Derechos y deberes de las partes – Ius variandi – ejercicios abusivo

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CONTRATO DE TRABAJO
Derechos y deberes de las partes- Ius variandi –
ejercicios abusivo- Posibilidad del trabajador de reclamar diferencias salariales – Cambio de criterio de la SCBA
Al no haber hecho uso de la posibilidad prevista en
el art. 66 de la Ley de Contrato de Trabajo y optar por el mantenimiento de la relación laboral (art. 10, L.C.T.) sin dejar de
reclamar por sus derechos, el actor mantuvo incólume su potestad
a cuestionar judicialmente -extinguido ya el vínculo por decisión patronal- la extralimitación del empleador en sus facultades modificatorias de la relación y el consecuente reclamo de
reconocimiento de las diferencias salariales habidas producto
del cambio de tareas ordenado contra legem.
Los fines previstos por el art. 66, segundo párrafo
de la Ley de Contrato de Trabajo, no se cumplirían hoy si se interpreta dicha norma
en el sentido de que el trabajador debe
considerarse despedido si quiere obtener las reparaciones previstas en la ley, convalidándose -en cambio- el estimar que se
trata de una facultad, que el trabajador puede ejercer a su solo
arbitrio – del voto del doctor LazzariNo violenta la letra ni el espíritu del art. 66 de la
Ley de Contrato de Trabajo considerar que la posibilidad del
despido indirecto que consagra la norma no le impide al trabajador la acción para procurar el cobro de lo adeudado. – del voto
del doctor NegriSi el empleador ejerció la facultad de variar las
condiciones del contrato sin causa que lo justifique, resultando
la medida ejercicio abusivo y arbitrario, no puede el obligado
al pago valerse de esa rebaja de categoría ilegítima para dejar
de pagar las remuneraciones correspondientes a la anterior.-Del
voto del doctor NegriPor imperio del principio de preservación de la relación laboral, al trabajador le asiste el derecho de reclamar en
sede judicial o de la autoridad administrativa laboral el restablecimiento de las condiciones pactadas o, por aplicación de la
exceptio non adimpleti contractus, retener su prestación hasta
que el empleador cumpla u ofrezca cumplir las que están a su
cargo –del voto del doctor RoncoroniSi frente al ejercicio del ius variandi el trabajador
no se considera despedido no puede obligar -ni aún judicialmen-
///
te- al empleador a restablecer sus anteriores condiciones de
trabajo, no resultando tampoco viable en el caso del cambio de
tareas la pretensión del cobro de diferencias salariales – del
voto en disidencia del doctor PettigianiSCBA, 29/9/2004 – Quiroga, José R v. Consigna SRL
A C U E R D O
a
veintinueve
En
la
ciudad
de
La
Plata,
de setiembre de dos mil cuatro, habiéndose establecido, de conformidad con lo dispuesto en el Acuerdo 2078, que deberá observarse el siguiente orden de votación: doctores Pettigiani, Soria, Hitters, de Lázzari, Negri, Roncoroni, se reúnen los señores jueces de la Suprema Corte de Justicia en acuerdo ordinario
para pronunciar sentencia definitiva en la causa L. 73.314,
"Quiroga, José Ramón contra Consigna S.R.L. Cobro de haberes,
cobro de liquidación final".
A N T E C E D E N T E S
El Tribunal del Trabajo nº 5 de La Plata hizo lugar
parcialmente a la demanda instaurada; con costas a la parte demandada por los rubros que prosperan y a la actora por los rechazados.
Esta última dedujo recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley.
Dictada la providencia de autos y hallándose la causa
en estado de pronunciar sentencia, la Suprema Corte decidió
plantear y votar la siguiente
C U E S T I O N
¿Es fundado el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley?
V O T A C I O N
A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Pettigiani dijo:
I. El tribunal de mérito rechazó -en lo que interesala acción instaurada por José Ramón Quiroga contra Consigna
S.R.L., en concepto de diferencias salariales y sueldo anual
complementario 1993/1994; indemnizaciones por antigüedad, sustitutiva del preaviso y la emergente del art. 15 de la ley 24.013;
haberes correspondientes al mes de abril de 1996 y de integración del mes de despido (fs. 375).
II. Contra dicho pronunciamiento se alza la parte actora mediante recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley
en el que denuncia transgresión de los arts. 9, 10, 57, 58, 63,
66, 231, 242, 244 y 245 de la Ley de Contrato de Trabajo y de
doctrina legal que cita (fs. 385 vta./386).
Alega el recurrente que el tribunal de grado contrariando la clara letra de la ley entendió que la única forma posible de impugnar el ejercicio abusivo del ius variandi -en el
///
caso, cambio de funciones y disminución de remuneración- es que
el trabajador se considere despedido (fs. 388).
Sostiene también el quejoso que es absurdo el pronunciamiento de origen en cuanto estimó justificada la causal de
despido invocada por el principal toda vez que el trabajador
nunca recibió las comunicaciones respecto a las cuales se alegó
su negativa a recibirlas y además la propuesta del abogado de la
empleadora -en sede administrativa- fue realizada a título de
comentario sin que se dejara en esa oportunidad constancia alguna en el acta. En conclusión es descalificable el criterio del a
quo que consideró incurso al actor en la conducta que prevé el
art. 244 de la Ley de Contrato de Trabajo, es decir, abandono de
trabajo (fs. 388 vta./391).
III. El recurso no debe prosperar.
1. El tribunal de la causa estableció que si bien el
empleador ejerció en forma abusiva su facultad de dirección al
disponer en el año 1993 el cambio de categoría de Quiroga de Jefe de Personal a Supervisor General de Servicios, éste consintió
dicho cambio continuando su desempeño en funciones de menor jerarquía durante tres años hasta el despido decidido por la empleadora.
Establecidos dichos presupuestos fácticos el juzgador
de origen llegó en sentencia a la conclusión que, atento a que
el promotor del juicio no se consideró injuriado y en consecuencia no ejerció el derecho que le asistía en virtud de los arts.
66 y 246 de la Ley de Contrato de Trabajo, no resultaba admisible, en el caso del cambio de tareas, su pretensión del cobro de
diferencias salariales ya que no puede el trabajador -ni aún judicialmente- obligar al empleador a restablecer sus anteriores
condiciones de trabajo (ver fs. 371 vta./372).
Por otra parte, el tribunal de grado estimó justificada la causal rescisoria invocada por el principal (fs. 372
vta.).
En efecto, se dijo en el fallo que se acreditó que el
actor rehusó recibir las comunicaciones telegráficas -medio que
eligió y utilizó profusamente Quiroga- enviadas por el empleador
a su domicilio, el cual coincidía con el asignado en los restantes instrumentos postales cursados entre las partes (fs. 368).
Sobre el punto se señaló en el pronunciamiento que si
bien es cierto que una comunicación no se estima perfeccionada
por su mera remisión sino que es necesaria su recepción por el
destinatario, en un caso como el presente -se agrega- dicho
principio no resulta aplicable por cuanto la pieza se diligenció
en el domicilio conocido por la empleadora y el mismo era además
correcto (últ. fs. cit.).
Consideró también el juzgador que en la audiencia
efectuada ante la autoridad administrativa, a la que no concu-
///
rrió la demandada, el actor formuló manifestación en orden a que
estaría conforme con la oferta empresarial transmitida informal
y verbalmente por el representante patronal de cambio de lugar
de prestación de tareas -sede central- condicionada al pago de
todas las acreencias reiteradamente reclamadas, a pesar de lo
cual Quiroga no concurrió a cumplir con su debito laboral durante casi un mes (arts. 242, 243 y 245, L.C.T.; fs. 368; 372
vta.).
2. El primer agravio planteado debe ser desestimado.
Esta Suprema Corte ha establecido que si frente al
ejercicio del ius variandi el trabajador no se considera despedido no puede obligar -ni aún judicialmente- al empleador a restablecer sus anteriores condiciones de trabajo, no resultando
tampoco viable en el caso del cambio de tareas la pretensión del
cobro de diferencias salariales (conf. causas L. 46.261, sent.
del 25-VI-1991 en "Acuerdos y Sentencias", 1991-II-343; L.
50.178, sent. del 16-III- 1993 en "La Ley", 1993-C-61).
Es entonces que habiendo receptado la doctrina legal
enunciada, dicho tramo del pronunciamiento deviene inobjetable.
3. Por otra parte, la queja es insuficiente para desmerecer las conclusiones fácticas del fallo habida cuenta que el
recurrente si bien denuncia la existencia del vicio de absurdo,
al así hacerlo ni tan siquiera identifica como conculcado el
contenido de la norma que rige la facultad de apreciar en "conciencia" el material probatorio por parte de los magistrados de
origen permaneciendo, ante la ineficacia de la queja, incólume
este aspecto del pronunciamiento.
4. Firme los presupuestos fácticos del decisorio tampoco se ocupa el recurrente de evidenciar que el juzgador de
grado apreció la injuria sin la prudencia que la ley exige toda
vez que omite rebatir los fundamentos dados en el fallo y en lo
esencial basa su discurso en que el tribunal de grado estimó que
la relación laboral se extinguió en los términos del art. 244 de
la Ley de Contrato de Trabajo cuando el sentenciante analizó la
causal rescisoria a la luz del art. 242 del mismo cuerpo legal
(v. fs. 372 vta.).
IV. Por lo expuesto, el recurso debe ser rechazado;
con costas (art. 289, C.P.C.C.).
Voto por la negativa.
A la misma cuestión planteada, el señor Juez doctor
Soria dijo:
Adhiero parcialmente al voto del doctor Pettigiani.
Mas he de disentir con el colega preopinante sobre la inatendibilidad del primer agravio que fundamenta el recurso extraordinario impetrado por la actora.
I. El recurrente, acertadamente según mi criterio,
direcciona su crítica contra el pronunciamiento del a quo que
///
estructura una causal de consentimiento tácito al ejercicio abusivo, por parte del empleador demandado, del ius variandi. Con
agudeza, el trabajador desautoriza el razonamiento del Tribunal
de Trabajo al sostener que "interpreta, sin autorización legal,
que la única forma de impugnación posible es darse por despedido".
En efecto, según la línea argumental del fallo en
crisis, la opción -que en la especie luce "maniquea"- para el
trabajador frente al atropello del orden público laboral por
parte de su empleador es "considerarse despedido", o por el contrario aceptar pasivamente el menoscabo de sus derechos protegidos.
II. El voto que antecede no vislumbra agravio digno
de atención, en el entendimiento que lo resuelto por el inferior
en grado se encuentra amparado por la doctrina que -con distinta
integración- esta Corte delineara en las causas L. 46.261, sent.
de 25-VI-1991 y L. 50.178, sent. de 16-III-1993.
La realidad socio económica del país en las fechas de
aquellos pronunciamientos fue claramente superada, a poco andar,
por una crisis de tal envergadura que resulta imposible hallar
una situación comparable desde los albores de la organización de
la Nación. Su repercusión en el mercado laboral es de público y
notorio conocimiento: altas tasas de desempleo y subempleo, enmarcan el afligente deterioro social en vastos sectores de la p
oblación.
Así, el criterio forjado en aquellos tiempos choca
hoy con la indefensión en que, en ese contexto económico social,
se encuentra el trabajador frente al ejercicio abusivo del ius
variandi, debido a una flexibilización de hecho impuesta por la
realidad socioeconómica actual. Tal doctrina no repara que "el
trabajador por temor a la extinción del contrato o al cierre de
la empresa, está compelido a aceptar decisiones que implican
nuevas condiciones de trabajo, aun cuando resulten arbitrarias.
Ante la posible pérdida de su fuente de ingresos y el fantasma
de la desocupación, la subocupación y el trabajo en negro, muchos trabajadores consienten la adopción de medidas -tácita o
incluso expresamente- que violan sus derechos laborales. Los
trabajadores pactan la reducción de su remuneración o la extensión de su jornada a cambio de nada. La realidad indica que los
trabajadores no sólo no s e consideran despedidos -y menos aún
retienen tareas- sino que lisa y llanamente no hacen absolutamente nada: consienten silenciosamente. Las encuestas demuestran
que el empleo -y el miedo a perderlo- es una preocupación central de toda la sociedad" (cfr. Julio A. Grisolía, El derecho
del trabajo en tiempos de crisis, en Lexis Nº 0003/400.046).
El art. 66 de la Ley de Contrato de Trabajo, en su
segundo párrafo prevé que "cuando el e mpleador disponga medidas
///
vedadas por [ese] artículo, al trabajador le asistirá la posibilidad de considerarse despedido sin causa".
Que la norma hable de posibilidad indica la voluntad
del legislador: retener para el trabajador el arbitrio de valorar sobre la forma de proteger mejor sus derechos, cuestionando
la medida adoptada por su empleador a través de otros instrumentos jurídicos que le provee el ordenamiento (por ejemplo, la exceptio del art. 1201 del Código Civil, cfr. doct. C. Nac. Trab.,
Sala 10ª, 30-VIII-2002, in re Sabattino, Guillermo N. y otro v.
Banco Central de la República Argentina), o recurriendo a la extrema solución de aniquilar, por despido indirecto, el vínculo
laboral mediando la reparación agravada prevista en el régimen
jurídico laboral.
Juzgo que bajo tal interpretación del art. 66 de la
Ley de Contrato de Trabajo, el agravio del trabajador debe ser
acogido, pues la expuesta es la hermenéutica más valiosa de lo
que la norma pretende mandar (cfr. art. 10 de la L.C.T.). El
criterio restrictivo que ha prevalecido en la década pasada no
resulta, pues, compatible con el fin común de la tarea legislativa como de la judicial (doct. C.S.J.N., "Fallos", 310:558).
III. En la especie, llega firme a esta instancia, el
hecho que el empleador demandado ejerció las facultades del art.
66 de la Ley de Contrato de Trabajo "sin causa que lo justifique" (cfr. fs. 371 vta.).
Mas tal conclusión no jugó en favor del trabajador en
su reclamo de diferencias salariales, pues el a quo concluyó
que, al no considerarse aquél injuriado en los términos de los
arts. 66 y 246 de la Ley de Contrato de Trabajo y consentir el
cambio de tareas por un lapso de tres años, no podía judicialmente obliga r al empleador a restablecer sus anteriores condiciones de trabajo.
Acierta el actor en indicar que nunca medió su consentimiento a la modificación salarial que acompañara el cambio
de tareas. Prueba indubitable de lo afirmado son las sucesivas
cartas documento que el trabajador le enviara a la accionada y
del trámite llevado a cabo ante la autoridad administrativa del
trabajo (cfr. fs. 302, 304, 305, 306, 307, 310 y 311).
Aquellos oportunos cuestionamientos, sumados al hecho
que judicialmente fuera hallado "sin causa" el uso que el empleador hiciera de su potestad modificatoria, redundan como lógico corolario en la admisión del reclamo por diferencias salariales en los términos solicitados por el actor.
En efecto, al no haber hecho uso de la posibilidad
prevista en el art. 66 de la Ley de Contrato de Trabajo y optar
por el mantenimiento de la relación laboral (art. 10, L.C.T.)
sin dejar de reclamar por sus derechos, el actor mantuvo incólume su potestad a cuestionar judicialmente -extinguido ya el vín-
///
culo por decisión patronal- la extralimitación del empleador en
sus facultades modificatorias de la relación y el consecuente
reclamo de reconocimiento de las diferencias salariales habidas
producto del cambio de tareas ordenado contra legem.
Distinto hubiera sido el caso si el trabajador hubiera admitido, con efectos hacia el futuro, que se establecieran
nuevas pautas contractuales por encima del orden público laboral, sin mediar formal reclamo ni vicios en su consentimiento
que le hubieran impedido actuar en defensa de sus intereses.
Aunque tales situaciones siempre requerirán de un minucioso análisis por parte de los Tribunales (arts. 9, 10 y 11, L.C.T.),
ellas en principio, encierran una novación objetiva en la relación dando lugar a un nuevo trato, propio del natural dinamismo
al que se encuentra sujeta la relación contractual, y siempre
dentro del ámbito que fija el ordenamiento jurídico en cuestión
(cfr. doct. C. Nac. Trab., Sala 1ª, 16-IV-2003, in re Montero,
César E. v. S.A. Organización Coordinadora Argentina).
Por las consideraciones expuestas, juzgo procedente
acoger parcialmente el recurso de inaplicabilidad de ley, pues
se ha configurado en la especie un errónea aplicación del art.
66 de la Ley de Contrato de Trabajo a lo que se añade la absurdidad en la valoración, por el a quo de la prueba documental
acompañada en el sub lite (v. supra III). En consecuencia, deberán estos actuados volver a la instancia de origen para que, con
la integración que corresponda, practique nueva liquidación y
establezca la indemnización que, por diferencias salariales, reclamara el aquí recurrente.
Con el alcance indicado, voto por la afirmativa. Costas por su orden, por no haber mediado contradicción (art. 68,
C.P.C.C.).
El señor Juez doctor Hitters, por los mismos fundamentos del señor Juez doctor Soria, votó también con el
alcance indicado por la afirmativa.
A la misma cuestión planteada, el señor Juez doctor
de Lázzari dijo:
I. Anticipo mi adhesión al voto del doctor Soria,
permitiéndome solo unas breves consideraciones que estimo corroborantes.
No desconozco que esta Suprema Corte (en los precedentes que se citan, y en los que no he tenido intervención) ha
sostenido que, ante el ius variandi ejercido abusivamente por el
empleador, el trabajador, si quiere obtener el restablecimiento
de sus condiciones de trabajo o cobrar las diferencias salariales que tal cambio le signifiquen, debe considerarse despedido.
Llegado el momento de exponer mi posición al respecto adelanto
que comparto la crítica que se efectúa en el voto anterior: dicha doctrina me parece incompatible con el texto y el sentido
///
que debe asignarse a la norma del art. 66 de la Ley de Contrato
de Trabajo.
a) En primer lugar, una interpretación estrictamente
lingüística (art. 16 del Código Civil) muestra que el segundo
párrafo del artículo en cuestión no consagra un deber, sino que
discierne una facultad. No otra cosa puede inferirse de las palabras "...al trabajador le asistirá la posibilidad...".
A ello debe agregase que, ni del texto del mismo art.
66, ni del contexto total de la Ley de Contrato de Trabajo (el
espíritu de la ley, a que se hace referencia en el mismo art. 16
de la ley de fondo), surge que esa última parte del citado precepto establezca un ineludible requisito (el considerarse despedido) para obtener así la restitución a las condiciones laborales previas.
b) Por otra parte, no puedo dejar de señalar que
aquella doctrina, que -como queda dicho- no comparto por argumentos hermenéuticos decididamente técnicos, tampoco me resulta
convincente por otro tipo de razones.
Cuando, hace aproximadamente treinta años fue dictada
la ley 20.744 (al poco tiempo reformada por la ley 21.297), las
condiciones económicas, sociales y políticas en nuestro país (y
en todo el mundo) eran absolutamente diversas de las actuales.
Las palabras de la Ley de Contrato de Trabajo (en particular su
actual art. 66, antes el 71), recortadas contra el panorama histórico de esos años, podían tener un sentido (cualquiera fuere)
apropiado a aquellas circunstancias. Sin embargo, a esas palabras (salvo que pretendamos resucitar una exegética espuria) no
puede asignárseles hoy idéntico significado que en aquellos
tiempos, ya que sería ingenuo pensar que, por el hecho de perdurar el texto, lo que la norma dice sigue siendo lo mismo: las
condiciones de identidad de cualquier precepto están dadas por
la identidad de su sentido y no por la de su formulación lingüística (al respecto, puede consultarse "Definiciones y normas", C. Alchourrón y E. Bulygin, en "El lenguaje del derecho.
Homenaje a Genaro Carrió", Abeledo Perrot, Bs. As., 1983). Es
decir: las palabras siguen siendo las mismas; su significado (o
el que el intérprete les atribuya) variará en cuanto cambien las
condiciones sociales, políticas, económicas, etc., respecto de
aquéllas en que el texto original fue dado.
En ese camino, considerando que -tanto cuando aquellas leyes fueron dictadas como en estos tiempos- el sentido último de la norma fue velar por los derechos del trabajador, y
valorando la razonabilidad práctica de la solución que postulo a
la luz de esa pauta fundamental (cf. Ross, "Sobre el derecho y
la justicia", EUdeBA, 1974, cap. IV), debo concluir en que tales
fines no se cumplirían hoy, de interpretarse la norma del art.
66, segundo párrafo de la Ley de Contrato de Trabajo, en el sen-
///
tido de que el trabajador debe considerarse despedido si quiere
obtener las reparaciones previstas en la ley, convalidándose -en
cambio- el estimar que se trata de una facultad, que el trabajador puede ejercer a su solo arbitrio.
II. En definitiva, comparto las consideraciones vertidas por el doctor Soria y aporto estas módicas razones para
adherir a su propuesta. Voto, entonces, por la afirmativa.
A la misma cuestión planteada, el señor Juez doctor
Negri dijo:
I. El recurso debe prosperar parcialmente.
a. La parte actora se agravia por el rechazo del reclamo de diferencias de haberes devengadas con motivo del cambio
de funciones dispuesto unilateralmente por la empleadora. Controvierte especialmente la interpretación del a quo que lo condujo a sostener que, frente al no ejercicio del derecho de considerarse despedido por aquella modificación ilegítima, el actor
consintió el cambio de manera que su pretensión se tornó inviable frente a la imposibilidad de "obligar al empleador a restablecer sus anteriores condiciones de trabajo..." (sent. fs. 371
vta./372).
b. El ejercicio de la facultad de alterar la prestación de trab ajo reconocida unilateralmente al empleador en el
art. 66 de la Ley de Contrato de Trabajo, tiene la aptitud de
generar ciertas y determinadas modificaciones, siempre que los
cambios no sean irrazonables, no alteren modalidades esenciales
ni causen perjuicio al trabajador. Sin embargo, esas variaciones
pueden ser, también, el resultado del acuerdo de voluntades de
ambas contratantes (supuesto este último diferente que no puede
identificarse con el poder patronal de dirección y que en consecuencia, no es materia de regulación por el citado art. 66).
Lo cierto es que en este caso, como parece inferirse
de la sentencia de grado, la modificación de la relación de trabajo se produjo -en el inicio- como consecuencia de la imposición del empleador y, luego, por el transcurso del tiempo sin
que el trabajador manifestara -a juicio del a quo- su opinión
acerca del cambio que lo afectaba, se la consideró como expresión de la decisión conjunta de las partes, vedando cualquier
reclamo del trabajador derivado de aquél.
c. La sentencia, en el punto, debe ser revocada y
ello por dos órdenes de consideraciones.
En primer lugar porque tal como lo sostiene el recurrente, no medió de su parte consentimiento a los cambios de categoría y de remuneración impuestos por el empleador. Sustentan
esta afirmación las cartas documento enviadas por el actor y el
trámite iniciado por ante la autoridad administrativa del trabajo, muestras indudables de su voluntad de no avenirse a aquellas
modificaciones de las condiciones contractuales originariamente
///
pactadas, que impiden, además, la aplicación del art. 58 de la
Ley de Contrato de Trabajo, por obstar a la configuración de
cualquier forma de comportamiento inequívoco que permita presumir la renuncia de derechos por parte del trabajador.
Desde otra perspectiva, y aunque he participado de la
opinión que consideró que frente al ejercicio ilegítimo del jus
variandi sólo le asistía al dependiente el derecho de considerarse despedido (conf. L. 46.261, sent. del 25-IV-1991, entre
otras, citada por el tribunal de origen), una renovada reflexión
me conduce a realizar una lectura de la norma del art. 66 de la
Ley de Contrato de Trabajo más armónica con los principios protectorio, de conservación del contrato e irrenunciabilidad
(arts. 14 bis, Const. nac., 9 , 2º pár., 10, 12 y ccs. de la
L.C.T.).
En este nuevo análisis no puedo dejar de considerar
que el art. 71 de la ley 20.744, en su texto original, preveía
la posibilidad de que el trabajador, frente a una modificación
vedada por la norma, optara entre considerarse despedido sin
causa o accionara en procura del restablecimiento de las condiciones alteradas. Luego, al ser derogada esa opción por la ley
21.297, se robusteció la opinión en el sentido que esta Corte ha
sostenido. Sin embargo, los efectos de aquella interpretación
mas restrictiva tiene por resultado poner al trabajador que no
cede a la presión para que renuncie a sus derechos, en posición
de resignar su condición de tal, de modo que, como adelanté,
ella evade los alcances de los
principios de continuidad e
irrenunciabilidad.
En ese orden de ideas, entiendo que no violenta la
letra ni el espíritu del art. 66 de la Ley de Contrato de Trabajo considerar que la posibilidad del despido indirecto que consagra la norma no le impide al trabajador la acción para procurar el cobro de lo adeudado.
Si, como en el caso de autos, llega firme a esta instancia que el empleador ejerció la facultad de variar las condiciones
del
contrato
"sin
causa
que
lo
justifique"
(...)"resultando la medida ejercicio abusivo y arbitrario..."
(sent., fs. 371 vta.), no puede el obligado al pago valerse de
esa rebaja de categoría ilegítima para dejar de pagar las remuneraciones correspondientes a la anterior.
d. Por ello, deberá revocarse la sentencia en este
punto y hacerse lugar al pago de las diferencias salariales que
reclama el
recurrente, sin que se erija como obstáculo a tal
pretensión la prescripción opuesta por la accionada con pie en
el art. 256 de la Ley de Contrato de Trabajo en el punto IV de
su escrito de contestación de demanda (fs. 213 vta.).
Ello así toda vez que las cartas documento enviadas
por el actor intimando al reintegro al cargo de Jefe de Personal
///
Area La Plata y al pago de la retribución de
$ 1400 (tenidas en consideración por el a quo a fin de dar por acreditadas
las tareas y categorías del actor -veredicto, fs. 366 vta./367-)
produjeron la interrupción de la prescripción, en el marco de la
doctrina general que considera con ese efecto a "cualquier acto
que demuestre en forma auténtica que no hay abandono y si intención y propósito de no perder el derecho a ejercitar" (conf. B.
53.126, sent. del 3-V-1995; B. 55.828, sent. del 29-IV-1997).
II. En suma, si lo que dejo expuesto es compartido,
deberá hacerse lugar al recurso de inaplicabilidad de ley con el
alcance indicado y revocarse la sentencia de grado en cuanto rechazó el reclamo por diferencias salariales, con costas a la demandada. Los autos serán devueltos a la instancia de origen para
que practiquen liquidación del rubro así como su incidencia en
los referidos a vacaciones y sueldo anual complementario.
Atento el cam bio de criterio que se propicia en el
punto I. c., las costas de esta instancia se imponen en el orden
causado (arts. 68, 2º pár. y 289 del C.P.C.C.).
Por ello y las concordantes razones del voto del doctor
Soria, adhiero en lo demás, al voto de primer término.
Con el alcance indicado, voto por la afirmativa.
A la misma cuestión planteada, el señor Juez doctor
Roncoroni dijo:
Por idénticos fundamentos adhiero al voto del doctor
Pettigiani con el alcance dado por el doctor Negri.
Sin perjuicio de ello y en relación a las efectivas
posibilidades que asisten al trabajador frente a la configuración de un posible ejercicio abusivo del ius variandi por parte
del empleador (cuando existe arbitrariedad, irrazonabilidad o
propósito hostil), debo disentir con la anterior doctrina de esta Corte que se propicia dejar de lado, por entender que, en
realidad, tal conducta no puede poner límites al accionar de la
parte que se presume protegida en la relación sinalagmática, de
modo tal de colocarla en situación de tener que decidir aceptar
el mal que considere menor (ya sea rescindir el contrato o someterse al cambio de categoría laboral y la rebaja salarial).
En mi parecer, por imperio del principio de preservación de la relación laboral, al trabajador le asiste el derecho
de reclamar en sede judicial o de la autoridad administrativa
laboral el restablecimiento de las condiciones pactadas o, por
aplicación de la exceptio non adimpleti contractus, retener su
prestación hasta que el empleador cumpla u ofrezca cumplir las
que están a su cargo (ver entre otros Rodríguez Mancini, Jorge y
otros, Curso del Derecho del Trabajo y la Seguridad Social, Ed.
Astrea 1999, págs. 228/231).
Con el alcance indicado voto por la afirmativa.
///
Con lo que terminó el acuerdo, dictándose
la siguiente
S E N T E N C I A
Por lo expuesto en el acuerdo que antecede,
por mayoría, se hace lugar parcialmente al recurso extraordinario traído y, en consecuencia, se revoca la sentencia impugnada
en cuanto rechazó el reclamo por diferencias salariales. Vuelvan
los autos al tribunal de origen para que practique la liquidación correspondiente. Costas de esta instancia por su orden
atento el cambio de criterio en la doctrina legal (arts. 68, 2º
párrafo y 289, C.P.C.C.).
Notifíquese y devuélvase.
EDUARDO NESTOR DE LAZZARI
HECTOR
NEGRI
FRANCISCO HECTOR RONCORONI
DANIEL
FERNANDO SORIA JUAN CARLOS HITTERS EDUARDO JULIO PETTIGIANI
GUILLERMO LUIS COMADIRA
Secretario
///
La rebaja de categoría del trabajador y la posibilidad de reclamar las diferencias salariales. Cambio de criterio
de la SCBA
Por Mariano H. Mark
1) Introducción
El art. 66 de la ley de contrato de trabajo faculta
al empleador a introducir cambios relativos a la forma y modalidades de la prestación de trabajo, en tanto no resulten irrazonables, no alteren modalidades esenciales del contrato ni causen
perjuicio al trabajador.
La categoría del trabajador es una estipulación esencial del contrato, en cuanto define la posición funcional de
aquél en la organización empresaria y el tipo de tareas que debe
cumplir, por ello se encuentra, por definición, fuera del ámbito
de disposición del empleador 1 . Pero además, cuando la rebaja de
categoría viene acompañada de la reducción del salario, es evidente que se causa un perjuicio material al trabajador, lo que
refuerza la idea de que no se trata de un cambio que el empleador esté autorizado a realizar.
Tal conclusión implica que, frente al cambio de categoría dispuesto en forma unilateral por el empleador, el trabajador se encuentra habilitado a considerarse despedido, aspecto sobre el cual la doctrina y la jurisprudencia son uniformes.
En cambio, no existe tal uniformidad al momento de
juzgar las consecuencias del cambio de categoría, si el trabajador opta por mantener el vínculo.
2) Antecedentes jurisprudenciales
En el año 1972, la Cámara Nacional de Apelaciones del
Trabajo fijó como doctrina plenaria que “En el caso de que al
trabajador se le rebaje unilateralmente de categoría, si optó
por mantener el vínculo sólo tiene derecho a percibir la remuneración fijada para aquella en la cual efectivamente prestó servicios” 2 .
1
C. NAC. TRAB., sala 8ª, 29/5/2003 – Bustos, Alfredo D. v. Bagley SA
2
(C. Nac. Trab. en pleno, 25/4/1972 - Serra, Héctor v. EFA)
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Sin embargo, como señala Grisolía, cierta jurisprudencia 3 entiende que carece de valor jurídico la aplicación analógica del citado plenario, en cuanto acuerda efectos a la rebaja de categoría dispuesta por el empleador, pese a encontrarse
en pugna y, por lo tanto, derogado por el art. 66 de la LCT,
dictado con posterioridad, que fulmina la nulidad absoluta de la
modificación unilateral de las condiciones esenciales del contrato 4 .
No obstante, el criterio mayoritario en el ámbito de
la CNAT parece ser el fijado en el citado plenario, por considerarse que no corresponden diferencias salariales calculadas con
respecto a un cargo que no se desempeñó, en tanto se ha retribuido de acuerdo con la categoría y las tareas desarrolladas 5 .
La postura de la SCBA, hasta el dictado del fallo
aquí publicado 6 , era la que se postula en el voto del doctor Petiggiani, esto es que, si frente al ejercicio del ius variandi
el trabajador no se considera despedido no puede obligar -ni aún
judicialmente- al empleador a restablecer sus anteriores condiciones de trabajo, no resultando tampoco viable en el caso del
cambio de tareas la pretensión del cobro de diferencias salariales.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación, también
avala dicha tesis, o al menos lo hacía en su anterior integra3
Carece de valor jurídico la aplicación analógica del plenario 177, en
cuanto acuerda efectos jurídicos a la rebaja de categoría dispuesta por
el empleador, porque se encuentra en pugna y por lo tanto derogado por
el art. 66, LCT dictada con posterioridad, que fulmina con la nulidad
absoluta a la modificación unilateral de las condiciones esenciales del
contrato.
(C. Nac. Trab., sala 6ª, Inzaurraga, Alejandro v. Estado nacional DGI)
4
Grisolía, Julio A, “Derecho del Trabajo y de la Seg. Social”, 9ª ed,
pg.299
5
C. Nac. Trab, sala 1ª, 29/5/92, DT- 1992-B-2280); C. Nac. Trab., sala 2ª, 31/5/1999 - González, Hugo J. v. Auxicar SA y otro); C. Nac. Trab.,
sala 3ª, 31/05/1991 - Márquez, José L. R. v. Cart Box S.A.). CNAT, Sala 5ª,
20/10/99 - Legnazzi, Oscar Pedro V. Osecac
6
SCBA, 29/9/2004 – Quiroga, José R v. Consigna SRL
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ción, ya que al dejar sin efecto un fallo de la sala 3ª de la
CNAT, resolvió que “Resulta arbitrario el decisorio que receptó
el reclamo de diferencias salariales del actor afectado por un
cambio de tareas, sin tener presente que, en su calidad de profesional y alto directivo de la empresa, podía comprender los
alcances de la decisión patronal y su posibilidad de resistirla,
y no lo hizo cumpliendo las nuevas tareas sin formular cuestionamiento alguno” 7 .
3) El cambio de criterio de la SCBA
El fallo aquí publicado implica, sin lugar a dudas,
un cambio en el criterio general que aplicaba la SCBA no obstante, no debe trasladarse mecánicamente a todo supuesto de rebaja
de categoría.
En primer término, debe tenerse en cuenta que al fundamentar su cambio de criterio, el doctor Soria –con la adhesión
del doctor Hitters- tiene especialmente en cuenta que el trabajador no sólo no consintió expresa ni tácitamente el cambio de
tareas, sino que habría manifestado su disconformidad con el
mismo a través de medios fehacientes. A contrario sensu, el fallo “Zorzin” de la CSJN tuvo en cuenta la falta de cuestionamiento a la medida.
Por otra parte, también se destaca en el voto del
doctor Soria la situación de la economía y el empleo en el país,
al momento de suceder los hechos que motivan la causa. En sentido análogo se han manifestado el doctor Guibourg al votar en la
causa “Prinetti, Jorge v. Bagley SA” 8 y el doctor Grisolía, en la
nota que el doctor Soria cita en su voto, destacándose que en
las actuales condiciones laborales resulta una ingenuidad pretender que el trabajador, realmente, pueda optar por considerarse despedido.
En base a tales fundamentos, habrá que esperar otros
pronunciamientos del Tribunal, para poder determinar si el cuestionamiento de la medida resulta decisivo a la hora de determinar la procedencia del reclamo de diferencias, máxime cuando no
han votado en la causa todos los integrantes de la Suprema Corte.
Los votos de los doctores Lazzari y Negri son más am7
(Corte Sup., 11/6/1998 - Zorzín v. YPF SA) DT 1998-B-1651
8
C. Nac. Trab., sala 3ª, 27/10/1999
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plios en sus fundamentos, y de los mismos se desprende que el
cuestionamiento a la medida por parte del trabajador, no sería
indispensable para considerar viable el reclamo de diferencias
salariales, y finalmente, el voto del doctor Roncoroni parece
admitir incluso, la posibilidad de accionar por la restitución
de la categoría originaria –tal como se preveía en la LCT en su
redacción original-, pese a las posturas mayoritarias en contra
de tal tesitura 9 .
4) La acción tendiente a la restitución de las condiciones laborales
En general, se entiende que dentro del marco jurídico
de la vinculación privada no corresponde la intervención judicial, y conforme lo establecido por el art. 64 LCT, los trabajadores deben utilizar las herramientas que reconoce el ordenamiento laboral para la defensa de los derechos subjetivos que
eventualmente pueden entender afectados (excepción de incumplimiento contractual regulada por el art. 1201 C. Civil , despido
indirecto, arts. 66 y 242 LCT o, en su caso, reclamo de diferencias salariales) 10 .
El legislador, con acierto o sin él, a través de la
modificación del art. 71 de la LCT en su redacción original,
ha considerado preferible no inmiscuirse directamente en las relaciones individuales del trabajo y dejar librada la tutela de
los derechos ante todo a la actitud de las propias partes, para
fijar luego las compensaciones o indemnizaciones a que hubiere
lugar si alguna de esas actitudes hubiese resultado lesiva para
la otra. Por otra parte, la posibilidad de accionar por la restitución de las condiciones laborales –salvo supuestos de discriminación o tutelas especiales- no parece ajustarse al sistema
de estabilidad relativa adoptado por nuestra legislación, ya que
finalmente, la adopción de tales tipos de medida, forzaría la
9
Entre muchos otros, dictamen del Fiscal General ante la CNAT Nro.
12814 del 12/2/1992, en autos "Barrera, Esteban R. v. CASFEC."; íd.,
dictamen 21429 del 25/11/1996, en autos "Asociación de Trabajadores del
Estado y otros v. Estado Nacional PEN. Jefe de Gabinete de Ministros";
íd., dictamen 27487 del 3/8/1999, en autos "Macías, María E. v. AFIP.";
etc.
10
C. NAC. TRAB., Sala X, 30/8/2002, “Sabattino, Guillermo Nestor y otro c/
Banco Central de la República Argentina “.Sup. Corte Bs. As., 22/11/1994, Silva, Jorge L. v. Tandil Jugos S.R.L.).JA 1997 - III – síntesis. (C. NAC.
TRAB., Sala I, 7/8/92, “Benadussi, Mabel c/ Sados Obra Social de la Armada Argentina”, DT-1994-A-517).
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decisión del distracto, lo que no parece que beneficie finalmente a los trabajadores.
En cambio, de admitirse el reclamo de diferencias salariales por el período no prescripto, cuando se produce una rebaja de categoría, se asimila la cuestión a los casos de simple
rebaja salarial sin cambio de las condiciones laborales, respecto de los cuales la jurisprudencia ha sido mayoritariamente recepticia de los reclamos de los trabajadores 11 .
11
CNAT, Sala III, “Rodriguez, Carlos C/ Deville SA”, 30/6/97. En igual
sentido: CNAT, ; Sala II, “Rigo, Graciela c/ Activa AFJP S.A.”,
9/10/98; Sala VI, “Meyer, Alfredo c/ Mannesmann Rextoth SA”, 21/11/94,
DT-1995-A-1036; Sala VII, “Zangari, Francisco y otros c/ Tintorería
Flores”, 6/5/88.
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