MIS RECUERDOS

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MIS RECUERDOS
Mayo - Diciembre 2003
Conchita de Hoyos Hontiyuelo
PRÓLOGO
Siempre había tenido ganas, o necesidad, de escribir sobre lo que recordaba
de mi vida, pero nunca había tenido ocasión para hacerlo o por que lo que me
faltaba era tiempo.
Ahora, que tengo muchas horas de día y de noche para pensar, es como si
ante mí pasara una película, donde veo pasar todo lo que he vivido claro y
nítido. Me acuerdo de los más pequeños detalles. Al principio me daba miedo
de empezar a escribir, por que creo que cuando era joven no habría tenido
tanta facilidad para recordar tal vez por que tenía muchas cosas en la cabeza,
y poco tiempo para recordar el pasado
Ahora, es otro el problema, me vienen todos los pensamientos a borbotones,
pero mi memoria me juega muy malas pasadas a la hora de escribir, me queda
la mente en blanco con las faltas de ortografía (tanto puntillo que tenía y ahora
es imposible), esto, me quita, muchas veces, las ganas de hacerlo, tengo como
complejo, pero en fin, sigamos, pido disculpas.
Como lo que no tengo es pretensión de escribir una obra literaria, ni tengo la
certeza de que alguien lo lea, solo pretendo recordar mis vivencias y con ello
recordar con cariño a las personas que pasaron por mi vida, me dejaron un
recuerdo dulce, y lograron que lo poco que he sido en mi vida, en unos tiempos
muy duros ha sido gracias a sus esfuerzos.
No fue fácil sacar a cuatro hijos en una zona desolada por la guerra, como fue
Sariñena, y nosotras no nos movimos de casa. Tina se fue a trabajar a
Andorra, pero cuando ya estábamos bien integrados allí y gracias a que mi
padre fue un gran luchador, nosotras aprendimos todas algo, que en aquellos
tiempos de hambre y miseria, no fue poco.
Yo aprendí el Corte y Confección, Ester a bordar a máquina, Tina de
pantalonera, Fidela fue a las monjas a bordar a mano, y luego a aprender de
modista
Para recordar todo eso, me dedico a escribir, solo busco recordar todo lo bueno
y lo malo que he pasado a lo largo de mi vida, y recordar con cariño a mis
seres queridos.
Sobre todo a mis padres, por todo, gracias.
(Me dice Tina que de pantalonera aprendió después de casada), aclarado
Ella fue una buena trabajadora, la que más trabajó, y fue para todos, Fidela fue
después a Andorra, pero solo a temporadas para prepararse la ropa para
casarse, Tina pasó años, y me dice que estaba en el Pas de la Casa, entonces
se cerraba el Puerto de Envadira y en invierno quedaban incomunicados.
Nací el 12 de Junio de 1926, en Cisneros de Campos (Palencia)
Mi madre murió el 7 de Julio del mismo año, como consecuencia del parto
practicado en malas condiciones, en unos años en que todo era muy
rudimentario, y al que sobrevivió consumida de fiebre y con un calor horroroso.
En aquellos tiempos, supongo que no era normal ir a Palencia, donde habría
alguien profesional, allí permaneció, pobrecilla, casi un mes agonizando hasta
que murió, cuando tenía veintiocho años, creo.,;. < . ; , ; W l ¿it( /,-u/r > <
Esto¡, marcó algo mi vida, al quedar mi padre viudo tenían que solucionar mi
supervivencia, entonces me llevo la tía Donata, una hermana de mi madre a
otro pueblo ¿motivo para llevarme recién nacida? Pues, por que estaba criando
una hija, que ya debía tener una año o más, y era la forma de que me
amantara para poder sacarme adelante, yo me imagino, la calidad de la leche
que yo recibía, después de comer mi prima, y con los alimentos que tomaban
las madres en aquellos tiempos.
Así salí de menuda y raquítica, claro mi abuela materna y mis tías se volcaron
en mi todas estaban solteras, y mi abuela María, es una ternura la que me
invade inexplicable, a mi abuela la llevo en el corazón, hoy después de setenta
y siete años, tengo todas sus cosas en mi memoria, tan claras como si fuese
ayer, mi abuela, fue como mi madre, la que me veía las cosas que hacía con
tanta comprensión, por que para ella bastante pena tenía con no tener madre.
Como todas las abuelas, ella se limitaba a darme cariño y compresión,
creemos que los castigos y las regañinas son cosas de los padres, aunque en
mi caso, ella tenía que haberme dado algún cachete, porque mi madre la mujer
no lo hacía porque como madrastra estaba mal visto.
Mi padre, como así no podía estar, se casó en Febrero del año siguiente con
una prima carnal de mi madre, supongo que aquello sería un arreglo, porque
en aquellos tiempos, las bodas en segundas nupcias se solían hacer con
hermanas o familia, supongo que pensando en los niños que había, pero en
este caso la cosa funcionó, mi madre que es lo que fue siempre para mí, fue
una buena esposa y madre.
Empezaron a venir mis tres hermanas, nos llevábamos todas un año y pico,
así que mi niñez transcurrió entre la casa de mis padres y la de mi abuela.
Acostumbrada a ser en casa de mi abuela el juguete de todas mis tías, a tener
que compartir las caricias y todo en mi casa a pesar de los esfuerzos de mi
madre la pobre para hacerse conmigo, supongo que no sería fácil para ella.
A pesar de todo, yo no supe que mi madre no era mi auténtica madre, hasta
que cumplí cinco años, gracias a la Sra. Tejilla, una vecina, que no sé con que
fin lo hizo, me dijo que mi madre no era mi madre, que era mi madrastra.
A partir de ahí, las cosas cambiaron algo, no porque me tratase mal mi madre,
pobrecilla, cuando había algún altercado entre nosotras, cobraban todas y yo
salía siempre tan tranquila del trance, lo que no quitaba para que a veces, yo
fuese llorando a casa de mi abuela, y creyéndome desgraciada, claro mi
abuela, pobrecilla, caía en mi trampa, solo cuando he sido mayor he
comprendido el mérito que tuvo mi madre. En aquellos tiempos, mis hermanas
comían lo que había, pero yo como era tan raquítica, siempre me ayudaban, no
sé las botellas de Ceregumil, y de Aceite de Hígado de Bacalao que tomé, es
prueba de lo que se preocupaban por mí, pero de esto, te das cuenta cuando
eres madre, siempre he dicho que no me habría visto capaz de criar hijos de
otra madre junto a los míos, yo no habría sido capaz de ser como mi madre,
que es como es como se tiene que ser, hay que tener unos nervios muy
templados para castigar a sus hijos y dejarme a mí tan tranquila.
Como yo era la mayor, estrenaba las cosas, después iban pasando para las
otras, eran las ventajas de ser la mayor, pero cuando por ser la mayor tenía
que hacer lo que no me gustaba, entonces lo tomaba como algo que me
tocaba a mí por no ser su hija, esto era una contradicción, pero yo no lo veía.
Los hermanos de mi madre Marceliana, siempre me trataron con mucho cariño,
viendo en mi la sobrina mayor, así ha sido a lo largo de mi vida, con los años el
trato que he tenido con mis primos de esta madre, ha sido más bueno y de más
confianza que con los de la otra madre, que por diferentes causas hemos vivido
mas separados. Con los primos de mi madre Rosalía, hemos tenido menos
relación, aunque nos tenemos cariño.
A pesar de todo, mi niñez fue feliz, iba al colegio y tenía mucha facilidad para
los estudios, era una cría muy despierta, con lo cual me daban mucha
importancia, (tal vez más de la que tenía), recuerdo que los domingos se
reunían los amigos de mi padre en casa, era la costumbre, se reunían
alrededor de la mesa con su jarrita de vino y unos cacahuetes y jugaban a las
cartas, yo les leía el periódico, esto me hacía sentir importante.
En este clima empieza la guerra, todo cambió para mí, pero antes de meterme
en aquella pesadilla, voy a explicar mi etapa escolar, después ya explicaré lo
que fue para mí la guerra, voy a separar lo uno de lo otro.
De mi época escolar, es curioso, pero de mis primeros años tengo un recuerdo
muy vago, solo recuerdo de mayor después de empezar la guerra, que como
fue en el treinta y seis yo tenía diez años, fui con Dña. Petra hasta que la
detuvieron. Ella había sido muchos años titular, pero cuando estalló la guerra,
vinieron un día a registrar el colegio, y entraron en un cuarto que había anexo a
la clase, allí estaba un crucifijo, se ve que al implantarse la República, se
tuvieron que retirar de los edificios públicos los motivos religiosos, por este
motivo se llevaron a Dña. Petra a la cárcel, por lo mismo se llevaron a D. Leo el
maestro de los chicos, un Sr. con toda la extensión de la palabra, bastante
mayor, que nunca había dado motivo para que pensaran que fuese de
izquierdas, todo el mundo le respetaba porque había sido maestro de padres e
hijos, cuando volvió de la cárcel, ya no era el mismo, casi no salía de casa, era
familia de uno de los curas que había en el pueblo, D. Aurelio, pero ni eso le
salvó.
A partir de llevarse a Dña. Petra, nuestra escuela fue un ir y venir de maestros,
yo creo que alguna duró un mes. Las maestras que se habían casado y no
habían ejercido más, entonces se incorporaron a la enseñanza, algunas con
cincuenta años, no sé si porque eran adictos al Régimen, que decían, y
substituyeron a las que metieron en la cárcel, que no fueron pocos, por que
todo el que tenía un poco de cultura, era eliminado.
La primera que vino fue Dña. Rosa, era joven y soltera, se instaló de pensión
en casa de Rufino, allí se hacía el baile, era guapísima, era de Palencia capital,
era el puro retrato de la morena de Julio Romero de Torres, con raya al medio,
y dos ondas a cada lado y un moño atrás caído, nos impactó a todos, iba
siempre impecable y elegante, se ve que era de familia bastante conocida de
Palencia.
Al poco, viene, o estaba allí, ya cuando vino ella, el jefe de la Falange, que era
de Becerril de Campos, un pueblo donde yo pasé un verano.
Encima de nuestra clase, estaba el Centro de Falange, que fue la vivienda
donde vivía Dña. Petra, entonces ahí arriba se pasaba el día ese chico, pero
estaba de patraña en casa de una niña que se llamaba Gonzala.
En pocos días, me pusieron por recomendación de la Sra. Rosa, a la hija de
Rufino, Manuela que era la cuarta o la quinta de la clase, se hacen novios el
jefe de la Falange con nuestra señorita, y a continuación Gonzala, pasa a ser la
segunda, esto fue para mi un sufrimiento, porque la primera era una niña que
se llamaba Rafaela, que pasó a las monjas para estudiar de maestra, después
se metió a monja, la segunda era una niña que se llamaba Dami, y se fue a
vivir a Bilbao, después fue también maestra.
Con la marcha de ellas, yo me quede la primera de la clase, y tenía mi orgullo
que para que, pero de la noche a la mañana, pasé a ser la tercera, el amor
propio me comía, yo me mataba luchando por no perder el primer puesto, y así
por las buenas me las pasaron a los primeros puestos.
En aquellos tiempos, y en un pueblecito de Palencia, la gente era muy
puritana, los maestros, no estaba bien visto que hiciesen según que cosas,
como por ejemplo, salir la maestra con chicos, entonces la manera de cortejar,
que se decía, era bajar él a clase o subir ella arriba, ponían una niña de
vigilante, siempre eran la primera y la segunda, nos dejaba un trabajo para
hacer, siempre largo, para que ella tuviese tiempo de estar allí arriba, y la
vigilante si nos movíamos nos apuntaba en el encerado y cuando bajaba
castigo asegurado, así que, la charla no se interrumpía.
Esta fue la mas divertida, trajo nuevos aires que la gente los interpretó a su
manera, acostumbrados a Dña. Petra que era solterona y medio marimacho,
muy buena maestra, pero los punteros los compraba a docenas.
Cuando salíamos a la calle al recreo, y corríamos, ella se remangaba el vestido
y aquello se ve que era un desmadre, con los hombres que por el mal tiempo
no iban al campo, venían a ver a la señorita jugar.
Luego en casa de Rufino, que era donde se hacía el baile, había como un
pequeño jardín detrás del salón, y allí bailaban la pareja, había en el suelo
debajo de la puerta una hondonada, por allí mirábamos para verlos bailar, y se
hacían colas, nos turnábamos, eso revolucionó el pueblo, duró poco como
todos.
Hubo varias que pasaron desapercibidas, al final vino Dña. Severina, esta era
del pueblo y tenía lo menos cincuenta años, había ejercido en Frechilla, que
era el partido judicial, estuvo allí un tiempo, hasta que llego al pueblo, tenía seis
hijos, su padre era primo carnal de mi abuela, la madre de mi padre, su marido
era el alcalde, en esas fechas, y se ve que eso le allanó el camino para venir.
Esta tenía mucha personalidad, y nos enseñaba mucho, esta una vez se fue
Dña. Rosa, me restituyo a mi puesto.
Como yo iba mucho a Palencia, me convertí en su recadera, y la traía hilos
para sus labores, y todo lo que necesitaba para los trabajos del colegio
(entonces nos enseñaban a coser y a bordar) y a veces cosas para los crios
para su casa.
Los sábados por la tarde, iba a su casa, y me tenía preparadas las muestras de
lo que tenía que comprar, y me tenía preparados los deberes que tenía que
hacer, y las asignaturas que debía estudiar para el lunes, y lo del martes, que
es cuando yo iba al colegio, y así, no me retrasaba, yo le hacía un favor, pero
ella, me lo pagaba así. Los lunes, iba con un profesor a Palencia y todo el
camino me iba explicando lo que yo estudiaba el domingo (de este señor
hablaré mas adelante).
Siempre me acordaré de Dña. Severina, por muchas cosas, cuando iba me
encontraba en la puerta de la cocina, un encerado grande, con el trabajo que
tenían que hacer todos los crios, hasta el más pequeño tenía su trabajo, cada
uno a medida de su edad, había una que se llamaba Guadalupe y tenía que
dar de comer al más pequeño, Eduardo el mayor, tenia que limpiar los zapatos
de todos, esto es un ejemplo, allí había dos sirvientes, una señora mayor y una
chica joven, pero allí tenían todos su trabajo, yo pensaba que los ricos no
trabajaban, me enamoraba de ver el orden que había en aquella casa.
Mientras fue mi maestra, la llamaba Dña. Severina como todas, después de
mayor la llamaba tía, pero como pertenecíamos a diferentes estatus, en
aquellos tiempos había una raya que nos separaba.
Durante el tiempo que estuvo ella hubo un acontecimiento muy importante en el
pueblo, vino el Obispo a confirmarnos, no solo a nosotras, sino a todos los
niños de los colegios de la comarca de edades comprendidas entre los más
pequeños y hasta catorce o quince años.
Las monjas se pasaron mucho tiempo preparándolo, el Obispo nunca había
estado en el pueblo, era una cosa excepcional.
La iglesia de S. Facundo con ser grande, se quedó pequeña (esto que explico
no es cosa de mi fantasía), mis hermanas, que lo van a leer, saben que es
cierto, no tanto por que se acuerden, si no por que lo hayan oído explicar a la
familia, no lo sé, esto que explico y más cosas que no digo por no hacerlo
demasiado largo, pero que no se me han olvidado en cambio, no me acuerdo
de lo que hice ayer, me da miedo de parecer que peco de excesos de vanidad.
Continuo mi relato, empieza el Obispo a hacer preguntas de religión claro, pero
no forzosamente de catecismo, una, por ejemplo, que recuerdo era si teníamos
un bebe que se moría ¿qué haríamos con él? Las preguntas eran para los
niños, no para las personas mayores, cada uno contestó lo que le pareció,
desde llevarle al médico y otras cosas por el estilo, yo conteste que coger agua
y echarle por la cabeza diciendo yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo
y del Espíritu Santo, pero que para eso teníamos que estar nosotros bautizados
y encontrarnos en un sitio donde un cura no estuviese a nuestro alcance, si el
niño moría, ya sería cristiano, pero que sino, tenían que volverlo a bautizar
como era normal, así conteste un montón de preguntas, Allí había todas las
niñas del Colegio de las monjas, y muchos colegios nacionales, como se decía
entonces, que era el mío. El nombre de la Conce de Hoyos fue de boca en
boca, teniendo en cuenta que mi padre, me parece que aún estaba en la
cárcel, que la hija de uno que no creía en Dios contestase a todo lo que no
contestaban ni las niñas de las monjas.
Y tengo que decir, que en aquel pueblo al empezar la guerra todos eran de ir a
misa, unos diariamente, y otros los domingos, pero todos eran católicos y
muchos pertenecían a diferentes cofradías.
No he dicho que la madrina de la Confirmación, fue Dña. Severina, por que
como su marido era el alcalde le pertenecía a ella, iba con un vestido largo y su
peineta. Me mandan subir al altar mayor, que es donde estaban las autoridades
para felicitarme, el Obispo y me empiezan a hacer preguntas, entre ellas, quién
era mi maestra, cuando les dije que Dña. Severina, menudas medallas se
puso, las felicitaciones fueron para ella, a partir de ahí, ya empezó a tratarme
como familia. Después de casada v viviendo yo en Barcelona, y ella con los
hijos mayores, que creo que vivía con algún hijo en Palencia o Valladolid, se
enteró que yo estaba en Cisneros, y fue expresamente a saludarme en casa de
mi tío Poli, estuvimos hablando de todo aquello del Obispo, me preguntó, como
es normal, que era de mi vida, cuando le dije que era modista, con cierta
desilusión me contestó tan buena era esa profesión como una carrera, pero
que pena que talento se perdió, como ya era muy mayor, les pasaba lo que a
las artistas, le hacía feliz que sus alumnas le agradecieran lo que las había
enseñado, entonces yo la llamaba tía, ya éramos familia (creo que hace tiempo
murió).
En la época del Obispo, debía de tener trece años, estaba sufriendo porque
entonces el límite de escolaridad eran catorce años, si quería empezar
Magisterio tenía que dejar el Colegio Nacional y marchar a las monjas. Como
leía tantos cuentos, me pensaba, que a lo mejor, encontraba algún alma
caritativa que me iba a pagar el colegio.
En aquella época, salió un mogollón de maestros, entonces me parece que en
tres años sacaban Magisterio. Salieron maestros todos los zoquetes que sus
padres les pudieron pagar el colegio.
Hacían el curso sin moverse del pueblo y solo tenían que ir a Palencia a
examinarse cada fin de curso. Salieron maestros como churros, se ve que
hacían falta, para sustituir a los que habían llevado a la cárcel, y a los que
estaban en el frente.
La última maestra que tuvimos, fue Dña. Victoria, ya en mi resta final, creo que
fue de Navidad a Junio, (estas fechas exactas se me olvidan), también era
mayor, trajo nuevos métodos. Estaba de patrona en casa de la Sra. Mauricia,
allí estaba mi tía Cirila sirviendo, la hermana pequeña de mi padre, cuando le
dijo que yo era su sobrina se tomó mucho interés por mí, lo del Obispo estaba
muy cerca aún.
Esta señora nos hacía estudiar poco, lo que se dice empollar las cosas, nada,
ella nos leía lo que teníamos asignado para cada día, de diferentes asignaturas
y luego nos repartía unas hojas para rellenar, o sea redacción, a mí eso me
encantaba y tenía que hacer algún dibujo relacionado con cada tema, cuando
los demás hacían una hoja o dos con mucha dificultad, yo llenaba cuatro, tenía
mucha facilidad eso me volvía loca. Luego cuando termino el curso, nos
encuadernó ella todo, y yo estaba orgullosa de mi trabajo (sí viene a cuento
explicaré el final de estos cuadernos de temas).
Cuando termino el curso, un día mandó llamar Dña. Victoria, a mi padre, por
mediación de mi tía, para pedirle que me dejará seguir en el colegio que le
daba pena de mí. Pero eso habría sido un parche, por que yo para hacer algo
tenía que ir a las monjas, en la escuela solo se podía hacer hasta el nivel que
yo tenía, habría sido repetir.
Ese verano, en que yo terminé, fue el que pasamos con mi padre en Becerril,
Como ya no iba a volver al colegio, me guardé todos mis trabajos bien
organizados, mapas, dibujos, cuadernos, todo bien organizado por etapas, por
que lo tenía todo impecable, en vez de pintar con las pinturas directamente que
quedaba a rayas, rayaba un poco de pintura con la cuchilla y con algodón lo
distribuía por el mapa, después lo perfilaba alrededor con la pintura y me
quedaba muy limpio, luego ponía los nombre con la letra redondilla que tenía,
y estaba encantada con mis trabajos, tenía un montón de mapas físicos y
políticos de todos los continentes.
Como decía lo recogí todo en una caja grande de cartón, y lo subí arriba al
desván, todo tapado con la tapa de la caja. Un día voy al desván y me
encuentro la tapa tirada en el suelo, aquello fue una catástrofe, todo lo de
encima roto, y todo revuelto, libros, mapas, me llevé un disgusto tremendo,
como no encontramos ninguna causa que justificase aquello, se lo cargó
Fidela, que como era pequeña no tenía conocimiento, yo la hubiera matado.
Arregle todo lo mejor que pude y lo puse encima de una mesa vieja que había
allí, para que la cría no llegase.
Un día, va mi madre arriba y bajó desencajada, sabía lo que iba a pasar
cuando me lo dijera, otra vez estaba la caja destapada, le llamó la atención, y
cuando fue a mirar y vio el cuadro que había, con lo que pasó la primera vez,
no sabía como decírmelo.
Resulta que la gatita que teníamos, había parido tres o cuatro gatitos, cuando
lo vimos la primera vez, se ve que estaba preparando la cama, si se nos
hubiese ocurrido, pensar que eso no habría pasado al final. No puedo explicar
el drama que me supuso todo aquello, estaba todo completamente roto, lleno
de sangre y agua sucia del parto, todo para tirar, ahora vuelvo a revivir todo
aquello, se había cargado toda la labor de mi época escolar, de la que yo
estaba tan orgullosa. Quede sin nada en un momento en que yo había
terminado el colegio, y estaba pasando el trauma, para mí fue como si nunca
hubiese pasado por la escuela, por mucho que lo explique nadie podrá
entender mi amargura, allí tenía yo todos mis recuerdos, imposibles de
recuperar, hicimos un dibujo de la iglesia de San Miguel de Palencia, que no sé
si era del Románico Castellano, no recuerdo esto muy bien, pero es un edificio
emblemático, por eso nos lo hizo hacer, todas lo copiaron, por riguroso orden a
través del cristal de la ventana, era un dibujo pequeñito, yo lo dibujé a mano a
tamaño de una cuartilla, me quedó precioso, la señorita me felicitó, era todo lo
que guardaba como una reliquia.
He terminado mi ciclo escolar, tengo como he dicho catorce años, los cumplí en
Junio del cuarenta, y en Febrero del siguiente año vinimos a Sariñena, mi
padre había venido un poco antes.
He explicado solo mis recuerdos del colegio, por que mi vida hay otros que van
unidos a ellos pero de diferente manera.
En el treinta y seis empieza la guerra.
Yo tenía diez años recién cumplidos, a partir de estos acontecimientos todo
cambia, hasta mi vida, a raíz de ello me voy convirtiendo en una mujer
prematura, con un cuerpo como había tenido siempre, mas bien raquítica, pero
me tocó madurar de forma acelerada, por el modo en que fueron
precipitándose los acontecimientos en nuestra casa.
Nosotros habíamos vivido como obreros, que era mi padre de RENFE, que
teníamos nuestra casita propia y su sueldo fijo, que en aquellos tiempos no era
poco, mi padre fue un hombre muy luchador, para que no nos faltase lo
necesario, él iba todos los años a Vitoria, que allí los cerdos eran de buena
raza, y como los viajes los teníamos gratis, se dedicaba a traer para toda la
familia y vecinos, de esos viajes le quedaban un par de cerdos que criábamos
para nosotros, una se vendía y el otro para nosotros después de bien gordos.
Durante el invierno se iba a Asturias y Galicia y traía castañas y manzanas, y
las vendíamos, ni que decir tiene que nosotros las teníamos en abundancia.
Mi madre, con lo de los cerdos, sus gallinas y conejos, se ve que pasaba, y su
paguita se la ahorraba, y se iban comprando alguna finquita, cogíamos el pan
para el año, y garbanzos y lentejas, o sea, teníamos las necesidades cubiertas,
los compañeros de mi padre con aquel sueldo de miseria y cargados de hijos,
iban a la Cooperativa o Sindicato y les daban las cosas apuntando en la libreta,
a primeros de mes iban, pagaban y vuelta a empezar, el pan igual, todo fiado.
Esto en mi pueblo era motivo de comentarios, los labradores que en tierra de
secano se pasaban todo el año mirando al cielo, y si no llovía era la ruina, así
que siempre estaban ahogado (ahora las cosas han cambiado con las ayudas
de la Unión Europea), veían que mi madre iba en casa de la Tania, que era la
única pescadería que había, y unas veces compraba sardinas, otras algún
chicharro, y alguna vez alguna merluza, esto les traía de cabeza y sacaban sus
conclusiones, que cuando estalló la guerra se lo dijeron a mi padre y por esta
causa nos llegaron muchos sufrimientos que mas adelante explicaré.
En el treinta y cuatro, que es cuando se implantó la República, yo tenía ocho
años, pero tengo unos recuerdos claros que creo son de esas fechas.
En Palencia se celebraba algo, y había muchos actos, que se celebraban en el
Parque del Salón, una concentración muy importante, ¡ría gente de los pueblos
y habría un mitin de alguien importante, no sé quien era, mi padre fue y me
llevo para que lo viera, como iba a ser por la mañana, nos fuimos a dormir allí,
a casa de una tía lejana que se llamaba Enriqueta, por allí estaba la casa del
pueblo, y por la noche pasaba una multitud de gente con banderas cantando
una canción que no he olvidado, después la he oído muchas veces.
Decía
Soy un pobre presidiario
Soy un pobre pajarito
Que nació para volar etc. etc.
De ver aquello se me pusieron los pelos de punta, iban a buscar a la cárcel a
los presos, se ve que había habido alguna amnistía, son las conclusiones que
yo saco.
Por la tarde volvimos al pueblo con mi tío Poli que también había ido por la
mañana, pero él sin que nadie se enterase por que como tenía la panadería se
escondía sus ideas, mi padre como era el único del pueblo que se había
permitido el lujo de poder ir, me imagino que llegaría al pueblo todo orgullosos
explicando lo que habían hablado los conferenciantes, esto van siendo puntos
que se sumaban para su desgracia cuando empezó la guerra (la envidia).
Paso de largo algún tiempo y llegó el 1 o de Mayo del treinta y seis, se celebra
el día del trabajo
Al amanecer nos despertaron muchos cánticos, eran los obreros que iban
cantando por la calle esta canción
Levántate obrero amanece ya
El primero de Mayo, fiesta general
A pedir trabajo, y que baje el pan
Hasta conseguirlo no hemos de cesar etc. etc.
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Me recuerdo de toda la canción con los años que hace no le he olvidado, fíjate
si pedían poco, trabajar para poder comer.
A las once de la mañana empezaba la manifestación, todo muy bien
organizado, llevaban las banderas de la República y UGT, nosotros teníamos
una hermana de mi padre, tía Rosario, era muy marimandona, y nos preparó a
todos las sobrinas, nos puso un lazo rojo de papel bien grande en la cabeza,
nos soltó las coletas, nos puso mi madre con nuestro vestido de los domingos y
nos colocó en la cabecera de la manifestación, yo recuerdo que llevaba una
cinta de una bandera
Recorrimos el pueblo hasta el Ayuntamiento, que estaba en la Plaza de S.
Pedro, cuando llegamos allí, estaban todos los falangistas, hombres y mujeres
con sus uniformes (el uniforme constaba de pantalón negro, camisa azul
marino y correaje con la pistola a la cintura, los otros desgraciados iban con
pantalón camisa y alpargatas.
Cuando llegamos, la cabecera de la manifestación
a entrar en el
Ayuntamiento, se adelanta un falangista pistola en mano y se dirige a la
cabecera de los manifestantes, y por obra de magia amanece allí mi padre, que
no había ido a la manifestación si no que vivíamos allí cerca y se fue a verlo.
Entonces entre él, otro señor, y el Sr. Nicanor, le cogen en el portal y le quitan
la pistola, fue horrible, las crías llorando, los hombres luchando por el suelo,
llaman a su hermana que vive allí al lado, coincidió que se estaba peinando y
en aquel tiempo llevaban las mujeres moños grandes, por lo que venía con el
pelo suelto por toda la espalda, la cogieron las mujeres del pelo y allí se formo
una batalla campal, pero sus amigos y compañeros desaparecieron todos, allí
dejaron a los dos pobres solos, no se como no se produjo una masacre,
hombre mujeres y niños banderas todo revuelto por el suelo (Se llamaba
Teobaldo).
Este fue el principio de nuestro calvario y se denunció y mi padre tuvo que ir a
Frechilla con el Sr. Nicanor a declarar, allí era el partido judicial de momento
fueron dos veces.
Esto fue en Mayo, en Julio el dieciocho estalló la guerra civil y eso estaba ahí,
mi padre, yo creo que se veía fusilado.
A partir de esa fecha se van precipitando los acontecimientos, venían todos los
días camiones llenos de falangistas de otros pueblos, supongo que los del
nuestro irían al pueblo al pueblo de ellos, llamaban a los de izquierdas al
Ayuntamiento a declarar, y si lo que decían no era lo que ellos esperaban que
les contestaran, les daban trompazos, patadas, y a veces, como una vez que
vino mi padre a casa con la cara sangrando de un trompazo que le dieron con
la culata de la escopeta y le rompieron el tímpano del oído, todo su afán era
que les dijera que el dinero que le mandaban de Rusia, por quien se lo
enviaban ¿ como iba a contestar a eso, si no era verdad?
Pues todas las noches cuando llegaba del trabajo, tenía que presentarse al
Ayuntamiento a declarar, y cada día lo mismo. Llega un día que le dicen a mi
madre, que hoy vienen a buscarle para llevarle a la cárcel, claro mi madre se
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va a donde trabajaba para que no venga. Por la noche le vienen a buscar a
casa, y claro no estaba, estábamos nosotras solas con una tía muy viejecita
que vivía con nosotros, la tía Balvina, entran en casa como una jauría de perros
buscando y tirándolo todo, no sé que pretendían encontrar. Nosotras
estábamos acostadas llorando, no levantaban los colchones para ver si había
algo debajo, sacaron toda la ropa de un baúl, mirando que había entre las dos
camas (entonces no había armarios), tiraron toda la ropa al suelo, papeles,
documentos, se ve buscaban de donde nos mandaban el dinero. No
encontraron nada, la tía llorando, y pidiendo por favor que no asustaran a las
niñas.
Al final cuando se iban, uno dice oye mira lo que tienen aquí, mi madre había
dado el suelo de cera, y para que no lo pisásemos había puesto por todo,
hojas de periódico, y resulta que ese periódico era el Mundo Obrero, que mi
primo Feli que tendría unos diecisiete años, con motivo de que él que los
distribuía se fue algunos días a Asturias, se encargo él de venderlos cobrando
alguna pequeña compensación, y los que quedaban sin vender se los dio a mi
madre, para que los pusiese por el suelo, entonces dijeron que mi padre recibía
el Mundo Obrero, y se ve que ese periódico era comunista.
Nos dicen que al día siguiente se presente en el Ayuntamiento, tuvo que ir Feli
en el burro a buscarle donde estaba, y como no tenía otro camino que
quedarse en el campo huido o volver, me imagino que opto por lo segundo, me
imagino como le iría, y así cada día dependía de quien estuviese para tomarle
declaración, Guardias Civiles o Falangistas, la paliza era mas o menos
llevadera, por que era un pueblo pequeñito que todos eran familia mas o
menos cercana, pero se dividió entre los que eran de derechas y los que eran
de izquierdas, antes de estallar la guerra, supongo que los obreros que tenían
que ir todos los días a la plaza para ver si les daban un jornal y que por el
menor dinero posible les explotaban. Yo recuerdo de ver a los obreros padres
de muchos hijos, ir el sábado a pedir por las casas para dar de comer a sus
hijos, los otros días iban a otros pueblos, había hambre. Como el hambre es
muy malo llegó un momento que se enfrentaron a los que le daban trabajo, en
este clima se llega a Julio lo pagaron caro al haberse atrevido a protestar eso
fue todo lo que había pasado en aquel pueblo, los ricos eran de derechas y los
obreros de izquierdas.
Pero los obreros que estaban fijos todo el año en alguna casa, ese se convirtió
inmediatamente de derechas, por que no podían quedarse sin comer diciendo
lo contrario, y empezaron los odios y rencores entre hermanos y primos, unos
perseguidos y los otros alardeando de uniforme por que convirtiéndose en
subditos tenían sus prebendas aseguradas.
A raíz de esto, le manda el Capataz (que éramos como hermanos)y de estas
personas tengo mucho que contar, a trabajar a León, supongo que par evitarle
de acudir cada día al Ayuntamiento, pero a los dos o tres días le llaman que se
presente urgente, el pobre muerto de miedo, coge e I primer tren que encontró,
un mercancías larguísimo que pasaba de noche por la estación de Cisneros,
pero no paraba, entonces aprovechando que había una ligera subida y el tren
iba mas lento se tiró, y se rompió la clavícula y el brazo, así llego al pueblo
como pudo, pues estaba la estación a tres kilómetros.
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Llamaron al médico y certificó que no podían sacarle así de casa, el alcalde D.
Félix, que eran quintos de mi padre, y a la vez era médico, en atención también
prohibió que le llevaran, por que lo que no he dicho, es que se le llamó para
ingresaren la cárcel de Palencia.
Estuvo ocho o diez días que no podía salir de casa, venía todos los días a
comprobarlo la Guardia Civil, por que a tres que tenían que llevar con él, ya los
habían llevado.
De repente se presentan un día dos falangistas y le dicen que al día siguiente
este preparado, que a las nueve en el rapidillo le llevan a Palencia, a la cárcel
claro.
No me olvido de aquella noche, todo mis tíos y la abuela pasaron la noche en
casa, era un drama, al final se lo llevaron, pero le llevaron sin el consentimiento
de nadie, por que ya estaban hartos de esa parsimonia, de que no se lo podían
llevar, por que alguien le protegía, así que le cogieron y a la cárcel.
A los dos o tres meses de marchar los que fueron antes, que es con los que
tendría que haber ido, volvieron a casa, por que no tenían nada por lo que
juzgarlos, pero mi padre quieto en la cárcel, ni juicio ni nada, hasta que mi
padrino que era de Villarrauniel, y Alférez de Requetés, tomó cartas en el
asunto y resulta que mi padre no figuraba ni como preso preventivo, le cogieron
dos niñatos le metieron en la cárcel y allí pasó diez meses, si no es por mi tío,
que resolvió todo lo que pudo allí se pudre.
Al fin sale, eso si tuvo que pagar una multa de quinientas Ptas., en eso se fue
el dinero que sacó mi madre del cerdo que teníamos para nosotros, el otro
como mi padre no trabajaba, había servido con lo que sacó de la venta para
sobrevivir nosotros.
Volvamos atrás y empecemos desde que mi padre ingresa en la cárcel, le
despidieron de RENFE, de empleo y sueldo como se dice ahora, y por
supuesto nos retiraron los pases que teníamos para viajar gratis.
Como teníamos que ir a Palencia para llevar las mudas, otra vez interviene el
Sr. Peláez (el capataz) me deja el pase de su hija y a mi madre el de la Sra.
Valeriana, jugándose que se lo retirasen, y se quedasen ellos sin nada, pero
esa familia para nosotros fueron mejores que hermanos, cuanto nos ayudaron,
nunca pasó nada, por suerte, por que no fueron una vez ni dos, fueron
muchísimas, nosotros íbamos a buscar el pase como lo más natural del mundo.
Los lunes les llevaba la ropa, no solo para mi padre, si no para todos los que
estaban presos, por que nadie tenía un duro para ir a Palencia.
Me ponían cuatro taleguitos atados para adelante y cuatro para atrás, no
pesarían demasiado, por que se limitaban a mandar una camisa, calcetines,
camiseta y calzoncillos, los pantalones y jerseys no se cambiaban mucho por
que en aquellos tiempos decían que la pana no se podía lavar, por que se
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estropeaba, así que hasta que se rompían por que en el pueblo no había
tintorería, los pantalones se tendrían derechos.
Yo iba con mi cestita con el asa en medio y dos tapas, como la de Caperucita
por que mi madre y yo nos convertimos en las recaderas titulares, igual traía
zapatos para los crios que pantalones, y si no les iban bien los cambiaba.
En una ocasión traje al crío del Sr. Quintiliano, el traje de marinero de la
primera comunión, como se compraba grande para que le durara, y se ve que
no eran muy exigentes, así que a la primera acertamos, como el Sr. Quintanilla
era el barbero, practicante y dentista del pueblo, fue mas espléndido que los
demás, me dio diez céntimos de propina, Me compré en el próximo viaje un
cuento de Andersen, pero poco a poco ya me espabilé y me iba comprando
algunos cuentos, con la perra que me daba mi madre para comprarme un
chorizo de callos, yo me compraba una arengada, que me encantaba y me
ahorraba una perrilla, que así llamábamos a los cinco céntimos, con cinco que
sisaba cada viaje me compraba uno, así llegué a tener toda la colección, tenía
La cabana del tío Tom, El patito feo, El soldadito de plomo, y muchos más, lo
que no tenían los niños de mi categoría, yo no me compraba ni un caramelo, ni
un dulce, pero leer era mi obsesión.
Era muy amiga de Angelines la sobrina del médico que como no tenían hijos,
no sé si la adoptaron, era hija de una hermana de Dña. Ramona que tenían
cuatro hijos y eran maestros, como en aquellos tiempos se decía, pasaban más
hambre que un maestro escuela, supongo que para quitarle a su hermana un
poco de carga, se la trajeron ellos, y con ellos estuvo hasta de mayor. Fue de
las que salieron maestros de las monjas.
Allí me querían mucho nuestra amistad empezó por los cuentos, nos los
cambiábamos, pero es que mi madre había estado sirviendo en su casa, y lo
dejó para casarse, la querían mucho, había empezado de niña, pero mira lo
que son las cosas, siempre he oído decir que a mi madre la mató D. Eugenio,
por que se ve que a las mujeres parturientas las atendía una señora mayor
que la llamaban la Sra. Cacharra, como se ve que el parto se alargaba
llamaron al médico, según ellas estaba jugando la partida en el café y vino
corriendo, dice que la metió la mano y mi madre dio un grito horrible, cuando el
se lavó, y se marcho dicen que miraron la placenta y la había arrancado un
trozo de hígado, esa era la versión de toda la familia, con lo que la querían D.
Eugenio y Dña. Ramona, esto lo explico por que viene a cuento,
Otra anécdota de mi nacimiento, nací el día de S. Juan de Sahagún, que era el
patrón de ese pueblo de la provincia de León, por lo tanto eran las fiestas, mi
padre y mi padrino pasaron la mili en África y se hicieron tan amigos que nos
llamábamos tíos y primos a sus hijos, como hacía tiempo que no se veían
quedaron en verse en es pueblo, supongo que no pensaría que mi madre se
iba a poner a parir ese día, o sea, que mientras mi madre estaba jugándose la
vida para nacer yo, mi padre estaba de fiesta a lo mejor dándoselas de soltero,
por que mi padrino se arruino por las mujeres, tenía las queridas, como se
decía entonces, a pares, así le fue que casi tuvo que salir de noche de
Villarraniel y marchar a Bilbao.
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Esto que ahora nos parecería una animalada, no tenía importancia, un parto de
una mujer, era como cuando paría una vaca, por eso no se iba a dejar el plan
de fiesta que tenían.
Perdón, sigo mi relato, yo continuaba todos los lunes yendo a Palencia. Un día
coincidí por la carretera para la estación con un hijo del Sr. Petronilo, Oriol, que
era el que tenía la confitería y el café del pueblo, estaba de maestro en un
pueblo cerca de Palencia y venían todos los fines de semana al pueblo, como
la estación estaba a tres kilómetros, el camino daba para mucho, él se ve que
me observó bien, y vio el afán que tenía por aprender, y la lucha que tenía por
que me habían quitado el primer puesto, aquello se convirtió en una clase
magistral, ya quedamos que él que llegase primero al almacén que estaba a la
entrada del pueblo esperase al otro.
Así, yo, el domingo hacía los deberes y los trabajos del lunes, y él me lo
preguntaba y me explicaba lo que no entendía. Un día que tocaba geografía
me dice ¿ves aquellos montes nevados que se ven? (que parecían que
estaban al alcance de la mano), pues son los Picos de Europa, allí está
Fontibre, cerca de Reinosa, allí nace el río Ebro, estaba harta de verlos, pero
nadie me lo había dicho, nunca olvidé que fue él, no recuerdo como se
llamaba, nunca pensaría que siempre tuve de él un buen recuerdo,
Ya nos fuimos metiendo en otoño, y llegó el invierno, mi padre ya he dicho que
estuvo diez meses en la cárcel, pasamos la primavera yendo y viniendo,
algunas veces si llovía o nevaba, me llevaba Feli con el burro del tío Poli, pero
no podía ser si no era una excepción, por que en la panadería había mucho
trabajo.
En aquellos tiempos fueron unos inviernos crudísimos, se llenaban los tejados
de chupiteles y las calles como espejos, de las heladas. Entre mi madre y mi tía
Eusebia tiñeron un cobertor granate, y nos hicieron abrigo a Tina y a mí, como
faltaba para las mangas de ella tuvieron tiñeron un refajo, como el genero era
diferente aunque los tiñeron juntos, las mangas quedaron rojas, y la pobre así
lo llevo, nos los tuvieron que hacer cortos para que hubiera para las dos.
Para compensar la falta del abrigo, me hicieron un vestido de punto, mi madre
compró en Palencia lana, que era la borra que caía de hacer las mantas de
lana (ya se sabe que Palencia fue la tierra de las mantas), pero en aquellos
tiempos las mantas iban al frente para los soldados. Entre mi madre y mi tía
Eusebia, me hicieron el vestido bien largo, que me cubriese lo que no me
tapaba el abrigo, con calcetines bufanda y guantes a juego, no veas lo que
picaba, pero bueno yo iba abrigada y me imagino ahora cuando veo a las
señoras que van de noche vestido largo y chaquetón corto, pienso eso ya lo
saque yo hace setenta años.
A pesar de todo llegaba a la estación congelada llevaba flequillo y del vaho de
la respiración, se convertía en una cortina de chupiteles de hielo, suerte que
por influencias del profesor, pasábamos a la oficina del jefe de estación que
había una buena estufa de carbón, esto podía ser si llegábamos pronto y Laury
me traía el pase por que si no tenía que ir a buscarle yo, y la casa del capataz
estaba lo menos a trescientos metros, tenía que ir corriendo por que si perdía
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el tren hasta otro lunes ya no podía llevar la muda, así que iba y venía
corriendo, que cuando llegaba al tren me faltaba hasta la respiración.
Con ese invierno tan crudo, llegaba a Palencia y tenía que repartir las mudas
primero, ir a la cárcel que era lo más lejos allí estaba mi tío Julián con pena de
muerte, luego iba al Manicomio, donde estaba mi padre, y luego venía al
colegio de Alonso Berruguete, donde estaba mi tío Dimas y Román y
distribuidos en esos tres sitios el resto del pueblo. Cuando ya estaba lista me
venía a los jardincillos, si llovía o nevaba no podía sentarme en los bancos,
comía de pie en un quiosco de helados, que como es natural en invierno
estaba cerrado y en lo que cubría el alero que había alrededor que sería de
medio metro, era donde yo me ponía de pie para comer, heladica de frío, pero
me ponía allí por que estaba el Colegio Alonso Berruguete habilitado para
cárcel donde ya he dicho estaba mi tío Dimas y Román, y veces desde allí les
podía ver por la ventana, después de comer me iba al Manicomio habilitado
también de cárcel, este estaba en la Avda. Casado de Alisal, me sabía
Palencia como Cisneros, ahora no conozco nada, sigo imaginándomelo como
cuando yo iba, y no conozco nada, entonces como un pueblo grande, hace
muchos años que no voy.
Había un señor que era maestro, y muy amigo de mi padre, este señor hacía
de ordenanza, éstos eran los que estaban en la entrada para recoger la ropa,
me tomó mucho cariño y a veces me sacaba regalos que hacía él, una vez me
regaló un bailarín de madera colgado de dos palos y con unas gomas cruzadas
cuando apretabas los palos bailaba, otra vez una estita de pan llena de flores
de colores lo hacían con la miga del pan trabajado, me daba muchas cósicas,
mi padre se ve que no sabía hacerlo me regalo todo le recordaba a sus hijas, a
veces cuando me recogía la ropa me apretaba las manos, ya sabía lo que me
quería decir, por que si llovía o nevaba se ve que los guardianes se relajaban
un poco, por que los reclusos no salían al patio, entonces yo iba al mediodía y
me ponía allí de frente que todos eran almacenes de Coloniales, que decían
entonces, como estaban cerrados a esa hora yo me ponía a resguardo bajo el
alero, otra vez mi padre pasaba dos o tres veces por la ventana, pero sin hacer
ninguna mención, como si estuviese estirando las piernas por los pasillos, y yo
sin hacer ningún movimiento, como si no veía nada, el pobre cuando me veía
allí con el día que hacía, él a cubierto y yo allí a la intemperie, se le rompía el
alma.
Luego venía cuando llegaba la pueblo, aunque llegara a las siete y media o las
ocho, ya era de noche, en la sala de espera yo me fijaba en quien volvía en el
tren, si eran labradores les salían a esperar con el carro, yo procuraba ponerme
cerca de ellos para que me vieran, incluso si podía me sentaba al lado de ellos,
por que era muy difícil, ese tren iba de León a Valladolid y viceversa, y cuando
llegaba a Palencia era horrible, cada uno subía donde y como podía.
Cuando llegábamos al pueblo, se iban directamente al carro, y hacían como si
no te veían, marchaban corriendo con la persona que había venido sola, te
pasaban al principio de la carretera y daban palos a las caballerías para que
corrieran, para no tener remordimientos de conciencia de verte al lado y no
decirte que subieras, si coincidía que iba alguien andando llevabas compañía
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pero si no, cuando veías alejarse el carro en la oscuridad y te quedaban tres
kilómetros de soledad era muy triste.
Con el tiempo mi padre empezó a trabajar, éstos eran los presos que no tenían
ninguna causa, y por buen comportamiento, primero estuvieron arreglando las
calles que había en los alrededores de la Catedral, por allí me parece que
estaba el Hospital de S. Bernabé, cuando llegaba del tren repartía la ropa de
los otros, y me iba al Manicomio corriendo por que entonces salían ellos en
filas dos en dos, escoltados por la pareja de la Guardia Civil con el fusil, si mi
padre conocía a los guardias, yo iba al lado de él a corta distancia, pero si no
tenía confianza tenía que ir detrás de toda la fila como si no me importara nada,
a veces iba un guardia que era hermano de mi tía Petra, era más malo que la
peste, pero claro aunque no quería que mi padre se tomase ninguna confianza,
tenía un detalle le dejaba que entrásemos un rato en una escalera, pero en
cambio me tenía que marchar, por que no me quería ver allí, o sea que con los
malosjne pasaba la mañana por allí, y con él pasaba diez minutos y tenía que
desaparecer.
Después fueron a trabajar por la Carcabilla, empezaron a hacer el campo de
fútbol de la Balastrera, me parece que se llamaba sí, cuando lo he oído
nombrar alguna vez en la tele, me vienen todos aquellos recuerdos, y resulta
que todo aquello que yo vi picar a mi padre, se ve que fueron los cimientos de
lo que hoy es el campo de fútbol, no estoy segura pero creo que si.
Entonces no había tanta maquinaría como hay ahora, iban y venían los pobres,
cargados con las carretillas llenas de piedras gordas aquello era un pedregal,
supongo que por eso le llaman la Ballastrera, allí dejaron, los pobres, sus
energías, con poca comida y bien explotados.
Las Navidades del treinta y seis mi padre las pasó en la cárcel, entonces
permitían que se llevase la comida, mi madre le guisó un pollo, le llevé un pan
blanco, que se cocía integral, uva que se conservaba encima del trigo en la
panera, así se conservaban hasta el invierno aunque un poco hechas pasas, y
en el horno de mi tío le hizo mi madre unos sequillos (unos dulces).
Ese día fue mi tío Alfonso conmigo a verle (él y mi tío Mariano no tuvieron
ningún problema) solo mi tío Dimas y mi padre.
Cuando llegamos a Palencia, fuimos lo primero a llevarle la comida y nos
dejaron verle, estuvimos un cuarto de hora hablando cara a cara, al mediodía
nos fuimos a comer, mi madre me había puesto para comer un trozo de pan y
dentro de la miga un chorizo, por que claro era Navidad, pero como hacía
tantísimo frío mi tío dice, vamos a comer caliente que entraremos en calor.
Entramos en una pequeña taberna que había donde llamaban los Cuatro
Cantones, en la Calle Mayor, pidió judías y salchichas, en mi vida había visto
yo las salchichas, nunca me habían sabido las judías guisadas tan ricas, la
verdad es que mi madre tenía otros dones, pero no el de guisar, al primero en
llegar le encajaba la cocina, de las salchichas nunca se me olvidaron, que
comida mas rica, y una naranja de postre, y después de mayor se lo comente
un día a mi tío, él casi no lo recordaba, para él no tuvo tanta importancia, luego
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el pan lo comíamos integral y racionado, aunque la gente tuviese trigo, por que
en los molinos solo se podía moler integral, y allí no se como sería que lo
comimos blanco.
A propósito de esto, seguramente ya fue algún año después, las fechas me
fallan, como mi tío Poli tenía la panadería y todo lo llevaban muy controlado,
tenía que rellenar cada mes unas hojas, en las que tenía que dar cuenta de
todas las operaciones que hacía, el trigo que recogía de la gente, y la harina
que repartía con el pan, por que los labradores le daban la harina para el año, y
él después les daba el pan cada día, había quien hacían ellos una hornada
cada quince días.
Entonces yo iba todos los meses a arreglar los papeles a Palencia (mejor dicho
a entregar), llevaba una hoja al Servicio Nacional del trigo, y por la tarde, a las
tres, en un tren que había de mercancías con un coche que iba a paso de
tortuga, con ese tren me iba a Paredes de IvTáya^donde estaba el Servicio
Agronómico, allí dejaba la otra hoja y por la noche en el rapidillo me iba a casa.
En aquellos tiempos, se recogió la plata, y la cambiaron por billetes, yo fui la
encargada de llevar lo de toda la familia, de ambas partes, no creo que fueran
muchos miles, pero hice tantos viajes, que me pusieron debajo del vestido de
punto largo, dos bolsos de tela, que era lo que llevaban las abuelas debajo de
las faldas largas uno a cada lado, me ponían en cada viaje, en cada bolso lo de
una tía, con un papelito apuntado lo que había en cada uno, así cambié lo de
todos, mi tío Poli como tenía la panadería iba recogiendo continuamente, para
él tuve que ir varias veces, y para mi tío Vicente, que tenía un negocio de
exportación de paja, también fui más de una vez.
Aquello fue de Jaimito, yo llegaba al Banco de España, y me ponía a la cola
con mi cesta, la gente ni se fijaba en mi, creían que iba con alguien mayor, pero
cuando me tocaba el turno, me remangaba y empezaba a sacar puñaditos a
puñaditos las pesetas, la gente se partía, los del Banco ya me conocían de
verme cada día, por que la operación duro varios días, ya era como de casa.
Pero todo no fue de color rosa, en la Avenida de Casado de Alisal, había un
cuartel de italianos y otro de alemanes, entonces los aviones republicanos
venían a bombardear esos cuarteles, o al menos eso decía la gente, por que
allí no hubo guerra, no estaba lo que decían el frente, pero los aviones venían a
bombardear.
Un día yo estaba en los jardincillos, y empieza la sirena, de repente vemos los
aviones y la sombra de las bombas encima de nuestras cabezas, corrimos al
Edificio de Correos, allí nos bajaron a un sótano oscuro que habilitaron como
refugio, se ve que los aviones iban bajísimos, estuvimos allí casi una hora,
salimos y marchábamos corriendo a la estación porque ya era la hora del tren,
entonces nos enteramos que las bombas habían caído en Casado del Arinsal y
habían matado a una pareja de novios y la madre de la chica que habían ido a
comprarse ropa para casarse, eran de un pueblecito de la provincia, creo que
fueron los únicos muertos que hubo.
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Otro día estábamos en la estación y empieza la sirena, salimos todos corriendo
de frente de la estación por la carretera Cristo Lotero, todo eran trigos altos, la
gente nos decía tumbaros, por que los aviones volaban por encima de la
estación, se ve que buscando el mismo objetivo, el tren marchó por miedo a
que lo bombardearan, y nosotros allí nos quedamos, algunos se quedaron a
dormir en la sala de espera, yo me fui a dormir en casa de una familia del
pueblo.
Cuando llegó la hora del tren y yo no llegué (entonces no había teléfono ni
radio en el pueblo) y los que llegaron dijeron que había caído una bomba por el
Cristo, y que mucha gente se había ido a los trigos por allí, hasta el día
siguiente por la mañana que llegue, mi madre la mujer me imagino lo que
sufriría.
A raíz de eso, yo cogí mucho miedo lloraba que no quería ir, pero claro había
que ir, yo dormía en casa de mi tía Antonia, comía allí, por que mi tío estaba en
el frente, y como mi prima Tan], era pequeñísima, yo la tenía y se la cuidaba, el
día que tenía que ir a Palencia yo lloraba que no quería ir, mi abuela y mi tío no
se atrevían a decirme que tenía que ir hasta que no venían a buscarme por
que se hacía tarde, suerte que yo creo que no bombardearon más o por lo
menos yo no lo supe.
Al fin sale mi padre de la cárcel, pero no podía volver al pueblo, el día que salió
fue mi madre a buscarle y a pagar la multa, se fueron a dormir en casa de la
Sra. Librada, una señora del pueblo que tenía un hermano en la cárcel con mi
padre, al día siguiente fui yo para llevarle ropa y lo que necesitaba.
Mi padre me esperaba en la estación, cuando le vi casi me tiro con el tren en
marcha, casi un año que habíamos estado sin mi padre, fue una alegría
inmensa.
Aquella noche dormimos los dos en una cama de ochenta, y el día anterior
habían dormido los dos en la misma cama, y en la de al lado un hijo que tenían
enfermizo, decían que se le había metido el reuma en el corazón, yo después
de mayor he oído decir que las anginas cuando estaban tan mal y se tragan
toda esa pus va a las articulaciones y al corazón, entonces no se operaba y
eso era muy malo, yo no se si sería así pero era un chaval de catorce o quince
años, y me pareció un viejecito.
Al día siguiente mi padre tenía que pasar por la comisaría para regularizar su
situación, fuimos los dos, mi padre no las tenía todas, por que lo suyo había
sido todo tan anormal, sin juicio ni nada, y que aún estaba pendiente lo del
primero de Mayo que no se sabía nada y tenía miedo que le dijeran que no
había salido el juicio y tenía que volver a la cárcel, por suerte no fue así.
Mi padre ya estaba en la calle pero aún quedaban otros en la cárcel, entre ellos
mi tío Julián, que pasó tres años y no sé cuanto con pena de muerte, mi tío era
una persona muy inteligente, leía muchísimo, como mi tío Poli, mi tío Julián, ya
era algo mayor cuando estalló la guerra, él fue el secretario de los socialistas,
por eso le echaron, pena de muerte, y fue de los primeros que llevaron a la
cárcel, pero con unas panaderas terribles, le dieron con la culata en el pecho, y
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no se que le pasaría, pero le lisiaron para toda la vida, cuando volvió al pueblo
vino todo agachado y enfermo, y no volvió a ser él.
Otro que no sé que sería, ni si tenía algún cargo, fue el Sr. Angelin (le llamaba
así por que era muy bajito) este hombre se tiró al monte se fue por Cerbatos o
Villalcon, allí el campo era más agreste para poder esconderse, en mi pueblo
había grandes extensiones de terreno muy llano, donde casi no habían ni
árboles, era parte de la meseta castellana, cuanto mas hacía Carrión de los
Condes, que terminaba el Valle de Campos se acercaba hacía la parte de
Aguilar de Campoo y ya había un terreno muy montañoso, pues se ve que él
fue buscando un refugio un poco mas seguro, el caso es que se ve que por la
noche bajaba hasta la entrada del pueblo donde había una casa aislada y
comía de la comida que ponían a los cerdos y algún huevo, un día se
encuentra con la criada y con la barba por la cintura y el pelo al cuello, y se
llevó un susto de muerte, pero logro tranquilizarla, y le dijo por favor que no
gritara que era de Cisneros, pero que estaba huyendo por que si le cogían le
iban a matar, a partir de ahí la chica le dejaba algo de comida escondida, pero
un día se ve que lo vio alguien y se lo dijo a al Guardia Civil, y cuando bajo le
estaban esperando en la "marranera", cuando los vio intentó huir, pero le
dispararon y le mataron allí.
Los primeros que se llevaron del pueblo fueron mi tío Dimas, un (pedregal de
apodo), y otro que también lo apodaban el pelao, este salió con la amnistía de
la cárcel, estuvo en la cárcel, por que en una discusión de taberna mató a un
hombre, pero cuando estalló la guerra, se le llevaron y mataron. A los dos los
tiraron a una cuneta de la carretera, a los dos o tres días los encontró algún
pastor y lo mandaron decir al pueblo, salieron a buscar a mi tío por la noche a
escondidas, de día no se atrevían, mira el terror que había como mi tío estuvo
incomunicado, hasta que no pudo escribir, pensaban que lo habían fusilado, y
resulta que no se porque a los otros lo mataron, y a él lo llevaron a la cárcel.
Mi padre en esa casa estuvo algún día, pero allí no podía estar, se busco otra,
una señora del pueblo muy mayor, viuda, se llamaba Marina (que buena era),
era como si mi padre fuese su hijo, y yo su nieta, se ve que mi madre mandaba
la comida, y de eso comían los dos y o cuando iba que aun tenía que ir a llevar
las mudas a los presos que quedaban, allí estábamos como en casa. Todas las
semanas le mandaban un cuadernillo de una novela de aquellas que decían
por entregas, se llamaba la Niña del Arroyo, por la noche yo se le leía, si a este
drama le sumas que no sé porque la Sra. Marina no tenía luz eléctrica y allí los
tres con la luz de un quinqué llorábamos a moco tendido, cuantas desgracias le
pasaban, pobrecilla y al fin te quedabas con el alma en vilo, esperando a ver
que le pasaba la próxima semana, yo iba ciega a Palencia para ver que
pasaba.
Mi tío Dimas ya salió de la cárcel y marchó al frente, no sé sí Román también.
Mi padre empezó a trabajar en el Manicomio con los locos, no donde estaban
los presos, estaban a las afueras de Palencia, yendo para Venta de Baños, y la
casa de la Sra. Marina, estaba en el lado opuesto, por la carretera de
Santander, era muy lejos, entonces se fue en casa de mi tía Irene que vivía en
el Tercer Barrio de los Cuarteles, al salir de Palencia.
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Por allí estaba la famosa fábrica de armas Sta. Bárbara, se instaló allí, y
aquella gente, que no sé si en realidad eran familia nuestra, pero si teníamos
algún parentesco, sería muy lejano, tenían cinco hijos le ponían a mi padre de
tío que no veas. Allí mi padre estaba muy bien lo regentaban las monjas, mi
padre trabajaba de noche por que no había camas, así dormía de día, que las
camas estaban libres.
Se ve que había una monja, que como mi padre era tan trabajador, cuando se
iba le preparaba un gran bocadillo, con un bistec, una pechuga de pollo o una
tortilla de patata, por que tenían animales y un huerto muy grande que
trabajaban los locos que estaban mas cuerdos, mi padre a veces trabajaba en
el huerto y le daban de todo, galletas, fruta y hasta alguna docena de huevos,
aquellos crios cuando llegaba mi padre a casa iban como locos a ver que les
traía, nos queríamos mucho todos, parece mentira que ahora no se quieren
casi ni los hermanos y entonces ibas en casa de una persona que si era familia
no sabía ya ni que parentesco tenías de tan lejano, pero les acogías con todo
el cariño, los de mi generación aun tenemos algo de lo que vivimos con
nuestros padres, la gente joven, la familia termina casi en el marco de la
puerta, todo ha cambiado.
Como había crías como yo sobre todo la Nina que era algo mayor que yo, por
que la Teo estaba sirviendo en una tienda de ultramarinos que estaba de frente
a la Fábrica de Armas, una noche mucha gente del barrio fuimos a ver D. Juan
Tenorio, que lo hacía D. Enrique Borras, en el Teatro Principal, se tenía que ir
andando, no creo que había autobuses, y lo menos había dos o tres kilómetros,
cuando volvíamos para casa los crios muertos de miedo y en fila por la
carretera que era muy estrecha, chocan dos coches, y con el trompazo uno
viene a parar donde iba la gente, engancha por la chaqueta al padre de la
amiga de mi prima (que era él el que iba al cargo de nosotros) en una fracción
de segundo el coche vuelve al centro de la carretera y estampa al hombre
contra el otro que estaba atravesado en la carretera, aquello fue horroroso,
veníamos muertos de miedo los crios (al menos yo), con lo que habíamos visto
en la obra, toda la función se desarrollaba en el cementerio entre muertos que
hablaban.
En el Cristo Lotero, que es una montaña donde hay un Cristo enorme que se
ve desde diferentes puntos de la provincia, había instalados unos focos muy
potentes, se ve que para enfocar los aviones por si venían por la noche, el caso
es que giraban continuamente, como entonces, no había como ahora, casas
tan altas se ve que iluminaban toda la ciudad.
El caso es que cuando se iba el haz de luz nos quedábamos completamente a
oscuras y cuando volvía la luz veíamos a aquel hombre hecho una piltrafa, la
chaqueta toda desgarrada, le salía la boata que ponen los sastres en el
delantero, y la cabeza aplastada, con un ojo sacado de la cuenca, y colgando,
aquello era horroroso, las crías llorando y gritando, lo menos tardó en morir
medía hora dando estertores, a las crías no llevaron a casa para que no
viésemos aquel espectáculo dantesco, pero nunca se me ha olvidado el
Tenorio.
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La vida sigue, en el mes de Febrero viene mi tío Dimas con permiso, un
domingo por la mañana después de salir de misa, como se ve que hacía un
día soleado, se reúnen unos cuantos hombres en un cara al sol a saludar a mi
tío, que entre unas cosa y otras, hacía bastante tiempo que faltaba del pueblo,
serían siete u ocho, avisan a la Guardia Civil y los detiene por reunión
clandestina, entre esa gente estaba mi tío Felipe, el padre de mi primo Feli, un
pobre hombre analfabeto, un buenazo, no tenía ni amigos, ni enemigos, él
nunca iba ni al bar, se ve que no durmió en toda la noche con el drama que
tenía se sentó al lado de la trébede^ la cocina donde se hacía el fuego con paja,
que servía para hacer la comida y calentar la casa, se pasó la noche allí con la
jarra de vino al lado, y por la mañana mira como iba, el pobre, que se meó por
los pantalones abajo eso en pleno invierno, así llegó a Palencia completamente
remojado.
Fuimos mi tía Emiliana y yo para acompañarles, para ver que pasaba, les
llevaron a la Diputación, había unas escaleras anchísimas y allí a un lado de
las escaleras había unos bancos les pusieron allí mientras un guardia subió
para arreglar los papeles, el otro se quedó con nosotros, como estábamos bien
visibles, cuando subía la gente y nos veían a mi tía y a mi sentadas entre ellos,
nos miraban como a un bicho raro, se ve que pensaban ¿y la cría que habrá
hecho?.
Esto se solucionó, ya no estaban las cosas tan terribles como al principio, en el
mercancías de las tres, marchamos para casa, todos, menos mi tío Dimas, que
como estaba en el frente de castigo, le suspendieron el permiso, tuve que
volver por la tarde en otro tren a llevarle el macuto con la ropa militar.
En la misma estación, se cambió de ropa en la sal de espera, delante de la
gente, cogió un tren que salía por la tarde y marchó para el frente, no sé en que
frente estaba, pasó mucho miedo, por que él fue de los que llevaron con los
que fusilaron, al bajar el guardia con la libertad para todos y él tuvo que esperar
a ver que decidían, se volvió a ver otra vez en la cárcel.
Con mi tío Dimas, por diferentes causas tuve mucho roce, estando en el frente
cogió las fiebres de Malta o tifoideas, no sé que sería aquello, el caso es que le
trajeron a Palencia, estaban en un Seminario que habían habilitado para
enfermos que venían del frente con otras enfermedades infecciosas, estaba
medio deprimido, era algo deprimente unos techos altísimos, y las ventanas
allá arriba, unas salas grandísimas con camas a los dos lados,
Yo iba, y como era invierno, me pasaba allí el día con él, por que al menos allí
estaba a cubierto, por que calefacción no había de ninguna clase, se calentaba
el ambiente con el calor de aquellos cuerpos calenturientos, la monja me decía
Conce ¿a hacer compañía a tu tío?, y alguna vez me traía una tacita de leche
caliente con alguna galleta, supongo que cuando le traían la merienda, para
que entrara en calor le debía de dar pena.
Se mejoró y marcho al frente, un día mandó en una carta unas tiras de los
negativos que ahora vemos de dibujos animados, en aquellos tiempos no
habíamos visto ni lo que era una máquina de retratar, aquello nos impactó
mucho, lo mirábamos a la luz y veías las imágenes, pero el hombre lo mandó
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pensando en mi, que era la que había tenido a su lado en todas las aventuras,
pero mi abuela lo cogió y se lo dio a mi prima Seve, que era la hija de mi tía
Rosario, su preferida, yo era hija de su hijo Juan y no era lo mismo. Le escribí a
mi tío una carta que no se enteró nadie, por que en aquellos tiempos para los
soldados no había que poner sello, así que no tuve que pedir dinero a nadie, se
ve que le decía lo que había hecho mi abuela, y como me sentía yo en aquel
momento, el pobre escribió enseguida diciéndole a mi abuela que los
repartiera, que la que me los merecía era yo, cuando me fueron a dar unos
cuantos, les dije que se los quedasen que yo no los quería, era pequeña, pero
a mí no me pisaban, cuando volvió a venir con permiso me trajo un escapulario,
dice que estaba bendecido, eso se ve que como desagravio.
Mi padre cambió de trabajo, y se viene a un pueblo que se llama Becerril de
Campos, estaba a mitad de camino, ya se iba acercando al pueblo, pero aún
no podía volver, su trabajo consistía en empacar paja, mira como iba
cambiando de oficio.
Trabajaba para un señor que se llamaba Mariano Cornejo, era verano
entonces, supongo que yo tendría entre trece o catorce años, de las edades y
las épocas estoy bastante confusa, no así de los hechos.
Como mi madre tenía que arrancar las lentejas, segar el trigo, y cuidar de las
crías, mi padre alquiló una habitación con derecho a cocina, en realidad
disponíamos de toda la casa, una casa hermosa de labradores y además
nosotros teníamos la mejor habitación, estaba arriba, con un balcón grande que
daba a la plaza donde estaba la iglesia, la carnicería, la farmacia, y todo. Yo no
sé porque ellos dormían en una alcoba abajo que solo cabía la cama
encajonada en la pared, supongo que por que arriba podían sacar un alquiler y
abajo, no.
Eran un matrimonio sin hijos, bastante mayor, el se llamaba Pionio y ella
Estefanía, así que tuve que ir a cuidar a mi padre, por que él iba por las eras a
empacar tenían que madrugar mucho, por que con la fuerza del Sol era
horrible, así que en la mediodíada cargaban los camiones, y por la tarde
cuando bajaba un poco el Sol volvían a empacar.
Así que se levantaba a las cuatro de la mañana, se comía un par de sequillos,
y se tomaba una copita de aguardiente, y yo a las nueve le llevaba en un
pucherito de porcelana, con su tapa las sopas de ajo, ese era el almuerzo, a
medio día en el mismo puchero le llevaba las lentejas o los garbanzos con un
poquito de chorizo y tocino, yo comía con él, y por la noche otra vez sopas y
un huevo frito, de ese huevo me daba a mi un par de untadas de yema cuando
estábamos todos en casa, de ese huevo que se hacía al padre por que
trabajaba, nos daba una untada para cada una, no se lo que quedaba, pero eso
era sagrado, él nunca se comía el huevo solo.
En esa casa pasé tanto miedo que solo si explico lo que pasé allí tengo para
escribir un libro.
El Sr. Pionio era un santo, ella le trataba a baqueta, pero ella para mí, en
aquellos tiempos, era como yo me imaginaba debía de ser una bruja, llevaba la
cara y las manos llenas de roña, las uñas completamente negras, el vestido
nunca se lo vi lavar, y el pelo lo tenía completamente blanco y rizado, que
limpio debería de ser precioso, tampoco era fea, yo me la imaginaba bien
limpia y la veía como una Sra. mayor majísima.
En cambio en la casa se podía comer en el suelo, era una cosa exagerada,
parece mentira que ella fuese tan sucia y los suelos del portal y la casa, todo,
dado de cera, que te veías la cara de lo que brillaba.
Por el portal entraban las caballerías, que había dos muías y un burro y tenían
que entrar por el portal, por que no había otra entrada, y se resbalaban con las
herraduras y echaban chispas, enseguida íbamos con el cuenco de la cera a
reparar las huellas de las herraduras, tantas veces pasaban, la misma
operación.
Enseguida me convertí en la Cenicienta, jamás estaba en casa. Me enseño a
hacer todo, tenía las sartenes viejas, pero aquello brillaba como ahora el acero
inoxidable, me ponía de rodillas en el suelo para fregar, como no había agua
corriente en las casas te ponías un barreño con agua caliente y con jabón
hecho con sebo y sosa cáustica, al lado un cubo con un poco de agua para
aclarar, las sartenes fregaban con esparto que sacábamos de deshacer las
sogas viejas y el brillo a las sartenes con una suela de alpargata de esparto y
arena del rió que siempre había en un cuenco lleno eso no faltaba, quedaban
las sartenes como la plata, pero mis manos con la sosa las tenía llagadas
siempre.
Como tenían mucho campo, se ve que dieron a trabajar a medias a un señor
con muchos crios, ella como se pasaba la noche por el campo, se ve que traía
todo para casa, había dos habitaciones oscuras y se ve que allí tenía todo lo
que traía, allí había cestos de manzanas, peras y de todo, yo no se que hacía
con ello por que yo no vi nunca que vendiera ni diese a nadie, a mi a lo mejor
me daba uva o algo cuando se le estropeaba, entonces lo limpiaba me lo ponía
en un papel envuelto, y me lo daba. Un día les oí reñir con aquel señor, y la
gritaba desquiciado ladrona y sinvergüenza.
Como mi madre la mujer no podía, cuando íbamos o venía me traían calcetines
para zurcir y los de mi padre, me ponía en el balcón a coser, como yo no había
tenido balcón en casa, me encantaba, así que me ponía aunque fuese a pleno
sol. De frente había tres hermanas solteras y mayores que no tenían familia
pero vivían muy bien, a veces bajaba a coser con ellas a su puerta que había
soportales y estaba muy fresquito.
Me dijeron, que de la Sra. Estefanía, nadie sabía nada de su vida, la gente
creía que era hospiciana, y se casó con este hombre y la trajo al pueblo. Como
era tan adusta no tenía amistad con nadie, cuando iba a Palencia llevaba fruta
y de todo, y cuando venía traía unos regalos de ropa para ella y su marido, que
para que, pero no sé si es que habría estado sirviendo en esa casa o era hija
de alguna gente rica, que en aquellos tiempos si tenían algún desliz las
llevaban a la Inclusa, eso era una vergüenza, me dijo que una vez vinieron a su
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casa, nadie los había visto, tenía una letra preciosa, o sea, que no se había
creado en un sitio sin cultura.
Había en el portal un palanganero, que era donde nos aseábamos, que era un
pie de hierro, arriba la palangana y abajo una jarra blanca de porcelana, al lado
un cantarero con los cántaros de agua y colgado de la pared el perchero,
estaba lleno de ropa, había un abrigo marrón con el cuello de piel de zorro,
precios, le pregunte, que por que no se lo ponía y me contesto ¿tu me imaginas
con eso? y se puso a reír con todas las ganas, ella me decía que todo eso se lo
regalaron donde estuvo sirviendo.
Una día me enseñó una bolsa de ante con collares, anillos y relojes de él y de
ella, rosario, todo de plata, como yo no estaba acostumbrada a ver eso me
pareció un tesoro.
Antes que nosotros tuvieron un matrimonio con cuatro hijos, el señor era
barbero, tenía la barbería donde dormíamos nosotros, y al lado en una
pequeña alcoba dormían todos, dicen que a los pobres crios no les dejaba
entrar en casa, les cerraba la puerta y los crios se pasaban el día en los dos
soportales riñendo y llorando, hasta que encontraron otra casa.
Al entrar por el portal estaba la bodega, siempre con la tapa levantada para que
no hubiese gases del vino al fermentar: Como la casa estaba toda obscura,
para que no entrase el Sol, al llegar el verano, las claraboyas que había en el
techo las pintaba con yeso, y después ponía palos de los majuelos encima, así
la casa al no entrar el Sol estaba fresca, paro a mí aquella boca de lobo, me
tenía agarrotada de miedo, pasaba corriendo y pegada a la pared de frente, por
que como estaba todo el día sola.
En ese mismo portal había una puerta, siempre cerrada, me tenía intrigada,
daba una ventana a la calle pero siempre cerrados los cuarterones, un día me
encuentro la puerta abierta un poco, y pensé que ella estaba dentro, como yo la
llamaba y no me contestaba y no me contestaba me decidí a entrar y ¡ madre
mía me quede alucinada¡
Era una estancia que constaba de una alcoba y el comedor, en la alcoba había
dos camas de matrimonio y en el comedor una mesa grande con seis sillas y
un aparador o alacena con las puertas de cristales.
Pero lo que me impactó fueron los complementos, las camas de hierro dorado,
brillaban como si fuesen de oro, unas colchas de ganchillo blancas, arrastrando
por el suelo, las sábanas de hilo con todo el esbozo bordado (esto del hilo lo he
sabido después, cuando he conocido las telas) con unas puntillas de bolillos, lo
menos de diez o doce cm. De anchas, y las iniciales de los dos, entre las dos
camas una alfombra preciosa, el suelo como toda la casa encerado.
Separando la alcoba del comedor, unas cortinas granates de terciopelo, y
cogidas con unos cordones dorados y unas borlas. En el comedor estaba la
mesa con unas patas todas trabajadas y el aparador con unas caras, como
aquellos soldados que iban con armadura, la puerta de cristales con lo cual, se
veían las tazas de china y copas, yo no había visto esos muebles tan preciosos
25
nada mas que en casa de D. Eugenio, el médico, creo que serían de nogal por
lo que brillaban.
Pero lo que a mí más me impactó fueron las sillas, tenían en el asiento las
mismas caras, pero mi asombro es que estaban todas completamente forradas
el asiento de papel de plata, completamente nuevo, sin arrugar y las caras bien
perfiladas, allí nunca se había sentado nadie, pero mi pregunta sigue siendo la
misma ahora ¿de donde había sacado ese papel? Que cada asiento medía lo
menos medio metro cuadrado, y en aquellos tiempos yo no había visto ese
papel, nada mas que en las tabletas de chocolate, y eran pequeños, como
nunca le dije que lo había visto, me quede sin poderlo preguntar, y siempre me
tuvo intrigada.
Como yo me convertí en la criada mas o menos, yo tenía que llenar cada tarde
el saco de paja, en el pajar, se hacía cada mañana la lumbre para guisar,
duraba todo el día yo no lo hacía por que no sabía, eso era como un ritual, se
echaba puñado a puñado par que quedase la paja en su punto, era
complicado y yo no sabía que era el único sistema de fuego que había para
guisar y calentarse, una cosa hecha de obra que se llamaba trébede.
El pajar era mi calvario, tenía un miedo atroz, tenía que atravesar la cuadra
donde estaban las caballerías, completamente oscuro, solo con la pequeña luz
que pasaba por la claraboya después de tapada, yo sabía que había ratas
como conejos, por que por la noche cuando estábamos en la cama las oíamos
correr y chillar, así que, ya entraba dando golpes por todos los sitios llenaba el
saco corriendo y salía despavorida.
Un día tenían una gatita que la queríamos mucho, y voy a entrar en el pajar y
me veo a la gata luchando con una rata más grande que ella, daban unos
saltos horribles, y la gatita unos aullidos horrorosos, salí corriendo como loca
llorando, mi padre prohibió que yo llenase mas el saco, desde entonces lo
llenaba el Sr. Pionio.
El caso es que la gatita desapareció, la busco por entre la paja y por todo, y la
gata no amaneció por ningún lado, pasó mas de un mes, y un día sale la
pobrecilla, seca acobardada, como si llegase a una casa extraña, le faltaba un
ojo, pobrecilla cuanto habría pasado, no se si habría comido.
Yo no se como sería que me encontré una amiga, su madre(después me
enteré que era marquesa) una mujer guapísima con una educación refinada,
pero estaba completamente inválida, iba con silla de ruedas, las piernas
parecían algo sin vida, se las ponían en la silla como si fuese "un trapajo", no la
veías nunca en la calle, solo salía para ir a misa, si estaba su marido la llevaba
él, si no las criadas, iban a misa todos juntos los dueños y los sirvientes.
Yo no recuerdo de ninguna manera como la conocí, ni como me hice amiga de
Margary a su madre le llamaban Doña Margarita, como a la cría no la dejaban
jugar en la calle, era yo siempre la que iba a su casa. Jugábamos en un
pequeño jardín donde entre dos maderos le habían puesto un columpio, yo me
divertía, y además cada día me daban la merienda, unos días bocadillo de
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chorizo o jamón, otros días hacían chocolate, y lo comíamos con bizcochos,
ese día su madre merendaba con nosotras.
Alguna vez nos enfadábamos, yo me iba a casa, al día siguiente, la chica,
cuando venía a la carnicería me venía a buscar, me decía ha dicho Doña
Margarita, que vayas esta tarde que no hagas caso a Margary, como si no iba
no tenía amigas, y a mí me iba muy bien la merienda, iba, y ella contenta, por
que si yo no iba estaba sola.
Después de varios años viviendo en Sariñena, venía un señor a casa que era
mozo de tren y era de Becerril, le pregunte por aquellas personas, y me contó
que Doña. Margarita era de Madrid y era marquesa, yo no me había enterado
cuando iba, dice que su padre era Coronel o General, no sé que me dijo, pero
una graduación alta y para la guerra el marido de Doña Margarita, que por
estar estudiando ya les hacían alférez (entonces todos los niños bien de los
pueblos iban con estrella).
Se ve que éste labrador de pueblo enamoro a ésta señora, como se ve que
tenía mucho dinero, y era hija única, se casaron, la pobre se pasaba la vida en
aquel pueblo acostumbrada a vivir en Madrid, siempre estaba bordando, la
hicieron un bastidor grande, cuadrado con patas a la altura de la silla de
ruedas, y desde el suelo hacía bordados preciosos que se ve que regalaba a la
iglesia.
Él, yo no sé dónde estaría, pero en casa solo le vi un par de veces, pero yo no
he visto una mujer con más alegría que aquella, se reía con lo que hacíamos
nosotras, parecía la mujer más feliz del mundo, ese recuerdo es muy bonito.
Otro recuerdo que tengo de aquel pueblo, es que vamos a lavar con la Sra.
Estefanía al Canal de Castilla, estaba un poco apartado del pueblo, pero como
no había agua en las casas, había que ir a labrar allí, como era verano eso era
una juerga.
El Canal de Castilla, era la ruta que seguían unas barcazas que venían de
Aguilar de Campoo, como Castilla era el granero de España, se ve que iban
cargadas de trigo, y volvían con la harina, en Grijota y Palencia a orillas del
Canal había grandes fábricas de harina, iban tiradas con una reata grande de
muías, cuando venía la barca todas nos teníamos que quitar por que iban por la
orilla, pero las crías nos íbamos corriendo detrás por que un poco mas adelante
había unas compuertas, y eso era muy divertido, metían la barca allí y la
hacían bajar de nivel, eso para nosotras era lo más divertido.
No hace mucho tiempo en un reportaje de TVE 2 oí que hablaban de todo
aquello, el proceso que seguían y lo que habían hecho de aquellas
instalaciones, como lo tenía en el subconsciente me encantó, ahora se ve que
es un reclamo turístico.
El verano ya iba adelante, yo oía a Margary que hablaba de irse a Madrid,
estaba todo el año con los abuelos, iba al colegio allí, en Navidad y Semana
Santa, iban allí sus padres, ella ya no volvería hasta el verano, por eso no
tendría amigos, yo como no tenía que ir al colegio mas, me moría de envidia.
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Por fin avisan a mi padre para ir a Trechilla al juicio dichoso, como allí no había
tren mi madre le esperaba en la estación de Cisneros con el burro, para ir al
juicio tenían que ¡r y volver en el día, así que yo me quede en Becerril.
A mediodía estaba yo en casa sola como siempre, bajaba de mi habitación y al
llegar al portal, donde he dicho que estaba el perchero, el palanganero y el
cantarero, bajaba yo con el caldero de limpiar arriba, y se oye una explosión
horrible, se levanto una de polvo tremenda y todo había sido allí mismo donde
estaban esos tres elementos, como pude pase por encima de todo aquello, yo
solo oía gritos y juramentos, salí gritando a la calle diciendo que alguien había
salido de la bodega y había tirado una bomba, como hasta que no dejó de salir
aquel polvo no se pudo entrar, solo se oían gemidos, cuando entraron dos o
tres hombres, aquello era un espectáculo, los gritos y las blasfemias eran del
vecino de al lado, un señor muy corpulento y mayor, lo menos pesaba ciento
veinticinco kilos, se ve que se iba a buscar los rastros y las cribas a su granero
y aquello se vino abajo, había un boquete enorme, así que con los tablones
que cayeron, el ruido del palanganero, cántaros y demás y semejante mole de
hombre, era lógico semejante estruendo.
Luego sacaron las conclusiones, estas dos casas antiguamente habían sido de
un padre y una hija, con lo cual al construirse no miraron mucho, la de la hija se
construyo después en un solar de al lado, parte de ella se hizo encima de la
casa de los padres, por eso cayo encima de la casa nuestra, y por es regla de
tres, supimos que las ratas que corrían y chillaban no eran debajo de nosotros,
sino en el granero de este señor que estaba pegando a nuestra cama, como
nunca se habían dado cuenta el Sr. Pionio compro la casa de los padres
cuando murieron, y esto se descubrió entonces.
Este hecho tuvo muchas repercusiones, a ese hombre le tuvieron que llevar a
Palencia en una camioneta, que es lo que tenían mas a mano, entonces no
había muchos coches.
Yo no quería ni volver a entrar cuando llegó la Sra. Estefanía, yo aún estaba en
casa de aquellas vecinas, que me habían dado de comer.
Laury, la hija del Sr. Peláez, venía cada semana a buscar el vino, por que
tenían allí una viña y una casa de sus abuelos, y tenían una bodega donde
guardaban la cosecha, y vino casualmente ese día, cuando me vio tan
asustada venga que nos vamos a Cisneros, a mi no se me habría ocurrido, el
caso es que recogí lo que tenía mío, y nos marchamos, ella llevaba su pase, yo
sin nada, suerte que el interventor ya nos conocía y no nos dijo nada, esa era
un año mayor que yo, pero era un trasto.
Llegamos a Cisneros y mi padre ya estaba en la estación esperando que
llegara el tren para volver, cuando llegó el tren del otro lado y nos vio amanecer
a las dos, mi padre pensó que me había cogido por las buenas, y sin mas me
había llevado por que le dio la gana.
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Cuándo le explique lo que había pasado, el pobre solo me decía hija mía tienes
que volver ¿cómo se iba a hacer el pobre todo, si se pasaba el día y parte de la
noche en las eras?
Estaba muy contento, en el juicio Teobaldo había declarado que a él nadie le
había hecho nada, y salieron absueltos, ese hombre fue buenísimo, si él quiere
matan a medio pueblo, después estuvo bastantes años de Jefe de Prisiones en
Palencia, se ve que le quería todo el mundo.
Mi padre había hablado en Trechilla con un señor que era también exportador
de paja, tenían en la estación de Cisneros los almacenes, por que allí podían
cargar los vagones, solo faltaba que le diesen permiso para volver al pueblo.
Con esa angustia volvemos otra vez a Becerril, yo muerta de miedo cuando
veía aquel boquete, por que se tardó mucho en tapar por razones burocráticas,
fue bastante complicado el Sr. Pionio se sintió muy perjudicado por no haberle
explicado cuando compro la casa cual era la situación, tuvo que intervenir el
juez y todo, yo cada vez que pasaba me creía que iban a volver a caer ratas o
alguien, estaba allí horrorizada.
Por desgracia, nuestro regreso se precipitó, estuvimos muy pocos días a raíz
de aquello. Un día nos mandan recado que salga mi padre a la estación, mi
madre iba para Palencia con la cría que se había cogido la mano con el torno
de bregar el pan en la panadería de mi tío Poli, aquello fue un trago gordo mis
padres marcharon a Palencia, y yo en próximo tren marché a Cisneros para
quedarme con mis hermanas.
Allí el pan era bregado/que se llamaba,/con la miga muy compacta, para eso
se pasaba entre dos rodillos completamente juntos, metidos en una especie de
cajón abierto por arriba para meter la masa, entre el rodillo y el cajón pasaba
como una especie de oblea muy justa, nosotras decíamos hostias, por que
eran como las que nos daban para comulgar, pero sabíamos que allí no se
podía meter la mano por que te la podía llevar el torno que era eléctrico y
funcionaba con una rueda grande sujeta con una polea que le hacía girar a una
velocidad horrible, este trabajo solo lo podían hacer las personas mayores por
que era muy peligroso y tenían que tener mucha rapidez para meter la mano.
Ester, que era de la piel de Barrabás, estaba con unos primillos en brazos, y no
se le ocurrió otra cosa que meter la mano en el cajón para coger un poco de
aquella masa.
Aquello fue una fracción de segundo, le paso la mano por entre los rodillos, la
suerte de la serenidad de mi tía Maria que apagó la llave, y más pronto puedo
paro la rueda y le empezó a dar a mano en contra dirección hasta que se paró,
pero luego tuvieron que volver a dar a mano para sacar la mano que le llegaba
hasta la muñeca.
La llevaron a una Clínica particular, donde la operaron, no sé que le habían
hecho pero a los pocos días volvió con la mano en cabestrillo, los dedos se le
habían doblado, pero después de estar unos días en casa, que me recuerdo
que le hacían masajes en una palangana, con el agua de cocer las patitas de
29
cordero, decían que eso era para reforzar los tendones, no se si eso sería así,
supongo que les mando hacerlo el médico.
La mano empezó a oler de una manera horrible, nadie decía nada cuando
estaba en la cama como dormíamos todas juntas no había quien lo aguantara,
hasta que un día llaman a D. Eugenio y dice que había que volver a Palencia,
entonces fueron al Hospital, yo creo que estaba empezando a cangrenársele
algún dedo, el caso es que estuvo bastante en Palencia, y los dedos de la
mano le quedaron completamente agarrotados, otro error médico como el de
mi madre al nacer yo.
Como era verano mi padre volvió a Becerril y mi madre a casa había que
recoger la cosecha y estaba ella sola y con las crías, yo me tuve que ir a
Palencia con Ester, estaba todo el día en el Hospital y a dormir iba a casa de la
tía Enriqueta.
Estos tíos, si es que lo eran, por que no se de donde nos venía la familia, pero
como todos éramos tíos recurríamos allí cuando se necesitaba, era un
matrimonio sin hijos y no me resultan muy amables, sobre todo él, que era muy
serio, por lo tanto pasaba en casa el menor tiempo posible, mi comida era un
cucurucho de patatas fritas, me comía unas pocas para comer y me guardaba
unas pocas para cenar y a veces comía un poco de la comida que le traían a
Ester y allá comía también patatas.
Como hacía mucho calor por la noche salíamos a la calle con sillas a tomar el
fresco, salían todos los vecinos, entre los vecinos habían las chicas de una
casa de chicas alegres, que había allí al lado, en una calle que se llamaba calle
Mancomador, ellas también bajaban con sus sillas y sus perritos, casi todas
tenían un perrito chiquitín que era la alegría de la tertulia cuando llegaba algún
cliente venían a llamarlas, yo oía los comentarios.
En ese tiempo mi madre se fue a hablar con el Alcalde y la Guardia Civil, para
ver si después de lo que había pasado con la cría dejaban a mi padre volver,
por que ya tenía trabajo allí. Ester vino a casa, la pobre con los dedos
encogidos y cada día vuelta con la gelatina a hacerle masajes. Después de
estar viviendo en Sariñena, volvieron a operarla por que en Palencia había un
especialista de los huesos muy bueno, la solución fue quitarle los huesos de
dos dedos y doblarlos para la palma de la mano, después de mucho tiempo en
la palma le salían las uñitas, se las arrancaba con las pinzas de las cejas, así
quedó la pobre para siempre.
Mi padre ya había vuelto al pueblo, como el señor de la paja vivía en Trechilla,
mi padre se dedicaba a ir por las eras a comprar la paja, la empacaban en las
mismas eras y la llevaban al almacén de la estación, como había hecho esto en
Becerril, ese hombre aprovecho la experiencia que tenía para ampliar por
aquellos pueblos el negocio, mi padre era el encargado de buscar obreros y
llevaba todo, él no trabajaba, mi tío Dimas también trabajaba con él, pero a
empacar.
Como yo ya no iba al colegio, y para la aritmética tenía facilidad, con un libro
pequeño de cálculo, que se llamaba, con el que había aprendido me enseñó a
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mí a pasar de kilos a arrobas y a la inversa, yo lo tenía más fácil que él, por que
apenas había ido al colegio, algo aprendió en la cárcel con aquel maestro que
fue su amigo (iba desde crío con mi abuelo a machacar piedra que era el oficio
de ellos) pero mi padre tenía una inteligencia natural, después en los tiempos
del estraperlo cuantas cuentas le tocó hacer de la misma clase, pero de eso
hablaré en su momento.
Bueno ahí empiezo a ayudar a mi padre, tenía una libreta donde apuntaba las
horas que hacían los obreros, y otra grande con las cuentas de la paja, eso si
todo muy limpio y ordenado, cuando llegaba mi padre por la noche me traía
todo apuntado y los dos nos poníamos a pasarlo a la libreta, el sábado venían
los obreros y tantas horas que tenían tanto de sueldo, mi padre el sábado iba a
trechilla con el burro a pasar cuentas, aquel hombre como lo veía todo tan
ordenado y a mi padre con tan buena fe que no se lucraba en nada, estaba
contento.
Llega la hora en que a mi padre le readmiten en RENFE, que era lo que él
estaba deseando, les admitían pero les mandaban castigados lejos de su
residencia, así hubo catalanes en Castilla, madrileños en la otra punta de la
península, a nosotros nos mandaron a Sariñena - Huesca-, un pueblo que ni lo
habíamos oído nombrar, nos pareció que nos habían mandado a la Argentina,
lo menos.
Primero fue mi padre y estuvo algunos meses solo, iba y venía a casa cada
ocho o quince días, hasta que le concedieron una casilla de la RENFE para
podernos traer.
En el último viaje que hizo mi padre solo, yo fui con él hasta Palencia, hacía un
día criminal y el pobre para que no estuviese todo el día por la calle, del dinero
que él traía para pasar los días que le quedaban me dio para que fuese a la
peluquería y me hiciesen la permanente, esto para mí fue una alegría, la
primera permanente de mi vida, no todas podían hacérsela, pero este recuerdo
va unido a otros, cuando volvía por la noche al pueblo no podías andar nos
tiraba el viento para atrás, era horrible, cuando llegue al pueblo, mi madre nos
estaba en casa, había tenido que ir a casa de mi tía Laurentina por que le
habían tirado unos tabiques en el granero y le había cogido al marido debajo,
estaban todos los vecinos ayudando, nostras nos quedamos en casa, pero que
noche más larga, los cuarterones de las ventanas de la panera no ajustaban y
daban unos trompazos horribles, pensé que nos iban a llevar el tejado de la
casa.
Al día siguiente nos enteramos que en Santander había sido una catástrofe, se
quemó bastante parte de la capital (con el tiempo fue una gran tarea de
reconstrucción, en los periódicos de la época se pudo ver) a mi padre le cogió
en Miranda de Ebro, el viento tiró la marquesina de la estación, como era un
enlace entre toda España desde el norte al sur, este y oeste, allí confluían
todos los trenes, como todas las vías estaban enterradas todos los trenes que
iban llegando morían allí y los pasajeros quedaron depositados en la plaza de
toros, hasta que las vías quedaron expeditas, esto supongo que fue en Enero o
Febrero de mil novecientos cuarenta y uno, no aseguro las fechas.
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En marzo de ese año vinimos nosotros para Sariñena, el día del Ángel de la
Guarda, allí había una costumbre que decían, correr la tortilla, íbamos a comer
la tortilla a las eras, como nosotras ya no podíamos ir la Sra. Valeriana nos la
hizo para comerla en el tren, si nosotras habríamos sabido que esa salida era
definitiva, pensábamos que dentro de poco volveríamos.
Ese día empezamos un viaje lleno de aventuras.
Otra vez Miranda de Ebro, teníamos que coger el tren que venía de Galicia
para Madrid, hasta Venta de Baños, y luego en Miranda, hacer otro trasbordo
hasta Zaragoza, y de allí en otro tren a Sariñena, cuando llegamos a Miranda
venía el tren hasta los topes y nosotros cargados como burro, traíamos hasta
una cesta con el perrillo que le queríamos mucho, a pesar de que nos pusieron
un vagón la RENFE para traer todo lo que quedó después de mandar el vagón
que vino delante con las cosas que necesitábamos preparamos un equipaje de
miedo, hasta una azada desmontada, el palo por un lado y la herramienta por
otro.
Al llegar por Burgos a Ester le llega la menstruación, no solamente no
sabíamos que hacer, por que yo era mayor que ella y aún no la tenía, pero
¿quién se atrevía a decírselo a mi madre?, aquello era tabú, la pobre pasó un
viaje de pena, con el tren lleno pasillos y todo, nosotras íbamos y veníamos al
lavabo, lavábamos los pañuelos, y mojados se los volvía a poner, así pasó todo
el camino la pobre.
Llegamos a Miranda, como decía antes aquello era la marabunta, no había
manera de subir, coge mi padre que aún era joven, y se sube por la ventanilla,
y nosotras dándole todos los paquetes, pero cuando nos iba tocar subir a
nosotras, arranca el tren y nos quedamos allí, mi padre se llevaba toda la
comida y el dinero, entonces las mujeres no llevaban bolso, aquello fue un
drama marcho el tren y allí nos quedamos.
La pequeña Fidela, se acercó a alguien y le dieron comida, pero nosotras
muertas de hambre, al final viene el Jefe de Estación a decirnos que no nos
movamos de allí que en un tren que había mas tarde volvería a buscarnos, así
fue dejó los paquetes en Logroño en consigna y volvió a buscarnos.
Cogimos el otro tren para Zaragoza, iba igualmente lleno, durante todo el
camino en el departamento de al lado iban unos jóvenes que nos dieron el
viaje, decían que llevaban un gato y todo el camino bromeando y maullando,
cuando llegamos a Zaragoza mi padre, como el tren moría allí, dice dejar salir a
todos y nosotros bajamos tranquilos, cuando va una de mis hermanas al
departamento de al lado y viene y dice que padre se ha dejado la cesta con el
gato, como íbamos a vivir a una casilla de RENFE en pleno campo, dice pues
mira que bien nos llevaremos el gato por si hay ratones.
Llegamos a Zaragoza, gracias a Dios, como perdimos el otro tren, con éste ya
no podíamos enlazar para marchar a Sariñena, tuvimos que quedarnos en la
sala de espera, llena de gente y soldados, mis padres como no veníamos lo
suficientemente cargados con lo nuestro, aprovechando que veníamos a
Zaragoza, y vivían unos primos de mi padre, nos preparó su familia un paquete
con lentejas, garbanzos, chorizo, etc.
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A las diez de la noche cogen el paquete, y se van los dos a llevárselo, en vez
de ir mi padre y quedarse mi madre con nostras a cuidarse de todo lo que
llevábamos, el caso es que nosotras como habíamos cenado nos pasamos
toda la noche dando de comer al gato. Todo lo que pillábamos al gatico se
movía pero no dijo ni pió, tanta lata que había dado en el tren, pensamos que
era del hambre que tenía.
Como explicaba, mis padres se fueron de la estación de Arrabal a Delicias, que
era de punta a punta, como era de noche se encontraron que no funcionaban
los tranvías, y fueron andando, así que volvieron a las cuatro o las cinco de la
mañana, nos encontraron a todas durmiendo, menos a Esther que no
amanecía por ningún sitio.
Se empieza a movilizar la Policía Armada que estaban de vigilancia y al fin se
la encuentra en los lavabos, se la había llevado una prostituta que se estaba
ganando la vida por allí, como había tantos militares abundaban, y como la
pobre cría venía tan mal, como yo estaba dormida y aquella le habíamos dado
de cenar pan con chorizo, pues ella ya se vio con confianza para que la
acompañara, teníamos tanta ignorancia todos, que no se les ocurrió pensar
que yo con catorce o quince años, y las otras pocos menos, nos podía pasar
algo ¡bendita ignorancia]
Al fin llegamos a Sariñena - gracias a Dios - cuando vamos a sacar al gatito de
la cesta era una coneja preñada que nos lleno de conejos, como el campo
estaba yermo de la guerra que no lo habían podido trabajar, había una plaga
de caracoles, salías a la puerta y los cogíamos a puñados, esa coneja nos lleno
de conejos, no daba mi padre abasto a hacer conejeras, hacía agujeros en el
suelo y a lo que te dabas cuenta ya salía otra carnada.
Con semejante abundancia de caracoles y conejos, nuestra casa se convirtió
en una verbena, todos los días teníamos visita, solo con ser amigos de mi
padre o compañeros venían a visitarnos todos los días, claro mi madre que fue
toda la vida un alma candida, les preparaba unas buenas cazuelas, como
estábamos solos en el campo, la mujer tan contenta de ver cuantos amigos
tenía mi padre, así venían a sacarse el hambre, como nosotros traíamos la
harina para todo el año menudo choyo descubrieron.
Con nuestro cambio de residencia, cambiaron muchas cosas, las crías
empezaron a ir al colegio y yo como no podía volver a empezar, me buscan
para ir a aprender Corte y Confección, por que para seguir estudiando aquí era
más difícil, en Cisneros podía ir allí mismo a las monjas, pero aquí, tenía que ir
a Huesca interna, y eso era más difícil, por que allí costaba el colegio setenta y
cinco Ptas. al mes, aquí interna yo que se lo que costaría, no podía ser.
Empiezo a ir cada día a coser en casa de la Sra. Tomas¡cfi&, modista con
mayúsculas, tenía que andar cada día lo menos tres o cuatro kilómetros para ir
y otros tantos para volver, iba por el camino viejo, y volver por la carretera por
que ya se hacía de noche y me daba miedo, pero tenía que dar un rodeo por la
estación y se alargaba lo menos un kilómetro, a veces mis hermanas venían a
buscarme.
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No sé cuanto tiempo vivimos en la casilla, en cuanto encontramos casa en al
estación nos fuimos a vivir allí, eso era otra cosa.
En el tiempo en que vivíamos en la casilla como mi madre era tan buenaza,
todo el que pasaba por allí entraba a verla, ella se pasaba el día sola, así que
se alegraba, entre los visitantes había un mendigo asturiano que como ella era
de por allá, cada vez que llegaba le daba de todo, el a veces la traía un trozo
de jabón, que se ve que cuando pasaba por algún sitio donde estaban las
mujeres lavándolo, se lo robaba, hasta que un día le dice que no tiene maldad,
porque si yo quisiera hacerte algo, aquí sola nadie se enteraría, desde
entonces le cogió miedo, y un día nos enteramos que en una casa que le
habían dado confianza y le dejaban dormir en la cuadra les robó y desapareció,
suerte que nos marchamos de la casilla.
No me he acordado de decir que cuando salimos del pueblo nosotras veníamos
tan contentas, por que eso de ir a vivir tan lejos no sé que nos parecía, pero
cuando llegamos al pueblo nos cayó el alma encima, era un pueblo que no
hacía muchos años que había pasado una guerra y les habían machacado,
estaba todo destruido, pues entre Sariñena y un pueblo de al lado que se llama
Albalatillo, estaba el Campo de Aviación en la estación en lo que era el cuarto
de agentes, había un hospital, y se ve que en Sariñena había toda o parte de la
plana mayor, así que todos los días había bombardeo, se ve que todos los días
venía un avión que le llamaban La Pava y éste se ve que fue la pesadilla
durante muchos días, hasta que al fin cayó, se ve que ese día celebraron casi
una fiesta.
Pues resulta que teníamos una vecina que era de Sariñena y se casó con un
señor de Burgos, se fue a vivir allí y como los ferroviarios tenían un sueldo tan
pequeño se puso a trabajar en una casa a hacer faenas, cuando se ve que
explicó lo que había pasado en Sariñena, y les dijo lo de La Pava famosa,
resulta que su hijo había caído en ese pueblo y pilotaba un avión de esos, total
que para los Nacionales había sido un héroe de guerra que murió por Dios y
por España, y la gente del pueblo las veces que se habían acordado de su
madre, pero no para llamarle bonita.
Como se sabía exacto donde cayó La Pava, vinieron los padres con la Sra.
Teodora y allí le pusieron un monolito recordando que había caído por Dios y
por España.
Cuando nosotros vinimos ya se estaba reconstruyendo por parte de Regiones
Devastadas que era una empresa del Estado, el pueblo empezaba a recobrar
la normalidad, mucha gente que evacuaron a Barcelona o Francia, algunos
habían vuelto, otros les pasó como a nosotros no volvieron hasta después de
los años, y de visita.
Como digo y o iba a coser a casa de la Sra. Tomasa parece mentira que en un
pueblo casi sin vida y con tantas carencias de todo, ella se hizo famosa en toda
la comarca, venían dientas de todos los pueblos, hasta de Huesca y Zaragoza,
lo que ella hacía se veía que tenía un estilo que para que.
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Ella mandaba a Zaragoza por la recadera a hacer bordados y plisados y los
botones y todo lo que necesitaba, yo después que vine a vivir a Barcelona, he
pensado muchas veces, si aquella mujer hubiese vivido en estos tiempos y en
una ciudad, no habría tenido envidia de Pedro Rodríguez, ni Santa Eulalia. Ella
dos veces al año se venía a Barcelona, a principio de temporada, decía que
cargaba pilas.
Esta mujer tenía una historia que guardaba con mucho celo, de su vida ni se
hablaba, pero se ve que había vivido en Zaragoza, donde era una modista de
categoría, se vino aquí donde era desconocida para pasar desapercibida.
Vino con su marido, el Sr. Basilio, estaban todas embobadas por que dicen que
parecía un artista de cine, yo no por que era muy cría. Este señor, estaba
casado y con hijos, se ve que se enamoraron, se liaron la manta a la cabeza y
se marcharon, no sé por que motivo vinieron a parar aquí, ya digo que él era
alto y guapo, ella no sé si medía un metro cuarenta, con chepa, bastante
agachada hacía adelante, decía que llevaba quince operaciones, no se de que
serían, ni si fueron antes o después de conocerse, por que ya digo de su vida
nadie sabía nada.
Como consecuencia de todo esto, se ve que algo tenía en el recto que no
podía controlar los esfínteres, a cada momento tenía que ir al lavabo, y en el
verano alrededor del sillón donde se sentaba no podías estar, y las moscas
acudían en legión.
Explico todo esto para destacar que el amor es ciego, lo único que tenía era
una cara majísima, se ve que de joven había sido muy guapa, cuando yo la
conocí tenía posiblemente sesenta años.
Su marido, en Zaragoza se ve que era un buen ebanista, pero cuando llegó al
pueblo ella le enseño el Corte, y era él quien nos enseñaba a las chicas a
cortar, pues tenía una cabeza privilegiada para eso, el sacaba los patrones de
los figurines unas cosas complicadísimas, nos enseño a cortar, camisas de
hombre, pantalones, pijamas, eso no era cosa de modista, así que la que salía
del taller de la Sra. Tomasa, era una buena modista, salimos muchas de todos
aquellos pueblos, aquello se convirtió en una institución, cada una tomamos un
rumbo.
A pesar de todos sus achaques, él murió bastante antes que ella, entonces es
cuando vinieron los hijos de él, ya casados, a partir de ahí tuvo muy buena
relación con ellos, y cuando murió ella, ellos se llevaron lo que había comprado
aquí, una casa muy grande con tres viviendas, y un local que había un bar
abajo, de la familia de ella jamás se supo.
No quiero pasar de largo mi época de aprendizaje sin un recuerdo para una
persona a la que tomé mucho cariño, la Sra. Marieta la Bachoca, en esta casa
yo iba a comer. Llevaba algo de casa pero yo comía con ellos, esta señora era
más buena que el pan, me trataba con un cariño que para que, era como si
fuese su nieta. Tenía dos hijos mayores y una hija, los chicos eran unas bellas
personas, la hija era como un cardo de áspera, era su madre muy mayor pero
no la ayudaba para nada, como yo era muy cariñosa con ella, me cogió manía
o celos. De la Sra. Marieta nunca me he olvidado, la quería como si fuese mi
abuela.
Pasó algún año y mis hermanas ya habían terminado el colegio, yo terniné de
bajar al pueblo y me establecí en el Barrio de la Estación, donde vivíamos,
empecé a coser por mi cuenta, bastante verde la verdad, con los años y la
experiencia he madurado, pero tenía una buena base.
Empezaron a venir chicas a coser de la estación y de un pueblo de al lado que
se llama Capotesaso, así que en casa todo era alegría y juventud, había en la
estación un montón de chicas, solamente con nosotros, el Jefe de Estación y el
del Depósito de Máquinas juntábamos la docena, allí casi todos los empleados
estaban desterrados como mi padre, había gente de toda España, como esta
estación era donde paraban los agentes que venían de Lérida y Zaragoza, ahí
se cambiaban los empleados y las máquinas y pasaban a lo mejor, doce o
veinticuatro horas descansando, así que la estación era el punto de encuentro,
las chicas que lo menos había treinta y los chicos que venían de servicio
paseaban, y había un ambiente precioso de juventud y alegría.
Nosotros vivíamos en un chalet que tenía una escalera muy ancha de granito, y
en el buen tiempo nos poníamos a coser allí, unas en el rellano y otras por las
escaleras, los chicos que venían al lado a la panadería, buscaban un pretexto
para acercarse, y que alegría había en nuestra casa, cuando nos casamos
todas, se quedaron los pobres, ya mayores que es cuando mas nos
necesitaban bien solicos.
Una vez mis hermanas terminaron el colegio, mi padre se dedicó al estraperlo
como la mayoría de los ferroviarios, compraba trigo y aceite y mis hermanas,
pobres, empezaron a trabajar duro por que subían y bajaban al pueblo con las
bicicletas cargadas, un saco en el manillar y otro en el portaequipajes, aparte
del sufrimiento físico tenían el psicológico, por que era un miedo horrible a
encontrar a la Guardia Civil, entonces ver a los guardias era empezar a temblar
las piernas, ahora es una alegría verles por cualquier sitio, te dan seguridad.
Yo no puedo hablar de eso, por que como cosía yo jamás hice ni un solo viaje,
ahora yo era la señorita y ellas las burras de carga, y como trabajaban las
pobres. Hacían viajes a Cataluña, llevaban una cosa y traían aceite, fueron
unos años de mucho trabajo, lo que pasa es que como había muchas
ganancias, pues gracias a eso vivíamos con mucha abundancia, cuando todo
el mundo pasaba hambre en nuestra casa había de todo, y como yo cosía
nosotras íbamos bien vestidas, cuando otras se tenían que ir a servir, a
nosotras nos tenían a todas en casa bien hartas, ya digo que mi padre fue un
luchador nato, él se iba, a veces, al Ramio, un punto donde los trenes por
haber una fuerte pendiente tenían que subir al paso de una persona, y a veces
parar, mi padre les esperaba allí con una carga de mil kilos de trigo, y cargaban
las máquinas, esto le reportaba unas buenas ganancias, pero no fue una sola
vez que les cogieron y fue la ruina, por que mil kilos a cinco Ptas. el kilo, eran
cinco mil Ptas., nos quedábamos pelados, pero vuelta empezar, así mi madre
la mujer nos iba comprando sábanas y toallas para el ajuar, para cuando nos
casáramos, nosotras cuando veíamos a un gitano homosexual que siempre
traía un par de chicos jovencísimos y guapísimos para llevarle las maletas, y la
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enredaba y siempre le compraba algo, sábanas, toallas, colchas o mantelerías,
nos poníamos negras, la reñíamos por que siempre la enredaba, al final la
pobre casi se lo compraba a escondidas, y mira que cuando nos casamos
todas llevábamos media docena de todo, mira si ella, la pobre, pensaba con la
cabeza, entonces lo podía hacer, después vete a saber que pasará.
A ella, en esa época también la tocó trabajaren la RENFE y después como
vimos que a Cisneros ya no íbamos a volver, se vendió la casa y las tierras, y
se compraron en Sariñena un huerto, así que mi padre terminaba lo uno y se
iba al huerto y entre una cosa y otra lo del estraperlo, suerte que aún eran
jóvenes, pero fue duro, mi madre, pobrecilla, yo no se si habrá alguna mujer
con mayor espíritu de sacrificio por su marido, para que él no fuera al huerto se
iba ella y venía cargada como una muía, por que estaba a mas de dos
kilómetros de casa, y para volver una cuesta arriba horrible, no había ninguna
mujer en la estación que trabajara como ella, pero por quitarle trabajo a mi
padre ella iba toda feliz, lo mismo que a veces le guisaba una cazuela de
callos, para que él se los comiera con los amigos en el bar, cuando venía y le
decía que habían dicho que estaban buenísimos, ella era la mujer más feliz del
mundo, mi padre era un burro trabajador, pero también sabía vivir, mi madre no
salía nunca, ella era feliz con verle a él contento - al final de su vida pasó
cuatro años con demencia senil - no le conocía, pero cuando le cogía la mano
¡como se alegraba] se ve que eso la devolvía a sus recuerdos.
En Sariñena nos fuimos casando, primero Esther, con un fogonero de los que
venían por la estación, después yo con un chico de Sariñena, nos vinimos a
vivir a Barcelona, estaba de conductor de autobuses, después no sé si Tina,
con un chico navarro de Estella que estaba en Francia y le conoció en Andorra,
y por fin la pequeña que se casó con un chico de Sariñena, y que es la única
que se quedo a vivir allí, ellos vivían tres kilómetros separados de ella, unos en
el pueblo y otros en la estación, pero fue la única compañía que les quedó,
pasaron de tener una casa siempre llena de gente a estar solicos.
De solteros íbamos mucho a Cisneros, en casa de mi tío Poli allí donde tenían
la panadería y muchísimo trabajo, siempre fuimos bienvenidos, tenían cinco
crios, y aunque había un chico en la panadería y una chica en las labores de la
casa, como mi tía no tenía mucha salud, le venía de gloría que fuésemos
nosotras o mi madre para echar una mano, luego nos traíamos algún crío una
temporada.
Como yo cosía, cuando yo llegaba mi faena era lo mío, mis hermanas hacían
cosas de la casa, yo iba a Palencia y les compraba ropa para hacerles los
vestidos a las crías y pantalones a los crios, como les hacía las cosas con
tirantes, cuando iban al colegio de las monjas, la directora, la madre Carmen,
les decía ya ha llegado "el demonio" de tu prima, por que las hacía moños raros
y peinados que no se a las monjas que les parecía, dice así que llegaba yo las
cambiaba, mi tía tan contenta, llegó la comunión de Angelines y le hice un
vestido precioso con puntillas y jaretas por la falda, el cuerpo, y las mangas,
todo a mano, mi tío Poli le hice hacer como una especie de meriñaque y la cría
iba como una reina, a mi tía no le importaba lo que gastara, ella disfrutaba
viendo lo que les hacía a los crios, en casa de mis tos íbamos tan felices,
aquellos tiempos son unos recuerdos muy buenos, con el tiempo los viajes se
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fueron espaciando y cuando ellos murieron fuimos al entierro del tío, hace
nueve o diez años y aunque tenemos buena relación con los primos, ya no es
lo mismo, no he vuelto a ir, aunque soy mayor, me gustaría dar una vuelta para
recordar todo y ver como está ahora y ya despedirme, si que me gustaría
pero....D¡os dirá.
Como digo me vengo a vivir a Barcelona cuando nos casamos, tuvimos la
suerte de poder coger un piso para nosotros solos - pues entonces todo el
mundo vivía realquilado - fueron los años de la emigración, todo el mundo
buscaba las ciudades grandes para mirar de encontrar un puesto de trabajo.
Nosotros nos fuimos a vivir a la calle Portal Nou, entonces era Puerta Nueva, por que no se podía poner en catalán, como es sabido - era una casa muy
vieja, tenía una escalera obscura y en caracol, nosotros vivíamos en el cuarto
piso, junto al terrado, entonces allí había una luz y sol precioso, cuando la
gente subía por la escalera se asustaba, pero cuando llegaban arriba se les
alegraba el alma. La casa constaba de una pieza amplia, que representaba la
cocina, luego había un tabique que dividía dos partes, pegando a la calle puse
una mesa de comedor con seis sillas, un buffet, y la máquina de coser, me la
compré para mi santo en Diciembre, nos habíamos casado en Septiembre pero
claro la necesitaba, y en el departamento de al lado, nuestra cama y la mesita y
fuera de aquella alcoba el armario, que estaba junto pero fuera, en lo que hacía
de cocina, como no había puerta, hice unas cortinas de cretona, preciosas con
volantes muy alegres, en la ventana igual, y lo pintamos de un amarillo pálido y
azul claro, cuando la gante veía aquello tan viejo, pero tan limpio y tan juvenil,
se enamoraba, el suelo barnizado de rojo. La única que tuvo la habitación
independiente, fue mi hija cuando nació, su padre la hizo una puerta corredera
y allí la puse una habitación que parecía de muñecas, con la colcha y las
cortinas de volantes almidonados, con el tiempo se fue llenando de muñecas,
todas vestidas con el vestido de puntillas ¡guales y todas almidonadas, era una
casa de muñecas.
Perdón, como lo escribo en directo no puedo rectificar, me he ido por los cerros
de Úbeda, hay muchas cosas que me vienen al pensamiento, y lo meto, pero si
lo volviese a pasarlo a limpio, hay muchas cosas que quitaría, y otras que
pondría, lo puliría un poco, pero no se si me volveré a atrever a empezar, casi
me canso, aunque vuelva a escribir ya no creo que sean mis recuerdos ahora
ya me canso.
Hay cosas de Sariñena que quiero explicar, mis hermanas cuando terminó el
estraperlo y aún antes, iban al pueblo, Esther a aprender a bordar a máquina, y
Fidela a las monjas a bordar a mano, a la vez cosían conmigo, después Fidela
fue a coser con una compañera mía cuando yo me casé y me vine a Barcelona,
ha ido mucho a coser pero no se ha sabido^hacer nunca nada, el coser te tiene
que,gustar.dxcuc i/^aá^UiO t ¿ c ^ / e CMV t j y t u L v ¿ u ^ / t ' : ¿ . r ~ M ^ o
Tina aprovechando que una señora que conocía de Lérida, del tiempo del
estraperlo, había ido a trabajar a Andorra, y nos escribió para que la
buscásemos una chica del pueblo para ir a trabajar con ella. Tina dice que se
va ella, y se fue, no les hacía a mis padres ninguna gracia que se fuera, por
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que Andorra no era lo que ha sido después, estaba casi incomunicada, se iba
con taxi que salía de Lérida.
Se le metió en la cabeza marchar y contra viento y marea se fue. De su
estancia en Andorra ella si que tiene para escribir un libro, cuando llego allí
resulta que no era en el mismo Andorra, sino en el Pas de la Casa, ahora ya se
sabe donde está, entonces aquello era el fin del mundo.
Cuando llegó allí se encontró con que nadie la estaba esperando, por que
entonces el puerto de Envadira era una aventura pasarlo, como tenía que venir
a buscarla el dueño, mientras no paró la ventisca, no pudo pasar. Se paso en
Andorra varios días hasta que pudo venir, pero el viaje hasta el Pas de la Casa
fue una odisea, en principio emprender el camino con un hombre que no
conocía de nada, con nieve casi hasta la cintura y la maleta, la pobre cuando
llego allí arriba le pareció que estaba en el Polo Norte, se cerraba el puerto
todo el invierno, y allí no llegaba nadie.
Yo no puedo explicar su calvario, entonces solamente había como barracones
de madera, a ambos lados de la carretera, y allí estaba un pequeño edificio de
la Aduana, como no había ninguna comodidad iban a lavar al rió Envadira que
pasaba detrás de la casa, como nacía allí bajaba con muy poco caudal y la
pobre, para lavar tenía que romper el hielo, en fin esto solo es una parte de lo
que nosotros nos enteramos, hacía trabajo casi de hombres.
Después, ya se empezaron a edificar edificios normales, los dueños de donde
estaba mi hermana se hicieron un hotel de dos plantas, para ello se tuvieron
que empeñar hasta los ojos con el banco.
Como vino un invierno durísimo, ese invierno quedaron aislados, y allí de
España no podía llegar nadie, sobrevivían con los que llegaban de Francia.
El caso es que como se vieron tan agobiados, tuvieron que venir a buscar
ayuda, mi padre les dio algo y la Sra. Genoveva una amistad que teníamos en
Lérida del tiempo del estraperlo, les dieron otro poco, aquel año y alguno mas
Tina estaba con ellos como una mas de la familia, no solamente no cobraba, si
no que casi pasaban hambre, porque tenían reservas en una bodega para el
invierno, pero esto lo empleaban para dar de comer a los huéspedes, ellos
pasaban como podían.
Cuando aquello empezó a tomar auge el Pas parecía la época en la gente iba a
buscar oro, cuando todo se normalizó, Tina empezó a mandar dinero, no todo
lo que habría podido mandar por lo que trabajaba, allí se hicieron todos ricos.
Con el primer dinero que mando compramos un comedor precioso él más caro
que había, después mis padres un corral muy grande de un ganadero que se
fue de noche, mi padre se lo puso a su nombre, por que la pobre estaba
dejando allí su juventud, y solo pensaba en todos.
Mi padre después con el dinero que le quedaba de vender la casa del pueblo y
las fincas que teníamos en Cisneros, como ya se había comprado el huerto,
hizo una pequeña casa en el corral, y la alquilamos, pasaron varios inquilinos,
nosotros vivíamos de frente en el chalet.
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Tina conoció en Andorra al que ahora es su marido, un español que estaba en
Francia exiliado - esta es una historia muy larga y triste - que yo no la sé
relatar, huyo con su madre y hermanos después que le matasen al padre y a
un hermano de dieciocho años, en Estella (Navarra) él marchó con catorce o
quince años. El caso es venía al Pas por que estaba haciendo un albergue
para los hijos de los gendarmes, él era pintor decorador.
Se casaron y se fueron a vivir a Toulouse, allí vivieron años, después se
vinieron a vivir a Estella donde siguen, ellos no tienen hijos, y en uno de los
viajes que fuimos todas a Sariñena después de casadas y ante notario, nos
hizo una compraventa a cada una y hoy la casa de la estación es de las cuatro,
o sea que de lo que ella ganó en Andorra con sangre, sudor y lágrimas no fue
nada para ella, cuando venía llegaba cargada, para todas camisas y calcetines
de nylon, y todo lo que había allí que entonces no había en España.
Al hacerse mayores mis padres se fueron a vivir con ellos, y allí murieron los
dos, siempre ha sido ella la que ha llevado la carga, y ahora con las hermanas
y sobrinas, aquello es la casa de Dios gracias a Jesús, mi cuñado que es otra
alma bendita, luego tuvieron también a una hermana de él muy mayor.
Menos mal que Dios se lo ha recompensado y ahora que son mayores no les
falta de nada, pero tanto que han dado, veremos a ver como les pagamos
cuando lo necesiten, no materialmente, sino humanamente. En la casa de la
estación al marchar mis padres a Estella se tuvo que dejar el chalet por que era
de alquiler, y en la casa aunque no es un chalet nos hemos reunidos todos en
el verano, han marchado los padres y los maridos de las tres hermanas, solo
queda él de ella, aquellos eran unos años de alegría, con los crios ahora han
cambiado las cosas, aun queda Jesús con el coche para subir y bajar al pueblo
que esta a tres kilómetros, cuando no pueda se acabaron los encuentros, todo
se va acabando, y nuestros hijos se han hecho mayores, a alguno aun le sabe
a gloria ir, a otros con los hijos toman ya diferentes rumbos, todas tenemos hijo
y nietos.
Vuelvo a retomar lo que era mi vida en Barcelona, de recién que llegue empecé
a ir a coser a una casa, que había ido en Lérida, una temporada que estuve en
casa de Esther (ella fue la primera que se casó) fui a coser en casa de una
señora cada día y cuando me vine a vivir aquí ella me recomendó a una
hermana que vivía en la calle del Bruc, estuve yendo un tiempo, como tenía
que llegar mi marido a las siete o las ocho y yo aún no había llegado a casa,
eso no podía ser y le dije que plegaba, y me dijo que vendría a casa, yo como
tenía aquella casa tan humilde, sobre todo la escalera, le dije que yo iría a
probarle a casa, y así lo hacía, le hice un vestido un vestido para ir al Liceo de
una capa de terciopelo de su marido, precioso, luego ellos iban a Ibiza, por que
compraron en aquellos tiempos terrenos y traían vestidos de bautizar de
encaje, preciosos, con varios de esos trajes les hice el vestido de comulgar a
dos crías que comulgaban juntas, estaban encantada, por que esas cosas una
modista que tuviese su clientela hecha no se las hacía, pero yo como había
llegado sin conocer a nadie me fue bien por que no me faltaba trabajo y para mi
era muy importante. Alguna vez vino el chofer a buscarlo, con un cochazo
negro y la banderita, por que el señor era abogado de no se que de la Falange
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o algo de excombatientes y Jefe de los Alféreces Provisionales en aquellos
tiempos se oía mucho nombrar a D. Carlos de Llanos. Cuando se ponía aquel
coche a la puerta impresionaba.
Cuando nació mi hija lo dejé, yo cosía en casa pero esto es punto y aparte.
Cuando hacía tres o cuatro años de casados nació mi hija, esto fue algo que no
puedo explicar, habíamos pasado mas de dos años, que en aquellos tiempos
eran un poco duros, pero así que nos vimos ya acomodados, lo principal se
convirtió en tener un hijo, que fue una niña que para mi, fue el no va a mas,
había sido muy deseada, si hubiese sido un hijo igual, pero con la niña me
volqué, es como una niña que le compran una muñeca de puntillas, volantes, y
almidones, llene toda la casa, la llevaba como una muñeca en aquellos tiempos
era la era de los arruinados, mi hija me volvía loca, no se de donde sacaba
tiempo para planchar y hacer las cosas, hasta para ir al colegio iba Más tiesa
que un mástil, no quiero ser más explícita con esto.
Lo cierto es que en esa casa vivimos mas de doce años, y con una felicidad
inmensa, no se necesitan grandes cosas para ser feliz, yo cosía y mi marido
trabajaba en los autobuses por la mañana, y por la tarde en trabajó en diversos
sitios, hizo desde chofer particular, repartidor de lejía, con un camión en una
agencia de transportes, llevando frutas y verduras del Borne al mercado del
Carmen del Paralelo, no se si os he dicho que su oficio fue de conductor de
autobuses.
Como trabajábamos con tantas ganas y yo de cualquier trapo hacía un vestido
a mi hija y mi, no es de extrañar que la gente pensara que no parecíamos la
mujer y la hija de un autobusero, que entonces parecía un trabajo bastante mal
visto, ganaban cuatro perras.
Cuando mi hija tenía unos seis años, entonces se transmitía por la Cadena Ser,
desde aquí desde Barcelona un programa que dirigía Joaquín Soler Serrano el
famosos Avecrem llama a su puerta, donde el eslogan era hágame el favor
de sonreír, no era un programa de dar al necesitado, sino a alguien que tenía
una ilusión, se le concedía al que tuviera mas gracia para pedirlo o que ellos
viesen con mayor ilusión.
Como ya venía el día de la Madre en Diciembre, yo pensé en darle a mi madre
una alegría, si mi carta salía premiada claro, esta era la ilusión de miles de
persona que escribíamos, pero bueno el no, ya era seguro, por probar no
pasaba nada, el caso es que no se si por las fechas que eran o por que mi
tema les pareció adecuado para aquellas fechas en que casi todas las
peticiones iban dirigidas a dar una alegría a la madre, un día se me presentan
en casa dos señores de Radio Barcelona, y un representante de Avecrem, me
hicieron cantidad de preguntas, pero para nada me hicieron creer que iba a ser
la elegida, se ve que vinieron a observar, a ver como me iba a expresar, por
que esos programa tenían que tener un poco de garra, pero cual no fue mi
alegría cuando a los pocos días, recibo una carta diciéndome que había sido
una de las cuatro finalistas, otra era una chica maestra que pidió una cocina
"económica" que se llamaban entonces, otros dos niños, que en una de sus
travesuras cuando llegaron al pueblo de sus padres con la matanza en la
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maleta, a ellos no se les ocurrió otro cosa que meterse uno dentro y el otro
tirar del asa, como la maleta era de cartón, se despegó el fondo. Ellos cogieron
la cerraron y la dejaron donde su madre la guardaba, pero como ahora venía el
tiempo de la matanza estaban temblando, como la sacara su madre no sabían
lo que iba a pasar, y así otra carta más.
Escribí a mis padres, por que no teníamos teléfono para que pusieran la radio
sin decir porque, cuando llegamos Soler Serrano nos hizo una entrevista a
cada uno, no sé si fue en esa entrevista donde me llevé la lavadora, ellos
decían que era ante Notario, yo llevaba a mi hija y conmigo salió al micrófono,
él me hacía preguntas a mi y a mi hija que parecía una vieja, como era de cara
al público se metió a la gente en el bolsillo, ese fue el día que nunca olvidó mi
madre, pobrecilla, fue una sorpresa enorme cuando abrieron el sobre y salí yo
premiada, unos aplausos de miedo.
Nos habían venido a buscar por la mañana a casa, para llevarnos a visitar la
fábrica de Gallina Blanca, y luego nos llevaron a comer a un restaurante
precioso de la Diagonal, y al fin a Radio Barcelona, nos trataron como Reyes,
fue todo el día una sorpresa detrás de otra, por cierto cuando escribo esto me
entero que Soler Serrano está pasando una época crítica, en una Residencia
de Málaga con Alcehimer, como tuve la suerte de conocerle, me ha dado pena.
Como es lógico. Ese programa que era él más escuchado de España entonces no había televisión - lo oyeron cantidad de personas que me
reconocieron, cuando dije que era de Cisneros de Campos (Palencia) mis
padres cuando les felicitaban se les alegraba el corazón, me escribió mi madre
una carta que la guardaba como un tesoro, con un cariño y una ternura que le
había salido del alma, la guardaba como un tesoro junto al borrador de la que
le escribí, yo no se por que causa he encontrado la mía, pero no la de ella, en
tantos años hemos hechos diferentes cambios de casas y muebles, pero que
pena me da no haberla encontrado, habría preferido que fuese la mía la que se
hubiese perdido, entre muchas cosas me decía - hija mía lo único que no hice
fue llevarte en mi vientre, pero sabes que siempre te llevé en mi corazón, casi
nadie sabía en Sariñena que no era mi madre biológica, cuando se lo decían,
para ella fue más importante esto que la felicitaran, que haber recibido la
lavadora Bru que la mandaron, ahora que ya no existe quiero mandarle mi
amor ¡gracias madre¡ por ser para mi, sencillamente eso, mi madre.
Cuando mi hija tenía diez años cambiamos de piso, habíamos dado sesenta mil
Ptas. de entrada en Enero y nos fuimos a vivir al piso nuevo en Noviembre,
entonces se hacía así y cuantas estafas hubo en esos meses, no dormíamos,
por que dimos el dinero y lo único que veíamos era un terreno que
acostumbrados a vivir junto al Arco del Triunfo, en el centro, donde estaba el
terreno, que vinimos a verlo el día de Reyes, esto era un barrizal junto a Virrey
Amat, solo había un camino de carros lleno de barro y un terreno que nos
dijeron que allí se iba a edificar nuestro edificio, yo solo hacía que ir y venir a
ver si empezaban, y allí solo había dos hombres haciendo los cimientos,
pasamos cinco o seis meses que temíamos que llegase la noche, por que nos
decíamos nuestras preocupaciones, pero no dormíamos ni él uno ni él otro.
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Al fin nos dan las llaves de pisito de sesenta metros cuadrados, pero que a
nosotros nos parecía un palacio, había sido una heroicidad la que habíamos
hecho, por que allí todos los gastos se reducían a pagar doscientas Ptas. de
alquiler, y muy poquito de agua y luz, no había no gas allí guisábamos con una
bombona de camping, la nena en el colegio Pere Vila me parece que no
pagaba nada.
El día que cerré la puerta, y le di la llave a una vecina que su hijo se quedó con
el piso, lloré de pena y miedo, en primer lugar allí tenía unos recuerdos
preciosos, en aquel rincón, en segundo lugar, por la preocupación de ver que
pasaría, veníamos de pagar entre todo unas cuatrocientas Ptas. y entramos
aquí pagando eso por el colegio de mi hija en las Dominicas de la Anunciata,
mil quinientas del piso, el agua como teníamos bañera subió
considerablemente, y teníamos luz y fuerza, y el gas, allí habíamos ahorrado
mucho, por que desde Enero que dimos la entrada hasta que vinimos, con
treinta mil Ptas. que nos dieron de traspaso dejando completamente todo,
hasta setenta y cinco mil Ptas. que dimos de los muebles, dinero en mano, lo
habíamos recogido peseta a peseta, pero aquí yo no sabía que iba a pasar con
mi trabajo, por que nos veníamos lejos, casi despoblado y sin teléfono, de
momento tenía que arreglarme, o yendo yo o diciendo que tenían que venir a
probarse con tiempo.
Bueno, como digo vinimos en Noviembre, ahora hace justo cuarenta años - el
día que asesinaron a Kennedy-.
Contra todo pronóstico seguimos viviendo, gracias a Dios, bastante bien,
aparte de terminar de arreglar lámparas cortinas y cosas secundarias, en Mayo
ya teníamos la televisión, a costa de trabajar mi marido más horas que el reloj,
y yo todo lo que podía y haciendo milagros.
Al venir aquí nos planteamos tener otro hijo, mi hija ya tenía diez años y se
estaba acostumbrando a que todo fuese para ella, si decidimos cambiar de
casa fue por eso, así que, ahora que ya nos veíamos en casa nueva y sin
deber nada, creíamos que era el momento.
Cuando hacía dos años que estábamos aquí nació nuestro hijo, yo tenía
cuarenta años y mi marido cuarenta y seis, si mi hija fue una niña deseada,
éste no fue menos, entonces no sabías el sexo hasta que no nacía, vuelta a
empezar a preparar sus sosas, ya parece que me habían quitado años de
encima, me preparé un vestuario de premamá con toda coquetería, todo el
mundo me encontraba mejor que antes, y era la ilusión que tenía.
Al fin nace nuestro hijo, un niño, yo ya tenía la ilusión cumplida, pero mi marido
se volvió loco y yo de verle a él tan feliz también, éste ya llegó en tiempos un
poco mas desahogados, el día que mi marido nos fue a buscar a la Alianza,
estrenamos nuestro primer coche, un Delfín de segunda o tercera mano, que
nos dejó tirados en mitad del camino y tuvo que coger un taxi para llegar a
casa, después fue a buscar el coche, había sido algo insignificante que él
mismo lo pudo solucionar, ese coche nos pasó como en la primera casa, le
tomamos tanto cariño, que cuando lo vendió casi lloramos, eso que el cambio
fue significativo, cambiamos un Delfín por un ciento veinticuatro nuevo de los
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primeros que salieron, como se ve el cambio de casa no fue ningún drama
como yo esperaba.
Seguimos nuestra vida con nuestros dos hijos, su hermana cuando
preparábamos las cosas se volvía loca de ilusión, pero cuando el niño nació, el
día que vino a la Clínica cuando vio que era un niño no pudo disimular la
desilusión, justo le dio un beso y cuando se marchaba a casa con mi hermana,
me dice hasta mañana, digo no mañana no vengas a darme un disgusto, se ve
que por el camino, mi hermana le hizo reflexionar, cuando volvió al día
siguiente había cambiado de actitud, y los primeros días, que lo pasé bastante
mal, cuando mi hermana que aun vivía en Francia se tuvo que marchar, ella le
lavaba la ropita.
De todas manera si ahora tuviera que volver a empezar, no tardaría doce años
para tener otro hijo, es un desequilibrio total, mientras la mayor ya tiene
responsabilidad con los estudios y necesita algo de aislamiento, el otro es un
torbellino que no dejaba títere con cabeza, tuvo su padre que poner a su
hermana un pestillo por dentro para que la dejara tranquila, entonces se ponía
a llorar en la puerta, y para que callase le ponía por debajo de la puerta un
papel con un dibujo, de momento marchaba, pero enseguida volvía, esto un día
y otro, y yo cosiendo, era capaz de agotar a cualquiera, su hermana que estaba
acostumbrada a que nadie la molestase ni le tocara sus cosas, los primeros
años no fueron fáciles, parte de esto se esta repitiendo con sus hijos, ahora lo
bueno de todo esto, es que se adoran, su hermana es su confidente, mas que
yo, con ella tiene mucha mas confianza, pero de esto hablaré mas adelante.
Cuando el tenía doce años como su hermana, ya nos quedamos solos con él, a
veces digo que es como si hubiésemos criado a dos hijos únicos, yo creo que a
partir de ahí, es cuando más se han querido y valorado el uno al otro.
En el momento que escribo, esto es ocho de Diciembre de dos mil tres, tengo
setenta y siete años, hoy no es mi cumpleaños, es mi santo, lo hemos
celebrado todos mis hijos, yernos, y nietos, y no puedo pasar por alto ha sido
uno de los días más felices de mi vida, todos juntos riendo y disfrutando de la
comida que les he preparado, con todo mi amor por si fuese la última de mi
santo, que la recuerden, la única pena que tengo es que ya no esté su padre
para verles a todos reunidos, espero que donde esté lo pueda ver, que sería
muy feliz, así espero.
Mi hija nos da el primer nieto, fue otra alegría enorme, fue el primero de las dos
partes, así que vino cuatro años después de casados, encima nació el día que
concedieron a Barcelona las Olimpiadas, vino entre el júbilo general, su padre
Miguel Ángel Estrada había sido jugador de baloncesto del Barca, Juventud y
de la Selección Nacional, eso parecía una buena premonición, sus amigos se
presentaban en la Clínica todos eufóricos, parece que traía la garantía que
sería un buen deportista.
Este niño nos colmó de alegría, su abuelo estaba loco con el crío, le hacía
cosas de madera, y el crío nos quería que para que, su niñez la disfrutamos
mucho por que aun estábamos bien, y mi hijo aun estaba en casa, a su tío le
adoraba se volvía loco por venir.
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Borja siempre será el mayor, aparte tenía una locura por que le explicase
aventuras, escuchando se le pasaban las horas, tengo unos recuerdos
preciosos, no sé si él los recordará.
Cuando él tenía cinco años nace le segundo y le llega un hermanito, ellos con
la misma alegría que el primero, pero nosotros como habíamos cambiado en
esos cinco años, lo que hacíamos era por el amor que poníamos, pero sobre
todo su abuelo en pleno declive de la vida, él nació en Agosto del noventa y
uno, y su abuelo murió en Marzo del noventa y dos, en esos meses, yo
empiezo con unas cataratas galopantes, me operaron un mes antes de morir
mi marido, con tan mala suerte que ahí empieza una etapa de las mas
desgraciadas de mi vida.
Cuando muere mi marido me quedo casi ciega y con un glaucoma, que es
horroroso, no quiero dar detalles, cuando más necesitaba a mi marido me
quedo sola, en menos de dos años me hacen cinco operaciones en la cabeza,
dos en un oído y cataratas de los dos ojos y glaucoma, como esto lo pasaron
mis hijos conmigo no quiero recordárselo bastante amargura les di entonces,
esto me marco, tengo un trauma horrible pensando que aquello se pueda
repetir.
Después de operarme del glaucoma, esto se controlo y mi vida vuelve a ser
bastante normal, no veo nada mas que con un ojo, pero tal vez sea por que me
vi tan mal, ahora parece he vuelto a vivir.
Pero el pobre Pol no gozó de los privilegios que tuvo su hermano, que disfrutó
de los dos cuando estábamos con todas las energías.
Tal vez por eso luego me volqué en él, quería compensarle por lo que no había
podido hacer antes, pues casi entre unas cosas y otras, habían pasado tres
años, este era un niño que parecía m frágil, era como un terroncito de azúcar
de dulce, como él sabía que no veía bien era un pequeñajo y me cuidaba, me
daba su manita para pasar la calle, o bajar escaleras, era mi lazarillo, me volvía
loca.
Como ya me defendía bastante bien me llevaba a los dos a muchos sitios,
Borja ya era un hombre, nos cuidaba a los dos, igual íbamos al Zoo, que al
rompeolas con las golondrinas, nunca agradeceré a sus padres la confianza
que pusieron en mi al confiármelos, ellos sabían que las facultades que me
faltaban las compensaba con el amor tan grande que les tenía, aunque a veces
yo pensaba ¿Cómo es posible según es mi hija con sus hijos de leona me los
confíe a mi? Ella sabía que no le defraudaría.
Se volvían locos por venir a dormir a casa de la yaya, les ponía su madre a
cada uno su mochila con su ropa, y como estaba su tío ellos venían con una
alegría que para que.
Los tiempos van pasando y se casa mi hijo ahora ya estoy sola, ellos han
crecido Borja tiene diecisiete años, Pol doce ya no les apetece venir a dormir,
mas ilusión les hace ir a dormir donde su tío, aquí no tienen aliciente.
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Mientras vivió mi marido y desde que se casó mi hija era sagrado, venir a
comer todos los domingos, hubo un tiempo en que por las cusas antes
explicadas esa costumbre se rompió, pero más pronto me vi con fuerzas, se
volvió a recuperar, en este momento no es todos los domingos, pero por lo
menos uno si y otro no, y mientras pueda no quiero que se pierda esa ilusión, y
doy gracias a Dios, por que para ellos aun sea tan importante venir a comer en
casa de la yaya, aunque me reviente mientras pueda y ellos no pierdan la
ilusión lo haré.
Volvemos a retomar el hilo por que me pierdo, cuando ya empezaba a sentirme
casi una inútil, por que los mayores no me necesitaban, ya no tengo que ir a
recogerlos al autocar, ni a quedarme con ellos por que sus padres tienen que
salir, como desde que murió mi marido no coso, y al casarse mi hijo mis
obligaciones son muy pocas, es una sensación de soledad, piensas que ya no
vales para nada, aunque trates de superarlo como estas muchas horas sola,
aunque no quieras pensarlo hay momentos en los que dices ahora ya soy un
estorbo.
Cuando estaba pasando una de esas crisis, me llega el mejor momento desde
que murió mi marido, viene otro pequeñajo, este llega en el momento más
oportuno de mi vida, le tengo aquí muy cerquita de mi casa, es otro niño
esperado por todos, por la parte de los otros abuelos es el primer nieto, y por la
parte nuestra es como si Dios nos ha mandado un juguete a todos, para sus
primos y tíos es como si fuese de ellos, se han vuelto locos, el Pol, pobre, todo
el dinero se lo gasta con el Gerard, es una locura ha sido un niño deseado y
querido es una alegría lo que me ha traído que no lo puedo explicar.
Ahora, como su madre trabaja, nos encargamos los abuelos de él, mi misión es
por la mañana levantarle, arreglarle y llevarle a la guardería, ayer cumplió dos
años, me ha dado ilusión de vivir, estoy haciendo cosas que antes no pensaba,
voy a un centro cívico y no se las cosas que hago, me ha quitado diez años de
encima. Me levanto a las siete menos cuarto y me da tiempo para todo, solo
con ver su carita y las cosas que hace, me levanto cada día con mas energías,
yo creí que no me vería capaz de hacerlo.
Ahora me preocupan los mayores ya va siendo hora de que vuelen solos, sobre
todo Borja que ya va para dieciocho ya piensa en el carnet de conducir, estoy
muerta de miedo, que salga con el coche, que quiera salir de noche, por que
los chico de su edad ya hacen su vida, hasta ahora van juntos con los padres,
pero temo que empiece querer ir a las discotecas, por que los amigos van, y
por hay Borja de las premoniciones que hacíamos al nacer de deporte nada,
como su padre vio que no tenía ilusión tiraron la toalla, es muy buen crío pero
no tiene espíritu de sacrificio, así que se rindieron.
Pol si no cambia es una locura lo que tiene con el baloncesto, éste no va a ser
pívot como su padre, por que está como una sardina de delgado, y de alto
corriente, pero en la cancha se escurre como una anguila, tiene una afición que
se vuelve loco, es muy poco hablador, pero si quieres sacarle algo habíale de
básquet, como haya algún partido en la tele, se los traga todos. Entrena y juega
en el colegio, los lunes va a entrenar a la Federación y otro día con un equipo a
Cornelia, por que dice que este es su equipo, bueno le veo tan frágil que me
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parece a mí y con tanto trajín que lleva, que yo no paro de decir tendríais que
darle algo para ayudarle, me dicen que no que él es espigado pero que tiene
mucho músculo es fuerte, como ven la ilusión que tiene su padre le lleva de un
lado a otro, unas veces a jugar, otras a entrenar, sus padres viven con él sus
alegrías cuando ganan, ya han sido dos años campeones de Barcelona o
Cataluña, a éste cuando le digo yo creo que volverá a haber otro Estrada, no
dice nada por que es muy vergonzoso, pero se pone como una gallina hueca,
veremos que pasa, tiempo al tiempo.
Voy a terminar me he esforzado demasiado los ojos, hace bastantes días que
me encuentro muy cansada, antes escribía como una necesidad, ahora lo hago
por terminar cuanto antes, si la vista la tengo mal, la cabeza tampoco la tengo
clara, tengo necesidad de terminar y descansar.
Antes voy a poner una copia del borrador que guardo de la carta del Avecrem
la que mande estuvo un poco mas arreglada, pero es igual, como de lo que se
trata es de ofrecer a mi madre este homenaje la final de mis recuerdos, quiero
que queden aquí.
Pero hay dos sucesos que me olvidé en su momento de relatar y como esto es
completamente en directo no quiero dejar de explicarlo, por que casi es lo más
interesante de esta historia.
Al empezar la guerra dos chicos del pueblo marcharon huyendo hacía Asturias,
querían llegar allí por que estaban las fuerzas Republicanas, el caso es que
llegaron a León, y vieron que sería casi imposible, uno se volvió a casa para
enfrentarse a lo que fuera y el otro no sé que sería de él.
Llegó al pueblo y como tenían una casa muy pequeña, se cambiaron a otra
donde había corral y pajar, le hicieron un escondite en el pajar, y él día que su
padre le traía para ésta casa, envuelto en un colchón, y una manta y dos sillas
encima del carretillo, y se encuentran con la Guardia Civil que estaban de
patrulla por el pueblo, y se paran a hablar con él sin prisas, al pobre hombre
casi le da un infarto, vivían junto a la puerta trasera del que fue alcalde un
tiempo, desde su escondite le veía salir con su caballo, un día, se ve que se
espantó y le tiró, pues él iba escribiendo lo que hacía Julio Lucilo allí pasó
nueve años, hasta que hubo una amnistía para los que estaban escondidos y
no tenían delitos de sangre, el párroco se encargó de ir a Palencia y de hablar
con el alcalde que pudo dar fe de todo lo que decía era verdad, así pudo salir,
hay un detalle muy significativo la Sra. Andrea era su
madrastra y allí le tuvo escondido nueve años sin trabajar, se mereció una
medalla, sus hermanos le mantuvieron.
Otro caso fue el de un compañero de mi padre, el Sr. Francisco, a este señor
una noche vinieron a buscarle a sus dos hijos, que eran muy jóvenes y los
fusilaron, y se ve que querían llevarse al marido de la hija, pero como en ese
momento no estaba en casa le dijeron que se preparase y fuera al
Ayuntamiento, en vez de ir huyó. Estuvo bastante tiempo por el campo, y
cuando le pareció vino a casa, que vivían en una casilla de la RENFE en pleno
campo, solos.
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Así pasaron mucho tiempo, pero un día al Sr. Francisco le mató el tren y
tuvieron que dejar la casilla, se fueron a Paredes de Nava, que creo que era su
pueblo.
Como estaban las dos mujeres solas con los niños, el capataz Sr. Peláez, que
sabía lo que pasaba, mando a mi padre y a otro compañero a cargar el vagón
con los muebles, como pudieron le camuflaron y se instalaron en aquel pueblo.
Empezó a trabajar en una panadería de al lado, que eran familia, pero tuvieron
la desgracia que la mujer se quedó embarazada, ahí empezó su calvario, la
hacían ir cada día al cuartel para que dijese quien era el padre, ella solo decía
que tenía que sacar la casa y a sus hijos, y no le quedó mas remedio que
ejercer la prostitución, como no pudieron sacarle nada para mayor escarnio la
raparon el pelo, no le quedó más remedio que ir con un pañuelo en la cabeza.
Esta familia fue muy desgraciada, en las tapias de ese pueblo habían fusilado a
sus hijos, con varios más, el marido salió con la amnistía cuando el niño ya
tenía lo menos cinco años.
Contando y recordando todos mis recuerdos me ha quedado una tranquilidad,
es como si ahora tendría la sensación de que he pasado por la vida y aquí dejo
constancia de ello, ya han marchado padres, tíos, y muchas personas que aquí
nombro, para todos ellos mis mejores recuerdos, al hablar de cada uno, he
vuelto a recordarles con todo mi cariño, y el mayor de mis respetos, tal vez
alguien si algún día lo lee piensa ¡qué fantasía¡, no es ninguna fantasía es
parte de mi vida, y como yo en cada momento lo vivía, hay cosas que
sucedieron hace mas de sesenta años, y la vida era así de dura pero lo que
ahora tal vez parezca una exageración, fue como yo lo veía con mis ojos de
niña asustada por lo que pasaba, por lo que me impacto, todo es por lo que
ahora lo recuerdo por que quedó grabado en mi subconsciente, gracias a eso
lo puedo contar.
Teniendo en cuenta que soy castellana a parte de las faltas, se me escapan los
"laísmos" es una costumbre antigua y castellana.
Hay otras pequeñas cosas por aclarar, hablo del cobertor, esto era el
cubrecamas o colcha que era de una tela de lana muy compacta que hacía la
vez de manta.
El refajo era una prenda de abrigo, con la misma tesitura que el cobertor, lo
llevaban las mujeres debajo de la falda larga.
La trébede estaba situada en la cocina comedor, era una cosa hueca alargada
con una pequeña boca central por donde se arrojaba la paja a puñados para
que se fuese quemando poco a poco, encima ponían ropa y una almohada y
allí era una delicia la siesta, esto servía para calentar la estancia y guisar. En
las casa más grandes, que eran las de los labradores, tenían la "gloria" esto
consistía en el mismo sistema, pero debajo del suelo, y tenían por toda la casa
un sistema como de pequeñitas tuberías que recorrían toda la casa y era una
calefacción con un calor buenísimo, por eso la llamaban la gloría, no creo que
esto ni la trébede ni la gloría existan en ninguna casa, ahora tienen en los
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pueblos mas comodidades que en las ciudades, los labradores con la CE se
han hecho ricos, ya no miran al cielo.
Pues mira por donde ayer hablé con mi primo del pueblo y me dice que de
desaparecer las glorías nada, las casas que no la tenían las están poniendo,
por que aunque hay calefacción en casi todas las casas la mejor calefacción
que hay es la gloría, que en las excavaciones romanas se ha encontrado ese
sistema de calentar las casas.
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Copiada de nuevo el 5 de Enero de 1.988, la original fue para Diciembre del
año 1.959 aproximadamente.
BORRADOR DE LA CARTA ENVIADA AL PROGRAMA DEL AVECREM
Para el programa Avecrem llama a su puerta.
Sr. Joaquín Soler Serrano.
Muy Señor mió:
Cuándo escucho su programa, yo pediría tantas cosas que me quedaría
sola pidiendo y ¿quién no tiene alguna ilusión en la vida?
Pero el otro día, pensando en ello, en mi cabeza empezó a dar vueltas
una idea, y solo de pensar que fuese favorecida me vuelvo loca de contenta.
Es el caso, Sr. Soler Serrano que yo tengo una madre muy buena esto
no es ninguna revelación ¿verdad? Por que es lo más normal, pero siendo mi
madrastra, como las llaman, puesto que de éstas escriben las peores cosas.
Pues si señores yo solo tengo recibidas de ella, pruebas del
mayor amor maternal, para mí es una santa y ahora que yo soy madre es
cuando más puedo apreciar todos sus desvelos y quisiera pagarle con creces,
por esto me he decidido a escribir y voy a exponerles mis deseos.
Como Vds. saben se acerca el día de la madre y cuanto daría yo,
por poder obsequiarle como se merece, mi mayor ilusión sería regalarle una
lavadora, Pues cada vez que voy al pueblo donde residen mis padres, veo que
después de llevar cántaro a cántaro el agua desde un lugar bastante distante, y
cuando ya está la pobre agotada, debido a su avanzada edad, es cuando tiene
que empezar a lavar y cuando estoy aquí pienso en eso y me da mucha pena.
Por eso no duermo de pensar en la inmensa alegría que le
proporcionaría ¿no dicen Uds. que hagamos el favor de sonreír? yo les
aseguro que ella al enterarse de mis propósitos no solo sonreiría, sino que
lloraría de la inmensa felicidad que le produciría al ver sus desvelos habían
sido premiados y yo si mi carta pudiese tener un poquito de suerte les quedaría
eternamente agradecida al ver que gracias a CDS. había podido hacerla
sonreír en el día en que todas las madres tienen derecho a hacerlo.
Y rogando por que mi carta no caiga en el vacío les queda de
antemano agradecida SSS
Conchita de Hoyos
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