MOVIDA MISIONERA JUVENIL 1º subsidio preparatorio- LA MISION Antes de su ascensión al Cielo, Jesucristo da a los apóstoles el Mandato Misionero: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mt 28, 19). Es el momento en el cual Jesús envía a los apóstoles, y a través de ellos a toda la Iglesia, a la Misión. En este momento nace la misión. “Al llamar a los suyos para que lo sigan, les da un encargo muy preciso: anunciar el evangelio del Reino a todas las naciones (CF Mt 28,19; Lc 24,46-48). Por esto todo discípulo es misionero, pues Jesús lo hace partícipe de su misión al mismo tiempo que lo vincula a Él como amigo y hermano. Cumplir este encargo no es una tarea opcional sino parte integrante de la identidad cristiana, porque es la extensión testimonial de la vocación misma” (DA 144). ¿Qué es misión? Misión es un término que significa envío. A quien se le confía una misión se le está haciendo un envío. La misión supone, entonces, una encomienda, un depósito de confianza. Trasladando la definición, la Iglesia es la depositaria de la misión de Jesús. ¿Y cuál es la misión de Jesús? Él mismo la define con una sentencia: “Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él” (Jn. 3, 17). Jesús es consciente que el Padre le ha encargado la misión de salvar al mundo. La Iglesia, continuadora de la misión del Hijo, debe trabajar sin descanso para que la salvación llegue a todos, para que todos conozcan a Cristo, para que todos lo encuentren. En la misión se deben buscar los medios para que la semilla de Cristo perdure en el corazón y de fruto. (Jn 15, 1-4). Ese es su encargo. El misionero es aquel que “transmite la Buena Nueva de Jesucristo a los demás”. El misionero puede transmitir este mensaje porque él es testigo de Jesucristo. Por lo tanto, aquel que no es “testigo” de Jesús, que no ha “visto, oído y tocado” a Jesús, no puede ser misionero. Nosotros, ¿Cómo podemos ser sus testigos si no estuvimos con Él? ¿Acaso nosotros vimos, oímos o tocamos a Jesús? 1. Haber visto, oído y tocado a Jesús ¿Cómo podemos hoy “ver, oír y tocar” a Jesús? Hoy podemos ser testigos de Jesús de la siguiente forma: • Su palabra nos permite “ver” a Jesús. • A través de la Iglesia, podemos “ver” y “oír” las palabras de Jesús. “Quien recibe a los que La ha enviado, a El lo recibe, y recibe también al Padre que lo envió” (Mt 10,40) • En la oración podemos hablar con Jesús y “oír” su voz. • En la Eucaristía podemos “tocar” a Jesús. “Tomen y coman, este es mi Cuerpo (…) Tomen y beban, esta es mi Sangre” (Mt 26,26-28) • En nuestro prójimo podemos “tocar” a Jesús, que nos dijo: “Todo aquello que hagan por uno de mis hermanos, me lo están haciendo a mí” (Mt 25,40). Esto quiere decir que podemos ver, ayudar y compartir con Jesús, cuando lo hacemos con los más necesitados por amor a Él. Entonces, ser testigos de Jesús, en nuestros días, significa ser un cristiano auténtico, no sólo de palabra, sino cristianos activos, que se preocupan por conocer cada vez más a Jesús, por comunicarse con El y por poner en práctica sus enseñanzas sirviendo a los demás. El misionero debe tener siempre como pilares de su vida: la palabra, la eucaristía y la oración. 2. Dar testimonio de Jesús El testigo es aquel que cuenta lo que ha visto, que da testimonio “Señor, que quien me mire te vea”. En nuestra vida, es necesario que demos testimonio de Él, si no, no tenemos razón de existir. Y el testimonio debe darse de dos maneras: • con palabras: anunciando y enseñando. “No podemos callar lo que hemos visto ni oído” • con hechos: viviendo de acuerdo a las enseñanzas y el ejemplo de Jesús ya que “de la abundancia del corazón, habla la boca” (Lc 6, 45) • El modelo del discípulo misionero es el Maestro, y la misión se debe hacer según ese modelo. Aprendemos de Él y caminamos su seguimiento con la meta de volvernos cada día más parecidos a sus palabras, más semejantes a sus acciones, más cercanos a su querer. La misión de Jesús se desarrolló desde el servicio y la humildad. La actitud de Jesús es la de aquel que tiene su confianza en el Padre y no se aferra a lo mundano. La misión de la Iglesia está llamada a realizarse siguiendo este modelo de servicio. La misión es un servicio de amor. La misión nos ofrece la oportunidad de ser mensajeros de Dios, nos posibilita comunicar a Cristo y llevar a todos su mensaje de amor. Nos da la oportunidad de difundir su evangelio y de construir el Reino. La misión debe realizarse en la alegría del Evangelio. Como sintetiza Aparecida: “Los cristianos somos portadores de buenas noticias para la humanidad y no profetas de desventuras” (DA 29). Tengamos presente siempre qué es y qué no es el misionero El misionero no es aquel que sabe todo y por eso sale a comunicarlo a los demás, es quien reconociendo sus límites sabe que el Señor le dará las fuerzas y las palabras para transmitir la buena noticia. El misionero no es el héroe de la película, pues el único héroe es Cristo; sino que es aquel que con valentía pero con humildad se lanza a luchar por Cristo y su Evangelio. El misionero no es aquel que por lastima a los demás les anuncia el Evangelio; sino que es quien por Amor a los hombres y a Dios entrega su tiempo a favor de los demás. El misionero debe ser anónimo y así permitir que sea Cristo quien llegue a las personas, y no el. El misionero debe salir a anunciar animado por la acción del Espíritu ya que es el Espíritu Santo quien guía a la Iglesia en este camino. "Misionar no es hacer la obra de Dios, sino dejar que el señor haga su obra" ¡¡¡PREGUNTAS PARA COMPARTIR EN COMUNIDAD!!! 1) ¿Somos conscientes de que cada uno de nosotros somos responsables de llevar a cabo la misión que Jesús nos encomendó? ¿estoy siendo protagonistas o soy un simple espectador? 2) ¿Cómo llevo “la buena noticia” a los demás en mi vida diaria (en tu casa, en el colegio, universidad, trabajo, en tu comunidad)? 3) ¿Qué cosas me impiden ser un buen discípulo de Jesús? 4) ¿Cuáles son mis dones, talentos y capacidades para la evangelización?