"EL POEMA DEL CID" CANTAR I Series 13 al 18 pp. 32 al 45 13 Martín Antolínez se vuelve a la ciudad Spidiós el caboso - de cuer e de veluntad. Sueltan las riendas - e pienssan de aguijar. Dixo Martín Antolinez, - el Burgalés leal: «veré a la mugier - a todo mio solaz, »castigar los he - commo abrán a far. »Si el rey me lo quisiere romar, - a mí non m'incal. »Antes seré convusco - que el sol quiera rayar.» Martín Antolinez se vuelve a la ciudad. Así se despidió aquel varón prudente, con todo el dolor de su alma. Todos soltaron las riendas, y espolearon 'su cabalgadura. El leal burgalés Martín Antolínez dijo entonces: _Quiero despedirme de mi mujer despacio, y advertir a todos lo que deberán hacer (en mi ausencia). Si el rey quisiera despojarme, no me importa. Antes de rayar el alba estaré de vuelta con vosotros. 14 El Cid va a Cerdeña a despedirse de su familia. Tornavas don Martino a Burgos - e mio Çid aguijó pora San Pero de Cardeña - quanto pudo a espolón, con estos caballeros - quel sirves a so sabor,Apriessa cantan los gallos - e quieren crebar albores, quando llegó, a San Pero - el buen Canpeador; el abbat don Sancho, - cristiano del Criador; rezaba los matines - abuelta de los albores. Y estaba doña Ximena - con ςinco dueñas de pro, rogando a San Pero - e al Criador: «Tú que a todos guías, - val a mio Çid el Canpeador.» El Cid va a Cardeña a despedirse de su familia. Mientras don Martín volvía a Burgos, el Cid daba de espuelas para San Pedro de Cardeña acompañado de aquellos caballeros que tan a su sabor le servían. Cantaban los gallos y quería romper el alba cuando llegó a San Pedro el buen Campeador. Al amanecer, el abad Don Sancho, buen cristiano, estaba rezando los maitines; y doña Jimena, con cinco ilustres damas de su compañía, rogaba así a San pedro y al Todopoderoso: _Tú que a todos guías, ampara tu a mi Cid Campeador. 15 Los monjes de Cardeña reciben al Cid.- Jimena y sus hijas, llegan ante el desterrado. Llamavan a la puerta, - i sopieron el mandado; Dios, qué alegre.fo el abbat don Sancho! Con lumbres e con candelas - al corral dieron salto, con tan grant gozo reςiben - al que en buen ora nasco. «Gradéscolo a Dios, mio Çid», - dixo el abbat don Sancho; «pues que aquí vos veo, - prendet de mi ospedado.» Dixo el Çid, - el que en buen hora nasco: graςias, don abbat, - e so vuestro pagado; »yo adobaré conducho - pora mí e pora míos vasallos; »mas por que me vo de tierra; - dovos ςincuaenta marcos, »si yo algún día visquiero, - seervos han doblados. »Non quiero far en el monesterio - un dinero de daño; »evades aquí pora doña Ximena - dovos ςient marcos; »a ella e a sus fijas e a sus dueñas - sirvádeslas est año. «Dues fijas dexo niñas - e prendetlas en los braςos; »aquí vos las acomiendo - a vos, abbat don Sancho; »dellas e de mi mugier - fagades todo recabdo. »Si essa despenssa vos falleςíere - o vos menguare. algo, »bien las abastad, yo assí vos lo mando; » por un marco que despendades - al monasterio daré yo quatro.» Otorgado gelo avie - el abbat de grado. doña Ximena - con sus fijas do va llegando; señas dueñas las traen - e adúzenlas en los braςos. Ant el Canpeador doña Ximena - fincó los inojos amos. Llorava de los ojos, - quísol besar las manos: «Merced, Canpeador, - en, ora buena fostes nado! »Por malos mestureros - de tierra sodes echado. Los monjes de Cardeña recibenal Cid.- Jimena y sus hijas llegan ante el desterrado. Llaman a la puerta; la noticia vuela en un instante. ¡Oh Dios, cual no fue la. alegría del abad don Sancho! Con luces y cirios acudieron todos al patio, y reciben llenos de gozo al que en buen hora nació. -¡Gracias a Dios, Cid mío! -dijo el abad don Sancho-. Y pues al fin os tengo a mi lado, sed mi huésped. Y el Cid bienhadado le dijo así: -¡Gracias, señor abad; muy satisfecho estoy de vos! Yo prepararé la comida para mí y para mi gente. .Como tengo que salir de la tierra, os quiero dejar cincuenta marcos, y os los doblaré si Dios me da- vida y salud. No quisiera causar el menor gasto en el monasterio. He aquí otros cien marcos -para que podáis servir durante este año a doña Jimena, a sus hijas y dueñas. Cuidadme bien a esas dos niñas que dejo; os las encomiendo especialmente' abad don Sancho. Tened toda clase de miramientos con ellas y con mi mujer. Si se os acabare el dinero u os faltare algo, no miréis en gastos para darles cuanto necesiten; os lo encargo mucho. Por cada marco que gastéis, yo daré cuatro al monasterio. El abad le ofrece hacerlo así con la mejor voluntad. Pero he aquí a doña Jimena y con ella sus hijas, cada una en brazos de una aya. Doña Jimena se arrodilla ante el Campeador; no puede contener las lágrimas, quiere besarle las manos: -Campeador, Campeador, en buen hora nacisteis. ¡Ay, que os destierran las intrigas de los malvados! 16 Jimena lamenta el desamparo en que queda la niñez de sus hijas. El Cid espera llegar a casarlas honradamente. Jimena lamenta el desamparo en que queda la niñez de sus hijas. casarlas honradamente. «Merced, ya Çid, - barba tan conplida! »Fem ante vos - yo e vuestras, fijas, »iffantes son - e de días chicas, »con aquestas mis dueñas - de quien so yo servida. »Yo lo veo - que estades vos en ida »e nos de vos - partir nos hemos en vida. »Dadnos consejo - por amor de Santa María!» Enclinó las manos -.la barba vellida, a las sues fijas - en braςo' las prendía, llególas al coraςón - ca mucho las quería. Llora de los ojos, - tan fuertemientre sospira: «Ya doña Ximena, - la mi mugier tan conplida, »commo a la mie alma - yo tanto vos quería. veedes - que partir nos emos en vida, »yo iré e vos - fincaredes remanida. »Plega a Dios - e a santa María, »que aun con mis manos - case estas mis fijas, »e vos, mugier ondrada, - de mi seades servida!» -Escuchadme, oh Cid de la hermosa barba. Henos aquí en vuestra presencia a mí y a vuestras hijas, muy niñas y tiernas; ved allí a las dueñas que me sirven. Ya veo que estáis para partir y que hemos de separarnos de vos. Por amor de Santa María, aconsejadnos lo que hemos de hacer. El de la hermosa barba alargó las manos, cogió a sus hijas en brazos, y las acercó, amoroso, a su corazón. Lágrimas acuden a sus ojos, y al fin dijo así, tras un suspiro: -Doña Jimena, mi excelente mujer, os quiero tanto como a mi alma. Ya lo veis: hemos de separarnos. Yo, tengo que alejarme, y vos vais a quedaros aquí. ¡Oh, plegue a Dios y a Santa María que pueda casar con mis propias manos a éstas mis hijas, y aun me quede vida para gozar de tanta ventura y para serviros a vos, mujer honrada! 17 Un centenar de castellanos se juntan en Burgos para irase con el Cid Un centenar de castellanos se juntan en Burgos para irse con el Cid Grand yantar le fazen - al buen Canpeador. Tañen las campanas - en San Pero a clamor. Por Castiella -odiendo van los pregones, commo se va de tierra - mio Çid el Canpeador; Le preparan una abundante comida al buen Campeador. Las campañas de San Pedro tañen a todo vuelo. En tanto, van diciendo por Castilla unos dexan casas - eotros onores. En aqués día - a la puent de Arlanςón ςientop quinze caballeros - todos juntados son; todos demandan - por mio Çid el Canpeador; Martín Antolinez - con ellos cojó. Vansse pora San Pero - do está el que en buena naςio. cómo se aleja de su tierra el Cid Campeador. (Por seguirle), unos abandonan sus casas, otros sus heredades. Ese mismo día pasaban el puente del Arlanzón ciento quince jinetes, preguntando por dónde anda el Cid. Martín Antolínez se les reúne, y juntos se encaminan hacia San Pedro, donde está el bienhadado. 18 Los cien castellanos llegan a Cardeña y se hacenvasallos del Cid. Éste dispone seguir su camino por la mañana, - Los maitines en Cardeña. Oración de Jimena. - Adiós del Cid a su familia. Últimos encargos al abad de Cárdena.- El Cid camina al destierro; hace noche después de pasar el Duero. Quando lo sopo - mio Çid el de Bivar, quel ςrece conpaña, - por que más valdrá, apriessa cavalga, - reςbir los sale; dont a ojo los ovo, tornos a sonrisar; lléganle todos, - la manol -ban besar Fabló mio Cid _ de toda voluntad: «yo ruego a Dios - e al Padre spirital, »vos, que por mí dexades - casas e heredades, »enantes que yo muera, - algún bien vos pueda far: »lo que perdedes - doblado vos lo cobrar.» Plogo a mio Çid - por que creςió en la yantar, plogo a los otros omnes todos - quantos con é1 están. Los seys días de plazdo - passados los an, tres an por troςir, - sepades que non más. Mandó el rey - a mio Çid aguardar, que, si después del plazo - en su tierral pudies tomar, por oro nin por plata - non podríe escapar. El día es exido, - la noch querié entrar, a sos caballeros - mandólos todos juntar : «Oid, varones, non vos caya en pesar; »poco aver trayo, - dar vos quiero vuestro part. »Seed menbrados - commo lo devedes far: »a la mañana, - cuando los gallos cantar´na, »non vos tardedes - mandedes ensellar; »en San Pedro a matines - tandrá el buen abbat, »la missa nos dirá - de santa Trinidad; »la missa dicha - penssemos de cabalgar. Los cien castellanos llegan a Cardeña y se hacen vasallos del Cid. - Éste dispone seguir su camino por la mañana.- Los maitines en Cárdeña.- Oración de Jimena.- Adiós del Cid a su familia.- Últimos encargos al abad de Cardeña.- El Cid camina al destierro; hace noche después de pasar el Duero. Cuando vió el Cid de Vivar que su compañía aumentaba, y con ello sus esperanzas de ganarse fácilmente la vida, sale a caballo a recibirlos. En cuanto los divisa, sonríe satisfecho. Todos llegan a besarle las manos (en señal de vasallaje). El Cid dijo animosamente: -Ruego a Dios, Padre Espiritual, que pueda haceros algún bien, a cambio de las heredades y casas que así habéis dejado por seguirme. Doblado habéis de cobrar lo que perdéis. El Cid se regocijaba de ver crecer su compañía, y todos sus hombres estaban tan alegres como él. -Han transcurrido ya seis días. Sabed que faltan tres, y no más, para que el plazo se cumpla. El rey ha mandado que vigilen al Cid<, y como le coja dentro de su tierra después del plazo, no escapará por todo el oro del mundo. El día va Quomo lo mandó mio Çid - assí lo an todos ha far. Passando va la noch, - viniendo la man; a los mediados gallos - piessan de ensellar. Tañen a matines - a una priessa tan grande; mio Çid e su mugier - a la eglesia vane. Echós doña. Ximena - en los grados delantel altare, rogando al Criador - quanto ella mejor sabe, que a mio Çid el Canpeador - que Dios le cariás de male: «Ya señor glorioso, - padre que en el cielo estase, » fezits ςielo e tierra, - el terςero el mare; » fezist estrellas e luna - y el sol pora escalentare; »prisist encarnación en Santa María madre, »en Belleem apareςist, - commo fo tu veluntáde; pastores te glorifficaron, - ouieron te a laudare, »tres reyes de Arabia te vinieron adorare, »Melchior - e Caspar e Baltasare, »oro e tus e mirra - te offreςieron de veluntade; »salvest a Jonás, - quando cayó en la mare, »salvest a Daniel - con sus leones en la mala cárςel. »salvest dentro en Roma. - a señor san Sebastián, »salvest a santa Susanna - del falso criminal; »por tierras andidiste treynta y dos años, Señor spirital, »mostrando los miraclos, - por en avemos qué fablar; »del agua fezist vino - e de la piedra pan. »resuςitest a Lázaro, - ca fo tu voluntad; »a lo judíos te dexeste prender; - do dicen monte Calvarie »pusiéronte en cruz - pro nombre en Gólgota; »dos ladrones contigo, - estos de señas partes, »el uno es en paradiso, - ca el otro non entró allá; »etando en la cruz, - vertud fezist muy grant; »Longinos era ςiego - que nunqua vido alguandre; »diot con la lanςa en el costado, - dont yxió lo sangre, »corrió por el astil ayuso, - las manos se ovo de untar »alςolas arriba, - llególas a la faz, »abrió sus ojos., - cató a todas partes, »enti crovo al ora, - por end es salvo de mal: »en el monumento - oviste a resuςitar, »fust a los infiernos, - commo fo tu voluntad; »crebanteste las puertas - e saqueste los santos padres. »Tú eres rey de los reyes,.- e de todel'-m'undo padre, » a ti adoro e credo - de toda voluntad, »e ruego a San Peydro - que me ayude,a rogar »por mio Çid el Canpeador, - que Dios le curie de maL »Quando oy nos partimos, - en vida nos faz juntar. La oraςión fecha, - la missa acabada la an, salieron de la eglesia, - ya quieren cavalgar. El Cid a doña Ximena - íbala a abraςar; doña Ximena al Çid - la manol va besar, llorando de los ojos, - que non sabe qué se far. cayendo, anochece. Manda el Cid a todos sus caballeros: -Oíd varones, y no os aflija lo que voy a deciros. Poco dinero traigo, pero quiero daros vuestra parte. Tened muy presente lo que debéis hacer: en cuanto amanezca, al canto del gallo, mandaréis ensillar sin tardanza. Nuestro buen abad tañerá a maitines en San Pedro, y no dirá la misa de la Santa Trinidad; y hecho esto, comenzaremos a cabalgar porque el plazo se acerca y hay que andar mucho todavía. Tal corno lo mandó se hará. Ya va pasando la noche, se acerca la mañana. Al segundo canto de los gallos comienzan a ensillar. Tañen presurosamente a maitines. El Cid y su mujer van a la iglesia. Doña Jimena se arroja sobre las gradas del altar, rogando-a Dios, lo mejor que puede, que libre de todo mal al Cid Campeador. -¡Glorioso Señor! -exclama-. Padre que estás en los cielos, creador del cielo y de la tierra y también del mar; de las estrellas y la luna y el sol que nos calienta; encarnado en Santa María madre; nacido en Belén según tu voluntad, donde te glorificaron y cantaron los pastores y te fueron a adorar tres reyes de Arabia -Melchor, Gaspar y Baltasar-, ofreciéndote de corazón el oro, el incienso y la mirra; tú salvaste a Jonás cuando cayó en la mar, y a Daniel de los leones en aquella funesta cárcel, y al señor San Sebastián en Roma, y a Santa Susana del criminal falsario; tú anduviste por el mundo treinta y dos años, oh Señor espiritual, obrando milagros tan famosos; hiciste del agua vino y pan de la piedra, y resucitaste a Lázaro por la fuerza de tu deseo; te dejaste prender de los judíos en el E él a las niñas - tornolas a catar: «a Dios vos acomiendo, - e al Padre spirital; »agora nos partimos, - Dios sabe el ajuntar. »Llorando de los ojos, - que non vidiestes atal, assís parten unos. d'otros - commo la uña de la carne. Myo Çid con los sos vasallos - penssó de cavalgar, a todos esperando, - la cabeςa tomando va. A tan grand sabor - fabló Minaya Álbar Fáñez: «Çid, do son vuetros esfuerςos? - en buena nasquiestes de madre; »pensemos de ir nuestra vía, - esto sea de vagar. »Aun todos estos duelos - en gozo se tornarán; »Dios que nos dio las almas, - consejo nos dará.» Al abbat don Sancho - tornan de castigar, commo sirva a doña Ximena - e a las fijas que ha, e a todas sus dueñas - que con ella están, bien sepa el abbat - que buen galardón dello prendrá. Tornado es don Sancho, - e. fabló Álvar Fáñez; «Si viéredes yentes venir - por connusco ir, abbat, »dezildeS que prendan el rastro - e pienssen de andar, »ca en yermo o en poblado - poder nos han alcanςar.» »dezildes que prendan el rastro - e pienssen de andar, ςerca viene El plazdo - por el reyno quitar. Vino mio Çid yazer. - a Spinaz de Can; grandes yentes sele acojen - essa noch de todas partes. Otro día mañana - piensa de cavalgar. Ixiendos va de tierra - el Canpeador leal, de siniestro San Estevan, - un buena ςibdad, passó por Alcobiella - que de Castiella fin es ya; la calςada de Quinea - ívala traspasar, sobre Navas de Palos - le Duero va passar, a la Figueruela - mio Çid iva posar. Vánssele acogiendo - yentes de todas partes. monte Calvario y poner en una cruz en el Gólgota, entre dos ladrones a ambas partes -uno merecedor del paraíso, otro no-; donde, estando en la. cruz hiciste todavía aquel raro milagro: Longinos, ciego de nacimiento, te dio con la lanza en el costado y la sangre brotada corrió por el asta abajo y le empapó las manos, y habiéndolas llevado a la cara, abrió los ojos, miró en redor, creyó en ti que así le curabas de su mal; tú resucitaste del sepulcro, fuiste por tu vo1untad alos infiernos, quebrantaste las puertas y sacaste a los santos padres; tú eres rey de los reyes y Padre y señor del mundo, en ti adoro y creo de corazón y ruego a San..Pedro que me ayude, a implorarte para que guardes de todo mal a mi Cid Campeador y puesto que ahora nos separamos, nos concedas volver a juntarnos en esta vida. Hecha la oración, la misa acabada, todos salieron de la iglesia y comienzan a montar. El Cid va a abrazar a doña Jimena que le besa la mano llorosa y sin saber bien lo que hace. Volvióse él a mirar a las niñas: -A Dios, Padre espiritual de todos, os encomiendo. Ahora nos separamos, pero sabe Dios cuando volveremos a reunirnos. No visteis llanto más amargo que aquél: así se separaban unos de otros como la uña de la carne. El Cid y sus vasallos están ya sobre las sillas, y el Cid vuelve la cabeza hacia los suyos. A ésta sazón, Minaya Alvar Fáñez se dejó oír: -Oh, Cid, nacido de madre en buena hora, ¿qué es de vuestro ánimo? Pensemos sólo en aguijar y dejémonos de ociosidades. Ya se tornarán los duelos en gozos. Dios, que nos ha dado estas almas, él nos dará su amparo. Vuelve a advertir al abad don Sancho que cuide de dolía Jimena y sus hijas y dueñas de compañía, y que tenga por cierto que ganará buena recompensa. Al acercarse don Sancho, Alvar Fáñez le dice: -Abad, si sabéis de gente que quiera venir con nosotros, les diréis que sigan el rastro y aprieten el paso, que ya nos darán alcance en yermo o en poblado. Ya sueltan las riendas, ya empiezan a caminar, que el plazo del destierro está por cumplirse. EnEspinazo de Can reposa el Cid. Mucha gente se le ha juntado aquella noche. otro día, de mañana, emprenden de nuevo el camino. De esta vez el leal Campeador deja su tierra. tirando por la izquierda de San Eteban (de Gormaz), buena ciudad, pasa después por Alcubilla (del Marqués), término de Castilla, y sale por la clazada de Quinea, cruzando el Duero sobre Navapalos, para rendir la jornada en Figueruela. De todas partes se le va reuniendo gente por el camino.