161-2002 Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia: San Salvador a las doce horas con quince minutos del día diez de febrero de dos mil tres. El presente proceso de hábeas corpus, ha sido solicitado por los licenciados Oscar Gerardo Ramírez y Mauricio Antonio Valle López, a favor del señor Arnulfo Flores, contra providencias del Juez de Paz de Apastepeque, departamento de San Vicente, en el proceso penal instruido en contra del tercero de los mencionados, por el delito de homicidio simple. Analizado el proceso y considerando: I.- Los peticionarios basan su pretensión de hábeas corpus en los hechos siguientes: (1) presentación del requerimiento fiscal por una persona que no se encontraba acreditada como fiscal en el proceso penal; (2) haberse decretado detención provisional en contra del favorecido sin citarle a efecto de que se presentara a manifestar su defensa, lo que impidió que éste ejerciera su derecho de defensa material y técnica, pues no corre agregada dentro del proceso penal la supuesta citación realizada, no bastando –por tanto- el decir del Juez y del citador, respecto a manifestar que la madre del imputado expresó que éste se encontraba fuera del país; y (3) no haberse fundamentado el auto por medio del cual se decretó la detención provisional. Los peticionarios invocan como fundamento jurídico de su pretensión lo dispuesto en el art. 12 Cn. II.- Tal como ordena la Ley de Procedimientos Constitucionales, se procedió a nombrar un Juez Ejecutor a efecto de que diligenciara el presente proceso de hábeas corpus, quien en su informe básicamente expresó: en el proceso penal seguido en contra del favorecido se le han vulnerado sus garantías constitucionales por no haber tenido una defensa técnica, no haber sido citado legalmente y contar con defensor público únicamente en la diligencia de reconocimiento en rueda de fotografías. III.- Luego de haberse concretado los extremos de la queja propuesta, y los argumentos planteados por el Juez Ejecutor designado, este Tribunal hace las siguientes consideraciones: Tal y como se relacionó en el romano I de esta sentencia, los peticionarios reclaman -entre otros- contra el requerimiento fiscal, en virtud de no estar -a su criterio- acreditada dentro del proceso penal la persona que lo presentó. Respecto a lo anterior es dable manifestar, que el requerimiento fiscal es la actuación ejercida por la Fiscalía General de la República, por medio de la cual se solicita en su caso- al Juez de Paz, para que sobre la base de los elementos de prueba recabados durante la investigación de un delito, se de inicio a un proceso penal en contra de una persona determinada, por lo que corresponde exclusivamente a dicho juez, su admisión y conocimiento, así como determinar si los fiscales asignados al caso se encuentran debidamente acreditados o no. De lo expresado queda claro que no forma parte de la competencia de este Tribunal determinar si la persona que presentó el requerimiento fiscal se encontraba acreditada o no, pues ello esta conferido previamente por ley a los jueces competentes en materia penal, quienes al momento de recibir el requerimiento fiscal son los encargados -como ya se expresó- de verificar que se cumpla tanto con los requisitos de fondo como de forma, y en caso de incumplimiento hacer las prevenciones respectivas, a efecto de que la representación fiscal pueda subsanar las deficiencias señaladas. Es por ello que esta Sala se encuentra imposibilitada de conocer respecto al primer aspecto de la pretensión, en virtud de que no puede atribuirse -como ya se acotó- competencias que han sido otorgadas previamente a autoridades judiciales diferentes. Igual criterio jurisprudencial mantuvo este Tribunal en su sentencia de hábeas corpus número 166-2001 de fecha 12/02/02, en la cual se estableció: "En cuanto a la acreditación de la fiscal en sede judicial, tal pretensión carece de contenido constitucional por tratarse de aspectos que en la jurisprudencia han sido conocidos como asuntos de "mera legalidad", sobre los cuales ya esta Sala se ha pronunciado en diversos procesos de hábeas corpus, no ser de su competencia y por lo tanto, se abstiene de emitir decisión al respecto, por corresponder su determinación a los jueces ordinarios competentes en materia penal, quien es el encargado de examinar los requisitos de ley, tanto de la persona que presente el requerimiento fiscal, como de los contenidos de éste; de tal manera, que si nota la falta de algún requisito, puede rechazar dicho requerimiento o prevenirle al fiscal que subsane el vicio, pero no es esta Sala la que va a determinar si un fiscal se ha acreditado o no en un proceso penal, absteniéndose de decidir al respecto." IV.- Una vez excluido el aspecto de la pretensión que por su naturaleza no puede ser objeto del presente análisis constitucional, y a fin de guardar un orden lógico en la decisión a tomar, se vuelve necesario señalar que los aspectos de los cuales se conocerá serán los siguientes: (1) no haberse motivado el auto por medio del cual se decretó la detención provisional; y (2) la omisión de citar al procesado a la audiencia inicial, lo que impidió -a criterio de los pretensores- que éste ejerciera su derecho de defensa material. 1) Este Tribunal en reiteradas ocasiones ha declarado que el derecho de defensa incluye el derecho a obtener de las autoridades judiciales resoluciones motivadas, en especial cuando de alguna manera se restringen derechos fundamentales, de modo que el juez que conoce de un proceso, debe exteriorizar las razones de su resolución, es decir, debe explicitar los elementos de convicción y fundamentos jurídicos que lo llevaron a tomar la decisión judicial. Y es que, el conocimiento de las reflexiones que han conducido al fallo, potencia el valor de la seguridad jurídica y posibilita lograr el convencimiento de las partes respecto a la corrección y justicia de la decisión, permitiendo a su vez, garantizar el posible control de la resolución por los tribunales superiores mediante los recursos que procedan; es por ello que el deber de motivación no queda satisfecho con la mera invocación de fundamentos jurídicos, sino que requiere de la exposición del camino o método seguido para llegar al convencimiento de la necesidad de restringir los derechos de la persona afectada. La anterior obligación, según criterio sustentado por esta Sala, no llega a extremos tales de exigir una exposición extensa y prolija de las razones que llevaron al juzgador a resolver en tal o cual sentido, ni tampoco requiere de la expresión completa del proceso lógico que el Juez utilizó para llegar a su decisión, ni es imprescindible una descripción exhaustiva de lo que se consideró probado, sino que basta con que se exponga en forma breve, sencilla pero concisa, los motivos de la decisión jurisdiccional, de manera que tanto la persona a quien se dirige la resolución, como cualquier otro interesado en la misma, logre comprender y enterarse de las razones que la informan, lo que permite -a su vez-cumplir con la doble finalidad que persigue el deber de motivación: evitar la arbitrariedad judicial, e impedir privar a la parte afectada del ejercicio efectivo de los recursos que otorga el ordenamiento jurídico. De lo antes señalado se tiene, que el deber de motivación constituye una obligación ineludible de todo juez al momento de emitir una decisión; obligación que se incrementa como se hizo anterior referencia- cuando la resolución dictada por el juez, de alguna manera restringe derechos fundamentales. Es por ello, que las resoluciones que decretan la detención provisional, requieren de la exposición de las razones tenidas en consideración para creer que el acusado es con probabilidad autor o participe del delito que se le imputa, así como de los motivos por los cuales se cree que el mismo pueda sustraerse de la acción de la justicia, de manera que no quede duda de que dicha medida cautelar -restrictiva del derecho de libertad- obedece a la aplicación no de una regla general sino de una excepción. Y es que, no motivar el auto por medio del cual se decreta la detención provisional, vulnera no sólo el derecho de defensa, sino también la presunción de inocencia del inculpado, en el entendido de regla de tratamiento, la cual parte de la base que el imputado es inocente en tanto no se demuestre su culpabilidad por medio de sentencia condenatoria, por lo cual es indispensable que la aplicación de medidas privativas de libertad no constituya -como ya se hizo referencia- la regla general. En el caso sub iúdice, consta a fs. 6 de la primera pieza del proceso penal, el auto dictado a las catorce horas del día veintisiete de noviembre de dos mil, por medio del cual el Juez de Paz de Apastepeque decretó instrucción formal con detención provisional en contra del ahora favorecido por considerar que "... existen elementos de convicción suficientes que demuestran que el indiciado ha tenido participación en el hecho que se le atribuye... Al mismo tiempo la detención provisional es necesaria ya que se cumplen los requisitos e hipótesis plasmadas en el artículo 292 Pr. Pn." De lo anterior esta Sala determina, haber existido por la actuación del Juez de Paz de Apastepeque vulneración al derecho de defensa y presunción de inocencia del favorecido, pues la resolución que decretó la detención provisional no cuenta con una motivación en la cual se expresen los argumentos fácticos y jurídicos tenidos en consideración para dar por establecido el delito, y para creer que el ahora favorecido era con probabilidad autor o participe del mismo, ni mucho menos expresó el porqué se consideraba necesario que el acusado enfrentara el proceso detenido y no en libertad. De ahí que hasta ese momento existía transgresión a la libertad del señor Flores, dado que -como ya se acotó- la resolución no fue motivada, lo cual, implicó restricción ilegal de libertad, puesto que la libertad física de una persona no puede ser limitada sin antes exponer las razones tanto de hecho como de derecho en las que se basa la decisión, pues hacerlo vulnera derechos constitucionales del perjudicado con la decisión jurisdiccional. No obstante ello, esta Sala advierte, que consta de fs. 72 a fs. 74 el auto dictado a las ocho horas y treinta minutos del día veintinueve de noviembre de dos mil, por medio del cual el Juez Segundo de Instrucción de San Vicente ordenó motivadamente ratificar la medida cautelar de detención provisional, expresando no sólo los elementos de prueba con los que se contaba a ese momento, sino, también cuales de ellos lo llevaban a creer que el señor Flores era con probabilidad autor o participe del hecho que se le atribuía; asimismo, dicha resolución cuenta con las razones que llevaron al Juez a considerar necesario ratificar la detención provisional, referidas básicamente a la probabilidad que a ese momento existía de que el imputado pretendiera sustraerse de la acción de la justicia, la posible obstaculización del desarrollo normal del proceso, y la alarma social producida en la circunscripción territorial en la que se cometió el delito. De lo anterior se desprende, que la actual restricción del derecho de libertad del acá favorecido ya no depende de los actos emitidos por el Juez de Paz de Apastepeque, por lo que no existe un nexo actual entre el acto violatorio y el derecho de libertad de la persona a cuyo favor se solicitó el hábeas corpus; derivando la actual restricción de libertad del señor Flores, del auto por medio del cual se ratificó la detención provisional, el que fue dictado como ya quedó de manifiesto- en respeto del derecho de defensa, y presunción de inocencia del favorecido. Por todo lo expuesto esta Sala determina, que si bien en la tramitación del proceso penal seguido en contra del favorecido, existió un espacio en el cual la detención provisional fue ilegal -por haber sido decretada a través de resolución inmotivada-, la actual restricción a su derecho de libertad depende de un acto jurídico diferente, el cual ha sido dictado respetando lo dispuesto en la Constitución de la República y los derechos fundamentales del procesado, razón por la que la declaración hecha por este Tribunal, acerca de la existencia de la violación constitucional alegada, no puede tener por consecuencia el restituir en su derecho de libertad al señor Arnulfo Flores, sino, únicamente dejar expedito el camino para que el favorecido pueda optar -si lo estima conveniente- por una vía en la que logre el resarcimiento o indemnización por los daños o perjuicios posiblemente ocasionados; ello en atención a que los efectos de dicha resolución han cesado, y por ende, ya no afectan la esfera jurídica del favorecido. 2) Respecto a la supuesta omisión de citar al procesado a la audiencia inicial, lo que impidió que éste ejerciera su derecho de defensa material, esta Sala advierte que al examinar el expediente administrativo de sustanciación -donde constan las citas y notificaciones hechas a las partes intervinientes en el proceso penal-, no se encuentra agregada la cita hecha al señor Flores, convocándolo a la referida audiencia inicial, la cual fue realizada en fecha veintisiete de noviembre de dos mil; sin embargo a fs. 86 del expediente administrativo de sustanciación, consta el escrito de nombramiento de defensor particular, elaborado en fecha veintisiete de noviembre de dos mil, y presentado en fecha diecinueve de enero de dos mil uno, por medio del cual la madre del ahora favorecido manifestó el conocimiento que tenia acerca del proceso penal seguido en contra de su hijo. De lo antes relacionado se desprende, que si bien no corre agregada ninguna esquela de notificación que permita establecer que el señor Flores fue citado atendiendo a las formalidades que la ley establece, la existencia de un escrito de nombramiento de defensor particular, cuya fecha coincide con la fecha en que se realizó la audiencia inicial -aún y cuando haya sido presentado posteriormente-, permite que este Tribunal determine que el acá favorecido tuvo conocimiento que se estaba desarrollando un proceso penal en su contra, y que por tanto, se le requería para que se presentara ante el juez respectivo a manifestar su defensa, ya sea nombrando un abogado de su confianza para que lo representara -tal y como sucedió- o en caso de carecer de recursos económicos, solicitar le fuera nombrado defensor público. Por ello, es que esta Sala puede aseverar que el señor Flores contó con la posibilidad de acudir a la audiencia inicial y ejercer su derecho de defensa material, y técnica, no pudiendo constreñirse el estudio del caso planteado, exclusivamente a la observancia de las formalidades previstas en el ordenamiento infraconstitucional, sino que debe juzgarse desde la perspectiva finalista que rige a los actos procesales de comunicación. Lo anterior resulta ser acorde al criterio jurisprudencial ampliamente sostenido por esta Sala, en el cual se ha establecido que los actos de comunicación se consideran eficaces no en razón de la observancia de las formalidades legales, sino esencialmente en cuanto a que los mismos cumplan con la misión de garantizar la defensa de los derechos de las partes en un plano de igualdad, v.gr. sentencia de amparo número 4-2001 de fecha 29/01/01. En este sentido, es que este Tribunal considera no haber existido vulneración constitucional al derecho de defensa material y técnica del favorecido, ya que la omisión en que incurrió el Juez de Paz de Apastepeque -por falta de citación que atendiera a las formalidades que la ley establece-, quedó subsanada, cuando se presentó escrito, demostrando el conocimiento que se tenia acerca de la imputación que pesaba sobre el señor Arnulfo Flores, y nombrando defensor particular para que fuera él quien ejerciera el derecho de defensa del ahora favorecido, no existiendo, por tanto, una disminución en el mencionado derecho -en su acepción material ni técnica-, pues se comprobó que se cumplió con el objetivo principal del acto de comunicación, el cual era, hacer saber al beneficiado de este hábeas corpus la imputación que pesaba en su contra, a fin de concederle la oportunidad de intervenir en el proceso y que dispusiera lo conveniente para defender sus derechos, y de esta manera evitar toda situación que pudiera generarle indefensión. Por tanto, en vista que el acto procesal de comunicación cumplió con su finalidad, es que se puede aseverar que en la realización de mismo no ha existido vulneración constitucional dado que la existencia de cualquier infracción procesal o procedimental no supone per se violación constitucional, razón por la cual es improcedente acceder a la pretensión de libertad del favorecido. Por las razones expuestas, esta Sala RESUELVE: a) Continúen vigentes las órdenes de captura giradas por el Juez Segundo de Instrucción de San Vicente, en contra del señor Arnulfo Flores; b) Certifíquese esta resolución y remítase junto con la certificación del proceso penal y expediente administrativo de sustanciación al Juzgado de donde proviene; c) notifíquese y archívese el presente proceso constitucional de hábeas corpus.- ---R. HERNANDEZ VALIENTE---J. E. TENORIO---MARIO SOLANO---J. ENRIQUE ACOSTA---PRONUNCIADO POR LOS SEÑORES MAGISTRADOS QUE LO SUSCRIBEN---S. RIVAS DE AVENDAÑO---RUBRICADAS.