Informe sobre la prueba escrita de Comentario de documento El texto propuesto este año se ha extraído de la obra de D’Arcy Wentworth Thompson, Forma y crecimiento [1917], y más precisamente del capítulo intitulado « Matemáticas y forma ». Nacido en Gran Bretaña, D’Arcy Thompson [1860-1948] era a la vez biólogo y especialista de la época clásica: fue traductor de los trabajos biológicos de Aristóteles así como el autor de las Aves griegas y de los Peces griegos. Su obra principal, de donde se ha extraído este pasaje, es un profundo análisis de las formas de los seres vivientes. Elegantemente escrita, y enriquecida con numerosas ilustraciones, ha entusiasmado e influenciado a generaciones de biólogos, arquitectos, artistas y matemáticos. Claude Lévi-Strauss afirmó que la noción de transformación estructural no provenía tanto de la lingüística o de la lógica como de la biología de Thompson (De cerca y de lejos, 1988, p. 158-159). Dedicado al estudio de las morfogénesis, tiende a reconstruirlas estudiando las fuerzas físicas que obran en toda creación de formas. Resultará particularmente revolucionario el hecho de que elimina totalmente lo viviente, cuyas propiedades dejan para él de suministrar un objeto de estudio, por lo cual el morfologista ya sólo tiene que convertirse, ipso facto, en físico y matemático. Su enfoque matemático es de tipo geométrico, y su método de las coordenadas hará aparecer el vínculo que une geométricamente el todo de un organismo. Mostrará, por ejemplo, una similitud entre las formas de medusas y las formas de gotas de líquido que caen en un fluido viscoso, y entre las estructuras internas de los huesos huecos de aves y el diseño de las vigas. Comparó la filotaxia (las relaciones numéricas entre estructuras en espiral presentes en las plantas) y la serie de Fibonnacci. Al haber pensado la « auto-organización » incluso antes de la aparición de la palabra, se le ha podido calificar de « primer biomatemático ». El texto propuesto es por ello arquetípico de este original enfoque. Se puede entonces distinguir en éste tres momentos distintos y estrechamente encadenados. 1. Dado que el concepto de forma está en el mismo meollo de todo el texto, Thompson realiza una primera distinción entre una fase « descriptiva » y una fase « analítica » de su estudio. Hay a la vez distinción y paso, ritmando la sucesión de estas dos fases tanto el curso del pensamiento científico como el curso de la « historia », que también puede ser pensado como perteneciente al objeto mismo de la investigación científica en cuestión. Aunque la descripción emplea los recursos simples del lenguaje vernacular (« las palabras de todos los días »), el método analítico se remite a la comprensión y a la definición de la « forma » en términos propiamente matemáticos. La discursividad científica toma el lugar de lo aproximado, lo inexacto y la doxa. La aparente simplicidad descriptiva del enfoque inicial da paso a una creciente complejidad y a un conocimiento mucho más rico del enfoque matematizante. Aquí, es la revolución galileana la que muestra de lo que es capaz el proceso: Thomson se vale de la metáfora del « gran libro de la naturaleza » (« este aforismo de Galileo ») para resaltar el principio de una « economía de pensamiento », también señalada por contemporáneos como Ernst Mach (1838-1916) o Wilhelm Ostwald (18531932), siendo esta economía posible gracias a la simbolización y a la diagramatización matemáticas. Lejos de ser restrictivas y rígidas, las matemáticas se abren, en virtud de su propio rigor, a una infinita libertad; es la libertad que da la generalidad y la universalidad de la forma matemática, de la idea matemática que, por su poder infinito de despliegue de los diversos formalismos, siempre hace posible (y necesaria) la ampliación de sus propios conceptos. Es por este camino que se constituye el paso a un « orden superior », mediante una capacidad de añadidura y prolongación de sus diversos campos temáticos (ver, por ejemplo, el modelo de la matemática galoisiana), prolongación y añadidura graduadas que, como actos y como operaciones propiamente matemáticos, no hacen sino aumentar nuestro grado de libertad. Es aquí donde reside toda la riqueza del análisis matemático. 2. Ahora bien, esta libertad bajo condiciones ( de rigor, de controles y de códigos) hace posible ella misma el paso a la síntesis matemática. Es el momento en el que aparecen homologías e identidades hasta entonces ocultas bajo la descripción de primer nivel. Es el momento en el que empiezan a exhibirse las estructuras matemáticas gracias al operador analógico de homología (hasta, por ejemplo, la noción matemática hoy en día fundamental de homología — y de cohomología). Asistimos de esta manera a una reorganización profunda de la noción de forma a lo cual remite directamente el concepto de síntesis: la síntesis indica por cierto un movimiento de generalización, extensión, desarrollo y prolongación. 3. Es efectivamente por mediación del trabajo de síntesis que se puede pasar al fin del concepto matemático de forma en su aspecto estático al concepto matemático de forma en sus relaciones dinámicas. Es la fase en la que se revelan los desafíos del móvil; ya no se trata simplemente de captar una forma fija, sino de analizar por intermedio de las homologías de estructura que comparte con otras, lo que la pone en tensión con éstas, en el centro de un « diagrama de equilibrio de fuerzas » que rige la transformación de esta forma en otra forma. Históricamente, la prototeoría física de esta dinámica remite a la vez a Newton y a Leibniz. A continuación es el momento en el que se podrá formalizar las leyes del movimiento de las formas, las leyes móviles de sus múltiples transformaciones. La relativa pasividad escalar es seguida de una actividad vectorial sintética que diagramatiza, virtualiza y geometriza el movimiento morfológico; éste será el punto de partida de una verdadera morfogénesis (podemos pensar aquí en el ejemplo de una física posteinsteiniana de tipo geométrico-dinámica, propuesta en los años 1960 por John Archibald Wheeler o, más antiguamente, en la obra pionera de William Kingdon Clifford (1845-1879)). Al igual que el año pasado, se dio directivas precisas y explícitas a los candidatos al comienzo de la prueba: a) procurar leer atentamente el texto por comentar antes de redactar (al igual que el año pasado, se les dio media hora para posibles preguntas lingüísticas fuera del tiempo de prueba), b) ilustrar la argumentación y la problemática propuestas a través de ejemplos tomados de una (o de varias) disciplina(s) científica(s) tratada(s) por el candidato, presuponiendo esta operación una explicación de los desafíos teóricos puestos en juego por el texto por comentar. Las buenas copias supieron proponer perfectamente ilustraciones contemporáneas y pertinentes del texto propuesto, y no únicamente en el campo de las ciencias de la vida. Es así que se recurrió a las nociones de operadores diferenciales, a la teoría electromagnética, a las formas diferenciales, a las teorías de fase, a las álgebras de operadores, a las sucesiones de Fibonnacci o a los trabajos de Grothendieck. El mejor examen también supo recurrir de manera consecuente a dispositivos filosóficos como aquellos de Feyerabend o Bergson. De 29 copias, 24 obtuvieron la media o más (dos 10, dos 11, cuatro 12 de los cuales un 12,5, tres 13, tres 14 y tres 14,5, un 15 y un 15,5, tres 16, un 17 y un 19). 5 candidatos obtuvieron menos de la media, de 9 a 0, y un candidato explícitamente rechazó el principio de la prueba. Por último, el paralelismo entre las notas obtenidas por los candidatos en las pruebas de especialidad y aquellas obtenidas en la prueba de « comentario de texto » sigue siendo muy notable. Charles Alunni