jos antonio marina

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JOSÉ ANTONIO MARINA
I
BREVE BIOGRAFÍA
Nieto del filósofo toledano Juan Marina Muñoz, José Antonio Marina (Toledo, 1939) es
filósofo, ensayista y pedagogo. Es catedrático excedente de filosofía en el instituto
madrileño de La Cabrera, Doctor Honoris Causa por la Universidad Politécnica de
Valencia, además de conferenciante y floricultor. Estudió filosofía en la Universidad
Complutense de Madrid, teniendo por compañero a su amigo y también escritor Álvaro
Pombo. Durante ese tiempo leyó apasionadamente a Unamuno, fundó varias revistas y
dirigió varios grupos teatrales. Su labor investigadora se ha centrado en el estudio de la
inteligencia y el pensamiento divergente, en especial de los mecanismos de la creatividad
artística (en el área del lenguaje sobre todo), científica, tecnológica y económica. Como
discípulo de Husserl se le puede considerar un exponente de la fenomenología española.
Para sus investigaciones recurre a un amplio número de colaboradores y adopta formas
genéricas como el diccionario, el dictamen o la novela didáctico-histórica. Ha elaborado
una teoría de la inteligencia que comienza en la neurología y concluye en la ética como
gran creación de la inteligencia humana. Sus últimos libros tratan de la inteligencia de
las organizaciones y de las estructuras políticas.
II
PENSAMIENTO
La noción central del pensamiento de Marina es, pues, la definición de inteligencia
humana. Desde el principio, ha pretendido elaborar una teoría de la inteligencia que
comience en la neurología y termina en la ética. Dice él:
La brillante tradición que la identificaba con el conocimiento nos está pasando una
elevada factura. La función principal de la inteligencia no es conocer, sino dirigir
bien el comportamiento, aprovechando la información necesaria. Nuestra gran
creación no es el cerebro cognoscitivo, ni el cerebro emocional, sino el cerebro ético.
En último término, la acción es lo decisivo, y la acción es un fenómeno individual.
Es esta capacidad de pensar críticamente, evaluar, decidir, actuar, la que debemos
potenciar. Por eso pienso que la educación del talento es nuestra meta más inmediata y
con mejor futuro. Llamo talento a la inteligencia triunfante, a la que se enfrenta
eficientemente a los problemas prácticos y teóricos. La felicidad es un problema, la
convivencia y la justicia también. La tarea de esta inteligencia triunfante es elegir
bien las metas y ser capaz de alcanzarlas. Integra, pues, información, sentimientos,
motivaciones, hábitos ejecutivos, criterios de selección. «De nada vale que el
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entendimiento se adelante si el corazón se queda», decía Gracián. Nuestro cerebro es
una gigantesca fuente de posibilidades que podemos aprovechar mediante el debido
entrenamiento. La neurociencia da base científica a muchas cosas que conocíamos
de forma práctica. La primera de ellas es que nuestros pensamientos, sentimientos,
preferencias, decisiones conscientes son el producto de complejas operaciones
mentales no conscientes, y que la finalidad de la educación, como decían los viejos
maestros zen, es «adiestrar el inconsciente»; dicho en términos científicos, diseñar el
propio cerebro. No se trata de hacer superbebés, sino de ayudar a todos los niños para
que desarrollen los recursos intelectuales, afectivos, volitivos y morales necesarios
para dirigir su vida.” 1
También afirma con gran clarividencia lo siguiente:
Definir al ser humano como “animal racional” no me parece acertado. Habría que
definirlo como “la especie que educa a sus crías”. En efecto, educar es la actividad
fundacional de la especie humana. Es lo que nos caracteriza. La racionalidad la
adquirimos mediante la educación, luego es posterior a ella. La evolución biológica
se ha prolongado con la evolución cultural. Al nacer, el cerebro de un niño es pura
biología. Pocos años después, ha aprendido a hablar, a regular sus emociones, a
establecer vínculos con los demás, a controlar su comportamiento. Se ha convertido
en un ser cultural. Asimila en un período asombrosamente breve lo que sus
antepasados han conseguido penosamente durante decenas de miles de años. De esta
manera, la educación se convierte en creadora de la Humanidad.
Destacaremos varias obras clave de J. A. Marina a propósito del estudio de la
inteligencia, la emoción y el sentimiento:
(1) Teoría de la inteligencia creadora (1993). J. A. Marina presenta una innovadora
teoría de la inteligencia, que integra los resultados de las ciencias cognitivas: la
neurología, la inteligencia artificial, la psicolingüística, la psicología cognitiva, la
filosofía. El tema es de urgente interés para todos porque, como dice el autor, «la
idea que tengamos de lo que es la inteligencia humana va a determinar la idea que
tengamos de nosotros mismos, y esta idea determina lo que realmente somos». El
proceso inventivo es liberado de las nieblas mitológicas y descrito con una inusual
precisión y una notable técnica narrativa. Se estudia con gran detenimiento el
proceso creador de varios escritores y pintores: Thomas Mann, Paul Valéry, Julien
Green, Louis Aragon, Rilke, García Márquez, Monet y Picasso. Como era de
esperar, el autor no cree en la inspiración. La conclusión del libro también es
chocante: la inteligencia se caracteriza, ante todo, por su capacidad para
inventar fines. Crear es inventar sorpresas eficientes. ¿Eficientes para qué? La
índole de ese «para qué» va a determinar la índole de la inteligencia. Una
inteligencia perversa tendrá sólo la perfecta inteligencia de la carcoma: eficacísima
en lo suyo, pero de pocos alcances. La “Teoría de la inteligencia creadora” se
prolonga necesariamente en una Ética, considerada como ciencia de los fines del
hombre.
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FUENTE:
http://elcomentario.tv/reggio/la-educacion-del-talento-de-jose-antonio-marina-en-elmundo/09/11/2010/
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(2) El laberinto sentimental (1998). «A la gente le gusta sentir. Sea lo que sea»,
escribió Virginia Woolf. Nos morimos de amor, nos morimos de pena, nos
morimos de miedo, nos morimos de aburrimiento, y, a pesar de la eficacia letal de
nuestros afectos, la anestesia afectiva nos da pavor. Somos inteligencias
emocionales. Nada nos interesa más que los sentimientos, porque en ellos
consiste la felicidad o la desdicha. Actuamos para mantener un estado de ánimo,
para cambiarlo, para conseguirlo. Son lo más íntimo a nosotros y lo más ajeno.
Podría leerse la historia de nuestra cultura como el intento de contestar a una sola
pregunta: ¿Qué hacemos con nuestros sentimientos? El autor cree que, ante todo,
conocerlos. Para ello se interna en el laberinto sentimental, con la colaboración
de la psicología más actual y de la filosofía de todos los tiempos. Encuentra
pasiones violentas y afectos tranquilos, sentimientos próximos y emociones
exóticas. Estudia cómo el niño construye su mundo sentimental, y cómo el adulto
se encuentra viviendo en una casa tal vez inhabitable. En el laberinto se tropieza
con ilustres visitantes: Rilke, Kafka, Proust, Sartre, Rimbaud, Kierkegaard... Las
conclusiones a las que llega J. A. Marina son sorprendentes. Es posible elaborar
una ciencia de los sentimientos, sin necesidad de congelarlos. Los sentimientos
son mensajes cifrados, cuya interpretación nos permitiría conocer la ignorada
textura de nuestro corazón. «Son los portillos por donde se nos muestra el alma»,
escribió Gracián. Un sentimiento es la holografía de nuestra personalidad.
Todos los grandes asuntos de la psicología giran alrededor de este tema: el
conocimiento, el deseo, los proyectos, el carácter, la acción. Por ello la ciencia
sentimental es también una ciencia práctica. Los hombres han querido siempre
cambiar, dominar, mejorar su estado afectivo. Resulta que queriendo estudiar la
vida emocional, Marina dice haber encontrado el origen de la ética, que no es
más que la inteligencia puesta al servicio de la afectividad.
(3) En su Diccionario de los sentimientos (1999), Marina analiza la visión de éstos
que se encuentra implícita en el lenguaje, descubre que los sentimientos negativos
están más ampliamente representados en él que los positivos y plantea la
necesidad de una educación temprana de las emociones. En este estudio tan
ambicioso, Marina pretende aprovechar “la sabiduría conservada en el lenguaje,
sedimento de una experiencia secular”. Dicho de otro modo, Marina escoge el
camino del estudio del léxico como “fuente de conocimiento psicológico”. Nos
pasamos la vida hablándonos a nosotros mismos, y la lengua es nuestra
herramienta de precisión para verbalizar cuanto sentimos.
III
BIBLIOGRAFÍA
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Elogio y refutación del ingenio, Anagrama, 1992.
Teoría de la inteligencia creadora, Anagrama, 1993.
Ética para náufragos, Anagrama, 1996.
El laberinto sentimental, Anagrama, 1998.
M. López Penas, J. A. Marina Torres, Diccionario de los sentimientos, Anagrama, 1999.
El misterio de la voluntad perdida, Anagrama, 1998.
El vuelo de la inteligencia (2000)
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Crónicas de la ultramodernidad (2000)
La lucha por la dignidad: teoría de la felicidad política (2000) (con María de la Válgoma)
Capítulo "El hombre feliz. O la fecundidad compartida" del libro Ser hombre (2001) (de
varios autores compilado por Pepa Roma)
La selva del lenguaje (2002)
El rompecabezas de la sexualidad (2002)
Dictamen sobre Dios (2002)
El vuelo de la inteligencia (2003)
Los sueños de la razón: ensayo sobre la experiencia política (2003)
La creación económica (2003)
Hablemos de la vida (2003) (con Nativel Preciado)
Memorias de un investigador privado (2003)
Prólogo a la obra de Steven Nadler, Spinoza (2004)
La inteligencia fracasada: teoría y práctica de la estupidez (2004)
Aprender a vivir (2004)
La magia de leer (2005)
Por qué soy cristiano (2005)
Aprender a convivir (2006)
La familia en el proceso educativo: Estudio anual 2005 (2006)
La revolución de las mujeres: crónica gráfica de una revolución silenciosa (2006)
Anatomía del miedo: Un tratado sobre la valentía (2006)
La magia de escribir (2007) (con María de la Válgoma)
Libro de texto nivel ESO, Educación para la Ciudadanía (2007)
Competencia social y ciudadana" (con Rafael Bernabéu) (2007)
Las arquitecturas del deseo. Una investigación sobre los placeres del espíritu" (2007)
La pasión del poder. Teoría y práctica de la dominación (2008)
Palabras de amor, Temas de Hoy, 2009.
La recuperación de la autoridad, Versatil Ediciones, 2009.
Prólogo de la obra ¿Qué les digo?, FAD y Temas de Hoy, 2009.
J. A. Marina Torres, M. T. Rodríguez de Castro, La conspiración de las lectoras, Anagrama,
2009.
Las culturas fracasadas. El talento y la estupidez de las sociedades (2010)
La educación del talento. Editorial Ariel (2010)
El cerebro infantil. La gran oportunidad. Editorial Ariel (2011)
Los secretos de la motivación. Editorial Ariel (2011)
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