Centro de Ciencias Biomédicas ISSN 1510-9747 BIOMEDICINA Publicación cuatrimestral del Centro de Ciencias Biomédicas de la Universidad de Montevideo. VOLUMEN 2, Nº 3 - Montevideo, URUGUAY - DICIEMBRE 2006 EDITORIAL Eutanasia es “una acción o una omisión que por su misma naturaleza, o en la intención de quien la realiza, causa la muerte, con el fin de eliminar cualquier dolor”. La Asociación Médica Mundial, en 1987, la definió brevemente como: “acto deliberado de poner fin a la vida de un paciente”. Otra definición propuesta por la Sociedad Española de Cuidados Paliativos, dice: “conducta (acción u omisión) intencionalmente dirigida a terminar con la vida de una persona que tiene una enfermedad grave e irreversible, por razones compasivas y en un contexto médico”. Es muy importante comprender que hay acciones médicas que el facultativo puede realizar lícitamente, que no son eutanasia, aunque de ellas se derive el acortamiento de la vida de un paciente. Nos referimos a: 1. La prescripción de tratamientos analgésicos que podrían acortar la vida: “el objetivo prioritario de los cuidados paliativos es el alivio de los síntomas que provocan sufrimiento y deterioran la calidad de vida del enfermo en situación terminal. Con este fin se pueden emplear analgésicos o sedantes en la dosis necesaria para alcanzar los objetivos terapéuticos, aunque se pudiera ocasionar indirectamente un adelanto del fallecimiento. El manejo de tratamientos paliativos que puedan acortar la vida está contemplado en el ámbito de la ciencia moral y se considera aceptable de acuerdo con el llamado “principio de doble efecto”. El objetivo no es provocar la muerte, sino aliviar el sufrimiento. Es una actuación perfectamente ética y profesional, y distinta de la eutanasia, si se utilizan las dosis adecuadas y la intención es la de mitigar el dolor, no la de provocar la muerte. 2. La sedación paliativa: es “la administración deliberada de fármacos para lograr el alivio, inalcanzable con otras medidas, de un sufrimiento físico y/o psicológico, mediante la disminución suficientemente profunda y posiblemente irreversible de la conciencia en un paciente cuya muerte se prevé muy próxima y con su consentimiento explícito, implícito o delegado”. Así planteada y contando con el consentimiento del paciente, tampoco tiene inconvenientes desde el punto de vista ético. Las diferencias entre la sedación y la eutanasia son claras: en la sedación, la intención de la voluntad, de la que se deriva una conducta concreta externa que la hace operativa, eficaz, es aliviar el sufrimiento del paciente, el procedimiento es la administración de un fármaco sedante, y el resultado el alivio de ese sufrimiento; en cambio, en la eutanasia la intención de la voluntad, de la que se deriva una conducta concreta externa que la hace operativa, eficaz, es provocar la muerte del paciente, el procedimiento es la administración de un fármaco letal y el resultado es la muerte. Lógicamente, la sedación será un último recurso para el control de aquellos síntomas que no se puedan mitigar usando otros medios que no provoquen inconsciencia (extractado de Damián Muñoz y Juan Carlos García de Vicente). Dr. Alejandro Morelli Dr. Gabriel Antoniol Dr. Juan L. Bonifazio 205