San Lorenzo - Diario del AltoAragón

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San Lorenzo Diario del AltoAragón - Martes, 10 de agosto de 2010
Viene de la página anterior
álgido del martirio. En posición
yacente el santo aparece tendido
sobre una parrilla formada por
barras cruzadas de madera en
la que casi ni siquiera se atreve a
apoyarse. Debajo pequeños trozos tallados y pintados en diversos matices en rojo y anaranjado,
simulando leños en combustión.
Es una escultura de reducidas dimensiones, mide 56 centímetros
de longitud, el santo aparece tendido y la postura es forzadísima,
el cuerpo se sostiene en el aire,
apoyando la mano derecha el
torso de lado. El rostro mira a la
derecha con ojos pequeños que
miran al cielo en actitud de súplica, de dolor y sometimiento y
aceptación del martirio. Existe
una pequeña inscripción en un
lateral de la parrilla correspondiente a una antífona de las segundas vísperas. Se ha atribuido
a la gubia del escultor Martínez
Montañés en pleno siglo XVII,
también se ha visto un claro manierismo evocador del arte de Berruguete, se considera una pieza
cumbre de finales del siglo XVI.
Don José Caro Cruz la considera, sin duda, obra del imaginero Sebastián Solís que trabajó a
principios del siglo XVII en la Catedral.
Podemos ver la poca aceptación de la sonrisa en la edad media, representada en la novela
y posterior película titulada “El
nombre de la rosa” donde surgen
una serie de discusiones sobre
aspectos filosóficos entre Guillermo y el monje Jorge, personaje que no está nada de acuerdo
con la filosofía de Aristóteles,
que veía la risa saludable, ya que
éste veía la risa como algo estúpido, al contrario que el filósofo. La risa es signo de estulticia.
Reírse del mal significa no estar
dispuesto a combatirlo, y reírse
del bien significa desconocer la
fuerza del bien, que se difunde
por sí solo. El monje opina que
Dios es lo opuesto al humor. Guillermo piensa todo lo contrario
que Jorge y no ve la risa algo malo. El monje termina por eliminar
a quienes leían y manejaban el libro prohibido que hablaba de la
risa envenenando sus hojas.
Se aprecia un serio conflicto
religioso entre Papado y franciscanos, ortodoxia y herejías. El
trasfondo de esas herejías se basa en la risa, una risa desmesurada, la cual está considerada por
el monje como impía y por tanto, pecado.
Volviendo a la visión más general de la sonrisa en el arte encontramos bellos ejemplos en el
mundo egipcio, del escriba sentado, de Nefertiti etc. La sonrisa arcaica en la Grecia antigua,
el Moscóforo, las representaciones masculinas (Kuroi) y femeninas (Korai). Existe la sonrisa
ampliamente representada en
el mundo clásico. Con todo esto
no es muy frecuente que a partir
de la Edad Media en las obras artísticas, sean del tipo que sean,
esté representada la sonrisa. El
“providencialismo
medieval,
manifestación primordial de un
sentimiento teocentrista dominante, no da para muchas alegrías en la vida cotidiana y, en
consecuencia, tampoco en la
producción artística. Las primeras manifestaciones de las sonrisas en el medievo estarán ya
muy próximas al Renacimiento y
en algunos casos pueden adquirir una característica peyorativa.
Pudiendo haber lecturas religiosas paralelas. A finales del siglo
XIII fue esculpido en el pórtico de
la catedral de Basilea unos rostros sonrientes: “las vírgenes fatuas”, que sonreían por su propia
estulticia, muy lejana de la verdadera fe. Es en el Renacimiento cuando empiece a vivirse un
antropocentrismo claro, la sonrisa volverá a manifestarse, volviendo a los clásicos. Bellísimas
vírgenes y ángeles sonrientes se
representarán. Dos sonrisas elegantes como la de la Monna Lisa y el San Juan de Leonardo de
Vinci. La sonrisa picaresca de Ribera, en el Piezambo. En Velázquez destacaría “Los borrachos”.
Murillo, Goya con la sonrisa regia del retrato de Carlos III. Qué
duda cabe que el arte español
está cargado de singulares sonrisas pero en el arte religioso
tiene ciertamente algunas limitaciones sobre todo después de
algunos concilios y producto de
algunas herejías.
En la edad media aparecen
en los capiteles románicos algunas sonrisas socarronas, casi
obscenas, que contrastan con la
seriedad de la figuras religiosas
en contraposición con las de influencia de temática pagana. A lo
largo de la historia se han podido
identificar períodos en los que se
manifestó miedo a la risa. Una de
las causas mayores del miedo a
la risa es el poder del humor en
la vida humana. Para poder apreciar la fuerza de su efecto hay
que partir del miedo que se experimentaba en la Edad Media,
y descubrir el origen de la risa en
el Renacimiento. Con la risa hay
un elemento de victoria sobre el
miedo que infunden el poder y
las fuerzas opresoras y limitadoras. El tono serio se impuso como
una forma de expresar la verdad,
el buen camino.
Después del Concilio de Trento en España se potenciará el culto a los santos y se cuidará mucho
este aspecto de cómo deben representarse las imágenes. De la
sesión XXV del año 1563, donde
se habló de la invocación de los
santos y de las sagradas imágenes, salió el mandato del uso legítimo de las imágenes y cómo
deben representarse. Esto influirá muchísimo posteriormente.
Pérez de Ayala, tomo I y III del
“Tratado de los errores”, donde
critica el mal hacer de algunos
artistas, en su libro da consejos
de cómo se deben representar
las obras religiosas. En una de
sus páginas dice: “por lo que toca á representar las imágenes de
los mártires, en ninguna manera puedo aprobar o permitir que
se pinten alegres y sonrientes
cuando han padecido suplicio,
tormento, o bien cuando les llevaban al suplicio, sino porque este
modo de representar a los mártires es muy ajeno de la gravedad y
seriedad cristiana y no se pueden
bastamente manifestar las penas
y tormentos que padecieron por
Jesucristo.”
La obra de aforismos “Oráculo manual y arte de la prudencia”, de Baltasar Gracián, que
Hemos visto la gran carga
ideológica que pueden llevar a
realizar una serie de obras de una
manera u otra y cuantos aspectos
pueden influir en sus representaciones dependiendo del periodo
o de momentos de poder. Todo
esto también era un ejemplo más
de la unión del ordenamiento religioso con el político y social,
que desembocaba en una uniformización de conductas que
servían igual al Estado y a la Iglesia. Las imágenes sonrientes que
hemos presentado son casi una
excepción en un mártir, por eso
debemos apreciarlas aún más y
casualmente las dos se encuentran en la Basílica de San Lorenzo y tiene el honor de lucirlas. El
resto seguirán mostrando el dolor y la pasión propia de los mártires. Nosotros en fiestas nos
quedamos con las primeras.
NOTAS:
Detalle de la imagen de san Lorenzo. Madera policromada. Capilla de
San Lorenzo. Basílica de San Lorenzo (Huesca) Foto: Tinazoom.
escribió en 1647, habla sobre el
sufrimiento y en el nº159 dice:
Saber sufrir. “La mayor regla del
vivir, según Epicteto, es el sufrir,
y a esto redujo la mitad de la sabiduría. Nace del sufrimiento la
inestimable paz, que es la felicidad de la tierra”.
GÓMEZ ZORRAQUINO, I.: Los santos Lorenzo y Orencio se ponen al
servicio de las “tradiciones” (siglo XVII). Colección de estudios
altoaragoneses, nº 55 IEA, Huesca, 2007
NAVAL MAS, Antonio y Joaquín: Inventario artístico de Huesca y su
provincia. 2 tomos. Ministerio de
Cultura, Madrid, 1980.
IGUACEN BORAU, D.: La basílica de
S. Lorenzo de Huesca. Zaragoza,
1969
RINCÓN, W Y ROMERO, A.: Iconografía de los santos aragoneses. Librería General, Zaragoza,
1982.
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