La responsabilidad contractual del trabajador

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RELACIONES LABORALES
La responsabilidad contractual del trabajador
JOSÉ LUIS GIL Y GIL, Profesor Titular de Derecho del Trabajo
y miembro del Consejo Asesor de Sagardoy Abogados
La sentencia del Tribunal Superior de
Justicia de las Islas Canarias (Santa
Cruz de Tenerife) de 18 de abril de
2006 (Ar. 1779) considera que un
trabajador incurrió en responsabilidad
contractual, por incumplimiento del
deber de obediencia, y lo condena al
pago de 127.893 euros por los daños
y perjuicios que causó al empresario.
Tras un recordatorio del régimen
jurídico de la responsabilidad contractual y de su aplicabilidad al contrato
de trabajo, analizaré la doctrina que
sienta el Tribunal.
NOCIONES GENERALES
Una de las ideas jurídicas esenciales,
presente ya en el derecho romano, es
la de no causar daño a los demás (alterum non laedere) y de comportarse
con la corrección y prudencia necesarias para que sea posible la convivencia. La máxima constituye una
premisa básica que rige la conducta
humana en todos los actos de la vida,
y ha pasado a ser un principio general del derecho que informa todo el
ordenamiento jurídico. En virtud de
la responsabilidad civil, quien vulnera
un deber de conducta impuesto en
interés de otro sujeto, debe reparar
los daños causados por el propio comportamiento. El Código civil distingue
entre la responsabilidad contractual
y extracontractual. La primera surge
cuando existe una relación jurídica
entre el causante del daño y quien
lo ha sufrido, y el perjuicio deriva del
incumplimiento total o parcial, doloso
o negligente, de una obligación derivada de la relación jurídica. El Código
civil regula esta forma de responsabilidad en los artículos 1101 y siguientes.
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El artículo 1101 declara que quedan
sujetos a la indemnización de los daños y perjuicios causados los que, en
el cumplimiento de sus obligaciones,
incurran en dolo, negligencia o morosidad, y los que de cualquier modo
contravengan el tenor de aquéllas.
de la relación jurídica. De ahí que el
trabajador pueda extinguir el vínculo
jurídico en cualquier momento, sin
alegar una justa causa, y respetando
tan sólo un plazo de preaviso razonable. En general, no puede imputarse
al trabajador la obligación de indemnizar al empresario por los daños y
perjuicios que cause la ruptura del vínculo jurídico. De forma excepcional,
en el desarrollo de la prestación de
servicios, el trabajador puede incurrir
en responsabilidad contractual en los
supuestos de concurrencia desleal,
de incumplimiento de los pactos de
plena dedicación, de no competencia
o de permanencia en la empresa, o de
otros incumplimientos del deber recíproco de la buena fe contractual.
En defecto de normas laborales específicas, el resarcimiento de los daños que
derivan del quebrantamiento de los
deberes del contrato de trabajo se rige
también por las normas civiles sobre la
responsabilidad contractual. Aun así,
varias razones explican que tenga una
escasa aplicación la responsabilidad
contractual del trabajador. Ante todo,
en el contrato de trabajo, el poder disciplinario y el despido garantizan, de
forma satisfactoria para el empresario,
el cumplimiento de la prestación laboral por parte del trabajador.
DOCTRINA JUDICIAL
En general, el incumplimiento del trabajador se traduce en una sanción disciplinaria o en un despido, no en una
indemnización de daños y perjuicios.
El ordenamiento jurídico confiere al
empresario un poder de autotutela
privada, que le habilita para modificar y aun extinguir la relación laboral,
de forma unilateral y extrajudicial. Las
normas laborales presumen la falta
de solvencia del trabajador para hacer frente a una indemnización por
daños y perjuicios. De ese modo, la
responsabilidad disciplinaria desplaza
a la responsabilidad contractual del
trabajador. Por otro lado, la libertad o la voluntariedad es una de las
notas características del trabajador
como sujeto del contrato de trabajo.
Tal libertad ha de hallarse presente no
sólo en el momento de la perfección
del contrato, sino a lo largo de la vida
La sentencia del Tribunal Superior de
Justicia de las Islas Canarias (Santa
Cruz de Tenerife) de 18 de abril de
2006 trae como causa la reclamación
de cantidad de un trabajador que prestaba servicios como responsable de la
sucursal de una agencia de viajes. El
juzgado de lo social de Santa Cruz
de Tenerife desestimó la demanda,
y absolvió a la empresa del pago de
los 3.962,30 euros que reclamaba el
trabajador. También absolvió al trabajador de la reconvención que realizó
la empresa en el juicio, y en la que
solicitaba la cantidad de 29.032.054
pesetas. Con cita de la sentencia del
Tribunal Supremo de 31 de mayo de
2005 (Ar. 9707), el Juzgado de lo Social
entiende que, dado que el trabajador
por cuenta ajena no es el dueño del
valor de su trabajo, tampoco lo es del
desvalor resultante que produzca. De
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lo contrario, desaparecería la ajenidad,
y la prestación de servicios se llevaría
a cabo por cuenta propia. Según el
Juzgado de lo Social, no cabe aplicar el
artículo 1101 del Código civil, al haber
preceptos especiales sobre la responsabilidad contractual en el contrato de
trabajo y, en concreto, los artículos 54
y 55 del Estatuto de los Trabajadores
(ET), sobre el despido disciplinario.
Pues bien, la sentencia del Tribunal
Superior de Justicia descarta que la
nota de la ajenidad sirva para excluir
la responsabilidad contractual del trabajador. El artículo 5 a) ET impone al
trabajador la obligación de cumplir con
las obligaciones concretas de su puesto
de trabajo, de conformidad con las reglas de la buena fe y diligencia. Para la
sentencia, entender que el trabajador
no responde de los daños y perjuicios
que cause a la entidad que lo emplea,
aun cuando incumpla de forma grave
las obligaciones laborales establecidas,
es tan radical como pensar que, dentro
de sus funciones laborales, el trabajador goza de una inmunidad absoluta
respecto de los resultados que pueda
provocar su comportamiento.
El artículo 1104 del Código civil establece que la culpa o negligencia consiste en la omisión de aquella diligencia
que exija la naturaleza de la obligación
y corresponda a las circunstancias de
las personas, del tiempo y del lugar.
En el proceso judicial, quedó probado
que el trabajador, como director de
la oficina, incumplió las directrices de
la empresa. Al actuar con negligencia,
causó un grave perjuicio, que no está
amparado por la relación laboral. El
Tribunal subraya que la responsabilidad disciplinaria del trabajador (arts.
54 y 58 ET) es distinta, independiente
y compatible con la responsabilidad
contractual en que puede incurrir en
el desempeño de sus tareas, al incumplir los preceptos que regulan no sólo
su actuación en el campo concreto
del contrato de trabajo [art. 5 a) ET],
sino la actuación general de toda persona cuando se vincula en cualquier
contrato (arts. 1091, 1101, 1103 y
1104 del Código civil). Según el Tribunal, resulta un contrasentido que la
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sentencia de instancia acoja la deuda
del trabajador sólo para compensar la
deuda de la empresa, pero no para
establecer el saldo a favor de ésta. Si
se aceptara la tesis de la sentencia del
Juzgado de lo Social, en cuya virtud
la nota de la ajenidad en el contrato
de trabajo exonera al trabajador de la
responsabilidad resarcitoria, resultaría
que la cantidad derivada de tal responsabilidad no podría operar ni siquiera
para compensar (arts. 1195 y 1202 del
Código civil) la indiscutible deuda salarial (art. 29 ET) por liquidación que la
empresa adeuda al trabajador.
LAS SENTENCIAS
Para la sentencia, la ajenidad en los
riesgos no implica una exoneración de
la responsabilidad primaria, derivada
de la negligencia o la transgresión de
los deberes de obediencia y buena fe
que sujetan al trabajador (arts. 1 y 5
ET). El trabajador queda obligado a
resarcir al empresario de los daños y
perjuicios que le cause, conforme a lo
establecido en los artículos 1101 y siguientes del Código civil, aplicables en
defecto de normas laborales específicas. Del mismo modo, en lógica reciprocidad, el empresario está obligado
cuando causa un daño al trabajador al
incumplir cualquiera de las obligaciones derivadas del contrato de trabajo,
como acontece en los supuestos de
accidente de trabajo o huelga (STS de
16 de marzo de 1998, Ar. 2993), ya
esté prevista de forma expresa en la
norma concreta que regula tal obligación, como sucede con el artículo
180.1 LPL, o no lo esté, en cuyo caso
se aplica el artículo 1101 del Código civil, que impone la obligación genérica
de indemnizar a la parte que incumple
las obligacion es contractuales.
proceder no sea doloso, sino tan sólo
negligente y no grave, la responsabilidad contractual puede moderarse,
conforme a lo que dispone el artículo
1103 del Código civil, uno de los supuestos a los que remite el artículo 3.2
de dicha ley al referirse a la equidad.
El Tribunal considera que eso acontece en el caso enjuiciado, y reduce el
alcance de la responsabilidad a las tres
cuartas partes de la misma.
Con cita de la sentencia del Tribunal
Superior de Justicia de Madrid de 25
de mayo de 2004 (JUR 241433), que
juzga un caso similar y también modera la responsabilidad del trabajador,
la sentencia estima de forma parcial
la reconvención y, por consiguiente,
condena al trabajador al pago de
la cantidad de 21.279.587 pesetas
(127.893 euros), cantidad que resulta tras reducir la cuarta parte de la
deuda originada y descontar, a su vez,
la cantidad que adeudaba la empresa
al trabajador. De gran importancia, la
sentencia ilustra el juego posible de la
responsabilidad contractual del trabajador en la prestación de servicios por
cuenta del empresario. \
La norma puede tasar la responsabilidad, como ocurre en el supuesto
del despido improcedente del artículo 56.1 ET (STS de 23 de octubre de
1990, Ar. 7709), o bien remitirse a la
regla general de la restitutio in integrum que recogen los artículo 1106
y siguientes del Código civil (STS, Sala
1ª, de 13 de abril de 1987, Ar. 2706).
Ahora bien, en los casos en que el
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