Tendinopatía de Cintilla Iliotibial. Definición y estructuras implicadas. La cintilla iliotibial, forma parte de la fascia lata, como un engrosamiento de esta, y transcurre por la cara externa del muslo, desde la cresta iliaca hasta el Tubérculo de Gerdy, en la cara antero externa de la tibia, justo debajo de la articulación de la rodilla en su cara externa. La fascia lata, a la que podríamos considerar como la continuación de la fascia glútea, cubre el muslo por delante y por detrás. Algunos autores como Sobotta así lo consideran, mientras que otros como Rouvière hablan de Aponeurosis Femoral, y dice que forma al muslo una vaina completa. Solo consideran fascia lata a la cara externa de esta. Especialmente sensible, por el roce al que se encuentra sometido, va a ser la zona que pasa por encima del cóndilo femoral lateral. Un ligero aumento de la tensión en la fascia lata, va a aumentar ese grado de fricción conduciéndonos a la lesión. Y es precisamente ese componente de fricción, lo que hace que esta lesión sea tan pesada, que no complicada, de tratar y resolver. Esta estructura tiene como misión transmitir la fuerza y la acción del glúteo mayor y tensor de la fascia lata, o lo que es lo mismo; el “Deltoides Glúteo”, hasta la rodilla. Mecanismos de producción. Ese aumento de tensión puede venir desde arriba, por un acortamiento, contractura o sobre solicitación de los músculos que forman el deltoides glúteo, o por una alteración mecánica en la pisada o en la rodilla. Unas rodillas con exceso de varo o más separadas de lo normal, van a llevar a la cintilla a “apoyarse” en exceso sobre el relieve óseo que representa el cóndilo lateral del fémur. En el caso opuesto, unas rodillas más juntas de lo normal que denominamos como valgo, aunque separan estas dos estructuras disminuyendo el roce, van a provocar que toda la fascia lata se encuentre acortada y retraída, lo que facilita, aunque de otro modo, la tendinopatía. Aunque quizás el punto más comprometido en la valoración y posterior tratamiento de esta patología, va a ser la implicación de un exceso de pronación del pie, su falta de compensación y su posterior corrección. Me explico: Durante la fase de apoyo e impulso del pie, este va a apoyarse en mayor o menor medida sobre su borde interno. Esto es lo que llamamos pronación, y es fisiológica, lo que quiere decir que todos pronamos durante esa fase. Lo que ocurre es que muchos pronamos en exceso, aunque sea un poco. Esto no tiene por qué darnos demasiados problemas en general siempre que sea un grado moderado, y menos en personas sedentarias. Pero en un deporte tan exigente a este nivel como la carrera, puede acarrearnos problemas más o menos serios. Esta lesión es uno de ellos. ¿De qué manera? La pronación siempre irá acompañada de una rotación interna de tibia, mayor cuanto más pronunciada sea la pronación. Y esta rotación interna de la tibia va a provocar directamente una tracción de la cintilla iliotibial hacia abajo, además de posicionar su inserción más medial, de modo que la cintilla apoye más sobre el cóndilo. Lo que nos conduce irremediablemente hacia un aumento del estrés de la estructura y un aumento de la fricción con el hueso. Este factor va a ser decisivo tanto en la prevención como en el tratamiento de esta patología, y difícilmente vamos a poder resolverla sin tenerlo muy en cuenta. Yo personalmente, es lo primero que valoro en un paciente aquejado de esta lesión. Analizar su pisada, ver personalmente sus zapatillas y sus plantillas en caso de usarlas, comprobar que ambas son correctas, y remitirle al especialista en caso de no serlo. Por lo que el trabajo conjunto de un fisioterapeuta, un podólogo y un asesor especializado en calzado deportivo, que podéis encontrar en cualquier tienda de running que se precie, va a ser fundamental. Aunque nos falta lo más importante. Todo esto que acabamos de decir sería irrelevante si no se diera un movimiento repetitivo de flexo extensión de rodilla, principal causante de esta situación. Pues va a ser en ese movimiento donde se de la fricción de la que venimos hablando, muy presente por supuesto en este deporte. Podemos decir por tanto, que es una lesión propia de la carrera y de deportes en los que se de algún tipo de carrera o salto, aunque por supuesto no es imposible verla en disciplinas en las que no se den estos factores. Así pues, por distintas causas, es relativamente frecuente verla en ciclistas con el sillín muy alto o atrasado, por ejemplo. Diagnóstico diferencial. En esa misma zona, o alrededores, podríamos sentir igualmente los síntomas de una lesión de ligamento lateral externo de rodilla, una meniscopatía externa, incluso algún tipo de alteración de la articulación tibio peronea, o del tendón del bíceps crural, que deberemos descartar lo antes posible. Clínica. Aquí se va a dar un aspecto curioso. Es habitual que el corredor sienta más dolor cuando baja el ritmo de carrera casi hasta el trote, lo que se hace instintivamente frente a cualquier dolor. El motivo es que al correr despacio, relajamos las caderas (los músculos abductores) y la pelvis se desplaza lateralmente en cada apoyo. Esto elonga los músculos que se insertan en la fascia lata (los del deltoides glúteo) y “tira” hacia arriba de ella aumentando la tensión, y por consiguiente la fricción. Por supuesto que esto no tiene por qué darse en todos los pacientes por igual, pues dependerá de diversos factores, pero creo que es lo suficientemente “particular” como para comentarlo. Por lo demás, como siempre; dolor al solicitar las estructuras implicadas, al correr, al subir y bajar escaleras o saltar, etc... Tratamiento. Lo primero como siempre, corrección del factor lesivo, donde intervendremos diferentes profesionales como hemos comentado más arriba. El resto es lo habitual, con técnicas relajantes sobre la musculatura implicada, específicas sobre la zona de la cintilla afectada donde se aplica frío con buenos resultados, Cyriax, punción seca, ganchos, estiramientos y reposo relativo.