Arq. Juan Antonio Rodríguez Caballero. Arquitectura de tierra en las

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UNIVESIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
práctica complementaria
Asesor: Dr. José Gerardo Guizar Bermúdez
Arquitectura de tierra en las haciendas de la Comarca Lagunera de Coahuila y Durango, siglo
XIX. Repercusión de la industrialización en sus sistemas constructivos y de producción
Presentado por: Arq. Juan Antonio Rodríguez Caballero
Noviembre 2012
Introducción
La hacienda ha tenido un papel muy importante a lo largo de la historia y el desarrollo de nuestro país. La palabra
hacienda en su acepción más general significa bienes, posesiones y riqueza material. En el norte de México, las
haciendas evolucionaron de manera distinta a las del centro del país o a las de la península de Yucatán. El septentrión
novohispano, en su mayor parte árido y hostil, susceptible a las prolongadas sequías y a la escasez de recursos
naturales, condicionó enormemente el desarrollo de las mismas.
El surgimiento de la hacienda estuvo íntimamente ligado con los hallazgos mineros del territorio. Conforme se fue
explorando, descubriendo y colonizando el norte, llevo consigo la necesidad de establecer poblaciones e implantar
básicamente haciendas de beneficio para el sostenimiento de la minería, ambas caminaron en una misma dirección y
aunque gran parte de las minas dejaron de producir, las haciendas subsistieron1.
Su arquitectura se caracteriza por el empleo de materiales de la región como los troncos de mezquite, el carrizo y
el adobe; este último es el principal elemento constructivo y entre sus bondades se encuentran la regulación térmica al
interior de sus habitaciones y la economía de su elaboración, siendo un material amigable con la naturaleza; la
distribución de sus espacios es el resultado de un proceso evolutivo, presentan cambios por medio de la adición y
adecuación de sus áreas para responder a las actividades productivas e industriales que florecieron en la región a finales
del siglo XIX y principios del siglo XX.
El actual ordenamiento de los asentamientos de la Laguna se debe a la presencia de estos espacios,
desgraciadamente la
mayoría se encuentran en desuso, lo cual acarrea su deterioro y la pérdida del patrimonio
edificado, subsistiendo solo algunos de sus componentes como testimonios tangibles de la bonanza del pasado.
1
Durazo Álvarez , Rubén, el camino real de tierra adentro, las haciendas de Durango, centro INAH Durango, pág. 3
2
Conformación histórica de la Comarca Lagunera
En el siglo XVI este territorio se encontraba dentro de la jurisdicción
administrativa
denominada
Alcaldía
Mayor
de
Los
Mezquitales,
Cuencamé, Río de las Nazas y Laguna, en la Nueva Vizcaya. Si esta
Alcaldía Mayor existiera en nuestra época tal y como se creó,
comprendería territorios de Durango, Coahuila y Zacatecas2. A finales del
siglo XVI comenzó la difusión formal del cristianismo por medio de las
misiones jesuitas.
Para el poblamiento de la zona norte se recurrió a la labor de los
misioneros, dadas las condiciones que había a mediados del siglo XVI en
la Nueva España: La misión fue una institución utilizada ampliamente para
reducir a los grupos de nómadas que poblaron la mayor parte del territorio
novohispano. Un establecimiento misional no era solamente un centro de
difusión religiosa, cumplían además otras orientadas a la sedentarización o
reducción de grupos indígenas, mediante la adopción de una serie de
prácticas sociales. 3
Ilustración 1 .Fragmento del mapa de la Laguna, fechado en el año
1787, las letras M y R indican los poblados de Los Hornos y San Juan
de Casta respectivamente. Mapoteca Manuel Orozco y Berra,
servicio de información agroalimentaria y pesquera, SAGARPA
Distribución del territorio
Una práctica muy difundida fue el latifundio, esto es la acumulación de grandes extensiones de tierra en manos de
un solo propietario: [El latifundio] se desarrolló con más facilidad en aquellas regiones de la Nueva España que estaban
2
Corona Páez, Sergio Antonio, La Laguna en el siglo XVIII. Toponimia, cartografía e identidad, Universidad Iberoamericana, pág. 5
3
González Cossio, Francisco, crónicas de la compañía de Jesús en la Nueva España, pág. 53
3
menos pobladas, como las del norte, cuya colonización fue más tardía y difícil por lo que las dotaciones de tierra fueron
más generosas.4 En lo que respecta a la región se formaron tres latifundios: Santa Ana de los Hornos, el marquesado de
Aguayo con su hacienda lagunera San Lorenzo de La Laguna y San Juan de Casta.5
De estos latifundios surgieron las haciendas Laguneras, hacia el año 1850, con la apertura de tierras al cultivo e
inicio de la construcción de obras hidráulicas que permitían el uso de las aguas broncas de los ríos Nazas y Aguanaval.
La falta de medios de transporte adecuados limitó la producción a un mercado regional, por lo que se vendió el algodón a
las industrias textiles de Parras, Tlahualilo y Peñón Blanco.
Arquitectura de las haciendas.
El material que se emplea en la construcción de los grandes cascos fue el adobe, la cubierta de troncos de
mezquite y entablado de madera o carrizo; los marcos de los vanos se realizaban con cantera, generalmente ortogonales
o con dinteles con arcos rebajados. Francisco Durán nos describe cómo son las haciendas:
“La casa grande eran de corte español tradicional: patio en el medio, rodeado de una arcada que distribuía
los cuartos de alrededor del patio, y opuesto al zaguán, cruzando el patio el comedor; la cocina junto a este, atrás
el corral y la huerta. Las haciendas estaban construidas con adobe y sus muros eran de más de un metro de
ancho, las paredes estaban encaladas y a veces tenían guardapolvos pintados; los techos son de vigas de madera
con una altura entre cuatro y cinco metros. En muchas haciendas los servicios sanitarios se encontraban en
habitaciones cercanas al chiquero con retretes de madera. Otras habitaciones separadas servían como caballeriza
con pesebre y pajar; tenía además trojes y cuartos que servían en para el obraje y la fragua6.
4
Rendón Garcini, Ricardo. Haciendas de México, pág. 32
Vargas-Lobsinger, María. Formación y decadencia de una fortuna. Los mayorazgos de San Miguel de Aguayo y de San Pedro del Álamo, 1583-1823. Pág. 15
6
Durán Martínez, Francisco, Cuatro haciendas de Durango: La Concepción, El Casco, La Naicha y san Antonio Piedras. Pp. 85-87
5
4
La industrialización en la región
Un cambio fundamental en la economía y arquitectura fue
provocado al arribo del Ferrocarril Central Mexicano a la estación
Torreón, en el año 1883, expandiendo el comercio del algodón a
otros mercados. Este desarrollo atrajo a la Laguna gran cantidad de
inmigrantes, tanto nacionales como extranjeros, entre 1850 y 1910 la
población se multiplicó diez veces, algunos de ellos se convirtieron en
arrendatarios de extensos predios de las haciendas, o incluso en
pequeños propietarios7.
Ilustración 2. Detalle de vanos en la hacienda de Santa Ana de
Hornos. Colección particular, año 2012
En esta etapa las construcciones continuaron con el empleo
del adobe, la madera y el ladrillo. El cambio más radical fue
provocado en las tipologías de la región, con influencias
de la
arquitectura industrial. Las haciendas de finales del siglo XIX y
principios del XX presentan una configuración similar a sus
predecesoras: la casa principal se configura entorno a un patio
central, en torno al cual se localizan los espacios familiares; sus
muros son de adobe y reducen su espesor a 60cms; losas de
envigado de madera con enladrillado o terrado; los marcos de las
ventanas son de ladrillo, presentan dinteles con arcos escarzanos y Ilustración 3. Hacienda del Pilar, finales del siglo XIX, presenta en
sus vanos jambas de ladrillo y arcos rebajados, además del uso
jambas dentadas (ilustración 2). El principal elemento que se de estructuras de madera para cubrir grandes claros. Colección
particular, año 2011
7
Rendón Garcini, Ricardo. Haciendas de México, pág. 278
5
incorpora al programa arquitectónico de las haciendas es el espacio para la producción, dedicado a la transformación de
la materia prima; tal es el caso del galerón de la hacienda del Pilar, perteneciente al municipio de Matamoros Coahuila, el
cual se utilizaba para el despepite del algodón (ilustración 3).
El ocaso del emporio algodonero
En la revolución, la región fue testigo de cruentas batallas, dejando en cada una grandes saqueos a las haciendas
e incautando la producción para el sostenimiento del movimiento armado. A partir de 1917 surgió una época de bonanza
algodonera, debido al estallido de la primar guerra mundial, el cual cotizó el precio del algodón como nunca se había
visto. A partir de 1927 la siembra del algodón dejó de ser especulativa y ni había expectativa de ganancias.
Los gobiernos post-revolucionarios iniciaron la reforma agraria, una vez en marcha, esta fue incontenible. El 6 de
octubre de 1936 un decreto del presidente Lázaro Cárdenas repartió la mayor parte de las tierras irrigadas de La Laguna
en doscientos noventa y dos ejidos, beneficiando a cerca de treinta y cinco mil campesinos. La hacienda quedó extinta,
cerrando el efímero momento del reino del algodón en la Comarca Lagunera.8
Conclusión
En la actualidad el empleo del adobe ha disminuido drásticamente, ha sido sustituido por materiales como el block
de concreto, siendo el menos indicado para el clima de la región. Para Amos Rapoport existen tres razones por las que la
tradición ha ido menguando, la primera se refiere a que existen un mayor número de edificios, demasiados complejos
para construirse del modo tradicional, la segunda se refiere a la relación errónea del adobe con la marginación, como
signo de atraso cultural y económico, la tercera se refiere a que nuestra cultura premia la originalidad, luchando por
innovar sistemas y materiales para la construcción.
8
Vargas-Lobsinger, María, La hacienda de la concha, una empresa algodonera de la Laguna 1883-1917. Pág. 143
6
En conclusión es necesario revalorar la arquitectura vernácula-tradicional, aprender de ella y de los fines que la
originaron: la adaptación al entorno. Para esto es necesario promover el estudio y la restauración de los edificios
vernáculos antiguos, siendo los testigos de esta arquitectura y preservando las tradiciones constructivas que dan
identidad al sitio.
Bibliografía general.
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Contreras Palacios, Gildardo, Antecedentes históricos a la fundación de Torreón, editorial del Norte Mexicano. Torreón Coahuila. 1992.
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_______ Leonardo Zuloaga, fundador del Torreón. Colección Centenario. Torreón Coahuila. 2003
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Durán y Martínez, Francisco. Las haciendas de la Laguna, Torreón ciudad centenaria, tomo I, grupo editorial Milenio. Año 2006.
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________ Cuatro haciendas de Durango: La concepción, El Casco, La Naicha y san Antonio Piedras. Universidad la Salle, Gob. Del
estado de Durango, México 1997, primera edición.
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González Cossio, Francisco, Crónicas de la compañía de Jesús en la Nueva España, Biblioteca del estudiante universitario # 73, UNAM,
México 1972, segunda impresión.
G. Saravia, Atanasio, apuntes para la historia de la Nueva Vizcaya, tomo II, UNAM, México 1979. Primera edición.
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Jimmie L. King, La arquitectura vernácula del Noreste de México, Universidad de Monterrey.
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Martínez García, Roberto. Santa Ana de Los Hornos y la Flor de Jimulco. Dos haciendas laguneras. Ediciones Cardenche. 1995
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Martínez Saldaña, Tomás. Las haciendas algodoneras en la región de la laguna de Coahuila y de Durango, Origen y evolución de las
Haciendas en México, siglos XVI al XX, memorias del simposio realizado del 27 al 30 de septiembre de de 1989.
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Pablo Martínez del Río. La comarca lagunera a fines del siglo XVI y principios del siglo XVII, según fuentes escritas, UNAM, México 1954
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Rendón Garcini Ricardo, Las Haciendas de México, fondo de cultura Banamex, México, 1997

Vargas-Lobsinger, María. La hacienda de la Concha, una empresa algodonera en la Laguna 1883.1917, UNAM, México 1984.
7
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