La botella no se cansa de que la rellenen pero está harta de que discutan sobre si está medio llena o medio vacía La vida se mete en una botella. Caben en ellas frustraciones y esperanzas, apetencias individuales y deseos colectivos, muertes y vidas, amores y despechos, mujeres y hombres, conocidos y extranjeros, placeres y trabajos, riquezas materiales y tesoros espirituales, y así un largo etcétera. Los cenizos la ven medio vacía, los optimistas medio llena. En ella, como también puede ser imaginada, cabría todo el mundo mundial; los siete mil millones y el resto de las criaturas. Así, al contraluz, se ve traslúcida. Me dan ganas de escribir una elegía de la botella. Empezaría así: Tráigame el casco/que se lo relleno de nuevo/Búsqueme la mercancía/Pueden ser silencios/para convertirlos en acciones/No caben exageraciones/ de la autoestima marrón/… Sigan ustedes. La botella se puede reciclar.