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AÑO III.—NÚM. I I 8 .
I9I7
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CÍAS, UN SEME5TRe 3,75 PESETAS-UN AÑ0 7 . S 0
PESETA3.-EXTRANJERO UN AÑO.IS PESETAS
SEMANARIO DE LA VIDA NACIONAL
MADRID 26
DE A B R I L
datos más fidedignos que ios documentos entregados a la publicidad por el primer ministro
saliente y por el primer ministro entrante. El
conde de Romanones justifica su dimisión en
la siguiente forma: a su juicio, España debe seguir la trayectoria internacional iniciada en
1902, «reiterada y acentuada en los Tratados
Romanones ha sido arrojado del Poder porque quería conservar la política de acerca
de
1904 y 1905 y en las declaraciones de Carmiento entre España, Inglaterra y Francia; porque quería evitar la interrupción de la vida
tagena
de 1907 y 1913». ¿Qué trayectoria era
económica de España por los submarinos alemanes, y porque quería que España no se divoresa?
La
de una aproximación creciente a Inglaciara, frente a la guerra, de las Repúblicas americanas de lengua española.
terra
y
Francia. Lógicamente, esta aproximaUna embajada extranjera hace y deshace ministerios.
ción
no
podía tener otro término que una inteEl carlismo, abandonando su tamba histórica, habla macabra e insolentemente de barricaligencia
o una alianza entre España y estos paídas y revolución.
ses.
La
guerra debió haber precipitado este
La prensa militar infiere a diario al ejército él ultraje de suponerle en rebeldía contra el
proceso
de
acercamiento, en vez de suspenderpoder civil y contra toda razón de Estado que pugne con el ocio de las armas.
lo,
porque
si
la amistad de un país se encoge o
España va adquiriendo una gran semejanza con Turquía, por una parte, y con Grecia, por
desvanece
en
los instantes de peligro, ¿qué vaoirá. Aún no ha surgido un Venizelos; pero tal vez no falte ya un Constantino.
lor
tiene?
Y
si
de nada sirve para la suprema
La cobardía, como una parálisis progresiva, va invadiendo poco a poco los centros vitales
hora
de
la
guerra,
¿cómo ha de poder reanude ía nación.
darse
después
en
la
paz? Romanones que, aparLas derechas, que odian el espirita de la Revolución francesa y admiran la autocracia prute
capitales
deficiencias
de orden moral y de
siana, se org.nizan y actúan. El próximo domingo irán, en cuantiosa mesnada, no tanto a
carácter,
es
—ahora
que
está caído podemos
oir a Maura como a ostentar desde las barreras de un circo taurino —simbólico lugar—, su
decirlo
libremente—
uno
de
los políticos espavergonzante germanofilia.
ñoles
más
inte
igentes
y
de
más clara visión
¿Yqué hacen las izquierdas? ¿Cuándo salen en manifestación? ¿Cuándo se congregan en
histórica,
no
«podía
ni
debía
rectificar»
esa poun mitin? ¿Cuándo se unen en apretado bloque para impedir que España se despeñe al deslítica
internacional
de
España.
Otra
de
las racrédito y a la ruina?
zones
de
su
dimisión
es,
según
declaración
del
Tienen la palabra Pablo Iglesias, Alejandro Lerroux, Melquíades Alvarez, Luis Simarro,
mensaje,
que
después
de
haber
prometido
que
Miguel de Unamuno, Roberto Castrovido, Menéndez Pallares, etc. Ahora o nunca.
la vida de España no se interrumpiría, «la vida
de España corre peligro de interrumpirse», Y
en fin, una tercera consideración. «España
—dice con palabras que revelan una sagacidad
histórica no superada por ningún otro político
español— es depositarla del patrimonio espiriPOR
tual de una gran raza. Aspira heroicamente a
presidir la confederación moral de todas las
Luis Araquistaín
naciones de nuestra sangre. Y esa aspiración se
¿QUIEN GOBIER- parlamentarismo y democracia en que vivimos malogrará definitivamente si en hora tan deciNA EN ESPAÑA? se caen como risibles miembros postizos y en siva para lo futuro como la actual, España y sus
hijas aparecieran espiritualmente divorciadas».
UÉ causas han lanzado al eonde de Roma- la penumbra se ve moverse la verdadera mano En suma, el conde de Romanones ha dimitido:
nones del Poder? Porque se trata, sin del poder. Pero la mano, ¿se mueve sola-o la
1.°, porque no quería ni podía rectificar la
duda, de un lanzamiento. Y conviene explicar- mu; ven otra u otras manos? Toda crisis es aquí política internacional de España.
'0. En los pueblos regidos democrática y no fascinante, porque significa una de las contadas
2.°, porque no quería que el bloqueo suboligárquicamente, las crisis políticas son siem • ocasiones en que el ojo avizor del hombre de marino alemán interrumpiera la vida econópre diáfanas: nacen de un desacuerdo entre el la calle puede entrever quién o quiénes le go- mica de España.
pueblo y el Parlamento o entre el Parlamento biernan. Y esto, la localización del poder, imY 3.°, porque no quería que España y las
y el Gabinete. En unas elecciones sefijala nue- porta vitalmente averiguar, porque si alguna
Repúblicas
americanas de lengua española apava proporción de fuerzas. Pero en España las vez el pueblo, cansado de la anarquía goberreciesen
divorciadas
frente a la guerra.
crisis son siempre turbias. Rara vez responden nante, quiere disentir, necesita saber cuál es y
a disensiones entre el país y su ficticia repre- dónde está el puño que le rige, para oponerle
FUERA, EL ACIERTO;
sentación parlamentaria, ni entre esta represen- eficazmente su propio puño. Cada crisis es un
DENTRO, LA TORPEZA
relámpago
en
el
caos
de
nuestro
mundo
potación y el Gobierno. Las crisis españolas no
lítico.
proceden de abajo arriba, del pueblo al ParlaERO ¿quién quería lo contrario? ¿Quién le
UN GRAN PROGRAMA
fnento y del Parlamento al grupo gobernante,
ha impedido hacer realidad este gran proI N T E R N A C I O N A L grama, obligándole, en consecuencia, a dimitir?
sino al contrario, de arriba abajo. ¿Mas dónde
empiezan, dónde se engendra el desequilibrio
A Última del día 19 ha sido la más fascinan- El conde de Romanones admite en su mensaje
de fuerzas, de qué punto, dimana el poder y
te, tal vez por ser la más compleja de estos fres fuerzas de oposición. Una, declara, es lá
quien lo quita y quién lo otorga? En una crisis últimos años, la más rica en diversidad de fuer- opinión pública. ¿Qué fundamentos tiene para
es donde mejor se define el régimen político de zas interiores^ y exteriores y en motivos psico- suponer esto? No creemos al conde de RomaEspaña: las apariencias de constitucionalidad, lógicos. Para'explicarla y juzgarla no tenemos nones tan ingenuo que confunda la opinión
A TODAS LAS IZQUIERDAS
ESPAÑOLAS
¿UNA CRISIS GERMANÓFILA?
Q
P
L
ESPAÑA
NuM. 118.—4.
del país corlMa algaWtbíáye unas cuantas gacetas sin decorS y sin lectores. Algunos se imaginan al pueblo español en un estado de profundo acobardamiento y acaso lo esté, como
otros pueblos, que hoy están en guerra, antes
de entrar en ella. Sólo un pueblo de fatal condición servil es neutralista absoluto, y España
ha demostrado con creces, a lo largo de su
revuelta historia, que no pertenece al linaje de
los serviles. Eso se queda para algunos tartufos
del patriotismo y para unos cuantos fósiles del
sentimiento personal y co'ectivo. La neutralidad del pueblo español, como la de todo pueblo vivo, es relativa y está condicionada por la
brutalidad ajena. ¿Y se le ha preguntado a
nuestro pueblo lo que en definiúva piensa de
la guerra en relación con España? ¿Se le ha
dejado manifestarse en mítines? El conde de
Romanones sabe muy bien que todas las izquierdas coinciden con él en desear que no se
rectifique la política internacional de España,
ni se interrumpa la vida económica de España,
ni se divorcie España de la América españolaDirá que estas izquierdas, sin embargo, le han
combatido rudamente. Pero no por sus aciertos
internacionales, sino por sus torpezas interiores. Pocas veces habrá incurrido un político en
tan trágica torpeza como la de encarcelar, perseguir y aherrojar a los que eran su n ás firme
apoyo del momento. ¿Cómo él, tan persp caz»
no vio en el anuncio de la huelga general la
razón más adecuada para buscar en una enérgica política antisubmarina el remedio a la miseria interior? En vez de haber eludido la huelga en una acción defensiva contra los submarinos alemanes, prefirió hostilizar a los mejores
amigos de su política internacional. Y el resultado ha sido desastroso.
QERMANÓFILOS
YAMBICIOSOS
A de las fuerzas oponentes que sen; la
OTRRomanones
en su nota es una fracción de
su propio partido. Nadie ignora ya la germanofíiia de los señores Burell, Villanueva y Alcalá Zamora. Es natural que en el partido liberal español haya germanófilos, porque el pertenecer a ese partido no es condición necesaria
de liberalismo. En los partidos gubernamentales españc les sólo se busca el éxito, la mejor
coyuntura de hacer carrera, y rara vez la expresión de una actitud ideológica. No debe,
pues, sorprender que en el partido liberal haya
reaccionarios, sinceros admiradores del prusia
nismo, y que en el conservador haya liberales,
amigos entusiastas de la causa aliada. A la vacuidad mental de Burell y de Alcalá Zamora
cuadra perfectamente su germanofilia. Otros,
como Villanueva, ven acaso en una disidencia
el camino más corto para llegar a la tan codiciada jefatura de un Gobierno. ¿No puede llegar un momento en que el partido liberal deba
gobernar en sentido germanóñlo? Para ese
momento quiere estar habilitado el Sr. Villanueva. No acusa en él este cálculo una extraordinaria sagacidad política, pero es sin duda
la expresión externa de una íntima y por largo
tiempo acariciada ambición. Pero Romanones
sabe muy bien que esta fuerza germanófíla
dentro de su partido es enana e insignificante.
No se explica que un hombre como él se hubiera rendido a esta minúscula falange del prusianismo, por lo menos sin una prueba parla-
mentaria. Hay qlre buscar todavía en otra parte
las razones de su dimisión.
La tercera fuerza de opinión que indica el
conde de Romanones es la falta de unanimidad
en el Gabinete. Nadie ignora la rivalidad del
señor Alba. Si Villanueva aspira a sustituir a
Romanones en política internacional. Alba alimenta el mismo propósito en política interior.
Hombre de ambición personal más o menos legítima—desde luego, no creemos como algunos, y como acaso él mismo se imagina, que
sea la reencarnación gubernamental de Joaquín
Costil—, ha podido más en él su interés particular, la conciencia de su destino, que 1 s grandes intereses generales de la nación, y más que
colaborador ha sido entorpecedor en el Gabinete Romanones. En resumen, Romanones pretende haber dimitido porque a su programa internacional se oponían:
1.° La opinión pública.
2.° Parte de su partido.
3." Parte del Gabinete.
Pero esto no explica la crisis, porque el argumento de la hostilidad por parte de la opi
nióri pública es, como hemos visto, si no falso,
por lo menos problemático. Tampoco basta la
razón de que en el partido liberal haya'germa.nófilos. No hay partidos unánimes. Basta que
la mayoría no sea germanófila, y de esto no
cabe duda y si se dudase no se hubiera ido Romanones sin medir en el Parlamento las fuerzas
de sus enemigos de partido. En cuanto a la fal
ta de unanimidad en el Gabinete, ¿por qué no
prescindió de los disidenles?
gobierno más subsidtoí para dettiimbar al conde de Romanones. ¿Y'es inverosímil suponer
que, a cambio del despido de este gobernante,
Alemania prometiera una dulcificación de su
guerra submarina respecto de España? En este
caso la crisis sería gravísima, porque equivaldría a un denigrante olvido de nuestra soberanía e independencia.
ip
Tercera influencia posible: la supuesta actitud del ejército, hostil, según se dice, a la causa
aliada. También en este caso sería en extremo
grave la crisis, porque eso significaría que la
voluntad del ejército está por encima del podercivil y de todas las razones de Estado, supuesto bochornoso e intolerable.
Si ha existido la primera influencia, la de la
descomposición del partido liberal, la crisis
tiene un sentido transitorio. Sólo transitorio,
porque Gar ía Prieto no podrá, con menos
razón aún que Romanones, dar cohesión al
resquebrajado partido ni contener la ambición
de los impacientes. Si ha habido influencia
alemana. García Prieto o habrá de ceder a ella,
con vilipendio para su historia polít ca y para
el país, o tendrá que imponerse, como sugiere
su primer nota ministerial, en cuyo caso su
situación será, en breve, la misma de Romanones, y entonces la crisis o habrá sido inútil,
aunque García Prieto ofrezca políticamente
menos blanco que su antecesor a la metralla
germanófila, o habrá de repetirse antes de
mucho. Respecto la hipótesis de la tercera influencia, la del ejército, si la ha habido, o Gsrcía Prieto afirma la supremacía del poder civil
o renuncia por decoro al título de liberal. Las
DIMISIÓN, NO; DESPIDO izquierdas españolas deben permanecer vigiODO esto da el siguiente resultado: el conde lantes frente a las dos últimas influencias, si
de Romanones, aunque otra cosa declare existen, para evitar que la empujen ál desen.su nota, no abandonó el Poder espontánea- crédito y a la miseria. Ptr lo menos, ellas
mente, sino obligado a ello. No fué su marcha deben salvar su responsabilidad, para que luedimisión, sino despido. Esta es la entraña de la go ningún gobernante tenga derecho a decir,
como Romanones, que estuvo solo en la hora
crisis.
de
querer dirigir a España por la única ruta
¿Por qué despidió la Corona a Romanones?
posible
de su situación gráfica, de sus intereses
Todo lo que sea aclarar este obscuro punto conmateriales,
de sus compromisos morales y de
tribuirá a que sepamos a dónde va España por
su
porvenir
histórico.
estos sinuosos y ocultos camines de una neutralidad equívoca. Sería trágico que fuéramos a
¿QUÉ PIENSA
dar en la Grecia del Constantino que la rige.
LA CORONA?
Pero veamos qué influencias y motivos han poUEDA por examinar otra incógnita: la actidido pesar sobre la Corona para despedir al
tud de la Corona frente a la guerra. No
. conde de Romanones. *
nos engañemos con la ficción de que el moINFLUENCIAS SO- narca reina pero no gobierna. Eso acontecería
BRE LA CORONA si España fuese un país verdaderamente consRIMERA influencia posible: la de los políticos titucional; pero aquí, donde nada está constillamados a consulta. Maura se ha opuesto tuido, no ha de. sorprendernos que el„jefe de
siempre a que gobernara Romanones. Ahora Estado, quiera o no, intervenga en la gobernaquizá sueñe con un gobierno nacional presidi- ción. Funesto es el poder personal, pero cuando por él. Doble razón, pues, para aconsejar al do este poder no descansa en la sofocación viomonarca el despido del que era su primer mi- lenta de ninguna fuerza democrática, sino en el
nistro. Tampoco parece probable que Villanue- hecho de que nadie le dispute su poder, ¿quién
va recomendara la continuación del Gabinete es responsable de su existencia?
Romanones. Algunos otros, como Alba y Bu •
Como la Corona gobierna en España o puerell, por ejemplo, tal vez hayan influido indi- de gobernar, si quiere, aunque esto nos enoje
rectamente para deshacerse del molesto jefe. y descomponga un poco la farsa de vida consEste fraccionan:;ien'o interior del partido liberal titucional en que vivimos, conviene saber cuáha podido pesar en el ánimo del rey. Pero esto les son sus simpatías y sus opiniones. Segurasólo no sería grave.
mente tiene sentimientos de inclinación a unos
Segunda influencia posible: sabido es el em- 0 a otros, a un sistema político o a otro. Segupeño que tenía Alemania, sobre todo su emba- ramente cree que el triunfo de uno u otro banjador en Madrid, en arrojar del Poder al conde do favorecería a los intereses de España más
de Romanones. Todavía no ha desmentido ofi- que si venciese el contrario, y que, por lo tanto,
cialmente el príncipe de Ratibor e] radiograma España debe ayudarle en la medida de sus
recogido en la torre Eiffel, en que pedía a su fuerzas. Seguramente piensa que la victoria de
T
Q
P
ESPAÑA
NuM. 118.— 5
los unos daráia la, Eoron» de España más solidez que la victoria de ICtS otros, y es nalural,
per consecuencia, que se incline a los primeros. Es posible que estos tres factores, simpatía, criterio político e interés personal, coincidan en un mismo anhelo, o que choquen y el
uno domine a los otros. La última crisis no
quedará plenamente explicada sin conocer la
actitudide la Corona. El pueblo español, que
iba olvidando su republicanismo, se iia erguido estos días con un gesto de interrogación. Es
una hora crítica para la monarquía española: o
absorbe en sí el espíritu y la tendencia de las
izquierdas, poniéndose a la cabeza de ellas, o
se pone enfrente y el republicanismo resurgirá
con más ímpetu que nunca, alentado por los
obstáculos de dentro y por los estímulos espirituales de fuera. Es una hora crítica. Vale la
pena de reflexionar un momento.
NADA SABEMOS, PERO...
p w resumen: la crisis del día 19 ha despojado
•'-' a España de un magnífico programa internacional, aunque su autor sea poco defendible.
(Terrible ironía la que rige los destinos de
nuestro país: cuando la obra política es buena,
el hombre apenas si es defendible; cuando el
hombre es bueno, su obra es estúpida). La
crisis no ha obedecido a una dimisión, sino a
un despido. No sabemos si las causas de este
despido ha sido sólo la zancadilla deí Sr. Alba
y de los señores germánofiios del partido libe•"ali o si también hay que agregar la supuesta
actitud del ejército y la presión alemana, enarbolando en una mano una prensa servil y en la
otra el fantasma del carlismo, con algunas procesas sin valor moral en los labios. Tampoco
sabeniQs si en el despido han influido los sentimientos e ideas personales de la Corona. En
una palabra, no sabemos hada; pero creemos
haber señalado todos los puntos de la cuestión
QUe el pueblo debe saber.
LUIS ARAQUISTAIN
LA INCOMPETENCIA
DE LOS CENSORES
p L Sr. García Prieto ha ganado un fácil triuñío restableciendo las garantías constitucionales y suspendiendo la previa censura apenas
•"^cibido el Poder. Ahora que estamos, pue?,
'ores de la censura, digamos algo de los censores. Aun pareciéndonos absurdo, antiliberal
^ impertinente un régimen de censura previa
en Un país que no lo necesita y que nada ha
hecho para merecer tan injurioso castigo, no
nay duda de que la mordaza gubernativa mere<^sria más respeto si los encargados de aplicarla
10 fueran las gentes ineptas, incompetentes y
arbitrarias, que han demostrado ser en el tiempo de su última dictadura. Contaremos lo sucedid 3 con el artículo de nuestro compañero
At'aquistain, publicado en el último número.
Se envió a la censura y uno de os subalternos lo tachó íntegro desde la cabeza al pie.
Como la suprebión era de una irriíante arbitrariedad y además fué hecha, al parecer, por puro
gusto, como en broma, sin, el menor sentido de
responsabilidad ni de respeto para el pensamiento ajeno, un redactor de esta Revista voltio con el artículo a avistarse' esta vez con el
jefe o director del departamento de" la censura,
Sr. Luque, y tras no pocos esfuerzos logró de
este señor que leyera y tachara él en persona el
artículo. Lo mutilado — algunos lectores han
manifestado deseos de saber lo que era—consistía casi exclusivamente en algunos juicios
sobre el hundimiento del San Fulgencio y en
cierta? advertencias a la prensa troglodítica—
también este adjetivo fué suprimido en otra
parte del periódico, sin duda por peligroso
para nuestra neutralidad—sobre los riesgos de
extremar el cinismo, como lo probaban los
asaltos a redacciones de periódicos teutónicos
y teutonizados en Buenos Aires y en el Brasil.
Pero con ser mucho lo mutilado, se reconocerá que no era precisamente lo mismo que la
supresión de todo el vartícj^i/pB; yS|Q§ dos criterios con que se aplicó la censura por dos veces
a un artículo demuestra por lo menos la incompetencia de uno de los censores. Si otra vez
tiene la prensa la desgracia de quedar sujeta a
ese bochornosp régimen de la previa censura,
lo mínimo que puede pedirse es que los censores sean per9onas competentes, responsables
y respetuosas. La Asociación de la Prensa debe
exigir del Gobierno que en tan delicado departamento sólo emplee a gentes de reconocida
cultura general, pericia literaria y delicadeza
espiritual. De otra suerte la censura, ya de sí
odiosa, se hace intolerable con la ineptitud de
los censores y hasta las piedras de la calle tienen que levantarse contra ella.
COMENTARIO A LA GUERRA
LAS BATALLAS DEL SUD
POR
Fabián Vidal
COMO EN EL SOMME
UESTROS extraordinarios trogloditas quedáronse estupefactos cuando vieron que los
alemanes se retiraban de su línea francesa. No
podían creer a sus oíos. Tantas veces habían dicho que la guerra terminaría sin que el frente
occidental fuera roto, que al ver cómo los franco ingleses ocupaban sin combatir pueblos y
ciudades, y cruzaban ríos y escalaban eminencias, y cruzaban bosques y franqueaban canales, cre/eron que el diabólico Hindenburg había imaginado y preparado un golpe maestro.
Reíanse viendo a los aliados avanzando jubilosos. Creíanles incautas avecillas que iban a caer
en la trampa del cazador artero.
Mas como pasaban los días y el Tannenberg
esperado no aparecía por ninguna parte, empezaron a sentirse inquietes y a desconfiar de los
talentos hindenburguianos. Sin embargo, calmóles una explicación enviada desde Berlín y
que era completamente abiurdá.
Hindenburg organizaba grandes operaciones
en I ¡alia, los Bilkanes y Oriente. Esas grandes
operaciones sólo podían ser posibles si había
tregua en el frente occidental. Los franco-ingleses preparaban un empujón violentísimo. Habían hecho grandes trabajos preliminares. Hindenburg, retirándose, inutilizaba esos preparativos, creaba un glacis colosal y ahorraba
gente. Mientras los aliados se esforzaran por
tender nuevas líneas férreas, abrir caminos,
construir puentes y transportar artillería y municiones delante de la nueva línea, Hindenburg
• tendría tiempo de sobra para revolverse contra
los enemigos del Oriente y del Sud...
N
ABSURDO
SA explicación era absurda, entre otras razones, porque los aliados podían aprovechar,
después del repliegue, casi todos los trabajos
que llevaban realizados. Sólo en el Somme han
debido adelantar sus bases. En Flandes, Artois,
Soissonnais y Champaña, las barreras alemanas
permanecieron inmóviles.
Y era precisamente en los flancos del salien-
E
te germano donde iban a ser Tibradas las grátíl
des batallas primaverales. ¿A qué s^ito atacar
por Noyon, buscando un efecto de remach;?
Rotos los lados del ángulo, éste desaparece automáticamente.
Y eso es lo que ha sucedido. Llegaron los
aliados, en su persecución, a las nuevas posiciones alemanas, delante de Cambrai, de Marcoing, de San Quintín. Y, acto continuo, en vez
de atacarlas, lanzaron sus ejércitos por el Artois
y por la Champaña.
En el artículo del número pasado me ocupé
de la ofensiva inglesa artoisiana. Voy a ocuparme en éste de la ofensiva francesa del Aisne.
TRES EJÉRCITOS
Nivelle aglomeró tres ejérciELtosgeneralísimo
desde el Soissonnais a la Champaña
occidental. Parece que son mandados, respectivamente, por Macel, Mangin y Anthoine, y que
esos caudillos operan, bajo la inspección de
Petain.
La primera fase de la ofensiva fué confiada a
Macel y a Mangin. Macel atacó de Vailly al Oeste de Craonne. Mangin del Oeste de Craonne a
•Reims.
La segunda fase fué ejecutada por el general
Anthoine en el sector de Moronvillers. Cuando
escribo este artículo se habla de ampliaciones
nuevas de la batalla.
El lunes, 16, las franceses dieion un asalto
general desde el Norte de Reims a la meseta de
Vregny, cerca de Soissons. Ese asalto originó
una batalla en tres tiempos.
Fué el primero la conquista de la línea avanzada alemana, que muy cañoneada, cedió con
sus guarniciones. La furia francesa dio cuenta
de las resistencias parciales enemigas.
Fué el segundo un contraataque formidable,
verdadera sorpresa que los alemanes-tenían
preparada. Varios cuerpos de ejército, apoyados por el fuego de cientos de baterías, se
arrojaron sobre los franceses creyendo que
podrían destrozarles aprovechando la confusión que sigue a un asalto victorioso. Hubo un
ESPAÑA
NuM. 118.—6.
choque terrible de varias horas. Al fin, la contraofensiva fué rechazada y los franceses llegaron a algunos puntos de las segundas líneas
enemigas.
El tercer tiempo de la batalla fué la defensa
de las segundas líneas alemanas y su conquista
parcial. La noche produjo una lisis de corta
duración. Menudearon las reacciones y los rebatos.
Al día siguiente, el ejército de Anthoine atacó
en el segmento de Moronvillers. Realizó progresos considerables y atrajo hacia sí parte de
las reservas enemigas.
En los días sucesivos, Nivelie maniobró por
sus alas. El centro alemán seguía aferrado a la
meseta de Craonne. La izquierda francesa del
Sud del Aisne ligó sus movimientos con los de
Jas fuerzas escalonadas al Sud del Oise, por el
río Serváis y la selva de Coucy, al Este del
Ailette medio y bajo. Ante esa doble presión,
los alemanes se retiraron de Vailly, de Conde
y de todas las posiciones del vértice de su ángulo meridional. Así están las cosas al ser escritos estos comentarios. Es posible que hayan
sufrido modiñcaciones cuando sean publicados.
DE MODO...
N corresponsal británico ha telegrafiado a
Londres, desde Arras: «Nuestra inacción
de ahora no es consecuencia del mal tiempo,
sino de la necesidad de preparar otras opera
ciones>.
¿Qué operaciones son esas? ¿Empujones por
el Vermandois y el Cambresis? ¿Marcha sobre
Douai? ¿Conquista de Lens? ¿O extensión del
campo de batalla a las Flandes?
Los aliados han empezado ahora. Pelearán
hasta Noviembre. La pugna a que asistimos es
como la del Somme, pero mucho más amplia.
El frente de ataque y defensa abarca ya más de
doscientos kilómetros y se irá agrandando. Los
alemanes deberán descubrir todas sus reservas
estratégicas y fundirlas en el horno gigantesco
de la ofensiva aliada. No lo sentirán los italianos ni los rusos...
FABIÁN VIDAL
U
BETUNA JACOMETTI
podría el nuevo Gobierno ganarse un
N Otriunfo
más devolviendo la libertad a esta
artista holandesa? Su anarquismo no va, a lo
sumo, más allá de las esferas del arte, y es una
vergüenza para la policía española y para E s paña que se cometan tan burdos errores y se
incurra en la bárbara injusticia de arrojar a
una mujer extranjera, enamorada de la España
artística y ajena a toda acción política, a una
de esas inmundas mazmorras que se llaman
cárceles de mujeres. Uno de los fundamentos
de la detención fué el hallazgo, entre sus papeles, de una fotografía en que aparece bailando
una llamada danza de apaches. Pero también
guardaba una fotografía de carnaval en que
está disfrazada de caníbal. ¿Por qué no se la ha
acusado también de canibalismo? Al Sr. García
Prieto no le infunden seguramente las mujeres
tanto pavor como al conde de Romanones y es
de esperar de él no sólo la galantería, sino también la estricta justicia, de poner en libertad a
una señorita extranjera que nada ha hecho para
ser tratada con tan excesivo rigor. Aunque sólo
sea para evitar un nuevo ridículo a España.
LOS BUENOS
ARTISTAS
A D? Rosario de Acuña.
I amigo, a quien no veía desde los últimos
fríos, ha venido a visitarme. Pasábamos
entonces por pueblos inmóviles, en una atmósfera tonificante y penetrante; el paisaje de dos
colores: blanco y cobrizo, y los uniformes y
hasta los rostros reflejaban entonaciones del cobre. Un día fuimos al bosque en busca de leña
y encontré derribado un gran tronco de encina. Desde las cinco hasta las ocho estuvimos
mi amigo y yo en el acantonamiento hablando
o en silencio, bebiendo poco a poco dos litros,
junto a una magnífica hoguera olorosa a bos
que en invierno, de largas y retorcidas llamas
doradas índigo, violadas, cadmio. Traía dibujos a la pluma con manchas a la acuarela que
en su limitación, en sus firmes trazos, en los
espacios vacíos, separadas por líneas verticales
de diferente longitud, recordaban con ba tante
exactitud escenas y personas familiares en estos
tres últimos anos. Parecidos a los dibujos de
Sancha y los de Arteta, dos buenos y escrupulosos artistas, tan cuidadoso como ellos de la
forma; sin concesiones ni compromisos fáciles
al tratar dificultades, sin indecisiones, blanduras ni amaneramientos Sus retratos son muy
expresivos, como el de Mlle. Marcelle Granchet, una muchacha de diez y nueve ancs, de
Villers Ccteret, en un rincón de la plaza de su
limpio pueblo (con innumerables apeaderos de
caza, rodeado de tupidos bosques, con una estatua clásica de Diana cazadora); pueblo del cual
nunca salió la chica, en el que se res ira una
alegre atmósfera de libertad y de romance. Con
su imaginación ha reconstruido el mundo y
caricaturiza con agudeza a las gentes; al hablar
de las argentinas dice que son grandes, imponentes, silencitsas, afectadas y majestuosas, y
que se pasean por Europa pintadas como coches, cargadas de pieles, de plumas, de brocados, de cadenas, de damascos y de perfumes.
(¡Si supiera que los argentinos proclaman como
su mayor timbre de gloria que visten de frac
c n más elegancia y soltura que los europeos!)
Lo conozco por sus obras y por su conversación. Sabrá de Historia y de Geografía.Reposado y lento, con voz velada y monótona, que
se quiebra en aguda al indignarse y al reír; habla de figuras históricas poco estudiadas y de
la influencia de la personalidad a favor o en
contra de corrientes populares en los cambios
de curso de la historia. Demócrata, con tal que
los justos deseos, la> aspiraciones del pueblo
encuentren justos—no anacrónicos, sino actuales—y desinteresados intérpretes que sepan darles forma en leyes oportunas y que sean artistas para presentarlos como indispensables, inevitables y suficientes. Uno de esos hombres»
señora, prudentes administradores de sus energías, de sensibilidad y de entendimiento en su
claridad y sencillez, metódicos y de sentidos
despiertos. Algunos los llamarán egoístas, solitarios, sin simpatía humana, impermeables a
los afectos humanos. Quizá,o es que se mueven
entre realidades más extensas, de límites más lejanos que los de la mayoría. Por cuanto sé de
él, ayuda' manualmente, como usted, señora, a
los que se encuentran a su alrededor. Estos
M
hombres pagan con la prestación de determinados servicios el derecho a vivir en la comunidad. No están en desacuerdo con la mayoría
y han de obedecer como los demás las leyes; si
no perderían su razón de ser.
En la vida militar, que deja ancho margen a
la meditación y obliga a la acción a la vez, encuentran medio favo able. Nada sé de su pasado, sino que sirve en la Legión desde hace algunos años. Físicamente es resistente. Habla el
francés sin acento y con fluencia. Francés en su
clase, típico, creo yo, y que explica en sí mismo el desenvolvimiento de Francia desde que
la guerra comenzó. Material de primera cali
dad, no estos tipos estilizados y teóricos, sino
el pueblo entero de Francia, honrado, abnegado, alegre, obediente, trabajador, justo y humanitario. ¡Cuántos bosques laberínticos que al
sol de Abril, después del hielo y de la nieve,
comienzan a renovarse!
Los voluntarios españoles no sabían de estas
maravillas. Y los hay de raza. Hablo de los trabajadores, de los obreros trashumantes, que
han llevado antes de la guerra una más o menos larga y continuada vida de trabajo duro,
cavando y segando y descargando fardos en los
muelles, sin quejarse, comentando con ironía
las malas pasadas que el destino les jugó, y resignados con estoicismo de piedra a la suerte
que les reserva el Presidente de los Inmortales
(según frase de Esquilo).
Ahora esperan con más confianza que nunca
la victoria; les alemanes se baten en retirada.
Arrasan y saquean ks pueblos, después de mal
administrar a su provecho las provisiones des
tinadas a sus habitantes, se llevan como rehenes
a las mujeres de quince a venticinco años. Cuando llegue la hora de la victoria, la hora de hacer justicia, Francia,.Inglaterra e Italia y las demás naciones aliadas interpretarán el sentimiento popular, como los buenos artistas, con trazos
indelebles (pueblos con honra son pueblos audaces), de una manera duradera y en su limitac ón, perfecta.
AGUSTÍN HEREDIA
Abril de 1917. En las trincheras de Francia.
LIGA
ANTIGERMANÓFILA
A LAS SECCIONES
Y A LOS AFILIADOS
L Directorio central ruega a las secciones
que reanuden la acción de propaganda y
organización y a los afiliados no agrupados
todavía que constituyan secciones de la Liga en
aquellas localidades donde no las hubiere.
La suspensión de garantías impidió que pudieran ser celebradas numerosas reuniones de
constitución. Esas reuniones deben celebrarse
inmediatamente.
Los últimos acontecimientos políticos prueban claramente que la Liga Antigermanófila es
más necesaria hoy que nunca. Todo español
conforme con los fines de la Liga debe, pues,
adherirse a ella si ya no lo hizo, y cooperar a
los trabajos de organización con toda decisión
y actividad.
El Directorio espera que las secciones y los
adheridos individuales le ayudarán en su patriótica tarea.
E
NuM. 118.—7.
ESPAÑA
lugar a dudas, aconsejaba a los asambleístas en
Magdeburgo: «No debemos omitir sacrificio
alguno para que el aire de nuestra patria alemana se haga cada vez más irrespirable para
los representantes de la clemencia de Di:s.»
Después de consignados tantos testimonios,
POR
¿cómo puede creerse que el socialismo alemán,
entre cuyos miembros hay hombres de gran
perspicacia política, permanezca inactivo ante
Eduardo Andicoberry
la condenación lanzada unánimemente por Eurra.
Años
antes,
decía
Augusto
Bebel:
«La
luropa y América contra la razón prusiana, mó- I.
cha entre la sociedad moderna y la antigua está vil de esta espantosa conflagración? A poco que
EL SOCIALISMO REVOLUCIONARIO
ya entablada. Son tales los ejércitos que apare- se ahonde en la situación del pueblo germano,
«Hay entendimientos menguacerán en escena y tan poderosos los medios in- se verá que la revolución es, no solamente una
dos que creen en una dificultad
telectuales, que el mundo no ha presenciado, ni consecuencia de la guerra, sino también una
ilusoriúi; piensan que siempre
presenciará jamás, una batalla semejante. Esta consecuencia inevitable.
se puede proceder dentro del
que se avecina será la última guerra social.»
orden, y no son capaces de comprender que al orden solamen- Y, como corolario de esta afirmación, dijo otra
II.
te puede llegarse por el desvez: «Estoy plenamente convencido de que está
ordena.—DiETZGEN.
EL MATERIALISMO ECONÓMICO
tan cróxima la realización de nuestros últitros
ideales,
que
han
de
dejar
de
presenciarla
muy
ESPECTO al revolucionarismo de los socialis«De ser vencidos, quedaríamos económica y políticamente
tas alemanes, se han propalado, con mo- pocos de los que se hallan reun dos en este
subyugados, hasta el punto de
tivo de esta guerra, muchas opiniones condu- local.»
que seria preciib que transcuPrevista, pues, la guerra, ¿por qué el sociacentes a desvirtuar la verdadera expresién de
rriera
más de un siglo para lelismo
alemán
no
ha
respondido
a
la
esencia
resus propagandas agitadoras. Aun los hombres
vantamos. »
volucionaria
de
sus
propagandas?
La
respuesta
más cultos de Europa, al ver la pasividad de los
(Recientes declaraciones Hesocialistas alemanes frente a la actual conflagra- la bailaremos en sus mismos textos. Stern dechas en Munich por el Príncicía
en
el
Congreso
de
Wyden:
«Aunque
nadie
ción, han incurrido en la ingenuidad de supo
pe Leopoldo de Baviera a un
nerles dóciles y sumisos a las exigencias del levantara su voz contra una transformación soredactor de Las Ultimas Notimilitarismo prusiano, como si estuviesen in- cial violenta, no sería lícito excitar al pueblo a
cias. )
íeccionados de sus propios afanes imperialistas. un movimiento revolucionario hasta que estuSostener esto equivaldría a negar la eficacia de viéramos bien seguros del triunfo.» Pfund comUANTOS conocen la situación por que atrar
la obra realizada por Marx, Bebe-, Engels, pletó este pensamiento con las siguientes palaviesa Alemania, convienen en que el pueDietzgen, Stern, Douai, Kohler, Kautsky, VoU- bras: «Hay que partir, pues, del hecho irreu- blo alemán ha vivido engañado. AI comienzo,
tnar, Liebknecht y demás apóstoles de la demo- table de que los demócratas socialistas estamos para justificar ante sus ojos los enormes gast' s
cracia socialista. Una agrupación que celebra todavía en minoría y tenemos en contra una ocasionados por la guerra, se alimentaba la
en un solo año más de quince mil asambleas monstruosa mayoría de la población.»
esperanza de que las armas teutonas sojuzgaBebel, pa-'a contener la exaltación revolucio- rían al mundo. Cuando esto ya no ha sido popúblicas; que reparte en igual período de tiempo veintiocho millones de hojas y folletos; que naria de sus huestes, ha dicho: «Tendríamos sible, porque los ejercites alemanes principiacuenta con cerca de cien periódicos, que viven por ciego o por fanático demente al que osara ron a perder el terreno conquistado, se ha reholgadamente con el producto de las suscrició- afirmar que una revolución violenta puede ha- currido á la amenaza, haciéndole creer, para
íes, no puede ser nunca un partido de ficción cerse a capricho. Las revoluciones no se hícen; que no se oponga a la continuacón de la ludispuesto a someterse a los caprichos de un go- germinan, se forman y crecen orgánicamente: cha, que no tendría redención caso de ser venbierno autoritario y a servir los intereses de son el producto de las circunstancias en que se cido. «Lo que pasaría—dice el Príncipe Leouna determinada familia. <Por fortuna —decía desarrolla el progreso histórico.» Y, como ob- poldo de Baviera—no puede imaginarse. Y por
un orador en la Asamblea de Essen, con el uná- sesionado por la idea de la guerra mundial, el ello debemos tener perseverancia, que es la
nime aplauso de los que le escuchaban— es un mismo Bebel decía a sus correligionarios: «Es condición indispensable para la victoria».
error suponer que, en caso de guerra, domina- posible que el Estado actual se transforme en
Ahora bien: ¿puede confiar la dinastía reiría en la democracia socialista alemana el senti- el Estado socialista por medios igualmente pa- nante en Alemania, en el apoyo de las clases
miento nacional sobre el internacional y sería cíficos y relativamente rápidos, de la misma económicas, que, al fin, serán las únicas que
alemana antes que socialista.> Y otro orador manera que en 1870 los franceses pasaron a la puedan con sus recursos alargar la espantosa
decía en Mannheim, con la general aprobación República y se desentendieron de Napoleón tragedia? Todos los síntomas son negativos.
"e sus compañeros: «Están completamente cuando en Sedán fué derrotado y hecho pri- Precisamente, no hay en el orbe un capitalismo
equivocados los que se imaginan que Alema- sionero »
más materialista que el alemán. El doctor Enma no llegará nunca a extremos revolucionaInsistimos, por tanto, en la creencia de que gelbert Kaser—que en su exaltado misticismo
rios por la índole especial de nuestro pueblo.> el socialismo alemán no está sometido al impe- ha escrito obras dedicadas exclusivamente a
Liebknecht, por su parte, afirmaba en el Con- rialismo del partido militarista. Lo que ocurre combatir los avances del socialismo germanogreso Internacional de Zurich que si en Alema- es que aguarda una ocasión favorable para que dice a este propósito: «La democracia sociania llegara a imperar el régimen de Rusia, los la eclosión tumultuaria pueda realizarse con lista es, sin disputa, ante todo y sobre todo, un
demócratas social stas alemanes no tendrían garantías de éxito. Ya lo dijo Vollmar: «Nues- movimiento económico. Es la reacción natural,
'ñas remedio que emplear la táctica de los nihi- tra misión prircipalísima debe consistir en con la cual protestan contra el capitalismo las
listas.
aprovecharnos de la forma actual para interve- clases medias, que están naufragando o que
Opiniones análogas, demostrativas del espí- nir en la organización de las formas venide- han naufragado ya, hasta hundirse en la degraritu revolucionario del socialismo alemán, se ras.» Y por si la intención no estuviese bien dación proletaria. Es la rebelión justificada
encuentran en cada página de las que constitu- clara, he aquí lo que el mismo Vollmar dijo en contra el predominio del materialismo econó
yen el protocolo del partido. ¿Cómo dudar, la Asamblea de Nurenberg: «Los gérmenes re- mico sin entrañas. La reacción contra el capipues, del revolucionarismo de los socialistas volucionarios depositados en los cerebros mi- talismo es, desde luego, inevitable; y hubiera
germanos? Y siendo esto así, cómo explicarse narán al militarismo en su más firme y sólida surgido f talmente en una forma cualquiera,
aun sin el concurso de Lasalle, de Marx y de
su actitud especiante —con todas las aparien- base.»
cias del acatamiento—, cuando el ansia de inEn libros y discursos aparece insistentemen- los demócratas socialistas. Es "más: vendría
mortalidad de un caudillo vesáni:o originó la te la misma resolución: la de debilitar al milita- aunque todos los trabajadores fueran cristianos
conflagración actual? ¿Fué, acaso, porque les rismo no oponiéndose a todo aquello que le intachables. El materialismo económico desencogiera desprevenidos? No. Los socialistas ale- conduzca, por anhelos de hegemonía, al «go- frenado, es esencialmente inmoral y anticrisanes fueron los primeros en predecir la gue- tamiento. Rcske, con una claridad que no deja tiano por naturaleza en sus-obras y en la in-
LA REVOLUCIÓN EN ALEMANIA
POR DONDE VENDRÁ LA PAZ
R
C
NuM. 118 —S.
ESPAÑA
mensa mayoría de sus representantes». Y más que son lema ideológico proclamado por los
adelante agrega: «tas tendencias materialistas hombres de la Entente.
que flotan eíí^el amlSiétite de las clases superioIII
res han descendido naturalmente hasta el espíritu de las clases obreras. Los proletarios opiLA REVOLUCIÓN ALEMANA,
nan llawamente que si el ateísmo es la religión
SERÁ LA PAZ
mejor para los profesores y millonarios, debe
«Debemos declarar hien alto
de serlo también para los hombres de nervuque esta guerra nos ha sido imdos brazos y manos encallecidas. Entódocaso,
puesta, que no la hacemos, ni
les sobra la razón. No por lamentable es menos
jamás la hemos hecho, a la nalógico y natural que la reacción contra el capición alemana, a la que estamos
talismo se inspire precisamente en los princidispuestos a tender una mano
pios materialistas».
fraternal
no hien haya concluido con su Kaiser y con el
Para este espíritu apasionado del cristianisimperialismo prusiano, del que
mo, que cree que la sociedad alemana se comno es menos victima que nospone solamente de unos millares de millonaetrosjí.—JULIO
GUESDE.
rios y de una masa inmensa de proletarios y
mendigos, «si el monstruoso pulpo del capital
os que, con pretexto de la conflagración
consigue también esquilmar y agarrotar commundial, han hecho de la germanofilia
pletamente a las clases labradoras, habrá des- banderín para espoleo de atávicos resabios,
aparecido el último baluarte de defensa contra han tenido decidido empeño, aun sabiendo
la ola revolucionaria:».
que faltaban abiertamente a la verdad, en preNo creemos que la guerra haya disminuido sentar a todas las democracias —y muy princi^as ya cuantiosas deudas de la agricultura ni palmente a la española— como enemigas irreque el labriego alemán haya mejorado de con- conciliables del pueblo germano. Esto mismo
dición. Lo lógico es suponer que esté más ha ocurrido, con exageradas proporciones, en
cerca del socialismo que de las clases adinera- Alemania, donde sus gobernantes, para mantedas. Y siendo así y admitido que la democra- ner en el pueblo el ardor belicoso, le han incia socialista sólo aguarda una oportunidad ducido a creer que, de ser vencido, le aguardafavorable, ¿en quiénes se ha de apoyar la di- ría un porvenir idéntico al de la raza judaica,
liaslía para conservar su corona? ¿En el capita- proscrita y aherrojada.
lismo? Se.ía puerilidad creerlo. Las oligarquías
Por fortuna, cada día que pasa abre un nueeconómicas nunca fueron puntales de las mo- vo surco de luz en las inteligencias y hasta a
narquías cuando éstas amenazaron los intere- los inconscientes van llegando regueros lumises oligárquicos. El proceso biológico de la noTos que dicen a ¡us corazones —ya que no
Historia contiene ejemplos hasta la saciedad. a sus cerebros— porque las democracias se
Por algo se ha dicho que el capital no tiene han puesto resueltamente de parte de los
patria ni entrañas. ¿Había de ser ahora una aliados.
excepción? Dado el materialismo económico
Pero hay más todavía. A la vez que aumenta
que predomina en Alemania, ¿cómo esperar el número de las naciones que combaten consacrificios supremos de quienes no creen en el tra el militarismo prusiano y, por tanto, se afirorigen divino de los reyes y sólo ven en su ma la confianza en vencerlo definitivamente, se
emperador un gerente capaz de abrir con la acrecientan los testimonios de respeto para el
espada nuevos mercados a sus productos?
pueblo alemán. Ahora, cuando más seguridades
Cuando adquieran la certidumbre de que hay en su derrota, es cuando todos los grandes
pagaron en balde durante medio siglo a un hombres de Inglaterra y Francia parecen tener
ejército que no ha logrado lo que media do- más afán de demostrarle cómo se ha ido a esta
cena de sus buenos viajantes, y ce n la derrota guerra sin odio contra él, ofraciéndole así la
se convenzan de que fué un mal negocio alen- certidumbre de que en la hora de la paz no estar los afanes imperialistas de uúü minoría tarán animados de ningún espíritu de repreambiciosa, el capitalismo alemán se cruzará de salia.
brazos si el socialismo se decide a emanciparse
Al principio, cuando el formidable empuje
de la férrea tutela. Y lo hará así porque el ca- de las armas teutonas hacía vacilar la esperanza
pitalismo sabe que si fuera posib e que la paz de los aliados, podrían tener asomos de verosise hiciera sin una transformación radical del militud las razones que la germanofilia aducía
régimen, a los muchos sacrificios—pérdidas, en para tergiversar el verdadero sentido del sentiel baJance mercantil—que.la guerra ha costado, miento de cordialidad expresado por los goberseguirían otros que alcanzarían a diez genera- nantes de la Entente hacia el pueblo germano.
ciones. Y como esto ocasionaría la emigración Pero hoy, adquirido el convencimiento de su
de los obreros y, por añadidura, una enorme fracaso militar, ¿cómo creer que esas manifesmerma en las ganancias de la industria, el ins- taciones puedan cbedecer al objetivo de ganartinto de conservación les hace confiar en que se por anticipado la piedad de los que han de
una revolución violenta, al liquidar con la di- necesitar de no poca para que se c Ividen sus
nastía reinante, liquide también sus cuentas con tremendos errores y crueldades?
las naciones vencedoras. El capitalism>, que
Y no son, tales expresiones, hipócritas disinunca fué torpe y que se hizo fuerte por su mulos. En Inglaterra está generalizada la creensagacidad, no ignora que Alemania no podría cia —manifestada por Lord Haldane al Daily
resistir el pago de las indemnizaciones y luchar News de Chicago— de que si se hubiera podial propio tiempo contra la hostilidad aduanera do evitar la guerra otros veinte añof, la Alemade los países aliados. Por eso, como la solución nia pacifista, la Alemania de Kant, Hegel,
^más favorable para que el libre cambio se esta- Goethe, Schil er, Lessing y tantos más que
blezca, piensa en una rtvolución que, derro- fueron glorias universales, la que no cree que
cando el imperialismo, reclame de las naciones la fuerza está por encima del derecho, hubiera
vencedoras el respeto de aquellos principios ganado un dominio definitivo en Berlín y no
L
hibría sobrevenido esta espantosa tragedia.
¿Cómo dudar de que la revolución alemana
puede ser la paz? ¿No ha dicho Wiison que
Norteamérica no declara la guerra al pueblo
alendan, sino a la dinastía que le impone sus
loe s designios? ¿No es éste también el espíritu
de Inglaterra, expresado, sin embages, por sus
hombres más eminentes? Destronado el imperialismo ge' mano, ¿qué razones podrían alegar
las naciones aliadas para continuar la guerra?
Reivi idicado el pueblo alemán por una revolución socialista, ¿cómo habían de combatirie
los que han proc amado que sólo luchan por
él restablecimiento de los principios de libertad
hollados por el militarismo prusiano?
La solución no puede estar más clara. Alemania, si quiere salvarse, ha de hacer la revolución. Este convencimiento lo adquirirá plenamente el pueblo germano cuando se disipe
la última esperanza en la victoria de sus ejércitos. Los acontecimientos que actualmente se
están desarrollando en los campos de batalla,
no son para reanimar los entusiasmos decaídos.
Y siendo así y contando con la pasividad de
las clases burguesas, ¿qué extraño puede ser
que surja la revolución? Lo absurdo sería que,
después de lo que está sucediendo, Alemania
siguiera amparando los sueños de hegemonía
de un vesánico, sin más ideal que el ansia de
obscurecer las glorias guerreras de sus antecesores; '"- • '
EDUARDO ANDICOBERRY
MALAGA
Con un rumor suave
de sedas desplegadas,
el mar azul, añil, maravilloso,
se tiende en la áurea playa.En el ambiente blando
y caricioso vaga
el hálito sensual de estos jardines
en que Pomona derrochó su gracia.
Si por acaso el copo
los pescadores sacan,
dijérase que es plata hirviente y viva
lo que palpita dentro de la majla.
Y si en la azul radiante lejanía
'f^i
algún velero pasa,
en Ulises pensáis y en que quién sabe
si sirenas no habrá por estas playas.
Bajo una cabellera
de endrina soberana,
bajo una cabellera de andaluza
en que los rojos de un clavel estallan,
unos ojos purísimos,
azules como el día, tiernos cantan.
i Oh, sirenas divinas,
rubias mises injertas en gitanas,
frutos de selección, flores orgullo
de dos enormes razas!
El poeta viajero
por la tiej^ra pasaba ;
vuestra voz ceceante y melodiosa
atrájole a estas playas.
Al arrancarse de ellas
•—¡ adiós, sirenas blancas !—
dijérase que no se va del todo...
¡ en la Caleta hay algo de mi alma i
L U I S G. BILBAO
NuM. ii8.—9
ESPAÑA
ENSAYOS
IDiJ 0V91 ^:
tn-
3DfJ
JOSÉ
ZORRILLA
POR
Ramón Pérez de Ayala
que existen creaciones de la
OBSERVAMOS
poesía erudita, las cuales se incorporan al
repertorio general de locuciones proverbiales y
se constituyen en QY ligadas maneras de decir,
con qué poner de manifiesto, por lo sucinto,
cierto orden de conceptos o evocado fes desparramados y complejos de suyo, de la propia
suerte que sucede con los refranes. He dicho
poesía erudita, aludiendo a que su autor sea
conocido y en contraposición a la poe ía popular, que nace ano imamente del pueblo.
Aduciremos dos ejemplos de incorporación
de la frase poética al uso común y prosaico, en
do" de lo sucint i y acuñado de la expresión encierra amplia significación intrínseca, como
acontece con la moneda de oro, y ahorra mayores explicaciones; que es lo que tratamos de de
mostrar. Son dos gecetillas, recortadas de seados periódicos diarios. Dice una: «El Sr. Ministro de Hacienda de:lara que, si se tiene en cuenta la situación difícil por que atraviesa el país,
los ingresos del Tesoro en el último trimestre
son muy satisfactorios>. Y comenta el gacetillero: Todo es según el color... La otra gacetilla
dice: «El Sr. Presidente del Consejo asegura no
ser cierto que se inicie una disidencia en cierto
grupo de la mayoría. La ausencia, en la sesión
de ayer, de todos los diputados que componen
dicho grupo se debe a coincidencias fortuitas.
Es seguro que asistirán hoy al Parlemento y votarán disciplinadamente con la mayoría>. Y el
gacetillero comenta: Volverán las obscuras golondrinas... Si uno y otro comentario no tuvieran otro sentido que el directo, el que se deriva
de las palabras, serían dos incongruentes majaderías. Pero las dos locuciones tienen, respectivamente, un valor sentencioso y un valor de
evocación. Son fragmentos alusivos a dos obras
poéticas. Una, aqu» Ha humorada de Campoamor, que reza:
En este mundo traidor
nada es verdad ni mentira.
Todo es según el color
del cristal con que se mira.
Otra es la divulgadísima rima de Bécquer,
que comienza:
Volverán las obscuras golondrinas
de tu balcón los nidos a colgar, etc., etc.
La primera encierra toda una filosofía de bondadoso eclecticismo y de ética tolerancia. Nos
insinúa la relatividad del conocimiento y el po
der de la ilusión, que hace mudarla naturaleza
de las cosas conforme la propia convenienciaLa segunda cela discretamente un pesimismo
resignado y vale por una experiencia vivida de
'O irreparable: todo vuelve, pero cuando vuelve
"O es lo mismo que faé antes.
vilosar y traducir con mayor o menor núme
ro de palabras y paráfrasis aquellas locuciones,
proverbiales ya, viene a ser como cambiar en
plata o calderilla el oro y los billetes de Banco.
Si seguimos un procedimiento inverso, esto
es, si estudiamos la génesis de aquellas locuciones antes de ser acuñadas en su permanente
concisión, vendremos en deducir que necesariamente en el espíritu del poeta hubo de verificarse un proceso de condensación sucesiva,
mediante el cual copiosas ideas y emociones
afines llegaron a cristalizar en un solo concepto y evocación o emoción, que a todas las contiene, como si dijéramos un cambio de calderilla en plata, y luego de plata en oro o bille
tes. Es inexcusable la exigencia de que las ideas
o emociones sean afines, pues claro está que
np se puede cambiar una peseta, una lira, un
franco, un chelín y un marco, por un dollar.
Lo cual supone, como punto de arranque, en
el espíritu del poeta el hallazgo o bien la selección voluntaria de un asunto concreto.
Con el asunto de la citada humorada de
Campoamor se pudo haber compuesto una
novela (las hay innumerables con este tema),
un drama (en «A ¡Vlidsumer night's dream»,
la reina Titania acaricia la asinina cabeza de
Bottom, el tejedor, tomándola por hermosa
testa viiil), un largo poema. Campoamor, cuyo
temperamento le inclinaba a hermanar la ética
con la estética, tridición ya vieja en nuestros
poetas, prefirió quintaesenciar el vasto asunto
en una somera humorada. La humorada de
Campoamor tiene rancio abolengo. Moreto, famoso autor dramático que floreció en la primera mitad del siglo xvii, compuso cuatro versos
en donde el asunto campoamorino se presiente:
Que quien por un vidrio mira
que hace algún color distinto,
todo lo que ve con él
está del color del vidrio. *
En Moreto falta la primera parte de la humorada, el contenido filosófico, puntualmente
formulado, sobre la relatividad del conocimiento; y en cuanto a la segunda parte, la imagen
estética, Campoamor la redujo a dos versos,
imprimiéndole el cuño inolvidable, quiero decir, a propósito para que la sentencia no se olvidase y de esta suerte se convirtiese en moneda circulante.
El verso aparece en sus orígenes precisamente con este carácter de cosa inolvidable,
«rompeolas de las eternidades>, como dijo un
poeta, Rubén Darío. El verso nace, anticipándose a la escritura, por que no se olvidase lo
que era digno de eterna recordación. La escritura otorga perduración así a la prosa como a
la poesía. Pero, en principio, lo sólo perdurable era la pcesía. Antes de la escritura, asuntos
de la poesía fueron los misterios divinos, las
gestas de los héroes, las profundas máximas
morales, los elevados pensamientos, los sentimientos generosos, las leyes de todo linaje, que
pasaban de hombre a hombre y de generación
en generación gracias a estar expresados de la
manera más expresiva, permítaseme la redundancia, claveteados en una actitud, inmutable
mediante los clavos 0(5 oro de la ritmi, y animados de una espíci^^a,|dj[alida,^.gDr h mú
sica severa del ritmo. Cam!poamox.''éscribe en
su Poética: «El ritmo es un estuche para conservar las ideas mucho más puramente que la
cazuela, aunque fuese de barro de Alcorcón,
en que la Princesa del cuento guardaba sus
diaman;es.» ^..- .
El versp conserva todavía aquella su función
primera. A la prosa le corresponde lo indeterminado, lo fluyente y actual, aun cuando suceda acaso que la prosa del momento llegue a ser
imperecedera. Al verso puede aplicársele la
máxima de que «las cosas santas deben ser tratadas santamente». En verso debe ser tratado
sólo lo que es digno asunto del verso, solo '
aquello que merece ser fijado ya en una postura definitiva, sólo lo que no admite ser asido
en las sueltas mallas de la prosaica red, no
tanto las cosas cuanto la sustancia constante y
universal de las cosas. Cada idea, cada emoción, es susceptible de ser traducida en incontables expresiones aproximadas. Pero, una entre todas, es la justa y cabal. Esta expresión es
siempre en verso, tiene siempre un valor proverbial y circulante, como si hubiera sido creada para ser recordada y repetida por todos.
¿Ei así la poesía de Zorrilla? No es así. Si es
o no poesía la suya será cosa de averiguarlo;
pero, desde luego, no es poesía de esa especie.
Apuntaré aquí, con toda brevedad y casi a
manera de índice, las observaciones que hube
de hacer en mi nueva lectura de las poesías líricas de Zorrilla.
Se advierte, con evidencia absoluta, que Zorrilla jamás tuvo asunto, esto es, un sistema de
ideas o de emociones afines que concretar y
eternizar, antes de ponerse a escribir sus poesías líricas. Esto le sucedía también al escribir
alguno de sus dramas, según él mismo confiesa. Nunca tuvo nada concreto que decir, a lo
sumo, algunos vagos sucesos que narrar, que
tal es el caso de sus leyendas, en las cuales es
cierto que existía el asunto aun antes de tomarlo Zorrilla entre sus manos.
En sus Recuerdos di I tiempo viejo, leemos
esta declaración adorable, por lo candorosa:
«He aprendido desde muy joven una cosa muy
difícil de poner en práctica, el arte de hablar
mucho sin,decir nada, que es en lo que consiste generalmente mi poesía lírica.»
Consecuentemente, para Zorrilla no existía
diferencia entre la prosa y el verso. Lo indeterminaBo, lo fluyente, actual y momentáneo eran,
en su sentir, materias dignas de ser tratadas en
verso. Su discurso de ingreso en ía Real Academia de la Lengua lo escribió en verso. Dice
así en el exordio:
¿Qué es lo que me ha valido la honra doble
de aceptarme dos veces la Academia?
El bagaje de versos que me sigue
y mi exclusivo nombre de poeta,
que, título o apodo, estigma o nimbo,
encoroza o corona mi cabeza;
pero que, honroso título o estigma,
yo soy el solo que sin más le lleva,
el único que más no sido nunca
y el solo acaso de la edad moderna.
Con esto quiere decir Zorrilla, no que sea el
mejor poeta de la edad moderna, sino que fué
el único que escribió siempre en verso, por rio
tener nada que decir en prosa. Él mismo lo
aclara a continuación.
ESPAÑA
NuM. 118.—10.
Imponerme la prosa y el discurso
rigor fuera en vosotros y en mí mengua.
¿Qué discurso lia de hacer quien no le tiene?
¿Sobre qué discurrir podré aunque quiera?
Estos versos y todos los de Zorrilla hay que
tomarlos con amable sonrisa de tolerancia, como se toman las cosas de los niños. Y ya veremos más adelante que, por ser niñerías, los
versos de Zorrilla son casi divinos. En efecto,
si se toma en serio y a lo hombre el comienzo
de este discurso de ingreso en la Real Academia, hay razón más que s ifi:iente para irritarse con el autor y volverle la espalda.
* Imponer la obligación de discurrir, antes
de aventurarse a hablar en público, es rigor en
quien lo impone y mengua de quien lo acepta.»
Por mucho que se prescinda de la operación
de! discurso, este criterio será siempre absurdo
y desapacible. Sin duJa en la vida cotidiana
nos vemos contreñidos con harta frecuencia a
sobrellevar con resignación la pesadumbre de
infinitas personas qué hablan sin pararse a pensar lo que dicen o que nada tienen que decir,
y esto no obstante no dan paz a la lengua, ni
hay pragmáticí^ tan rigurosa que les imponga
la clausura del pico. Pero a aquellos que no se
arriesgan a soltar prenda de palabra sin antes
habe lo pensado mucho, bien por vanidad o
temor del ridículo, bien por timidez, bien por
conveniencia, nunca, hasta el discurso de Zo
rrilla, se les había llamado menguados, sino
discretos, discreción que encomian varias sentencias vernaculares: «por la boca muere el
pez», «en boca cerrada no entran moscas» y
otras más.
No era menester la expresa declaración de
Zorrilla para averiguar que jamás se detuvo a
discurrir, primero, a fin de seleccionar sus
asuntos durante la gestación, y, luego, las expresiones más adecuadas, precisas y poéticas,
en el período del alumbramiento. De las muchas expresiones aproximadas con que cada
acto, emoción o concepto son susceptibles de
ser enunciados, a Zorrilla se le venían a las
mientes bastantes, la mayor parte, y él las endilgaba todas, en prolija enumeración, sin tomarse el trabajo de preferir una, quizás porque
no estaba seguro de cuál fuese la mejor. La
mayor parte de las veces, a pesar de tantos
conatos y expresiones aproximadas. Zorrilla no
daba con la expresión justa y cabal, la única
verdaderamente poética y consagrada a incorporarse a la sensibilidad colectiva. Alguna vez
acertaba con la expreñón di oro, pero el acierto
quedábase ahogado y la expresión perdida
entre tanta calderilla de frases gárrulas y apáticas. Releyendo todos sus poemas líricos, propiamente líricos (no incluyo las leyendas), no
logré dar con ninguna de aquellas expresiones
concentradas y supremas, esencia de realidad y
síntesis de muchedumbre de hechos concretos,
al modo de fórmulas algebraicas del espíritu, y
que por esta virtud se hayan convertido enpatrimonio de todos y a cada paso se traigan a
colación, como sucede con las dos de Campoamor y Becquer, que más arriba hemos puesto
por vía de ejemplo. Sólo hallé una cuarteta,
que todavía repiten una que otra vez los periodistas galanteadores, cuando quieren requebrar
la boca de alguna actriz:
Tus labios son un rubí
partido por gala en dos...
Le arrancaron para tí
de la corona de Dios.
Aunque algo irreverente y arbitrario, esto no
deja de ser bello y gracioso. No falta quien
atribuye estos versos a Espronceda, ignoro con
qué fundamento. Pero adviértase la distinción
radical entre esta cuarteta y la de Campoamor»
o el único verso de «Volverán las oscuras go
londrinas...» Lo de Zorrilla es sólo una metáfora, que acaso sirva, oportimamente aplicada,
para que un enamorado se granjee las simpatías de su dama. Lo de Campoamor y Becquer
es como una luz que alumbra y pone de claro
recónditas zonas de nuestro espíritu en relación
con la experiencia del mundo y de la vida.
Esta cuarteta del rubí, partido por gala en
dos, es una estrofa de la «Oriental», un tiempo
famosa y ya olvidada, que comienza:
Dueña de la negra toca,
la del morado monjil...
Cuenta el propio Zorrilla, que al punto de
escribir estos dos versos ignoraba lo que fuese
un monjil, y no estaba muy segmo de lo que
era una toca. No eche el lector esta circunstancia en saco roto.
RAMÓN PÉREZ DE AYALA
LA SEMANA ARTÍSTICA
EXPOSICIÓN NOGUÉS
siado sutil, demasiado recatada y simple, para
que pueda ser gustada por otros que aquellos,
que tienen educado su gusto y sensibilidad en
formas puras. Sucede que en ella todo es cues
fión de matiz (Rembrandt, Goya, Whistier)
aunque en algunas ocasiones a la simple vista
pueda parecer que por lo que se apodera de
nuestro gusto es por la energía brusca) y a la
percepción del matiz es a lo que más tardíamente se llega en arte y en t^do. Por otra parte, es modo de expresión ese que admite poc >
el escamote^i. Bien es verdad que entre nosotros
es muy común creer que en el aguafuerte el
azar, esto es, la buena o mala voluntad del
á:ido al morder en la plancha, significa más,
bastante más, que la voluntad, talento y habiliX. NOGUES: AUTORRETRATO
dad de! artista. Hubiera sido curioso oír la opiN el número anterior anunciábamos esta in. nión de Mac Neill Whistier sobre este concepteresante exposición de aguasfuertes que se to, tan pn fundamente español, del aguafuerte.
celebra en el Salón del Ateneo, y.recomendá- Los grandes aguafuertistas casi todos han llebamos también a nuestros lectores que la visi- gado a ese procedimiento después de haber sitaran. En efecto, las aguasfuertes de Xavier do notables en la cintura, lo que qu ere sigNogués son, para nuestro gusto, las mejores nificar, que el aguafuerte exige del artista, como
que hemos visto en Madrid. Generalmente, ningún otro procedimiento, que vaya armado
aquí el grabado al aguafuerte suele ser más de todas las armas. El catalán Xavier Nogués
que una arte bella un oficio más o menos difí.
cil. A veces hemos visto gribados de esa índolefinamenteejecutados, pero siempre les faltaba aquel punto de distinción e^interés que en
modo alguno puede darlo la técnica, por bien
sabida que esta esté, sino que es producto de
esa condición misteriosa que se llama comúnmente sensibilidad artística. En una palabra,
que esas obras pueden ser interesantes desde el
punto de vista de los manuales del oficio, Dero
no desde un punto de vista estético, que es el
que a nosotros muy en particular, por no decir
solamente, nos interesa. El gran Whistier decía
que el aguafuerte es para el público lo que en
lo culinario fl caviar. La ingeniosa comparación del pintor americano, no deja de tener
bastante realidad, aunque, por cierto, en el respecto d<e su obra personal resultó todo lo contrario, pues el público, no diremos comprendió, sino transigió antes con sus aguasfuer.es
que con sus pinturas al óleo. De todos modos,
Whistier tenía razón al decir que el aguafuerte
sólo podía ser gustada y comprendida por los
paladares artísticos muy educados y sensibles
a las exquisiteces. Es esa del aguafuerte una
modalidad artística demasiado sintética, dema-
E
X. NOGUÉS: LAS TRES GRACIAS
ESPAÑA
NuM. i i 8 . — I I ,
pertenece al género de grabadores que son
primero, ante todo y sobre todo, artistas.
Para él, el grabado no es en sí un fin, sino
un simple medio de expresión. Por encima de
él está su emoción estética, y a ella responde
precisamente su técnica de grabador. No creemos que para el género de emoción estética
que Nogués siente frente a la vida sea el aguafuerte el único medio de expreíión. Porque
estas aguasfuertes que expone en el Salón del
Ateneo nos declaran que su autor tiene un noble sentido decorativo. Nos las podemos imaginar transpuestas a la pintura mural, y con
ello se nos antoja que no perderían nada. No
sabemos si Nogués ha hecho pintura de esa
índole. Desde luego nos atrevemos a afirmar
que si la hiciera, seguramente no fracasaría.
Puede parecer algo extraño esto que decimos
pues de la pintura mural al aguafuerte hay un
trecho no dd todo pequeño. Y, sin embargo
así es. Para convencerse de el'o, no hay sino
ver las obras que comentamos. Y ese es uno
de sus méritos. Puesto que ello quiere significar que Nogués las ha concebido en grande.
Entra esta colección de grabados de pkno en
la corriente artística que pudiera llamarse dreacción contra el Impresionismo, si ese vocablo contra no diera a entender algo que no es
exacto. Porque la reacción a que nos referimos
=• o supone en realidad una negación a rajatab
del Impresionismo, como pudiera parecer, sino
más bien una asimilación de las novedades técnicís y de rtfínamientos coloristas que éste
trajo, por un sentido más elevado de la complejidad del arte. Esa reacción está expresada
de un modo sintético cuando el gran Cézanne
declaraba que él «había tratado de hacer con
el Impresionism V algo tan sólido y durable
como la pintura de los museos». En esa corriente, pues, está el arte de Xavier Nogués.
Le sentimos «cezannista» acérrimo. Estudíese
su manera de dibujar y componer. Es esencialmente geométrica. Cézanne decía que en la naturaleza todo se modela conforme a la esfera,
al cono y al cilindro. Este princ ipio abstracto
ha generado un modo de dibujo, construcción
X. NOGUÉS: CAZADORES DE PÁJAROS
y composición, que, ciertamente, no es nuevo,
pues puede versí claramente en lo.- egipcios,
en los asirlos, en los arcaicos griegos, y en muchas formas del arte de nuestra Europa cristiana, a partir de los góticos, pero que d sde que
hace una treintenad; años viene conquistando,
poco a poco, gran predicamento entre los artistas de tendencias moderna». Pues bien: el dibujo y composición de Nogués están articulados geométricamente, como el dibujo y composición de un Cézanne o un Gauguin. Obsérvese la extrema simplicidad de las líneas, y cómo
cada trazo de ellas puede reducirse aprc ximadamente a aquellas curvas (de índole elíptica o
parabólica en particular) que se estudian cien
tíficamente en la Geometría. Tal género o
manera puede parecer en el primer momen
to excesivamente rígido, y, por consecuen-
X. NOQUES: EL VIENTO
cía, falto de gracia, y aun demasiado estático.
En realidad, no es así. Véase en ese caso particular de las obras de Nogués, por ejemplo,
con qué gracia ática se articulan las distintas líneas de cada fig ra y las generales de la composición. El sentido del ritmo es una de las cualidades señeras del artista catalán. Es el suyo un
ritmo blando, lento, apacible, y diríamos que
un si es no es melancólico y bastante sensual.
Sus figuras de mujer nos recue dan, por sus
proporciones, por su aticismo, por su distinguida donosura de actitudes y movimientos, a las
tanagras. En nuestros viajes por Cataluña, hemos sentido, junto a una brusquedad algo bárbara, uh elemento de blandura poética, de voluptuosidad, de lirismo añorante, que se refleja
en la música popular catalana, en muchos de
los poetas, y q e desde hace algún tiempo se
va incorporando a las artes plásticas. Va para
dos iñoi que, estudiando someramente a Enrique Casano vas, expusimos en este mismo semanario la impresión de catalanidad que nos
había causado las obras de ese escultor claro»
blando, voluptuoso. Ahora, frente a las aguasfuer es de Nogués, tenemos que hacer la misma declaración: hay en ellas un elemento que
no se puede precisar con palabras, o por lo
menos nosotro" no sabemos hacerlo, un elemento de blandura, de s msualidad, de lirismo,
que se nos antoja típicamente catalán. Esas
gentilísimas mujeres de Nogués tienen a'go de
La Ben Plantada de Xenius; pero sobre todo
han nicido de una mezcla de elementos eruditos y de una observación estricta de la realidad.
Nogués no es, en verdad, un realista en el sentido castellano. Por eso sus mujeres no pueden
ser estrictamente las mujeres características de
su tierra: son las mujeres de su tierra, con
efecto, pero tales como las puede ver el ojo de
un artista enamorado que se exalt', y ve en las
formas externas insinuaciones, atisbos, que corresponden y precisan las imágenes vagas que
leva en su espíritu. La «certa idea» de Rafaeí
obra también en el aguafuertista catalán.
Junto a estos elementos de gracia, de lirismo,
de musicalidad, en la forma, hay un elemento
NUM.
Il8
ESPAÑA
12
de humor en laobrade^av^en Nogués. Puede
verse claramenlíe «n'^la poáada de «La 3en
Plantada». Nogués ha comentado las costumbres populares de Cataluña con notable verbo
cómico. Hay en esos comentarios plásticos una
especie de frenesí cómico que no deja de recordarnos algo, aunque en otros sentidos nada
tenga que ver con ellos, a los satíricos ingleses.
Y,finalmente,dos palabras sobre la técHica.
Xavier Nogué; graba con sabiduría. No creemos que haya en su obra nada de azar, sino
una gran seguridad y un conocimiento previo
del resultado. Muerde enérgicamente la plancha; pero su trazo tiene mucha delicadeza. El
agua tinta la maneja con maestría, y en ello
nos parece un discípulo de Goya. Las medias
tintas son graciosas y dan la impresión de una
vieja pátina. Los oscuros son nobles, y se dijera que invitan a la caricia del tacto. He aquí la
invitación sensual que se recibe siempre de
toda obra plástica en la que la materia es generosa y ha sido trabajada por el artista con esa
sutil voluptuosidad contenida que tiene su expresión en el acto de acariciar.
JUAN DE LA ENCINA
EXPOSICIÓN ARGENTINA. — En el pasado número anunciamos que nos ocuparíamos con
detención de ella. Falta de espacio en este número,- nos obliga a demorar hasta el próximo
nuestra reseña.—E.
PAGINAS SIN FECHA
UN POCO
SONÁMBULO
Santa pasada me invitó un amigo
LAa Semana
entrar en la iglesia. Conservo grato recuerdo de aquel templo, que no sé dónde está
ni cómo se llama.
Vi, apenas entramos, una losa sepulcral que
me sujetó férreamente en su presencia. Mi amigo, hombre de curiosidades más varias, me
dejó allí, solo, por espacio de media hora y al
vo'ver me dijo:
—Pero hombre, ¿qué haces?; ¿todavía estás
ahí delante de la losa y como sonámbulo?
—Sí, aquí estoy. He visto la losa; la he visto
en su can ex erna, la he visto en su sentido íntimo y hasta he visto algo de los caracteres
que incorporaban el muerto y su hijo, que fué
quien aderezó la sepultua.
—Bueno, pero ¿qué tiene de particular ese
epitafio?
—No tiene mucho de particular si excluímos
la belleza de la expresión, pero, si quieres, lo
leeremos.
Oye, antes, una pregunta. ¿Has visto alguna
vez un epitafio de la antigüedad clásica? Pues
te diré uno que recuerdo ahora. Es griego; dice
así: *Lenio y Pablo, hermanos, tuvieron una
vida común y unida; y unos mismos hilos del
hado; y lograron una misma sepultura a la ribera del Bosforo. Jamás pudieron vivir separados, hasta el punto de marchir juntos a la otra
vida. ¡Alegraos felices y unánimes! Sobre vuestro sepulcro debería levantarse el altar de la
.mistad.»
-f¡Qué raro, ürj epl|afio tan explicado!
—Sí; puede ser. Eltb se halla bien lej.os de
lo que hoy se estila. Sobrenada en la forma serena del lenguaje una templanza espiritual bienhechoraque nada tiene decomún con lo nuestro.
—Así me parece.
Grábalo bien en la memoria y lee conmigo
esta otra, completamente cristiana. Lo primero
es un encabezamiento latino: Deo cui omnia
vivunt. Este lema, en el cual aparece Dios, tiene ya la complejidad de las cosas teológicas.
Repara en que, puesto con ocasión de una
muerte, habla de la vida (Dios por el que todo
vive). Se habla de la vida porque a la muerte
se la considera como vida y como vida mejor
aún. Es la conocida paradoja cristiana, de un
barroquismo al gusto de hoy. Pero vamos a lo
romance.
«Aquí yace García de Tal y Tal, caballero
de hábito de Santiago, señor de las villas de
Fuentes y Baldezar, que con sus virtudes correspondió a la nobleza de su linaje. Fué modesto, templado, amable, libeial con los vivos,
piadoso con los muertos, amparo de pobres
y necesitados. Murió en píz, lleno de días y
de buenas obras, de edad de 93 años, en 9 del
mes de Febrero de 1613. D. Jerónimo de Tal
y Tal, con agradecimiento y tristeza, lo hizo
poner a la buena memoria de su padre muy
querido.»
—¿Qué te parece?
—Muy bonita; más bonita que las nuestras.
Pero no veo mucha diferencia con la recordada por ti. Es larga y de lenguaje sereno.
—Bonita, sí es. Acaso la más bonita de las
que yo he visto. Su estrí;ctura es magistral. Estamos viendo a este buen hijo D. Jerónimo depurando la expresión días y días, afinde prestarle altura, cristianismo, limpieza y algo de
diafanidad clásica.
Pero la objetividad c'ásica no se satisface solo
con un lenguaje diáfano y sereno. Y los hombres posteriores a Cristo han logrado rara vez
la objetividad. El individualismo con que Jesús
enriqueció la vida, asoma en todo lo cristiano.
A mí lo que más me interesa de esta losa es
sufisonomíacastellana. Ella se manifiesta sobre
todo en las palabras: <Fué modesto, templado,
amable, liberal con los vivos, piadoso con los
muertos, amparo de pobres y necesitados »
La templanza, la continencia, la sobriedad; eso
que envuelve a las más claras figuras de Castilla como a los rudos pegujaleros. Luego lo
otro:.pialóse con los muertos, amparo de pobres y necesitados. La religión y la caridad.
No; digo mal. Ni la religión ni la caridad, como
conceptos absolutos, son los que caracterizan a
Citas gentes. Es el hecho religioso concreto de
apiadarse con los difuntos y el hecho caritativo
estricto de socorrer al menesteroso.
En esas palabras están resumidos hasta los aspectos exterio es de los pueblos castellanos que
se conservan inmóviles desde aquella época:
un señero palacio y mucha miseria a su alrededor. Un palacio de arenisca, que alardea de italiano, y un caserío mísero, de adobes o tierra
cocida al sol, cuando no es de cuevas, en donde las personas y las bestias cruzan hermanadas sus jadeantes respiraciones.
También se vé entre líneas la decrepitud de
un linaje. Yo np sé decirte quién fué D. García
ni he de enterarme. Pero de fijo no fué uno de
aquellos hombres de empuje inafrontable que,
como saetas, salían disparados de sus pueblos,
andaban medio mundo, enriqueciendo el alma,
los sentidos y la bolsa, y fuegoVolvían gloriosos al lugar nativo. Las empresas en que hubie
ra tomado parte lucirían en la inscripción, porque el hijo, bien orgulloso de su linaje, se vé
que busca titules. Sí; asoma un poco la vanidad
en medio de tanta belleza. Porque al fin y al
cabo D. García nada hizo, sino ser virtuoso.
D. Jerónimo, el hijo, hubiera llenado muy a
gusto con breves referenc as de hazañas o Hfechos valientes, la piedra. Pero al pensar en su
querido padre no halló sino virtudes de bondadosa pasividad. Le vería en su sillón de baqueta, junto a la mesa de camilla, lleno de días
ya, en las mañanas invernales, en la quietud de
su casa, en su villa de Fuentes, más quieta todavía, por sobre la cual las nubes parece que
navegan menos raudas que sobre Madrid, y las
personas, de hecho, hablan con más lentitud.
—¿No crees, le dije a mi amigo, que así debió ser concretamente su vida?
—Me parece bastante lógico todo eso. Y ahora, te diré que ya veo por qué te quedas sonámbulo delante de cualquier cosa.
—Y tú, ¿qué has visto?, le interrogué.
—Pues he visto la iglesia, la sacristía, los altares...
—¿Y qué has visto?, insistí.
—Pues... nada.
—¿Ves tú?, Hay que ser un poco sonámbulo.
J. MORENO VILLA
SUSCRICIÓN A FAVOR DE LOS
LEGIONARIOS ESPAÑOLES
Pesetas
Suma anterior
5.880,70
D. C. Sánchez, de Requena
10
» r . Fernández, de Gijón
2—
i> O. López, de Valdeganga
2,50
Varios obreros de la Liga Antigermanófila, de Zaragoza
16,80
D. E. Pérez Artame, de Padrón
5—
Sr. ViUar, de Madrid
1—
D.1 Teófila Valiente, de Ontañón
5—
D. Crisanto Lillo, de Madrid
2—
» J. Castillo López, de Murcia
5—
» Ventura Estévez, de Vigo
1 •—
» Julio Cervera Baviera, de Valencia
25 —
» J u a n Alomar, de Palma de Mallorca
1—
» Pedro Garau, de ídem
2—
o.N. N., de ídem
2—
» N. N., de ídem
5—
» GuiMermo Roca, de ídem
J
3 ^—
» Antonio Moner, de ídeM
5—
» Antonio Salva, de ídem
.-...
5—
B Jaime Arbós, de ídem
5—
» J u a n Villalonga, de ídem
5—
» Antonio Amorós, de. ídem
5—
» Rafael Pof>s, de ídem..:
5—
í Manuel Puigvert, de ídem
5—
» José Barnils, de ídem
1—
Dr. Arís, de ídem
25 —
D. Jerónimo RipoU, de ídem
2—
SUMA HASTA HOY
íriViiiiiiiiti
itiinnii
M
¡TK;
6.032,00
imitiiiiiiiiiKii
CLASE DE FRANCÉS A 1,50
La Escuela Nueva (Estrella, 3). ha abierto un curso de francés, de lección diaria,
de 10 a 11 de la noche. Cuota mensual, 1,50.
Profesor: M. DHCIOU. Horas de matrícula,
de 7 a 8.
ESPAÑA
NÚM.
: eDR, UNA
ESPAÑA DIGNA
EL PEREGRINO CURIOSO
(1)
POR
Alberto Ghiraldo
PALABRAS BE MELQUÍADES ALVAREZ
Quedan lejos los tiempos en que un juicio claro sobre la guerra equivalía a un peligro persona,}. Ya es difícil el emboscamiento. Todo el
mundo se apresura a tomar ine^ívocas
posiciones. Hasta los altos personajes políticos definen su acttiud. Unos, más allá del Bhin, junto a Prusia. Otros, aquende el Bhin, junto a
Francia e Inglaterra. Un presidente del Consejo de ministros, el conde de Somanones, en el
momento mismo de retirarse, despedido, deja
como flecha envenenada para sus adveisarios,
algunos muy altos, una declaración de viva simpatía para los aliados. Al mismo tiempo, Melquíades Alvares, janiás remiso en sinceridad,
hace, a su regreso de París, unas declaraciones
más categóricas que nunca. He aquí el párrafo
capital:
ii8.—13.
C I D I Z . — PUERTO ÚNICO BE AMÉEICA. — E L PASADO.—CAUSAS ECONÓMICAS DB^. LA INDEPENDENCIA.-—UNA EVOCACIÓN. — «GADES» FAMOSO. — E L
VOLAB DE LAS HORAS. E N VIAJE A MADBID
ESPUÉS de una navegación agradable, aunque lenta, monótona en demasía, desembarcamos en Cádiz durante una mañana canicular.
• i Cádiz! La imaginación calenturienta, azuzada por el ambiente, sumergiéndose en el pasado, evoca las épocas históricas en que esta
ciudad española fué la única puerta abierta para América, por donde los codiciados frutos coloniales entraban en torrentes áureos a la Península.
Y una vez más pensamos que la crítica situación económica creada a los americanos por
A neutralidad jio puede verse divorciada del
el Gobierno español fué la causa principal oridecoro. Y cuando los derechos de una naginadora de las ideas de independencia polítición neutral como España, que ha cumplido es- ca que coanenzaron a germinar en los cerebros de
crupulosamente sus deberes, son lesionados sin
nuestros abuelos, ya que la obligaeión tiránimiramiento alguno, como lo son por Alemania ;
ca de comerciar, exclusivamente con Cádiz, suouando se paraliza arbitrariamente'•una vida
blevó a los productores hasta el punto de hacercomercial y se torpedean sus barcos sin previo les pensar en la revolución como medio insustiaviso, como sucedi» en el caso del'(San Fulgencio,
tuible para llegar a emanciparse de la tutela
y sus tripulaciones perecen en el fondo del mar,
imperial.
como acaba de ocurrir con el hundimiento del
El nombre histórico, pues, de la primer ciuTom, lo menos que podemos hacer es romper todad española que pisamos en e^sta hermosa mada clase de relaciones diplomáticas con quien
ñana, es sugeridor y evocativo para todo viajede manera tan injusta y tan cruel nos maltraro y, en particular, para nosotros, americanos
ta. No concibo siquiera que se pueda seguir
del Sur, donde tanta importancia tuvo, en los
siendo amigo de quien nos menosprecia tan desumbrales del siglo anterior, el problema econópiadadamente. Seguir observando la neutralimico
que apuntamos.
dad áespués de tales ultrajes es olvidar el honor
Hombres modernos, acostumbrados a las grantl:l p?.ís y pecar, a los ojos del» mundo, de indes ciudades llenas de luz y de aire, simétricas
conscientes o de cobardes. Por este camino se
y
bulliciosas, imponentes en su movimiento copuede Ueg r -irremif iblemente a los mayores demercial,
febriles y vertiginosas, sentimos que
sastres, a la pórJivla de la independencia naesta calma, casi absoluta, que nos circunda, precional, al c'.esprecii de todos los pueblos, a la
cisamente en las horas en que estamos habituamuerte, u n a nación insensible al agravio, es
dos a ver desarrollar mayor cantidad de vida
una nación que, tarde o temprano, acaba por
intensa, nos oprime produciendo en nuestros esser conquistada. Conste, pues, que yo no ke prepíritus una impresión rara y agobiante de la
dicado nunca la intervención voluntaria de España en la guerra ; pero conste también que yo que a duras penas podemos libertarnos. Diríase
no concibo, sin mengua de la dignidad colecti- . que los siglos, encerrados en aquellas calles, estrechas hasta la sofocación, se nos echaran enciva, que el aindr a la paz nos bligue a transigir
ma. Marchamos como sonámbulos, cuando a la
con el ultraje. Se puede ser neutral entre dos
vuelta de una esquina nos despierta el estrépipueblos que luchan ; pero ser neutral con quien
escarnece y atropeüa nuestro derecho no es neu- to de un carro rodando sobre las piedras centetralidad, es envilecimiento. Por eso considero narias. El vehículo, casi tan ancho como la
que es, a la hora presente, un elemental deber calzada misma, cruza rozando nuestras ropas,
de Gobierno romjjer con Alemania, dejando así
pese a los pininos hechos para esquivarlo.
a salvo el li .ov del país.»
—¡ Ahí va!—dice el conductor cwn voz dulzona y lente, que repercute monótona en aquel
ambiente dormido, y continúa sin pestañear,
PALABRAS DE GASSET
adelante de sus jacas, como si con aquel grito
Tam.bién el Sr. Gasset, al dejar el ministerio,
sólo hubiera querido significar que él y las besha dado unas declamciones más i;;: portantes por tias eran seres con vida actual.
lo que sugieren que por lo que dicen. Se nos ha
Tengo que realizar un grande esfuerzo para
asegurado que en el último Gons:¡/. de minisconvencerme de que estoy alentando en una
tros el Sr. Oasset votó por una ruptura diplomáciudad europea, de que aquellas estrecheces son
tica con Alemania. No sabemos si esto es ciersus calles, calles por donde hace siglos circula la
to, pero las siguientes palabras son bastante exvida de un pedazo histórico de España y que
presivas :
aquellas casas pintorescas, petrificadas y cuN los razonamientos que formulé (en el últi- biertas de misterio y de silencio le pertenecen,
mo Consejo de ministros del Gabinete anteconstituyéndola, y siendo las mismas quizá
rior) creo haber evidenciado la necesidad y ur- donde abrieron los ojos a la luz mis propios angsncia de mostrar benévola inclinación y amis- tecesores. Y mi tristeza y mi azoramiento sitad hacia los países que estimo deben ser nuesguen al contemplar cerradas en su mayoría las
tros afines por intereses materiales, por víncu- puertas vetustas y las ventanas alambradas delos espirituales y por vecindad de fronteras.
trás de las que más tarde aparecerán las muAñadiendo que la tardanza en ciertos acuerdos
chachas para pelar la pava con sus novios.
Pí»ede hacerlos estériles por no merecer ni gratitud ni recompensa.»
D
L
E
1) Libro en prensa.
Sigo internándome en la ciudad. El excelente gífía q}}e; me conduce va indicando particularidades y mencionando casos y cosas... —No
se asombre usted •—dice—. Estas caUes eran
aun más estrechas. ¿ Ve esa ventana ? Pues su
reja sobresalía tanto así sobre el muro—. Y señala en el aire un espacio no menor de l;reinta
centímetros. —De noche, la gente se daba contra los hierros. Ahí, ahí, en lo alto, mire usted—. El dedo índice señala una altura sobre
nuestras cabezas. Es la ventana antigua, conservando su forma de abdomen sobre la caUe.
Pero, por ventura, ¿será esta ia Cádiz sumergida en el mar, el Gades hético y famosísimo sepultado allá en el siglo xv antéfe de Cristo, en aquellos ti<!impos remo'tos de que vagamente nos hakla la historia ? ¿ Será ésta por
ventura la Cádiz de las necrópolis fenicias que
cubrieron para siempre las aguas salobres, esa
que, según cuentan, se ve o se adivina en el fondo azul cuando la marea desciende ? Creo soñar
despierto y como un autómata dejóme llevar por
el excelente guía.
—Vamos, sígame usted por esta calle —díceme—. Entraremos, aunque sólo sea unos minutos, en la Catedral. Verá usted allí una admirable obra de arte, un Zurbarán magnífico.
Y enfilamos por la máfe estrecia callejuela
que han contemplado mis ojos.
—¡ Mire usted ; mire usted !
Ahora sí que el cuadro es evocador y completo.
Tras de la ventana alambrada, la moza gentil, sonriente y enigmática. La negra cabellera
en bandas y, sobre las bandas, la flor. El mancebo contra la reja , metido el rostro en los
hierros, deslizando al oído de la moza palabras
dulces de amor. Quedo suspenso. Todo el pasado está ahí. Ambiente y figuras. No falta un
solo detalle. Pero vuelvo a la realidad y entonces pienso que hace tres siglos, en esa misma
calle, sobre esas mismas rejas, con las mismas
palabras quizá, antepasados nuestros se requirieron así...
Y seguimos.
* * *
En marcha el tren comenzamos a obsesrvar el
paisaje con la atención merecida. ¡ Tierra, tierra de España ! Ya estamos en ella. Mi alma
entera de poeta vibra emocionada y ebria de
ternura. Siento deseos de arrojarme por la ventanilla a cantar el más sonoro y rotundo de
mis himnos. Corremos por entre salinas inmensas, sábanas y montañas blancas de mineral. E n
mis noches de fiebre yo he soñado con ciudades
de mármol en las que había" perspectivas análogas a las que, deslumhrados, miran mis ojos.
¡ Oh, noches de fiebre y de delirio, y mañana
deliciosa de España, saturada de realidad y de
belleza! j Yo os junto en mi poesía! ¡ oh, ciudades blancas de mármol! ¡ oh, montañas y sábanas blancas del mineral tonificante! ¡ Blanco, blanco es el camino, como blanco es el sueño
de los buenos, y es blanca la luz prístina, la del
momento auroral! ¡ Y es blanca la inocencia
del infante, y es blanco el resplandor de la gloria, y es blanco el halo luminoso de los astros, y
es blanca también ¡ oh, muerte ! la mortaja piadosa que nos cubre!...
Corre él tren, corremos internándonos hacia
el centro mismo de España. Hemos Uegado
ouand» las hojas caen. El paisaje es triste, de
tonos amarillentos. La campiña presenta el as-
NuM. 1 1 8 . — 1 4 .
ESPAÑA
pssto de las cosas sin vida o en estado de somnolencia. Ni una nota fuerte, a no ser ciertos ocres
subidos en algunos retazos de tierra que se dirían quemados a sol o a fuego. Ni una mata verde, ni una flor roja, nada que nos dé la impresión del país del color alegre y de la sangre ardiente. De trecho en trecho, en ima hondonada
o un Ufano, un pinar destaca su mancha negruzca ; las viñas retorcidas, esqueléticas, aparecen
sin un brote, como extenuadas después de la cosecha ; los terrenos de labranza, arados o por
arar, exhiben sus vientres donde habrá de hundirse la semilla para fructificar mañana, y aquí
y allá una que otra tropa de vaquería célebre,
sorprendida por nuestro paso fugitivo, altos los
testuces, con la agilidad de la raza admirable
en los músculos y el azoramiento en los ojos.
Al llegar a las estaciones sentimos un oior penetrante y desagradable para nuestros olfatos
inexpertos y sorprendidos. Al pronto se diría
el olor de aceitunas en descomposición. Este es
al menos el efecto que nos produce y así lo hacemos constar, ingenia, pero sinceramente, a
nuestro incomparable guía.
—¡ Quiá, hombre! Eso es aceite. Olor a aceite fresco y riquísimo. Ya se acostumbrará usted ; España entera huele a eso...
Y, efectivamente, ya- en Madrid, he podido
constatar el aserto. No hay hotel, casa de pensión o particular, donde se cocine a la vista, en
que no se reproduzca el fenómeno. Y, a decir
verdad, empiezo a accístumbrarme...
Anochece. Miro al frente. Una sombra inmensa va a tragarnos.
—jY eso?
—Es Despeña-perros.
El tren jadea, subiendo la gran pendiente del
monte estupendo. Después sigue cruzando abismos entre el misterio. Rocas gigantescas nos circundan. Ahora, más que verlas, las presentimos.
Vamos rozando sus bordes, y yo* comienzo a sentirme penetrado** de tanta grandeza. Después,
sombras, sombras, sombras...
cual es preciso coger con fuertes cepos, pues de
lo contrario, dentro de poco tiempo no podrán
ya admitirse alumnos de ninguna clase en los
Colegios, si sigue la reducción ilegal de plazas
que se ha emprendido. Tal es el incremento que
van tomando los nuevos sueldos, los gastos en
construcción de teatros, oratorios, secretarías,
trajes de circo, locales para monjas, etc., etcétera, i Quizá pronto hablaremos con más detalles sobre estas cosas !
¿ Y qué decir de esa otra maniobra (en que
interviene el señor conde de Torrevélez) para evitar la asistencia de algún mimbro del PatronaAmanecemos frente a Madrid y soñando. Yo to no agradable al comité mangonea^dor ? Consissoy el peregrino ilusionado y curioso, lleno de te ésta en trasladar el local de reuniones del P a vida y de ansias en busca de la fe que iba faltronato al ministerio de la Gobernación (cerq^uitando a mi espíritu. Llego a esta gran capital
ta del Sr. Burell y del Sr. Castro), siendo así
de mi raza realizando un gesto altivo, en un
que el Patronato tiene su local ad hoc en el Cosupremo esfuerzo de audacia o locura, trayenlegio de Sordomudos y Ciegos, local que ha cosdo aún muchas energías latentes en todo mi ser,
tado bastante dinero amueblar.
después de haber entregado mi juventud de fuePara terminar por hoy con este Patronato,
go al arte y a la idea. Llego, armado de todas
vamos a transcribir un pintoresco inventaría
armas, tras de una gimnasia peligrosa en que
del material de exploración y enseñanza de los
arriesgué siempre la vida, porque no hice nunanormales, hecho el año pasado por la señorita
ca juego con espadas embotadas y no conocí jaRabaneda, nombrada, también profesora numemás otra coraza que la de mi propio corazón.
raria por el Sr. Burell y considerada por éste
Y llego también quemando mis naves para el
como un genio pedagógico de anormales. En totriunfo o la muerte, tal como lo hiciera el ando este inventario aparece de modo claro que la
tecesor trágico, cuyo es el nombre conservado en
susodicha señorita no 'conoce el nombre ni el uso
la historia. Yo soy el peregrino triunfante. Y
de ninguno de los objetos inventariados, los cuadespierto...
les son de^so cotidiano en esta rama de la pedaEstábamos en Madrid.
igogía. En vez de denominar por su nombre al
ALBERTO GHIRALDO
llamado «tablero de Goddard», con el cual seMadrid 1917.
prueba la imaginación e invención del anormal,
lo describe así : «tablero de madera'««n 10 huecos para recibir otros tantos trozos de madera de
/diversas formas».
LOS ESCÁNDALOS DE LA ENSEÑANZA
POR
Simón González
INSTITUTO DE ANORMALES
os quedamos en el artículo anterior hablando de las numerosas corruptelas que se
están perpetrando en dicho Instituto con la excusa de los infelices niños anormales. Hoy seguiremos refiriendo más detalles sonrojantes.
Por si aun fueran pocos los que sabíamos, nos
enteramos ahora de que el Sr. Burtil t n su testamento político del ministerio de Instrucción
pública ha nombrado a la Srta. La Rigada profesora numeraria del Seminario Pedagógico de
Anormales, con 1.500 pesetas de gratificación, y
a la Sra. Guerra profesora agregada con otras
1.500 pesetas de gratificación. Por ello vemos,
que como ya dijimos hace algún tiempo, la .
Srta. La -Rigada, niangoneadora del Patronato
y del Sr. Burell, es de las que van al cajón del
pan y no se contenta con pedir cruces y medallas, sino que quiere también metales preciosos
y bien acuñados en la Casa de la Moneda. Al
I mismo tiempo ha autorizado el Sr. Burell al
presidente del P.itronato para que alquile un
hotel a fin de que den comienzo pronto las funciones del Seminario dicho, es decir, para que
los numerosos profesores y profesoras que ha
nombrado ya el Sr. Burell, puedan justificar
sus sueldos. Obsérvese, sin embargo, que nada se
habla de escuelas de niños anormales. De estos
nadie re acuerda. ¿ Cón-o se hará la enseñanza
de maestros de anormales sin niños anormales ?
Según nos ha dicho un vocal del Patronato, ests
descarado saqueo de los créditos del Patronato
ha llegado a irritar de tal manera a su presidente, Dr. González Alvarez, que en una de las
últimas sesiones protestó de que aquello constituía una merienda de negros (textual). P a r a
N
conseguir dinero con que pagar toios estos sueldos, ha sido preciso sacai'lo de la plantilla del
Colegio de Sordpmudos. A este fin no se proveen
en dicho Colegio tres o cuatro plazas de profesores que han quedado vacantes recientemente
(por defunción d^ los que las ocupaban).
Muy extraordinario es también lo que pasa
con. la Secretaría del Patronato. Como es sabido, el Sr. Burell nombró para este cargo técnico
al periodista D. Cristóbal de Castro, cuya ignorancia sobre las cuestiones de anormales es casi
enciclopédica. Las denuncias de ESPAÑA (nos
consta ciertamente) evitaron que le concediese
por este motivo un sueldo de 4.000 pesetas, como
. el Sr. Castro pretendía. Nosotros no podíamos
concebir cóm© la voracidad del Sr. Castro se hubiese conformado con este fracaso. Hace pocos
días nos lo heaios explicado, pues por varios caminos llegó a nosotros la noticia de que el señor
Burell había ordeñado al Sr. Tenorio, administrador de los Colegios de Sordomudos y Ciegos,
que de la partida del presupuesto destinada a
«Material y equipos» en el susodicho Colegio,
destinase 3.000 pesetas para los gastos de Secretaría del Patronato. Ahora bien, nos consta que
la Secretaría del Patronato no tiene ningún
gasto, apaite del ds papel, y que éste lo provee
la Secretaría del Colegio de Sordomudos. ¡ En
qué se gastan, pues, estas 3.000 pes?tas, seior
Cristóbal de Castro ? Si el profesorado del Colegio estuviese unido para defender de la rapiña
oficial a los sordomudos, este hecho se Llevaría
a U/na investigación, para que ésta aclarase los
misterios administrativos que hay en aquella
casa. A costa de los niños anormales, sordomudos y ciegos, se está nutriendo una banda de
aves de rapiña que ha caído sobre el Colegio y la
Ninguna de las piezas del método de Sante
de Sanctis (elemental en el diagnóstico) es
reconocida y designada por su nombre. Las despiezas de madera de la «ilusión óptico-muscular de Demoor» son descritas como: «trozos de
madera, uno certo y muy pesadlo y otro de triple longitud y más ligero». Esta última descripción merece un comentario. Las dos piezas
de madera son de diferente tamaño pero de
igual peso. La prueba consiste en pedir al niño
que determine cuál pesa más. Los niños normales, desde los seis años en adelante, señalan
como más pesado al de menor volumen ; mientras que los anormales, con inteligencia inferior a seis años de edad mental, suelen señalar
al de más volumen como más pesado. La señorita Rabaneda parees ignorar que son de igual
psso, pues nos dice inocentemente que el de menor volumen es el más pesado. ] Y menos mal
que ha reaccionado como un niño noT*al de más
de seis años de edad ! Con ello nos ha revelado
que si bien ignora todo lo relativo a la enseñanza de anormales, tiene en cambio una in-teligencia que está por encima de los seis años del nivel
mental. ¡ Es verdaderamente bufo el tal inventario ! Nos recuerda a aquella descripción del
hidct dictada por un juez al escribano en un
desahucio: «mueble de forma de guitarra y de
uso desconocido». ¿Qué diríamos ds un profesor de carpintería en una Escuela de Artes y
Oficios, que al inventariar el material de enseñariTia de que disponía no supiese ni los nombres ni el uso de la sierra, el martillo y las tenazas ? Pues lo mismo que podemos decir de
una piofesora de anormales que no sabe el
nombre ni el uso del material para la ilusión
óptico-muscular de Demoor, ni el de Sante de
Sanctis, etc. ; que tiene una frescura glacial al
aceptar el cargo.
ESCUELAS
R
INDUSTRIALES
ECOBDAEÁN nuestros lectores lo que dijimos
dos números atrás sobre la Escuela Indus-
ESPAÑA
tria! de Linares, en la que sólo hay tres profesores de número y los demás son interinos, nombrados por el Sr. Burell entre sus amigos, muchos de ellos licenciados en Farmacia o Filosofía
y, por tanto, sin certificados de aptitud ni estudios previos para desempeñar esas cátedras.
Pues bien, recibimos a guisa de rectificación una
carta de dos de los profesores numera»rios, señores Muñoz y CasteUó, con el siguiente alegato:
«Cuando, en virtud de oposición, ganamos
las respectivas cátedras y nos trasladamos a Linares para cumplir nuestra misión en la Escuela Industrial, lo primero que hicieron el
director, secretario y habilitado de la misma fué
poner a nuestra disposición esos cargos, que no
fueron aceptados por nosotros, teniendo en cuenta varias razones ; entre otras, porque creímos
que estaban bien desempeñados por esos profesores, aunque fueran interinos.
»E1 tiempo y los hechos han venido a demostrar que hacíamos bien en pensar así, pues hoy
la Escuela Industrial de Linares, gracias a ese
director y a ese secretario interinos ha consegui-
NuM 117.— 15.
do mejoras que quizá con nosotros (los propietarios) no SO' hubieran podido lograr.
»E1 habilitado, por disposición legal, se elige
todos los años, y ya hace varios que viene siendo reelegido un dignísimo profesor interino que,
por unanimidad de votos, incluyendo, como es
natural, los nuestros, obtiene ese cargo.
»En esta Escuela no se hace política, ni nosotros lo toleraríamos, ya que a nosotros no nos
trajo aquí la política. Cierto que los profesores
interinos fueron nombrados por el Sr. BureU,
pero crea el articulista que de esto habla que lo
han informado mal, pues si este señor escogió el
personal entre sus amigos, supo escoger, porque
el personal interino de esta Escuela, completamente apto para su cometido, no hace más política que la de laborar por el bien de este Centro
de enseñanza y por el logro de los fines que su
fundador se propuso.»
El lector imparcial que haya meditado lo
que dicen estos señores profesores, habrá sospechado que éstos son unos exquisitos ironistas o
algo infelices. Pasable es que el esclavo sufra
UN FESTÍN CON RASPUTIN
Entre los periódicos rusos llegados últimamenie a París, aparecidos antes de la Mevolución,
hay varios números del «Petrogradski Listoha
donde el red-a^or-jefe de este periódico, el célebre escritor y crítico Sr. Ismaílow, cuenta hajo
•el título de «Tres "soirées" con liasputinn, cómo ha visto al ya histórico «mujikyi. La figura
de Itasputin, del visionario de alcoha de la última zarina rusa, adquiere cada vez más importancia en lo que se va conociendo de los últimos
días imperiales de JRusia. 'El relato del señor
Isma'ilow, aun no traducido a ningún idioma,
será un documento para el historiador futuro.
Traduzco al dkstellano la primera de las tres
«soirées n—según la versión francesa que me ha
ha sido entregada por el redactor en París del
«.Petrogradski Listok-a, Sr. Staretz.—C. B.
E visto a Rasputin tres noches, a la misma
hora avanzada y en la misma compañía—
excepcional, caprichosa, exótica y que a veces
hacía estremecer.
Una llamada al teléfono.
—i Quiere usted pasar la soirée con Rasputin ?
—Y i cómo no querer ? Es probable que un día
mi nieto me pregunte: «¿Has vivido en esos
tiempos milagrosos y no has conocido lo que era
t'se hombre ?». He aceptado la invitación.
Voy a la casa de la cita, donde hay una atmósfera extraña, donde se nota que pasa algo.
El interior es frío; se diría un piso de soltei'o; se echa de menos la mano de mujer, pero
en todo hay una generosidad y una prodigalidad de comerciante enriquecido. Amplias habitaciones ; un mueble de valor ; un mar de vinos variados— ¡ y esto en tiempo de guerra! Se
ve que van a recibir media hora al visitante,
que van a tratívr con él algún chanchullo de algunos miles, que lo celebrarán con libaciones y
que se marcharán de aquí, de este frente de
combate, a otro sitio, a casa donde se está más
caliente y más a gusto.
H
¡ Y qué sociedad tan abigarrada! Hay tres
o Cí.atro agentes de grandes casas cinematográficas. El representante de una gran redacción,
completamente típica. Un actor de uno de los
teatros más toncuiridos, con su guitarra y sus
anécdotas. Cuatro mujeres bonitas, todas como
las del tiempo de Balzac. Tres escritores cono-
cidos, los Sres. Rozanow, Kamensky y la señora Teffi. Algunos personajes mudos—parecen
tímidos o venir de una fiesta.
Y por encima de todos, un hombre despierto,
que no parece muy joven ; es el amigo de todo
el mundo ; es un gran hablador y un hombre
divertido; no se pueden pasar sin él cuando se
trata de un negocio de trigo o cuando se proyecta una juerga monstruo. En esto también
es el actor principal y el jefe de orquesta.
—i Qué abigarrada es esta sociedad !
—Un poco de paciencia ; todavía lo será más.
Esperamos que vengan tres coristas d» la catedral de Kazan. Y quizá veamos por aquí a
Kuprin (famoso escritor ruso).
II
E paseó por las habitaciones y cruzo las manos con cierta perplejidad. Un pensamiento me asalta : «Hay mucha gente y él acaso no
asistirá a la fiesta».
Pero al entrar en un cuartito de paso, veo
—separado de tres invitados que discuten bajo
la abundante luz eléctrica proyectada desde el
techo— tenerse de pie a un hombre de alta talla, vestido con una sotana corta. No dudo un
instante. Le he reconocido por los retratos, que
se parecen lo suficiente entre sí.
Con esa túnica negra, cerrada hasta la garganta, es con la que aparece en todas las fotografías. Medias botas rusas, muy anchas, y sobre
las botas, sobre el paño de gran valor, se percibe un lujo de mujik, que no quiere ocultarse.
Se diría un auténtico encerador de sueltos que
no es borracho y que vive con holgura. Cabellos largos y rectos, como untados con aceite, le
caen a derecha y a izquierda del rostro. Una
mecha rebelde recae constantemente sobre los
ojos ; la levanta con gesto rudo y torpe. Una
ancha barba obscura, rojiza en el borde, una
barba hirsuta y que no ha conocido las tijeras,
corre todo el óvalo de la cara. Nada de belleza,
nada de inspirado en su nariz carnosa, en sus
labios sensuales, gruesos. Pero los ojos vivos
y particulares, a veces pueden estar sin expresión, vagos, hasta parecer apagados. A veces
pueden hacerse, como lo he de ver más tarde,
lánguidos, insinuantes y excitantes.
Quizá ha adivinado mi interés por él, en el
vivo gesto con que avanzo a su encuentro ; me
M
resignadamente el dominio de su señor, pero lamentable que bese las cadenas y el pie del opresor que le golpea. ¿Qué juicio técnico podremos
formar de esos profesores numerarios que afirman que el Sr. BuneU ha sabido escoger entre
sus amigos farmacéuticos y filósofos aquellos que
podrían desempeñar con acierto las cátedras de
Termotecnia,, Matemáticas y Electrotecnia en
una Escuela Industrial?
Sorprendidos nos quedamos de estas ocultas aptitudes del Sr. Burell, que tan caracterizada ignorancia revela en todas sus cosas. Contra esta opinión de los señores profesores está la de los
alumnos, los cuales se quejan de que no se les
enseña nada y se les explota inicuamente con
los repasos particulares, dados por los mismos
profesores de la Escuela. Sobre la afirmación de
que no se hace política en la Escuela se desmienten a sí mismos estos profesores al asegurar
al principio de su carta, que no quisieron aceptar los puestos dé director y secretario porque
creyeron que los interinos podrían conseguir por
la Escuela más que eUos, es deqir, porque te-
tiende la mano y me dice algo parecido a la
expresión de un deseo lejano de conocerme. Responde a mi saludo afablemente y con una sonrisa corta ; y al minuto siento su mano que me
coge por el talle. Muy cortésmente me hace ir
a su lado, avanzamos, y me habla de una manera lenta, como hablan en nuestros campos los
inujiks.
—Vamonos, de aquí a otra parte. No me gusta hablar bajo esta luz —y me señala con los
ojos la luz eléctrica—. Además, se está en público. ..
Un minuto después, nos paseamos solos en
un cuarto próximo. Siento el contacto tibio no
sólo de su mano, sino de su cuerpo entero.
—¡ Oh! i qué agitación tenéis ahí, qué agitación ! —dice—. Yo la detesto. Y siempre es
lo mismo. Llegas de tu pueblo y todo lo que
has ahorrado lo gastas aquí...
—I Lo dice usted, sin duda, en un sentido espiritual ?
—¡ Ah ! Claro ; en un sentido espiritual —afirma desechando el pensamiento de los gastos
materiales—. A mí me gusta el campo. La senoillez del campo es lo que me gusta. Bueno, tú
que eres un sabio, ¿has leído el Salterio? Ahí
sí que se habla bien de la sencillez del campo.
En mi pueblo tengo un bosque, tengo ganado y
un corral. Todo esto es para el alma. Y aquí
todo se hace en público... Ven un día a mi casa
de aquí, para que veas a cuanta gente recibo
cada mañana. Ciento cuarenta personas. Pierdo
la cabeza. Con la espera tendrás tiempo para
pensar en tu alma, ¿eh?... ¿Quieres decirme
quienes son todos esos invitados ?
Le doy datos de los que conozco.
—¿ Escribe artículos ?—me pregunta hablando
de Rozanow ; y de la señora Teffi no se le ocurre otra cosa que decir :
—¿ También escribe artículos ? i Aquí está !
En seguida empieza a detallar con la mirada
el rostro de la Sra. Teffi. Esta acaba de entrar con los otros invitados. La misa con ojos
amables y maliciosos, coquetos y punzantes,
que fija sólidamente, esos ojos maliciosos y
vivos, como si hiciera puntería en un blanco.
—Bueno, Grisha, ¿la has mirado ya bastante ? •—le grita el que hace de dueño de la casa—.
Pueden ustedes sentarse. Tú, Grisha, quítate el
mandil. \ Señores, a la mesa!
III
REGCEY se quita la sotana, la deja en brazos serviciales, com el arzobispo deja la casulla a un sacristán, y queda en mangas de
G
ESPAÑA
NuM. 118.—16.
nían éstos más indujo golftif^. ¡ Un p«co más
de lógica, señores profesores, o un poco menos de
ironía !
Muy diferentes de estas manifestaciones de
contentamiento de los profesores de Linares son
las de otro profesor de la Escuela de Artes y
Oficios de Almería, quien nos dice, que cree
«que si se suprimieran el 80 por 100 de ellas, la
cultura patria no descendería ni en,,una línea
y en cambio el voluminoso libro español de picaros y picardías perdería bastantes capítulos».
Nos refiere este señor que en la Escuela Industrial de Alcoy las cosas van tan mal como en las
de Linares y Jaén. Tiene también muy pocos
alumnos. El profesor de Álgebra •—añade—
nombrado por concurso de auxiliares, «apenas
si podría explicar la suma de enteros».
Para proteger definitivamente a toda esa caterva de profesores interinos que había nombrado el Sr. Burell, publicó éste recientemente
(2 de Enero de 1917) una disposición por la
que se facultaba a los profesores interinos de
Escuelas Industriales para poder acudir a los
camisa—de una rica camisa de seda amarilla,
no muy limpia y que se le pega a la carne en
los anchos y grasientos hombros y en los brazos, modelándolos admirablemente.
Un minuto, está algo azorado; en seguida
pierd^ el azoramiento que pudiera causarle su
celel^mad y se entrega por completo a sí mismo, a las viandas, a las bebidas y a sus más
próximos vecinos.
Quince o veinte pares de ojos, reunidos alrededor de esta mesa, se fijan en é l ; pero todas
las atenciones y el gran interés de los asistentes le regocijan mucho y los acepta como cosa
deWda y merecida, sin enervarse ; está muy a
gusto y parece no querer ocultar su contento. Le
dan el primer plato de sopa de pescado muy
grasicnta, y él la rocía con vino blanco—bebe y
responde cortés a los cumplimientos.
Pronto se anima, se alegra y se va haciendo
sencillo. Sus ojos se ponen a reir y a brillar.
No tiene pose, no hay rebuscamiento en sus maneras ; muéstrase tal como es : un salvaje que
se siente aleg.re. Y se vuelve con descaro hacia
su interlocutora, al lado de la cual le han puesto intencionadamente. Se libra, como puede, de
las atenciones Ao- los amigos que a oada instante surgen a su espalda para ofrecerle algo.
—¡Déjame, déjame! ¡Gracias, querido! ¡Ya
me serviré yo mismo!
IV
PENAS meto la cuchara en la sopa, y observo
que ya hace el amor a su vecina. Le dice
no sé qué sobre el amor y se excita con las respuestas picantee de una mujer ex;perimentada.
—¡ Sobre ese tema ha escrito algo admirable
estos días! —exclama el dueño de la casa— y lo
hemos copiado a máquina. ¿ Quieren ustedes
que se lea ?
—Sí, sí—gritan varios.
R a s p u t i n s e siente halagado. Una hoja de
papel pasa de mano en mano. Alguien lee en
alta voz varias líneas que no dej an de tener cierta belleza ingenua y jirimitiva. Algo por este
estilo:
«i Quién ha dicho que mi amor es un ^ol ?
¡ Oh! qué mentira. Mi amor es más bonito que
el sol. El sol brilla por el día, y a la noche desaparece. Mi amor siempre, todo el tiempo, está
conmigo! Yo podría vivir sin el sol; pero sin
mi amor, muero a cada instante.»
—Esb es completamente de Rabindranat Tagore—grita maravillada una de las damas.
Rasputin se siente halagado, como un niño,
ante el asentimiento del concurso.
A
concursos de cátedra?, vacantes. En efecto, se
han hecho en seguida numerosos' concursos, a
los que han acudido todos estos interinos burellistas, quienes se van a repartir amigablemente el presupuesto del profesorado. Aunque
nuestro comunicante desconfía de las oposiciones con sus profesionales de tribunal (como el
Sr. Corázar, llamado el presidente perpetuo de
tribunales), cree que comparado con estos concursos exclusivamente políticos, constituyen un
mal menor.
CAMBIO DE MINISTROS
OE fin, el Sr. Burell ha consegufldo su propósito. Ya abandonó el ministerio de Instrucción pública, que ha dejado convertido en
pestilente Laguna Estigia, y ha ascendido a ministro de la Gobernación. Ya tiene en sus manos
el ansiado fondo de reptiles. ¡ Señores periodistas el banquete está preparado! ¡ Tomen asiento y pidan el menú! Pronto veremos a D. Cristóbal de Castro, nuestro competente periodista,
arqueólogo, novelista, especialista en anormales.
P
Entonces, la literatura aleja de él la atención general. Las miradas se dirigen a otra parte. Y él, desentendido de la discusión, se entrega cada vez más al juego alegre del amor con
su vecina—una dama a quien ha conocido esta
noche.
V
I vecino y yo oímos claramente lo que le
dice y vemos cómo su ancha mano cubre
la diminuta de la dama y le quita una sortija.
—¿Sabes? Ya no te devuelvo la sortija. Mañana vendrás tu misma a buscarla a mi casa...
—¡ No ! ¡ No! ¡ Hoy, ahora, dámela ahora I
Aunque parezca extraño sus palabras no sorprenden ni resultan groseras ; no tienen nada de
cínicas. Es que verdaderamente las dice de un
modo muy primitivo y campesino, a lo mujik—
y empieza a estar borracho.
El hombre del campo sale con más fuerza en
él. No olvida ninguna de las tonterías que hacen referencia a los más tiernos sentimientos,
i Qué contraste entre él y los que le rodean! Se
asemeja tampoco a ellos como su camisa amarilla a los smokings de los invitados.
Miro-a éstos :• al célebre actor, a los agentes
de las casas cinematográficas, a las damas balzacianas, a los periodistas—mundo revuelto, cubierto con una capa de indiferencia : el cigarrillo siempre en los labios...
Y un grito, un grito de espanto, me hace mirar otra vez hacia Rasputin. Su vecina, la dama de la sortija, se ha puesto en pie y se desploma.
M
VI
o primero de que me doy cuenta es de que
otras dos mujeres se echan a los pies del
mujik y gritan :
—¡ Cierra los «jos ! ¡ cierra los ojos !
Rasputin, obstinado y ebrio, apoya su mirada en la mujer caída. Instintivamente me lanzo hacia é l ; las mujeres me detienen y quedo
perplejo: el resto de la reunión no se emociona y sigue indiferente fumando sus cigarros.
Rasputin vuelve hacia mí su m i r a r ; también
parece tranquilo.
—Tú no tienes la culpa —me dice— tú no has
querido envenenarme.
Y derrama sobre la mesa el líquido de su copa donde flota un polvillo poco perceptible.
—I Ves cómo vivo ? Siempre acechado...
La dama de la sortija, socorrida por las otras
damas, algo repuesta, nos mira a todos con recelo :
L
político, historiógrafo, ítcg)6*©tc^jI»dirigiendo el
Departamento de las subsistencias. ¡ Qué cosas
más estupendas vamos a ver respecto a las subsistencias, con BureU en el ministerio de la Gobernación !
Y en Instrucción pública ha dejado su lugarteniente, D. Natalio Rivas, el protector de tg-j
dos los absurdos. Por muy buenas intenciones
que traiga el nuevo ministro, Sr. Francos Rodríguez, mientras no haga una limpieza en el
ministerio verá anulados sus esfuerzos. Por lo
demás es tal el número de atropellos, nombramientos ilegales, órdenes contradictorias. Reales
decretos hollados, etc., en la obra del Sr. Burell, que para corregirlos sería preeáiso una labor ímproba. Por eso, creemos acertada la proposición que hizo hace poco la revista escolar
La Escuela Moderna, en la que se recomendaba al ministro sucesor del Sr. Burell que para
limpiar a la enseñanza nacional de tanta podedumbre hiciera un decreto de un solo artículo, que dijera así:
.•
~
«Artículo único. Quedan derogadas todas las
—i Estíibas advertido I—murmura desviando
su vista de Rasputin.
Las risas y la broma sacan de su indaferencia
a los invitados.
—Tú me' dirás toda la verdad ! i toda la verdad !—exclama el mujik, ebrio, que alarga los
brazos y acari^^v a su envenenadora.
—No te deleito—continúa—; pero no lo olvides : todo lo que a mí me pasa, se sabe ; y todo
lo que se me hace, se paga.
VII
IGUE el festín con más confianza. Sin embargo, Rasputin habla ya en aforismos, toma
un tono didáctico de pope, como si evangelizara
a una inultitud ociosa.
Anoto algunos de sus aforismos :
«No robes la mujer a tu amigo. Al marido
desconocido, róbasela. Engaña al marido pero
no le hagas mal. Pórtate de manera que no conozca tu traición. Hay que amar al hombre.»
«Pide a Dios que me transforme en piedra ;
es el único medio ¿e que yo deje en paz a las
mujeres.»
«Está permitido beber ; pero no caer en la
borrachera. Toma mi ejemplo: yo bebo vino y
janiás me emborracho. Yo he recorrido a pie
cuarenta mil leguas y me han apaleado como
nunca se ha apaleado a nadie. Pero soy fuerte ;
mira, no tengo mala cara.»
A veces, el aforismo quiere ser un chiste :
«Evita que la mujer de tu amigo venga, paso
a paso, a ti. Haz que corra a tu encuentro.»
Alguien se aproxima a él y le llena la copa.
Rasputin bebe vino blanco, bebe vino rojo, empuña la botella.
—¿Quieres bailarnos algo, Grisha ?—le preguntan.
—i Paciencia, bailaré más tarde !
S
VIII
o he podido verle bailar fista noche. Porque, de pronto, le llamaron al teléfono.
Volvió consternado. Se puso febrilmente la sotana y dejó caer, entrecortadas, algunas frases :
—Me teng» que ir... No hay más remedio...
Esperadme; vosotros, no os marchéis... Ni tú
tampoco —le gritó a la dama de la sortija'—.
Volveré sin falta... Aunque sea muy tarde, volveré...
Y se fué volando^ y con él levantaron el vuelo los dos detectives que siempre le guardan y
que miraban por su persona, allá, en la cocina...
N
A. ISMAILOW
ESPAÑA
NuM. 118.—17,
disposiciígies .dictadas.jpor D. Julio Burell y
Cuéllar.»:
BB .-,'ai?r
SIMÓN GONZÁLEZ
22-IV-1917.
PANORAMA
GROTESCO
de La Mañana, primera parte de Eí Bw, con
esta leyenda que ni la del Cid: «D. Luis Silvela, una de las más prestigiosas figuras del
partido liberal, que ha sido designado alcalde
de Madrid, aceptando el cargo a pesar de ser
inferior a sus merecimientos».
Claro está: j qué es la Alcaldía de Madrid ?
j Una insignificancia! El oso y el madroño se
han sentido achicados. A Martín Rosales se le
subían a las barbas, pero al lado de este... ni
se los ve. El día menos pensado, desaparecen del
escudo municipal.
EL OSO Y EL MADROÑO
ADA número de El Dia es una fiesta espiritual. Aunque usteden no lo crean, Eí Día
sale por la noche para que en el firmamento de
Madrid no se ponga el sol.
Domingo era el último día que lo leímos, y
para nosotros fué tan aciago como un martes.
En primera plana, o en última plana, porque
allí nunca se sabe donde están los pies y donde
la cabeza, pero, en fin, al reverso de nuestro
amigo Elorrieta, el más flamante de los secretarios políticos, resplandecía la efigie del director
C
^
predica. FavorezcShiog-'l toiéi'-f hagamos justicia <ial heroísmo y al sacrificio' de todos, absolutamente de todos los beligerantes». Todos se han
vuelto locos ; nosotros, no. Prevalezca «el sentido hidalgo de una hospitalidad cortés y generosa».
Si alguna vez vas al Dia,
busca entre sus sedactores
a Cristóbal, chico ^ a p o
y amigo de bacer favores.
MERECIMIENTOS Y
MERECIMIENTOS
TODO GENEROSIDAD
N el mismo Via leemos una interview... ¿ con
quién dirán ustedes ? Con su redactor emboscado, que no contento con esas pequeneces
que se le ocurren y que no sabemos por qué no
han de tener nunca gracia, se ha sentido personaje, y ha hablado. D. Cristóbal de Castro
es así.
Ha hablado y ha dicho mu... chas cosas.
Es fervoroso neutralista, de la madera de los
Polaviejas, si eso es madera. Seamos generosos.
E
en que a Eí Dia le parecen demaQUEDAMOS
siados merecimientos los del Sr. Silvela para la bicoca que se le ha dado, j Qué pensará de
los del Sr. Alcalá Zamora, el último ruiseñor ?
No le han hecho ministro porque se merece más ;
ni presidente porque da la casualidad de que
lo es otro... No le han hecho nada. Pues entonces ¿de qué se queja?
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