C U A D E R N O S 11 CULTURA ANALISIS ARGUMEMTAL DE LA ¡LIADA Y LA ODISEA No. 1 1 COMPILADOR: U C HECTOR M. HEBNANDEZ RU1Z PA4030 ? ñ H 0 3 O 1020091861 INTRODUCCION fONDO UNIVERSITARIO 37774 A sabiendas de que este trabajo no tiene l a pr<) fundidad de estudio adecuada, r e a l i z a r la expos i c i ó n argumental de La I l í a d a . y l a Odisea, - - grandiosas obras épicas de l a l i t e r a t u r a c l á s i ca griega, pretendo destacar que el e s p í r i t u se solaza con tanta belleza d e s c r i p t i v a , se c u l t i va y se enriquecen, la educación y el grado de conocimientos h i s t ó r i c o s . A través de e l l a s , captamos una amplia gama de acontecimientos y hechos relevantes. Su a r g u mento nos convoca a penetrar en el alma de l o s personajes, quienes en su mayoría son apoyados por dioses o d i o s a s . Homero nos conduce a través de l a c u l t u r a g r i e ga y despierta la inquietud del l e c t o r , con la belleza de l a narración de sus e p i s o d i o s . En La U f a d a y La Odisea, cada uno de l o s persc) najes lucha lo mejor que puede, por lo que qui£ re. Destacan personajes como P a r i s , A q u i l e s , Héctor, en La I l i a d a ; U l i s e s , Penélope, Telémaco, en La Odisea. La idea del amor, de l a f a m i l i a , de l a p a t r i a y su acendrado concepto de l a s t r a d i c i o n e s , c o n mueven profundamente, impresiona gratamente. El Compilador CARACTERISTICAS DE LAS OBRAS Las leyendas v i e j a s se remontan a tiempos muy antiguos. S i n embargo, muchos hechos citados en l a epopeya son exactos, como l o han comprob£ do descubrimientos r e c i e n t e s . Una ciudad rodeada de muros e x i s t í a realmente en el A s i a Menor, donde Homero s i t u a b a a Troya, y había s i d o destruida por un gran incendio, — tal como él lo d i c e . Homero debió de sacar sus descripciones del mundo que lo rodeaba, o s e a , el de su época. Los sabios apoyan esta o p i n i ó n , al llamar a l a c u l t u r a g r i e g a , d e s c r i t a en l a ¡ l i a d a y l a Odisea, l a edad homérica o l a "edad de Homero". Al leer esos poemas, que r e l a t a n acontecimien^tos muy antiguos situados en el marco de un - período más avanzado. La Odisea, a s í como l a I l í a d a , contienen e s c e nas admirables, t a l e s como l a s que describen — l a s tormentas en el mar, l a e x i s t e n c i a de l o s marineros y l a vida f a m i l i a r de l o s g r i e g o s . además, una preciosa fuente de información. Mu chas de l a s cosas sobre l a vida en Grecia se re velan en e l l a s . Cómo v i v í a n los g r i e g o s , cómo" se vestían y qué comían. Descripciones detalladas informan sobre sus maneras de combatir y gobernar, sobre sus navios, sus casas, sus ideas sobre l a educación, l o s de portes, la medicina. ~ Acerca de Homero, autor de l a obra, casi nada se sabe, pero se cree que era un narrador de ta lento que contaba sus h i s t o r i a s y que tiempo — después, otro poeta l o s e s c r i b i ó con l a forma en que han llegado a l a actualidad. Para comprender y componer sus poemass Homero adoptó l a s leyendas, h i s t o r i a s y cantos de su pueblo, l o s reunió en r e l a t o s épicos, cantando a l o s dioses y los héroes de una época oue r e presentó para él " l a edad de antaño". Homero es hábil para l a s comparaciones y emplea palabras que por s í s o l a s evocan un cuadro completo: "el mar oscuro como v i n o " , "el vino c o lor m i e l " , "el alba coronada de oro" y "de d e dos de r o s a " . Homero nos dice que en l a I l í a d a , Hera reprocha a su marido Zeus el querer salvar a Príamo, y Zeus, cediendo a los reclamos de su mujer, permite l a ruina de Troya. Ua I l í a d a informa de la creencia de los griegos en una vida futura. Se c r e í a que después de l a muerte el alma de un hombre erraba por l a t i e r r a hasta que su cuerpo r e c i b í a las honras fúnebres. Esto e x p l i c a porqué Príamo siente dolor cuando Aquileo le rehusa el cuerpo de Héctor. Se incineraban l o s cadáveres sobre una a l t a p i l a de madera, llamada p i r a f u n e r a r i a ; con el f i n de que el muerto no se s i n t i e r a solo en el otro mundo, se quemaban al mismo tiempo, sus bienes más queridos. La I l í a d a y l a Odisea son l a s dos más fabulosas h i s t o r i a s de aventuras que se conocen. Son, — A s í , se sabe, a propósito de l o s funerales de Patroclo, que Aquileo coloca sobre l a hoguera - Se puede ver cómo U l i s e s es puesto en presencia del e s p í r i t u de su madre y cómo suceden, su r e greso t r á g i c o y l a l i b e r a c i ó n de su casa. c a b a l l o s , algunos de l o s perros f a v o r i t o s de — Patroclo y diversos objetos que l e habían perte necido. Luego de l a s ofrendas, el e s p í r i t u - descendía al Hades. Las almas o r d i n a r i a s e r r a ban s i n f i n , pero aquéllos que contaban con el favor de l o s dioses alcanzaban l o s campos E l í seos, en l o s que gozaban de eterna f e l i c i d a d . Los que hablan ofendido a l o s dioses, s u f r í a n ho r r i b l e s c a s t i g o s en el Tártaro. Grecia, según l a I H a d a , estaba d i v i d i d a en muj[ t i t u d de reinos pequeños; l a I s l a de I t a c a , l a p a t r i a de U l i s e s , no es más que una pequeña - i s l a , y Ü l i s e s es s ó l o uno de muchos reyes. La I l l a d a cuenta cómo Agamenón reunió a todos sus guerreros para d e c i d i r s i convenía p r o s e — g u i r el s i t i o de Troya o, por lo c o n t r a r i o , r e gresar. Por l a s descripciones de Homero, parece que l o s e d i f i c i o s del palacio estaban agrupados a l a mai nera de un c a s t i l l o medieval. La gente de menor importancia v i v í a fuera de — l o s muros del c a s t i l l o en casas menos s u n t u o — s a s . La a g r i c u l t u r a y l a ganadería c o n s t i t u í a n su mayor fuente de r e c u r s o s . Los mismos reyes, t a l e s como U l i s e s , trabajaban sus propios c a m pos y se ufanaban de a b r i r sus propios surcos, rectos y profundos. Las mujeres también trabajaban. Helena, Andrómaca y Penèlope, l a esposa de U l i s e s , t e j í a n t<? l a s para su f a m i l i a ; y una princesa llamada Nau^ s i c a a lavaba l a ropa, como se lee en l a Odisea. Homero informa sobre l a s armas empleadas en su época: l o s escudos estaban hechos con piel de - toro; las puntas de l a s lanzas, de bronce, lo mismo que l a s espadas. Los griegos conocían el uso del h i e r r o , pues Homero lo c i t a en sus poemas. Se cubrían el cuerpo con una armadura, pa ra protegerse en l a b a t a l l a . ~ DIFERENCIAS Y SEMEJANZAS DE LAS OBRAS Se dice que l o s orígenes de l a l i t e r a t u r a g r i e ga se han perdido. Los griegos a t r i b u l a n a Orfeo, a Lino y a Museo l o s primeros cantos, pero ni l a antigüedad conoció sus obras, ni la e x i s tencia de t a l e s personajes es cosa demostrada. Para mí, por toda esta información obtenida, l a l i t e r a t u r a griega empieza con el nombre de Home ro, y con l a s 2 epopeyas famosas: La I l í a d a y~ l a Odisea; estas dos obras fueron compuestas ha c i a el s i g l o IX o el V I I a . c . , ambas son epope" yas heroicas, celebran l a s hazañas de una generación ya desaparecida, capaz de r e a l i z a r cosas imposibles para los hombres p o s t e r i o r e s . La I l l a d a : Canta un episodio de l a guerra de Troya, ciudad s i t i a d a durante diez años por l o s g r i e g o s : Habiendo Agamenón arrebatado a Aqui — les una esclava, surge entre ambos j e f e s v i o l e n ta disputa y el segundo se r e t i r a a su campameñ to con sus soldados. Ya estaban l o s griegos a~ punto de s u f r i r una derrota cuando Patroclo, re vestido con l a s armas de Aquiles, perece a m a nos de Héctor. Entonces el jefe griego provoca a su vez, al guerrero troyano, lo mata y pasea su cadáver en torno a l a ciudad. El anciano — Príamo, padre de Héctor, acude a s o l i c i t a r de Aquiles l a devolución del cadáver de su h i j o en una emocionante escena; accede conmovido el heroe griego y termina el poema con el relato de los funerales del guerrero troyano. La Odisea: Contiene l a h i s t o r i a de U l i s e s , que muchos años después de tomada Troya, y a través de i n f i n i t o s p e l i g r o s , consigue l l e g a r a Itaca, su p a t r i a , y d e s t r u i r l a s asechanzas que rodean a su mujer Penèlope. Ambos poemas son a un mismo tiempo de carácter guerrero y r e l i g i o s o , profundamente humanos y exentos de convencionalismos; en e l l o s se nos ofrece un amplio cuadro de l a vida en tiempos de l a Grecia Heroica. El amor conyugal (Penelo pe, Andrómaca); paterno (Priamo); materno (Te— t i s consolando a su h i j o ) ; l a amistad (Aquíles y P a t r o c l o ) ; l a a l e g r í a , el temor, el d o l o r , to dos Tos grandes sentimientos están aquí expresa dos con l a más penetrante realidad. Desde el punto de v i s t a l i t e r a r i o , son notables por Va variedad de l o s r e l a t o s , l a exactitud de l a s imágenes, comparaciones y epítetos y l a per fección de su lengua y e s t i l o , aunque todo es f a n t a s í a e incluye a l a mitología. Es una obra de mucha calidad. COMENTARIOS Y ANTECEDENTES La I l i a d a . Nos r e l a t a el asedio de Troya y aunque su a c ción transcurra durante el último año de l o s - diez que duró el s i t i o y l a conquista de l a pía za, nos d e t a l l a l o s p r i n c i p a l e s rasgos de l a — guerra troyana. La acción sucede principalmen- te en el campo de batalla y el campamento, sus principales personajes son los guerreros y los estímulos más importantes de carácter m i l i t a r . En conjunto, la obra logra darnos un cuadro de la edad heroica en plena guerra y l o s detalles del combate están descritos para hombres que en tendían de hechos bélicos y sabían apreciar u n í buena pelea. Cada héroe tiene su hora de g l o r i a y luego cae herido para dejar s i t i o a otro héroe. La I l i a d a narra la cólera de Aquiles, tema t r á gico donde el protagonista, a despecho de sus dones semi-divinos hace mal uso de sus oportuni dades. Riñe con su jefe Agamenón. Patroclo le pide permiso para acudir en a u x i l i o de 1 os derrotados Aqueos. Aquiles se lo concede y le presta sus propias armas. Patroclo mué re a manos de Héctor. Aquiles se venga de Héc"r tor y le da muerte. El padre de Héctor, P r í a — mo, rescata el cuerpo de su h i j o . Aquiles vuelve a ser quien era. Homero, aparte de esta h i s t o r i a , dibuja otra, que es la del asedio a Troya. Aquí le guía tam bien una intención ética. ~ Troya es s i t i a d a porque Paris ha raptado a la esposa de Menelao, Elena. Sobre Troya, como sobre Aquiles, se cierne la maldición de una ceguera enviada por los d i o ses. La tradición ha podido proporcionar a Homero — los nombres y l o s r-asgos principales de sus f i guras, y es posible que a e l l o deba los e p í t e — tos con que denomina a sus héroes: "Príamo, el de l a lanza de f r e s n o " , "Elena, l a de l o s b r a zos b l a n c o s " , " A q u i l e s , de pies l i g e r o s " . Los personajes pueden d i v i d i r s e en dos grupos, e s pléndidamente construidos y contrarrestados. La U f a d a nunca abandona el tono heroico, a l a vez que funda su intenso v i g o r en el sentido de l a s proezas humanas. Como l a dignidad suma corresponde al hombre, l o s mismos d i o s e s sufren l a s consecuencias. Si Homero hace a sus hombres semejantes a h o m bres, tienen sus momentos de majestad, como - cuando Zeus asiente, y s ó l o con e l l o sacude el Olimpo. Homero descubre en l o s dioses aquel — elemento de comedia que poquísimas veces h a l l a en l o s hombres. La r e l i g i ó n en Homero no es p_u r i t a n a y le permite b u r l a r s e un tanto de l o s — d i o s e s . La dignidad verdadera es a t r i b u t o humano y el hombre es ya por s í objeto s u f i c i e n t e de l a poesía. El poema está integrado por t r e i n t a y cuatro - s u b d i v i s i o n e s o l i b r o s . Para una mejor compren^ s i ó n conviene conocer algunos de sus antecedent e s , entre e l l o s está el s i g u i e n t e : Un d í a , según cuenta l a leyenda, l o s dioses y l a s diosas de l a antigua Grecia celebraban con r e g o c i j o el casamiento de l a diosa m a r i n a , T e — t i s ; de pronto se v i ó aparecer a alguien a - — quien no se había i n v i t a d o : era E r i s , l a diosa de l a D i s c o r d i a . Con ademán de cólera arrojó en l a reunión una manzana de oro en l a que h a b í a e s c r i t a s estas palabras: "A l a más hermosa". Durante unos i n s t a n t e s se hizo el s i l e n c i o , lúe go t r e s hermosas se adelantaron a r e c i b i r el - premio: Hera, reina del Olimpo, esposa de Zeus, rey de l o s dioses y l o s hombres; A f r o d i t a , d i o sa del amor y de l a belleza, que había nacido de l a espuma del mar, y Atenea, diosa de la sab i d u r í a , surgida de l a frente de Zeus, ya adulta y vestida con b r i l l a n t e armadura. Cada una de e l l a s se c r e í a l a más hermosa y reclamaba l a manzana de oro. Los dioses quedaron sumidos en l a mayor i r r e s o lución, puesto que ninguno, ni s i q u i e r a el mismo Zeus, se a t r e v í a a conceder el premio, c o n vencidos de i n c u r r i r con e l l o en l a cólera de l a s dos que no l a hubieran recibido. Puesto que l o s inmortales habían rehusado resol ver la cuestión, l o s dioses decidieron apelar ~ al j u i c i o de l o s hombres. E x i s t í a en aquel tiempo en Asia Menor, cerca de l o s Dardanelos un pequeño reino f e l i z y próspero, en el cual gobernaba Príamo. Ese reino era I l i o n , o Troya. Príamo tenía h i j a s e h i j o s que amaba tiernamente, pero también amaba a sus subditos como s i fueran sus propios h i j o s . Su c a p i t a l , I l i o n , era hermosa y v i v í a en paz. Estaba, p o r . l o demás, rodeada de s ó l i d a s murallas de un metro y ochenta de espesor. A Troya, pues, se encaminaban l a s t r e s d i o s a s , y se d i r i g i e r o n a un joven pastor. Su nombre era P a r i s , h i j o del rey Príamo, y cuidaba, en un prado, l o s carneros de su padre. P a r i s no podía d e c i d i r cuál de l a s diosas era l a rnás her_ mosa, pero e l l a s estaban tan ávidas por ganar l a manzana y el t í t u l o , que le hicieron p r o m e sas tentadoras. Hera, l a r e i n a , promete al joven el poder; Atenea le asegura g l o r i a en l a s armas, y A f r o d i t a , una mujer incomparablemente hermosa. P a r i s - ofrece l a manzana de oro a Afrodita, atrayéndose así, l a i r a de Atenea y de Hera. Esta d e c i s i ó n fue el f i n de l a paz de Troya. Poco tiempo después, P a r i s fue enviado a v i s i tar l a Corte de Menelao, rey de Esparta. Allí se enamora de Helena, esposa de Menelao, y por poder de A f r o d i t a , l a mujer abandona su casa y huye a Troya con P a r i s . Menelao, f u r i o s o y desesperado, convoca a l o s demás reyes griegos para emprender l a guerra - contra l o s troyanos y f o r z a r a Helena a r e g r e s a r . Numerosos reyes respondieron favorableme^ te a estos p r o p ó s i t o s , unos impulsados por a n s i a s de g l o r i a o con l a esperanza de ganar b o t í n ; o t r o s porque Menelao es un aliado o un par i e n t e , o bien porque l o s dioses así lo dispusie^ ron. Porque debe saberse que a l o s dioses l e s encantaba a s i s t i r a una buena b a t a l l a entre l o s mort a l e s , y frecuentemente descendían del Olimpo para i n t e r v e n i r en e l l a s , s i l a s cosas no se re_ s o l v í a n de acuerdo con sus deseos. Sólo después de dos años pudieron l o s g r i e g o s hacerse a l a mar, pues necesitaron c o n s t r u i r n£ v í o s , m o v i l i z a r guerreros, consultar a l o s d i o ses por intermedio de l o s oráculos y , finalmente, reunir l o s d i v e r s o s e j é r c i t o s bajo un jefe supremo. El mando se confió a Agamenón, rey de Mi cenas, hermano de Menelao y gran guerrero. Además, te nía el mérito de haber reclutado l a mayor parte de los navios y de l o s soldados de la e x p e d i — ción. Los griegos contaban también con otros jefes de renombre: el bravo Aquileo, el de l o s pies l i g e r o s ; l l l i s e s , sabio y sagaz, por lo que se le - apodaba "el a s t u t o " ; Ajax, de fuerza de g i g a n te; Diómedes, rey de E t o l i a ; Néstor de P y l o s , v i e j o , pero sabio y experimentado. Se estima que el e j é r c i t o griego logró reunir cien mil - hombres. Por su parte, l o s troyanos no habían tardado en organizar su e j é r c i t o , de modo que dos p o d e r o sas falanges se enfrentaron cuando, después de haber atravesado el mar Egeo, l o s griegos echaron anclas en l a playa que bordea l o s mares de Troya. La lucha continuó durante nueve años, y l o s griegos no consiguieron derribar l a s m u r a llas. LÍOS troyanos hacían s a l i d a s de vez en cuando, pero ninguno de l o s adversarios podía jactarse de l a v i c t o r i a , y parecía que l a guerra no h a b r í a de terminar jamás. No obstante, en el décimo año de l a guerra, concluyó. Conviene, a p a r t i r de aquí comenzar con el Argu mentó: Los troyanos se encuentran detrás d e " ^ las murallas de su ciudad; l o s griegos han cons truído un campo f o r t i f i c a d o en derredor, d e l a n T te de l o s muros de Troya; han varado sus barcos en l a playa o bien l o s han anclado cerca de - - e l l a . Entre l a ciudad y el campo de l o s g r i e gos se encuentra una especie de t i e r r a de nadie donde se d e s a r r o l l a c a s i todo el combate. Cerca de diez años han transcurrido desde el co mienzo de l a g u e r r a . ' Ahora, el campo griego está animado por v i v a — a g i t a c i ó n , porque Aquileo y Agamenón d i s c u t i e ron, y Aquileo r e t i r ó sus t r o p a s ; él mismo permanece enfadado en su tienda. L'a madre de Aquileo es justamente aquella T e t i s a quien se le hizo el banquete de bodas hace ya muchos años, y que fue el origen del c o n f l i c t o . Tetis no podía soportar ver a sus h i j o s desgrac i a d o s , por lo que ruega a Zeus que castigue a Agamenón, y el d i o s envía un mensajero a Héctor, el más v a l i e n t e de l o s troyanos, y le promete grandes v i c t o r i a s sobre l o s g r i e g o s . Enardecidos por ese a l i e n t o , l o s troyanos avanzan fuera de l o s muros de su ciudad; mientras Héctor y P a r i s se acercan a l o s guerreros g r i e gos, advierten a Menelao, el de l o s cabellos ru b i o s , que conduce su e j é r c i t o a través de l a — l l a n u r a . Héctor reprocha a P a r i s haber provoca do esta gran guerra, consecuencia del rapto de Helena. P a r i s propone d e c i d i r l a cuestión con un combate cuerpo a cuerpo con Menelao. Héctor ordena a su e j é r c i t o hacer a l t o , y l o s heraldos procla man el d e s a f í o . Todos se ponen de acuerdo para declarar v i c t o r i o s o al bando de aquél que venza en el duelo. Ambos e j é r c i t o s se han dispuesto para contemplar el espectáculo de l a lucha a - muerte entre P a r i s y Menelao. P a r i s se arroja contra Menelao con su l a r g a laji za de punta aguda, pero ésta resbala en el e s c ^ do con que se protege Menelao. El e s p a r t i t a - arroja su lanza con fuerza, perfora el escudo de P a r i s , y a través del escudo, l a coraza; pero P a r i s s a l t a y no sufre mal alguno. Entonces Menelao, el de l o s cabellos r u b i o s , se lanza so bre Paris y le rompe en el casco su hermosa e s pada. Exasperado, atrapa con las manos el c a s co del príncipe troyano, que arroja a t i e r r a . Pero Afrodita protege a su f a v o r i t o ; lo rodea de una nube negra y lo transporta detrás de los muros de l a ciudad. De esta manera, l a guerra habría terminado, s i l o s dioses no hubieran decidido otra cosa. Her a , f u r i o s a con Zeus por haber salvado a Troya de la destrucción, lo hostiga, hasta que el - - dios consiente en dejar que l a guerra continúe. Los troyanos tienen de su parte a Apolo, el a r quero, y a Ares, el dios de l a guerra. No obstante su v a l o r , l o s griegos se ven rechazados por l o s troyanos hasta sus navios. Sintiendo la ausencia del poder de Aquileo y de sus h o m bres, el rey Agamenón le hace ofrecimiento de paz y le promete numerosos presentes. Aquileo rehusa a todo y permanece en su tienda. Los troyanos, con el apoyo de Zeus, logran nuevas v i c t o r i a s . Agamenón, U l i s e s y Diómedes r e s u l t a n heridos. Los griegos, perseguidos por l o s troyanos, se ven obligados a abandonar sus p o s i c i o n e s , y se l l e g a a combatir en torno de l o s mismos navios. En ese momento, Patroclo, el amigo más querido de Aquileo, le s u p l i c a que conduzca sus hombres contra el enemigo. Aquileo se niega, pero permite a Patroclo que v i s t a su armadura. Patroc l o , a l a cabeza de l a s tropas de Aquileo y l i e vando su armadura, alcanza a l a s tropas griegas y hace retroceder a l o s troyanos hasta l a s d e fensas de su ciudad. Delante de l o s muros de Troya, Héctor se bate con Patroclo, lo mata, le quita l a g l o r i o s a armadura de Aquileo y lo aban 1020091861 dona. Los guerreros acuden a recoger el cuerpo de su camarada, y l a lucha recomienza con v i o lencia. Cuando Aquileo se entera de l a muerte de su ami go, grande es su desesperación y t e r r i b l e su l e r a ; s i n armadura se p r e c i p i t a a ayudar a l o s hombres a conducir al campo el cuerpo de Patroc l o . Tetis, l a madre de Aquileo, pide al herrero de l o s d i o s e s , Hefesto, que haga una nueva armadura para Aquileo. El d i o s trabaja con a r dor y f o r j a un gran escudo hecho de cinco capas de metal y ricamente adornado de oro y plata; hace una coraza más reluciente que el r e s p l a n dor del fuego, un .casco de cimera de oro y dos gebas de d ú c t i l estaño; Aquileo v i s t e l a armadu^ ra que le da T e t i s , se r e c o n c i l i a con Agamenón y se apresta a conducir a l o s guerreros griegos al campo. Puesto que Agamenón ha rendido homenaje a Aquileo, Zeus r e t i r a l a protección que había acordado a Troya; a s í , en esta guerra, - l o s dioses lucharon tanto como l o s hombres. Ares, el d i o s de l a guerra; Apolo, el arquero; A f r o d i t a , l a alegre; y Artemisa, l a d i o s a de - l o s arqueros, estaban de parte de l o s troyanos. Poseidón, el d i o s del mar, Hermes, el m e n s a j e ro; y Hefesto, el herrero, a s i s t í a n a l o s g r i e gos. Los troyanos, aterrados por l a llegada de Aquileo, suplican a Héctor que se r e t i r e detrás de l o s muros de l a ciudad, pero Héctor no quiere dejarse i n t i m i d a r . Nuevamente l a b a t a l l a e s t a l l a con v i o l e n c i a . Alentados por Aquileo, l o s griegos rechazan a l o s troyanos hasta l a s puertas mismas de l a c i u dad, que se abren para dejarlos entrar; los - griegos también estuvieron a punto de l o g r a r l o , pero entonces Apolo infunde gran valor a A g e — ñor, un valiente guerrero troyano, que se a d e lanta para medirse con Aquileo. La lanza de - Agenor rebota en la armadura de Aquileo, pero cuando éste a su vez, emprende el ataque, Apolo hace desaparecer al bravo Agenor para ponerlo a salvo, y el dios mismo toma su lugar. Retrocediendo, hace adelantar a Aquileo dentro de l a ciudad, mientras que el grupo de l o s soldados troyanos se introduce para huir del e j é r c i t o - enemigo. Cuando Aquiles comprende que el guerrero que - persigue es un d i o s , se i r r i t a contra é l , pero ya no lo sigue. Se vuelve y corre hasta l a s — puertas y a través de la llanura. A l l í se e n cuentra con Héctor, que está entusiasmado ante la idea de combatir contra el famoso Aquileo. Es en vano que el rey, su padre, y la r e i n a , su madre, le rueguen que se refugie del otro lado de la puerta. Pero en el momento que Aquileo se aproxima con su gran lanza levantada, Héctor es presa de gran temblor, vuelve l a s espaldas y huye. Aquileo, el de los pies l i g e r o s , se l a n za en su persecución; por tres veces corren a l rededor de l a ciudad, manteniéndose siempre - Aquileo entre Héctor y l a s puertas; en la cuarta vuelta, Atenea se le aparece a Aquileo y le pide que descanse un momento, luego, tomando la forma de Deffobos, el amigo de Héctor, Atenea se aproxima a éste y le ofrece ayudarlo en l a lucha. A s í , animado, Héctor se vuelve para enfrentarse con Aquileo. Aquileo hace volar su larga l a n za, pero Héctor, que se h a l l a en guardia, para el golpe, y l a lanza pasa por encima de é l , s i n h e r i r l o . Pero Atenea, s i n que Héctor lo sepa, recoge l a lanza y se l a devuelve a Aquileo. En tanto, es Héctor quien a r r o j a l a suya; golpea el escudo de Aquileo en su parte media y r e b o ta. Héctor se vuelve rápidamente para pedir — otra a Deffobos, pero viendo que su amigo ya no está a su lado, comprende que l o s d i o s e s lo han abandonado y que está perdido. Agamenón envía hombres con mulos a buscar gran cantidad de leña para l a p i r a f u n e r a r i a . Los héroes cortan algunos bucles de sus largos cab£ l í o s y l o s colocan sobre el cuerpo de su camar^ da. Se s a c r i f i c a n animales, que se colocan sobre l a p i r a , y el enorme fuego arde toda la noche. En la mañana se apagan l a s llamas y se co locan l a s cenizas de Patroclo en una urna de ko ro. Héctor toma su espada, Aquileo levanta.su lanza para golpear de nuevo; l a v i e j a armadura de - Aquileo, tomada del cadáver de Patroclo, cubre el cuerpo de Héctor, pero l a armadura esta perforada a l a a l t u r a del c u e l l o . Aquileo apunta justo a esta entrada. Héctor cae. Aquileo ha vengado a su amigo. En su agonía, Héctor pide: "Permitid que mi cuerpo sea devuelto a l o s t r o yanos para que se le rindan l o s honores f ú n e b r e s " . Aquileo responde severamente: "No me p i d á i s tal cosa; el matador de Patroclo no reci_ b i r á jamás honores fúnebres, descansará en l a tumba del deshonor". Toda l a ciudad de Troya l l o r a la muerte de Héctor y se lamenta porque Aquileo no quiere devo]_ ver su cuerpo para que reciba l a s honras f ú n e bres. Príamo hace preparar, por su gente, un carro lleno de t e s o r o s , que el v i e j o rey conduce por s í mismo, por l a s puertas de l a ciudad y - por la l l a n u r a hasta el campo de l o s g r i e g o s . Va hacia Aquileo y le s u p l i c a le devuelva el — cuerpo de su h i j o a cambio del real rescate, Aquileo, apiadado, acepta l a ofrenda y autoriza al rey a l l e v a r s e el cuerpo. Con l o s funerales de Héctor concluye l a I l í a d a de Homero. Después, Aquileo arranca l a armadura del cuerpo de Héctor, amarra el cadáver a su carro y lo — a r r a s t r a hasta el campo donde el cuerpo de P a t r o c l o espera ser enterrado. En l o s muros de l a ciudad, el rey Príamo y l a reina l l o r a n a su h i j o caído. Al o i r l o s gemidos de l a r e i n a , l a mujer de Héctor, Andrómaca, l a de l o s brazos blancos, se adelanta y ve que el cuerpo de su amado esposo es arrastrado hasta l a s tiendas g r i e g a s . Tiembla por l a muerte de su marido, tiembla por sus h i j o s huérfanos y por l a noble ciudad de Troya. Tras l a s defensas de l o s g r i e g o s , Aquileo hace apresurar l o s funerales de Patroclo. El señor Por otras h i s t o r i a s se sabe que l o s griegos ter^ minaron por vencer a l o s troyanos. Luego de - diez años de guerra, l e j o s de sus hogares, gran número de griegos estaba dispuesto a terminar l a lucha y retornan a su amada p a t r i a . En ese momento, U l i s e s sugiere un plan ingenioso. Siguiendo sus i n s t r u c c i o n e s , l o s guerreros con£ truyen un enorme caballo de madera en cuyo i n t £ r i o r se ocultan numerosos guerreros, entre e l l o s U l i s e s y Menelao. Con l a excepción de un hombre v a l i e n t e , todos l o s demás griegos abord^ ron sus navios y se alejaron como s i por f i n hubieran renunciado al s i t i o . El caballo de madera quedó en l a playa. Cuando vieron a l o s griegos abandonar el campo y hace£ se a l a mar, l o s troyanos manifestaron gran ale gría. El extraño caballo de madera excitaba su c u r i o sidad y bajaron a l a playa para examinarlo. -A l l í encontraron al único griego que había quedado, y él l e s explicó que el c a b a l l o era una ofrenda a l o s dioses y que, s i l o s troyanos quj_ sieran l l e v a r l o a l a ciudad, se s a l v a r í a n . Entonces, l o s troyanos, muy a l e g r e s , a r r a s t r a r o n el caballo de madera hasta l a ciudad. Como era muy grande para pasar por l a s puertas, fue nec£ s a r i o hacer una brecha en l a s murallas. Durante l a noche oscura y s i l e n c i o s a , l o s g r i e gos h i c i e r o n v i r a r sus navios y regresaron a l a costa troyana. Los guerreros, con pasos f u r t i vos y s i n ruido, atravesaron l a l l a n u r a y alcaii zaron l a ciudad. U l i s e s y sus compañeros s a l i e r o n de l o s flancos del c a b a l l o y abrieron l a s puertas a l o s s i t i a dores; entonces l o s griegos pudieron por f i n - cumplir su venganza. La ciudad de Troya fue s £ queada y tomada, y l a hermosa Helena,por f i n , d £ vuelta a Menelao. LA ILIADA ( Fragmentos ) Se t r a t a de la intervención de l a diosa Palas Atenea en l a querella entre Aquiles y Agamenón. " D í j o l e Palas Atenea l a d i o s a de l o s b r i l l a n t e s o j o s : "Vengo del c i e l o para apaciguar tu c ó l e ra, s i obedecieres. En caso de d i s p u t a r , no - - desenvaines l a espada e i n j u r i a d l e de palabra como te parezca. Lo que voy á decir se cumplirá: Por este u l t r a j e se te ofrecerán un día - t r i p l e s y espléndidos presentes. Domínate y - obedécenos. Contestó A q u i l e s , el de l o s pies l i g e r o s : "Prec i s o es, oh diosa, hacer lo que mandáis, aunque el corazón esté muy i r r i t a d o . Obrar así es lo mejor. Quien a l o s dioses obedece, es por - - - e l l o s muy atendido". Dijo, y puesta la robusta mano en el argente o puño, envainó l a enorme es pada y no desobedeció la orden de Palas Atenea"? Homero. INICIACION LITERARIA En l a Odisea vemos a una hermosa doncella en la persona de l a princesa Nausicaa, l a que desea la bienvenida a U l i s e s y lo l l e v a a la corte de su padre. Siempre se l a ve a t r a c t i v a y f r e s c a , ya se ocupe de lavar su ropa para el día de su boda o juegue a l a pelota con sus compañeras a la o r i l l a del r í o , mientras se seca la ropa de blancura de nieve. Calipso es "una diosa t e r r i ble y ningún dios o mortal tiene amistad con e l l a " , dice U l i s e s . Circe y las sirenas son únicamente dañinas; - - quieren atraer a l o s hombres hacia su perdición. Pero, s i n embargo, cuando U l i s e s ha vencido a Circe, ésta le da consejos v a l i o s o s para que co£ tinúe su v i a j e . U l i s e s habla de su p a í s : I t a - ca, de cara c l a r a , i s l a brava, pero una buena niñera para l a noble juventud". Y añade: "No hay nada que sea más dulce para el hombre que - su p a t r i a y su f a m i l i a , cuyo recuerdo lo p e r s i gue hasta en l a s r e s i d e n c i a s más r i c a s , lejos, en un p a í s e x t r a n j e r o " . Lo que sostiene a U l i s e s durante sus grandes aventuras es el amor al hogar y a l a p a t r i a . - En cuanto a l a t o p o g r a f í a de l a Odisea, s i se estudia un mapa de l a cuenca del Mediterráneo, se pueden señalar en él l o s v i a j e s de U í s e s . El ataque contra l o s c i c o n i o s lo había llevado hasta l a extremidad del mar Egeo. Arrojado por l a tempestad, el barco retrocedió por e mar Me diterráneo hasta l a costa de A f r i c a . El país de l o s l o t ó f a g o s , esto es, comedores de l o t o s , se encontraba exactamente al sur de Túnez. Después el héroe navegó hasta el p a í s de l o s cí_ clopes, en l a costa de I t a l i a , un poco a norte de l a bahía de Nápoles. E o l i a es una í s l i t a al norte de S i c i l i a . El barco fue arrojado hasta a l l í , cuando ya había llegado a I t a l i a . De E o l i a , U l i s e s navegó a lo largo de l a costa i t a l i a n a hasta l a i s l a de C i r c e , que se e n c o n traba al sur del Tiber. Al dejar l a i s l a de — C i r c e , U l i s e s descendió a l o largo de l a costa mediterránea. Las i s l a s de l a s s i r e n a s son t r e s i s l a s rocosa$ que se h a l l a n cerca de l a bahía de Nápoles. leyenda de l a s s i r e n a s nació después de numerosos naufragios que sucedieron en esos l u g a r e s . Luego había que atravesar un paso estrecho; a un lado había un e s c o l l o contra el c u a l , en mal tiempo, l o s barcos eran arrojados y al cual se r e l a c i o n a l a leyenda de E s c i l a , el monstruodevo rador de hombres. En este mismo estrecho había un remolino que — dio luz a l a leyenda de C a r i b d i s . La i s l a del sol se encuentra en el punto sur de S i c i l i a , - cerca de Siracusa. Los mapas del tiempo de Homero colocan l a i s l a de Calipso exactamente al sur de Cerdeña, pero en este lugar no hay i s l a . S1n embargo, otra i s l a muy parecida a l a que - describe Homero ha sido descubierta del otro "U do del mar Mediterráneo, cerca de España. De la i s l a de Calipso, U l i s e s se fue a la de l o s f e a c i o s , hoy conocida con el nombre de Corfú, en el mar Jónico. Como lo indica el mapa, l a d i s t a n c i a entre Corfú e Itaca, al seguir l a cos^ ta occidental de Grecia, es muy corta. Conviene el conocimiento de todos estos d e t a — l i e s , para una mejor comprensión del Argumento: Según l a leyenda, U l i s e s era el rey de la i s l a Itaca, que e x i s t e realmente a lo largo de la - costa occidental de Grecia. En l a costa, cerca de l o s Dardanelos, se levantaba la ciudad de - Troya o I l i o n , según l a llamaban l o s g r i e g o s . Homero tomó de este nombre el t í t u l o de su p r i mer poema, l a I l í a d a . La primera parte de l a I l í a d a describe a U l i s e s como un jefe muy h á — b i l , el que en l o s juegos organizados por Aquileo se revela también gran atleta. Fue él quien s u g i r i ó a los griegos l a idea de esconder soldados en un gran caballo hueco, el cual, con astucia, debía i n t r o d u c i r s e en l a ciudad misma de Troya. Gracias a esta idea, l o s griegos ve£ cieron l a guerra. En vez de regresar directamente a su i s l a d e s pués de l a caída de Troya, como h i c i e r o n l o s de_ más héroes g r i e g o s , U l i s e s puso rumbo al norte. Cuando l o s víveres comenzaron a escasear, atacó l a expedición a una ci-udad de l o s c i r c o n i o s pa- ra abastecerse, pero a costa de l a vida de v a r i o s hombres. Una v i o l e n t a tempestad se desencadenó y l l e v ó l a f l o t i l l a hacia el s u r , hasta l a costa de A f r i c a , al p a í s de l o s l o t ó f a g o s . Algunos griegos no pudieron r e s i s t i r l a curiosi^ dad de probar esos manjares, pero el l o t o es l a f l o r del o l v i d o , y l o s que lo habían comidojper^ dieron en seguida el recuerdo de su hogar y de su f a m i l i a . U l i s e s tuvo muchas d i f i c u l t a d e s para hacerlos embarcar de nuevo y se apresuró a levar anclas. Llegaron al p a í s de l o s c í c l o p e s , una raza e x traña de monstruos de un s o l o o j o . Los g r i e g o s desembarcaron en una i s l a vecina, y al l l e g a r l a mañana, U l i s e s mandó a sus marineros que lo esperasen, mientras iba de e x p l o r a ción en busca de l o s c í c l o p e s . Acompañado por doce hombres de confianza, desembarcó en l a i s l a y l l e g ó a una caverna l l e n a de corderos, cab r i t o s y quesos. Sus hombres q u i s i e r o n marchar^ se inmediatamente, llevando a l o s barcos todas las p r o v i s i o n e s que pudiesen, pero U l i s e s l o s o b l i g ó a esperar hasta que regresasen l o s habitantes de l a caverna. Al ponerse el s o l , el c í c l o p e Polifemo hizo su a p a r i c i ó n ; era un enorme gigante cuyo único y enorme ojo estaba colocado en medio de su f r e n te. Era pastor y entró en l a gruta conduciendo su rebaño delante de s í . Luego alzó una gran piedra y cubrió l a entrada. Cuando hubo encendido el fuego, descubrió a U l i s e s y a sus comp£ ñeros que se habían escondido en un rincón. -U l i s e s le d i j o que era g r i e g o , así como sus com pañeros, y que l a tempestad l o s había arrojado hasta a l l í . El monstruo se echó a r e i r y , tomando a dos de los hombres, les arrancó l o s sesos y cenó su car_ ne. Al f i n , el sueño lo venció, y mientras dor inía,Ulises buscaba un medio para escapar. Como l o s hombres no podían mover l a piedra que bloqueaba la entrada, no s e r v í a de nada dar — muerte al gigante. Al día s i g u i e n t e , por la m£ ñaña, el gigante se comió a otros dos hombres y s a l i ó de la caverna, pero s i n o l v i d a r c e r r a r l a con la gran piedra. U l i s e s y l o s ocho hombres que quedaban e s t u v i e ron p r i s i o n e r o s todo el día en l a oscura caverna. Esa tarde, después que el cíclope hubo devorado otros dos hombres, U l i s e s le hizo beber un vino e s p i r i t u o s o . Tan luego como el gigante cayó en un sueño profundo, l o s hombres le reventaron el ojo único,con un hierro candente, y luego se - cuidaron bien de quedar fuera de su alcance, - mientras t r a n s c u r r í a la noche. A l a mañana s i g u i e n t e , el gigante, ciego, desc£ brió l a abertura de l a caverna para dejar pasar a su rebaño, mientras, a t i e n t a s , t o c a b a sus anj_ males con el f i n de sorprender la s a l i d a de l o s hombres. Pero U l i s e s había atado l a s ovejas en grupos de t r e s , y l o s hombres se escondieron jo el vientre de l a oveja de enmedio; u l i s e s mismo se agarró a un gran macho cabrío, y así todos pudieron s a l i r de l a gruta s i n molestia. Delante de l a entrada de l a cueva, el cíclope estaba implorando a su padre Poseidón, el dios del mar, para que c a s t i g a s e a U l i s e s , y su pedi_ do fue escuchado. Los griegos se d i r i g i e r o n ha^ c i a l a i s l a en la cual v i v í a Eolo, el d i o s de los vientos, el cual l o s acogió amablemente. Al despedirse l o s g r i e g o s , el d i o s l e s entregó un odre de cuero donde estaban todos l o s v i e n tos adversos, y mandó a l o s vientos del oeste que l l e v a r a n l o s barcos en d i r e c c i ó n a Itaca. Durante nueve d í a s y nueve noches U l i s e s p i l o teó su barco y v i g i l ó el odre de l o s v i e n t o s ; pero al d í a noveno, mientras l o s campos mismos de Itaca estaban a l a v i s t a , se durmió. Los hombres abrieron el odre, pensando que contenía r i c o s t e s o r o s ; l o s vientos desencadenados se p r e c i p i t a r o n afuera. La tempestad que s i guió, hizo retroceder l o s barcos t r a s el mar de E o l i a , pero esta vez Eolo rehusó ayudar a l o s g r i e g o s . T r i s t e s y desanimados, se pusieron - otra vez en camino hacia l a p a t r i a . Después de s e i s d í a s de navegación alcanzaron el puerto de Lamos, donde v i v í a n l o s feroces - l e s t r i g o n e s . Salvo el barco negro de U l i s e s , que ancló l e j o s , todos l o s barcos entraron al puerto. Los l e s t r i g o n e s , al encontrar a l o s - g r i e g o s , se p r e c i p i t a r o n sobre e l l o s y l o s dego l i a r o n ; s ó l o escaparon U l i s e s y sus compañeros, que se encontraban en el barco negro fuera del puerto. Llorando l a desgracia de sus compañeros, l o s so brevivientes s i g u i e r o n su v i a j e hasta l a i s l a de una bruja llamada Circe. La hechicera a t r a jo a su j a r d í n a todos l o s marineros, sal vo uno, y l o s transformó en cerdos con un toque de su vara mágica y l o s encerró en una p o c i l g a . U l i s e s , al enterarse de eso,por el marinero que había escapado, fue a ver a Circe para s a l v a r a sus hombres. Hermes ( M e r c u r i o ) , " E l qieviene en ayuda",le dió una droga mágica que l o inmunizaba contra l o s poderes de Circe. Cuando l a hechicera compren- dió que los dioses estaban protegiendo a U l i — ses, rompió el encanto que había echado a l o s hombres. Luego se puso tan condescendiente, - que le dió consejos para escapar de l o s p e l i gros que lo acecharían durante el v i a j e de r e gresó. El primer p e l i g r o que debía presentarse era l a i s l a de l a s s i r e n a s . Ninfas de b e l l e z a maravil l o s a , atraían a l o s marineros con su hermoso - canto, l o s cuales, al t r a t a r de a l c a n z a r l a s , - naufragaban en l o s e s c o l l o s de l a costa. Para impedir a sus hombres que l a s oyesen, les tapó l o s oídos con cera y les rogó que lo a t a sen al m á s t i l . Mientras el barco estaba pasando a lo largo de l a i s l a , l a s sirenas cantaron con tanta ternura, que U l i s e s s u p l i c ó a sus hom bres que lo desataran, pero éstos no h i c i e r o n ~ sino apretar l o s nudos y remaron lo más rápido que pudieron. Otro r i e s g o l o s estaba esperando, al a l e j a r s e de l o s alrededores de l a i s l a , llegaron a un - brazo de mar estrecho que guardaban dos c r i a t u ras t e r r i b l e s . Sentado en las rocas, de un l a do del estrecho, el monstruo de s e i s cabezas, E s c i l a , atisbaba l o s barcos para e n g u l l i r a l o s t r i p u l a n t e s . Del otro lado, C a r i b d i s hacia un remolino que a t r a í a con gran fuerza a todos l o s barcos que pasaban cerca. S e i s hombres fueron devorados por E s c i l a , pero U l i s e s logró e v i t a r l a trampa de C a r i b d i s . Prosiguieron su v i a j e hasta l a i s l a del s o l . Ahí, algunos de l o s hombres de U l i s e s mataron ganado para alimentarse. Indignado por este sa c r i l e g i o , el d i o s rehusó b r i l l a r hasta que l o s " hombres fueran castigados. A s í , luego que h u — bieron izado v e l a s , Zeus desencadenó una formidable tempestad que abrió el barco de par en par, y se ahogaron todos, a excepción de Uli — s e s . Durante nueve d í a s estuvo a l a d e r i v a , asido a l o s r e s t o s del barco. Al f i n , l a c o r r i e n t e l o depositó en l a i s l a de O g i g i a , donde l a d i o s a Calipso l o recogio y lo retuvo durante s i e t e años. Esperaba que se casase con e l l a y así v o l v e r l o inmortal, pero Uli_ ses suspiraba por su hogar en I t a c a , por su e s posa Penelope, y por Telemaco, su h i j o . Entre tanto, en I t a c a , l a f i e l Penelope aguardaba el retorno de U l i s e s . Todos creían que éste había desaparecido en el mar, v l o s p r í n c i p e s de Itaca y de l a s i s l a s ve ciñas, querían casarse con Penèlope; pero e l l a , rehusaba,con l a esperanza de ver de nuevo a Uli. ses. Los pretendientes se apoderaron del palac i o del héroe, comieron su ganado y bebieron su vino. Penèlope rehusó sentarse con e l l o s a l a mesa y se refugió,en su dormitorio, con sus f i e l e s s i r v i e n t e s . Veinte años habían pasado desde la ca ida de Troya, y l a f a m i l i a de U l i s e s se e n c o n traba en gran a f l i c c i ó n . Para a l e j a r a sus pretendientes,Penèlope les ha bía dicho que escogería esposo entre e l l o s cuani do terminara l a t e l a que estaba tejiendo. Durante el d í a , hacía correr l a lanzadera en el t e l a r , y por l a noche deshacía todo lo que h a bía t e j i d o durante el d í a . Con esta a s t u c i a pu do evadirse t r e s años; pero un d í a , una s i r v i e n ta t r a i c i o n ó a su ama en presencia de l o s p r e tendientes, y Penelope se vió obligada a acabar con su trabajo. Telémaco ya era un gallardo joven, pero l o s pre tendientes lo trataban como a un niño, y no l e hacían caso cuando les ordenaba regresar a sus hogares. La d i o s a Atenea apareció a Telémaco y Te. d i j o que fuese en busca de n o t i c i a s de U l i ses a Néstor y Menelao. Con el apoyo de Atenea, Telémaco y sus compañeros encontraron un barco y se pusieron en camino. Cuando Penélope se enteró, por su v i e j a niñera, de l a s a l i d a de su h i j o , l l o r ó pensando que nun ca v o l v e r í a a v e r l o . Atenea admiraba a U l i s e s más que a cualquier otro mortal y tomó medidas para l l e v a r l o salvo a casa. Envió por medio de Hermes un recado a Calipso, en que l e ordenaba f a c i l i t a r a U l i s e s su s a l i d a de l a i s l a . Cont r a su deseo, l a diosa ayudó a c o n s t r u i r una — b a l s a y le dio p r o v i s i o n e s . Mientras U l i s e s navegaba en su balsa, Poseidón lo espiaba y , acordándose de su h i j o , el c í c l o pe Polifemo, desató una tormenta t e r r i b l e . Las olas f u r i o s a s hicieron pedazos l a b a l s a de U l i ses, el que se hubiera ahogado s i l a ninfa Inone no l e hubiese dado su chai para sostenerlo encima de l a s aguas, mientras que Atenea lo guiaba hacia el país de l o s f e a c i o s . La princesa Nausicaa vió a U l i s e s no l e j o s de l a o r i l l a y lo l l e v ó a l a corte de su padre, — donde aquél hizo el r e l a t o de sus aventuras. Los f e a c i o s , muy impresionados por l o que o y e ron, lo colmaron de regalos y a bordo de un bar co lo condujeron a Itaca. U l i s e s escondió sus bienes y se d i r i g i ó hacia l a casa de su pastor Eumeo. El f i e l servidor no reconoció a su amo, que Atenea había d i s f r a zado de v i e j o mendigo.- Empero, el pastor se — mostró amable con el v i e j o y l e habló de l o s — crueles pretendientes que devastaban l a s p o s e siones de Ulises*, U l i s e s s i n t i ó gran i r a y juró castigar a los príncipes. En ese momento, Telémaco, que regresaba de su v i a j e de información, l l e g ó a l a choza del past o r . Fue muy cortés con el mendigo. Al mismo tiempo, Atenea devolvió a U l i s e s su aspecto nat u r a l , y al f i n Telémaco encontró de nuevo a su padre. Juntos h i c i e r o n proyectos para c a s t i g a r a l o s pretendientes. Telémaco regresó al p a l a c i o , para a l e g r í a de Pe nélope. Al d í a s i g u i e n t e , por l a mañana, U l i ses, siempre disfrazado de mendigo, se d i r i g i ó a su vez al palacio y fue muy mal acogido por l o s pretendientes de Penélope, lo que hizo a v i var su furor contra e l l o s . Pasó el día sentado en l a s a l a de entrada, i n formándose sobre la l e a l t a d de l o s miembros de su servidumbre. Por l a tarde, siempre como men digo, anuncio a Penélope que U l i s e s estaba a - punto de r e g r e s a r ; pero e l l a no podía c r e e r l o . la cual fue como un rayo hacia el agujero del hacha de bronce. Lanzó una flecha a través de cada una de l a s hachas, mientras l o s pretendien tes lo miraban estupefactos. Ajustando otra flecha, se v o l v i ó hacia l o s pretendientes y l e s dio a conocer quién era. Ulis e s , a flechazos, dió muerte al más detestable de e l l o s . Telémaco t r a j o armaduras y armas con l a s cuales el padre, el h i j o y el pastor lucharon contra l o s otros p r í n c i p e s . Toda r e s i s t e n c i a era vana contra el furor del rey y de sus dos ayudantes, y todos l o s príncipes fueron asesinados. COMENTARIOS Y ANTECEDENTES ba Odisea. Al d í a s i g u i e n t e , cuando l o s pretendientes l l e garon a l a s a l a , U l i s e s y Telémaco habían ya - quitado todas l a s armaduras y l a s armas que e s taban colgadas en l a pared. En el primer poema de Homero, l a I l í a d a , se ha v i s t o a l o s griegos apoderarse de l a ciudad de Troya g r a c i a s a un ardid ingenioso, después que l o s dos e j é r c i t o s enemigos hubieron vanamente r i v a l i z a d o en heroísmo durante cerca de diez — años. Penélope entró llevando el gran arco de U l i s e s y el carcaj con l a s f l e c h a s de bronce, y promet i ó que tomaría por esposo al que fuera capaz de lanzar l a s flechas a través de doce hachas, como lo hacía U l i s e s . En su segundo poema, i n t i t u l a d o La Odisea, Home ro narra l a s peripecias del viaje que emprendió el autor de ese ardid para regresar a su patria. Este héroe es Odiseo, al que l o s romanos llamaban U l i s e s . Uno t r a s otro l o s pretendientes t r a t a r o n de l o g r a r l o , pero ninguno pudo doblar el arco g i g a n te. Entonces U l i s e s , siempre d i s f r a z a d o , se - adelantó y empuñó el arco, disparó una f l e c h a , La I l í a d a se relaciona sobre todo con hombres y b a t a l l a s , pero en l a Odisea hay escenas que se refieren a l a f a m i l i a y a l a s mujeres. En el primer rango de l a s mujeres se coloca a l a d i o s a Atenea, " l a de l o s ojos g r i s e s " , d i v i na y al mismo tiempo muy humana, y que es l a amiga de U l i s e s . Parecida a l o s demás d i o s e s y d i o s a s , Atenea se complace en i n t e r v e n i r en el d e s t i n o de l o s mor t a l e s , a l o s cuales dedica su afecto, l o que, por supuesto, complica y embellece al mismo H * tiempo l a e x i s t e n c i a de e l l o s . Entre l o s mortales, Penélope es l a p r i n c i p a l mujer de l a Odisea. Se c o n v i r t i ó en el símbolo de l a l e a l t a d paciente. Muchas escenas revelan el amor devoto que e l l a dedica a su h i j o y a su marido, particularmente cuando U l i s e s , d i s f r a z a do, le d i r i g e l a palabra. Representa el ideal de l a madre y de l a esposa. Inmediatamente des. pues de Penélope, por l a l e a l t a d afectuosa v i e ne E u r i c l e a , su v i e j a niñera. Defiende a su - ama en todas l a s c i r c u n s t a n c i a s , pero no t r a i ciona l a promesa hecha a Telémaco de no revelar su s a l i d a a su madre cuando él se va para i n f o r marse de l a suerte de su padre. L:a niñera reco noce a U l i s e s a pesar de su d i s f r a z , pero guarda el secreto de su identidad hasta que él le pide r e v e l a r l o . LA ODISEA ( Fragmentos ) Los dos fragmentos se r e f i e r e n al reconocimiento de U l i s e s u Odiseo por Penélope, su esposa. "No te enojes conmigo, Odiseo, ya que eres en todo el más circunspecto de l o s hombres, y l a s deidades nos enviaron l a desgracia y no q u i s i e ran que gozácemos juntos de nuestra mocedad ni que llegáramos al umbral de l a vejez. Pero no te enfades conmigo, ni te i r r i t e s s i no te abna cé como ahora tan luego como e s t u v i s t e en mi - presencia; que mi ánimo, acá dentro del pecho temía horrorizado que v i n i e s e algún hombre a eii ganarme con sus palabras, pues son muchos l o s que traman perversas a s t u c i a s " . - II "jMujer!, l o s dos hemos padecido muchos t r a b a jos: tú aquí llorando por mi vuelta tan abundaji te en f a t i g a s , y yo sufriendo l o s i n f o r t u n i o s de Zeus y l o s demás dioses para detenerme l e j o s de l a p a t r i a cuando anhelaba volver a e l l a . Mas, ya que nos hemos reunido nuevamente en e s te deseado lecho, tú cuidarás de mis bienes en el p a l a c i o , y yo, para reponer el ganado que - l o s soberbios pretendientes me devoraron, apresuré un gran número de reses y los aqueos me d£ rán o t r a s , hasta que llenemos todos l o s e s t a — b l o s . Ahora, me i r é al campo lleno de árboles, a ver a mi padre, que tan a f l i g i d o se h a l l a por mí, y a t í , oh mujer, aunque eres j u i c i o s a , oye lo que te encomiendo: Como al s a l i r el sol se divulgará l a n o t i c i a de que maté en el palacio a l o s pretendientes, vete a lo a l t o de l a casa con tus s i e r v o s y quédate a l l í , s i n mirar a nadie ni preguntar cosa alguna". Homero. CAPILLA ALFONSINA U. A. N. L. Esta publicación deberá ser última f e c h a a b a j o devuelta antes de la indicada. I F C C 636 Esta e d i c i c '« S u p e r v i s i ó n de Redacción Diseño de portada Hecanografía: Impresión: ií»> -.¿.r- « i r en octubre de 199? L i c . Héctor H. Hernández Rui/ P r o f r . Héctor Guerra Guerra P r o f r . Saúl Liaón Orozco S r i t a . Rosario F l o r e s González S r í t a . L e t i c i a Segura Arévalo S r . V í c t o r Saucedo Orendain UNIVERSIDAD AUTONOMA DE NUEVO LEON LIC. MANUEL SILOS MARTINEZ R E C T O R DR. REYES TAMEZ GUERRA SECRETARIO GENERAL DR. RAMON G. GUAJARDO QUIROGA SECRETARIO ACADEMICO PRQFR. Y LIC. GILBERTO R. VILLARREAL DE ík D I R E C T O R 6ARZA