Las 12 estrategias para el Desarrollo Integral en la Infancia Temprana Construyendo ciudadanía en la los primeros meses de vida Luz Stella Losada José Miguel De Angulo Brisa De Angulo MAP - BOLIVIA y CUBE 2013 Parker Palmer Introducción ............................................................................................................. 1 SECCIÓN I A. El desarrollo integral de la infancia temprana es el fundamento para el desarrollo de una sociedad basada en los Derechos Humanos ....................................................... 7 B. Cuidando la vertiente aguas arriba: los fundamentos de la humanidad ........ 14 1. Inversión Social y Económica en el Desarrollo de la Infancia Temprana 14 2. Más allá del Sobrevivencia Infantil 16 3. Construyendo Contextos Apropiados 17 C. El desarrollo o la salud no es un asunto de economía, servicios o transferencia de tecnología ....................................................................................................................... 15 1. Los Fundamentos del Desarrollo Humano 19 2. El Papel de los Estados y Municipios 20 3. El Cemento de la Sociedad 20 4. La Gran Brecha en Salud y Desarrollo 22 5. Sociedades Prósperas y Sostenibles 24 6. Cuidado en la Infancia Temprana 26 7. Arquitectura Cerebral de los/as Infantes 27 8. Vulnerabilidad de los Infantes y la Necesidad de un Enfoque Integral 31 9. La Pobreza, la Infancia Temprana, y Sociedades Seguras y Significativos 34 10. Romper con el Adultocentrismo y Androcentrismo 36 SECCIÓN II A. Las 12 estrategias para el Desarrollo Integral en la Infancia Temprana.......... 39 1. Creando una cultura que priorice el dar a los/as niños/as un comienzo saludable ......40 2. Preparación prenatal para papás y mamás ....................................................... 41 3. Enriquecimiento de la vida de pareja o matrimonio como de la vida familiar . 46 4. Resolución de conflictos con enfoque de búsqueda de soluciones .................. 49 5. Fomentar el involucramiento del papá ............................................................. 54 5.1. Formación de Habilidades Parentales en el Papá 54 5.2. Repercusiones del Involucramiento del Papá Sensible 61 5.3. Importancia de los Vínculos y el Apego del papá en la reducción de mortalidad materna e infantil 63 6. El papel de abuelos y abuelas y otras personas adultas de las familias extendidas 6.1 La Capacitación de los/as Abuelos/as para Apoyar a los Padres 67 6.2 El Rol de las Familias Ampliadas y Extendidas 69 66 7. Atención Integrada a las Enfermedades Prevalentes de la Infancia Basada en la Comunidad (AIEPI-C) ............................................................................................................ 75 8. Fomentar las primeras experiencias de aprendizaje ........................................ 81 8.1. La Increíble Capacidad para Aprender 81 8.2. La Zona Proximal de Aprendizaje y la Interacción con los Papás y Mamás 82 8.3. Los Periodos Más Importantes del Aprendizaje 84 9. Fomentar el vínculo y el apego con el bebé con la danza romántica de la ternura 86 9.1. El Poder del Apego y las Consecuencias de la Falta de Apego 87 9.2. La Capacidad de los/as infantes para Fomentar el Apego 88 9.3. Obstructores de la Inmersión en la Ternura 89 9.4. El Apego como Elemento Fundamental en la Resiliencia 91 9.5. El Efecto Reverso o Reciproco que los/as Infantes tienen en los Adultos 93 9.6. Requisitos para la Inmersión en la Ternura 94 10. Construyendo habilidades y fortalezas parentales mientras se desarrolla el infante 99 11. Establecimiento de un ambiente seguro y estimulante en torno al/a niño/a103 12. Exploración de nuevas estrategias de medios de sustento para superar la pobreza B. Necesidad de integración de servicios........................................................ 112 1. Servicios Accesibles e Integrados 112 2. La Oportunidad de Invertir Social y Económicamente en la Infancia Temprana 115 3. La Infancia Temprana y las Políticas Públicas 120 C. Palabras finales ....................................................................................... 122 Bibliografía ................................................................................................. 128 109 Presentación INTRODUCCIÓN La fase más crítica del desarrollo de la vida es sin duda, el de la infancia temprana que comprende los primeros mil días de existencia del ser humano. En esta etapa el desarrollo de la persona se produce a una velocidad nunca vista en otra etapa de la vida. En ningún otro momento el cerebro experimenta un proceso más rico de descubrimiento, asombro y aprendizaje para la vida; igualmente es el tiempo en el que se establecen las bases para los patrones de formas de relacionarse que se manifestarán el resto de la vida en futuras relaciones. Sin embargo, este período es el de mayor vulnerabilidad y de mayor riesgo que se tiene durante toda la vida. El cerebro del bebé es extremadamente tierno y vulnerable a recibir influencias tóxicas del ambiente o de las formas en que le traten los adultos, teniendo repercusiones muy serias por el resto de la vida. Ya desde hace un poco más de dos décadas se viene planteando que en el cerebro convergen la evolución biológica, la social, la del conocimiento, la tecnológica, la económica y la política, pero como nunca antes en la última década, se viene planteando que los cimientos, los fundamentos que permiten este proceso evolutivo se generan en los primeros meses de vida durante la infancia temprana. El entender cómo proteger el desarrollo del cerebro, y cómo proveer las mejores condiciones posibles para su pleno desarrollo, especialmente en la primeria infancia, es hoy una prioridad estratégica central de las familias, las comunidades y el país si desean que las nuevas generaciones de ciudadanos sean saludables, productivos y sobre todo, que puedan convivir en armonía, equidad y democracia. Las familias deben tener oportunidad para capacitarse sobre cómo proveer las condiciones apropiadas para proveer a los hijos los determinantes personales de la salud y el bienestar, al igual que contar con el apoyo del Estado y la sociedad para que tengan control sobre estos determinantes. Una revisión de dos décadas de estudios han demostrado que la carencia de uno o más determinantes personales de la salud en los primeros años de vida trae serias repercusiones en la salud física, emocional o mental por el resto de la vida. Igualmente estas carencias generan una gran variedad de problemas de aprendizajes, problemas en la capacidad de desarrollar relaciones estables y dificultad para ser una persona productiva y exitosa. Por estas razones y otras presentadas a través del libro se hace crucial estrategias para evitar carencia cualquiera de estos determinantes de la salud: de nutrición física, afectiva y cognitiva, especialmente durante el periodo intrauterino y los dos primeros años de vida, como la falta de un entorno enriquecedor y de proveerle las condiciones para el desarrollo de la auto-agencia. Cualquiera de estas carencias erosiona seriamente los potenciales para una vida significativa y exitosa enfrentando los diferentes desafíos que tendrá a través de su historia. Desafortunadamente a la luz de las últimas investigaciones científicas, las prácticas culturales hacia la primera infancia han sido muy insensibles y dañinas para un desarrollo saludable de la arquitectura cerebral. A través de la lectura de este libro iremos viendo cómo posiblemente el grupo humano que pertenece a la infancia temprana es uno de los grupos humanos que más ha experimentado violación de derechos a través de las diferentes culturas y períodos históricos. El buscar mejorar las habilidades parentales, especialmente en los sectores socioeconómicamente deprimidos muchas veces parece que fuera un reto imposible, dadas las opiniones culturales encontradas sobre lo que constituye una buena crianza, como también por la carencia que estas familias enfrentan. Muchas veces se puede considerar muy difícil influir en un comportamiento fuertemente arraigado en imaginarios sociales, mitos y otros múltiples elementos culturales. Posiblemente el mayor desafío se da al pensar cómo podríamos llegar a grandes sectores poblaciones. Afortunadamente hoy se cuentan con buenas evidencias que así como enfoques de salud pública fueron efectivos para disminuir el consumo del cigarrillo u otros problemas de salud fuertemente arraigados en el sociedad, las practicas parentales y el trato que se le da a la niñez, especialmente en la infancia temprana, también pueden ser cambiados trayendo grandes beneficios a las familias y a toda la sociedad. En la publicación “Programas de Intervención Temprana para Niños y Familias: Bases Teóricas y Empíricas que Sustentan su Eficiencia Social y Económica” (Por Ignacia Arruabarrena y Joaquín de Paúl. Universidad del País Vasco, España, 2012) se revisaron más de 90 investigaciones y publicaciones realizadas en el sigo XXI relacionadas con el desarrollo de la infancia temprana y el efecto altamente dañino que tienen las prácticas familiares que desconocen cómo facilitar el desarrollo de la arquitectura cerebral en los infantes. La calidad de vida de las personas adultas está altamente determinada con lo que sucede en este período crítico intrauterino y los dos primeros años de vida. Igualmente estos estudios muestran la variedad de ricas experiencias que ya se tienen que han permitido modificar sustancialmente la forma en que los adultos ven, escuchan e interactúan con los infantes, que reduce grandemente las prácticas de mecanismos intrusivos y de negligencia que están tan arraigados en la prácticas de crianza. El resumen de la revisión de estas investigaciones platea: El período prenatal y los primeros años de vida tienen una extraordinaria relevancia en la salud física y psicológica no sólo en la infancia, sino a lo largo del ciclo vital. Hay numerosas evidencias empíricas de que en este período el ser humano es altamente vulnerable a los efectos negativos de determinadas experiencias adversas (o lo que se denomina “estrés tóxico”), entre las que se pueden destacar la ansiedad materna prenatal o las situaciones de maltrato o negligencia en la temprana infancia. La investigación llevada a cabo desde la neurobiología evolutiva aporta claves importantes acerca de los mecanismos a través de los cuales dichas experiencias afectan el proceso del desarrollo infantil provocando alteraciones y disfunciones en la arquitectura cerebral. Dichas alteraciones tienden a ser persistentes e incrementan el riesgo de desórdenes y problemas físicos, cognitivos, sociales y emocionales a lo largo de la infancia, adolescencia y madurez. Las evidencias apuntan claramente la necesidad y relevancia social de desarrollar programas preventivos de intervención temprana con los niños y familias en situación de vulnerabilidad. Tales políticas y programas deben iniciarse lo antes posible para reducir o evitar la necesidad de desarrollar posteriormente intervenciones rehabilitadoras, que resultan más costosas y menos efectivas. A través de este material, especialmente en la segunda sección que describe las 12 estrategias se busca mostrar las mejores prácticas que se han estado realizando en diferentes países para poder respetar los derechos de este grupo poblacional. Ya hay bastantes evidencias sobre los grandes beneficios que hay cuando padres y madres aprenden a ver, escuchar e interactuar con la infancia de una forma radicalmente diferente a como se venía haciendo. Por ejemplo un programa llamado “Trile P” desarrollado por la Universidad Queensland, en Australia que se implementó en nueve municipios de Carolina del Sur con fondos de CDC (the Centers for Disease Control) trajo grandes logros. A los dos años de realizado el proyecto se dio un 35% de reducción en hospitalizaciones y servicios de emergencias por niños/as con lesiones, un 44% de reducciones en remover niños de los hogares parar protegerles, y una reducción del 28% de casos de abuso de sustancias. Mientras que en los municipios vecinos estos tres problemas continuarán incrementándose posiblemente. (Prinz RJ, 2009). La discusión sobre las 12 estrategias busca proveer los fundamentos para el desarrollo de una ciudadanía plena donde naturalmente las personas incorporen un profundo respeto a la vida y los derechos humanos. Como veremos, esto es incorporado en el período más crítico para la formación de los fundamentos de su identidad y forma de relacionarse con las demás personas. Igualmente, es en este período donde las personas forman las bases para sus hábitos con respecto al cuidado de su salud. Hoy en día, muchos de los problemas serios de salud son resultado de malos hábitos en el manejo del estrés y las adversidades, inapropiadas dietas alimenticias, pobre capacidad de cuidar sus relaciones, etc. Por ejemplo el cáncer, una de las causas más comunes de mortalidad en la sociedad tiene mucho que ver con los patrones alimenticios y los hábitos de las personas. Los estilos de vida con altos riesgos de enfermedades (el sedentarismo, el tabaquismo, el sobrepeso y la obesidad, principalmente) pueden fácilmente ser prevenidos con la incorporación de dietas y hábitos saludables durante la primera infancia. Ya desde el año 2002, la Organización Mundial de la Salud reconoció abiertamente que el desarrollo de la infancia temprana era un determinante crítico de la salud de la sociedad. En su publicación «Determinantes Sociales de la Salud – Evidencias Solidas» (Social Determinants of Health - The Solid Facts, World Health Organization [2002] Editado por Richard Wilkinson y Michael Marmothace) hace afirmaciones como esta: «Investigaciones y estudios de programas y proyectos demuestran que los cimientos de la salud del adulto se establecen en la infancia temprana y antes del nacimiento. El crecimiento deficiente y pobre apoyo emocional elevan el riesgo de por vida de tener mala salud física y reducir la capacidad de funcionamiento físico, cognitivo y emocional en la edad adulta. Pobres o deficientes experiencias en la infancia temprana y deficiente crecimiento se incrustan en la biología durante los procesos de desarrollo, el cual constituye la base de capital biológico y humano del individuo, y que afecta a la salud durante toda la vida. Las experiencias en la infancia temprana son importantes para la salud debido a la gran maleabilidad de los sistemas biológicos. Debido a que los insumos cognitivos, emocionales y sensoriales programan las formas en que el cerebro responderá, el apego emocional inseguro y la estimulación deficiente llevan a una preparación deficiente para entrar a la escuela, un bajo nivel educativo, a problemas de comportamiento, y al riesgo de exclusión social en la edad adulta. Buenos hábitos relacionados con la salud, como comer apropiadamente, hacer ejercicio y no fumar, se asocian con el modelaje que provean los papás y mamás, otros familiares y compañeros. Desarrollo físico lento o deficiente en la infancia se asocia con una reducción de la función del sistema cardiovascular, respiratorio, pancreático y renal, que aumentan el riesgo de enfermedades en la edad adulta». En la última década, después de esta publicación de la Organización Mundial de la Salud, han emergido un sinnúmero de investigaciones nuevas con evidencias muy sólidas del profundo impacto que tiene la forma en que los infantes son tratados en sus primeros años, ya que en esta edad se establecen los fundamentos de la salud y el bienestar de los adultos. A través de esta publicación veremos varias de estas investigaciones y lo más importante de todo, mecanismos para establecer políticas públicas y programas que permitan hacer una trasferencia de los hallazgos y evidencias encontradas en la ciencia a acciones concretas en la vida de las familias y la niñez. Desde el momento del nacimiento el cerebro de los bebés tiene una gran capacidad intrínseca para buscar conectarse y sincronizarse con los cerebros de sus papás y mamás ya que esto determina las posibilidades de sobrevivencia. La nutrición física como el desarrollo de una saludable arquitectura cerebral está altamente determinada por los vínculos que este infante pueda tener con sus papás y mamás y por la capacidad de estos para responder a las necesidades del infante de una forma sensible, consistente y amorosa. Es esta interacción lo que permite la formación de los vínculos y apegos seguros que a su vez se convierten en los fundamentos para que el infante pueda explorar al mundo con seguridad, avance rápidamente en sus aprendizajes y desarrolle su capacidad para establecer nuevos vínculos y apegos saludables a través de su vida futura. Desafortunadamente, a pesar de la gran cantidad de evidencias que muestran que es crucial que la sociedad y el Estado inviertan esfuerzos y recursos en el desarrollo integral de la infancia temprana, ha habido poca voluntad para desarrollar políticas públicas y para implementar programas y proyectos que realmente hagan una diferencia en la vida de la niñez y por lo tanto, en la vida de toda la sociedad. A lo largo de esta lectura, hay que tener presente que si bien pareciera que el enfoque es solo en la infancia temprana, la realidad es que estas estrategias contribuyen no solo a la salud y bienestar de esta población sino al de toda la sociedad. Quienes aplican en su vida cotidiana los principios aprendidos para una interacción apropiada con la infancia temprana descubrirán ricas formas de establecer relaciones cohesionadas en la vida de pareja, vecinos, amistades, compañeros de trabajo, etc. Igualmente la aplicación de estas estrategias revolucionará profundamente el país en un período de 15 – 20 años cuando los infantes del día de hoy puedan contar con propuestas concretas de desarrollo integral. Como veremos, la sociedad y el Estado deben darle prioridad al establecimiento de políticas públicas e inversiones sociales para garantizar el desarrollo integral de la infancia temprana y no continuar postergándolo. Veremos cómo los hallazgos de la neurociencia y las investigaciones en el área del desarrollo de la infancia temprana permiten a las familias, las comunidades y la sociedad en general, ver, escuchar e interactuar con la niñez de una forma radicalmente diferente a lo que hacíamos en las generaciones previas. Asimismo, veremos cómo las familias cuentan con una fuente increíble de esperanza y cambio a través de la presencia de los infantes en sus hogares, y la manera en que podemos aprender a abrir nuestras mentes y corazones para permitir que esos infantes se conviertan en fuerza trasformadora de las familias, comunidades y la sociedad. El trabajo con la infancia temprana nos abre un nuevo horizonte para reducir problemas sociales que se han hecho muy complejos de resolver y con altísimos costos en la vida adulta. Una sólida arquitectura cerebral desarrollada en la infancia temprana permite tener niños y niñas con una gran capacidad para el desarrollo de una ciudadanía responsable capaces de contribuir ricamente al bienestar de la sociedad. Por el contrario la falta de voluntad política para cuidar d la infancia traerá un alto costo social y económico a los Estados. Las conclusiones las que llega el artículo de Lancet dedicado a revisar las evidencias relacionadas con las condiciones en que se desarrollan las personas durante la infancia temprana plantean: “Los mayores avances en la neurociencia muestran como la exposición a los factores de riesgos biológicos y psicosociales durante el periodo prenatal y la infancia temprana afectan la estructura cerebral y sus funciones dañando el desarrollo de los niños/as y su trayectoria durante las otras etapas de su vida. Entre más se exponga a los riesgos acumulativos mayor será la inequidad en la sociedad por lo cual entre más se hagan las intervenciones para prevenir inequidades en la etapa más temprana de las personas serán más efectivas para remediar los problemas acumulativos.” (Walker, S.P, y otros, 2011). También podremos ver a través de este libro cómo dos sectores que históricamente han trabajado separados, la salud y el desarrollo de la infancia temprana por un lado y el movimiento de los derechos humanos para la construcción de una nueva sociedad. Esto nos permitirá el logro de una sociedad donde la salud, el bienestar y la cultura de respeto a los derechos humanos son «naturalmente incorporados» en los imaginarios sociales, en las políticas públicas, en la inversión social y en las prácticas cotidianas de la vida. Veremos cómo, cuando el infante crece en un entorno en el que sus necesidades y sus derechos son cotidianamente respetados, desarrolla una arquitectura cerebral donde ven de manera natural la convivencia en una sociedad con una rica empatía, solidaridad y respeto a los derechos humanos. Cuando la familia provee una cultura de respeto, empatía y amor, esa experiencia de los primeros años continuará generando frutos a través de las diferentes etapas de su vida. Sus cerebros durante las otras etapas de desarrollo experimentarán niveles altos de estrés y desaprobación cuando observen que hay situaciones de discriminación, violencia o exclusión. Ellos crecieron en un contexto de respeto, empatía, ayuda mutua y consensos, generando estructuras cerebrales que les llevarán a buscar vivir siempre bajo esta lógica y repudiar cualquier violación de derechos humanos que vayan encontrando en la vida. Las inmersiones en la ternura permiten a papás, mamás e infantes establecer una profunda relación basada en el respeto y la libertad, condiciones fundamentales para una cultura basada en el amor y el respeto a los derechos humanos. Como se verá a través del texto, quien no aprende a convivir con “el diferente”, su propio hijo/a, quien no aprende a vivir en la diversidad ingresando al mundo de la infancia que su propio hijo/a le invita a visitar, difícilmente ese padre o madre podrá conectarse y convivir con su hijo en otras etapas de su vida y desde luego difícilmente podrán conectarse y convivir con otras personas diferentes en otros espacios. Terminarán estrellándose con el diferente y con la diversidad que les vaya apareciendo en el camino de la vida. Por el contrario, adultos que aprenden a reconocer, celebrar y respetar al infante como un sujeto pleno de derechos que les invita a ingresar a ese mundo de la infancia, a construir consenso, establecerán los fundamentos para el desarrollo pleno de la ciudadanía. Los adultos podrán continuar nutriendo la relación con sus hijos a través de la vida y aceptar más fácil la diversidad en sus interacciones con el resto de la sociedad. Por el otro lado, Estos infantes que crecen en un contexto de respeto, empatía, ayuda mutua y consensos, podrán desarrollar estructuras cerebrales robustas que les llevarán a buscar vivir siempre bajo esta lógica de respeto y empatía por los demás y repudiar y buscar cambiar cualquier violación de derechos humanos que vayan encontrando en la vida. Es nuestro deseo que a través de este material, las familias, las comunidades, los legisladores y las autoridades puedan conocer el rico abanico de posibilidades que tenemos para repensar nuevas formas de ver, escuchar e interactuar con la niñez, especialmente con los infantes, y permitir que ellos generen profundos cambios de transformación. Cuando abramos nuestras mentes y vidas al poder que la niñez tiene enterneciendo a aquellos adultos que estén dispuestos a ingresar a la infancia, sus cerebros podrán experimentar una plasticidad que abre al cambio y a la posibilidad de la sanidad de sus propias infancias resquebrajadas. Cada familia en cada cultura, grupo social, pueblo y nación continuamente recibe la llegada de nuevos bebés que abren las puertas para la resiliencia en la vida de personas y familias. Ellos se convierten en puertas de acceso para la comprensión de lo que puede ser una nueva sociedad profundamente solidaria y respetuosa y para que éste empiece a ser una realidad en nuestros hogares y sociedad. SECCIÓN I A. El desarrollo integral de la infancia temprana es el fundamento para el desarrollo de una sociedad basada en los Derechos Humanos B. Cuidando la vertiente aguas arriba: los fundamentos de la humanidad C. El desarrollo y la salud no son asuntos de economía, servicios o transferencia de tecnología A. EL DESARROLLO INTEGRAL DE LA INFANCIA TEMPRANA ES EL FUNDAMENTO PARA EL DESARROLLO DE UNA SOCIEDAD BASADA EN LOS DERECHOS HUMANOS esde la Convención de la niñez en 1989, la humanidad ha logrado grandes pasos en la protección de los derechos de la niñez y de la adolescencia que habían sido negados por muchas generaciones y en las diferentes culturas. Esto ha permitido cambios fundamentales en las sociedades donde niños, niñas y adolescentes no son reconocidos como objetos de atención sino como sujetos plenos de derechos, como personas con capacidad de defender y exigir sus derechos legalmente reconocidos. Esto ha llevado a los Estados y a la sociedad a establecer grandes cambios en la forma en que interactuamos con la niñez buscando cumplir con los principios básicos dados por la Convención: derecho a la no discriminación, interés superior del niño y la niña, derecho a la supervivencia y desarrollo, y el derecho a ser escuchado. En el siglo XX, la Convención permitió reconocer a la niñez desde los 0 a los 18 años de edad como una categoría especial del ser humano como una entidad política diferente a los otros estados o grupos humanos que requería consideraciones únicas y específicas para el ejercicio de sus derechos. Esto generó gran cantidad de investigaciones y estudios desde la perspectiva sicológica, económica, cultural y política, permitiendo comprender cómo debe ser reconocida y protegida la niñez; y garantizada la provisión de necesidades propias, particulares y diferentes a todos los demás grupos humanos que se encuentran en el estado adulto. Hoy en el siglo XXI, los gobiernos y la sociedad se encuentran ante un nuevo y gran desafío. Los diferentes estudios de la neurociencia y de la sicología del desarrollo muestran cómo la infancia temprana es una fase o un estado del ser humano que es radicalmente diferente a todos los otros estados en que se encuentra el ser humano a través de la vida. Elementos críticos de cómo funciona el cerebro en este grupo humano hacen radicalmente diferente a los infantes del resto de los seres humanos independientemente del estado o condición en que se encuentre cualquier otra categoría de esos otros grupos humanos. Por ejemplo, el estado pre-lingüístico del cerebro hace que las formas de comunicación del infante, si bien son muy ricas por no utilizar el lenguaje de los adultos, sean altamente vulnerables a ser discriminados y marginados de la convivencia familiar cuando el resto de la familia no se esfuerza en aprender esos lenguajes de los infantes. Otra gran diferencia es que los procesos cerebrales en el infante son fundamentalmente manejados por el hemisferio derecho, lo cual hace que su forma de interactuar con las otras personas y con el entorno sea radicalmente diferente a como lo hacen los adultos altamente influenciados por el hemisferio izquierdo. Estas interacciones pueden llevar a muchos malentendidos e inclusive a conductas violentas e intrusivas de los adultos sobre los infantes porque no operan como ellos piensan que deberían operar. Otra diferencia grande que se da en los infantes es la forma completamente diferente de «pensar» que les hace muy vulnerables a conductas de negligencia, descuido o de interacciones intrusivas. Los infantes no «piensan» en base a «recordar» como en los demás seres humanos. Desde los tres años en adelante, la persona cuenta con procesos cognitivos que están ricamente alimentados por procesos de «recordar» o traer memorias de experiencias pasadas relacionadas con lo que están viviendo y poseen la capacidad de proyectarse a momentos futuros. Los procesos cognitivos de los infantes son muy diferentes pues están básicamente generados por la constante interacción de todo lo que sucede a su alrededor lo cual requiere de un constante estímulo de sus sentidos para generar la actividad cerebral (viven en un constante presente que es construido como fruto de las interacciones con otras personas y con el entorno). Esto los hace muy vulnerables cuando los adultos que los rodean no hacen el esfuerzo de estar interactuando significativamente con el infante o cuando son dejados en contextos monótonos con pobres alternativas en el medio ambiente que pueda diversificar los estímulos todo el tiempo. Las interacciones y relaciones son para el cerebro del infante como el oxígeno es para el funcionamiento del metabolismo en el organismo. Negarle a un infante interacciones significativas es condenar a ese cerebro a que pare el combustible principal en el desarrollo de sus sinapsis y arquitectura cerebral: las relaciones significativas con otras personas. Otra característica fundamental en la infancia temprana es que este es el grupo poblacional que tiene las menores posibilidades de voz y poder para reclamar en caso de violación de derechos o de buscar ayuda. Es un grupo poblacional que como ningún otro grupo puede ser fácilmente excluido del resto de la sociedad y ser mantenido aislado bajo la cobertura del «mundo privado de la familia». Esta gran vulnerabilidad demanda del Estado mecanismos sociales que permitan visibilizar la violación de derechos humanos que pueden repetirse sistemáticamente en un mundo del secreto, sin testigos y sin posibilidades de que sus voces sean escuchadas. Ningún otro grupo humano demanda de estrategias específicas tanto para la protección de la integridad como para la provisión de los satisfactores para sus necesidades básicas y lograr su desarrollo. Cada día es más evidente la importancia de reconocer esta nueva categoría del punto de vista antropológico y político que seres humanos tienen en los primeros 1000 días de existencia, enfocados especialmente en el desarrollo cerebral del bebé. La psicoterapeuta e investigadora Sue Gerhardt, fundadora de “the Oxford Parent Infant Project” plantea claramente que debe hacerse una clara diferencia entre infancia temprana y niñez planteando la urgencia de una nueva categoría en base a los hallazgos de las investigaciones que muestran esta profunda diferencia (Why babyhood rather than childhood? – Porqué ‘bebencia’ en lugar de infancia?). Tratando de explicar esto plantea: “El caso que quiero hacer es que la infancia temprana (‘bebencia’), la etapa de bebés, es mucho más importante en nuestras vidas que lo que las personas puedan imaginar. Muchos de los comportamientos que nos preocupa más adelante en la infancia, como agresión, hiperactividad, obesidad, depresión y mal rendimiento escolar, ya ha sido formados por experiencias infantiles en la etapa de bebés.” (Sue Gerhardt S. 2009) La neurociencia, la psicología y los estudios de los infantes nos muestran un sinnúmero de diferencias radicales entre los seres humanos que están en la categoría o grupo de los primeros dos años, y el resto de seres humanos que se encuentran en la categoría o grupo niñez y adolescencia. Estos hallazgos científicos nos llaman a plantear nuevas consideraciones antropológicas de este grupo humano en la infancia temprana, y desde luego un nuevo capítulo en la rica historia iniciada por la Convención de la niñez planteando los derechos específicos de los seres humanos que se encuentran en el periodo de vida más vulnerable y crítico para su desarrollo, y en el que cuenta con los mayores potenciales de aprendizaje si los adultos no les violentan esos derechos. Así como la Convención nos trajo un cambio de paradigma acerca de la niñez, la ciencia hoy nos llama a avanzar a un nuevo paradigma de lo que es la infancia temprana ya que de eso depende que los elementos que nos hacen realmente humanos no sean resquebrajados y erosionados por las carencia de elementos críticos para el desarrollo cerebral, la presencia de estrés crónico o las experiencias adversas y traumáticas en este critico periodo de la vida. Todos estos elementos mencionados hacen de la infancia temprana un período o estado del ser humano con grandes vulnerabilidades donde las carencia de elementos críticos para el desarrollo cerebral, la presencia de estrés crónico, o las experiencias adversas afectan seriamente el desarrollo de la arquitectura natural en el tema de la infancia temprana con repercusiones por el resto de la vida. Cuando los adultos no respetan esas condiciones «naturales» de su estado, cuando les niegan las condiciones que se requieren para poder desarrollar esas potencialidades únicas que no tendrán en otras etapas de su vida. Las personas en la infancia temprana tienen «derechos negativos» muy particulares como ningún otro grupo poblacional, pues tienen derecho a que no hagan con ellos ni con ellas ciertos tipos de conductas o ponerlos en cierto tipo de situaciones que les traería un alto impacto a su salud física, emocional o mental, que no se daría con ningún otro grupo humano. Por ejemplo, las conductas intrusivas o de control a un bebé afectan mucho más seriamente y con impactos mucho más duraderos el desarrollo de sus capacidades para la autorregulación y la autoagencia que lo que le afectarían conductas similares a niños de otras edades o a los adultos. Quienes interactúan con los infantes deben conocer bien estos derechos negativos (que no pueden ser negados) que son propios del bebé. Por ejemplo el derecho a la auto-agencia que no puede negarse y obliga a los demás individuos a no quitarla o a no interferir en su desarrollo. Igualmente en la infancia temprana las personas tienen una serie de «derechos positivos» que les garantizan cierto tipo de interacciones y acceso a cierto tipo de ambientes y situaciones que son críticos para su desarrollo y bienestar como personas, y que son radicalmente diferentes a los otros grupos humanos. Los bebés, como ningún otro ser humano, hacen que quienes los rodeen, en especial los papás y mamás, impongan la realización de determinadas actividades positivas que son críticas para su supervivencia y para el logro de los fundamentos para el ser humano. El Estado, como el garante fundamental de los derechos, debe proveer las condiciones propicias para que estos papás y mamás y las familias provean los contextos apropiados a los infantes para que puedan disfrutar y vivenciar esos derechos. En la década de los 80 los mayores avances en la historia de la humanidad se dieron a través de la reflexión de lo que significaban los derechos humanos para ese gran grupo poblacional de niños y adolescentes, con particularidades radicalmente únicas, y en contraste a las otras personas, los adultos. Ahora en el siglo XXI el mayor avance de la humanidad se va a lograr con la comprensión de lo que son los derechos de la infancia temprana y de cómo estos tienen características radicalmente únicas y especiales en contraste a los derechos que tienen el resto de niños y adolescentes. La altísima sensibilidad en el desarrollo de la arquitectura cerebral debido a la alta velocidad de construcción de sinapsis y conexiones entre neuronas, y la crítica dependencia en los vínculos y apego con quienes le cuidan, requiere de una sociedad que establezca contextos y patrones de interacción con este grupo poblacional completamente diferente a cualquier otro grupo humano. La violación de los derechos en este estado crítico, aún a niveles de baja escala, tiene profundas repercusiones por el resto de la vida. Por el contrario, la protección y la garantía de los derechos en la infancia temprana tienen un impacto incalculable en el desarrollo de la ciudadanía para la formación de sujetos humanos responsables, con altos niveles de empatía y un gran compromiso por el bien común. Los grandes avances logrados con la Convención, del reconocimiento social y político de la niñez (hasta los 18 años de edad) hoy enfrenta un nuevo reto en torno al reconocimiento de la infancia temprana como un estado distintivo y especial que demanda consideraciones especiales como ninguna otra etapa, estado o grupo social de la humanidad. Esta categoría especial de la infancia temprana no puede continuar siendo manejada de una forma diluida dentro de la categoría niñez de 0 a 18 años. Uno de estos avances de la humanidad lo encontramos en el trabajo realizado que se dio en lo que se llama “Día de las Discusiones Generales del Comité de los Derechos de la Niñez de Naciones Unidas en el día 17 de septiembre del 2004”, en el que se manejó el tema de la implementación de los derechos del niño y de la niña en la infancia temprana buscando levantar conciencia de una comprensión más amplia de los derechos que tiene la niñez en la infancia temprana y de la urgencia de buscar mecanismos para facilitar la plena implementación de esos derechos. El «Día de discusiones generales», el departamento de las Naciones Unidas, las organizaciones no gubernamentales, representantes de gobierno y otros grupos interesados en la niñez presentaron alrededor de el «Comentario General Nº7» acerca de «Implementación de los Derechos del/a niño/a en la Infancia Temprana» se adoptó el 30 de septiembre de 2005 en la sesión Nº 40 del Comité. En el siglo XXI, el Estado y la sociedad enfrentan el gran desafío de buscar propuestas integradoras que enfoquen sus esfuerzos en la edad más crítica del ser humano y en donde mayores beneficios pueden obtenerse: La infancia temprana. Como lo plantea el Centro para el Desarrollo de la Niñez (Center on the Developing Child) de la Universidad Harvard en un documento publicado en el 2010 en INBRIEF «The Foundations of Lifelong Health» (Los Fundamentos de la Salud para Toda la Vida); que plantea dónde los gobiernos, el sector privado y la sociedad deben hacer la mayor inversión. Ellos describen cómo investigaciones han mostrado que para el logro de una sociedad armónica, productiva, que provea bienestar a todos y todas con un futuro sostenible se requiere de un compromiso pleno para garantizar el desarrollo integral en la infancia temprana: «Una sociedad llena de vitalidad y productiva con un futuro próspero y sostenible está construida sobre el fundamento del desarrollo temprano de la infancia. Experiencias tempranas positivas proveen el fundamento para el desarrollo de una arquitectura cerebral robusta y una gran capacidad para el aprendizaje de un amplio rango de habilidades y conocimientos». Ese centro plantea, cómo múltiples investigaciones en diferentes partes del mundo, muestran que los avances en la neurociencia, la biología molecular y la genética han llegado a tres grandes conclusiones: ⁻ Las experiencias tempranas en la vida se incorporan a nuestros cuerpos creando memorias biológicas que moldean nuestro desarrollo para bien o para mal. ⁻ El estrés tóxico causado por experiencias adversas produce alteraciones biológicas que lesionan el desarrollo de la capacidad del sistema del cuerpo para responder al estrés y afecta la arquitectura del cerebro en desarrollo, el sistema cardiovascular, el sistema inmunológico y el sistema de regulación del metabolismo. ⁻ Estas alteraciones fisiológicas persisten a través de la vida adulta y llevan a daños y limitaciones tanto físicas como mentales durante la vida. Es obligación del Estado proteger a niños y niñas, especialmente en la infancia temprana (ya que este es el periodo más crítico y sensible), del estrés toxico y experiencias adversas que causan los daños tan serios ya revisados. Según la Convención de los Derechos del Niño, los Estados deben garantizar «en la máxima medida posible la supervivencia y el desarrollo del niño» (Artículo 6[2]). Este «desarrollo del niño» incluye la primera infancia, que es la etapa más importante del desarrollo humano. También los Estados tiene la obligación de adoptar «todas las medidas legislativas, administrativas, sociales y educativas apropiadas para proteger» a los niños y niñas de todo tipo del maltrato y abuso, incluyendo medidas de prevención (Artículo 19 [1 y 2]). Los gobiernos, como principales garantes de derechos humanos, puedan utilizar las 12 Estrategias que exploraremos más adelante para desarrollar el cumplimiento de sus obligaciones internacionales políticas y medidas legislativas para el desarrollo de la primeria infancia. El uso de estas 12 estrategias sería una oportunidad excelente para los Estados y una contribución muy valiosa para el logro del desarrollo de ciudadanos formados en una cultura de respeto a los derechos humanos. Este libro busca ser parte de ese movimiento global con un enfoque basado en los derechos humanos que plantea una nueva forma de ver, escuchar e interactuar con la niñez, especialmente durante la infancia temprana de una forma radicalmente diferente e innovadora que traerá gran cantidad de beneficios a toda la sociedad. El movimiento de protección integral de la infancia que se inició con la Convención de los Derechos del Niño en 1989 continúa fortaleciéndose hoy y adquiere un valor especial para el grupo poblacional específico de la infancia temprana. Se han venido buscando diferentes formas de operar en la realidad con un enfoque que sea más integrado, de acuerdo a lo planteado por la Convención y en forma particular por estos tres artículos: Artículo 3.2: «Los Estados Partes se comprometen a asegurar al niño la protección y el cuidado que sean necesarios para su bienestar, teniendo en cuenta los derechos y deberes de sus padres, tutores u otras personas responsables de él ante la ley y, con ese fin, tomarán todas las medidas legislativas y administrativas adecuadas». Artículo 26: «Los Estados Partes reconocerán a todos los niños el derecho a beneficiarse de la seguridad social». Artículo 27: Los Estados Partes reconocen el derecho de todo niño a un nivel de vida adecuado para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral y social. A los padres u otras personas encargadas del niño les incumbe la responsabilidad primordial de proporcionar, dentro de sus posibilidades y medios económicos, las condiciones de vida que sean necesarias para el desarrollo del niño. Los Estados Partes, de acuerdo con las condiciones nacionales y con arreglo a sus medios, adoptarán medidas apropiadas para ayudar a los padres y a otras personas responsables por el niño a dar efectividad a este derecho y, en caso necesario, proporcionarán asistencia material y programas de apoyo, particularmente con respecto a la nutrición, el vestuario y la vivienda. Un ejemplo de los grandes avances en este enfoque de derechos lo encontramos en la publicación de UNICEF “Sistemas Integrados de Protección Social; promoviendo la equidad para la infancia” (Integrated Social Protection Systems. Enhancing Equity for Children) 2012. “En respuesta a la crisis financiera y crisis económica global en el 2008, la junta de directores ejecutivos de las Naciones Unidas estableció la Iniciativa del Piso de Protección Social (PPS) como un esfuerzo conjunto para promover acceso a los servicios esenciales y trasferencias sociales. Un piso de protección social es el primer nivel de una amplia protección social nacional sistema que ayuda a hacer realidad los derechos humanos para todos a través de garantizar el acceso universal a los servicios esenciales (salud, educación, vivienda, agua y saneamiento, y otras servicios, definidos a nivel nacional) y proporcionar transferencias sociales, en dinero o en especie, para garantizar la seguridad de los ingresos, la seguridad alimentaria, la nutrición adecuada y el acceso a los servicios esenciales. UNICEF está comprometido con la iniciativa PPS, particularmente trabajando con países para desarrollar pisos de protección social que sean específicos al contexto a través de la identificación e implementación de sus propias prioridades de protección social. El apoyo de UNICEF en el desarrollo de sistemas integrados de protección social es una contribución para la iniciativa más amplia de PPS.” (pg.32) Esta iniciativa del Piso de Protección Social debe claramente aplicarse en el período más crítico y necesario del ser humano que es la infancia temprana y acompañar a las familias en el cumplimiento de sus responsabilidades de protección y desarrollo integral. Como se verá a través de este documento, no hay ninguna otra inversión social que el Estado haga que traiga tantos beneficios en múltiples aspectos de la sociedad, que la inversión social hecha en las familias para que puedan cumplir con ese cuidado de proveer los determinantes personales para el desarrollo del ser humano en los 1000 primeros días de su existencia. Esperamos que los marcos teóricos presentados en este libro como también las diferentes prácticas mencionadas en las 12 estrategias, puedan mostrar formas concretas de comenzar a implementar este Piso de Protección Social a la población que más lo requiere en nuestras comunidades y países. La cobertura de Protección Social universal debe comenzar precisamente donde, como veremos a través de este libro, existe la mayor necesidad y donde mayores retornos va a producir a toda la sociedad: la infancia temprana. B. CUIDANDO LA VERTIENTE AGUAS ARRIBA: LOS FUNDAMENTOS DE LA HUMANIDAD os niños son el presente y el futuro de nuestras sociedades; si les fallamos estamos fallándonos a todos nosotros y al futuro de la humanidad. Si las políticas públicas, los programas de desarrollo, los servicios de salud y otras intervenciones sociales están dirigidos a personas mayores de cinco años y a adultos, estamos seriamente desperdiciando los recursos. La inversión social en los primeros años de vida trae los mayores beneficios sociales, educativos, políticos, económicos, y culturales (el mayor costobeneficio posible). 1. Inversión social y económica en el desarrollo de la infancia temprana Inversiones sociales en periodos posteriores de vida, donde se descuidaron los primeros años, traerán poco «retorno» o pocos beneficios sociales, educativos, políticos, económicos, y culturales. Peor aún, inversiones en procesos productivos, educación, infraestructuras, etc., que descuiden la inversión social en los primeros años de vida, continuarán manteniendo la reproducción de la pobreza, la violencia y las injusticias. Estas 12 estrategias buscan facilitar los contextos donde concretamente se implementa el principio fundamental de respeto a «los mejores intereses del niño y la niña» en la vida cotidiana del período más crítico y vulnerable del ser humano: su período intrauterino y los dos primeros años de vida. Entre más cercana sea la intervención a las raíces o causal de beneficios o de generación de problemas; cuanto más «aguas arriba» se hagan las intervenciones, mayor será el potencial de ganancias para la sociedad en la prevención de muchos problemas sociales, económicos y mentales que individuos, familias y la sociedad tengan como resultado de los graves déficits cognitivos, emocionales y sociales (debido al desarrollo deficiente de la primera infancia). Las carencias afectivas en la primera infancia, así como las experiencias adversas en la infancia tienen repercusiones muy graves en los diferentes aspectos políticos, económicos y sociales en la que se involucraran esas personas. El mayor potencial para influir positivamente en la salud, el bienestar y la producción de la población del país está en las inversiones sociales para el desarrollo integral de la infancia temprana. Esto permite ir a las raíces de las mejores potencialidades para el desarrollo del ser humano como también a las raíces de los mayores problemas de la sociedad. El no proveer condiciones propicias para el desarrollo integral de la infancia no es asunto de «descuidar a la niñez» sino que es un asunto de descuidar y abandonar al Municipio y al país. El no tener políticas claras de protección y desarrollo integral de la infancia temprana implica perder la riqueza más grande, que son ciudadanos con plena salud física, emocional y mental; ciudadanos con grandes capacidades para aprendizaje y producción, y con altos compromisos para participar en la marcha y cuidado del Municipio. La sociedad en general y en particular las organizaciones de la sociedad civil involucradas en la temática de salud, educación, desarrollo comunitario y protección de la niñez deben asumir un rol protagónico de crear modelos concretos de buenas prácticas, al igual que monitorear el gasto público en gobiernos locales dirigido a este sector poblacional en el periodo más estratégico del desarrollo del ser humano. A medida que estas instituciones mejoren sus capacidades para generar modelos de proyectos para el desarrollo integral de la infancia temprana, basados en experiencias exitosas que ya se vienen realizando en otros lugares, se tendrá mucha mayor incidencia en el Estado para que éste asuma la responsabilidad que le corresponde haciendo una verdadera inversión social en este sector de la población, puesto que ya ha sido considerando como rol del Estado el de buscar el bien superior de la infancia. Hoy los modelos de democracia ofrecen una gran oportunidad para explorar la posibilidad de establecer asociaciones público-privadas para implementar proyectos dirigidos a la infancia temprana, lo cual ayudaría a crear imaginarios sociales donde la infancia temprana se haya convertido en la riqueza más protegida e importante de la sociedad y el Estado. 2. Más allá de la supervivencia infantil Es crucial buscar propuestas que trasciendan los servicios puntuales de supervivencia infantil que los Estados venían proveyendo y transformar estos enfoques en una propuesta de desarrollo integral de la niñez. Los programas tradicionales de supervivencia infantil manejados por el Estado deben tener una trasformación radical desarrollando propuestas integrales que van más allá de mantener a un niño o niña vivos biológicamente. Es crucial desarrollar propuestas más integrales e intersectoriales que permitan el desarrollo integral de la infancia temprana como se plantea en la investigación «Un Marco Científico Integrado de Supervivencia Infantil y Desarrollo Temprano de la Infancia» (An Integrated Scientific Framework for Child Survival and Early Childhood Development) hecha y desarrollada por una serie de investigadores que trabajaron en equipo y que representaban varias instituciones de las más prestigiosas en la temática de niñez: Jack P. Shonkoff, MD; Linda Richter, PhD; Jacques van der Gaag, PhD, and Zulfiqar A. Bhutta, MB, BS, PhD. Este documento publicado en PEDIATRICS (Volumen 129, N° 2, Febrero de 2012) plantea: «El construir un fundamento fuerte para un desarrollo saludable en los primeros años de vida es un prerrequisito para lograr el bienestar de las personas, la productividad y la armonía en las sociedades del mundo». «La ciencia nos dice que el fundamento para una vida saludable como para poder desarrollar aprendizajes es establecido en los primeros años de vida. Por lo tanto ha llegado el tiempo para integrar los programas de reducción de mortalidad con una inversión más grande para el logro del desarrollo integral de la infancia, particularmente en los países más pobres». «Los frutos de una sociedad que cuenta con una población saludable y bien educada, que vive en comunidades seguras y que funcionan armoniosamente, al igual que el logro de la prosperidad y la autosostenibilidad de esas sociedades solo podrá ser logrado por aquellas comunidades que hacen inversiones basadas en las evidencias relacionadas con el desarrollo saludable de la niñez». La misma Convención ya planteó hace varias décadas que no eran suficientes las acciones del Estado para garantizar la supervivencia del infante sino que se debía asumir las responsabilidades por su pleno desarrollo como está claramente resumida en esta frase del artículo 6.2: «Los Estados partes garantizarán en la máxima medida posible la supervivencia y el desarrollo del niño». Estas 12 estrategias buscan facilitar los contextos donde concretamente se implementa el principio fundamental de respeto a «los mejores intereses del niño y la niña» en la vida cotidiana del período más crítico y vulnerable del ser humano: su período intrauterino y los dos primeros años de vida. Las estrategias aquí presentadas muestran también la prioridad de establecer asociaciones y alianzas, con diferentes actores, para desarrollar las diferentes acciones que se necesitan para un desarrollo integral de la infancia temprana. El manejo de estrategias de forma conjunta ayuda a emplear perspectivas integrales que permitan respuestas multisectoriales que sinérgicamente llevarán a la trasformación los contextos en que niños y niñas establecen los fundamentos de las formas en que ellos podrán continuar aprendiendo por el resto de su vida; como también los fundamentos que establecen sus capacidades para producir y para relacionarse con los otros seres humanos y la naturaleza. 3. Construyendo contextos apropiados Como nunca antes en la historia de la humanidad, gracias a las investigaciones de la neurofisiología y del desarrollo de la infancia temprana, el ser humano tiene posibilidad de tomar acciones concretas para construir contextos apropiados en que los infantes puedan ejercer plenamente sus derechos humanos. Cuando la familia y la sociedad experimenten los ricos frutos de ver crecer a un infante en un contexto de respeto a sus derechos humanos, fácilmente cuidará esos derechos en las etapas subsiguientes de su historia. Cuando un infante desarrolla su arquitectura cerebral en un contexto donde puede ejercer sus derechos experimentando la empatía y el cuidado de las demás personas, construye su identidad y sus relaciones viendo el ejercicio de los derechos humanos como una forma natural de ser humano. El resto de su vida vivirá cuidando y respetando los derechos humanos de los demás y experimentará rechazo y urgencia de intervenir en la restitución de los derechos humanos cuando estos sean violentados en otras personas. Como veremos más adelante cada día más y más investigaciones demuestran que el trato que recibimos las personas en la infancia temprana determina profundamente la forma en que tratamos a las personas a través de nuestra niñez, juventud y vida adulta. Veamos uno de los resúmenes que investigadores hacen de la diferente literatura e investigaciones realizadas en las dos últimas décadas: «Lo que hemos aprendido a través de todas estas investigaciones es muy sencillo. Los vínculos y el apego lo es todo en el ser humano… El apego (o la falta de apego) es la base emocional fundamental que determina en lo que nos convertimos como adultos, cómo interactuamos con las otras personas y el resto de las formas vivas. Bien sea que sintamos amor, confianza, credibilidad, o compasión por otras personas, está determinado por nuestras experiencias en la infancia temprana y cómo esas experiencias moldearon el cableado de nuestro cerebro». (PBS’ This Emotional Life Features API Cofounders Lysa Parker and Barbara Nicholson Post “Be the Change: Nurturing the Capacity for Compassion“). Este documento busca presentar las 12 estrategias más importantes que deben tenerse en cuenta en un programa que busque el desarrollo integral en la infancia temprana para el desarrollo del mejor potencial en la formación de ciudadanos comprometidos con el bienestar, la armonía y la justicia de toda la sociedad. Estas 12 estrategias buscan facilitar la exploración de propuestas más integradoras que realmente permitan una trasformación social en la forma en que vemos, escuchamos e interactuamos con la niñez cuando se encuentra en la infancia temprana. Asimismo, buscan romper con enfoques de actividades y proyectos puntuales para pensar en programas y políticas públicas que incluyan una perspectiva integral que permita el desarrollo pleno del infante como ser humano capaz de autogerenciar su propio proyecto de vida cuidando de sí como de las personas que lo rodean y del resto de la humanidad. C. EL DESARROLLO Y LA SALUD NO SON ASUNTOS DE ECONOMÍA, SERVICIOS O TRANSFERENCIA DE TECNOLOGÍA l desarrollo es fundamentalmente un asunto de la forma en que se relacionan las personas; es decir, de la forma en que el cerebro se desarrolla en los primeros años de vida. Los fundamentos de la arquitectura cerebral se definen en la infancia temprana, dependiendo del tipo de experiencias que el infante haya tenido en sus relaciones familiares y con el entorno que le rodea. Se establecen las capacidades para el aprendizaje, para la forma de interactuar con otras personas, la forma de establecer vínculos y apegos y; por lo tanto, la forma de organizarse con otros seres humanos en los procesos productivos. Propuestas de desarrollo que carecen de estrategias claras para proteger los períodos más críticos del ser humano (la infancia temprana) como también de acompañamiento a las familias para que puedan cumplir con la provisión de contextos y relaciones que les permitan el desarrollo integral de los infantes, no logran beneficios reales y sostenibles en las comunidades. 1. Los fundamentos del desarrollo humano En el modelo socioeconómico en que se encuentra la humanidad hay un marcado énfasis en la urgencia de recursos materiales para poder proveer el desarrollo. Se considera que la pobreza de un pueblo está dada por la carencia de esos recursos materiales o la carencia de tecnología para darles valor agregado y transformarlos en bienes y servicios para la sociedad. Desafortunadamente se desconoce que el elemento central en los procesos de desarrollo es el ser humano y que depende del estado de desarrollo de ese ser humano el que la sociedad logre su bienestar. Hoy cada día, se hace más evidente que el desarrollo y la salud no son un asunto de economía, servicios o transferencia de tecnología. El asunto fundamental en el desarrollo y la salud de los pueblos está dado por la forma en que se relacionan las personas y por cómo su cerebro se ha desarrollado. El fundamento del desarrollo no está dado por infraestructuras, o recursos existentes, ya que el desarrollo y la salud requieren de otras cosas más importantes además de infraestructuras o cosas materiales. Países saludables y prósperos son fruto de ciudades y comunidades saludables y prósperas. Comunidades saludables y prósperas son fruto de buenos vecinos y vecinas, así como buenos amigos y amigas, comunidades capaces de tener acceso a información, sistemas productivos, mercadeo, salud, educación, tecnologías y servicios de crédito; comunidades capaces de organizarse para cuidar de sus medios de sustento. Comunidades saludables y prósperas son fruto de lindas familias y lindos amigos y amigas. Más y más investigaciones plantean que la vida tiene que ver con vínculos y apegos. La vida plena es amar y ser amado y cuando las personas experimentan este tipo de relaciones generan una gran cantidad de energía para cuidarse mutuamente y para lograr satisfacer sus necesidades. Esto está claramente expresado en la investigación hecha por Larry Young, PhD, Jefe del departamento de Behavioral Neuroscience and Psychiatric Disorders, Emory University: «Comportamientos sociales complejos, incluyendo los vínculos y apegos sociales, la cooperación y la reciprocidad social están altamente determinados por procesos cerebrales y mediados por los roles de los neurotransmisores tales como la occitoxina y la vasopresina. Igualmente esto determina las enfermedades psiquiátricas que se caracterizan por una alteración en la forma de relacionarse o interactuar con las otras personas». 2. El Papel de los Estados y Municipios Municipios y naciones que no están dispuestos a buscar fortalecer la capacidad de las familias para cuidar y proteger estos «procesos cerebrales» que son los generadores de «comportamientos sociales complejos, incluyendo los vínculos y apegos sociales, la cooperación y la reciprocidad social», están condenados a continuar postergados con altos índices de problemas de salud física, emocional y mental, altos niveles de pobreza y altos niveles de expresión de diferentes formas de violencia. Por el contrario, cuando existe voluntad política para cuidar el desarrollo del sujeto, los otros aspectos relacionados con el desarrollo y la salud irán desencadenándose a consecuencia de la capacidad de esos sujetos y familias para cuidarse a sí mismos y, como veremos más adelante, cuidar el periodo más crítico del ser humano, la infancia temprana. La construcción de apegos, vínculo y capacidad para experimentar empatía (que se establece en los primeros días de vida) genera una gran fuerza social para conductas altruistas y solidarias entre toda la población. Cuando Municipios y naciones tienen una política para establecer contextos apropiados en los que la infancia tempana puede contar con las condiciones apropiadas para su desarrollo integral, contarán con los ciudadanos y con los mejores cimientos posibles para la convivencia y la productividad. Como lo resume UNICEF en el documento «Integrated Social Protection Systems. Enhancing Equity for Children»: «Invertir en los niños y niñas ahora, cosechando beneficios a largo plazo: los ya demostrados impactos que trae de la protección social para el desarrollo infantil se extienden mucho más allá de la infancia, que incrementan la productividad del adulto y la contribuye para romper el ciclo intergeneracional de la pobreza. La protección social también puede tener efectos positivos sobre las actividades económicas de los hogares con un gran potencial de efectos multiplicadores». 3. El cemento de la sociedad El cemento de la sociedad que le permite a las personas experimentar profundas satisfacciones y una vida significativa es la experiencia de poder amar y ser amados (lo cual es altamente determinado por los vínculos y apegos experimentados en la primera infancia). El amor es una fuerza que empuja a las personas a hacer toda clase de esfuerzos para mejorar sus condiciones y sobreponerse a las adversidades (sentido de pertenencia y apegos). La capacidad para amar a otros está altamente determinada en los primeros años de vida. Infantes y adultos desarrollan su capacidad de apego cuando estos experimentan las «inmersiones en la ternura». Las experiencias de apego en la infancia capacitan a la niñez para que en el futuro, como adultos, puedan desarrollar apegos y ricas relaciones con otros adultos y con los niños y niñas con que ellos interactúen. Familias saludables y prósperas son fruto de personas saludables que saben relacionarse, que tienen capacidad de pensar y aprender para hacerse competentes, capacidad de amar y relacionarse de formas significativas, capacidad de producir y compartir la producción, capacidad de resolver conflictos en formas no violentas y efectivas, capacidad de enfrentar apropiadamente las adversidades y capacidad de disfrutar y celebrar la naturaleza y la vida. Una sociedad que no está comprometida en crear y fortalecer estos vínculos y apegos, especialmente en la generación que está llegando, es una sociedad que se dirige hacia un proceso de descomposición y de manifestación de expresiones de violencia más intensa que la generación previa. Por el contrario, entre más esfuerzos haga la sociedad para proveer las condiciones propicias para que se establezcan los fundamentos de la capacidad para desarrollar vínculos, apegos y empatía en la infancia temprana, podrá contar con un salto cualitativo de la forma en que se relacionarán los adultos y las instituciones de las cuales esos adultos serán parte. «La salud, la productividad y la creatividad de una sociedad se renueva en cada generación a través de sus hijos e hijas. La sociedad que entiende y actúa en base a esta realidad tendrá éxito, la sociedad que no lo haga estará condenada al fracaso. No les fallemos a nuestros niños y niñas. No construyamos nuestro propio fracaso». (Bruce D. Perry, M.D., Ph.D., «The Real Crisis of Katrina» The Trauma Academy) Este mismo autor en uno de sus libros publicados «Nacidos para amar» plantea cómo la empatía ha sido el elemento fundamental que ha permitido el desarrollo de la especie humana y cómo la infancia temprana es lo que permite desarrollar esa empatía en base a las experiencias vivenciales de empatía que el infante tenga en las interacciones con su papá y mamá. «Esta interdependencia es un producto de nuestra biología. La especie humana, cuando entra al mundo con piel tan frágil, sin garras para protegerse, y dentadura que le permita defenderse, para poder sobrevivir, teníamos que ser capaces de formar grupos cooperativos pequeños clanes para poder cazar, recolectar, y colectivamente protegerse unos a otros del hambre y de los depredadores, y, por desgracia, también forma diferentes tribus humanas. Para reproducirnos y para mantener a nuestros vulnerables niños y niñas con vida, nos necesitamos unos a otros. La capacidad de aprender a leer las intenciones de otras personas y de preocuparse por la situación en que se encuentran (empatía) fue lo que nos ayudó a convertirnos en una de las más especies más exitosas de la Tierra, la única especie capaz de controlar su propio ambiente. La humanidad no habría sobrevivido a través de la historia y no podrá continuar en ella sin la capacidad de formar relaciones mutuamente enriquecedoras, gratificantes y duraderas. Nosotros sobrevivimos porque podemos amar. Y nosotros podemos amar porque podemos sentir empatía. En otras palabras, porque podemos ponernos en los zapatos de la otra persona y actuar sensiblemente porque sabemos lo que significa estar en esa situación». (Nacidos para amar, P. 4, 2011). Como se verá a través del libro, la cohesión y la interdependencia que experimenta la sociedad están altamente relacionadas con la forma en que los papás y mamás desarrollan habilidades para responder pronta, apropiada y consistentemente a los esfuerzos comunicacionales del bebé cuando este expresa sus emociones, necesidades e intereses. Es por ello que en este libro le daremos mucha importancia a «la danza romántica de las inmersiones en la ternura». Esto es lo que permite que el cerebro del hijo e hija pueda conectarse con el cerebro de sus papás y mamás para generar múltiples fenómenos comunicacionales y neurofisiológicos generando vínculos, apegos, sentido de pertenencia y, lo más valioso de todo, la capacidad de experimentar la empatía. 4. La gran brecha en salud y desarrollo Los diferentes estudios de la neurociencia y de los fundamentos que se establecen en el ser humano en sus primeros años de vida están llevando a plantear nuevos principios en desarrollo y salud, pues ya no son asunto de cosas o servicios sino un asunto de personas. La historia muestra que el desarrollo sostenible comunitario solo se da cuando la gente local desarrolla su capacidad y responsabilidad para agenciar sus propios recursos en la búsqueda de su propio bienestar. Comunidades sostenibles nunca han sido construidas de arriba hacia abajo o de afuera hacia adentro, sino que han sido construidas desde adentro mismo. Las comunidades son fruto de su propio proceso de entretejerse unos con otros y del desarrollo de las capacidades para cuidar de ellos mismos y para interactuar proactivamente con otras comunidades o culturas sabiendo cuidar de su propia comunidad e historia. El logro de estas cosas está claramente ligado al tipo de desarrollo cerebral que las personas de la comunidad han tenido en la niñez. El Dr. Jack P. Shonkoff, M.D., director del Concilio del Desarrollo del Niño (National Scientific Council on the Developing Child) afirma: «El desarrollo saludable en la infancia beneficia a toda la sociedad porque provee el fundamento sólido para el desarrollo de la ciudadanía, la productividad económica, la salud física y mental durante la vida adulta, comunidades fuertes cohesionadas y una democracia sostenible y próspera. Las relaciones son “el ingrediente activo” de las experiencias en la infancia temprana. Relaciones responsables que nutran emocionalmente son las que construyen la arquitectura cerebral saludable y proveen un fundamento fuerte para el aprendizaje, los comportamientos y la salud. Cuando no se proveen relaciones que protejan y nutran al niño los niveles elevados de las hormonas de estrés (ejemplo cortisol) alteran el desarrollo de la arquitectura cerebral limitando el crecimiento de las células e interfiriendo con la formación de circuitos neurales saludables». Los enfoques tradicionales de atención a la infancia con los programas de supervivencia infantil se han quedado obsoletos ante la gran cantidad de evidencias de que el cuidado de la infancia no puede limitarse solo al cuidado de la supervivencia biológica. La supervivencia del ser humano no puede ya ser considerada como un asunto de protección de las enfermedades o de la desnutrición, sino que debe tener un enfoque mucho más integral que sea especialmente sensible al desarrollo integral del cerebro, que es este el que regula y determina la capacidad del sujeto para adaptarse a su entorno y transformarlo para el bien de toda la sociedad. Para cerrar la gran brecha en salud y desarrollo que existe en poblaciones se requiere de ciudadanos bien equipados capaces de asumir responsabilidad por su propia historia. Tratando de ayudar a otras personas no es difícil asumir conductas paternalistas de «donantes» hacia «beneficiarios» que actúan como recipientes pasivos. Este enfoque de desarrollo o de servicios de salud ya no es sostenible y seriamente erosiona la capacidad local de las personas y la de su bienestar. Las viejas formas de hacer desarrollo muchas veces han hecho más daño que ayuda (especialmente cuando se enfocan en tecnología, cosas materiales, generación de ingresos o prestación de servicios a «recipientes pasivos» en lugar de enfocarse en el desarrollo de las mismas personas para que autogestionen su propia salud y desarrollo comunitario). Aun instituciones dedicadas a los aspectos económicos de la sociedad llegan a conclusiones similares que plantean que el invertir en el desarrollo de la niñez lleva a prosperidad económica no solo a esos niños sino a toda la economía de la sociedad. Una investigación del Banco Federal de los Estados Unidos, «Una Propuesta para lograr Altos Retornos Económicos del Desarrollo de la Infancia Temprana» (A Proposal for Achieving High Returns on Early Childhood Development), por Rob Grunewald y Arthur Rolnick (Federal Reserve Bank, 2006), dice: «En los últimos 20 años el desarrollo económico ha sido una preocupación central para la mayoría de los estados y gobiernos. Se invierten billones de dólares cada año para subsidiar compañías privadas para que establezcan o expandan sus negocios y mercados... Una de las inversiones más productivas que existe, que raramente se consideran como inversiones económicas, es la inversión en el Desarrollo de la Infancia Temprana (DIT). Diferentes estudios longitudinales en DIT, hechos con niños de alto riesgo de familias de pocos ingresos económicos, han demostrado que el retorno económico es extraordinario. En investigaciones previas se ha mostrado que el retorno actual en programas de DIT llega al 16% (ajustando la inflación)». 5. Sociedades prósperas y sostenibles El documento «Conceptos centrales en la ciencia del desarrollo de la infancia temprana» describe la importancia del desarrollo saludable de la infancia temprana en la construcción de los fundamentos sólidos para el desarrollo de la sociedad: «El desarrollo de la niñez es el fundamento crítico para el desarrollo comunitario y el desarrollo económico ya que los niños son el fundamento de las sociedades prósperas y sostenibles»… «Cuando invertimos sabiamente en la niñez y las familias la siguiente generación pagara ricamente esa inversión al ser ciudadanos responsables y altamente productivos… Cuando fallamos al no darles a los niños lo que ellos necesitan para construir un fuerte fundamento para sus vidas saludables y productivas hemos puesto nuestra prosperidad y seguridad futura en un alto riesgo… Un rápido crecimiento de conocimientos e investigaciones en el área de neurociencia, biología molecular, genética y desarrollo de la primera infancia nos permiten ver cómo podemos usar nuestros recursos de una forma más efectiva y eficiente para proveer estas bases para el desarrollo de la infancia temprana». Las bases para una sociedad próspera están dadas en la salud y las competencias de su población. Por ello es crucial entender cómo se establecen los fundamentos en la vida de un niño para que pueda ser exitoso en sus relaciones, su aprendizaje y su capacidad de interactuar armoniosamente con el mundo que lo rodea. Hoy la neurociencia muestra que todo lo que la persona es en su vida adulta, su salud física, emocional y mental, su capacidad para aprender, trabajar y producir y la forma en que se relacione con otros adultos y la naturaleza, es fruto de funciones cerebrales y que esas funciones cerebrales son altamente determinadas por la arquitectura cerebral desarrollada en los primeros meses y años de vida. Lo que sucede en los primeros años de vida tiene consecuencias por el resto de la vida. El cerebro no nace maduro sino que se organiza a través de las experiencias debido a que los genes responden a la interacción con el entorno (especialmente con las personas significativas). Es una danza entre la biología y las experiencias, entre la naturaleza y los diferentes tipos de nutrición que recibe (emocional, física y cognitiva). Los primeros años de vida son críticos en la niñez y tienen un profundo impacto en todo lo que suceda en la vida adulta, especialmente la forma en que se relacionarán con otras personas. El entorno experimentado en la infancia temprana, especialmente el tipo de vínculos y apegos que experimenta, literalmente esculpe el cerebro y establece la trayectoria de su vida cognitiva y socioemocional como también sus aprendizajes y capacidades productivas. Si nosotros queremos mejorar los resultados en la escuela y en la vida adulta tenemos que enfocarnos en la infancia temprana. Esto tiene profundas implicaciones en las políticas públicas para interactuar con los infantes tanto en la familia como en programas y servicios a la niñez. Invertir en la edad temprana es la inversión económica más valiosa que la sociedad puede hacer no solo para prevenir patologías físicas o mentales sino también para prevenir problemas sociales y criminalidad. Es por ello que gobernantes, autoridades y la sociedad en general deben reconsiderar seriamente el tipo de políticas orientadas a crear entornos seguros que garanticen la protección de los derechos del ser humano, especialmente en la infancia temprana si es que desean tener comunidades, ciudades y municipios prósperos y seguros. Los Estados deben proveer «la asistencia apropiada a los padres y a los representantes legales para el desempeño de sus funciones en lo que respecta a la crianza del niño...» (Convención sobre los Derechos del Niño, Artículo 18[2]). Esta asistencia requiere la formación de políticas públicas orientadas a apoyar a las familias instituciones de protección y cuidado de la niñez y sobre todo en la primeria infancia (Convención sobre los Derechos del Niño, Articulo 18 [2 y 3]). La carencia de políticas públicas orientadas a apoyar a las familias en su capacidad de proteger a la niñez y de facilitarles su desarrollo integral, trae costos muy altos a los municipios cuando estas personas se encuentran en etapas posteriores de la vida: deserción escolar, pandillas, drogadicción, enfermedades mentales, delincuencia, aparatos represivos para intentar una frágil seguridad ciudadana, hospitales, sistemas judiciales colapsando por la sobrecarga de delitos, etc. Las políticas de apoyo a las familias para que éstas puedan ofrecer contextos en los que la infancia pueda disfrutar de sus derechos, es una de las estrategias más importantes en desarrollo. La historia de las personas está altamente decidida en sus primeros años en la familia. La publicación «Pediatría de la Familia: Reporte de la Fuerza Especial de la Familia» (Family Pediatrics: Report of the Task Force on the Family; Edward L. Schor, Chairperson), American Academy of Pediatrics, Pediatrics 2003; 111; 1541 afirma que: «Las familias son la influencia más crítica y duradera en la vida de la niñez. Los padres son también centrales en el cuidado pediátrico. La salud y el bienestar de la niñez están intrínsecamente ligados con la salud física, emocional y social de sus padres, sus circunstancias sociales y sus prácticas de crianza… Cuando el estrés de la familia encuentra su voz a través de los síntomas que presentan los niños y niñas, los pediatras encuentran en los padres la primera fuente de ayuda… Las necesidades de la niñez que solo la familia puede suplir incluyen soporte social, socialización, manejo de frustraciones y adversidades y habilidades para la vida. Su autoestima crece y cambia de ser recipientes de cuidados y amor a ser participantes activos que contribuyen en una unidad social que comparten valores, que se comunica abiertamente y que proveen acompañamiento. Las familias trasmiten e interpretan los valores que incorpora la niñez y sirven de conectores con el resto del mundo, especialmente en la infancia temprana. Si bien la escuela provee educación, es la familia la que da las bases para interactuar con el mundo». 6. Cuidado en la infancia temprana El cuidado en la infancia temprana tiene un impacto decisivo en el desarrollo de las personas, de sus aprendizajes, de su capacidad para manejar adversidades y en la forma en que manejan sus emociones. Los bebés florecen cuando reciben cuidado caluroso y amor como fruto de entender y responder a los esfuerzos comunicacionales de su cerebro. La capacidad de los adultos para responder pronta y efectivamente a las necesidades que exprese el bebé es lo que decide el desarrollo de una arquitectura cerebral saludable y forma vínculos sólidos. La experiencia saludable en el establecimiento de los vínculos y el apego es lo que desarrolla la capacidad para ganar control sobre sus estados emocionales. Un apego seguro es el mejor colchón para enfrentar los golpes y situaciones difíciles a través de la vida. (New insights into Early Development for parents, caregivers and policy makers, Rethinking the Brain). No es posible superar la problemática de pobreza, mala salud y violencia en nuestros países si no hay una clara voluntad política para desarrollar programas enfocados en el desarrollo integral de la infancia temprana. Las experiencias tenidas en esta etapa de la vida determinan en gran parte el desarrollo de la ciudadanía y la forma en que estos ciudadanos puedan contribuir al bienestar de la sociedad. Las carencias experimentadas en esta etapa de la vida generan profundos danos en la arquitectura cerebral que repercuten a través de la vida con un gran impacto social. El desarrollo integral de la infancia temprana incluyendo el desarrollo y cuidado de la madre embarazada debe ser una de las prioridades centrales de todos los Estados. A investigación “Inequidades en la infancia temprana: factores de riesgo y factores protectores en el desarrollo de la infancia temprana” afirma: “Los fundamentos de la arquitectura cerebral se establecen bien temprano en la vida a través de las interacciones dinámicas de la genética, la biología, las influencias psicosociales y las conductas del infante. Las influencias biológicas y psicosociales influencian la forma y el tiempo en que la expresión genética pueda darse lo cual afecta la estructura del cerebro, su función y los comportamientos… Los riesgos en la infancia asociados con pobreza como la falta de estimulación o excesivo estrés afectan el desarrollo del cerebro resultando en una deficiencia en la regulación del sistema hipotalámico-pituitaria-adrenocortical y genera cambios en la actividad eléctrica del cerebro relacionados con la eficiencia de los procesos cognitivos. La influencia del riesgo comienza en el estado prenatal porque el cerebro fetal puede ser influenciado por factores exógenos que le producen estrés a la madre.” (Walker, S.P, y otros, Lancet September 23, 2011). Es por ello, que en este material planteamos 12 estrategias que ayudan a equipar a familias y otros adultos a desarrollar habilidades para la crianza, especialmente para el cuidado integral y el buen trato con ese grupo de personas que se encuentra en la etapa más vulnerable de su vida y con los mayores potenciales para el desarrollo. Estas habilidades de crianza permiten desarrollar la capacidad de «responder pronta y efectivamente a las necesidades que exprese el bebé» ya que es esto lo que permite el desarrollo de los circuitos neuronales, no tanto por la provisión de la necesidad expresada sino por la efectividad que se genera en la conexión y comunicación entre el cerebro del infante y el cerebro del adulto. Esto se entiende mejor cuando vemos lo que los científicos plantean cuando hablan de la ley de interacción entre adulto y bebé que está dada por la ley del «servicio y respuesta». «Las investigaciones muestran que las interacciones del adulto con el bebé son lo que define su arquitectura cerebral a través del efecto “servicio y retorno” basado en la analogía del juego de tenis o voleibol. El ‘servicio y retorno’ sucede cuando el cerebro del bebé hace esfuerzos para comunicarse con sus papás y mamás (balbuceos, el prellanto, expresiones faciales, movimiento de ojos, o lenguaje de señas) y sus papás y mamás están capacitados para entender esta comunicación y responder pronta y efectivamente. Los bebés requieren de constantes interacciones durante el día ya que estas son las que permiten el desarrollo de la arquitectura cerebral y tienen un efecto en todo lo que sucede en el cerebro desde la generación de neurotransmisores hasta el desarrollo de la estructura física y conexiones entre neuronas». Lessons Learned by a Basic Scientist: How to Succeed in Business (of the Policy World) without really trying PAT LEVITT, PH.D. Annette Schaffer Eskind Chair and Director, Vanderbilt Kennedy Center for Research on Human Development, Vanderbilt University. Member, National Scientific Council on the Developing Child). 7. Arquitectura cerebral de los infantes La función primaria del cerebro es la función conservativa donde la supervivencia es la fuerza primaria. Desde el vientre de la madre el cerebro tiene una profunda necesidad y capacidad para establecer apegos. Estos apegos generan plasticidad cerebral del adulto para generar conductas de cuidado y protección del bebé y experimentar profundo placer. El cerebro del bebé está sediento para conectarse y establecer apegos. Cuando el cerebro del bebé encuentra respuestas a sus emociones, rápidamente genera nuevas conexiones neuronales o sinapsis desarrollando la estructura cerebral y la capacidad para entender sus emociones y las de otras personas y aprende a responder efectivamente. No hay otra riqueza más valiosa en la familia, la comunidad y la sociedad en general que la capacidad para relacionarnos mutuamente en una cultura del buen trato, el respeto, la cordialidad y el compromiso de respetarnos mutuamente y construir caminos de salida a los conflictos que se presenten. Esta ha sido la fuerza más grande de la humanidad a través de la historia para permitir los avances y la supervivencia de la especie en medio de situaciones adversas y difíciles. La capacidad para restablecer estas relaciones, la capacidad de experimentar y expresar empatía y conductas altruistas a través de la vida está altamente determinada por las experiencias tenidas en la infancia temprana. Municipios y comunidades que no adquieren un alto compromiso para fomentar el derecho de la niñez a un desarrollo integral basado en el desarrollo de vínculos, apegos, empatía y sentido de pertenencia en la infancia temprana, experimentarán muchas formas de violencia en los diferentes aspectos de la sociedad. La violación de los derechos de la niñez destroza el tejido primario de la sociedad. La violencia contra la niñez produce profundos cambios emocionales y neurofisiológicos (muchos de ellos irreversibles) que seriamente limitan la capacidad de aprender, el desarrollo intelectual y la habilidad para establecer relaciones saludables en el futuro. Esto erosiona seriamente la capacidad para desarrollar vínculos y apegos durante el resto de la vida debido al impacto del estrés crónico en el desarrollo deficiente de la arquitectura cerebral. Pobres relaciones y apegos en la primera infancia llevan a un pobre desarrollo intelectual y dificultades serias para establecer y cuidar relaciones interpersonales, lo cual lleva a una pobre productividad y capacidad para relacionarse tanto en esos espacios laborales como en las futuras familias. Cuando el infante no cuente con el apropiado apoyo durante el periodo de gestación y los primeros dos o tres años tendrá serias deficiencias en su arquitectura cerebral con repercusiones para el resto de su vida. Esta arquitectura cerebral es esculpida por la forma en que papá, mamá y otros adultos interactúan con el infante creando las condiciones propicias para cinco determinantes personales de la salud (nutrición física, nutrición emocional, nutrición cognitiva, desarrollo de la capacidad de autoagencia y ambientes seguros y enriquecedores). Igualmente, está determinada por los niveles de estrés que experimente debido a las dificultades que el infante enfrenta al comunicar sus necesidades sin contar con adultos sensibles que puedan responder pronta y apropiadamente. Los niveles de cortisol y otras hormonas y neurotransmisores del estrés aceleran el proceso de poda o eliminación de dentritas y neuronas que no han sido activadas de forma consistente por las interacciones que el infante tiene. Un buen diagrama que nos muestra estas serias limitaciones de la arquitectura cerebral puede ser observado en las fotos tomadas directamente a las neuronas que han experimentado la poda o eliminación de dentritas en la investigación de la Universidad de Harvard hechas por los investigadores Jeff W. Lickman y el Dr. C. Tapia. En estas fotos, logradas con desarrollo de alta tecnología se puede observar una neurona en el feto que posteriormente en la fecha de nacimiento muestra gran incremento de ramificaciones y sinapsis (los puntos donde terminan las ramificaciones de las neuronas) y finalmente se puede observar una foto de la neurona después de varias semanas que muestra la poda o reducción de ramificaciones de aquellas que no contaron con el apropiado estímulo. Una amplia explicación del fenómeno de las ramificaciones de las neuronas y de cómo estas son podadas en los primeros meses de vida puede entenderse en la investigación hecha por los autores mencionados en la gráfica y otros investigadores de diferentes instituciones y universidades bajo el título de «Extensiva Poda y Remoción de las Sinapsis y Ramas en el Sistema Neuromuscular en el Nacimiento de los Mamíferos» (Pervasive Synaptic Branch Removal in the Mammalian Neuromuscular System at Birth) que se encuentra en la revista Neuron, volumen 74, revista 5 publicada en junio de 2012. El ser humano nace con cien mil millones de neuronas y aquellas que repetida y consistentemente se activan y descargan unas con otras pueden llegar a tener miles de conexiones a consecuencia de interacciones ricas del infante con los adultos. Una neurona puede llegar a conectarse directamente con otras 17.000 neuronas creando un increíble mundo de circuitos y avenidas de comunicación entre diferentes sectores del cerebro. Aquellas dentritas y neuronas que no son utilizadas durante el periodo de la infancia temprana rápidamente son podadas y eliminadas de la arquitectura cerebral. Sin embargo, las que son estimuladas consistentemente maduran a través de lo que se llama la mielinización y se consolidan en la arquitectura cerebral por el resto de la vida. El estrés crónico y las adversidades aceleran rápidamente la poda de neuronas antes de que éstas puedan contar con estímulos apropiados para su maduración y mielinización, dejando una pobre arquitectura cerebral por el resto de la vida. Las especies de mamíferos tienen una increíble capacidad para establecer vínculos y lazos entre el cerebro de la madre y el cerebro del bebé para asegurar la supervivencia de la especie. El complejo y rico cerebro que tienen los seres humanos, requiere de una interacción muy intensa con otros para esculpir y formar una infraestructura cerebral apropiada los primeros años de vida. Esto es lo que le permite al niño/a equiparse para tener interacciones saludables y significativas con la sociedad y el mundo. Es en el contexto de esta dependencia primaria y la respuesta de los papás y mamás a esta dependencia, es lo que desarrolla al cerebro. Este apego es crucial para el desarrollo de la arquitectura del cerebro y de la supervivencia de los nuevos seres humanos. «Las evidencias muestran que estas relaciones realmente forman los circuitos del cerebro y sientan las bases para los resultados del desarrollo, de rendimiento académico y habilidades interpersonales para la salud física y mental en su futuro». (Young Children Develop in an Environment of Relationships, National Scientific Council on the Developing Child, Working Paper #1) El cerebro es literalmente esculpido fundamentalmente por las relaciones que experimentamos en la infancia temprana y repercute por el resto de nuestras vidas. «Nuestras primeras experiencias tienen una profunda relevancia para nosotros. Es con los bebés con quienes nosotros primero sentimos y aprendemos qué hacer con nuestros sentimientos, es cuando comenzamos a organizar nuestras experiencias de una manera que afecta nuestro comportamiento posterior y la capacidad para pensar». (Gerhardt, 2004). La calidad de las relaciones con las personas cercanas y la forma en que estas personas hacen significativa la interacción con el mundo durante la infancia temprana es lo que permite el desarrollo de una buena arquitectura cerebral. Cuando los infantes están en condiciones de descuido o estas relaciones no son cuidadosamente mantenidas, se producen altos niveles de hormonas de estrés como el cortisol que alteran la arquitectura cerebral impidiendo el crecimiento y la ramificación de las neuronas e interfiriendo en la consolidación de los circuitos neuronales. Esto produce profundas dificultades para el aprendizaje, las relaciones saludables, la productividad y la salud física y mental en las etapas posteriores de la vida. El siguiente gráfico nos muestra cómo ya desde hace más de una década se tenían evidencias de que las conexiones neuronales, que incrementaban rápidamente después del nacimiento, perdían con el tiempo las ramificaciones y las sinapsis con otras neuronas por la carencia de interacciones del infante con su entorno; con otras personas, como también por el efecto toxico del estrés. En la siguiente foto observamos cómo las conexiones al nacimiento no son intensas, pero la densidad de las conexiones neuronales se produce en los primeros años de vida que progresivamente disminuye dependiendo de cuáles de ellas son ricamente estimuladas y usadas durante esos primeros años de vida. Aquellas que no son utilizadas, progresivamente, van desapareciendo confirmando cómo la arquitectura cerebral se esculpe o se construye en los primeros años de vida. (Rethinking the Brain, Families and Work Institute, Rima Shore, 1997.) 8. Vulnerabilidad de los infantes y la necesidad de un enfoque integral La salud mental, emocional y física como el bienestar de los infantes son muy vulnerables a una variedad de amenazas, algunas de ellas más evidentes y otras más sutiles pero aún así más destructivas. La incapacidad obvia del bebé para comunicarse a través del lenguaje utilizado por los adultos y su movilidad muy restringida les da muy poca capacidad para la autoprotección y la búsqueda de la satisfacción de sus necesidades. Ellos son altamente dependientes de la protección y cuidado de los adultos quienes deben proporcionarles un ambiente enriquecedor que fomente su desarrollo. Cuando los papás y mamás por una u otra razón no protegen a los infantes en este período de la vida, (el más sensible de todos), las consecuencias pueden llegar a ser muy graves. Otro elemento a considerar es que esta etapa sucede «en los lugares más privados de la sociedad» muchas veces en el cuarto más privado de la casa donde es normal que los infantes estén fuera de la vista del público o de la vista de los servicios y cuidados del gobierno. Si bien la carga y la responsabilidad en la protección, el cuidado y el desarrollo de los bebés son asuntos que les corresponde primariamente a los papás y mamás, la comunidad y el Estado deben respaldarlos. Sin embargo, las investigaciones muestran que para que haya un buen desarrollo en la infancia temprana, y para lograr poner buenos fundamentos para los aprendizajes, las relaciones y la capacidad productiva de las personas, se requiere de una gran cantidad de esfuerzos en el trato del bebé que no puede ser provisto solamente por los papás y mamás. Se requiere de una gran cantidad de apoyo para que ese infante no se convierta en una carga social por múltiples problemas de salud física, emocional y mental, como por su incapacidad para convivir generando problemas de violencia, adicción a drogas o alcohol, y delincuencia. Si se desea que ese infante se convierta en un ciudadano capacitado para contribuir ricamente en el desarrollo de futuras familias y la sociedad en general, los papás y mamás deben contar con un programa bien establecido que les permita desarrollar conocimiento, actitudes y habilidades necesarias para ofrecerle las mejores condiciones posibles para el desarrollo integral, especialmente en el periodo intrauterino y en los primeros dos años de vida. Urge enfocarnos en compensar las difíciles condiciones en que se encuentran muchos papás y mamás como la inexperiencia, la falta de conocimiento o las muy limitadas condiciones económicas. Desafortunadamente los sistemas de apoyo existentes (como las «guarderías» o el sistema de salud) están muy poco equipados para facilitar la construcción de entornos seguros y compensar las difíciles condiciones como la limitación socioeconómica, educacional o emocional en que se encuentra la infancia. Este material busca presentar las 12 estrategias más importantes para ofrecer apoyo y oportunidades de aprendizaje para desarrollar buenas habilidades de crianza de los hijos y poder mejorar en lo posible el entorno cotidiano donde niños y niñas desarrollen los fundamentos sobre los cuales construirán sus proyectos de vida. Históricamente el Estado ha asumido una interacción o una responsabilidad con la infancia a través de los programas de «supervivencia infantil», los cuales se enfocan en una serie de intervenciones puntuales y aisladas para lograr la supervivencia biológica del bebé. Las vacunas, la prevención y el manejo de enfermedades como la diarrea y la neumonía, y monitorización del desarrollo y crecimiento del bebé se han enfocado en lograr el propósito de disminuir la mortalidad infantil, o en otras palabras, que esos infantes sobrevivan. Actualmente son claramente reconocidas las profundas limitaciones del enfoque de supervivencia infantil y la urgencia de migrar los programas a un enfoque de «desarrollo integral de la niñez» con énfasis en los primeros 1000 días de existencia (período intrauterino y los dos primeros años de vida). El objetivo ya no es buscar que sobreviva biológicamente una persona, sino que se logre el desarrollo saludable especialmente en el período más sensible y crítico de la existencia del ser humano. Este enfoque en el desarrollo de la persona, hace un énfasis especial en el desarrollo del cerebro, ya que es el cerebro del infante el que necesita desarrollar al máximo su capacidad para autorregulación, autocuidado, y autogestión para así poder lograr progresivamente una autonomía e interdependencia saludables para que este pueda gerenciar su proyecto de vida. Diferentes universidades e instituciones que trabajan con la niñez han llegado a conclusiones muy similares de lo que sucede con los infantes en los primeros 1000 días, esta etapa determina no solo la calidad de vida de esas personas, sino la calidad de las familias, de los espacios laborales, de la productividad y bienestar de toda la sociedad. En base a esas investigaciones se plantea que el desarrollo y la salud en un Municipio o en el país no son asunto de economía, servicios o transferencia de tecnología. El desarrollo y la salud son asuntos de cómo se relacionan las personas y de cómo su cerebro se ha desarrollado en los primeros años de vida. Las 12 estrategias para un programa efectivo en el desarrollo integral en la infancia temprana presentadas en este material buscan trabajar de una forma integrada con los diferentes factores determinantes del desarrollo cerebral en la niñez para que los infantes puedan desarrollar los fundamentos que determinarán el florecimiento de sus potenciales como ciudadanos y ciudadanas. A continuación, mostraremos en un diagrama la relación de causalidad que se da para que una sociedad cuente con personas adultas saludables y exitosas (tanto en la productividad como en la formas de convivir y participar en la sociedad) y la presencia o ausencia de cinco tipos de determinantes que se requieren en la infancia temprana, incluyendo el período intrauterino. Estos cinco determinantes repercuten directamente en el desarrollo de la arquitectura cerebral y; por lo tanto, en la forma esa persona vivirá a través de su historia. Si bien estos cinco grupos de determinantes personales de la salud se aplican a todas las personas y a todas las edades, son críticos en el periodo más vulnerable del ser humano. Como veremos más adelante, es crucial desarrollar una variedad de políticas públicas y programas que permitan a las familias y a las comunidades crear contextos apropiados donde estos determinantes de la salud sean cuidadosamente respetados durante el período más críticos de la historia del ser humano, la infancia temprana. 9. La pobreza, la infancia temprana y sociedades seguras y significativas Las investigaciones continúan corroborando que la pobreza de nuestros pueblos se origina en la infancia temprana. Cuando el ser humano experimenta la violación de sus derechos fundamentales en la provisión de una buena nutrición física, una rica nutrición emocional (vínculos y apegos sólidos en constantes expresiones de empatía), nutrición cognitiva (desarrollando su capacidad para aprender a pensar, aprender a aprender, aprender a construir el conocimiento), el desarrollo de la autoagencia (capacidad para autogerenciar sus conocimientos y emociones, autoevaluarse, autoregularse) y el contar con un entorno seguro y enriquecedor (que le permita constantes y ricas interacciones para el desarrollo cerebral), estará condenado a reproducir la pobreza. La ruptura de la reproducción intergeneracional de la pobreza, expresiones de violencia y manifestación de múltiples enfermedades físicas, emocionales y mentales será solo posible cuando la niñez, especialmente en la infancia temprana, experimente contextos e interacciones en las cuales se les permita ejercer plenamente sus derechos. El ofrecer contextos apropiados donde se respeten los derechos de los infantes en la cotidia- nidad (contextos donde naturalmente se respeta el desarrollo de su identidad y se les provee relaciones del buen trato) permite que los ciudadanos en las etapas posteriores de su vida, respeten y provean el buen trato a las demás personas. Una sociedad segura y significativa para la niñez se convierte en una sociedad segura y significativa para todos. Una sociedad que construye una cultura de respeto y cuidado hacia la niñez, será una sociedad en la que todos se traten con respeto y amor. Una sociedad que remueva la violencia contra la niñez y las mujeres, será una sociedad que no tolerará otras formas de violencia. Una sociedad que encuentre significado y felicidad en aquellas cosas que le permitan dar felicidad y significado a la niñez, será una sociedad en la que cada persona disfrutará la plenitud de forma sostenible. Una sociedad que promueva los valores intrínsecos de la niñez como la credibilidad, la confianza, la transparencia, la honestidad, la inclusión de otros, el perdón y la sensibilidad será una sociedad que cuente con los elementos más valiosos para la cohesión, el amor y la solidaridad entre todos. Una propuesta de desarrollo desde la perspectiva de la niñez es una propuesta que beneficia a todos. Si el agua produce enfermedades a los niños y niñas, y la comunidad establece un sistema de agua segura para la niñez, toda la comunidad contará con agua segura. Si el programa de seguridad comunitaria está enfocado en la producción de alimentos saludables y balanceados para la niñez, toda la comunidad tendrá acceso a comida nutritiva y saludable. Si las casas son seguras y amigables para la niñez, todos se sentirán cómodos estando en casa. Si el puente o el camino de la comunidad no es seguro y deciden construir un nuevo puente y mejorar el camino para que sea seguro para la niñez, toda la comunidad podrá estar segura con ese puente y ese camino. Si la comunidad tiene servicios amigables y accesibles a la niñez, todos podrán usar esos servicios. Si los niños pueden caminar seguros en las calles del pueblo aun en la noche, todos los miembros de la comunidad podrán sentirse seguros caminando en sus calles. La mejor forma de lograr un desarrollo enfocado en los niños es aprender a escucharlos y aprender a encontrar las formas para poder facilitar su involucramiento en el proceso; lo mejor de todo, «hacerse como niños». 10. Romper con el adultocentrismo y el androcentrismo Igualmente hay que tener presente que la perspectiva de la niñez en los proyectos de salud y desarrollo nos permite superar muchas limitaciones de los modelos adultocéntrico y androcéntrico que tradicionalmente han sido usados en la sociedad. La sociedad androcéntrica tiende a reproducir lo que ya existe y la niñez puede jugar un rol increíble generando innovaciones y nuevas posibilidades. La capacidad de los niños para soñar, para tener fantasías y para ser honestos diciendo lo que piensan y lo que sienten es un recurso invaluable para explorar nuevas formas de hacer las cosas. Cuando la niñez tiene oportunidades de participar activamente en procesos comunitarios donde se respetan sus ideas y su voz, desarrollan una gran capacidad para poder escuchar y respetar las ideas de otras personas y buscar interacciones sinérgicas entre las diferencias para construir nuevas posibilidades. Las innovaciones son un componente crítico para resolver problemas que la sociedad viene arrastrando por generaciones. La apertura a la perspectiva de la niñez abre la puerta a estas innovaciones. Cuando los adultos tienen que interactuar con niños y niñas para manejar asuntos importantes de sus comunidades, son forzados a pensar «fuera de la caja» y dar posibilidad a que emerjan nuevas ideas y posibilidades. Las estrategias aquí presentadas buscan contribuir a los esfuerzos del Estado y la sociedad civil para tomar pasos concretos y romper con la cultura androcéntrica y adultocéntrica y de ese modo implementar la Convención sobre Los Derechos del Niño. Para que en la infancia temprana el ser humano pueda contar con el respeto de sus derechos. Igualmente, busca contribuir en que la sociedad se vaya moviendo de la perspectiva tradicional de ver a la niñez y especialmente a la infancia como «beneficiaria de ayudas» y «cuidados dados a discreción de los adultos» (deseos, tiempo, o recursos disponibles en cierto momento) a una perspectiva donde son vistos como plenos ciudadanos y ciudadanas de derechos. La familia, la comunidad o las instituciones del Estado deben migrar hacia esa nueva concepción garantizando el ejercicio pleno de los derechos de los infantes y desarrollando la cultura del buen trato que permea todos los aspectos de la vida. En estos esfuerzos, Municipios, el Estado y la sociedad podrán contar con una nueva clase de ciudadanos altamente comprometidos en la construcción de esa cultura de respeto a los derechos humanos, porque su arquitectura cerebral se desarrolló en ese contexto de respeto a sus derechos humanos. Autoridades y gobernantes deben entender que si realmente desean contar con un municipio saludable, un municipio productivo y un municipio de aprendizaje e innovaciones, necesitan un claro compromiso político para proveer programas y proyectos dedicados específicamente a crear las condiciones propicias del desarrollo de la infancia temprana. Estas 12 estrategias buscan contribuir con autoridades municipales y con otros gobernantes, inclusive el sector privado, a entender dónde la sociedad debe hacer la mayor inversión, a entender lo que plantea el Centro de Desarrollo de la Niñez (Center on the Developing Child at Harvard University): «Investigaciones han mostrado que una sociedad con vitalidad, próspera y con un futuro sostenible está construida sobre el fundamento del desarrollo de la primera infancia». Los niños y niñas son el presente y el futuro de nuestras sociedades; si les fallamos a ellos estamos fallando a todos nosotros y al futuro de la humanidad. Si las políticas públicas, los programas de desarrollo, los servicios de salud y otras intervenciones sociales están dirigidos a personas mayores de cinco años y a adultos, nosotros estamos desperdiciando los recursos. Igualmente afirma el Dr. Jack Shonkoff, en la publicación «Protegiendo el Cerebro, no Simplemente Estimulación de la Mente» (Protecting Brains, not Simply Stimulating Minds) que «Un ambiente estable, estimulante y de relaciones significativas y protectoras construye el fundamento para el logro de aprendizajes efectivos para el resto de la vida». La arquitectura del cerebro es formada por las interacciones, el cuidado y las experiencias que los adultos le proveen al niño o niña, y es por eso que con estas 12 estrategias buscamos crear programas que permitan condiciones propicias para un apropiado desarrollo de la arquitectura cerebral. Cuando el Estado y la sociedad entiendan que los bebés son indefensos e incapaces de cuidar de sí mismos y que dependen de un cuidado adulto para su supervivencia, y que es precisamente en estas interacciones que se desarrolla la arquitectura cerebral de la persona, buscarán políticas públicas que permitan cuidar y promover el mejor desarrollo posible de ese cerebro (que rompen con las diferentes prácticas sociales dañinas a la infancia temprana que generan el androcentrismo y adultocentrismo) El amplio espectro de actividades que puede realizarse con cada una de estas 12 estrategias presentadas en la sección II permite claramente ver la diferencia que existe entre el desarrollo de la infancia temprana y los programas de supervivencia infantil, así como las diferencias entre los tipos de objetivos específicos y la asignación del presupuesto necesario para su ejecución. A pesar de que los programas de desarrollo infantil incluyen las actividades de supervivencia, requieren muchas otras interacciones con la comunidad, y en especial con los papás y mamás. Actividades enfocadas especialmente en el desarrollo del cerebro, tales como las que se hacen para eliminar los factores estresantes crónicos que tienen efectos muy tóxicos en el cerebro (que se encuentra en un período crítico de formación), y varias otras cosas que fomentan un rico desarrollo de la arquitectura del cerebro a través de una apropiada nutrición física, emocional y cognitiva. Es por ello que los papás y mamás y otros adultos en los espacios familiares e instituciones deben comprender la importancia del buen trato y desarrollar las habilidades comunicacionales para responder a los esfuerzos comunicacionales del infante, para un desarrollo saludable. SECCIÓN II A. Las 12 estrategias para el Desarrollo Integral en la Infancia Temprana B. Necesidad de integración de servicios C. Palabras finales A. LAS 12 ESTRATEGIAS PARA EL DESARROLLO INTEGRAL EN LA INFANCIA TEMPRANA a lista de doce estrategias que se presenta a continuación muestra una gran diversidad de tipos de actividades en un programa de desarrollo de la infancia que deben ir dirigidas a los papás y mamás y no directamente hacia el niño o niña. Cuando hablamos de infancia temprana en este documento, nos referimos especialmente a los primeros 1000 días que incluyen el período intrauterino y los dos primeros años de vida. Consideramos que cuando se ha logrado crear condiciones de protección y de promoción del desarrollo integral durante este período crítico del ser humano, es mucho más fácil que se continúe esta trayectoria durante los años siguientes. Igualmente, si la sociedad falla en proteger a la infancia en este período, es altamente probable que continuará fallado en los siguientes años. Por ejemplo, si los papás y mamás no aprenden a conectarse y a sincronizarse con el bebé durante las primeras horas y días, cada día que pase se irá haciendo más difícil que puedan experimentar lo que describiremos más adelante como «las inmersiones en la ternura» y; por los tanto, en cada día que pase será más difícil lograr vínculos y apegos sólidos. Los meses más críticos para la vida de los infantes no solo los hacen vulnerables al daño que les puedan hacer los adultos por la negligencia o por el trato controlador, sino que también es el período más crítico para que los papás y mamás aprendan a ser buenos padres y disfruten intensamente de esa interacción con el bebé. Si no se aprende a reconocer al bebé como un ser humano pleno, con todos sus derechos y potencialidades en los primeros meses, se tendrán problemas en hacerlo en etapas posteriores. Las investigaciones demuestran que niños y niñas requieren que los papás y mamás estén capacitados para que puedan cumplir con sus roles parentales, no sólo para el desarrollo físico, sino también para el desarrollo psicológico, social, emocional y cognitivo de sus hijos. Los papás y mamás proporcionan el entorno más inmediato y más importante para que niños y niñas puedan desarrollar plenamente sus capacidades. Esto claramente requiere de acciones que fomenten esa capacidad en los papás y mamás. La familia tiene la responsabilidad básica de garantizar los derechos fundamentales de niños y niñas, ya que es el escenario principal en el que ellos son cuidados y protegidos. Es a través de los roles parentales competentes que el niño y la niña pueden experimentar una apropiada interacción social entre las familias y la comunidad, lo que permite que adquieran su identidad de género y etnia, así como interiorizar las normas culturalmente construidas, los valores y las creencias. Por esta razón, los proyectos de desarrollo de la infancia temprana son más eficaces en el contexto de la familia y la comunidad. Estas interacciones adicionales van mucho más allá de la provisión tradicional de servicios de salud a la comunidad en un programa de supervivencia infantil que tradicionalmente se ofrecía a los papás y mamás y a la niñez. 1. Creando una cultura que priorice un comienzo saludable Papás y mamás, autoridades, instituciones y la sociedad en general necesitan comprender claramente cómo la infancia temprana es crucial para: [1] establecer los fundamentos que le permitirán al infante expresar su potencial en las otras etapas de la vida, [2] entender mejor el rol que los papás y mamás, la familia y la comunidad juegan en la protección y desarrollo integral de la infancia, [3] entender el fascinante mundo del desarrollo del cerebro del niño y la niña, y entender cómo contribuir en ese desarrollo, y [4] determinar cuáles son las prácticas básicas que se requieren para fomentar una nutrición física apropiada, salud emocional, y nutrición cognitiva, como también el cómo proveerles a los infantes ambientes seguros y enriquecedores. La sociedad y más específicamente los gobernantes y los padres de familia tienen derecho a la información, al acceso a la gran cantidad de investigaciones que claramente plantean que el bienestar de la sociedad tanto en su capacidad de producción y en sus formas de convivir está claramente determinado por la forma en que vemos, escuchamos e interactuamos con la niñez (especialmente en el periodo de los 1000 primeros días de existencia del ser humano). La forma en que los papás y mamás y otros adultos interactúan con el bebé claramente determina la formación de los circuitos, conexiones y avenidas de comunicación entre las diferentes áreas y neuronas del cerebro. La capacidad de los adultos para desarrollar habilidades de sensibilidad a las formas en que el bebé comunica sus necesidades e intereses, como también la capacidad de estos adultos para responder pronta y efectivamente a esas necesidades e intereses, estimulan profundamente los aprendizajes, las habilidades comunicacionales, las habilidades relacionales, la empatía y las conductas altruistas en el infante. Igualmente, cuando el bebé enfrenta contextos en que los adultos no pueden comunicarse ni saben responder a sus necesidades e intereses, desencadenan situaciones de estrés tóxico o estrés crónico experimentando tormentas de neurotransmisores y hormonas que son tóxicas en el desarrollo de esa arquitectura cerebral. Igualmente padres de familia deben conocer que la llegada de un bebé a su hogar es una oportunidad increíble para generar profundos cambios en las vidas de esos papás y mamás y otros miembros de la familia. La capacidad intrínseca que tienen los cerebros de los bebés para conectarse con los cerebros de los adultos, sincronizarse y modular esos cerebros (cuando estos adultos están comprometidos para ser sensible a la interacción con el cerebro del bebé) es una oportunidad increíble para que puedan experimentar una plasticidad cerebral generando profundos cambios y aprendizajes muy valiosos en los papás y mamás. Los infantes tienen un gran poder para generar procesos de transformación en la vida de los adultos que entre otras cosas, incrementan su capacidad para la empatía, conductas altruistas y un compromiso mucho más alto con su familia y su comunidad lo cual lleva a un incremento del bienestar social. La sociedad y el Estado deben aprovechar la increíble oportunidad que las investigaciones científicas de los últimos 15 años han demostrado del beneficio que se tiene invirtiendo en desarrollo integral de la infancia temprana. Esto les abre nuevos desafíos y oportunidades para poder manejar una concepción integral de los determinantes de la salud y el bienestar de la niñez. Igualmente les permitirá desarrollar políticas y programas basados en una concepción de un continuo del ciclo de la vida desde la adolescencia y el período previo al embarazo, pasando por el parto, el periodo neonatal, lactancia e infancia para el logro del desarrollo integral de los niños y las niñas. 2. Preparación prenatal para papás y mamás Es necesario involucrar a las parejas desde el instante en que se conoce de la existencia de un embarazo para que conozcan la importancia y las formas de establecer vínculos con sus hijos durante el período intrauterino y durante el parto. También para la comprensión de cómo los dos, como pareja y como socios de un proyecto de vida, deben trabajar en factores ambientales muy importantes que contribuyen al desarrollo del niño y la niña que son potencialmente modificables, tales como: • Cuidar la salud antes y después de la concepción de la madre. • Cuidar la nutrición durante el embarazo. • Evitar agentes nocivos tales como el tabaco y el alcohol, para una buena calidad de la atención prenatal. • Aprender a usar mejor las redes de apoyo económico y social. • Minimizar las situaciones de tensión y ansiedad. • Prepararse para el cuidado y la comunicación de los primeros días de nacido. • Prepararse para un parto para la vida y celebración de la llegada del bebé. • Desarrollar habilidades parentales para la crianza saludable antes de la llegada. • Maximizar la experiencia de «bienvenida del bebé» el día de parto para establecer fuertes vínculos y apego desde el primer día. El desarrollo del cerebro del bebé está altamente ligado a los estados emocionales de la madre y de la forma en que ésta se relaciona con su pareja y con el resto de la sociedad. Una publicación por la revista británica de obstetricia y ginecología del 2008 hizo un amplio análisis de las múltiples investigaciones hechas que buscaban entender el impacto del estado mental y emocional que la madre tenía sobre el desarrollo del cerebro del bebé durante el periodo intrauterino. El siguiente párrafo resume alguno de los elementos más importantes: «La ansiedad materna durante el embarazo puede influir en el desarrollo del feto, lo cual resulta en un retraso en el desarrollo motor y cognitivo y la adaptación a situaciones de estrés. Por otra parte, los estudios han demostrado una relación entre la ansiedad prenatal y los problemas cognitivos, emocionales y de comportamiento en niños y niñas, después de ajustar los factores relacionados con el posparto. Estos resultados apoyan la hipótesis de la programación fetal, donde los sistemas biológicos se adaptan a los estímulos del medio ambiente durante períodos sensibles del desarrollo; por ejemplo durante el período fetal; donde la ansiedad experimentada por la madre tiene una influencia directa en el desarrollo del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal en el feto[...] Estos hallazgos se suman al creciente cuerpo de investigación, que sugiere [...] que el bienestar psicológico materno durante el embarazo tiene consecuencias importantes para el desarrollo del niño y la niña. Esto es muy relevante para la práctica, debido a que los problemas de salud mental materna están asociados con la salud de su pareja, la salud de sus hijos, el desarrollo y el uso de los servicios». (El impacto de la depresión materna en el embarazo sobre el desarrollo de la infancia temprana, el BJOG una Revista Británica de Obstetricia y Ginecología de julio 2008; 115 [8]:1043-51). Los futuros papás y mamás deben tener acceso a información y apoyo para que puedan claramente ver cómo la llegada de ese bebé podrá transformar sus vidas a través del encuentro con las emociones, el gozo y la alegría más profundos que el ser humano puede experimentar y que en ese encuentro directo pueden disfrutar de inmersiones en ternura de forma muy intensa, lo cual establecerá las bases para los vínculos y apegos que seguirán construyendo durante la infancia temprana. En ese gran encuentro podrán experimentar la profunda plasticidad cerebral y cambios en su cerebro que les permitirá; primero, comprender cómo este pequeño y tierno ser humano ha nacido para amar y para ser amado y; segundo, desarrollar una gran energía y capacidad para proveerle el amor y el cuidado que su hijo e hija necesitan. Cuando los papás y mamás tienen una buena preparación prenatal, la experiencia de la participación activa de ambos en el parto les permitirá tener la experiencia más inolvidable de toda su historia como pareja. El trabajo de parto puede ser una experiencia profundamente traumática para la madre y aun para el esposo cuando no hay una preparación previa. Por el contrario, una buena preparación para el parto puede llevar a hacer de una de las experiencias más memorables para la pareja. Con mayor razón, será una experiencia única cuando la preparación para el parto se complementa con una «bienvenida» bien preparada para el bebé, donde papá, mamá y bebé pueden tener las inmersiones más profundas en la ternura. Ese encuentro que apenas se da en el alumbramiento, dura de 2 a 3 horas antes de que el bebé entre en un profundo sueño donde registrará en su cerebro todo lo vivido en sus primeras horas de exposición al mundo y a la conexión con sus papás y mamás. Provee los fundamentos del inicio de un cortejo que puede durar el resto de la vida. Como veremos más adelante, las inmersiones en la ternura que experimenten durante estas 2 a 3 horas permitirá crear los fundamentos para los vínculos y apegos que unirán a la pareja con ese bebé que ha llegado a su hogar. Este es el período en que se establecen los «pasos» para iniciar esa danza romántica de la ternura que puede ser mantenida por el resto de sus vidas. Con respecto a la preparación del parto, la pareja debe tener acceso a la información y el desarrollo de cuatro habilidades para estar preparados para un parto significativo y saludable. Se pueden usar cuatro estrategias como el método Bradley, que enfatiza la experiencia del parto como un proceso normal, natural y saludable, y que la pareja junta debe capacitarse para abordarlo con confianza. El parto se convierte en una experiencia muy rica cuando el compañero juega un rol protagónico junto con la futura madre. Se busca que ambos se preparen para abordar el parto como un proceso natural para el cual ambos deben estar bien preparados. Por ejemplo, se aprenden habilidades para saber cómo actuar ante el dolor, lo cual es una de las mejores maneras de asegurarse de que la madre pueda permanecer lo más calmada posible aprendiendo a controlar el dolor con la ayuda del compañero cuando llegue el momento. El método Bradley también busca que la madre cuide su nutrición y el ejercicio adecuados durante el embarazo, así como técnicas de relajación, respiración profunda, masajes o contrapresión, meditación, cambios de posición, baño de inmersión o una ducha, audición de música, actividades de distracción que mantengan su mente ocupada en otra cosa y otras actividades que van a ser muy valiosas a la pareja durante el trabajo de parto. El ejercicio regular y razonable (sin sobrepasarse) ayuda a fortalecer los músculos y a preparar su cuerpo para el trabajo de parto. El ejercicio también aumenta su resistencia, lo que será útil especialmente si se tiene un trabajo de parto largo. Cada esfuerzo que el papá hace para acompañar a la futura mamá durante el proceso de gestación (por ejemplo los ejercicios, las visitas al servicio de salud para el control prenatal, o preparación de alimentos), desencadena en la madre liberación de hormonas y neurotransmisores que afectan el desarrollo de la arquitectura cerebral en la construcción de vínculos y apegos. El preparar el lugar donde va a estar el bebé cuando nazca, diálogos, canciones y caricias a través de la pared abdominal, hacen que el bebé se vaya acostumbrando a la presencia de su padre. Esto también genera actitudes de confianza y de credibilidad en la madre acerca de la capacidad y compromiso de su compañero para cuidar al infante que le va a facilitar mucho en la toma de responsabilidades como papá después del nacimiento. La madre no solamente respetará ese vínculo y apego con el padre, sino que buscará no poner obstáculos y promoverlo en cuanto le sea posible. Durante este período de preparación para la llegada del bebé, además de aprender sobre las mejores prácticas nutricionales para la madre, el gran impacto que tiene disminuir las condiciones de estrés de la madre en el desarrollo de la arquitectura cerebral del bebé durante el embarazo, el valor de ir creando vínculos y apegos del padre con el bebé, durante el embarazo; también es crucial la fase de preparación para el gran encuentro que se tendrá en el día del parto y de los cuidados iniciales en los primeros días. Un rol muy importante en esta fase de preparación es revisar con los papás y mamás la lactancia materna y prepararlos con las habilidades necesarias para que esta experiencia sea lo más significativa posible tanto para el infante como para los papás y mamás. Cada día hay más evidencias del gran valor que tiene la amamantada de los infantes. La leche materna es el alimento completo que contiene todas las sustancias nutritivas que el bebé necesita (más de 400), incluyendo hormonas y componentes para combatir enfermedades que no se encuentran en las leches artificiales, o fórmulas infantiles. Su composición nutritiva va cambiando y se ajusta a las etapas de desarrollo y a las necesidades del infante a medida que crece. La lactancia materna trae excelentes beneficios tanto para las madres como para los hijos e hijas. Los seis meses de lactancia materna exclusiva protegen contra las infecciones del tracto gastrointestinal y el tracto respiratorio, incluyendo otitis media y neumonía. La interrupción prematura de la lactancia materna se asocia con un mayor riesgo de adquisición de enfermedades comunes como la otitis media aguda, gastroenteritis, dermatitis atópica y enfermedades potencialmente mortales, incluyendo graves infecciones respiratorias, enterocolitis necrotizante y síndrome de muerte súbita del lactante. Los efectos de la lactancia persisten más allá del período de la lactancia. Los niños y niñas que no fueron amamantados corren un mayor riesgo de obesidad, diabetes tipo 1 y 2, asma y leucemia. Los resultados de salud materna también se ven afectados por la lactancia. Por ejemplo, la no lactancia se asocia con un mayor riesgo de depresión posparto o con un mayor riesgo de diabetes tipo 2, cáncer de mama y cáncer de ovario. Posiblemente uno de los beneficios menos conocidos de la lactancia materna y uno de los más valiosos es el rol que esta tiene en el establecimiento de vínculos, apegos y sentido de pertenencia. A través de la lactancia materna, el bebé experimenta la satisfacción de sus necesidades más profundas de conexión y apego así como de la nutrición física. Durante el período de lactancia se crean las mejores condiciones posibles para ingresar en la danza romántica de la inmersión en la ternura. La lactancia materna satisface las necesidades nutricionales y emocionales de un bebé mucho mejor que cualquier otro método de alimentación infantil. La función más importante del cerebro es la de autoconservación, la autorregulación y la autoagencia, pues es precisamente esto lo que le permitirá sobrevivir en medio de relaciones y de un mundo que aún es desconocido en gran parte. El cerebro del infante identifica rápidamente cuándo necesita una experiencia de vínculo intenso con su madre o cuándo experimenta la necesidad de hidratarse o recibir calorías y nutrientes. Inmediatamente comunica estas necesidades y si el bebé cuenta con una madre que responde pronta y apropiadamente, ese infante experimentará un fuerte desarrollo de su arquitectura cerebral como fruto de la efectividad de sus esfuerzos comunicacionales con su madre. Si el padre está involucrado en este proceso identificando los esfuerzos del infante para lactar, verbalizando la identificación de esta necesidad, llevándole a la madre para que lo amamante, acompañándola en este proceso, incluyendo la sacada de los gases luego de la lactancia; ese padre igualmente podrá experimentar esas inmersiones en la ternura y fortalecer intensamente los vínculos, el apego y el sentido de pertenencia con su hijo o hija. La opción de la pareja para amamantar a su bebé les per-mite siempre tener el alimento listo en el momento justo, antes de la etapa del llanto. Eso les permite contar con la mejor combinación de nutrientes y micronutrientes que el infante puede tener para su desarrollo. Y, de ese modo, estar provisto de la metodología o el medio más importante que un infante puede tener: el calor y la inmersión en la ternura que solo puede tener a través de la lactancia. Igualmente, les permite la mejor fortaleza inmunológica que el infante puede tener, pues la interacción de la madre con el mismo entorno del bebé, incluyendo presencia de virus y bacterias, permite que la madre le trasmita los mejores anticuerpos posibles que puedan existir para el contexto específico en que el infante se encuentra. La lactancia materna satisface plenamente la necesidad fisiológica de succionar y mamar, ya que es esta intensa necesidad la que le permite lograr tanto la nutrición afectiva, la nutrición física como el fortalecimiento inmunológico para sobrevivir en el mundo y lograr su pleno desarrollo. Además de eso, el estímulo afectivo y emocional de esa experiencia, de ese apego, se convierte en un gran reforzante de la capacidad inmunológica del infante para enfrentar agentes biológicos con los que pueda entrar en contacto. 3. Enriquecimiento de la vida de pareja, del matrimonio y de la vida familiar Las familias representan el escenario principal en el que la vida de la mayoría de niños y niñas se forma y se determina a través de las interacciones. Y donde se determinan las formas de relacionarse entre la pareja y entre el niño y estos. Las formas saludables o disfuncionales de relacionarse se van interiorizando progresivamente en los niños y las niñas, lo cual dificulta o facilita las habilidades de autorregulación y la responsabilidad para comunicaciones saludables y la expresión de emociones. Las parejas tienen que ser conscientes de usar una comunicación eficaz, saludable y de usar prácticas armoniosas en la toma de decisiones, así como de la manera de fomentar intimidad y solidaridad entre los miembros de la familia. También implica la comprensión de cómo cada persona puede asumir mayor responsabilidad por sus propias necesidades, sentimientos y deseos; y de compartir estas cosas con su pareja, lo cual aumenta el apego entre padres e hijos, el fortalecimiento de la estabilidad familiar, etc. La vida de pareja puede ser una de las aventuras más significativas del ser humano, pero igualmente puede convertirse en una de las experiencias más dolorosas y generadoras de estrés en las personas. La llegada de otro ser a la vida de la pareja generará muchos cambios y muchos de ellos producirán altos niveles de estrés. La pareja debe desarrollar la capacidad para dialogar y manejar estos cambios de una forma que sea constructiva y significativa para ambos. Igualmente debe encontrar formas de procurar un equilibrio entre la vida de ellos como pareja y la vida familiar. Este equilibrio busca asegurar que las necesidades de todos se reconozcan, incluyendo las del bebé para buscar las mejores formas posibles de satisfacerlas. La pareja debe buscar caminos creativos para nivelar la vida personal, la vida de pareja y la vida familiar; por ello, es importante que vean que las necesidades del bebé deben ser una prioridad, y cuanto más pequeño es el niño, más intensas e inmediatas son sus necesidades. Cuando la pareja no aprende a entender y a responder pronta, apropiada y consistentemente a los intentos comunicacionales del bebé expresando sus necesidades e intereses, no pudiendo establecer una sólida comunicación en los primeros días, tendrá que gastar mucho más tiempo tratando de manejar conductas agresivas o «caprichosas» de sus hijos. Muchas veces la vida de pareja se hace muy difícil solo porque no tuvieron modelos saludables con sus papás y mamás y porque no han tenido acceso a información que puede ser fácilmente provista. Por ejemplo, la Organización Internacional del Apego propone recomendaciones para la pareja como: aprender a disfrutar el día a día y aceptar que tener hijos produce cambios; proponerse objetivos realistas, darle más valor a las personas que a las cosas materiales; no tener miedo a decir «no», tratar de transformar las actividades parentales diarias en momentos placenteros; ser creativos y encontrar tiempo para la vida de pareja; tomarse tiempo para uno mismo, pedir y aceptar ayuda; comer saludable; hacer ejercicio físico; dormir siestas; cuidarse y mimarse a uno mismo; evitar el exceso de actividades preprogramadas; buscar la manera de hacer la rutina más fácil; salir un rato de casa, aprender a seguir lo que dicta el corazón y escuchar a su bebé. Esta misma organización reconoce la importancia del acompañamiento a la pareja en sus responsabilidades como papás y mamás y estar alerta para ofrecer apoyo apropiado cuando muestren señales de agotamiento o crisis. Con respecto a los consejos que recomiendan para papás y mamás agotados dicen: «Reconocer los síntomas de agotamiento. El agotamiento (Burn-out) es una respuesta física, emocional y mental a niveles altos de estrés. Los papás y mamás pueden sentirse fatigados sin tregua, tensos y extenuados. También pueden sentirse sobrecargados, no apreciados, enojados, resentidos, impotentes, desesperados, frustrados, aislados, insatisfechos, rencorosos, indiferentes y faltos de motivación. Los papás y mamás que reconocen como propias algunas o todas estas emociones presentes en su vida en todo momento, deben tratar de conseguir ayuda de inmediato. La prioridad es recuperar el equilibrio HOY, cultivar amistades con otros papás y mamás, simplificar y dejar de lado las cosas inútiles, hacer frecuentes respiraciones profundas, practicar actividades que ayuden a relajar como yoga, meditación, visualizaciones o considerar la posibilidad de tener algunas entrevistas con un profesional. Recuerde que ese momento de crisis de sobrecarga también pasará». Es importante que los papás y mamás puedan tener una buena capacitación que les permita visualizar que la mayor fuente de energía y soporte en esta nueva etapa de sus vidas con gran cantidad de responsabilidades se encuentra precisamente en la vida de ese bebé. En la medida que los papás y mamás puedan desarrollar sus habilidades para ingresar a la danza romántica de las inmersiones en la ternura, sus cerebros van a desarrollar una gran capacidad para enfrentar desafíos y para manejar el estrés que les está llegando. Las interacciones con el bebé les generará la mayor fuerza para hacer muy significativa esa nueva estación en sus vidas como papás y mamás y generar las fuerzas que se requieren para asumir esos desafíos. El cuidar el bienestar y el apego de la pareja, y el cuidado del nuevo bebé que se ha agregado al sistema familiar, hoy requiere de grandes esfuerzos e inversiones tanto en lo emocional como en lo físico. Esto desgasta la vida de pareja poniendo en riesgo su estabilidad y compromiso para continuar invirtiendo en su vida familiar. Los papás y mamás necesitan desarrollar nuevas habilidades para manejar el estrés de las incertidumbres que están enfrentando, las tensiones que enfrentan ellos como pareja o con el cuidado del niño o la niña. Un elemento crucial del enriquecimiento familiar es incrementar su capacidad para el manejo de estrés y desarrollar estrategias para encontrar el apoyo apropiado cuando está llegando a sus límites. Aquellas familias que por una u otra razón no cuentan con lo que es el centro de referencia de las interacciones y manejo de la comunicación e intimidad y relaciones de poder, la pareja o el matrimonio, deben contar con el apoyo de otros miembros de la familia extensiva. Ese es un rol muy valioso que pueden jugar los/as abuelos/as y el apoyo de otras parejas y programas comunitarios como los centros para papás y mamás en el desarrollo de la infancia temprana. El ser «madre sola» o «padre solo» no debe ser una tarea o responsabilidad. Especialmente en la infancia temprana se requiere del esfuerzo de una comunidad familiar más amplia o en su defecto, apoyos comunitarios para que la madre o el padre solo realmente no esté solo. La demanda de interacción del infante es constante y; por lo tanto, ese padre o esa madre deben contar con múltiples mecanismos de apoyo que les permita realizar sus tareas. Normalmente toda pareja necesita de apoyo de la familia extensiva y de servicios del Estado para cumplir con sus responsabilidades parentales, con mayor razón cuando una madre o un padre no puede contar con el apoyo constante de su pareja. Más adelante seguiremos viendo un abanico de servicios que el Estado debe prestar. En las siguientes estrategias se verá la responsabilidad del Estado a través del sistema de salud, el sistema educativo, el sistema de protección de la infancia y aún el sistema de desarrollo humano y productividad para que los núcleos familiares puedan cumplir con sus responsabilidades de cuidado, protección, nutrición y desarrollo integral de la infancia temprana. 4. Resolución de conflictos con enfoque en la búsqueda de soluciones Una de las tareas de mayor necesidad para proveer ambientes seguros y enriquecedores como la apropiada nutrición emocional y cognitiva es el lograr que las parejas aprendan a resolver sus conflictos de forma saludable. Durante las últimas dos décadas han emergido un sinnúmero de estudios que muestran el profundo daño que el estrés crónico tiene en los infantes, y este estrés puede ser generado por la interacción directa con el infante o por presenciar la forma en que los adultos interaccionan entre ellos. La incapacidad para resolver conflictos se convierte en una fuente altamente generadora de stress en las diferentes dinámicas familiares. Una de las funciones primarias de padres y madres es tener un compromiso primero por tratar de evitar el escalonamiento del estrés en las relaciones entre ellos; y segundo, tratar de evitar situaciones estresantes para el infante mismo con sus necesidades insatisfechas o el estrés por sus dificultades interaccionales comunicando sus necesidades o intereses. En la publicación “Parentalidad Positiva: las bases de la construcción de la persona” de Félix Loizaga se afirma la importancia del rol de los papás y mamás de calmar, tranquilizar y contener el miedo ya que esto es lo que le permitirá al infante el aprendizaje del manejo racional de las emociones. Las formas en que interactúan el papá y la mamá tienen un profundo impacto en el desarrollo cerebral del infante “Los niños y niñas son extremadamente sensibles a las relaciones que se producen entre los sistemas parentales de pareja”. Este mismo autor también enfatiza la importancia del buen trato y cuidado con el infante. El tener o presenciar situaciones de violencia o maltrato activa múltiples sistemas neurofisiológicos generando tormentas de neurotransmisores y hormonas que son tóxicas a la arquitectura cerebral. “Cuando la figura parental aporta escucha sincera, apoyo incondicional y orientación básica, el menor se calma, se tranquiliza y todos sus sistemas se relajan”. Los infantes tienen que estar interactuando con un mundo que es completamente desconocido y que apenas están descubriendo, lo cual frecuentemente genera miedos y estrés, que también se general cuando no pueden comunicarse claramente con los adultos que les rodean. Papás, mamás y cuidadores de infantes sensibles y prestos a responder a estas situaciones de estrés proveen excelentes condiciones para un buen desarrollo de la arquitectura cerebral. Este autor enfatiza la importancia de ejercer los roles parentales de despejar esos miedos y aliviar el estrés para que la arquitectura cerebral y el sistema nervioso no sean afectados por esas tormentas de estrés. “Las inseguridades, miedos y el estrés que provienen de nosotros mismos o que nos provocan otras personas (por ejemplo las discusiones entre las familias extensas) generan alta activación del sistema nervioso, del sistema comportamental y de las emociones cognitivas asociadas. En estas situaciones la mente activa el nivel fisiológico y cognitivo, y el cuerpo que está mediado por el sufrimiento asociado a todo ello. Es ahora cuando las figuras parentales (las verdaderamente positivas e importantes) juegan un papel decisivo y crítico. Evidentemente, los menores que tienen figuras parentales adecuadas y positivamente sanas buscan ahora activamente dichas figuras, pues ellas tienen el poder de calmar, sosegar y serenar la mente y como consecuencia de dicha capacidad sosegar al sistema nervioso, al sistema comportamental y al sistema cognitivo. Tranquilizar es un proceso asociado a la escucha empática y al respeto para con el otro al margen del contenido de la conversación.” El área prefrontal del cerebro es considerada como el cerebro social que nos ayuda a comprender, monitorizar y manejar nuestras emociones como también las emociones de otras personas que interactúan con nosotros. Esta parte del cerebro se desarrolla principalmente en los dos primeros años de vida. No se desarrolla automáticamente sino que requiere de interacción con otros seres humanos en respuesta a las experiencias sociales que un bebé realmente tiene. La investigadora Sue Gerhardt dice: “Este centro de control emocional humana no se desarrolla automáticamente. El cerebro social se desarrolla en respuesta a las experiencias sociales que el bebé experimenta. Las vías neuronales se establecen como resultado de las experiencias reales que tenga, así, por ejemplo, el bebé necesita a alguien que le muestre experiencias de manejo de emociones de forma que sea saludable, antes de que pueda aprender a manejar sus emociones por sí misma y autoagenciar sus propios sentimientos. Básicamente, los bebés aprenden cómo hacer las cosas a través de sus experiencias con otras personas, no a través de palabras o instrucciones.” (Why Love Matters: How Affection Shapes a Baby’s Brain, 2009). La terapeuta Sue Gerhard muestra cómo los bebés necesitan tener adultos que manejen entre ellos apropiadamente las emociones y que le ayuden al infante a manejar mejor sus emociones respondiendo prontamente a necesidades e intereses y evitando estados de angustia como los que se dan en el llanto intenso de un infante. Esta terapeuta plantea: “Los infantes aprenden cómo enfrentar y manejar las situaciones de estrés a través de sus propias experiencias en base a las personas que tiene a su alrededor y le ayudan a manejar sus propias emociones pero los infantes necesitan tener estas experiencias de formas consistentes, una y otra vez para poder establecer y consolidar las comunicaciones neuronales durante el primero y el segundo año de vida. (Gerhard, S. 2009) La pareja debe estar capacitada para manejar apropiadamente sus diferencias y evitar escalonadas de conflictos para contar con un entorno familiar donde no se generen esas tormentas de estrés para los infantes que son altamente tóxicas para el desarrollo cerebral. Esto implica el aprendizaje que les permita entender la importancia de desarrollar habilidades para resolver conflictos de forma constructiva donde ambos ganen, la pareja y la familia. Las consecuencias de una relación marital tóxica y violenta (que fácilmente conducen a un divorcio) son devastadores en comunidades empobrecidas, condenando a las madres, a los niños y niñas a vivir en condiciones desfavorecidas y muy difíciles. Las parejas necesitan apoyo para identificar predictores de si una relación va o no a tener éxito. Igualmente desde etapas muy jóvenes, las personas deben tener en claro que no es la presencia de un conflicto la que romperá la relación, sino la forma en que el conflicto se maneja (la forma de manejo de conflictos es lo que realmente pronostica una posible ruptura o divorcio). La compatibilidad no es la clave para una vida de pareja exitosa, sino los patrones de cómo hacer frente a la incompatibilidad. Es por ello que probablemente la amenaza más grave que una pareja tiene es la incompatibilidad en sus estilos para resolver conflictos, y es fundamental que puedan contar con el apoyo para hacer frente a esta limitación. Una de las primeras tareas de cualquier relación es el establecimiento de un modelo de resolución de conflictos que funcione para esa pareja; de lo contrario, cuando los niños y niñas lleguen, encontrarán una familia muy inestable, desagradable, con altos niveles de tensiones, frustraciones y los patrones disfuncionales en sus relaciones. Fácilmente quedarán atrapados en relaciones basadas en la competencia, la adversariedad, la hostilidad y; peor aún, en el doblegamiento del otro para mantener relaciones de dominancia-subordinación. Incluso las parejas que pelean con frecuencia y en algunos casos con gran intensidad, pueden tener una relación significativa y duradera si realmente saben cómo encontrar la forma para resolver sus diferencias y remplazar relaciones de dominancia-subordinación por relaciones de reciprocidad, complementariedad, mutualidad, solidaridad y amor. Un peligro para las parejas volátiles se da cuando ellos no aprenden a manejar sus conflictos de una manera apropiada o cuando las peleas en las que se enganchan arruinan los momentos positivos. Ellos tienen un equilibrio entre las interacciones emocionales positivas y negativas en una proporción de 5:1. Las parejas necesitan al menos cinco interacciones positivas por cada negativa que tengan. «Buenos momentos de placer, pasión, humor, apoyo, bondad y generosidad mutua para compensar (en 5:1) los malos momentos de queja, crítica, ira, disgusto, desprecio, actitud defensiva y de frialdad». (Gottman, 1994b). Las parejas necesitan apoyo para involucrarse activamente en la construcción de un matrimonio saludable. Necesitan ser proactivas, conscientes de los patrones de conducta que tienen en la relación y la forma en que manejan el poder y el conflicto. Esto les permitirá trabajar mejor buscando cambios y poniendo mecanismos de protección que se requieran. Las relaciones de dominancia-subyugación pueden generar una gran cantidad de frustración e inclusive abusos y violencia. La interculturalidad, la apertura y respeto a la diversidad se aprende fundamentalmente en el hogar a través del modelaje de sus papás y mamás manifestando un que manifiestan un espíritu de tolerancia y complementariedad en medio de sus diferencias. Por eso, las parejas necesitan habilidades para hablar acerca de esto y traer cambios en los patrones de relacionarse que incorporaron en su niñez, en los hogares de donde provienen. Las parejas necesitan tener un sentido claro del clima emocional que les gustaría mantener y de cómo mejorar sus habilidades de comunicación y nutrir sistemáticamente su intimidad. El siguiente gráfico muestra un modelo para identificar una variedad de estrategias de manejo de conflictos que se internalizan desde la temprana edad. Algunas personas internalizan estrategias muy disfuncionales que llevan a la negación o represión del conflicto, otras personas usan estrategias muy disfuncionales donde el conflicto es usado para agredir y hacer daño a la otra persona, imponiéndose y resolviendo el conflicto con el modelo vencedor - vencido. Otras personas pueden aprender un abanico de estrategias que les permiten manejar conflictos de diferentes formas dependiendo del contexto y la gravedad del conflicto. Estas seis formas saludables de manejo de conflictos va desde el «dejar pasar» conflictos cotidianos que no tienen serias repercusiones y que no dejan raíces de amargura, pasando por estrategias que requieren de un consejero o terapeuta y llegando a estrategias muchos más duras, pero algunas veces necesarias. En casos de conflictos graves se requiere la utilización de estrategias que implican medidas disciplinarias serias a quien reincida o cometa conductas que generan conflictos muy serios como el uso de violencia física, o el ausentarse de la casa por varios días sin haber consensuado la justificación de esa ausencia. Estas medidas disciplinarias pueden darse como fruto de la intervención terapéutica en la pareja con serios conflictos y que pueden llevar a decisiones serias como separaciones temporales hasta el logro de cambios importantes (ejemplo, cierto número de meses de estar participando en alcohólicos anónimos sin consumir bebidas alcohólicas) o inclusive a la formalización de un divorcio para parar daños o amenazas serias a su pareja o a los hijos e hijas (ejemplo infidelidades o uso de violencia física). Una descripción más amplia de este esquema del amplio abanico de estrategias para resolución de conflictos de formas saludables o disfuncionales se encuentra en anexo la publicación «Evaluando Personal o Construyendo Zombis» por Luz Stella Losada, Verónica Roque y José Miguel De Angulo (2007). Uno de los mayores beneficios que se le puede ofrecer a un infante es el poder contar con un entorno familiar donde el padre y la madre modelan formas apropiadas de resolver conflictos. Pero cuando ellos modelan formas disfuncionales de resolver sus diferencias, generan altos niveles de estrés en el infante con liberación de tormentas de hormonas y neurotransmisores que trabajan como tóxicos en el desarrollo de la arquitectura cerebral. Además de ello, frecuentemente en los conflictos en el hogar cuando no son manejados apropiadamente; se modelan múltiples formas de violencia, discriminación y exclusión, elementos que crean los fundamentos para continuar tolerando una sociedad violadora de los derechos humanos y aún peor, para hacerse parte de la violación de derechos de otras personas durante la vida adulta. Las investigaciones han venido mostrando que el estrés toxico sufrido en la infancia temprana afecta el cerebro, el hipocampo y la amígdala, generando serias limitaciones, en su vida posterior, a las respuestas de futuras situaciones estresantes que pueda enfrentar tanto en su familia como en el espacio laboral y en la sociedad. La revisión de diferentes investigaciones publicadas por el Instituto de Desarrollo de la Niñez de la Universidad de Harvard les lleva a afirmar que «La ciencia muestra que la exposición a las circunstancias que producen miedo y ansiedad persistente crónica tiene consecuencias para toda la vida mediante la interrupción de la arquitectura de desarrollo del cerebro[…] La exposición a la violencia puede causar miedo y ansiedad crónica en niños y niñas lo cual desencadena la activación extrema y prolongada del sistema de respuesta al estrés que tiene el cuerpo[…] Así, la tensión de la sobrecarga del sistema puede disminuir significativamente la capacidad del niño y la niña para aprender y participar en las interacciones sociales cotidianas durante toda la vida». («Persistent Fear and Anxiety Can Affect Young Children’s Learning and Development» publicado por National Scientific Council on the Developing Child, 2010). Si deseamos parar los altos niveles de violencia que se viven en la sociedad es crucial que la sociedad y el Estado se den cuenta de la gravedad de que infantes sean expuestos a violencia en sus hogares. Si no hay un esfuerzo masivo en crear espacios familiares con menos violencia no se logrará disminuir la violencia de las personas adultas ni tampoco se podrá contar con un desarrollo de una buena arquitectura cerebral en los infantes que les permita más adelante altos niveles de aprendizaje, productividad y relaciones sociales significativas. Esta investigación de Lancet afirma: “Estimaciones plantean que 300 millones de niños/as menores de 5 años están siendo expuestos a la violencia social. Nuevos estudios muestran las graves consecuencias adversas que trae el exponer a violencia a niños/as pequeñas... Infantes expuestos a violencia social muestran apegos inseguros, incremento del riesgo a problemas de comportamiento, niveles bajos de comportamientos prosociales, e incremento de conductas agresivas. Las consecuencias adversas pueden resultar de la ruptura de la estructura y las funciones familiares que comprometen los roles y habilidades parentales y la reducción para la regulación de sus propias regulaciones en los niños/as. (Walker, S.P. y otros, 2011). Son muy altos los costos en salud mental, física y emocional de las personas como también el impacto en la productividad y gastos sociales por las limitaciones de las personas para manejar apropiadamente el estrés y la ira. La inversión de apoyar a las familias para desarrollar nuevos patrones de resolución de conflictos llevará un gran beneficio no solamente en la salud de los infantes que más adelante podrán fácilmente establecer nuevas formas de convivencia social, sino que en el presente beneficiará a esas familias disfrutando de vínculos, apegos sólidos y saludables. 5. Fomentar el involucramiento del papá 5.1. Formación de habilidades parentales en el papá El establecimiento del vínculo del papá con su infante lo antes posible es un gran determinante en el desarrollo integral no solo del bebé, sino de él mismo y de la cohesión familiar. Esto requiere una comprensión de los múltiples beneficios que se generan para los hombres, las parejas y las familias cuando los papás son interactivos, cariñosos, colaboradores, responsables y comprometidos con sus hijos e hijas. Esto no solo traerá increíbles beneficios para la salud, la educación y el bienestar del niño y la niña, sino una oportunidad abierta e increíble para que ese papá pueda experimentar profundos cambios en la forma en que ve su rol en la familia, sus capacidades de productividad y en la forma en que debe realizar su proyecto de vida. «Los papás deben ser alentados a desarrollar sus habilidades de crianza y el involucramiento temprano en la vida de su hijo, como una parte normal de la vida familiar». Son muy grandes los beneficios a mediano y largo plazo cuando se establecen vínculos y apegos sólidos, fuertes entre padre-hijo o padre-hija. Los bebés, cuyos papás se interesan activamente en su cuidado y desarrollo, no solo han mostrado mucha más estabilidad emocional en las formas de manejar sus relaciones, sino que cuentan con puntajes más altos en pruebas de desarrollo mental, mayor excelencia académica, buenas habilidades sociales y alta autoestima. Igualmente, muestran una mayor capacidad para manejar adversidades y situaciones estresantes en la vida en contraste con aquellos hijos e hijas que no han tenido un vínculo y apego fuerte a su padre. Las madres que cuentan con este apoyo solidario y constante en las responsabilidades parentales, disfrutan de niveles más bajos de estrés y tienen capacidad emocional para cumplir mucho mejor sus responsabilidades y cuidados. Si bien inicialmente el papá experimentará situaciones de desventaja en el establecimiento de los vínculos en contraste con la madre (especialmente por el rol biológico de la lactancia y el haber crecido dentro del vientre de su madre «naturalmente» apegada a todos los proceso biológicos y emocionales de su madre), progresivamente el padre puede ir incrementando y consolidando esos vínculos y apegos hasta lograr niveles similares con los de la madre. Desafortunadamente el Estado, la sociedad y las mismas empresas han minimizado la importancia del establecimiento de estos vínculos limitando las licencias de maternidad solamente a las madres. Esto ha hecho que se desperdicie una de las fuerzas más trasformadoras de ese hombre que, si hubiese tenido la oportunidad de experimentar los apegos intensos con su hijo hubiera tenido altas repercusiones en su capacidad no solo productivas, sino de mejorar sus formas de relacionarse y de convivencia que hubieran enriquecido los espacios laborales y la productividad. A largo plazo, es urgente buscar políticas que permitan las licencias de paternidad como una de las mejores inversiones que el Estado y las empresas pueden hacer para la formación de los nuevos ciudadanos y ciudadanas, para que se minimicen las grandes cargas sociales del día de hoy como el pobre desempeño en la escuela, el abandono de estudios, el ingreso a pandillas, el incremento de criminalidad y la adicción a drogas y al alcohol, las enfermedades físicas, emocionales y mentales, la inseguridad ciudadana, la sobrecarga de sistemas judiciales que colapsan por el incremento en la criminalidad, los pobres desempeños laborales, etc. Cuando los papás puedan contar con licencias de paternidad, no para que se consigan otro trabajo extra o tengan más tiempo para sus amigos, sino para involucrarse en los programas de desarrollo de capacidades parentales, toda la sociedad se beneficiará ricamente. El impacto en la salud física, emocional y mental del infante, de la madre y de toda la familia traerá grandes beneficios a toda la sociedad. Múltiples estudios han mostrado que el mayor determinante para que papás y mamás inviertan tiempo de alta calidad con sus infantes es el establecimiento de políticas para licencias de maternidad y paternidad. Estas investigaciones han mostrado como las licencias de paternidad y maternidad están claramente asociadas con un mejor cuidado de la salud del infante, disminución de la depresión postparto, disminución de la mortalidad infantil, incremento de la lactancia materna y mejor desarrollo emocional y cognitivo del infante. En la publicación hecha por el “Instituto del Estudio del Trabajo” (Institute for Study of Labor-IZA-) de Alemania se describen múltiples estudios recomendando los grandes beneficios que esta clase de políticas traen al país. Se plantea la histórica discriminación que ha existido de penalizar a aquellas mujeres que optan por la maternidad, condenándolas a tener salarios más bajos o a retirarse de la fuerza laboral. En las recomendaciones luego de 15 años de investigaciones en esta temática plantean: “Los expertos de IZA hacen un llamamiento a los empresarios para establecer horas de trabajo más flexibles en todos los niveles de cualificación laboral, más uso del teletrabajo y el trabajo compartido, posiciones de tiempo parcial que sean cercanas a tiempo completo, y las opciones para trabajar a tiempo parcial o recibir formación complementaria durante la licencias parentales.” (Zimmermann, K.F., 15 Years Report IZA anniversary, 2013). El Estudio de Luxemburgo en Ingresos Salariales (Luxembourg Income Study) en la conclusión del estudio se plantea que para lograr una equidad de género en la fuerza laboral se requiere que tanto los hombres como las mujeres se involucren plenamente tanto en los cuidados del infante como en el espacio laboral. (Políticas de licencias parentales y empleos y tomas de licencias de papás y mamás por Misra, J., Budig, M., y Böckmann I., 2010). Otros hallazgos muy interesantes se dan en la investigación “Perspectiva internacional en las políticas relacionadas con la familia: lecciones de las economías más competitivas del mundo” (International Perspectives on Work-Family Policies: Lessons from the World's Most Competitive Economies) de Earle A. Mokomane Z., y Heymann J., Work and Family Volume 21, 2011. En esta investigación, usando indicadores de competitividad, utilizados por el Foro Económico Mundial, los autores comparan 15 países de los 20 más competitivos en la última década. Ellos encontraron que todos estos países excepto los Estados Unidos tienen políticas de apoyo a los padres y licencias de maternidad. En 13 de los países más avanzados que consistentemente tienen las tazas de desempleo más bajas proveen licencia de maternidad y paternidad pagadas para que puedan cuidar de sus infantes como también un día de descanso a la semana (excepto Estados Unidos que solo permitía una hora para lactancia materna durante el trabajo laboral). Esta investigación muestra que es inválido el mito que se venía utilizando de que si se proveían licencias de maternidad y paternidad los países perderían su competitividad y reduciría las posibilidades laborales para los padres. Obviamente estas políticas tienen que ser bien desarrolladas para evitar que se conviertan en una pesada carga para el empleador y lograr que sea un costo compartido por toda la sociedad. Debido a estas limitaciones serias que Estados Unidos tienen en la protección de la infancia temprana, se han venido haciendo bastantes investigaciones sobre la importancia de establecer políticas públicas que protejan a la niñez, especialmente durante los primeros meses. Ya se cuestionan mitos y creencias que pensaban que las licencias de maternidad agrandarían las diferencias entre géneros y que la toma de licencias de padres y madres les apartaría de la fuerza laboral. Hoy se ve que si se hacen buenas políticas públicas con este tipo de licencias, se fomentará no solo la equidad de género sino también la productividad de los países y la estabilidad financiera de las familias. Si bien es cierto que actualmente el desempleo es bastante mayor en aquellas mujeres que escogen tomar una licencia de maternidad en contraste con aquellas mujeres que no lo hacen y entregan el cuidado de sus hijos a otras personas inmediatamente después del parto, esto es precisamente porque se continúan reproduciendo los imaginarios tradicionales del rol laboral de las madres y mayormente el imaginario de que el cuidado del infante no es un asunto de varones sino solo de las madres. El sistema actual está construido para castigar laboralmente a quienes escojan retirarse temporalmente a cuidar de su infante lo cual ha reproducido más fuertemente que los varones deleguen esa responsabilidad a las mamás. Esto ha jugado un rol importante en la reproducción de la marcada diferencia de pago salarial que hay entre mujeres y hombres. Se considera que por el solo hecho de ser varón, se cuenta con un empleado que será “más estable” y con pocos riesgos de que emerjan problemas de ausentismos o interrupción laboral por situaciones emergentes como un embarazo, un parto, atención de los infantes o cuidado de hijos/as enfermos/as. Ya es hora de replantear nuevas políticas públicas que pongan en condiciones de equidad a honres y mujeres y que el Estado comprenda que una de las mayores inversiones que pueden hacerse, es el proveer las mejores condiciones posibles a papás y mamás para que le permitan al infante desarrollar la mejor arquitectura cerebral posible. Los beneficios serán a gran escala para toda la sociedad. En los esfuerzos de superar imaginarios sociales que obstruían el desarrollo de políticas públicas para la paternidad y maternidad se han hecho nuevas propuestas innovadoras en la última década. En la publicación hecha en el 2012 por Heather Boushey and Sarah Jane Glynn April (experta analística de políticas públicas del Center for American Progress.) “Los efectos de las que tienen Licencias para la Familia en Estabilidad Laboral y Seguridad Económica” (The Effects of Paid Family and Medical Leave on Employment Stability and Economic Security), resume los hallazgos de su investigación planteando: Si bien parece ilógico que proveerle licencias familiares pagadas cuando el personal no puede trabajar debido a sus responsabilidades en el cuidado en su familia contribuirán a que la gente continúe vinculada a los trabajos. A corto plazo mantiene a la persona fuera del trabajo pero a largo plazo reduce el número de personas que se retiran de la fuerza laboral ya que eso les permite contar con tiempo para cuidar de familiares muy enfermos o cuando tienen un infante. Nuestro análisis muestra que si se establecen políticas de Estado para este programa de licencias tendrá efectos positivos en los indicadores laborales y en la economía de las familias. Estas políticas proveen mayor equidad de género y reducen el abismo salarial que existe entre varones y mujeres permitiendo incrementar la seguridad económica de familias y la capacidad de jubilación de las mujeres. Esta clase de seguridad social permitirá una equidad de género reduciendo el estigma de tener que tomar una licencia para cuidar de alguien en la familia y estimular a los varones a que tomen este tipo de licencia e ir cerrando el abismo que existe en la historia laboral de mujeres y hombres. El mantener empleados a estos varones y mujeres que cuidan de la familia permitirá historias laborales más estables permitiéndoles a los empleados retornar al trabajo luego de sus licencias. Las licencias de paternidad iguales a las licencias de maternidad le permitirán a los varones tomar tiempo fuera de su trabajo al mismo tiempo que sus compañeras sin tener que perjudicar los ingresos económicos de la familia.” Políticas de licencia de maternidad permiten que no se produzca una interrupción en la continuidad laboral y profesional de papás y mamás permitiéndole retener el uso de sus habilidades y conocimientos específicos útiles para el empleador y potencialmente incrementan la capacidad productiva como también de la estabilidad laboral a largo plazo. Las políticas de paternidad y maternidad permiten a los progenitores tener más tiempo con los infantes y a las madres les permite continuar conectadas laboralmente. En la revista científica “El Futuro de los Niños” (The Futture of Children) se publicó el artículo “Políticas para apoyar a papas y mamas con niños pequeños” (Policies to Assist Parents with Young Children) por Christopher J. Ruhm) plantea que: “El mantener el balance entre las necesidades que compiten de la vida laboral con la vida familiar es un desafío para la mayoría de los hogares pero esto se hace mucho mayor cuando en el hogar hay un infante o niños de cero a cinco años. Padres y madres en muchas de estas familias luchan por tratar de encontrar tiempo suficiente para llenar sus responsabilidades laborales y al mismo tiempo proveer el cuidado intensivo que requieren los niños pequeños.” Este investigador también plantea que la única forma de poder lograr la integración de la vida profesional y la vida parental es a través de acuerdos del gobierno con empleadores para el establecimiento de subsidios y provisión de servicios a los empleados que tienen infantes especialmente en los sectores poblacionales de bajos ingresos ya que sus necesidades son mucho mayores. Una nueva sociedad comprometida con invertir en la infancia temprana, el período más crítico e importante de la vida del ser humano, requiere de políticas públicas bien elaboradas que le permitan a los padres y a las madres cumplir plenamente con estos dos roles de forma integrada. En los 2-3 primeros meses después del parto las licencias pueden ser de tiempo completo para el padre, igual que a la madre, pero no para buscarse otros trabajo o dedicarse a ver la TV sino para involucrarse en el desarrollo de capacidades parentales y para el cuidado de su infante. En los siguientes meses, las parejas necesitan contar con buenos centros de apoyo para el desarrollo de sus habilidades parentales que les permita asistir durante unas horas cubiertas por su licencia de paternidad y maternidad y que al mismo tiempo les provean servicios de desarrollo integral de la infancia mientras ambos trabajan con horarios más flexibles de 4 a 6 horas. La calidad de los nuevos sujetos productivos de la sociedad está altamente determinada por la inversión que se haga en el establecimiento de estas políticas públicas. Igualmente deben fortalecerse otras políticas orientadas a facilitar la integración de las responsabilidades parentales y las responsabilidades laborales como la protección de discriminación de empleadores que puedan hacer en base al género o al estado de la madre o padre con hijos pequeños. Las políticas organizacionales también necesitan promover el apoyo a la familia en los lugares de trabajo y apoyar activamente el rol del padre. Los papás pueden necesitar asistencia para desarrollar las habilidades de crianza, especialmente en casos en que se dé la desintegración familiar y custodia compartida. Si tanto el padre como la madre se involucran plenamente en los primeros días de crianza del bebé, rápidamente los papás desarrollarán confianza para seguirlo haciendo más adelante. Cuando la madre se dedica al cuidado los primeros días marginando al compañero o esposo, este tendrá mucho más dificultades posteriormente en apoyar con las responsabilidades de crianza, y será mayor el problema cuando la madre contrasta su desempeño con la “torpeza” del varón al tratar de hacer la misma tarea. El punto de vista y actitudes de las madres y su apoyo influyen marcadamente en los roles que los papás toman, y deben ser abordados en los programas de crianza de los hijos (Revisión de la literatura: Proyecto Información en mejores prácticas parentales, Centro para la Salud Infantil Comunitaria Royal para la Infancia, 2004). En este proceso en el que el varón puede ir descubriendo la gran aventura de aprender las habilidades que se requieren para responder pronta y apropiadamente a las necesidades del infante, la madre juega un rol muy importante. Ante una cultura androcéntrica es completamente normal que el varón experimente altos niveles de ansiedad y temor de cometer errores en el proceso de involucrarse en el cuidado y desarrollo del infante. El temor a cometer errores puede incrementarse intensamente cuando la madre juegue un rol controlador y señale desaprobación cuando el padre en sus esfuerzos, comete errores. La curva de aprendizaje para habilidades parentales en muchos casos va a ser más lenta que la curva de aprendizaje de la madre, ya que la sociedad le permite a las niñas desde temprana edad, de múltiples formas, visibilizarse cuidando infantes. Cuando el padre cuenta con el acompañamiento y el apoyo de la madre para desarrollar habilidades parentales, se experimenta un fuerte elemento de cohesión y sentido de pertenencia a ese proyecto de vida de pareja haciendo que el varón genere altos niveles de confianza y credibilidad para continuar tomando riesgos en su proceso de aprendizaje. Si el varón cuenta con una compañera con la cual pueda dialogar acerca de sus temores e inseguridades sobre cómo cargar, bañar, cambiar pañales o buscar el diálogo con su infante, se acelerará rápidamente el proceso de aprendizaje y el nivel de involucramiento del varón en todos los aspectos del cuidado y la protección. Por el contrario, una madre que expresa desaprobación o sobredimensiona las dificultades que el esposo puede enfrentar como en la frase «tú no sabes cómo callarlo cuando llora» automáticamente le comunica el mensaje fuerte «aléjate cada vez más del cuidado». Por el contrario, la afirmación y el reconocimiento de los esfuerzos hechos es un estímulo a continuar haciéndolos. Cuando un padre se levanta a media noche para calmar al infante que está llorando con hambre, o para sacarle los gases luego de que la madre lo haya amamantado es crucial que, si el infante persiste en el llanto, la madre no trate de levantarse y desplazar a su compañero en estos esfuerzos, ya que conductas como esas van a comunicar incompetencia en lugar de agradecimiento y afirmación por los esfuerzos hechos. En la vida de pareja frecuentemente se cumple el principio de «lo que se siembra se cosecha». 5.2. Repercusiones del involucramiento del papá sensible El involucramiento del papá en los procesos de embarazo, parto y habilidades de crianza para el desarrollo de la primera infancia tiene profundas repercusiones en su vida no solo por permitirle alcanzar la madurez de varón, sino que también esto genera profundos cambios en su forma de relacionarse con su pareja redescubriendo y restaurando los vínculos y apegos con ella, al mismo tiempo que va desarrollando los vínculos y apegos con su hijo. Esta presencia del infante en la familia con un vínculo y apego sólido al padre, le permite también a la madre disfrutar una de las riquezas más significativas en su vida: un compañero solidario, sensible y humano en los espacios más íntimos de la familia. Este es un tema crucial que debe ser dialogado continuamente en los procesos de amistades, noviazgo, y pareja. No hay ninguna otra decisión que va a repercutir tanto en la historia de la vida de una mujer, como lo es el escoger a la pareja con la cual ella entreteja su vida y tenga hijos. Cualquier otra decisión que ella tome en la vida podrá ser de una u otra forma modificada, cambiada o reemplazada pero el tener un hijo con un hombre que se involucra plenamente en el proceso de su desarrollo integral hace totalmente diferente la vida de esa mujer, que tenerlo con un hombre que considera que su función solamente es el de proveer dinero o necesidades materiales. Difícilmente esta mujer va a encontrar otras situaciones que le generen tanto dolor, frustración, rabia y desesperanza que el estar constatando día tras día que quien debería estar compartiendo la carga en un asunto tan delicado como es el cuidado y desarrollo de los hijos se encuentra cada día más alejado y desinteresado en hacerlo. La sociedad ha avanzado mucho abriendo espacios a las mujeres en la vida pública y en la vida productiva pero está profundamente retrasada en abrirle espacios al varón dentro de la vida de la familia para que se comprometa proactivamente en equidad y complementariedad con su esposa a proveer los 5 determinantes personales de salud en las actividades diarias de casa (nutrición física, nutrición emocional, nutrición cognitiva, desarrollo de la autoagencia y provisión de ambientes seguros y enriquecedores). Desafortunadamente las mujeres continúan asumiendo la gran mayoría del trabajo doméstico y el cuidado del desarrollo de los infantes. Esto perjudica profundamente al varón y lo limita a desarrollar sus capacidades como padre y como pareja, condenándolo a vivir en la periferia con grandes carencias afectivas y emocionales por no contar con estilos de vida que le permitan nutrirlas. El costo para la mujer también es extremadamente alto pues además de la carga laboral que ella tiene que llevar, tiene que asumir la gran carga de las responsabilidades domésticas e intentar infructuosamente asumir el cuidado de un desarrollo sólido e integral de sus hijos. Es por ello que uno de los grandes objetivos que debemos buscar en políticas públicas es lograr las licencias de maternidad junto con las licencias de paternidad para poder traer más equidad, complementariedad y mutualidad tanto en el trabajo doméstico como en el trabajo de contribuir plenamente en el desarrollo integral de los hijos e hijas especialmente en la infancia temprana. Esto permitirá entretejer a la pareja de una forma mucho más sólida en la medida que se comparten las responsabilidades financieras, las responsabilidades del hogar y las responsabilidades parentales como papás y mamás. Es este compromiso al que ambos den prioridad lo que más va a determinar su armonía y felicidad como pareja y como papás y mamás: un desarrollo pleno de sus hijos e hijas, proveyéndoles los mejores fundamentos posibles para su aprendizaje, su forma de relacionarse, su forma de trabajar y su forma de producir. Otro de los grandes beneficios del involucramiento de los papás y mamás es que se reduce la imposición de los estereotipos de género sobre los infantes generando un horizonte más amplio y libre para que niños y niñas, puedan desarrollar su propia forma de ir expresando su identidad de género y desarrollando una diversidad amplia de capacidades que no se limitan a los roles restrictivos tradicionales. Cada día se plantea más claramente cómo la cultura de tolerancia a las diferentes formas de violencia y a la aceptación de la violación de los derechos humanos, se incorpora en las personas desde temprana edad en la convivencia en contextos donde se ve como «natural» las relaciones de dominancia subordinación y discriminación entre sus propios progenitores. El presenciar estas relaciones de inequidad entre géneros cuando el cerebro se encuentra en el período más crítico del desarrollo de su arquitectura cerebral, hace que vea como natural no solo la violencia y la discriminación entre géneros, sino entre cualquier grupo humano que sea diferente a otro. Los nuevos roles del papá compartiendo las responsabilidades de crianza y la construcción de una cultura de consensos en la pareja es una de las estrategias más efectivas que existen para disminuir la violencia de género y la reproducción de estereotipos de género que mantienen condiciones de discriminación y violencia en las familias, instituciones y sociedad. 5.3. Importancia de los vínculos y el apego del papá en la reducción de mortalidad materna e infantil Los vínculos y el apego con el papá juegan también un rol crucial aun en los programas lineales de supervivencia infantil o reducción de la mortalidad materna. Los padres, y en especial los papás, necesitan sentirse valorados y apoyados en su muy desafiante rol de responsables de la crianza de sus hijos/as. Si el padre no se siente valorado y sobre todo, si no tiene la oportunidad de experimentar un fuerte vínculo con su bebé durante los primeros meses de vida, es muy difícil para ese padre conectarse y apegarse a su hijo más tarde en la vida (infancia, adolescencia, juventud, o adultez temprana). Sin embargo, los papás que experimentan un fuerte apego durante el embarazo, el parto y los primeros meses de vida, son muy sensibles a las necesidades del bebé, responden pronta y apropiadamente a esas necesidades, y comprenden por qué el niño o la niña muestran signos de angustia o presencia inicial de una enfermedad. El compromiso de estos papás con el bienestar de niños y niñas los lleva a mejorar la forma en que se relacionan en casa con el resto. Además de eso, estos «papás apegados» (junto con las madres) experimentarán un intenso impulso para fortalecer su situación financiera para proporcionar todas las necesidades básicas de la familia. Los bebés se convierten en uno de los generadores más potentes de las fuerzas en los seres humanos para la generación de riqueza y las inversiones a largo plazo para el bienestar de la familia y la comunidad. Actividades de desarrollo comunitario y de buscar mejorar la convivencia se logran mucho más fácil en una comunidad en la que los papás experimentan un fuerte apego a sus hijos e hijas, que en aquellas comunidades en las que el padre se desentiende de ellos. Incluso desde el punto de vista físico, el uso de los servicios de salud son mucho más eficaces si el padre se ha apegado al recién nacido. Por ejemplo, hace dos décadas, empezamos a observar un fenómeno en Chilimarca. A pesar de que se estableció una clínica agradable con buenos médicos y enfermeras, laboratorios y una farmacia comunitaria, niños y niñas estaban muriendo a solo una o dos cuadras de la clínica. Hicimos una investigación a profundidad sobre «Utilización de los servicios de salud en Chilimarca» (una tesis doctoral elaborada por Lowe Kidman con la Universidad de Minnesota), que nos abrió los ojos a muchas cosas. Se encontró que los papás y mamás no tienen conciencia de las necesidades de su bebé y no son conscientes de los servicios disponibles para la supervivencia de sus hijos. Después de esta investigación aprendimos que a pesar de «Programas de supervivencia infantil excelentes y accesibles», como el MAP estaba proporcionando en Chilimarca, fracasan. Aprendimos hace casi dos décadas que cuando no hay un proyecto familiar claro con fuertes vínculos y apego a los niños y niñas, los papás y mamás realizan conductas de cuidado muy pobres para con sus hijos. Pero si un padre o una madre están bien apegados a su bebé, incluso en comunidades rurales aisladas, él o ella rápidamente detecta que algo no está bien con su bebé y que no puede dejar que su bebé sufra. Él o ella estará dispuesto a llevar a su bebé a través de grandes distancias en busca de servicios de salud con el fin de proporcionar la mejor ayuda posible para la supervivencia de su hijo. El apego y el amor son elementos críticos de la supervivencia de la especie humana, y cualquier proyecto interesado en el bienestar de la niñez debe centrarse claramente en facilitar contextos apropiados para que las familias puedan proveer apego y amor. También hemos aprendido de muchas situaciones similares en los que los hombres en áreas rurales y urbano marginales ofrecen una excelente atención a las mujeres durante el trabajo de parto y posparto, como también los casos donde sucede completamente lo opuesto. Cuando el marido o la pareja está fuertemente unido a la mujer, él hará cualquier esfuerzo posible para proporcionar el mejor cuidado posible en su contexto. Cuando esta unión es pobre o erosionada, no es extraño ver a los hombres desaparecer en cuanto las mujeres inician el trabajo de parto. Algunas veces los hombres regresan dos o tres días más tarde, a menudo borrachos. Igualmente vemos respuestas totalmente diferentes de celebración o aceptación de la llegada del nuevo miembro de familia dependiendo de si el bebé que le dio su esposa es un niño en lugar de una niña. Inclusive hemos visto también varias situaciones muy dolorosas, donde el hombre ha hecho más esfuerzos para cuidar de su vaca, cerdo u oveja durante el parto complicando, que cuidar de su esposa durante el nacimiento de su hijo. La tasa de mortalidad materna está muy relacionada con la forma en que los maridos y compañeros están apegados a sus esposas. La falta de apego entre el hombre y la mujer que le permita verla como otro sujeto humano es probablemente otra razón importante del porqué la tasa de feminicidios es tan alta en nuestros países. Lo triste es que muchos de los apegos de los hombres a sus esposas son solo fruto del tipo de apego que experimentaron en su infancia. Tenemos que romper el ciclo de apegos no saludables de pobre cohesión familiar y romper los patrones disfuncionales de relaciones que llevamos de generaciones previas. La reducción de la mortalidad materna e infantil está claramente relacionada con la forma en que varones están unidos y apegados a sus esposas y sus hijos. Lamentablemente, los gobiernos y las ONG han sido engañados con análisis de costo-beneficio realizado con las actividades tradicionales de supervivencia infantil que han venido justificando intervenciones fragmentadas de bajo costo. Este análisis se ha hecho con una «visión a corto plazo» buscando solo la reducción de la mortalidad y descuidando el incremento de la capacidad de carga de familias y comunidades para abrirles espacio a esas personas que logran su derecho a vivir. Una consecuencia de esta «visión a corto plazo» es la tendencia a pasar por alto a los papás y mamás, ofreciendo servicios fragmentados y desconectados de la familia nuclear. Hoy en día, estudios económicos muestran que la mejor inversión financiera que un país puede hacer es invertir en el desarrollo de la infancia temprana. A largo plazo, es muy claro cómo este tipo de inversiones, a pesar de que puede parecer más grande, es mucho más rentable que la inversión en programas de supervivencia infantil. El trabajo con los papás y mamás y las comunidades para establecer condiciones sostenibles para un desarrollo saludable integral del niño es un elemento crítico de una visión a largo plazo y del desarrollo del infante. Libera recursos increíbles para la transformación y el cambio de la sociedad. En programas integrales de desarrollo infantil, no podemos pasar por alto al padre y la madre porque las consecuencias de hacerlo son catastróficas. Sin embargo, como veremos en la siguiente sección, no es suficiente involucrar solamente a los papás y mamás. En programas integrales de desarrollo infantil hay que involucrar además del papá y la mamá, a los/as abuelos/as y la familia extendida si queremos facilitar las condiciones básicas para que los niños y las niñas sean adultos sanos. Margaret Mead dijo que, como sociedad, hemos aislado el núcleo familiar y esperamos que uno o dos adultos asuman roles y las responsabilidades de la crianza del niño y la niña, incluidas las financieras, que una vez fueron compartidos por mucha más gente. Necesitamos un enfoque integral para promover un desarrollo humano que claramente involucre a la familia, el lugar más crítico para establecer las bases del desarrollo de una persona. Los papás y mamás están «levantando el presente y el futuro» para toda nuestra sociedad y necesitan apoyo para hacerlo de una manera adecuada. La capacidad de una madre y un padre para criar efectivamente depende en gran medida del apoyo de la comunidad a su disposición. 6. El papel de abuelos y abuelas y otras personas adultas de las familias extendidas. En ninguna otra especie existe un proceso tan laborioso y largo de formación de la progenie como en la especia humana. Los seres humanos requieren, como ninguna otra especie del planeta, de muchos años de cuidado y de gran variedad de esfuerzos para lograr un buen desarrollo además del cuidado físico. La complejidad que se requiere para un buen desarrollo del cerebro implica una gran diversidad de interacciones con adultos que sería imposible proveerlas solo por la madre y el padre, como frecuentemente sucede en otras especies. Esto hace que el cuidado de los infantes sea responsabilidad de grupos humanos más amplios que entran a apoyar a la madre o a la pareja. Debido a la complejidad de la sociedad en que nos encontramos, a la gran cantidad de entornos a los que el infante debe ser expuesto para contar con el apropiado desarrollo de aprendizaje que le permita adaptarse al complejo mundo en que nos encontramos, urge la necesidad de apoyo de familias extendidas y programas comunitarios y gubernamentales que acompañen a las parejas, y con mayor razón si la madre está sola en el cuidado y desarrollo de sus hijos. Al no hacerlo, la sociedad y el Estado se hacen responsables de los altos niveles de estrés que experimentará esta madre, generando contextos tóxicos para el infante, y privando a este de los contextos y cuidados que se requieren para respetar sus derechos y facilitarle un desarrollo pleno. De la misma forma que los seres humanos, la única especie en donde la hembra requiere de apoyo y acompañamiento de otros seres humanos durante el proceso de parto para reducir los riesgos de complicaciones, igualmente el cuidado del infante demanda de esfuerzos de apoyo de otros seres humanos. Otra característica interesante que hace a los seres humanos muy diferentes a otras especies de primates es que la mujer experimenta la menopausia décadas antes de que ella muera. Las hembras en las otras especies continúan en capacidad de concepción y dar nacimiento a progenies aún en etapas muy viejas. Esto hace que los/as abuelos/as cuenten con varias décadas sin tener embarazos y partos liberándoles del cuidado de sus propios bebés para poder acompañar a sus hijos e hijas en los proceso de embarazo, parto y cuidado de los infantes que van teniendo. Este acompañamiento y esfuerzo conjunto de dos generaciones para el cuidado de los infantes es una de las características de la especie humana que incrementa grandemente las posibilidades de supervivencia de los infantes y también las posibilidades de que el infante cuente con un rico entorno social de adultos proveyéndole cuidados e interacciones constantes para el desarrollo de una rica y sólida arquitectura cerebral. Esto también permite a las madres tener más de un hijo antes de que el hijo alcance una madurez para cuidarse a sí mismo. En las otras especies las madres tienen una siguiente cría solo después de que la cría previa ya no necesita del cuidado parental. 6.1. La capacitación de abuelos y abuelas y de otros adultos para apoyar a los papás y mamás Los abuelos y abuelas, como otras personas de la tercera edad pueden realizarse profundamente a través de la función de apoyar a las parejas jóvenes, mayormente si es una madre soltera, para que desarrollen las mejores capacidades posibles en el ejercicio de sus roles parentales (no para remplazar a sus hijos e hijas en esos roles parentales con los nietos). Los abuelos y abuelas actúan como apoyo emocional o material a sus hijos adultos, reduciendo así el estrés general y proporcionando estabilidad a la familia multigeneracional y extendida de los hogares de hoy en día. Los/as abuelos/as que se involucran como cuidadores tienen mayor necesidad de ayuda y desarrollar habilidades de crianza para que puedan superar las comunicaciones disfuncionales y modelos de manejo de poder que tengan. El mundo ha cambiado mucho desde el tiempo en que ellos fueron papás y mamás y, desafortunadamente, carecen de gran cantidad de conocimientos que hoy se tiene con respecto al desarrollo de la infancia. Un programa que apoya en desarrollo de habilidades parentales en donde papás, mamás y abuelos/as puedan involucrarse es de gran utilidad. Los/as abuelos/as también pueden desarrollar principios parentales muy buenos para aplicar y compartir con los papás y mamás jóvenes en su familia, lo cual trae una gran diferencia en el desarrollo del infante. Dentro de estos hogares, los/as abuelos/as cumplen múltiples roles como el de ser niñeras y apoyo en los quehaceres domésticos, como colchón (disipador de tensiones) entre los papás y mamás y nietos en situaciones familiares inestables; transmisores de la historia familiar, de las tradiciones, los valores sociales; como modelos a seguir, y como anclas de la familia en un mundo que cambia rápidamente. Algunas de las actividades para los/as abuelos/as pueden incluir grupos de apoyo, el acceso a los proveedores de servicios y programas de educación para papás y mamás para satisfacer necesidades específicas de esos nietos que crían; cómo hacer frente a problemas de la sociedad actual, tales como las drogas, el SIDA, la educación sexual, las pandillas, y la crianza de niños y niñas que han experimentado traumas o que tienen dificultades de aprendizaje. Esta experiencia de aprendizaje de habilidades de los papás y mamás también puede ofrecer buenas oportunidades para traer sanidad en las relaciones rotas o complicadas con sus propios hijos e hijas como resultado de haber utilizado prácticas de crianza inadecuadas décadas atrás por la carencia de conocimientos y experiencias que tenían. Los papás y mamás jóvenes también pueden aprender que es el momento de «aprender de los errores de sus padres», lidiar con su pasado resquebrajado y afrontar el presente de una forma más saludable rompiendo patrones viejos disfuncionales y construyendo nuevas formas de crianza saludables. Entre los múltiples cambios demográficos que sufre la sociedad hoy en día, está la amplia presencia de abuelos/as en los núcleos familiares. Es común encontrar en las estadísticas poblacionales de nuestros países que casi dos terceras partes de las mujeres mayores de 50 años ya son abuelas y un 50% de los varones son abuelos. El incremento de la longevidad del ser humano hace también que la presencia de los/as abuelos/as en los hogares sea mucho mayor. Esto hace de los abuelos/as una increíble fuerza social que puede ser usada para fortalecer los espacios de convivencia familiares e incrementar actividades de servicio y apoyo a la infancia temprana y, de ese modo, crear las condiciones más propicias para su desarrollo integral. Los abuelos y abuelas pueden jugar un rol muy valioso continuando el apoyo y acompañamiento de la nueva generación de estos infantes hasta cuando ellos lleguen a su mayoría de edad. Igualmente, si se logra conformar un vínculo apropiado entre abuelos/as e infantes; desde el inicio estos niños y niñas se convertirán en una poderosa razón de vivir de los/as abuelos/as haciendo su vida y su vejez mucho más agradable y significativa. Cuando los/as abuelos/as reciben capacitación apropiada para no suplir el rol de papás y mamás sino para facilitarles la tarea de crianza y el acompañamiento de estos, las tareas familiares se hacen mucho más llevaderas y reducen en gran parte el nivel de estrés que experimentan los papás y mamás. Los abuelos y abuelas, al igual que otros adultos o instituciones como las guarderías, no pueden violentar el derecho de la niñez consagrado por la Convención en el artículo 7.1 «El niño …tendrá derecho.., en la medida de lo posible, a conocer a sus papás y mamás y a ser cuidado por ellos». Los abuelos y abuelas pueden jugar roles muy importantes en la vida de la familia y especialmente en el desarrollo de la infancia temprana. Por ejemplo, pueden absorber gran cantidad de tensiones en situaciones volátiles que enfrente la pareja o la familia y sirven de ancla que provee estabilidad en un mundo rápidamente cambiante. La falta de estrategias para involucrar a los papás y mamás en actividades de aprendizaje sobre el desarrollo de la infancia temprana puede llevar a problemas serios en la familia, incrementando tensiones al tratar de reproducir modelos obsoletos de educación de los hijos o tratando de insertarse en medio del rol de papás y mamás de sus hijos e hijas con sus nietos. Igualmente, en aquellos casos que los niños y niñas han sido abandonados por sus papás y mamás y entregados al cuidado de sus abuelos/as, la falta de programas de capacitación a los/as abuelos/as en habilidades de crianza va a reproducir los errores cometidos previamente con sus propios hijos. El rol de buscar ser abuelos/as intencionalmente, lo cual incluye un compromiso para capacitarse en el apoyo y cuidado de los bebés de sus hijos, les permite a involucrarse en actividades de aprendizaje para el desarrollo de habilidades de crianza. Un involucramiento apropiado como abuelos/as en las actividades de crianza en la infancia temprana, permite establecer sólidos vínculos y apegos que durarán toda la vida. Esto lleva a disfrutar intensamente de la relación con la familia y especialmente con los infantes, al mismo tiempo que les genera uno de los orgullos más grandes que pueden tener en sus vidas: dejar una huella significativa en la vida de sus nietos al mismo tiempo que disfrutar del amor y el cuidado de ellos. 6.2. El rol de abuelos y abuelas fortaleciendo familias ampliadas y extendidas Ante los complejos cambios sociales que se están dando, especialmente en las ciudades, los límites de la familia nuclear se hacen cada día más invisibles, haciendo que papás y mamás vivan cotidianamente entretejidos con otros adultos. Esto frecuentemente genera dificultades y conflictos en la educación de niños y niñas. Pero al mismo tiempo, presenta nuevas potencialidades y oportunidades para la construcción de familias amplias. Los/as abuelos/as pueden jugar un rol muy valiosos como catalizadores y mediadores en los procesos de facilitación para que estos espacios de convivencia de familias ampliadas y extendidas puedan convertirse en comunidades familiares focalizadas en la protección y el desarrollo integral de la infancia temprana. Las familias ampliadas y extendidas que se están dando en nuestro entorno urbano presentan oportunidades muy especiales para ofrecer cuidados compartidos y enriquecedores a los infantes, siempre y cuando estas comunidades familiares cuenten con apoyo de servicios comunitarios y del Estado para que puedan cumplir con esas responsabilidades. Cuando papás, mamás, abuelos, abuelas y otras personas adultas de los diferentes tipos de familias ampliadas y extendidas cuenten con apoyo para el desarrollo integral de la infancia temprana, niños y niñas tienen la oportunidad amplia de florecer en contextos muy ricos de libertad, respeto mutuo, solidaridad y amor. No hay fuerza que pueda enriquecer más a las comunidades familiares que ver a los infantes irradiar alegría, dinamismo, aprendizajes y como veremos más adelante, generando las inmersiones en la ternura que van creando vínculos y apegos sólidos entre los miembros de la familia, recreando una cultura de empatía, pertenencia y solidaridad en esa familia y comunidad. Es muy importante reconocer la importancia y el potencial que existe en los nuevos tipos de familias que están emergiendo, especialmente en los contextos urbanos que incluyen varias generaciones y varios tipos de lazos de parentesco. Las Comunidades familiares en donde se encuentran varias generaciones de adultos, incluyendo adultos mayores, son ricamente revitalizadas con la presencia de infantes saludables que siempre tienen energía y capacidad de atención para interactuar con todos enriqueciendo sus vidas, al mismo tiempo que reciben los cuidados e interacciones que necesitan. Las diferentes estrategias descritas en este libro buscan presentar múltiples formas para desarrollar programas y proyectos de apoyo a esas comunidades familiares para el desarrollo de habilidades de crianza que permitan el desarrollo integral de la infancia temprana. Cuando estas comunidades familiares aprenden a interactuar en una cultura del respeto y buen trato con los infantes en sus primeros meses de vida, los vínculos, los apegos y la empatía experimentada en esta etapa, se encargarán de cuidar y facilitar que las relaciones sean fluidas y placenteras en las siguientes etapas de la vida. A través de la historia en gran cantidad de sociedades en donde los seres humanos se han desarrollado en grupos comunitarios donde la familia incluía una variedad de personas adultas entretejidas por vínculos de parentesco o adopción. En estos grupos humano no se daban las familias nucleares con pocos miembros (papa, mama y uno a tres hijos) como se conocen hoy. En el cuidado y apoyo al desarrollo de los infantes se involucraban diferentes personas adultas de la familia y amigos y el cuidado del bebé no era una carga que se dejaba solo en la madre. Hay varios estudios sobre diferentes culturas que muestran cómo el cuidado de los infantes era una actividad más colectiva. Por ejemplo, en las diferentes culturas examinadas por Weisner y Gallimore (1977) se encontró que el 40% de los infantes eran cuidados por más de la mitad del tiempo por otras personas diferentes de la madre y el porcentaje es mayor cuando los niños/as estaban en edades preescolares o escolares. En la publicación “Handbook of Child Psychology, Child Psychology in Practice (2006)” se da el siguiente listado de diferentes investigaciones que plantean cómo a través de las culturas se involucraban diferentes clases de adultos, familiares, amigos y vecinos: Fouts, 2002; Hewlett, Lamb, Shannon, leyendecker y Scholmerich 1998; Leiderman y Leiderman 1974, Nerlove 1974; Weisner y Gallimore 1977; Mason y Duberstein 1992. Igualmente esa publicación presenta otros investigaciones que muestran formas en que las sociedades del mundo industrializado han ido creando mecanismos para un cuidado de infantes a través de programas que apoyen las madres en sus responsabilidades y le permitan tener un balance en sus vidas. (Bromber y Hwang, 1991; Gunnarsson, 1993; Hass, 1992; Hwang y Broberg, 1992; Lamb y Levine, 1983; Van Ijzendoorn & Tavecchio (1987). En la publicación “Parentalidad positiva. Las bases de la construcción de la persona” de Félix Loizaga (Educación Social, nº. 49, p70 p88, 2011) se amplía el tema acerca de la parentalidad desde la perspectiva de lo social que supera la concepción de familia nuclear y familia biológica. El autor, mostrando cómo la herencia social familiar de las personas es mucho más importante que la biológica, cita una publicación de Barudy, J. del 2010: “Esto es debido a que en muchas ocasiones hubo personas que le respetaron, le calmaron en situaciones de tensión y le consideraron como persona necesitada de apoyo y de cuidado. Muchas de ellas le aportaron parentalidad y buen trato para poder desarrollarse como persona. Esto favoreció que su forma de ver la vida y de verse a sí mismo sea positiva.” Muestra cómo las interacciones en la niñez con personas que habitaban los diferentes lugares en los que uno ha vivido (dentro de su casa, entre el vecindario, en su barrio o pueblo…) le marcan de manera tan importante como su herencia personal constituida por el temperamento y su herencia sociofamiliar. Igualmente estas personas pueden impactar el desarrollo cuando se les erosiona a la niñez la autoestima o se les genera sufrimiento, tensiones, miedos, e inclusive se les genera profundos traumas. El autor confirma el rol que estas comunidades familiares tienen en el desarrollo de la personalidad (Manciaux, M. 2003, Maganto, C. 2011, Fernandez – Abascal 2011) para afirmar: “La psicología positiva actual ha puesto de manifiesto que los buenos tratos recibidos son más importantes que los malos y que gracias a esa protección ejercida por muy diferentes personas podemos tener emociones positivas que ayudan a afrontar la realidad y las dificultades de manera más adaptativa y, como consecuencia, nuestra salud se hace más fuerte y sana”. Todo esto nos muestra que la convivencia con familias ampliadas y grupos sociales, siempre y cuando no hayan personas que generen experiencias adversas o traumatizantes a la niñez, enriquecen el desarrollo de la personalidad de niños/as especialmente porque cuentan con otros adultos que les pueden ayudar a manejar el estrés y situaciones difíciles cuando papá y mamá tienen limitaciones o no se encuentran presentes en ese momento. Como dice el autor: La parentalidad positiva supera la consanguinidad. Entendemos, por tanto, por parentalidad positiva, el buen trato recibido por diferentes personas basado en su capacidad para querer, acoger, cuidar, calmar. En otras palabras, para proteger y producir buenos tratos favoreciendo el desarrollo cerebral, emocional, cognitivo e interpersonal.” Es importante repensar y crear estrategias para fortalecer comunidades familiares donde diferentes adultos contribuyan de forma saludable al desarrollo integral de la infancia y modificar los imaginarios que se están formando en esta última generación con respecto a que los hijos son básicamente responsabilidad solo de la madre. Los centros parentales comunitarios son una valiosa opción en donde varios papás y mamás pueden mutuamente apoyarse en los cuidados de la niñez al mismo tiempo que se comparten unos/as con otros/as habilidades parentales. En estos programas igualmente pueden participar ricamente personas que tengan opciones de soltería, jóvenes, hermanos/as, otros familiares, vecinos, y como ya previamente se ha mencionado, especialmente los/as abuelos/as que se encuentran en una etapa en donde ellos ya pueden dedicar más tiempo al cuidado de niños y niñas ya que han salido de la etapa del cuidado de sus propios hijos/as. El modelo androcéntrico en las culturas industrializadas ha buscado reducir el cuidado de los hijos de una forma exclusiva a la madre imponiéndole no solamente grandes sacrificios profesionales y financieros a estas mujeres sino también un tipo de responsabilidad que debería ser claramente compartida por el padre y acompañada por otros adultos de la familia y la comunidad que también asuman responsabilidad por esa nueva generación que se va abriendo paso en la sociedad. Junto con esta “carga exclusiva” sobre la madre ha creado modelos de “guarderías” donde las madres que necesitan trabajar por su desarrollo laboral o profesional o por condiciones económicas (o ambas) se ven obligadas a entregar a sus hijos/as a casas o instituciones donde “guardan” al hijo/a hasta que la madre pueda pasar a recogerle. La carencia de interacciones de los infantes con adultos que están ricamente ligados en las comunidades familiares ha hecho que los infantes se priven de la fuerza más valiosa para el desarrollo de su arquitectura cerebral que es el desarrollo de vínculos, apegos y sentidos de pertenencia. El cuadro se complica como fruto de que el vínculo que está tratando de conformar con su madre experimenta situaciones de abandono y traición al ser todos los días depositado en una institución generando apegos inseguros con altos niveles de ansiedad e incertidumbre, lo cual le lleva a limitaciones serias en el establecimiento de apegos en su vida futura. Es crucial que la sociedad y el Estado provean múltiples mecanismos y políticas públicas que les facilite al padre y a la madre cumplir plenamente sus funciones parentales al mismo tiempo que no se les castiga ni financiera ni profesionalmente por contribuir con la sociedad trayendo los/as nuevos/as ciudadanos/as que cuidarán de toda la sociedad. Un ejemplo de políticas públicas cruciales para esto son las políticas de licencia de maternidad y paternidad en la cual se les alivia a los padres algunas horas de la carga laboral durante el día (no para que se consigan un segundo trabajo) sino para que puedan participar activamente en programas de aprendizaje de habilidades parentales al mismo tiempo que están disfrutando del desarrollo del cuidado y apego con sus infantes. Otro ejemplo de políticas públicas comprometidas con el desarrollo integral de la infancia es la creación de múltiples mecanismos para la protección laboral y desarrollo profesional de la mujeres que contribuyen con la sociedad proveyendo los/as nuevos/as ciudadanos/as. Padres y especialmente las madres cuentan con múltiples mecanismos que les permiten continuar ligados en el mundo laboral y cuentan con mecanismos extras para explorar su desarrollo profesional y apoyo en trabajo parental como contraparte de la sociedad y el Estado. Las políticas también deben buscar desarrollar programas bien elaborados de centros para desarrollo de habilidades parentales donde papás, mamás y otros cuidadores de los infantes puedan disfrutar de aprendizajes sobre cómo se comunican los infantes y cómo se puede responder pronta, apropiada y consistentemente para lograr su desarrollo integral. Esto requiere crear mecanismos para lograr que otros miembros de la familia adultos, amigos y vecinos de una comunidad puedan colectivamente acompañar y respaldar especialmente a los padres y madres que tienen hijos en la infancia temprana. Infantes no pueden continuar recibiendo el impacto altamente tóxico que tiene el estar solo al cuidado de una madre sobrecargada emocionalmente, y encima de eso con las responsabilidades financieras para la sobrevivencia de su infante. Tampoco pueden los infantes continuar siendo entregados a instituciones donde personal con mínimas condiciones les “guardan” durante el día hasta que la madre pase a recogerles. Ya está claramente demostrado que la carencia de vínculos, apegos y sentido de pertenencia en los dos primeros años de vida tiene gravísimas repercusiones no solo para la posibilidad de formar futuro vínculos y apegos, sino para contar con seguridad para construir nuevos aprendizajes, sentido de auto eficacia y auto agencia, y la capacidad para producir y convivir más adelante en la sociedad. Infantes requieren de claras políticas que les permitan a sus padres, especialmente a las mamás, contar con mecanismos que no sean penalizados por su trabajo construyendo estos vínculos y apegos, y que cuentan con el acompañamiento de otros adultos para que esos vínculos sean diversos y sólidos con las comunidades familiares y programas comunitarios. Si no se establecen políticas robustas para proteger el desarrollo laboral y profesional de las madres la sociedad y el Estado continuarán condenando a las madres a una de estas dos alternativas: entregar a sus hijos/as a instituciones la mayoría del tiempo en que el infante está despierto o a quedar condenadas a depender de mini y subempleos debido a las grandes dificultades que ellas encuentran para poder reentrar a la vida laboral cuando dejan el trabajo de tiempo completo por uno o dos años. Un buen desarrollo de la arquitectura cerebral requiere una rica interacción de infantes con varias personas adultas con las cuales pueda relacionarse consistentemente a través del tiempo. Infantes con vínculos, apegos y sentido de pertenencia con las comunidades familiares van a tener un desarrollo emocional y afectivo bastante más sólido que cuando las relaciones son de un adulto a un infante. La situación se hace peor cuando la relación entre adultos e infantes es de 1 adulto a 8-10 infantes y aun mucho peor cuando ese adulto es una persona que interactúa como fruto de una relación laboral (recibir un pago de dinero) y no como fruto de un vínculo familiar que permita establecer un apego sólido y un claro sentido de pertenencia. Tavecchio, y Van IJzendoorn, (1987) plantean cómo una red estable de adultos puede proveer un cuidado que es mejor que el que puede proveer una madre sola en la que el infante es dependiente solo de ella para poder satisfacer todas sus necesidades. En sus investigaciones muestra el rol tan valioso que otros adultos juegan para el desarrollo de los vínculos y apegos en los infantes y que va más allá del modelo tradicional de la diada del modelo tradicional mamá-infante. Se valoran mucho los apegos de los hermanos/as y de forma especial el rol del padre en el cuidado y la formación de sus hijos, como también el apoyo que otros adultos aportan. En la búsqueda de apegos saludables y estables también es obvio que un infante va a tener mejor vínculo con su madre si ella no se encuentra bajo altos niveles de estrés por las responsabilidades exclusivas asignadas a ella. Esta relación será aún mejor cuando ella puede tener un balance en la vida donde se realiza también laboral y profesionalmente en contraste con una madre que está frustrada o condenada a estar dedicada exclusivamente y de forma aislada a cuidar a su infante. Madres que pueden contar con este sentido de realización y proyección social y laboral son más alegres y sensibles en las relaciones con sus hijos que aquellas madres que queriendo realizarse en otras áreas no encuentran la posibilidad y tienen que quedar confinadas solo al espacio doméstico (Shaffer, 2007). 7. Atención Integrada a las Enfermedades Prevalentes de la Infancia basada en la Comunidad (AIEPI-C) Se trata de facilitar el acceso a los servicios de atención en salud física con personal de salud bien capacitado y cuidadores de niños pequeños de forma compartida con los papás y mamás de familia. Los padres y madres son los proveedores primarios de salud y juegan un rol crítico en la detección tempana de enfermedades y la búsqueda de acceso a los servicios de salud cuando ellos no pueden controlar las enfermedades comunes en la familia. Las comunidades necesitan contar con servicios que provean a las familias acceso a las actividades de supervivencia infantil, como el embarazo y parto seguros, prevención y tratamiento de las enfermedades comunes (tales como diarrea, neumonía, malaria, salud oral, etc.) el uso de las vacunas, manejo apropiado de la terapia de rehidratación oral, la lactancia materna exclusiva, el uso de mosquiteros, el acceso a los medicamentos esenciales, suplementos vitamínicos y minerales, detección precoz de enfermedades, el acceso al agua potable y una buena nutrición. El AIEPI-C ha permitido agrupar una serie de intervenciones sencillas, asequibles y que han sido probadas eficazmente para tratar de forma conjunta las principales enfermedades infantiles y la malnutrición (cuando se dan por inadecuadas prácticas alimenticias o por presencia de enfermedades no tanto por falta de seguridad alimentaria). El AIEPI-C conjuga intervenciones eficaces para prevenir las defunciones y promover un crecimiento y un desarrollo contrarrestando la presencia de enfermedades. La intervenciones más comunes son aplicación de terapias de rehidratación oral para la diarrea; administración de antibióticos para tratar los casos de septicemia, neumonía y otitis; empleo de antipalúdicos y mosquiteros tratados con insecticida; administración de vitamina A, tratamiento de la anemia y promoción de la lactancia materna y de la alimentación complementaria para favorecer una buena nutrición y la recuperación de enfermedades, e inmunización. En algunos países incluyen otras intervenciones como las relacionadas con el VIH/SIDA, control de niño sano, lo que llaman actividades de estimulación temprana o algunos elementos de desarrollo psicosocial. Para que el AIEPI-C funcione óptimamente, se debe garantizar una continuidad asistencial que abarque las familias y las comunidades, los centros de primer nivel y los hospitales. Esta falta de la integración y la horizontalidad ha sido una de la limitaciones por las cuales la extensión del AIEPI ha sido un proceso lento, como también por la falta de esfuerzos y estrategias apropiada para facilitar le autoempoderamiento de las familias quedándose solo en esfuerzos para reforzar los sistemas sanitarios en las instituciones (Informe sobre la salud en el mundo, Organización Mundial de la Salud 2005). Hay que tener presente que son las familias quienes tienen la responsabilidad primaria de cuidar a los niños y a las niñas, y por lo tanto, el sistema de salud debe claramente buscar una asociación entre los proveedores de salud y las familias en un contexto de apoyo comunal. Como lo plantea claramente este proyecto de UNICEF «Atención integrada a las enfermedades de prevalencia infantil», los hogares deben ser el lugar por excelencia donde se cuide la salud, se prevengan las enfermedades y se detecte cuando estas se presentan antes de que sean graves. «Debido a que la mayoría de las muertes infantiles ocurre en los hogares antes de llegar a un centro de salud, prevenir los casos de muerte potenciando la salud infantil desde el seno de la propia comunidad constituye el eje de la iniciativa denominada “Atención Integrada a las Enfermedades Prevalentes de la Infancia” (AIEPI). Esta iniciativa se concentra en tres áreas fundamentales, a saber: mejorar la capacitación del personal sanitario, mejorar los sistemas sanitarios y mejorar los hábitos en el ámbito comunitario y familiar (Atención Integrada a las Enfermedades Prevalentes de la Infancia en las Comunidades, AIEPI-C)». Los servicios, programas y personal de salud deben brindar una atención de salud que sea apropiada y accesible especialmente a quienes tienen infantes. Igualmente, deben facilitar procesos educativos a las familias para asegurar que estas puedan proporcionar atención domiciliaria adecuada apoyando el crecimiento y desarrollo saludable de sus hijos. Las familias deben ser capaces de responder adecuadamente cuando sus hijos están enfermos, detectando tempranamente cuando las cosas no van bien, lo cual implica la prevención de enfermedades, el reconocimiento de la enfermedad, el manejo en el hogar y buscar ayuda adecuada y oportuna con las prácticas de cumplimiento del tratamiento recomendado por el profesional de salud. El sistema de salud también necesita claramente integrar la promoción de prácticas familiares claves para la salud y la nutrición infantil. Igualmente, el sistema de salud debe ver a los agentes comunitarios de salud o promotores como una de las «interfaces» o puentes más efectivos entre los servicios de salud y las familias. Las prácticas familiares que han sido más reconocidas como efectivas en el AIEPI Comunitario son: Para el crecimiento físico y el desarrollo mental 1. Amamante a los lactantes de manera exclusiva por lo menos seis meses. (Las madres que son VIH positivas deberán recibir asesoramiento sobre otras opciones para alimentar al bebé, teniendo presente las normas y recomendaciones de OMS/UNICEF/ONUSIDA sobre infección por VIH y alimentación del lactante). 2. A partir de los seis meses de edad, suministre a los niños alimentos complementarios recién preparados, de alto contenido nutricional y energético, continuando al mismo tiempo con la lactancia materna hasta los dos años o más. 3. Proporcione a los niños cantidades suficientes de micronutrientes (vitamina A y hierro, en particular), ya sea en su régimen alimentario o mediante el suministro de suplementos. 4. Promueva el desarrollo mental y social del niño, respondiendo a su necesidad de atención, y procure estimularlo mediante la conversación, juegos y otras interacciones físicas y emocionales apropiadas. Para la prevención de enfermedades 5. Lleve a los niños en las fechas previstas a que reciban el esquema completo de vacunas (BCG, DPT, VOP y antisarampionosa) antes de que cumplan un año. 6. Deseche las heces (inclusive las de los niños) de manera segura y lávese las manos con agua y jabón después de la defecación y antes de preparar los alimentos y dar de comer a los niños. 7. Proteja a los niños en las zonas donde la malaria es endémica, asegurándose que duerman con mosquiteros tratados con insecticida. 8. Adopte y mantenga los hábitos apropiados para la prevención y atención de las personas infectadas por el VIH/SIDA, especialmente los huérfanos. Para el cuidado apropiado en el hogar 9. Continúe alimentando y dando líquidos a los niños, especialmente leche materna, cuando están enfermos. 10. Administre a los niños enfermos el tratamiento casero apropiado para las infecciones. 11. Tome las medidas adecuadas para prevenir y controlar lesiones y accidentes en los niños. 12. Evite el maltrato y descuido de los menores y tome medidas adecuadas cuando ocurran. 13. Asegure que los hombres participen activamente en el cuidado de sus hijos y se involucren en los asuntos relacionados con la salud reproductiva de la familia. Para buscar atención 14. Reconozca cuándo los niños enfermos necesitan tratamiento fuera del hogar y llévelos al personal de salud apropiado para que reciban atención. 15. Siga las recomendaciones dadas por el personal de salud en relación con el tratamiento, seguimiento y la referencia del caso. 16. Asegúrese que toda mujer embarazada reciba atención prenatal adecuada, consistente en un mínimo de cuatro visitas prenatales con un proveedor de servicios de salud apropiado y la administración de las dosis recomendadas de toxoide tetánico. La madre necesita contar con el apoyo de la familia y la comunidad para buscar atención apropiada, especialmente en el momento de dar a luz y durante el posparto y período de lactancia. (Prácticas familiares clave para el crecimiento y desarrollo saludables. AIEPI Serie FCH/CA 62(3).E, Organización Panamericana de la Salud) Es importante tomar en consideración que junto con estas prácticas de cuidado infantil, especialmente durante los dos primeros años, deben considerarse prácticas de cuidado durante el periodo intrauterino. Un listado de estas acciones tratando de completar los vacíos del listado previo del AIEPI se presenta en lo que se llama la estrategia 7-11 que promueven instituciones como The Centre for Global Health, Trinity College Dublin, MOHS, World Vision buscando proteger la salud del bebé que está en proceso de gestación como también para reducir la mortalidad materna. 1. Dieta adecuada. 2. 3. 4. 5. 6. 7. Suplementos de hierro y folatos. Inmunizaciones con el toxoide tetánico. Prevención de malaria y tratamiento intermitente y preventivo (en áreas endémicas). Espaciamiento saludable de embarazo y preparación para el parto. Desparasitación. Facilitación de acceso a los servicios de salud de maternidad (control pre natal y post natal, atención de parto por personal preparado, prevención de la trasmisión de madre-hijo del VIH, pruebas para Infecciones de transmisión sexual y tuberculosis. Como puede verse las estrategias previamente mencionadas están altamente enfocadas en la parte biológica del desarrollo del infante excepto la mención de evitar el maltrato y el involucramiento de los hombres a que participen activamente en el cuidado de sus hijos Logros grandes que previamente no existían en las etapas iniciales del AIEPI). Igualmente los cuidado de la madre se enfoca en el cuidado y preparación de ella para el parto como un ser limitándoles a sus funciones reproductivas biológicas, ya que es un programa diseñado para países con altísima mortalidad materna y condiciones de empobrecimiento muy alto. Si bien estos son derechos mínimos de todas las mujeres que no pueden ser negados a ninguna mujer en el planeta, la comunidad global debe reconocer que es inadmisible que madres, quienes traen a los seres humanos a este planeta, se les esté ofreciendo este respeto tan mínimo con el cumulo de evidencias científicas existentes de los derechos que realmente ellas tiene. Esto nos recuerda la importancia de buscar enfoques más amplios de trabajo con papás, mamás y comunidad para poder ver la llegada de los seres humanos como un fenómeno mucho más rico que simplemente un fenómeno biológico. Es importante modificar los imaginarios sociales de lo que son los infantes y poder visibilizarles como sujetos plenos de derechos que exige la provisión de una variedad de condiciones apropiadas en la familia y en la sociedad para que lo que determina la calidad durante toda su trayectoria de vida, la arquitectura cerebral sea apropiadamente desarrollada. Si bien las acciones de prevención y manejo de enfermedades son muy importantes para poder permitir la supervivencia infantil, es crucial entender que un enfoque en el aspecto de manejo de patologías, por muy bueno que éste sea para permitir la supervivencia infantil, está altamente limitado si no hay un claro trabajo en los otros determinantes de la salud del ser humano (nutrición física, emocional y cognitiva, promoción de la capacidad de la autoagencia y la provisión de contextos seguros y enriquecedores). Hay suficientes evidencias que demuestran que la salud física, emocional y mental durante toda la trayectoria de la vida están claramente determinadas por la presencia de estos determinantes de la salud en la infancia temprana. Es así que el AIEPI-C tiene que ser parte de las otras estrategias mencionadas en este documento. El AIEPI, con un claro énfasis comunitario, es el esfuerzo mínimo que pueden hacer los países para poder cumplir con lo que dicen los dos puntos del artículo 24 de la Convención Internacional sobre Derechos del Niño: 1. Los Estados Partes reconocen el derecho del niño al disfrute del más alto nivel posible de salud y de servicios para el tratamiento de las enfermedades y la rehabilitación de la salud. Los Estados Partes se esforzarán por asegurar que ningún niño sea privado de su derecho al disfrute de esos servicios sanitarios. 2. Los Estados Partes asegurarán la plena aplicación de este derecho y en particular adoptarán las medidas apropiadas para: a) Reducir la mortalidad infantil y en la niñez; b) Asegurar la prestación de la asistencia médica y la atención sanitaria que sean necesarias a todos los niños, haciendo hincapié en el desarrollo de la atención primaria de la salud; c) Combatir las enfermedades y la malnutrición en el marco de la atención primaria de la salud mediante, entre otras cosas, la aplicación de tecnologías de fácil acceso y el suministro de alimentos nutritivos adecuados y agua potable salubre, teniendo en cuenta los peligros y riesgos de contaminación del medio ambiente; d) Asegurar atención sanitaria apropiada a las mujeres embarazadas. e) Asegurar que todos los sectores de la sociedad, y en particular los papás, mamás y los niños, conozcan los principios básicos de la salud y la nutrición de los niños, las ventajas de la lactancia materna, la higiene y el saneamiento ambiental y las medidas de prevención de accidentes, tengan acceso a la educación pertinente y reciban apoyo en la aplicación de estos conocimientos; f) Desarrollar la atención preventiva de la salud, la orientación a los papás y mamás y la educación y servicios en materia de planificación familiar. El sector poblacional que requiere con mayor urgencia el cumplimiento de este artículo 24 de la Convención es precisamente el de los infantes desde el período de la gestación y sus primeros dos o tres años de vida. Una buena protección de la salud física en este período, contribuye ricamente al bienestar de la sociedad. La salud en los primeros años de vida, comenzando desde la salud de la madre antes de que quede embarazada, establece los fundamentos para el bienestar de la salud a través de toda la vida. Cuando los sistemas bilógicos son fortalecidos a través de las experiencias positivas en los primeros años de vida, estos niños crecerán con las posibilidades de ser adultos saludables. El cuidado de la infancia temprana también provee los fundamentos para construir una arquitectura cerebral sólida que permitirá lograr el desarrollo de una gran capacidad de habilidades y la capacidad de aprendizaje. Las carencias y el daño en el desarrollo durante el periodo prenatal y los primeros años de vida, debilitan la capacidad de las respuestas fisiológicas (por ejemplo, el sistema inmunológico), generan vulnerabilidades para daños en la salud en el futuro (ejemplo, presión arterial alta) y alteraciones en la arquitectura cerebral (ejemplo, limitaciones en los circuitos neuronales que genera limitaciones para aprendizajes y productividad). 8. Fomentar las primeras experiencias de aprendizaje Los fundamentos de cómo una persona piensa y aprende se establecen durante los primeros meses y años de vida. Cada función en el desarrollo del aprendizaje del niño aparece, en primer lugar, en el nivel social (entre personas o dimensión interpsicológica) y más tarde, a nivel individual (dimensión intrapsicológica). La experiencia de aprendizaje social de un bebé durante las interacciones con sus papás y mamás son la base del desarrollo cognitivo del niño. Los infantes son muy curiosos y naturalmente siempre buscan estar activamente involucrados en su propio aprendizaje, descubrimiento y desarrollo de nuevos conceptos. Sin embargo, esta curiosidad puede verse seriamente obstaculizada si los papás y mamás no cuentan con las habilidades para facilitar la experiencia de aprendizaje (y esto se debe a que el desarrollo cognitivo completo requiere de la interacción social constante y adecuada). Debido a que la infancia temprana presenta la etapa de desarrollo de mayor potencial de aprendizaje, los papás y mamás como otros miembros adultos de la familia, deben contar con capacitaciones especializadas para poder garantizar el derecho de los infantes planteado por el artículo 28.1 de la Convención: «Los Estados Partes reconocen el derecho del niño a la educación». El Estado y especialmente el sistema educativo deben aprender a trabajar con los mejores educadores que puede tener el ser humano, que son los propios papás y mamás en este periodo más crítico de la vida y así cumplir lo establecido por este artículo 28 de la Convención. 8.1. La increíble capacidad para aprender Los bebés cuentan con una capacidad increíble para aprender. Muchas personas subestiman completamente las capacidades cognitivas de los infantes. Si bien los bebés pueden aprender mucho a leer o hacer matemáticas durante su primer y segundo año, es crítico no presionarle para que «almacene» información o datos (en otras palabras, hay que evitar la enseñanza y facilitar el aprendizaje). En ricos entornos de aprendizaje, niños de 12 meses o menores pueden entender los significados de muchas palabras y percibir cantidades numéricas sin contar. Los infantes de dos años de edad y aún más jóvenes pueden aprender a realizar operaciones de suma, resta, multiplicación y división sin una calculadora. En los últimos años han ido emergiendo más y más investigaciones que sorprenden profundamente las capacidades intrínsecas de los cerebros de los infantes para comunicarse con los cerebros de los adultos (de formas muy diferentes a las formas que los adultos nos comunicamos), como también de la gran capacidad de fundamentos de las ciencias que tiene en sus cerebros desde el nacimiento. Poco a poco ha ido cayendo uno de los grande mitos que la sociedad ha mantenido por generaciones en donde se creía que el cerebro de los infantes está vacío y que la tarea de los adultos era meterles al información y la educación para que pudieran ser humanos. Investigadores han ido mostrando como aun los mismos científicos habían estado profundamente influenciados por estos mitos e imaginarios sociales observando a los infantes y haciendo suposiciones y conclusiones muy alejadas de la realidad. Por ejemplo, investigaciones hechas por varios años por Feigenson y Halberda (codirectores del Laboratorio para el Desarrollo de la Infancia de la universidad de John Hopkins) plantean que ya hay una variedad de investigadores que se han dado cuenta que el enfoque de Piaget acerca de las etapas del desarrollo de niños/as y las etapas de aprendizaje carecían de fundamentos. Los infantes no nacen carentes de conocimientos sino que por el contrario nacen ricamente pre-equipados con un poderoso y sofisticado conjunto de conocimientos inclusive, habilidades básicas como por ejemplo, hacer operaciones matemáticas. En un artículo publicado por Andrea Appleton en junio del 2013, describe que las múltiples investigaciones realizadas por Lisa Feigenson y Justin Halberda muestran evidencias del error histórico de asumir que el cerebro de los infantes cuando nacen está prácticamente vacío porque no pueden expresar sus razonamientos o porque sus conductas son mínimas cuando el adulto las observa. Luego de estudiar miles de niños que han pasado por su laboratorio en los últimos años y hacerles seguimientos a ellos han acumulado valiosos descubrimientos acerca de las ricas capacidades que los infantes tienen intrínsecamente incorporadas en sus cerebros. Como por ejemplo, que no solamente hacen las adiciones o substracciones que otros investigadores habían encontrado sino que realizan análisis algebraicos para resolver ecuaciones donde “x” no es conocido. (Appleton, A., 2013 Si el adulto no aprende a desarrollar habilidades para reconocer estos conocimientos y capacidades del infante en lugar de facilitarle al infante la expresión y desarrollo de esta riqueza cerebral lo que hará será obstruir y muchas veces violentar este cerebro impidiéndole su pleno desarrollo. Se da el alto riesgo de que el cerebro del infante sea progresivamente sometido y domesticado a las formas en que pensamos los adultos imponiéndole una lógica de razonamiento que está en alta disonancia con la forma en que operan los cerebros de los infantes. Lo peor de todo es que le obligaremos a que desarrolle su estructura cerebral permitiéndole solo avanzar en etapas muy pequeñas de aprendizaje basado en lo que el adulto considera que es lo apropiado o permitido a lo que el infante puede acceder. El equipo de Brillbaby dice: «La razón por la que la mayoría de los niños y las niñas no pueden hacer matemáticas hasta la edad de seis o siete años es porque sólo han recibido educación basada en el hemisferio izquierdo que usa la lógica para deducir la solución a los problemas. En matemáticas, del hemisferio derecho, la solución viene instantáneamente sin necesidad de recurrir al cerebro lógico. Es por eso que niños y niñas muy pequeños pueden realizar operaciones matemáticas sin haber construido el “Concepto de la unidad” de Elkind». “Argumentos a favor y en contra del Aprendizaje Temprano” (Arguments For & Against Early Learning). http://www.brillbaby.com/early-learning/early-learning-forand-against/babies-can-not-be-taught. php’ «Al nacer, el hemisferio derecho del cerebro es dominante sobre el izquierdo. Esto tiene sentido, ya que muchas funciones autonómicas –críticas para la supervivencia del bebé– se rigen por el lado derecho del cerebro. El lado izquierdo del cerebro, que regula el pensamiento racional, se hace operacional más tarde lo cual explica por qué es casi imposible razonar con un niño muy pequeño!». La UNESCO ya hace varios años planteó: «Las investigaciones recientes indican que los niños y niñas que crecen en ambientes familiares donde los papás y mamás están menos comprometidos activamente con sus hijos e hijas, se enfrentan a barreras significativas basadas en el lenguaje para lograr el éxito académico y social. En un estudio, de niños y niñas de 4 años de edad, con papás y mamás más comprometidos habían oído decir 40 millones más palabras cuando llegaron a sus cinco años en contraste con los niños y niñas cuyos papás y mamás estaban menos comprometidos. Los niños y niñas menos favorecidos habían experimentado tres veces más expresiones de desaliento de sus papás y mamás para que hablaran que expresiones de ánimo o afirmación cuando hacían el esfuerzo de hablar. La variedad de vocabulario utilizado y la complejidad de las oraciones utilizadas por los papás y mamás más comprometidos promovió el escuchar, la resolución de problemas y la interacción verbal».(Cómo fomentar el lenguaje en el nivel preescolar, Lybolt, John; Gottfred, Catherine, UNESCO). 8.2. La zona proximal del aprendizaje y la interacción con papás y mamás Cuando papás y mamás más informados entienden cómo trabajar con la «zona de desarrollo proximal» de sus hijos y les animan a incursionar en ese aprendizaje, no solo aceleran la experiencia de aprendizaje con resultados inmediatos, sino que también inculcan en el niño y la niña las habilidades necesarias para la resolución de problemas de forma independiente en el futuro. Las experiencias de aprendizaje de un niño o una niña en los primeros años de vida establecen las bases para sus capacidades educativas y productivas futuras y por lo tanto, su capacidad de ser una persona adulta exitosa. La inteligencia y la capacidad para crear y producir no está caracterizada por cuánto sabe un niño o niña sino por su capacidad para saber razonar y aprender. Los fundamentos para el desarrollo de esta capacidad están altamente determinados en los dos primeros años de vida. Básicamente, debido a que niños y niñas aprenden mucho a través de la interacción, los papás y mamás necesitan estar equipados con los conocimientos y habilidades apropiados para enfatizar la interacción con sus hijos e hijas y las actividades de aprendizaje. Si esto no se logra en la familia, la escuela más tarde tendrá una gran cantidad de limitaciones en los esfuerzos educativos con ese niño o niña. Como la famosa antropóloga cristiana anglicana, Margaret Mead, dijo hace muchos años: «La solución de los problemas de los adultos del mañana depende en gran medida de la forma en que nuestros niños y niñas crecen hoy en día». Cuando el sistema de educación, otras organizaciones y la comunidad estén comprometidas para ofrecer apoyo a los papás y mamás para proveer ricas oportunidades de aprendizaje a sus hijos, estos niños estarán mucho mejor preparados cuando entren a la escuela y, a largo plazo, estos niños y niñas proporcionarán grandes beneficios económicos, sociales y culturales al país. La calidad de los procesos educativos en la escuela así como el nivel académico, está altamente determinada por el tipo de estudiantes que ingresan a la escuela. El predictor más importante de lo que académicamente sucederá en la escuela no es tanto la calidad de los docentes, el tipo de infraestructura que se tenga, o los materiales educativos con que se cuente, sino del nivel del estudiante mismo. Depende de la capacidad del niño o la niña para aprender a pensar, aprender a aprender, aprender a cambiar, aprender a participar y aprender a monitorizar, regular y autogestionar su propio aprendizaje, lo que va a decidir la calidad de ese centro educativo. Es por eso que es crucial que el sistema educativo desarrolle múltiples mecanismos para hacer alianzas estratégicas con los mejores educadores que un ser humano puede tener en su vida, los papás y mamás, para que ellos puedan facilitar el desarrollo de los fundamentos que se requieren en la arquitectura cerebral, para que cada persona sea un amante del aprendizaje. No hay mejor esfuerzo del sistema educativo nacional que el proveer mecanismos a los papás y mamás para que en esos 1000 días críticos se establezcan los mejores fundamentos posibles para que cuando el niño llegue al programa del prekínder, lo haga en excelentes condiciones para continuar su aprendizaje y contribuya cooperativamente con otros en la construcción de nuevos aprendizajes en lugar de ser lastres que impiden el avance del grupo. 8.3. Los periodos más importantes del aprendizaje Por más de dos décadas vienen generándose múltiples estudios que claramente muestran que lo que sucede en niños y niñas en los dos primeros años de vida, con respecto a la interacción con el lenguaje, determina definitivamente la capacidad para manejar el lenguaje o el vocabulario por el resto de su vida. Por ejemplo, en el estudio con niños de tres grupos socioeconómicos donde se separaron en grupos poblacionales en base a sus condiciones socioeconómicas (nivel bajo, medio y alto), se contrastó el vocabulario de niños y niñas de grupos socioeconómicos altos, que tenían papás y mamás que interactuaban bastante con el lenguaje, con niños y niñas de grupos socioeconómicos bajos donde había poca interacción con los papás y mamás usando el lenguaje. Los estudios mostraron que los primeros 23 años determinan radicalmente la adquisición de vocabulario en los años siguientes, como lo representa el siguiente gráfico de un estudio realizado por Hart and Risley que muestra que la acumulación de palabras y de vocabulario comienza muy temprano en la vida del infante y que a los 36 meses de edad ya hay diferencias en los diferentes grupos sociales. La diferencia de trayectoria de las habilidades verbales que ya se hacían evidentes a los 3 años continuaban presentes a los nueve años cuando estos niños y niñas ya se encontraban en la escuela. En este estudio los investigadores notaron que aquellos niños y niñas de los grupos socioeconómicamente más deprimidos, pero que contaron con papás que fueron capacitados en habilidades de crianza para que interactuaran ricamente con sus bebés (como lo hacían las de los grupos sociales más afluentes) tenían resultados en la adquisición de vocabulario de hijos a los 3 y a los 9 años en la escuela que eran los mismos que aquellos niños que pertenecían a los grupos sociales de clase alta. La arquitectura cerebral tiene su mayor pico de actividad en el desarrollo de la corteza auditiva a los 3-4 meses de edad y en la corteza receptiva del lenguaje como de la producción de las palabras (el giro angulado y el área de Broca) a los 9 meses de edad. Esto hace que sea crucial que este cerebro pueda tener una rica exposición a la interacción con el lenguaje durante estos dos primeros años de vida. El mito predominante, especialmente en los sectores populares, es que como el niño no sabe hablar antes de los dos años, no tiene mucho sentido hablarle. El impacto en el desarrollo de la arquitectura cerebral de la falta de una constante interacción con el lenguaje, produce daños incalculables en la posibilidad de adquirir vocabulario y habilidad para manejar el lenguaje por el resto de la vida. Por el contrario, una rica y constante exposición a la interacción con el lenguaje permite establecer los fundamentos que van a determinar el éxito no solamente académico, sino una gran capacidad para ser efectivo en los espacios laborales ya que el complejo mundo de hoy requiere ricas capacidades en la temática comunicacional. Igualmente, tendrá repercusiones muy importantes en sus futuras relaciones personales, relaciones de pareja y relaciones con su futura familia. La sociedad compleja en que nos encontramos, especialmente la sociedad en la que los niños y niñas van a vivir, requiere que la educación se base en el paradigma de la complejidad en donde el vocabulario juega un rol fundamental. Por ejemplo, en un supermercado grande como el Wal-Mart se encuentran hoy 100,000 productos específicos. En ciudades como New York, Bogotá o Rio de Janeiro se encuentran alrededor de 10,000,000,000 productos específicos. En contraste a esta realidad de hoy, en las sociedades primitivas recolectoras o cazadoras solo era necesario aprender e interactuar con cerca de 300 productos específicos. Los requerimientos de los infantes en el día de hoy para sobrevivir en las sociedades complejas en que se encontrarán en pocos años requieren de una gran cantidad de esfuerzos que trasciende a los que los papás y mamás puedan hacer. El cambio vertiginoso que se está dando ahora en la sociedad requiere de un modelo educativo muy diferente del que se venía utilizando y, si el sistema educativo no se articula proactivamente para establecer alianzas estratégicas con los primeros y más importantes educadores que el ser humano encuentra en su historia, los papás y mamás, están condenando a ese país a quedarse postergado en la historia y en la comunidad internacional. 9. Fomentar el vínculo y el apego del bebé con la danza romántica de la ternura El profundo vínculo y apego entre los papás y mamás y el niño o la niña es la base de una rica nutrición afectiva y de las habilidades del aprendizaje del infante. Por lo tanto, el fomento de este apego y el vínculo es de máxima importancia. Después del nacimiento y durante los primeros meses y años de vida de un niño o niña, la calidad de las relaciones que se establecen entre el bebé y la madre, el padre y otros miembros significativos de la familia, es fundamental para el crecimiento y desarrollo saludable. Estas relaciones amorosas juegan un rol muy importante en otros aspectos críticos de la salud del niño y la niña, como la detección temprana de problemas de salud y el compromiso con la búsqueda de soluciones adecuadas. Igualmente, esto es lo que hace que los papás y mamás puedan hacer significativas las diferentes experiencias de aprendizaje que el infante pueda tener a medida que interactúa con su medio ambiente. Estas relaciones amorosas también afectan los otros aspectos del desarrollo del niño y la niña, incluyendo su desarrollo como ser social y comunicativo. Los papás y mamás que son sensibles a los esfuerzos de comunicación del infante y que responden pronta, apropiadamente, y de forma consistente de forma cálida y amorosa, establecen patrones de interacción que influyen positivamente en el lenguaje, la cognición y en el cómo ese niño o niña se relacionará y participará en la sociedad en su vida adulta. 9.1. El poder del apego y las consecuencias de la falta de apego El cerebro de los infantes tiene una necesidad y capacidad intrínseca para establecer vínculos y lograr apegos con los adultos generando el cemento o el pegante que cohesiona las familias, las comunidades y la sociedad. Este apego es el que le permite al infante vivir conectado y en constante proximidad a los adultos que lo cuidan asegurando así las posibilidades de su supervivencia. Esta capacidad para formar apegos en los progenitores no es solamente propia de la especie humana, sino que se da también en las otras especies de mamíferos y aún en otras especies como las aves en donde la cría genera cambios en el cerebro de la madre (o de la madre y el padre en especies biparentales) para que estos progenitores reorienten totalmente su proyecto de vida dedicándose a la protección y cuidado de su cría. Desafortunadamente, la especie humana como fruto del modelo productivo que tenemos ahora y de una sociedad altamente consumista, ha violentado profundamente esta capacidad de la especie haciendo que los papás y mamás den la espalda a estas responsabilidades parentales semiabandonando a sus crías o delegándole responsabilidades a terceros. Los fundamentos para las capacidades del apego se establecen en esos 2-3 primeros meses de vida. La calidad de las interacciones con sus papás y mamás, cuando estos han aprendido a interactuar de forma sensible, oportuna y apropiadamente a los esfuerzos comunicacionales del bebé, determina en gran parte la capacidad para formar y mantener vínculos emocionales, saludables con otras personas a través de la vida. En la medida que el niño y la niña van creciendo, otras relaciones consistentes con otros adultos como educadores, amigos de la familia y familiares fortalecerán su capacidad para desarrollar apegos y relaciones estables. Apegos saludables en la infancia (que impacta también la capacidad de aprendizaje), permiten al niño o niña desarrollar su capacidad de empatía y de amar a otras personas para poder ser un buen amigo o amiga, un buen compañero o compañera en la escuela y luego en el trabajo, un buen o buena amante de su pareja y desde luego un buen padre o buena madre cuando tenga la oportunidad de tener un hijo. Este rol del apego y las graves consecuencias en la vida del adulto cuando los papás y mamás no permiten que su hijo o hija genere estas inmersiones en ternura para producir los vínculos, está claramente demostrado en diferentes publicaciones de la Academia de traumas en la niñez. Ya desde el 2001 en la publicación «Vínculos y apego en niños y niñas maltratados» (Bonding and Attachment in Maltreated Children) del Dr. Bruce D. Perry, M.D., Ph.D. planteaba: «El fortalecimiento de los vínculos lleva al apego de forma similar como un pegamento une dos objetos. Los vínculos son el pegamento emocional que nos conecta a unos con otros. La construcción de vínculos (enlazarse o entretejerse) involucra una serie de comportamientos que nos llevan a la conexión emocional (el apego)». Si no desarrollamos la capacidad de construir y mantener relaciones saludables, sensibles y solidarias en la primera infancia; difícilmente las futuras familias y la sociedad podrán contar con ese elemento que provee la cohesión e interdependencia familiar y social en las siguientes generaciones. Es muy difícil la supervivencia de grupos humanos si estos carecen de relaciones que contribuyan a la interdependencia para el servicio y cuidado mutuo en sus procesos de aprendizaje, de producción, de reproducción de la cultura, recreación y cuidado con conductas altruistas cuando otras personas o grupos humanos experimenten adversidades. 9.2. La capacidad de los infantes para fomentar el apego Hay muchas clases de relaciones humanas, pero las más intensas, placenteras y dolorosas son aquellas relaciones con la familia, amigos y personas que se aman. Estas relaciones íntimas entretejen a las personas con un cemento emocional que es el amor (Bonding and Attachment in Maltreated Children, Bruce D. Perry, M.D., Ph.D., 2001). La especie de los mamíferos y otras especies como las aves tienen una increíble capacidad para que el cerebro del bebé se conecte y se sincronice con el cerebro de la madre (y del padre) en especies biparentales generando un fuerte apego. Y es precisamente esto lo que garantiza la supervivencia de las especies. La calidad de los vínculos y el apego juega un rol central en el desarrollo de la arquitectura cerebral y provee los fundamentos del desarrollo de la cría para su supervivencia futura. El cuidado y la atención permanente del infante por la madre y el padre, cuando son hechos de una forma sensible a los esfuerzos comunicacionales del infante, es lo que permite las experiencias de inmersión en la ternura (liberando múltiples hormonas como la oxitocina, prolactina, vasopresina y serotonina) lo cual genera una profunda sensación de bienestar, paz, empatía y amor, haciendo que la arquitectura cerebral se construya viendo este tipo de interacciones como el estado normal y las formas de interaccionar en la cotidianeidad repercutiendo profundamente en la forma en que el resto de la vida ese infante se relacionará con las otras personas. Cuando los adultos escogen humildemente aprender a escuchar y responder efectivamente a las comunicaciones del cerebro del bebé se crea el contexto para que ambos experimenten la inmersión en la ternura. Esta inmersión en la ternura genera un flujo de neurotransmisores que producen un efecto de placer, paz, de gustarse y de desearse recíprocamente, y una necesidad de mantener abiertos los canales de interacción para fortalecer el vínculo. Este canal de apego genera profundos afectos y credibilidad mutua que lleva al desarrollo de habilidades comunicacionales (servicio y respuesta) creando una danza romántica entre ambos cerebros y manteniendo una liberación de esos neurotransmisores que hacen que se disfrute intensamente esta experiencia. Las emociones y las conductas de este vínculo y apego llevan al fortalecimiento y consolidación de la relación padre-infante; provee mutuamente seguridad, confianza, paz, calma y placer; y genera un deseo de mantener el involucramiento mutuo (la amenaza de distanciamiento genera intenso estrés). La ternura es la plataforma fundamental para aprender a construir consensos y desarrollar el lenguaje de comunicación no violenta y es el fundamento para que la cultura del buen trato en las interacciones de papás y mamás e hijos se genere de una forma natural y sostenible por el resto de la vida. La estructura del cerebro se desarrolla especialmente a través de las experiencias comunicacionales y de sincronización con los cerebros de las personas con las que se ha ido estableciendo vínculos y apegos. Cuando el cerebro del bebé identifica algún tipo de necesidad en las cuatro grandes categorías (a. conexión/pertenencia, b. maravillamiento y asignación de significados, c. bienestar físico, y d. autonomía/autoagencia.) inmediatamente busca comunicarlo al adulto. Si los adultos que lo rodean han aprendido a entender las formas en que se comunica el bebé y responden efectivamente a ellas, el cerebro del bebé fortalece su capacidad comunicacional al mismo tiempo que fortalece sus vínculos y apegos. Es por ello que el fundamento sólido sobre el cual el bebé construye no solo su identidad, sino también los conocimientos significativos, es el respeto a la autoagencia y la respuesta amorosa y efectiva. 9.3. Obstructores de la inmersión en la ternura Los dos obstructores de la inmersión en la ternura y la construcción de consensos son el desapego y la interacción intrusiva. a) Desapego: Crianza negligente, ajena, indiferente, desatenta o indiferente (reflejando sus propias infancias olvidadas, la carencia de personal para atender a los infantes, las limitaciones financieras y la falta de apoyo o ayuda a la madre). Algunos ejemplos de estas conductas son: -Distante, distraído, emocionalmente desconectado. -Ignorar las señales del niño o la niña. -Descuidar, no estar disponible, dejar al niño o niña solo. -Atender necesidades del niño o niña pero de una forma insensible, mecánica o insuficiente. -No participar o no involucrarse en la vida de su hijo o hija. b) Intrusión: Papás y mamás tóxicos controladores cuyo comportamiento de buscar control genera un gran daño emocional en sus hijos e hijas, perjudicando y erosionando seriamente los elementos más importantes para el futuro de su vida: su capacidad para la autogestión, autoregulación, autoeficacia e identidad. Algunos ejemplos de estas conductas son: -Control (más preocupados por la obediencia del niño o la niña que por el desarrollo de su identidad autoagencia y responsabilidad). -Altamente directiva (más preocupados por la obediencia de los niños que por las necesidades). -Estimulación excesiva (más preocupados con enseñanza que el aprendizaje). -Rechazar las señales del niño (más preocupados por empujar su agenda personal que por entender las necesidades de aprendizaje del cerebro del bebé). -Condicionar el amor con la adhesión a estructuras y reglas. -Sobreproteger al niño para convencerlo de que es in capaz de tomar decisiones sabias y de confianza, es una forma de intrusión. -Basar sus prácticas de crianza en mitos rígidos tales como «si no se le disciplina con vara, nunca será responsable» o «la letra con sangre entra». -Intrusión y control hacen a los papás y mamás altamente exigentes sofocando cualquier intento de autoagencia, criando niños y niñas carentes de una identidad propia y que luego serán abusadores y controladores o personas que siempre buscarán un locus externo de control sobre sus vidas. Las respuestas sensibles prontas y oportunas de los papás y mamás llevan al desarrollo de patrones de apego que forman modelos internos de conductas que guiarán a la persona en la construcción de percepciones, significados, emociones, pensamientos y expectativas en sus futuras relaciones. El autor de la publicación “Parentalidad positiva. Las bases de la construcción de la persona” de Félix Loizaga (Educación Social, nº. 49, p 70 p 88, 2011) nos habla del gran daño que tiene actitudes y conductas intrusivas parentales en el desarrollo de la auto-agencia. Este autor advierte cómo el intrusismo ataca directamente el desarrollo emocional del niño/a, ya que estos están en inferioridad de condiciones frente al adulto que lo cuida: “Someter frente a permitir actuar por uno mismo. El sometimiento priva del uso de la iniciativa personal y de la autonomía necesaria para crecer en libertad. Por ello el adulto que somete no permite acciones diferenciadas a las propuestas por él mismo. El máximo grado de sometimiento son los malos tratos físicos y psicológicos, el pegar, agredir, dominar con el fin de provocar miedo e indefensión y conseguir de esta manera que se realice aquello que deseo. Tanto la humillación como el sometimiento activan el sistema nervioso, generando estrés, cuadros de ansiedad, depresión y traumatización. Controlar frente a confiar en el menor. El exceso de control y el intrusismo viola el derecho a la intimidad que tiene cualquier persona. Es el control desafiante que ejerce el adulto para que el menor no tenga actuaciones autónomas, quien le está cuidando ejerce un control intrusivo en sus actuaciones, lleva adelante los planes que desea y no permite un nivel suficiente de autonomía e individualidad para poder avanzar como persona. El exceso de control es el proteccionismo exagerado que quiere cuidar en todo momento al otro, evitando que el hijo explore de manera activa y libre.” Igualmente este autor platea el rol altamente dañino que tienen las conductas de negligencia en el cuidado del niño: “Omitir frente a estimular. La omisión es una forma muy especial de agresión pasiva. El olvido y la indiferencia están a la base de este comportamiento. Ahora no te estimulo, te dejo, me olvido de tu existencia. La clínica nos muestra el gran dolor asociado a estos comportamientos parentales donde el menor no se siente incluido ni tenido en cuenta. La conducta de omisión por parte del adulto es no caer en la cuenta de la existencia del otro y negar la existencia verdadera del hijo. Sé que me necesitas pero no actúo y al no actuar te produzco daño. No existes para mí aunque tú deseas que crea en tu existencia. La omisión no estimula al menor a actuar y este se centra en cómo conseguir que el adulto lo tenga en cuenta y lo valore. El adulto con su postura pasiva – agresiva lo traumatiza y el sistema exploratorio del menor queda inhibido.” 9.4. El apego como elemento fundamental en la resiliencia Aquellas familias que tienen un alto compromiso para proveer vínculos y apegos consistentes desde el período del embarazo, serán las familias que cuenten con mayores posibilidades de tener hijos e hijas que sean saludables física, intelectual y emocionalmente, con una alta capacidad para la resiliencia ante las diferentes dificultades y adversidades que enfrenten en la vida incluyendo las presiones que se experimentan en una vida en condiciones de pobreza. Igualmente, estos serán los ciudadanos y ciudadanas que podrán comprometerse no solamente para sobreponerse a esas condiciones sociales y económicas creando nuevas oportunidades para sí mismos; sino que sus cerebros continuamente experimentarán una gran empatía con aquellas otras personas que estén experimentando discriminación, exclusión o violencia, contribuyendo ricamente a procesos de transformación social. Hay múltiples estudios, por más de tres décadas, mostrando que la conceptualización que tiene la mayor fuerza en la temática de los determinantes de la salud es precisamente la solidez de los vínculos y apegos que se formen en la primera infancia. (Bowlby, 1980 and Ainsworth, 1972). Igualmente, la Organización Mundial de la Salud viene reconociendo, desde hace más de una década, el rol de estos apegos de papás y mamás con los hijos como un elemento fundamental para la supervivencia y la salud de niños y niñas. La OMS en el 2004 publicó un resumen de la revisión de investigaciones sobre el rol que los papás y mamás y otros adultos tienen en el cuidado de los infantes: «La importancia de las interacciones de quienes cuidan al infante para la supervivencia y el desarrollo integral de los infantes». Departamento de la Salud y Desarrollo de Niños y Adolescentes, Organización Mundial de la Salud. Cuando mencionan las conclusiones de la revisión de las investigaciones plantean: «Esta revisión nos resume lo que hemos aprendido acerca de cuán fuerte y valioso es el rol que las relaciones tienen para el desarrollo saludable del infante en los aspectos físicos, intelectuales y sociales y para hacerles más resilientes a los efectos dañinos de la pobreza y de la violencia. Esta revisión de investigaciones nos llama a trabajar con el niño y la niña en su totalidad y con quienes están al cuidado en el ambiente más cercano del infante. Presenta una base sólida para la necesidad de integrar las intervenciones, para promover, mejorar las interacciones cuidador-niño en el diseño de programas de atención primaria para las madres, otros cuidadores, los recién nacidos y niños pequeños. Estas intervenciones también son apropiadas para acciones de nutrición basada en la comunidad, el cuidado de la primera infancia, prevención de la violencia, cuidado de huérfanos y programas educativos para padres». La experiencia de los vínculos y los apegos literalmente esculpen el cerebro determinando los circuitos neuronales, fundamentos y el tipo de arquitectura cerebral que la persona contará por el resto de su vida. Entre más seguros los vínculos y apegos sean en la infancia temprana, más fácil le será a ese niño o niña convertirse en un adulto independiente capaz de enfrentar saludablemente las relaciones con otras personas, la sociedad, el entorno y experimentar resiliencia ante situaciones traumáticas o difíciles. Por el contrario, cuando el infante no cuenta con relaciones sensibles de los papás y mamás, que respondan pronta y oportunamente a sus necesidades (como se da en las condiciones de negligencia o de interacciones intrusivas de los papás y mamás), los niveles de las hormonas de estrés con sus correspondientes neurotransmisores tienen un alto incremento impidiendo el crecimiento de la sinapsis y neuronas, acelerando el proceso de poda lo cual seriamente interfiere con la formación de los circuitos neuronales y erosiona seriamente la arquitectura cerebral. Como fue planteado previamente, la capacidad de establecer vínculos, apegos y sentido de pertenencia son el fundamento para la convivencia como seres humanos. «El apego (o la falta de apego) es la base emocional fundamental que determina lo que nos convertimos como adultos, cómo interactuamos con las otras personas y el resto de las formas vivas. Bien sea que sintamos amor, confianza, credibilidad, o compasión por otras personas, está determinado por nuestras experiencias en la infancia temprana y cómo esas experiencias moldearon el cableado de nuestro cerebro». (PBS’ This Emotional Life Features API Cofounders Lysa Parker and Barbara Nicholson Post “Be the Change: Nurturing the Capacity for Compassion” 9.5. El efecto reverso o recíproco que tienen los infantes en los adultos Posiblemente lo más valioso de estas doce estrategias presentadas en este libro es que ofrecen a los papás y mamás una oportunidad increíble para aprender a conectarse con el bebé y dejar que su cerebro se module y sincronice con el de ellos. Hay investigaciones muy interesantes que muestran que la interacción del cerebro del bebé con el cerebro del adulto que lo cuida e interactúa constantemente, generará una plasticidad y cambios neurofisiológicos en los cerebros de los adultos, siempre y cuando estos adultos sean sensibles y estén abiertos a que ese bebé interactúe con ellos (respondiendo pronta y apropiadamente a sus intereses). La bidireccionalidad de las interacciones del cerebro del infante con su padre, madre y otros adultos que asumen esfuerzos para cuidarles y aprender a comunicarse apropiadamente, abre un sinnúmero de posibilidades para generar profundadas trasformaciones en los cerebros de esos adultos como también en las familias y sociedad. Posiblemente esta es la mayor fuerza con que cuenta la humanidad para generar procesos de cambio y deconstruir modelos de discriminación, inequidades y violencia que hemos estado reproduciendo por generaciones. Diferentes investigaciones muestran el efecto recíproco entre la interacción de los dos cerebros y cómo el cerebro del niño y la niña modula y cambia al cerebro del adulto. Cuando el adulto asume una actitud humilde ante el infante y guarda una actitud expectante a lo que el cerebro del infante pueda hacer en su cerebro, se producen una serie de fenómenos neurofisiológicos en ambos cerebros. Se produce un fenómeno de «enganche» o de conexión entre los dos cerebros que está por encima del área consciente del adulto. Una vez que se conectan o enganchan los cerebros, se inicia un proceso de sincronización entre ellos y se establece una «modulación mutua» donde se van generando una serie de estímulos y respuestas que generan procesos de aprendizaje mutuo. Se producen experiencias en el adulto de profundo placer, cambio y reorganización de elementos del cerebro con respecto al diseño básico del mismo cuando se era infante, dando oportunidades de resiliencia a experiencias negativas experimentadas en la niñez. Este proceso lleva al fortalecimiento del vínculo y la consolidación del apego mutuo, lo cual genera un profundo deseo de prácticas de cuidado y conductas altruistas hacia el bebé que generan profunda satisfacción. Es así que el cerebro del bebé le va permitiendo al padre y a la madre experimentar cambios profundos para desarrollar en ellos sus deseos y capacidades, ofreciéndole el cuidado parental que el bebé necesita. Es por ello que es crucial fomentar la interacción del padre y la madre desde el período intrauterino para que se inicie el proceso de generación de vínculos y apegos ya que estos son el mecanismo más efectivo para experimentar la bidireccionalidad que se da en el cambio que el cerebro del infante puede producir en los adultos. En la medida que los papás y mamás puedan experimentar las inmersiones en la ternura desde el momento del parto que se continuará fortaleciendo momento a momento, siempre y cuando estos papás y mamás conozcan cómo ellos pueden facilitar esta conexión de los cerebros y desarrollar las habilidades para la inmersión en el baile romántico de la ternura. Hay seis tipos de habilidades (que exploramos más adelante) que son críticos desarrollar para que estos cerebros puedan conectarse y sincronizarse y así puedan generar los aprendizajes y desarrollo que ambos cerebros necesitan: por un lado para que el infante logre su desarrollo integral y por el otro para que el adulto se desarrolle como padre o madre. 9.6. Requisitos para la inmersión en la ternura La «Inmersión en la ternura» es como una danza romántica entre dos sin que tengan la menor idea de lo que está sucediendo, pero que genera profundos sentimientos de paz y emociones de apego. La ternura no puede ser enseñada o forzada, sino que es un fenómeno que se experimenta especialmente en la interacción con infantes. La inmersión en la ternura es fruto de la voluntad de dos cerebros para conectarse (reciprocidad y consistencia). Los bebés tienen la capacidad intrínseca para conectarse, interactuar y hacer cambios en los cerebros adultos. Para experimentar esto, los adultos necesitan hacerse humildes, pacientes y dispuestos a aprender del cerebro de los bebés para que este se conecte con su cerebro. Esta conexión genera un placer único y satisfacción en ambos cerebros, que puede iniciar una danza tierna y romántica si el adulto aprende a entender y responder efectivamente al bebé en sus diferentes maneras de expresar sus sentimientos, ideas y necesidades. La respuesta pronta y apropiada de los adultos a las necesidades del bebé de a) conexión, b) maravillamiento y asignación de significados, c) bienestar físico, y d) autonomía-adaptación, abre oportunidades increíbles para cultivar la inmersión en la ternura. Esta inmersión en la ternura genera un impacto profundo en el desarrollo de la arquitectura del cerebro del bebé trayendo plasticidad y cambios en el cerebro del adulto que genera deseos mutuos de rencontrarse y establecer vínculos y apegos (la bidericcionalidad del proceso de trasformación de los cerebros). La danza romántica de la inmersión en la ternura sólo será posible en el contexto de conectividad entre ambos cerebros cuando se dan estas seis experiencias: 1) Alto compromiso para involucrarse como fruto de haberse sensibilizado como papás mamás y cuidadores/as para detectar y saber responder a las señales del bebé pronta, oportuna y efectivamente (posición del cuerpo, contacto de ojos, escucha activa, buscar los intereses del bebé, el lenguaje corporal del bebé, hacer preguntas, expresar entusiasmo, afecto físico y contacto). 2) Altos niveles de sensibilidad y atención de los papás y mamás (o cuidadores) para leer y entender las señales del bebé (intentos de comunicación), así como reconocer cuando el bebé está empezando a cansarse, frustrado, molesto o abrumado. (Identificación de las señales del infante y necesidades, como cuando el bebé retira la mirada como una referencia para que la mamá se detenga). 3) Un constante reconocimiento de la perspectiva y de los intereses del bebé con palabras y acciones (validación y verbalización de las emociones e intereses del bebé) antecediendo la respuesta pronta y apropiada (haciendo visible la empatía). Desarrollo de la capacidad de papás mamás y otras/os cuidadores de visualizar al bebé en términos de ricos estados mentales esforzándose en re conocerle sus intenciones, deseos, pensamientos y emociones, en base a la observación de los movimientos, gestos, señas, expresiones vocales y otras manifestaciones del bebé. 4) Respuesta a las señales e intereses del bebé de manera pronta y apropiada buscando la mejor forma posible de responder a la perspectiva y las necesidades del bebé. Si su primer intento no funcionó, intente otra vez. 5) Respeto continuo a la autoagencia de necesidades e intereses del bebé para que su cerebro asuma la responsabilidad del control sobre su desarrollo, sea sensible y esté alerta cuando el bebé elija cambiar actividades o tener «su espacio y tiempo» para sí (pero claramente demuéstrele que usted está disponible). Déjele cuando sea posible, pero estando atento a lo que desea su bebé y no a lo que usted desea. Recuerde que el desarrollo de esta autoagencia es un elemento crítico para el desarrollo de la identidad y la autoeficacia que tendrá por el resto de su vida. 6) Creatividad para cambiar de actividad cuando el bebé pierde interés y para encontrar nuevas formas de reactivar su curiosidad e interés. Esta danza romántica de la ternura y la construcción de consensos se da cuando se desarrolla la sensibilidad a las expresiones de comunicación de los bebés, ya que estos son los esfuerzos del cerebro para expresar lo que está experimentando, buscando la respuesta en sus papás y mamás. El bebé no tiene la capacidad de proveerse para sus propias necesidades y necesita del cuidado parental para lograr su desarrollo. Es por eso que el cerebro busca comunicar elementos críticos de necesidades de su organismo y de sus intereses para lograr ese desarrollo. Estos esfuerzos comunicacionales buscan hacer El circulo virtuoso de la ternura, Habilidades para insertarse en la danza romántica de inmersión en la ternura 1) Alto compromiso para conectarse o engranarse (posición del cuerpo, contacto de ojos, escucha activa, viendo expresiones comunicacionales con su balbuceo, manos, cuerpo, haciendo preguntas, expresando afecto, entusiasmo, etc. 6) Creatividad para cambiar actividades cuando el bebe pierde interés, buscando creativamente reconectarse y estimular la curiosidad del bebé. 2) Alta sensibilidad para dejar que el bebé le “sintonice”, y saber “leer” y entender mensajes del bebé y sus intentos para conectarse o para estar solo. Inmersión espontánea en la ternura reforzada por la consistencia en la respuesta efectiva a las necesidades. 5) Saber respetar las necesidades del bebe de autonomía y auto agencia para que su cerebro asuma responsabilidad y autodirección en su desarrollo. Quedando alerta y listo para responder a las necesidades del bebé y no a las suyas. 3) Constante visibilización y verbalización ante el infante reconociéndole con palabras y acciones su esfuerzo comunicacional (validando y dando nombre a emociones e intereses del bebé). 4) Respuesta pronta, apropiada y consistente buscando la mejor forma posible de corresponder a la perspectiva y a las necesidades del bebé. conocer a sus papás y mamás cómo se siente estar en ese cuerpo y qué tipo de necesidades e intereses va identificando el cerebro. La función más valiosa y crítica del cerebro es la autoagencia y la autoconservación, ya que de esta dependerá la capacidad para poder sobrevivir y adaptarse de la mejor forma posible en las diferentes situaciones que enfrentará el resto de su vida. Es por eso que se plantea que el infante o bebé no existe solo, el bebé solo existe en interacciones con sus papás y mamás. Los seres humanos pueden ser seres humanos solamente en una comunidad de confianza y solidaridad. El cerebro del bebé es impaciente buscando comunicarse y continuar enganchado con los adultos para satisfacer las siguientes necesidades: a) Continuar conectado para experimentar cuidado, amor y mantener continuamente activado el desarrollo de la arquitectura cerebral a través de las interacciones con los adultos que lo rodean y el ejercicio de la efectividad de los procesos comunicacionales (ley del servicio y retorno) . b) Asombro, asignación de significados, comprensión de los constantes elementos y detalles nuevos que observa en su entorno y que deben ser comprendidos por un cerebro que se desarrolla rápidamente. c) Bienestar físico que implica el buen trato en la provisión de los diferentes satisfactores a sus necesidades físicas de alimentación, higiene, cambios de posición, abrigo, etc. d) Autonomía y autoagencia para dejarlo ser (permaneciendo emocional y físicamente presente para el bebé). Esta autoagencia y procesamiento consciente de lo que ha sucedido previamente, especialmente sus interacciones con las personas que lo rodean, proveen los fundamentos para el desarrollo de la identidad como personas y sujetos sociales como también los de su autoeficacia como fruto de su efectividad en el logro de comunicar efectivamente sus intereses y necesidades a quienes le rodean. La sensibilidad de los papás y mamás para entender los esfuerzos comunicacionales del bebé y la capacidad de ellos para responder pronta y efectivamente a esas necesidades es lo que permitirá esa danza romántica de ternura y la construcción de consensos en los que los papás y mamás experimenten las satisfacciones más profundas de sus vidas y cambios en su estructura cerebral. Ya no es posible seguir viendo a los infantes como receptores pasivos esperando que los papás y mamás «descubran» por intuición las necesidades de los infantes. Hoy las investigaciones de la neurociencia claramente reconocen la increíble capacidad del cerebro del infante para identificar sus diferentes necesidades y comunicarlas a los adultos que le rodean para que respondan pronta y apropiadamente. Ya no puede seguirse viendo a los infantes como recipientes pasivos a quienes se les reconoce su libertad de procesos cognitivos, pensamiento y conciencia que operan en formas muy diferentes a cómo operan los procesos mentales de los adultos. Igualmente, los papás y mamás deben conocer que los diferentes lenguajes que utilizan los infantes para expresar sus intereses y necesidades deben ser claramente respetados. Este es el ejercicio de sus derechos de participación claramente reconocidos por la Convención de los Derechos del Niño que le permiten, desde el inicio de su historia su ejercicio de la ciudadanía y la necesaria interrelación democrática desde el seno familiar y que le da los fundamentos para que más adelante la ejerza en el ámbito público. No puede seguirse violentando la libertad de expresión de los infantes, que incluye expresar a su manera las diferentes necesidades e intereses que experimenta. Igualmente, no puede seguirse violentando el derecho a la opinión que la Convención les da para que expresen libremente los diferentes asuntos de su interés, ni a minimizarlos por el simple hecho de que se encuentran en una etapa de vida prelingüística donde no pueden utilizar el lenguaje de los adultos. Igualmente, debe respetarse el derecho de protección especial ya que el infante se encuentra en el periodo más vulnerable de la historia del ser humano. Por lo tanto, deben respetarse los derechos a estar protegidos contra situaciones específicas de cualquier índole que le son adversas y vulneran sus derechos (especialmente cuando los adultos que lo rodean no han aprendido a observar y escuchar cuidadosamente los mensajes comunicacionales con respecto a sus necesidades). La carencia de estas habilidades posiciona a los infantes a vivir en contextos donde hay altas posibilidades de vulnerar sus derechos de protección contra toda forma de perjuicio, abuso físico o mental, maltrato o descuido. Es por eso que un programa de desarrollo integral en la infancia temprana no puede lograrse a través de acciones puntuales aisladas de un servicio dedicado a la niñez. Es crucial el desarrollo de propuestas más integrales que involucren tanto a los papás y mamás como a las familias para que provean las condiciones apropiadas pare el respeto pleno de todos los derechos de los infantes. No hay balas mágicas o atajos para el desarrollo de la infancia temprana. Los enfoques lineales de actividades aisladas de supervivencia infantil, en que los niños y niñas que biológicamente sobreviven en un ambiente «familiar» donde no hay vínculos y apegos, muchas veces condenan a esos hijos e hijas que sobreviven a crecer con múltiples formas de violencia, falta de respeto y empatía, abandono, violencia sexual y otros comportamientos destructivos que provienen «naturalmente» de papás y mamás que no tuvieron la oportunidad de entender y desarrollar habilidades para establecer un fuerte vínculo durante el embarazo, el parto y los primeros meses de vida. 10. Construyendo habilidades y fortalezas parentales mientras se desarrolla el infante Los papás y mamás necesitan un programa de capacitación bien establecido que les permita entender y asumir los diferentes retos y desafíos que enfrentan durante el rápido desarrollo del bebé. Ambos, papá y mamá, necesitan irse preparando lo más antes posible desde que se enteran que existe el embarazo. Ellos necesitan desarrollar conocimientos, actitudes y habilidades apropiadas para ejercer sus roles parentales o de crianza de una forma significativa para lograr el desarrollo integral del infante. Entre los temas más importantes que ellos necesitan aprender a manejar tenemos: ⁻ El fascinante mundo del desarrollo cerebral en el útero y los dos primeros años de vida. ⁻ Cómo facilitar un desarrollo saludable en el útero y preparación para el parto y primeros días del bebé. ⁻ El poder de la inmersión en la ternura y la aventura de convertirse en un padre sensible. ⁻ Cómo responder pronta y apropiadamente a las cuatro necesidades de los infantes (conexión, asignación de significados, bienestar físico y desarrollo de autonomía). ⁻ El impacto que tiene el estrés crónico o tóxico en el infante. ⁻ La importancia del buen trato y la sensibilidad para responder a los esfuerzos comunicacionales del infante (cuales son los fundamentos de la salud en la vida adulta). ⁻ El impacto de las adversidades en el desarrollo de la niñez. ⁻ Cómo aprender de las fortalezas y de los errores de nuestros papás y mamás (cómo romper patrones de conducta). ⁻ Cómo desarrollar los vínculos y el apego, especialmente en condiciones restringidas cuando los papás y mamás trabajan. ⁻ Cómo promover el desarrollo de la autoagencia e identidad. ⁻ Cómo facilitar apropiadamente los aprendizajes en el infante. ⁻ Cómo facilitar el desarrollo de la autorregulación y la autodisciplina como elementos críticos de la autoagencia durante la infancia temprana. ⁻ Cómo reconocer prontamente los problemas de desarrollo en el infante. Si bien es muy importante reconocer que hay una gran variedad de enfoques o estilos para asumir las responsabilidades parentales, es crucial que los papás y mamás puedan tener acceso a información con respecto a las últimas investigaciones que se han tenido en el área de desarrollo cerebral, aprendizaje, desarrollo de la autodisciplina y la autoagencia, como también de los efectos nutricionales y de las sustancias que puedan ser tóxicas a este período crítico del desarrollo cerebral. Las actividades de formación de los papás y mamás para cumplir mejor sus roles parentales requieren de una actitud abierta y no condenatoria de las prácticas que las familias tengan. El objetivo de este programa no es cambiar o condenar las prácticas que ellos tengan, sino de presentarles nuevas opciones y metodologías con sus correspondientes evidencias. Asimismo, presentarles los efectos que las diferentes alternativas tienen, para que ellos puedan tomar decisiones informadas acerca de los cambios que pueden hacer. Muchas de las conductas de los papás y mamás están profundamente arraigadas en sus experiencias de la infancia temprana y es crucial respetar los complejos procesos de cambio y proveerles un buen acompañamiento y soporte a aquellas parejas que escojan cambiar los patrones de conductas que fueron incorporados desde sus propias experiencias. De la misma forma en que los papás y mamás deben aprender los altos costos que trae tratar de cambiar a un hijo a través de la fuerza o el uso de la violencia, esos programas deben tener presente que hay formas mucho más efectivas para facilitar cambios que el uso de mecanismos condenatorios o violentos. Al igual que con los hijos e hijas, lo que importa no son los aprendizajes mecánicos de prácticas parentales, sino el desarrollo de valores y principios donde se respeta profundamente la individualidad de la otras personas y se cuenta con mecanismos apropiados para construir consensos y compromisos con las mejores prácticas posibles de convivencia que permita el desarrollo de todos. El uso de medios policivos, coercitivos o intimidatorios, frecuentemente tienen efectos opuestos a los que se busca. Por el contrario, cuando se busca facilitar procesos de autoempoderamiento para tomar mejores decisiones (con nuevos conocimientos, habilidades y sobre todo capacidad de autoagencia), se logran cambios sostenibles y significativos para la personas y para el sistema del cual ella es parte. Es responsabilidad de estos centros o programas tratar de salir al encuentro de papás y mamás que se encuentran en su viaje como pareja y roles parentales y no donde creen que ellos debería estar. La efectividad en los proceso de cambio y trasformación radica en la posibilidad de ser sensibles a ese lugar donde se encuentran e iniciar un proceso de acompañamiento compartiendo información, experiencias, las mejores prácticas que están hoy accesibles y especialmente proveyendo acceso a modelajes apropiados donde puedan ver las nuevas formas de ver, escuchar e interactuar con la infancia. Los papás y mamás lo que necesitan es el apoyo apropiado para que logren sus objetivos de proveer las mejores condiciones posibles para el desarrollo integral de sus hijos e hijas y lograr que sean personas saludables, felices, seguras de sí mismas y con grandes capacidades para el aprendizaje y la formación de relaciones placenteras, empáticas y significativas durante toda su vida. Los centros para el desarrollo de habilidades parentales tienen un gran potencial para que sean los mismos papás y mamás de otros infantes quienes compartan e inviten a otros papás y mamás a descubrir el mundo maravilloso de construir vínculos y apegos sólidos con sus hijos e hijas. El modelaje y la experiencia de ver a otros papás y mamás profundamente enriquecidos por la aplicación de prácticas parentales saludables es una de las mayores fuerzas para que otras personas busquen cambios en sus formas de pensar y actuar. Estos centros de apoyo a papás y mamás son excelentes lugares para demostrar las mejores prácticas en el proceso de desarrollo integral de la infancia para que tomen sus propias decisiones y, lo mejor de todo, facilitar la conexión con los infantes y experimentar la mayor fuerza de cambio que el cerebro de un adulto puede tener: la danza romántica de la inmersión en la ternura. El ingreso al mundo donde se puede disfrutar de lo que es la aceptación incondicional del otro y el amor incondicional que se experimenta en esta danza romántica con el infante, genera profundos cambios en la forma en que la pareja comienza a relacionarse entre ellos, como también en otros espacios laborales o en las interacciones en los espacios públicos. Los infantes son una fuerza transformadora increíble que está disponible para aquellos que están dispuestos a disfrutar constantemente de las inmersiones en la ternura a las que sus infantes les invitan. La Convención Internacional sobre Derechos del Niño claramente establece las responsabilidades del Estado en el acompañamiento a los padres de familia para que puedan cumplir sus responsabilidades parentales. Por ejemplo, los artículo 18 y 19 plantean: Artículo 18 1 Incumbirá a los papás y mamás o, en su caso, a los tutores la responsabilidad primordial de la crianza y el desarrollo del niño y su preocupación fundamental será el interés superior de este. 2 A los efectos de garantizar y promover los derechos enunciados en esta Convención, los Estados Partes prestarán la asistencia apropiada a los papás y mamás y a los tutores para el desempeño de sus funciones en lo que respecta a la crianza del niño y velarán por la creación de instituciones, instalaciones y servicios para su cuidado. 3 Los Estados Partes adoptarán todas las medidas apropiadas para que los niños, cuyos papás y mamás trabajan, tengan derecho a beneficiarse de los servicios e instalaciones las guarderías a los que los niños puedan acogerse. Artículo 19 1 Los Estados Partes adoptaran todas las medidas legislativas, administrativas, sociales y educativas apropiadas para proteger al niño contra toda forma de violencia, perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual mientras el niño se encuentre bajo la custodia de los papás y mamás, de un tutor o de cualquier otra persona que lo tenga a su cargo. 2 Esas medidas de protección deberán comprender, según corresponda, procedimientos eficaces para el establecimiento de programas sociales con el objeto de proporcionar la asistencia necesaria al niño y a quienes cuidan de él, así como para otras formas de prevención y otra identificación, notificación, remisión a una institución, investigación, tratamiento y observación ulterior de los casos antes descriptos de los malos tratos al niño y; según corresponda, la intervención judicial. A través de la presentación de estas 12 estrategias buscamos mostrar la importancia de encontrar maneras apropiadas para que el Estado, el Municipio y la sociedad puedan dar apoyo adecuado a los papás y mamás ayudándolos a entender el privilegio y los grandes beneficios de poder contar con la llegada de un hijo o hija al hogar como también de las responsabilidades y el compromiso sostenido que esto requiere para que sea, posiblemente, una de las mejores aventuras en su vida. El gobierno y la sociedad deben proveer a los papás y mamás oportunidades para desarrollar las habilidades necesarias que se requieren para contar con un ambiente familiar acogedor y estimulante en el hogar libre de las diferentes formas de violencia. El gobierno y la sociedad no podrán traer cambios reales en la sociedad si pasan por alto o no se dan cuenta del rol crítico que tienen los papás y mamás en la crianza de sus hijos. No importa cuántos programas puedan desarrollar hacia la infancia temprana, pocos cambios podrán lograrse si no hay políticas claras para apoyar a las familias y la práctica de la crianza del niño, especialmente en la primera infancia. Es fundamental que los papás y mamás tengan acceso a las oportunidades de aprendizaje y de buenos servicios de calidad relacionados con la atención prenatal, parto y posnatal. Deben saber lo emocionante y gratificante que es participar en el aprendizaje de sus hijos y, al mismo tiempo, contar con oportunidades de aprendizaje que los ayuden a apoyar el aprendizaje y el desarrollo de sus hijos. Igualmente, importante es que puedan tener acceso a apoyo para explorar oportunidades de trabajo, puestos de empleo u otras formas de generación de ingresos que ayuden a reducir el estrés familiar para la situación financiera y así, obtener más tiempo (o flexibilidad laboral) para pasar más tiempo con su bebé y reducir el riesgo de la pobreza que es generado desde la infancia misma. Los papás y mamás también deben contar con la asistencia infantil accesible y asequible que los apoyará en sus responsabilidades de crianza. Los papás y mamás deben contar con el apoyo del Estado para el desarrollo de todas las habilidades que se requieren en el cumplimiento del artículo 29.D de la Convención. Especialmente, deben desarrollar habilidades en el aspecto de las metodologías apropiadas para facilitar los aprendizajes de los hijos sin formas de violencia que permita a las personas; «asumir una vida responsable en una sociedad libre», ya que los modelos intrusivos usados por las sociedades adultistas, lesionan seriamente el concepto de libertad y convivencia. Artículo 29 1. Los Estados Partes convienen en que la educación del niño deberá estar encaminada: a) Desarrollar la personalidad, las aptitudes, la capacidad mental y física del niño hasta el máximo de sus posibilidades. b) Inculcar al niño el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales y de los principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas; c) Preparar al niño para asumir una vida responsable en una sociedad libre, con espíritu de comprensión, paz, tolerancia, igualdad de los sexos y amistad entre todos los pueblos, grupos étnicos, nacionales y religiosos y personas de origen indígena. Este artículo nunca podrá ser logrado si los mismos papás y mamás no han aprendido a interactuar con el infante en ese espíritu de «comprensión, paz, tolerancia e igualdad». Un infante que no experimente ricamente esta cultura familiar en sus primeros años de vida, difícilmente podrá apreciar, valorar y mucho menos vivir algo que sistemáticamente le fue negado en su infancia temprana. 11. Establecimiento de un ambiente seguro y estimulante en torno al niño Debido a que la capacidad del niño o la niña para entender el mundo se expande rápidamente, es fundamental proporcionarle ricos entornos sociales y físicos que le permitan la exploración segura y el aprendizaje (en el hogar e instituciones que interactúan con los infantes). Tales ambientes se crean cuando los papás y mamás y otros adultos significativos son muy sensibles a las expresiones de las necesidades e intereses del infante proporcionando estímulos sensoriales ricos y variados y oportunidades para el movimiento y el ejercicio. Además de proporcionar en el hogar un entorno físico seguro, los papás y mamás deben proporcionar los materiales adecuados para jugar y la participación sensible con una variedad de estímulos frecuentes (en respuesta al interés del bebé), como los juguetes apropiados, actividades de juegos, cuentos, rimas, canciones, lectura de libros infantiles, etc. El concepto del juguete debe ser también trasformado, como el medio por el cual los adultos puedan desentenderse de los infantes para «que se entretengan mejor en sus corrales». Los juguetes apropiados son medios por los cuales los adultos significativos pueden interactuar con el infante para abrir puertas y asignar significados a nuevas formas y aspectos del entorno que los rodea. Si bien muchos de estos juguetes pueden ser construidos con materiales de reciclaje, las limitaciones de tiempo de los papás y mamás, como de conocimientos apropiados para construir juegos educativos, requiere del apoyo para que programas de desarrollo de habilidades parentales también provean materiales con juegos educativos. Esto debe estar disponible especialmente a aquellos papás y mamás que se encuentran en condiciones menos favorecidas económicamente y que tienen grandes restricciones para el acceso a estos materiales (por ejemplo el darles acceso a un maletín de herramientas de aprendizajes en el hogar). Igualmente, es crucial que los padres de familia conozcan que debido a que el cerebro del infante se encuentra en el periodo más crítico y sensible de toda la vida es altamente vulnerable a los daños que elementos tóxicos pueden generar cuando estos entran en contacto con el infante. Pequeñas cantidades de químicos, materiales de pintura, cosméticos, sustancias de aseo y limpieza, químicos usados en la agricultura (insecticidas, fungicidas, herbicidas, fertilizantes entre otros), pueden tener un impacto desbastador en la arquitectura del cerebro que está en un rapidísimo proceso de formación. Como ha sido mencionado previamente, también hay elementos tóxicos generados dentro del mismo cerebro cuando el infante experimenta formas de violencia o es testigo presencial de expresiones de violencia entre sus progenitores o hermanos. Experiencias adversas se convierten en tóxicos que lesionan el desarrollo cerebral. También hay que tener cuidado de otros adultos que interactúen con el infante para que lo hagan de una forma intrusiva y generadora de estrés. Una de las peores experiencias adversas que un niño puede tener es el tener contacto con un depredador sexual, ya que estas personas son profundamente astutas y hábiles para manipular los vínculos afectivos, los vínculos de autoridad o los vínculos relacionados con proveer cuidados que generan profundas confusiones dentro del cerebro del niño o la niña. Los ambientes seguros para la niñez que protejan su integridad es uno de los derechos primarios y críticos para un desarrollo saludable del infante. Un componente clave de un ambiente seguro y estimulante en el hogar es el que proporciona oportunidades para «aprendizajes iniciados por el niño o la niña». Este tipo de aprendizaje cuando los papás y mamás son movidos por las iniciativas y los intereses del infante, permite que el cerebro del bebé adquiera la capacidad para el desarrollo del aprendizaje autodirigido. El cerebro del bebé está equipado para identificar sus propias disonancias y necesidades de comprensión y significado; cuando hay papás y mamás que responden, este cerebro aprende muy rápidamente a pedir ayuda para resolver sus disonancias. Esta es otra razón de porqué es tan importante para los papás y mamás el tener cuidado de no utilizar prácticas intrusivas o controladoras que ignoran el proceso de desarrollo de la autoregulación, la autoagencia del infante, y el derecho a desarrollar su propia identidad. Los papás y mamás necesitan capacitación para aprender a fomentar este tipo de ambientes de aprendizaje iniciado y basado en el infante. Por otra parte, el infante es quien está mejor equipado para identificar sus necesidades de desarrollo y para identificar cuándo está listo para aprender una nueva habilidad haciendo que manifieste su interés en ella. Los papás y mamás tienen que explorar con entusiasmo la comunicación del niño o la niña y hacer esfuerzos para utilizar las cosas y situaciones de la vida cotidiana (juguetes, las actividades de preparación de alimentos, el jardín de la familia, los árboles, etc.) como medios para las interacciones que estimulen la curiosidad y exploración del infante. Esto permitirá a los papás y mamás responder a la zona proximal de aprendizaje del niño o la niña. Ambientes ricos en lenguaje en los cuales los infantes, los niños y niñas pequeños son socios interactivos con los papás y mamás, también son claves para el aprendizaje temprano. Las familias tienen la responsabilidad de proveer un entorno ricamente estimulante para que el infante pueda continuamente interactuar y tener múltiples experiencias con una gran diversidad de situaciones y objetos que le muestren formas, colores, texturas, olores, sabores, etc. Los adultos deben buscar continuamente jugar con el infante precisamente con aquellas cosas específicas que en cada momento particular le llaman la atención al infante. Estas experiencias significativas con los objetos del entorno mediadas por una persona que es significativa al infante aceleran rápidamente una rica conformación de la arquitectura cerebral. La importancia y el valor de estas experiencias están descritas en el documento producido por varios investigadores de la Universidad de Harvard: «La importancia de proveer experiencias tempranas en el momento oportuno y de calidad para moldear la arquitectura cerebral» (The Timing and Quality of Early Experiences Combine to Shape Brain Architecture, Center on the Developing Child at Harvard University, 2007). Algunas de sus afirmaciones son: «Las bases de la arquitectura del cerebro se establecen temprano en la vida a través de una serie continua de interacciones dinámicas en las condiciones ambientales y las experiencias personales. Esto tiene un impacto significativo en la forma en que predisposiciones genéticas van a ser expresadas. Debido a que las experiencias concretas del infante afectan los circuitos específicos del cerebro durante las diferentes etapas de desarrollo – denominadas “periodos sensibles”–, es de vital importancia aprovechar estas ventanas de oportunidades tempranas en el proceso de construcción del desarrollo. Es decir, la calidad del ambiente o entorno temprano que tenga el infante y la disponibilidad de tener experiencias apropiadas a las etapas adecuadas de desarrollo, son cruciales para determinar la fuerza o la debilidad de la arquitectura del cerebro, que; a su vez, determina qué tan bien más adelante él o ella será capaz pensar y regular sus emociones. Las comunidades deben proveer apoyo a las familias para desarrollar la capacidad de proporcionar una variedad de experiencias estimulantes y adecuadas en los primeros años. El cerebro de un infante contará con fundamentos robustos para la vida si se le provee una serie de experiencias específicas para su etapa de desarrollo, hasta que llegue la edad de entrar a la escuela. Después del nacimiento, las experiencias juegan un rol cada vez más importante en la configuración de la arquitectura cerebral desarrollando los circuitos neuronales para que funcionen óptimamente en la vida de cada individuo. Para cumplir con esta urgente necesidad de los infantes de contar con un entorno enriquecedor, es urgente que el Estado produzca una rica literatura asequible a los infantes en la infancia temprana. Una experiencia rica y diversa de los infantes con libros apropiados para su edad le permitirá al infante contar con los fundamentos cognitivos y afectivos que se requieren para que sea un amante de la lectura, la búsqueda de información y la construcción de nuevos conocimientos. La población de los infantes necesita que el derecho consagrado por la Convención en el artículo 17 sea claramente respetado dando fácil accesibilidad a los papás y mamás para la adquisición de este tipo de literatura especialmente desarrollada para los infantes. «Los Estados Partes reconocen la importante función que desempeñan los medios de comunicación y velarán para que el niño tenga acceso a información y material procedentes de diversas fuentes nacionales e internacionales, en especial la información y el material que tengan por finalidad promover su bienestar social, espiritual, moral y su salud física y mental». Investigaciones muestran el rol tan importante que tienen las experiencias tempranas de aprendizaje y las formas apropiadas en que los adultos deben interactuar con niños y niñas. Padres y madres o cuidadores de infantes que no cuenten con buenos materiales para facilitar las interacciones con el mundo, y con una buen a capacitación para responder a los intereses del infante, difícilmente podrán contribuir para un buen desarrollo de sus hijos/as. “Las oportunidades de aprendizaje que facilitan un desarrollo cognitivo temprano requieren una serie de actividades facilitadas por los adultos que cuidan al infante y materiales que promuevan desarrollo del lenguaje y habilidades para resolución de problemas de una forma apropiada para la edad. Las interacciones del adulto que cuida al infante y que facilitan un desarrollo socioemocional temprano requieren que el cuidador tenga una actitud emocional positiva que sea sensible y capacitado para responderle al niño/a y que evite cualquier forma de disciplina física. La carencia de oportunidades de aprendizaje y de interacciones apropiadas con los adultos que le cuidan contribuye a la pérdida del potencial de desarrollo”. (Walker, S.P., Lancet 2011) La amplia producción por el Estado de literatura y juegos de aprendizaje será lo que va a permitir desarrollar una rica arquitectura cerebral que le permitirá fácilmente ingresar y aprovechar al máximo sus experiencias futuras educativas en escuelas, colegios y universidades. Específicamente, la Convención plantea el artículo 17 .c «Con tal objeto, los Estados Partes: c) Alentarán la producción y difusión de libros para niños». Los papás y mamás por sí solos no tienen los recursos ni la capacidad para producir estos tipos de materiales y juegos facilitadores de aprendizajes condenando a sus hijos/as serias carencias que arrastrarán por el resto de sus vidas. Los programas y centros para el desarrollo de las capacidades parentales deben incluir ludotecas que permitan a los infantes interactuar con toda esta clase de materiales educativos, y para que los padres puedan prestarse y llevarse a casa libros especialmente diseñados para el infante apropiados para cada etapa de desarrollo (como la tarjetas de listados de palabras en letras grande para que el infante pueda aprender vocabulario en base a categorías). Como estas etapas pasan rápidamente, los materiales pueden ser retornados para que los utilicen papás y mamás que tienen infantes en etapas de desarrollo más temprana. En el 2008 se hizo una publicación que hace una revisión de unas 80 investigaciones en el área del desarrollo del lenguaje en niños y niñas. Se encontró cómo el lenguaje está claramente vinculado con el desarrollo de los aprendizajes en las diferentes áreas del conocimiento, y cómo el aprendizaje del lenguaje se decide en los dos primeros años. “Debido a que las desigualdades de los grupos en el aprendizaje existen antes del ingreso al jardín infantil, los investigadores y capacitadores en igual grado buscan entender el papel que el ambiente de los hogares juega en el proceso de aprendizaje”. El título de la publicación es “El Rol de los Padres en el Fomento del Aprendizaje Infantil y el Desarrollo del Lenguaje” (Por Catherine S. Tamis-Lemonda, y Eileen T. Rodríguez, de la Universidad de New York, EE.UU.) y que busca que los Gobiernos desarrollen políticas públicas para el apoyo de los padres en el desarrollo del lenguaje en el período más crítico del ser humano. Esta investigación concluye que “Los niños que muestran retrasos en el lenguaje y aprendizaje en los primeros años están en riesgo de desarrollar dificultades de lectura y aprendizaje, así como abandono escolar. Las experiencias infantiles en el hogar son decisivas para el desarrollo del lenguaje y aprendizaje temprano.” También muestra cómo el aprendizaje se produce en un contexto socio-cultural en el que adultos y cuidadores principales apoyan o proporcionan condiciones y entornos enriquecedores donde los infantes pueden interactuar con una variedad de contextos y materiales que permitan usar continuamente el lenguaje. Plantean la urgencia de que los infantes en la temprana edad desarrollen sistemáticamente interacciones con el lenguaje y que la familia incorpore estas prácticas en las actividades diarias. “La participación temprana y sistemática en la rutina de actividades de aprendizaje, tales como lectura compartida, el cuentacuentos, enseñanza de las letras y los números, y visitas a bibliotecas proporcionan las bases para un aprendizaje temprano, el desarrollo del lenguaje y la alfabetización. Participar en actividades de aprendizaje amplía el vocabulario de los niños y su conocimiento del mundo” El desarrollo del lenguaje en la infancia temprana se ha convertido en una estrategia prioritaria en los países para que los sectores que históricamente reproducen condiciones de empobrecimiento puedan cerrar las brechas socioeconómicas con el resto de la sociedad. Esto requiere facilitarles a las familias menos favorecidas por el sistema socioeconómico, de múltiples oportunidades para que ellos puedan crear esos contextos enriquecedores que estimulen la utilización del lenguaje. La investigación plantead dice: “Las investigaciones en los factores que promueven el desarrollo del lenguaje positivo y del aprendizaje en los niños pequeños son fundamentales para zanjar las brechas en relación a los logros que existen en niños de diferentes orígenes socioeconómicos, raciales y étnicos. Los niños entran a la escuela con diferentes niveles de habilidades, y estas diferencias iniciales a menudo afectan el desarrollo cognitivo, el lenguaje y los logros académicos posteriores. Por ejemplo, los niños que muestran retraso en el inicio de la escolarización están en mayor riesgo en relación a las dificultades académicas tempranas y son más proclives a repetir de curso, requerir de educación especial y no finalizar la enseñanza secundaria. Estos retrasos son especialmente evidentes en niños que viven en hogares con desventajas económicas. Los niños que provienen de sectores de bajos ingresos se retrasan respecto de sus pares en las habilidades del lenguaje desde el comienzo y han demostrado desarrollar su vocabulario hasta cuatro veces más lentamente que sus pares que provienen de orígenes más aventajados económicamente. A la vez, el desarrollo de un vocabulario menos productivo y receptivo predice dificultades en la ortografía y la lectura en la escuela. Explicando este problema serio que se trasfiere de generación en generación, plantea cómo las deficiencias en entornos enriquecedores para el infante en los primeros dos o tres años de vida, hace que ya esos niños y niñas cuando llegan al programa prescolar ya llegan con deficiencias de aprendizaje que afectarán todo su proceso educativo. Niños y niñas con carencias en el desarrollo del lenguaje en estos primeros años continuaran presentando diferencias claras en aprendizajes y su desarrollo educativo durante toda la vida en contaste con niños y niñas que pudieron contar con entornos y relaciones que les permitieron desarrollar ricamente el lenguaje en sus dos primeros años. Hablando de la necesidad de proveer materiales educativos a papás y mamás para que puedan crear estos entornos ricos para el aprendizaje del lenguaje en la infancia temprana, esta investigación plantea: “Los niños se benefician al exponerse por la forma de hablar del adulto si ésta es variada y con bastante información sobre objetos y acontecimientos de su medio ambiente. Adicionalmente, los padres que reaccionan contingentemente frente a las iniciativas exploratorias y verbales de sus niños a través de descripciones y preguntas verbales tienden a tener niños con mayores avances productivos y receptivos en lenguaje, conciencia fonológica y habilidades de comprensión de historias. Finalmente, proporcionar materiales de aprendizaje apoya el desarrollo del lenguaje y aprendizaje del niño pequeño. La exposición a una variedad de materiales de aprendizaje apropiados para su edad predice el lenguaje y las habilidades de alfabetización. Los materiales de aprendizaje brindan oportunidades para desarrollar intercambios coloquiales sobre objetos específicos o juguetes, tales como cuando padres e hijos negocian nuevas formas de clasificación o aparentan cocinar. A la vez, el acceso a juguetes y materiales de aprendizaje también puede facilitar la curiosidad infantil, la exploración y las motivaciones de exploración, así como la presentación de materiales y métodos positivos de aprendizaje los cuales se han vinculado a los logros escolares tempranos y éxito posterior. Los niños con oportunidades de jugar con materiales apropiados para su edad pueden llegar a valorar el autodescubrimiento y el aprendizaje.” 12. Exploración de nuevas estrategias de medios de sustento para superar la pobreza Las vidas que se inician en la adversidad son más propensas a terminar en adversidad. Las desigualdades de ingresos y otras prácticas que contribuyen a la pobreza colocan a los niños y niñas en un riesgo muy alto de resultados adversos. «La pobreza puede convertirse en uno de los mayores peligros para el desarrollo saludable de los lactantes, niños y niñas pequeños; el impacto posterior en la escuela y el éxito en la vida. En las investigaciones de la infancia temprana, una de las asociaciones más consistentes que se han encontrado es la asociación entre las dificultades económicas y el desarrollo deficiente del infante. El estrés que genera a los infantes que viven en condiciones de pobreza da más probabilidades de estar expuestos a una inadecuada nutrición, el abuso de sustancias, la depresión materna, las toxinas ambientales y al abuso emocional y físico. Todas estas cosas impactan negativamente en su desarrollo temprano. La exposición temprana y continuada a estos riesgos influye en la arquitectura física del cerebro en desarrollo, impidiendo que los lactantes, niños y niñas pequeños puedan desarrollar plenamente las vías neuronales y conexiones entre neuronas que facilitan el desarrollo de las capacidades de aprendizaje. En consecuencia, cuando se comparan niños y niñas que no son pobres con niños y niñas que crecen en pobreza, los que crecen en pobreza tienen menos probabilidades de tener éxito en la escuela y más adelante limitaciones productivas en la fuerza de trabajo, también tiene mayores probabilidades de problemas de salud para toda la vida y de caer en actividades criminales». (Early Experiences Matter, Guide to improved policies for Infants and Toddlers © 2009 by ZERO TO THREE). Ya desde hace varias décadas se viene reconociendo: «Los determinantes primarios de enfermedad son principalmente económicos y sociales; por lo tanto, los remedios también deben ser económicos y sociales. La medicina y la política no pueden ni deben estar separadas». Geoffrey Rose (Estrategia de Medicina Preventiva, 1992). Es muy importante que existan programas de apoyo para los papás y mamás para que les permita entender que tienen un rol muy grande en lograr mecanismos que puedan contrarrestar el impacto que la pobreza tiene en los infantes o, por el contrario, dejar que ese impacto sea desbastador para el futuro de sus hijos. La comunidad y el Municipio deben desarrollar mecanismos de apoyo a estas familias en alto riesgo para que puedan minimizar el impacto de la violencia socioeconómica con acciones como priorización a servicios de salud, a capacitación de papás y mamás, a apoyo alimenticio para evitar la desnutrición, flexibilidad laboral, servicios de apoyo con centro para la infancia que trabajen con los papás y mamás y otros mecanismos que sirvan para proteger a la niñez. Los papás y mamás también necesitan tiempo y energía para dedicarse a los niños y niñas pequeños y una de las principales limitaciones de esta capacidad de dedicar tiempo y energía a los infantes es la lucha diaria de los papás y mamás por la supervivencia. Mejores situaciones financieras para la familia hacen una diferencia radical para los infantes y la posibilidad de ofrecerles ambientes estimulantes de desarrollo y nutritivos desde el principio Las políticas macroeconómicas y los esfuerzos basados en la comunidad son muy importantes para las familias que luchan con la pobreza. Hasta que los gobiernos aborden las desigualdades fundamentales en la sociedad, las familias pobres con hijos e hijas deben contar con apoyos múltiples para mejorar su capacidad de generar ingresos económicos y poder cumplir con las responsabilidades con sus hijos, como también contar con acceso preferencial a los servicios comunitarios. Debido a estas razones previas, es que el diagrama inicialmente presentado sobre los determinantes personales del desarrollo pleno del ser humano, debe ser completado con los determinantes sociopolíticos del desarrollo y la salud de las personas. El siguiente diagrama busca describir esto. B. NECESIDAD DE INTEGRACIÓN DE SERVICIOS Después de revisar los doce tipos de acciones en un programa de desarrollo integral de la infancia, es clara la necesidad de adoptar un enfoque más integral para trabajar con la familia del niño o la niña. También se requiere la integración de los servicios de salud, servicios educativos, servicios de cuidado de niños y niñas, visitas domiciliarias, y sobre todo un programa de recursos para la familia. Este programa debe contar con una variedad de tipos de servicio, incluidos los programas de desarrollo de habilidades parentales y especialmente para la crianza del infante. Ya los servicios tradicionales que se enfocaban en la infancia para buscar su sobrevivencia física son reconocidos como programas insuficientes que ponen en riesgo el bienestar y sobrevivencia de los países. El artículo de Lancet “Estrategias para evitar las pérdida del potencial de desarrollo de más de 200 millones de niños/as en el mundo en desarrollo” plantea la urgencia de ver el desarrollo infantil de una forma integral como una prioridad central de los gobiernos. (Engle P.L. y otros, Lancet 2007). Este artículo plantea que el desarrollo de la infancia debe claramente incluir el desarrollo de habilidades sólidas en el aspecto sensorial motor, la dimensión cognitiva y lenguaje y el aspecto socioemocional. Esto requiere de servicios integrado que trasciendan de los tradicionales servicios de salud. Este artículo afirma: “Los programas más efectivos en el desarrollo de la infancia temprana son: los que proveen experiencias de aprendizajes directas a los niños/as y familias, aquellos que están enfocados en los niños más pequeños y con desventajas, los que son de larga duración, alta calidad, alta intensidad, y están integrados con apoyo familiar, salud, nutrición, y los sistemas de educación y otros servicios. A pesar de las evidencias convincentes que existen hay poca cobertura con estos programas. Para el logro de los objetivos del milenio de reducción de pobreza y lograr que completen primaria niños y niñas, los gobiernos y la sociedad civil tienen que considerar expandir programas para el desarrollo de la infancia temprana que sean de alta calidad y con un apropiado costo beneficio.” 1. Servicios accesibles e integrados Por desgracia, las actividades realizadas por los gobiernos, las ONG y las instituciones que tratan de trabajar con niños y niñas, muchas veces se ven más como un caso de acciones aisladas. Los servicios que existen en la actualidad para niños y niñas y las familias, están fragmentados en una serie de ámbitos, incluyendo la salud física, la salud mental, educación especial, bienestar infantil, «guarderías», servicios de protección infantil, las actividades de nutrición y otros servicios sociales. La financiación sin coordinación y apoyo a estos esfuerzos erosiona gravemente los beneficios que pueden tener. Muchas veces los papás y mamás no pueden entender qué servicios podrían estar disponibles para ellos o cómo obtener acceso. El navegar un sistema tan complejo puede ser abrumador para las familias y aún para las mismas personas prestadoras de servicios que son atomizados. Es crucial evaluar todo lo que existe, evitar la duplicación de esfuerzos e identificar qué acciones críticas y estrategias deben ser implementadas. También es fundamental ofrecer las doce estrategias presentadas previamente a través de un modelo integrado en el que todas las acciones sinérgicamente se apoyan mutuamente. Por ejemplo, el uso de los servicios tradicionales para cuidar a los niños y niñas, como «las guarderías» o centros de educación temprana operarán en un entorno en el que las integraciones de los servicios pueda ser posible. En estos lugares se contará también con la presencia activa del sistema de atención en salud (estrategias tradicionales de supervivencia infantil con el acceso a los controles rutinarios de cuidado del niño sano, inmunizaciones, exámenes etc.). Igualmente, deben contar con los servicios del sistema educativo para fomentar en las familias la realización de actividades de aprendizaje temprano, otros servicios sociales tales como los de protección de menores, y en especial los Centros de papás y mamás para el desarrollo de la infancia temprana (para fortalecer y construir las habilidades de crianza de los hijos e hijas mientras el bebé se desarrolla). Otros componentes, tales como los programas de visitas domiciliarias a las familias de alto riesgo y los hogares transitorios para el cuidado y la crianza, se pueden añadir a este programa integrado. En base a las mejores prácticas y marcos teóricos sobre cómo aplicar los hallazgos de las investigaciones de la neurociencia es crucial buscar la integración de siete sectores del Estado y la sociedad que tradicionalmente han funcionado desarticulados: el sistema de Salud, el Sistema Educativo, el Sistema de Protección de la Niñez, el sector de las guarderías, el sector de Centros de Desarrollo de Capacidades Parentales para la Infancia Temprana y sin lugar a dudas el sector de Generación de Ingresos y Medios de Sustento especialmente dirigido a familias que tengan infantes o se encuentren en la etapa del embarazo. Cada uno de estos sectores debe buscar alinearse con actividades específicas de la infancia temprana e iniciar un proceso de integración de actividades con los otros seis sectores hasta cuando se pueda lograr un solo programa robusto e integrado del Desarrollo Integral de la Infancia Temprana como se muestra en el gráfico previo en la columna de apoyo a familias en el desarrollo de la infancia temprana. Un beneficio muy importante de lograr un programa integrado para el Desarrollo Temprano de la Infancia es que hace mucho más fácil monitorizar y apoyar el desempeño de papás y mamás en las familias, así como el desarrollo integral de los/as niños/as (centrado en el desarrollo saludable del cerebro), las experiencias tempranas de aprendizaje, el estado de la salud y el estado nutricional, los comportamientos socio-emocionales del infante, la calidad de las intervenciones tempranas, el fácil acceso a la atención médica, el control del niño sano, inmunizaciones y pruebas de detección de potenciales problemas en los/as niños/as inscritos en el programa. Un buen resumen sobre la importancia de establecer una nueva visión y forma de desarrollar políticas de protección y promoción del desarrollo integral en la infancia temprana la tenemos en la publicación hecha en INBRIEF «The Foundations of Lifelong Health» (Los Fundamentos de la Salud para Toda la Vida) en el 2010 por el Centro para el Desarrollo de la Niñez (Center on the Developing Child) de la Universidad Harvard. «Las políticas actuales de promoción de la salud y de prevención de enfermedades centradas en los adultos serían más eficaces si se basan en las evidencias se orientaran a fortalecer los fundamentos de la salud en la etapa prenatal y en la infancia temprana. Por ejemplo, la búsqueda de reducción de la obesidad trabajando con el cambio de comportamientos de adolescentes y adultos sería más eficaz si se coordina con los programas de apoyo a la nutrición adecuada y un mejor acceso a alimentos nutritivos para las madres embarazadas, lactantes y niños pequeños. Las reducciones significativas en enfermedades crónicas a través de la vida se podrían lograr con la disminución del número de experiencias adversas que sufren los niños y niñas pequeños, y con el fortalecimiento de las relaciones que les protegen y ayudan a mitigar los efectos nocivos del estrés tóxico. La promoción eficaz de la salud y prevención de la enfermedad depende de cosas más importantes que el acceso a la alta calidad de atención médica. Una amplia gama de sistemas de servicios a la infancia pueden significativamente mejorar los logros mediante la aplicación de un sistema unificado a través de múltiples sectores basado en la comprensión científica de los orígenes que se tienen en la El ciclo vital y la prestación de servicios como un proceso continuo primera infancia de la salud, los aprendizajes y los comportamientos. En otras palabras, las agencias de bienestar infantil pueden ayudar a prevenir los problemas de la salud física y mental en los adultos, y no sólo limitarse a proporcionar acciones puntuales de protección a la infancia. Políticas y servicios municipales de zonificación y manejo de tierras de podrían facilitar incorporar en su trabajo una mejor salud de la población (y la reducción de los costos atención de salud). Programas de alta calidad cuidado y educación de niños y niñas pequeños que buscan minimizar el estrés crónico o excesivo, promocionarían la salud y prevendrían enfermedades, en lugar de sólo limitarse a preparar a los niños para tener éxito en la escuela». 2. La oportunidad de invertir social y económicamente en la infancia temprana Como se mencionó previamente, la sociedad y el Estado deben aprovechar la increíble oportunidad que las investigaciones científicas de los últimos 20 años han demostrado sobre el increíble beneficio que se tiene invirtiendo en desarrollo integral de la infancia temprana. No es posible que los sistemas de salud, de educación, de protección de la niñez, y de desarrollo económico sigan manejado propuestas que desperdician la fuente de mayor desarrollo de los pueblos que son los mismos seres humanos. Estas investigaciones abren nuevos desafíos e increíbles oportunidades para poder manejar una concepción integral de los determinantes de la salud y el bienestar de la niñez. Las aplicaciones de estos avances científicos le permitirán a los Estados desarrollar políticas y programas basados en una concepción de un continuo ciclo de la vida desde la adolescencia y el periodo previo al embarazo, a través de las otras etapas como el embarazo, parto, puerperio, periodo neonatal, lactancia e infancia, para el logro del desarrollo integral de niños y niñas. La sociedad y las autoridades gubernamentales deben conocer que cualquier esfuerzo de inversión que se hace para la protección y el desarrollo integral durante la infancia temprana genera los mayores retornos y beneficios que el Municipio y la sociedad pueden experimentar. Igualmente, es importante que conozcan diferentes aspectos de políticas públicas que promueven múltiples prácticas y experiencias efectivas que ya se han logrado en diferentes partes del mundo para ofrecer programas multidimensionales e integrados que les permitan a los papás y mamás desarrollar sus capacidades para ganar control sobre los determinantes personales de la salud de sus hijos e hijas. Igualmente, estos programas han encontrado formas muy efectivas proveyendo acceso a una variedad de servicios desde el momento de la concepción, para que en el periodo prenatal, parto y la infancia temprana se pueda contar con múltiples formas de apoyos que responden claramente a las diferentes necesidades y cuidados que los infantes requieren para lograr un pleno desarrollo. Es crucial que toda la sociedad entienda que los cambios solo podrán ser sostenibles cuando estos son respaldados por leyes y política públicas. El ámbito legislativo es uno de los frentes claves para lograr un desarrollo integral de la infancia, ya que esta instancia normativa es crucial para garantizar el ejercicio de los derechos y para contar con una justicia social y la equidad que permita el acceso a los programas y acciones presentados en este libro. Es crucial que la sociedad especialmente papás, mamás, gobernantes y personal que trabaja con la primera infancia conozcan lo planteado en la introducción de este libro y las formas de aplicarlo en sus comunidades, municipios y a nivel del país. La inversión de los recursos necesarios en el desarrollo de la infancia temprana es mayor que en los programas de supervivencia infantil tradicionales que seleccionan sólo unas pocas intervenciones de bajo costo para reducir las tasas de mortalidad. Sin embargo, muchas investigaciones, han demostrado cómo éstas intervenciones de supervivencia infantil están fragmentadas y han fallado en considerar al «niño o niña integral» (a pesar de que puede aumentar la supervivencia biológica del niño o niña). Esto puede inclusive causar un efecto completamente opuesto en la familia y comunidad, empeorando las cosas. Cuando no hay otras intervenciones para incrementar la «capacidad de carga» de la familia y la comunidad para cuidar a un niño o niña sanos y bien desarrollados, las intervenciones de supervivencia infantil a menudo suponen cargas adicionales muy serias a causa de los múltiples problemas que estos niños y niñas experimentan en etapas posteriores de la vida y debido a la pesada carga financiera, social, política que generan estos niños y niñas que han «sobrevivido». Estos problemas sociales incluyen la pertenencia a pandillas, la delincuencia, el fracaso escolar, la violencia doméstica, los problemas de salud mental, la elevada carga de enfermedades, la drogadicción, la criminalidad alta, la sobrecarga del sistema jurídico, etc. En la búsqueda de unirse al movimiento de migrar los programas de sobrevivencia infantil tradicional a un enfoque más integral de "Desarrollo Integral de la Niñez", MAP Internacional en Bolivia ha experimentado un proceso de transformación. Cuando inicio trabajos de salud comunitaria hace tres décadas se trabajaba en actividades en el área de materno–infantil pero desde una perspectiva adultista ofreciendo servicio a los infantes y tratando de modificar patrones de conducta de adultos que generaban problemas de salud. Debido a los pocos resultados obtenidos se inició trabajo con jóvenes con la esperanza de que pudieran modificar más fácil sus comportamientos. Debido también a las limitaciones en el logro de resultados en este grupo poblacional se empezó a trabajar con diferentes grupos y programas dirigidos a la niñez buscando que incorporarán desde temprana edad conductas para la búsqueda y el cuidado de la salud. Indiscutiblemente se lograron grandes resultados nunca antes tenidos con otros grupos poblacionales. Sin embargo, debido a los hallazgos científicos de la neurociencia y el desarrollo de la infancia temprana especialmente con los aspectos relacionados con el desarrollo de la arquitectura cerebral nos ha llevado a repensar programas y proyectos buscando estrategias y programa integrados que permitan establecer los fundamentos que se requieren en la infancia temprana para ser seres humanos saludables que puedan ejercer plenamente su ciudadanía. Fruto de estos esfuerzos se ha ido construyendo un programa que integra los diferentes sectores del sistema de salud, sistema educativo, guarderías, protección de la infancia, específicamente focalizados en la infancia temprana. Nos encontramos en el proceso de incorporación de los otros tres sectores de visitas domiciliarias, Centros de aprendizajes de habilidades parentales para la infancia temprana y el componente de generación de ingresos específicamente dirigido a familias con infantes. Los logros tenidos hasta este momento son ricamente significativos y estimulantes para continuar en nuestros esfuerzos. Esto se ha facilitado debido a la rica historia de más de dos décadas trabajando en Bolivia en la búsqueda de la salud comunitaria y que ha reconocido especialmente estos dos aspectos: a) MAP cuenta con una larga historia de refinamiento y profundización de los principios teóricos, conceptos y propuesta de Salud Integral; b) MAP viene trabajando una propuesta de desarrollo y salud basado en la perspectiva de la niñez, buscando ser congruente con un compromiso cristiano, siendo la niñez la centralidad en el Reino de paz y justicia planteado pro Jesús, expresión de esa nueva sociedad de armonía y justicia, sin relaciones de violencia, de injusticia o de discriminación. Es hora de que los programas para la niñez claramente muestren un compromiso que va mucho más allá que la mera supervivencia biológica del niño. Si los niños y las niñas no reciben una nutrición integral que requieren, los servicios fragmentados y puntuales del Estado y la sociedad continuarán sólo poniendo remiendos con parches nuevos en un vestido viejo que pronto presentará roturas más grandes. Podemos hacer intervenciones aisladas para reducir la mortalidad infantil en los primeros años, pero lo que habremos hecho es sólo postergar un poco más el certificado de defunción del niño y la niña. Esos niños y niñas morirán un poco después pero a una temprana edad por otras razones diferentes a la diarrea o enfermedades inmunes prevenibles. Morirán unos años más tarde debido a su incapacidad para realizar ajustes saludables en la sociedad y su participación en otras prácticas no saludables, tales como la drogadicción, las pandillas, la delincuencia, las expresiones de violencia, etc. Tanto el Estado como los Municipios y los gobiernos locales deben ver la increíble oportunidad de inversión que se tiene en la tarea de lograr mayores y mejores servicios de apoyo para el desarrollo de la infancia temprana. El gasto social no puede continuar la desproporción histórica de invertirse en servicios a grupos poblacionales donde se va a tener mucho menos retorno a los esfuerzos hechos como lo muestra el siguiente gráfico: Si además de los gastos en salud, educación y los gastos sociales que hace el Estado en las edades posteriores de la infancia le agregamos la increíble cantidad de gastos hechos en hospitales para el manejo de enfermedades orgánicas como de salud mental, seguridad ciudadana y manejo de la criminalidad y problemas sociales como la delincuencia, drogadicción, pandillas, los gastos económicos en sistemas judiciales que se encuentran colapsando por la sobrecarga de trabajo y muchos otros gastos hechos para tratar de mantener la gobernabilidad y la integración social, el grafico previamente mostrado sería mucho más desesperanzador. El invertir en el establecimiento de los fundamentos para la formación de ciudadanos capacitados para aprender, crear, producir y sobre todo relacionarse en armonía dentro de sus familias, espacios laborales y los diferentes grupos sociales es una prioridad inescapable para los Estados en el siglo XXI. La especie humana no puede continuar siendo la especie de los mamíferos en que las crías no reorientan radicalmente el rol de los progenitores en la búsqueda de la protección y el pleno desarrollo de su progenie asegurando su vida saludable para la vida adulta. Desde la declaración de La Convención sobre los Derechos del Niño en 1989, los Estados vienen expresando mucho interés y haciendo acuerdos para afirmar que asumirán compromisos que se requieren para respetar lo que ya se ha reconocido internacionalmente el «Principio de interés superior de la infancia» establecido en el artículo 3.1: «En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas o los órganos legislativos, una consideración primordial a que se atenderá será el interés superior del niño». La voluntad política de los Estados y Municipalidades se refleja precisamente en los presupuestos de inversión social. Aún falta mucho para lograr que la inversión en la infancia temprana sea «proporcional» a la inversión social hecha en otras áreas. Con mayor razón falta bastante para que lleguemos a una inversión social «prioritaria» sobre las otras áreas para poder reconocer ese principio del interés superior de la infancia. Los presupuestos del sistema judicial, del sistema educativo, del sistema de salud, del sistema de desarrollo humano, productividad, entre otros, deberían reflejar claramente que la inversión social le da prioridad a la infancia temprana y que buscan potenciarle en condiciones superiores y prioritarias en contraste con los otros sectores. Especialmente el Estado y la sociedad deben manifestar claramente su prioridad en establecer contextos en los que niños y niñas cuenten con entornos y situaciones cotidianas apropiadas en las que ellos puedan ejercer sus derechos. Si la sociedad y el Estado no aprenden a crear esos contextos para el ejercicio de sus derechos en los dos primeros años de vida, difícilmente podrán proteger los derechos en etapas posteriores de su desarrollo. Por lo tanto, durante el periodo preescolar, escolar y adolescencia continuarán experimentando la vulneración de sus derechos y diferentes formas de violencia y discriminación. Es obvio que cuando sean adultos van a reproducir todo lo que empezaron a recibir desde su infancia temprana. Cuando los infantes tienen la oportunidad de desarrollar su arquitectura cerebral en contextos donde naturalmente ejercen sus derechos porque los adultos a su alrededor están dispuestos a comunicarse, entender sus necesidades y mensajes comunicacionales para responder oportunamente, ese cerebro naturalmente crecerá reproduciendo esa cultura de respeto de los derechos de las demás personas. El respeto a sus derechos no es satisfacer sus necesidades de alimentación, salud, educación o esparcimiento si esto se está haciendo desde la perspectiva adultista, en los tiempos de los adultos y de la forma que el adulto quiera. Los adultos deben aprender los mensajes comunicacionales de los bebés y reconocer que la tarea central del cerebro es la autoagencia, la gestión de sus propias necesidades y que como no puede satisfacerlas, las comunica al adulto para que le sean satisfechas. 3. La infancia temprana y las políticas públicas El Estado tiene la responsabilidad de promover políticas públicas de soporte a la familia para proveer al apoyo necesario a papás y mamás para que puedan desarrollar las habilidades centrales para crear una cultura familiar de respeto a los derechos humanos: ser sensibles a los mensajes comunicacionales del bebé y responder oportuna y apropiadamente. Si este elemento central de respeto a los derechos de los infantes no se logra, difícilmente se logrará respetar derechos en otros aspectos y en otras etapas de sus vidas. Este elemento central de respeto a los derechos humanos es el reconocimiento claro a los principios del interés superior de la infancia y de la tutela plena e igualitaria de las garantías constitucionales y los derechos humanos. Las políticas públicas como la inversión social tienen que darle prioridad al apoyo de las familias para que puedan proveer contextos seguros y enriquecedores para los infantes, al igual que provean su nutrición física, emocional y cognitiva para su pleno desarrollo. Si esto se hace promoviendo el desarrollo de la autoagencia y la autorregulación del infante, contaremos con el desarrollo de nuevos sujetos sociales que asumen plenamente su ciudadanía desde temprana edad. Papás, mamás y otros adultos que interactúan con los infantes en esa cultura de respeto, buen trato y consensos fácilmente internalizarán el principio del interés superior de la infancia limitándose de conductas abusivas precautelando la protección de sus derechos. Como se vio ampliamente a través de las diferentes estrategias, los primeros años en la vida son críticos porque las experiencias tenidas en esa edad afectan la arquitectura del cerebro. Dependiendo de la calidad de esta arquitectura cerebral establecida, bien sea sólida y poderosa o frágil y limitada, ésta será el fundamento para todo el desarrollo de conductas por el resto de su vida. Es mucho más fácil y eficiente establecer las cosas correctamente al principio, que tratar de arreglarlas una y otra vez a través de la vida. Como fue mencionado previamente, la inversión social en los primeros años de vida trae los mayores beneficios sociales, educativos, políticos, económicos, y culturales (el mayor costo-beneficio posible). La sociedad y el Estado deben buscar realizar múltiples esfuerzos para hacer inversiones en esas áreas o situaciones que tienen el mayor potencial para influir positivamente en la salud y el bienestar de sus ciudadanos y ciudadanas. Cuanto más «aguas arriba» las intervenciones se hagan, mayor es la relación costo-beneficio de la intervención y mucho más eficaz que los esfuerzos de prevención de múltiples problemas que se hubieran originado más adelante. Entre más cercana sea la intervención a las raíces o causal de beneficios o de generación de problemas, (el más «aguas arriba» de la acción), mayor será el potencial de ganancias para la sociedad en la prevención de muchas problemas sociales, económicas y mentales que individuos, familias y la sociedad tengan como resultado de la graves déficits cognitivos, emocionales y sociales debido al desarrollo deficiente de la primera infancia. Las carencias afectivas en la primera infancia, así como las experiencias adversas en la infancia tienen repercusiones muy graves en los diferentes aspectos políticos, económicos y sociales en la que se involucrarán esas personas. El mayor potencial para influir positivamente en la salud, el bienestar y la producción de la población del país son las inversiones sociales para el desarrollo integral de la infancia temprana. Esto permite ir a las raíces de las mejores potencialidades para el desarrollo del ser humano como también a las raíces de los mayores problemas de la sociedad. Como está claramente establecido en el documento «Desarrollo de la primera infancia: un potente ecualizador» de la Organización Mundial de la Salud (2007): «Inversión en el futuro de un país Los primeros años de vida son cruciales en el influjo de una serie de resultados sociales y de salud a lo largo del ciclo vital. Hoy en día, los estudios revelan que muchos de los desafíos afrontados por la población adulta (problemas de salud mental, obesidad/ retardo en el desarrollo, enfermedades cardíacas, criminalidad, habilidad numérica y de lectoescritura) tienen sus raíces en la primera infancia. Partiendo de la evidencia disponible, los economistas ahora sostienen que invertir en la primera infancia representa la inversión más poderosa que un país puede realizar, con retribuciones en el transcurso de la vida muchos mayores al importe de la inversión inicial. Los gobiernos pueden lograr mejoras significativas y duraderas para la sociedad mediante la ejecución de políticas que tomen en cuenta este poderoso cuerpo de investigación, al tiempo que cumplen con sus obligaciones en virtud de la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño». C. PALABRAS FINALES La presentación de estas 12 estrategias para lograr un enfoque integrado que permita el desarrollo integral de la infancia temprana busca establecer los fundamentos para lograr sociedades democráticas, participativas, inclusivas de la diversidad, prósperas, económicamente productivas y saludables. Esta propuesta busca ser parte de un movimiento global que está emergiendo para el logro de sociedades estables que se requieren para el complejo mundo del siglo XXI. En el siglo XXI, el conocimiento se ha convertido en la mayor fuerza de generación de riqueza y generador del crecimiento de la economía de los países y es el insumo primario para tener una sociedad que genere innovaciones y permita una fuerza laboral mucho mejor preparada. El aprendizaje efectivo es la clave para poder mantener altos niveles de productividad, capacidad, de competencia con los otros países, prosperidad y bienestar del país. El sistema educativo como los otros sectores del Estado relacionados con la producción y la salud, deben entender el rol que tienen en este proceso de generación de conocimientos y que la clave para la capacidad de aprendizaje y la creatividad se encuentra en la arquitectura cerebral desarrollada en los primeros años de vida. Si se desea un país con buenos estándares de vida y altamente competitivo con una economía vibrante dentro de 15 o 20 años, hoy mismo tiene que hacerse una rica inversión social en las madres embarazadas y en quienes se encuentran en la infancia temprana. No hay mejor inversión social ni mejor desarrollo humano para un país que los esfuerzos hechos en la búsqueda del desarrollo integral de la infancia temprana. Durante la infancia temprana los seres humanos desarrollan la arquitectura cerebral para tener una vista, audición, lenguajes, capacidades de aprendizaje y habilidades para relacionarse con otras personas siendo estos los fundamentos para una buena capacidad de aprendizaje y una rica productividad. Cada día cobran más relevancia la afirmaciones que se hacen con respecto al valor de promover el desarrollo integral de la infancia como lo dice la conclusión de la Universidad de Harvard después de muchas investigaciones realizadas sobre cómo podemos tener una sociedad sana: «Una sociedad vital y productiva con un futuro próspero y sostenible se construye sobre la base del desarrollo saludable de la niñez. Las experiencias positivas tempranas proporcionan una base para la arquitectura cerebral robusta y una amplia gama de habilidades y capacidades de aprendizaje. La salud en los primeros años – comenzando con el bienestar de la futura madre antes de quedar embarazada– fortalece el sistema biológico del desarrollo que permita a niños y niñas desarrollarse y crecer hasta convertirse en adultos sanos» (National Scientific Council on the Developing Child, Center on the Developing Child at Harvard University, 2010). La protección de la infancia temprana como la provisión de los servicios y apoyo que se requiere para su desarrollo integral es posiblemente una de las áreas de violaciones a los derechos humanos en donde la sociedad sufre las consecuencias más costosas y dolorosas. La violación de los derechos humanos de la niñez destroza el tejido primario de la sociedad. La violencia contra la niñez produce profundos cambios emocionales y neurofisiológicos (muchos de ellos irreversibles) que seriamente limitan las capacidades de aprendizajes, el desarrollo intelectual y la habilidad para establecer relaciones saludables en el futuro. Esto erosiona seriamente la capacidad para desarrollar vínculos y apegos durante el resto de la vida debido al impacto del estrés crónico en el desarrollo deficiente de la arquitectura del cerebro. La carencia del buen trato, con pobres relaciones y apego en la primera infancia temprana llevan a un pobre desarrollo intelectual e incapacidad para interactuar con otras personas, lo cual lleva a una pobre productividad y capacidad para relacionarse en las futuras familias, y las interacciones sociales en su comunidad, como ciudadano que necesita participar democráticamente para la construcción del país. Como lo planteó el Dr. Bruce D. Perry, M.D., Ph.D., en su publicación mencionada de «Vínculos y apegos en hijos con maltrato» (Bonding and Attachment in Maltreated Children) en el 2001, «La riqueza más grande de la humanidad es su capacidad para mantener relaciones. Estas relaciones son cruciales para que las personas sobrevivan, aprendan, trabajen, amen y procreen. Hay muchas clases de relaciones humanas pero las más intensas, placenteras y dolorosas son aquellas relaciones con la familia, amigos y personas que se aman. Estas relaciones íntimas entretejen a las personas con un cemento emocional que es el amor». Ha llegado la hora de que los gobiernos desarrollen una clara política de estado para el cumplimiento de los compromisos internacionales, reconociendo a la niñez como una consideración primordial a la que se atenderá reconociendo «el interés superior del niño», como está consagrado en el artículo 3 de la Convención sobre los Derechos del Niño que establece: «En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas o los órganos legislativos, una consideración primordial a que se atenderá será el interés superior del niño». El Estado podrá decir que está comprometido con el desarrollo integral de la infancia temprana cuando muestre su voluntad política acompañada con presupuestos para respaldar una política pública clara con un conjunto de acciones, políticas, planes y programas que implementará con prioridad absoluta. Estas políticas públicas deben contar, con la firme participación y solidaridad de la familia y las comunidades para garantizar que todos los niños y niñas gocen, durante sus primeros 1000 días de vida de contextos apropiados para la plena satisfacción y disfrute de los derechos humanos con sus respectivas consideraciones especiales para el desarrollo integral en la etapa de la infancia temprana. De esa manera, el interés superior del niño junto a la no discriminación, constituyen la base de sustentación y protección de los derechos humanos de un grupo poblacional que históricamente ha sido ignorado como categoría sociopolítica específica que es la infancia temprana (el estado más vulnerable y de mayores potencialidades que todos los seres humanos experimentan). Ha llegado el momento de plantear cómo se dará cumplimiento al artículo 4 de la Convención sobre los Derechos del Niño que en base a las investigaciones de la neurociencia y de los estudios del desarrollo de la primera infancia demanda una efectividad y prioridad absoluta para la elaboración de estas políticas: «Los Estados Partes adoptarán todas las medidas administrativas, legislativas y de otra índole para dar efectividad a los derechos reconocidos en la presente Convención» (Principio de efectividad) «...En lo que respecta a los derechos económicos, sociales y culturales, los Estados Partes adoptarán esas medidas hasta el máximo de los recursos de que dispongan y, cuando sea necesario, dentro del marco de la cooperación internacional» (Principio de prioridad absoluta). El planteamiento de las 12 estrategias presentadas en este libro busca hacer una contribución efectiva a los esfuerzos de instituciones, gobernantes y autoridades a establecer lo antes posible políticas claras para este período crítico del ser humano, la infancia temprana. Ha llegado la hora para transformar la conducta institucional de los gobiernos respecto a la planificación social, desde la perspectiva de la Convención donde se invierte el orden jerárquico o de preeminencia de los asuntos de Estado y de gobierno colocando en primer lugar el cumplimiento de los derechos de la niñez. Ya no pueden seguir usando excusas de carácter presupuestario, emergentes o circunstanciales que tradicionalmente se han utilizado para evadir responsabilidades en el cumplimiento de los derechos humanos en quienes son la consideración primaria del Estado. Ha llegado la hora de que en el diseño de las políticas públicas (incluyendo acciones, planes, programas y presupuesto), busquen en primer lugar el análisis de la situación de la infancia temprana y cómo responder a esta población de los infantes antes que a otros sectores sociales. Igualmente, la asistencia internacional y la ayuda de otras instituciones deben priorizar este tipo de inversiones sociales ya que es esto lo que realmente determinará el futuro del país en los aspectos sociales, educativos, productivos y de gobernabilidad. El buscar aplicar las diferentes investigaciones de neurociencia y el desarrollo temprano de la infancia a través de las 12 estrategias planteadas para la construcción de sociedades democráticas, productivas y con altos niveles de bienestar, debe hacerse desde una perspectiva de los derechos humanos. Se hace urgente hacer una relectura de los derechos humanos, ya no solo desde la perspectiva de la Convención que se refería a la edad de 0 a los 18 años sino desde una perspectiva específica a la infancia temprana. Este grupo poblacional, que se encuentra en todas las familias, comunidades, naciones, grupos étnicos o culturales, tiene condiciones específicas de vulnerabilidad como de potencialidad que no tiene ningún otro grupo poblacional incluyendo aun a grupos en etapas posteriores de la niñez. No solo es crucial proteger estas vulnerabilidades y facilitar el desarrollo de sus potencialidades para el beneficio de grupo poblacional de los infantes sino que a través de este esfuerzo se logra una gran repercusión en todos los demás aspectos de la sociedad como también en los diferentes grupos humanos de los cuales esos infantes serán parte. Los derechos de protección y de garantías específicas para las personas que se encuentran en la infancia temprana es la mejor inversión posible para el establecimiento de una cultura que manifieste los derechos humanos en todos los aspectos. Cuando la arquitectura cerebral de un infante se construye en un contexto donde sus derechos humanos han sido respetados, donde ha experimentado buen trato, empatía y solidaridad, naturalmente estos infantes en etapas posteriores de su vida continuarán reflejando y construyendo contextos en donde todos puedan ejercer sus derechos. Es por ello que el trabajo en el desarrollo integral de la infancia debe ser basado en un enfoque de derechos humanos que permita crear un colectivo social que logre que el Estado haga las inversiones sociales «aguas arriba» en el origen mismo donde se desarrolla la arquitectura cerebral de los ciudadanos y ciudadanas que responderán a la sociedad y al Estado en formas similares a la forma que les proveyeron los contextos para ejercer sus derechos en el período más crítico de sus vidas. «La verdadera medida del progreso de una nación es la calidad con que atiende a sus niños y niñas: su salud y protección, su seguridad material, su educación y socialización y el modo en que se sienten queridos, valorados e integrados en las familias y sociedades en las que han nacido». (UNICEF Report Card Innocenti No . 7) Si no logramos hacer esto en el período más crítico del ser humano, la infancia temprana, difícilmente lo lograremos hacer en otras etapas de la vida. Los derechos humanos de la infancia temprana son los fundamentos más sólidos que pueden construirse para contar con ciudadanos comprometidos a no reproducir elementos de las culturas que fomenten la discriminación, la violencia, el maltrato y la postergación del respeto a los derecho humanos. Las sociedades que puedan contar con los mejores ciudadanos y ciudadanas en su historia, requieren de una forma radicalmente diferente de ver, escuchar e interactuar con la infancia temprana, lo cual abre puertas a nuevas formas de relacionarnos entre los seres humanos, que nos permitan hacer nuestras formas de convivencia altamente significativas, placenteras y sostenibles. Un cambio radical en la forma de ver, escuchar, proteger e interactuar con la niñez desestructura muchas de las formas en que hemos pensado y actuado en la sociedad. Eso genera muchos temores e incertidumbre. Un pensamiento que nos ayuda mucho a continuar en la búsqueda del desarrollo de la infancia temprana se encuentra en las palabras del Dr. Martin Luther King, Junior: «La cobardía hace la pregunta - ¿es seguro? La conveniencia hace la pregunta - ¿es político? La vanidad hace la pregunta - ¿es popular? Pero la conciencia hace la pregunta - ¿es cierto? Y llega un momento en que hay que tener la posición de que no es ni segura, ni política, ni popular... Pero hay que hacerlo porque es lo correcto» Desafortunadamente, las tradicionales actividades aisladas lineales de supervivencia infantil no son solo una intervención de bajo costo (a corto plazo), sino también mucho más fácil de implementar. Sus resultados pueden ser fácilmente controlados por el sistema de servicio de salud, las otras oficinas de los programas del gobierno o por las ONG. Sin embargo, las actividades de desarrollo de la infancia temprana requieren un tipo de actividades más integrales y más costosas que no pueden pasar por alto los papás y mamás, la familia y la comunidad. Los servicios de atención médica, las instituciones o las ONG no tienen «control» de los resultados como les gustaría y se requiere «el insertarse» en la comunidad y en las familias. Esto significa caminar con los papás y mamás y las comunidades asumiendo los múltiples problemas sociales, personales y económicos que enfrentan las familias para transformar las condiciones en que los niños y las niñas crecerán. En estos esfuerzos podrán construirse hogares y familias llenos de vida, esperanza y compromiso por una sociedad justa y humana para todos. El desarrollo de la infancia temprana es más complejo y requiere grandes esfuerzos e inversiones, pero genera una profunda transformación en las familias, las comunidades, los Municipios y las generaciones futuras (sostenibilidad del proceso de cambio). Se necesita un mayor esfuerzo para pasar de ser «proveedores de servicios» a ser facilitadores de cambio en la comunidad. Se necesita un mayor esfuerzo para pasar a un modelo en el que las familias y la comunidad son recipientes pasivos de programas externos traídos por gobiernos o instituciones, a un modelo en que esas familias y la comunidad local se den cuenta de lo que dijo Gandhi que depende de ellos «ser el cambio» que ellos «quieren ver en el mundo». Cuando las familias y las comunidades se dan cuenta de que «nosotros somos los que habíamos estado esperando» y que ese «nosotros» es, precisamente, sus propios hijos (increíbles recursos ignorados) se liberarán fuerzas que permitirán comprender y superar los problemas y establecer comunidades más estables, productivas, pacíficas, saludables y amorosas. Cuando las familias y las comunidades se dan cuenta de que a través de la boca de los que maman y que es a través de esos infantes se encuentra increíbles buenas noticias para toda la sociedad, hogares y comunidades podrán disfrutar de esa fuerza trasformadora para establecer una nueva sociedad. Es fascinante ver a las familias descubrir la mejor contribución que ellas pueden hacerse en el mundo, y al mismo tiempo que disfruten de que sus pequeños infantes les den la fuerza necesaria para lograr la transformación en sus matrimonios, familias y comunidades. «No hay riqueza más sagrada de la humanidad que nuestros niños y niñas. No hay mayor responsabilidad de la humanidad que el asegurar que sus derechos sean respetados, que su bienestar sea protegido y que sus vidas sean libres de miedo y necesidades insatisfechas y que crezcan en paz». Kofi A. Annan BIBLIOGRAFÍA: Appleton, A., 2013. “Hola infante, qué sabes? Investigadores exploran las mentes de los infantes y niños/as” (Hey kid, what do you know? Researchers explore the minds of infants and children). Johns Hopkins Magazine, Junio3, 2013. Arruabarrena I, y De PaúlJ., 2012. “Programas de Intervención Temprana para Niños y Familias: Bases Teóricas y Empíricas que Sustentan su Eficiencia Social y Económica” (Early Intervention Programs for Children and Families: Theoretical and Empirical Bases Supporting their Social and Economic Efficiency) Universidad del País Vasco, España, Psychosocial Intervention Vol. 21, No. 2, 2012. Bowlby J. (1980). «Pérdida: tristeza y depresión. Apegos y pérdida» (Loss: Sadness & Depression. Attachment and Loss). 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Zimmermann, K.F., (2013). “Reporte de 15 años del aniversario de IZA” (15 Years Report anniversary). Institute for the Study of Labor – or Institut zur Zukunft der Arbeit (IZA). IZA SOBRE LOS AUTORES Luz Stella Losada tiene una maestría en Ciencias de la Salud y en Educación Superior en Salud de la Universidad de Maastricht, Holanda. Por más de 20 años ha trabajado como asesora o directora de proyectos educativos en las áreas de Salud y Desarrollo. Es autora de diferentes libros y publicaciones en el área de salud, educación y violencia sexual. Actualmente trabaja con MAP Internacional como asesora de programas y proyectos en diferentes países en las temáticas de salud comunitaria, salud mental, protección de derechos y garantías de niños, niñas y adolescentes, y desarrollo integral en la infancia temprana. José Miguel De Angulo médico cirujano con maestría en Salud Pública de Johns Hopkins University y maestría en Teología de Eastern Baptist Theological Seminary, trabaja hace 25 años en proyectos de salud pública, salud materno-infantil y formación de profesionales en salud con énfasis en el desarrollo de ambientes saludables, estilos de vida saludables y desarrollo de políticas públicas para la construcción de la salud. Junto con su esposa Luz Stella, asesora en diferentes países, programas y proyectos de salud comunitaria desde una perspectiva de la niñez y la protección de derechos y garantías de niños y adolescentes. Brisa Liliana De Angulo tiene una licenciatura en Psicología de Eastern University en Pensilvania, una maestría en Psicología e Investigación de la Universidad de Towson, y un doctorado en Leyes de la Universidad de Rutgers. Su historia de trabajo se enfoca en desarrollo de la infancia y en la prevención de agresiones sexuales. Ella es autora de la investigación «Violaciones sexuales en la niñez y la conspiración de silencio», co-autora de los libros «Las agresiones sexual desde una perspectiva de los derechos humanos», «Los depredadores silenciosos de nuestros hijos», «Que hacer ante las agresiones sexuales a nuestras hijas» y co-fundadora del centro Una Brisa de Esperanza. Parker Palmer tiene una licenciatura en Ciencias Políticas de Eastern University en Pensilvania y un doctorado en Leyes de la Universidad de Rutgers. Su historia de trabajo se enfoca en desarrollo de la infancia y en la prevención de agresiones sexuales. Es autor de las investigaciones, «La recaptura de imputados: una propuesta para Bolivia» y «Legalmente despojada: discriminación contra mujeres adolescentes en Bolivia». Junto con su esposa Brisa, ha venido sistematizando por más de un año los detalles en el desarrollo del infante que ha llegado a su familia. Sarel De Angulo Palmer, quien nos dio las fuerzas y las ideas para escribir este libro. No hubiera sido posible escribirlo sin su amor y ternura sin fin, confirmándonos día tras día los diferentes principios plateados por las investigaciones que se presentan en este libro, por ello estaremos siempre muy agradecidos.