TEMAS FUNDAMENTALES DE LA NIÑEZ Y ADOLESCENCIA EN LA JUSTICIA PENAL JUVENIL irreparable e inmediato, el cual produce una inhibición de la víctima de sus mecanismos defensivos accediendo a los propósitos lascivos del sujeto activo176. Al efecto, el mal con que se amenaza a la víctima debe ser de realización inmediata, so pena que de no acceder se vería conminada a sufrir un perjuicio grave en su persona o en un tercero177. De ahí que no puede considerarse agresión o violación sexual por esta modalidad, cuando se da un tiempo a la víctima para que pueda decidir si acepta o no a participar en el hecho178. Claro, en la comprobación procesal de este supuesto entran en juego una variedad de circunstancias que se relacionan con el contexto familiar o social de la víctima, y que en algún sentido puedan confundirse con las modalidades de prevalimiento –padres/hijas o maestro/alumnas–. Abusos sexuales. Distintos a los anteriores, la protección penal que se dispensa a los jóvenes comprendidos entre los 15 a los 18 años de edad se condiciona a la existencia de engaño o a una situación de prevalimiento, como acontece con la regulación del estupro (arts. 163 y 164 CP) o del acto sexual diverso que relaciona como medio comisivo al engaño, o sin el consentimiento de alguien menor de 16 años. Reviviscencia de la violación y agresión presunta. De acuerdo a lo anterior, la problemática que presenta el Código Penal en esta materia es haber equiparado ciertas formas de abuso sexual al grado de violación o agresión sexual, pese a no concurrir fuerza o intimidación. En tal sentido, tanto el artículo 159 como el 161 hacen referencia al aprovechamiento de un estado de enajenación mental, estado de inconsciencia o incapacidad para resistir, además del supuesto de minoría de edad. En relación a los tres primeros, no estamos en presencia de una compulsión material, ni tan siquiera física, sino ante situaciones donde la víctima no puede utilizar sus mecanismos de autodefensa por estar impedida mental o físicamente para ello. Obviamente, que tal situación evita por parte del sujeto activo cualquier despliegue de fuerza o compulsión material hacia la víctima179. Vemos entonces, que en estos casos más que una violación o agresión presunta nos encontramos ante verdaderos abusos sexuales, pues no concurre violencia física o intimidatoria, sino la inexistencia de voluntad en el sujeto pasivo por 176 Ibídem, Pág. 205. 177 GIMBERNAT, Sobre algunos aspectos del delito de violación en el Código penal español, con especial referencia a la violación intimidatoria, ADPCP, fascículo III, 1969, Pág. 497. Y resulta claro para el prestigioso profesor español que únicamente puede haber violación con intimidación cuando se amenaza con matar, violar o agredir a un tercero o la misma mujer –y podríamos agregar a un hombre también–. 178 Ibídem. 179 SÁNCHEZ TOMAS, La violencia en el Derecho Penal, Edit. Bosch, Barcelona, 1999, Pág. 83. 94