MENORES MADUROS Y CONSENTIMIENTO INFORMADO Yznardo Figuerola C. Procesos Disciplinarios, Instituto Nacional de Seguros, San José, Costa Rica. ____________________________________________________________________________ RESUMEN En Costa Rica la Legislación sobre derechos de los menores de edad está alineada con las directrices jurídicas más modernas. Constitucionales se determina la existencia de menores maduros a los que se les reconoce sus deberes y derechos. Los menores (entre 12 y 18 años) a los cuales se les pueda comprobar su madurez tienen derecho a ser informados y consultados, respecto a su sentir en relación a sus valores éticos, morales y religiosos de las prácticas médicas que les conciernen. No obstante, en la legislación costarricense quedan muchas lagunas, como quién será el encargado de juzgar si un menor es maduro o no. Se propone que sea un juez familiar con el debido apoyo interdisciplinario. Palabras clave: derecho de los menores, madurez, legislación costarricense. ABSTRACT Costa Rican legislation on under-aged rights follows the most moderm guideliness. The constitution determines de exitence of “maturw under-aged citizens” whose rigths and obligations are recognized. The under-aged (12-18 years), whose maturity can be determined have the rights to be informed and asked in relation with their ethical, moral and religious values associated with medical actions that affect them. However, Costa Rican legislation has missing points such as who judges maturity. This review concloudes by suggesting that the decision must be a function of a family judge assisted by a multidisciplinary team. Key words: rights of the under-aged, maturity, Costa Rican legislation. ______________________________________________________ La presente exposición pretende ubicar doctrinalmente la concepción legal del menor maduro. La injerencia de la doctrina internacional en nuestro sistema de derecho positivo por medio de una inserción de hecho y derecho constante. fue la Convención Sobre los Derechos del niño, misma que posteriormente fue adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989. La comprensión o ubicación de esta terminología nos permite apreciar nuestro sistema positivo con un mayor grado de amplitud además de su modificación necesaria y constante. La convención sobre los derechos del niño El acuñamiento y uso de la terminología Menor Maduro viene gestándose desde hace más o menos una década y se ha tomado de uso generalizado en lo que va de la década de los noventa. El acuñamiento de la terminología en sí se generó como un extracto teológico de diferentes regulaciones internacionales, a favor del cambio de concepción en relación con la competencia de cualquier menor y su capacidad de tomar decisiones, que competan su integridad física sin que exista una limitación debido a una edad determinada, sino por su capacidad NATURAL DE JUICIO. La normativa que consolidó, un tratamiento legal y social que se había estado gestando, Estatuyó en su artículo doce: "Los Estados Partes, garantizarán al niño que esté en condiciones de conformarse un juicio propio, el derecho de expresar su opinión libremente, en todo los asuntos que afectan al niño, teniéndose debidamente en cuenta las opiniones del niño en función de la edad y madurez del niño”. La Convención de Derechos del Niño ha venido creando una modificación sustancial en la apreciación jurídica, médica y social de los derechos y obligaciones de los menores de edad (menores de edad o niños según resolución de la Sala Constitucional S.C.V. 64790). Esta modificación de los diferentes derechos estatutarios se ha venido reflejando en diferentes fallos y leyes de carácter internacional que además de enfocar los derechos de los Rev.Latinoam.Der.Méd. Medic. Leg. 1(2) / 2(1): 31-37, 1996/1997 Revista Latinoamericana de Derecho Médico y Medicina Legal menores también regularán necesariamente (obligaciones del derecho) sus deberes o responsabilidades. Básicamente, dentro de los ámbitos de las responsabilidades se encuentran las normativas, que se han venido generando en prácticamente todos los países en relación a las responsabilidades penales de los menores de edad y en este aspecto Costa Rica no ha sido excepción por cuanto mediante norma número 7576 del 30 de abril del año en curso se crea la Ley de Justicia Penal Juvenil que a todas luces fue generada y enmarcada en la Convención. de Derechos del Niño, prueba de lo anterior es que cuando nuestro país ratificó la Convención señalada ipso facto, dicha norma de carácter Constitucional tornó inconstitucional algunas norma penales, vigentes en ese momento, como por ejemplo el artículo 17 del Código Penal (Fallo Constitucional S.C.V.1982-94). En el ámbito de los derechos también se ha legislado ampliamente, en el plano internacional como en el nacional y como prueba de este hecho podemos citar someramente: A.-. PEDREIRA ANDRADE, magistrado Español declaró en su libro "Rechazo del tratamiento, consentimiento y derecho a la información del paciente": LOS ESTADOS PARTES garantizarán al niño que esté en condiciones de formarse un juicio propio, el derecho de expresar su opinión libremente en todo los asuntos que afectan al niño, teniéndose debidamente en cuenta las opiniones del niño en función de la edad y madurez del niño”.(1). B-. La revista Pediatrics en su edición CARING FOR GRAVELY ILL CHILDREN, al respecto declaró: “...El papel que le corresponde al niño en el plan de tratamiento depende más de su grado de crecimiento y aptitud personal que de su edad. Así, por ejemplo, aunque por lo general los niños de 10 años tienen menos capacidad para comprender conceptos abstractos que los adolescentes, algunos pudieran pensar y actuar con mayor madurez [...] A medida que se hacen mayores y sus aptitudes aumentan, se les debe incluir de manera más plena en la toma de decisiones sobre su tratamiento. Los niños de más edad y adolescentes pueden tener valores religiosos o de otra índole que condicionen su respuesta a la enfermedad y al tratamiento...” (2). C.- El doctor en medicina y derecho, Julio Landwirth, hizo el siguiente comentario en la revista ANNALS OF EMERGENCY MEDICINE bajo el título “ETHICAL ISSUES IN PEDIATRIC AND NOENATAL RESUSCITATION”: “a ley y sus principios éticos subyacente reconocen que el crecimiento y desarrollo de los niños desde la infancia a la adolescencia pasa por la maduración progresiva de la facultad participativa del niño en la toma de decisiones importantes, incluidas las que atañen al cuidado de su salud [...] Se debería respetar el derecho a la autodeterminación en aquellos pacientes adolescentes capaces de comprender en qué estado se encuentran y las consecuencias de sus decisiones, mediante invitarlos a participar en forma de decisiones.."(3). D-. El Instituto Nacional de Salud español señala a las posibles consecuencias de no informar al menor y permitirle dar su consentimiento: "...Es de subrayar que la prestación del consentimiento podrá otorgarla por sí mismo el menor de edad al tratarse de un acto relativo a derechos de la personalidad, conforme al artículo 162, inciso 1 del Código Civil [...] de acuerdo con sus condiciones de madurez [...] El incumplimiento de estas obligaciones por parte del médico o equipo médico dará lugar o podrá darlo, sin perjuicio de la responsabilidad disciplinaria, a las responsabilidades civiles o penales que hubiere lugar..."(4). E-. Sentencia británica en caso de GILLICK V. WEST NORFOLK AND WISBECH AREA HEALTH AUTHORITY. Redacta LORD SCARMAN: "...La capacidad de un menor para tomar sus propias decisiones dependen de que tenga suficiente comprensión e inteligencia, y no debe determinarse en función de una edad límite que haya sido fijada en el plano judicial [...] Creo, que [él] es lo suficientemente maduro como para expresar una opinión sólida, como así me lo ha demostrado. Estoy convencido de que se trata de un joven adulto y maduro....."(5). Menores maduros: consentimiento informado e impacto nacional Una vez que nuestro país ratificara la Convención de Derechos del Niño, dicho cuerpo normativo adquirió un marco legal de primer orden, equiparado a nuestra Constitución Política y en asuntos regulados con mayores garantías a los reglados en nuestra Carta Magna, privando inclusive sobre estas normas cuadro. Lo anterior por cuanto la Convención regula básicamente instrumentos de Derechos Humanos y en lo que compete a estos derechos los mismos, deben ser analizados bajo norma especial de la propia Constitución Política en su artículo 48, lo anterior según fallo ERGA OMNES de la Sala Constitucional S.C.V. 231395 que en lo conducente estatuyó: "...En tratándose de instrumentos internacionales de Derechos Humanos vigentes en el país, no aplica lo dispuesto por el artículo 7 de la Constitución Política, ya que el 48 Constitucional tiene norma especial para lo que se refiere a derechos humanos, otorgándoles una fuerza normativa del propio nivel constitucional. Al Yznardo Figuerola / Menores maduros y consentimiento informado punto de que, como lo ha reconocido la jurisprudencia de esta Sala, los instrumentos de Derechos Humanos vigentes en Costa Rica, tienen no solamente un valor similar a la Constitución Política, sino que en la medida que otorguen mayores derecho o garantías a las personas, privan por sobre la Constitución (vid. sentencia número 3435-92 y su aclaración número 5759-93. Por eso algunos estudiosos han señalado que la reforma constitucional de 1989, sobre la jurisdicción constitucional es tal vez la mayor conquista que desde el punto de vista jurídico ha experimentado Costa Rica, en los últimos cincuenta años...". Lo señalado arriba, es casualmente, lo que tornó ipso facto, una vez ratificada la Convención de Derechos del Niño por nuestro País, inconstitucional el artículo 17 del Código Penal, aunque es menester señalar que en dicha ocasión no existía marco legal interno que permitiera subsanar el vacío generado por la inconstitucionalidad descrita, hasta claro está que se promulga en concordancia con la convención la Ley de Justicia Penal Juvenil indicada. Lo anterior puede ser cotejado en el fallo de la Sala Constitucional S.C.V. 1982-94 que en lo conducente indicó: "... De conformidad con lo que dispone el artículo 7 de la Constitución Política, a partir del momento en que la Convención sobre los Derechos del Niño fue ratificada por nuestro país, las normas legales que contravengan las normas y principios contenidos en ese instrumento internacional, resultan inconstitucionales. En el caso del artículo 17 del Código Penal, desde el momento en que entró en vigencia la Convención, el fijar en diecisiete años la edad mínima para ser juzgado como adulto en lo penal es inconstitucional por ser contrario a lo que disponen los transcritos artículos 1 y 40 inciso 3), en lo que claramente se determina que las personas menores de dieciocho años deben ser juzgadas como menores de edad con aplicación de la normativa específica, ello hace que el establecimiento de la mayoridad penal en dieciocho años se deba tener como realizada a partir de la aprobación de la Convención, afectando la reforma a todas las personas que estén siendo juzgadas o que hayan sido sentenciadas por hechos cometidos siendo mayores de diecisiete años pero menores de dieciocho...". Tomando en cuenta el imperativo legal de aplicar el instrumento jurídico internacional de la Convención de derechos del niño a nuestro derecho nacional y consuetudinario, la Sala Constitucional ha tenido que definir algunos términos jurídicos como por ejemplo el de "NIÑO" ya que en nuestro derecho positivo interno no existe ninguna norma que regule dicha terminología jurídica. Al respecto la Sala Constitucional ha indicado: "...La Convención sobre Derechos del Niño utiliza la expresión niño para todo menor de dieciocho años, posiblemente motivada por la dificultad para encontrar un término unívoco en los idiomas más importantes. "NIÑO" es una especie de género "menor". Ambas expresiones atienden a criterios biológicos, psicológicos y sociales difícilmente susceptibles de enmarcar en una norma concreta. No obstante podemos identificar legítimamente la definición de niño de la Convención con la de menor, para efectos de nuestro ordenamiento.... (S.C.V.647-90)" Todo lo expuesto, nos demuestra vívidamente el impacto que ha venido ejerciendo la Convención de Derechos del Niño en nuestro sistema positivo de derecho interno, lo cual, no es de extrañar, si tomamos en cuenta el marco constitucional que dicha convención tiene al haber sido ratificada por nuestro país. Las transformaciones internas se han sentido básicamente en lo referente a la regulación de justicia penal de todo menor que comprenda una edad entre los doce y dieciocho años (símil de la Convención), este aspecto lógicamente ha recibido prioridad, en primer lugar por la inconstitucionalidad de algunas normas que constituían el marco legal existente en relación al trato de los menores y en segundo lugar por el impacto social que dicha materia significa, no obstante existe evidentemente otro campo de aplicación de las normas enunciadas en el cual casi no ha existido un planteamiento efectivo y una modificación necesaria de algunos procedimientos que evidentemente son violatorios de norma constitucional, nos referimos al campo de los MENORES MADUROS Y EL CONSENTIMIENTO INFORMADO. Revista Latinoamericana de Derecho Médico y Medicina Legal Menor maduro Consentimiento informado en nuestra normativa interna Lo expuesto anteriormente plantea necesariamente toda una problemática en relación a la concepción médico-ético-legal del menor maduro y su relación con la norma cuadro superior que nos inviste y que fuera ratificada por Ley 7184 del 18 de julio de 1990. Nos permitió determinar, con toda certeza,, que de conformidad con la normativa superior que nos inviste, no se puede disponer de un menor sin tomar en cuenta su parecer, para lo cual , asimismo deberá mediar necesariamente una evaluación del grado de madurez existente en el niño menor de dieciocho años pero mayor de doce años de edad. Partiendo de lo declarado debemos necesariamente determinar entonces la vigencia jurídica del artículo 131 del Código de Familia que literalmente estatuye: “Cuando sea necesaria una hospitalización, tratamiento o intervención quirúrgica decisivos o indispensables para resguardar la salud o la vida del menor, queda autorizada la decisión facultativa pertinente, aún contra el criterio de los padres”. Este artículo evidentemente desfasado de las nuevas normativas que en materia de DERECHOS HUMANOS nos invisten plantea varios contrasentidos que seguidamente analizaremos. Evidentemente cuando el artículo nació a la vida no existía la reforma introducida al artículo 48 de la Constitución por Ley número 7128 del 18 de agosto de 1989, que amplió el catálogo de derechos fundamentales susceptibles de ser protegidos por la Jurisdicción constitucional y por todos los tribunales, también a los derechos reconocidos en los instrumentos- no sólo tratadosinternacionales sobre derechos humanos aplicables en la República; ampliando así el conjunto de fuentes normativas de los derechos fundamentales y, por ende, de criterios para integrar el debido proceso. Tampoco existía como se ha indicado suficientemente, la Convención de Derechos del Niño como norma de rango CONSTITUCIONAL. Por lo expuesto, debe necesariamente cuestionarse la constitucionalidad del artículo 131 del Código de Familia que otorga a los galenos, la posibilidad de actuar sin tomar en cuenta los pareceres de un menor maduro. Aunque, evidentemente, se determinará en el futuro de plantearse la inconstitucionalidad de la norma expuesta, queda claro que su aplicación actual debe armonizar con nuestra legislación vigente, la que indica necesariamente la necesidad de determina el grado de madurez del menor, a fin, de respetar sus decisiones como lo haríamos ante un mayor de edad. Al respecto, es menester, apuntar que el determinar la madurez de un menor de edad, no guarda el fin de únicamente cumplir con un formulismo sino, pues según lo expone la Convención, en caso de comprobarse un grado de madurez suficiente en el menor, permitir que éste tome las decisiones pertinentes sobre hechos que puedan afectar su vida entendida ésta como el conjunto corporal y psicológico. El atender los criterios de un menor maduro y su incidencia dentro de lo que se ha conceptualizado como CONSENTIMIENTO INFORMADO, ha sido la interpretación que partiendo de la Convención se ha brindado al tratamiento de los menores en diferentes medios jurídicos internacionales como lo indicamos al señalar el comentario emitido por la revista INTERNACIONAL HUMAN RIGHTS LAW JOURNAL, que publicó la sentencia de un tribunal superior de Canadá respecto a un joven de 15 años que había rechazado transfusiones de sangre y que según lo expuesto supra señaló en lo conducente: “...Creo, que él es lo suficientemente maduro como para expresar una opinión sólida, como así me lo ha demostrado. Estoy convencido de que se trata de un joven adulto y maduro. Su voluntad es que no se le administren productos sanguíneos y, además estoy convencido de que si la directora, amparada por una orden de este Tribunal, contrariara de algún modo sus deseos, su bienestar personal sufriría- en un sentido muy real- un duro revés, pues creo que su deseo de luchar contra la enfermedad y de colaborar con el tratamiento se verían seriamente afectados”. (6). Asimismo el decano de derecho de la Universidad Autónoma de Madrid, A. Jorge Barrieto, en su publicación CONSENTIMIENTO INFORMADO Y AUTONOMÍA DEL PACIENTE, señaló en lo conducente: “...En caso de conflicto entre la voluntad del paciente menor de edad, pero con capacidad natural de juicio y de discernimiento, y la del representante legal, el médico ha de atenerse a aquella ( la voluntad del menor capaz de decidir), pues en el tratamiento médico, donde están en juego bienes tan personales como la salud o la vida del paciente, tiene carácter preferente la voluntad de éste- aunque sea menor de edad- si puede comprender el Yznardo Figuerola / Menores maduros y consentimiento informado alcance del acto al que se va a someter y reúne las condiciones de madurez suficientes para consentir ...” (7). Es importante señalar que en el ámbito de la doctrina medica, se ha mantenido el mismo criterio que judicialmente se ha venido aplicando alrededor del orbe, como por ejemplo lo patentiza la Revista PEDIATRICS en su artículo CARING FOR GRAVELY ILL CHILDREN de octubre de 1994, vol 94 núm. 4, págs. 433-9 expuso en lo conducente: “... El papel que le corresponde al niño en el plan de tratamiento depende más de su grado de crecimiento y aptitud personal que de su edad. Así, por ejemplo, aunque por lo general los niños de 10 años tienen menos capacidad para comprender conceptos abstractos que los adolescentes, algunos pudieran pensar y actuar con mayor madurez (...) A medida que se hacen mayores y sus aptitudes aumentan, se les debe incluir de manera más plena en la toma decisiones sobre su tratamiento. Los niños de más edad y adolescentes pueden tener valores religiosos o de otra índole que condicionen su respuesta a la enfermedad y al tratamiento...” (2). Lo suficientemente expuesto nos ilustra vívidamente la corriente que mueve y moverá a nuestro derecho médico, legal, ético, pues éste ha venido siendo el comportamiento que ha recibido los instrumentos de derechos humanos expuestos. Lo anterior patentiza claramente, la posible inconstitucionalidad del artículo 131 del Código de Familia y cuando menos su necesaria reinterpretación adecuada, a proteger los derechos fundamentales del menor maduro. Lo expuesto cobra aún mayor peso si tomamos en cuenta que “SALUD O VIDA DEL MENOR” no puede ser interpretada como la sujeción necesaria a un protocolo médico determinado, sino que el derecho a la vida, debe ser entendida como el resultante de la integridad física y psíquica (no sólo física), y este ha venido siendo el criterio expuesto de nuestra Sala Constitucional que en su fallo S.C.V. 139494 señaló en lo conducente: “...Es importante analizar el derecho a la vida, ya que, sin duda alguna, la vida es el fundamento, la condición necesaria y determinante de la existencia de la persona humana; es inherente a la persona humana. De ello se deriva el principio de la inviolabilidad de la vida humana, de modo que es deber de la sociedad y del Estado su protección. Es el más elemental y fundamental de los derechos humanos y del cual se despliegan todos los demás (...) El más inmediato derecho vinculado al derecho a la vida es el derecho a la integridad física y psíquica...” (subrayado agregado). Todo lo señalado, determina un cambio de mentalidad médico jurídica en la atención de MENORES MADUROS, aunque es imprescindible señalar que este cambio no radica en el ámbito del parecer personal, sino que necesariamente es un imperativo legal reglado suficientemente que aparejaría responsabilidades civiles y penales a quienes las incumplieran. Por lo tanto, es obligado el análisis del artículo 27 de la Ley General de Salud que literalmente establece: “Los padres, depositarios y representantes legales de los menores o incapaces no podrán negar su consentimiento para someter a sus representados a prácticas o tratamientos cuya omisión implique peligro inminente para su vida o impedimento definitivo, según dictamen de los médicos”. Al respecto es evidente que la norma expuesta se encuentra desfasada de nuestra realidad jurídica actual, por cuanto fue legislada en un período en el cual no existía el cuerpo normativo que hoy nos obliga y por ende, necesariamente en el futuro tendrá que ser cuestionada su constitucionalidad. No obstante, en vista de que los menores maduros no pueden ser tratados como sujetos acéfalos, necesariamente privará sobre este artículo lo señalado suficientemente en la Convención y supletoriamente lo estipulado expresamente en el artículo 46 del Código Civil y 22 de la Ley General de Salud, además de que eventualmente el contravenir la libre determinación de un MENOR MADURO podría activar nuestro derecho Penal en su artículo 193 que tipifica el delito de coacción. Corolario Nos sentimos satisfechos de ver que en materia de legislación sobre derechos humanos y menores de edad, nuestra realidad jurídica se encuentra orientada y alineada a las directrices jurídicas de avanzada como suficientemente se expuso. No obstante es lamentable indicar que en la esfera de la aplicación del derecho médico-legal realmente existe un una gran ignorancia de las normas que nos constituyen legalmente y del proceder que necesariamente debería seguirse, además claro está de muchos vacíos normativos que tendrán que ser suplidos tanto jurídicamente como en la práctica médica. Revista Latinoamericana de Derecho Médico y Medicina Legal No obstante lo expuesto, nos plasmó que tenemos una normativa con rango constitucional, que determina la existencia de MENORES a los cuales necesariamente deberíamos reconocer su MADUREZ y volición en relación a sus deberes y derechos, aunque en este caso, lo hemos enfocado restrictamente al CONSENTIMIENTO INFORMADO. De lo expuesto, determinamos que no puede imponerse a un menor ningún tipo protocolo médico, sin primero conseguir el parecer del menor (previa determinación de su madurez), claro que no estamos hablando o haciendo alusión al parecer del menor en relación a detalles técnicos de la medicina , sino a su parecer en relación a su libre pensar y sentir en conjugación con sus valores, éticos, morales y religiosos, o psíquicos como los ha definido nuestra Sala Constitucional- Es imprescindible, por lo tanto, desmitificar la idea de la superioridad impositiva sobre menores de edad, aún hablando de consentimiento informado contrario al criterio detentado por los padres del menor, en el ejercicio de la patria potestad como se ha entendido según lo comentado en el cuerpo de esta exposición. Aún existen serias lagunas jurídicas que necesariamente deberán ser suplidas en el legislar futuro, aunque eventualmente, suele suceder que muchas de estos vacíos se suelen regular de hecho. Nos referimos al órgano que determinará el grado de madurez de los menores de edad que oscilen entre los doce y dieciocho años , asimismo no se ha definido el procedimiento a seguir cuando exista incompatibilidad de criterios entre el menor maduro, sus progenitores o bien el médico o médicos tratantes. No obstante, este escollo ha sido ya legislado en muchos países que se ciñen a los derechos fundamentales de los niños; en la mayoría de los países occidentalizados de doctrinas de avanzada, esta determinación necesariamente solo puede ser asumida por un juez de familia , con el respectivo examen valorativo pericial de uno o varios profesionales en diferentes áreas valorativas, que permitan determinar el grado de madurez integral del niño (psicólogos, trabajadores sociales, etc). Por ende, nuestra legislación evidentemente de avanzada, en relación a su estructura podría asimismo utilizar la figura de un juez de familia que realice la valoración necesaria del menor, aunque en justicia deberemos espera en la práctica su desenlace jurídico a fin de no teorizar innecesariamente. Lo que sí podríamos aventurar con toda seguridad es nuestra legislación actual en la forma que se encuentra conformada, así como las corrientes de avanzada que nos influyen constantemente nos dirigen necesariamente a un cambio fundamental en la concepción médico legal que muchos tuvimos por décadas en relación a los menores de edad y este hechos se patentiza diariamente, pues tenemos el privilegio y obligación de notar los cambios que en esta materia se están generando constantemente ha nuestro alrededor, como por ejemplo la Ley de Justicia Penal Juvenil, la cedularización de menores, etc. De lo que estamos, seguros es que hemos asistido al némesis (fin) de la concepción del aquellos criterios ortodoxos que conceptualizaban a los niños como imposibilitados de emitir criterios, sustentar derechos y asumir responsabilidades. Literatura citada 1. Pedreira Andrade: “Rechazo Del Tratamiento, Consentimiento y Derecho A la Información Del Paciente”. Jano 6-12 de Julio de 1990, Vol. 39, Nume. 915, Pags. 58,61. 2. Caring For Gravely III Children De Octubre de 1994, Vol. 94 Núm. 4, 4339 3. Annals Of Emergency Medicine Bajo el Título “Ethical Issues In Pediatric And Noenatal Resuscitation”, Febrero De 1993, Vol. 22, Núm 2 (Aparte 2), Págs 236-41 4. Asesoria Jurídica del Instituto Nacional de la Salud, España: “Sobre La Negativa De Los Enfermos Pertenecientes A La Confesión Religiosa Testigos De Jehová A Recibir Transfusiones De Sangre. Dictamen De Enero de 1989. 5. Gillick V. West Norfolk And Wisbech Area Health Authority, 1985, 3 All Er, Pág. 402, 423. 6. Re A.Y., Human Rights Law Journal, 30 De Setiembre De 1993, Vol. 14, Num. 7,8, Pag. 280-2. 7. Consentimiento Informado Y Autonomía Del Paciente, Jano, 3-9 de Marzo 1995, Vol. 48, Número 1114, Pág 609. Yznardo Figuerola / Menores maduros y consentimiento informado Otras normas usadas en el análisis: Bibliografía de leyes costarricenses Convención Sobre derechos del Niño. Votos de la Sala Constitucional: S.C.V. 1982-94. Inconstitucionalidad de normas penales con ratificación de convención. S.C..V niño. 647-90. Definición de la terminología Acuerdo de La Asamblea General de Las Naciones Unidad del 20 de Noviembre de 1989. Ley 7576 de Justicia Penal Juvenil del 30 de Abril de 1996. Código de Familia, Artículo 131. S.C.V. 1982-94. Marco jurídico Convención de Derechos del Niño. de la S.C.V. 2313-95. Instrumentos de Derechos Humanos y su marco jurídico en relación a la Constitución. S.C.V. 1394-94. Definición de derecho a la vida en relación a integridad física y psíquica. Ley Número 7128 del 18 de Agosto de 1989. Reforma del Artí. 48 de La Constitución Política. Ley General de Salud. Artículo. 27 y 22. Código Civil. Artículo 46.