778 quienes se aprovecharon de la favorable coyuntura comercial

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quienes se aprovecharon de la favorable c o y u n t u r a comercial para
c u l t i v a r productos m u y solicitados como, por ejemplo, la cochinilla. Estos caciques emplearon m é t o d o s tradicionales de p r o d u c c i ó n
(p. 47), empleados antes de la conquista. D e lo anterior creo poder
deducir que los cultivos en esas "haciendas" (las comillas son mías)
los h a c í a n los mayeques, no los peones que a ú n no e x i s t í a n . E n resumidas cuentas, el autor ve en las haciendas mexicanas, a lo menos
en las primeras, sólo inquilinos, arrendatarios, aparceros.
Si b i e n lo afirmado por Shell puede bien aplicarse a las haciendas ya mencionadas de los caciques indios, no se puede negar que
las futuras haciendas, cuando los e s p a ñ o l e s eran ya propietarios de
las tierras, eran diferentes. Ciertamente, las haciendas novohispanas y p o r supuesto t a m b i é n las posteriores, t e n í a n arrendatariosaparceros, útiles en parte para llenar y vigilar el espacio t a n extenso de los latifundios, en parte como u n a reserva de mano de obra
para las é p o c a s de la siembra y la cosecha. Pero aparte de los i n quilinos, las haciendas tanto agrícolas como ganaderas t e n í a n (norm a l m e n t e ) numerosos peones acasillados sujetos a la disciplina de
la hacienda a cambio de ciertas ventajas. Estos peones acasillados
o acomodados cultivaban productos comerciales como trigo y c a ñ a
bajo la d i r e c c i ó n y la s u p e r v i s i ó n del administrador, de los mayordomos y los capataces. Haciendas que, con su meticulosa aun cuando anticuada contabilidad, eran sin duda de origen novohispano.
Para t e r m i n a r , encuentro curioso que entre las raíces ibéricp.s
de la hacienda mexicana el autor no menciona el cortijo andaluz,
el cual, por su parte, desciende de la villa r o m a n a de la a n t i g ü e d a d .
Esta c o n t i n u i d a d fue mostrada en 1972 por F r a n ç o i s Chevalier en
u n a mesa redonda sobre el latifundismo r o m a n o en E s p a ñ a (publicado en Mélanges de la Casa de Velázquez, t o m o v m (1972), pp.
639-643).
Jan
BAZANT
El Colegio de México
Leonor L U D L O W y Carlos M A R I C H A L (editores), Banca y poder en México (1800-1925).
M é x i c o , E d i t o r i a l G r i j a i b o , 1986, 427 pp.
El v o l u m e n objeto de esta r e s e ñ a es producto de u n coloquio sobre
el c r é d i t o y las finanzas en M é x i c o de 1800 a 1930, que tuvo lugar
a fines de 1984. Consta de doce ensayos escritos por diferentes i n vestigadores de la historia e c o n ó m i c a mexicana. Los estudios es-
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t á n arreglados c r o n o l ó g i c a m e n t e desde el p r i m e r o , que trata de los
a ñ o s anteriores al estallido de la guerra de independencia, hasta
el ú l t i m o que alcanza la f u n d a c i ó n del Banco de M é x i c o en 1925.
El tema es la historia prebancaria que en M é x i c o t e r m i n a en
el a ñ o de 1864 con la f u n d a c i ó n del Banco de Londres, y la banca¬
r i a a p a r t i r de la fecha mencionada, y —como indica el t í t u l o de
la obra— las relaciones estrechas que hubo entre los bancos y las
instituciones precursoras por u n lado, y el Estado por el otro. Las
instituciones precursoras son, en parte, las empresas privadas de
los llamados y desprestigiados agiotistas, y en parte varios " b a n cos" estatales que fueron fundados para fomentar la e c o n o m í a del
país —en p a r t i c u l a r el conocido Banco de A v í o — pero que tuvier o n poca v i a b i l i d a d .
L a idea de estudiar la historia bancaria, usando los archivos de
los mismos bancos objeto de estudio, vino de Europa, donde algunos bancos privados como la casa Rothschild en P a r í s , la firma Ba¬
r i n g and Londres, el C r é d i t Lyonnais y el C r é d i t o Foncier —bancos
de los m á s importantes— h a b í a n abierto hace tiempo sus archivos
a los estudiosos de historia. H a llegado el m o m e n t o , pues, de acometer una tarea semejante a q u í en M é x i c o .
E n esta r e s e ñ a se h a b l a r á ú n i c a m e n t e de los ensayos que t r a t a n
de la é p o c a que empieza con la independencia de M é x i c o y t e r m i na a fines del siglo x i x . Tenemos p r i m e r o dos estudios sobre la
é p o c a llamada de los agiotistas, que en la historia política suele llamarse la é p o c a de Santa A n n a , o sea a grandes rasgos desde la i n dependencia hasta 1855. Barbara T e n e n b a u m , especialista ya
conocida por sus a r t í c u l o s y u n l i b r o sobre los agiotistas, dio a su
c a p í t u l o el apropiado título de "Banqueros sin bancos". Describe
las operaciones de los hombres de finanzas como M a n u e l Escand ó n , algunas de las cuales son bastante bien conocidas, otras no
tanto. Por ejemplo, al inaugurar Santa A n n a su ú l t i m o gobierno,
E s c a n d ó n le propuso fundar u n banco nacional (privado) que se
e n c a r g a r í a de los p r é s t a m o s al gobierno, pero a cambio r e c i b i r í a
p r á c t i c a m e n t e ' el control del fisco. E r a como entregar la S e c r e t a r í a
de Hacienda a u n banco p r i v a d o , o sea separarla del gobierno. Por
fortuna, el entonces secretario de Hacienda, A n t o n i o H a r o y T a m a r i z , r e c h a z ó el proyecto. Santa A.nna h a l l ó poco tiempo d e s p u é s
otra solución para sus necesidades financieras, la venta de L a M e silla, t r a n s a c c i ó n que t a m b i é n se describe en el ensayo. Es sorprendente c u á n poco se sabe t o d a v í a de los agiotistas, tan importantes
como Cayetano R u b i o q u i e n , como tantos otros, abandona a Santa A n n a y apoya d e s p u é s a los r e g í m e n e s liberales (incluso en las
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cuantiosas adquisiciones de los bienes eclesiásticos), pero d e s p u é s
desaparece de la escena. Es interesante saber, como s e ñ a l a tanto
Barbara Tenenbaum, como la autora del artículo siguiente que trata
de la misma é p o c a , Rosa M a r í a M e y e r , que muchas casas comerciales o prebancarias, que t a m b i é n se p o d r í a n llamar durante la
reforma y el segundo imperio ex agiotistas, terminaron en quiebra,
sobre todo algunas importantes firmas extranjeras. N o todos los
negocios con el gobierno t e r m i n a b a n bien para los prestamistas.
Poco se sabe t o d a v í a del fin de estas empresas.
D e s p u é s siguen tres interesantes ensayos regionales. M a r i o Cer u t t i , ya conocido como autor de otros trabajos sobre la historia
e c o n ó m i c a del noreste de la r e p ú b l i c a , escribe sobre los grandes
comerciantes de M o n t e r r e y como prestamistas en los a ñ o s de 1855
a 1890. F i g u r a n conocidos nombres como M a d e r o y tantos otros.
El segundo trabajo, que es de R a q u e l B a r c e l ó , investiga el desarrollo de l a banca en Y u c a t á n y sus relaciones con el h e n e q u é n y
la o l i g a r q u í a henequenera. L a autora utilizó p o r p r i m e r a vez los
archivos bancarios locales. E l tercer estudio regional, de Francisco
N ú ñ e z , es u n a c r ó n i c a — a s í lo l l a m a su autor— de la sucursal del
Banco Nacional de M é x i c o en Guadalajara en los a ñ o s de 1884 a
1914, que se basa en el archivo del mismo banco. E l autor t i t u l ó
su estudio " U n banco que vino del c e n t r o . "
D e s p u é s sigue l a m o n o g r a f í a del editor de la obra, Carlos M a r i chai, l a cual, en m i modesta o p i n i ó n , d e b e r í a figurar al p r i n c i p i o
o tal vez al final de la obra. Su título es " E l nacimiento de l a banca
mexicana en el contexto latinoamericano: problemas de periodizac i ó n " . Es el ú n i c o ensayo en que M é x i c o es concebido como parte
de u n a entidad m a y o r : A m é r i c a L a t i n a . El autor distingue dos periodos fundamentales en el desarrollo bancario latinoamericano. E l
de 1850 a 1873, periodo de experimentos, muchas veces fracasados (no se olvide l a crisis m u n d i a l de 1873) y el de 1880 a 1900
cuando se establece en A m é r i c a L a t i n a u n sistema bancario moderno para aquellos tiempos.
El ensayo siguiente, " T r a y e c t o r i a de la banca en M é x i c o hasta
1910" de J o s é A n t o n i o B á t i z , describe todos los proyectos habidos
y por haber incluso los estatales de fundar bancos con el fin de a l i \MQr 1 o
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el famoso Banco N a c i o n a l de A m o r t i z a c i ó n de la moneda de cobre, fundado a principios de 1837, se limitó principalmente a financiar la guerra de Tejas, la guerra con Francia y a "satisfacer
las necesidades especiales de la A d m i n i s t r a c i ó n P ú b l i c a " (p. 273),
Santa A n n a lo l i q u i d ó en 1841. T a m b i é n se describe el antes m e n -
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donado proyecto de Manuel E s c a n d ó n de 1853 de fundar un banco privado que dominaría a la Hacienda Pública y se convertiría
así en un estado dentro del Estado. Otro proyecto semejante fue
el del 30 de abril de 1856, que no se realizó a causa de las complicaciones que no tardaron en presentarse al gobierno liberal, como
la ley Lerdo, la constitución de 1857, la ley Iglesias y, por último,
la guerra de reforma.
E l último estudio del que se hablará aquí es de Leonor Ludlow,
trata de la formación del Banco Nacional de M é x i c o cuyos archivos sirvieron de materia prima. E n 1880 se reanudan las relaciones diplomáticas entre Francia y M é x i c o y se busca capital europeo
principalmente francés, para fundar un banco moderno (ya existía
a partir de 1864 un banco con capital inglés, el Banco de Londres).
E l resultado: la fundación del Banco Nacional Mexicano y el establecimiento de la red nacional de sucursales. Como competencia
surgió el Banco Mercantil Mexicano. E n 1884 ambos bancos se fusionaron, creando el Banco Nacional de M é x i c o .
L o único que echamos de menos en este buen libro es un capítulo sobre el Banco de Londres y M é x i c o .
Jan
BAZANT
El Colegio de México
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