el nuevo reglamento notarial y algo más

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ARTÍCULO DE OPINIÓN
EL NUEVO REGLAMENTO NOTARIAL
Y ALGO MÁS*
JOSÉ JORGE LEMA MAURIZ
Oficial de Notaría - Pontevedra
La reforma del Reglamento Notarial viene
a confirmar la importancia de la seguridad jurídica en los instrumentos públicos autorizados
por los Notarios.
Las formas documentales y la prestación
de la función pública han quedado obsoletas
en el antiguo Reglamento debido, entre otras
cosas:
- A la complejidad de los negocios jurídicos que se plantean en la actualidad, la
legislación contínua (Comunitaria,
Estatal y Autonómica) que no deja de
abrumarnos —se legisla a más velocidad
que la de un “Fórmula I”.
- El tratamiento fiscal de aquéllos.
- La imposición de una mayor transparencia jurídica y,
- En fin, a la necesidad de conservar el
prestigio adquirido por la función notarial, como garantía del ejercicio de la fe
pública como servicio público.
El nuevo Reglamento, que no altera la estructura del anterior, pone de manifiesto, el
control que ha de ejercerse en cada instrumento público en relación a: las personas, su
identificación exhaustiva y su capacidad y legitimación necesaria, la representación física o
jurídica de las mismas, la situación civil con respecto a terceros y el cargo que se ostente en su
caso. La comprobación de la titularidad y estado de cargas de los bienes objeto de los contratos, no solo de los títulos formales presentados por los otorgantes e intervinientes, sino
ratificados por medios telemáticos, por fax o
escritos simultáneos con los Registros; cerran-
do un círculo en el que no puedan entrar intrusos que alteren el negocio jurídico que se
está formalizando en la Notaría.
Antes de la aprobación del nuevo
Reglamento, la Circular 1/2003 del Consejo
General del Notariado, sobre la seguridad en
las actuaciones notariales, señalaba que la vida
jurídica y el tráfico económico se ven sujetos en
la actualidad a un creciente nivel de riesgo de
fraude, situación que inevitablemente afecta
también a las actuaciones profesionales de los
notarios y de los empleados de notarías. Y este
riesgo se debe a múltiples factores que deben
tenerse siempre en consideración al plantear
medidas para atajar estos problemas, entre
ellos: Un tráfico económico-jurídico mucho más
intenso y rápido; el aumento de la celeridad de
las transaciones que puede incitar a la relajación de las formas de control realizado por el
notario, especialmente en cuanto a la identidad de quienes comparecen ante él o la acreditación de sus poderes; el aumento de las transaciones con ciudadanos procedentes de terceros países con culturas jurídicas y administrativas diferentes de las nuestras y que por ello no
aportan unas garantías tan sólidas como las
que en España crean la función notarial y la administración pública; y, el enorme aumento del
número de legitimaciones de firmas realizadas
en masa, especialmente en las certificaciones
de acuerdos sociales de aprobación de las cuentas anuales, en soporte de papel o por firma
electrónica, de conformidad con la Orden
JUS/206/2009, de 28 de enero, BOE del
10.02.2009; — y, otras de mayor trascendencia
como la legitimación de firmas de acuerdos sociales de Nombramiento de Administradores,
que generan también cierta distensión, espe-
* Comunicación impartida en el V Seminario de Experto Documental en Notarías y Registros, celebrado en Valladolid
el 18 de Abril de 2009, en los Salones del Ilustre Colegio Notarial de Castilla y León.
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cialmente por parte del público que acude a las
notarias, en los requisitos formales que previamente deben cumplirse para que el notario
pueda legitimar esas firmas.
Por tanto, las medidas para atajar los problemas derivados de los aspectos anteriormente comentados constituyen un Código de
Seguridad Jurídica de los documentos notariales, de obligado cumplimiento, que garantiza
los actos y contratos y demás negocios jurídicos, amparados por la responsabilidad notarial
en cuanto a su incumplimiento, en detrimento
de la autonomía privada de las partes que impusiesen una redacción y formulación que
contravenga las normas.
Y he aquí que, con el Decreto 45/2007, de
19 de enero, se modifica el REGLAMENTO DE
LA ORGANIZACION Y REGIMEN DEL NOTARIADO, aprobado por Decreto de 2 de junio de
1944, y varios colectivos jurídicos se rasgan
las vestiduras por tal oprobio, amparándose
en una invasión competencial de los notarios,
recurren ante el Tribunal Supremo que, por
cuestiones meramente formales de rango
legal, suprime determinados preceptos de la
reforma del Reglamento Notarial, olvidándose
dicho órgano Supremo que el valor añadido
de la actuación notarial descansa en su responsabilidad, pieza angular de nuestro sistema de transmisión dominical, pues, como sabemos, en España, no existe un seguro de títulos.
En todo caso, la sentencia del Tribunal
Supremo supone, como bien ha dicho el
Notario don Antonio Ripoll Soler, un claro ataque a la línea de flotación del sistema notarial
de seguridad jurídica preventiva. Y lo que sustancialmente se reforma del Reglamento ya se
venía aplicando “ope legis” en la formalización instrumental de las notarias hasta ese momento, por razones de seguridad jurídica.
Los medios de comunicación, sobre todo
jurídicos, han cargado las tintas contra la reforma con argumentos fundamentados en la
ampliación de poderes y competencias de los
fedatarios públicos que, como dicen aquéllos,
reavivan las tensiones competenciales entre
distintos profesionales del Derecho.
En mi opinión, en el fondo de los recursos
se esconde un problema de JERARQUIAS, de
subordinación de categorías, poderes y dignidades, cuando, a mi juicio, el Notariado, con la
reforma del R.N., pretende acercarse a la sociedad en la que vive, a cuyo desarrollo y paz
contribuye, ya que es una institución nacida
de una necesidad social, en la que la inmensa
mayoría de la gente cree.
En el grupo de los recurridores encontramos Registradores de la Propiedad, Abogados,
Gestores Administrativos y Secretarios judiciales. Pongamos a cada uno en su sitio:
a) En materia de seguridad jurídica preventiva, el sistema español está basado en dos
pilares fundamentales, cuales son los notarios
y los registradores de la propiedad, que han
funcionado con éxito desde 1861. Ambas funciones son necesarias dentro de un sistema de
seguridad que se complementa armoniosamente y, como se ha demostrado con estudios
comparativos rigurosos, a un coste que pocos
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países de nuestro entorno, por no decir ninguno, son capaces de mejorar. En nuestro sistema
actual, el Notario adecua a la legalidad las aspiraciones de las partes en el negocio jurídico,
prestando una importante tarea de asesoramiento e ingeniería jurídica a los otorgantes e
intervinientes. La calificación registral controla la legalidad del negocio jurídico respecto a
los terceros no intervinientes en el mismo.
Y todo ello no significa que los
Registradores de la Propiedad se nieguen a secundar al legislador en las reformas necesarias
para mejorar el sistema, y consecuentemente,
tanto ellos como los Notarios están condenados a reconstruir los puentes de diálogo últimamente deteriorados, y resolver sus competencias en base a una unificación de criterios
corporativos.
b) En cuanto a los Abogados, que argumentan posibles vulneraciones a lo implícito
en el Título VI de la Constitución, no existe
ninguna invasión competencial entre ambos
operadores jurídicos.
Al Notario acuden libremente los clientes
que solicitan su intervención y, por lo tanto,
los asesora gratuitamente en todas aquéllas
materias interrelacionadas con el negocio jurídico objeto de autorización por el mismo y
que las partes otorgarán de mutuo acuerdo.
El abogado, asesora a sus clientes, defiende ante terceros sus intereses, formaliza privadamente los negocios y demás cuestiones jurídicas que las partes le requieran, interviene en
las cuestiones no pacíficas de trascendencia
procesal, y aquéllas que estime necesario o
conveniente las remitirá a la Notaria con arreglo a minutas o de modo personal, a los efectos de la seguridad jurídica; actuando en todo
caso como un filtro entre el cliente y la
Notaría.
c) Los Gestores Administrativos argumentan que el nuevo Reglamento Notarial invade
sus competencias por permitir a los Notarios
realizar las gestiones de los documentos por
éstos autorizados.
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Los Gestores Administrativos, tradicionalmente, sin que ello suponga un adquirido derecho consuetudinario, han realizado todo
aquello que suponía un trámite administrativo
documental entre sus clientes y las
Administraciones Públicas. Pero ello no obliga
a ningún cliente —como sí le obliga la actuación notarial para tener acceso, por ejemplo al
Registro de la Propiedad— a tramitar por sí
mismo ante cualquier Administración pública,
todo tipo de documentación sin intervención
de ningún gestor Administrativo.
Yo puedo tramitar personalmente mi declaración de la Renta, el pago del impuesto de
transmisiones patrimoniales y A.J.D. o el
Impuesto de sucesiones, o formalizar la matriculación de mi vehículo, sin intervención de
ningún operador jurídico o profesional al
efecto.
Una escritura pública podrá ser gestionada incluso por el propio sujeto pasivo. Pero la
gestión de una escritura no consiste únicamente en su presentación, sino en un servicio
notarial integral al cliente, desde su firma en
el despacho del notario hasta su inscripción en
el Registro de la Propiedad y saber defenderla
frente a cualquier organismo ante posibles
dudas y calificaciones.
En un Estado de libre mercado como el
nuestro, de unos años a esta parte, han proliferado multitud de agencias y Macro-oficinas,
de uno u otro signo, en donde es posible,
según su publicidad y bajo denominaciones
mercantiles, de asesorar, gestionar y formalizar documentos sobre cualquier asunto: jurídico, económico, laboral, urbanístico, etc, sustituyendo de ese modo al profesional más idóneo, especializado y eficaz. Aquí los Gestores
Administrativos parecen mirar para otra parte.
El gestor administrativo, persona de confianza del cliente, que de un modo habitual se
dedica a gestionar, promover y activar toda
clase de asuntos y negocios de éste, es recibido en la Notaria como un verdadero mediador, al presentar cualquier expediente debidamente documentado, con todos los requisitos
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necesarios para poder formalizar una escritura
pública.
d) “Según los cálculos del Colegio
Nacional de Secretarios Judiciales, notarios y
registradores cobran una media de entre 100 y
150 euros por cada declaración de herederos,
lo que les reportaría unos beneficios de alrededor de 10 millones de euros al año.
Este servicio es solo uno de los 23 que el
proyecto de Ley de Jurisdicción Voluntaria les
encomienda, recordando que la labor de los
secretarios judiciales es y continuará siendo totalmente gratuita.” Esta declaración del
Presidente del Colegio Nacional de secretarios
Judiciales es totalmente inexacta, carece de
todo rigor informativo y predispone a la opinión pública.
De momento y, mientras no se apruebe la
Ley de Jurisdicción Voluntaria, los Notarios, a
tenor de lo dispuesto en el artículo 210 del
R.N.. LEC y LH, vienen autorizando las Actas de
Notoriedad de Declaraciones de Herederos
Abintestato por línea directa. La referida declaración de herederos, según los aranceles notariales, y en todo caso, dependiendo de la documentación que haya que incorporar al Acta,
no llega a los 150 euros de coste, se formaliza
de un día para otro, y se entrega al cliente en
menos de un mes desde su autorización.
Cuando la Declaración de herederos se
formalizaba en el Juzgado, lo era a través de
un abogado y un procurador, cuyos honorarios
entonces superaban con creces dicha cantidad,
y el Auto que dictaba la declaración podía tardar desde seis a ocho meses.
La justicia es gratuita, pero los medios
para llegar a ella por la jurisdicción voluntaria
no lo son, Sr. Presidente del Colegio Nacional
de Secretarios Judiciales.
En todo caso, las Actas de Notoriedad de
Declaración de Herederos, las Actas de
Notoriedad para inmatriculación de fincas en
el Registro de la Propiedad o sus excesos de cabida, las Subastas, las Transaciones, las
Protocoliaciones de operaciones particionales
formalizadas ante Notario suponen una agilización en los trámites que evitan saturar los
Juzgados, ya de por sí escandalosamente desbordados.
El Notariado apuesta hoy por la modernización y la reestructuración. La notaría ya no
es solo una oficina pública en donde el
Notario ejerce la fe pública notarial, preservando el sistema de seguridad jurídica, sino
que además, se ha convertido en una caja de
resonancia de la marcha de la economía del
país, del Estado de Derecho, fuente importante de datos estadísticos, e institución en la que
más cree y confía el ciudadano.
Pero también se ha convertido en delegación de las instituciones del Estado, desde
donde se ejerce el control fiscal, patrimonial y
civil de quienes reclaman su ministerio, y consecuentemente han convertido a Notarios —y
por tanto a los Empleados de Notarías— en
funcionarios del Estado sin sueldo o en todo
caso, colaboradores necesarios, inspectores de
Hacienda, policía judicial y árbitros para la evitación de conflictos judiciales que saturen los
Juzgados y Tribunales.
Veamos algunos ejemplos:
— Comunicaciones a las Oficinas de
Hacienda
Autonómicas
u
Oficinas
Liquidadores de todos los contratos que se formalicen, para evitar que ningún sujeto pasivo
se olvide de pagar el impuesto correspondiente, bajo apercibimiento de sanciones pecuniarias, si no lo satisface en el plazo legal.
— Comunicaciones a los Ayuntamientos a
los efectos de que aquéllos obligados satisfagan el Impuesto sobre el Incremento de Bienes
Inmuebles (Plusvalía).
— Comunicaciones al Catastro sobre el
cambio y/o alteración de dominio de los inmuebles.
— Comunicaciones al Banco de España de
las transaciones con moneda extranjera.
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— Comunicaciones a la Administración
Tributaria, en caso de que el medio de pago en
los contratos no se identifique; el origen del
dinero objeto de pago en las transaciones por
parte de extranjeros y/o no residentes; las retenciones en las ventas de extranjeros y/o no
residentes.
— Comunicaciones al Ministerio del
Interior, en los casos de extranjería (invitaciones, reagrupaciones, etc.) .
También de los Juzgados recibimos mandamientos judiciales para la aportación de
pruebas documentales, protocolizaciones, subastas, ventas judiciales.
En la formalización de las escrituras, el notario exigirá:
— Al promotor, la licencia municipal de
segregación, de construcción y de primera
ocupación, la certificación técnica de final de
obra, el seguro decenal de la construcción y el
Libro del edificio, además de otra documentación complementaria.
— A los vendedores, certificación de que
el inmueble vendido, está al día en el pago de
las cuotas que con relación a la comunidad le
corresponden; la manifestación de que no
constituye el domicilio familiar, si el inmueble
es de carácter privativo; recibos del IBI, certifi-
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caciones catastrales, referencia catastral; la
manifestación de que las cuotas del IBI de años
anteriores están pagadas; la manifestación de
que el bien procedente de una herencia ha
sido incluído en el pago del impuesto de sucesiones del causante, al no acreditarlo fehacientemente y, que por tanto, queda afecto a
dicha fiscalidad.
— A los compradores, manifestación de
no poseer otra vivienda de protección oficial
que la que adquieren; manifestación de conocer los estatutos por los que se rige la comunidad de propietarios y que se obliga a cumplir;
que la finca rústica adquirida no puede ser dividida conforme a la legislación vigente.
— En Galicia, advertirles del derecho de
tanteo y retracto que tiene el Banco de Terras
de Galicia, sobre las fincas rústicas objeto de
enajenación.
Además, el notario, de oficio, solicitará de
los registros las notas informativas y telemáticas pertinentes, la remisión a aquéllos de las
copias para su asiento; notificación de las revocaciones de poderes, subsanaciones, rectificaciones y cancelaciones y todos aquéllos actos
y contratos que modifiquen los anteriores.
¿Habrá algún operador jurídico que pueda
recurrir todo esto? Se lo agradeceríamos.
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