Tema 12. Transformaciones económicas y cambios sociales en el

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Tema 12. Transformaciones económicas y cambios sociales en el siglo XIX
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Las desamortizaciones
Industrialización y modernización de las infraestructuras
Crecimiento demográfico y cambio social
El movimiento obrero
Transformaciones económicas y cambios sociales en el siglo XIX
Durante el XIX se produce en España la Revolución Industrial, aunque de forma lenta y con retraso
respecto a algunos países de Europa, EEUU y Japón. Las principales industrias españolas son la textil
catalana y la siderurgia vasca, que tendrá un gran impulso gracias a la construcción del tendido
ferroviario. Las desamortizaciones pretendieron que los campesinos accedieran a la propiedad de la tierra,
pero las tierras fueron compradas de nuevo por la nobleza y la burguesía, por lo que no se solucionó el
problema del campo en España. La industrialización conlleva un cambio social: aparece el proletariado
obrero, los trabajadores de las fábricas, campesinos que se trasladan a las ciudades y viven en barrios de
chabolas. A lo largo del siglo irán aumentando el número de obreros de las fábri cas y los conflictos
protagonizados por ellos, dirigidos por el llamado movimiento obrero que se apoya en las nuevas ideas del
marxismo, el socialismo y el anarquismo.
1 Las desamortizaciones
Consiste en la nacionalización o expropiación, por parte del Estado liberal, de las tierras y bienes no
productivos en poder de las llamadas «manos muertas», es decir la Iglesia, la nobleza y los ayuntamientos.
Esos bienes se ponen en el mercado mediante subasta pública. La finalidad era conseguir dinero para pagar
las deudas del Estado y crear una clase media de campesinos propietarios en un intento de modificar el
régimen de la propiedad del Antiguo Régimen. Las desamortizaciones se producen en los períodos de
gobierno liberal radical. En tiempos de Godoy y durante el Trienio liberal (1820–1823) se llevaron a cabo
algunas desamortizaciones, pero las más ambiciosas son las de Mendizábal y Madoz.
Mendizábal, ministro de Mª Cristina de Borbón, en 1836, decreta la desamortización de las tierras
de la Iglesia, tanto del clero regular como del secular. La Iglesia no recibió ninguna compensación a
cambio. Los resultados fueron pobres: las tierras fueron compradas por nobles y burgueses, pero no por el
campesinado.
Ya en el reinado de Isabel II, durante el segundo gobierno de Espartero, en el Bienio Progresista
1854-56, su ministro de Hacienda, Pascual Madoz, realiza una nueva desamortización en 1855: se declaran
en venta todas las propiedades de la nobleza, del clero y de los ayuntamientos (propiedades comunales
como pastos, bosques). Tuvo un efecto devastador para los campesinos pobres y los trabajadores
agrícolas, que hasta entonces se habían beneficiado del cultivo de las tierras de propiedad eclesiástica y
comunal. Con esta desamortización tampoco se consiguió que el campesinado accediera a la propiedad de
las tierras. Se consolidó la estructura latifundista, es decir, muchas tierras en po cas manos, aunque
aumentó la superficie cultivada y mejoró la productividad de las tierras.
2 Industrialización y modernización de las infraestructuras
La industrialización se inicia con el reinado de Isabel II. Los dos sectores industriales destacados
son el textil y el siderúrgico. El sector textil algodonero se dio en Cataluña; se adaptó rápidamente al
sistema de producción en fábrica y se mecanizó con máquinas modernas importadas de Inglaterra (máquina
de vapor aplicada a los telares mecánicos o selfactinas), lo que permite aumentar la productividad y bajar
los precios. Sin embargo la producción se destinó al escaso mercado nacional, a Cuba y a Puerto Rico.
La siderurgia se establece junto a las minas de hierro. Se crearon fábricas en Málaga y en Asturias, y
a finales de siglo en Vizcaya. Es una industria que depende de la proximidad de la materia prima (hierro) y
de la fuente energética (carbón). España disponía de hierro, sobre todo en Vizcaya, pero el carbón era
escaso, caro y de baja calidad para los altos hornos (los primeros fueron en Bilbao y en Sabero, León), por
lo que Vizcaya intercambiaba con Inglaterra hierro en bruto a cambio de carbón de coque. A finales de siglo
se convertirá en el sector más importante de la industria pesada española, ligado a inversiones financieras y
al nacimiento de Bancos como el Bilbao Vizcaya.
La red de carreteras y canales era deficiente. El impulso más importante a las infraestructuras se
produce a partir de 1851 con la Ley General de Carreteras y la Ley General de Ferrocarriles de 1855,
en la que se diseñó un plan de estructura radial con centro en Madrid. La primera línea que funcionó fue la
de Barcelona- Mataró en 1848, y meses más tarde la de Madrid- Aranjuez. Debido a la mala situación
económica del Estado, la construcción del ferrocarril se realizó por compañías extranjeras privadas, sobre
todo francesas y belgas, por lo que no se benefició la industria nacional. En la década de los años 60 se llegó
a los 5000 kilómetros de vías férreas. La red ferroviaria fue decisiva para la creación de un mercado
interior, pero también quedaron amplias zonas del país sin comunicar.
3 Crecimiento demográfico y cambio social
En el siglo XIX la población española presenta un crecimiento continuado pero lento. Se pasa de 11
millones de habitantes en 1800 a algo más de 19 a finales de siglo, dentro de un modelo demográfico
antiguo (alta tasa de natalidad y mortalidad, sobre todo infantil, corta esperanza de vida). La emigración a
América creció a partir de 1890: un millón y medio de españoles abandonan la península.
El crecimiento urbano es modesto, y se produce gracias al movimiento migratorio procedente del
campo. Los centros más importantes son Barcelona, Madrid y el País Vasco. La población española sigue
siendo mayoritariamente rural. La mayor parte de los campesinos no son propietarios de las tierras, sino
arrendatarios y jornaleros, aunque gracias a la supresión del régimen señorial y las desamortizaciones,
aumentó el número de propietarios.
La nobleza pierde gran parte de su posición relevante en la sociedad y permanece al margen de las
actividades industriales. La burguesía asciende como clase social, y aparece la nueva burguesía de
negocios: banqueros, grandes comerciantes, industriales, dueños de las fábricas. Se incrementan las
clases medias: funcionarios del Estado y profesiones liberales como abogados, técnicos, profesores.
El mayor cambio social fue la aparición del proletariado urbano. Las condiciones laborales son muy
duras: la mayor parte de los obreros hacen jornadas de más de 10 horas, cobran salarios muy bajos y no
existe protección para los desempleados ni asistencia sanitaria pública. Viven en barriadas obreras en
condiciones insalubres, donde se propaga la tuberculosis. A mediados de siglo hay unos 150 mil obreros.
4 El movimiento obrero
A comienzos del reinado de Isa bel II se inicia cierto movimiento obrero con protestas y la
destrucción de máquinas (a semejanza del ludismo inglés), que simbolizan los n uevos métodos de
producción y provocan la pérdida de puestos de trabajo. Estas acciones se habían producido en Galicia y
Alcoy (Alicante), pero en 1835 se quema la fábrica Bonaplata de Barcelona, pionera en el uso de la
máquina de vapor (las acciones se dirigen contra las máquinas, no contra los patronos, como sucederá más
adelante).
Las primeras asociaciones obreras son las Sociedades de Ayuda Mutua, que defienden los salarios y
la seguridad en el trabajo. Los afiliados pagaban una cuota con la que ayudaban a las familias en caso de
accidente, enfermedad, viudedad y orfandad, como la fundada en Barcelona en 1840 de Tejedores de
Algodón.
Durante el Bienio Progresista, en 1854 se producen huelgas en Barcelona contras las selfactinas,
máquinas textiles, y en 1855, se convoca una huelga general contra la propuesta de los progresistas de
ilegalizar las sociedades obreras. Los obreros se movilizan contra los patronos, y se producen incendios de
fincas y fábricas. A partir de entonces el movimiento obrero se va radicalizando y politizando hacia el
sindicalismo y la formación de partidos de masas.
En 1864 se funda en Londres la AIT, Primera Internacional Obrera, dirigida por Bakunin, anarquista, y
Marx, comunista, que envían a Fanelli a España para organizar aquí la 1ª Internacional. El primer congreso
se celebra en Barcelona en 1870, con orientación anarquista más que marxista (con influencia de la
Comuna revolucionaria de París de 1871). Después, marxistas y anarquistas se separan definitivamente por
diferencias políticas y la idea que tiene cada uno sobre la toma de poder por parte del proletariado.
El anarquismo y el marxismo pretenden una revolución política y un cambio social, pero difieren en
sus métodos. En España, los socialistas, inclinados hacia el marxismo, sostienen que debe haber una
revolución que acabe con el sistema burgués capitalista; con la dictadura del proletariado se eliminarían las
diferencias de clase. Pero mientras llega el momento propicio para hacer la revolución, participan en política,
sobre todo a partir de la Revolución Gloriosa de 1868. El PSOE se funda en 1879 y después el sindicato
UGT, cuyos afiliados se reúnen en las Casas del Pueblo, su centro social. El socialismo se da sobre todo en
Madrid, Valencia y Sevilla.
El anarquismo, extendido en Cataluña, Aragón, Levante y Andalucía, no forma partidos políticos ni
sindicatos, se inclina hacia la acción directa, la huelga violenta y el atentado: en el Liceo de Barcelona
mueren 22 personas en 1893; en la procesión del Corpus Christi, 6; también serán asesinados Cánovas
1897 y Canalejas 1912; el propio Alfonso XIII sufrirá un atentado el día de su boda (24 muertos y 107
heridos).
En 1874 el gobierno republicano autoritario de Serrano disuelve la Internacional e ilegaliza las
asociaciones obreras, que vivirán un tiempo en la clandestinidad.
A partir de los años 80 surgen los círculos de obreros católicos: pretenden mejorar la situación de
los obreros basándose en los principios cristianos. Se desarrollan a partir de la encíclica del Papa León XIII
Rerum Novarum, que denuncia el socialismo, condena los abusos del capitalismo y defiende el derecho a la
propiedad privada y a un salario justo; se dio sobre todo entre los campesinos valencianos.
A principios del siglo XX resurgirá con fuerza el movimiento obrero.
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