Agradecimiento Premio HERNAN BRIONES 2008 Sr. José Rosenberg, presidente de Rosen Santiago, Martes 18 de noviembre de 2008 A nombre de mis hermanos, y en el mío propio, quiero agradecer sincera y públicamente a la Sociedad de Fomento Fabril el premio Hernán Briones al Emprendedor 2008 con que nos han distinguido. Cuando una familia tiene el honor de ser homenajeada con este importante reconocimiento, es inevitable para quienes lo recibimos, dar una mirada retrospectiva y repasar nuestra historia en búsqueda de los acontecimientos que han permitido que hoy estemos aquí. El proceso de revisar nuestro pasado para nosotros es maravilloso, y sin duda nos lleva a uno de nuestros más grandes tesoros, el recuerdo de nuestra madre, de quien heredamos los valores del trabajo, el esfuerzo, la honestidad y el comprometerse siempre con hacer bien las cosas. Con mis hermanos jamás pensamos hace 50 años que precisamente gracias a esos valores podríamos llegar a desarrollar las empresas que hoy ustedes conocen en la Araucanía, en Santiago y en otras capitales de América del Sur. Siempre nos han preguntado… ¿Por qué colchones? y ¿por qué en Temuco?... Permítanme recordar algo de nuestras vidas. Mi madre quien quedó viuda muy joven, cuando yo apenas tenía 2 años de edad, tuvo la responsabilidad de criar a sus 5 hijos. Nuestro ingreso familiar era mínimo. Mis hermanos mayores se vieron obligados a buscar la forma de generar dinero para ayudar a nuestra madre a costear nuestros estudios. Fueron años difíciles, pero una niñez feliz. En lo personal, y con la ayuda de toda mi familia, tuve la suerte de estudiar en el Instituto Superior de Comercio, en Temuco, y donde obtuve mi título de Contador General. Recuerdo que mi inicio en el mundo del trabajo fue en el restaurante del cerro Ñielol. Ahí me desempeñé como garzón y un día cualquiera se me presentó una increíble oportunidad. Una noche atendí, sin saberlo, una mesa donde se encontraba cenando la 1 comisión que había tomado examen a los postulantes a la Escuela de Aviación Capitán Ávalos. Al terminar la cena, don Pedro De Jordán, dentista de la Fuerza Aérea, se levantó de la mesa y me felicitó por el servicio y la atención que les había brindado. Me preguntó quien era, qué estudios tenía y si había cumplido con el Servicio Militar. Me dijo que reunía los requisitos para un curso especial. Para mí, el ofrecimiento fue algo mágico y, sin darme cuenta, al día siguiente estaba dando los exámenes, en los que afortunadamente salí aprobado. A pesar del sacrificio económico que significaba, mi madre apoyo mi decisión y egresé como oficial en la especialidad de Administración y Finanzas y Contabilidad Mecanizada en la IBM. Mis dos hermanos mayores se habían casado. Por ello, sentí la responsabilidad de ayudar a mi madre y hermanos. Comencé a pensar en cómo generar algunos ingresos extra. Así fue como cuando a uno de mis compañeros, que tenía que viajar a Iquique, le planteé la idea de que pidiéramos un anticipo de sueldo para invertirlo en mercaderías para luego revenderlas. Volvió con medias, encendedores, relojes y montones de cosas que pudimos vender a un buen precio. Así ganamos algún dinero y lo repartimos entre los dos. Como usaba mi colchón de cadete, me piden que ordene mi dormitorio y tuve que comprarme un colchón de plaza y media. Cuando lo hice, y debido a mi ya ganada reputación de comerciante, un sargento me preguntó si yo vendía colchones… ¿Qué creen que le respondí? Así fue como vendí mi primer colchón y motivó a que otros oficiales y profesores también quisieran comprar este producto. En una semana había vendido 20 unidades. Al tiempo me instalé con un micro taller en la calle Berlín (paradero 9 de Gran Avenida). En una pieza que arrendé, intenté copiar lo que había visto en las fábricas de colchones que había conocido en la capital. En esos años, mi hermano Juan vivía en Puerto Montt y se dedicaba a la venta de las alfombras Winner, vino a Santiago a petición de don Juan Winner, para organizar la venta de alfombras. Como podrán imaginar, él me hablaba de alfombras, y yo de colchones. Pero en uno de sus viajes posteriores, conversamos largamente y me propuso que me retirara de la Fuerza Aérea y nos dedicáramos a esto de los colchones. 2 Mi hermano Miguel reforzó la propuesta de Juan y ya con la inquietud bien analizada y reflexionada, decidí retirarme y me fui a Temuco y en el patio de la casa de nuestra madre instalamos un pequeño taller de 48 m2 en el año 1958. Con mi madre, mi hermana Rebeca, mi hermano Luis y una operaria, confeccionábamos la increíble cantidad de un colchón al día. Mi hermano Luis también se encargó de vender nuestra producción en Temuco y alrededores. Mientras tanto, Juan y Miguel seguían en el negocio de las alfombras y nos enviaban el dinero que podían para que el negocio familiar fuese creciendo. A fines de los años 60, Juan se traslada con toda su familia a vivir a Santiago. Para hacerse cargo de un local de alfombras Winner en calle Irarrázaval. Al mismo tiempo, se dedicó a introducir nuestros colchones en el comercio establecido. No fue una tarea sencilla, pero con su particular estilo, Juan fue conquistando a los dependientes del comercio detallista y generando estrechos lazos de cercanía a través de asados y curantos donde compartió incansables y memorables veladas. Mis hermanos se retiraron del negocio de las alfombras y fue así como todos nos dedicamos a los colchones y se consolidó nuestra empresa y nuestra marca, Rosen. Luego vinieron los difíciles primeros años de la década del setenta. Tuvimos que prepararnos para enfrentar decisiones de inversión y adquisición de nuevas tecnologías en un escenario no muy favorable. Sin saber otros idiomas, iniciamos una serie de viajes y visitas a fábricas en el extranjero. Fuimos adquiriendo mejores tecnologías y aprendiendo a generar altos estándares de calidad que nos llevaron a consolidar la fabricación de productos de buena calidad, pero aún con un problema a superar, no éramos muy conocidos. Mis hermanos y mi sobrino Mauricio, por esos años como Gerente Comercial, jugaron un papel fundamental. Nace una nueva era comercial de la empresa. Luego, Mauricio asume la Gerencia General de Rosen dando paso a una era de profesionalización y dedicada a la expansión de nuestros negocios por todo el continente. Durante los años 80, nuestras líneas de producción se habían extendido. Mi esposa, Gloria Sanguineti, inicia el proceso de desarrollo y confección de nuestras líneas de ropa 3 de cama, donde diseños y creaciones originales vinieron a complementar nuestra oferta que comprendía, además de los colchones, muebles de dormitorio, almohadas, sofás cama y los sillones reclinables. Nuestro negocio evolucionó a nuevos formatos de comercialización. Generamos una cadena de tiendas propias llamadas Dormicentros Rosen, orientamos la cultura y la gestión de la empresa hacia los consumidores y desarrollamos un proceso sostenido de marketing que vino a consolidar el valor nuestra marca y de nuestros productos, al punto de que ya para principios de los ‘90 iniciamos nuestro proceso de internacionalización. Los mercados van evolucionando y con ello las empresas y las personas. Por ello, hoy mi familia ha dejado la administración de las empresas en Chile a nuestro equipo de profesionales a cargo del señor Jorge Rivera como nuevo Gerente General. También, estamos dedicados ha profesionalizar también el Directorio y generar los lineamientos para el futuro de nuestras empresas en el exterior, tarea que se le ha encomendado a Mauricio Rosenberg, como Vicepresidente de Negocios Internacionales. Quisiéramos decirles que, en la visión y filosofía empresarial de nuestra familia, las personas que a lo largo de todos estos años trabajan y han trabajado con nosotros, son el capital más importante con que contamos. Somos tremendamente agradecidos de nuestros trabajadores y colaboradores. También, agradecemos a nuestras esposas, quienes con su sabiduría, dedicación y paciencia han ayudado a construir esta historia. Finalmente, quiero pedirle a Dios su bendición, también para todos ustedes. Que permita que en nuestro paso por esta vida, dejemos al menos una semilla de valores para las futuras generaciones. Nos sentimos muy honrados con este premio y muy afortunados por la vida que hemos tenido. Muchas gracias. 4