05-tu.qxd 6/28/04 10:48 PM Page 1 5 La Plata, martes 29 de junio de 2004 1 El crimen Al menos cuatro jóvenes agredieron salvajemente a Gastón Flamini (31) en la esquina de 8 y 57. A pesar de los golpes recibidos llegó a su casa por sus propios medios. A las pocas horas falleció. 2 La víctima Gastón trabajaba en una remisería de 85 entre 11 y 12. Tenía una hija: Antonella, de apenas 5 años. Era fanático de Gimnasia. Y actualmente vivía en la casa de sus padres. 3 Los fiscales. Gabriel Sagastume y Virginia Bravo La hipótesis Los investigadores del caso sospechan que la víctima conocía a por lo menos una de las personas que lo agredió, aunque se negaron a brindar mayor información al respecto. LA PELEA QUE TERMINO EN TRAGEDIA “Tenía golpes por todas partes, no parecía mi hijo”, reveló el papá de Gastón Cómo transcurrieron las últimas horas del joven de 31 años que fue asesinado a golpes en la puerta de un bar. El testimonio de sus padres. La principal hipótesis. Los testigos Gastón llegó a su casa por sus propios medios Los padres de la víctima creen que su hijo llegó manejando el Fiat Duna hasta su casa de 81 y 12 bis. Lo que no saben es por qué no quiso ir a un hospital. Tampoco por qué su amigo no lo llevó o, en todo caso, por qué decidió no decir nada. Tuvo convulsiones y falleció en el hospital A Gastón (foto) lo trasladaron de urgencia al hospital San Martín. Su padre sospecha que estaba muerto, aunque los médicos que lo atendieron le dijeron que había fallecido poco antes de llegar a la guardia, a raíz de un severo traumatismo de cráneo. El último adiós: ayer inhumaron sus restos Los restos de Amilcar Gastón Flamini (31) fueron inhumados ayer en el cementerio local, tras ser velados en la cochería Avenida. En el lugar estuvieron presentes sus familiares más directos, amigos, allegados y los compañeros de trabajo de su papá. Las persianas de la casa están cerradas. Algunas huellas frescas de agua y barro en la vereda, una camioneta descolorida y un viejo Citröen que está a la venta, permiten suponer que puede haber alguien adentro. No hay timbre, o por lo menos no está a la vista. Al golpear la puerta, se asoma la hermana menor de Gastón Flamini, el joven de 31 años que el domingo pasado fue asesinado a metros de un conocido bar de 8 y 57. María Celeste (20) dice que prefiere no hablar. Apenas tiene fuerzas para mantenerse en pie. Pide disculpas. Y llama a su mamá. Marta Noemí Calo (49) abre la puerta de su propiedad ubicada en pleno corazón de barrio Monasterio y accede a mantener una breve entrevista. “No sabemos quiénes pudieron hacerle tanto daño ni por qué”, aclara antes de sentarse en un sillón. No lo nombra. Está hablando de su hijo. “Lo vimos por última vez el sábado a la tarde, cuando salió a trabajar. Al día siguiente lo encontramos en su habitación. Lo habían golpeado y estaba inconsciente”, indica en tono suave, moviendo su cabeza y bajando su mirada. La eterna duda Marta es empleada doméstica. No tiene consuelo. Hacía apenas cuatro horas que había despedido los restos de su hijo mayor. Eran las 4 de la tarde. El dolor que sentía era inocultable. “No sé por qué no quiso ir al hospital”, dice. Es una incógnita que seguramente perdurará eternamente. Lo que se sabe es que Gastón salió de su casa el sábado pasado en horas del mediodía. Era chofer de un remís que había comprado en sociedad con Lorena Paola Flamini (30), su otra hermana. La policía logró acreditar que hasta la 1.30 del domingo condujo un Fiat Duna modelo 94 para la remisería Monasterio, de 85 entre 11 y 12. Y que más tarde pasó a buscar a un amigo y llegó hasta la esquina de 8 y 57, donde supuestamente habría sido salvajemente agredido por no menos de cinco jóvenes, según dijeron los investigadores del caso. “Tenía golpes por todas partes, le desfiguraron la cara; no parecía mi hijo”, cuenta Néstor Raúl Flamini, el papá. El hombre acaba de llegar. Ni bien abre la puerta, su esposa se levanta automáticamente. Lo encara y le pide que continúe la charla. “El -por su marido- sabe más”, “No sabemos quiénes ni por qué pudieron hacerle tanto daño “, confesó angustiada la mamá de Gastón Flamini aclara la mujer. Y se despide. El interlocutor es otro. El dolor es el mismo. Néstor trabaja en el astillero Río Santiago. Y parece mucho más entero que su esposa. Dice que le “arruinaron la vida”, pero que no por eso se quedará “de brazos cruzados”. “Fue el mejor hijo, adoraba a su madre”, dice orgulloso mientras ofrece un cigarrillo. “Gastón fumaba mucho, cerca de dos atados por día”, apunta. “El domingo escuché que tosía, pero pensé que era por el cigarrillo. Es más, me Papá. A 24 horas de la muerte de su hijo, Flamini habló con Trama Urbana desperté por eso. Le pregunté a mi mujer si había que levantarlo, pero ella me respondió que ‘no’, que iba ir a trabajar a la tarde. A la mañana, cuando entramos en su habitación, era demasiado tarde. Había vomitado, se ve que tuvo convulsiones”, especula sin dudar. “Mi hija -prosigue- llamó a una ambulancia. La esperamos como diez minutos y como no llegó decidimos cargarlo en la caja de la camioneta. Lo llevamos al hospital San Martín. Pero no pudieron hacer nada. A los pocos minutos nos dijeron que había fallecido”. Néstor no quiere hablar de la investigación porque teme entorpecer la pesquisa. “La policía está trabajando muy bien; esperemos que en las próximas horas puedan atraparlos”, acota. Anoche, en un breve comunicado de prensa, la Jefatura Departamental La Plata anticipó que el autor había sido identificado. “Lo estamos buscando”, dijo uno de los voceros policiales. La principal hipótesis que manejan los investigadores es que Gastón conocía a por lo menos una de las personas que lo agredió. Lo que no habían logrado establecer es qué tipo de relación los unía. LOS AMORES DE GASTON La familia, Antonella y Gimnasia “Era muy familiero”, recuerda su padre. Gastón vivió casi toda su vida en la casa de 81 y 12 bis de barrio Monasterio, aunque durante unos meses estuvo viviendo en pareja con la madre de su hija: Antonella, de apenas 5 años. “La adoraba”, aclara su papá. “Era el amor de su vida”, asegura. “Le gustaba mucho ir a la cancha. Era fanático de Gimnasia, aunque yo soy de Estudiantes. Iba tanto de local como de visitante, lo seguía a todas partes y en la tribuna lo conocían todos “, cuenta el dueño de casa. “Cuando tenía 16 años me enteré que se había echo de Gimnasia. Lo quería matar. Estuve casi un mes sin hablarle. Después terminé por entenderlo”, dice.