Entrevista con Vicky Larraín

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El Clarí-n de Chile
Entrevista con Vicky Larraín
autor Aristóteles España
2007-04-20 20:51:17
La coreógrafa chilena conversó sobre el desarrollo de la danza y el teatro en Chile, sus viajes por el mundo, el papel
que le tocó desempeñar junto a los artistas de su generación durante la dictadura militar. Acaba de mostrar en
Santiago un nuevo montaje con la CompañÃ-a Teatro del Cuerpo, “La Cantata Santa MarÃ-a de Iquique―, con un elenco
de mujeres integrado por Cecilia Iturra, Romina Rojas, Valentina Varela, Paloma Alvear.
¿Cuándo nace tu interés por la danza-teatro, y cómo fueron tus primeras incursiones, cuál fue la motivación esencial?
Nace desde el flamenco que danza mi madre pocas horas antes de parir. Nace ese 15 de abril de 1955 cuando a las 12
de la noche cantó el gallo, nace entre boleros y tangos en las fiestas de la familia Pizarro; yo LarraÃ-n Pizarro termino
de nacer de forma genética o casi, cuando a los tres años edad danzaba con la puerta del living de la casa, donde
vivÃ-a en la calle Dieciocho en Santiago
Nace al arrancar del toro en el campo, cuando le mostraba el pañuelo rojo, provocando.
¿Qué referentes tenÃ-as en tu arte en Chile cuando iniciaste tu trabajo, cómo ese fue ese proceso?
Inés Pizarro, hermana de mi madre, la primera bailarina clásica en Chile que danzando junto al maestro Uthoff, se
arrancó las zapatillas. Prefiere los pies en la tierra misma, me dice cuando nos enseña, y veo, puedo ver sus piernas
enterradas en el barro, ¿ves? puedes mover el tronco y arriesgarte a caer.
La crÃ-tica dice que tu coreografÃ-a se caracteriza por la mezcla del concepto abstracto con el género del realismo
mágico, ¿háblanos de eso?
Ah éso… el concepto abstracto es la escuela de Alwin Nikolais en Nueva York, el maestro nos habla de tiempo, espacio,
forma y movimiento, agrega lo efÃ-mero, el absurdo.
Y uno se va encontrando esas herramientas que te darán la capacidad de graficar la esencia de la realidad.
Una vez que aprendo acerca de los elementos de abstracción mi ser latinoamericano se funde con el realismo mágico
que uno lee en GarcÃ-a Márquez, en Alejo Carpentier y al fundirse no olvida el tiempo el espacio, mezclando estos dos
géneros para realizar la obra.
El caso de los degollados, por ejemplo, ése que estremece a Chile , lo trabajo desde la niña que era para mÃ- Javiera
Parada fundiéndole en un ser que deambula a través de su cabello largo y se pierde en la pena, coloco hojas de otoño
en el suelo y ella ya no danza sino se convierte a través de la intérprete de la obra, en el personaje, persona de la
tristeza.
Tu experiencia en Italia, España, Nueva York, Brasil, Cuba, ¿cómo la resumes, cuál fue tu aprendizaje y tu entrega?
Vivo la Revolución de Mayo, en Paris, tengo 17 años. Hago mis primeros performances en la calle, durante las
manifestaciones como asimismo siento el entusiasmo, la decisión en los rostros de la juventud, la universidad agitada,
actos artÃ-sticos, polÃ-ticos reemplazan las clases. Danzo en el Anfiteatro de la Escuela de Derecho, ese dÃ-a repleto de
jóvenes que escuchan en silencio las palabras del escritor Jean Paúl Sartre. La sangre agitando el cuerpo, lo escucho
inmóvil. Expresa el pensamiento colectivo, te identifica y los jóvenes de ese tiempo sentimos esperanza. Atenta a su
voz, me cambio la ropa detrás de un bastidor improvisado. Dando por terminada su intervención. Sartre se levanta. Los
estudiantes zapatean el suelo con los pies, en un improvisado rito flamenco exigiendo más de su presencia. Sartre
explica: No tengo la solución, tendremos que inventarla entre todos―. Se despide con la mano saliendo a paso lento, la
pipa en su boca, mirada baja. Alguien toma el micrófono para anunciar el resto del acto y escucho: “La danseuse
chilienne― Aparezco vestida de negro mientras un músico me acompaña. Los estudiantes vociferan “No queremos ve
danza―, queremos escuchar a Sartre.Â
Miro hacia la graderÃ-a, veo bocas abiertas, brazos que gesticulan como en el cine mudo, no escucho. Solo percibo mi
voz que dice : Je ne danserai pas, je marcherai, pour les morts. Yo no bailare, caminaré por los muertos.Vuelvo a Chile
a fines del año 68. Entrecruce de puentes.
El paso por Chile fue rápido. Ver a las personas que de alguna manera u otra te han acompañado me hizo bien. Pude
compartir con Õgata Gligo, la amiga que me habÃ-a dado las llaves de su amistad. Mayor que yo, llevaba el  estilo de una
vida reflexiva. La conocÃ- en el barquito que recorre el Golfo de Penas entre Punta Arenas y Puerto Montt. Nos
alejábamos de los oficiales que nos invitaban a bailar y conversábamos horas enteras. Cinco dÃ-as dura ese viaje. Õgata
era abogada y escribÃ-a. Hablamos de todo, de la existencia, del ser, de las pequeñas y grandes cosas. Al llegar a
Puerto Montt, me invita a la casa de sus parientes. Visitamos el salto de Puyehue y ella se divertÃ-a mirando como yo
chapoteaba en el agua. Luego en Santiago su casa fue para mÃ- una invitación a la posibilidad de ser libre.
Â
Nueva York 1969.
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El Clarí-n de Chile
Es extraño como algunas veces, los acontecimientos se encadenan. Yo habÃ-a entrado a la escuela de Alwin Nikolais
coreógrafo polaco. Buscaba trabajo y fue caminando por las calles de Manhattan, que me llama la atención un bazar
chiquito cuyos adornos sugerÃ-an paisajes lejanos. Entro. Pasaron segundos hasta exclamar “Alma―  AsÃ- se llamaba
mujer que atendÃ-a tras el mostrador. HabÃ-a participado junto a los estudiantes en Mayo del 68. Nos topábamos en las
marchas, en los bodegones, en los actos, en la calle. Tienes fuerza me dijo una vez que yo terminara de danzar en la
Universidad. De ahÃ- a un café, una conversación y luego la deje de ver.
Me reconoció de inmediato. En el lugar con olor a incienso compartimos la anécdota. Le conté que buscaba trabajo.
Fue Alma quien me habla de las
go-go girls. Te pueden contratar en cualquier club, solo bailas en bikini, no necesitas permiso de trabajo y te ganas 50
dólares mas propinas.
Cuando me acompaña a la agencia, el sudor del lugar apesta. Un hombre canoso hace alarde de sus anillos de oro al
gesticular con las manos. Se llama o le dicen, Mambo. En tono de mandato me pide que baile., la orden se escucha
despacio. Al otro dÃ-a estaba contratada para bailar en el bar. Metrópolis de la calle Broadway.
Años después escribirÃ-a un monologo, “Concierto para una bailarina casi desnuda―  Â
 Con Nikolais comenzamos a las 9 de la mañana. Estudiamos el espacio con arquitectos, Trabajamos con elÂ
microscopio investigando el movimiento de las células. Charlas de cientÃ-ficos acerca del espacio-tiempo. AprendÃ- de
composición basada en ese abecedario que comenzaba desde el diseño de la lÃ-nea, pasando por el volumen hasta
llegar a la forma y finalmente a la guestalte. Llevaba nueve meses en la escuela cuando mostramos una composición
sobre el concepto de levedad. Nikolais nos evaluarÃ-a. Recuerdo haber dejado pasar varias manos voluntarias.
Alumnas con ansia de mostrar su trabajo. La mayorÃ-a intenta imitar las aves. Nikolais repitió la misma crÃ-tica.
No pueden imitar las aves, pueden si, dar la ilusión de las mismas. Para lograrlo deben aprender abstracción. Lo literal
solo imita la realidad, en tal caso mejor observarla. Si van a representarlas, debemos reconocer su dinámica, su forma,
su tiempo.
Escuche la crÃ-tica con atención y sin entender. Trato de mostrar algo diferente. Desde el laberinto de percepciones,
escogÃ- dar la impresión que iba a despegar del suelo. PermanecÃ- quieta un tiempo que me pareció eterno. Treinta
segundos después Nikolais me interrumpe. ¿Que tratas de hacer? En mi enredado inglés, le respondo: Dar la ilusión
que puedo levitar.
El rostro sonriente del maestro y luego una risa general. Eres divertida me indica: Estas tan tensa tratando de elevarte
que el tiempo se siente pesado y lo que logras es lo contrario de la levedad. Por lo menos hiciste algo diferente agrego.
Después de participar de su CompañÃ-a en 1971, vuelvo a Chile.
LA DANZA TRAGICA
A fines de 1971, vuelvo a Chile. Tengo 20 años. Es difÃ-cil expresar con palabras lo ocurrido entonces. Todo me
sobrepasa, la sensación de mi misma se atenúa, dando paso al torbellino de emociones y posibilidades que abren tu
puerta. Ansiosa de pertenecer a esa expectación colectiva, mas que un tiempo de contingencia polÃ-tica fue para mi un
época de confianza, de hacer posible lo imposible. Sé que por primera vez, Chile me abre espacios. Para los artistas la
mayorÃ-a de ellos a favor del Presidente Allende, el mundo cambia.Â
Recuerdo a Sergio Ortega el gran maestro creador de El Pueblo Unido, discutiendo conmigo en su oficina. Vicky, La
Cantata Santa Maria debe tener elementos reconocibles para el pueblo, alguien se debe pasear con un maletÃ-n con el
signo dólares por el escenario. Estás equivocado Sergio, eso es tan simplista, la gente no es tonta. La historia la
puedes contar de una forma que llegue directo a la percepción. ¿Para que pasar la forma por la anécdota? A Sergio le
interesaba que las cosas quedaran claras. Para mÃ-, esta claridad podÃ-a lograrse sin recurrir a lo literal. Como olvidar
la coreografÃ-a del 4 de septiembre de 1973, ese desfile que no acababa de pasar. Los partidos, la gente, era como
estar participando de un mayo del 68, engrandecido. Y el rito. Las personas intuÃ-an el dolor que sobrevendrÃ-a. Se
percibe desde la seriedad de los rostros. Mirada al frente, era como una decisión de suicidio colectivo. Y nadie echaba
pie atrás. Allende saludaba con expresión triste.
Desde ese espacio de creatividad, no me daba cuenta que existÃ-amos como protagonistas de una tragedia. Cuando
hieres al capitalismo en sus intereses, la embestida de la venganza se vuelca como lava. Pienso que el Presidente
Allende siempre supo de su trágico final.
Yo sabia que la otra mitad de Chile no estaba contenta. Aquellos que siguen existiendo desde principios mercantilistas,
mal podÃ-an estar contentos. Desde su ignorancia lo relacionaban con la época de Stalin. Desde sus intereses no
podÃ-an aceptarlo. Por otra parte a muchos de nosotros nos impresionaban los discursos exaltados, de algunos
miembros de la ultra izquierda llamando a una posición más tajante. Quizás excitaba nuestra necesidad de heroÃ-smo.
Õbamos a ser intérpretes de un cambio casi imposible. La realidad mostró que Allende tenÃ-a razón. Era preciso un
proceso lento hacia el socialismo. El dÃ-a 9 de septiembre, escucho a Altamirano diciendo, la derecha nos acusa de
provocar levantamiento entre la Marina, deseo contestarles que efectivamente es asÃ-, porque nunca cejaremos y
pasaremos a la historia como actores del cambio.
Se equivocaba la paloma:
A los dos dÃ-as la Moneda ardÃ-a, los muertos emergÃ-an y la desgracia cayó sobre nosotros. Estados Unidos jamás
permitirÃ-a otro paÃ-s socialista. Allende lo sabia. ¿Cuál era el camino? Eso queda para los analistas. Pero hay algo que
sÃ- sé. Allende nunca torturó a su propia gente, tampoco llamó al pueblo a las armas ni a una guerra entre chilenos. El
no buscaba la hazaña.
Pocos dÃ-as antes del golpe, sueño que el rÃ-o Mapocho viene lleno de cadáveres. Un herido trata de agarrarse a un
tronco. El puntapié invisible, lo empuja lejos, dejándolo inerte.
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Brasil
Vengo de la memoria del Golpe de Estado en Chile, resido en Brasil con el alma en espera. Esto ocurre en 1975 en RÃ-o
de Janeiro.
Siempre he sabido gestionar mis proyectos. Busco, encuentro. La Casa del Estudiante Universitario me abre espacio
para la creación. Formo el grupo Experimental Danza-Teatro, Con ellos dirijo la Obra “Esperando que el tiempo paseâ€
Una composición que mostraba la eterna espera de algo mejor. Les enseño los 45 movimientos que habÃ-a aprendido
de Graciela Figueroa, la búsqueda del uno el primer impulso, lo mezclo con caÃ-das y saltos retratando la simbologÃ-a
del eterno cÃ-rculo.
Para conseguir cobertura, intento hablar con el director de la Televisión Globo, una de los canales más importantes de
Brasil.
No me recibe. Entonces me siento en la vereda. Lo espero. Deben haber pasado unas tres horas. Al verlo salir, me
levanto de mi escondite y en la calle lo abordo. Le hablo de mÃ-, de Chile, de lo que yo podÃ-a hacer en el arte. Dió
resultado. Publicitaron el trabajo durante 15 dÃ-as entre avisos de pasta dental y jabones. AsÃ- comienza mi estadÃ-a en
Brasil. AllÃ- me quedo dos años.
Suiza 1980
Para mi temperamento de mujer latina, me he sentido mejor en aquellos paÃ-ses que te recuerdan nuestras costumbres,
que hablan en tu lengua hispana, el corazón late diferente al calor que al frió
El gobierno francés me invita a investigar la danza en Paris. De allÃ- paso a Suiza. En el paÃ-s neutral, trabajar para vivir
es el lema. El dÃ-a domingo me coloco un buzo para ir a correr por los lugares donde es permitido hacerlo. En el parque
las señales de lo que debes hacer aparecen cada vez que el corazón se acelera. Descanse, respire. Haga 5 flexiones
y tres abdominales. Sigo corriendo. Deténgase. Nunca he podido seguir aquellas normas que ciegan el espÃ-ritu,
hurgueteando el deseo, interfiriendo el impulso. En mayo del1980, logré conseguir una sala para dar un recital con
danza-teatro y poesÃ-a latinoamericana.
 “Concierto para imágenes― lo muestro en un pequeño espacio ofrecido por una iglesia luterana. Sola, me resulta difÃNerviosa y no tan segura, voy entregando la sensación latina. En Suiza estaban muy influenciados por la danza
norteamericana...Sin embargo al presentar mi trabajo, me siento persona, me siento útil.
Gracias a esa perseverancia y fe en mi trabajo, termino impartiendo clases de terapia corporal en la UniversidadÂ
Técnica del Estado.Fue en Zurich que vi. Por primera vez vi de la CompañÃ-a Teatral de Lindsay Kemp. Mostraban
Flores la obra de Genet. Quede impresionada con la capacidad e magnetismo de Lindsay, con la forma en enfocaba su
trabajo. Recuerdo que me acerqué a el. Me puede audicionar? Le pregunto. Se rÃ-e y me comenta, tienes un rostro
decidido, te haré saber.A los 15 dÃ-as me llega una invitación para audicionar en Venecia. Me pagan el pasaje para
asistir. Salto de alegrÃ-a. Pertenecer a una CompañÃ-a, ser dirigida por un maestro, es siempre una experiencia
importante.
El trayecto entre Suiza e Italia cambia según las caracterÃ-sticas de su gente.
En el tren suizo, escucharás el sonido de la maquina, te ofrecerán panes envueltos en plástico. Todo amable.
La euforia en el transporte italiano te exalta. Hablan sin parar, no pierden la oportunidad de la risotada. Me doy cuenta
el porque de mi tristeza en Suiza Mis raÃ-ces latinas están abiertas. Al llegar a Venecia, tomamos una barcaza en
sonido de agua. La ciudad amanece. Me siento en el embarcadero. Miro las casas antiguas, las torres, las aves
sobrevolando juntas. Y el rastro del hombre creador saluda desde su historia.
Me dirijo al teatro La Fenice, uno de los más antiguos de la ciudad. Cruzo la Plaza San Marcos donde las palomas son
protagonistas.
AllÃ-, me espera Julio Õlvarez el productor de Lindsay.  Llego a la audición donde unos 30 intérpretes se preparan.
 Durante dos horas Kemp, nos pide improvisar sobre este tema o el otro. El sudor del cuerpo me indica que estoy dentro
de la CompañÃ-a.Con ellos estuve poco. Tenia demasiada nostalgia por mi paÃ-s asÃ- las cosas estuvieran tan mal en la
época de Pinochet.
Vuelvo a Chile en 1981 para viajar a Cuba en el 87.
 La experiencia cubana es de verdad inolvidable, llegué a La Habana invitada al Festival Internacional de Teatro.
Pasaron los 15 dÃ-as de Festival, yo no deseaba volver tan pronto. El último dÃ-a en el Café Cantante nos reunimos
toda la gente del festival. En una mesa cercana, estaba sentado un hombre canoso que llamaba la atención por su
prestancia. Pregunte quien era.: es el director de la CompañÃ-a Danza Contemporánea de Cuba, “que me han dicho―,
rápido, me senté a su lado. Soy una muy buena maestra y quiero dar clases a la gente de su compañÃ-a; para mi
sorpresa Miguel Iglesias es su nombre, me responde: mañana a las 8 te pasarán a buscar, chica.
El sol de Cuba no respeta horarios, el rostro encendido por el entusiasmo y el calor de esa gente en ese hermoso dÃ-a,Â
llegué al lugar donde ensayaban unas 40 personas, esperaban en total silencio. 20 músicos de raza negra
acompañarÃ-an la actividad. Cuando comenzaron a tocar, di las mejores tres horas de creatividad que recuerde...
Al término de la clase, me llama Miguel a su oficina. Bien me dice, te quedas un mes?   Y el mes se convirtió en un
año. Año de vivencias, de ver como esa gente aportaba con un encantamiento que te sobrepasa.
Y asÃ- va pasando la vida. Sin tiempo, tú me preguntas de la entrega: yo te respondo: no sé hacer nada sin una entrega
absoluta.
Cuál es tu estilo, cuál crees que es tu aporte a la danza moderna en Chile?
MÃ-Â aporte es definitivamente estimular al alumno a viajar en su interioridad, conocerse a si mismos, antes de mover un
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pie, de realzar un gesto.
Asimismo traigo al Chile de los 80, el género de la danza-teatro La Expresión dramática del cuerpo Últimamente he
aportado al concepto Multimedia desde el Fondart que obtuviera en Arte en Internet en el 2001. Por sobretodo he
aportado con la actitud de cambiar los esquemas tradicionales. Otra forma de acercarse a la gente en vez de que esta
venga al teatro. Nosotros ir a ellos. Como personas antes que artistas.
Danza, literatura, teatro, cuáles es la sÃ-ntesis? qué espacios prefieres para desarrollar tu arte, me refiero al contenido
interior, el lenguaje.
Toda éso pero mezclado, que emerja de lo más profundo del ser y se expanda en el entorno o al revés que no es lo
mismo pero es igual, tú y tus circunstancias, tú y como las ves, desde qué mirada.
Eres autora del monólogo “Concierto para una bailarina casi desnuda― y de los libros de poemas y cuentos “A trasma
Poética del estigma―, háblanos de tu relación con la danza y la literatura, de qué hablan esos textos.
En el Monólogo Concierto era una bailarina casi desnuda, me inspiro en la propia experiencia que vivo en los 70 en
Nueva York en los bares en los suburbios.
AllÃ- danza para poder vivir en Manhattan. Sin embargo yo interpretaba a Janis Joplin a Led ZeppelÃ-n y solo entraba en
el espacio de crear.
Las cosas que vivÃ- fueron fuertes. Este trabajo es una sátira al mundo que allÃ- se vive que en nada se diferencia del
programa actual de Kiké Morandé. La misma frivolidad.
Comienzo con este texto.
La fila de mujeres es larga y avanza lento
Cabellos rubios, morenos, cuerpos delgados, gruesos
El hombre las mira y vuelve a mirar.
Buenos cuerpos malos cuerpos dice el hombre
Si fuera por las comparaciones
Altas al lado de las japonesas, bajas al lado de las alemanas, enanas cerca del gigante Goliat altÃ-simas al lado de los
enanos de circo.
En cuanto a los libros publicados han servido para una especie de comunicar mis culpas mis obsesiones mis carencias
que son las de todos nosotros. Lo veo como un reflejo del mundo en la gente.
El ultimo, Crónicas desde el Cuerpo, fue asesorado por el escritor Armando Uribe
Su pregunta ¿Cuando va a revelar el secreto de su persona errática?
TodavÃ-a no la puedo contestar.
¿Cuáles son las obras que más trabajo te ha costado realizar, en qué momento histórico las desarrollaste?
Aquellas obras que no tienen una estructura dramática, una narrativa. Aquellas en las cuales intento graficar imágenes
del insconciente.
Cuando he trabajado sobre un tema especÃ-fico, puedo abstraer fácilmente. La casa de Bernarda Alba, la Cantata Santa
Maria de Iquique, Jaula uno Ave dos, basado en el caso de Mirta Carrasco mujer encerrada en un gallinero en la ciudad
de Colina durante 20 años.
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Eres autora de la puesta en escena de “La Cantata Santa MarÃ-a de Iquique― en Nueva York, con 40 actores, bailarinas,
algo maravilloso para una artista latinoamericana, ¿cuéntanos cómo se gestó ese proyecto?
La Cantata ya la habÃ-a montado en el canal 9Â con el apoyo de Sergio Ortega.
Mi primer trabajo de dirección más acabado, lo realizo para el gran acto a favor de los refugiados chilenos, en el
Madison Square Garden. Con la ayuda de un poeta americano que dominaba el español, se adapta al inglés, la
Cantata Santa MarÃ-a. De forma voluntaria, participan actores del Open Theater (Teatro Abierto). Trabajo ese montaje
con gran tristeza. Creo una danza para 10 bailarinas con el texto cantado de Vamos Mujer.
Recuerdo que Joan Turner, mujer de VÃ-ctor Jara estaba entre bambalinas junto a su hija Manuela. La mirada de Joan
era ausente. Manuela comenzaba a entender la tristeza. Nada consolarÃ-a la muerte de VÃ-ctor Jara. Ningún acto,
ninguna acción. La pérdida se instalada en sus vidas.
¿Cómo nació el Grupo Calle, la mÃ-tica CompañÃ-a de danza que diriges durante la dictadura militar en el Centro
Cultural Mapocho, que coordinaba Mónica EcheverrÃ-a?
Nace dentro del marco de actividades del Centro Cultural Mapocho, comienzo a dar clases y se va formando el Grupo
Calle. Con ellos participamos de todas las actividades en contra de la dictadura. Muchos actos se sucedieron en el
teatro Caupolicán y donde nos necesitaran, ahÃ- estábamos los artistas para apoyar los derechos humanos. Recuerdo
especialmente aquella jornada con los mineros de Lota. HabÃ-an sido apaleados en su marcha a Santiago, muchos de
ellos detenidos. Los que pudieron llegar se albergaron en sindicatos y espacios que fueron abriendo sus puertas. El
sindicato Sumar nos invita para mostrar parte de la obra Intensidades. Al llegar los hombres estaban sentados
alrededor de un brasero improvisado. Asemejan estatuas de carbón, el rostro resquebrajado las manos callosas. El
fuerte silencio llenaba el espacio de un sonido melancólico. No habÃ-an comido todavÃ-a. En vez de mostrar la obra, se
me ocurrió prepararles una sopa de cebolla. El grupo de actores y bailarines pela las papas, pica cebolla y revuelve la
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olla hasta que el aroma de la sopa calienta la mirada. Pronto, con el cuerpo ya tibio, presentamos la escena de “La
Balada para un loco―. Al comienzo las miradas se asombran. Al término, esos hombres fuertes de espaldas tristes, se
levantan para abrazarnos. Por un momento el arte habÃ-a logrado la evocación del humor tragicómico. La existencia
transcurrÃ-a a la medida de la incertidumbre. Se forma el Coordinador Cultural una iniciativa que congrega a artistas e
intelectuales. A través de esta instancia realizamos foros, congresos y nos organizamos para integrar el arte y lo social.
¿Cómo observas a Chile hoy, cómo recuerdas la lucha contra una tiranÃ-a y el espacio democrático de tu paÃ-s, qué
falta aún?
Muy difÃ-cil pregunta. Porque hay más burocracia que nunca, no hay mÃ-stica, solo una dependencia enorme del
neoliberalismo la dictadura del dinero. Como islas flotantes la gente se sube a su propio barco. Otros no se suben a
nada, están bajo la tierra, tierra adentro. Falta la polÃ-tica del corazón pensante latiendo al centro mismo del paÃ-s.
¿Cuáles son tus proyectos actuales?
Mira lo que es la vida: Mostrar mi nuevo montaje con la CompañÃ-a Teatro del Cuerpo “La Cantata Santa MarÃ-a de
Iquique― con un elenco de mujeres, integrada por Cecilia Iturra, Romina Rojas, Valentina Varela, Paloma Alvear y la que
te responde. Hoy con proyecciones de los hombres de la Pampa.
A ver si por si acaso, si por si las moscas, si por algún estÃ-mulo podemos llegar de verdad a los trabajadores para que
recuperemos (yo también una trabajadora del arte)de una vez por todas nuestra solidaridad con los demás, nuestro
interés por el entorno y circunstancias que nos rodean.
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