante,
del devenir, y el consecuente rechazo del mundo real espacio-temporal, colocando en su
lugar un mundo imaginario, al que llaman “mundo verdadero”. Como consecuencia,
tenemos un desprestigio del conocimiento sensible.
2. Se han sobrevalorado los conceptos, que, siendo fruto de la razón, se han
tenido por realidades objetivas:
4 La otra idiosincrasia de los filósofos no es menos peligrosa: consiste en confundir
lo último y lo primero. Ponen al comienzo, como comienzo, lo que viene al final - ¡por
desgracia!, ¡pues no debería siquiera venir! - los «conceptos supremos», es decir, los
conceptos más generales, los más vacíos, el último humo de la realidad que se evapora.
(...) Todos los valores supremos son de primer rango, ninguno de los conceptos
supremos, lo existente, lo incondicionado, lo bueno, lo verdadero, lo perfecto - ninguno
de ellos puede haber devenido, por consiguiente tiene que ser causa sui.(...) Con esto
tienen los filósofos su estupendo concepto «Dios»... Lo último, lo más tenue, lo más
vacío es puesto como lo primero, como causa en sí, como ens realissimum [ente
realísimo]... ¡Que la humanidad haya tenido que tomar en serio las dolencias cerebrales
de unos enfermos tejedores de telarañas! - ¡Y lo ha pagado caro!...
Crepúsculo de los ídolos, "La razón en la filosofía"
La filosofía se guía por los conceptos supremos y generalísimos, que son conceptos
vacíos, meras generalizaciones. Se han tomado por el auténtico Ser, además, aquellos de
máxima generalidad, que son los que están más vacíos, los que menos "carga vital"
poseen, menos realidad.
Para Nietzsche, la metafísica tradicional es el mundo al revés: no se ha de partir de
los conceptos, sino de intuiciones de lo sensible, de lo real y cambiante.
C)
TESIS
CONTRA LA ILUSORIA DISTINCIÓN ENTRE MUNDO VERDADERO Y
MUNDO APARENTE.
6 Se me estará agradecido si condenso un conocimiento tan esencial, tan nuevo, en
cuatro tesis: así facilito la comprensión, así provoco la contradicción.
Primera tesis. Las razones por las que «este» mundo ha sido calificado de aparente
fundamentan, antes bien, su realidad, - otra especie distinta de realidad es absolutamente
indemostrable.
Segunda tesis. Los signos distintivos que han sido asignados al «ser verdadero» de las
cosas son los signos distintivos del no-ser, de la nada, - a base de ponerlo en
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contradicción con el mundo real es como se ha construido el «mundo verdadero»: un
mundo aparente de hecho, en cuanto es meramente una ilusión óptico- moral.
Tercera tesis. Inventar fábulas acerca de «otro» mundo distinto de éste no tiene sentido,
presuponiendo que no domine en nosotros un instinto de calumnia, de empequeñecimiento, de recelo frente a la vida: en este último caso tomamos venganza de la
vida con la fantasmagoría de «otra» vida distinta de ésta, «mejor» que ésta.
Cuarta tesis. Dividir el mundo en un mundo «verdadero» y en un mundo «aparente»,
ya sea al modo del cristianismo, ya sea al modo de Kant (en última instancia, un
cristiano alevoso), es únicamente una sugestión de la décadence, - un síntoma de vida
descendente... El hecho de que él artista estime más la apariencia que la realidad no
constituye una objeción contra esta tesis. Pues «la apariencia» significa aquí la realidad
una vez más, sólo que seleccionada, reforzada, corregida... El artista trágico no es un
pesimista, - dice precisamente sí incluso a todo lo problemático y terrible, es dionisíaco...
Crepúsculo de los ídolos, "La razón en la filosofía"
Anotaciones a las tesis:
A la 1ª: El origen de las categorías y los conceptos está en la necesidad que tiene el ser
humano de sobrevivir en un mundo en donde todo es devenir. Estamos necesitados del
error de las categorías porque, gracias a ellas, el ser humano puede vivir con cierto
"reposo, seguridad y calma", haciéndole frente así al devenir constante del Ser.
A la 3ª: Inventar otro mundo no tiene sentido si no se pretende que sea mejor que éste que
pisamos; ahora bien, esto es propio del resentimiento de la vida.
A la 4ª: Es la necesidad de racionalizar lo imposible de racionalizar, a saber, el ser como
devenir, lo que nos obliga a inventar ficciones lógicas y modelos de conocimiento de tal
forma que nos permitan la estabilidad frente a lo que en sí es caos (en el sentido de que no
existen ni ley ni orden sobrenatural).
Se produce con Nietzsche una inversión ontológica:
Lo que hasta ahora se había considerado la apariencia (lo sensible, lo temporal, lo que
fluye en el devenir) es ahora lo real. Lo que hasta ahora se creía el verdadero Ser (lo
racional, lo intemporal, lo eterno, Dios) es sólo una invención del pensamiento.
En Nietzsche, se desmitifica la voluntad de verdad de los filósofos. El filósofo ha
de saber que la verdad es algo que tiene que ver con nuestros propios valores y nuestra
propia subjetividad. Por lo tanto, según Nietzsche, el filósofo, a partir de ahora, va a
defender que la verdad es subjetiva, afirmará su propia verdad, pero sin engañar a nadie.
8
LA MUERTE DE DIOS Y EL NIHILISMO.
8.1 La muerte de
consecuencias.
Dios:
significado
de
la
expresión
y
Este tema es desarrollado por Nietzsche en su obra Así habló Zaratustra. La
expresión " muerte de Dios" no debe entenderse en sentido literal, supone, más bien, la
muerte de los valores absolutos e implica la liberación de la idea de un más allá
trascendente, es decir, significa la supresión de la trascendencia de los valores, el
descubrimiento de que éstos son creaciones humanas.
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La crisis de la razón ilustrada: el vitalismo de Nietzsche
Con esta expresión, Nietzsche quiere reflejar que el mundo suprasensible, el
mundo del más allá, de las ideas, ha perdido la función orientadora que ejercía sobre
nuestras vidas. Por ello, Nietzsche también la utiliza para realizar una crítica radical de
la religión, la moral y la metafísica tradicionales, y, de paso, favorecer la liberación de
un gran peso que abruma al ser humano, el peso de la idea del más allá, de una
trascendencia objetiva.
Dios significa para Nietzsche:
1. Una determinada manera de concebir la realidad (ontología).
2. Una determinada moral que es hostil a la vida (a la que él opone lo que llama el
"sentido de la tierra"). Dios, para Nietzsche, es "el vampiro de la vida".
Nietzsche apunta la "muerte de Dios" como el acontecimiento más importante de
la época contemporánea. Él se siente testigo de este hecho decisivo. Desde el
Renacimiento, pasando por el Racionalismo hasta llegar al Idealismo y al
Romanticismo, observa cómo el pensamiento occidental va reduciendo paulatinamente
la realidad de Dios.
La experiencia de lo divino queda cada vez más limitada, pasando por una serie
de etapas en las que va perdiendo su poder e importancia. Así, términos como
"sustancia absoluta", "Idea", "Razón", "Naturaleza", "Humanidad", reflejan esa
progresiva devaluación del significado atribuido a Dios hasta que, por fin, Nietzsche
llega al final y se atreve a decretar "la muerte de Dios" como último progreso humano.
En realidad, no se hace otra cosa que constatar el creciente abandono de una visión
religiosa cristiana del mundo en la cultura europea desde el Renacimiento, lo que se
denomina la “secularización de la cultura”.
Este abandono se manifestó en la sustitución progresiva de la idea suprema de
Dios, como "sentido" del mundo, respaldo de la autoridad establecida, garante del orden
moral, etc. por otras ideas como la razón, el progreso, etc. Pero es preciso recordar que
"la muerte de Dios" supone la negación de todos los valores absolutos, valores que la
Ilustración dejó intactos, aunque secularizados. La desaparición de Dios no ha
provocado más que débiles temblores y su vacío ha sido urgentemente rellenado por un
nuevo dios dispensador de sentidos: la Razón.
Bajo síntomas diferentes, late el mismo mal: lo divino, lo esencial, o el Bien, han
sido reemplazados por el Estado, el progreso o el utilitarismo, pero:
"El hombre sigue siendo el asno que soporta obedientemente sus cargas, que abdica de
su libertad presente, que somete sus pasiones a la normativa institucional reorganizada
por el Estado y la Razón científica"
Así., lejos de una exaltación de la vida, el Estado establece nuevas verdades, que siguen
oprimiendo y anulando la libertad del ser humano.
Para Nietzsche, esta gran novedad en el pensamiento occidental, que se venía
gestando desde el antropocentrismo renacentista, pasando por el deísmo ilustrado, hasta
llegar al positivismo ateo, podía haber provocado de nuevo la exaltación de lo vital, y,
sin embargo, no originó más que desconcierto y una conciencia de crisis según la cual la
vida carece de sentido alguno. Así, hundido el edificio sobre el que reposaban las
expectativas humanas, el movimiento ascendente es el “nihilismo”.
Así pues, ante la “muerte de Dios”, hallamos tres posibles reacciones:
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La crisis de la razón ilustrada: el vitalismo de Nietzsche
1. Los creyentes: "residuo de una civilización caduca”, no saben, no quieren saber
que Dios está muerto y, con él, la fe cristiana.
2. El último hombre: ante la sensación de vacío y el no saber dónde sustentar los
nuevos valores, no reflexiona, está angustiado y tiene miedo a las consecuencias
de esta muerte. Significa un empobrecimiento del ser humano con la aparición
de un ateísmo superficial y un desenfreno moral.
3. El superhombre: es aquél que es capaz de proyectar conscientemente nuevos
valores creados por el ser humano; es el único que asume plenamente la “muerte
de Dios” y vive este hecho como una auténtica liberación
Para Nietzsche, el lugar de Dios lo ocuparán ahora la vida y el superhombre.
El hecho de la "muerte de Dios" posibilita la serenidad del ser humano actual. Este
hecho, el más importante de la historia de Occidente, causa gran regocijo en la medida
en que ya no es posible alzar barreras que limiten artificialmente la vida humana.
Y es que ese Dios, impuesto para amedrentar al ser humano, reduce las
posibilidades de éste, por eso no queda más remedio que matarlo (ateísmo
antropológico). Así, con Dios muere todo ideal humanista de la civilización occidental
que trata de integrar al ser humano en un esquema de valores cuyo fundamento es Dios.
El ser humano actual no puede tolerar por más tiempo que semejante testigo viva.
8.2 Origen y sentido del nihilismo.
En general, el término “nihilismo” (del latín “nihil”, “nada”) designa a la actitud
vital y filosófica que niega todo valor a la existencia, o que hace depender la existencia
de unos valores ficticios o inexistentes. Nietzsche considera que el nihilismo es la
situación según la cual los valores supremos por los que el ser humano se guiaba
tradicionalmente han perdido su crédito. Por ello, el término “nihilismo” hace referencia
a la falta de valores y de valor de la propia existencia, desembocando, en un primer
momento, en una actitud pesimista, de clara conciencia de pérdida. Pero la originalidad
de Nietzsche reside en considerar que el nihilismo está instalado en las entrañas de la
cultura occidental casi desde sus orígenes.
Así pues, la concepción nietzscheana del nihilismo es compleja y tiene las
siguientes significaciones:
a)
nihilismo como decadencia vital o actitud propia de la cultura
occidental desde el momento en que se niega la realidad del
mundo de los sentidos y se confiere más realidad al mundo de los
conceptos o a un “más allá” que, para Nietzsche, no existe: supone
la voluntad de “querer la nada”.
b)
nihilismo pasivo, que surge a consecuencia de la “muerte de Dios”
y que supone la desesperanza o el pesimismo reinantes ante las
consecuencias de que lo que representaba Dios ya no exista. Para
Nietzsche, ésta es la actitud propia de lo que él llama el “último
hombre”, que se sumerge en una dinámica negativa al ser incapaz
de crear nuevos valores: supone la voluntad de “no querer”.
c)
nihilismo activo, que es aquél que asume plenamente las
consecuencias de la “muerte de Dios” y supone la creación de
nuevos valores más fieles a la vida, es decir, una nueva moral y el
advenimiento de un nuevo hombre afirmativo: el superhombre.
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La crisis de la razón ilustrada: el vitalismo de Nietzsche
Supone que la voluntad dice “no quiero más valores falsos”,
“quiero la vida tal y como es”.
Así, según Nietzsche, el primer tipo de nihilismo aparece en la cultura occidental
gracias a Platón y al cristianismo platonizado (“platonismo para el pueblo”, denominará
sarcásticamente Nietzsche al cristianismo). Desde esta perspectiva, este mundo fue
despojado de todo valor, considerándolo un lugar de tránsito para la realización humana
definitiva, que tendría lugar en el “otro mundo”. El cristianismo y la metafísica idealista
son “movimientos nihilistas”, tendencias y perspectivas vitales debilitadas, que
“quieren la nada”. Por eso, dice Nietzsche que la primera forma de nihilismo, que
surge del desprecio y el odio a este mundo, tiene sus orígenes en Platón y en el
cristianismo.
Y en la cultura cristiana occidental todo el valor que se le quitaba a este mundo
lo recogía un foco catalizador de todo el valor y el sentido: la idea de Dios. Dios era el
sentido del mudo, pues el mundo de por sí no tenía sentido alguno. Dios estaba detrás,
como fundamento y garantía, de todos los fenómenos humanos, desde la moral a la
propia consideración de la dignidad humana.
Pero la “muerte de Dios”, como acontecimiento histórico que se ha venido
gestando desde el Renacimiento hasta la propia época en la que vive Nietzsche, supone
la negación consecuente de todo lo que representaba la idea de Dios y, con ello, la
desaparición de los valores asociados a ella. Y, ante este acontecimiento, los seres
humanos han ido adoptando posturas variadas, que constituyen otras formas de
nihilismo.
La primera supone una forma de “nihilismo parcial”, que consiste en tratar de
buscarle a Dios sustitutos que cumplan las mismas funciones, es decir, colocar en el
lugar ocupado antes por Dios otros valores absolutos, en los cuales seguir encontrando
el sentido de la existencia. Esto es lo que, según Nietzsche, ocurrió entre los ilustrados,
que no supieron sacar partido de la “muerte de Dios”, pues en su lugar colocaron otras
ideas absolutas, sobre las cuales pretendían hacer depender el sentido de la existencia:
las ideas de progreso, la ciencia, la razón; ideas idolatradas por los ilustrados,
constituidas en objeto de culto y veneración para el ser humano.
Cabe adoptar ante la “muerte de Dios” una segunda forma de nihilismo, que
puede caracterizarse como “nihilismo total” o “nihilismo pasivo”. Consiste en la
actitud que adoptan los que, al descubrir que Dios ha muerto, y, con él, todas las
justificaciones absolutas de la existencia, caen en la desesperación, el vacío y la amarga
conciencia de la nada, sintiéndose perdidos e incapaces de vivir sin Dios. Son aquel tipo
de nihilistas que ya no creen en los viejos valores, pero no pueden vivir sin ellos y los
añoran, sin sentirse, por otra parte, capaces de crear otros nuevos. Su talante
fundamental es el pesimismo y la desesperación.
Por ello, Nietzshe rechaza este tipo de actitud nihilsita, propia del “último
hombre, aquél que renuncia a querer por ser incapaz de asumir la creación de otros
valores, o que culpa a la vida de su propia incapacidad para vivir. Aquí vemos
claramente cómo Nietzsche se ha distanciado de su inicial admiración por el
planteamiento filosófico de Schopenhauer, que ahora pasa a ser considerado como un
nihilista pasivo más, como alguien que renuncia desear, y por tanto a vivir, por no
aceptar, entre otras cosas, que el dolor es parte consustancial de la vida.
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La crisis de la razón ilustrada: el vitalismo de Nietzsche
Finalmente, en la tercera forma de nihilismo, nihilismo activo, ve Nietzsche la
oportunidad para, precisamente, dejar de ser nihilista, abandonar esa actitud negativa
anterior y, a medida que se van destruyendo los viejos y vacíos valores, ir creando otros
nuevos. Así, el hombre debe convertirse, de manera clara y voluntaria, en el “asesino de
Dios”, aniquilando definitivamente el transmundo moral y metafísico que había dado
sentido a la vida hasta ese momento. Así, el “asesinato de Dios” se convierte en la
liberación del hombre, que, muerto Dios, se siente capaz de crear sus propios valores,
los múltiples valores que han de llenar su existencia.
El nihilista activo, que utiliza en su propio beneficio la “muerte de Dios” es,
según Nietzsche, el “espíritu libre”, el “filósofo-artista”, que, tras el engaño y la
desmitificación de la idea de Dios, quiere y embellece la vida, encontrando en ella, ya
no una sola verdad, sino múltiples verdades, tantas como perspectivas puedan
adoptarse, no ya un solo valor, sino múltiples valores, tantos como posiciones se puedan
adoptar ante la realidad.
Estos “espíritus libres” son, pues, los creadores de nuevos valores, los que
introducen un sentido allí donde no lo había, pero también son los más feroces y
destructivos nihilistas porque deben aniquilar lo viejo para construir y crear lo nuevo.
Precisamente, ese es el significado final de la “transvaloración moral” propuesta por
Nietzsche, y el arquetipo humano capaz de realizar esta tarea es lo que denominó
Nietzsche “superhombre” (del latín “super”, “más allá del hombre”, es decir, “un
nuevo tipo de hombre”).
Así pues, se abre la posibilidad de la trasvaloración de todos los valores, la
superación del nihilismo desde el nihilismo mismo. El nihilista activo ha de seguir
adelante con su deber; destruir las figuras antiguas y acelerar la decadencia, empujar
hasta el fin las contradicciones del mismo sistema: preparar el camino para el
superhombre.
Para Nietzsche, en su marcha hacia el superhombre, el ser humano de hoy tiene
que llegar al nihilismo, y, una vez llevado hasta sus últimas consecuencias, debe ser
superado; es decir, el nihilismo activo es sólo una actitud provisional, aunque necesaria,
para alcanzar los valores nuevos que un día necesitará el ser humano nuevo.
En esta tarea, el papel del filósofo es de vital importancia. En primer lugar,
porque anuncia "la muerte de Dios", y, después, porque trata de destruir los restos del
viejo Dios sobre la Tierra. El filósofo debe ser la mala conciencia de su época y, no
porque en su interior se instale el espíritu decadente, sino porque su misión, que
Nietzsche califica como la de “hacer filosofía con el martillo”, es la acción de crear,
agujerear, rascar, rasgar,…
9
CRÍTICA
A LA MORAL Y A LA RELIGIÓN:
LA
FILOSOFÍA DEL
MARTILLO.
9.1 Introducción:
la
“contranaturalaza”.
moral
platónico-cristiana
como
Nietzsche critica la moral platónico-cristiana, que es la enseñada hasta ahora, y lo
hace porque ésta se dirige contra los instintos de la vida, porque es una condena -a veces
encubierta- de esos instintos. Es eso lo que le hace poner el acento en la idea de la moral
como contranaturaleza, es decir, aquello que se opone a la vida, que establece leyes o
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La crisis de la razón ilustrada: el vitalismo de Nietzsche
decálogos en contra de los instintos vitales, porque prefiere la inhibición a la
exhuberancia.
Para Nietzsche, la base filosófica en la que se sustenta este tipo de moral no es otra
que el “platonismo”. En efecto, para Nietzsche, el mundo de las Ideas platónico es el
modelo en el que se inspira el “más allá” religioso de los cristianos, de tal forma que el
platonismo se acabó convirtiendo en la metafísica cristiana. En efecto, esta moral pone el
centro de gravedad del ser humano, no en esta vida, sino en la otra, en el mundo de las
ideas, en el más allá salvador. Nietzsche no encuentra palabras suficientemente duras para
calificar lo que denomina, a veces, como el "complot del cristianismo":
Nietzsche recurre, para poder comprender el éxito de las ideas en las que se basa la
moral platónico-cristiana, a un análisis genealógico que nos aclare el origen y el sentido de
las ideas morales así entendidas y sistematizadas.
9.2 Critica de la moral. En torno a lo bueno y lo malo: la “moral
de señores” y la “moral de esclavos”.
Vamos a analizar la crítica de Nietzsche a la moral tal y como se expone y
desarrolla en su obra La genealogía de la moral. Esta obra se divide en tres tratados que se
ocupan del análisis de tres aspectos de la moral:
1er tratado: sobre el origen de las ideas de lo bueno y lo malo. La moral de los señores y
la moral de los esclavos.
2º tratado: análisis y crítica de la conciencia moral.
3er tratado: análisis y crítica de los ideales ascéticos.
A) EN TORNO A LO BUENO Y LO MALO: LA MORAL DE LOS SEÑORES Y LA MORAL DE
LOS ESCLAVOS.
A.1.) Etimología y genealogía de lo bueno y lo malo.
Nietzsche, en su análisis de la moral, pretende situarse "más allá del bien y del
mal", es decir, analizar las raíces de las que brotan estos conceptos, las fuerzas y los
instintos de los que nacen. Por ello su método es la genealogía. Así, realiza el análisis del
origen de la moral entre los griegos y el giro que sufren los conceptos morales a partir de
Sócrates y Platón.
Originariamente, las valoraciones brotaban de una forma de ser, de una forma de
hallarse en la vida y en la sociedad. Según Nietzsche, entre los primeros griegos, la
"virtud" era equivalente a la fuerza (“virtus” en latín, y “areté” en griego), entendida ésta
no como mera fuerza física, sino como la fuerza para vivir con todas sus consecuencias,
aceptando la vida como juego trágico, incluyendo también lo terrible y problemático
(entiéndase un tipo de hombre intuitivo y dionisíaco). Así, lo “bueno” era el hombre de
rango superior, el noble -no entendido en términos simples de moral aristocrática de la
época-, el poderoso, el señor; y lo “malo” era lo simple, lo débil, lo vulgar, lo bajo.
A partir de Sócrates, la "virtud" se convierte en renuncia a los placeres, las
pasiones, las ambiciones, el único bien que se admite es el de la sabiduría (la ciencia). Para
Nietzsche, detrás de esta nueva consideración de la virtud se halla una actitud de
resentimiento ante la vida, que genera estos nuevos valores morales.
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La crisis de la razón ilustrada: el vitalismo de Nietzsche
A.2.) La moral de los señores y la moral de los esclavos.
En su origen, el bueno y el malo tienen el siguiente significado: al que tiene el
poder de devolver el bien por el bien o el mal por el mal y lo hace, se le llama “bueno”; al
impotente, “malo”.
Esto tiene una base fundamental que puede definirse como “moral de señores” y
“moral de esclavos”. El que es señor tiene la moral de los señores, y el que es esclavo,
moral de esclavos.
Los señores son fuertes, nobles, Los esclavos, por el contrario, son débiles,
dominadores; tienen sentido de la plenitud. pobres, enfermos, apocados y pusilánimes.
Su moral es la arrogancia basada en su Su moral se basa en la compasión, la
propia fuerza, la actividad desbordante, la fe humildad, la resignación, la obediencia y la
en sí mismo y en su propio destino, la falta renuncia.
de compasión y simpatía.
Su origen: nace de los "estados del alma
elevados", es una moral caballeresca
(agonística), creadora, que implanta valores
y, por ello es activa, es la moral propia del
superhombre y es una moral que ama "la
muerte de Dios".
Su origen: está en el instinto de venganza
contra toda forma de vida superior, y
pretende la igualdad de todos los hombres
(es una tendencia a nivelar), el amor al
prójimo. No crea valores, sino que los
encuentra ante sí y es por ello pasiva.
Nietzsche lleva al extremo esta contraposición entre "moral de señores" y "moral
de esclavos", convirtiéndola en la oposición entre el ateísmo del "superhombre" y todas las
formas de servidumbre religiosa.
A.3. La inversión cristiana de los valores: lo bueno y lo malvado.
Los señores son pocos y los esclavos muchos. La valoración que merecen estos
esclavos no es positiva, porque se muestran, piensa Nietzsche, en inferioridad de
condiciones respecto a los señores, hasta el punto de verse comprometidos en su propia
existencia.
Pero, ¿por qué la moral de esclavos llega a triunfar? El judaísmo, el
cristianismo y las democracias tienen la culpa.
Nietzsche considera la historia de la cultura occidental como un creciente
ascenso de los valores plebeyos (moral de esclavos) -con la correspondiente marginación
del sentimiento aristocrático de la moral-. Esta moral logra su triunfo con el advenimiento
de la democracia ateniense, donde se devalúa el mundo real en nombre de lo ideal, pero la
consolidación de la moral de esclavos es de origen judeo-cristiano. Este proceso culmina
con los movimientos sociales de emancipación que se inician en la Revolución francesa
(movimiento democrático, socialismo y anarquismo), concepción que facilitó la utilización
política que de su filosofía hizo el nazismo.
El origen de la moral se presenta como un conflicto por alcanzar el poderío. Su genealogía
sería la siguiente:
1. Los esclavos hacen de su situación inferior algo positivo pues hacen de sus miserias,
virtudes, de forma que, al ser mayoría, logran crear un ideal moral opuesto a la moral de
los señores.
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La crisis de la razón ilustrada: el vitalismo de Nietzsche
2. La lucha por el poder de la moral de los esclavos ha sido liderada por los sacerdotes: el
sacerdote es el prototipo de esta "moral de esclavos". Pastor de rebaño de esclavos,
empeñados en negar los valores de los señores como virtud, fruto del resentimiento.
La casta sacerdotal -casta intermedia- es una degeneración, primero, y una antítesis,
después, de la casta aristocrática y caballeresca. Los hábitos de aquella son contrarios a los
de ésta: los sacerdotes se dedican a incubar ideas y sentimientos, de ahí su neurastenia. El
ideal ascético del sacerdote es algo nocivo por excelencia, un ideal de decadencia. El
sacerdote se convierte así, según Nietzsche, en el prototipo del resentimiento. El poder
sacerdotal no procede de Dios sino de la falta de algo mejor en que poder desahogarse
hacia afuera -su impotencia al no poder estar a la altura de la moral caballeresca-.
3. El remedio que inventan para curar su enfermedad es más peligroso que la enfermedad
misma: la religión, la metafísica hostil a los sentidos, el "otro mundo". Con ello, el alma se
vuelve profunda y malvada. La maldad tiene una fuente, que es el resentimiento, antes de
él no existía más que lo "bueno", las cualidades del hombre fuerte y poderoso, y lo "malo"
las cualidades del hombre simple y bajo.
Este resentimiento, típico de los sacerdotes, los griegos no lo habían conocido, surge en el
judaísmo y lo hereda el cristianismo.
4. La inversión cristiana de los valores: el resentimiento, la sed de venganza del sacerdote,
introduce una transvaloración: ahora se llama “malvado” al que antes era el bueno: al
poderoso, al violento, al lleno de vida. En cambio, se llama “bueno” al que antes era malo,
esto es, al hombre bajo, simple, indigente y enfermo.
El cristiano es el heredero de la transvaloración moral realizada por los judíos, es el
heredero de la rebelión de los esclavos en la moral. Con ellos, el cristianismo no es la
religión del amor, sino la religión del odio más profundo contra los buenos, es decir,
contra los nobles, poderosos y veraces. En él vence lo plebeyo.
El estudio que hace Nietzsche del origen de la moral le lleva a un diagnóstico cultural: se
trata de la constatación de que los fuertes acaban siendo vencidos por los débiles, lo
gregario predomina. Y esto es lo que hay que cambiar.
5. Crítica de los ideales de la Ilustración: no dejan de ser, para él, una secularización de los
viejos valores cristianos. Igualmente, ataca el formalismo moral kantiano, la aspiración a la
universalidad de los preceptos morales.
B) ANÁLISIS Y CRÍTICA DE LA CONCIENCIA MORAL.
En su obra Ecce Homo, el propio Nietzsche caracteriza así a la conciencia moral:
"El segundo tratado ofrece la psicología de la conciencia: ésta no es, como se cree de
ordinario, "la voz de Dios en el hombre", -es el instinto de crueldad, que revierte hacia
atrás cuando ya no puede seguir desahogándose hacia fuera. La crueldad, descubierta
aquí por vez primera como uno de los más antiguos trasfondos de la cultura, con el que
no se puede dejar de contar" (Pág. 109)
Desarrollo:
- la capacidad de olvido es una fuerza activa, y no meramente pasiva, como se cree. La
capacidad de olvido es una forma de salud vigorosa.
- sin embargo, es necesario recordar cuando se hacen promesas, y, por ello, es necesario
crearle al ser humano una memoria.
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- ¿cómo se crea una memoria al ser humano, es decir, a ese animal del instante, a ese
animal solicitado por afectos contrapuestos, que lo arrastran de un lado al otro? Es difícil,
sólo se puede hacer causando daño: "para que algo permanezca en la memoria se lo graba
a fuego; sólo lo que no cesa de doler permanece en la memoria". Esa memoria, ese
sentimiento de poder disponer del futuro, el ser humano lo llama “su conciencia”.
- ¿de dónde viene la "mala conciencia"?: la mala conciencia, etimológica y
genealógicamente hablando, viene de la culpa. Pero la culpa no es nada que tenga que ver
con la responsabilidad moral, sino que es una deuda, esto es, una relación entre un
acreedor y un deudor.
- cuando el acreedor es la sociedad, y el que contrae la deuda, es decir, el que comete la
culpa, viola sus compromisos con aquélla, olvidándose de lo prometido, entonces la
sociedad descarga sobre él sus golpes más crueles. El ser humano está preso de la sociedad
y, al no poder desahogar sus instintos hacia fuera, los descarga hacia dentro: así se forma la
interioridad humana.
Para Nietzsche, la conciencia es el resultado de la inhibición de los instintos, un instinto
de crueldad refrenado en su desahogo hacia fuera y que, por ello, se ha vuelto hacia
adentro. La crueldad forma parte de la esencia del ser humano, pero el instinto de crueldad
se ha domesticado, se ha reprimido en los pueblos moralizados, por ello pasa a ser un
trasfondo oculto de la cultura humana.
- los dioses deben su origen a este sentimiento de deuda, de culpa. Las viejas estirpes
se sentían deudoras de sus antepasados. Y, para pagarles su deuda (esto es, para redimir su
culpa), le ofrecen sacrificios; cuanto mayor es la deuda, tanto más poderosos se presentan
los dioses, hasta que, cuando consideran que la deuda es impagable, llegan los dioses a su
máxima altura: el Dios único y omnipotente. Es preciso recordar que la culpa o deuda está
en relación a que en la sociedad vayan las cosas bien, cuando no es así, ese sentimiento de
culpa se debilita.
- el ateísmo consiste en no tener deudas con los dioses, es una segunda inocencia, una
vuelta a la existencia preteológica.
C) CRÍTICA DE LOS IDEALES ASCÉTICOS.
Son los ideales que más han abundado entre los artistas y filósofos. Pero ¿por qué
los filósofos se han sentido atraídos por el ideal ascético? Ello es así porque en el ideal
ascético se encuentran insinuados ciertos puentes hacia la independencia; porque la
pobreza, castidad y humildad (los tres votos sacerdotales) son para el filósofo o artista más
propicios que "la fama, los príncipes y las mujeres". A un filósofo se le reconoce en que se
aparta de esas tres cosas tan ruidosas y brillantes.
El ascetismo duro y severo, en otras palabras, el ideal ascético, fue algo favorable a
la filosofía en sus comienzos. Le ayudó a dar sus primeros pasos en la tierra. Los hombres
contemplativos fueron al comienzo despreciados - o temidos-. Por ello el sacerdotefilósofo tuvo que hacerse temer, lo cual no podía conseguirse más que con crueldad:
crueldad consigo mismo -ascetismo-, primero, y después, crueldad con los demás. A la
sombra del sacerdote caminaba el filósofo: "el sacerdote ascético ha sido hasta ahora la
larva repugnante y sombría del filósofo, la única forma bajo la cual se le permitía moverse
en la tierra".
¿Cuál es el sentido del ideal ascético?, ¿Cómo valoran los sacerdotes la vida, la
realidad? De una manera negativa: sólo admiten la vida si ésta se niega a sí misma. Aquí
se da una transvaloración de las verdades: los sacerdotes llaman "verdadero" a un
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mundo inexistente, fingido por ellos, inventado por ellos, y, en cambio, niegan la verdad y
la realidad a este mundo, el único existente. Esto crea una raza que degenera al buscar una
explicación al dolor en la resignación que predica el sacerdote.
Pero ahora, con la aparición del superhombre, Nietzsche habla de un nuevo ideal.
Para realizarlo necesita un método; no se trata de criticar la verdad o falsedad de unas
determinadas proposiciones, sino de desenmascarar ilusiones y autoengaños; es decir;
sospechar.
9.3 Critica de la religión.
Se centra básicamente en el cristianismo, al que define como "platonismo para el
pueblo". Los transmundos platónicos y neoplatónicos serán moldes magníficos para la
transcendencia del cristianismo y los últimos coletazos griegos contra los instintos (por
ejemplo, en el estoicismo) entroncarán con la hostilidad judía hacia los sentidos y lo
pasional y con la consideración sacerdotal de la vida como mero tránsito de dolor y prueba
para alcanzar la vida verdadera.
El lenguaje que emplea Nietzsche contra el cristianismo respira odio e insulto. Su
acusación a la Iglesia cristiana es radical: ha hecho de los auténticos valores un cúmulo de
contravalores; de toda verdad, una mentira. Por eso, odia todo lo cristiano, la gran
maldición, la íntima perversión. Se ríe del amor cristiano, de la humildad y el espíritu de
sacrificio.
Pero ¿de qué Dios habla Nietzsche?, ¿qué tipo de religión ridiculiza? En el fondo,
no es la persona de Cristo, o el Dios de la Biblia al que está criticando, sino la
sistematización platónica e idealista. Quien está en el banco de los acusados es la teología
cristiana, que, según Nietzsche, caricaturiza todo el contenido auténticamente religioso. La
figura de Cristo es respetada, la rebelión se dirige contra las formas históricas en que el
cristianismo se encarna. Se trata, más bien, de establecer una lucha sin cuartel contra la
falsa moral, a la que califica como “anticristiana”, y de la que es portavoz la Iglesia
cristiana. La moral cristiana hace del ser humano un extraño para sí mismo.
Relacionándolo con su crítica de la moral, Nietzsche afirma que el cristianismo ha
realizado una inversión de los valores religiosos de Grecia y Roma y que es una rebelión
de los esclavos orientales contra sus señores, una neurosis religiosa, una enfermedad
de la vida, un predominio de los valores plebeyos.
El cristianismo es la manifestación más fuerte que se ha dado en la historia
universal del "extravío de los instintos" que ha sufrido el hombre europeo y que consiste en
el invento de un trasmundo ideal y una desvalorización del mundo terreno.
La religión y, sobre todo, el cristianismo es, para Nietzsche, una determinada
práctica vital, una relación con la existencia, una evaluación de la vida. Cristo es, para
él, el hombre manso, de instintos débiles, pero no lo considera el fundador de la Iglesia.
Trae la "buena nueva", el evangelio de la paz y la mansedumbre. Es también la negación
del orden jerárquico del judaísmo. El fundador de la Iglesia, para Nietzsche, es Pablo, que
dio un giro distinto a los valores morales predicados por Jesús, situando la bienaventuranza
más allá de la muerte e interpretándola como un premio futuro. Pablo representa el triunfo
del sacerdote judío sobre Jesús de Nazaret.
En conclusión, el cristianismo, que significó el fin del mundo antiguo, aniquiló las
formas y valores más nobles de la vida y ésta fue invertida y pervertida hasta la raíz.
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10 LA
INTERPRETACIÓN
NIETZSCHEANA
DE
LA
REALIDAD:
LA
VOLUNTAD DE PODER.
10.1 Introducción.
La propuesta filosófica de Nietzsche, a pesar del carácter radical y profundo de
sus afirmaciones, no se limita a la mera crítica de una cultura que él considera decadente
y antivital; más bien, su originalidad reside en su nueva consideración del problema del
ser y de la verdad (lo cual, por otra parte, hace de Nietzsche un autor todavía
plenamente actual).
En Nietzsche hay también un proyecto filosófico positivo, o constructivo, que se
expresa en la necesidad de cambiar los valores caducos de una moral resentida y superar
el nihilismo, una tarea reservada al superhombre. Tal proyecto filosófico lo apoya
Nietzsche en algunos pilares básicos: la voluntad de poder, el superhombre y el eterno
retorno; términos que, por otro lado, tienen una función netamente metafórica, es decir,
constituyen las imágenes o metáforas de una nueva interpretación de la realidad.
10.2 La voluntad de poder.
Para Nietzsche, la realidad tiene un carácter móvil, dinámico, incesantemente
cambiante; en una palabra, la realidad es perspectiva. Y en lo que se refiere a aquella
expresión o modo de la realidad que es la vida (en su sentido más lato), también esta
realidad vital es devenir y perspectiva. Pero también la vida es "interpretadora", es decir:
selecciona e interpreta el aspecto o perspectiva bajo la que se enfrenta y se relaciona
con la realidad. Vivir es optar por una perspectiva o un juego de perspectivas.
Intentar llevar a cabo una comprensión fija, esencial y definitiva de la realidad es
imposible; y no sólo porque la realidad sea devenir, sino también porque ni el más riguroso
análisis científico, y pretendidamente objetivo, podría conseguirlo. La interpretación
humana siempre estará limitada por una determinada perspectiva, nunca puede ser
definitiva ni total.
Si múltiple es la realidad del mundo en cuanto tal, múltiple es también la realidad
humana, ya que el ser humano posee una pluralidad de impulsos e instintos, cada uno con
su perspectiva propia y en constante lucha entre sí.
Así pues, son estas distintas perspectivas las que nos muestran los distintos
aspectos del ser. El error surge cuando, olvidando esta multiplicidad, lo que se nos muestra
en una perspectiva se fija, o queda establecido como lo único determinante, con el
menosprecio consiguiente de todas las demás perspectivas y de su inagotable afluencia
cambiante. Históricamente el ser humano ha ido fijando distintas perspectivas según sus
necesidades, y es absurdo pretender recortar arbitrariamente esas múltiples necesidades.
La falsedad o error de un juicio no es una objeción contra el mismo. La cuestión de
fondo se plantea ahora con otro sentido: si un juicio favorece o no a la vida; si la conserva,
si la hace más grande. Así pues, la "verdad", del ser verdadero, lo estable, o -con otras
palabras- lo que hemos podido “pescar” con nuestros conceptos y categorías en el devenir
del ser, esto es únicamente la consolidación de una perspectiva, apariencia que se ha
impuesto a través de la costumbre, pero no por ello deja de ser un "error". De ahí que
Nietzsche afirme:
"La verdad es aquella clase de error sin la que una determinada especie de seres vivos no
podrían vivir. El valor para la vida es lo que decide en última instancia"
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En consecuencia, para Nietzsche, la verdad pasa a ser conciencia de la parcialidad de
toda perspectiva, o lo que es lo mismo, admisión al mismo tiempo de la posibilidad
efectiva de la existencia de otras perspectivas.
La “voluntad de poder” es la expresión metafórica que Nietzsche utiliza para
nombrar a esta nueva forma de considerar la realidad y el ser humano, es decir, supone
tanto una ontología como una antropología.
Así, afirmar que “el mundo es voluntad de poder” significa que lo real es un
conjunto de fuerzas desiguales, cualitativamente distintas entre sí, que dominan y son
dominadas, en lucha incesante, lo que les impide alcanzar el equilibrio. Precisamente,
afirma Nietzsche, la ciencia moderna ha ignorado el componente cualitativo y desigual
de tales fuerzas, buscando sólo su medición, su reducción a fórmulas numéricas,
tratando de igualarlas. A través del mecanicismo, de la cuantificación y matematización
de los fenómenos, la física moderna ha tratado de anular las diferencias entre las fuerzas
que componen el mundo, creando un modelo de naturaleza dominado por las ideas de
equilibrio y orden.
Desde la perspectiva de Nietzsche, el ser, la naturaleza, no es esa realidad
acabada, perfecta, que la razón puede captar, sino voluntad de poder. El ser, en tanto
voluntad de poder, es un perpetuo devenir, una pluralidad de fuerzas siempre
cambiantes, que ofrecen infinitas posibilidades de análisis e interpretación. Por eso,
podemos decir que la estructura plural y múltiple de la realidad requiere un
conocimiento en perspectiva, pues muchas son las metáforas que sirven para expresar
esa realidad, y ninguna es verdad y, a la vez, todas lo son.
Pero también el hombre es voluntad de poder (dimensión antropológica de la
metáfora). Y decir que el hombre es voluntad de poder es considerar también la realidad
humana como un conjunto de fuerzas (las pasiones, los deseos, la razón) que buscan
crecer, desarrollarse y ser más. Tampoco estas fuerzas alcanzan un equilibrio perfecto y
permanente, de modo que también el psiquismo humano es un caos o intenso “campo de
batalla”. La razón, en el hombre, no es siempre la fuerza dominante, sino una fuerza
más, que se expresa junto a las otras fuerzas, al mismo nivel y con el mismo rango
(irracionalismo), dominando a veces y, otras, siendo dominada.
Decir que el hombre es voluntad de poder no significa que el hombre quiera
siempre el poder, pues éste no es una meta que se proponga alcanzar la voluntad (esto
sería admitir que a la voluntad le falta el poder). La voluntad no aspira al poder porque
ella misma es poder. Según Nietzsche, podemos diferenciar las fuerzas que se
desenvuelven tras la voluntad de poder en el hombre en dos grandes tipos:
-
fuerzas activas o afirmativas: son aquellas que aspiran a ensanchar y
hacer más grande la vida, aún a costa de ponerla en juego y poder
perderla; suponen, por tanto, un sí incondicional a la vida, el puro amor
por la vida.
-
fuerzas reactivas o negativas: son aquellas que surgen del re-sentimiento
y de la falta de aprecio por la vida, aspiran a someter a la vida a través de
la razón; suponen, por tanto, una negación del carácter irracional,
contradictorio y hasta doloroso de la vida, la incapacidad para asumir
todas las vertientes de la vida.
Para Nietzsche, expresiones de este poder creador de la voluntad son el arte, la
moral y todas las actividades generadoras de sentido. Por ello, la voluntad de poder, en
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el hombre, es la creadora de valores, la constructora de teorías, de ficciones, de obras de
arte (hasta la metafísica idealista es una manifestación de la voluntad de poder; en este
caso, supone la plasmación de la voluntad de huir del mundo, es decir, el triunfo de las
fuerzas reactivas o negativas sobre las fuerzas activas o afirmativas).
Ciencia, arte, moral son productos de la voluntad de poder, en cuanto que, a
través de ellos, las fuerzas que constituyen a cada hombre se desarrollan, crecen y, sobre
todo, se superan a sí mismas. Así, todo lo que el hombre hace, lo hace para crecer,
desarrollarse, ser más, superar todo tipo de obstáculos, reafirmarse en todas sus
acciones.
Nietzsche definió también a la voluntad de poder como “la virtud que da”. Por
ello, la voluntad de poder se expresa de una manera sobresaliente en algunas figuras
humanas arquetípicas, tales como el artista, el aventurero y el amante. En ellas se
expresa la fuerza, creatividad y poder de la voluntad a través de la obra de arte, de la
aventura y de la persona amada.
Para Nietzsche, la voluntad de poder no es ni buena ni mala, está más allá del
bien y del mal, en tanto que no es ella objeto de valoración moral alguna, sino sujeto
desde el que, precisamente, brotan las valoraciones. La voluntad de poder es la que da
sentido, valor y justificación a todas las cosas. Todas las creaciones humanas han
surgido de la voluntad de poder. Sin embargo, para Nietzsche, se ha debilitado a lo
largo de la cultura occidental, se ha cargado de negatividad bajo la influencia del
platonismo y del cristianismo y sus ideales morales, que son ideales antivitales,
síntomas de una voluntad de poder debilitada en la que se han impuesto las fuerzas
reactivas, desembocando en el nihilismo.
Por el contrario, Nietzsche concibe a la voluntad de poder por su capacidad de
crear de nuevos valores, reclamando así un devenir creativo de las fuerzas activas, un
triunfo de la afirmación de la vida, de esta vida terrenal múltiple y en constante
movimiento. Para él, la voluntad de poder tiene por esencia la "afirmación": afirma la
Tierra, la vida total, en sus aspectos constructivo y destructivo, es decir, en el mismo
sentido en que antes era rechazada. Dicha afirmación nos desvela la "alegría" como
único móvil principal de la filosofía, fortalecer la alegría hacia la vida:
"Vosotros, hombres superiores, aprended a reír..."
Así habló Zaratustra. Alianza, Madrid, 1975, pág. 194
11
LA TRANSVALORACIÓN MORAL Y EL SUPERHOMBRE.
11.1 Concepción del Superhombre: afirmación de la vida.
Para Nietzsche, el hombre sólo es un puente hacia el superhombre; en éste se
presentarán nuevas virtudes, nuevos valores. La moral del hombre superior propone una
revuelta contra la degeneración de la humanidad que resulta del hecho de que el
cristianismo ha domesticado al ser humano hasta convertirlo en un animal aprisionado.
La nueva moral pretende estar al servicio del superhombre, al servicio de la
"recuperación" de los instintos vitales del ser humano, es decir, transformar al ser
humano, que, domesticado por el cristianismo, se ha convertido en mezquino, mediocre,
prudente, servil, indiferente, perezoso, dócil, olvidando su verdadera esencia existencial: la
voluntad de poder.
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La afirmación de la vida es un tema recurrente en el pensamiento de Nietzsche,
sobre el que vuelve una y otra vez desde perspectivas diferentes. Una de estas perspectivas
la constituye la transvaloración moral, tarea más urgente del superhombre y uno de los
mensajes principales de Zaratustra. Hasta aquí, afirma Nietzsche, la humanidad ha
valorado todo lo que se opone a la vida; se trata ahora de invertir los valores, valorar y
afirmar de nuevo la vida, recuperar la inocencia primitiva. Nietzsch reivindica la exigencia
de contar con una “moral de señores” que no tengan más atadura que la propia vida.
La transvaloración moral es una consecuencia inevitable de la “muerte de Dios”.
Con la negación de Dios, se rechazan, al mismo tiempo, una serie de valores que
encontraban en él su más firme fundamento. “Dios ha muerto”, pero surgen otros “dioses”,
otros valores, que se erigen sobre los nuevos sentidos que vuelve a tener el ser. Nietzsche
plantea la necesidad de liberar al hombre de todo tipo de valores ficticios, devolviéndole el
derecho y el goce de vivir. Así pues, es necesaria una “transmutación de los valores” de
nuestra cultura tradicional. Esta transmutación sólo puede llevarse a cabo una vez asumido
y superado el nihilismo. Llega entonces el “gran mediodía” de la humanidad.
La transmutación de los valores es una tarea reservada al superhombre, una figura
que posee una importante carga metafórica, y que, por ello, hay que situarla en el contexto
adecuado para evitar interpretaciones erróneas de lo que Nietzsche quiso expresar con este
término. Nietzsche no concibe al superhombre en términos biológicos o racistas, es decir,
no piensa que el superhombre deba aparecer como resultado de una evolución biológica.
Es simplemente, como ya señalábamos antes, un nuevo tipo de hombre que está “más allá
del hombre actual”, el hombre del futuro, que vivirá una vez se haya realizado la
transmutación de los valores y se haya enterrado a la decadente cultura occidental.
Ya en sus primeras obras se vislumbra el superhombre como el “genio”, ser al que
no se puede comprender desde perspectivas tópicas. Nietzsche lo identificó con el artista,
que es capaz de expresar a través de la palabra, la figura o la música el elemento dionisiaco
de la vida cuyo fondo creador encontramos en la misma vida.
En un segundo momento, Nietzsche lo identifica con el “espíritu libre”, como un
ser en el que se comienza a dar un cambio de actitud hacia los valores establecidos.
Sirviéndose de la ciencia, es capaz de desenmascarar los valores absolutos que se esconden
detrás de las cosas y así liberarse de ellos. Él es capaz también de proyectar los nuevos
valores y de invertir los existentes.
Finalmente, en Así habló Zaratustra, ya aparece la figura del “superhombre”. Así,
en el prólogo de esta obra, presenta la figura del Superhombre. En su descenso de la
montaña, Zaratustra se encuentra primero con un eremita "que no ha oído todavía nada de
que Dios ha muerto". Llega a la ciudad y en el mercado intenta hablar al pueblo. Les
enseña la doctrina del "superhombre" y, además, les muestra la imagen del "Último
hombre":
Mirad, yo os enseño el superhombre: ¡él es ese rayo, él es esa demencia!- Cuando
Zaratustra hubo hablado así, uno del pueblo gritó:
«Ya hemos oído hablar bastante del volatinero; ahora, ¡veámoslo también!» Y todo el
pueblo se rió de Zaratustra. Mas el volatinero, que creyó que aquello iba dicho por él, se
puso a trabajar.
Mas Zaratustra contempló al pueblo y se maravilló. Luego habló así: «El hombre es una
cuerda tendida entre el animal y el superhombre, una cuerda sobre un abismo.
Un peligroso pasar al otro lado, un peligroso caminar, un peligroso mirar atrás, un
peligroso estremecerse y pararse.
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La grandeza del hombre está en ser un puente y no una meta: lo que en el hombre se
puede amar es que es un tránsito y un ocaso.»Así habló Zaratustra, primera parte
Pero el fracaso de Zaratustra es total y se burlan de él. Comprende entonces que
hablar a todos es no hablar a nadie y, después de enterrar al volatinero (funambulista), que
se estrella mientras divertía al pueblo, regresa a la montaña y decide hablar sólo a aquellos
que tengan todavía "oídos para oír cosas inauditas".
Así, Nietzsche nos define al superhombre como el hombre que va “más allá del
hombre”, el hombre que ama la tierra y cuyos valores son la salud, la fuerte voluntad, el
amor, la ebriedad dionisíaca y un nuevo orgullo.
El "hombre superior", como también lo llama Nietzsche, hace caso omiso de los
prejuicios de la gente. No cree en la "igualdad" -ésta, afirma, sólo es una artimaña de los
débiles de espíritu, de los cristianos y de los socialistas-, dice sí a las "jerarquías", a la
inalienable diferencia que tiene que haber entre los hombres. La igualdad sólo lleva a una
moral de "rebaño", de "esclavos". Las características del ser humano como animal de
rebaño deben rechazarse, su mansedumbre, su docilidad, su alienación espiritual.
Para el superhombre, la vida es un juego, un continuo experimento en el que las
únicas reglas son vivir cada día con más fuerza y amar la vida. El superhombre se ríe de
los valores del mundo suprasensible, sabe que él mismo los ha creado y que lo único que
posee carácter de obligatoriedad es la vida misma.
Por eso, el hombre superior es “un niño y un gran bailarín”; porque el niño no tiene
prejuicios, es inocente, juega con la vida solamente; mientras que el bailarín hace del juego
un riesgo permanente, se pasea "por la cuerda floja del devenir", hace de su vida un
continuo experimentarse a sí mismo.
El hombre superior es, en definitiva, el que se afirma en el devenir de la vida sin
necesidad de crearse refugios, otros mundos, donde consolar la angustia producida por un
espíritu que no ha sido suficientemente fuerte para aceptar la imagen trágica del mundo, es
decir, el carácter efímero de la vida, la eterna combinación de placer y dolor que en ella se
da.
11.2 Las tres metamorfosis del espíritu: el advenimiento del
superhombre.
Fiel a su estilo metafórico, Nietzsche describe el proceso que puede conducir a
la aparición del superhombre, teniendo este proceso una serie de etapas, definidas por la
actitud valorativa que en ellas hay respecto a la vida. Nietzsche relaciona este proceso
con el de “la "muerte de Dios", que es el tema central de la primera parte de Así habló
Zaratustra, que, precisamente, comienza con el discurso de las “tres transformaciones
del espíritu”, es decir, las tres etapas por las que debe transcurrir el futuro del ser
humano:
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Las tres metamorfosis: el espíritu no ha de ser sólo bestia de carga (como el camello),
sino que debe crearse libertad (como el león), para comenzar de nuevo (como un niño)
Tres transformaciones del espíritu os menciono: cómo el espíritu se convierte en
camello, y el camello en león, y el león por fin, en niño.
Hay muchas cosas pesadas para el espíritu, para el espíritu fuerte, paciente, en el que
habita la veneración: su fortaleza demanda cosas pesadas, e incluso las más pesadas de
todas.
¿Qué es pesado? así pregunta el espíritu paciente, y se arrodilla, igual que el camello, y
quiere que se le cargue bien.
¿O acaso es: sumergirse en agua sucia cuando ella es el agua de la verdad, y no apartar
de sí las frías ranas y los calientes sapos?
¿O acaso es: amar a quienes nos desprecian y tender la mano al fantasma cuando quiere
causarnos miedo?
Con todas estas cosas, las más pesadas de todas, carga el espíritu paciente: semejante al
camello que corre al desierto con su carga, así corre él a su desierto.
Pero en lo más solitario del desierto tiene lugar la segunda transformación: en león se
transforma aquí el espíritu, quiere conquistar su libertad como se conquista una presa, y
ser señor en su propio desierto.
Aquí busca a su último señor: quiere convertirse en enemigo de él y de su último dios,
con el gran dragón quiere pelear para conseguir la victoria.
¿Quién es el gran dragón, al que el espíritu no quiere seguir llamando señor ni dios? «Tú
debes)» se llama el gran dragón. Pero el espíritu del león dice «yo quiero».
Hermanos míos, ¿para qué se precisa que haya el león en el espíritu? ¿Por qué no basta
la bestia de carga, que renuncia a todo y es respetuosa?
Crear valores nuevos -tampoco el león es aún capaz de hacerlo: mas crearse libertad
para un nuevo crear- eso sí es capaz de hacerlo el poder del león.
Crearse libertad y un no santo incluso frente al deber: para ello, hermanos míos, es
preciso el león.
Pero decidme, hermanos míos, ¿qué es capaz de hacer el niño que ni siquiera el león ha
podido hacerlo? ¿Por qué el león rapaz tiene que convertirse todavía en niño?
Inocencia es el niño, y olvido, un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve
por sí misma, un primer movimiento, un santo decir sí.
Sí, hermanos míos, para el juego del crear se precisa un santo decir sí: el espíritu quiere
ahora su voluntad, el retirado del mundo conquista ahora su mundo.
Tres transformaciones del espíritu os he mencionado: cómo el espíritu se convirtió en
camello, y el camello en león, y el león, por fin, en niño.- Así habló Zaratustra. Y
entonces residía en la ciudad que es llamada: La Vaca Multicolor.
Así habló Zaratustra, primera parte
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11.2.1. PRIMERA: EL ESPÍRITU SE CONVIERTE EN CAMELLO.
Junto con el asno, el camello es el animal del desierto que transporta grandes
cargas a través del mismo, ambos son animales cristianos en el sentido que acarrean el
peso de los valores llamados "superiores a la vida".
Simbolizan el ser humano que se inclina ante la omnipotencia de Dios y ante la ley
moral, arrastrando así grandes pesos.
Es también el "último hombre", quiere vivir cargado con el pesado fardo de la
tradición y busca conservar todo lo pasado para sentirse seguro. Según Nietzsche,
"merece ser despreciado".
11.2.2. SEGUNDA: EL CAMELLO SE CONVIERTE EN LEÓN.
El león simboliza la destrucción de los valores establecidos y, con esta negación
de valores, crea las condiciones para la aparición del superhombre. Es el ser humano
que lucha contra la moral idealista, con su base trascendente, su "mundo inteligible" y
su voluntad divina. En esta lucha contra los valores establecidos, crea su libertad.
Es el hombre superior que aniquila los restos del pasado. Establece el nihilismo
como consecuencia del choque que le produce la "muerte de Dios". Ya no hay garantías
de seguridad en los valores de un mundo superior; el ser humano se encuentra vacío, sin
valores, sin asideros a los que aferrarse para sentirse seguro.
11.2.3. TERCERA: EL LEÓN SE CONVIERTE EN NIÑO.
El niño simboliza el ser humano que es capaz de crear, de proyectar, nuevos
valores, que es la esencia originaria y auténtica de la libertad.
Es el superhombre, capaz de afirmarse por encima de los valores de la
tradición. Tiene una actitud fundamental: atreverse a ser él mismo, luchar por su
voluntad propia, su afán es lograr la conquista de su mundo.
12 EL ETERNO RETORNO.
Nietzsche afirma del “eterno retorno” que es su pensamiento más profundo; pero,
curiosamente, es uno de los menos elaborados desde el punto de vista teórico, como si el
propio Nietzsche hubiera dudado acerca de su exacta formulación o el propio lenguaje no
sea capaz de expresar tal pensamiento.
En Nietzsche, el tema de “la voluntad de poder” se une al complejo tema del
“eterno retorno”, configurando una particular concepción de la realidad. Para él, lo que
ocurre en este mundo no tiene orden ni finalidad alguna, no tiene ningún sentido
trascendente. Una vez destruido el mundo eterno de lo divino, la realidad se concibe como
puro devenir, pues la realidad trascendente que fundamentaba y daba sentido al tiempo del
mundo ha sido suprimida.
Para Nietzsche, este hecho supone una revalorización de la existencia, de la vida.
Lo perecedero y cambiante tiene ya un valor propio e irreductible, y, a su modo, posee una
cierta eternidad. También el instante puede ser considerado único y eterno. Para Nietzsche
el tiempo es cíclico o circular, es decir, lo que ha sido ya, volverá a ser, el pasado no
queda atrás, sino que está por venir, nada está definitivamente perdido por tanto. La
tradicional idea de un fin de todos los tiempos hacía de todo lo existente un camino para
llegar a tal fin y, por tanto, en algo imperfecto, inacabado, que sólo se concebía en su
relación con el fin.
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Nietzsche rompe con la concepción lineal del tiempo, presente en todos los
sistemas filosóficos (y en la propia mentalidad occidental) posteriores a la aparición del
cristianismo. La idea del “eterno retorno” es justificada, en primer lugar, con una base
física: el universo es un conjunto de fuerzas finitas que se despliegan en un tiempo infinito.
Por ello, la suma de fuerzas ya ha producido todos los desarrollos posibles y, en
consecuencia, la situación de cada instante es la repetición de configuraciones anteriores
realizadas un número infinito de veces. Así, la idea nietzscheana de que, en un tiempo
infinito, todas las configuraciones posibles se repetirán un infinito número de veces, acaba
con la idea de que la historia tenga una determinada dirección y suponga un progreso o
avance.
En realidad, más allá de esta fundamentación física del carácter circular del tiempo,
lo que a Nietzsche parece interesarle más es subrayar la importancia de una nueva actitud
vital: hay que estar dispuestos a amar la vida hasta el punto de querer volver a
vivirla, porque todo vuelve a repetirse eternamente. Este amor eterno hacia la vida
misma proporciona al hombre el medio par ir superándose continuamente. Así pues, en la
vida de todo individuo, el eterno retorno supone que todo, tanto la risa como el llanto, el
dolor como la alegría, volverán una y otra vez por siempre. El eterno retorno no selecciona
entre lo que volverá a acontecer; todo se repetirá. Por eso hay que amarlo todo, la totalidad
de la vida.
El eterno retorno supone, además, la superación y confirmación del nihilismo, ya
que su aceptación nos aleja del miedo y del pesimismo. Además, constituye la “prueba de
fuego” por la que ha de pasar el superhombre, es decir, es una idea selectiva, pues no todos
los hombres son capaces de soportarla y asumirla en su totalidad. Por ello, el superhombre
es aquel que, al contemplar la vida, es capaz de decir: ¿era esto la vida?, pues bien, ¡otra
vez!
Por ello, dado ese carácter selectivo, establece también una jerarquía y
diferencia entre los hombres, pues supone un reto, y es que las acciones que se realicen
durante la vida han de ser lo bastante nobles y grandiosas como para merecer su
eternidad, el querer volver a vivirlas. Así pues, la aceptación del eterno retorno es otra
muestra más de la altura, moral y vital, del “hombre superior” y su aceptación invertirá
los valores y favorecerá definitivamente a los fuertes.
13 VOCABULARIO BÁSICO DE LA FILOSOFÍA DE NIETZSCHE.
13.1. Apolíneo:
RELATIVO A LA CONSIDERACIÓN DEL MUNDO COMO UNA TOTALIDAD ORDENADA, LUMINOSA
Y RACIONAL. LOS GRIEGOS EXPRESARON ESTA DIMENSIÓN DE LA REALIDAD CON LA FIGURA
DEL DIOS APOLO. SE OPONE A LO DIONISÍACO.
Nietzsche presenta este concepto en su primer escrito importante, "El
nacimiento de la tragedia", obra que será superada posteriormente en algunos
aspectos, pero no en lo que se refiere a una de sus tesis centrales: el papel de la
filosofía griega clásica (particularmente Sócrates y Platón) en el triunfo de la
concepción apolínea de la vida y el olvido de la dionisíaca. En "El nacimiento de la
tragedia" el joven Nietzsche trataba, aparentemente, cuestiones de historia de la
cultura griega y reflexiones de estética. La obra escandalizó a sus contemporáneos
pues cuestionaba la valoración tradicional y dominante del mundo griego,
valoración según la cual la Grecia clásica, la Grecia del siglo de Pericles era el
momento de esplendor de la cultura griega, y Sócrates y Platón los iniciadores de lo
mejor de la tradición occidental, la racionalidad. Frente a esta interpretación,
Nietzsche da más importancia a la Grecia arcaica, la Grecia del tiempo de Homero,
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y sitúa en el siglo V a. C. el inicio de la crisis vital del espíritu griego.
Nietzsche defiende una concepción metafísica del arte: el valor del arte no está en
la mera complacencia subjetiva que provoca en el espectador, no atañe solo a la
esfera del gusto; es algo más profundo, puesto que con él una cultura expresa toda
una concepción del mundo y de la existencia. El sentido del mundo se puede
describir racionalmente, en conceptos precisos y argumentaciones rigurosas, pero
también mediante la metáfora y los recursos estéticos que permiten la depuración
de la sensibilidad para aprehender intuitivamente la realidad y trasladarla a los
demás mediante la sugerencia, la belleza y el símbolo.
Esta apreciación nunca le abandonó, y se manifiesta en varios aspectos de su
filosofía, particularmente en su estilo expresivo, más próximo a la literatura (incluso
a la poesía, como en “Así habló Zaratustra”) que a las formas precisas y
objetivas de la filosofía tradicional. Pues bien, dice Nietzsche, el pueblo griego
antiguo supo captar las dos dimensiones fundamentales de la realidad sin ocultarse
ninguna de ellas, dimensiones que este pueblo expresó de forma mítica con el culto
a Apolo y a Dionisos. La auténtica grandeza griega culmina en la tragedia ática,
género artístico con el que consiguieron representar de modo armónico lo apolíneo
y lo dionisíaco de la existencia.
Apolo era uno de los dioses más venerados por los griegos, le erigieron muchos
templos y a su oráculo acudían cuando deseaban conocer el futuro o aspectos
oscuros de su existencia. Los griegos lo consideraron como el dios de la juventud,
la belleza, la poesía, y las artes en general. Pero, según Nietzsche, expresaba
para ellos mucho más, un modo de estar ante el mundo: era el dios de la luz, la
claridad y la armonía, frente al mundo de las fuerzas primarias e instintivas.
Representaba también la individuación, el equilibrio, la medida y la forma, la
racionalidad. Para la interpretación tradicional toda la cultura griega era apolínea, y
el pueblo griego el primero en presentar una visión luminosa, bella y racional de la
realidad. Nietzsche es contrario a esta interpretación pues afirma que es correcta
para el mundo griego a partir de Sócrates, pero no para el mundo griego anterior,
considerado por nuestro filósofo como el momento más característico del espíritu
griego.
Frente a lo apolíneo los griegos opusieron lo dionisíaco, representado con la figura
del dios Dionisos, dios del vino y las cosechas, de las fiestas báquicas presididas por
el exceso, la embriaguez, la música y la pasión; pero, según Nietzsche, con este
dios representaban también el mundo de la confusión, la deformidad, el caos, la
noche, el mundo instintivo, la disolución de la individualidad y, en definitiva, la
irracionalidad. La auténtica grandeza del mundo griego arcaico estribaba en no
ocultar esta dimensión de la realidad, en armonizar ambos principios, en considerar
incluso que lo dionisíaco era la auténtica verdad. Sólo con el inicio de la decadencia
occidental, ya con Sócrates y Platón, los griegos intentan ocultar esta faceta
inventándose un mundo de legalidad y racionalidad (un mundo puramente
apolíneo, como el que fomenta el platonismo). Sócrates inaugura el desprecio al
mundo de lo corporal y la fe en la razón, identificando lo dionisíaco con el no ser,
con la irrealidad.
En sus obras posteriores, Nietzsche recoge y desarrolla esta idea del inicio de la
decadencia occidental en la Grecia clásica: Platón instauró el error dogmático más
duradero y peligroso: "el espíritu puro", el "bien en sí", el platonismo o creencia en
la escisión de la realidad en dos mundos (el "Mundo Sensible" y el "Mundo
Inteligible o Mundo Racional"). Este dogmatismo es síntoma de decadencia pues se
opone a los valores del existir instintivo y biológico del hombre. La degeneración de
la cultura en virtud de la filosofía griega triunfó en la cultura occidental con el
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ascenso de la moral judeocristiana y del monoteísmo, pervirtiendo desde la raíz el
mundo occidental. Así, la crítica de Nietzsche a la cultura occidental se refiere a
todos los ámbitos, pues "Filosofía, religión y moral son síntomas de decadencia"
("La voluntad de poder"), la filosofía por inventar un mundo racional, la religión
un mundo religioso y la moral un mundo moral; en definitiva, la decadencia del
espíritu griego antiguo supuso el triunfo de lo apolíneo sobre lo único real, según
Nietzsche, lo dionisíaco.
13.2. Crítica a la epistemología tradicional:
LA CREENCIA EN LA VALIDEZ DEL USO DE LA RAZÓN PARA CONOCER EL MUNDO INCLUYE
TRES TESIS BÁSICAS: LA VALIDEZ DE LOS CONCEPTOS, LA LEGITIMIDAD DE LA LÓGICA Y LA
OBJETIVIDAD DEL CONOCIMIENTO. NIETZSCHE CRITICA LAS TRES TESIS CITADAS.
1. Validez de los conceptos. El nivel más elemental de la utilización de la razón
es el de los conceptos: son los depositarios de los significados mediante los que
describimos las propiedades de las cosas. La filosofía ha considerado siempre
que la realidad puede representarse correctamente mediante conceptos, que
éstos reflejan la realidad, y que las relaciones entre los conceptos son capaces
de representar las relaciones entre las cosas. Para ello, y de modo más o menos
explícito, aspiró a la definición precisa de cada término, al rigor en el uso de las
palabras y a su aplicación unívoca y no metafórica. Consideraba que entender
una realidad es subsumirla en un concepto, es disponer de un concepto para
comprenderla. Cuando utilizamos la palabra “árbol” en un sentido no metafórico
(por ejemplo, para hablar tanto de los pinos como de los manzanos) suponemos
que en lo que llamamos pino están presentes también las cualidades
fundamentales descritas con dicha palabra, y que en lo que llamamos manzano
están presentes también las mismas cualidades. Pero si son dos cosas distintas
esto que llamo “manzano” y esto que llamo “pino”, ¿cómo es posible que
también sean iguales? La tradición filosófica resolvía este problema indicando
que en ambos, el manzano y el pino, encontramos dos formas de ser: la esencia
o conjunto de propiedades básicas, presentes también en otras entidades
individuales (en este caso, en todas que reciben el nombre de “árbol”), y los
rasgos accidentales que dan lugar a las diferencias entre individuos de un mismo
género.
Pero, ¿qué podríamos pensar si considerásemos que no existen las esencias, si
creyésemos que en la realidad no hay nada que sea absolutamente idéntico
entre dos objetos?; y más aún, ¿qué podríamos pensar si considerásemos que ni
siquiera un objeto es idéntico a sí mismo puesto que cambia, aunque tal vez de
forma imperceptible, a lo largo del tiempo? Ésta es precisamente la tesis de
Nietzsche: en el mundo no existen esencias, no existe un rasgo (o varios rasgos)
que se encuentre en todos y cada uno de los individuos; ni siquiera existen los
objetos, pues la identidad que nosotros les atribuimos, su ser los mismos con el
paso del tiempo, es una consecuencia de nuestro modo substancialista de
representarnos la realidad. Como dice en “Sobre verdad y mentira en sentido
extramoral”, formamos los conceptos de las cosas al abandonar las diferencias
individuales, las notas distintivas. Dada esta creencia, que el propio Nietzsche
reconoce heracliteana, no es extraño que para este filósofo el pensamiento
conceptual no sea un buen recurso para expresar la realidad. No es posible que
la misma palabra sirva para referirnos adecuadamente a dos cosas distintas,
porque si cubre adecuadamente la realidad de una de ellas no puede cubrir
también la de la segunda, ya que la primera es inevitablemente distinta de la
segunda (puesto que no existen las esencias o las realidades universales
presentes en varios objetos).
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La idea de la realidad que tiene Nietzsche induce a pensar que no podemos
utilizar las palabras de un modo unívoco; lo más que concede Nietzsche es el uso
análogo o metafórico del lenguaje: la metáfora es mejor modo de captar la
realidad que el concepto preciso pues la metáfora implica desigualdad entre los
objetos, no presenta significados sino que los sugiere, deja abierta la posibilidad
al oyente o lector de que él mismo complete el significado a partir de su propia
experiencia del mundo. Por esta razón, es perfectamente comprensible el estilo
que emplea Nietzsche para expresar sus ideas filosóficas: no demuestra ni
argumenta pues no cree en la demostración, no expone sistemáticamente su
filosofía pues no cree que el mundo sea un sistema o totalidad ordenada, no
emplea con precisión ni rigor los conceptos, emplea la sugerencia, la metáfora,
el aforismo. Para Nietzsche, el arte es un medio más adecuado de expresar el
mundo que la filosofía.
2. Objetividad de la lógica: las leyes de la razón son también leyes del
mundo. Este principio es también común a toda la filosofía tradicional, aunque
interpretado en términos radicales por las corrientes racionalistas y en términos
más moderados por las de orientación empirista. Los principios básicos a los que
se somete la razón cuando ésta se utiliza adecuadamente (la lógica), son
también los principios básicos de la realidad. Por ejemplo, si queremos ser
racionales, y asegurarnos el conocimiento del mundo, debemos evitar la
contradicción, y esto es así porque el principio lógico fundamental (dos
proposiciones contradictorias no pueden ser ambas verdaderas) es expresión de
un principio que determina la realidad misma: la realidad no es contradictoria,
un objeto no puede poseer predicados contradictorios (no podemos aceptar
como verdaderas las proposiciones “la mesa es negra” y “la mesa no es negra”,
porque la mesa o es negra o no es negra).
Frente a este punto de vista, Nietzsche afirma el carácter irracional del mundo:
la lógica, la razón son invenciones humanas, “no nos es posible afirmar y negar
una misma cosa; se trata de un principio de experiencia subjetiva que no
expresa una “necesidad”, sino simplemente una incapacidad”, las cosas no se
someten a regularidad alguna, el mundo es la totalidad de realidades
cambiantes, esencialmente distintas unas a otras, y acogen en su interior la
contradicción. De nuevo, la metafísica tradicional pudo defender su punto de
vista porque creyó en la existencia de un Mundo Verdadero (explícitamente
Platón reconoce que sólo la existencia del mundo de las Ideas, de un mundo
eterno y absoluto, garantiza la superación definitiva del relativismo). Si negamos
la existencia de dicho mundo, como nos propone Nietzsche, parece inevitable
declarar la irracionalidad de lo existente.
3. Objetividad del conocimiento: gran parte de la tradición filosófica creyó
posible alcanzar un conocimiento verdadero de la realidad, conocimiento que
debería ser el mismo para todo aquél que pensase adecuadamente. La
filosofía tradicional confiaba en la posibilidad de utilizar la razón desprendida
de cualquier motivación personal distinta a la de la propia pasión por la
verdad, de cualquier elemento subjetivo que pudiera afectar a su
imparcialidad; en definitiva, creyó posible un conocimiento objetivo del
mundo.
Nietzsche considera que la confianza en la posibilidad de este tipo de conocimiento
descansa en una creencia aún más básica, la creencia en algún tipo de realidad
absoluta (el Mundo de las Ideas de Platón o el Dios cristiano); sin embargo si esta
realidad absoluta es una construcción de la fantasía humana, si realmente Dios no
existe, la confianza en este tipo de conocimiento carece de sentido. Si aún
queremos hablar de conocimiento, concluye Nietzsche, debemos aceptar su
carácter relativo, subjetivo; todo el conocimiento humano es mera interpretación
del mundo, depende de la perspectiva vital en la que se encuentra el individuo que
lo crea.
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13.3. Crítica a la metafísica tradicional:
NIETZSCHE CONSIDERA QUE EL ERROR FUNDAMENTAL DE TODA LA METAFÍSICA DESDE
SÓCRATES ESTÁ EN LA INVENCIÓN DE UN MUNDO RACIONAL Y LA DESVALORIZACIÓN DE LO
OPUESTO A ESE MUNDO RACIONAL, EL QUE SE OFRECE A LOS SENTIDOS, EL MUNDO DEL
DEVENIR.
La crítica de Nietzsche a la metafísica occidental se centra en dos aspectos:el
relativo a la aparición de la metafísica occidental y el relativo a sus conceptos
fundamentales:
1) Conceptos básicos de la metafísica tradicional: la filosofía presenta una
idea del mundo totalmente inadecuada: en primer lugar y de modo fundamental
por considerar al mundo como un cosmos y no como un caos, por creer en la
racionalidad intrínseca de la realidad. La invención del Mundo Racional trae
consigo la invención de los conceptos básicos de toda la metafísica tradicional:
entidades “racionales” como esencia, substancia, unidad, alma, Dios,
permanencia,...; estas entidades son puras ficciones, nada nos garantiza su
existencia, como no sea el prejuicio y el poder fascinador del ejercicio de la
razón. Dado que el mundo que se muestra a los sentidos no presenta estas
características pues éstos nos ofrecen la corporeidad, lo cambiante, la
multiplicidad, el nacimiento y la muerte, los filósofos acaban postulando la
existencia de dos mundos, el mundo de los sentidos, pura apariencia, irrealidad,
y el Mundo Verdadero, el Ser, dado a la razón, y horizonte último de nuestra
existencia.
Esto es precisamente lo que Nietzsche llama “platonismo”. Una consecuencia de
la invención del Mundo Verdadero es la valoración positiva del mundo del
espíritu y la valoración negativa de la corporeidad. La filosofía tradicional
(filosofía que ha dominado todo el mundo occidental, aunque se haya expresado
de un modo distinto en distintos autores) comienza con Platón, quien se inventa
un mundo perfecto, ideal, absoluto, al que contrapone el desvalorizado mundo
que se ofrece a los sentidos. Platón identifica el Ser con la realidad inmutable,
estática, absoluta y relega al mundo de la apariencia lo que se ofrece a los
sentidos (lo cambiante, la multiplicidad, lo que nace y muere). La filosofía
posterior acepta este esquema mental básico, aunque lo exprese con distintas
palabras.
2) El nacimiento de la metafísica occidental: cuando se explica la aparición de
la filosofía en el mundo griego es común señalar que la gran aportación de esta
época es el descubrimiento de la racionalidad en el mundo. Las cosas se
describen como si antes del siglo VI a. C. (fecha de la aparición de la filosofía) la
realidad ya fuese racional, circunstancia olvidada por la actitud mítica y, sin
embargo, puesta en evidencia por los primeros filósofos griegos. Es común
indicar que los primeros filósofos descubren el mundo como una totalidad
ordenada, descubren que es un cosmos y no un caos. El punto de vista de
nuestro autor es radicalmente contrario a esta interpretación: los griegos
inventan la racionalidad y el supuesto carácter ordenado del mundo.
Nietzsche considera que en la aparición de la metafísica occidental encontramos
dos elementos básicos: uno de índole psicológico, y otro, la fe en el lenguaje

origen psicológico de la metafísica: la metafísica es un signo de
determinadas tendencias antivitales, de tendencias guiadas por un
instinto de vida decadente y contrario al espíritu griego anterior. Sólo
la falta de instinto, el tono vital disminuido, permitió la exageración
del papel de la razón, de la vida consciente, y la aparición de las
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fantasías metafísicas consecuencia de esta hipertrofia de la razón: el
Mundo Verdadero, Eterno, Inmutable propuesto por los primeros
filósofos, particularmente a partir de Sócrates y Platón. La raíz moral
(inmoral, dirá Nietzsche) que motivó la aparición de la filosofía
platónica fue el temor a la mutación, la muerte y la vejez, lo que le
condujo a inventarse un mundo en donde no estén presentes dichas
categorías. Las categorías metafísicas como substancia, ser, esencia,
unidad, son puras invenciones para en ellas encontrar el reposo, la
regularidad y calma que realmente no sugiere el único mundo
existente, el que se ofrece a los sentidos. La metafísica platónica –y
en el fondo, toda la occidental– es un síntoma de resentimiento ante
el único mundo existente, miedo al caos;

influencia de la gramática para Nietzsche el lenguaje da lugar a
una visión errónea de la realidad:
 la mayoría de las frases de nuestro lenguaje tienen la
estructura sujeto-predicado, estructura que da pie a una
interpretación substancialista de la realidad: en el mundo
existen cosas, unidades definidas por características que le
son propias y que las hacen distintas de las demás;
 en nuestro lenguaje son fundamentales las frases con el
verbo ser, verbo que favorece la idea de la existencia de
entidades dotadas de rasgos permanentes, de substancias;
 con el lenguaje hablamos de distintas cosas mediante las
mismas palabras, lo cual parece suponer que existen
semejanzas entre ellas, cuando no identidad. Dado que con
el lenguaje atribuimos ser a las cosas, que mediante los
conceptos –las “células” básicas del lenguaje– creemos
posible referirnos a lo universal, el lenguaje favorece
también la creencia en la existencia de esencias, de
naturalezas universales (recordemos que para el propio
Platón la existencia de términos universales como los
nombres comunes, los adjetivos o los sustantivos abstractos
lleva necesariamente a creer en la existencia de las
naturalezas universales a las que llama Ideas).
Si nuestra gramática fuese distinta, nuestra forma de entender el
mundo sería también distinta. Sólo la superación de la creencia en la
gramática puede superar también la concepción típica de la metafísica
tradicional: “La razón en el lenguaje: ¡Oh, qué vieja hembra
engañadora...! Creo que no vamos a desembarazarnos de la idea de
"Dios" porque aún seguimos creyendo en la gramática" (“El
crepúsculo de los ídolos”).
Las críticas presentadas en esta sección y en la anterior muestran la enorme
distancia que separa a Nietzsche de todo el pensamiento filosófico precedente:
Nietzsche es contrario a la actitud general más importante y característica de la
cultura occidental, la creencia de que el mundo es un cosmos y de que la razón –el
logos– puede captar lo real; estas creencias están a la base de la filosofía, de la
ciencia y de la cultura occidental en su conjunto. La filosofía de Nietzsche tiene una
orientación claramente irracional, y hace imposible el lenguaje, el conocimiento y la
propia filosofía –al menos entendida con el espíritu con el que aparece en Grecia
en el siglo VI a.C.–.
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13.4. Crítica a la moral tradicional:
NIETZSCHE CRITICA DE LA MORAL TRADICIONAL SU DOGMATISMO MORAL Y SU CARÁCTER
ANTIVITAL.
1) El dogmatismo moral. El dogmatismo moral presenta las dos características
siguientes: consideración de los valores morales como valores objetivos y
universalidad de los valores morales:

crítica a la consideración objetiva de la moral: Platón situó los
valores en el mundo eterno e inmutable de las Ideas, el cristianismo
los sitúa en el ámbito eterno e inmutable de la mente de Dios. Pero la
moral tradicional, dice Nietzsche, se equivoca totalmente: los valores
morales no tienen una existencia objetiva, no existe un ámbito en el
que se encuentren los valores como realidades independientes de las
personas, no existen los valores como una de las dimensiones de las
cosas, ni como realidades que estén más allá de éstas, en un
supuesto mundo objetivo. Los valores los crean las personas, son
proyecciones de nuestra subjetividad, de nuestras pasiones,
sentimientos e intereses, los inventamos, existen porque nosotros los
hemos creado. Sin embargo, es frecuente olvidar este hecho, de ahí
que habitualmente los vivamos como objetivos y los sintamos como
mandatos, como exigencias que vienen de fuera (de la ley de Dios,
de la Naturaleza o de la conciencia moral). El dogmatismo moral
consiste precisamente en olvidar que los valores dependen de nosotros, consiste en mantener que tienen una existencia objetiva;

universalidad de los valores: como consecuencia de la creencia en
el carácter independiente de los valores, la moral tradicional creyó
también que las leyes morales valen para todos los hombres: si algo
es bueno es bueno para todos, si algo no se debe hacer no es
correcto que lo haga nadie. Esto es, precisamente, lo que indicaba el
imperativo categórico kantiano y la conclusión a la que se podía
llegar también a partir de la consideración tomista de la ley moral
como consecuencia de la ley natural, y ésta de la ley eterna.
Nietzsche niega este segundo rasgo del dogmatismo moral: si
realmente los valores existiesen en un Mundo Verdadero y Objetivo
podríamos pensar en su universidad, pero no existe dicho Mundo, por
lo que en realidad los valores se crean, y por ello cambian y son
distintos a lo largo del tiempo y en cada cultura. Una vez criticado el
fundamento absoluto que sirve de soporte a la validez de la moral, no
se puede pensar en su universalidad.
2) La moral tradicional es antivital: podría parecer que con la descripción
anterior Nietzsche está justificando toda apreciación moral, sea cual sea, ya que
todas en el fondo valen lo mismo: nada. Pero esto no es así: aunque la defensa
de un criterio de verdad moral puede parecer algo paradójico desde su punto de
vista, Nietzsche nos propone uno pues todas las tablas de valores son
inventadas, pero hay algunas mejores que otras; el criterio utilizado para esta
apreciación es el de la fidelidad a la vida: los valores de la moral tradicional son
valores contrarios a la vida, contrarios a la categorías básicas que parecen estar
involucradas en la vida. La moral tradicional (la moral cristiana) es “antinatural”
pues presenta leyes que van en contra de las tendencias primordiales de la vida,
es una moral de resentimiento contra los instintos y el mundo biológico y
natural. Esto se ve claramente en la obsesión de la moral occidental por limitar
el papel del cuerpo y la sexualidad.
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El dogmatismo moral tiene varias implicaciones (para Nietzsche “patológicas”):
la idea de pecado y de culpa, y la de la libertad. La idea de pecado es una de las
ideas más enfermizas inventadas por la cultura occidental: con ella el sujeto sufre y
se aniquila a partir, sin embargo, de algo ficticio; no existe ningún Dios al que
tengamos que rendir cuentas por nuestra conducta, sin embargo el cristiano se
siente culpable ante los ojos de Dios, se siente observado, cuestionado, valorado
por un Dios inexistente, del que incluso espera un castigo; situación paradójica por
cuanto este Dios y los propios valores morales son una creación de él mismo. El
cristianismo (y todo el moralismo occidental) tiene necesidad de la noción de
libertad: para poder hacer culpables a las personas es necesario antes hacerlas
responsables de sus acciones. El cristianismo cree en la libertad de las personas
para poder castigarlas. “No puede negarse que el error más grave, más pertinaz y
peligroso, que jamás fue cometido, ha sido un error dogmático, es decir, la
invención de un espíritu puro y del bien en sí de parte de Platón” (“Más allá del
bien y del mal”).
Los valores tradicionales son los de la “moral de esclavos” y, frente a ellos,
Nietzsche propone la “moral de los señores”, los valores del superhombre y de
afirmación de la vida.
13.5. Decadencia occidental:
RASGO DE TODA LA CULTURA OCCIDENTAL CONSISTENTE EN LA DEFENSA DE LOS VALORES
CONTRARIOS A LA VIDA Y EN LA CREENCIA EN UN MUNDO OBJETIVO, VERDADERO,
INMUTABLE Y RACIONAL COMO FUNDAMENTO DE DICHOS VALORES.
RELATO DE LA DECADENCIA OCCIDENTAL Y DE SU SUPERACIÓN
tiempo
rasgos
mundo griego hasta el
siglo de Pericles (s. V
a.C.)
armonía entre lo dionisíaco y lo apolíneo
con Eurípides, Sócrates y
Platón
inicio de la decadencia: triunfo de lo apolíneo sobre lo
dionisíaco; comienza el platonismo
presencia del cristianismo
“platonismo para el pueblo”; triunfo de la moral de
esclavos y del resentimiento hacia la vida
Edad Moderna
comienza la crisis de lo metafísico y la “muerte de Dios
actualidad
muerte de Dios; posibilidad de superación del
platonismo y de la aparición del superhombre
Para entender la crítica de Nietzsche a la cultura occidental es preciso fijarse en
varios momentos de su historia:
1. Mundo griego hasta el siglo de Pericles (s. V a.C.): ya en su escrito de
juventud “El nacimiento de la tragedia”, Nietzsche señala que la época de
esplendor del mundo griego era la época anterior a la aparición de la filosofía. La
razón por la que Nietzsche hace esta valoración estriba en que cree que en este
momento histórico no se ocultan dimensiones fundamentales y trágicas de la vida
(lo irracional, el caos, la temporalidad, la enfermedad y la muerte). Las dos
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grandes construcciones espirituales de la época, el arte trágico y la religión
politeísta, junto con la moral de la excelencia y del valor, la moral heroica, no eran
contrarias a la vida sino su afirmación, y en el caso del arte y de la religión, su
expresión simbólica, expresión que adquiere su máxima densidad en la
reivindicación de lo dionisíaco
2. Inicio de la decadencia: Eurípides, Sócrates y Platón. Decimos de algo que es
decadente cuando manifiesta una perdida de valor, fuerza o vigor respecto del
“tono” vital anterior. Esto es precisamente lo que ocurre con estos autores, pues,
según Nietzsche, con ellos comienza la cultura occidental y la decadencia respecto
del tono vital anterior; dan lugar al “platonismo”, o creencia en la existencia de un
Mundo Verdadero, Objetivo, Bueno, Eterno, Racional, Inmutable, y el desprecio de
las categorías de la vida (el cuerpo, la sexualidad, la temporalidad, el cambio, la
multiplicidad e individualidad,...). Con ellos comienza la Ciencia y la Metafísica y
ellos crean el marco adecuado para la aparición de la Religión y la Moral.
3. Presencia del cristianismo: el cristianismo es totalmente fiel a la filosofía
platónica (“platonismo para el pueblo”, dice Nietzsche, filosofía platónica
expresada en términos sencillos y accesibles a todo el mundo). Con el cristianismo
las ideas que antes estaban presentes en un reducido número de personas, los
filósofos, se extienden a todos los hombres. El dualismo ontológico, el dualismo
antropológico (una tesis particular en el marco general del dualismo ontológico)
pasan a ser de dominio público. El mundo inteligible de Platón pasa a ser lo Infinito
o mundo divino, el mundo sensible el mundo terrenal, el alma se opone al cuerpo.
Distintas palabras para, en el fondo, las mismas ideas. El cristianismo influirá en la
filosofía puesto que, opina Nietzsche, todos los filósofos son en el fondo teólogos.
Con el cristianismo comienza también la moral de los esclavos.
4.
Edad Moderna: con la Edad Moderna comienza la crisis del “platonismo” y del
cristianismo. La propia filosofía prepara la “muerte de Dios”: el empirismo, la
Ilustración y, ya en el siglo XIX, el materialismo cada vez más pujante muestran el
carácter ilusorio de las creencias anteriores.
5.
Actualidad: la Edad Contemporánea acentúa la crisis iniciada en la
Modernidad, y Nietzsche encuentra en la “muerte de Dios” el fundamento básico de
esta crisis. Estamos en un momento crítico: aquello que había servido de orientación
a toda la cultura (pero que era pura invención) desaparece del horizonte y el hombre
se encuentra desorientado. Tal vez anticipándose a las grandes catástrofes del siglo
XX, Nietzsche anuncia inminentes convulsiones sociales y guerras dramáticas, de una
intensidad y capacidad destructiva desconocidas. Pero este momento crítico en el que
nos encontramos es, a la vez, necesario para la aparición de una nueva forma de
estar en el mundo. Es necesario para la aparición de un hombre nuevo (el
superhombre) y de una nueva concepción de la vida (la que descansa en la
comprensión de la voluntad de poder como la esencia de la realidad).
13.6. Dionisíaco:
CONCEPCIÓN DEL MUNDO TÍPICA DEL MUNDO GRIEGO ANTERIOR A LA APARICIÓN DE LA
FILOSOFÍA. REPRESENTA EL “ESPÍRITU DE LA TIERRA” O VALORES CARACTERÍSTICOS DE LA
VIDA.
El dios griego Dionisos (Baco para los romanos) era el dios de la vida vegetal y
del vino, fue muy importante para este pueblo, y a él rindieron culto las bacantes.
Nietzsche hace una interpretación de este dios que va más allá de su significado
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ordinario, considerando que con esta figura mítica los griegos representaban una
dimensión fundamental de la existencia, que expresaron en la tragedia y que quedó
relegado en la cultura occidental: la vida en sus aspectos oscuros, instintivos,
irracionales, biológicos. Aunque Nietzsche explica este término en su obra juvenil
“El nacimiento de la tragedia”, nunca lo abandonó, y lo podemos utilizar como
metáfora de lo que más tarde llamó “voluntad de poder”.
(Ver “apolíneo”).
13.7. Eterno retorno:
CONCEPCIÓN DEL TIEMPO CARACTERÍSTICA DE LA FILOSOFÍA DE NIETZSCHE. CONSISTE EN
ACEPTAR QUE TODOS LOS ACONTECIMIENTOS DEL MUNDO, TODAS LAS SITUACIONES
PASADAS, PRESENTES Y FUTURAS SE REPETIRÁN ETERNAMENTE.
Ésta es una de las tesis más extrañas de Nietzsche, particularmente porque
parece contraria al modo dominante de interpretar la sucesión de acontecimientos:
a una cosa le sigue otra, y a ésta la siguiente, y las que quedan en el pasado son
irrecuperables, ya no podrán darse más; las personas que creen en la inmortalidad
del alma afirman, en todo caso, que los seres queridos podrán “retornar”, que
volveremos a tener una experiencia de ellos, que podremos recuperarlos. Pero
nadie ha defendido que otros objetos –por ejemplo el ámbito de los objetos
“insignificantes” que rodea nuestra existencia, como la piedra con la que tropiezo, o
la hoja que cae sobre la acera, o el vaso que se acaba de romper, ...– puedan
recuperar su existencia. Las historias de la filosofía suelen indicar que esta
concepción, tan profundamente incrustada en nuestra mente, del carácter
irreversible del tiempo y de todas las cosas que caen en su interior, se debe a la
influencia del pensamiento cristiano. Según esta interpretación, el cristianismo
introduce una visión lineal de la historia y del tiempo, una visión que establece un
sentido en la historia, sentido que se expresa además en la idea del progreso: la
historia comienza con la creación, tiene momentos cruciales como la encarnación de
Dios en la figura de Cristo y la presencia de la Iglesia, y culminaría con la segunda
llegada de Cristo, al final de los tiempos.
Independientemente de si esta consideración es correcta, y de si antes de la visión
cristiana las personas tenían una visión cíclica del tiempo, las tesis de Nietzsche
relativas al tiempo son tan radicales y extrañas que difícilmente las podemos
encontrar en alguna cultura de la que se tengan datos históricos. Según la tesis del
eterno retorno todo va a repetirse un número infinito de veces. Fijémonos en el
alcance de esta afirmación:

las personas que conocemos volverán a estar presentes;

pero también el resto de los seres (animales, plantas, objetos
inertes);

volverán las mismas cosas con las mismas propiedades, en las
mismas circunstancias y comportándose de la misma forma.
¿Por qué Nietzsche propone esta extraña teoría? Cabe presentar dos
interpretaciones:

la primera se refiere al “argumento” que presenta en su defensa, argumento
que se expresa casi de forma matemática: dado que la cantidad de fuerza
que hay en el universo es finita y el tiempo infinito, el modo de combinarse
dicha fuerza para dar lugar a las cosas que podemos experimentar es finito.
Pero una combinación finita en un tiempo infinito está condenada a repetirse
de modo infinito. Luego todo se ha de dar no una ni muchas sino infinitas
veces;
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La crisis de la razón ilustrada: el vitalismo de Nietzsche

sin embargo, es posible entender también la tesis nietzscheana del eterno
retorno como la expresión de la máxima reivindicación de la vida, como una
hipótesis necesaria para la reivindicación radical de la vida: la vida es
fugacidad, nacimiento, duración y muerte, no hay en ella nada permanente
(recordemos las críticas de Nietzsche a toda filosofía que postula la
existencia de entidades permanentes). Pero podemos recuperar la noción de
permanencia si hacemos que el propio instante dure eternamente, no
porque no se acabe nunca (lo cual haría imposible la aparición de otros
instantes, de otros sucesos) sino porque se repite sin fin. En cierto modo, y
aunque pueda parecer paradójico, Nietzsche consigue con esta tesis hacer
de la vida lo Absoluto. “¿Qué sucedería si un demonio... te dijese: Esta vida,
tal como tú la vives actualmente, tal como la has vivido, tendrás que
revivirla... una serie infinita de veces; nada nuevo habrá en ella; al
contrario, es preciso que cada dolor y cada alegría, cada pensamiento y
cada suspiro... vuelvas a pasarlo con la misma secuencia y orden... y
también este instante y yo mismo... Si este pensamiento tomase fuerza en
ti... te transformaría quizá, pero quizá te anonadaría también...¡Cuánto
tendrías entonces que amar la vida y amarte a ti mismo para no desear otra
cosa sino ésta suprema y eterna confirmación!” (“El Gay saber”).
13.8. Muerte de Dios:
FIN DE TODA CREENCIA EN ENTIDADES ABSOLUTAS.
Una primera y elemental aclaración es que cuando Nietzsche predica la muerte
de Dios no quiere decir que Dios haya existido y después haya muerto (un
absurdo). Nietzsche nunca creyó en la existencia de Dios. Esta tesis señala
simplemente que la creencia en Dios ha muerto. Podemos entender esta tesis
nietzscheana si la comparamos con el punto de vista de Marx:
1) Relación entre el hombre y Dios:

ambos autores consideran que Dios no crea al hombre sino el hombre
a Dios.
2) Razones de la creencia en Dios:

para Marx, las dos razones principales de la invención del mundo
religioso son: dar un consuelo a los hombres de la miseria y
sufrimiento existente en este mundo, y ser un instrumento de la
clase dominante para el mejor control de la clase dominada;

para Nietzsche, sirve también la primera razón, pero frente a la
segunda presenta otra: la creencia en Dios es una consecuencia de la
vida decadente, de la vida incapaz de aceptar el mundo en su
dimensión trágica; parece apelar a una motivación psicológica: la
idea de Dios es un refugio para los que no pueden aceptar la vida.
3) “Muerte de Dios”:

Marx no considera que las creencias religiosas hayan llegado a su fin,
esto sólo ocurrirá cuando triunfe la revolución y desaparezca la causa
última que la produce, la injusticia y la alienación;

Nietzsche sí considera que estamos ante un acontecimiento actual:
no explica las razones históricas que han dado lugar a la creencia en
Dios, ni las que han dado lugar a su descrédito, pero parece indicar
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La crisis de la razón ilustrada: el vitalismo de Nietzsche
que estamos en un tiempo histórico clave pues en él asistimos a su
necesario final.
4) “Concepto de Dios”:

cuando el marxismo se refiere a Dios se refiere al dios de la religión;

cuando Nietzsche se refiere a Dios se refiere al dios de la religión,
particularmente del cristianismo, pero también a todo aquello que
puede sustituirle, porque en realidad Dios no es una entidad sino un
lugar, una figura posible del pensamiento, representa lo Absoluto.
Dios es la metáfora para expresar la realidad absoluta, la realidad
que se presenta como la Verdad y el Bien, como el supuesto ámbito
objetivo que puede servir de fundamento a la existencia por
encontrarse más allá de ésta y darle un sentido. Todo aquello que
sirve a los hombres para dar un sentido a la vida, pero que sin
embargo se pone fuera de la vida, es semejante a Dios: la
Naturaleza, el Progreso, la Revolución, la Ciencia, tomadas como
realidades absolutas son el análogo a Dios. Cuando Nietzsche declara
que Dios ha muerto quiere indicar que los hombres viven
desorientados, que ya no sirve el horizonte último en el que siempre
se ha vivido, que no existe una luz que nos pueda guiar de modo
pleno. Esta experiencia de la finitud, del sentirse sin remedio
desorientado es necesario para empezar un nuevo modo de vida.
5) Consecuencia de la “muerte de Dios”:

para el marxismo, la crítica a la alienación religiosa y la superación de
la religión es indispensable para el triunfo completo del comunismo y
la aparición de la sociedad nueva;

para Nietzsche, con dicha “muerte” podemos vivir sin lo absoluto, en
la “inocencia del devenir”. De ahí que la muerte de Dios sea la
condición para la aparición del superhombre.
13.9. Nihilismo:
DE “NIHIL”, NADA. ACTITUD VITAL Y FILOSÓFICA QUE NIEGA TODO VALOR A LA
EXISTENCIA, O QUE HACE GIRAR LA EXISTENCIA ALREDEDOR DE ALGO INEXISTENTE.
La idea nietzscheana del nihilismo es compleja:
1. Nihilismo como decadencia vital: para Nietzsche, toda cultura que crea en la
existencia de una realidad absoluta, realidad en la que se sitúan los valores
objetivos de la Verdad y el Bien, es una cultura nihilista. En la medida en que el
cristianismo concentra esta realidad absoluta en la figura de Dios, a la que le
opone el mundo de las cosas naturales, y en la medida en que, según nuestro
autor, dicho mundo “superior” es una pura nada, la cultura cristiana, y en
definitiva toda la cultura occidental, es nihilista pues dirige toda su pasión y
esperanzas a algo inexistente (el Dios cristiano, el Mundo Ideal y Racional de los
filósofos), despreciando de modo indirecto la única realidad existente, la realidad
del mundo que se ofrece a los sentidos, la realidad de la vida. En “Así habló
Zaratustra” representa Nietzsche este modo de mostrarse el espíritu con la
figura del camello, símbolo de la aceptación resignada de las mayores cargas.
2. Nihilismo activo: es también nihilista la filosofía que intenta mostrar cómo los
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La crisis de la razón ilustrada: el vitalismo de Nietzsche
valores dominantes son una pura nada, una invención; la filosofía nietzscheana
es nihilista en este sentido pues propone la destrucción completa de todos los
valores vigentes y su sustitución por otros radicalmente nuevos (propone la
“transmutación de todos los valores”). Este nihilismo es una fase necesaria para
la aparición de un nuevo momento en la historia de la cultura, para el
reencuentro con el “sentido de la tierra”, la aparición de una nueva moral y de
un nuevo hombre, el superhombre. En “Así habló Zaratustra” representa esta
figura del espíritu con la metáfora del león (por su agresividad, su capacidad
destructiva).
3. Nihilismo pasivo: es una de las consecuencias de la “muerte de Dios”, aparece
por la consciencia del carácter radicalmente infundado de la creencia en lo
sobrenatural, de la creencia religiosa en el mundo del espíritu. Durante siglos
nuestra cultura ha considerado que los valores descansan en algo trascendente,
que existe un ámbito objetivo gracias al cual la existencia tiene sentido. La vida
tiene un sentido porque algo exterior a ella se lo da. Con la muerte de Dios
sobreviene la crisis del sentido y el convencimiento de que la existencia es
absolutamente insostenible, vacía, carente de sentido. El “nihista pasivo” no cree
en ningún valor, puesto que considera que todo valor es posible sólo si Dios
existe, y Dios no existe; termina en la desesperación, la inacción, la renuncia al
deseo, el suicidio. En este momento crítico encontramos el nihilismo en la
desesperación de los que consideran que nada tiene sentido ni valor por no
existir aquello que debería ser el fundamento de todo sentido y valor, Dios.
Aquél que dijese que si Dios no existe todo está permitido, aquél que
desesperase de la vida y se levantase en contra de ella por considerar que ésta
solo puede tener su fundamento en algo ajeno de ella y que dicho fundamento
no existe, ese sería también nihilista.
13.10. Perspectivismo:
TEORÍA CONTRARIA AL OBJETIVISMO. AFIRMA QUE TODA TESIS RELATIVA AL MUNDO,
TODO CONOCIMIENTO, ESTÁ INFLUIDA POR LAS PECULIARIDADES DEL SUJETO
COGNOSCENTE.
Varias décadas antes que Ortega y Gasset, Nietzsche defiende el
perspectivismo: toda representación del mundo es representación que se hace un
sujeto; la idea de que podemos prescindir de la situación vital del sujeto, de sus
rasgos físicos, psicológicos, históricos o biográficos, para alcanzar un conocimiento
del mundo tal y como éste pueda ser (la idea de la posibilidad de un conocimiento
objetivo) es un absurdo. Nietzsche considera imposible el conocimiento de la
realidad en sí misma, pues toda afirmación, toda creencia, toda teoría del mundo
depende del punto de vista de la persona que la ha creado. Más aún, todo ser
dotado de algún grado de conocimiento, de alguna capacidad para representarse el
mundo (por ejemplo, porque pueda percibirlo de algún modo), es tan buen testigo
del mundo como nosotros, los seres humanos. Nuestro punto de vista no es mejor
para una correcta descripción de la realidad que el de otras especies animales
(sencillamente porque no hay ninguna descripción mejor ni peor, todas valen lo
mismo).
No existe ningún dato, ninguna experiencia, no contaminado por un punto de
vista, por una interpretación. “La característica del mundo del devenir es la de ser
informulable, falso, contradictorio. El conocimiento y el devenir se excluyen. Así
pues, no existen hechos que nos sean dados inmediatamente; sólo manejamos
interpretaciones”. No es posible un “criterio de verdad” (por ejemplo, el famoso
criterio cartesiano de la claridad y la distinción), no existen los datos puros a partir
de los cuales podamos construir un saber objetivo. Y no podemos encontrar datos o
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La crisis de la razón ilustrada: el vitalismo de Nietzsche
verdades primeras ni en nuestro conocimiento del mundo exterior, el mundo que
llamamos físico, ni tampoco en el mundo interior.
La posición de Nietzsche es tan radicalmente contraria a la posibilidad de encontrar
una verdad absoluta que ni siquiera cree posible lo que podría parecer la verdad
más verdadera, el cogito cartesiano: tampoco el mundo de la mente se nos
muestra en su pureza, nuestro conocimiento de la mente propia está tan influido
por prejuicios como lo está el conocimiento del mundo exterior. “Los hechos de
conciencia no son más inmediatos que los hechos externos, están construidos
exactamente igual”. El perspectivismo nietzscheano parece ser una forma de
relativismo y subjetivismo.
13.11. Platonismo:
NIETZSCHE LLAMA PLATONISMO A TODA TEORÍA PARA LA QUE LA REALIDAD ESTÁ ESCINDIDA
EN DOS MUNDOS: UN MUNDO VERDADERO, DADO A LA RAZÓN, INMUTABLE Y OBJETIVO, Y UN
MUNDO APARENTE, DADO A LOS SENTIDOS, CAMBIANTE Y SUBJETIVO.
Como es sabido, Platón defendió el dualismo ontológico y dividió la realidad en dos
mundos opuestos a los que atribuyó las siguientes características:
DUALISMO ONTOLÓGICO EN PLATÓN
se alcanza
mediante
le
corresponde
es
se relaciona con
MUNDO
VERDADERO
la razón
objetivo
la eternidad
el
bien
el alma
MUNDO
APARENTE
los
sentidos
el
nacimiento,
subjetivo cambiante
la duración y
la muerte
el
mal
el cuerpo
inmutable
El pensamiento, la filosofía y la religión occidentales son una forma de platonismo
pues defienden la misma concepción de la realidad, aunque con palabras distintas:
PLATONISMOS
en Platón
MUNDO
Mundo de la
VERDADERO
Ideas
MUNDO
APARENTE
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Mundo
Sensible
en el
Cristianismo
en Kant
Mundo
Sobrenatural,
particularmente
Dios
Realidad Nouménica o Cosa
En Sí
Mundo terrenal o
finito
Realidad Fenoménica
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La crisis de la razón ilustrada: el vitalismo de Nietzsche
Toda la filosofía nietzscheana es como una melodía que repite un mismo tema: el
tema es la reivindicación de la vida y la crítica a la actitud contraria a la vida, el
platonismo; las variaciones a este tema son sus tesis relativas al superhombre, la
voluntad de poder y la tesis del eterno retorno, y sus críticas a las manifestaciones
particulares del platonismo en la filosofía, la ética, la religión y la ciencia. En definitiva,
su filosofía es el intento más radical de toda la historia del pensamiento de superar el
platonismo y defender la tesis opuesta: la existencia de un mundo irracional y carente
de sentido trascendente, la vida.
¿En qué consiste el gran error que Nietzsche atribuye a este punto de vista? Lo
podemos entender si recordamos algunos tópicos fundamentales de la historia de la
filosofía: la filosofía nace como paso del mito al logos, como superación de las
descripciones del mundo que apelan a la imaginación y la narración metafórica por las
descripciones que apelan a la racionalidad y la narración precisa y objetiva. Y comienza
precisamente señalando una serie de conceptos antitéticos: el concepto de ser frente al
de apariencia, el de razón frente a los sentidos, el del espíritu o alma frente al cuerpo,
el de lo permanente frente al cambio, el de la unidad frente a la multiplicidad. Estas
creencias no comienzan con Platón, están incluso en los filósofos presocráticos –con la
excepción de Heráclito al que el propio Nietzsche dice reverenciar– pero adquieren su
más radical expresión en Sócrates y en Platón. No es extraño que una consecuencia de
estas apreciaciones sea que para casi toda la cultura occidental (presocráticos, Platón,
cristianismo,...) la muerte tal y como la vivimos en la experiencia ordinaria sea una
mera apariencia, la auténtica realidad nunca muere, es eterna, lo que nosotros
experimentamos como muerte se encuentra en el nivel de la apariencia, en el nivel de
lo que se ofrece a los sentidos.
El platonismo es la filosofía que se resume en esta última frase: la realidad no cambia
y lo que cambia no es real; el auténtico ser es inmutable. La filosofía de Nietzsche es la
filosofía que más lejos ha intentado llevar la reivindicación de la vida y la corporeidad,
la reivindicación del ámbito en donde se dan “la muerte, el cambio, la vejez, así como
la procreación y el crecimiento”, y, por lo tanto, la superación del platonismo.
13.12. Superhombre:
HOMBRE NUEVO QUE APARECE TRAS LA “MUERTE DE DIOS”. NIETZSCHE LO CONCIBE COMO
EL INDIVIDUO FIEL A LOS VALORES DE LA VIDA, AL “SENTIDO DE LA TIERRA”.
Nietzsche emplea con frecuencia un tono combativo y un lenguaje retórico que
puede dar lugar a interpretaciones que no son fáciles de aceptar después de la
terrible experiencia del siglo XX: sus exabruptos contra los judíos, la exaltación de
“bruto rubio germánico”, y algunos de los calificativos con los que a veces se refiere
a lo que parece considerar el ideal de hombre (crueldad, brutalidad, falta de
compasión, ...) permiten comprender que su filosofía haya sido utilizada por el
nazismo para la defensa de sus tesis racistas.
Sin embargo, en la filosofía de Nietzsche encontramos también elementos muy
importantes que no parecen favorecer esta interpretación:

manifestó expresamente su hostilidad ante los alemanes y la cultura
alemana (incluso llegó a abandonar la ciudadanía alemana y se hizo
suizo);

la figura del superhombre no se puede separar de la consideración
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La crisis de la razón ilustrada: el vitalismo de Nietzsche
general nietzscheana relativa al platonismo y la muerte de Dios;
implica una concepción filosófica y una teoría de la historia ajena por
completo a las ideas nazis. El hombre al que hay que superar es el
que se somete a los valores tradicionales, a la “moral del rebaño”, a
la moral basada en la creencia de una realidad trascendente que
fomenta el desprecio por la vida, la corporeidad y la diferencia entre
las personas. El superhombre sólo es posible cuando se prescinda
absolutamente de la creencia en Dios, cuando se realice hasta el final
la “muerte de Dios”;

el nazismo defiende el culto a la raza y al Estado, predica la
superioridad del grupo sobre el individuo, pero es esencial a la
filosofía nietzscheana la tesis de que no existe lo universal: Nietzsche
no cree en realidades universales, para él no existe la Humanidad, ni
la Raza, ni la Nación. La estética nazi, el gusto por los uniformes, la
disciplina militar, las manifestaciones en las que la muchedumbre
oculta y anula al individuo, son signos menores pero claros de la
importancia que esta ideología da al grupo en menosprecio del
individuo. La noción de Raza, de Destino de un pueblo, de Estado, de
Nación, en las que cree el nazismo son diversas máscaras bajo las
que se oculta lo Absoluto.

Nietzsche consideró al Estado como una de las mayores perversiones
creadas por el hombre; el Estado representa lo abstracto, la conducta
del Estado es conducta despersonalizada, trata a los individuos de un
modo indiscriminado, y el individuo, cuando se somete a él y se
preocupa por él, pierde su individualidad, creatividad y libertad.
El superhombre no se puede identificar con una clase social con privilegios que
le puedan venir por la tradición o que descansen en su poder social (con la
aristocracia, por ejemplo), ni con un grupo definido biológicamente (con una raza)
pues los genes no son una garantía de excelencia. Pero lo podemos reconocer a
partir de su conducta moral:
1. Rechaza la moral de esclavos: la humildad, la mansedumbre, la prudencia
que esconde cobardía, la castidad, la obediencia como sometimiento a una regla
exterior, la paciencia consecuencia del sometimiento a un destino o a un
mandato, el servilismo, la mezquindad, el rencor.
2. Rechaza la conducta gregaria: detesta la moral del rebaño, la conducta de los
que siguen a la mayoría, de los que siguen normas morales ya establecidas;
como consecuencia de su capacidad y determinación para crear valores, no los
toma prestados de los que la sociedad le ofrece, por lo que su conducta será
distinta a la de los demás.
3. Crea valores: los valores morales no existen en mundo trascendente, son
invenciones de los seres humanos; pero no todos los hombres los crean, muchos
–la mayoría– se encuentran con los valores ya creados por otros, siguen las
modas, los estilos vitales vigentes; el primer rasgo del superhombre es
precisamente éste: inventa las normas morales a las que él mismo se somete;
pero este rasgo no es suficiente para definir al superhombre, pues no vale que
cree o invente cualquier valor, además ha de crear valores que sean fieles al
mundo de la vida y que le permitan expresar adecuadamente su peculiaridad, su
propia personalidad y riqueza.
4. Vive en la finitud: no cree en ninguna realidad trascendente, ni en Dios ni en
un destino privilegiado para los seres humanos, una raza, una nación, o un
grupo; no cree que la vida tenga un sentido, como no sea el que él mismo le ha
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La crisis de la razón ilustrada: el vitalismo de Nietzsche
dado; acepta la vida en su limitación, no se oculta las dimensiones terribles de la
existencia (el sufrimiento, la enfermedad, la muerte), es dionisíaco.
5. Le gusta el riesgo, las nuevas experiencias, los caminos no frecuentados, el
enfrentamiento, las pruebas difíciles; no está preocupado ni por el placer ni por
el dolor, ni propio ni ajeno, pues pone por encima de ellos el desarrollo de su
voluntad y de su espíritu; es duro consigo mismo y con los demás, es valiente,
no huye del dolor ni de ninguna forma de sufrimiento: sabe que de estas
experiencias puede salir enriquecido, puede crecer.
6.
Es contrario al igualitarismo: ama la exuberancia de la vida, le gusta
desarrollar en él mismo y en los demás aquello que les es más propio; no tiene
miedo a la diferencia.
7. Ama la intensidad de la vida: la alegría, el entusiasmo, la salud, el amor
sexual, la belleza corporal y espiritual; puede ser magnánimo, generoso, como
una muestra de la riqueza de su voluntad.
8. En conclusión: el superhombre es la afirmación enérgica de la vida y el
creador y dueño de sí mismo y de su vida, es un espíritu libre.
13.13. Transmutación (o transvaloración) de los valores:
MOMENTO NECESARIO PARA EL FINAL DE LA MORAL TRADICIONAL (O MORAL DE ESCLAVOS)
Y LA APARICIÓN DEL SUPERHOMBRE.
Nietzsche no propone vivir sin valores (llega a considerar incluso que esto es
imposible); propone más bien invertir la tabla de valores: superar la moral
occidental, moral de renuncia y resentimiento hacia la vida, mediante una nueva
tabla en la que estén situados los valores que supongan un sí radical a la vida.
Con una expresión excesivamente retórica Nietzsche llama “rebelión de los
esclavos” a la situación que se crea con el triunfo del cristianismo: el cristianismo y
el judaísmo sustituyen la moral aristocrática (que Nietzsche cree encontrar en el
mundo griego antiguo) por la moral de los esclavos. Con el cristianismo prospera la
moral de los débiles, de los que quieren huir del rigor de la vida inventándose un
mundo objetivo, de reposo, de justicia.
MORAL DE SEÑORES
MORAL DE ESCLAVOS
voluntad de jerarquía, de
excelencia
voluntad de igualdad
resentimiento contra la vida
superior
ama lo que eleva, lo noble
quiere la diferencia
es la moral del héroe, del
guerrero, del que no teme el
dolor ni el sufrimiento
iguala, censura la excepción
glorifica lo que hace soportable
la vida a los pobres, los
enfermos y débiles de espíritu, la
concordia
orgullo, individualidad
altruismo, hermandad entre
los hombres
es la moral de la persona que
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se encuentra con los valores
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La crisis de la razón ilustrada: el vitalismo de Nietzsche
crea valores
dados
ama la muerte de Dios
ama y teme a Dios
La transmutación de los valores es la superación de esta moral de esclavos para
recuperar de nuevo la moral aristócrata, y permite el triunfo del código moral del
superhombre.
13.14. Voluntad de poder:
PRINCIPIO BÁSICO DE LA REALIDAD A PARTIR DEL CUAL SE DESARROLLAN TODOS LOS
SERES. ES LA FUERZA PRIMORDIAL QUE BUSCA MANTENERSE EN EL SER, Y SER AÚN MÁS.
Nietzsche cree que en todas las cosas encontramos un afán por la existencia,
desde el mundo inorgánico hasta el mundo humano, pasando por todos los distintos
niveles de seres vivos. Todas las cosas son expresión de un fondo primordial que
pugna por existir y por existir siendo más.
En los años previos al acceso de locura que le sobrevino en 1890, Nietzsche
redactó lo que consideraba iba a ser su obra más acabada, que pensaba titular
precisamente “La voluntad de poder”. Todos sus escritos anteriores eran
esencialmente críticos, con ellos intentó echar por tierra los esquemas mentales
que han dominado toda nuestra cultura desde sus mismos orígenes (desde
Sócrates), esquemas que Nietzsche resume en el concepto de platonismo. Sin
embargo, en esta última obra (inconclusa y publicada tras su muerte) intentó
describir su visión positiva de la realidad, visión que coincide con la que él mismo
presentó ya en su primera obra, “El nacimiento de la tragedia”, con la noción de
lo dionisíaco. Dada la repugnancia que parece despertar en él todo lo metafísico,
todo discurso relativo al ser, puede resultar extraño sugerir que con la voluntad de
poder Nietzsche nos presenta su noción de ser, su “metafísica”, pero en cierto
modo así es. Las características que parece tener para él la realidad, el ser (por lo
tanto, la voluntad de poder) son las siguientes:

irracionalidad: la razón es sólo una dimensión de la realidad, pero
no la más verdadera ni la más profunda; y ello tanto en el sentido de
que en el hombre la razón no tiene –ni debe tener– la última palabra,
puesto que siempre está al servicio de otras instancias más básicas
como los instintos o la mera eficacia en el control de la realidad (es
decir su mera utilidad, que no su verdad), como en el sentido de que
el mundo mismo no es racional: nosotros lo creemos racional,
intentamos someter a un orden y a una legalidad lo que en sí mismo
no es otra cosa que caos, multiplicidad, diferencia, variación y
muerte;

inconsciencia: la fuerza primordial que determina el curso de todas
las cosas no es consciente, aunque esporádica y fugazmente se
manifiesta de este modo precisamente en nosotros, los seres
humanos; pero incluso en este caso la consciencia no tiene carácter
sustantivo, ni crea un nivel de realidad nuevo o independiente.
Nietzsche considera la consciencia como algo superfluo, que
perfectamente podría no darse y que de ningún modo añade mayor
perfección ni realidad;

falta de finalidad: las distintas manifestaciones que toman las
fuerzas de la vida, sus distintas modificaciones, los resultados de su
actuación, no tienen ningún objetivo o fin, no buscan nada, son así
pero nada hay en su interior que les marque un destino. Dado que lo
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La crisis de la razón ilustrada: el vitalismo de Nietzsche
que nosotros percibimos, y que todo con lo que tratamos (objetos
físicos, mundo espiritual, social y cultural) es expresión de esta
realidad sin sentido, Nietzsche declara con ello el carácter gratuito de
la existencia.

impersonalidad: es una consecuencia de las dos características
anteriores (inconsciencia y ausencia de conducta final o intencional);
esta fuerza no puede identificarse con un ser personal –mucho
menos puede pensarse que con ella Nietzsche intenta introducir
sutilmente la noción de Dios–; incluso los textos sugieren que en
realidad tenemos propiamente un cúmulo de fuerzas, no una básica
que supuestamente esté a la base de todas las visibles; un cúmulo de
fuerzas que buscan la existencia y el ser más, compitiendo en dicho
afán entre sí, enfrentándose y aniquilándose.
Hay que tener mucho cuidado con la palabra “voluntad”, pues Nietzsche no
está pensando en lo que habitualmente llamamos con este término. Llamamos
“voluntad” a aquello que nos permite tener actos de querer, a la fuerza que
descansa en nuestro interior gracias a la cual dirigimos nuestra conducta y con la
que somos capaces de realizar los fines de los que somos conscientes. La tradición
aristotélico-tomista la consideraba una facultad del alma, la psicología actual una
capacidad de la mente. Para Nietzsche esta voluntad es una manifestación
superficial de una fuerza que está más en lo profundo de nuestro ser. Su
desconfianza respecto de la voluntad como capacidad psicológica le lleva incluso a
desacreditarla indicando que si confiamos tanto en ella y en la libertad se debe
exclusivamente a que de ese modo la moral tradicional puede introducir la idea de
culpa y de pecado. Los teólogos y sacerdotes nos piden que creamos en ella para
de este modo hacernos responsables de nuestros actos y inculcar en nosotros la
noción de pecado y culpa. La voluntad de poder no es la voluntad que se descubre
con el conocimiento de uno mismo, que se conoce por introspección. Esta voluntad
es una simplificación de un complejo juego de causas y efectos. No hay un deseo
único, hay una pluralidad de instintos, pulsiones, inclinaciones diversas, que se
enfrentan unas a otras; a la consciencia sólo llegan los resultados de dicho
enfrentamiento, como dice Nietzsche, la voluntad como facultad psicológica “es el
lejano eco de un combate ya disputado en lo profundo”.
La voluntad de poder se identifica con cualquier fuerza, inorgánica, orgánica,
psicológica, y tiende a su autoafirmación: no se trata de voluntad de existir, sino de
ser más. Es el fondo primordial de la existencia y de la vida: “¿Queréis un nombre
para este mundo? ¿Una solución para todos los enigmas? ¿Una luz también para
vosotros, los más ocultos, los más fuertes, los más impávidos, los más de media
noche? ¡Este mundo es la voluntad de poder, y nada más! ¡Y también vosotros
mismos sois esa voluntad de poder, y nada más!” (“La voluntad de poder”).
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