Nombre y Código 1 Miguel Antonio Rueda Sáenz 200910251 Fecha de Inicio del programa 2009-1 doctoral Cursos fundamentales tomados Psicología, salud, bienestar y calidad de Vida Seminario avanzado en desarrollo psic 4214 Cursos electivos tomados Relaciones Familiares: evaluación e intervención. Tendencias actuales y contemporáneas en investigación psicosocial Fundamentos de Psicología Clínica 2: Trastornos del afecto y de la ansiedad. Directora de Disertación Elvia Vargas-Trujillo 2 Utilidad de las aproximaciones teóricas al estudio del desarrollo de la identidad con la orientación sexual, para el análisis de propuestas de promoción del bienestar. Miguel Antonio Rueda Sáenz Universidad de los Andes El estudio del desarrollo de los seres humanos, se ha planteado desde tres aproximaciones teóricas principalmente: por etapas, por trayectorias y por procesos (Overton, 2006). Por su parte, el desarrollo de la orientación sexual diversa ha sido explicado por diferentes autores como, Cass (1979; 1984), Coleman (1981; 1989), Troiden (1989) y Carrion y Locke (1997), entre otros. En este sentido, los estudios acerca del desarrollo de la identidad con la orientación sexual han sido planteados por etapas, pero no por procesos o por trayectorias. Esta postura ha sido criticada por Mosher (1999) ya que, aparentemente no existe evidencia empírica suficiente que sustente que las personas gay, lesbianas y bisexuales simplemente deban atravesar etapas antes de asumir su orientación sexual diversa. ¿Cuál es la implicación que tiene en el bienestar integral de personas gay, lesbianas y bisexuales, comprender el desarrollo de la identidad con la orientación sexual desde las trayectorias y no desde las etapas? En este ensayo argumentativo se expondrán los temas relacionados con la aproximación del desarrollo relacionada con las trayectorias y, cómo ésta, permite entender el desarrollo de la orientación sexual diversa. Posteriormente se profundizará en las implicaciones que tiene formular, según este análisis, propuestas para el bienestar de personas gay, lesbianas y bisexuales, entendiendo el desarrollo de la orientación sexual –homosexual y bisexual- desde la perspectiva de las trayectorias y no desde las etapas. 3 En términos contextuales, es fundamental entender que el interés en el estudio del desarrollo de los seres humanos, ha estado marcado por diferentes corrientes epistemológicas y filosóficas (Overton, 2006). Ayoub y Fischer (2007) afirman que, “el desarrollo del ser humano se caracteriza por la propiedad de cambio, la cual da paso a la aparición de nuevas formas” (p. 62). La representación lineal de los diferentes campos o dominios del desarrollo, ha llevado a homogeneizar el desarrollo humano. Susman (1998) en Ayoub y Fischer (2009), afirma que “aunque los investigadores reconocen que el desarrollo ocurre a lo largo de múltiples niveles biológicos y comportamentales integrados, la mayoría del conocimiento científico es generado e interpretado dentro de límites disciplinarios distintos, haciendo nuestro entendimiento de la persona como un todo, opaco” (p. 63). Comprensión del desarrollo humano desde las trayectorias. El pensamiento sobre el desarrollo de los seres humanos inicia en las primeras décadas del siglo XIX, (Gottlieb, Wahlsten y Lickliter, 2006). Este interés se basó únicamente en la descripción del desarrollo de los individuos, es decir en el qué pero no en el cómo del desarrollo. Sin embargo, al finalizar el siglo, los teóricos entendieron que para poder estudiar el desarrollo de las personas debían dejar de lado la descripción pura y, centrarse en los aportes de la embriología. Driesch (1888, en Gottlieb, Wahlsten y Lickliter, 2006), contribuyó de manera fundamental para poder entender cómo ocurre el desarrollo de los seres humanos con el concepto de equifinalidad. Este concepto se basa en a) cómo organismos con diferentes inicios en su desarrollo llegan al mismo resultado y, b) organismos habiendo tenido el mismo inicio, llegan al mismo resultado en su 4 desarrollo por medio de diferentes trayectorias o rutas. Este modelo se denomina el modelo psicobiológico de los sistemas del desarrollo. Un siglo más tarde Fischer (1980) afirmó en su teoría del desarrollo de habilidades en la infancia que, “diferentes individuos seguirán diferentes trayectorias de desarrollo en el mismo dominio de una habilidad (…) Las reglas de transformación del desarrollo predicen un numero grande de diferentes vías posibles en cualquier dominio específico” (Gottlieb, Wahlsten y Lickliter, 2006, p. 213). Estos nuevos planteamientos teóricos permitieron abrir el panorama del estudio de los procesos psicológicos, sociales y biológicos de los seres humanos. Desde una perspectiva de trayectorias, se desmitificaron los estadios, fases o etapas que las personas debíamos atravesar supuestamente para llegar a la meta, cualquiera que ésta fuera. Las etapas estaban planteadas por la resolución de tareas (ya fueran emocionales, comportamentales o sociales) que, como “un efecto catapulta” llevarían a que la persona estableciera un nuevo parámetro en términos de habilidades o de comportamientos. Esta idea acerca de la noción del desarrollo desde las trayectorias, revolucionó la visión de las teorías sobre el desarrollo y permitió cambiar la aproximación que se establecía en términos de conocimiento. Retomando el fundamento del estudio de las trayectorias planteado en este documento, Havilan y Nagin (2005) definen que “una trayectoria del desarrollo describe el curso de un comportamiento a lo largo de la edad o el tiempo” (p. 557). Aunque el modelo de las trayectorias basadas en grupos ha sido mayoritariamente utilizado para “analizar los resultados del desarrollo relacionados con la agresión física (Nagin y Tremblay 1999), los niveles de cortisol (Van Ryzin et al 2009), el uso de Internet (Christ 5 et al, 2002), la obesidad (Mustillo, et al 2003), la ansiedad (Coté et al 2010) y, las tendencias de delincuencia en barrios locales (Weisburd et al 2004)” (Nagin y Odgers 2010, p. 110), también se ha utilizado en la psicología clínica para entender el desarrollo de diferentes trastornos o desórdenes como la depresión, la hiperactividad, el trastorno de estrés postraumático, el abuso de sustancias y los trastornos de conducta (Nagin y Odgers, 2010). El autor explica que existen tres formas de entender el desarrollo por trayectorias. La primera hace referencia al crecimiento de modelamiento de curva, es decir a aquellos modelos que “capturan el promedio de la tendencia de desarrollo y la variación al azar alrededor de la media con un conjunto de parámetros para la población” (p. 114). La segunda forma es denominada modelamiento de crecimiento mixto (GMM) y es definida como “la elaboración del modelamiento de una curva de crecimiento mixta basada en una mezcla finita de modelamiento para identificar subpoblaciones distintas que no se observan (p. 111)” y, la tercera forma de trayectoria hace referencia al modelamiento de trayectorias basado en grupos (GBTM), en donde “los grupos de trayectorias se usan como dispositivos de estadísticas para la aproximación de trayectorias desconocidas de miembros de la población” (p.111). El estudio del desarrollo a partir de las trayectorias da cuenta de la manera como las personas desarrollan los dominios propios de los seres humanos, en un paralelismo mas complejo que el planteado por la consecución de metas del desarrollo a partir de la resolución de tareas psicológicas como las propuestas en los modelos del desarrollo por estadios o fases. Aunque se establecen algunos parámetros homogéneos en las habilidades adquiridas, legitima la individualidad y por ende, a la diversidad. 6 Consecuentemente con el planteamiento de Nagin, Ayoub y Fisher (2009) proponen que “usando un modelo integrativo de vías resulta en la comprensión del comportamiento de niños como adaptativo y complejo, en vez de simplemente demorado o disfuncional” (p. 63). Continúan con su planteamiento afirmando que “el desarrollo forma una red de múltiples vías o cadenas en vez de la suposición común que el desarrollo avanza a lo largo de una escalera de etapas. Esta red de desarrollo es la norma para formar toda la gama de habilidades, desde las relaciones hasta la lectura” (p. 64). Esta aseveración sirve como plataforma interpretativa de la realidad de personas con orientaciones sexuales homosexuales y bisexuales. Por un lado, las propuestas que pretenden explicar el desarrollo de la identidad con la orientación sexual, fijan la integración de ésta en la totalidad de la identidad si y solo si, se cumplen con los criterios establecidos en cada una de las etapas, como lo veremos en el siguiente aparte de este documento; y por otro, la analogía que se establece con el desarrollo en la infancia, de acuerdo con el modelo de trayectorias, reconoce el valor de la individualidad independientemente de no cumplir los criterios establecidos por las culturas, las sociedades o la ciencia. Un planteamiento colindante con la postura explicada inicialmente, tiene que ver con la forma como la ciencia se basaba en divisiones binarias a partir de las cuales se establecían dicotomías –antinomias- (ver Overton, 2006). Estas divisiones hacían referencia a situaciones tales como “sujeto-objeto, cuerpo-mente, se nace-se hace, biología-cultura, intrapsíquico-interpersonal, estructura-función, estabilidad-cambio, continuidad-discontinuidad, observación-razón, universal-particular, unidad-diversidad e individual-social” (Overton, 2006, p. 18). A medida que las explicaciones con respecto a 7 la forma como los individuos nos desarrollamos se volvieron incluyentes, permitieron que el ser humano se entendiera como un sistema complejo de interacciones sin caer en reduccionismos epistemológicos. Al resolverse esta dualidad científica, la plataforma sobre la cual se investigaban las formas en las que los seres humanos nos desarrollamos, enriqueció el conocimiento complementándolo con diferentes explicaciones que permitieron entender, por qué las personas alcanzamos las mismas metas del desarrollo de maneras diferentes. Es preciso realizar esta aclaración acerca de las dualidades para establecerla como otro punto de partida de este análisis, ya que en términos comprensivos, es importante advertir las implicaciones biológicas y culturales sobre las cuales se basan los modelos explicativos del desarrollo de la orientación sexual diversa. Para complementar la importancia del (nuevo) pensamiento sobre las trayectorias y la riqueza cognoscente planteada a partir de las interacciones, Bohan (1996) afirma que “la mayoría de los académicos contemporáneos, insisten en que no tiene sentido preguntarse si la orientación sexual -o cualquier otra característica humana- es causada por la biología o por el ambiente. Mas bien, todos los fenómenos son complejos y reflejan una interacción entre el sustrato biológico y las influencias ambientales” (p. 82). Esta nueva postura permite integrar las explicaciones biológicas y ambientales que, en términos del desarrollo de la orientación sexual homosexual, han sido denominadas esencialistas y construccionistas (DeLamater & Hyde, 1998). Sin embargo, el análisis del desarrollo de la orientación sexual a partir de la aproximación por trayectorias, no se ha establecido claramente. En la literatura disponible acerca de este tema se encuentran estudios empíricos que afirman que las 8 orientaciones sexuales gay, lesbianas y bisexuales se empiezan a formar a partir de la adolescencia, edad adulta temprana o adultez, atravesando por estadios o etapa. Las dificultades en entender el desarrollo de la orientación sexual por etapas, hacen que la ciencia, las sociedades y las culturas sigan pensando que las personas gay y lesbianas están “desajustadas”; esta situación podría resultar en la autoconcepción de “no ser normal”. Por lo tanto, esta aseveración repercute directamente en el bienestar tanto psicológico como subjetivo de personas LGB. Consecuentemente con esta explicación, este análisis se relaciona con cuatro procesos psicológicos -emocionales, conductuales, cognoscitivos y relacionales- característicos (según los modelos revisados), de este aspecto de la identidad. De esta manera, comprender en términos de trayectorias el desarrollo de la orientación sexual homosexual, favorece la concepción de la diversidad en la orientación sexual, aumenta la necesidad de entender la individualidad de los seres humanos en cuanto a la forma en que expresan su afectividad y su erotismo y, permite la inclusión de personas homosexuales en propuestas de bienestar integral. La aproximación acerca de las trayectorias permite ver esta faceta de la identidad de las personas de una manera heterogénea y no, como un desajuste en la identidad. Este aspecto se retomará al final del documento cuando se hayan explicado los modelos del desarrollo de la orientación sexual homosexual y bisexual y, se integre a las concepciones de bienestar subjetivo y psicológico. A continuación se explicarán los cuatro modelos sobre los cuales se realiza este análisis y se enfatizará en una nueva aproximación del conocimiento de la homosexualidad y la bisexualidad desde el abordaje científico de las trayectorias. 9 Modelos del desarrollo de la orientación sexual homosexual y bisexual. Desde su aparición como denominación en el siglo XIX (la homosexualidad), orientación sexual diversa se ha explicado, entendido, rechazado o condenado según los postulados teóricos del momento histórico en el que se haya pretendido comprenderla. La palabra homosexualidad apareció por primera vez en 1868 en un panfleto en Alemania. Karl Maria Benkert, la esbozó para denominar el deseo por personas del mismo sexo, en oposición a lo “normal” o “esperado”. En 1892, aparece la palabra heterosexual para hacer referencia a la atracción por personas de ambos sexos (Herek y Garnets, 2006); posteriormente en 1900, Richard Von Kraft-Ebing en una publicación denominada Psicopatía Sexual (Psychopathia Sexualis), tradujo la palabra heterosexualidad al inglés como referente del deseo por personas del otro sexo (Herek y Garnets, 2006). Finalmente, con la publicación de los tres ensayos sobre la sexualidad de Sigmund Freud (1905), se articuló la conceptualización de la homosexualidad y se convirtió en un discurso dominante en la psiquiatría. Durante la primera mitad del siglo XX, las personas homosexuales fueron perseguidas, condenadas y castigadas, especialmente durante la segunda guerra mundial, en donde el régimen de Adolfo Hitler, se ocupó de “exterminar” a los hombres homosexuales (ver Plant, 1986). En 1973 la orientación sexual diversa (homosexualidad en ese momento), dejó de ser catalogada por la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) como una desviación de la conducta sexual. Sin embargo, algunos profesionales de la salud siguen impregnándole el carácter de enfermedad o desviación. No obstante, esta caracterización de la homosexualidad como faceta de la identidad y no como enfermedad, dio paso para la realización de estudios científicos 10 (como el de los modelos de desarrollo de la orientación sexual, entre otros) que permitieran comprenderla sin el carácter médico/psiquiátrico con el cual venía siendo estudiada. Los modelos que explican el desarrollo de la orientación sexual, aparecieron en la segunda mitad del siglo XX. Según Vivienne Cass (1984), “el interés en el desarrollo de la identidad sexual homosexual empezó con la publicación de historias de vida de personas homosexuales y la forma como descubrieron y manejaron su homosexualidad” (p. 145). El estudio sobre el desarrollo de la identidad con la orientación sexual se inició a principios de la década de 1970; los autores que estudiaron este aspecto de la sexualidad, se basaron en las características comunes que reportaban las historias de vida de personas homosexuales. Sin embargo, no fue sino hasta mediados de esa misma década, que el interés por el estudio de la identidad con la orientación sexual, apareció en la literatura psicológica y sociológica. Los diferentes modelos que estudian y explican el desarrollo de la orientación sexual, utilizan los términos identidad sexual y orientación sexual de manera intercambiable. Se ha establecido que la identidad, es un constructo complejo que se relaciona directamente con diferentes facetas de la persona, entre ellas la de la sexualidad (ver James, 1890; Marsh y Shavleson, 1985; Baumensteir, 1987; Ashmore y Jussim 1997 y Harter, 1999). Harter y Monsour (1992), afirman que la identidad “se trata del conocimiento coherente y diferenciado que tenemos de nosotros mismos, a partir del cual nos describimos y valoramos” (p.3). Este autoconocimiento permite seguir sintiendo que somos nosotros mismos, aunque se experimenten cambios en la apariencia física, en la forma de pensar o actuar o se transformen las circunstancias en las que se encuentra la 11 persona (Vargas-Trujillo, 2007). Por esta razón, hacer referencia a la identidad sexual como una forma de explicar la dirección del deseo afectivo/erótico, reduciría a la persona a una sola faceta de su sí-mismo. Esto indicaría que, los seres humanos nos definimos únicamente a partir del ámbito de la sexualidad, específicamente, el de la orientación sexual. La identidad sexual se compone de tres constructos principales, a) la identidad con el sexo, es decir el nivel de identificación que las personas establecemos con el hecho de ser biológicamente hombres o mujeres, b) la identidad con el género, es decir el nivel de identificación que las personas tenemos con las exigencias (normas y reglas) sociales relacionadas con el hecho de ser hombres o mujeres y, c) la identidad con la orientación sexual, es decir, el nivel de identificación que las personas tenemos con respecto a la dirección que toma nuestro deseo erótico y afectivo (véase Vargas-Trujillo, 2007). Por lo tanto, cuando se hace referencia a la identidad sexual en los modelos del desarrollo de la orientación sexual, se asume que la orientación y la identidad son lo mismo lo cual introduce un error teórico que dificulta la comprensión de ambos constructos. Para explicar la importancia de entender el desarrollo de la orientación sexual por trayectorias, se tomarán cuatro modelos explicativos del desarrollo de la identidad con la orientación sexual. Estos modelos son los propuestos por Cass (1979; 1984), Troiden (1981; 1989), Coleman (1989) y, Carrion y Locke (1997). Aunque los cuatro teóricos establecen procesos psicológicos como dimensiones o tareas que las personas deben resolver para llegar a identificarse como gay, lesbiana o bisexual, el mayor énfasis está dado en el paso de una etapa a la siguiente y no en los procesos como tal. 12 Para efectos de este documento se establecerá únicamente el análisis comparativo (no descriptivo) de los modelos y, de esta manera se fundamentará la crítica que da paso al análisis a partir de las trayectorias. En los anexos 1 a 4 se encuentran las figuras que describen los modelos por etapas citados a continuación. A partir de la identificación de los aspectos comunes de estos cuatro modelos, se establece una crítica conceptual y teórica en donde el desarrollo de la orientación sexual homosexual y bisexual, puede ser comprendido mas ampliamente en términos de trayectorias para la consecución final de la meta de la integración y la afirmación de la orientación sexual en la totalidad de la identidad. Modelo del desarrollo de la Formación de la Identidad Homosexual de Cass (1979; 1984). En el modelo del desarrollo de la identidad sexual homosexual de Cass (1984) se proponen las siguientes etapas que las personas deben atravesar para integrar la orientación sexual a la identidad: 1) confusión de identidad, 2) comparación de identidad, 3) tolerancia de identidad, 4) aceptación de la identidad, 5) orgullo de identidad y 6) síntesis de la identidad (ver anexo 1). El estudio de la identidad con la orientación sexual se estableció “por la noción del proceso por medio del cual las personas se dan cuenta que son homosexuales. Esto quiere decir, en primer lugar, empezar a asumir la autoimagen como alguien homosexual es decir, que la persona debe dejar de pensarse como heterosexual; en segundo lugar, la transición de la autoimagen de la homosexualidad hacia la identidad homosexual, como resultado de la interacción con los demás; tercero, las estrategias [tareas] cognoscitivas, emocionales y conductuales para manejar la identidad en la vida diaria; y cuarto, la forma 13 en que la nueva identidad se incorpora en el sentido general de sí-mismo” (Cass, 1984, p.144). Así, se puede afirmar entonces que, la autoimagen homosexual permite que la persona desarrolle una idea de sí mismo, relacionada con su orientación y preferencia sexual. Consistentemente con su planteamiento, Cass, continúa afirmando que “la identidad es un constructo cognoscitivo (…) es traducida invariablemente en actividad psicológica (comportamientos) que a su vez puede dar lugar a cambios que se producen en la identidad” (p. 147). Durante el desarrollo de la identidad con la orientación sexual de Cass, se reduce el proceso de identificación de la homosexualidad a la manera como la persona se ve a sí misma, sin explicar cómo se dan los cambios en los procesos psicológicos que la autora identifica en su planteamiento. La cognición, las emociones, el comportamiento y el establecimiento de relaciones, son fundamentales para poder identificarse como una persona homosexual o bisexual. La forma como las personas se relacionan con otras (heterosexuales u homosexuales), retroalimentan positiva o negativamente la imagen de sí-mismos generando nuevas formas de pensar, sentir, actuar y relacionarse consigo mismo y con los demás. Desarrollo de la identidad Sexual de Coleman (1982) Paralelamente con el planteamiento del desarrollo de la orientación sexual homosexual de Cass, Coleman (1982), afirma que el desarrollo de la orientación sexual homosexual se da atravesando 5 estadios: 1) pre coming out, 2) coming out, 3) exploración, 4) primera relación e 5) integración (ver anexo 2). Aunque la manera como denomina las etapas es diferente, las tareas cognoscitivas, emocionales y 14 comportamentales, parecen ser similares a las planteadas por Cass. De hecho al igual que Cass, usa de manera intercambiable los mismos términos, orientación sexual e identidad sexual. Las premisas de Coleman (1982), parecen ser claras en cuanto al cambio y/o el estancamiento en alguna etapa; este avance depende de la retroalimentación que la persona reciba por parte de su entorno. El autor plantea que el inicio del descubrimiento de la orientación sexual ocurre antes de la adolescencia. Al igual que en el modelo de Cass, en el modelo de Coleman se afirma que la retroalimentación del medio es un aspecto fundamental en el establecimiento del autoconcepto. Sin embargo, las preguntas que surgen a partir del análisis de los procesos son las siguientes ¿cómo se establecen las relaciones afectivas? y, en términos de actividad sexual, ¿se establece alguna diferencia en la manera como hombres y mujeres ejecutan el comportamiento homoerótico? En cuanto al proceso cognoscitivo, la pregunta sería ¿la forma como la persona piensa acerca de sí misma cambia hacia una manera más positiva de definir su atracción por personas de su mismo sexo o del otro sexo? Y si esto es así, ¿cómo se establece el cambio en el pensamiento de negativo a positivo? ¿Intervienen los demás procesos psicológicos? y, ¿cuáles son los efectos que tiene en la persona la interacción con otros (heterosexuales u homosexuales)? Con respecto a los procesos relacional y emocional, el autor se centra únicamente en dos aspectos: 1) en que las personas se sienten capaces de amar y ser amadas y, 2) en el interés de la persona en el establecimiento de relaciones mas duraderas y comprometidas (Coleman, 1982). Se dejan de lado entonces, las relaciones con las personas pertenecientes a su red social o de apoyo. En este sentido la retroalimentación 15 quedaría solamente en manos de las personas con las que se relaciona erótica y afectivamente, dándole un sesgo significativo a la forma como la persona se puede autoevaluar. Modelo del Desarrollo de la Identidad de Troiden (1989). El autor, hace referencia a 4 fases que se deben resolver para poder identificarse como personas homosexuales. Estas fases son, 1) sensibilización, 2) confusión de identidad, 3) apropiación de la identidad y 4) compromiso (ver anexo 3). Con respecto al inicio del proceso, el autor afirma al igual que Coleman que se da antes de la pubertad y que implica ser marginalizado y sentirse diferente del grupo de pares (Troiden, 1989). La retroalimentación negativa del grupo de pares, también juega un papel determinante en el establecimiento negativo del autoconcepto al igual que en los dos modelos anteriores. La tarea que debe resolverse en primera instancia es el “desprecio de las identidades homofílicas” (Bohan, p. 104). Este desprecio o rechazo ocurre antes de que las personas puedan identificarse como gay o lesbiana y, por lo tanto, establece ésta como la tarea que los individuos deben resolver a lo largo de la formación de su identidad como gay o lesbiana. Esta tarea se resume, según Bohan (1996), como “la reevaluación de este rótulo (gay o lesbiana) en la medida que es aplicable a si mismo y, forja una identidad que incorpora dicho rotulo pero con un significado diferente” (p.104). A lo largo del proceso la persona va concibiéndose cada vez mas como alguien no heterosexual y, según el autor “el individuo adopta la identidad gay o lesbiana como una forma de vida de una autodefinición cómoda y natural” ( En Bohan, 1996, p. 104). Se sustenta entonces, la necesidad de expresar la identidad propia y la necesidad de 16 involucrarse cada vez mas con la comunidad. Este proceso culmina según Troiden (1989), con el establecimiento de relaciones intimas uno-a-uno, lo cual marca el nivel más alto de la identidad gay y lesbiana. Esta afirmación excluye a las personas que no quieran tener relaciones de pareja monógamas o, que se identifican a si mismas como poliamorosas o polisexuales. Isensee (1990) afirma que, “los hombres gay [y las mujeres lesbianas] que están en una relación de pareja tienen atracciones sexuales de formas variadas: algunos tienen encuentros sexuales con amigos o encuentros sexuales casuales mientras están comprometidos con una pareja primaria; algunos hombres están abiertos a tener mas de un amante [o compañero sexual y/o sentimental] y otros prefieren tener relaciones sexuales únicamente dentro de una relación de pareja monógama” (p. 94) El proceso del Coming-out de Carrion y Lock (1997). El modelo del desarrollo de la identidad sexual de Carrion y Lock (1997), consiste en un proceso de 8 etapas que según Mosher (2001), “[son] universales y dinámicas, [y] se mueven desde los descubrimientos y luchas internas, a través de la auto-revelación, hasta la integración eventual de relaciones dinámicas y fluidas con las sociedades y los individuos” (p. 165) (ver anexo 4). Este modelo parte de solucionar cuatro conflictos emocionales: 1) desconcierto, 2) vergüenza, 3) minimización y, 4) negación. Cada uno de estos conflictos implica un proceso cognoscitivo, relacional o comportamental que no puede ser adjudicado únicamente al proceso emocional. En cuanto al desconcierto, los autores lo relacionan y definen como confusión, la vergüenza como el miedo, el rechazo y el abandono, con respecto a la minimización, como ignorar los sentimientos homoeróticos y, por lo tanto, 17 la disminución de comportamientos sexuales dando paso a una fase de exploración que denominan ‘bisexualidad’ y, por último, la negación como un bloqueo en la exploración sexual haciendo que la persona pase como heterosexual ante los demás. Llama la atención cómo los autores hacen referencia únicamente al proceso emocional, siendo evidente que en la resolución de estos conflictos paralelamente se revelan el resto de procesos psicológicos. Posteriormente se puede identificar en la descripción del modelo que, “las respuestas de los procesos psicológicos de las etapas posteriores dependen de las respuestas obtenidas en las etapas anteriores” (Mosher, 2001, p. 165). Es un concepto vago y poco claro que, en términos del planteamiento del nombre de las etapas no dice nada. Si el objetivo o la tarea durante el desarrollo de la orientación sexual diversa es – entre otros- la exploración interna del objeto sexual, los procesos psicológicos deberían estar descritos mas ampliamente por los autores y sus posteriores interpretaciones. La autoestima, el orgullo y la integración son las ultimas tareas que deben resolverse y que, supuestamente se consolidan hacia la finalización del proceso, en ese caso, ¿cuáles son los efectos de las percepciones sociales (por lo general negativas) en estas tres características de la identidad acerca de la homosexualidad? Es fácil concluir entonces que el estudio del desarrollo de la identidad con la orientación sexual, se ha dado por etapas y procesos y no por trayectorias. ¿Qué sucede cuando la persona no tiene éxito en alcanzar las tareas psicológicas propuestas en las etapas precedentes? Pareciera que quedara detenida en el tiempo, teniendo como única opción el desajuste del desarrollo de su orientación sexual. 18 Uno de las posibles dificultades para no concebir el desarrollo de la orientación sexual desde las trayectorias, radica en la realización de estudios longitudinales en donde la muestra sea compuesta, entre otros, por niños y jóvenes menores de 15 años que se identifiquen como personas con posibles orientaciones sexuales diversas. Probablemente las personas mas jóvenes se encuentran “atrapadas” en una atmósfera de prejuicio sexual basado en la orientación sexual (homofobia) y, por lo tanto, es poco probable que, una persona antes de la adolescencia pueda definir con claridad la dirección de su deseo afectivo erótico. Sin embargo, el modelo de Coleman (1981) y el modelo de Troiden (1989), afirman que en la preadolescencia se empieza a gestar a un nivel preconsciente el gusto por personas del mismo o de ambos sexos. Los cuatro modelos coinciden en que terminando la adolescencia o iniciando la edad adulta, se consolida la atracción por personas del mismo sexo y se integra a la identidad. En cuanto al estudio de los procesos involucrados en el desarrollo de la orientación sexual diversa, los teóricos coinciden nuevamente en que la cognición, las emociones y el comportamiento se traducen en la identificación de la atracción por personas de su mismo o de ambos sexos. Estos procesos (cognición, emoción y comportamiento) se reflejan en el establecimiento de relaciones con las personas. El proceso relacional no hace referencia exclusivamente a relaciones de pareja o actividad sexual, sino también al establecimiento de interacciones sociales con personas significativas para el individuo. Aunque los autores denominan los procesos psicológicos como “dilemas emocionales”, no es solamente el proceso emocional el que permite que se integre la orientación sexual diversa en la identidad. La denominación indiferenciada de estos 19 procesos, dificulta la comprensión de los modelos llevando a conclusiones que pueden ser interpretadas ligeramente en cuanto a que todas las personas lesbianas, gay y bisexuales las viven y experimentan de la misma manera. Se puede afirmar entonces que los cuatro procesos psicológicos, se dan de manera interdependiente y simultanea. Lo que ocurre en cualquiera de los cuatro niveles repercute directamente en el resto de procesos y, finalmente se traduce en el fortalecimiento de la identidad a medida que la faceta de la orientación sexual se va integrando. El proceso de reconocimiento de la atracción por personas del mismo o de ambos sexos se inicia por medio de la confusión, (a partir de lo cual se pueden identificar creencias, pensamientos y fantasías, acerca de la atracción por personas del mismo sexo), es decir del proceso cognoscitivo. Este proceso es transversal en los diferentes momentos del desarrollo de la orientación sexual de la persona; pero no necesariamente como un detonante de emociones negativas. No es sino a finales de la adolescencia o principios de la edad adulta que la persona se permite establecer parámetros comparativos (estilo de vida, relaciones afectivas y placer en los encuentros sexuales), como segundo mecanismo del proceso de la cognición. Los procesos cognoscitivos se relacionan directamente con la elaboración de estados emocionales. Por esto, la segunda categoría que se explica dentro de los procesos psicológicos involucrados en el desarrollo de la identidad con la orientación sexual, es la emoción. Para ejemplificar este proceso, se toma como punto de partida el primer producto de las cogniciones en el desarrollo de la identidad con la orientación sexual: la confusión. Esta puede potenciar estados emocionales de angustia, ansiedad, vergüenza o 20 miedo y, en casos extremos hacer que la persona desarrolle, entre otros, sintomatología de depresión o de ansiedad. A la cadena de los procesos psicológicos involucrados en el desarrollo de la identidad con la orientación sexual, se le añade un eslabón mas, el comportamiento. En este orden de ideas, los procesos psicológicos relacionados con la emoción pueden estar nutridos y relacionados directamente por comportamientos como la masturbación, que a su vez esta basada en la producción de fantasías homoeróticos, es decir en la cognición. Al darse cuenta de las fantasías que acompañan la masturbación, la persona puede aumentar o disminuir sus niveles de ansiedad. Esto ocurre por la capacidad de la apropiación del rótulo de homosexualidad o bisexualidad. En este momento, es probable que la persona empiece a comparar su vida con la de personas heterosexuales y homosexuales, explorando internamente la posibilidad de no ser heterosexual. Esta exploración interna (procesamiento cognoscitivo), puede generar a su vez miedo (proceso emocional), que redundará en un comportamiento alienante (proceso comportamental) y, por lo tanto, en la búsqueda de relaciones con personas que corroboren la hipótesis sobre su orientación sexual (proceso comportamental y relacional). Análisis propositivo: hacia una explicación integradora Los cuatro modelos descritos del desarrollo de la orientación sexual diversa, tienen en común que, 1) plantean el desarrollo de la identidad con la orientación sexual de una manera secuencial, proyectada por etapas que van desde 4 hasta 8 estadios, 2) enfatizan el desarrollo individual destacando los aspectos cognoscitivos, comportamentales y emocionales; evidenciando una perspectiva triádica, en la cual dependiendo de la etapa en la que se encuentre la persona cada aspecto (cognición, 21 emoción y comportamiento), tiene una importancia particular en el proceso y, 3) el aspecto central del desarrollo de la identidad con la orientación sexual, está basado en la integración de la orientación sexual en la identidad general del individuo: las personas viven en familias, comunidades y sociedades, en las cuales la revelación de su orientación sexual va a producir impacto en los diferentes niveles. Este aspecto que corresponde al proceso relacional, será retomado en esta integración de los modelos y se explicarán más adelante en este documento. En la primera etapa de los 4 modelos, se plantea que el proceso de identificación de la orientación sexual homosexual, se da a partir del reconocimiento (cognición) de la atracción por personas de su mismo sexo. A medida que el proceso va avanzando, los aspectos comportamentales como la revelación de la orientación sexual y el contacto con personas de la comunidad homosexual, se fortalecen y sirven de plataforma para disminuir los niveles de duda y angustia acerca de la atracción por personas del mismo sexo. A medida que la duda (cognición) acerca de la atracción por personas del mismo sexo se va disipando, los sentimientos de ansiedad, confusión, vergüenza o miedo (emoción), van siendo reemplazados por emociones mas adaptativas como el orgullo o la afiliación afectiva. Esta afiliación, tiene sus raíces en dos aspectos: en primer lugar en la auto-aceptación, en la auto-estima y en la aceptación de la orientación sexual diversa por parte de las personas significativas de quien se identifica como homosexual o bisexual; y en segundo lugar, en la necesidad de afiliación afectiva, que puede identificarse en la capacidad auto-percibida de amar y ser amado, es decir, tanto en el deseo como en la 22 expresión comportamental de búsqueda y establecimiento de vínculos de pareja. En los cuatro modelos, se tiene en cuenta la interacción con el medio en el cual vive la persona. Otro punto en común es que los modelos hacen referencia a las orientaciones sexuales homosexuales en general, sin diferenciar los procesos por sexo; solamente el modelo de Cass (1979; 1984), incluye el desarrollo de la identidad con la orientación sexual en ambos sexos. Los modelos analizados, se centran en describir el proceso del desarrollo de la identidad con la orientación sexual en hombres gay, dejando de lado la experiencia de las mujeres lesbianas, que seguramente atraviesan por el proceso de una manera distinta. Si bien el modelo de Cass parece ser el más completo y práctico para entender los procesos psicológicos por los cuales las personas gay y lesbianas, integran su identidad con la orientación sexual en su sí mismo, ha sido objeto de críticas por el sesgo de la muestra. A partir de los resultados de este análisis sobre los modelos del desarrollo de la identidad con la orientación sexual diversa, se realizó una integración de los puntos más importantes de cada uno, agrupándolos en los cuatro procesos psicológicos que los autores han destacado en sus modelos: proceso cognoscitivo, proceso emocional, proceso comportamental y proceso relacional. Al establecer el desarrollo de la identidad con la orientación sexual en términos de las trayectorias de los procesos, se facilita el abordaje de las experiencias particulares de los individuos. En este sentido, la meta del proceso cognoscitivo, sería la integración de la orientación sexual a la autodescripción; la del proceso emocional sería alcanzar emociones autoevaluativas positivas (tranquilidad, orgullo y aumento del afecto positivo); la meta del proceso comportamental sería la toma de decisiones autónomas con 23 respecto a la actividad sexual y, por último, la meta del proceso relacional, sería el fortalecimiento de la red social. Por otro lado, desde esta aproximación se plantea que el desarrollo de la identidad con la orientación sexual está dirigido a la consecución de ciertas metas en el tiempo y no en el paso de una etapa a otra. La figura 1 presenta la integración de los modelos en la síntesis realizada en términos de trayectorias. Figura 1. Trayectorias de los procesos psicológicos de la identidad con la orientación sexual homosexual y bisexual, (Rueda, 2011). El color naranja hace referencia al proceso cognoscitivo, el violeta al proceso emocional, el verde al comportamental y el rosado al relacional. Debajo de la línea 24 punteada, se formulan preguntas a partir del análisis de los modelos descritos en el documento. Como se puede observar, la secuencia de las trayectorias de los procesos psicológicos (cognoscitivo, emocional, comportamental y relacional) simula cada uno de éstos, sin implantar tareas (pre)establecidas en las etapas como lo aseguran los autores en cada modelo (Rueda, 2011). Identidad con la orientación sexual y bienestar psicológico Rueda (2011) afirma que “sería reduccionista, aseverar que el bienestar, es simplemente la ausencia de malestar” (p. 10). El bienestar es un concepto más complejo y, está directamente relacionado según Evans (1997) con la calidad de vida, que a su vez, está ligada con la satisfacción con la vida, el afecto positivo/negativo, la percepción de calidad de vida la salud mental y la salud física (Evans, Burns, Lidcka, y Shatford, 1980, en Evans 1997). Las dimensiones de la personalidad como fortaleza, autoestima, optimismo, locus de control y extroversión (Evans, 1997) y, finalmente, la falta de neuroticismo, la alta auto-estima y la disposición optimista, también tienen que ver con el bienestar y, por ende, con la calidad de vida. De esta misma manera Vargas, Ripoll, Carrillo, Rueda y Castro (2011) afirman que el estudio del bienestar, se ha abordado desde dos perspectivas diferentes: “La del bienestar subjetivo o hedónico (…) y la del bienestar psicológico o eudaimónico” (p.1). El bienestar subjetivo o hedónico hace referencia a “la vivencia de sensaciones positivas, evitación de las negativas y la obtención de placer o la consecución de la felicidad” (Diener, 1984 en Vargas, Ripoll, Carrillo, Rueda y Castro, 2011, p. 1). Por su parte el bienestar psicológico o eudaimónico es aquel que “privilegia el desarrollo del potencial humano, la autorrealización, la obtención de metas y el establecimiento de propósitos” 25 (Ryan y Deci, 2001, p. 141-166; Ryff, 1989, p. 1069 -1081). El modelo de bienestar eudaimónico de Ryff (1989) se considera multidimensional por que comprende seis componentes del funcionamiento psicológico positivo: evaluaciones positivas de uno mismo y su vida pasada (autoaceptación), sensación de crecimiento continuo y desarrollo como persona (crecimiento personal), la creencia de la propia existencia como significativa y con propósito (propósito en la vida), el establecimiento de relaciones de buena calidad con otros (relaciones positivas con otros), la capacidad para manejar efectivamente la propia vida y el mundo circundante (dominio del medio) y sensación de autodeterminación (autonomía) (Ryff y Keyes, 1995; Rincón, 2005). Los factores determinantes con la ausencia de bienestar (malestar) asociado con la orientación sexual, se dividen en tres grupos: individuales, interpersonales y contextuales. Estos tres grupos están interrelacionados, y no se pueden entender individualmente sin la influencia que cada uno tiene sobre los demás. En cuanto a los factores contextuales “los individuos pertenecientes a minorías sexuales, también están sujetos a los efectos del estigma institucional o heterosexismo” (Herek et al., 2007). En algunos países los derechos de las personas LGB, no son iguales a los de las personas heterosexuales, incluso en la mayoría de países de África y Medio Oriente la homosexualidad es condenada hasta con pena de muerte (Mackay, 2000). En esta misma línea de argumentación se puede observar que en algunas instituciones (públicas y privadas), el prejuicio por orientación sexual y el estigma sexual están igualmente presentes. Incluso hay prácticas sociales, muchas veces normalizadas tanto en el contexto educativo como en el laboral, que regulan el abuso y el maltrato psicológico por parte de compañeros de clase y de trabajo a jóvenes y adultos LGB; de 26 hecho, en algunos manuales de convivencia escolar, se sigue planteando la homosexualidad como mala conducta y por lo tanto causal de expulsión. Para entender mejor el efecto causado a nivel individual, es necesario hacer referencia al concepto de estrés de minoría propuesto por Meyer (2003). El autor introdujo este concepto dando mas claridad a los efectos que tiene el prejuicio sexual por orientación sexual, en las personas LGB. Lo estableció como un modelo próximo – distal, basado en las premisas del estudio del estrés de Lazaruz y Folkman (1984), en el que se describen las estructuras sociales (familia, comunidad, cultura y sociedad) como “conceptos distales”. Los efectos que estas estructuras sociales tienen en el individuo, dependen de cómo sean interpretados en el contexto inmediato de la persona en términos de pensamientos, emociones y acciones. Estos efectos cobran relevancia, de acuerdo con la evaluación personal de las experiencias de vida en estas estructuras sociales distales. Por su parte, King, et al. (2008) realizó un metanálisis y una revisión sistemática acerca de la prevalencia de los trastornos mentales, suicidio y auto-daño en personas lesbianas, gay y bisexuales. Concluyeron que las personas lesbianas, gay y bisexuales están en mayor riesgo que las personas heterosexuales, de presentar conductas suicidas, trastornos mentales y abuso de sustancias. Otro estudio, realizado por Brown (2008), identificó “el impacto de la homofobia impregnada culturalmente y los efectos específicos de las políticas discriminatorias actuales, en personas LGB” (p.169). En esta misma dirección, el estudio de Mays y Cochran (2004), estableció la prevalencia de trastornos mentales y abuso de sustancias entre lesbianas y gays. En Colombia, se han realizado estudios acerca del bienestar de las personas con orientaciones sexuales diversas, específicamente los estudios enfocados en los factores 27 contextuales e individuales que predicen el bienestar psicológico y la salud sexual en personas homosexuales (Rincón, 2005), las áreas de conflicto y estrategias de resolución en parejas del mismo sexo (Villalobos, 2004), y la percepción de la calidad de la relación parento-filial de jóvenes con distintas orientaciones sexuales: su relación con la sexualidad y el bienestar psicológico (Castro, 2009). Los resultados de los estudios de Rincón (2005) y Castro (2009) se ajustan al modelo de estrés de minoría propuesto por Meyer (2003), reseñado anteriormente en este documento. Las personas gay, lesbianas y bisexuales demuestran tener un nivel alto de bienestar; sin embargo, las variables descritas por Rincón (2005) acerca de la percepción de discriminación homosexual y homofobia internalizada, comprobaron que “la discriminación evaluada a partir de la percepción individual de los participantes no mostró ser un factor predictor confiable del bienestar” (p. 33). No obstante, Contrada et al. (2000) afirman que “para las personas pertenecientes a minorías es, en ocasiones, difícil reconocer la discriminación personal y que éste puede ser un mecanismo que les permite proteger su propia imagen y evitar disminuir su sentido de satisfacción” (En Rincón 2005, p. 33). Los resultados de estos estudios son concluyentes en cuanto a la identificación del impacto que tiene el prejuicio sexual por orientación sexual en el bienestar subjetivo y psicológico de las personas gay lesbianas y bisexuales. Los factores contextuales repercuten directamente en los factores interpersonales en términos de prácticas discriminatorias, los cuales influyen directamente en la manera como las personas LGB se sienten con respecto a sí mismas. La sexualidad de las personas gay, lesbianas y 28 bisexuales es interpretada negativamente por el contexto en el que están y, por las personas con las que interactúan cotidianamente. Conclusiones ¿En qué se deben basar las propuestas de bienestar para personas gay, lesbianas y bisexuales, entendiendo el desarrollo de su orientación sexual desde las perspectivas de las trayectorias? El problema de los modelos del desarrollo de la orientación sexual se puede identificar en los siguientes puntos: 1) los modelos del desarrollo de la identidad con la orientación sexual al estar planteados por etapas y en la consecución de tareas psicológicas para la integración en la identidad general, constituyen una falencia teórica y práctica en la realidad de las personas LGB, 2) esta falencia teórico-práctica se traduce en falta de conocimiento empírico sobre la manera como las personas LGB logran alcanzar las metas de los procesos psicológicos del desarrollo de la identidad con la orientación sexual, 3) la realidad de la población homosexual y bisexual, se entiende mejor desde la perspectiva de trayectorias de los procesos psicológicos involucrados en esta faceta de la identidad y, 4) los estudios sobre el desarrollo de la identidad con la orientación sexual presentan sesgos muestrales importantes que no permiten realizar generalizaciones en la población. Por lo tanto, las personas LGB no deben cumplir una serie de tareas psicológicas para pasar de una etapa a otra. Para comprender el desarrollo de la orientación sexual como un recorrido individual que involucra los procesos cognoscitivos, emocionales, comportamentales y relacionales, se deben establecer metas de cada uno de estos procesos para que la persona finalmente logre articular su orientación sexual integrándola 29 en la identidad general, es decir en su autoconcepción. Por lo tanto, las metas de cada uno de los procesos psicológicos descritos, se alcanzarán paulatinamente de acuerdo con el bienestar psicológico y subjetivo que la persona experimente. Para efectos de propuestas de bienestar es necesario realizar estudios longitudinales en los que se involucren personas jóvenes que estén iniciando el cuestionamiento sobre su orientación sexual. La inclusión de esta parte de la población en la muestra de estudios empíricos permitirá diseñar y establecer propuestas de intervención y apoyo durante el desarrollo de la orientación sexual y no cuando la persona haya resuelto el conflicto de su orientación sexual y el daño causado por el prejuicio, ya esté establecido. Adicionalmente, se deben establecer intervenciones psicosociales individuales e interpersonales en donde se estimule el desarrollo habilidades de afrontamiento a las posibles situaciones que involucren manifestaciones homofóbicas. Para lograr este efecto en personas LGB, es necesario trabajar directamente en la disminución de la internalización de la homofobia para así, permitir que personas con orientaciones sexuales diversas ejerzan y exijan sus derechos como cualquier otro ciudadano. En la medida que la persona se siente sujeto de derechos, se empodera para la exigencia de la igualdad. Este empoderamiento repercutirá directamente en la propuesta de políticas públicas incluyentes de la diversidad sexual. Es una labor mancomunada entre los estados y los ciudadanos establecer políticas públicas que propendan por el bienestar de todos los ciudadanos y que, repercutan directamente en el bienestar subjetivo de las personas. 30 Para finalizar, las propuestas de bienestar deben estar enmarcadas dentro de los factores individuales, interpersonales y contextuales para que tengan un impacto multinivel. En ese sentido, desde los individuos hasta los estados se verán beneficiados de la planeación y ejecución de políticas públicas incluyentes que promuevan el bienestar en todos sus ciudadanos. Para poder hacer de esta utopía una realidad, es imperante la producción científica y académica de primer nivel con estudios longitudinales que incluyan muestras representativas de la población de personas con orientaciones sexuales diversas. 31 Anexos Anexo 1. Síntesis del modelo de Cass (Rueda, 2011) Anexo 2. Síntesis del modelo de Coleman (Rueda, 2011) 32 Anexo 3. Síntesis del modelo de Troiden (Rueda, 2011). 33 Anexo 4. Síntesis del modelo de Carrion y Locke (Rueda, 2011). 34 35 Referencias Ashmore, R.D. & Jusimm, L. (1997). Toward a second century of the scientific analysis of self and identity. En: R.D. Ashmore & L. Jussim (Eds.). Self and Identity. (p. 3 – 19). New York: Oxford University Press. Ayub, C; Fisher, K. (2007). Developmental Pathways and intersections among domains of development. EN McCartney, K. & Phillips, P (2009). Blackwell Handbook of early childhood development. Baumeister, R.F. (1987). How the self became a problem: A psychological review of historical research. Journal of Personality and Social Psychology, 52, 163 – 176. Bohan, J. (1996). Psychology and sexual orientation. Coming to terms. Routledge. New York Brown, L. (2008). Trauma and sexual Orientation. 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