TEMAS FUNDAMENTALES DE LA NIÑEZ Y ADOLESCENCIA EN LA JUSTICIA PENAL JUVENIL Al parecer, tal interpretación se muestra en consonancia con lo estipulado en el art. 160 CP, cuando estipula que el sujeto activo “realice en otra persona”, lo cual en una interpretación restrictiva volvería atípica la conducta de quien obliga a una persona a soportar besos o tocamientos en partes genitales por parte de un tercero, lo cual a todas luces choca con la más elemental sensibilidad jurídica. Aparte de ello, es criticable la formulación del tipo penal de violación (art. 158 CP), en la medida que únicamente hace referencia a la violencia sin distinguir entre la física, psíquica y la que se efectúa sobre las cosas (“vis in rebus”), que al parecer también quedaría comprendida dentro del ámbito de aplicación del tipo –por ejemplo: se amenaza a la víctima con destruir su valioso jarrón sino accede a tener acceso carnal con el autor–173. Pero en realidad, el aspecto decisivo en materia de la agresión sexual –del cual la violación no es más que una especie regulada autónomamente por su gravedad– es que el ejercicio de violencia debe contar con cierta trascendencia y debe mostrarse idónea para afectar de modo relevante la sexualidad ajena. Esto ya se había puesto en evidencia por GIMBERNAT, al aÀrmar que acontece una violencia física idónea cuando se ata a una mujer o es sujetada por alguien de un grupo de personas para acceder físicamente a ella. Pero también se ejerce una intimidación de suma gravedad cuando se muestra una navaja o se proÀere por parte del atacante la amenaza de matarla sino accede a la cópula carnal. Esto lo lleva a aÀrmar que, por la gravedad de la pena que trae consigo la Àgura típica de la violación o de la agresión sexual, solo aquellas conductas de carácter sumamente grave deben quedar comprendidas dentro de las mismas. En el caso de la fuerza física, no exige de forma relativa una encarnizada resistencia de la víctima, sino que basta que sea intensa, suÀciente y eÀcaz para doblegar a la últimamente citada174. Por ende, la resistencia es un elemento indiciario del carácter no consentido de la práctica penal175. Sin embargo, en todo caso, se requerirá comprobar la existencia de una relación de causalidad adecuada entre el ejercicio de la violencia y el acceso carnal. Por otra parte, en la violación intimidatoria se trata de un constreñimiento psicológico de obra o de palabra consistente en ocasionar un mal injusto, posible, 173 Sobre tal hipótesis, MORALES PRATS, en QUINTERO OLIVARES, Comentarios, citado, Pág. 233. 174 Como apunta MORALES PRATS, conviene tener en cuenta todas las circunstancias concurrentes, tanto subjetivas –edad de los sujetos activo y pasivo, constitución física de ambos, etc.– como objetivas –lugar, momento, etc. –. De igual forma, la magnitud de la violencia idónea habrá que medirse con criterios cualitativos y no cuantitativos, y en este contexto la mayor o menor resistencia se revela como un expediente destinado a satisfacer el siempre espinoso problema de la prueba de la falta de consentimiento. Al efecto, véase: MORALES PRATS, en QUINTERO OLIVARES, Comentarios, citado, Pág. 234. 175 Al respecto: ORTS BERENGUER, en VIVES y otros, Derecho Penal, parte especial, citado, Pág. 203. 93