36 LATERCERA Lunes 25 de abril de 2016 Sociedad Espectáculos Puntuales y enérgicos: así es el regreso de Guns N’ Roses RLa Tercera estuvo en los dos shows que la banda dio en México, marcados por la intensidad, los clásicos y un Axl Rose en mejor estado vocal. RR Tal como en Coachella, Axl Rose cantó en México sentado en un trono. FOTO: OCESA/LULÚ URDAPILLETA Juan Pablo Andrews Ciudad de México La sorpresa es generalizada. A las 21.29, un minuto antes de lo programado, Axl Rose entra al escenario en una especie de scooter, se sienta en el trono prestado por Dave Grohl debido a la lesión que sufrió en un pie, saluda y comienza el primero de los dos shows que Guns N’ Roses ofreció en el estadio Foro Sol, en Ciudad de México, el 19 y 20 de este mes. Los presentes en el recinto se miran atónitos entre sí, ante el quiebre de la acostumbrada impuntualidad que por años caracterizó al controvertido vocalista. Y es que pareciera que este Not in this Lifetime Tour, que se inició el pasado 1 de abril en el Troubadour de West Hollywood- donde Axl se quebró un pie- y que incluyó dos shows en el festival californiano Coachella, busca rememorar la mejor época del grupo y dejar atrás años de conflictos y polémicas. La aventura que reúne a Axl, Slash y Duff McKagan luego de 23 años de desencuentros entre el cantante y el emblemático guitarrista es acompañada por Richard Fortus en guitarra, Frank Ferrer en batería, Dizzy Reed en teclados y como nueva incorporación, Melissa Reese en los segundos teclados y coros, la primera mujer en formar parte de la banda. La energía de los primeros 40 minutos de espectáculo es desbordante. El jocoso inicio con la música de Looney Tunes es quebrado por el atronador bajo de It’s so easy, seguida sin respiro por Mr. Brownstone, dos clásicos del debut de 1987 Appetite for destruction. Welcome to the jungle, Double talkin’ jive y Estranged, acompañadas de fuegos de artificio, desatan el delirio inicial de los más de 65 mil fanáticos que llegaron al estadio mexicano. La voz de Axl luce en mejor estado que en sus presentaciones con los músicos que lo acompañaron hasta 2015. Pareciera que la energía de sus nuevos viejos compañeros le inyectó entusiasmo. Estar sentado y no corriendo puede ser también motivo para tener un respiro extra. Civil war, Nightrain y Knocking on heaven’s door son algunos de los cortes en los que destaca. No obstante, hay momentos en los que luce forzado para llegar a algunos tonos altos y su voz se escucha con un delgado falsete. Slash, con su infaltables Les Paul y sombrero de copa, es un espectáculo aparte. El guitarrista es el más ovacionado en ambas noches. Uno de los puntos altos fue su interpretación de la canción central de El padrino, tal como en la gira Use Your Illusion. McKagan, por su parte, conserva el pulso estruendoso en el bajo, igual que en la época de Appetite for destruction. La afinidad de ambos es nítida: ocho años en la primera época de Guns y seis en Velvet Revolver no pasan desapercibidos. En reiteradas ocasiones de la primera noche, Slash y Duff corren por el escenario, saltan y se cambian de lado. En la siguiente velada, que comenzó a las 21.38, frenó esta acción una tenaz llovizna que se hizo presente a la hora que tocaron. Axl, quien se mostró sonriente, pataleaba desde su trono, como un león encerrado que quiere salir a moverse por la jungla. Incluso se dio el tiempo de bromear y referirse al precandidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, quien en su discurso para llegar al sillón de la Casa Blanca se ha dirigido en duros términos a los inmigrantes mexicanos. “Tenemos que cantar lo suficientemente fuerte para que Trump nos escuche. Vamos a despertar a este maldito”, dijo Rose. Las canciones del Chinese democracy (2008) siguen siendo ejecutadas, ahora en manos de Slash y Duff. Las elegidas son la homónima del disco, This I love y Better. En esta última, Slash, quien se veía entusiasmado interpretándolas, añadió una intro diferente respecto al ál- bum, dándole un sentido más rockero. En la segunda noche fue sumada There was a time, tocada por primera vez con el emblemático guitarrista. Yesterdays, que no había sido parte del repertorio en lo que va de gira, fue incorporada en la segunda velada. Como tantas veces, la popular Paradise city es el broche de oro para cerrar dos horas quince minutos de show. Axl se esfuerza por dar con el torbellino vocal que lo caracterizó en los noventa y Slash se lanza a hacer el solo final tumbado en el piso del escenario. Una postal sacada de antaño. La pirotecnia ilumina el cielo y pone el marco perfecto para que todos los integrantes se despidan abrazados. Más de dos décadas de fuego cruzado entre Axl y Slash parecen haber quedado atrás. Los motivos pueden seguir en la nebulosa. Como sea, una de las bandas más emblemáticas de comienzos de los 90 está de regreso.b