Textos

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Filosofía II
Kant: Textos
Filosofía II
KANT, Crítica de la razón pura, A 79-80 - B 104-105
" La misma función que da unidad a las diferentes representaciones en un juicio,
da también unidad a la mera síntesis de diferentes representaciones en una
intuición, y esa unidad se llama, con expresión general, el concepto puro del
entendimiento. El mismo entendimiento, pues, y mediante las mismas acciones
por las cuales produjo en los conceptos la forma lógica de un juicio por medio de
la unidad analítica, pone también, por medio de la unidad sintética de lo múltiple
en la unidad en general, un contenido transcendental en sus representaciones, por
lo cual llámanse estas conceptos puros del entendimiento, que se refieren a priori
a objetos, cosa que la lógica general no puede llevar a cabo.
De esta manera se originan precisamente tantos conceptos puros del
entendimiento referidos a priori a objetos de la intuición en general, como
funciones lógicas en todos los juicios posibles hubo en la tabla anterior; pues el
entendimiento queda enteramente agotado por las referidas funciones y su
facultad totalmente abrazada. Vamos a llamar a esos conceptos categorías, según
Aristóteles, pues que nuestra intención es la misma que la suya, en un principio,
si bien se aleja mucho de ella en su desarrollo”.
KANT, Crítica de la razón pura, A 702 - B 730
"Así todo conocimiento humano empieza por intuiciones, pasa a conceptos y
acaba con ideas. Aun cuando con respecto a los tres elementos tiene fuentes de
conocimiento a priori, que a primera vista parecen despreciar los límites de toda
experiencia, sin embargo una crítica completa convence de que la razón, en el
uso especulativo, no puede nunca, con estos elementos, salir del campo de
experiencia posible, y de que la determinación propia de esta suprema facultad
de conocer es sólo la de servirse de todos los métodos y de los principios para
perseguir la naturaleza hasta su mayor intimidad, según todos los principios
posibles de la unidad, entre los cuales el de los fines es el principal, pero nunca
para volar más allá de sus límites, allende los cuales no hay para nosotros
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Kant: Textos
KANT, Prolegómenos 255-256
"Mi intención es convencer a todos aquellos que encuentran que vale la pena
ocuparse de la metafísica, de que es imprescindible interrumpir por el momento
su trabajo, considerar todo lo ocurrido hasta ahora como si no hubiera sucedido,
y ante todo plantear primeramente la pregunta: “si algo así como la metafísica
es, en general, al menos posible”.
Si es una ciencia, ¿cómo puede ser que no pueda ponerse como las otras
ciencias, en situación de alcanzar una aprobación general y duradera? Si no lo es,
¿cómo es que alardea incesantemente con la apariencia de una ciencia, y
entretiene al entendimiento humano con esperanzas nunca extinguidas, pero
tampoco satisfechas?. Ya sea que uno demuestre su saber o su ignorancia, algo
seguro habrá que decidir de una vez acerca de la naturaleza de esta presunta
ciencia; pues con respecto a ella las cosas no pueden seguir en el mismo estado
por más tiempo. Parece casi irrisorio que mientras toda otra ciencia progresa sin
cesar, en ésta, que pretende ser la sabiduría misma, cuyo oráculo consulta todo
ser humano, se ponga uno a dar vueltas siempre en el mismo sitio, sin avanzar ni
un paso. Sus partidarios se han perdido también muchísimo, y no se ve que
aquellos que se sienten suficientemente fuertes como para brillar en otras
ciencias, quieran arriesgar su prestigio en ésta, en la que cualquiera, ignorante de
todas las otras cosas, puede atribuirse un juicio decisivo, pues en este terreno no
hay todavía pesas ni medidas seguras para distinguir entre la profundidad y la
charlatanería superficial.
(...)
Preguntar si una ciencia es acaso posible, presupone que se dude acerca de la
realidad de la misma. Una duda tal, sin embargo, ofende a todo aquel cuya
fortuna entera consiste quizá en este presunto tesoro; y por eso, quien deje
traslucir esta duda debe estar preparado para encontrar resistencia por todas
partes. Algunos, con sus compendios de metafísica en la mano, lo mirarán con
desprecio, llenos de la orgullosa conciencia de sus posesiones, antiguas, y
precisamente por ello tenidas por legítimas; otros, que no ven en ninguna parte
sino lo que es igual a lo que ya han visto en otro lado, no le entenderán; y
durante algún tiempo todo permanecerá como si no hubiese ocurrido nada que
hiciese temer o esperar un cambio inminente”.
KANT, Prolegómenos, 383
" Sería extenderse demasiado el mostrar aquí qué clase de metafísica podría
esperarse como consecuencia de la crítica, una vez admitidos los principios de
ésta. Y el mostrar cómo tal metafísica no habrá de aparecer mísera y reducida tan
sólo a una figura pequeña, sólo por habérsela despojado de las plumas falsas,
sino que puede aparecer, en otro respecto, rica y decorosamente dotada; pero
otros grandes beneficios que una reforma tal traería consigo, se echan de ver de
inmediato. La metafísica común era útil ya sólo por buscar los conceptos
elementales del entendimiento puro para hacerlos distintos mediante el análisis y
para hacerlos determinados mediante las definiciones. Ella era así, para la razón,
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un cultivo al cual ésta consideraría quizá luego bueno no volverse. Pero éste era
también todo el bien que hacía. Pues este mérito suyo lo anulaba nuevamente, al
favorecer, con afirmaciones temerarias, la presunción; con subterfugios sutiles y
con encubrimientos, la sofistería; y con la facilidad para escapar de los
problemas más difíciles gracias a un poco de sabiduría de escuela, la
superficialidad, la cual es tanto más seductora cuanto más libertad tiene para
tomar, por una parte, algo del lenguaje de la ciencia, y por otra parte , algo del
lenguaje popular, gracias a lo cual lo es todo para todos, mientras que en realidad
no es nada en absoluto. Mediante la crítica, por el contrario, se le suministra a
nuestro juicio el patrón de medida con el cual se puede distinguir con seguridad
entre el saber y la apariencia del saber; y la crítica, al alcanzar en la metafísica su
ejercicio pleno, funda un modo de pensar que extiende luego su influjo benéfico
sobre todo otro uso de la razón, e infunde por primera vez el verdadero espíritu
filosófico. Pero tampoco es, ciertamente, menos de estimar el servicio que presta
a la teología, al hacerla independiente del juicio de la especulación dogmática y
al ponerla así a cubierto de todos los ataques de tales adversarios; pues aunque la
metafísica común le prometía a aquélla mucho apoyo, no podía después cumplir
esta promesa, y además, al convocar en su auxilio a la dogmática especulativa,
no hizo sino armar a sus enemigos contra sí misma. La divagación, que en una
época ilustrada no puede prosperar , salvo escondiéndose tras una metafísica
escolástica , bajo cuya protección puede atreverse a delirar con razón, por así
decirlo, es expulsada de este su último escondrijo por la filosofía crítica; y sobre
todo, para un maestro de metafísica no puede sino ser importante el poder decir
alguna vez, con asentimiento universal, que lo que expone es ahora también, por
fin, una ciencia, y que con ello se proporciona una real utilidad a la comunidad”.
KANT, Crítica de la razón práctica, 30
"El principio de la propia felicidad, por mucho que se use en él del
entendimiento y de la razón, no contendría, pues, para la voluntad, ningunos
otros fundamentos de determinación que los que son conformes con la facultad
inferior de desear, y entonces, o no hay facultad superior alguna de desear, o la
razón pura tiene que ser por sí sola práctica, es decir, tiene que poder determinar
la voluntad mediante la mera forma de la regla práctica, sin la suposición de
ningún sentimiento, por consiguiente, sin representaciones de lo agradable o
desagradable, como materia de la facultad de desear, materia que siempre es una
condición empírica de los principios”.
KANT, Crítica de la razón práctica, 86
"¡Deber! Nombre sublime y grande, tú que no encierras nada amable que lleve
consigo insinuante lisonja, sino que pides sumisión, pero sin amenazar con nada
que despierte aversión natural en el ánimo y lo asuste para mover la voluntad; tú
que sólo exiges una ley que halla por sí mismo acceso en el ánimo y que por sí
misma, aun contra nuestra voluntad, se conquista veneración, aunque no siempre
observancia; tú, ante quien las inclinaciones enmudecen, aun cuando en secreto
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obran contra ti, ¿cuál es el origen digno de ti? ¿Dónde se halla la raíz de tu noble
ascendencia que rechaza orgullosamente, todo parentesco con las inclinaciones,
esa raíz de la que procede como condición necesaria aquel valor que sólo los
hombres pueden darse a sí mismos? No puede ser nada menos que lo que eleva
al hombre por encima de sí mismo (como parte del mundo de los sentidos), lo
que le enlaza con un orden de cosas que sólo el entendimiento puede pensar...
No es ninguna otra cosa que la personalidad, es decir, la libertad e independencia
del mecanismo de toda naturaleza, libertad que hay que considerar al mismo
tiempo como facultad de un ser que está sometido a leyes puras prácticas
peculiares, es decir, dadas por su propia razón, la persona, pues, como
perteneciente al mundo de los sentidos, sometida a su propia personalidad, en
cuanto pertenece al mismo tiempo al mundo inteligible; y entonces no es de
admirar que el hombre, como perteneciente a ambos mundos, tenga que
considerar su propio ser, en relación con su segunda y más elevada
determinación, no de otro modo que con veneración y las leyes de la misma con
el sumo respeto”.
KANT, Crítica de la razón práctica, 124-125
"... en la ley moral no hay el menor fundamento para una conexión necesaria
entre la moralidad y la felicidad, a ella proporcionada, de un ser perteneciente,
como parte, al mundo y dependiente, por tanto de él; este ser, precisamente por
eso, no puede por su voluntad ser causa de la naturaleza y tampoco puede, en lo
que concierne a su felicidad, hacerla coincidir completamente por sus propias
fuerzas con sus propios principios prácticos. Sin embargo, en el problema
práctico de la razón pura, es decir, en el trabajo necesario enderezado hacia el
supremo bien, se postula esta conexión como necesaria: debemos tratar de
fomentar el supremo bien (el cual, por tanto, tiene que ser posible). Por
consiguiente, se postula también la existencia de una causa de la entera
naturaleza, distinta de la misma naturaleza y que encierre el fundamento de esta
conexión, esto es de la exacta concordancia entre la felicidad y la moralidad”.
KANT, Fundamentación de la metafísica de las costumbres, 402
"Pero, ¿cuál puede ser esa ley cuya representación, aun sin referirnos al efecto
que se espera de ella, tiene que determinar la voluntad, para que ésta pueda
llamarse buena en absoluto y sin restricción alguna? Como he sustraído la
voluntad a todos los afanes que pudieran apartarla del cumplimiento de una ley,
no queda nada más que la universal legalidad de las acciones en general –que
debe ser el único principio de la voluntad-; es decir, yo no debo obrar nunca más
que de modo que pueda querer que mi máxima deba convertirse en ley universal.
Aquí es la mera legalidad en general –sin poner por fundamento ninguna ley
determinada a ciertas acciones- la que sirve de principio a la voluntad, y tiene
que servirle de principio si el deber no ha de ser por doquiera una vana ilusión y
un concepto quimérico; y con todo esto concuerda perfectamente la razón vulgar
de los hombres en sus juicios prácticos, y el principio citado no se aparta nunca
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de sus ojos”.
KANT, Fundamentación de la metafísica de las costumbres, 402
Pero, ¿cuál puede ser esa ley cuya representación, aun sin referirnos al efecto
que se espera de ella, tiene que determinar la voluntad, para que ésta pueda
llamarse buena en absoluto y sin restricción alguna? Como he sustraído la
voluntad a todos los afanes que pudieran apartarla del cumplimiento de una ley,
no queda nada más que la universal legalidad de las acciones en general –que
debe ser el único principio de la voluntad-; es decir, yo no debo obrar nunca más
que de modo que pueda querer que mi máxima deba convertirse en ley universal.
Aquí es la mera legalidad en general –sin poner por fundamento ninguna ley
determinada a ciertas acciones- la que sirve de principio a la voluntad, y tiene
que servirle de principio si el deber no ha de ser por doquiera una vana ilusión y
un concepto quimérico; y con todo esto concuerda perfectamente la razón vulgar
de los hombres en sus juicios prácticos, y el principio citado no se aparta nunca
de sus ojos”.
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