C<)ME.\T ARIOS NACIONALES Leonardo (laceres * • La elección parlamentaria de marzo entonces, y hasta 1965, la abstención íue bajando cada vez más. Un 30,5% en las municipales de 1960; un 25,5% en la parlamentaria de 1961; un 19,5% en la municipal de 1963 y un 19,4% en la parlamentaria de 1965. Un añu antes, en las elecciones presidenciales, la abstención apenas llegó al 15.2%, en circunstancias que en los comicios presidenciales de 1958 este porcentaje era del 16,5%. En 1967, elecciones municipales, la abslención fue del 23,79o. Ahora, en 1969, y de acuerdo a los dalos disponibles en esie momento, la abstención volvió a ser ía de nueve años atrás. Llegó al 29,5 por ciento. Pero las condiciones no son las mismas de I9bü. Ahora se presentaron sólo ocho partidos políticos, de los cuales sobrevivirán cinco. El resto (Padena, Socialista Popular y Social Democracia) serán eliminados de la nómina Jilos partidos políticos una vez que terminen su periodo los solitarios senadores que los representan. El 2 de marzo no obtuvieron ningún asiento en la Cámara. La Democracia Cristiana, el partido mayoritario en Chile, consiguió un 31,1%. Casi !o mismo que el porcentaje de abstención. De manera que bien podría decirse que csii; ausenlismo es un nuevo partido en la geografía política chilena. ¿A quién le pertenecen esos votos? Sin duda que El nuevo partido no son de la derecha. El Partido Nacional hizo una cam paña costosa. So empleó a fondo y agitó a todo trapo la F.n 1957, en elecciones parlamentarias, la abstención alcanzó a un ~>\.bci>. porcentaje superior al de cualquiera bandera de Alessandri. A la sola advucación de este apede los dieciséis partidos pulílk-os que se presentaron. Desde llido, los nacionales obtuvieron la primera mayoría nacional Chile, país singular bajo muchos aspeaos, se caracteriza más que nada por la regularidad de sus elecciones populares. No hay en América Latina otra nación con una tradición tan respetada como es nuestro proceso electoral, reflejo cicrlo del sistema democrático que todos los chilenos. aún los que militan en partidos ¡oialitarios. defienden aunque sea como "mal menor". El ambiente ciudadano previo a los comicios del 2 de marzo era casi de absoluta frialdad. Ni los encendidos discursos de los candidatos, ni sus giras por las distintas regiones de Chile, y ni siquiera el exceso de una propaganda majadera en los últimos quince días (ver nuestro Editorial) lograron entusiasmar a los electores. Los pesimistas vaticinaron una abstención récord, y los responsables de la Dirección del Registro Electoral pasaron susio al no constituirse las mesas receptoras en ninguna de sus repelidas citaciones. Sin embargo, en la mañana del 2 de marzo el sol estival derruid el hielo, Temprano en la mañana se vio que la constitución de mesas era lodo un éxito. Y la afluencia de votantes fue .casi normal. (Gustavo Alessandri en el tercer distrito de Santiago) y la más alta mayoría en c¡ primer distrito de la capital, con Silvia Alessandri. t i repunle de los nacionales, de 143^ L-n 1967 al 20,9% en 1969. está indicando que sus militantes se jugaron a fondo y rebuscaron en sus bolsillos hasta el último simpatizante. Lu láctica les resultó exitosa, pues subieron de 8 a 34 diputados. Paradojalmente, bajaron en el Senado de 7 a í representantes. En el otro extremo, y considerando siempre a los partidos que más ganaron el domingo 2 de marzo, los comunistas también le pusieron el máximo de vapor a sus cullleras. Partido disciplinado, con claridad en »us objetivos, presentó un todo el país un Érente sólida y ton buenas expectativas. Subieron de 18 a 22 diputados, y de 5 a 6 «enudores. El porcentaje comunista en 1967 fue de 14,£%, y ahora llegó al 16,6%. En consecuencia, es lógico deducir que los votos que no alcanzaron a llegar a las urnas no pertenecen ni a nacionales ni a comunistas. Entonces, ¿de quién son? En el terreno de las hipótesis nos parece que pertenecen al Partido Radical,' en algún porcentaje, y el reslo a la Democracia Cristiana. Suponiendo que la abstención disminuya para los comidas presidenciales al 13%, queda un 16% del electorado que el 2 de marzo no se pronunció y que podría dar el iriunfo a uno u otro candidato. ha posibilitado la organización sindical de los campesinos, que ha puesto el c'nfasis de su acción en lu promoción popular y en la reforma educacional, nu tiuni: por que bajar por el solo hecho de estar en el Gobierno. Más bien el 4.5~i del electorado que antes volaba por el PDC y ahoru no lo hizu, pretendió decir que prefiere una colectividad abiertamente de izquierda o de derecha. Pero no a un grupo político con actitudes aparentemente derechistas, y con discusiones públicas u iravés de las cuales lu opinión púhlÍLit conoce planteamientos contradictorios que van desde un marcado liberalismo a un abierto izquierdismu con apariencias marxistas. No es por cierto el momento, el lugar, ni la ocasión para recriminar a nadie por la baja electoral del partido gobernante. Sin embargo, es importante señalar que a núes¡ro juicio no son los rebeldes ni tampoco los oficialistas los "culpables" de lu baja. Es más bien el L-studo de uuias. las circunstancias producidas, la ima^m que ese partido está proyectando al país. Pero, al margen de las opiniones, la Democracia Cristiana es aún el partido mayoritario, Sus votos propios, en ésta y en anteriores elecciones, conforman un tercio de los chilenos mayores de 21 años y con derecho a votar. No se puede prescindir de él, en consecuencia, para ninguno de los fenómenos políticos que estén por venir en Chile. Lineas definidas El nuevo parlamento Ya se han entregado suficientes antecedentes como para construir una explicación de lo que sucedió en las elecciones parlamentarias últimas. Los partidos que más perdieron en caudal elcL-LÍon¡irio, fueron —en L-SLC orden— la Democracia Cristiana y el Partido Radical, lustamente los dos partidos que en Chile forman el centro. La Democracia Cristiana lució un 42,3 en 1965: un 35.6 en 1967: y ahora, el 31,1%. Los radicales tenían el 16.1 en 1967 y ahora el !3,4%. La baja porcentual fue de un 4,5 y de 2.7. respectivamente. El caso de los socialistas abiertamente divididos es capítulo aparte. La fracción de Ampuero "Unión Socialista" Popular no eligió a ninguno de sus candidatos pero consiguió el 2.3% del eleclorado. Los socialistas de Chile, con Salvador Allende a la cabeza, pasaron con éxito por esta prueba de fuego, bajando el porcentaje que tenían en 1967, antes que se dividieran, en sólo un 1,1%. Vale decir, del 13.9 al 12,8. En consecuencia, los chilenos buscaron favorecer a los extremos. Dieron sus votos a quienes plantearon posiciones claras, ya fueran de la extrema derecha como de la extrema izquierda; y aún dentro de la Democracia Cristiana, si se piensa que la más alta mayoría entre los senadores del Partido de Gobierno elegidos el domingo 2, la consiguió en Concepción Alberto Jerez. Posiciones claras y definidas. Al parecer esto significa que los chilenos no quieren a un Partido Radical —de centro por excelencia, laico y hnmanista— en coqueteos con la izquierda, mientras muchos de sus militantes, y aún de sus parlamentarias, no logran ocultar su tendencia e inclinación hacia la derecha. En cuanto a la Democracia Cristiana, el fenómeno es similar. Claro que con cuatro años de Gobierno, cualquier partido se desgasta. Era lógico que el porcentaje y el caudal electoral demócratacristiano descendiera en alguna medida. Pero un partido que dispone de todos los mecanismos del poder, que ha puesto en marcha la reforma agraria, que Con los elegidos en marzo de esle año, el Congreso tomó una cara absolutamente nueva. Como sucede con frecuencia, la Cámara de Diputados se transformó totalmente. Ya no existe la "aplanadora" demócratacristiana. Los nacionales son una fuerza importante, y los comunistas se mantuvieron en buenas condiciones. La geografía de la Cámara es la siguiente: PARTIDOS Democracia Cristiana Radical Comunista Socialista 1965-1969 80 19 18 15 (•) 1969-1973 55 24 22 15 34 Nacional 8 Social Demócrata Padena J 1 — 144 (*) 150 TOTALES — El Gobierno sigue contando con mayoría. Controla un tercio de la Cámara, y a través de él podrá conseguir lu que deseo usando el recurso del veto. En el Senado el panorama lambién cambió. En relación a la Cámara Alta sucede un hecho singular. Para que un Partido consiga mayoría, necesita una alta votación por lo menos durante un período de ocho años. Recién ahora, cuatro años después (*) Los quinte diputados dtl PS equivalen u lu sumu Uc 9 socialistas de Chite y 6 socialistas populares. Estos últimos no obtuvieron uhoru representación populJi. (•) En el período pasado los diputatku eran 147. Con la mutric (le los DC luán Montedónicú y Manuel Rodrigue/, llucnumán. mis lu designación tomo Ministro di Tierras de! Pudenisia Víctor tiünzdkz. dicho iota] quedo reducido a 144. r'dra csie panudo LI Lotal subió a 150. de haber elegido un Presidente, \¡¡ Democracia Cristiana consigue una altísima representación de senadores. El mismo proceso su repite a la inversa. Los nacionales elegieron 7 senadores en 1961. Esto es lu suma de conservadores y liberales. En !%5 no consiguieron ningún sillón, pero su fuerza se mantuvo intacta. Y ahora, cuando c»mienza a repuntar, consiguió cinco lugares. El nuevo Senado es el siguiente: PARTIDOS TENIA ELIGIÓ TIENL AHORA Dem. Cristian.] 12 13 23 Radical 10 5 9 Nacional 7 5 5 Comunista 5 4 6 Sücialista 4 3 4 Soc. Populares 2 — 1 Social Demócrata I — 1 Independientes 4 TOTALES 45 1 50 50 Hasta el próximo 21 de mayo, el Senado cuenta con 5 representantes de cada una de las nueve agrupaciones provinciales en que se divide et país. De esa fecha en adelante se incorporan cinco nuevos senadores, en representación de la décima agrupación de Aysín y Magallanes. No deja de llamar la atención que los radicales, por ejemplo, disminuyeron su votación, pero consiguieron mayor número de diputados; y los nacionales aumentaron sus votos, pero bajaron en número de senadores. Este último fenómeno ya quedó explicado. Con este nuevo Senado, el Gobierno tiene asegurado un "buen pasar" hasta el término de su período. No es imprescindible, entonces, que el Presidente Freí disponga de la reforma constitucional que permita al Jefe del Estado disolver al Parlamento por una vez en su periodo. Lo lógico, sin embargo, como lo expresó el propio Mandatario, es que se aproveche este período para sacar adelante dicha reforma. De esta manera, si el sucesor de Trei pertenece a un partido ahora opositor, tendrá en su mano el poder para hacer elegir un nuevo Congreso que le permita gobernar y cumplir con su programa. 70 Corrientes del PDC La elección del 2 Je marzo no fue de ningún mudo un éxito para los rebeldes deinócral;icristianos. Ll hecho dique Alberto [erez hubiera conseguido una alta votación en su zona, se debe principalmente a que él como candidato parlamentario es un hombre de posiciones claras. Esto ratifica lo que dijimos en el sentido de que el electorado busca líneas definidas. En el resto del país los vencedores fueron sin dudj lu> militantes que se han pronunciado por la corriente oficia lista. Pero esto dentro de ius márgenes del PDC. La bdiu fue, entonces, pareja para todos. Y no se debe ;i qu¿ algunos militantes se inclinen por el sector rebelde insislicndi en que desde el Gobierno el PDC debe cumplir lo prometido y llevar a cabo la mentada "revolución". No es el momento para hacer un balance de la labor gubernativa. Por lo demás, nos parece que el electorado no se pronunció el domingo 2 de marzo a favor o en contra de lo realizado. Lo curioso es que en eslos comicios s¿ fortakvi. algunos partidos, cuando la gran masa está expresando que no se cree en los esquemas partidarios. El alza de los nacionales se proyecta mas allá de sus militantes. F.l iriuníüdor fue un nombre para el 70, Y lo ayudó el hecho de que ningún otro partido basara su campaña a lo largo del país en una postulación presidencial. A la luz de los porcentajes del 2 de marzo, no c> posible —nos parece— vaticinar los resultados de la presidencial. Alessandri, si es que llega a ser candidato, cuenta con un 20%. La Democracia Cristiana, dependiendo de quien sea su abanderado, tiene ya un jüíé, El FRAI*. M llegara a constituirse nuevamente, cosa que ya parece imposible, dispondría, de un 29%. Todo depende entonce de lo que hagan los partidos políticos desde ahora a septiembre de 1970. En todo caso, no parece posible que los nacionales obtengan algún aliado pura fortalecer la postulación hipotética del ex-Presidenlc Alessandri. No hay en Chile, descontando a los ex-mílitantes conservadores y liberales, nadie que desee volver a un Gobierno de estilo tradicional que sostenga, por ejemplo, la inviolabilidad del derecho de propiedad o que resucite el sistema de los bonosdólares. De todas maneras, hay que reiterar lo dicho: es impi>üiblc en política adelantarse a los hechos. Lo que suceda jera, sin duda alguno, !o que en definitiva los chilenos quieran, ya sea por su propia voluntad o movidos por una campaña publicitaria y psicológica. Santiago, 14 de marzo de 1969.