Tesoro de la Juventud CÓMO SE ESTUDIA EL TIEMPO 2003 - Reservados todos los derechos Permitido el uso sin fines comerciales Tesoro de la juventud CÓMO SE ESTUDIA EL TIEMPO Del libro de los juegos y pasatiempos AL reflexionar en los cambios atmosféricos que se suceden día por día, parece dificilísimo predecir qué tiempo tendremos el día de mañana. Sin embargo, en los periódicos leemos ciertas previsiones de lo que ha de ocurrir durante el día; y, aunque no todos podemos disponer de los magníficos instrumentos que poseen los meteorologistas en los observatorios, con poco trabajo podemos construir algunos. Para conocer con gran probabilidad el tiempo que ha de hacer en un plazo próximo, necesitamos descubrir si el aire que nos rodea está seco o húmedo. Cuando hay mucha humedad en la atmósfera y la temperatura propende a bajar, casi indefectiblemente se formarán nubes, constituidas de innumerables partículas de agua, y lo más probable es que llueva. Un trocito de alga a gris, colgado en la pared de una habitación nos dirá si el aire está húmedo o seco. Cuando hay poca humedad en el aire la hierba se riza y endurece; pero al acercarse la lluvia, se pone lacia y blanda. Otro elemento importante es la presión atmosférica. Sobre todos los objetos del mundo hay una columna de aire de varios kilómetros de altura, cuyo peso soportan, como lo soportamos nosotros, aunque no lo advertimos. Pues bien, el peso del aire varía de tiempo en tiempo; porque cuando la atmósfera está húmeda, el aire es más ligero; y, al contrario, cuando está seca, más pesado. Según esto, nos es muy necesario conocer los cambios de la presión del aire. El barómetro es un instrumento muy caro; pero con un tarro de cristal y una botellita de las que se usan para sacar el aceite a la mesa, podemos construir un aparato que nos indicará, en cierto modo, la presión del aire. Se echa agua en el tarro hasta la mitad y se coloca la botellita vacía, con el cuello hacia abajo, dentro del agua, como se ve en la figura 2. El agua subirá hasta cierta altura dentro del cuello de la botellita. Todos los días variará la altura del agua; y, evidentemente, esta variación responderá a la presión de la atmósfera en el agua del tarro, de modo que cuando el aire está seco y, por consiguiente, más pesado que de ordinario, el agua se elevará irás que cuando la atmósfera está húmeda y ligera. Así, pues, podemos esperar buen tiempo cuando el agua de la botellita está alta, y tormenta si está baja. Los animales son muy sensibles a las condiciones meteorológicas. Siempre que éstas hacen presumir la continuación del buen tiempo, las sanguijuelas permanecen quietas en el fondo del frasco; pero al aproximarse una tormenta se ponen muy inquietas. Una rana en un acuario se mantiene en el fondo del agua cuando amenaza alguna tormenta; pero en el buen tiempo, sale alegre a la superficie. También es interesante y útil el conocimiento de la dirección en que sopla el viento. En algunas partes del mundo, cuando el viento procede del Oeste, no puede esperarse que el buen tiempo dure mucho; mientras el viento procedente del Este es, por lo regular, mensajero de tiempo seco. En otros lugares ocurre lo contrario. Es muy fácil construir una veleta en forma de flecha. En habiéndola construido, se la clava por el centro del eje, a un palo de escoba, que se fijará después en un lugar abierto, como en el tejado de una casa o en la copa de un árbol. Observando los movimientos del sol o con una brújula, podemos determinar pronto los puntos cardinales, es decir, el Norte y el Sur, el Este y el Oeste. También es fácil hacer un pluviómetro, esto es, un aparato que mide la cantidad de lluvia caída en cierto tiempo en un lugar determinado. Con una botella de cuello estrecho, como de un litro de capacidad, y un embudo, con una abertura de la misma anchura que el fondo de la botella, podemos construir un sencillo pluviómetro. Metemos el pico del embudo por el cuello de la botella, y el conjunto lo dejamos al aire libre, en un prado, por ejemplo. Este pluviómetro ha de dejarse allí noche y día, y cada 24 horas lo miramos para ver si contiene o no agua de lluvia, vaciándolo cada vez que hagamos una observación. La botella que usemos ha de ser de fondo plano, y no de las que tienen un hueco cóncavo. Si después de una lluvia hay en la botella dos centímetros de agua, esa es la altura de la capa de agua que ha caído. Pero a veces no nos es fácil agenciarnos una botella y un embudo que tengan exactamente la misma anchura, y entonces hallaremos mayor dificultad en medir la cantidad de agua caída. Es claro que si usamos un embudo cuya boca tenga 24 centímetros de diámetro, éste cogerá el agua caída en una superficie correspondiente; y si el fondo de la botella es de 12 centímetros, el espesor de la cantidad de agua que haya penetrado será doble que el verdadero, si la superficie de la boca del embudo es doble de la del fondo de la botella. Ahora bien, cuando la boca del embudo no sea de la misma anchura que la botella, debemos comparar lo ancho del uno con lo ancho de la otra, haciendo una sencilla operación. Mas para esto, tenemos que saber cómo se comparan las superficies. Hay una regla relativa a las áreas, que quizás parezca difícil; pero es muy sencilla. Esta regla es Área = cuadrado del diámetro X 0,7854 Esto significa que para hallar los centímetros cuadrados contenidos en un círculo, tenemos que multiplicar el diámetro, expresado en centímetros, por sí mismo, y multiplicar el resultado por 0,783+ Pues bien, supongamos que la botella tiene 6 centímetros de diámetro. Multiplicamos 6 por 6, que nos da 36, y volvemos a multiplicar por 0,7854, lo que da 28,2744. Sin inconveniente podemos despreciar la fracción y decir que la superficie del fondo de la botella es de 28 centímetros cuadrados. Supongamos ahora que la boca del embudo tiene 12 centímetros de anchura. Multiplicando 12 por 12, tendremos 144, que multiplicado por 0,7854 da 113,0976. También aquí, con mayor razón, podemos prescindir de la parte decimal y decir que la superficie de la boca del embudo es de 113 centímetros cuadrados. Ahora bien, si la lluvia que ha caído tiene dos centímetros de espesor en la botella, tendremos que averiguar cuál sería su espesor en una superficie del mismo diámetro que la boca del embudo. Para ello multiplicaremos 2 centímetros por 28 y el resultado lo dividiremos por 113, lo cual nos da 5 milímetros, aproximadamente. Diremos, pues, que el agua caída tiene un espesor de 5 milímetros. Cualesquiera que sean los diámetros de la botella y del embudo, podemos averiguar la cantidad de agua caída, siguiendo estas reglas, y si conocemos la extensión del jardín o del campo, o de una comarca, podremos decir, operando convenientemente, qué peso de agua ha caído en cualquiera de aquellas superficies. La regla para averiguarlo es que cada centímetro cúbico pesa un gramo; de modo que dónde diga centímetro cúbico pondremos gramo. No puede ser más sencillo. 2. Barómetro hecho con un tarro de cristal y una ampolla de cuello largo. 3. Pluviómetro hecho con una botella y un embudo ________________________________________ W. M. JACKSON Inc., Editores Súmese como voluntario o donante , para promover el crecimiento y la difusión de la Biblioteca Virtual Universal. Si se advierte algún tipo de error, o desea realizar alguna sugerencia le solicitamos visite el siguiente enlace.