Resúmenes Historia Medieval de España II

Anuncio
GRADO EN GEOGRAFÍA E HISTORIA
HISTORIA MEDIEVAL DE ESPAÑA II
CURSO 2011/2012
ÍNDICE
1.
PROGRAMA DE LA ASIGNATURA
2.
RESÚMENES TEMAS I - XIII
3.
PRUEBAS DE EVALUACIÓN CONTÍNUA
PROGRAMA DE LA ASIGNATURA
TEMA I
LA GRAN EXPANSIÓN CRISTIANA DE LAS CORONAS DE CASTILLA Y DE ARAGÓN, EN
EL SIGLO XIII, Y EL AISLAMIENTO DE NAVARRA.
(Manual pp. 479-491; y 511)
1.
2.
3.
4.
5.
6.
La conquista y repoblación de Andalucía.
La conquista y repoblación de Murcia.
Las revueltas mudéjares.
La conquista y repoblación de Mallorca.
La conquista y repoblación de Valencia.
Bloqueo navarro: la Casa de Champagne y el Fuero Antiguo.
TEMA II
LA CONSOLIDACIÓN DE LAS MONARQUÍAS PENINSULARES EN EL SIGLO XIII.
(Manual, pp.: 497-516)
1. La afirmación del poder real en Castilla y las resistencias a dicha consolidación en los reinados de
Fernando III y Alfonso X.
2. La pretensión imperial de Alfonso X.
3. La Corona de Aragón y el autoritarismo pactista.
4. La centralización del poder en Portugal.
5. Navarra: pactismo y foralidad.
TEMA III
LA EXPANSIÓN MEDITERRÁNEA DE LA CORONA DE ARAGÓN.
(Manual: pp. 573-602)
1. La incorporación de Sicilia a la Corona de Aragón.
2. La expedición de los almogávares al Imperio de Oriente y la incorporación de los ducados de
Atenas y Neopatria.
3. La conquista de Cerdeña
4. La Corona de Aragón y el Norte de África.
5. La incorporación de Mallorca a la Corona de Aragón.
6. La expansión comercial de la Corona de Aragón.
TEMA IV
ENTRE EL FIN DEL PERIODO DE EXPANSIÓN Y EL PRELUDIO DE LA CRISIS O LAS
TENSIONES POLÍTICO-SOCIALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIII Y
PRINCIPIOS DEL SIGLO XIV.
(Manual: pp. 603-626)
1. La conflictividad sociopolítica en Castilla entre los siglos XIII y XV: reinados de Sancho IV,
Fernando IV y la minoría de Alfonso XI.
2. Repercusiones internas de la política mediterránea de la Corona de Aragón: reinados de Pedro III
el Grande, Alfonso III el Franco o el Liberal y de Jaime II el Justo.
3. El Reino de Portugal: la obra de don Dionís (1279-1325).
4. Navarra en la órbita francesa.
TEMA V
CONFLICTOS POLÍTICOS EN LOS REINOS HISPÁNICOS Y EL TRIUNFO DE LAS
MONARQUÍAS EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIV.
(Manual: pp. 627-644)
1. El fortalecimiento de la monarquía en Castilla: el reinado de Alfonso XI.
2. La Corona de Aragón: lucha por el dominio de Cerdeña, la derrota de la Unión y la incorporación
definitiva de Mallorca.
3. El Reino de Portugal: el reinado de Alfonso IV.
4. La independencia de Navarra.
TEMA VI
UNA ÉPOCA DE AUTORITARISMO EN LOS REINOS PENINSULARES EN EL SIGLO XIV
(1350-1370).
(Manual: pp. 645-662)
1.
2.
3.
4.
5.
El reinado de Pedro I de Castilla.
La Corona de Aragón en el reinado de Pedro IV el Ceremonioso.
El enfrentamiento entre Aragón y Castilla: la Guerra de los Dos Pedros.
El Reino de Portugal: el reinado de Pedro I.
Navarra en la época de Carlos II el Malo.
TEMA VII
LA GUERRA CIVIL CASTELLANA Y LA REVOLUCIÓN TRASTÁMARA EN CASTILLA.
(Manual: pp. 663-666; y 669-685)
1.
2.
3.
4.
La Guerra Civil en Castilla.
El fortalecimiento del poder real en el reinado de Enrique II.
Los fundamentos sociales: el auge de la nobleza y el declive de los judíos.
La política internacional en el reinado de Enrique II.
TEMA VIII
LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LOS CONFLICTOS: LOS REINOS PENINSULARES EN
LAS ÚLTIMAS DÉCADAS DEL SIGLO XIV.
(Manual: pp. 687-705)
1. El reinado de Juan I y la hegemonía castellana.
2. La intervención de Juan I en Portugal y la derrota castellana.
3. La cruzada Lancaster en Castilla.
4. La paz peninsular y el relevo generacional de las monarquías: Carlos III en Navarra, Juan I de
Aragón y Enrique III en Castilla.
TEMA IX
INSTITUCIONES POLÍTICAS, IGLESIA Y CULTURA EN LA BAJA EDAD MEDIA.
(Manual: pp. 537-571)
1.
2.
3.
4.
5.
Las ideas en la Baja Edad Media.
El pensamiento intelectivo y la espiritualidad en la Baja Edad Media.
El pensamiento político en la Baja Edad Media.
Los saberes con especial referencia al Derecho y a la Universidad.
El gobierno: la realeza y el auge de la nobleza.
TEMA X
LOS TRASTÁMARA EN LA CORONA DE ARAGÓN: DEL COMPROMISO DE CASPE AL
FINAL DE LA GUERRA CIVIL CATALANA.
(Manual: pp. 707-725; 760-768; y 772-773)
1.
2.
3.
4.
5.
El interregno en la Corona de Aragón.
El Compromiso de Caspe y sus consecuencias: el debate historiográfico.
Revolución en Cataluña.
La Guerra Civil catalana y su proyección internacional.
La etapa final de la guerra de los catalanes contra Juan II.
TEMA XI
LA PUGNA ENTRE NOBLEZA Y MONARQUÍA EN LA CORONA DE CASTILLA EN EL
SIGLO XV (REINADOS DE JUAN II Y ENRIQUE IV) Y LA GUERRA CIVIL EN NAVARRA.
(Manual: pp. 727-744; 745-760; 770-772; 775-783; y 787-792)
1.
2.
3.
4.
El protagonismo castellano de los infantes de Aragón.
El proyecto de don Álvaro de Luna y los sistemas de alianzas nobiliarias.
Derrota de los infantes de Aragón en Castilla.
Luchas antinobiliarias, conflictividad general y debilidad regia en los reinados de Juan II y Enrique
IV: del Secuestro de Tordesillas a la Farsa de Ávila.
5. Guerra civil en Castilla: Enrique IV y el rey Alfonso de Ávila (1465-1468).
6. Debate por la sucesión al trono en el reinado de Enrique IV (1468-1474).
7. La endémica guerra civil en Navarra. De la sucesión del Príncipe de Viana a la instalación de la
Casa de Foix en el trono navarro.
TEMA XII
LA ÚLTIMA FORMACIÓN ISLÁMICA PENINSULAR. EL REINO DE GRANADA Y SU
DESAPARICIÓN.
(Manual: pp. 492-495; 792-793; y 887-892)
1. El reino nazarí de Granada en los primeros tiempos.
2.
3.
4.
5.
Luchas internas africanas y granadinas.
Luchas internas y presión exterior en la frontera durante el siglo XV.
La supresión del Reino de Granada.
Esplendor material y artístico del Reino de Granada.
TEMA XIII
DE LA UNIFICACIÓN PENINSULAR A LA PROYECCIÓN IMPERIAL: EL REINADO DE
LOS REYES CATÓLICOS.
(Manual: pp. 877-905; y 908-915)
1. El largo camino hacia el trono: del Pacto de los Toros de Guisando al final de la Guerra de
Sucesión.
2. Reestructuración del sistema de alianzas y del Estado con los Reyes Católicos.
3. La supresión del Reino de Granada.
4. Las reformas en Aragón y Cataluña.
5. La Iglesia y el problema religioso: establecimiento de la Inquisición, la expulsión de los judíos y el
problema musulmán.
6. El Descubrimiento.
TEMA XIV
SOCIEDAD Y ECONOMÍA DE LOS REINOS PENINSULARES EN LA BAJA EDADMEDIA.
(Manual: pp. 815-840; 785-787; 894-897)
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
La crisis de la Baja Edad Media.
La población y su reparto.
Agricultura, ganadería y pesca.
El comercio y las actividades manufactureras.
Nobleza y aristocracia.
Grupos sociales urbanos.
Los campesinos.
El proceso de señorialización y las revueltas populares en Castilla.
Levantamientos antiseñoriales y agitación social en los reinos orientales hispánicos.
TEMA XV
CULTURA, PENSAMIENTO Y VIDA COTIDIANA EN LA BAJA EDAD MEDIA (SIGLO XV).
(Manual: pp. 843-875)
1. Humanismo y Renacimiento
2. El proceso de creación de una tradición cultural nacional.
3. Humanismo y Estado moderno en el siglo XV.
4. Los problemas de la Iglesia: contestación y herejía.
5. La Cultura.
RESUMEN
TEMAS I – XIII
TEMA I
LA GRAN EXPANSIÓN CRISTIANA DE LAS CORONAS DE CASTILLA Y DE
ARAGÓN EN EL SIGLO XIII Y EL AISLAMIENTO DE NAVARRA
ÍNDICE:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
INTRODUCCIÓN.LA CONQUISTA Y REPOBLACIÓN DE ANDALUCIA.LA CONQUISTA Y REPOBLACIÓN DE MURCIA.LAS REVUELTAS MUDEJARES.LA CONQUISTA Y REPOBLACIÓN DE MALLORCA.LA CONQUISTA Y REPOBLACIÓN DE VALENCIA.BLOQUEO NAVARRO: LA CASA DE CHAMPAGNE Y EL FUERO ANTIGUO.CONCLUSIONES.-
1. INTRODUCCIÓN.Durante el siglo XIII se puede considerar que la Reconquista ha terminado. La victoria sobre los almohades
en Las Navas de Tolosa (1212), sirvió para acelerar el proceso de descomposición y de debilitación del
Imperio norteafricano, la anarquía posterior en la que cayeron buena parte de las tierras de Al-Andalus y la
unión definitiva de Castilla y León en las manos de Fernando III (1230), son los factores que explican
como, poco a poco, los reyes cristianos van conquistando las tierras del Sur.
2. LA CONQUISTA Y REPOBLACIÓN DE ANDALUCÍA.Podemos considerar en la reconquista andaluza tres etapas muy claras:
•
La primera desde 1224 a 1236, periodo de formación de los reinos de taifas almohades en el que
Fernando III ocupa algunas poblaciones, recibidas como rehenes o como garantía de los pactos
firmados con los musulmanes. El resultado de esta desunión musulmana fue la conquista de
poblaciones como Trujillo y Úbeda (1233), ciudad ésta clave para la conquista de la Andalucía
Oriental. En 1236 se ocupa Córdoba, exigiendo Fernando III la entrega de la ciudad intacta y vacía
al igual que sucedería posteriormente con Jaén (1238).
• La segunda de 1244 a 1248, periodo realmente conquistador, durante el cual Fernando III ocupa el
Bajo Guadalquivir. Ganadas Córdoba y Jaén, Sevilla se convirtió en el objetivo inmediato. En 1248,
después de un sitio de la ciudad terrestre y marítimo (control del río Guadalquivir y Puente de
Triana), Fernando III entró en la ciudad, obligando a toda la población musulmana a abandonarla en
el plazo no inferior a un mes, aunque podrían llevarse consigo sus bienes muebles.
• La tercera de 1292 a 1492, periodo durante el cual los reyes musulmanes son vasallos de los
castellanos y muy lentamente, a lo largo de los años, se va ocupando las plazas del Estrecho (Tarifa,
Algeciras, Gibraltar), hasta que la reconquista finaliza con los Reyes Católicos en 1492.
La repoblación de las tierras meridionales fue extremadamente lenta en comparación con las campañas
militares. La política seguida por los monarcas castellanos buscaba la completa castellanización del
territorio. Tras la ocupación de Al-Andalus, se respetó a la población musulmana “en proporción inversa a
la resistencia militar ofrecida”. Lo usual era que la población musulmana evacuara las grandes ciudades,
permitiéndoles salir con sus bienes muebles. Sólo subsistió la población mudéjar en las zonas rurales.
Los repartos de tierra a los nuevos pobladores se realizaron de forma ordenada según los libros locales. Para
casi toda la cuenca del Guadalquivir se recurrió a la fórmula de los repartimientos. De Sevilla se conocen
los Libros de Repartimiento, registro general de tierras y casas distribuidas a los colonos por una comisión
de repartidores. Los lotes suelen estar constituidos por casa, huerto y una pequeña extensión de tierra,
entregada frecuentemente como una concesión a perpetuidad, con la obligación del pago de un ceso anual.
Andalucía es repoblada y organizada por la monarquía de las coronas unidas según el modelo leonés: concesión
por el rey de grandes señoríos territoriales a los magnates de la corte, la Iglesia y las órdenes militares. Los
miembros de la nobleza reciben donadíos (grandes extensiones de tierras) que comprenden varias aldeas o
alquerías. El peso fundamental de la repoblación recayó en el grupo de caballeros hidalgos o de linaje.
Tras la revuelta mudéjar de Andalucía en 1264 muchas tierras quedaron vacías y se produjo un reajuste
agrario. Los beneficiarios fueron los grandes propietarios. Este fenómeno acabó influyendo en el triunfo del
latifundismo andaluz.
3. LA CONQUISTA Y REPOBLACIÓN DE MURCIA.No se puede hablar propiamente de una reconquista de
Murcia, sino de su incorporación a la monarquía castellana. En
1241, sus habitantes, dudosos sobre la persona a quien debían
obedecer, se inclinan por el que parece más fuerte: el rey de
Castilla. Una embajada murciana se desplaza a Toledo y
ofrece al infante Alfonso (futuro Alfonso X) la soberanía sobre
Murcia y su reino, a excepción de algunos puntos que
seguirían como guarniciones musulmanas. Esta decisión se
formaliza con el Tratado de Alcaraz (1243) por la que se
aceptaba la soberanía de Castilla y comprometiéndose al pago
de ciertas rentas.
La gran masa de población siguió siendo musulmana, y unos
cuantos pobladores cristianos procedentes de Aragón, Cataluña y Valencia acudieron para asentarse en las
tierras incorporadas.
Alfonso X completó la repoblación inicial y para evitar la excesiva concentración de poder de la nobleza, les
otorgó grandes extensiones de tierras en la frontera con Granada, donde la población era muy escasa. Los
nuevos repobladores fueron en su mayoría castellanos y un importante grupo procedente de Aragón.
Igualmente se instalaron extranjeros, particularmente italianos y franceses.
4. LAS REVUELTAS MUDEJARES.La historia de los mudéjares andaluces se inicia con la conquista de Andalucía en el siglo XIII y termina con
el decreto de 1502, cuando los Reyes Católicos les dieron la opción de convertirse al Cristianismo o de salir
de los reinos de la Corona de Castilla.
La conquista de Andalucía en el siglo XIII incorporó a Castilla un amplio territorio, poblado por
musulmanes. La mayor parte del antiguo territorio de Al-Andalus, en el que proliferaban los centros de
población medianos o pequeños, negoció su rendición con los conquistadores castellanos, por lo que
firmaron pactos con Fernando III, conocidos como pleitos o pleitesías, en los que se ha querido ver cierta
similitud con los tratados de rendición que, contemporáneamente Jaime I de Aragón ofreciera a los
musulmanes de Valencia Mallorca, después de su conquista. Todo ello tuvo como resultado inmediato el
nacimiento de un extenso territorio donde los mudéjares eran los predominantes, mientras que los cristianos
se encontraban en franca minoría.
Pero, muy pronto, se demostró que el primitivo proyecto de Fernando III de una Andalucía en la que
convivieran, sin ningún tipo de problemas, vencedores y vencidos, los
cristianos en las ciudades y villas y los mudéjares en el campo, habría
de resultar una utopía, según demostró la nueva política, llena de
ambigüedades, puesta en práctica por su hijo y sucesor Alfonso X, con
respecto a los musulmanes que permanecieron bajo el dominio
cristiano. El rey emprendió una nueva y dura ofensiva contra los
musulmanes andaluces, que culminó en 1262, cuando tomó por las
armas el reino mudéjar de Niebla y Écija fue vaciada de moros.
Este cambio de actitud política, con relación a los mudéjares por parte
de la monarquía castellano-leones a, provocó un hondo malestar entre
musulmanes sometidos, que, además, recibían cada vez una mayor
influencia de las fatwas de los alfaquíes granadinos y magrebíes que
les recomendaban su marcha hacia países musulmanes, en los que pudieran poner en práctica su ley y su
religión sin ningún tipo de cortapisas. Fue en este contexto donde estalló la terrible revuelta mudéjar de
1264, en la que los musulmanes andaluces se aliaron con los granadinos y beréberes norteafricanos y que
estuvo a punto de terminar con el dominio cristiano en Andalucía y Murcia. Es cierto que Alfonso X, con la
colaboración de su suegro, Jaime I de Aragón, logró reprimirla a duras penas, pero también es verdad que
esta sublevación tuvo consecuencias transcendentales para los mudéjares andaluces. La primera de todas es
que supuso el final de una Andalucía densamente poblada por musulmanes, ya que la mayor parte de ellos
emigró hacia el reino de Granada o hacia el norte de África, por lo que, en adelante, las relaciones entre
cristianos y musulmanes andaluces se habrían de realizar a través de la frontera.
5. LA CONQUISTA Y REPOBLACIÓN DE MALLORCA.La gran ofensiva castellana sobre
Andalucía coincidió con avances similares
de la Corona aragonesa sobre las Baleares
y la costa valenciana. Los preparativos
para la conquista de la isla obedecieron al
deseo de facilitar las comunicaciones entre
Cataluña y el norte de África,
interceptadas por los corsarios y piratas
mallorquines.
Una expedición, formada por 150 naves, partió hacia la isla en septiembre de 1229. Tras un largo asedio, la
ciudad de Palma se rindió a finales de año, y con ella el resto de la isla. Más tarde, después de la conquista
de Valencia, se conquistaban Ibiza y Menorca. A partir de entonces, las Baleares se integrarían en la
Corona aragonesa.
La repoblación de Mallorca fue realizada mayoritariamente por catalanes. La mitad de las tierras a repartir
fueron para el rey, la llamada parte real. De la otra mitad se hicieron cuatro partes, que se otorgaron a los
tres principales magnates que protagonizaron la conquista y al obispo de Barcelona. Estos cuatro
organizaron la llegada de colonos y el mantenimiento de los mudéjares, de manera que coexistieron grandes
y pequeñas explotaciones en la isla.
6. LA CONQUISTA Y REPOBLACIÓN DE VALENCIA.Por su situación estratégica, Valencia, constituía la zona natural de expansión de la Corona de Aragón. La
conquista de la región valenciana fue mucho más complicada. Se había iniciado antes de la expedición a
Mallorca. El impulso conquistador parece haber partido de los afanes expansionistas de la nobleza
aragonesa, pero más tarde el interés por la región se hizo extensivo a los mercaderes y ciudadanos catalanes,
deseosos de ampliar el control de la costa y el comercio levantino. Jaime I aglutinó en una misma empresa
reconquistadora a la nobleza y a la burguesía tanto aragonesa como catalana. En 1238, tras asedio de unos
meses, Jaime I entra en Valencia. En los años siguientes fueron
cayendo localidades importantes como Denia y Játiva.
La incorporación del Reino de Valencia a la Corona de Aragón
supuso una ampliación considerable de tierras. En la parte norte o
castellonense se otorgaron señoríos a las órdenes militares, sobre
todo Temple y San Juan. Para el resto de la región la fórmula
empleada fue la de los repartimientos. La propiedad quedó
bastante repartida. Entre los beneficiarios cabe hablar de dos
grandes zonas: en el norte y en el interior predominó la influencia
nobiliaria y aragonesa. El litoral fue poblado por catalanes y la
principal referencia fue el realengo y los modelos forales. Un
hecho peculiar fue la pervivencia de la población mudéjar, que en muchas comarcas era mayoritaria.
7. BLOQUEO NAVARRO: LA CASA DE CHAMPAGNE Y EL FUERO ANTIGUO.El gran problema del último gran rey navarro, Sancho VII el Fuerte (1194-1234) fue la falta de heredero. Al
fin de resolverlo propuso a Jaime I de Aragón la idea de que muerto cualquiera de ellos el superviviente
recibiría en herencia el reino del otro. A su muerte, una buena parte de los navarros
apoyaron la candidatura de su sobrino Teobaldo, hijo de Blanca de Navarra (hija de
Sancho VI el Sabio) y Teobaldo de Champagne que fue elegido rey con el nombre
de Teobaldo I de Navarra ante el desinterés de Jaime I en mantener los acuerdos.
Ello suponía la independencia de Navarra con respecto a Aragón, pero también
su distanciamiento de Castilla.
Con la incorporación de la dinastía de Champagne, Navarra, hasta su definitiva
incorporación a la Corona de Castilla en 1512, se apartará del proceso histórico,
convirtiéndose en un apéndice dentro de la órbita de influencia francesa.
Instituciones fiscales, o de la administración del estado, como el senescal
-lugarteniente regio- fueron importadas de allí.
La nobleza Navarra, superada la tensión inicial, consiguió no ser desplazada por la francesa y, sobre todo,
que el derecho tradicional, el Fuero Antiguo de Navarra, fuera jurado por el monarca, estableciéndose un
gran acuerdo entre el rey y la nobleza. También las ciudades y burgos navarros vieron respetados sus fueron
y estatutos locales.
8. CONCLUSIONES.Con la ocupación de Valencia en 1238, la Corona de Aragón daba por finalizadas sus conquistas
peninsulares. Como consecuencia de ellas, la nobleza había ampliado los horizontes para la expansión de sus
señoríos y la burguesía catalana había creado sólidas plataformas para la intensificación de sus actividades
comerciales en el norte de África y Mediterráneo occidental. Pero lo más importante sería la conversión en
reino de las tierras conquistadas y la creación de una entidad político-jurídica propia unida dinásticamente a
la misma corona que Aragón, Cataluña y Mallorca, con autonomía propia y con Cortes particulares y Fueros.
TEMA II
LA CONSOLIDACIÓN DE LAS MONARQUÍAS PENINSULARES EN EL SIGLO XIII
ÍNDICE:
1. INTRODUCCIÓN.2. LA AFIRMACIÓN DEL PODER REAL EN CASTILLA Y LAS RESISTENCIAS A DICHA
CONSOLIDACIÓN EN LOS REINADOS DE FERNANDO III Y ALFONSO X.2.1 La idea imperial.2.2 Fundamento jurídico: Las Partidas.2.3 Las Cortes y la visión corporativa del Reino.2.4 Articulación espacial: administración territorial, fiscalidad y frontera.2.5 Dirigismo cultural.2.6 Resistencias: La revuelta nobiliaria; la guerra civil.3. LA PRETENSIÓN IMPERIAL DE ALFONSO X.4. LA CORONA DE ARAGÓN Y EL AUTORITARISMO PACTISTA.4.1 El pactismo como forma de gobierno.4.2 Nacimiento de la conciencia territorial.4.3 La lenta articulación de la Corona.5. LA CENTRALIZACIÓN DEL PODER EN PORTUGAL.5.1 El reinado de Sancho II (1223-1245).5.2 Alfonso III y la restauración del poder monárquico (1248-1279).6. NAVARRA: PACTISMO Y FORALIDAD.1. INTRODUCCIÓN.La solidez institucional de las monarquías del siglo XIII descansa en tres pilares fundamentales: el derecho
romano canónico o ley común; la integración política del conjunto social en unas asambleas representativas:
Las Cortes y la organización del territorio mediante una desarrollada administración y otros cauces de
carácter fundamentalmente fiscal. Entre 1220 y 1280 se consuma el proceso de consolidación de las
monarquías peninsulares y la proyección exterior de las mismas.
2. LA AFIRMACIÓN DEL PODER REAL EN CASTILLA Y LAS RESISTENCIAS A DICHA
CONSOLIDACIÓN EN LOS REINADOS DE FERNANDO III Y ALFONSO X.Los reinados de Fernando III, desde 1230 rey de Castilla y León definitivamente unidos y, sobre todo, de su
hijo Alfonso X (1252-1284), resultan de especial trascendencia, por cuanto es a ellos a quien corresponde la
elaboración de un programa político capaz de crear expectativas soberanas para la monarquía.
Las características de este programa político diseñado por la monarquía castellano leonesa y la imposición
de la jurisdicción real quiso ser entendida como un atentado contra las libertades históricas del Reino
cimentadas en los privilegios de los pactos feudales y que llevó a diversas reacciones y revueltas nobiliarias.
2.1 La idea imperial.- La idea imperial, desde el siglo X, estuvo siempre asociada a una legitimación
del programa monárquico. Alfonso VI, el primer monarca que se dio a sí mismo el título de emperador, y
Alfonso VII, el primero que se coronó como tal, rellenaron de contenido político un concepto hasta
entonces más honorífico que efectivo. En el siglo XIII, la monarquía da un paso definitivo y convirtió la
auctoritas inherente al título imperial en expresión soberana del señorío del rey – Fernando III quiso que
su señorio fuese llamado imperio y no reino- Alfonso X convirtió su pretensión imperial en cauce
ordenador de su propio proyecto político y además se desvincula de la tradición hispánica y se asocia
directamente con el Sacro Imperio Romano Germánico cuya corona le fue ofrecida a la muerte de
Federico II. Esta candidatura supuso para Alfonso X el fundamento para un programa de gobierno
plenamente autoritario y hegemónico en el ámbito peninsular. Entre 1256 y 1275 Alfonso X utilizó el
título de Rey de Romanos. Su condición de “emperador electo” era suficiente para legitimar su
autoritarismo político en Castilla y su pretensión hegemónica sobre el conjunto peninsular. Jaime I
protestó enérgicamente ante los planes de Alfonso X y le comunicó que cualquier proyecto castellano
que contribuyera a imponer la soberanía sobre el conjunto de la Península, sería rechazado por Aragón.
2.2 Fundamento jurídico: Las Partidas.- El Derecho era el pilar efectivo
sobre el que se apoyaba la idea imperial. La obra de Alfonso X fue
continuadora de la de su padre Fernando III y tenía como objetivos
prioritarios: servir al proyecto centralizador de la monarquía y establecer los
cauces de una realidad jurídico-territorial de los distintos reinos de la Corona.
A estos fines fueron dedicadas las grandes codificaciones del Reino: Fuero
Real, Espéculo y Partidas, además de otros más sistemáticos y específicos.
Su proyecto más ambicioso fue Las Partidas, obra de carácter doctrinal que
supone el más serio esfuerzo codificador del derecho común plenomedieval.
Está dividida en siete secciones o partidas:
1ª - Fe cristiana, Iglesia y organización.2ª - Todo lo relativo al Rey, ejercicio del poder autoridad soberana del emperador,
organización militar y estructuración de la Corte.
3ª - Administración de justicia.4ª - Derecho matrimonial y feudal.5ª - Aspectos mercantiles.6ª - Herencias y testamentos.7ª - Relación de leyes penales.2.3 Las Cortes y la visión corporativa del Reino.- Según se expresa con claridad en Las Partidas, el
Reino constituye un cuerpo cuya cabeza es el monarca. Rey y reino tienden a identificar sus intereses y
este último es contemplado como un conjunto de gobernados asociables a un territorio definido cuya
legítima representación corporativa son Las Cortes, sometidas a la autoridad soberana.
Este sometimiento al poder monárquico era más teórico que real. La imposición de la jurisdicción real
quiso ser entendida como un atentado contra las libertades históricas del Reino que llevó a diversas
reacciones y revueltas nobiliarias.
2.4 Articulación espacial: administración territorial, fiscalidad y frontera.- A la integración territorial
del Reino van destinadas la mayoría de las medidas que articulan el programa de la monarquía
castellana. Las medidas económicas, y en especial las fiscales, ponen de relieve la expresión del poder
soberano del rey. La política de la monarquía tendió claramente a monopolizar, en medida de lo posible,
el cobro de impuestos eliminando abusivas percepciones señoriales y controlando al mismo tiempo el
cobro unificado de tributos a partir de una realidad territorial sobre la base de los grandes circuitos de
trashumancia. La fiscalidad ganadera constituía un importante apartado en el programa de la monarquía.
Aparte del asociacionismo mestero, otro elemento fiscal fue la imposición de aranceles en puntos fijos
de la frontera que, además de diseñar una incipiente política económica, contribuía a definir el propio
espacio jurisdiccional del reino.
2.5 Dirigismo cultural.- La obra cultural, a través de los cauces más diversos, se puso al servicio del
ideario monárquico. El protagonismo que en toda ella asume la lengua castellana viene a consumar un
proceso iniciado por Fernando III y que evidencia el uso político de la cultura.
Alfonso X, pese a los fracasos y la debilidad de sus últimos años, tuvo realizaciones muy destacables en
el ámbito cultural. De modo particular su obra historiográfica juega un papel decisivo en la emergencia
de un sentido comunitario. Impulsó la Universidad de Salamanca como centro del saber de nuevo cuño
y destaca su obra literaria las Cantigas de Santa María, así como el impulso dado a una intensa política
de traducciones cortesanas, tratados científicos - ajedrez, astronomía…- y fundamentalmente obra
jurídica como vimos anteriormente con Las Partidas.
2.6 Resistencias: La revuelta nobiliaria; la guerra civil.- La imposición por parte de la corona de un
modelo cercano a la soberanía excluyente, no podía sino suscitar las resistencias de un reino cimentado
en los privilegios derivados del pactismo feudal.
Durante el reinado de Fernando III la oposición apenas dejó traducir sus resquemores. Con Alfonso X la
situación cambió como consecuencia del fin de la reconquista, los primeros síntomas de recesión
económica y la maduración del autoritarismo monárquico.
• La revuelta nobiliaria de 1271.- Estuvo motivada fundamentalmente por los tempranos síntomas
de la depresión bajomedieval. La rebelión fue liderada por el hermano del rey, el infante Felipe, y
su carácter esencialmente nobiliario no impidió que, en su fase final, el conflicto se extendiese al
resto de los estamentos del reino. Los objetivos principales de la rebelión fueron: exigencia de
absoluto respeto a las tradicionales prerrogativas jurídico-políticas de la nobleza; freno a la
iniciativa real en materia repobladora; anulación de las innovaciones fiscales y oposición a la
política exterior de Alfonso X. El resultado de la rebelión supuso un triunfo de la nobleza pero no
se puede considerar un triunfo absoluto.
• La guerra civil (1282-1284).- Tras la muerte del primogénito de Alfonso X, Fernando de la Cerda,
el infante Sancho se convirtió en heredero de la corona y quiso blindar su futura herencia
organizando en torno a sí a los sectores más representativos de la oposición a Alfonso X. Una
irregular asamblea convocada por el infante en Valladolid (1282) constituyó una auténtica
declaración de guerra que durante dos años mantuvo divididos en dos bandos a los hombres y las
tierras de los reinos de León y Castilla. La guerra acabaría con el destronamiento de un Alfonso X
acorralado en Sevilla y el ascenso al trono de Sancho IV.
3. LA PRETENSIÓN IMPERIAL DE ALFONSO X.Alfonso X, como hijo de Beatriz de Suabia, tenía unos derechos teóricos al trono imperial vacante tras la
muerte del emperador alemán-siciliano Federico II. Estos derechos le fueron
ofrecidos en 1256 por la ciudad gibelina de Pisa. La herencia de Federico II se la
disputan, entre otros, los reyes de Castilla y de Aragón, que intervienen
activamente en los enfrentamientos entre güelfos y gibelinos, partidarios los
primeros de la hegemonía del pontífice y los segundos del predominio del
emperador.
La elección imperial, celebrada en 1257, dio lugar al nombramiento de dos
emperadores: Alfonso de Castilla y Ricardo de Cornualles, hermano del rey de
Inglaterra. Ambos aceptaron el nombramiento y Alfonso X intentó movilizar las
fuerzas económicas del reino para hacer efectivo el título imperial, pero su elección
no fue aceptada por el Pontificado y Castilla se negó a financiar las campañas imperiales, pese a lo cual
Alfonso mantuvo sus pretensiones y orientó la política exterior del reino hacia la obtención de aliados que le
permitieran convertir en realidad el sueño imperial.
En 1275, el Papa Gregorio X le niega todo derecho a su pretensión imperial, con lo que su entramado
justificativo, con el que cimentaba su actuación en el interior de Castilla, empieza a desmoronarse. La
malograda aspiración imperial del monarca, pretensión que resultó cara e impopular y obsesionó al monarca
durante años, acentuó dos de los principales problemas internos del reinado: la crisis fiscal y financiera y el
malestar de la nobleza.
4. LA CORONA DE ARAGÓN Y EL AUTORITARISMO PACTISTA.A diferencia de Castilla y León, donde desde muy temprano el autoritarismo real revistió connotaciones
centralizadoras, el desarrollo interno de la Corona de Aragón se vio ralentizado por diversas circunstancias
como fueron, esencialmente: el carácter feudal y pactista del poder; el nacimiento de conciencias
territoriales específicas dentro de la Corona y, como consecuencia, la lenta articulación de ésta como
realidad institucional unitaria.
4.1 El pactismo como forma de gobierno.- Desde el principio de su reinado, Jaime I vio como la
poderosa nobleza aragonesa ponía en funcionamiento una práctica de gobierno, limitadora del poder real
y sometido al control feudal de la curia. La capacidad de maniobra del rey quedaba marcada por la
dependencia de la Sede Apostólica y el riguroso marcaje de la nobleza feudal.
El ambicioso programa de conquistas que siguió le sirvió enseguida
para granjearse la simpatía de dos aliados: el ejército y, sobre todo, la
burguesía del Principado de Cataluña, interesada en la puesta en
marcha de una maquinaria de guerra que le permitiera un mayor
desarrollo comercial. Frente a este “eje realista”, se situó la oposición
nobiliaria usando dos mecanismos de reacción como arma de
negociación política: el asociacionismo unionista y el auxilium feudal y
el pago de bovatge (servicio prestado como reconocimiento de señorio).
El unionismo se mantuvo como fórmula de cohesión nobiliaria durante
todo el reinado de Jaime I. Pero fue bajo el reinado de su hijo Pedro III
(1276-1285) cuando adquirió caracteres de mayor presión política a
través del nacimiento de la Unión por antonomasia, lo que obligó al
monarca a jurar el Privilegio General, que consagrará el principio pactista como forma de poder
político y garantizaba las “libertades” del Reino -término que escondía la defensa del estatuto
privilegiado de los más poderososTambién la Iglesia dejará sentir su autoridad con el establecimiento de la Inquisición en parte de los
dominios de la Corona.
4.2 Nacimiento de la conciencia territorial.- El descubrimiento de una auténtica conciencia territorial
en la Corona de Aragón se va descubriendo por separado a través de sus diferentes reinos y dominios.
En este descubrimiento actúan dos fuerzas distintas:
• Las que desde la propia Corona impulsan la conciencia territorial basada en la normalización del
Derecho Común y el feudalizante Derecho Local. La manifestación más importante es el Fuero
de Aragón.
•
Las que a partir de la estamentalizada realidad social, convierte las Cortes en institución
reivindicativa y cohesionadora de la conciencia comunitaria.
El caso de Cataluña es más complejo. El triunfo de estas manifestaciones del Derecho Local que son los
Utsages de Barcelona (que podría traducirse como usos o mejor usanzas y son los usos y costumbres
que forman la base del derecho catalán) se debió en buena parte a la protección de la monarquía, que
entendió que el Derecho Común podría deteriorar la seña de identidad comunitaria.
4.3 La lenta articulación de la Corona.- Los sucesivos testamentos de Jaime I ponen de manifiesto las
feudalizantes tendencias patrimonializadoras de la monarquía. Frente a tales cambios y alteraciones la
representación estamental de las Cortes determinó que una comisión estableciera un acuerdo definitivo.
Este acuerdo consistió en que los reinos de Aragón y Valencia, sin posibilidad de separarse fueran
confiados al infante Alfonso y el Principado de Cataluña al infante Pedro que, con el nombre de Pedro
III, recibiría en herencia el conjunto de la Corona a la muerte de su hermanastro.
Habrá que esperar a 1319, durante el reinado de Jaime II, en que las Cortes de Tarragona aprueben el
llamado Privilegio de la Unión, en el que quedaba consagrado el principio de indivisibilidad de los
territorios integrantes de la Corona de Aragón.
5. LA CENTRALIZACIÓN DEL PODER EN PORTUGAL.La vía centralizadora, y no el pactismo feudal, fue el cauce escogido en el proceso de construcción de la
monarquía portuguesa. Una revolución aristocrático-eclesiástica destronaba a Sancho II, pero su sucesor, su
hermano Alfonso III, candidato de la nobleza y la Iglesia, será el primer representante de la centralizada
monarquía portuguesa.
5.1 El reinado de Sancho II (1223-1245).- Sancho II era el hijo mayor del rey Alfonso II de
Portugal y de su esposa, la infanta castellana Urraca de Castilla. Cuando
Sancho II accede al trono no cuenta con el apoyo de la aristocracia laica y
del alto clero, que buscaron el apoyo del hermano del rey, Alfonso.
Su prioridad fue la Reconquista. A partir de 1236, conquistó diversas
ciudades en el Algarve y Alentejo, asegurando la posición portuguesa en
la zona. Con su atención centrada en los asuntos militares, se facilitaron
las disputas internas. La nobleza estaba descontenta con la conducta del
rey e inició una conspiración en su contra. Como resultado, el arzobispo
de Oporto realizó una queja formal al Papa, explicándole la situación.
Gracias al poder de la iglesia en el siglo XIII, el Papa además de deponer y
excomulgar al emperador Federico II, excomulgó a Sancho II. El Papa
encomendó el gobierno del reino al hermano de Sancho, Alfonso, que en
esos momentos residía en Francia. Alfonso abdicó de sus posesiones
francesas y se dirigió a Portugal adonde llegó en 1246, comenzando la
guerra contra su hermano. Sancho II huyó hacía el exilio en Toledo, ciudad en la que murió en 1248.
5.2 Alfonso III y la restauración del poder monárquico (1248-1279).- La labor de Alfonso III fue
fundamentalmente una obra de restauración. Mantuvo respecto a la
Iglesia una política de amistad durante los primeros años de su reinado
en los que devolvió los bienes confiscados por Sancho II y pagó con
nuevas donaciones los servicios prestados por los eclesiásticos.
Las dificultades económicas del rey y del reino que tenía sus bienes en
manos de la nobleza y el clero se hallan en la base de las primeras
Cortes portuguesas conocidas. Su política buscaba la colaboración de
nobles y burgueses con el objetivo del restablecimiento de la paz. Para
ello contaba con un programa de tres puntos: recuperación económica;
restablecimiento del orden y delimitación efectiva de los derechos y
atribuciones de la monarquía.
La restauración del orden monárquico provocó medidas centralizadoras que no gustaron ni a nobles ni al
alto clero. En 1267, el conjunto del episcopado manifestó abiertamente su descontento y trasladaron sus
quejas a la corte pontificia. Salvo este suceso, el reinado de Alfonso III supuso el restablecimiento del
orden monárquico y con la ocupación definitiva del Algarbe el fin de la reconquista.
6. NAVARRA: PACTISMO Y FORALIDAD.En 1237, nobles, caballeros y clérigos impusieron a Teobaldo I la aceptación de las leyes y fueros
tradicionales que una comisión se encargaría de poner por escrito.
El Reino de Navarra, a través de un acuerdo de los estamentos
del Reino y del trabajo de redacción de esta comisión
-formada por diez ricoshombres, veinte caballeros y diez
eclesiásticos- se otorgó a sí mismo un ordenamiento legal: el
Fuero General de Navarra, una recopilación del derecho
tradicional del Reino. Este ordenamiento, llamado también
Fuero Antiguo, contiene disposiciones sobre la estructura de la
monarquía y la sucesión del reino, así como los derechos de la
nobleza en relación con la Corona. Sólo a partir del juramento
de los fueros, los nuevos monarcas serían proclamados como
tales. De este modo, el siglo XIII supone para Navarra la constitucionalización de la monarquía sobre la
base del pactismo y el escrupuloso respeto a los fueros tradicionales.
TEMA III
LA EXPANSIÓN MEDITERRÁNEA DE LA CORONA DE ARAGÓN
ÍNDICE:
1. INTRODUCCIÓN.2. LA INCORPORACIÓN DE SICILIA A LA CORONA DE ARAGÓN.2.1 Del Tratado de Anagni a Caltabellota.3. LA EXPEDICIÓN DE LOS ALMOGÁVARES AL IMPERIO DE
INCORPORACIÓN DE LOS DUCADOS DE ATENAS Y NEOPATRIA.3.1 Los Ducados de Atenas y Neopatria.4. LA CONQUISTA DE CERDEÑA.5. LA CORONA DE ARAGÓN Y EL NORTE DE ÁFRICA.6. LA INCORPORACIÓN DE MALLORCA A LA CORONA DE ARAGÓN.7. LA EXPANSIÓN COMERCIAL DE LA CORONA DE ARAGÓN.8. CONCLUSIONES.-
ORIENTE
Y LA
1. INTRODUCCIÓN.Podemos considerar el Mediterráneo entre los años 1276 y 1327 como el verdadero eje de la actividad
cultural, económica y política. Era el mar donde confluían los intereses de los países ribereños para
aumentar su influencia política y económica, por asegurarse las rutas que llevaban al rico Oriente.
Es el periodo en el que la Corona de Aragón alcanzó sus máximos logros en política exterior y cuando se
ponen las bases de la expansión realizada en los reinados de Pedro III, Alfonso III y Jaime II, con episodios
tan destacados como la incorporación de Sicilia, la expedición de los almogáraves a Oriente o la conquista
de Cerdeña.
Las ambiciones de la Corona de Aragón quedaron circunscritas a unos límites muy concretos: el
Mediterráneo occidental, y es aquí donde se centró el proyecto de expansión. En su búsqueda de posesiones
y enclaves comerciales la Corona tuvo varios enemigos exteriores. Aparte de algunos italianos, como
Génova y Pisa, el gran rival fue la Casa de Anjou, que ambicionaba los mismos objetivos.
2. LA INCORPORACIÓN DE SICILIA A LA CORONA DE ARAGÓN.El eje de la política exterior de Pedro III (1276-1285), hijo de Jaime I, durante su reinado fue la cuestión
siciliana. Estaba casado con Constanza de Hohenstaufen, hija de Manfredo, rey de Sicilia. Muerto éste, la
isla pasó al poder del francés Carlos de Anjou al serle concedida por el Papa en calidad de feudo pontificio.
Pedro III heredó los derechos al trono por su matrimonio con Constanza. Ante el enfrentamiento que se
avecinaba con los Anjou, Pedro III desplegó una gran actividad
diplomática en busca de apoyos para hacer valer sus derechos.
La población siciliana, descontenta del poder angevino, se levantó en 1282
contra Carlos de Anjou, en la revuelta conocida como las Vísperas
Sicilianas. Este levantamiento provocó una gran mortandad entre los
franceses, que fueron desalojados de la isla. Pedro III aceptó la corona que le
ofrecieron los sicilianos y se dirigió a la isla donde fue coronado rey. Sicilia
junto a Túnez constituía la clave que permitía el control de las principales
rutas del Mediterráneo.
Las Vísperas Sicilianas son el momento culminante de la política
mediterránea de la Corona de Aragón. El paso siguiente fue la guerra entre
Aragón y Francia, en base a la excomunión papal de Pedro III y la donación en
1284 de la Corona de Aragón a Carlos de Valois, hijo de
Felipe III, rey de Francia. Para estimular la intervención del rey francés, el Papa Martín IV dio a la guerra
el carácter de cruzada.
En 1283, ante las necesidades financieras para sufragar la guerra, el rey de Aragón tuvo que reconocer a los
nobles el Privilegio General, confirmó los Usatges catalanes (Fuero de Barcelona) y abolió el bovatge
(impuesto para casos excepcionales). Jaime II de Mallorca aprovechó las dificultades del monarca aragonés
para recuperar su independencia y se alió a los enemigos de Pedro III
Un año después, 1285, habían fallecido todos los protagonistas que habían intervenido de manera activa: el
Papa Martín IV, Carlos de Anjou, Felipe III y Pedro III, poniendo fin a los sueños imperialistas de los Anjou
y a los teocráticos del Papado.
La cuestión de Sicilia iba a ser el motivo central del nuevo rey de Aragón, Alfonso III (1285-1291) y su
objetivo principal que el Papa revocara la donación hecha de sus reinos al rey de Francia. Dirigirá con éxito
la campaña contra el reino de Mallorca, que vuelve de este modo a formar parte de la Corona de Aragón. A
la muerte de Alfonso III (1291) llevó al trono de Aragón a Jaime II (1291-1326) hermano del anterior y que
había sido nombrado rey de Sicilia, isla que dejó a su hermano Federico como regente.
En 1295 el nuevo Papa Bonifacio VII consiguió que aragoneses, franceses y sicilianos llegaran a un acuerdo,
conocido como el Tratado de Anagni. En él se estableció que Jaime II renunciaba la isla de Sicilia,
reconociendo los derechos sobre ella de la Sante Sede y de la Casa de Anjou, debiendo contraer matrimonio,
una vez disueltos sus esponsales con Isabel de Castilla, con la princesa Blanca de Anjou; el rey de Francia
renunciaba a la investidura de la Corona de Aragón y el Papa anulaba la excomunión. También debía
devolver Mallorca a Jaime II, que trajo una época de buenas relaciones entre ambas coronas.
2.1 Del Tratado de Anagni a Caltabellota.- Agnani es un hito clave en la cuestión siciliana. Para la
mayoría de los historiadores este tratado es muestra de la habilidad política de Jaime II, ya que, aunque
renunciaba a Sicilia se la entregaba a la Iglesia y no a los Anjou. Por otra parte obtuvo la investidura de
Córcega y Cerdeña, piezas clave de la expansión mediterránea.
Los sicilianos manifestaron su rechazo coronando como rey en 1296 a Federico III, hermano de Jaime II
y que había sido nombrado por él regente de Sicilia, los que les llevó al enfrentamiento contra
aragoneses y angevinos. Jaime II declaró la guerra a su hermano para establecer lo que había firmado en
Agnani, pero después de unas victorias de su almirante Roger de Lauria, no deseando una derrota total
de su hermano, y considerando cumplido su compromiso con la Iglesia, se retiró del teatro de la guerra.
La resistencia siciliana y la incapacidad para vencerles del rey de Nápoles, llevó en 1302 a la firma del
Tratado de Caltabellota, entre Federico III y Carlos de Anjou, por el que se aceptaba la independencia
de Sicilia, pero sin ser el título vitalicio y transmisible, de forma que a la muerte de Federico la isla
volvería a los angevinos, con unas compensaciones para los hijos de Federico que, en caso de fallar
éstas, retendrían el Reino de Sicilia, como así sucedería.
3.
LA EXPEDICIÓN DE LOS ALMOGÁVARES AL IMPERIO DE
INCORPORACIÓN DE LOS DUCADOS DE ATENAS Y NEOPATRIA.-
ORIENTE
Y LA
Los almogávares, soldados de fortuna, que combatían a sueldo y botín, habían aparecido por primera vez en
la conquista de Valencia con Jaime I (1238). Colaboraron con la Corona de Aragón en la guerra contra los
partidarios de los Anjou y apoyaron a Federico III de Sicilia. Tras
la firma de la paz de Caltabellota en la que se resolvía el conflicto
siciliano las tropas mercenarias de la Compañía Catalana
resultaban incómodas por lo que tendrán que buscarse una salida.
Fue su comandante, Roger de Flor, ex templario de origen alemán,
quien tomó la iniciativa y en 1303 embarcó con su ejército
rumbo a Constantinopla para proveer de tropas al emperador de
Bizancio, Andrónico II Paleólogo, en su lucha contra los turcos.
Siguiendo la ruta de Alejandro Magno, Roger de Flor, derrotó a los
turcos en Anatolia, tomando las ciudades de Filadelfia y Éfeso. La
victoria contra los turcos hizo que fuera nombrado megaduque por
el emperador, despertando los recelos de Miguel, príncipe heredero,
cuya guardia le asesinó junto a todos los almogávares que se
encontraban junto a él en un banquete en 1305.
Los almogávares se fortificaron en Gallipoli al mando de Berenguer de Entença y llevando a cabo desde allí
campañas contra Tracia y Macedonia, en lo que se conoce como la Venganza Catalana, llegando hasta las
inmediaciones de Constantinopla.
3.1 Los Ducados de Atenas y Neopatria.- En 1309 el Duque de Atenas, Gualterio, los contrató a fin de
llevar a cabo sus ambiciones de apoderarse de territorios del imperio. Cuando el duque quiso licenciar a
la Compañía, tras haberse servido de ella, los
almogávares se sublevaron derrotándole y tomando el
ducado.
Se colocaron bajo la soberanía de Manfredo, hijo de
Federico III de Sicilia, como era un niño envió como
procurador y tutor a Berenguer Estañol. La presencia
catalana en Grecia planteó problemas internacionales de
convivencia, en particular con Venecia y Génova por
motivos comerciales. Tras la muerte del procurador
Estañol, Federico III de Sicilia envió como nuevo
canciller a su hijo Alfonso Federico, que en 1318 se
apoderó de la Tesalia constituyéndose el Ducado de
Neopatria, que en adelante estaría unido al de Atenas. El
Ducado de Atenas y Neopatria pasó a Manfredo y
posteriormente a sus sucesores. En 1380 se incorporarían a la Corona de Aragón pero perdiéndose
pronto debido a la debilidad y el cambio de orientación política de Juan I, Rey de Aragón.
4. LA CONQUISTA DE CERDEÑA.Tras el Tratado de Agnani y la pérdida de Sicilia, Cerdeña se convirtió para Jaime II en el centro de la
política mediterránea de la Corona de Aragón, debido a la importancia de la isla como base estratégica de
primer orden y de apoyo a los buques mercantes catalanes que la frecuentaban, lo que le llevó a un choque
de intereses con las repúblicas de la zona:
Génova y Pisa. Además de su posición
estratégica también se ha valorado la
importancia económica de la isla debido a sus
materias primas, pero todo apunta a que
Cerdeña siempre representó un capítulo
negativo en la economía de la Corona y fue
considerada más como un mercado para los
productos catalano-aragoneses que una base
de aprovisionamiento agropecuario.
La ocupación de Cerdeña -nunca fue
realmente conquistada- la llevó a cabo el
infante Alfonso, segundo hijo de Jaime II y futuro rey de Aragón con el nombre de Alfonso IV, a partir de
1323. Fue una campaña larga, dura y muy costosa en recursos humanos y monetarios. Terminó en 1324 tras
la derrota naval de Pisa en Lucocisterna y la capitulación de Cagliari.
La firma de la paz no supuso la pacificación de Cerdeña, sino el inicio de una larga sucesión de guerras con
Génova. Tras la conquista desapareció toda la influencia pisana y se produjo una intensa catalanización de
las instituciones públicas y privadas. Esta conquista trajo la instalación en la isla del feudalismo importado
de Aragón, basado en una red de feudos concedidos a la nobleza que le había acompañado en la conquista y
que rompió el equilibrio económico entre ciudad y campo. Este feudalismo generó descontentos y revueltas
alentadas por Génova.
5. LA CORONA DE ARAGÓN Y EL NORTE DE ÁFRICA.El norte de África fue desde Jaime I un área de gran interés tanto político como económico para la Corona
de Aragón. En el Tratado de Monteagudo-Calatayud de 1291 entre los reyes Sancho IV de Castilla y Jaime
II de Aragón se repartían el área de influencia de la
respectivas Coronas en el norte de África, dejando para los
castellanos la parte occidental y la oriental para los
aragoneses, con línea divisoria en el río Muluya.
Los aragoneses, más que pensar en la conquista territorial,
consideraban el espacio norteafricano como bases y escalas
navales complementarias de las Islas Baleares, Sicilia y
Cerdeña. Al mismo tiempo que se buscaba la hegemonía
política y comercial.
El Egipto de los mamelucos era la principal potencia política, militar y económica del Levante, gracias a su
puerto de Alejandría, de gran interés para los mercaderes catalanes. Las embajadas de Jaime II a Egipto
buscaban obtener préstamos para el rey de Aragón, garantizar la seguridad de los peregrinos que iban a
Tierra Santa y mantener las ventajas conseguidas por los mercaderes catalanes.
Durante los reinados de Pedro III y Alfonso IV, la diplomacia se dirigió preferentemente hacia Túnez, que
junto con Sicilia eran la llave del Mediterráneo central y oriental. Los comerciantes catalanes mantuvieron
un interés por instalarse en las ciudades magrebíes, terminal del oro sudanés y de los productos africanos.
La política de los reyes de Aragón en el norte de África se basó en el comercio, el tributo y las milicias
cristianas. A principios del siglo XIV los sultanes de Marruecos y Tremecén se declararon vasallos de la
Corona con el pago de un tributo anual.
6. LA INCORPORACIÓN DE MALLORCA A LA CORONA DE ARAGÓN.El Reino de Mallorca había sido conquistado por Jaime I en 1229 y por
decisión testamentaria lo convirtió en reino privativo en 1276, siendo su
primer rey Jaime II. El nuevo reino estaba constituido por una parte insular
(las islas) y otra continental (entre otros los condados de Rosellón y
Cerdaña) además de la ciudad de Montpellier. El rey de Mallorca por el
Tratado de Infeudación de Perpiñan de 1279 se declaraba vasallo del
monarca aragonés, comprometiéndose a prestar los habituales servicios
feudales. Los reyes de Mallorca no podían desarrollar una política exterior
propia, estaban sometidos al proteccionismo económico y se veían
obligados a colaborar en las campañas expansionistas de la Corona
catalano-aragonesa sin obtener por ello beneficios.
A partir del Tratado de Agnani (ver punto 2) la devolución de Mallorca
trajo una etapa de buenas relaciones entre ambas Coronas. Tras la muerte de
Jaime II de Mallorca le sucedió su hijo Sancho, que al morir sin hijos nombró heredero a su sobrino Jaime
III.
Tras la subida al trono de Pedro IV el Ceremonioso de Aragón las relaciones
entre las dos Coronas dieron un giro. El objetivo del rey de Aragón sería
encontrar pretextos legales para procesar a su vasallo y cuñado e
incorporarse el reino de Mallorca.
En 1341 el rey de Francia intentó apoderarse de Montpellier y Jaime III,
como vasallo de Pedro IV solicitó su ayuda armada, pero el rey de Aragón
eludió tal petición y convocó las Cortes. Al no acudir el rey de Mallorca fue
declarado desleal. Para incoar proceso contra él, el rey de Aragón le acusó
de circular moneda francesa y acuñar moneda aragonesa. La historia que
sigue es confusa y su resultado fue que Constanza, esposa de Jaime III y
hermana de Pedro IV, fue retenida por su hermano y nunca volvió a ver a su
marido. Jaime III de declaró libre del vasallaje debido a Pedro IV y ordenó
apresar a todos los vasallos de éste que vivían en sus Estados confiscándoles
sus bienes.
Pedro IV siguió el proceso contra su cuñado, siendo éste declarado en la sentencia rebelde y contumaz, por
lo que se le condenaba a perder el reino. Era la base jurídica que necesita el rey de Aragón para emprender
la campaña de ocupación de Mallorca. La flora aragonesa desembarcó en la isla en 1343, decretándose la
anexión de la misma. Los nuevos territorios fueron incorporados a la Corona de Aragón y siendo declarados
inseparables. La reincorporación de Mallorca, a pesar de los enormes gastos provocados, supuso un
incremento importante del patrimonio real.
7. LA EXPANSIÓN COMERCIAL DE LA CORONA DE ARAGÓN.La expansión política y diplomática de la Corona De Aragón fue pareja con la mercantil. Esta proyección
comercial fue posible gracias a la prosperidad rural y a la consolidación de la industria en particular de la
industria de paños, que evitó la importación de paños extranjeros, y produciendo unos tejidos de calidad que
fueron objeto de intercambio en todo el área del Mediterráneo.
Con Jaime I, el despliegue mercantil se vio favorecido por el apoyo de la Corona y la conquista de
Mallorca, cuya posición geográfica era clave en las rutas al norte de África. El punto de partida estuvo en
las medidas dadas por Jaime I para proteger a los mercaderes y naves catalanas frente a la competencia
extranjera, a lo que se añadió la reglamentación del Derecho marítimo a través del Consolat del Mar,
jurisdicción específica que entendía los asuntos mercantiles y marítimos.
El reinado de Jaime II supuso la culminación de la expansión territorial, en la que Sicilia tenía una posición
privilegiada, al ser la llave de la circulación comercial entre ambas cuencas del Mediterráneo. La conquista
de Cerdeña permitió a la Corona completar lo que se ha llamado “La ruta de las islas”.
También fue importante el comercio con el mundo islámico. Con el comercio catalán-egipcio, debido a las
buenas relaciones con el sultán de Egipto, se conseguían toda clase de productos orientales y Granada era
una pieza importante de enlace con el mundo magrebí y centroafricano. Málaga y Almería fueron los
puertos claves en las relaciones con la Corona de Aragón.
A partir de la segunda mitad del siglo XII es cuando se afirma una nueva orientación política y económica
en el Mediterráneo, protagonizada por la Corona de Aragón, que confluiría en esta misma área con la
economía italiana, lo que generará continuos conflictos, pero también propiciando un marco de intercambios
ideológicos y experiencias culturales.
8. CONCLUSIONES.La expansión mediterránea no hubiera sido posible sin el éxito de la Corona de Aragón, fruto de la unión
dinástica entre Aragón y Cataluña (1137), a la que, en el transcurso de los siglos, se fueron añadiendo otros
reinos: Mallorca, Valencia, Sicilia, Cerdeña, los ducados griegos y, por último, Nápoles en el siglo XV y
que se convirtieron en la aportación de Fernando el Católico a la España Moderna.
TEMA IV
ENTRE EL FIN DEL PERIODO DE EXPANSIÓN Y EL PRELUDIO DE LA CRISIS O
LAS TENSIONES POLÍTICO-SOCIALES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIII
Y PRINCIPIOS DEL SIGLO XIV
ÍNDICE:
1. INTRODUCCIÓN.2. LA CONFLICTIVIDAD SOCIOPOLÍTICA EN CASTILLA ENTRE LOS SIGLOS XIII Y XV.2.1 Reinado de Sancho IV.2.2 Reinado de Fernando IV.2.3 Minoría de Alfonso XI. El movimiento hermandino.3. REPERCUSIONES INTERNAS DE LA POLÍTICA MEDITERRÁNEA DE LA CORONA DE
ARAGÓN.3.1 Reinado de Pedro III el Grande.3.2 Reinado de Alfonso III el Franco o el Liberal.3.3 Reinado de Jaime II el Justo.4. EL REINO DE PORTUGAL: LA OBRA DE DON DIONÍS (1279-1325).5. NAVARRA EN LA ÓRBITA FRANCESA.1. INTRODUCCIÓN.Los años de tránsito entre el siglo XIII y el XIV sirvieron para pasar de una fase de crecimiento a otra de
crisis. En todas las monarquías peninsulares, una vez concluido prácticamente el proceso reconquistador, la
nobleza hizo denodados esfuerzos para fortalecer su poder a costa de la institución monárquica, que pasó
por horas bajas.
2. LA CONFLICTIVIDAD SOCIOPOLÍTICA EN CASTILLA ENTRE LOS SIGLOS XIII Y XV.A consecuencia de la muerte en 1275 del infante Fernando de la Cerda, hijo de Alfonso X, se planteó el
problema sucesorio al trono castellano. Del matrimonio de Fernando con Blanca, hija del rey de Francia
Luis IX, nacieron dos hijos: Alfonso y Fernando de la Cerda. El heredero al trono debía ser Alfonso,
primogénito del infante fallecido o bien Sancho, hijo segundo de Alfonso X. El
Derecho tradicional amparaba la candidatura del infante don Sancho. Pero las
Partidas habían introducido el sistema sucesorio de primogenitura y
representación.
En las Cortes de Segovia de 1278, Alfonso X dio un paso decisivo al reconocer a
su hijo Sancho como heredero al trono castellano. Este nombramiento provocó la
airada respuesta de Violante, esposa de Alfonso X. La reina acompañada de sus
nietos, los Infantes de la Cerda y su madre Blanca, huyeron de Castilla y
buscaron refugio en Aragón, cuyo rey, Pedro III, era hermano de Violante. Tras la
marcha de los infantes, surgió un fuerte enfrentamiento entre Alfonso X y su hijo
Sancho. El punto culminante fue la reunión a modo de Cortes en Valladolid en 1282,
donde se entregó al Infante Sancho, que había conseguido importantes apoyos entre la nobleza y
representantes eclesiásticos, descontentos con la política de Alfonso X, el gobierno y la justicia del reino,
aunque no tomaría el título de rey en vida de su padre.
La reacción de Alfonso X no se hizo esperar, dictó una dura sentencia desheredando a Sancho y nombrando
heredero a su nieto Alfonso De la Cerda y después de él su hermano don Fernando. Si ambos morían sin
legítimos herederos heredaría el señorío el rey de Francia.
El 4 de abril de 1284 murió en Sevilla Alfonso X. Según la Crónica del reinado poco antes de morir
perdonaría a su hijo. Lo que sucedió realmente fue que el insólito testamento de Alfonso X no se cumplió y
el infante don Sancho fue coronado como único rey con el nombre de Sancho IV.
2.1 Reinado de Sancho IV.- (1284-1295) Se le conoce como “el Bravo” por su carácter iracundo. Su
acceso al trono fue muy bien recibido por la nobleza, el clero, las villas y las ciudades. Se casó en
segundas nupcias con María de Molina en 1282, matrimonio calificado de incestuoso por los distintos
Papas ya que los contrayentes eran parientes en tercer grado. Hasta su muerte, el matrimonio luchó
por lograr la dispensa papal sin conseguirla. Tres fueron los grandes problemas a los que Sancho IV
tuvo que enfrentarse durante su reinado: sujeción de la nobleza, conflicto con los infantes De la Cerda
y lucha contra el Islam.
• Sujeción de la nobleza.- Desde mediados del siglo, la paralización de la Reconquista había
impedido a los nobles la posibilidad de alcanzar nuevas rentas y beneficios con lo que iniciará un
pulso con la monarquía a fin de recomponer su poder y sus ingresos. Al frente de la nobleza se
sitúa Lope Díaz de Haro, señor de Vizcaya, lo que llevó a una ruptura total entre él y el monarca,
que se consumó con la muerte del señor de Vizcaya a manos del propio rey. Sancho IV parecía
decidido a asumir la potestad regia sin ningún tipo de limitaciones.
• Conflicto con los Infantes De la Cerda.- Los infantes de la Cerda, Alfonso y Fernando, no habían
renunciado a sus derechos al trono castellano, encontrando apoyo para su causa en Aragón de la
mano de Pedro III. Sancho IV buscó la alianza con Francia, firmando con Felipe IV un tratado de
prohijamiento para el caso de que cualquiera de ellos muriera sin descendencia. El rey de Francia
retiraba su amparo a los infantes De la Cerda, lo que supuso un golpe casi definitivo para sus
intereses.
• Lucha contra el Islam.- El control del Estrecho era indispensable para defenderse de cualquier
ataque procedente del norte de África, donde el poder almohade había sido sustituido por el
benimerí. Sancho IV retomará la política de expansión de Alfonso X, contando con el apoyo de
Génova y de Jaime II de Aragón. En 1292 se apodera de Tarifa e inicia los preparativos para
apoderarse de Algeciras y proceder al control total del Estrecho. Pero el proyecto se vio
interrumpido por la muerte en 1295 de Sancho IV a causa de la tuberculosis.
2.2 Reinado de Fernando IV.- (1295-1312). Hijo y sucesor de Sancho IV. Subió al trono a la edad de
nueve años. Su madre, María de Molina, había sido nombrada su tutora por Sancho IV poco antes de
morir. En su reinado podemos distinguir dos etapas, cuya separación estuvo marcada por el año 1304.
• Primera etapa.- Fue escenario de una larga guerra civil. La minoría de edad del rey, sus
discutibles derechos al trono al no estar legitimado el matrimonio de sus padres, las ambiciones
de la nobleza castellana y el apoyo de Jaime II de Aragón a los infantes De la Cerda llevaron a
nueve años de guerra casi constante que terminó en 1304 con el acuerdo entre las Coronas de
Castilla, Aragón y el reino de Portugal con la sentencia arbitral de Torrellas. También Alfonso
de la Cerda, a cambio de importantes compensaciones económicas, renunciaba a sus aspiraciones
al trono de Castilla.
• Segunda etapa.- Se caracterizó por el definitivo triunfo de la nobleza y la vuelta a la actividad
reconquistadora. A partir de 1304, Fernando IV, se mantiene en permanente confrontación con la
nobleza. El rey actuaba constantemente constreñido por la imposibilidad de subordinar a la
nobleza a la acción política que trataba de poner en poner en práctica.
En 1311 llegó en Palencia a un compromiso con los nobles que le dio un cierto margen de
maniobra, al conseguir la paz interior del reino que le era necesaria para continuar la guerra
contra los musulmanes. Al mismo tiempo, a través de las Cortes de Valladolid de 1312 va a
tratar de reconstruir la autoridad real y el prestigio del monarca mediante una serie de reformas.
Su prematura muerte impidió que tales proyectos reformistas se hicieran realidad.
2.3 Minoría de Alfonso XI. El movimiento hermandino.- Alfonso XI (1295-1325) era fruto del
matrimonio entre Fernando IV y Constanza de Portugal. Al morir su padre el heredero contaba con
poco más de un año. Inmediatamente se perfilaron dos facciones nobiliarias encabezadas, una por la
reina María de Molina y su hijo, el infante don Pedro y otra por el infante don Juan, hermano de
Sancho IV, que pugnan por la tutoría y custodia del monarca. Ante la anarquía y la inseguridad en las
Cortes de Burgos 1315 se reconoce como tutores a María de Molina y a los infantes Pedro y Juan.
Paralelamente, resurge con gran fuerza el movimiento hermandino, bajo la protección de María de
Molina. Las distintas con la particularidad de que ahora será estimulado y utilizado por la nobleza para
la consecución de sus objetivos políticos.
NOTA: Estas hermandades habían nacido en 1282. El infante don Sancho, aprovechando el
descontento generado por algunos aspectos de la política de Alfonso X, conseguirá la adhesión de las
ciudades, de la nobleza y del clero y estimulará su creación. Entre mayo y julio de 1282 se produjo
una gran floración de hermandades de muy diverso tipo, pero todas prácticamente con el común
denominador de apoyar sus pretensiones. Estas hermandades fueron suprimidas en 1284 por el
propio Sancho IV pues comprendía que constituían una amenaza para su poder (VER TEMA II)En estas Cortes burgalesas las distintas hermandades generales, a excepción de la andaluza,
convergieron en la creación de una única y poderosa Hermandad General y como consecuencia se
puso de manifiesto la alianza de los nobles con los concejos.
La Hermandad General fue confirmada por última
vez en las Cortes de Medina del Campo de 1318. Es
importante destacar que en el ordenamiento de las
mismas, se señala claramente cómo las propuestas
aprobadas por las Cortes son las que hicieron los
representantes de la hermandad. Da la impresión en
este momento que las Cortes van a ser desplazadas
por la Hermandad, pero nada de esto sucedió.
Ciertamente el vigor de la fuerza hermandina tenía ya
los días contados, a lo que contribuyó decisivamente
un hecho inesperado. En 1319 fueron derrotados y
muertos por los musulmanes los infantes don Pedro y
don Juan. Como consecuencia María de Molina
quedaba como tutora única. Las intrigas no se
hicieron esperar en torno a la composición de la
nueva tutoría de Alfonso XI, lo que provocó la división de la hermandad en diversas facciones, con lo
que perdió la cohesión que le daba fuerza.
En 1325, al cumplir catorce años, Alfonso XI fue declarado mayor de edad. La fragmentación del
movimiento hermandino le proporcionó una excelente ocasión para suprimir las hermandades y así
fue acordado en las Cortes de Valladolid de 1325.
3. REPERCUSIONES INTERNAS DE LA POLÍTICA MEDITERRÁNEA DE LA CORONA DE
ARAGÓN.3.1 Reinado de Pedro III el Grande.- (1276-1285) (VER: LA INCORPORACIÓN DE SICILIA A LA
CORONA DE ARAGÓN - TEMA III).
Los nobles y algunos concejos constituidos en una hermandad, la Unión Aragonesa, se niegan a
colaborar con la Corona en la guerra provocada por la ocupación de Sicilia y culpan al rey de una
aventura que en nada beneficia a Aragón. El precio para colaborar con Pedro III el Grande es el
reconocimiento en 1283 del Privilegio General de la Unión. En el texto del Privilegio se establece, entre
otros artículos:
• Reconoce los privilegios y vigencia del Fuero de Aragón.
• Instituye una serie de instituciones judiciales.
• Determinados cargos no pueden ser ocupados por personas que no sean de Aragón.
• Prohíbe la institución de nuevos impuestos.
• Inmunidad y amnistía así como la devolución de los bienes embargados a aquellos que se hayan
enfrentado con él o su padre.
• Gratuidad de la administración de justicia.
• Convocatoria anual de Cortes.
Ese mismo año, Pedro III reunió en Barcelona las Cortes catalanas en las que se aprobaron unas
Constitutions, en sintonía con el privilegio aragonés y que demostraba que la nobleza había fortalecido
su posición política, social y económica. En el caso del Reino de Valencia, por medio de un Privilegium
Magnum, confirmó los fueros y privilegios. Estas concesiones permitieron la consolidación de tres
espacios políticos diferenciados, con sus propias instituciones, unidos por la persona del monarca,
provocando el fin de la unidad absoluta de los territorios de la Corona.
3.2 Reinado de Alfonso III el Franco o el Liberal.- (1285-1291) Destaca en su reinado la firma en
1287, ante la actitud reivindicativa de la Unión aragonesa, de los llamados Privilegios de la Unión. En
virtud de los mismos el rey admitía la posibilidad de destronamiento regio y del cambio de dinastía si
actuaba contra la Unión. Se comprometía a celebrar Cortes todos los años en Zaragoza y a aceptar la
creación de un Consejo Real para los asuntos de Aragón.
En 1289, Alfonso III convocó las Cortes Generales de la Corona en Monzón. Los estamentos
aragoneses, catalanes y valencianos aprobaron unas constituciones con las que se pretendía poner
solución a los problemas más importantes del reino:
• Sanear las estructuras administrativas y financieras de la monarquía.
• Afirmación del principio de indivisibilidad de la Corona de Aragón.
• Creación de un Consejo Real para evitar los abusos de la Corona.
Estas Cortes de Monzón marcaron el fin de la rebeldía unionista y la desautorización de su programa y
procedimientos de actuación.
En 1291 murió Alfonso III. En su testamento legó Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca a su hermano
Jaime y éste debería ceder el reino de Sicilia a su hermano menor Federico.
3.3 Reinado de Jaime II el Justo.- (1291-1327) (VER: LA EXPANSIÓN MEDITERRÁNEA DE LA
CORONA DE ARAGÓN-TRATADO DE AGNANI - TEMA III)
La política desplegada por Jaime II en el interior de sus dominios consistió en una forma de equilibrio,
con el establecimiento de un poder compartido entre el rey y los grupos dominantes: nobleza, fuerzas
ciudadanas e Iglesia. En las Cortes de Tarragona de 1319, Jaime II promovió el llamado Privilegio de
Unión, que consagraba el principio de indivisibilidad de los tres estados que integraban la Corona de
Aragón.
A la muerte de Sancho IV de Castilla, el rey aragonés se convirtió en patrocinador de la candidatura a la
corona castellana de Alfonso de la Cerda, lo que llevó a nueve años de guerra casi constante que
terminó en 1304 con el acuerdo entre las Coronas de Castilla, Aragón y el reino de Portugal con la
sentencia arbitral de Torrellas
4. EL REINO DE PORTUGAL: LA OBRA DE DON DIONIS (1279-1325).Era hijo de Alfonso III y Beatriz de Portugal. Durante su reinado Portugal conoció profundas
transformaciones y un crecimiento que marca un hito decisivo en la historia
medieval portuguesa. Contrajo matrimonio con Isabel, hija de Pedro III de
Aragón.
Destaca en su reinado el establecimiento de las “inquiriçoes”, investigaciones
por las que se pretendía conocer los abusos y usurpaciones de que habían sido
objeto los bienes reales, con el fin de que fueran devueltos.
A partir de 1295, Dionis actuó claramente en los asuntos castellanos, como
aliado de Jaime II de Aragón y de los infantes De la Cerda. En ese contexto hay
que situar la firma del Tratado de Alcañices en 1297 entre Castilla y Portugal
que supuso el establecimiento de una frontera prácticamente definitiva entre los
dos reinos. Con dicho tratado se cierra para Portugal una etapa de expansión, al
tiempo que se delimita un espacio nacional. A Dionis se le conoce por el
apelativo de “el rey labrador” al mostrar una gran preocupación por estimular la mejora de la producción
de los campos que incrementaría las rentas campesinas y estimularía la exportación de los excedentes.
5. NAVARRA EN LA ÓRBITA FRANCESA.En 1274, tras un breve reinado, murió Enrique I (1270-1274) dejando planteado un grave problema
sucesorio. Su heredera era su hija, la princesa Juana I, que al ser menor de edad quedó bajo la regencia de
su madre Blanca de Artois. Al mismo tiempo se eligió como gobernador al Señor de Cascante -para que se
hiciera cargo del gobierno hasta que Juana cumpliera doce años y pudiera casarse- y una Hermandad para
vigilar el buen hacer del gobernador.
Con el fin de frenar las apetencias de los reinos vecinos: Castilla y Aragón,
Blanca de Artois, sin consultar a los estamentos del reino, concertó el
matrimonio de Juana con uno de los hijos del rey de Francia, Felipe III, que se
haría cargo de la defensa del reino navarro ante posibles ataques de Castilla y
Aragón. El gobernador fue sustituido por uno francés. Pronto surgió una fuerte
oposición ante el gobernador extranjero, especialmente en Pamplona, donde la
población estaba muy dividida y enfrentada entre francos y naturales. La
oposición de la Navarreria (zona de Pamplona próxima a la Catedral, poblada
por naturales navarros) a los decretos del gobernador francés provocó una crisis
que finalizó con la intervención militar francesa. Navarra quedó sometida al
reino francés de Felipe III.
En 1284, Juana I contrajo matrimonio con Felipe IV el Hermoso, que al año
siguiente sucedería a su padre Felipe III como rey y, por tanto, legitimo rey de Francia y de Navarra.
Ambos son vistos en Navarra como unos extraños, surgiendo progresivos movimientos de oposición.
Tanto ellos como sus sucesores ejercieron el gobierno del Reino de Navarra a distancia, a través de
gobernadores provistos de amplios poderes. En 1328 moriría sin descendencia Carlos el Calvo, lo que
facilitaría la separación de Navarra de la corona de Francia. Las Cortes reunidas en Pamplona aceptaron los
derechos al trono que tenía Juana II, nieta de Juana I y casada con Felipe III de Evreux. Estas Cortes
aceptaron que el marido ejerciera el gobierno en nombre de su mujer. Terminaba la dinastía Capeto y se
inauguraba una nueva dinastía, llamada de Evreux.
TEMA V
CONFLICTOS POLÍTICOS EN LOS REINOS HISPÁNICOS Y EL TRIUNFO DE
LAS MONARQUÍAS EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIV
ÍNDICE:
1. INTRODUCCIÓN.2. FORTALECIMIENTO DE LA MONARQUÍA EN CASTILLA: EL REINADO DE ALFONSO XI.2.1 Domeñando a la nobleza.-.
2.2 El dominio sobre las ciudades y las Cortes.2.3 La política exterior.2.4 La batalla del Estrecho.3. LA CORONA DE ARAGÓN.3.1 Lucha por el dominio de Cerdeña.3.2 La derrota de la Unión.3.3 La incorporación definitiva de Mallorca.4. EL REINO DE PORTUGAL: EL REINADO DE ALFONSO IV.5. LA INDEPENDENCIA DE NAVARRA.6. CONCLUSIONES.1. INTRODUCCIÓN.Tal como estaba sucediendo en el resto del Occidente europeo la crisis del siglo XIV: guerra, hambre,
peste, etc. etc. también afectó al conjunto de la Península Ibérica, aunque los grados de incidencia de la
crisis no fueron homogéneos, sino que variaron de un reino a otro y, a su vez, en el interior de cada uno de
ellos, cada zona se vio afectada de manera diferente. En esta época el feudalismo, como sistema social y
económico, supo capear el temporal de la crisis y experimentó una etapa de crecimiento que permitió su
supervivencia estructural durante siglos.
2. FORTALECIMIENTO DE LA MONARQUÍA EN CASTILLA: EL REINADO DE ALFONSO XI.Puede decirse que Alfonso XI fue un decidido partidario del acuerdo con los nobles y en todo momento
intentó atraerlos a su servicio dotándolos convenientemente. El interés
del monarca, por convicción personal y por necesidad política, exige
mantener a su servicio a los nobles. Sin embargo, los sueldos y bienes
concedidos por el rey eran insuficientes a causa de las continuas subidas
de precios y que la mejor forma de incrementar sus beneficios era servir
al monarca desde los puestos de gobierno que permitan actualizar los
ingresos; para lograr este objetivo político-económico no dudarán en
sublevarse, ni tampoco en aceptar la autoridad real cuando ésta les
ofrece suficientes compensaciones para poner fin a la violencia.
Alfonso XI (1311-1350) fue un monarca que, combinando la coacción
con la persuasión, logró ir poniendo fin al alto punto de independencia
que habían logrado las ciudades y las Cortes y que, igualmente,
consiguió que la nobleza terminara por colaborar en la pacificación del
reino y en la lucha por el dominio de la orilla norte del Estrecho frente a
benimerines y granadinos.
Puede decirse que Alfonso XI fue un rey decidido partidario del acuerdo con los nobles y en todo momento
intentó atraerlos a su servicio dotándolos convenientemente. El interés del monarca, por convicción
personal y por necesidad política, exige mantener a su servicio a los nobles. Sin embargo, los sueldos y
bienes concedidos por el rey eran insuficientes a causa de las continuas subidas de precios y que la mejor
forma de incrementar sus beneficios era servir al monarca desde los puestos de gobierno que permitan
actualizar los ingresos; para lograr este objetivo político-económico no dudarán en sublevarse, ni tampoco
en aceptar la autoridad real cuando ésta les ofrece suficientes compensaciones para poner fin a la
violencia.
Durante la minoría de Alfonso XI, su reino estuvo dividida entre los tutores del rey, más interesados en
consolidar su posición personal y la de los nobles que les apoyan que en la consolidación del reino: el
infante Felipe (hermano de Fernando IV), don Juan Manuel (nieto de Fernando III) y don Juan el Tuerto
(hijo del infante don Juan, hermano de Sancho IV).
2.1 Domeñando a la nobleza.- A la mayoría de de edad de Alfonso XI (1325), éste se vio obligado a
elegir entre los tres grupos nobiliarios que apoyaban a los tres tutores que se disputaban el poder. Así,
Alfonso se apoya en los partidarios del infante Felipe e intenta atraerse a don Juan Manuel (que se
había coaligado con don Juan el Tuerto contra el monarca) pidiendo en matrimonio a su hija
Constanza Manuel, de nueve años, al tiempo que manda asesinar a don Juan el Tuerto (1326).
Este matrimonio ha sido acordado en momentos de dificultad, para romper la alianza de los nobles,
pero no es aceptable para los nobles que siguen al rey, porque la victoria de don Juan Manuel
significaría para ellos la pérdida del favor real. Constanza Manuel fue rechazada y Alfonso XI se
casará con María de Portugal, con lo que resta a los nobles en su contra el apoyo portugués.
Don Juan Manuel, ofendido, buscó el apoyo de Alfonso IV de
Aragón e inició una revuelta. Pero el matrimonio de la hermana de
Alfonso XI, Leonor, con el rey aragonés restablece la paz entre los
dos reinos y permite someter a don Juan Manuel e iniciar una
campaña contra Granada (1329), cuyo rey se declara vasallo del
castellano.
Fue una tregua transitoria. En 1331, durante la campaña andaluza
contra Granada, el rey conoce a Leonor de Guzmán, por la que
abandona a su esposa María de Portugal. Ello provocó un intento de
invasión por parte del rey portugués, al mismo tiempo que se
sublevaba en Castilla los nobles don Juan Manuel y don Juan Núñez
de Lara. A esta liga se agregó el nuevo rey de Aragón, Pedro IV el
Ceremonioso, (cuya oposición a su madrastra Leonor de Castilla y a
sus hijos era notoria). Alfonso XI, contando con unos recursos de los
que había carecido años atrás afrontó la crisis con determinación. Detuvo la invasión del ejército
portugués y derrotó a los dos magnates. En adelante Alfonso XI pudo gobernar sin ninguna oposición
seria por parte de la nobleza.
2.2 El dominio sobre las ciudades y las Cortes.- Junto a la nobleza, las ciudades reunidas en
Hermandad General o en Cortes constituían la fuerza que, en solitario o en cooperación con el
estamento nobiliario podría constituirse en un obstáculo para que la institución monárquica controlase
el Reino. Desde que llega al trono Alfonso XI, inicia una progresiva labor erosiva con la finalidad de
disminuir el alcance de los fueros y costumbres locales a cambio de ir imponiendo sus propios
representantes. En 1325 dio el golpe de gracia a cualquier resistencia cuando prohibió la Hermandad
General. Tras la sumisión de la nobleza, su cooperación permitió a Alfonso XI manejar prácticamente
a su antojo a las Cortes. El rey se mostró intransigente en las cuestiones esenciales, es decir, en los
intentos de poner límite a su autoridad o en la disminución de los ingresos económicos que recaudaba.
La voluntad del rey era la ley y este poder regio reafirmó el sistema señorial, es decir, la más pura
organización feudal.
Otra clara manifestación del triunfo monárquico fue la implantación del Código de las Siete Partidas
de Alfonso X que a partir de 1348 fue calificada como norma jurídica para todo el reino. Esta norma
sólo tendría capacidad de aplicación cuando ni las leyes promulgadas por Alfonso XI ni los fueros
locales pudieran dar respuesta a determinados problemas.
2.3 La política exterior.- Hasta 1338 a política exterior de Castilla estuvo en buena medida
condicionada por los problemas internos: las alianzas o enfrentamientos con Aragón y Portugal tienden
a evitar el apoyo de los monarcas a los nobles rebeldes.
La postura de Castilla estuvo condicionada por las primeras etapas de la Guerra de los Cien Años. El
reino se había convertido en una potencia ganadera y comercial, por lo que Inglaterra y Francia
buscaban la alianza con Alfonso XI, que no se comprometió demasiado en las hostilidades, obteniendo
beneficios de la situación. Cuando en 1345 la contienda parecía favorecer a Francia, Alfonso XI firmó
un tratado con Felipe IV y cuando en 1346 los franceses fueron derrotados en la batalla de Créçy el
panorama cambió y el monarca dio marcha atrás, llegando a plantear la boda de su hijo Pedro con
Juana de Plantagenet, que murió de peste durante el viaje a Castilla. Cuando murió el rey, nada se
había resuelto respecto a las alianzas exteriores, excepto un punto: las preferencias del tercer estado
iban hacia Inglaterra, las del clero y la nobleza hacia Francia.
2.6 La Batalla del Estrecho.- Los acuerdos de Alfonso XI con los nobles en 1338 tienen como
finalidad conseguir su colaboración para poder
contrarrestar los ataques benimerines e intentar la
recuperación de Gibraltar tomada por éstos en 1333.
En 1340, en Tarifa, la flota castellana fue derrotada por
los musulmanes. Alfonso XI no duda en pedir ayuda a
los demás reinos y en contratar los servicios de naves y
marinos de Portugal, Génova y Aragón. Ante el peligro
musulmán se alía con Alfonso IV de Portugal y con
Pedro IV de Aragón a los que se unieron algunos
contingentes de Inglaterra. Los aliados cristianos
derrotaron a los benimerines en la decisiva victoria del
Salado (1340). Explotando este éxito se apoderó de
Algeciras (1344) y murió, a consecuencia de la Peste
Negra, cuando sitiaba de nuevo Gibraltar (1350). Fue
el único monarca de una Europa afectada por la peste en morir de esa enfermedad.
3. LA CORONA DE ARAGÓN.A finales del siglo XIII, la Corona de Aragón comprendía los reinos peninsulares de Aragón y Valencia, el
Principado de Cataluña y los reinos insulares de Mallorca y Sicilia, a los que se unió en el siglo siguiente
los ducados de Neopatria y Atenas, conquistados por los almogávares, y la isla de Cerdeña, ocupada entre
1323 y 1324 tras el Tratado de Agnani. Dominios extensos que no permanecieron unidos.
Los objetivos de los reyes aragoneses Alfonso IV el Benigno y Pedro IV el Ceremonioso fueron mantener el
dominio de Cerdeña ante la agresividad de la república de Génova y la reincorporación de Sicilia y
Mallorca, que significaría el dominio del Mediterráneo occidental.
3.1 Lucha por el dominio de Cerdeña.- La obsesión por Cerdeña por parte de catalanes y mallorquines
se manifestó en la imperiosa necesidad de proteger el tráfico de mercancías mediterráneo y de mantener
las cuotas de avituallamiento de trigo procedente de Sicilia y Cerdeña. En 1380, Pedro IV llegó a
proclamar que si Cerdeña y Sicilia se perdían, nada impediría que Mallorca y Barcelona entrasen en crisis
y se despoblasen por no recibir provisiones suficientes.
Cerdeña se encontraba dividida entre los partidarios de los genoveses y los de los aragoneses, rebelándose
los primeros apoyados por Génova tras lo que se produjo una dura
represión aragonesa que desató una guerra abierta contra la república
genovesa. En 1336 se firmó un acuerdo de paz, aunque los
partidarios de los genoveses en la isla seguían con frecuentes
altercados.
Pedro IV, después de terminar con los problemas internos en su
reino, decidió que había llegado el momento de dedicarse en
exclusiva a este asunto y así pactó con venecianos y bizantinos,
armando una flota que derrotó en febrero de 1353 a los genoveses
ante la misma Constantinopla, volviendo a derrotarlos en agosto del
mismo año en Alghero. Tras la victoria naval Pedro IV se dirigió a la
isla, terminando en 1355 con el último foco de resistencia.
Entre 1358 y 1368 estallaron nuevas revueltas, pero las hostilidades
con Castilla hicieron a Pedro IV desistir de la intervención en la isla.
Para afianzar su poder en Cerdeña el rey necesitaba reincorporar
Sicilia a la corona aragonesa. Para ello recurrió a la política
matrimonial: logró la dispensa papal para casar a su hija Constanza con Fadrique de Sicilia. Cuando en
1377, Fadrique murió sin descendencia, Pedro IV fue reconocido como monarca de Sicilia. Fue también
cuando recibió como homenaje los ducados de Neopatria y Atenas.
3.2 La derrota de la Unión.- Los motivos unionistas aragoneses se fundamentaron en el siglo XIII,
cuando se niegan a colaborar con la Corona en la guerra provocada por la ocupación de Sicilia y culpan al
rey de una aventura que en nada beneficia a Aragón. El precio para
colaborar con Pedro III el Grande es el reconocimiento en 1283 del
Privilegio General, que incluye la vigencia del Fuero de Aragón y el control
político y económico del reino de Valencia por los nobles aragoneses
agrupados en la Unión.
La infracción de este Privilegio General en el reinado del hijo de Pedro III,
Alfonso III, junto a la soberbia de la nobleza, fueron la causa en 1287 de los
Privilegios de la Unión, que reformaba alguna de las disposiciones e
incorporaba otras nuevas, como la aceptación por el monarca de la
posibilidad de destronamiento y del cambio de dinastía si se actuaba contra
la Unión. (Ver tema IV).
Cuando, tras enviudar Alfonso IV el Benigno (hijo de Jaime II el Justo)
contrae en 1329 nuevo matrimonio con Leonor de Castilla, las élites
dominantes se dividen entre los partidarios del monarca y los seguidores de
su primogénito Pedro el Ceremonioso. Al apoyar Aragón a este último, la nobleza creyó haber ganado la
partida cuando Pedro alcanzó el trono en 1336 a la muerte de su padre. Pero esta nobleza no tuvo en
cuenta que Cataluña era el auténtico músculo económico de la Corona y por lo tanto, Pedro IV debería
inclinarse por los intereses catalanes. Esta decisión avivó el malestar aragonés, al añadirse la elección de
su hija Constanza como heredera. Los aragoneses se aliaron con los hermanos de Pedro IV, resucitaron la
Unión, la extendieron al reino valenciano e intentaron llevar la revuelta a Mallorca en un claro intento de
aglutinar contra el monarca y sus consejeros catalanes a los demás territorios de la Corona. Sin otra salida,
Pedro IV aceptó las exigencias de los unionistas, confirmó los Privilegios de la Unión y se vio obligado a
reconocer a Fernando, hijo de Leonor de Castilla, como heredero en tanto no tuviera hijos varones.
Pedro IV juró destruir la Unión, se enfrentó y derrotó en 1348 a las tropas unionistas al mando del infante
don Fernando. En las Cortes de Zaragoza de octubre de 1348, deroga los Privilegios de la Unión y se
acuerda que el Privilegio General de 1283, jurado por Pedro III el Grande, sea tenido como Fuero.
3.3 La incorporación definitiva de Mallorca.- El reino de Mallorca, independiente por decisión de
Jaime I desde 1276. Fue ocupado por su hijo, Pedro III el Grande, en 1285, y devuelto a la dinastía
mallorquina en 1298 cuando Jaime II se declarara vasallo del rey aragonés.
Junto a los problemas internos, el reino de Mallorca ocupa los primeros años del reinado de Pedro IV el
Ceremonioso. La excusa del incumplimiento de los deberes de vasallaje por Jaime III y el permiso dado
para la circulación de moneda catalana en el Rosellón llevó a Pedro IV ocupar la isla en 1343, con el
apoyo de algunos mallorquines partidarios de la unión con la corona aragonesa. Un intento de reconquista
en 1349 por parte de Jaime III terminará con su muerte y la encarcelación de su hijo Jaime IV.
Desde la muerte de Jaime III, el reino de Mallorca permaneció inalterable, desapareció como estado
independiente y en adelante seguirá unido a la Corona de Aragón y más concretamente a Cataluña.
4. EL REINO DE PORTUGAL: EL REINADO DE ALFONSO IV.En líneas generales, el reinado de Alfonso IV coincidió con el de
Alfonso XI. Hemos visto en los apartados anteriores su apoyo a los
rebeldes castellanos, el matrimonio de María de Portugal con
Alfonso XI y su abandono por Leonor de Guzmán, las contiendas
entre ambos reinos y la colaboración del rey portugués en la
decisiva batalla del Estrecho.
El matrimonio del hijo primogénito de Alfonso IV, Pedro, con la
infanta española Constanza Manuel, y la inclinación posterior del
heredero por Inés de Castro, una de las damas que acompañaban a
Constanza, hizo que la nobleza portuguesa se dividiera de nuevo en
dos bandos enfrentados que confiaban en que el triunfo del partido
elegido redundase en su beneficio personal. Una parte de la nobleza
siguió a Pedro y a sus hijos ilegítimos y otra, consejeros de Alfonso
IV, optaron por la defensa de los hijos de Pedro y Constanza
Manuel.
Inés de Castro fue asesinada en 1355, estallando la guerra civil entre Pedro y su padre Alfonso IV, con
apoyo para el infante de los Castro de Castilla. Alfonso IV y Pedro se reconciliaron y a la muerte del
primero en 1357 el infante subió al trono con el nombre de Pedro I.
5. LA INDEPENDENCIA DE NAVARRA.Desde el matrimonio de Juana de Champagne (Juana I) y Felipe IV de Francia en 1284 el reino de Navarra
estaba unido de hecho a Francia, manteniendo sin embargo una cierta independencia teórica reconocida por
los monarcas franceses y por los de Castilla y Aragón.
Tras la muerte sin hijos en 1328 de Carlos IV de Francia y la sustitución de los Capeto por los Valois,
permitirá a los navarros recuperar la independencia política en la persona de Juana II -la mayor de las
descendientes vivas de Juana de Champagne- y su marido Felipe de Evreux, que fue coronado como rey
consorte con el nombre de Felipe III. Los navarros mantuvieron una política de amistad con sus vecinos,
amistad que sólo fue alterada por las disputas con Castilla, disputas que llevaron a los navarros en 1334 a
una guerra corta pero dura. Hecha la paz, Felipe III apoyó a Alfonso XI en el cerco de Algeciras (1344).
6. CONCLUSIONES.A pesar de los notables éxitos bélicos y diplomáticos la región peninsular más perjudicada por la crisis del
siglo XIV fue la Corona de Aragón, ello le llevó a que terminase perdiendo a medio plazo la partida frente
a Castilla como estado hegemónico que, tras decenios de anarquía nobiliaria y urbana dejó paso a un
afianzamiento del poder monárquico durante el reinado de Alfonso XI.
TEMA VI
UNA ÉPOCA DE AUTORITARISMO EN LOS REINOS PENINSULARES EN EL
SIGLO XIV (1350-1370)
ÍNDICE:
1. INTRODUCCIÓN.2. EL REINADO DE PEDRO I DE CASTILLA.2.1 Circunstancias familiares.2.2 Los primeros problemas con la nobleza.2.3 El gobierno personal de Pedro I.3. LA CORONA DE ARAGÓN EN EL REINADO DE PEDRO IV EL CEREMONIOSO.4. EL ENFRENTAMIENTO ENTRE ARAGÓN Y CASTILLA: LA GUERRA DE LOS DOS PEDROS.4.1 La reanudación de las hostilidades.4.2 De Araviana a Nájera.4.3 La Paz de Terrer.5. EL REINO DE PORTUGAL: EL REINADO DE PEDRO I.6. NAVARRA EN LA ÉPOCA DE CARLOS II EL MALO.7. CONCLUSIONES.1. INTRODUCCIÓN.Los años que transcurren aproximadamente entre 1350 y 1370 están presididos en la Península Ibérica por
una marcada actitud hacia el autoritarismo. Además, varios hechos de amplia repercusión constituyen el
telón de fondo de esta época: el primero de ellos es la epidemia de peste que se cierne sobre Europa desde
1348 y el segundo problema será la Guerra de los Cien Años, que aunque se trate de un conflicto entre
Francia e Inglaterra, otros reinos de Europa van a verse también implicados en cierto modo.
Todo esto sucederá mientras se comienza a evidenciar una crisis del feudalismo perceptible en todas las
monarquías europeas, consecuencia del reforzamiento del poder real, de la crisis económica que la peste y
sus consecuencias produjeron en las economías señoriales y del creciente protagonismo por parte de los
grupos burgueses.
2. EL REINADO DE PEDRO I DE CASTILLA.El reinado de Pedro I (1350-1369) es uno de los más polémicos de nuestra Edad Media. El propio apelativo
que recibió el rey, “el Cruel”, lo demuestra. Probablemente el rey no fue
mucho más cruel que sus contemporáneos, entre los que encontramos
personajes como Pedro I de Portugal y Pedro IV de Aragón.
Es difícil entender este reinado sin conocer previamente algunas
circunstancias muy concretas. Pedro I sube al trono inmediatamente después
de desencadenarse la Peste Negra. Le toca hacer frente a una época de crisis
demográfica, de grandes cambios y transformaciones. En otro sentido, el
reinado se inicia en el momento más álgido de la primera fase de la Guerra de
los Cien Años, respecto a la cual va a ser muy difícil mantenerse neutral.
El nuevo rey subió al trono a la edad de 15 años. Necesitaba el consejo de
personas más experimentadas y, de hecho, sus primeros pasos en el gobierno a
la sombra de Juan Alfonso de Alburquerque, recuerdan la minoría de su padre Alfonso XI, y de su abuelo,
Fernando IV.
2.1 Circunstancias familiares.- Tanto el joven rey como su madre, María de Portugal, habían vivido
preteridos (omitidos en la institución de herederos a los que son forzosos, sin desheredarlos
expresamente en el testamento) y en la sombra, debido al protagonismo de la amante de su padre
Alfonso XI, Leonor de Guzmán, y sus numerosos hijos bastardos. Esta actitud, así como los intereses
surgidos en torno a Leonor lo que provocó las mayores consecuencias para el futuro. Cuando María de
Portugal mandó hacer desaparecer a su antigua rival, el descontento de los bastardos encontró eco en
parte de la nobleza y condujo a un duro enfrentamiento entre ésta y la monarquía.
2.2 Los primeros problemas con la nobleza.- Punto esencial de su política es el intento de disminuir
el poder de la nobleza. Los problemas de su reinado comenzaron muy pronto. En 1350 Pedro I padeció
una grave enfermedad que logró superar, pero el reino se dividió en torno al tema de la sucesión. De esta
división vinieron los primeros conflictos que se recrudecerían más tarde, para terminar con la muerte de
Leonor de Guzmán. Esta última muerte ahondó las diferencias entre el rey y sus hermanos bastardos,
organizándose por ello revueltas.
El siguiente problema lo constituirá el proyecto de matrimonio para Pedro I diseñado por Alburquerque,
pues éste último iniciará en territorio francés negociaciones para un futuro matrimonio entre el monarca
castellano y doña Blanca de Borbón, proyecto que será un fracaso por la relación que el rey mantenía
con María de Padilla. Pedro I abandonó a su esposa a los dos días de la boda, provocando un gran
escándalo.
2.3 El gobierno personal de Pedro I.- Los errores cometidos por Juan Alfonso de Alburquerque
dejaron el terreno abonado para la continuación de los conflictos nobiliarios, destacando el antes aludido
fracaso de matrimonio entre el monarca y Blanca de Borbón, que
rompía la alianza con Francia. Este hecho desencadenó la caída de
Alburquerque, el cual abandonará Castilla para refugiarse en
Portugal.
El desgraciado destino de Blanca de Borbón, que rechazada por
Pedro I, permanecerá recluida en Medina del Campo por orden del
monarca servirá de pretexto para iniciar una rebelión por parte de la
nobleza en contra de las pretensiones del rey. Intentando llegar a un
acuerdo, los sublevados se apoderaron de la persona del rey, el cual,
tras ser hecho prisionero y ser sometido a una serie de vejaciones que
marcarán un punto de inflexión en su carácter como rey, será
liberado en 1355, año en el que se inician las temibles venganzas de
Pedro I.
Se pondrá de manifiesto a partir de ahora toda su agresividad,
patente no sólo en la lucha contra los nobles, sino también con su
propia familia y el enfrentamiento que adquiere el aspecto de un duelo personal con su hermanastro
Enrique de Trastámara. Su propia madre, María de Portugal, termina refugiándose en su país de origen
y, tras quedar definitivamente rota su alianza con Francia, se iniciará a partir de ahora la primera de las
campañas contra el Reino de Aragón.
3. LA CORONA DE ARAGÓN EN EL REINADO DE PEDRO IV EL CEREMONIOSO.Algunos historiadores han caracterizado la época de Pedro IV (1336-1387) como el momento de plenitud de
la historia de Cataluña, pero considerando, al mismo tiempo, el inicio de su decadencia, cuyas causas son
complejas pero se deben en gran medida a las consecuencias de la epidemia de peste.
El largo reinado de Pedro IV el Ceremonioso es más dilatado y complejo que el de sus contemporáneos
Pedro I de Castilla y Pedro I de Portugal. Y como el de ellos, el su reinado desempeñan un papel
fundamental los problemas dinásticos. Por una parte los derivados del segundo matrimonio de su padre,
Alfonso IV El Benigno, con Leonor de Castilla, hermana de Alfonso XI, del que nacieron dos hijos,
Fernando y Juan. Fernando se convirtió en el más poderoso señor territorial de la Corona de Aragón, lo que
no favoreció las buenas relaciones entre Pedro IV y sus hermanos, debido, en gran medida a la actitud de
Leonor de Castilla, demasiado empeñada en defender los derechos de sus hijos.
También las tensiones se agudizaron a consecuencia de la falta de hijos varones que durante mucho tiempo
afectó al rey de Aragón. Las malas relaciones de Pedro IV con sus hermanos explican la participación activa
de alguno de ellos en los problemas internos del reino.
Muertas sus dos primeras esposas, Pedro IV contrajo su tercer matrimonio con Leonor de Sicilia, madre de
sus sucesores inmediatos, Juan I y Martín el Humano. Cuando se inicia la segunda mitad del siglo XIV,
Pedro IV ya había solucionado una buena parte de los problemas suscitados en los primeros decenios de su
reinado
(CONTINUACIÓN - VER: TEMA V - PUNTO 3.- LA CORONA DE ARAGÓN)
4. EL ENFRENTAMIENTO ENTRE ARAGÓN Y CASTILLA: LA GUERRA DE LOS DOS PEDROS.En 1356, resuelta de momento la revuelta nobiliaria surgida en Castilla, Pedro I inicia la primera de las
guerras contra Aragón. Se conoce esta contienda como la Guerra de los dos Pedros.
Los motivos que le llevarán a la contienda son numerosos y complejos. Por una parte, Pedro I, deseaba
recuperar los territorios que Castilla había tenido que ceder en el pasado a Aragón, cercanos ellos a la
frontera de Murcia. Además reprochaba al rey aragonés no haberle prestado ayuda contra los nobles
rebeldes y el haberles acogido luego en su reino. Por otro lado, estaba en juego la hegemonía peninsular
entre dos monarcas autoritarios, la cual era reclamada por Pedro I.
Uno de los motivos que llevaron al enfrentamiento a Pedro IV el
Ceremonioso de Aragón, fue la presencia en Castilla de los
infantes aragoneses, contrarios a su persona, perturbando las
relaciones entre los dos reinos. En todo caso, la guerra se enmarca
a escala internacional, en el gran conflicto de la Guerra de los
Cien Años, y también en el contexto de las buenas relaciones que
mantenía Castilla con la República de Génova.
El estallido fue ocasionado por una contienda menor dentro de las
tensiones padecidas entre ambos reinos. Con motivo del
apresamiento de unos barcos de Piacenza, aliada de Génova, por
una armada catalana, Pedro I decretó un embargo de bienes sobre
los mercaderes catalanes establecidos en Castilla y formuló un
ultimátum al monarca aragonés, el cual aceptó el reto.
Oficialmente la guerra se inicia con la toma de Alicante por parte
de Pedro I en septiembre de 1356.
Por el bando contrario, Enrique de Trastámara, que había huido a Francia entrará desde allí en Aragón
firmando un acuerdo de vasallaje hacia el monarca aragonés plasmado en el Tratado de Pina.
Posteriormente, en marzo de 1357, la ofensiva castellana dará como resultado la toma de Tarazona, perdida
posteriormente, al mismo tiempo que las tropas leales a Pedro I derrotaban a los sublevados de Andalucía.
Tras estos hechos hubo una tregua entre los dos reyes, firmada en Tudela, en el Reino de Navarra, a lo largo
de la cual en monarca castellano va a preparar una nueva ofensiva, esta vez por mar. En este contexto, antes
de comenzar el siguiente ataque tuvieron lugar algunos de los asesinatos más atroces de cuantos mandó a
cometer Pedro I a lo largo de su mandato. Entre estas muertes destaca la de su hermano Fadrique (hermano
gemelo de Enrique de Trastámara) y meses después la de Leonor de Guzmán. Estas muertes violentas
constituirán la mejor propaganda adversa contra el rey, pues atraerá el odio implacable de sus enemigos, a la
vez que va a fomentar el temor y la desconfianza entre sus fieles.
4.1 La reanudación de las hostilidades.- En el verano de 1358 se reanudaron las hostilidades contra
Aragón. Pedro I contaba con la alianza de Portugal y preparó en 1359 una flota, las que se añadieron
algunas naves portuguesas, y cuyo objetivo fue la ciudad de Barcelona, pero quedó simplemente en una
simple demostración de fuerza y terminó por retirarse sin entablar combate con la flota aragonesa. Esta
empresa militar fue un completo fracaso, pero ponía de manifiesto las grandes posibilidades de sacar
provecho marinero del reino de Castilla, tanto a nivel militar como comercial.
4.2 De Araviana a Nájera.- En 1359, Enrique de Trastámara se arriesgó a organizar, por iniciativa
propia, una expedición terrestre contra Castilla. Obtuvo una brillante victoria en Araviana saliendo
fortalecido de esa victoria. Tras ella, Enrique quiso aumentar su triunfo con una operación militar de
mayor fuste. En una expedición militar aragonesa bajo su mando se enfrentó de nuevo con su
hermanastro, Pedro I, en la batalla de Nájera (1360) donde fue derrotado. Fue la primera de las dos
victorias que Pedro I obtuvo en el mismo lugar sobre su hermano bastardo. Tras la batalla la alianza
entre Castilla y Portugal se reforzó. Los nobles castellanos huidos a Portugal fueron devueltos a Castilla
y ajusticiados, como contrapartida, los nobles portugueses que años atrás habían participado en el
asesinato de Inés de Castro y habían encontrado refugio en Castilla fueron devueltos a Portugal y
sufrieron el mismo castigo. Se produjo a partir de entonces un acercamiento entre Castilla e Inglaterra
que desembocaría en una alianza con el ejército mejor preparado de Europa, pero a costa de implicarse
en la Guerra de los Cien Años.
4.3 La Paz de Terrer.- Ante esta situación, a Pedro IV de Aragón le interesaba llegar a un acuerdo con
Castilla para establecer una tregua. A Castilla también le interesaba porque acababa de producirse el
destronamiento de de Muhammad V de Granada, aliado suyo, y el acceso al poder de Muhammad VI del
que se esperaba que fuese aliado de Aragón. No interesaba una guerra para Castilla en dos frentes.
El acuerdo con Aragón se firmó en Terrer, frontera de Soria, en mayo de 1361. Pedro I renunciaba a sus
reivindicaciones territoriales; Pedro IV se comprometía a prescindir de los servicios de Enrique de
Tratámara, que despechado pasó a Francia donde intentará conseguir la colaboración francesa.
La Paz de Terrer se convirtió en una simple tregua de corta duración. Muerto Muhammad VI de
Granada -a manos del propio Pedro I- y reintegrado el trono a su antiguo aliado Muhammad V, el rey
de Castilla estaba libre para emprender de nuevo la ofensiva contra Aragón.
4.4 La nueva guerra con Aragón.- En 1362 estableció Pedro I una definitiva alianza con Inglaterra e
iniciando la ofensiva castellana que llevó a su ejército a someter
diversas plazas aragonesas, entre ellas Calatayud. Pedro IV de
Aragón, aliado con Francia, tuvo que recurrir de nuevo a Enrique de
Trastámara que volvió a Aragón y fue reconocido como pretendiente
al trono de Castilla. Sometida Calatayud el ejército castellano se
dirigió hacia Valencia, lo que llevó a Aragón a buscar la paz a
cualquier precio. Se firmo en 1363 la Paz de Murviedro (Sagunto).
Pedro I no respetó los acuerdos alegando incumplimientos del pacto.
Tras una nueva ofensiva obtuvo el control de la mayor parte del
reino de Valencia, llegando incluso a sitiar ésta. Aunque pudo
levantarse el sitio, la superioridad castellana era manifiesta y Enrique
de Trastámara fue consciente de la necesidad de ampliar sus
alianzas. Fue entonces cuando en el marco de una alianza con
Francia, Aragón y el Papa consiguió el apoyo económico necesario para contratar a las Compañías
Blancas, tropas mercenarias francesas al mando de Bertrand Du Guesclin. En los meses finales de 1365
las tropas francesas se concentraron en el Pirineo dispuestas a intervenir en la Península.
5. EL REINO DE PORTUGAL: EL REINADO DE PEDRO I.(VER TAMBIÉN: EL REINO DE PORTUGAL: EL REINADO DE ALFONSO IV – TEMA V)
La actuación de Pedro I de Portugal (1357-1367) también llamado el Cruel, o el Justiciero, como su
homónimo el rey de Castilla, está en la misma línea de autoritarismo característica de la época. Al subir al
trono declaró que su unión con Inés de Castro había sido,
realmente, un matrimonio y que los hijos nacidos de esa unión
eran legítimos. Se vengó de los asesinos de Inés y, según la
leyenda, mandó desenterrar su cadáver para que de forma póstuma
y macabra la nobleza del país la acatara como verdadera reina.
Merece especial mención su deseo de promover la justicia, cuya
administración sufrió una considerable reforma. Él mismo ejercerá
la justicia personalmente, practicándola a menudo con rigor y
severidad.
En su reinado avanzó de forma considerable la tendencia hacia la
creación de una Iglesia nacional en Portugal.
6. NAVARRA EN LA ÉPOCA DE CARLOS II EL MALO.El reinado de Carlos II de Navarra (1349-1387) es, probablemente, el mejor ejemplo para explicar la
participación que los reinos y los monarcas hispánicos tuvieron en la Guerra de los Cien Años. Carlos,
hijo de Juana II y Felipe de Evreux descendía de los reyes de Francia. (VER: La INDEPENDENCIA DE
NAVARRA – TEMA V).
Con motivo de la separación de Navarra de la Corona francesa sus padres,
Juana y Felipe, renunciarán al condado de Champaña y asimismo a sus
derechos a la Corona de Francia, recibiendo a cambio la promesa de recibir
varios estados feudales.
Carlos II, al tener derechos sobre esos bienes en territorio francés, la
posesión de ciertas tierras en Normandía y estar casado con una hija de Juan
II de Francia, le dio un gran protagonismo en la historia de Francia. Lo
veremos actuar en Francia como aliado del rey inglés, luchando contra Juan
II por los derechos sobre Angulema o intentando salvaguardar sus tierras en
Normandía de la invasión del rey francés.
Dejará en manos de gobernadores la gestión del Reino de Navarra de cual
está ausente. Su actuación en España estará casi siempre relacionada con sus
aspiraciones en el reino de Francia, y por tanto, con una marcada inclinación
hacia una alianza con Inglaterra o con los aliados de este reino. Actúa de
forma versátil en la guerra que mantuvieron Pedro I y Enrique de Trastámara, consciente del importante
papel que desempeñaba para los dos bandos.
7. CONCLUSIONES.En esta época hemos de asistir a graves problemas dinásticos que afectan a la totalidad de las monarquías
hispanas. En ellos se mezclan a menudo cuestiones derivadas de la falta de entendimiento entre los
diferentes herederos de un monarca y también, a menudo, la consecuencia de amores ilegítimos.
Por otra parte está a punto de producirse en toda Europa una imparable serie de cambios dinásticos: en
Francia, los Valois, en Castilla los Trastámara; en Portugal la Casa de Avis; en Inglaterra los Lancaster;
incluso en el Imperio en advenimiento de los Luxemburgo, una dinastía que cederá su puesto a los
Habsburgo.
TEMA VII
LA GUERRA CIVIL CASTELLANA Y LA REVOLUCIÓN TRASTÁMARA EN CASTILLA
ÍNDICE:
1. INTRODUCCIÓN.2. LA GUERRA CIVIL EN CASTILLA.2.1 Derrota y muerte de Pedro I de Castilla.3. EL FORTALECIMIENTO DEL PODER REAL EN EL REINADO DE ENRIQUE II.3.1 Medidas centralizadoras.3.2 La fluidez de las Cortes.4. LOS FUNDAMENTOS SOCIALES: EL AUGE DE LA NOBLEZA Y EL DECLIVE DE LOS
JUDIOS.4.1 La nobleza en alza.4.2 Crisis en la comunidad judía.5. LA POLÍTICA INTERNACIONAL EN EL REINADO DE ENRIQUE II.5.1 La vertebración de la política peninsular.5.2 Castilla, aliada de Francia.1. INTRODUCCIÓN.Entre las intrigas que hubo en el reinado de Pedro I de Castilla (1350-1369), hubo una línea que acabó
siendo especialmente preocupante. Se trataba de la influencia que tenían en la corte y entre los nobles los
hijos bastardos de Alfonso XI y Leonor de Guzmán. Enrique, Fadrique, Tello y otros cinco hermanos más
formaron un frente a la postre vencedor.
Durante el reinado de Enrique II (1369-1379) se llevaron a cabo intensas reformas institucionales y, más
importante aún, fue la estrategia de pactos y matrimonios que, en pocas décadas, anudó lazos tan estrechos
en todos los reinos hispánicos que en el siglo XV los Trastámara lograban reinar en Aragón, Navarra y
Castilla, convirtiéndose en una de las dinastías más influyentes de Europa.
2. LA GUERRA CIVIL EN CASTILLA.VER 1ª PRUEBA EVALUACIÓN CONTINUA A DISTANCIA: COMENTARIO DE TEXTO
2.1 Derrota y muerte de Pedro I de Castilla.VER 1ª PRUEBA EVALUACIÓN CONTINUA A DISTANCIA: PREGUNTAS CORTAS.
3. EL FORTALECIMIENTO DEL PODER REAL EN EL REINADO DE ENRIQUE II.Enrique II se presentó se presentó ante sus súbditos como continuador de la obra emprendida por su padre,
Alfonso XI, que equivalía a defender, por encima de todo, el fortalecimiento del poder regio. Este
fortalecimiento no era contradictorio con la convocatoria de Cortes, que fueron reunidas en numerosas
ocasiones.
3.1 Medidas centralizadoras.- Enrique II llevó a cabo una serie de medidas continuadoras de la
centralización iniciada por su padre. Esta labor se desarrolló entre la época final de la guerra fraticida
que le enfrentó a Pedro I el Cruel (1369) y las Cortes reunidas en Toro (1371).
• Consolidación de la Audiencia. En las Cortes de Toro de 1371 se estableció como tribunal superior de
justicia de los reinos de Castilla y León, del que sólo estaría por encima el monarca, como indiscutible
juez supremo.
• Mayor peso, dentro del Consejo Real, a expertos en cuestiones jurídicas. Esto pone de relieve el
imparable proceso de tecnificación que estaban conociendo las instituciones centrales de gobierno.
• Reformas en la Cancillería. Se aprobó un ordenamiento que regulaba las tasas que debían de abonarse
por la expedición de los documentos emanados de la Cancillería. De esa forma se lograría un
incremento de los ingresos de la hacienda regia, lo que sería positivo para la autoridad real.
• Importantes medidas de carácter económico. En las Cortes de Toro de 1369 se aprobó una devaluación
monetaria así como un ordenamiento de precios y de salarios, con el que se buscaba poner freno a la
inflación. Un año después se dio marcha atrás a ambas medidas. Se ponía de relieve la firme apuesta de
Enrique II por la estabilización económica.
• Potenciación de la poderosa institución ganadera de la Mesta; confirmó privilegios, bajó los tributos y se
la defendió frente a poderes locales.
• Elección de los colaboradores del rey entre las gentes de su confianza, la mayoría de ellos integrantes de
la denominada “nobleza de servicio”.
3.2 La fluidez de las Cortes.- Un rasgo característico de la política interior de Enrique II fue la
convocatoria frecuente de Cortes. Esta institución, representativa de la sociedad de aquella época,
permitía un diálogo fluido entre el rey el reino, pero la facultad legislativa correspondía, en exclusiva,
al monarca. Destaca las Cortes de Toro del año 1371, donde se generaron diversos ordenamientos,
entre ellos el ya mencionado relativo a la administración de justicia.
La práctica de reunir con frecuencia a las Cortes ponía de relieve la voluntad de debate con el reino y
el deseo de alcanzar un equilibrio social de que daba muestra Enrique II.
4. LOS FUNDAMENTOS SOCIALES: EL AUGE DE LA NOBLEZA Y EL DECLIVE DE LOS
JUDIOS.Los dos aspectos más significativos de la política social desplegada por Enrique II tienen que ver con la
nobleza, por una parte, y la comunidad judía, por otra. La nobleza vio fortalecidas sus posiciones y la
comunidad judía inició una fase de retroceso.
4.1 La nobleza en alza.- Las concesiones de Enrique II a los magnates nobiliarios que le ayudaron,
alcanzaron tales dimensiones que a dicho monarca se le conoce con el calificativo de el «de las
Mercedes». No obstante, las donaciones consistían, habitualmente, no tanto en bienes inmuebles sino en
señoríos jurisdiccionales, los cuales, generaban cuantiosas rentas para quienes los ejercían. Las mercedes
enriqueñas tuvieron muchos destinatarios, desde personas del entorno familiar del monarca hasta
combatientes extranjeros.
El sector de los parientes del rey, a los que se les terminará por denominarse “epígonos Trastámara”,
terminó por convertirse, en reinados posteriores, en un grupo peligroso para el poder real. No obstante, el
núcleo básico de los beneficiados lo componen aquellos magnates que terminaron por constituir la
llamada “nobleza de servicio”. La expansión señorial generó, en algunas ocasiones, movimientos de
resistencia por parte de quienes pasaban a ser dependientes de los nuevos señores con la subsiguiente
respuesta violenta por parte de la corona.
4.2 Crisis en la comunidad judía.- A la hora de llevar a cabo un análisis de la evolución de los judíos de
los reinos cristianos de la Hispania medieval parece razonable establecer una distinción cronológica. Así las
cosas, cabe diferenciar una primera etapa que comprende los siglos XI al XIII, caracterizada por la
convivencia armónica entre cristianos y judíos, y una segunda, la de los siglos XIV y XV, en la cual esas
buenas relaciones se quebraron hasta el punto que los judíos terminaron siendo expulsados de España.
Europa en el siglo XIV fue testigo, del despliegue de la violencia contra los judíos. A ello contribuyeron las
catástrofes de la época, como la Peste Negra, de cuya propagación se les acusó.
El reinado de Enrique II (1369-1379) marca el comienzo del declive de los judíos. En ello tuvo mucho que
ver la propaganda antijudía lanzada por Enrique de Trastámara en el transcurso de la guerra fratricida.
Enrique acusaba a Pedro I de ser un protector de los judíos, al tiempo que sus tropas atacaban sin piedad las
juderías de los territorios por los que pasaban. Un ejemplo fue la localidad burgalesa de Briviesca, donde
en 1366 donde la judería fue totalmente aniquilada por los soldados del príncipe.
Asimismo, aparte de la violencia física, hay que añadir las elevadas
sumas de dinero exigidas por el primer Trastámara a las comunidades
judías más importantes de sus reinos, entre ellas las de Toledo y
Burgos. El clima de antijudaísmo existente en la corona de Castilla
explica la ofensiva lanzada en las Cortes por los procuradores de las
ciudades y las villas. La ofensiva antijudía alcanzó su mayor
rotundidad en las Cortes de Toro de 1371, donde se solicitó la
aprobación de diferentes medidas antijudías.
Hay que advertir, no obstante, que Enrique II, una vez que se hizo con
el trono, intentó amortiguar la hostilidad contra los hebreos, ya que si
bien no podía desatender las peticiones del tercer estado, tampoco
podía abandonar sin más a los judíos, que eran, “servi regis”, lo que
quería decir que el poder real estaba obligado a darles protección. Pero
frenar la oleada popular antijudía resultaba de todo punto imposible y, en aquellos años fue cobrando
cuerpo el odio a la minoría hebrea que se traduciría, unos años después, en la violenta explosión que
estalló en Sevilla en junio del año 1391, cuyo principal instigador fue el clérigo Ferrán Matínez y que
después se propagó al resto de la Península ibérica. Este año, por lo tanto, fue una fecha clave en la
historia de las relaciones cristiano-judías, pues marcaba el final de la coexistencia que hasta entonces,
con todos los matices que se quiera, había funcionado en los reinos cristianos de Hispania.
5. LA POLÍTICA INTERNACIONAL EN EL REINADO DE ENRIQUE II.Enrique II procuró, en el marco de la política peninsular, imponer sus criterios a los restantes reinos
ibéricos. Por lo que se refiere a la política internacional el rasgo más característico de su reinado fue la
estrecha alianza que mantuvo con la corona francesa.
5.1 La vertebración de la política peninsular.- El panorama que se encontró Enrique II al acceder al
trono en lo referente a sus relaciones con los restantes reinos hispánicos no era nada afortunado:
3
4
5
Hostilidad con los nazaríes de Granada, que habían ayudado a Pedro I.
Enfriamiento de las relaciones con Aragón, al no cumplir Enrique II su promesa de entregar
a Pedro IV el reino de Murcia.
Portugal era refugio para los partidarios de Pedro I, cuya muerte quería vengar el monarca
lusitano Fernando I.
6
El Reino de Navarra, por su parte, mantenía la vieja reivindicación de plazas a
Castilla, entre ellas la de Vitoria.
En 1370 se constituyó una coalición anticastellanista, a cuyo frente se encontraba al monarca aragonés.
Pedro IV, que llegó a aceptar las aspiraciones del rey de Portugal Fernando I al trono castellano, del
que se consideraba legítimo heredero. Enrique II, dando muestras de gran habilidad política fue capaz
de acabar con la coalición. En primer lugar llegó a un acuerdo con los nazaríes granadinos. Después,
una flota castellana derrotó a otra portuguesa en Sanlúcar de Barrameda. A Pedro IV y Fernando I no
les quedó más remedio que firmar treguas con el rey castellano. Quedó establecido en la Península
Ibérica un auténtico equilibrio.
El objetivo ambicioso de Enrique II era lograr la hegemonía de la corona castellana en el concierto político
peninsular. En septiembre de 1371 apareció un nuevo peligro; Inglaterra;
Juan de Gante, duque de Lancaster, contrajo matrimonio con Constanza,
una hija del rey Pedro I. De esa forma reivindicaba el trono castellano.
Le apoyaban, además del monarca inglés, un amplio elenco de exiliados
petristas. Para evitar el apoyo de Portugal, Enrique II entró en dicho país a
finales de 1372 llegando a Lisboa. Fernando I de Portugal no tuvo más
remedio que firmar la paz de Santarem, en marzo de 1373 que concertaba
enlaces matrimoniales entre las dos casas reales al tiempo que se
comprometía a expulsar de su reino a los petristas refugiados.
Unos meses más tarde Enrique II firmaba con Carlos II de Navarra la Paz
de San Vicente, por la que Castilla recuperaba las ciudades de Vitoria y
Logroño.
Las relaciones más espinosas eran las que mantenía Enrique II con Pedro IV el Ceremonioso. A comienzos de
1375, la situación era muy crítica, dando la impresión del inicio de la guerra. Pero, en abril de ese año se firmó la
Paz de Almazán que supuso la hegemonía de Castilla en el panorama de las relaciones peninsulares.
Pedro IV renunciaba a sus aspiraciones al reino de Murcia, y devolvía a Castilla las plazas fronterizas de Molina
y Requena. Enrique II, por su parte, se comprometía a entregar una importante suma de dinero.
Se acordó el matrimonio del heredero de Castilla, Juan, con la infanta aragonesa Leonor, hija de Pedro IV.
Las relaciones castellano-aragonesas habían entrado en una etapa de paz.
5.2 Castilla, aliada de Francia.- Francia había prestado a Enrique II una ayuda militar decisiva,
concretada en las Compañías Blancas que dirigía Bertrand Du Guesclin. No obstante el paso
definitivo fue la firma en 1368 del Tratado de Toledo. Allí se pusieron las bases de la alianza que
perduraría durante el resto de los tiempos medievales. Castilla en
compensación por el socorro militar se comprometía a ayudar a
Francia en la llamada Guerra de los Cien Años.
Esta colaboración se plasmó principalmente en el terreno naval. En
1372 se produjo el triunfo franco- castellano en el ataque al puerto
de La Rochela. Tras este éxito el Canal de la Mancha pasó a ser un
espacio marítimo caracterizado por la proyección de los marinos de
las zonas cántabra y vasca, quedando así patente la fortaleza de la
marina castellana.
En 1378 se produjo el denominado Cisma de Occidente, debido a
la existencia simultánea de dos papas, uno instalado en Roma
-Urbano VI- y otro en la ciudad francesa de Avignon -Clemente VII- Enrique II se mostró muy
prudente. A su muerte, Castilla no se había pronunciado todavía en la cuestión del Cisma. Pocos años
más tarde terminaría reconociendo al pontífice aviñonense, consecuencia de su alianza con la
monarquía francesa.
TEMA VIII
LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LOS CONFLICTOS: LOS REINOS
PENINSULARES EN LAS ÚLTIMAS DÉCADAS DEL SIGLO XIV
ÍNDICE:
1. INTRODUCCIÓN.2. EL REINADO DE JUAN I Y LA HEGEMONÍA CASTELLANA.3. LA INTERVENCIÓN DE JUAN I DE PORTUGAL Y LA DERROTA CASTELLANA.3.1 Aljubarrota.4. LA CRUZADA LANCASTER EN CASTILLA.5. LA PAZ PENINSULAR Y EL RELEVO GENERACIONAL DE LAS MONARQUÍAS.
5.1 Carlos III de Navarra.5.2 Juan I de Aragón.5.3 Enrique III en Castilla.1. INTRODUCCIÓN.En el panorama general de paz, que se abre desde 1375, Castilla, aunque económicamente quebrantada,
aparece como hegemónica en el panorama peninsular, con la sólida alianza de Francia, que genera
compromisos internacionales.
2. EL REINADO DE JUAN I Y LA HEGEMONÍA CASTELLANA.El reinado de Juan I de Castilla (1379-1390) fue una perfecta continuidad del anterior. La muerte de
Enrique II no produjo movimiento alguno en el Reino. Se convocaron las
primeras Cortes en Burgos en 1379, con un contenido esencialmente económico
que apuntó a la contención en el gasto, la recuperación de recurso de la Corona y
la negativa a incorporar al Consejo Real representantes de los procuradores de las
ciudades, incrementándose en cambio la figura política de los universitarios y,
muy especialmente, los eclesiásticos que, desde ahora, entran a formar parte de
dicho Consejo.
También se decidió en estas Cortes la apertura de una investigación respecto a la
situación de la Iglesia, gravemente afectada por el Cisma de Occidente, que había
provocado la división de la Iglesia y la Cristiandad. En el caso de los cuatro
reinos hispanos no hubo una posición común, a pesar de los deseos hechos
públicos de los gobernantes. En los primeros momentos todos los monarcas se
declararon indiferentes, incapaces de depura su posición hasta disponer de una
mayor información. Al mismo tiempo consideraban imprescindible esa neutralidad para no verse
involucrados en el conflicto que enfrentaba a Francia e Inglaterra. Sin embargo, Juan I, entendió que la
mejor actitud era una posición común de todos los reinos hispánicos. Para ello intentó entrevistarse con su
suegro, Pedro IV el Ceremonioso; la entrevista no tuvo lugar, sin duda porque el rey aragonés no estaba
dispuesto a modificar una postura que le daba tranquilidad internacional.
En 1381 una asamblea del clero castellano reunida en Salamanca hacía público el documento por el que
Castilla reconocía a Clemente VII como legítimo pontífice. Con esta postura se trata de reforzar la alianza
con Francia, firme soporte de Avignon, ante la certeza de un nuevo enfrentamiento con Portugal e
Inglaterra.
3. LA INTERVENCIÓN DE JUAN I DE PORTUGAL Y LA DERROTA CASTELLANA.El problema más grave con el que tuvo que enfrentarse Juan I de Castilla fue con Portugal. En julio de 1380
Fernando I de Portugal y el duque de Lancaster, Juan de Gante, firman un acuerdo en el que se estipula que
tropas inglesas irían a tierras lusitanas para, desde allí, invadir Castilla.
Juan I concentró sus tropas en Salamanca, para un ataque por tierra, al tiempo que su flota castigaba las
costas y bloqueaba el estuario del Tajo, a pesar de lo cual no pudo evitar el desembarco de tropas inglesas.
Estas tropas eran menos numerosas de lo previsto, e insufribles para la población portuguesa, ya que se
comportaba como un ejército de ocupación. El descontento creció en Portugal y en agosto de 1382 se firma
en Elvas la paz entre Juan I y Fernando I al margen de los ingleses. Se acuerda el matrimonio de Beatriz, la
heredera portuguesa, con Fernando, segundo hijo de Juan I.
El fallecimiento de Leonor de Aragón, esposa de Juan I, en 1382 cambió el panorama. El Consejo Real de
Castilla propuso que Juan I se casara con la infanta portuguesa Beatriz, que contaba con diez años de edad.
El matrimonio se celebró un año después.
Ese mismo año falleció Fernando I de Portugal y su esposa Leonor se puso al frente de la regencia. Juan I, al
tener noticia de la muerte del rey portugués, decidió adoptar el título de rey de Portugal. La regente Leonor
reconoció a su esposa Beatriz como reina del país lusitano. Dio comienzo una guerra civil en Portugal. Una
parte de la nobleza apoyaba al rey castellano, mientras que amplios sectores de la burguesía, aliada con los
ingleses, no quería al monarca castellano. En 1385, tras diversos enfrentamientos entre portugueses y
castellanos los primeros proclamaron en una asamblea en la ciudad de Coimbra a Joao de Avis -Juan Icomo rey de Portugal, instaurando una nueva dinastía.
3.1 Aljubarrota.- Joao I concertó una alianza con Ricardo II de Inglaterra, proclamó la obediencia de
Portugal a Urbano VI (el papa de Roma) y prometió ayuda al duque de Lancaster (aspirante petrista al
trono de Castilla).
Se inician las hostilidades en mayo de 1385, con
una derrota para el ejército castellano en Trancoso.
Juan I de Castilla tenía dos opciones: o replegarse o
lanzarse a la batalla decisiva. Al final optó por esta
última solución. El hecho de armas decisivo se
produjo en el mes de agosto, la batalla de
Aljubarrota.
El combate se produce a últimas horas de la tarde
(14 de agosto de 1385). Los obstáculos naturales
que encontraron los castellanos contribuyeron, sin
duda, al desastre. Fue importante la actuación del
caballero portugués Nun Alvares Pereira. Pero no hay que olvidar el papel decisivo de los arqueros
ingleses aliados del rey portugués. Juan I, enfermo, pudo escapar a duras penas del desastre y se reúne con
su flota, hasta llegar a Sevilla.
Las pérdidas castellanas fueron muy cuantiosas: grandes pérdidas humanas, pocos recursos económicos,
una posible reacción Lancaster, y una probable revolución interior que podía hacer peligrar a la dinastía.
Se perdieron todas las posesiones en Portugal. Aljubarrota se convertirá en el emblema por excelencia del
nacionalismo portugués, particularmente dirigido contra Castilla y lo castellano.
4. LA CRUZADA LANCASTER EN CASTILLA.Tras la batalla de Aljubarrota desde Inglaterra se percibió cierto optimismo sobre las aspiraciones del
Duque de Lancaster, Juan de Gante, al trono castellano. El Duque reclama el trono en virtud de su
matrimonio con Constanza, hija de Pedro I el Cruel, recibiendo el apoyo del rey Ricardo II de Inglaterra, de
Joao I de Portugal y del Papa Urbano VI, que predicaba la cruzada contra los cismáticos de Castilla.
Las Cortes castellanas, reunidas en Valladolid en diciembre de 1385 hicieron un análisis de la situación. Se
emprendieron reformas en la organización del ejército y del Consejo Real. Para asegurar la alianza Navarra
se firmó el Tratado de Estella en el que se les devolvían a los navarros las plazas ocupadas por los
castellanos excepto Tudela y la propia Estella
La expedición inglesa desembarcó en La Coruña en julio de 1386 ocupando
Galicia y coronándose en Santiago de Compostela, e instalando su corte en
Orense, pero no pudo penetrar en la Meseta y la flota castellana le cortó las
comunicaciones con Inglaterra.
Juan I de Portugal y Juan de Gante acuerdan el matrimonio del portugués con
Felipa, hija de Juan, que se celebró en febrero de 1387. En Marzo de 1387 se
reanuda el ataque inglés cuyo balance fue un inoperante cerco sobre Benavente
y la destrucción de la villa de Valderas en represalia. El ataque de Juan de
Gante no tiene éxito debido a la peste, falta de recursos para continuar la guerra
y a las desavenencias con el rey de Portugal.
Después de arduas y prolijas negociaciones se llegó al Tratado de Bayona,
suscrito por ambas partes, en julio de 1388. Las bases del acuerdo son una
compensación económica al duque por la renuncia de los derechos de su mujer,
hija de Pedro I, a la Corona de Castilla y el matrimonio del heredero Enrique
con Catalina, hija del duque. El clima de paz que se vivía entre Inglaterra y Castilla se trasladó también al
escenario marítimo. Castilla salió notablemente beneficiada de las treguas que permitían la apertura del
Canal de la Mancha, pues, libre de piratas, el comercio con Flandes pudo prosperar
5. LA PAZ PENINSULAR Y EL RELEVO GENERACIONAL DE LAS MONARQUÍAS.Al finalizar la década de los ochenta del siglo XIV se inicia una etapa de paz y equilibrio en la situación
peninsular. Esta situación de paz permite a las monarquías abordar importantes reformas económicas,
institucionales, y de disciplina religiosa.
Frente a la capacidad política y la energía desplegada por Pedro el Ceremonioso de Aragón y por Carlos II
de Navarra para engrandecer sus dominios y evitar la integración en la órbita política castellana, los
herederos de ambos reinos desarrollaron una política de pacifismo a ultranza y de amistad con Castilla. Por
otro lado, la aristocratización de la sociedad había dado lugar, tanto en Navarra como en Aragón, a tensiones
sociales que exigían la dedicación de las energías de los dirigentes a los asuntos internos.
5.1 Carlos III de Navarra.- En 1387 muere Carlos II de Navarra. Su hijo y sucesor Carlos III (13871425) se halla ante una Navarra arruinada. A pesar de ser un Evreux, hará de su amistad con Castilla, el
saneamiento económico de su reino y la conservación de la paz, los ejes de su política, sin olvidar la
recuperación de los importantes derechos familiares perdidos ante Francia e Inglaterra, eso si, por vía
diplomática. Su posición en el Cisma de Occidente fue inequívocamente proaviñonesa. El balance
económico de su reinado será excepcionalmente brillante.
En 1402 concierta el matrimonio de su hija Blanca con Martín el Joven, rey de Sicilia y heredero de la
Corona de Aragón. Martín muere en 1409 víctima de la malaria. De regreso a Navarra, Blanca es jurada
por su padre heredera del reino. Su nueva posición despierta el interés del Reino de Aragón y en 1419 se
acuerda la boda con el Infante de Aragón, Juan, futuro Juan II de Aragón. El reino quedaba así ligado a la
poderosa dinastía de Trastámara, pero con salvaguardas para su permanencia
5.2 Juan I de Aragón.- El largo reinado de Pedro IV de Aragón se cierra con una sensación de profunda
crisis. A pesar de su prolongada lucha contra la Unión y su apoyo a la baja nobleza y burguesía. Por el
contrario su heredero, Juan I (1387-1396), se apoyó en la alta nobleza y, al contrario de su padre, era
claramente partidario de Francia y del Pontífice de Aviñón. Su inclinación hacia Francia y Castilla
contribuían a reforzar la pacificación general, que se abría, por esos meses, con el último intento de Juan
de Lancaster de ocupar el trono de Castilla. Aprovechando el ambiente de paz, Juan I realizó una serie de
reformas que mostraron su solidez. Cuatro instituciones constituyen su apoyo: Cortes, Consejo,
Chancillería y Hermandades. Las Cortes constituyeron su apoyo fundamental, pero una voz que no es
posible ignorar es la del Consejo, que asesora al monarca y actúa como tribunal supremo, mientras que la
Chancillería es el tribunal supremo civil. Se inició la organización de las Hermandades, verdadero cuerpo
policial proporcionado por los Concejos.
En 1396 moría sin hijos. Le sucedía en el trono de Aragón su hermano Martín I (1396-1410) hasta ese
momento gobernador de Sicilia.
5.3 Enrique III en Castilla.- En 1390 murió inesperadamente Juan I de Castilla, lo que reabre la lucha
política por el control de la regencia, con la consiguiente debilidad del poder central. En este ambiente de
lucha política se inscribe un estallido popular, incontrolable: las matanzas de judíos de 1391
(IMPORTANTE: VER TEMA VII – PUNTO 4.2). Le sucedió su hijo Enrique III (1390-1406), hermano
mayor de Fernando de Antequera, que luego sería rey de Aragón. En 1388 se había casado con Catalina
de Lancáster, hija del duque de Lancaster, y de Constanza de Castilla, por lo tanto descendiente de Pedro
I el Cruel; esto permitió solucionar el conflicto dinástico, afianzar la Casa de Trastámara, y establecer la
paz entre Inglaterra y Castilla. Simultáneamente a su boda recibió el título de Príncipe de Asturias, siendo
el primero en llevar dicho título.
Enrique III pacificó a la nobleza y restauró el poder real. Derogó privilegios concedidos por sus
predecesores a las Cortes de Castilla, impulsó la figura de los corregidores en las ciudades, y saneó la
economía del reino. Disminuyó las persecuciones contra los judíos, promulgando varios edictos contra la
violencia, que había sido particularmente grave en1391.
Falleció en 1406 cuando preparaba una campaña contra el Reino de Granada, tras una derrota del ejército
castellano a manos de los granadinos en la batalla de Los Collejares.
TEMA IX
INSTITUCIONES POLÍTICAS, IGLESIA Y CULTURA EN LA BAJA EDAD MEDIA
(Manual: pp. 537-571)
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
INTRODUCCIÓN.LAS IDEAS EN LA BAJA EDAD MEDIA.EL PENSAMIENTO INTELECTIVO Y LA ESPIRITUALIDAD EN LA BAJA EDAD MEDIA.EL PENSAMIENTO POLÍTICO EN LA BAJA EDAD MEDIA.LOS SABERES CON ESPECIAL REFERENCIA AL DERECHO Y A LA UNIVERSIDAD.EL GOBIERNO: LA REALEZA Y EL AUGE DE LA NOBLEZA.CONCLUSIONES.-
TEMA X
LOS TRASTÁMARA EN LA CORONA DE ARAGÓN: DEL COMPROMISO DE
CASPE AL FINAL DE LA GUERRA CIVIL CATALANA
ÍNDICE:
1.
2.
3.
4.
5.
EL INTERREGNO EN LA CORONA DE ARAGÓN.EL COMPROMISO DE CASPE Y SUS CONSECUENCIAS: EL DEBATE HISTORIOGRÁFICO.REVOLUCIÓN EN CATALUÑA.LA GUERRA CIVIL CATALANA Y SU PROYECCIÓN INTERNACIONAL.LA ETAPA FINAL DE LA GUERRA DE LOS CATALANES CONTRA JUAN II.-
1. EL INTERREGNO EN LA CORONA DE ARAGÓN.La muerte del rey Martín I el Humano, en mayo del año 1410, dejó a la Corona de Aragón sin heredero del
trono, toda vez que un año antes, en 1409, había fallecido su único hijo, Martin el Joven, rey de Sicilia.
Martín el Humano no había designado sucesor, limitándose a indicar su plena confianza en que los expertos
en cuestiones jurídicas de la Corona de Aragón analizasen cuidadosamente quien era la persona que tenía
más derechos para ser proclamado rey. Se abrió así una etapa de interregno, que duró dos años.
Tras diversas reuniones de los parlamentos de cada uno de los núcleos políticos integrantes de la Corona de
Aragón el 15 de febrero de 1412, en la denominada Concordia de Alcañiz, se establecía que la elección del
rey de Aragón se llevaría a cabo por un conjunto de nueve personas, cuidadosamente seleccionadas.
2. EL COMPROMISO DE CASPE Y SUS CONSECUENCIAS: EL DEBATE HISTORIOGRÁFICO.Ver Comentario de texto: El Compromiso de Caspe – 2ª PEC
3. REVOLUCIÓN EN CATALUÑA.Ver Pregunta desarrollo “La guerra Civil catalana” 2ª PEC
4. LA GUERRA CIVIL CATALANA Y SU PROYECCIÓN INTERNACIONAL.Ver Pregunta desarrollo “La guerra Civil catalana” 2ª PEC
5. LA ETAPA FINAL DE LA GUERRA DE LOS CATALANES CONTRA JUAN II.Ver Pregunta desarrollo “La guerra Civil catalana” 2ª PEC
TEMA XI
LA PUGNA ENTRE NOBLEZA Y MONARQUÍA EN LA CORONA DE CASTILLA
EN EL SIGLO XV (REINADOS DE JUAN II Y ENRIQUE IV) Y LA GUERRA
CIVIL EN NAVARRA
ÍNDICE:
1. EL PROTAGONISMO CASTELLANO DE LOS INFANTES DE ARAGÓN.2. EL PROYECTO DE DON ALVARO DE LUNA Y LOS SISTEMAS DE ALIANZAS NOBILIARIAS.3. LUCHAS ANTINOBILIARIAS, CONFLICTIVIDAD GENERAL Y DEBILIDAD REGIA EN LOS
REINADOS DE JUAN II Y ENRIQUE IV: DEL SECUESTRO DE TORDESILLAS A LA FARSA
DE ÁVILA.4. GUERRA CIVIL EN CASTILLA: ENRIQUE IV Y EL REY ALFONSO DE ÁVILA (1465-1468).5. DEBATE POR LA SUCESIÓN AL TRONO EN EL REINADO DE ENRIQUE IV (1468-1474).6. LA ENDÉMICA GUERRA CIVIL EN NAVARRA. DE LA SUCESIÓN DEL PRÍNCIPE DE
VIANA A LA INSTALACIÓN DE LA CASA DE FOIX EN EL TRONO NAVARRO.
6.1 Blanca de Navarra.6.2 Leonor de Navarra.6.3 La Casa de Foix en el trono de Navarra.1. EL PROTAGONISMO CASTELLANO DE LOS INFANTES DE ARAGÓN.Ver pregunta de desarrollo: Del secuestro de Tordesillas a la farsa de Ávila en 2ª PEC
2. EL PROYECTO DE DON ALVARO DE LUNA Y LOS SISTEMAS DE ALIANZAS NOBILIARIAS.Apenas proclamado mayor de edad Juan II de Castilla, sus reinos se convirtieron en el escenario de un
agudo y complejo conflicto, que, con diversas fases, va a proseguir durante todo su reinado. En esta pugna
había tres protagonistas: la monarquía, a cuya sombra se colocó un personaje singular, Álvaro de Luna, que
se ganó la confianza total del rey; los infantes de Aragón, es decir, los hijos de Fernando de Antequera; por
último, los grandes linajes de la alta nobleza castellana. La monarquía encontró un gran valedor en la
persona de don Álvaro de Luna, el cual terminará por convertirse poco menos que en un valido del monarca
castellano a la vez que en el artífice por excelencia del poder regio.
Durante el reinado de Juan II las conspiraciones, ligas y venganzas estuvieron a la orden del día y gran parte
de la responsabilidad de las mismas se deben atribuir a los Infantes, que se aprovecharon de la débil
personalidad del monarca.
Entre 1425 y 1430 Castilla es escenario de la pugna entre Álvaro de Luna y los Infantes de Aragón, que
dominan el Consejo Real. La fuerza adquirida por Álvaro de Luna, quien había logrado reunir a un gran
número de nobles a los que ofrecía, a cambio de su ayuda, la concesión de tierras, cargos y títulos, terminó
por alarmar a Juan de Navarra quien se reconcilió con Enrique y alejó de la Corte a Álvaro de Luna en 1427.
No obstante, Álvaro de Luna, dando muestras de su gran habilidad, logró ponerse al frente de la nobleza
castellana y los infantes serán expulsados de Castilla en 1429, iniciándose una etapa de paz interior. Entre
1430 y 1439 el brillante y ambicioso Álvaro de Luna consiguió imponer su poder en Castilla.
3. LUCHAS ANTINOBILIARIAS, CONFLICTIVIDAD GENERAL Y DEBILIDAD REGIA EN LOS
REINADOS DE JUAN II Y ENRIQUE IV: DEL SECUESTRO DE TORDESILLAS A LA FARSA
DE ÁVILA.Ver pregunta de desarrollo: Del secuestro de Tordesillas a la farsa de Ávila en 2ª PEC
4. GUERRA CIVIL EN CASTILLA: ENRIQUE IV Y EL REY ALFONSO DE ÁVILA (1465-1468).El 5 de junio de 1465 la ciudad de Ávila fue escenario del mayor golpe de estado conocido en la historia
castellana del siglo XV: el infante Alfonso fue proclamado soberano por una facción muy importante de la
alta nobleza, al tiempo que su hermano, el rey Enrique IV, era depuesto de una manera simbólica durante
dicho acto. Daba comienzo una guerra civil que iba a durar tres
largos años.
Las causas directas del problema se habían planteado dos años
antes, en 1463, cuando Enrique IV relevó del poder al equipo
gobernante de los inicios de su reinado para instaurar otro más
adicto a su persona con Beltrán de la Cueva al frente. Los
nobles que se vieron apartados del poder iniciaron una campaña
de deslegitimación y plasmaron sus acusaciones en un
documento político que debía ser cumplido íntegramente por el
rey si deseaba alcanzar la reconciliación con los nobles.
Enrique IV no aceptó el documento, que consagraba el ascenso
al trono de su hermano Alfonso en perjuicio de su hija Juana.
La respuesta de la alta nobleza rebelde fue llegar al extremo de la proclamación de Ávila.
Todo parecía apuntar a un reino con dos reyes. Alfonso, el rey de Ávila, como a veces se le llama, tuvo una
corte propia que se desplazaba de manera itinerante para garantizar su seguridad. Desde el comienzo de la
rebelión concedió mercedes de todo tipo para ganar o conservar partidarios. Entre él y su hermano Enrique
IV que siguió exactamente la misma política de mercedes consiguieron dilapidar el patrimonio real.
La guerra civil fue más una estrategia de posiciones que un conflicto a dilucidar en campo abierto. Cada
región, comarca y a veces ciudad, era el escenario de una pugna permanente por captar la fidelidad de las
personas que aseguraban el dominio local. La guerra fue parca en hechos de armas y rica en pactos bajo
cuerda en los se intercambiaba obediencia por dinero. Tras diversas treguas, debido a que ninguno de los
contendientes estaba en condiciones de derrotar al rival, en 1467 se reanudaron las hostilidades en varios
escenarios. Los dos ejércitos se encontraron en las proximidades de Olmedo, donde se libró la batalla
(segunda de Olmedo. La 1ª en 1445, Juan II derrota a los Infantes de Aragón) con resultado incierto.
Importante fue la toma por sorpresa de Segovia por el bando alfonsino, en cuyo alcázar se custodiaba el
tesoro real y se refugiaba la Infanta Isabel (futura reina Isabel la Católica).
En 1468 murió repentinamente Alfonso. Su muerte puso fin a la guerra civil de una manera brusca. La
legitimidad de Enrique IV como rey era ahora aceptada por todos pero abría un debate por la sucesión tras la
muerte del rey.
5. DEBATE POR LA SUCESIÓN AL TRONO EN EL REINADO DE ENRIQUE IV (1468-1474).En los años que van desde la muerte de Alfonso hasta la de
Enrique IV (1468-1474) se debate la sucesión al trono a
favor de su hija Juana o de su hermana Isabel, que provocó
intrigas en la corte castellana.
Algunos consideraban que la sucesión masculina era
siempre preferente a la femenina: como Enrique IV no
había tenido hijos varones el único Trastámara capacitado
para ceñir la corona era Fernando (futuro rey Fernando el
Católico), hijo de Juan II de Aragón. Entre los defensores
de la sucesión femenina se dudaba si la hija (Juana) tenía
preferencia sobre la hermana (Isabel). El mejor argumento de los isabelinos consistió en declarar que la
ilegitimidad de Juana procedía de la nulidad del matrimonio de sus padres, Enrique IV y Juana de Portugal,
no de la supuesta paternidad de Beltrán de la Cueva.
Los implicados en el proceso sucesorio pretendían buscar una solución que pacificase definitivamente el
reino después de tantos años de lucha. Enrique IV buscó la mediación papal y encomendó a su viejo valido,
Juan Pacheco, encontrar una solución al problema. Pacheco ideó un plan que cambió la historia de España,
los Pactos de Cebreros y Cadalso que se proclamaron oficialmente en la venta de los Toros de Guisando el
19 de septiembre de 1468. En el pacto se proclamaba públicamente que Isabel era la heredera y sucesora, lo
cual implicaba necesariamente la ilegitimidad de Juana. Uno de los acuerdos era que Isabel se casaría con la
persona que designase Enrique IV y sus consejeros, aunque podría libremente aceptar o rechazar las
propuestas.
Isabel interpretó los acuerdos de Guisando de otra manera. Decidió contraer matrimonio con Fernando, hijo
de Juan II de Aragón, heredero como ella de una corona hispánica, y sin consultarlo previamente con
Enrique IV. El rey interpretó que aquella decisión vulneraba los acuerdos de Cebreros y por consiguiente
Juana volvía a ser la heredera. La muerte de Enrique IV en diciembre de 1474 fue la señal de partida de la
guerra de sucesión al trono de Castilla
6. LA ENDÉMICA GUERRA CIVIL EN NAVARRA. DE LA LA SUCESIÓN DEL PRÍNCIPE DE
VIANA A LA INSTALACIÓN DE LA CASA DE FOIX EN EL TRONO NAVARRO.6.1 Blanca de Navarra.- (1461-1464) La muerte del Príncipe de Viana en 1461 había convertido a su
hermana Blanca en la reina legítima de Navarra. Blanca, cuyo matrimonio con Enrique IV había
quedado anulado, contaba con la obediencia de una parte del reino, la de los beamonteses, y con la
ayuda de los castellanos y los catalanes sublevados contra Juan II de Aragón. Sin embargo, tenía
enfrente la hostilidad de los agramonteses y la de su padre, Juan II de
Aragón, que deseaba ver en el trono de Pamplona a su hija menor, Leonor,
casada con Gastón de Foix.
Para anular la causa de su cuñada, Blanca, Gastón de Foix pactó con Luis XI
de Francia el matrimonio de su primogénito con la hermana del rey francés,
llamada Magdalena. De este modo, los hijos de este matrimonio heredarían
el reino de Navarra. El proyecto contó con la aprobación de Juan II, pues de
este modo su familia se perpetuaba en el trono navarro.
Enrique IV de Castilla acabó entrando en la contienda a favor de los
beamonteses y de los catalanes sublevados, recibiendo por todo ello la oferta
de la corona del Principado de Cataluña.
La supremacía política de Luis XI de Francia le llevó a dictar la sentencia
arbitral de Bayona (1463) en la que, además de ordenar la retirada castellana
de Cataluña y Navarra, a excepción de la merindad de Estella, se disponía la vuelta a la obediencia de
los rebeldes catalanes.
Desde el punto de vista navarro la sentencia de Bayona era totalmente inaceptable, pues suponía
desmembrar el reino. Los beamonteses dejaron de ser a partir de entonces procastellanos e iniciaron un
lento movimiento de acercamiento a Gastón de Foix, que tampoco estaba dispuesto a cumplir la orden
de desgajar la merindad de Estella en favor de Castilla.
6.2 Leonor de Navarra.- (1464-1479) La muerte de Blanca dejaba la sucesión en manos de su hermana
Leonor, y de su marido el Gastón de Foix. El matrimonio utilizaba el título de Lugartenientes de
Navarra. El verdadero problema durante el gobierno de Leonor fueron las relaciones con su padre. La
ruptura total llegó en diciembre de 1469. Juan II destituyó de la lugartenencia de Navarra a Gastón de
Foix y Leonor y nombró al hijo de ambos, igualmente llamado Gastón casado con Magdalena, hermana
de Luis XI.
Gastón V nunca llegó a reinar en Navarra, y además falleció muy pronto. Ni Leonor ni su marido habían
aceptado esta designación y siguieron actuando como si nada hubiese pasado. El difunto había dejado
dos hijos al cuidado de su madre en Francia: Francisco Febo y Catalina.
Las cosas mejoraron para Juan II, sobre todo en el frente catalán, de modo que el alivio de la presión le
convenció de la oportunidad de lograr algún acuerdo con su hija Leonor y de su yerno. Juan II siguió
siendo reconocido como rey de Navarra, a cambio de reconocer la lugartenencia y los derechos
sucesorios a favor de Leonor y su marido.
Gastón de Foix murió dejando una viuda, Leonor, que quedaba al frente de una lugartenencia en
solitario. El reino navarro sufrió una situación de estancamiento hasta que Fernando el Católico,
convertido ya en rey de Castilla comenzó a tener interés por Navarra. Fernando empezó a tomar
iniciativas, sobre todo para lograr la reconciliación de las facciones y hacer inviable la intervención de
Luis XI.
Fernando y su padre, Juan II, acordaron un plan para establecer un protectorado castellano sobre
Navarra. Los acuerdos fueron que la corona navarra correspondía a Juan II y la sucesión correspondía a
Leonor y más tarde a Francisco Febo. Se promovía la reconciliación entre clanes. La decisión equivalía
a eliminar la posibilidad de intervención francesa. A esto se le denomina el “protectorado castellano”.
6.3 La Casa de Foix en el trono de Navarra.- La muerte de Juan II convirtió a Leonor en reina de
Navarra, pero por poco tiempo: solo sobrevivió 24 días a su padre. La corona pasaba a su nieto,
Francisco Febo (1479-1483) que seguía bajo la custodia de su madre Magdalena de Francia. La
dinastía de los Foix se entronizaba en Navarra.
La regencia de su madre Magdalena, tenía que cumplir con los
requisitos legales: viajar a Navarra para jurar los fueros y recibir el
juramento de las Cortes. El primer error de Magdalena fue quedarse y
conformarse con enviar embajadores a Navarra. La embajada fue
recibida con hostilidad. En 1481 Francisco Febo viajó a Pamplona
para la coronación, pero a comienzos de 1482 estaba de vuelta a
Francia por presiones de Luis XI
Luis XI planeaba en estos momentos ofrecer a Juana la Beltraneja,
exiliada en Portugal, el matrimonio con Francisco Febo, pero este
último murió inesperadamente.
Antes de morir, Francisco había dejado dicho en su testamento que su
hermana Catalina era la heredera. Fernando e Isabel reconocieron a Catalina y propusieron nada menos
que su matrimonio con el infante heredero de las coronas castellana y aragonesa. Pero Magdalena, más
atenta a las directrices de Luis XI, casó a su hija con Juan de Albret.
Este matrimonio fue la opción auspiciada por Francia. Se consolidó la opinión entre los bandos
navarros (beamonteses y agramonteses) de que la vinculación a los Albret generaba una francofilia de
la corte navarra que nadie deseaba. Todos estos elementos son importantes para comprender el
progresivo giro de la nobleza en favor de una incorporación a Castilla.
TEMA XII
LA ÚLTIMA FORMACIÓN ISLÁMICA PENINSULAR. EL REINO DE
GRANADA Y SU DESAPARICIÓN.
(Manual: pp. 492-495; 792-793; y 887-892)
ÍNDICE:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
INTRODUCCIÓN.EL REINO NAZARÍ DE GRANADA EN LOS PRIMEROS TIEMPOS.LUCHAS INTERNAS AFRICANAS Y GRANADINAS.LUCHAS INTERNAS Y PRESIÓN EXTERIOR EN LA FRONTERA DURANTE EL SIGLO XV.LA SUPRESIÓN DEL REINO DE GRANADA.ESPLENDOR MATERIAL Y ARTÍSTICO DEL REINO DE GRANADA.CONCLUSIONES.-
TEMA XIII
DE LA UNIFICACIÓN PENINSULAR A LA PROYECCIÓN IMPERIAL:
EL REINADO DE LOS REYES CATÓLICOS
ÍNDICE:
1. EL LARGO CAMINO HACIA EL TRONO: DEL PACTO DE LOS TOROS DE GUISANDO AL
FINAL DE LA GUERRA DE SUCESIÓN.2. REESTRUTURACIÓN DEL SISTEMA DE ALIANZAS Y DEL ESTADO CON LOS REYES
CATÓLICOS.2.1 Las Cortes de Madrigal de 1476.2.2 La unión de los Reinos.2.3 Las Cortes de Toledo 1480.3. LA SUPRESIÓN DEL REINO DE GRANADA.4. LAS REFORMAS EN ARAGÓN Y CATALUÑA.4.1 Aragón.4.2 Cataluña.5. LA IGLESIA Y EL PROBLEMA RELIGIOSO.5.1 Establecimiento de la Inquisición.5.2 La expulsión de los judíos.5.3. El problema musulmán.1. EL LARGO CAMINO HACIA EL TRONO: DEL PACTO DE LOS TOROS DE GUISANDO AL
FINAL DE LA GUERRA DE SUCESIÓN.Con la muerte de Enrique IV en diciembre de 1474, su hermana Isabel fue proclamada heredera en
Segovia. Sin embargo el acceso al trono no fue tan sencillo. La causa isabelina acabó aglutinando a todos
los que deseaban una monarquía fuerte, produciéndose una aceptación casi total, pero sin clamor popular.
No obstante, entre los partidarios isabelinos pronto se planteó una cuestión conflictiva. Los aragoneses
entendían que una mujer por sí misma no podía regir un estado, con lo que Fernando, su esposo, aparecía
como el candidato más cercano a suceder a Enrique IV. Sin embargo, la exclusión femenina iba en contra
del derecho castellano y se podía convertir en un arma de doble filo, teniendo en cuenta que en esos
momentos los monarcas sólo tenían entonces una hija. Esta cuestión, difícil y delicada, fue encomendada
al Cardenal Mendoza y al arzobispo de Toledo Alonso Carrillo.
En Segovia (1475) se arbitró la sentencia arbitral relativa a las discutidas atribuciones de los esposos
donde quedaron definitivamente definidos los poderes de cada uno de ellos:
• Los documentos se expedirían a nombre de los dos, pero con el nombre de Fernando primero.
• Juntos administrarían las rentas y firmarían las sentencias judiciales.
• Sólo a la Reina le correspondería lo relativo a los homenajes en las fortalezas, etc.
Este acuerdo fue el primer acto de un reinado que ambos deseaban presentar como continuación del
anterior, confirmando a tantos cargos como ya existían antes, amén de generar algunos nuevos fieles a
ambos monarcas. El gobierno conjunto pactado se reflejó oportunamente en intitulaciones, emblemas y
signos.
También la muerte de Enrique IV afectó a las relaciones internacionales, ya que el viejo pacto de amistad
con Portugal entró en crisis, debido al alineamiento de la Corona de Aragón con Borgoña e Inglaterra.
Durante algún tiempo, diferentes heraldos portugueses se pasearon por Castilla buscando apoyos para la
princesa doña Juana, recluida en Trujillo, planteando incluso la intención del rey portugués, Alfonso V, de
contraer matrimonio con ella y reclamar la herencia de Enrique IV.
Esto desató un clima de revuelta popular favorable a doña Isabel, pero fue aprovechada por Alonso
Carrillo, arzobispo de Toledo para alzarse a favor de doña Juana. Ante la imposibilidad de negociar, Isabel
tomó Toledo por la fuerza.
En mayo de 1475, Alfonso V se decidió a penetrar en Castilla al frente de
un ejército, proclamándose ese mismo mes, reyes de Castilla él y doña
Juana, a pesar de que no habían contraído matrimonio. El rey portugués,
con todo a su favor y en un exceso de prudencia, decidió parar el avance y
sitiar Toro. En esos meses los apoyos a doña Juana se multiplicaron,
mermando el poder de los monarcas en la zona.
Durante el verano el signo del conflicto cambió a favor de los Fernando e
Isabel, debido a un cambio en la estrategia pasando a la ofensiva
utilizando la guerra de desgaste. Además los monarcas en una hábil
maniobra reivindicaron sus derechos sobre el trono de Portugal, otorgando
licencias a los nobles portugueses que les apoyaran, lo que desvió parte
del interés de Alfonso V hacia su propio reino.
La retirada del rey portugués, permitió a los isabelinos controlar todo el
norte del reino al caer Burgos, mientras aquel esperaba que el conflicto se internacionalizara. El
derrumbamiento de la causa portuguesa fue un hecho a inicios de 1476.
Refugiado en Toro, pero pendiente de Zamora, la cual aún controlaba, Alfonso V pidió refuerzos que le
fueron enviados por su heredero el príncipe don Juan. En unas semanas los portugueses ya estaban sobre
Zamora, aunque el ataque conjunto de tropas castellanas y aragonesas le obligó a abandonar esta plaza
fuerte y refugiarse, de nuevo, en Toro. Moralmente, la derrota, fue decisiva para los portugueses.
Con la victoria de Toro, el conflicto sucesorio queda zanjado, pero los portugueses no iban a rendirse tan
rápidamente, por lo que urgía expulsarlos inmediatamente hacia sus propios territorios. Una ofensiva
fulgurante de don Fernando llevó a Alfonso V a replegarse definitivamente, pactando la devolución de
importantes territorios fronterizos. Con Alfonso V ya en Portugal, Toro se rindió definitivamente.
Para llegar a la paz total hubo que realizar una paciente labor de concesiones, perdones y conciliaciones,
acercando posturas con los ex-partidarios de doña Juana y terminando con el ancestral antagonismo entre
nobleza y Monarquía.
Se realizaron una serie de pactos individualizados que aseguraron un estatus jurídico del régimen señorial,
limitado en sus funciones para servir de adecuado soporte a la monarquía.
2.
REESTRUTURACIÓN DEL SISTEMA DE ALIANZAS Y DEL ESTADO CON LOS REYES
CATÓLICOS.Tras el conflicto sucesorio se abrió paso un tiempo nuevo. Debe
entenderse que la noción y la realidad del Estado como fórmula
más adecuada para la organización, había renacido con fuerza
por toda Europa desde mediados del siglo XIII. Por ello los
Reyes Católicos tenían unas ideas muy claras respecto al
significado de la Corona como núcleo y elemento principal de
una construcción política unida y organizada como Estado. Su
reinado resultó decisivo en ese aspecto.
Los Reyes Católicos heredaron un sistema de alianzas
contradictorio. Desde finales del siglo XIV, Castilla figuraba
como la más firme aliada de Francia y ello provocaba unas
relaciones difíciles con Inglaterra. Por otra parte, las pretensiones en aquel momento de Juan II de Aragón
era rodear a Francia obligándola a ceder en sus pretensiones mediterráneas. La guerra de Sucesión supuso
un cambio en esta situación y tras la contienda se firmaron las paces con Portugal (Alcaçobas) y Francia
(San Juan de Luz).
No obstante quedaban cosas pendientes con Francia. Luis XI no cumplió con la devolución del Rosellón y
la Cerdaña que poseía como garantía de un préstamo incumpliendo los tratados firmados con Fernando.
Para obligarle se creó una alianza entre Fernando, Enrique VII de Inglaterra y Maximiliano de
Habsburgo, todos ellos miembros del Toisón de Oro. Antes de la muerte de Luis XI (1483), éste reconoció
la apropiación indebida de los territorios, pero la regente del nuevo monarca, Carlos VIII, se negó a
realizar la devolución, manteniendo las tensiones entre ambos reinos. Fernando estuvo a punto de recurrir
a las armas para expulsar a los franceses del Rosellón, pero dentro del plan perfectamente trazado por él y
su esposa, Granada tenía prioridad.
Desde el comienzo del reinado de los Reyes Católicos se trazaron dos objetivos políticos en relación con
Europa: afirmar los lazos de amistad con Portugal y defender las rutas del Golfo de Vizcaya, añadiendo a
la alianza con Francia, relaciones estrechas con la Casa de Borgoña y libertad de mercado con Inglaterra.
Fernando pretendía estrechar sus relaciones con la nueva dinastía Tudor.
2.1 Las Cortes de Madrigal de 1476.Ver AUTOEVALUACIÓN TEMA XIII: Las Cortes de Madrigal de 1476.
2.2 La unión de los Reinos.- Tras la muerte de Juan II de Aragón (1479) se añadió a la herencia de
Fernando e Isabel los reinos de Aragón, Valencia, Mallorca, Sicilia, Cerdeña y los condados
catalanes, generándose un difícil equilibrio entre unidad y pluralidad. Cada reino o territorio mantuvo
sus principales instituciones y sus principios de gobierno, pero se crearon órganos comunes, como la
Santa Hermandad o el Tribunal de la Inquisición, poniendo en marcha el sistema polisinodial (Se
denomina régimen polisinodial a la organización política de las monarquías autoritarias basada en
los Consejos. El mecanismo de funcionamiento básico era la elevación de una consulta al monarca,
quien resolvía según su parecer).
2.3 Las Cortes de Toledo de 1480.Ver 2º PEC: Las Cortes de Toledo de 1480.
3. LA SUPRESIÓN DEL REINO DE GRANADA.Desde Alfonso XI, el afán reconquistador estaba prácticamente detenido. En las Cortes de Toledo, se
decidió acometer de nuevo esta ambiciosa campaña de manera conjunta, ya que tradicionalmente le
correspondía a Castilla.
Desde 1464 gobernaba en Granada Abul Hasán (de la familia de los Banu Sarray, más conocida por los
Abencerrajes) que se había hecho con el trono tras derrocar a su propio padre, el emir Sa’d, Desde la
llegada al poder, su prestigio no había hecho más que crecer y afianzarse, debido a sus exitosos golpes de
mano en las fronteras castellanas posibilitada por la crisis de los últimos años del reinado de Enrique IV.
Inmersos en sus guerras con Portugal, los Reyes Católicos habían firmado una serie de treguas para no
afrontar dos frentes a la vez, pero en 1481 el soberano granadino incumple los tratados apoderándose de
Zahara, dando a los castellanos la excusa perfecta para la intervención militar. Los nobles andaluces
tomaron Alhama, en el corazón del reino granadino. Esta primera fase se saldó con moderados éxitos
cristianos.
El fracaso de Alhama, a la que intentó recuperar hasta en tres ocasiones, desprestigió a Abul Hasán,
propiciando la sublevación de sus dos hijos Yusuf y Boabdil, con el apoyo de los Abencerrajes. Boabdil se
hizo con el trono, mientras que su padre tuvo que refugiarse en Málaga.
Boabdil, para afianzar su poder, pasó a la ofensiva. No sólo fue un fracaso de campaña, sino que a la
vuelta de sus correrías fue hecho prisionero por los castellanos, circunstancia que aprovechó su padre para
volver a Granada y hacerse, de nuevo, con el poder. Las condiciones de la libertad de Boabdil fueron muy
ventajosas para los cristianos incluyendo una tregua de tres años. En esos momentos (1483) las cosas se
complicaron para los Reyes Católicos con la muerte de Francisco de Foix, rey de Navarra y de Luis XI de
Francia, que ponía al reino navarro lejos de la órbita castellana. Ante la disyuntiva de dónde concentrar
sus esfuerzos se decidió que la prioridad la llevaba el reino nazarí.
Había, pues, que darse prisa en liquidar el tema granadino para poder concentrar los esfuerzos en los
territorios del norte. El orden de los objetivos quedó marcado pronto: Málaga, Almería y después,
Granada. En mayo 1485, Fernando tomó Ronda. Como un castillo de naipes, todo el occidente granadino
fue sucumbiendo al avance del rey católico. Los éxitos cristianos hicieron que Boabdil entendiera que era
el momento de retomar el poder, cosa que hizo tras ser aclamado rey de Granada. En la campaña cristiana
de 1486, Boabdil fue de nuevo hecho prisionero tras la caída
de la fortaleza de Loja, donde se encontraba. Se firmó con él
un pacto en el que los reyes admitieron la posibilidad de crear
para él un señorío –una especie de reserva para musulmanessi en el plazo de ocho meses se encontraba todavía en el
poder.
El siguiente objetivo de los Reyes Católicos fue Málaga, que
fue sitiada desde Abril a septiembre de 1487, fecha en la que
finalmente capituló. Al inicio del sitio los Reyes Católicos
suscribieron un nuevo tratado con Boabdil. Por este nuevo
acuerdo se le dispensó de la conquista del señorío prometido
(Baza); se estableció en cambio que cuando ellos lo tuviesen
en su poder, Boabdil entregaría la ciudad de Granada, así
como todo el territorio que entonces dominase. En mayo del
año siguiente se conquista Almería y los reyes que creían concluida la guerra se encontraron con la
negativa de Boabdil a cumplir los tratados. En mayo de 1490 don Fernando entró en la Vega de Granada
destrozando las cosechas.
El último acto comienza en abril de 1491, cuando el imponente y modernísimo ejército real penetra en la
Alpujarra bajando hacia la Vega. En menos de un mes el cerco de Granada había quedado cerrado. Se
iniciaron entonces una serie de negociaciones en las que las condiciones ofrecidas a Granada fueron
excepcionales: asegurarían su fe, se someterían a la ley coránica, serían administrados por sus propios
jueces…, mientras Boabdil conservaría su patrimonio, a excepción de la Alhambra y de los palacios de la
ciudad y recibiría un señorío en las Alpujarras.
El 2 de Enero de 1492 los Reyes Católicos entraron en Granada, recibiendo la entrega de la Alhambra
como símbolo de la ciudad. Era el fin de la Reconquista.
4. LAS REFORMAS EN ARAGÓN Y CATALUÑA.4.1 Aragón.- A comienzos de 1484, don Fernando intentó en Tarazona la convocatoria en una sola
asamblea de los procuradores de los tres reinos aragoneses. Sólo acudieron aragoneses y valencianos,
que protestaron por ser en suelo extraño, mientras que los catalanes se negaban a asistir, fracasando la
posibilidad de aprobar los subsidios y reformas propuestas.
Tras la toma de Málaga, en 1487, los Reyes Católicos decidieron hacer las reformas decisivas en
Aragón. Tras seleccionar a un grupo de adicto, nombró en Zaragoza un nuevo concejo municipal y se
decretó la obligatoriedad de pertenecer a la Hermandad General, al igual que la Inquisición, que se
renovó en los tres reinos aragoneses bajo la autoridad de un solo inquisidor general. Las Cortes reunidas
en Zaragoza en 1488 sirvieron para que los reyes impusieran sus decisiones sin mayor contestación: se
estableció un sistema de sisas, suspendió el privilegio llamado de manifestación y obtuvo de los
procuradores el poder para nombrar directamente a los miembros de la Diputación.
4.2 Cataluña.- Los objetivos en relación con Cataluña estaban bien definidos desde hace tiempo atrás:
el saneamiento de Hacienda y la consecución de un mayor control regio sobre las más altas
instituciones catalanas, que eran la Generalitat y el Consell de Cent barcelonés.
En 1486 al tiempo que reformaba la Diputación aragonesa, don Fernando el Católico se decidió a
abordar la reforma de la Generalitat: suspendió el mecanismo constitucional y, acto seguido, designo
directamente un nuevo General, presidido por el abad de Poblet que era castellano. La economía
experimentó cierta recuperación pero el desorden económico amenazaba el éxito de las reformas. El rey
decidió aplicar los mismos procedimientos anteriores: en 1490 depuso la conselleria y nombró nuevos
consellers. Unos meses después el Consell de Cent aprobaba el plan de reforma de la administración
municipal. Era la ansiada recuperación.
5. LA IGLESIA Y EL PROBLEMA RELIGIOSO.Las reformas eclesiásticas llevada a cabo bajo el auspicio de los Reyes Católicos fueron el resultado de un
madurado programa, encaminado a sanear la vida espiritual y liberar al clero de sus excesivos empeños
temporales. En este contexto se inscriben tres reformas: preeminencia de la justicia real, exclusión de los
extranjeros en la provisión de empleos y dignidades eclesiásticas y el derecho de presentación o de regio
patronato cuyo precedente había sido el derecho de súplica reconocido por Enrique IV.
5.1 Establecimiento de la Inquisición.- La Inquisición fue un instrumento para construir la unidad
de la fe. En su origen, esta institución había sido concebida para perseguir la herejía y no a los fieles
de otras religiones. Sin embargo, la realidad de los conversos era muy peligrosa, pues se entendía que
la mezcla de creencias y ritos, judíos y cristianos, especialmente por personas no bien instruidas, podía
La introducción de la Inquisición en Castilla fue autorizada por el Papa Sixto IV en 1478. Los
soberanos buscaban un instrumento eficaz al servicio de su política de unificación religiosa.
La primera sede estuvo en Sevilla y la primera medida fue la publicación de tres edictos de gracia. A
ellos se acogieron un número elevado de conversos. Pero muy pronto, las ejecuciones en la hoguera se
hicieron frecuentes. Al cabo de dos años, ante la atmósfera de terror, los conversos recurrieron al Papa,
que revocó la bula y sometió a los inquisidores a la jurisdicción de los respectivos obispos.
5.1.1 La Inquisición en Aragón.- Tras la introducción de la Inquisición en Castilla, el rey
Fernando el Católico logró cinco años después, tras muchos conflictos y desencuentros, que el
Papa Sixto IV designara inquisidor general de de Aragón, Cataluña y
Valencia, a fray Tomás de Torquemada, hombre adornado de virtudes
pero intolerante. En sus manos se pusieron todos los resortes del sistema
inquisitorial y, desde 1484, su autoridad se extendió también a la Corona
de Castilla.
La introducción de la Inquisición encontró gran resistencia en Aragón,
donde la mayor resistencia se concentró en las ciudades de Zaragoza y
Teruel, debido principalmente al apego a los Fueros y al temor que
inspiraban las noticias de Castilla. En 1485 fue asesinado en La Seo el
inquisidor don Pedro de Arbués lo que llevó a una reacción popular que
se dirigió contra judíos y conversos (efecto contrario al que pretendían
los autores del crimen) y fue muy difícil evitar su matanza. Los autores y sus cómplices fueron
capturados y ajusticiados. La resistencia en Valencia y Cataluña fue mucho menor. En 1487, fray
Alonso de Espina, inquisidor nombrado por el Papa Inocencio VIII hizo entrada en Barcelona. A
partir de esa fecha se consolidan los poderes del organismo y del propio inquisidor general, merced
al respaldo del Papa. Entre alguna de sus decisiones destaca el respaldo a las sentencias
inquisitoriales, prohibiendo expresamente a las autoridades eclesiásticas la posibilidad de
contrariarlas.
4.3 La expulsión de los judíos.- La unidad de fe excluía la pervivencia de otros credos diferentes, por
lo tanto la expulsión de los judíos fue una consecuencia inevitable. En las Cortes de Madrigal de 1476
se habían resucitado algunas disposiciones restrictivas en relación con los judíos. Cuatro años después,
en las Cortes de Toledo de 1480, se dio un nuevo paso disponiendo un plazo de dos años para el
traslado de las aljamas (juderías) a nuevos emplazamientos, rodeados de cercas para asegurar la
separación entre fieles e infieles. En 1483 los inquisidores prohibieron la residencia de los judíos en
los obispados de Sevilla, Cádiz y Córdoba.
El 31 de marzo de 1492 los Reyes Católicos dictaron la provisión que concedía a los judíos un plazo
de cuatro meses para salir de sus dominios y ofrecía una alternativa a la expulsión: abrazar la fe
cristiana. No fueron pocos los que optaron por esta vía, pero sin embargo la mayor parte de la
comunidad judía se marchó. A todos se les permitió vender sus bienes y llevar consigo su fortuna,
aunque no en bienes materiales ni dinerarios, sino en letras de cambio. Los perjuicios económicos de
esta expulsión fueron tremendos pero la unidad de la fe era el objetivo prioritario.
5.3 El problema musulmán.- El número e importancia de la población mudejar -mahometanos
súbditos de los reyes cristianos- tras el fin de la Reconquista, planteó problemas serios de integración y
convivencia. La única solución era la conversión, que fue encomendada al gobernador del Reino de
Granada y al Obispo de Talavera. Fue un proceso lento debido al interés por conseguir sólo
conversiones sinceras y voluntarias.
5.3.1 La revuelta de Albaicín.- En 1499 los Reyes Católicos quedaron sorprendidos durante su
visita a Granada del aire musulmán que conservaba la ciudad. Ante ello, comisionaron al Cardenal
Cisneros que rápidamente colocó a los granadinos ante la misma disyuntiva que se brindó a los
judíos: el bautismo o el extrañamiento. Se lograron las primeras conversiones en masa, sin
instrucción alguna.
En enero de 1500 fue muerto un alguacil que trabajaba a las órdenes de Cisneros. De inmediato,
musulmanes y conversos se alzaron en armas apoderándose del barrio del Albaicin y sitiando a
Cisneros en su residencia. El conde de Tendillo actuó con rapidez y logró un acuerdo de rendición,
ofreciendo el perdón a cuantos aceptaran el bautismo y permitió una orden real de amnistía para
cualquier delito anterior a la sublevación.
5.3.2 La sublevación de las Alpujarras.- El eco de la sublevación del Albaicin fue enorme y
sembró la inquietud entre los musulmanes, que temieron verse obligados a convertirse. La
sublevación prendió rápidamente en las Alpujarras y para someterla acudió Gonzalo Fernández de
Córdoba (el Gran Capitán). El ataque fue muy violento y tras la rendición de los sublevados los
reyes impusieron el pago de una fuerte multa, aunque admitieron el mantenimiento de las antiguas
condiciones pactadas, es decir, la exención de la multa a quienes aceptaran el bautismo, precisando
que la suma fijada era globalmente inalterable. Esto significaba que cada conversión incrementaría
proporcionalmente la cantidad que deberían abonar los que rechazaran el ofrecimiento.
5.3.3 La expulsión de los musulmanes.- A comienzos de 1501 la revuelta se reavivó por la
serranía de Ronda. La respuesta, con el rey al frente, se anunció terrible. Ante ello los musulmanes
iniciaron la negociación indicando sus deseos de extrañarse a África. Se les exigió el pago de una
cantidad de dinero y se organizó el embarque por Estepona.
El 11 de febrero de 1501 se hizo público el decreto de expulsión y en el mismo se concedía un
plazo de poco más de dos meses para elegir entre el bautismo y el destierro.
BIBLIOGRAFÍA.- Historia de España de la Edad Media. - Álvarez Palenzuela (Coord.) - Editorial Ariel. 2011.
- Manual de Historia de España. La España medieval - J. Luis Martín - Historia 16. 1993.
- Atlas Histórico de la España Medieval - J.M. Monsalvo Antón - Editorial Síntesis. 2010.
- Los Trastámara - Julio Valdeón Baruque - Ediciones Temas de Hoy. Planeta. 2010
PRUEBAS DE EVALUACIÓN CONTINUA
GRADO EN GEOGRAFÍA E HISTORIA
HISTORIA MEDIEVAL DE ESPAÑA II
1ª PRUEBA DE EVALUACIÓN CONTÍNUA A DISTANCIA
CURSO 2011/2012
COMENTARIO DE TEXTO
Carta de Enrique II al Príncipe Negro desde el real de Nájera.
[1] Don Enrique, por la gracia de Dios rey de Castilla e de León. Al Muy Alto e Muy Poderoso don
Eduarte, fijo primogénito del Rey de Inglaterra, príncipe de Gales e de Guiana, etc., salud.
[2] Recebimos por vuestro haraute una vuestra carta, en la qual se contenían muchas razones
que vos fueron dichas por parte dese nuestro adversario que ý es. [3] E non nos parece que Vos
avedes seído informado de cómo ese adversario nuestro en los tiempos pasados que ovo estos Reinos
los rigió en tal guisa e manera, que todos los que lo saben e oyen se pueden dello maravillar: por qué
tanto tiempo él aya seído en el señorío que en el dicho Reino tovo.
[4] Ca él mató en este Reino a la reina doña Blanca de Borbón, que era su muger legítima; e
mató a la reina doña Leonor de Aragón, que era su tía, hermana del rey don Alfonso, su padre; e
mató a doña Juana e a doña Isabel de Lara, fijas de don Juan Núñez, señor de Vizcaya, e sus primas,
e mató a doña Blanca de Villena, por heredar las sus tierras que éstas tenían, e ge las tomó; e mató
tres hermanos suyos: don Fadrique, maestre de Santiago, e don Juan e don Pedro; e mató a don
Martín Gil, señor de Alburquerque; e mató al infante de Aragón don Juan, su primo; e mató a muchos
caballeros e escuderos de los mayores deste Reino. [5] E tomó contra voluntad muchas dueñas e
doncellas deste Reino, dellas casadas. [6] E tomaba todos los derechos del Papa e de los perlados.
[10] E de su propia voluntad todos vinieron a Nos e nos tomaron por su rey e por su señor, así
perlados como caballeros e fijosdalgo e ciudades e villas del Reino. [11] Lo qual non es de
maravillar, ca en tiempo de los godos, que enseñorearon las Españas, donde Nos venimos, así lo
ficieron; e ellos tomaron e tomaban por rey a qualquier que entendían que mejor los podía governar.
E se guardó por grandes tiempos esta costumbre en España. E aún hoy día en España es aquella
costumbre: ca juran al fijo primogénito del rey en su vida; lo qual non es en otro Reino de cristianos.
[13] E si batalla oviese de aver, quánto a Nos sabe Dios que nos desplace dello. Pero non
podemos escusar de poner nuestro cuerpo en defensa destos Reinos, a quien tan tenudos somos,
contra qualquier que contra ellos quisiere ser. E por ende, vos rogamos e requerimos con Dios e con
el Apóstol Santiago, ca faciéndolo non podemos escusar de los Nos defender.
Escrita en el nuestro real de Nájera, segundo día de abril.
GARCÍA GALLO, A. Manual de Historia del Derecho Español, Op. cit., vol. II, pp. 987-988.
1. CLASIFICACIÓN DEL DOCUMENTO.-
El texto del que se realiza el comentario es un documento oficial de tipo histórico y de carácter político
que narra unos hechos (el reinado de Pedro I) presenciados por un testigo directo, si bien interesado. En
el texto podemos leer una carta de Enrique de Trastámara dirigida a Eduardo, conocido como el
Príncipe Negro, hijo primogénito del rey Eduardo III de Inglaterra aliado y con su hermanastro Pedro I.
Está recogido en la obra Manual de Historia del Derecho de Alfonso García-Gallo.
1.1 Características.- Alfonso García-Gallo (1911-1992) fue un importante historiador del
Derecho de la última mitad del siglo XX. En su Manual de Historia del Derecho Español analiza el
conjunto de hechos y procesos históricos relacionados con el conjunto de normas jurídicas y son
particularmente destacables, según los expertos, los apartados dedicados al ordenamiento jurídico, y
sobre todo el correspondiente a la Baja Edad Media en el que se elabora una teoría general del
Derecho ilustrada en los textos legales.
2. ESQUEMA DEL TEXTO.2.1 Idea principal.- El texto pretende mostrar los detalles de la guerra fraticida que estalló en
Castilla y enfrentó a Enrique de Trastámara, hijo bastardo de Alfonso XI, con el monarca reinante
Pedro I. Esta guerra terminará con la victoria de Enrique que se coronó rey de Castilla y León con
el nombre de Enrique II e iniciando la dinastía conocida como Trastámara.
Con la Casa de Trastámara, la legitimidad de origen, poseída por el monarca Pedro I, dio paso a la
legitimidad de ejercicio, encarnada en el vencedor de la contienda.
2.2 Resumen del texto.- La carta está escrita en el Real, cerca de Nájera, el día dos de abril del año
1367, un día antes de la batalla de Nájera y como respuesta a otra enviada por el Príncipe Negro el
día anterior desde Navarrete, villa de Castilla e intentando mediar en el conflicto
El autor, Enrique de Trastámara, titulándose rey de Castilla y León por la gracia de Dios, trata a su
hermanastro Pedro I de traidor, con acusaciones de tiranía, abuso, injusticia y crueldad. Así las cosas
su pérdida del trono era la consecuencia de sus desmanes. Ahí se encuentra, sin duda, la clave del
razonamiento en que se apoyó el nuevo monarca para justificar sus derechos al trono. Como
podemos ver en la carta, Enrique cita al cronista Pedro López de Ayala cuando dice que en la época
visigoda: ellos tomaron e tomaban por rey a qualquier que entendían que mejor los podía governar
3. CONTEXTO HISTÓRICO. ACONTECIMIENTOS RELACIONADOS.En 1356, resuelta, de momento, con la victoria de Pedro I la revuelta nobiliaria surgida en Castilla se
inician las terribles venganzas del rey. A partir de ese momento, una lucha asimilable al enfrentamiento
entre el rey y la nobleza empieza a adquirir el aspecto de un duelo personal entre dos hermanos: Pedro,
el Legítimo, y Enrique de Trastámara, el Bastardo. Una guerra civil se desarrollará en Castilla a partir
de la primavera de 1366. Este enfrentamiento se desarrollaría durante tres años con la intervención de
Francia y las Compañías Blancas del condestable Bertrand Du Guesclin en apoyo de Enrique de
Trastámara e Inglaterra y el ejército del Príncipe Negro en apoyo de Pedro I. Es el momento más álgido
de la Guerra de los Cien Años que enfrenta a Francia e Inglaterra, respecto a la cual va a ser muy difícil
mantenerse neutral.
3.1 Pedro I.- (1350-1369) Sube al trono inmediatamente después de desencadenarse la Peste Negra
y le toca en suerte hacer frente a una época difícil de crisis demográfica, de grandes cambios y
transformaciones. La cuestión aún se complico más debido al estallido de la guerra entre él y Pedro
IV el Ceremonioso de Aragón, que se inició en 1356 y que, interrumpida por algunas fases de tregua,
duró cerca de diez años. Pedro I representa la imagen perfecta del autoritarismo. El rey, que ha
pasado a la posteridad con el despectivo calificativo de “El cruel”, era un ardiente defensor de la
autoridad monárquica. Se ha dicho que tenía sus aliados naturales en la naciente burguesía, mientras
que Enrique de Trastámara representaba un régimen de gobierno ligado a los privilegios de la
nobleza.
Después de tres años de guerra civil y tras diversos enfrentamientos entre ambos, Pedro I, sin la
ayuda del Príncipe Negro y su ejército debido a los compromisos incumplidos, fue derrotado y
muerto en Montiel en marzo de 1369 por Enrique de Trastámara y su aliado francés.
3.2 Enrique de Trastámara.- Enrique II de Castilla y León (1367-1379). Hijo de Alfonso XI y
Leonor de Guzmán. Lideró un importante sector de la nobleza y de grandes dignatarios de la Iglesia,
rotundamente opuesto al monarca castellano Pedro I, presentándose como un decidido protector de
las estructuras sociales vigentes, y en particular de esta nobleza. Enrique II es conocido como “el de
las mercedes” como reconocimiento a las concesiones hechas a los magnates que le prestaron ayuda
en la guerra.
Tras su victoria, Enrique II, no renunció a proseguir la labor centralizadora que, con tanto acierto,
había puesto en marcha su padre Alfonso XI. Antes de 1369 Castilla carecía de “una concepción de
gobierno como estructura de instituciones alrededor de un poder central”. Esta tarea se llevó a cabo
a partir de su reinado, alcanzando su culminación en tiempos de los Reyes Católicos. No es extrañar,
por lo tanto, que se asocie a la dinastía Trastámara de Castilla con el avance del denominado estado
moderno.
3.3 El Príncipe Negro.- Eduardo de Woodstock (1330-1376), más conocido por su sobrenombre de
Príncipe Negro, era el hijo mayor del rey inglés Eduardo III. Fue un destacado militar, demostrando
su valía en diversas batallas de la Guerra de los Cien Años que enfrentó a Inglaterra con Francia
-batalla de Créçy (1346) y batalla de Poitiers (1356) donde apresa al rey Juan II de FranciaA principios de 1367 se vincula políticamente con el rey Pedro I y juntos luchan contra Enrique de
Trastámara, aliado de Carlos V de Francia. En dicha guerra sus fuerzas aliadas vencen en la batalla
de Nájera en abril del mismo año. Tras la batalla, debido a los compromisos incumplidos por Pedro
I, abandona su alianza con el rey castellano. Murió antes de heredar el trono inglés.
4. CONCLUSIONES.El siglo XIV fue testigo de una profunda crisis, que afectó a todos los ámbitos, desde el demográfico y
el económico, hasta el social, el religioso y el cultural. Las manifestaciones más llamativas de esta crisis
fueron el hambre, la peste y la guerra.
La disminución del número de campesinos dependientes, debido a la caída demográfica, se traducía en
una indudable baja de las rentas que percibían los señores. La alta nobleza necesitaba nuevas fuentes de
ingresos, única vía para mantener su posición hegemónica como clase dominante. El camino más
expeditivo para recuperarse de los golpes sufridos por la crisis era, sin duda, acercarse al poder real, del
que se esperaba obtener nuevos beneficios. Ahí se encuentra la clave de la actitud adoptada por buena
parte de la nobleza en la guerra fraticida entre Pedro I y Enrique de Trastámara.
5. BIBLIOGRAFÍA.-
Historia de España de la Edad Media. - Álvarez Palenzuela (Coord.) - Editorial Ariel. 2011.
Atlas Histórico de la España Medieval - J.M. Monsalvo Antón - Editorial Síntesis. 2010.
Manual de Historia de España. La España medieval - J. Luis Martín - Historia 16. 1993.
Los Trastámara - Julio Valdeón Baruque - Ediciones Temas de Hoy. Planeta. 2010
PREGUNTAS DE DESARROLLO
LA CONQUISTA DE LOS REINOS DE MALLORCA Y VALENCIA
1. INTRODUCCIÓN.La ofensiva castellana sobre Andalucía en la primera mitad del siglo XIII coincide con avances similares
de la Corona aragonesa sobre Baleares y la costa valenciana. Cuando Jaime I alcanza la mayoría de edad,
en un intento de dar solución a los conflictos del reino, reanuda la ofensiva contra el Islam y consigue
desviar la agresividad nobiliaria hacia empresas militares exteriores, pretendiendo una expansión
territorial que beneficiara, tanto a la nobleza aragonesa, como a la catalana. La nobleza y burguesía
catalana era partidarios de atacar las Baleares, los aragoneses se inclinaban por anteponer la conquista de
Valencia.. Era sólo una cuestión de prioridades
2. LA CONQUISTA DE MALLORCA.A partir de 1203, fecha en que Mallorca cayó en manos de los almohades, se fue abriendo
progresivamente paso la idea de recuperación de las islas. Además, el pontificado amparaba los derechos
de la Corona de Aragón sobre ellas. La falta de una marina suficientemente fuerte hizo que se aplazara
una empresa destinada a terminar con los corsarios y piratas
mallorquines que perjudicaban gravemente el comercio, hasta
el reinado de Jaime I.
La proyección mediterránea de la Corona aragonesa fue obra
de nobles y burgueses catalanes. Ellos fueron los más
dispuestos a financiar una empresa destinada a erradicar el
foco más importante de piratería, (Mallorca) a la vez que se
dominaba un territorio que podía servir de puente en la ruta
Cataluña-Norte de África. Sin embargo, la nobleza y los
mercaderes aragoneses negaron su colaboración económica y
militar para una empresa que suponía posponer la conquista de
Valencia.
Una expedición formada por 150 naves salió de Cambrills,
Salou y Tarragona hacia las Baleares el 5 de dicembre de
1229. El último día del año, tras un largo asedio, la ciudad de
Palma se rindió y con ella el resto de la isla. Poco después se
conquistaban Ibiza (1235) y Menorca (1286). A partir de ahí Baleares, que tan activamente se habían
dedicado al comercio musulmán, se integraría en la Corona aragonesa, aunque en determinados
momentos, por disensiones en la familia real, seguirán caminos políticos diferentes.
El inventario elaborado para repartir la isla de Mallorca tras su conquista reservó para Jaime I la mitad de
los bienes disponibles, los cuales se repartieron entre los nobles, oficiales y ciudades que habían
colaborado. La otra mitad se distribuyó entre el obispo de Barcelona, los condes de Ampurias y Rosellón
y Guillén de Montcada. Este reparto de tierras a la nobleza llevó al consiguiente fortalecimiento de su
poder económico y social.
Gracias a la presencia de mudéjares y hebreos, el tráfico mercantil se convirtió en el fundamento
económico insular, especialmente de Mallorca, a partir de la conquista catalana, dirigiéndose sobre todo
hacia los mercados islámicos africanos. Baleares se promocionaba como plataforma y encrucijada de las
rutas comerciales mediterráneas.
3. LA CONQUISTA DE VALENCIA.-
La conquista de la región valenciana fue mucho más complicada. Por su situación estratégica constituía la
zona natural de expansión de la Corona de Aragón.
Valencia se mantuvo al margen de los acontecimientos que se estaban produciendo en territorio andalusí,
siendo esta situación de independencia su debilidad.
Mientras Jaime I se hallaba ocupado en la conquista
de Mallorca, algunas tropas de la nobleza aragonesa
iniciaron las hostilidades en la zona fronteriza del
Maestrazgo, en 1232, Ante esta circunstancia
militar, el rey es consciente del peligro que
entrañaban los éxitos de la nobleza al margen de la
monarquía, por lo que el rey se va a ver forzado a
cortar de raíz estas conquistas personales y
aglutinar en una misma empresa reconquistadora,
marítima y continental, nobleza y burguesía,
aragonesa y catalana, es decir, convirtió la guerra
contra Valencia en una empresa de la Corona de
Aragón.
En 1233, después de haber conseguido financiación en las Cortes de Monzón, se comienzan las
operaciones militares. En 1235 se toma la torre de Montcada, en las proximidades de Valencia. A partir
de aquí, la ofensiva tuvo que prepararse cuidadosamente. Para su ataque sobre Valencia conseguirá de
nuevo financiación, e incluso el papa Gregorio IX le concede la bula de Cruzada. Sin embargo la
imposibilidad de una conquista militar conducirá a las negociaciones para rendir la ciudad por
capitulación. Esto sucede en 1238. Con esta ocupación se dan por concluidas en Aragón las conquistas
peninsulares. Como consecuencia de ellas, la nobleza amplió sus horizontes en la expansión de sus
señoríos y la burguesía catalana creó sólidas plataformas para la intensificación de sus actividades
comerciales en el norte de África y Mediterráneo occidental.
Lo más importante fue la conversión en reino de las tierras conquistadas y la creación de una entidad
político-jurídica propia, unida dinásticamente a la misma corona que Aragón, Cataluña y Mallorca, al
igual que los otros reinos, con autonomía propia y con Cortes particulares (1261) y Fueros (1271).
4. CONCLUSIONES.La conquista de Baleares fue posible por la coincidencia de intereses entre las ciudades costeras,
Barcelona ante todo, y la nobleza catalana que veía en la guerra exterior una posiblidad de incrementar
sus ingresos y de recuperar el prestigio que le disputaba la burguesía urbana.
En la conquista valenciana, los intereses fueron distintos y a menudo contrapuestos. Por una parte la
conquista interesaba a la nobleza de Aragón, deseosa de aumentar sus dominios. Por otro lado, el rey
estaba interesado en la conquista y también en evitar un excesivo protagonismo de estos nobles. En líneas
generales puede admitirse que en la conquista valenciana intervinieron de un lado los nobles de Aragón y
de otro el rey, secundado por los catalanes y por los aragoneses en la frontera.
5. BIBLIOGRAFÍA.- Historia de España de la Edad Media. - Álvarez Palenzuela (Coord.) - Editorial Ariel. 2011.
- Atlas Histórico de la España Medieval - J.M. Monsalvo Antón - Editorial Síntesis. 2010.
- Manual de Historia de España. La España medieval - J. Luis Martín - Historia 16. 1993.
FORTALECIMIENTO DE LA MONARQUÍA EN CASTILLA EN EL REINADO DE
ALFONSO XI
1. INTRODUCCIÓN.Alfonso XI (1311-1350) fue un monarca que, combinando la coacción con la persuasión, logró ir
poniendo fin al alto punto de independencia que habían logrado las ciudades y las Cortes y que,
igualmente, consiguió que la nobleza terminara por colaborar en la pacificación del reino y en la lucha
por el dominio de la orilla norte del Estrecho frente a benimerines y granadinos.
2. CONSOLIDACIÓN DE LA MONARQUÍA CASTELLANA.Durante la minoría de Alfonso XI, su reino estuvo dividida entre los tutores del rey, más interesados en
consolidar su posición personal y la de los nobles que les apoyan que en la consolidación del reino: el
infante Felipe (hermano de Fernando IV), don Juan Manuel (nieto de Fernando III) y don Juan el
Tuerto (hijo del infante don Juan, hermano de Sancho IV).
2.1 Domeñando a la nobleza.- A la mayoría de de edad de Alfonso XI (1325), éste se vio obligado
a elegir entre los tres grupos nobiliarios que apoyaban a los tres tutores que se disputaban el poder.
Así, Alfonso se apoya en los partidarios del infante Felipe e intenta atraerse a don Juan Manuel
(que se había coaligado con don Juan el Tuerto contra el monarca) pidiendo en matrimonio a su hija
Constanza Manuel, de nueve años, al tiempo que manda asesinar a don Juan el Tuerto (1326).
Este matrimonio ha sido acordado en momentos de dificultad, para romper la alianza de los nobles,
pero no es aceptable para los nobles que siguen al rey, porque la
victoria de don Juan Manuel significaría para ellos la pérdida del
favor real. Constanza Manuel fue rechazada y Alfonso XI se
casará con María de Portugal, con lo que resta a los nobles en su
contra el apoyo portugués.
Don Juan Manuel, ofendido, buscó el apoyo de Alfonso IV de
Aragón e inició una revuelta. Pero el matrimonio de la hermana
de Alfonso XI, Leonor, con el rey aragonés restablece la paz
entre los dos reinos y permite someter a don Juan Manuel e
iniciar una campaña contra Granada (1329), cuyo rey se declara
vasallo del castellano.
Fue una tregua transitoria. En 1331, durante la campaña
andaluza contra Granada, el rey conoce a Leonor de Guzmán,
por la que abandona a su esposa María de Portugal. Ello
provocó un intento de invasión por parte del rey portugués, al
mismo tiempo que se sublevaba en Castilla los nobles don Juan Manuel y don Juan Núñez de Lara.
A esta liga se agregó el nuevo rey de Aragón, Pedro IV el Ceremonioso, (cuya oposición a su
madrastra Leonor de Castilla y a sus hijos era notoria). Alfonso XI, contando con unos recursos de
los que había carecido años atrás afrontó la crisis con determinación. Detuvo la invasión del ejército
portugués y derrotó a los dos magnates. En adelante Alfonso XI pudo gobernar sin ninguna
oposición seria por parte de la nobleza.
2.2 El dominio sobre las ciudades y las Cortes.- Junto a la nobleza, las ciudades reunidas en
Hermandad General o en Cortes constituían la fuerza que, en solitario o en cooperación con el
estamento nobiliario podría constituirse en un obstáculo para que la institución monárquica
controlase el Reino. Desde que llega al trono Alfonso XI, inicia una progresiva labor erosiva con la
finalidad de disminuir el alcance de los fueros y costumbres locales a cambio de ir imponiendo sus
propios representantes. En 1325 dio el golpe de gracia a cualquier resistencia cuando prohibió la
Hermandad General. Tras la sumisión de la nobleza, su cooperación permitió a Alfonso XI manejar
prácticamente a su antojo a las Cortes. El rey se mostró intransigente en las cuestiones esenciales,
es decir, en los intentos de poner límite a su autoridad o en la disminución de los ingresos
económicos que recaudaba. La voluntad del rey era la ley y este poder regio reafirmó el sistema
señorial, es decir, la más pura organización feudal.
Otra clara manifestación del triunfo monárquico fue la implantación del Código de las Siete
Partidas de Alfonso X que a partir de 1348 fue calificada como norma jurídica para todo el reino.
Esta norma sólo tendría capacidad de aplicación cuando ni las leyes promulgadas por Alfonso XI ni
los fueros locales pudieran dar respuesta a determinados problemas.
2.3 La política exterior.- Hasta 1338 a política exterior de Castilla estuvo en buena medida
condicionada por los problemas internos: las alianzas o enfrentamientos con Aragón y Portugal
tienden a evitar el apoyo de los monarcas a los nobles rebeldes.
La postura de Castilla estuvo condicionada por las primeras etapas de la Guerra de los Cien Años.
El reino se había convertido en una potencia ganadera y comercial, por lo que Inglaterra y Francia
buscaban la alianza con Alfonso XI, que no se comprometió demasiado en las hostilidades,
obteniendo beneficios de la situación. Cuando en 1345 la contienda parecía favorecer a Francia,
Alfonso XI firmó un tratado con Felipe IV y cuando en 1346 los franceses fueron derrotados en la
batalla de Créçy el panorama cambió y el monarca dio marcha atrás, llegando a plantear la boda de
su hijo Pedro con Juana de Plantagenet, que murió de peste durante el viaje a Castilla. Cuando
murió el rey, nada se había resuelto respecto a las alianzas exteriores, excepto un punto: las
preferencias del tercer estado iban hacia Inglaterra, las del clero y la nobleza hacia Francia.
2.4 La Batalla del Estrecho.- Los acuerdos de Alfonso XI con los nobles en 1338 tienen como
finalidad conseguir su colaboración para poder contrarrestar los ataques benimerines e intentar la
recuperación de Gibraltar tomada por éstos en 1333.
En 1340, en Tarifa, la flota castellana fue derrotada por los musulmanes. Alfonso XI no duda en
pedir ayuda a los demás reinos y en contratar los servicios de naves y marinos de Portugal, Génova
y Aragón. Ante el peligro musulmán se alía con Alfonso IV de Portugal y con Pedro IV de Aragón
a los que se unieron algunos contingentes de Inglaterra. Los aliados cristianos derrotaron a los
benimerines en la decisiva victoria del Salado (1340). Explotando este éxito se apoderó de
Algeciras (1344) y murió, a consecuencia de la Peste Negra, cuando sitiaba de nuevo Gibraltar
(1350).
3. CONCLUSIONES.Puede decirse que Alfonso XI fue un decidido partidario del acuerdo con los nobles y en todo momento
intentó atraerlos a su servicio dotándolos convenientemente. El interés del monarca, por convicción
personal y por necesidad política, exige mantener a su servicio a los nobles. Sin embargo, los sueldos y
bienes concedidos por el rey eran insuficientes a causa de las continuas subidas de precios y que la
mejor forma de incrementar sus beneficios era servir al monarca desde los puestos de gobierno que
permitan actualizar los ingresos; para lograr este objetivo político-económico no dudarán en sublevarse,
ni tampoco en aceptar la autoridad real cuando ésta les ofrece suficientes compensaciones para poner fin
a la violencia.
4. BIBLIOGRAFÍA.- Historia de España de la Edad Media. - Álvarez Palenzuela (Coord.) - Editorial Ariel. 2011.
- Atlas Histórico de la España Medieval - J.M. Monsalvo Antón - Editorial Síntesis. 2010.
- Manual de Historia de España. La España medieval - J. Luis Martín - Historia 16. 1993
PREGUNTAS O CUESTIONES BREVES
La conquista de Sevilla.Poco después de unir las coronas de León y Castilla, Fernando III comenzaba una imparable expansión a
costa de unos debilitados y desunidos musulmanes. Una tras otra, las principales plazas de la Meseta
Sur, Alto y Bajo Guadalquivir fueron cayendo. La conquista de Sevilla en 1248 fue decisiva en el
devenir de la Reconquista. Todavía quedaban territorios en manos musulmanas, almohades, pero apenas
ciudades de primer orden.
Aseguradas las fronteras orientales y tras sitiar y rendir
Jaén en 1246, asedio largo y difícil por su emplazamiento
y sistema defensivo, Fernando III tuvo a Sevilla como
objetivo inmediato. Preparó cuidadosamente la ofensiva
ya que la ciudad mantenía intacta su potencia militar y
estaba muy bien abastecida a través del Puente de Triana
y el Guadalquivir. La conquista de Sevilla, autentica joya
del poder musulmán, requerirá por vez primera de un
ataque marítimo y un auténtico despliegue de medios
técnicos y materiales.
Para controlar militarmente el río y el territorio
circundante, prepara una flota del Cantábrico con el fin
de operar en aguas del Guadalquivir, impedir la llegada
de auxilio desde el exterior y romper el paso por el puente
de barcas que comunicaba Triana con el Aljarage. Al
mismo tiempo, por tierra, se ocuparon las plazas que permitían el control de las vías principales de
acceso a Sevilla. Como vasallo y para salvar el resto de sus dominios, Muhammad de Granada colaboró
con el rey castellano en los ataques a Sevilla por tierra.
Tan pronto como el puente de Triana fue quebrado, los sitiados se rindieron a Fernando III con la
condición de que entregasen el alcázar, la ciudad y su territorio, que abandonase el núcleo urbano en un
plazo no inferior a un mes toda la población musulmana que podría llevarse consigo sus bienes muebles.
Así, el 23 de noviembre de 1248 entró Fernando III en Sevilla.
Con la ocupación de Sevilla finaliza el periodo expansivo del reino castellano-leonés que en menos de
veinte años, aprovechando la debilidad islámica, redujo a los musulmanes al reino granadino y limitó la
expansión de aragoneses y portugueses hacia el sur, convirtiéndose de este modo en el reino de mayor
importancia de la Península.
La expedición de los almogávares.Los almogávares, soldados de fortuna, que combatían a sueldo y botín, aparecieron por primera vez en
la conquista de Valencia en 1238 por Jaime I. En 1282 colaboraron con la Corona de Aragón en la
guerra contra los partidarios de los Anjou y apoyaron a Federico III de Sicilia. Su nombre procede del
árabe "almugawir" (el que hace algara dentro del campo enemigo.
Tras la firma de la paz de Caltabellota, en la que se resolvía el conflicto siciliano, las tropas mercenarias
almogávares -Compañía Catalana- resultaban incómodas por lo que tendrán que buscarse una salida.
Fue su comandante, Roger de Flor, ex templario de origen alemán, quien tomó la iniciativa y en 1303
embarcó con su ejército rumbo a Constantinopla para proveer de tropas al emperador de Bizancio,
Andrónico II Paleólogo, en su lucha
contra los turcos.
Siguiendo la ruta de Alejandro Magno,
Roger de Flor, derrotó a los turcos en
Anatolia, tomando las ciudades de
Filadelfia y Éfeso. La victoria contra
los turcos hizo que fuera nombrado
megaduque
por
el
emperador,
despertando los recelos de Miguel,
príncipe heredero, cuya guardia le
asesinó junto a todos los almogávares
que se encontraban junto a él en un
banquete en 1305.
Los restos de la Compañía se
fortificaron en Gallipoli y se organizaron como pequeño Estado, al mando de Berenguer de Entença,
llevando a cabo, desde allí, feroces campañas contra Tracia y Macedonia que fueron asoladas.
Comenzaba así lo que la historia ha dado en llamar la "Venganza catalana", actos de violencia contra el
Imperio y los genoveses, llegando los almogávares hasta las inmediaciones de Constantinopla (mayo
1305). Apresado Entença por los genoveses quedó como jefe Bernat de Rocafort, que sembró el terror y
la devastación en el Imperio, hasta el punto de que la propia Compañía tenía problemas para sus propios
suministros.
En 1309 el Duque de Atenas, Gualterio, los contrató a fin de llevar a cabo sus ambiciones de apoderarse
de territorios del imperio. Cuando el duque quiso licenciar a la Compañía, tras haberse servido de ella,
los almogávares se sublevaron derrotándole y tomando el ducado.
Se colocaron bajo la soberanía de Manfredo, hijo de Federico III de Sicilia, como era un niño envió
como procurador y tutor a Berenguer Estañol. La presencia catalana en Grecia planteó problemas
internacionales de convivencia, en particular con Venecia y Génova por motivos comerciales. Tras la
muerte del procurador Estañol, Federico III de Sicilia envió como nuevo canciller a su hijo Alfonso
Federico, que en 1318 se apoderó de la Tesalia constituyéndose el Ducado de Neopatria, que en
adelante estaría unido al de Atenas. El Ducado de Atenas y Neopatria pasó a Manfredo y posteriormente
a sus sucesores. En 1380 se incorporarían a la Corona de Aragón pero perdiéndose pronto debido a la
debilidad y el cambio de orientación política de Juan I, Rey de Aragón.
Derrota y muerte de Pedro I de Castilla.Pedro I de Castilla (1350-1369) sube al trono a la muerte de su padre Alfonso XI. Le toca en suerte
hacer frente a una época difícil de crisis demográfica, de grandes cambios y transformaciones.
Representa la imagen de autoritarismo, presente también en otros monarcas contemporáneos aunque de
manera más acusada y áspera. Recibió el apelativo de “el Cruel”, una denominación que Felipe II
mandó se sustituyera por “el Justiciero”.
Desde 1366 a 1369 mantuvo un enfrentamiento fraticida con su
hermanastro Enrique de Trastámara, hijo bastardo de Alfonso XI y
Leonor de Guzmán.
En 1360, Enrique, refugiado en Aragón, invadió Castilla con el
apoyo del rey Pedro IV. Enrique había firmado una alianza con el
monarca aragonés, del que recibiría apoyo a cambio de entregar, en
su día, el reino de Murcia y otras ciudades fronterizas. El 24 de abril
en Nájera se encontraron ambos ejércitos. Pedro I resultó vencedor,
forzando a Enrique a exiliarse a Francia.
Una nueva invasión se produjo en marzo 1366. Pero ahora la
posición de Enrique era más favorable pues contaba con la ayuda de
mercenarios curtidos en las lides de la guerra de los Cien Años -Las
Compañías Blancas- a cuyo frente se hallaba Bertrand du Guesclin.
Enrique de Trastámara después de atravesar Navarra se proclamó rey
en Calahorra. Invadió Castilla por La Rioja y ocupó Burgos, siendo
coronado rey en el Monasterio de Las Huelgas. El Trastámara acusaba a su hermanastro de horrendos
crímenes, abuso, injusticia y crueldad, al tiempo que se difundían rumores sobre el origen de Pedro I, al
que hicieron hijo de un judío llamado Pedro Gil. Enrique se presentaba como un libertador de la tiranía
personal del monarca y defensor del pueblo cristiano frente a los judíos y contra los musulmanes.
Pedro I marchó por vía marítima al sur de Francia, donde llegó a un acuerdo con el Príncipe de Gales,
heredero de la corona inglesa, más conocido como el Príncipe Negro, que le ayudaría militarmente a
recuperar el trono, recibiendo como compensación, entre otras donaciones, el señorío de Vizcaya.
En febrero de 1367 las tropas anglopetristas llegaron a tierras ibéricas con el propósito de enfrentarse a
Enrique de Trastámara. El choque se produjo dos meses después, el 3 abril, en la segunda batalla de
Nájera. Los arqueros ingleses decidieron la victoria de Pedro I y sus aliados. Enrique huyó a Francia
mientras Du Guesclin era hecho prisionero. Pero la situación favorable a Pedro I pronto se fue
deteriorando debido en gran parte a la ruptura con los ingleses ante el incumplimiento de compromisos
adquiridos así como la actuación implacable del rey castellano con los prisioneros vencidos.
Enrique de Trastámara retornó a Castilla a finales 1367. Contaba con el apoyo del rey de Francia,
Carlos V y, poco a poco, logró reunir en torno a su bando a numerosas regiones y ciudades de Castilla.
A comienzos de 1369 un ejército francés, mandado nuevamente por Du Guesclin, penetró en Castilla. La
guerra fratricida se prolongó hasta marzo 1369 cuando se encontraron los dos hermanastros en las
proximidades de Montiel. Pedro I envió un emisario a Du Guesclin solicitando una alianza con él y
facilitándole a cambio tierras y dinero. El condestable francés asintió proponiendo, de acuerdo con
Enrique de Trastámara, una entrevista en su tienda. En el enfrentamiento que se produjo entre ambos
hermanos, la noche del 22 al 23 de marzo, Enrique dio muerte a Pedro e inició, con el nombre de
Enrique II rey de Castilla y León, la dinastía conocida como Trastámara.
El pactismo en la Corona de Aragón.En la Corona de Aragón, a diferencia del autoritarismo real de
connotaciones centralizadoras de Castilla y León, existía menor incidencia
del fenómeno de recepción del Derecho común, una extraordinaria
heterogeneidad de los distintos reinos y dominios de la Corona y un
temprano fin en ella de la empresa reconquistadora, que fue sustituido por
iniciativas mediterráneas que no interesaban a todos sus miembros por
igual, fueron las causas de esa ralentizada evolución centralizadora. Asi
encontramos que en las décadas centrales del siglo XIII el desarrollo interno
de la Corona de Aragón se remite a tres notas esenciales:
• Marcado carácter feudal y pactista del poder.
• Nacimiento de conciencias territoriales específicas dentro de la Corona
• Lenta articulación de la Corona como realidad institucional unitaria.
Jaime I veía condicionada su capacidad de maniobra, sometido al control feudal de la curia, acaudillada
la poderosa nobleza araglonesa por su tío, infante Fernando, abad de Montearagón, quedando así bajo la
dependencia vasallática de la Sede Apostólica y el riguroso marcaje de la nobleza feudal.
Pero su habilidad lograría crear márgenes de actuación relativamente holgados para la monarquía,
siendo la empresa reconquistadora la gran clave explicativa.
El ambicioso programa de conquistas diseñado por el monarca desde 1225 le permitió la simpatía de dos
aliados que no le abandonarían.
• Un ejército dependiente del rey, acrisolado en la guerra reconquistadora e incentivado por el
reparto del botín.
• El principado de Cataluña, con una emergente burguesía interesada en la puesta en marcha de
una maquinaria de guerra que le permitiera abrir ilimitadas perspectivas a su desarrollo
comercial.
Frente a esto, la oposición nobiliaria, fundamentalmente aragonesa, se instaló en una lógica feudal de
gobierno pactado y compartido con ella, utilizando dos mecanismos de reacción contundentes:
• El asociacionismo unionista.
• El auxilium feudal, concretamente el pago del bovatge, como armas de negociación política.
El primero contaba con el efecto añadido de interesar a estamentos ciudadanos, y el unionismo se
mantuvo como fórmula de cohesión nobiliaria y estamental frente a la monarquía durante todo el
reinado de Jaime I y también afectó a la nobleza catalana, especialmente levantisca.
El segundo, el bovatge, servicio prestado como reconocimiento de señorío, fue votado favorablemente
por los estamentos catalanes en las sucesivas peticiones que jalonaron el reinado de Jaime I,
coincidentes a menudo con sus planes bélicos, los nobles aragoneses fueron reticentes a su concesión,
llegando a constituir al "Justicia de Aragón'", siempre un noble, en árbitro de cuantos conflictos
surgieron entre ellos y el rey, situando a éste en posición equiparable a la nobleza.
GRADO EN GEOGRAFÍA E HISTORIA
HISTORIA MEDIEVAL DE ESPAÑA II
2ª PRUEBA DE EVALUACIÓN CONTÍNUA A DISTANCIA
CURSO 2011/2012
COMENTARIO DE TEXTO
Votos de los compromisarios en Caspe
1. Yo, fray Vicente Ferrer, de la Orden de Frailes Predicadores y maestro en santa Teología, uno
de los citados diputados, digo, según mi saber y parecer que al ínclito y magnífico don Fernando,
infante de Castilla, nepote o nieto de don Pedro IV, de feliz recuerdo, rey de Aragón, padre del rey don
Martín, de excelsa memoria, último fallecido, el más próximo varón procreado en legítimo matrimonio
y a la vez unido en grado de consanguinidad con dicho rey don Martín, por dicho Parlamento, súbditos
y vasallos de la Corona de Aragón ha de prestarse el deber de fidelidad, y al mismo, como cierto
verdadero rey y señor, en justicia, según Dios y mi conciencia deben haberle y tenerle. Y en testimonio
de lo anterior, suscribo esto con mi propia mano y le pongo mi sello colgante.
2. Yo, Domingo, obispo Oscense, Doctor en leyes, uno de dicho diputados, en todo y por todo me
adhiero al voto y propósito de dicho señor maestro Vicente, en testimonio de lo cual escribo ésta con mi
propia mano y pongo colgando mi sello.
3. Yo, Bonifacio Ferrer, doctor en decretos, prior de la Cartuja [reproduce literalmente lo escrito
en cursiva en el voto anterior].
4. Yo, Bernardo de Gualbes, doctor en ambos derechos, [reproduce literalmente lo escrito en
cursiva en el voto anterior].
5. Yo, Berenguer de Bardaji, [reproduce literalmente lo escrito en cursiva en el voto anterior].
6. Yo, Francisco Aranda, donado de Portaceli, de la Orden cartujana [reproduce el texto de los
cuatro votos anteriores, salvo la fórmula final].
7. Yo, Pedro Sagarriga, arzobispo Tarraconense, uno de dichos diputados, según mi saber y poder,
digo que, aunque crea que dicho señor infante Fernando es más conveniente, […], creo que al señor
duque de Gandía y a Jaime, conde de Urgel, como varones vivos, legítimos y descendientes por líneas
masculina de la estirpe de dichos reyes de Aragón, ha de tomarse en derecho como mejores, y que a
uno de estos dichos pertenece la sucesión de la Corona de dicho Reino […].
8. Yo, Guillermo de Vallseca, uno de dichos diputados, pienso lo mismo que el señor arzobispo
[…]. Sin embargo, añado esto: que en el caso que dicho señor arzobispo dice que debe ser preferido
aquél de dichos señores duque y conde que sea más idóneo y conveniente para la República, yo añado:
que entre otros iguales, dicho conde, en mi opinión, ha de preferirse a dicho duque […].
9. En negocio tan arduo y tan peligroso, considero imposible para mí, en tan breve espacio y
tiempo, dar mi voto, y proceder con sana y sincera conciencia, por ser verdadero y cierto que, tras el
impedimento de don Giner Rabasa, […] comencé a entender y a dedicarme, inexperto y nuevo, en
materia de tanto negocio, a partir de aquel tiempo […]. Por lo cual, que mi actual exposición escribí
con mi mano y le pongo mi sello. Yo, Pedro Bertrán.
GARCÍA GALLO, A., Manual de Historia del Derecho Español, Op. cit., vol. II,
1. CLASIFICACIÓN DEL DOCUMENTO.El texto que se presenta para su comentario es un documento histórico de fuente primaria y de carácter
político-jurídico que recoge un extracto del acta de votación de los compromisarios reunidos en Caspe el
28 de junio de 1412 para decidir la elección del nuevo rey de la Corona de Aragón tras la muerte sin
herederos de Martin I el Humano.
1.1 Características.- El texto está recogido en la obra Manual de Historia del Derecho de Alfonso
García-Gallo (1911-1992), importante historiador del Derecho de la última mitad del siglo XX. En
él analiza el conjunto de hechos y procesos históricos relacionados con el conjunto de normas
jurídicas y en el que se elabora una teoría general del Derecho ilustrada en los textos legales.
2. ESQUEMA DEL TEXTO.2.1 Idea principal.- El texto recoge como idea principal el inicio del proceso de unión de las
coronas de Castilla y Aragón, con la elección de Fernando de Antequera, de la Casa Trastámara,
como rey de Aragón.
2.2 Datos del documento.- En el fragmento del acta recogido en el texto queda reflejada la
decisión de voto de cada uno de los compromisarios de Caspe, los cuales dan fe por escrito del
mismo y de los motivos que le llevan a él. Los autores del documento son los nueve compromisarios
elegidos -tres por cada una de las entidades territoriales que integraban la Corona de Aragón:
Aragón, Cataluña y Valencia.
3. CONTEXTO HISTÓRICO. ACONTECIMIENTOS RELACIONADOS.La muerte del rey Martín I el Humano, en mayo del año 1410, dejó a la Corona de Aragón sin heredero
del trono, toda vez que un año antes, en 1409, había fallecido su único hijo, Martin el Joven, rey de
Sicilia. Martín el Humano no había designado sucesor, limitándose a indicar su plena confianza en que
los expertos en cuestiones jurídicas de la Corona de Aragón analizasen cuidadosamente quien era la
persona que tenía más derechos para ser proclamado rey. Se abrió así una etapa de interregno, que duró
dos años.
Tras diversas reuniones de los parlamentos de cada uno de los núcleos políticos integrantes de la Corona
de Aragón el 15 de febrero de 1412, en la denominada Concordia de Alcañiz, se establecía que la
elección del rey de Aragón se llevaría a cabo por un conjunto de nueve personas, cuidadosamente
seleccionadas.
3.1 Candidatos al trono.- Los candidatos, todos ellos con vinculaciones familiares de diversa
índole a la casa real aragonesa, eran: Jaime, conde de Urgell; Alfonso de Gandia; Luis de Anjou,
duque de Calabria; Fernando de Antequera y Fadrique de Aragón, conde de Luna. Hay que decir
que antes de la elección falleció Alfonso de Gandia y su puesto pasó a ser ocupado por su hijo,
Alfonso el Joven.
Los presuntos derechos de los dos primeros, Jaime y Alfonso, procedían por línea masculina, pues
Jaime era nieto de un hermano de Pedro IV el Ceremonioso y Alfonso era nieto de otro monarca
aragonés, Jaime II. La ascendencia de Luis de Anjou y de Fernando de Antequera era femenina: Luis
era hijo de una hija de Juan I de Aragón y Fernando era hijo de Leonor, a la vez hija de Pedro IV el
Ceremonioso. Fadrique de Aragón era nieto (ilegítimo) de Martín I.
Los pretendientes a la Corona de Aragón pudieron presentar en Caspe cuantas alegaciones creyeron
oportunas
3.2 Compromisarios de Caspe.- Los compromisarios, que iban a celebrar sus reuniones en el
castillo de Caspe, procederían a elegir a uno de los candidatos al trono por mayoría de seis votos, de
los que debería obtener al menos uno de los representantes de cada uno de los reinos.
Se reunieron desde el 29 de marzo hasta el 29 de junio de 1412. En principio se les concedió un
plazo de dos meses para que llegaran a una solución, aunque podían prorrogar dicho plazo, si lo
estimaban oportuno, dos meses más. Durante estos tres meses tuvieron que dilucidar diversa y
complejas cuestiones, de forma muy especial la relativa a la prioridad o no de la línea dinástica
masculina sobre la femenina en los derechos de sucesión.
Los puntos de partida de la actuación de los nueve designados eran básicamente: la elección
recaería en varón; se excluía la ilegitimidad de origen; era imprescindible el mantenimiento de la
integridad de la Corona de Aragón.
3.3 Fernando de Antequera.- (1380-1416). Era el segundo hijo de Juan I de Castilla y de Leonor de
Aragón, hermana del rey aragonés Martín el Humano, y nieto, por tanto, del rey Pedro IV el
Ceremonioso por vía materna. Fue elegido rey de de Aragón en 1412 con el nombre de Fernando I y
reinó hasta su muerte cuatro años después. Le sucedió su hijo Alfonso V el Magnánimo.
La elección de Fernando I de Trastámara introducía en la Corona de Aragón una nueva dinastía
castellana que tendría que resolver en primera instancia la violenta oposición del Conde de Urgel,
descendiente por vía directa masculina de Pedro IV el Ceremonioso, cuya proclamación hubiera
supuesto la continuidad de la dinastía catalana.
Fernando, que contaba con el decidido apoyo del Papa Benedicto XIII (el Papa Luna), interesado en la
sucesión puesto que de ella dependía su permanencia en el pontificado, es el último de los candidatos
en hacer valer sus derechos. Va a ser elegido no porque presentara más títulos jurídicos que los otros
pretendientes sino porque sabe presentarse como el candidato útil.
3.4 El debate historiográfico.- Utilizando los mismos documentos, historiadores castellanistas y
catalanistas han ofrecido visiones completamente opuestas sobre el Compromiso de Caspe. Unos y
otros analizan el Compromiso desde el punto de vista de un hombre del siglo XX: los catalanistas,
como Ferrán Soldevilla, con argumentos que se resumen en la crítica a la “injusticia de Caspe” y a
la castellanización impuesta por la nueva dinastía. Los castellanistas, como Menéndez Pidal, que
valora de forma muy positiva la sentencia de Caspe por suponerla un paso decisivo en el proceso de
integración de Cataluña en España.
Al margen de las interpretaciones, lo importante es el análisis de los hechos y de las causas que los
provocaron, para lo que es imprescindible un conocimiento exhaustivo de la jurisprudencia, así
como de las complejas implicaciones políticas, religiosas, sociales y económicas que constituyen el
trasfondo de la cuestión
4. CONCLUSIONES.La importancia del Compromiso de Caspe es que fue una decisión pensando en la utilidad y no en la
legalidad tanto para la Corona de Aragón como para Castilla. Desde el momento en que las tropas
castellanas controlaban Aragón y Valencia, el único rey posible, el “más útil” al decir de sus votantes
era el pretendiente castellano. Cualquier otra solución equivalía a la guerra civil o a la ruptura de la
unidad de los territorios de la Corona de Aragón
5. BIBLIOGRAFÍA.- Historia de España de la Edad Media. - Álvarez Palenzuela (Coord.) - Editorial Ariel. 2011.
- Manual de Historia de España. La España medieval - J. Luis Martín - Historia 16. 1993.
- Los Trastámara - Julio Valdeón Baruque - Ediciones Temas de Hoy. Planeta. 2010
PREGUNTAS DE DESARROLLO
Del secuestro de Tordesillas a la farsa de Ávila.-
7 INTRODUCCIÓN.Desde principios del siglo XV se había ido consolidando en Castilla una oligarquía nobiliaria integrada
muy especialmente por la denominada nobleza de servicio, gran beneficiada debido al apoyo prestado
para lograr la consolidación de la dinastía Trastámara. Lo que pudo ser un periodo de firme autoridad
regia, derivó, en cambio, hacia una situación de ineficacia, discordias y desmesurados privilegios de
poder nobiliario
La tónica general de la primera mitad del siglo XV era de encuentros y desencuentros entre los
integrantes del segmento nobiliario que basculó unas veces hacia el bando defensor de la unidad y
solidez de la monarquía y otras hacia el grupo estrictamente nobiliario en la que, más que modificación
de idearios políticos lo que se detecta es un clima generalizado de envidias, recelos, y, especialmente,
ansias de poder.
2. EL REINADO DE JUAN II.Enrique III de Castilla muere en 1406 dejando como sucesor a Juan II que contaba con un año de edad.
La regencia será compartida entre su madre Catalina de
Lancaster, y su tío Fernando de Antequera, quien tras ser
reconocido en 1412 rey de Aragón en el Compromiso de
Caspe se vio obligado a abandonar Castilla pero no se
desentendió de la regencia, dejando en puestos de
importancia a sus hijos Juan y Enrique, conocidos como los
infantes de Aragón y que marcaron una época en la historia
de España. La pretensión de Fernando de Antequera era que
fuera imposible el gobierno de Castilla sin contar con su
familia.
A la muerte de Fernando I en 1416, surgen las primeras
divergencias entre los infantes por el liderazgo de la política
castellana y sobretodo por el afianzamiento de Álvaro de Luna como hombre de confianza del rey Juan
II. En 1420, el infante Juan casó con Blanca de Navarra, lo que le permitiría nueve años después acceder
a la condición de rey consorte de Navarra. Enrique pretendía dirigir los asuntos de Castilla, dejando a su
hermano Juan atento exclusivamente a las cuestiones propias del reino navarro.
2.1 El secuestro de Tordesillas.- El 14 de julio de 1420, Enrique se apoderó por sorpresa del palacio
de Tordesillas donde se habían trasladado las Cortes y dormía el rey, protegido por Álvaro de Luna,
y se llevó consigo al monarca y al privado. Es el suceso conocido como “el secuestro de
Tordesillas”. Los seguidores de Juan II y del infante de Aragón, Juan, aprestaron armas y gentes
consiguiendo liberar al rey. Pero Enrique se convierte, tras desposarse con Catalina, hermana del rey
Juan II, en el personaje que verdaderamente gobierna Castilla.
El partido monárquico integrado por la pequeña nobleza y la burguesía incipiente dirigido por
Álvaro de Luna, con el apoyo del infante de Aragón, Juan, se rebelan contra Enrique, lo derrotan y
encarcelan. Finalmente Juan II ante la exigencia de Alfonso V de Aragón, hermano mayor de los
infantes de Aragón, que amenaza con entrar militarmente en Castilla, libera a Enrique que jura
previamente guardar obediencia al rey de Castilla.
2.2 Enfrentamientos con Álvaro de Luna.- Durante el reinado de Juan II las conspiraciones, ligas
y venganzas estuvieron a la orden del día y gran parte de la responsabilidad de las mismas se deben
atribuir a los infantes, que se aprovecharon de la débil personalidad del monarca.
Entre 1425 y 1430 Castilla es escenario de la pugna entre Álvaro
de Luna y los infantes de Aragón, que dominan el Consejo Real.
La fuerza adquirida por Álvaro de Luna, quien había logrado reunir
a un gran número de nobles a los que ofrecía, a cambio de su
ayuda, la concesión de tierras, cargos y títulos, terminó por alarmar
a Juan de Navarra quien se reconcilió con Enrique y alejó de la
Corte a Álvaro de Luna en 1427. No obstante, Álvaro de Luna,
dando muestras de su gran habilidad, logró ponerse al frente de la
nobleza castellana y los infantes serán expulsados de Castilla en
1429, iniciándose una etapa de paz interior. Entre 1430 y 1439 el
brillante y ambicioso Álvaro de Luna consiguió imponer su poder
en Castilla.
En 1439 volvieron los desórdenes e incluso se incrementaron
porque don Enrique y su hermano el rey de Navarra irrumpen de
nuevo en Castilla reclamando la devolución de sus bienes
enajenados en las revueltas anteriores. El enriquecimiento de Álvaro de Luna y su tiranía
permitieron a los infantes erigirse en árbitros entre los bandos nobiliarios, recuperar el poder y
desterrar por segunda vez al valido.
La prepotencia de los infantes de Aragón llega al extremo de en 1443 secuestrar al monarca Juan II
estando la Corte en Rámaga cerca de Madrigal. Tras la huída de Juan II de prisión, se refuerza de
nuevo el poder de Álvaro de Luna y el rey nombra como Príncipe de Asturias a su hijo, el príncipe
don Enrique a la vez que una coalición entre el rey los nobles castellanos permite enfrentarse a los
infantes aragoneses a los que vencen en 1445 en la batalla de Olmedo. A consecuencia de las heridas
recibidas murió Enrique, y Juan se refugió en Navarra.
La eliminación de los Infantes de su permanente intervención en los asuntos castellanos abre un nuevo
camino en el tradicional enfrentamiento nobleza-monarquía, que se ve agudizado por la existencia
prácticamente de dos Cortes, la del rey Juan II y su valido, y la del Príncipe de Asturias, el futuro
Enrique IV con sus correspondientes partidos y bandos nobiliarios.
A pesar de sus victorias militares y diplomáticas, Álvaro de Luna no pudo consolidar su poder. La
enemistad con Isabel de Portugal, segunda esposa del monarca, acarreó el fin de la privanza por
influencia de la nueva reina y su entrega a manos de los nobles. Fue juzgado y declarado culpable de
usurpación del poder real y apropiación de las rentas de la corona, por lo que fue sentenciado a muerte y
ejecutado en 1453.
3. EL REINADO DE ENRIQUE IV.Con el fallecimiento de Juan II en 1454 sube al trono Enrique IV (1454-1474), a los 29 años de edad,
más partidario de negociar con los nobles que de combatir militarmente a quienes limitaban su poder,
carecía de autoridad moral para enfrentarse a los nobles y ni siquiera podía recurrir a las ciudades, que
habían perdido su fuerza política y estaban dominadas por la nobleza.
Durante su reinado continuó la política de concesión de mercedes a los nobles, característica de sus
antecesores Trastámara. La pretensión del rey era tener a su lado a un grupo fiel que le apoyara en el
gobierno y le defendiera de los rebeldes pero no lo consiguió.
En 1458 murió el rey Alfonso V de Aragón, sucediéndole hermano hijo Juan II de Navarra quien reanudó
sus antiguas injerencias en la política de Castilla. Enrique IV reaccionó invadiendo Navarra en apoyo de
Carlos de Viana hijo de Juan II y en guerra contra su padre. Sin embargo, Juan II de Aragón se
encontraba en conflicto en el Principado de Cataluña, y a la muerte de su hijo Carlos de Viana, la
Generalidad eligió como soberano al rey castellano. Pero Enrique IV, a falta de éxitos y perjudicada la
economía castellana por la enemistad de Francia, que apoyaba a Juan II de Aragón, según la sentencia
arbitral de Bayona de 1463 devolvía a Aragón las plazas navarras ocupadas y abandonaba Cataluña.
3.1 La Farsa de Ávila.- El 5 de junio de 1465 la ciudad de Ávila fue escenario del mayor golpe de
estado conocido en la historia castellana del siglo XV: el infante Alfonso fue proclamado soberano
por una facción muy importante de la alta nobleza, al tiempo que su hermano, el rey Enrique IV, era
depuesto de una manera simbólica durante
dicho acto. Las causas directas del problema
se habían planteado dos años antes, en 1463,
cuando Enrique IV relevó del poder al
equipo gobernante de los inicios de su
reinado para instaurar otro más adicto a su
persona con Beltrán de la Cueva al frente.
Los nobles que se vieron apartados del
poder
iniciaron
una
campaña
de
deslegitimación
y
plasmaron
sus
acusaciones en un documento político que
debía ser cumplido íntegramente por el rey
si deseaba alcanzar la reconciliación con los nobles. Enrique IV no aceptó el documento, que
consagraba el ascenso al trono de su hermano Alfonso en perjuicio de su hija Juana nacida en 1462
de su segundo matrimonio con Juana de Portugal.
Los nobles de la Liga se decidieron a un acto sin precedentes: el 5 de junio 1465 alzaron un tablado
junto a las murallas de Ávila, colocaron en él a un muñeco con los atributos regios, que arrancaron
uno a uno, arrojaron al pelele del trono y sentaron en él al joven infante Alfonso, que tenía once años
y por tanto dependería totalmente de la nobleza y pasó a titularse Alfonso XII. Este acto es conocido
como la “Farsa de Ávila”, que marca sin duda un hito en la lucha de la nobleza contra la monarquía
desprestigiada completamente. Los conjurados mezclaron hábilmente argumentos razonables y
mentiras calculadas: acusaron al monarca del desgobierno del reino y de la ruina, al tiempo que
presentaban el movimiento como una defensa de la religión, de la legitimidad y del orden. Daba
comienzo una guerra civil que iba a durar tres largos años.
La guerra civil catalana.INTRODUCCIÓN.Cataluña conoció, durante el reinado de Alfonso V, graves trastornos sociales. El más significativo fue
el de los payeses de remensa (campesinos que para poder abandonar el señorío debían pagar una
redención o remensa). El otro gran conflicto social, fue el que enfrentó en la ciudad de Barcelona a la
Busca y la Biga, dos plataformas que aglutinaban a grupos sociales diversos. La Busca tenía un carácter
más popular, pues reunía a los sectores ligados a la producción industrial y a los comerciantes de rango
medio. La Biga, en cambio, estaba integrada por los patricios y el sector más rico de los comerciantes y
había controlado tradicionalmente el poder en el gobierno municipal de la ciudad. Frente a ella, la Busca
reclamaba la toma de medidas drásticas para acabar con la crisis económica de la década 1440-1450.
El fallecimiento sin hijos legítimos de Alfonso V el Magnánimo en 1458, permitió que fuera coronado
rey de los territorios que integraban la Corona de Aragón su hermano Juan, el cual se convirtió en Juan
II de Aragón. El nuevo monarca aragonés contaba en su haber con una amplia experiencia política. Su
matrimonio con Blanca de Navarra le permitió ser en 1425 rey consorte de aquel territorio y tras el
fallecimiento de su esposa, monarca efectivo. En su testamento Blanca de Navarra dejaba el reino a su
hijo Carlos, siendo necesario para ello el consentimiento de su padre.
HACIA LA REVOLUCIÓN CATALANA.Desde los inicios de su reinado Juan II tuvo que hacer frente, básicamente, a los problemas suscitados
en tierras de Cataluña. Los sectores privilegiados del Principado, es decir, la nobleza, la alta burguesía y
un importante sector del clero sentían vivos recelos hacia su
persona.
Las relaciones entre Juan II y su hijo Carlos, Príncipe de Viana,
eran tensas. Esta tensión entre padre e hijo aumentó cuando
en 1447 Juan II tomó como segunda esposa a Juana Enríquez que
pronto le da un hijo, que se convertiría en Fernando el Católico, y
que consideró a su hijastro como un entrometido.
La ruptura definida entre Juan II y Carlos se produjo el 2 de
diciembre de 1460 en que el Príncipe de Viana fue detenido, por
orden de su padre. En febrero de 1461 el Consell del Principado,
irritado ante la postura adoptada por Juan II de Aragón, proclama a
Carlos de Viana heredero de Cataluña. Este acontecimiento ha sido
considerado tradicionalmente como el que marca el inicio de la
revolución catalana.
Un año más tarde Juan II se ve obligado a firmar la Capitulación
de Villafranca del Penedés con la que culmina el proceso pactista iniciado en 1283: Juan II no podrá entrar sin permiso
en Cataluña en donde el poder corresponderá a su hijo de forma limitada, ya que la Diputación, el Consejo de
Ciento barcelonés y el Consejo del Principado controlan el resto de aquel poder. Cuando muere en 1461
Carlos de Viana, el príncipe Fernando, su medio hermano, fue jurado heredero de la Corona de Aragón
e inicia los contactos con los aliados monárquicos buscaris y remensas para establecer el brazo real. El
Consejo reacciona utilizando la violencia contra éstos y el rey, el 28 de mayo de 1462 rompe el acuerdo y entra en
Cataluña
LA GUERRA CIVIL.La guerra civil catalana enfrentó a los nobles y patricios que defendían un programa claramente
pactista, por una parte, y a los mercaderes buscaires, los menestrales, los payeses sindicalista y la
monarquía por otra. Desde el punto de vista del ejercicio del poder político, esta guerra es un choque
entre el autoritarismo monárquico y la oligarquía constitucionalista.
La declaración de guerra a Juan II permite
aglutinar, a través de la Diputación del General,
a todos los catalanes aunque lo que buscan no es
su destronamiento sino la imposición de sus
puntos de vista, tanto políticos como socioeconómicos.
La guerra se internacionalizó ya que Juan II
buscó el apoyo de Luis XI de Francia (al que le
da entre otras cosas en garantía el Rosellón y la
Cerdaña) y Gastón de Foix (promesa de heredar
Navarra). El Consejo de Cataluña, por su parte,
buscará apoyos interiores y la desarticulación de
las fuerzas opositoras: el partido buscari y los remensas. Al no obtener los resultados deseados, el
Consejo comienza a ofrecer el Principado a candidatos. Se propuso nombrar conde de Barcelona al rey
Enrique IV de Castilla si respetaba toda la particularidad catalana y la Concordia de Villafranca.
Enrique IV acepta el ofrecimiento ante la división de la nobleza. Las tropas castellanas obligan a
levantar el cerco de Barcelona pero Juan II utiliza las divisiones de la nobleza castellana que acabará
forzando a Enrique, por la Sentencia de Bayona, con Luis XI de árbitro, a renunciar al Principado. Tras
el monarca castellano, la corona se le ofrece a Pedro de Portugal, descendiente de Jaime de Urgell
que, dadas sus limitaciones, se alía con el duque de Borgoña enemigo de Luis XI. Aragoneses,
valencianos y mallorquines, mientras tanto, prestan su apoyo a Juan II, además de los buscaris y
remensas y algunos nobles y clérigos.
Muere Pedro de Portugal en 1466 y se le ofrece la corona a Renato de Anjou, Duque de Provenza. Lo
que modificará el sistema de alianzas internacionales. Detrás de él se encontraba, sin duda, el rey de
Francia, Luis XI. Finalmente Juan II busca la alianza con Castilla a través del matrimonio de su hijo
Fernando y, tras una serie de candidatas, consigue que se case con la infanta Isabel, hermana de
Enrique IV.
Pero los triunfos más espectaculares de Juan II se produjeron en el terreno militar. En octubre de 1471
cayó en su poder la ciudad de Gerona que había sido ocupada por los angevinos de Juan de Lorena,
hijo de Renato de Anjou. En los primeros meses del año 1472 las tropas realistas fueron incorporando
las plazas que aún se resistían del norte de Cataluña. Sin apoyos exteriores, los catalanes tienen que
rendirse a la realidad: Barcelona se entrega a los realistas tras un perdón general.
LA ETAPA FINAL. LA CAPITULACIÓN DE PEDRALBES.El 16 de octubre de 1472, Barcelona capituló. Había concluido, después de más de diez años, la guerra
civil catalana. La rendición final de Cataluña quedó plasmada en la denominada Capitulación de
Pedralbes. Dicho acuerdo fue suscrito por los hijos del monarca aragonés, pero también por los reinos
de Aragón, Valencia y Mallorca, Este acuerdo fue un auténtico tratado de paz destinado a volver a la
situación anterior completado por el compromiso del rey de respetar las constituciones, privilegios y
libertades del Principado.
PREGUNTAS O CUESTIONES BREVES
La Mesta.La producción de lana fue durante varios siglos el principal producto exportado por Castilla al resto de
Europa. Esta importancia de la ganadería se deduce del
hecho de que las ovejas, junto con el grano, sean el
principal medio de pago en las zonas en las que escasea la
moneda. El aumento de la cañada ganadera crea la
necesidad de buscar nuevos derechos al uso de pastos en
tierras ajenas y la fórmula más fácil, a la que sólo tienen
acceso grupos privilegiados, consiste en lograr del
monarca autorización para que el ganado de iglesias y
monasterios pueda pastar en todo el reino en condiciones
semejantes a las del ganado real. Con frecuencia, la
concesión va acompañada de una protección especial al ganado, pero ni siquiera la protección real la
garantiza, porque, en su marcha hacia los pastos, el ganado cruza tierras concejiles, eclesiásticas o
nobiliarias cuyos dueños ofrecen fuerte resistencia al paso y disfrute gratuito de los pastos.
Los mayores propietarios de ganado son los monasterios-iglesias, los grandes nobles y los caballeros de
los concejos surgidos a lo largo del Valle del Duero. Estos crean e impulsan las mestas locales o
agrupaciones de ganaderos para defender el ganado y para buscar nuevas tierras a costa de los
musulmanes o en perjuicio de los concejos limítrofes. Estas situaciones hicieron ver la necesidad y el
interés de lograr acuerdos de carácter general y para todo el reino, que serán recogidos al crearse la
Mesta. La creación de la Mesta se remonta a 1273, año en el que Alfonso X el Sabio reconoce y da
carácter oficial, dotándola de un status jurídico articulado, a una organización ya existente: el Honrado
Concejo de la Mesta de los Pastores de Castilla. La principal misión de la Mesta consistía en organizar
las cañadas o caminos entre zonas cultivadas, desde los pastos de verano, al norte del Sistema Central,
hasta los de invierno en la cuenca del Guadiana y garantizando las mejores condiciones para el
arrendamiento de pastos.
El gran auge de la trashumancia de ganado ovino en Castilla en el siglo XV se debió a la creciente
demanda de lana merina por los mercados de Flandes, que sustituyó a la inglesa, y, en un plano más
limitado, al auge de la manufactura textil en el reino mismo. A favorecer los negocios ganaderos
confluían diversos factores e intereses: la Hacienda Real, que cobraba derechos sobre el ganado, el uso
de pastizales y la comercialización de los productos; el de los grandes propietarios dueños de tierras
para pasto; el de los caballeros que dominaban los gobiernos municipales y por lo tanto, los "montes" y
baldíos de su término, dedicados también al pasto de los rebaños y piaras.
Los socios ganaderos o "hermanos" de la Mesta eran unos tres mil a finales del siglo XV y la gran
trashumancia afectaba a casi tres millones de cabezas de ganado cuando, en 1492 y 1511, los Reyes
Católicos dotaron de nuevas ordenanzas a la institución.
El comercio catalán.El desarrollo del imperio de los mercaderes catalanes ha sido un ejemplo de gran comercio desde sus
orígenes (segundo tercio del siglo XIII) hasta su recuperación o redreç, en tiempos de Fernando el
Católico. Gran parte de la economía catalana se organizó en función del gran comercio, con sede
principal en Barcelona, o estuvo influida por él, aunque la evolución de dicha actividad mercantil no es
estrictamente paralela a los hechos como las crisis demográficas y agrarias, las tensiones sociales o los
cambios dinásticos y políticos.
Sucesivamente, los catalanes se hicieron presentes en los puertos del Magreb, los de Grecia y Próximo
Oriente, desde el segundo cuarto del siglo XIII, dominando los tráficos con Sicilia y Cerdeña (sobre
todo a partir de 1282), extendiéndose luego a Nápoles (desde mediados siglo XV) ampliando sus
negocios en la ruta de Poniente atlántica, con Castilla, Portugal, Inglaterra y Flandes.
El comercio exterior catalán hacía de Barcelona centro de
complejos circuitos de intercambios, empleando los paños
procedentes de la manufactura textil del Principado, las
manufacturas de cera y cuero, la platería, el azafrán, las armas
de la forja pirenaica y la sal de Ibiza, a la vez que se practicaban
tráficos triangulares: vendiendo en unas escalas productos
comprados en otras.
Del tráfico del Magreb se obtenían cueros, ceras, grana y
esclavos a veces, creciendo en su importancia a medida que las
actividades mallorquinas fueron englobadas o dominadas por las
catalanas. Del comercio con Sicilia provenía gran parte del trigo consumido en Cataluña. Los catalanes
llegaron a contar a finales del siglo XIV con 43 "Cónsules" en distintos puertos o escalas de Levante,
destacando la presencia catalana en Rodas, Chipre, Beirut y Alejandría.
Las especias eran el grueso de las importaciones catalanas, seguidas por los tejidos finos de seda,
algodón y lino; el saldo, en general, era deficitario, pero se compensaba con la reexportación de aquellos
productos, a precio elevado, al conjunto de los territorios sujetos a dominio o de influencia de la Corona
de Aragón, haciendo diversas escalas en la ruta Barcelona-Alejandría y viceversa. También realizaban
continuos tráficos hacia o desde otras tierras de la Península Ibérica ya que los catalanes precisaban
productos agrarios y materias primas aragonesas y andaluzas.
También estuvieron en Brujas y Londres, utilizando servicios de transportistas italianos o vascos para
importar pañería de alta calidad, estaño, etc., revendido a mejor precio en los mercados mediterráneos e
introduciendo en el mercado atlántico especias, azafrán, etc.
En conjunto, el comercio exterior catalán, por su variedad de tráficos y rutas, por el protagonismo de los
mercaderes del país en el control de mercados y tráficos triangulares y su considerable perfección
técnica, fue uno de los fenómenos sobresalientes de las economías hispánicas de la Baja Edad Media.
Las Cortes de Toledo en 1480.Según diversos historiadores las Cortes de Toledo, continuadora de la obra emprendida en las Cortes de
Madrigal de 1476, fueron el gran acontecimiento central del reinado de los Reyes Católicos. Las Cortes
se reunieron entre octubre de 1479 y mayo de 1480, concurriendo a ellas
34 procuradores procedentes de 17 ciudades y villas que tenían ese
derecho.
Los Reyes Católicos establecieron en ellas las grandes líneas de su futura
acción de política interior, creando o reformando las instituciones, la
administración de justicia, la economía, la hacienda, y dando disposiciones
que abarcaban de lo religioso a lo militar. La primera disposición del
famoso cuaderno que otorgaron las Cortes, el Ordenamiento de Montalvo
también conocido como Ordenanzas Reales de Castilla, trata de la
organización del Consejo Real, institución que sería desde entonces el eje
de la monarquía española.
Se tomaron importantes medidas económicas que llevaron a una reforma
total del sistema monetario, que terminó con el confusionismo de la época anterior, pues los frecuentes
cambios y alteraciones en la ley de la moneda era una de las causas fundamentales de la ruina en que se
hallaba la economía nacional. Los reyes sabían lo que significaba un sistema monetario bien organizado,
no sólo como base para el desarrollo de la riqueza en general, sino para el prestigio de su autoridad en el
interior y el crédito en el exterior. Se arbitraron los modos para acabar con las privatizaciones de tierras
y usos comunales. Se ratifican las disposiciones dadas sobre la provisión de dignidades y beneficios en
extranjeros, prohibiendo que en adelante pudieran concedérseles tales cargos aunque se hubieran
naturalizado en el país.
Precedió a todo esto el juramento del príncipe don Juan –de dos años de edad- como heredero del trono.
La Inquisición en Aragón.Tras la introducción de la Inquisición en Castilla, autorizada por el Papa Sixto IV en 1478, el rey
Fernando el Católico logró cinco años después, tras muchos conflictos y desencuentros, que el Papa
designara inquisidor general de de Aragón, Cataluña y Valencia, a fray Tomás de Torquemada, prior del
convento de la Santa Cruz en Segovia, y hombre adornado de virtudes pero
intolerante. En sus manos se pusieron todos los resortes del sistema inquisitorial
y, desde 1484, su autoridad se extendió también a la Corona de Castilla.
La introducción de la Inquisición encontró gran resistencia en Aragón, Cataluña
y Valencia, debido principalmente al apego a los Fueros y al temor que
inspiraban las noticias de Castilla. En Zaragoza y Teruel se prohibió la actuación
de los inquisidores, lo que acarreó las censuras eclesiásticas; los conversos que
eran numerosos se agruparon en torno a destacados miembros de la Diputación
General, que en noviembre de 1484 reclamó ante el rey los tres contrafueros: el
nombramiento de Torquemada, la confiscación de bienes a los sentenciados y el
anonimato de los testigos. Pero la respuesta de don Fernando fue contundente.
En 1485 fue asesinado en La Seo el inquisidor don Pedro de Arbués lo que llevó a una reacción popular
que se dirigió contra judíos y conversos (efecto contrario al que pretendían los autores del crimen) y fue
muy difícil evitar su matanza. Los autores y sus cómplices fueron capturados y ajusticiados.
La resistencia en Valencia y Cataluña fue mucho menor. En 1487, fray Alonso de Espina, inquisidor
nombrado por el Papa Inocencio VIII hizo entrada en Barcelona. A partir de esa fecha se consolidan los
poderes del organismo y del propio inquisidor general, merced al respaldo del Papa. Entre alguna de sus
decisiones destaca el respaldo a las sentencias inquisitoriales, prohibiendo expresamente a las
autoridades eclesiásticas la posibilidad de contrariarlas.
Descargar
Colecciones de estudio