Nunca se estableció muy bien

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OPTION INTERNATIONALE DE BACCALAURÉAT
JUIN 2013
SECTION ESPAGNOLE
ÉPREUVE ORALE DE LANGUE ET LITTÉRATURE
DURÉE: 30 minutes
SUJET: LENGUA Y LITERATURA
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5 10 15 20 25 30 35 Nunca se estableció muy bien cómo se conocieron. La propietaria de la
pensión de hombres solos donde vivía Bayardo San Román, contaba que éste
estaba haciendo la siesta en un mecedor de la sala, a fines de septiembre,
cuando Ángela Vicario y su madre atravesaron la plaza con dos canastas de
flores artificiales. Bayardo San Román despertó a medias, vio las dos mujeres
vestidas de negro inclemente que parecían los únicos seres vivos en el
marasmo de las dos de la tarde, y preguntó quién era la joven. La propietaria le
contestó que era la hija menor de la mujer que la acompañaba, y que se
llamaba Ángela Vicario. Bayardo San Román las siguió con la mirada hasta el
otro extremo de la plaza.
–Tiene el nombre bien puesto –dijo.
Luego recostó la cabeza en el espaldar del mecedor, y volvió a cerrar los
ojos.
–Cuando despierte –dijo–, recuérdame que me voy a casar con ella.
Ángela Vicario me contó que la propietaria de la pensión le había hablado de
este episodio desde antes de que Bayardo San Román la requiriera en amores.
«Me asusté mucho», me dijo. Tres personas que estaban en la pensión
confirmaron que el episodio había ocurrido, pero otras cuatro no lo creyeron
cierto. En cambio todas las versiones coincidían en que Ángela Vicario y
Bayardo San Román se habían visto por primera vez en las fiestas patrias de
octubre, durante una verbena de caridad en la que ella estuvo encargada de
cantar las rifas. Bayardo San Román llegó a la verbena y fue derecho al
mostrador atendido por la rifera lánguida cerrada de luto hasta la empuñadura,
y le preguntó cuánto costaba la ortofónica con incrustaciones de nácar que
había de ser el atractivo mayor de la feria. Ella le contestó que no estaba para
la venta sino para rifar.
― Mejor ―dijo él―, así será más fácil, y además, más barata.
Ella me confesó que había logrado impresionarla, pero por razones
contrarias del amor. «Yo detestaba a los hombres altaneros, y nunca había
visto uno con tantas ínfulas ―me dijo, evocando aquel día―. Además, pensé
que era un polaco.» Su contrariedad fue mayor cuando cantó la rifa de la
ortofónica, en medio de la ansiedad de todos, y en efecto se la ganó Bayardo
San Román. No podía imaginarse que él, solo por impresionarla, había
comprado todos los números de la rifa.
Esa noche, cuando volvió a su casa, Ángela Vicario encontró allí la
ortofónica envuelta en papel de regalo y adornada con un lazo de organza.
«Nunca pude saber cómo supo que era mi cumpleaños», me dijo. Le costó
trabajo convencer a sus padres de que no le había dado ningún motivo a
40 45 Bayardo San Román para que le mandara semejante regalo, y menos de una
manera tan visible que no pasó inadvertido para nadie. De modo que sus
hermanos mayores, Pedro y Pablo, llevaron la ortofónica al hotel para
devolvérsela a su dueño, y lo hicieron con tanto revuelo que no hubo nadie que
la viera venir y no la viera regresar. Con lo único que no contó la familia fue con
los encantos irresistibles de Bayardo San Román. Los gemelos no
reaparecieron hasta el amanecer del día siguiente, turbios de la borrachera,
llevando otra vez la ortofónica y llevando además a Bayardo San Román para
seguir la parranda en la casa.
Gabriel García Márquez, Crónica de una muerte anunciada (1981),
Editorial Mondadori, Barcelona, pp.36-39 
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