asia Santuario Yasukuni 16 / El Viejo Topo 315 / abril 2014 asia La katana del samurái por Higinio Polo S hinzō Abe, el primer ministro japonés, se niega a reconocer los crímenes de guerra que el ejército japonés cometió en China y Corea. Su visita al santuario Yasukuni ha sido leída como un gesto hostil hacia sus vecinos, China y las dos Coreas, y no presagia nada bueno. El 26 de diciembre de 2013 Shinzō Abe, el primer ministro japonés, decidió visitar el santuario Yasukuni. Era el día del primer aniversario de su llegada al poder, y el gesto registraba un gran simbolismo. Hacía siete años que un primer ministro japonés no visitaba ese santuario: Junichiro Koizumi lo hizo en 2006. Yasukuni no es un sencillo templo. Situado en el centro de Tokio, no lejos del frenético Shinjuku, guarda los “espíritus” de más de dos millones y medio de japoneses muertos en las guerras desatadas desde el final del siglo XIX, pero, sobre todo, los de soldados muertos durante la ocupación de Manchuria, y la invasión de las regiones orientales de China antes del estallido de la guerra global y, aún más, durante la Segunda Guerra Mundial. Cualquier visitante ocasional se extrañaría de la grave crisis política causada por la visita de un gobernante a ese lugar, si ignorase el enorme valor simbólico del santuario. Todo parece apacible en Yasukuni, recoleto, acogedor, con los rasgos amables de la cultura japonesa: parecería un templo sintoísta más, oculto entre jardines. No hay en él ninguna referencia a las atrocidades cometidas por el ejército imperial japonés, ni a las matanzas perpetradas por Japón en China durante la ocupación colonial, ni se dice nada sobre los centenares de miles de mujeres coreanas y chinas que fueron obligadas por el ejército nipón a la esclavitud sexual y, muchas veces, a la muerte durante la guerra, ni se habla sobre los experimentos con seres humanos que realizó el ejército nipón en China. Por el contrario, es posible comprar en Yasukuni publicaciones que califican como mentiras y propaganda matanzas como la de Nan - king. Sin embargo, más de mil criminales de guerra, responsables de asesinatos masivos durante la Segunda Guerra Mun dial, son honrados en el santuario, entre ellos, Hideki Tōjō, Heitaro Kimura, Iwane Matsui, Seishiro Itagaki, Kenji Doihara, Akira Mutō, Kōki Hirota, todos ellos condenados a muerte tras la guerra. La visita de Shinzō Abe a Yasukuni sería equivalente a una visita de Angela Merkel a un cementerio (si existiera) donde se encontrasen, y fuesen honradas, las tumbas de Hitler, Göring, Himmler, Rudolf Hess, Goebbels, Bormann, Heydrich, Eichmann y otros verdugos nazis. Pese al disimulo posterior, nada en esa visita era casual. La explicación oficial del gobierno japonés fue que la presencia de Abe en Yasukuni no representaba ningún gesto hostil hacia los países vecinos, China y las dos Coreas, sino que respondía al deseo del primer ministro de “informar a las almas de los muertos” sobre el trabajo de su gabinete, y para hacer votos por la paz, como si su acción fuera un sencillo anhelo enviado a los kami, los dioses o espíritus del sintoísmo. Pero, detrás de esa ceremonia, se esconde la tradicional visión del nacionalismo nipón que, pese a la derrota en la Segunda Guerra Mundial, sigue alimentando la idea de que fue una “guerra justa”, donde Japón se defendió, y que pretende justificar la agresión japonesa rindiendo honores a quienes considera héroes, aunque el resto del mundo los califique como criminales de guerra. * * * Abe, y, con él, buena parte del conservadurismo japonés, se El Viejo Topo 315 / abril 2014/ 17 asia niega a reconocer los crímenes de guerra y las matanzas que protagonizó el régimen fascista japonés durante la Segunda Guerra Mundial, y apenas ha hecho algunas declaraciones lamentando los sufrimientos que causó, aunque, consciente de la carga simbólica y de las repercusiones políticas de su gesto, lo acompañó de una oferta de diálogo y de explicaciones a China y a Corea del Sur (países que, junto a Corea del Norte, fueron las principales víctimas del militarismo japonés en el siglo XX) sobre las razones de su visita al santuario, oferta que fue rechazada de inmediato por Pekín y Seúl. No ha sido el único disparate de Abe: el primer ministro japonés llegó a posar sentado en la carlinga de un avión que ostentaba el número 731, que recuerda, sin equívoco posible, a la siniestra unidad 731 del ejército nipón, un escuadrón de desarrollo de armamento biológico y químico que experimentó con seres humanos y causó centenares de miles de víctimas en China, en un programa semejante al que mantenía la Alemania nazi. Solamente en la ciudad de Harbin los experimentos de la unidad 731 llevaron a la muerte a unas diez mil personas, y el proceso celebrado en 1949 en la ciudad soviética de Jabárovsk (donde fue condenado el general japonés Otozō Yamada por la comisión de crímenes de guerra) demostró documentalmente el programa japonés de Shinzō Abe en su visita a Yasukuni utilización de armas biológicas y químicas y su experimentación en seres humanos. la guerra a ser esclavas sexuales. Para Hashimoto, ese horror fue El primer ministro Abe tampoco cree que Japón actuase mal una decisión necesaria “para mantener la disciplina militar”. El durante los años de colonización en Asia, ni considera oportunegacionismo llega también a muchos sectores de la sociedad no que su país (a diferencia de lo que hizo Alemania) tenga que japonesa, influidos por la tradición de culto al emperador, por pedir perdón por su pasado militarista; ni tan siquiera está de el silencio con que se han envuelto las atrocidades durante acuerdo con las sentencias que dictó el Tribudécadas e, incluso, por el recuerdo de los padecinal de Tokio que condenó a los criminales de mientos de la población japonesa en la guerra y la guerra japoneses: entre ellos, al primer minisposguerra: no debe olvidarse que esa misma sol alcalde de Osaka tro, Hideki Tōjō ; al jefe de la aviación, Kenji ciedad nipona que siguió la locura militarista de defendió la esclavitud Doihara; al ministro de la guerra, Seishirō Ita Hirohito y Tōjō fue también la que recibió un gaki; al ministro de Exteriores, Kōki Hirota; al castigo apocalíptico con las explosiones atómicas forzada de doscientas comandante de las tropas japonesas en Bir norteamericanas en Hiroshima y Nagasaki y con mil mujeres chinas y mania, Heitarō Kimura; o al feroz comandanlos bombardeos sobre el país que arrasaron cencoreanas que fueron te de las fuerzas ocupantes de Nanking, Iwane tenares de ciudades, y con el hambre, la destrucobligadas por el ejército Matsui. ción y la miseria de posguerra, de manera que ese japonés a ser esclavas La actitud de Abe no es una excepción entre sufrimiento se ha interiorizado como un castigo sexuales. muchos dirigentes de la derecha nacionalista, excesivo e injusto que, si bien no ha llevado a los ni tampoco es extraño que no sea mantenida japoneses de hoy a manifestar odio y desconfiansólo la extrema derecha. Otros destacados za hacia Estados Unidos, ha servido para alimenmiembros de la derecha japonesa mantienen posiciones semetar en una parte de la población ese negacionismo que ha llegajantes. Toru Hashimoto, alcalde de Osaka, por ejemplo, dedo a integrarse en los libros de los escolares. fendió la esclavitud forzada de doscientas mil mujeres chinas y Naoki Hyakuta, que forma parte de la dirección de la cadena coreanas que fueron obligadas por el ejército japonés durante pública de televisión NHK, declaraba hace unas semanas, pese E 18 / El Viejo Topo 315 / abril 2014 asia a las evidencias, que nunca tuvo lugar la matanza de Nanking, y que todo es fruto de la propaganda china. Esa masacre, según las más fiables fuentes históricas, causó la muerte de centenares de miles de personas: la sentencia del Tribunal de Tokio (Tribunal Penal Militar Internacional para el Lejano Oriente) de 1948, declaró probado que la matanza de Nanking de diciembre de 1937 arrasó la ciudad, consignando que miles de ciudadanos chinos fueron enterrados vivos, que muchas niñas fueron violadas, incluso desde los siete y ocho años, y que las veinte mil mujeres chinas violadas (y muchas, después, mutiladas y asesinadas), configuraron un escenario del horror que causó más de trescientos mil muertos en Nanking. El dolor sigue vivo entre los ciudadanos chinos: cada 13 de diciembre, la ciudad queda paralizada por las sirenas que recuerdan la matanza. No es nada sorprendente, porque durante la ocupación japonesa murieron veinte millones de chinos; de hecho, tras la Unión Soviética, China fue el país que más muertos tuvo que enterrar, y frivolizar con ello, o realizar homenajes a los verdugos en Yasukuni, hiere profundamente la sensibilidad de los ciudadanos chinos. * * * Hirohito en Yasukuni, 1935 china y por las disputas en el Mar de la China del sur, y son recurrentes las alarmas lanzadas regularmente por el gobierno norteamericano, su prensa u organismos afines, sobre el “creciente poder militar chino”. Sembrar dudas y atizar disputas, como está haciendo el gobierno norteamericano no parece la mejor opción para impulsar la distensión en Asia. También se encuentra Washington tras las declaraciones del presidente de Filipinas, Benigno Aquino, quien, en el Foro de Davos, hizo una disparatada comparación entre las reclamaciones chinas sobre algunas islas (como las Senkaku-Diaoyu, las islas Spratly, o los atolones Scarborough) con las exigencias de la Alemania nazi sobre Checoslovaquia en vísperas de la Segunda Guerra Mundial. Aquino no be, en un hubiera hecho esas declaraciones sin el aval mensaje dirigido a de Washington. El mismo fin persiguen las estodo el país, anunció el porádicas revelaciones de militares norteamericanos de escasa relevancia sobre las hipotépropósito de su ticas intenciones del gobierno chino de librar gobierno de reformar una rápida guerra aleccionadora contra Japón, la Constitución para que han aparecido durante los últimos meses cambiar un texto que en la prensa de distintos países del sudeste incluye la renuncia asiático. Las repercusiones de la visita a Yasukuni no se hicieron esperar. Tokio se vio obligado a dar explicaciones, no ya a Pekín y Seúl, sino también a Was hington. Nobuo Kishi, viceministro de Exteriores, y el ex ministro de Exteriores Hirofumi Nakasone, hijo del ex primer ministro nacionalista Yasuhiro Nakasone, fueron los encargados de justificar la posición japonesa ante sus aliados norteamericanos. Incluso la India, que mantiene algunas diferencias con China, consideró inadecuada la visita de Abe al santuario. Pese a ello, Washington, auna la guerra. que no comparte plenamente los planteamientos * * * del primer ministro japonés, a quien juzga dema siado nacionalista e imprevisible, alienta en la Tokio sigue una activa política internacional, dirigida a los práctica la política japonesa por el procedimiento de sembrar gobiernos asiáticos, europeos y al norteamericano, pero oriendudas sobre las intenciones de China en Asia y en el resto del tada también a los medios de comunicación, para hacer arraimundo. Así, el subsecretario de Estado norteamericano, Daniel gar la visión de que las islas Senkaku-Diaoyu le pertenecen. Rusel, proclamaba la preocupación de su país por la conducta A El Viejo Topo 315 / abril 2014/ 19 asia Japón también mantiene una disputa con Corea del Sur por las los supuestos planes del gobierno chino para establecer una islas Dokdo (o Takeshima, como las denomina en japonés), y Zona de Identificación de Defensa Aérea, ZIDA, sobre el Mar de tiene tensas relaciones con Seúl (y con Corea del Norte) por la la China del Sur, acusación que encontró inmediato eco en las misma razón que con China: la ocupación colonial y los crímereacciones de altos funcionarios norteamericanos. Danny nes japoneses durante la Segunda Guerra Mundial. Al mismo Russel, responsable en el Departamento de Estado norteametiempo, las diferencias que Tokio mantiene con Moscú sobre ricano de las cuestiones del Asia oriental y el Pacífico, se perlas islas Kuriles (que Japón denomina “territomitió advertir a China sobre la eventualidad de rios del Norte”) añaden dificultades al objetiuna ZIDA, mientras el gobierno norteamericavo japonés de concentrar sus fuerzas contra no enviaba a la zona barcos militares y bombarl acentuado China, a quien juzga su principal rival y el maderos B-52 en una explícita exhibición de fuernacionalismo del nuevo yor riesgo para el futuro. Tokio reclama a za. Tokio no descuida otros escenarios internaMoscú las islas de Iturup, Kunashir, Shikotan cionales, donde critica la actuación de China: el gobierno japonés, junto al y Habomai, las más próximas a la isla japonepropio Abe, durante la reciente gira por África reforzamiento de su sa de Hokaido. Por ello, Abe pretende llegar a que le llevó a Costa de Marfil, Mozambique y potencial militar es un un acuerdo con Rusia que resuelva la cuestión Etiopía, se permitió afirmar que la ayuda china mensaje preciso que tiene de las islas Kuriles y culmine con un tratado al continente busca apropiarse de sus mercados un destinatario: China. de paz, que no se firmó tras el fin de la Seguny sus recursos, mientras que, según él, la ayuda da Guerra Mundial. Pero es un objetivo difijaponesa crea puestos de trabajo en África. cultoso, dado que Tokio no quiere Abe, en un mensaje dirigido a todo el renunciar a sus reclamaciones país, anunció el propósito de su gobierhistóricas, y porque, tras él, se enno de reformar la Constitución, para cuentran también los ecos de la cambiar un texto que incluye la renunguerra de 1905, donde Japón decia a la guerra, y lo hizo utilizando un rrotó a la Rusia zarista y cuyo delenguaje equívoco y el eufemismo de la senlace dio prestigio al militarisdefensa de un “pacifismo activo” para mo y el imperialismo japonés que enmascarar el propósito de eliminar las codiciaba Corea y la Manchuria limitaciones que la Constitución de china, contienda muy importante 1947 (redactada e impuesta por el todavía para el tradicional sentido gobierno estadounidense de ocupadel honor y del deber que mantieción) impone a sus fuerzas armadas: el ne la sociedad japonesa con su deseo de convertir a Japón en una nueva propio pasado. A semejanza de las potencia militar, resucita las tentaciones reivindicaciones de la extrema dedel militarismo del pasado. Decisiones recha alemana sobre los territocomo la creación del Consejo de rios de Silesia y Prusia Oriental, su Seguridad Nacional, el aumento de los equivalente japonesa aprovecha gastos militares, y una nueva doctrina la convención anual sobre las Ku de Seguridad nacional, junto a los plaEl muro de los kamikazes en Yasukuni riles que se celebra en Japón para nes para reforzar su ejército y consolidar estimular los sentimientos naciola alianza con los Estados Unidos, indinalistas nipones. can el objetivo del gobierno de Abe. Curiosamente, frente a tanta queja y alarma por la política de Además, el gobierno de Tokio aprobó, a finales de año, un proPekín, a principios de año, Ichita Yamamoto, ministro del grama quinquenal de reforzamiento militar ligado a la nueva gobierno de Abe, declaró que su país iba a nacionalizar casi estrategia defensiva del país, que pretende aumentar las misiotrescientas islas dentro de lo que Tokio considera aguas territones militares en el exterior e incorporarse al mercado de la riales japonesas. El anuncio, hecho mientras sigue sin resolverventa de armamentos. Para justificar su nueva política, Abe se la disputa por las islas Senkaku-Diaoyu, añadía combustible mantiene que la situación en Asia se agrava debido al reforzaa la preocupante hoguera que empieza a arder en oriente. En miento militar chino y a su expansión marítima y aérea, sin febrero, portavoces oficiosos del gobierno japonés divulgaron reparar en que Pekín no ha tomado ninguna decisión en ese E 20 / El Viejo Topo 315 / abril 2014 asia sentido, y sin querer examinar el escenario creado por el dispositivo militar norteamericano en Asia, y el rosario de instalaciones militares estadounidenses en la periferia china, de forma que, ante las justificadas quejas del gobierno chino sobre el creciente cerco militar sobre sus fronteras, Tokio alega que su objetivo (y el de Estados Unidos) no es rodear a China sino hacer de esta un miembro responsable de la comunidad internacional… dando por supuesto que, hoy, no lo es. El acentuado nacionalismo del nuevo gobierno japonés, junto al reforzamiento de su potencial militar es un mensaje preciso que tiene un destinatario: China. La visión nacionalista de Abe acaricia la idea de dotar a Japón de una fuerza militar similar a la importancia económica de Japón, que es la tercera potencia mundial, para desempeñar un papel más relevante en Asia y hacer frente al reforzamiento chino, como declaró Abe al Wall Street Journal. Por su parte, China no deja de recordar el contraste entre la actitud de Tokio y la de Alemania, a la hora de abordar su responsabilidad histórica, su pasado militarista y la comisión de crímenes de guerra. China considera, además, que la política norteamericana en Asia fomenta las disputas, como pusieron de manifiesto las garantías dadas por John Kerry al gobierno japonés durante la visita a Washington del ministro japonés de exteriores, Fumio Kishida, a finales de febrero, de que Washington ayudaría a Japón si la tensión en los mares próximos a China aumenta. Es obvio que esas garantías norteamericanas dan alas al nuevo rumbo del gobierno japonés. Japón fue hasta el siglo XX la principal potencia naval de Asia, y forzó a China a ceder Taiwán y Lüshunkou (Port Arthur), consiguió parte de la isla rusa de Sajalín, y después se adentró por la senda del militarismo fascista, ocupando grandes regiones de China y toda la península de Corea, causando la muerte y el sufrimiento entre sus vecinos, que no han olvidado, y que permanecen siempre alertas ante el histórico racismo ja ponés hacia chinos y coreanos y otros pueblos asiáticos, que no ha desaparecido, aunque se mantenga latente y silencioso. Ahora, el orgullo nacionalista japonés, que Shinz Abe no duda en estimular, ha reavivado las disputas históricas con Pekín, que están afectando incluso a los intercambios económicos entre las dos potencias asiáticas, hasta el punto de que el propio primer ministro japonés declaró en el reciente Foro de Davos que la tensión entre su país y China recuerda al enfrentamiento entre Gran Bretaña y Alemania durante los años de la “paz armada” previos al estallido de la Primera Guerra Mundial. Japón, que cayó prisionero en las redes del militarismo fascista en los años previos a la Segunda Guerra Mundial, ha vivido sesenta años a la sombra de los Estados Unidos, como un viejo enemigo convertido en un aliado derrotado y sumiso, en un gigante económico y, al mismo tiempo, en un Estado sin protagonismo internacional, siempre discreto, siempre dispuesto a aceptar los designios y la voluntad de quien le envolvió en el terror atómico. Ese país del sol naciente, amable y educado, admirable por tantas cosas, parece ahora, con el gobierno de Shinzō Abe, olvidar las desgracias del pasado, y prisionero, otra vez, de la retórica nacionalista, como si estuviera presto a resucitar el militarismo fascista de ayer, blande de nuevo la katana del samurái ■ El Viejo Topo 315 / abril 2014/ 21