ENFOQUE INTEGRAL CENTRADO EN LA PERSONA El enfoque biopsicosocial ha sido operacionalizado por M. Stewart, Ian Mc Whinney y otros, en el método clínico centrado en el paciente, a través de los siguientes componentes que debieran ser desarrollados en el contacto con las personas y sus dolencias: Explorar la situación (“síntomas y signos” del problema) y el padecimiento (la experiencia personal de la situación) Comprender al paciente como una persona única, con sus emociones, con una historia personal y un componente sociocultural también únicos. Negociar con la persona tanto la explicación como el manejo del problema, incorporando sus opiniones, temores y expectativas. Introducir la educación para la salud y la prevención como una preocupación más por la persona y una forma explícita de mejorar la participación del usuario en el cuidado de su salud. Reforzar el aspecto relacional, de manera autocrítica y reflexiva, retroalimentándose para un crecimiento permanente. Usar de manera realista el tiempo y los recursos. ENFOQUE BIOPSICOSOCIAL Y VISIÓN HOLÍSTICA DEL SER HUMANO: El Modelo de Salud Integral, que se plasma en la Atención Primaria en el Modelo Biopsicosocial con Enfoque Familiar, al tener una mirada sistémica sobre el proceso salud enfermedad, se orienta a la mejoría de la calidad de vida de las personas, las familias y las comunidades, y se constituye en uno de los pilares fundamentales para el logro de los objetivos de la Reforma del sector salud. Los siguientes son los objetivos que se enfatizan en los cuidados primarios: Proporcionar cuidados continuos de salud, a individuos, familias y comunidad, de una manera integral, resolutiva, oportuna y eficaz, que sea accesible y de calidad, con equipos de salud multidisciplinarios capacitados, que basan su acción en el modelo biopsicosocial con enfoque familiar para satisfacer las necesidades de los usuarios. Asegurar, a la población beneficiaria del Centro de Salud, el derecho a recibir y demandar una atención personalizada, digna, de calidad y con base en los principios de la bioética, para el conjunto de prestaciones contempladas en el Plan de Salud Familiar y las Garantías en él explicitadas. Establecer un sistema de atención que responda a las necesidades de la población con una adecuada relación oferta-demanda. Lograr articulación adecuada con la red de salud, optimizando los mecanismos de referencia y contrarreferencia. El enfoque familiar tendrá distintos énfasis dependiendo del punto de la red en la cual se otorgue los servicios. Si bien es cierto que la mirada sobre los condicionantes debe estar presente en todos quienes atienden a personas y familias, su nivel de involucramiento será diferente. CAMBIO RELACIONAL: Como consecuencia lógica y así esta expresado en lo planteado en el punto anterior, surge la necesidad de un nuevo estilo relacional con los usuarios. El Modelo de análisis del proceso de salud enfermedad (biomédico) y el modelo relacional (paternalista) no favorecían la participación de los usuarios. Las decisiones puestas en un saber técnico, prescindían de las opiniones que los usuarios pudieran tener en los ámbitos que les afectaban. En una mirada holística de la salud - enfermedad, la persona pasa a ser relevante para una mejor comprensión de la situación de salud de parte de los profesionales y por lo tanto para un diagnóstico más integral. En el decir de Ronald Epstein, la relación debe ser construida activa y reflexivamente. Lo anterior implica que la relación pasa a ser una forma de crecimiento personal y profesional, parte constitutiva de la competencia profesional y en función de ello, debe ser mejorada. Pero, a diferencia de una técnica cualquiera, esta requiere: de toda la humanidad del prestador en salud, autocrítica y autoconocimiento, compasión y respeto, como valores que impulsen el desarrollo de una forma humanizada de relación. Con lo anterior, dice, las habilidades de comunicación adquieren relevancia y entre ellas, de manera relevante, la capacidad de escucha activa. De esta manera será posible percibir las señales desde los usuarios y también las señales internas del profesional, que hablan de cuánto la relación satisfacen las expectativas de ambos. La habilidad “de ser consciente y de monitorizar sus propios sesgos como un marcador de la competencia profesional”, es un elemento a considerar. En esencia, el cambio relacional tiene como base un cambio de actitud de querer vincularse con otro en toda su integralidad, considerando la vulnerabilidad frente a la enfermedad, las expectativas de ayuda, la emocionalidad implícita en la esperanza de ser acogido, de ser escuchado, de ser comprendido, de ser informado, de ser considerado. Entre las actitudes que bloquean la comunicación y dificultan una adecuada relación profesional paciente están: Ordenar, dirigir, mandar: en el afán de “educar”, se entrega indicaciones sin considerar las experiencias y expectativas del otro. La tarea es obedecer. Advertir, amenazar: a lo anterior se agregan las consecuencias de la negación de cumplir lo ordenado. Moralizar, sermonear: mantiene al otro en una situación de inferioridad y dificulta la corresponsabilidad en salud. Transmite falta de confianza en la capacidad del otro. Juzgar, criticar, culpar: pone al otro en situación de inferioridad de tipo moral. Poner apodos, uniformar, ridiculizar: elimina la sensación de ser único pasa a ser parte de un conjunto de “pacientes” de determinado tipo. Poner en duda: transmite falta de confianza en el otro. Sin importar si el vínculo establecido es de mayor continuidad (cuidados primarios) o episódica (cuidados especializados y hospitalización), las características que reflejan una atención humanizada son: Actitud de respeto profundo por el otro Aceptación de que el otro es un ser distinto, único y autónomo Empatía: entender el contexto del otro, sus motivaciones y sentimientos. Interés por la persona, su historia, sus temores y expectativas Interés por el otro como ser social: aceptar su necesidad de compañía (de familia, amigos) y la influencia que estas redes sociales tienen sobre él. Continuidad en el vínculo Reconocimiento de las necesidades biológicas, psicológicas y sociales del otro Atención a lo que el otro necesita saber Honestidad frente a los propios límites Disposición a cuidar siempre Disposición a ayudar a bien morir Algunos elementos específicos, pero no menos importantes son: Llamar por su nombre Mirar a la cara y especialmente a los ojos. Evitar la actitud de apuro Dejar tiempo al otro para hablar, preguntar, explicar Chequear el grado de comprensión de lo que se ha informado No dejar cabos sueltos, responsabilizar en las distintas personas que participan en el proceso, los diferentes elementos que darán continuidad a la situación clínica o preventiva. Especialmente en el o la paciente hospitalizado/a, generar sensación de protección, neutralizando amorosamente sus angustias, miedos y manejando cuidadosamente su malestar. Forma participativa de gestión: La manera en que los directivos ejercen su rol, no es indiferente en términos de la relación que los integrantes del equipo de salud establecen con los y las usuarios/ as. Muchas veces formas autoritarias de gestión determinan relaciones agresivas entre los miembros del equipo y entre ellos y los usuarios/ as. Una gestión participativa, permite un trabajo en equipo más horizontal e incentiva la mirada transdisciplinaria y además modela la relación que los equipos establecerán con los usuarios.