La estructura y la jefatura femenina de los hogares de la frontera norte en la última década. Eunice D Vargas Valle, [email protected], El Colegio de la Frontera Norte Ana María Navarro Ornelas, [email protected], El Colegio de la Frontera Norte Resumen El objetivo de este trabajo fue describir las tendencias en la estructura y la jefatura femenina de los hogares de la frontera norte entre 2000 y 2010, así como sus perfiles demográficos y socioeconómicos. Se registraron tres tendencias relevantes: el aumento de los hogares unipersonales; la ligera disminución de los hogares extensos, a pesar de la abrupta caída de la inmigración interna; y el incremento de los hogares de jefatura femenina. Estas tendencias apuntan hacia la intersección de complejos procesos estructurales y coyunturales. Por un lado, el proceso de envejecimiento de la población sigue en marcha, así como la incorporación de las mujeres al sistema educativo y los mercados laborales. Además, las manifestaciones demográficas de los procesos culturales ligados al valor por la autonomía individual versus el altruismo conyugal y familiar siguen evidenciándose en el aumento de los hombres divorciados y jefas de hogar. Por otro lado, procesos coyunturales tales como la crisis económica y las políticas anti-inmigrantes de Estados Unidos, así como los problemas de inseguridad en la frontera han repercutido en el alza de la migración de retorno, en especial de las deportaciones, y la reducción de la inmigración interna, factores que a su vez han sido fundamentales en los cambios recientes en la composición de los hogares fronterizos. Introducción En este trabajo tenemos como objetivo general analizar las tendencias en la estructura y la jefatura femenina de los hogares de la frontera norte en el periodo 20002010, así como los perfiles demográficos y socioeconómicos de éstos, a partir de los censos de población. El estudio de las estructuras de los hogares ha sido fundamental en el análisis socio-demográfico por la importancia que tiene el hogar como mediador entre el individuo y la sociedad en la concentración y distribución de los recursos socioeconómicos. Quiénes forman el hogar y quiénes tienen la autoridad para distribuir los recursos generados han sido preguntas clave, pues éstos son aspectos que influyen en los niveles de bienestar de los miembros del hogar. Además, el análisis de los vínculos entre la configuración de los hogares y las estructuras económicas, sociales y culturales vigentes en determinado espacio geográfico también ha sido elemental tanto para conocer los determinantes de las 1 estrategias de reproducción de las familias como para el diseño de intervenciones públicas efectivas encaminadas al desarrollo social (López, 2001). En particular, el análisis de los cambios en los hogares de la frontera norte de México en la última década se justifica por la incidencia que tienen los heterogéneos contextos socioculturales y económicos en la conformación de los grupos domésticos en esta zona del país, así como en la necesidad de conocer los cambios recientes en éstos. La población de la frontera, la cual ha ido a la delantera en cambios demográficos como la baja de la fecundidad y el aumento de los divorcios, así como en la inserción femenina en los mercados laborales, ha presentado transformaciones en las estructuras de sus hogares en las últimas décadas (Acosta, 1995; Salles, 1996; López, 2009), similares a las de las zonas más afectadas por la modernización y la marginación urbana en México, pero con el sello particular de una historia de acelerada inmigración y de intensas relaciones socioeconómicas y culturales con la población de la frontera sur de Estados Unidos. Los objetivos específicos de este estudio son: 1) describir los cambios en la estructura y la jefatura femenina de los hogares de la frontera norte en la última década; 2) ubicar la estructura y jefatura femenina de los hogares fronterizos en el contexto nacional, con el fin de someter a prueba la hipótesis de la especificidad de los hogares fronterizos; 3) y por último, explorar los cambios recientes en las características demográficas y socioeconómicas de los hogares fronterizos según la estructura de los hogares y el sexo del jefe. Estudios previos sobre la estructura y jefatura de los hogares mostraron que en la frontera norte los hogares no familiares eran más comunes que a nivel nacional (López, 2009) y que el nivel de jefatura femenina era más alto, al menos en algunas ciudades de esta frontera (Acosta, 1995; Navarro, 2008). Por lo tanto, planteamos como hipótesis de trabajo que, en la última década, los hogares no familiares y de jefatura femenina continuarían incrementándose. Por su parte, el análisis de los perfiles demográficos y socioeconómicos de los hogares se realizó de manera exploratoria, esperando encontrar algunos elementos que permitieran la explicación de los cambios en la estructura y jefatura de los hogares fronterizos. Antes de iniciar con el análisis estadístico, abordamos los factores demográficos, socioeconómicos y culturales que se han identificado como condicionantes de la estructura 2 y la jefatura de los hogares en México. Enseguida presentamos la metodología utilizada para el análisis estadístico y exponemos los principales resultados en el contexto fronterizo. Finalmente, concluimos con algunas reflexiones sobre la situación actual de los hogares en la frontera norte a la luz de los resultados obtenidos. Las estructuras de los hogares ante las transformaciones socioeconómicas y culturales recientes El interés académico en los hogares en México y, en general, en América Latina se remonta a la crisis del modelo económico desarrollista de finales de los años 60. En el marco del cuestionamiento de las hipótesis sobre la asociación inequívoca entre el desarrollo económico y el bienestar social y del reconocimiento de la dependencia externa de los países latinoamericanos y de su desigualdad socioeconómica interna, el análisis de los hogares y su vínculo con la estructura social empezó a cobrar sentido (Jelin, 1991). A partir de entonces, se han documentado una serie de factores socioeconómicos, demográficos y culturales asociados a los cambios en la configuración de los hogares, así como a sus estrategias de reproducción y condiciones de vida. Aquí resumimos los principales argumentos concernientes a las transformaciones en la estructura de las unidades domésticas más recientes y dejamos los factores que han tenido mayor peso en la explicación del aumento de la jefatura femenina para el siguiente apartado. Una de las tendencias en la estructura de los hogares mexicanos es la persistencia de las altas proporciones de hogares extensos y compuestos, contrario a lo que suponía la teoría de la hipótesis de la modernización social sobre la paulatina nuclearización de los hogares (Thornton, 2001). Una explicación para este fenómeno son las continuas crisis económicas experimentadas en las últimas décadas y los cambios económicos ligados a la implantación del modelo económico neoliberal (Ariza y Oliveira, 2001). Las políticas de estabilización y ajuste para hacer frente a las crisis económicas se ligaron a la caída de los salarios reales y la contracción del gasto social; aspectos que intensificaron el papel del hogar como fuente de protección económica y asistencia social. Además, la precarización y la flexibilidad laborales, así como el aumento del desempleo, el subempleo y la informalidad asociados a los procesos de globalización y reestructuración productiva 3 también influyeron en el incremento de los riesgos socioeconómicos y la necesidad de aumentar el número de trabajadores potenciales en los hogares. En este contexto, la corresidencia con familiares o no familiares se ha interpretado como una estrategia de supervivencia de las familias ante las dificultades económicas y, en general, el deterioro de las condiciones de vida de la población (González de la Rocha, 1986; Wong y Levine, 1992; García, 1998), y no como una preferencia de éstas en condiciones de estabilidad socioeconómica (De Vos, 1989; Echarri, 2009). Además de los aspectos macroeconómicos, otros sociodemográficos también han jugado un papel importante en la continuidad de la corresidencia con familiares o no familiares en México. En primer lugar, las migraciones internas hacia las zonas de mayor empuje económico del país han coadyuvado a la permanencia de estos tipos de hogares, como lo demuestra la mayor probabilidad de los hogares compuestos y extensos de tener al menos un migrante reciente1 (Chávez Galindo, 2003). Ante las dificultades socioeconómicas de los migrantes para la instalación en los lugares de destino, las redes de familiares o amigos de previo arribo o que realizan la migración de forma simultánea han sido sumamente importantes y esto se refleja en la composición de sus hogares. En segundo lugar, el envejecimiento poblacional, como resultado de la rápida transición demográfica experimentada en México, ha creado el escenario propicio para la convivencia de más de dos generaciones en un mismo hogar. En un contexto donde la seguridad social es muy limitada y los lazos familiares son fuertes, la corresidencia de los adultos mayores con sus hijos casados ha sido común para facilitar el intercambio de apoyos socioeconómicos (Ybañez, et al., 2005). En tercer lugar, la inestabilidad conyugal y el embarazo adolescente también han repercutido en la corresidencia con otros parientes o no parientes de madres solas, quienes requieren de la presencia de otros adultos en el hogar, que puedan ayudar con la manutención y supervisión de los hijos (García, 1998). Otra tendencia reciente en la estructura de los hogares es el ligero aumento en los hogares unipersonales. Como afirma Echarri (2009), a partir de una lectura histórica, se 1 En la región norte, para los hogares con migrantes recientes, las posibilidades de vivir en un hogar compuesto o extenso fueron 5 veces y 2 veces mayores respectivamente que las posibilidades de vivir en un hogar nuclear en el año 2000. 4 capta un panorama de fluctuación en la proporción de hogares unipersonales a lo largo del siglo XX, en lugar de un incremento continuo. Sin embargo, las tendencias de la última década parecen apuntar hacia un ligero aumento de este tipo de hogares a nivel nacional, como se verá más adelante (López, 2001 y cálculos propios a partir de la muestra censal del Censo 2010). Las explicaciones para este fenómeno se ubican primordialmente en dos planos de análisis: el socio-demográfico y el cultural, los cuales guardan estrechas interconexiones. En el ámbito socio-demográfico, la transición demográfica y la migración han incidido notablemente en la formación de hogares unipersonales. Algunas consecuencias de la transición demográfica en México como el aumento de la esperanza de vida, así como la disminución en el número de hijos han coadyuvado a que más personas de edades avanzadas vivan solas, especialmente mujeres, quienes reportan una menor posibilidad de unirse de nuevo (García y Rojas, 2002). Además, la formación de hogares unipersonales en los adultos mayores se ha intensificado en algunos contextos debido a la emigración de los hijos, como lo muestra la mayor proporción de hogares unipersonales en las áreas rurales de México (Echarri, 2009). En cuanto a la posible tendencia a la alza de los hogares unipersonales de jóvenes y adultos, algunos factores importantes son las migraciones con fines laborales o educativos, así como el aumento de las personas solteras, divorciadas o separadas que simplemente valoran la independencia residencial. La propensión a residir solos, especialmente durante la juventud o adultez, puede entenderse también en el contexto de las transformaciones culturales de la última década. Lesthaeghe (1995) ha argumentado que los cambios familiares en Europa y Estados Unidos a partir de los años 60 tienen sus raíces en diversas fuentes axiológicas. Entre éstas están: la importancia concedida a la calidad de las relaciones interpersonales en el matrimonio versus el altruismo conyugal, el valor por la autonomía individual versus el autoritarismo y la prominencia del individualismo sobre el compromiso familiar y social. Desde esta perspectiva, los hogares unipersonales podrían ser vistos también como una consecuencia del valor por la autonomía del individuo, cuya promoción en los países latinoamericanos se pudo haber intensificado con la globalización. En México y la frontera norte, diversas fuentes de autoridad externa están siendo cuestionadas, como puede verse en el avance de 5 la secularización religiosa (INEGI, 2011) y la paulatina desinstitucionalización del matrimonio (Ojeda, 2011). Así, es viable pensar en el aumento de los hogares unipersonales como parte de estos procesos culturales. Factores económicos y socio-demográficos asociados a la jefatura femenina Diversos estudios han documentado una tendencia al incremento de los hogares jefaturados por mujeres tanto en la frontera norte de México como a nivel nacional (Acosta, 1995; Ariza y Oliveira, 2001; García y Rojas, 2002; Rendón, 2004). A pesar de lo anterior, la jefatura femenina podría estar subestimada, pues la definición censal de jefatura femenina corresponde a la identificación por parte de los miembros del hogar o autoidentificación de estas mujeres como responsables de los recursos del grupo doméstico; lo cual, en una cultura patriarcal como la mexicana, se asocia generalmente a la ausencia de los esposos o a la falta de participación de éstos en la manutención del hogar (Acosta, 1995). ¿Cuáles son las razones demográficas, socioeconómicas y culturales que explican este incremento de la jefatura femenina? Uno de los principales argumentos es que la jefatura de hogar está estrechamente relacionada con el ciclo de vida personal y familiar (Echarri, 2009). Las mujeres de edades avanzadas tienden a formar hogares unipersonales, debido a su mayor longevidad y mayor posibilidad de permanecer en estado de viudez, como mencionamos en el apartado anterior. Sin embargo, hay otro tipo de jefaturas femeninas, que se atribuyen a la ausencia temporal o permanente de los esposos, las cuales han sido objeto de interés no sólo académico sino de política social por su vinculación con la pobreza. Algunos factores sociodemográficos asociados a este tipo de jefaturas femeninas son la mayor participación económica femenina, las separaciones o divorcios, la maternidad en soltería y las migraciones (Oliveira et al., 1999). La incorporación de las mujeres a la actividad laboral puede brindar a las mujeres la oportunidad de tener un ingreso propio, mayor poder de decisión y por lo tanto, la posibilidad de sostener a su familia y de dirigirla (Vega, 2010). Así, en situaciones conyugales de violencia doméstica o de abandono o irresponsabilidad económica de los maridos, el trabajo remunerado puede facilitarles convertirse en proveedoras y jefas del 6 hogar. Sin embargo, si bien la participación de las jefas en el mercado laboral ha aumentado en las últimas décadas (Rendón, 2003), la incorporación de éstas se ha dado en situaciones desventajosas, debido a la desigualdad socioeconómica y de género que existe en nuestro país. Las tasas de participación económica de las jefas son mucho más bajas que las de los jefes, la escolaridad promedio de aquéllas es menor y las jefas tienden a ubicarse más en trabajos de tiempo parcial y de hasta un salario mínimo, así como en trabajos de 4.1 a 6 salarios mínimos (Rendón, 2003)2. Al respecto, es importante aclarar que la vulnerabilidad económica de los hogares de jefatura femenina depende en gran medida de la dificultad de las jefas para conciliar el trabajo doméstico y extra-doméstico y obtener ayuda familiar o social para el cuidado o la manutención de los hijos en la etapa crítica del ciclo de vida familiar y económico. En este sentido, a lo largo del ciclo de vida, los ingresos de las jefas económicamente activas no son necesariamente más bajos que los de los jefes (Rendón, 2003). En el año 1996, los ingresos de las jefas sólo eran menores a los de éstos en la etapa de crianza de los hijos (entre los 30 y 40 años) y después de los 60 años. La vulnerabilidad económica de los hogares de las jefas en edades laborales era mayor cuando las oportunidades de trabajo y de cuidado de los hijos eran escasas y el ingreso de los trabajadores en el hogar no lograba compensar los ingresos del padre ausente (González de la Rocha, 1999; Chant, 1999). También los cambios en el estado conyugal de la población han sido un factor relevante en el aumento de la jefatura femenina. Diversos estudios muestran una tendencia al incremento en el número de separaciones y divorcios en la frontera norte por diversos motivos como los problemas conyugales y la autonomía femenina.3 Sin embargo, sería erróneo atribuir este fenómeno sólo a las preferencias de las mujeres o sus parejas, puesto que el aumento de divorcios y separaciones se ubica principalmente en contextos donde el desarrollo socioeconómico es más alto, así como la valoración por la autonomía individual 2 Por la importante proporción de maestras y personal administrativo entre las jefas de hogar económicamente activas (Rendón, 2003). 3 El riesgo de divorcio y separación se vincula a la trayectoria de uniones de la mujer, pues éstos son más frecuentes conforme menor es la edad de la mujer a la primera unión y menor es la duración de esta unión, así como en las mujeres que vivieron en una unión consensual (Ojeda y González, 2008). 7 y la participación social de la mujer (Ojeda y González, 2008). En este sentido, en las zonas urbanas los divorcios han sido más frecuentes por el mayor acceso de las mujeres a la educación, el empleo y los recursos legales, y por la menor estigmatización de las mujeres o los hombres que rompen el vínculo conyugal; factores que en conjunto pueden tener una incidencia en el incremento de las jefaturas femeninas. Otros factores asociados a la jefatura femenina son la maternidad en soltería y las migraciones. En primer lugar, las madres solteras enfrentan el abandono e irresponsabilidad de los padres de sus hijos y esto las lleva, cuando no pueden recurrir a la corresidencia con sus padres o parientes, a asumir la jefatura de sus familias.4 En cuanto a las migraciones, se afirma que éstas pueden favorecer la jefatura femenina, ya sea por la migración de las mujeres jóvenes y su salida de la familia de origen como por la migración temporal de los cónyuges (Oliveira, Eternod y López, 1999; Martínez Pizarro, 2008). La migración de los cónyuges se liga a cambios en la organización familiar, los cuales se ven reflejados en la mayor participación económica de las mujeres con esposo migrante y en su identificación como jefas de hogar (Navarro, 2010); como lo muestra la relación positiva entre la jefatura femenina y la recepción de remesas internacionales, especialmente en las zonas urbanas (Martínez Pizarro, 2008).5 Metodología Las fuentes de información utilizadas en este estudio fueron las muestras del 10.6% de los Censos de Población y Vivienda 2000 y 2010. La unidad básica de análisis fue el hogar. Se utilizó el criterio de vecindad geopolítica para la delimitación de frontera. La muestra de hogares fronterizos se limitó a aquéllos que se ubican en los 37 municipios colindantes con Estados Unidos. El número de hogares fronterizos de la muestra censal en el año 2000 fue 91,175 y en el año 2010 fue 79,849. 4 Entre las madres solteras, las adolescentes son motivo de preocupación para los gobiernos, la familia y la sociedad civil en general, ya que la mayoría de estas madres son muy jóvenes, muchas de ellas tienen hijos no deseados y truncan sus estudios, lo cual no les permite lograr un adecuado posicionamiento social a lo largo de sus vidas (Cepal, 2007). 5 Las remesas tanto internas como internacionales son importantes fuentes de ingreso en los hogares de jefatura femenina, puesto que los protegen de padecer niveles de pobreza superiores (Gómez de León y Parker, 2000). 8 La principal limitación de la información constituye el cambio en la definición censal de hogar entre 2000 y 2010.6 En el censo del año 2000, los hogares fueron constituidos por las personas que vivían bajo el mismo techo y que tenían un gasto común. En contraste, en el censo de 2010, los hogares fueron definidos solamente en función de la residencia en la misma vivienda. Este cambio ha generado incertidumbre sobre la posibilidad de comparación entre los resultados de un año y otro. Sin embargo, el problema de la falta de correspondencia entre uno y otro concepto es menor. Sólo en 1.4% de las viviendas en el año 2000 se tenían 2 o más hogares en los municipios fronterizos (3% del total de los hogares). Por esta razón, nosotros argumentamos que los resultados son comparables, pero que se tiene que tener cierta cautela en la interpretación. El cambio en la definición de hogar implica una ligera subestimación de los hogares nucleares y unipersonales en 2010, ya que las personas solas o familias que vivían con otros familiares y no compartían el gasto se tomaron como si fueran parte de hogares extensos o compuestos. La primera variable analizada fue la estructura del hogar; la cual se define de acuerdo al parentesco de los miembros del hogar. Los hogares nucleares se conforman por el jefe, la esposa o esposo y/o sus hijos. Los hogares extensos incluyen, además de los anteriores, otros parientes que conviven en el hogar, y los hogares compuestos son integrados también por otros no parientes. Respecto a los hogares no familiares, los hogares de corresidentes fueron agregados con los hogares compuestos, por su baja frecuencia en la frontera norte, pero se conservó en una categoría independiente a los hogares unipersonales. La segunda variable de interés fue la jefatura femenina. Esta variable depende de la percepción de quien contesta el cuestionario censal sobre quién es el jefe del hogar. De manera que, como anotamos anteriormente, en un contexto todavía fuertemente patriarcal, 6 Otra fuente de imprecisión fue el error muestral ligado al levantamiento del cuestionario ampliado del Censo de Población y Vivienda 2010. Sin embargo, aunque los números absolutos de hogares y de hogares de jefatura femenina que arroja el cuestionario ampliado difieren de los obtenidos en el cuestionario básico, la distribución de los hogares sólo reflejó una diferencia mínima entre ambos cuestionarios; la cual se muestra en la sección de resultados. 9 la jefatura femenina podría estar subestimada. Esta variable tomó el valor de uno cuando el jefe era mujer y de cero cuando era hombre. El análisis de las tendencias en los perfiles demográficos y socioeconómicos de los hogares incluyó una serie de variables del jefe y del hogar. Del jefe se tomó en cuenta la edad, el sexo, el estado civil y el nivel de escolaridad, así como la participación económica de las jefas en el análisis de la jefatura femenina. Del hogar se consideró la inmigración inter-municipal e internacional entre 2005 y 2010, el trabajo en Estados Unidos, y la recepción de remesas internacionales o nacionales, o de pensión por algún miembro del hogar. Además, se consideraron algunas características asociadas al nivel socioeconómico de los hogares como la propiedad de la vivienda, el número de bienes 7 y la condición rural o urbana. Finalmente, se construyó un indicador de dependencia económica en el hogar que se calculó mediante la división del número de personas económicamente activas entre el número de trabajadores potenciales (de 12 años o más), con el fin de evaluar si se lograba un balance en este indicador entre los hogares nucleares y los hogares donde viven otros familiares o no familiares. El análisis se basó en estadística descriptiva con el fin de mostrar las tendencias y los cambios en los perfiles de los hogares fronterizos en la última década. Se calcularon frecuencias y medias con pesos muestrales y utilizaron pruebas chi2 para conocer la significancia estadística de las diferencias entre los niveles de la estructura de los hogares y la jefatura femenina de la frontera norte y la república mexicana y para hacer algunas inferencias de asociación estadística entre las características demográficas y socioeconómicas de los hogares y su composición. Enseguida comentamos los principales resultados obtenidos a partir de este análisis. La estructura de los hogares Cambios en la composición de los hogares en la última década Como se observa en el Cuadro 1, entre el año 2000 y 2010, se registraron dos cambios en la composición de los hogares de la frontera norte: un ligero descenso en los 7 Los bienes que se incluyeron en este indicador fueron: televisión, refrigerador, lavadora, teléfono, automóvil y computadora. 10 hogares nucleares nucleares y extensos y un aumento en los hogares unipersonales. De acuerdo al cuestionario básico del Censo de Población y Vivienda, los hogares nucleares disminuyeron de 66.4% a 63.8%, mientras que los hogares extensos lo hicieron de 23.7% a 22.3%. En contraste, los hogares unipersonales aumentaron de 7.3% a 11.3%, incremento mayor al registrado a nivel nacional, de 6.5 a 8% (López, 2001 y cálculos propios a partir del Censo 2010). Las diferencias obtenidas mediante el cuestionario ampliado y el básico fueron mínimas y ambos cuestionarios apoyaron las tendencias antes descritas.8 ¿Qué pudo haber originado esta transformación en los hogares fronterizos? Una primera explicación sería la falta de comparabilidad entre los censos de 2000 y 2010, producto del cambio en la definición censal. Sin embargo, como ya anotamos, este problema sólo podría explicar alrededor del 1% de las diferencias entre ambos años, pero las brechas fueron mayores, especialmente en el caso de los hogares unipersonales. En este tipo de hogares se registró un aumento alrededor de 4%. Además, si tomamos en cuenta que aquellas personas que vivían con otros familiares o no familiares pero no compartían el gasto y en el 2000, por definición, formaban hogares unipersonales, en el 2010 fueron clasificadas en hogares extensos, compuestos o de co-residentes, lo más lógico es pensar que de haber seguido con la definición censal del año 2000, el porcentaje de hogares unipersonales hubiera sido mayor en esta zona de México. Cuadro 1. Distribución de los hogares por tipo de hogar censal según tipo de cuestionario. Frontera Norte de México 2000 y 2010 2000 2010 Tipo de hogar Cuestionario Cuestionario Cuestionario Cuestionario Básico Ampliado Básico Ampliado Nuclear 66.4 66.2 63.8 62.9 Extenso 23.7 23.1 22.3 21.4 Compuesto 2.6 3.3 2.5 3.5 8 El cuestionario ampliado arroja una sobreestimación de 1% en los hogares nucleares y extensos, y una subestimación de 1% en los hogares compuestos y unipersonales en los municipios de la frontera norte en conjunto. 11 Unipersonal 7.3 7.4 11.3 12.2 N* 1,286,302 1,351,092 1,762,199 1,841,578 *Muestra del cuestionario ampliado con ponderadores. Los hogares compuestos incluyen a los hogares de co-residentes. Fuente: Cálculos propios a partir de los Censos de Población y Vivienda, 2000 y 2010. Cuadro 2. Distribución de los hogares por estructura del hogar y edad del jefe. Frontera Norte de México, 2000 y 2010* Edad del jefe Año <35 35-50 50-65 65+ 2000 Nuclear 71.4 72.3 55.4 46.5 Extenso 18.5 20.4 32.5 31.7 Compuesto 4.7 2.6 2.4 2.2 Unipersonal 5.4 4.7 9.7 19.7 TOTAL 37.9 34.0 18.4 9.8 2010 Nuclear 69.5 69.4 52.8 44.2 Extenso 16.5 18.4 29.2 28.6 Compuesto 4.6 3.4 3.0 2.2 Unipersonal 9.4 8.9 15.0 25.0 TOTAL 28.5 38.3 21.8 11.5 *Diferencias de porcentajes significativas en prueba chi2. Fuente: Elaboración propia con base en los microdatos censales 2000 y 2010. Una segunda hipótesis de la disminución de los hogares familiares y el incremento de los unipersonales podría ser el proceso de envejecimiento poblacional. En el Cuadro 2 mostramos la composición de los hogares según la edad del jefe para los años 2000 y 2010. En general, este cuadro muestra, en ambos años, la disminución de los hogares nucleares y compuestos conforme avanza la edad del jefe, de acuerdo al ciclo de vida familiar y personal, y una tendencia a vivir en hogares extensos a partir de los 50 años, posiblemente por la permanencia de los hijos recién casados en el hogar, y el aumento pronunciado de la probabilidad de vivir solo a partir de los 65 años. 12 Sin embargo, al contrastar ambos años, se observa el mayor crecimiento de hogares unipersonales entre los jefes adultos menores de 50 años, especialmente entre los 35 a 49 años, en comparación con los hogares de jefes de mayor edad. El Cuadro 2 también revela que los hogares con jefes adultos mayores sólo constituyen 9.5% y 11.5% de los hogares en 2000 y 2010 respectivamente. Por ello, podemos concluir que gran parte del cambio en los hogares unipersonales no se debe al envejecimiento poblacional, sino que obedece a otras razones ligadas al aumento en la propensión de la población joven y adulta a vivir solitariamente. La particularidad de la composición de los hogares de la frontera norte En los años 80, la justificación del estudio de la población fronteriza partió del supuesto de la especificidad regional del comportamiento de ésta respecto al de la población nacional (Coubès, 2000). Sin embargo, conforme se fue profundizando en el análisis demográfico, se matizó esta perspectiva. Diversos autores mostraron la similitud del comportamiento demográfico fronterizo al de las otras poblaciones altamente urbanas de México (Delaunay, 1995; Brugeilles, 1998, citados por Coubès, 2000) y argumentaron que la condición urbana de la frontera explica en buena medida el diferencial entre algunas características de la población fronteriza y la población nacional. Por consiguiente, la comparación de los indicadores demográficos por nivel de urbanización es fundamental. El Cuadro 3 muestra que tanto en las áreas rurales como en las áreas urbanas de la frontera norte hay relativamente menos hogares extensos y más hogares unipersonales que en las áreas rurales y urbanas de México. En la frontera norte es menos común co-residir con la familia extendida verticalmente, como padres, abuelos, suegros, nueras, yernos o nietos del jefe de hogar, y más frecuente tener una residencia independiente o co-residir con otros familiares, como hermanos, primos, sobrinos, tíos y concuños. Aunque el descenso de los hogares extensos durante la última década puede atribuirse a la disminución en este tipo de hogar extenso, pues pasaron de 9.8% en 2000 a 8.2% en 2010 (cálculos propios con base en los microdatos censales), en las zonas urbanas aún se observa una mayor concentración en los hogares extensos lateralmente que a nivel nacional. En contraste, la proporción de hogares nucleares es menor sólo en las zonas rurales de la frontera norte, respecto a las 13 zonas rurales de México y las diferencias en los hogares compuestos de la frontera norte y México son mínimas. Es importante resaltar que en las áreas rurales es donde se observan más contrastes regionales. En la frontera norte, la composición de los hogares rurales es semejante a la de los hogares urbanos y, por consiguiente, los contrastes entre los hogares rurales de la frontera y los de México son muy marcados. Cuadro 3. Estructura de los hogares por nivel de urbanización y lugar de residencia. Frontera Norte y México, 2010.* <15,000 (%) >=15000 (%) Estructura del Hogar Frontera Nacional Frontera Nacional Nuclear 63.4 65.3 62.8 63.1 Extenso 21.1 24.2 21.4 23.7 Con componente vertical 14.0 18.1 13.2 16.8 Con otros familiares 7.1 6.2 8.2 7.2 Compuesto 3.1 2.1 3.6 3.3 Unipersonal 12.3 8.5 12.2 10.0 *Diferencias de porcentajes significativas en prueba chi2. Fuente: Elaboración propia con base en los microdatos censales 2010. Cambio reciente en el perfil demográfico y socioeconómico de los hogares de la frontera por estructura del hogar Los Cuadros 4 y 5 muestran los perfiles demográficos y socioeconómicos de los hogares de acuerdo a su estructura en 2000 y 2010. Tocante a las características del jefe, entre 2000 y 2010, se observa un cambio notable en el estado civil. El divorcio y la separación se incrementaron no sólo en los hogares unipersonales, donde se registró una mayor frecuencia de este fenómeno (casi 1 de cada 3 jefes eran personas divorciadas o separadas), sino también en los hogares nucleares y extensos. Además, se registró un aumento en la proporción de jefes solteros en los hogares nucleares y extensos, y de jefes unidos en los hogares compuestos. En cuanto a la escolaridad, se exhibió una mejora en los niveles de escolaridad de los jefes, correspondiente a la expansión del sistema educativo de las últimas décadas. Se registró un mayor incremento en el término de la preparatoria entre 14 los jefes de hogares compuestos y unipersonales, y en la finalización de la secundaria entre los jefes de hogares nucleares y extensos. Las características demográficas y socioeconómicas del hogar atestiguan los enormes cambios ocurridos en la última década en materia de migración. A la par que se observó un declive (de alrededor del 50%) en la proporción de hogares con migrantes del interior de México en todos los tipos de hogar, se exhibió el aumento de hogares con migrantes de retorno. Las redes familiares y de amigos para la migración y el asentamiento de los migrantes internos en la frontera norte siguieron siendo fundamentales, como lo muestra la alta frecuencia de hogares extensos y compuestos con inmigrantes internos. En cambio, los inmigrantes del exterior también se concentraron en los hogares unipersonales. La frecuencia de personas que retornaron de Estados Unidos en hogares unipersonales se incrementó de 2% a 5% entre 2000 y 2010; lo cual pudiera vincularse al incremento en las deportaciones en los últimos años (Bennet, 2011). Tocante a los procesos transfronterizos, la transmigración con fines laborales registró una tendencia a la baja durante la última década. Los Cuadros 4 y 5 muestran que el porcentaje de hogares con trabajadores transfronterizos se redujo alrededor del 40% en los hogares nucleares, extensos y unipersonales. De manera que es posible suponer que la crisis económica, además de las políticas de seguridad fronteriza y las acciones antiinmigrantes han tenido una repercusión en los cruces cotidianos a trabajar en Estados Unidos. Respecto a las características socioeconómicas de los hogares, llama la atención que la dependencia económica al interior de los hogares nucleares y extensos en 2010 se haya comportado de manera similar a la de 2000, a pesar de la crisis económica y el aumento del desempleo (Calderón et al, 2010). En contraste, en los hogares compuestos sí se registró una baja en la proporción de trabajadores entre las personas de 12 años y más. Es importante notar que las diferencias entre la proporción de los trabajadores de los hogares nucleares y de los extensos fue mínima en ambos años, lo cual nos sugiere que los hogares extensos fueron y siguen siendo una estrategia efectiva para incrementar el número de trabajadores en el hogar ante la ausencia del esposo, la salida de los hijos del hogar o las crisis familiares o económicas. 15 En cuanto a la obtención de ingresos con otras fuentes distintas al trabajo, de 2000 a 2010 hubo un descenso en la entrada de remesas y un aumento de los hogares perceptores de pensión o jubilación. En primer lugar, se registró una caída generalizada en la recepción de remesas, excepto en los hogares nucleares, en quienes aumentó la proporción de perceptores de remesas del interior del país. En segundo lugar, se observaron en 2010 más hogares donde al menos una persona cuenta con jubilación o pensión que en 2000; lo cual se debe al envejecimiento tanto de la población como de las plantas laborales de los empleos formales generados hace más de tres décadas en la frontera. Finalmente, de 2000 a 2010 también se presentó una mejora en las condiciones de la vivienda y un crecimiento de los hogares urbanos con estructura nuclear y unipersonal. Aumentaron los hogares con casa propia, excepto para las personas que viven solas, y disminuyó el hacinamiento, lo cual debe estar ligado al aumento de créditos para vivienda, y por consiguiente, al surgimiento de múltiples complejos habitacionales en las periferias de las ciudades fronterizas. También se incrementó ligeramente el nivel de consumo de la población fronteriza, como puede verse en el aumento del número promedio de bienes por tipo de hogar. Al respecto, conviene mencionar que a pesar de este incremento los hogares unipersonales continuaron teniendo en promedio un bien menos que los demás tipos de hogares. Por último, sobresalió el aumento de los hogares de personas solas en las ciudades de la frontera norte. La condición urbana de las personas que viven solas se incrementó de 84% a 91% entre 2000 y 2010. Cuadro 4. Características demográficas y socioeconómicas de los hogares de la frontera norte por composición del hogar, 2000.* Composición del Hogar Características Nuclear Extenso Compuesto Unipersonal Del Jefe Unión conyugal Unido 88.2% 65.9% 51.4% 8.9% Separado o divorciado 5.8% 9.5% 10.6% 23.7% Viudo 4.4% 12.2% 6.8% 26.0% Soltero 1.7% 12.3% 31.2% 41.3% Escolaridad <9 años 47.5% 58.7% 45.2% 59.0% 9-11 años 23.9% 19.5% 24.4% 15.7% 16 12+ años 28.6% 21.8% 30.4% 25.3% Del hogar Inmigración Interna reciente municipal 13.3% 26.8% 53.3% 13.5% Internacional 2.0% 2.9% 4.0% 2.2% Miembro trabaja en EUA 6.0% 6.4% 4.2% 2.2% Recibe remesas internacionales 2.6% 5.8% 4.8% 6.3% Recibe remesas de México 4.7% 11.5% 10.9% 9.6% Recibe pensión 6.6% 13.1% 8.0% 13.2% Proporción de trabajadores/ Pob 12+ 56.9% 57.6% 72.2% --Casa propia 72.9% 75.2% 48.6% 61.1% Hacinamiento 40.0% 51.2% 49.7% --Número de bienes 3.91 3.81 3.24 2.82 Condición urbana 88.6% 90.7% 93.1% 83.9% * Diferencias de porcentajes significativas en prueba chi2. Fuente: Elaboración propia con base en el Censo de Población y Vivienda 2000. Cuadro 5. Características demográficas y socioeconómicas de los hogares de la frontera norte por composición del hogar, 2010.* Composición del Hogar Características Nuclear Extenso Compuesto Unipersonal Del Jefe Unión conyugal Unido 84.6% 59.8% 58.9% 8.1% Separado o divorciado 8.4% 13.8% 10.5% 31.2% Viudo 4.2% 13.1% 5.5% 20.1% Soltero 2.8% 13.3% 25.1% 40.7% Escolaridad <9 años 36.2% 50.0% 32.8% 47.2% 9-11 años 30.0% 25.9% 27.1% 20.3% 12+ años 33.8% 24.2% 40.1% 32.5% Del hogar Interna Inmigración municipal 6.9% 14.5% 22.6% 6.5% reciente Internacional 3.0% 4.8% 7.2% 4.8% Miembro trabaja en EUA 3.7% 4.3% 4.1% 1.4% Recibe remesas internacionales 2.6% 5.5% 3.4% 6.2% Recibe remesas de México 5.1% 10.6% 9.1% 7.6% Recibe pensión 8.7% 17.2% 10.2% 14.9% Proporción de trabajadores/ Pob 12+ 57.5% 56.5% 65.3% --Casa propia 75.1% 80.0% 63.3% 61.3% Hacinamiento 30.6% 44.1% 35.6% --17 Número de bienes 4.4 4.3 4.2 3.3 Condición urbana 90.6% 90.8% 91.6% 90.6% *Diferencias de porcentajes significativas en prueba chi2. Fuente: Elaboración propia con base en el Censo de Población y Vivienda 2010. La jefatura femenina Tendencias recientes de la jefatura femenina por edad y estructura del hogar El incremento de los niveles de jefatura femenina en los hogares de la frontera norte de México en la última década se puede apreciar en el Cuadro 6. De acuerdo al cuestionario ampliado del censo de población9, los hogares dirigidos por mujeres pasaron de 20.6% en 2000 a 25.3% en 2010, incremento ligeramente superior al observado a nivel nacional, de 20.5% a 24.5% en el mismo periodo (cálculos propios). En el desglose por grupos de edad del jefe se observa que el incremento de jefatura femenina fue mayor en los dos primeros grupos de edad, especialmente en el grupo de las mujeres menores de 35 años, ya que este grupo registró un aumento de 37.1%, de 14% a 19.2% entre 2000 y 2010; lo cual indica que las mujeres jóvenes y adultas son las principales generadoras del aumento reciente de la jefatura femenina en la frontera norte de México. Cuadro 6. Jefatura de los hogares según la edad del jefe. Frontera Norte, 2000 y 2010. 2000* 2010* Edad Femenina Masculina Femenina Masculina 14.0 86.0 19.2 80.8 <35 18.8 81.3 22.3 77.7 35-50 28.4 71.7 30.1 69.9 50-65 37.8 62.2 41.2 58.8 65+ 20.6 79.4 25.3 74.7 Total (C. Ampliado) 20.9 79.1 24.9 75.1 Total (C. Básico) *Diferencias de porcentajes por tipo de jefatura significativas en pruebas Chi2. Fuente: Elaboración propia con base en los microdatos del Censo de población 2010. Gráfica 1. Jefatura femenina por estructura del hogar. Frontera Norte, 2000 y 2010. 9 Se registraron muy pequeñas diferencias en los niveles de jefatura femenina en la frontera norte entre el cuestionario ampliado y el básico, véase Cuadro 6. 18 40 35 2000 2010 30 Porcentaje 25 20 15 10 5 0 Nuclear Extenso Compuesto Unipersonal Fuente: Elaboración propia con base en el censo de población 2010. Los cambios recientes en los niveles de jefatura femenina según la estructura del hogar en la frontera norte de México se presentan en la Gráfica 1. Los incrementos más relevantes en este indicador se dieron en los hogares nucleares y extensos, aunque también se registró esta tendencia en los hogares compuestos. En contraste, se exhibió una disminución de la jefatura femenina en los hogares unipersonales. Por lo tanto, esta gráfica confirma, por un lado, el aumento de las madres solas con hijos que mantienen su independencia residencial y, por otro lado, la importancia de la corresidencia de las jefas de hogar con familia extendida como estrategia familiar para enfrentar dificultades económicas y situaciones de vulnerabilidad social. Las particularidades regionales de la jefatura femenina El Cuadro 7 nos muestra que la jefatura femenina está asociada a un mayor nivel de urbanización tanto en la frontera norte como en México y que las diferencias en este 19 indicador por lugar de residencia y nivel de urbanización son muy pequeñas.10 Sin embargo, en la frontera norte, el nivel de jefatura femenina sí es mayor en los hogares nucleares y extensos donde la pareja está presente, independientemente del nivel de urbanización. Además, en cuanto a la jefatura femenina en los hogares compuestos, ésta es mayor en los hogares rurales y menor en los hogares urbanos de la frontera norte, en comparación con el nivel nacional. Por último, la jefatura femenina es mucho menor en hogares unipersonales de la frontera norte, tanto en el ámbito rural como en el urbano. Cuadro 7. Jefatura femenina por nivel de urbanización y tipo de hogar. Frontera Norte y México, 2010 Composición del hogar <15,000 (%)* >=15,000 (%)* Frontera Nacional Frontera Nacional Nuclear 15.9 14.0 20.1 19.6 Pareja sin hijos 7.2 4.9 10.2 9.2 Pareja con hijos 4.9 2.9 6.5 5.2 Jefe con hijos 84.4 86.2 87.4 87.0 Extenso Pareja sin hijos y otros parientes Pareja con hijos y otros parientes Jefe con hijos y otros parientes Jefe sin hijos y con otros parientes 25.6 7.4 27.7 6.0 36.3 14.5 37.1 11.6 5.5 76.3 4.4 78.2 10.7 80.7 8.2 81.7 42.7 56.8 45.4 53.8 Compuesto 37.3 29.9 31.13 35.0 Unipersonal 29.5 45.3 35.0 44.4 Total 20.3 20.3 25.7 26.8 *Diferencias de porcentajes significativas en pruebas chi2, excepto en total rural. Fuente: Elaboración propia con base en los microdatos censales 2010. Cambios demográficos y socioeconómicos de los hogares de la frontera norte según tipo de jefatura 10 En algunos municipios de la frontera norte los niveles de jefatura femenina sí son mayores que a nivel nacional, como Tijuana, Mexicali, San Luis Rio Colorado, Puerto Peñasco y Nogales, así como en Ciudad Juárez. 20 Las transformaciones demográficas y socioeconómicas ocurridas en los hogares de la frontera norte se han dado de manera diferenciada de acuerdo al sexo del jefe del hogar, como se puede apreciar en el Cuadro 8. En cuanto a la unión conyugal, se observa una importante disminución de jefas de hogar viudas, y un aumento de jefas solteras, separadas y divorciadas. Llama la atención que en las jefaturas masculinas también se hayan incrementando las frecuencias de los divorciados o separados y solteros, indicando la mayor permanencia de los hombres sin pareja. En materia educativa, se observan importantes avances, siendo superiores los logros obtenidos por las jefas que por los jefes de hogar, lo cual debe estar asociado tanto a los cambios en la estructura etaria de las jefas como al aumento de la continuidad escolar de las mujeres en general. Por último, destaca la mayor incorporación de las jefas al mercado laboral que las esposas y el aumento en la proporción de jefas trabajadoras de 2000 a 2010, de 50% a 55%, en contraste a la proporción de esposas trabajadoras; la cual sufrió mínimas modificaciones en esta década. Respecto a las características del hogar, se observa la mayor vulnerabilidad socioeconómica de los hogares dirigidos por mujeres. En primer lugar, la dependencia económica en los hogares dirigidos por mujeres es más alta que en los hogares dirigidos por hombres y los diferenciales aumentaron de 2000 a 2010, a pesar de la propensión de las jefas a corresidir con parientes como estrategia de supervivencia económica. Además, las mejoras observadas en la percepción de pensiones y en la tenencia de la vivienda fueron inferiores en los hogares de jefatura femenina que en los hogares de jefatura masculina. Tocante a las remesas, sólo en los hogares de jefatura femenina hubo una disminución en la recepción de éstas. En la inmigración, el hacinamiento y el número de bienes, los cambios de 2000 a 2010 fueron muy similares en ambos tipos de jefatura de hogar. En ambos años, los hogares de jefatura femenina tuvieron una menor propensión a tener hacinamiento, lo cual se puede explicarse por su menor probabilidad a recibir inmigrantes del interior del país y por la ausencia del esposo. Cuadro 8. Características demográficas y socioeconómicas de los hogares de la Frontera Norte de México según sexo del jefe, 2000-2010. Características 2000* 2010* 21 Masculina Femenina Masculina Femenina Del Jefe Unión conyugal Unido 88.9% 26.3% 83.9% 25.3% Separado o divorciado 2.9% 28.0% 5.9% 31.5% Viudo 2.3% 29.4% 2.3% 25.1% Soltero 5.9% 16.3% 7.9% 18.1% Escolaridad <8 años 48.3% 60.6% 37.8% 47.7% 9-11 años 23.3% 18.5% 28.6% 25.4% 12+ años 28.4% 20.9% 33.6% 26.8% Trabaja esposa o jefa 32.5% 49.6% 31.2% 55.0% Del hogar Interna Inmigración municipal 18.3% 15.8% 9.4% 7.9% reciente Internacional 2.3% 2.2% 3.8% 3.6% Proporción de trabajadores/ Pob 12+ 58.9% 54.9% 60.1% 55.2% Miembro trabaja en EUA 6.0% 4.7% 2.9% 3.8% Recibe remesas de México 4.9% 14.4% 4.9% 12.1% Recibe remesas de EUA 2.7% 7.7% 2.7% 6.5% Recibe pensión 7.1% 14.3% 10.0% 15.3% Casa propia 71.0% 74.4% 73.8% 75.1% Hacinamiento 42.4% 31.4% 32.1% 23.9% Número de bienes 3.8 3.7 4.3 4.1 *Diferencias de porcentajes significativas en pruebas chi2, excepto en inmigración internacional. Fuente: Elaboración propia con base en el Censo de Población y Vivienda 2000. A manera de conclusión En suma, a lo largo de este trabajo pudimos observar tres tendencias relevantes en los grupos domésticos de los municipios de la frontera norte entre 2000 y 2010: el aumento de los hogares unipersonales; la ligera disminución de los hogares extensos, a pesar de la abrupta caída de la inmigración interna; y el incremento de los hogares de jefatura femenina. También constatamos que la estructura y la jefatura de los hogares de la frontera norte, aunque semejantes a los de las zonas urbanas de la república mexicana, presentaron algunas particularidades como: la mayor frecuencia de hogares unipersonales, especialmente entre los hombres, y la menor incidencia de hogares extensos verticalmente, 22 así como un superior nivel de jefatura femenina en los hogares donde la pareja estaba presente. Al explorar los posibles factores asociados a la estructura y la jefatura de los hogares sobresalieron algunas posibles explicaciones de las tres tendencias antes mencionadas. En primer lugar, en cuanto al crecimiento de los hogares unipersonales, se distinguió el incremento de personas que viven solas entre la población joven y adulta de sectores tanto rurales como urbanos, especialmente del sexo masculino, con antecedentes de divorcio o separación, o en soltería, y con experiencia migratoria de retorno. Aunque el envejecimiento lento, pero sostenido explica parte del crecimiento de los hogares de personas solas, otros factores ligados al perfil antes mencionado de los hogares unipersonales fueron los que jugaron el papel primordial en esta tendencia; entre los que se pueden ubicar las políticas anti-inmigrantes y el desempleo en Estados Unidos y las transformaciones en el valor social por la autonomía individual y la calidad de las relaciones de pareja. A pesar de que en la década de los noventa se arguyó que la particularidad de los fenómenos fronterizos se explicaba por su componente urbano, este argumento no puede atribuirse al crecimiento de los hogares unipersonales de esta década. Tanto las zonas urbanas como las rurales de la frontera presentan niveles más altos de hogares unipersonales que a nivel nacional y su crecimiento en la década ha dependido de la ubicación geopolítica de los municipios fronterizos en tanto que las deportaciones se realizan por los puntos de cruce fronterizo. Lo que sí queda en cuestión es qué tanto la colindancia con Estados Unidos favorece la difusión de los valores de realización personal y autonomía individual que pudieran estar acelerando el divorcio y la separación y la permanencia de hombres solos, además de los procesos de globalización cultural. Esta es una interrogante que debe abordarse en estudios futuros de disolución conyugal en México. Otra tendencia de los hogares fronterizos en la última década fue la ligera disminución de los hogares extensos y la persistencia de una frecuencia alta de hogares extensos lateralmente. A pesar de la disminución de la inmigración interna, la corresidencia con hermanos, primos, cuñados, sobrinos o tíos siguió siendo un importante recurso para mitigar los riesgos económicos en la frontera norte. Por otro lado, la corresidencia con la 23 familia extendida verticalmente no registró grandes cambios entre 2000 y 2010. La crisis económica, el aumento de los divorcios y separaciones y el incremento de la inmigración de retorno internacional en la zona fronteriza pudieron haber influido en esta constante, así como, en general, en la permanencia de niveles similares de dependencia económica dentro de los hogares extensos. En la última década, también se registró un aumento en la jefatura femenina de los hogares fronterizos, comparable a la registrada a nivel nacional, aunque con una más alta representación de jefas con pareja. Esta tendencia puede vincularse en parte a los procesos que favorecen la autonomía individual y económica de las mujeres tales como la mejora en sus niveles de escolaridad y el incremento de su participación económica, como lo constata el comportamiento de estos indicadores según tipo de jefatura. Además, el incremento de jefas en hogares nucleares también indica que los hijos están siendo cada vez menos un impedimento para la separación o el divorcio. Sin embargo, que en la actualidad las mujeres tengan más posibilidades de dirigir sus hogares no significa que sus hogares sean menos vulnerables y las jefas más autónomas. Los divorcios y separaciones pudieran estar ligados a la falta de compromiso familiar de los varones y no necesariamente ser resultado de la mayor autonomía femenina. Además, los hogares de jefatura femenina fueron los únicos afectados por la disminución de las remesas nacionales e internacionales entre 2000 y 2010; y la corresidencia con otros familiares siguió siendo fundamental en los hogares jefaturados por mujeres para compensar social y económicamente la ausencia de los cónyuges. Estas tendencias en la estructura y jefatura femenina de los hogares fronterizos en la última década apuntan hacia la intersección de complejos procesos estructurales y coyunturales. Por un lado, el proceso de envejecimiento de la población sigue en marcha, así como la incorporación de las mujeres al sistema educativo y los mercados laborales. Además, las manifestaciones demográficas de los procesos culturales ligados al valor por la autonomía individual versus el altruismo conyugal y familiar siguen evidenciándose en las estructuras familiares y el tipo de jefatura. Por otro lado, procesos coyunturales tales como la crisis económica originada en Estados Unidos y las políticas anti-inmigrantes y de seguridad de este país, así como los problemas de inseguridad en la frontera han 24 repercutido en el factor más importante de la dinámica demográfica en esta zona: la migración; la cual ha alterado la composición de los hogares extensos, compuestos y unipersonales. Las transformaciones futuras en la estructura de los hogares fronterizos en gran medida dependerán no sólo de las transformaciones culturales y demográficas de largo plazo, sino de los cambios en las variables migratorias y de las acciones gubernamentales que se realicen para reintegrar a los deportados de Estados Unidos a sus lugares de origen. 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