18 NEGOCIOS LATERCERA Domingo 6 de abril de 2014 REFORMA TRIBUTARIA Por Andrés Santa Cruz No por mucho madrugar amanece más temprano y ricos tienen sus platas. Eso claramente no es así. Por el contrario, el FUT ha sido un elemento que junto a la estabilidad política y social, las serias políticas macroeconómicas y la confianza en las instituciones, ha contribuido al progreso de nuestro país en los últimos 25 años. Ahora, tampoco hay que endiosarlo, porque también tiene imperfecciones que han llevado a algunas malas prácticas absolutamente condenables y necesarias de erradicar. Por ello, si la casa tiene goteras, tapémoslas y no botemos la casa. Frente a la eventual eliminación del FUT, la depreciación instantánea algo ayuda, pero no es un sustituto del incentivo de dejar utilidades para la reinversión. Para muchas empresas, sobre todo la mayoría de las pequeñas y medianas, la inversión en activo fijo es mínima, por lo tanto, no cumple con el mismo efecto que tributar sobre las utilidades retiradas. Junto con el cambio de la base tributable, el proyecto plantea una importante modificación en la tasa del impuesto de primera categoría, pasando éste a 21% en 2014, 22,5% en 2015, 24% en 2016 y 25% en 2017. Pero en la práctica, para las sociedades anónimas abiertas, la tasa pasa a ser de 35%, lo mismo que para las sociedades en que participan inversionistas extranjeros. El año pasado, el impuesto a las empresas era de 17%. Entonces, estamos hablando de que la carga tributaria para las S.A. abiertas va a subir al doble. Y como siempre hemos afirmado, los impuestos nunca han sido neutros y un alza de esa magnitud tiene efectos en las empresas, en la inversión y en el crecimiento. Por eso, preocupémonos de que esas repercusiones sean las mínimas, buscando la combinación virtuosa de que el gobierno tenga los recursos para financiar su programa, pero con los menores efectos en el empleo a raíz de posibles caídas en el ahorro y la inversión. En este marco, el congelamiento a partir de 2016 del DL 600 parece una medida innecesaria, especialmente, porque es una herramienta que ha otorgado certezas a las compañías extranjeras a la hora de invertir en Chile. No nos arriesguemos a que ésta y otras modificaciones lleven a que nuestro país pierda competitividad desde el punto de vista de los grandes proyectos de inversión. Según lo que ha dicho el ministro de Hacienda, Alberto Arenas, el crecimiento es uno de los ejes fundamentales del programa de gobierno, por lo tanto, confiamos en la disposición de las autoridades de no alejarse de ese camino y de escuchar a todos los actores que plantearemos ideas y alternativas para que logremos la mejor reforma posible. De hecho, en la CPC estamos abocados a una acuciosa revisión del proyecto, de modo de llegar los próximos días al Parlamento con planteamientos serios, técnicos y constructivos. El proyecto propone también aumentar las facultades del Servicio de Impuestos Internos en distintas materias. Tantas atribuciones y facultades interpretativas discrecionales en un servicio del Estado, es riesgoso. Por qué no buscar que el SII no esté sujeto a los vaivenes políticos ni a la influencia del gobierno de turno, sino que opere como un servicio autónomo, como es el Banco Central. Si lo que perseguimos es terminar la evasión, ataquémosla, sancionémosla. Si lo que perseguimos es fiscalizar la elusión, no la persigamos, cerremos los caminos para ella; para qué los dejamos abiertos. Los empresarios enfrentamos con tranquilidad y altura de miras la discusión en torno al proyecto de reforma tributaria. Confiamos en el liderazgo y el compromiso con Chile de la Presidenta Michelle Bachelet. La trascendencia que esta reforma tiene para el país y las inevitables consecuencias -positivas o negativas- que los cambios que se aprueben producirán en aspectos críticos como el crecimiento, la inversión, el empleo y el bienestar de las personas, nos obliga a todos los actores a ser sumamente responsables y a no privilegiar el tener una “reforma antes” por sobre el tener una “reforma buena”. No por mucho madrugar amanece más temprano. * Presidente de la CPC. FOTO: ANDRES PEREZ E l proyecto de reforma tributaria recién ingresado al Congreso introduce radicales cambios al sistema impositivo chileno. Por la complejidad de su contenido, requiere de un análisis muy técnico y específico, que exige un acucioso y profundo estudio del mismo. Cabe destacar que como CPC compartimos el principio de que a mayores gastos permanentes se necesitan ingresos permanentes, porque está en la lógica de la responsabilidad fiscal. Asimismo, coincidimos en la necesidad de contar con mayores recursos para mejorar la educación en todos los niveles, pues este es el instrumento más poderoso para entregar verdaderas oportunidades y superar las desigualdades que aún persisten en nuestro país. Pero hacemos presente que la calidad de la educación no es sólo un tema de recursos. Más ingresos para el Fisco deben ir aparejados de una mayor eficiencia en el gasto. Para ello, es imprescindible una significativa modernización del aparato público. La principal modificación que contiene el proyecto del gobierno es la propuesta de cambiar un sistema donde se tributa por las utilidades retiradas de las empresas, a uno en el cual se pagaría impuestos por todas las utilidades que las empresas generan, lo que pasa por la controvertida eliminación del Fondo de Utilidades Tributables, FUT. El proyecto plantea que a partir del año comercial 2017, los socios pasan a tributar sobre las utilidades devengadas por la sociedad, sean retiradas o no. Aunque el FUT ha demostrado ser un instrumento muy eficaz para fomentar el ahorro y la inversión en las empresas pequeñas, medianas y grandes -con los positivos efectos que más inversión ha traído en el aumento del empleo y el alza de las remuneraciones reales de las familias chilenas-, hoy se le ha demonizado injustamente, al punto que para la opinión pública pareciera que es casi un cofre o una caja negra, donde los empresarios