Causas de la decadencia actual de la humanidad -Primera parteFrank David Bedoya Muñoz. Enero de 2010 * * * Proemio Si para alguien las guerras imperialistas del siglo XX y XXI, el fanatismo religioso imperante -portador de los más grandes odios en contra de la vida-, la miseria y la violencia causada por el capitalismo, el abuso y la creciente destrucción del planeta, no son evidencia suficiente de que la humanidad está en la más profunda decadencia… Ese alguien seguramente, o es un religioso -ya sea en el catolicismo, o en cualquier versión del cristianismo, o en el judaísmo, o en el islamismo, o cualquier superstición que se pueda imaginar-, o es un capitalista –ya sea porque en verdad es un acumulador del capital o un pobre que le han hecho creer que algún día también él acumulará-, o es un ignorante que no sabe, -o no le interesa-, que la especie humana está en peligro de extinción, por causa de sí misma… O quizá ese alguien, sea todo lo anterior a la vez, un religioso, un capitalista y un egoísta cegado por su vanidad y ambición. En mi concepto, las causas de la decadencia actual de la humanidad, son dos: 1) La mayoría de los seres humanos aún son religiosos. 2) La forma en que la mayoría de los seres humanos se relacionan con el planeta y consigo mismos es la depredación. * * * 1. La mayoría de los seres humanos aún son religiosos. Una de las características más notables de los seres humanos ha sido su condición religiosa, esta condición, como veremos más adelante, será una condición perjudicial para la vida. Algunos hombres y algunas mujeres por el cultivo de la filosofía, la ciencia y el arte, han superado esa condición, pero la mayoría de los seres humanos aún permanecen en ese estado. Fue Sigmund Freud quien realizó un mayor esclarecimiento sobre las representaciones religiosas en sus textos El porvenir de una ilusión y El Malestar en la cultura. Allí en medio de un profundo análisis de la condición humana, Freud muestra el desvalimiento y el desconcierto del género humano y explica cómo la mayoría de los hombres creen que no podrían soportar la vida sin la religión. “He intentado mostrar que las representaciones religiosas provienen de la misma necesidad que todos los otros logros de la cultura: la de preservarse frente al poder hipertrófico y aplastante de la naturaleza. A esto se suma un segundo motivo: el esfuerzo por corregir las imperfecciones de la cultura, penosamente sentidas.”1 Freud muestra la génesis psíquica de las representaciones religiosas de esta forma: “Estas que se proclaman enseñanzas no son decantaciones de la experiencia ni resultados finales del pensar; son ilusiones, cumplimientos de los deseos más antiguos, más intensos, más urgentes de la humanidad; el secreto de su fuerza es la fuerza de estos deseos. Ya sabemos que la impresión terrorífica que provoca al niño su desvalimiento ha despertado la necesidad de protección -protección por amor-, proveída por el padre; y el conocimiento de que ese desamparo duraría toda la vida causó la creencia en que existía un padre, pero uno mucho más poderoso. El reinado de una Providencia divina bondadosa calma la angustia frente a los peligros de la vida; la institución de un orden ético del universo asegura el cumplimiento de la demanda de justicia, tan a menudo incumplida dentro de la cultura humana; la prolongación de la existencia terrenal en una vida futura presta los marcos espaciales y temporales en que están destinados a consumarse tales cumplimientos de deseo. A partir de las premisas de este sistema, se desarrollan respuestas a ciertos enigmas que inquietan al apetito humano de saber; por ejemplo, el de la génesis del mundo y el del vínculo entre lo corporal y lo anímico; significa un enorme alivio para la psique del individuo que se le quiten de encima los conflictos, nunca superados del todo, que nacieron en su infancia en torno del complejo paterno, y se le provea una solución universalmente admitida.”2 Y más adelante agrega: “Las doctrinas religiosas […] todas ellas son ilusiones, son indemostrables, nadie puede ser obligado a tenerlas por ciertas, a creer en ellas. Algunas son tan inverosímiles, contradicen tanto lo que trabajosamente hemos podido averiguar sobre la realidad del mundo, que se las puede comparar -bajo la debida reserva de las diferencias psicológicas- con las ideas delirantes.”3 Freud sustentará además “la tesis de que la cultura corre mayor peligro aferrándose a su vínculo actual con la religión que desatándolo.”4 Y concluirá que: “La religión sería la neurosis obsesiva humana universal.”5 Sigmund Freud, El porvenir de un ilusión, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1979, tomo XXI, p. 21. Ibíd. p. 30. 3 Ibíd. p. 31. 4 Ibíd. p. 35. 1 2 Con este magistral escrito del año 1927 Freud explica ampliamente que la religión es una ilusión del hombre, y que la ciencia es el camino para su liberación. Dos años más tarde en su texto El Malestar en la cultura Freud acentúa sus tesis sobre la religión. “En cuanto a las necesidades religiosas, me parece irrefutable que derivan del desvalimiento infantil y de la añoranza del padre que aquel despierta, tanto más sí se piensa que este último sentimiento no se prolonga en forma simple desde la vida infantil, sino que es conservado duraderamente por la angustia frente al hiperpoder del destino.”6 “Lo que el hombre común entiende por su religión: el sistema de doctrinas y promesas que por un lado le esclarece con envidiable exhaustividad los enigmas de este mundo, y por otro le asegura que una cuidadosa Providencia vela por su vida y resarcirá todas las frustraciones padecidas en el más acá. El hombre común no puede representarse esta Providencia sino en la persona de un Padre de grandiosa envergadura. Sólo un Padre así puede conocer las necesidades de la criatura, enternecerse con sus súplicas, aplacarse ante los signos de su arrepentimiento. Todo esto es tan evidentemente infantil, tan ajeno a toda realidad efectiva, que quien profese un credo humanista se dolerá pensando en que la gran mayoría de los mortales nunca podrán elevarse por encima de esa concepción de la vida.”7 “La religión. […] Su técnica consiste en deprimir el valor de la vida y en desfigurar de manera delirante la imagen del mundo real, lo cual presupone el amedrentamiento de la inteligencia. A este precio, mediante la violenta fijación a un infantilismo psíquico y la inserción en un delirio de masas.”8 Es pues la religión la mayor enemiga de la cultura y de la vida, y en especial la religión cristiana, ya Nietzsche había advertido esto ampliamente. Freud lo insinuó en tan sólo tres renglones. “En el triunfo del cristianismo sobre las religiones paganas tiene que haber intervenido un factor así, de hostilidad a la cultura; lo sugiere la desvalorización de la vida terrenal, consumada por la doctrina cristiana.”9 Ibíd. p. 43. Sigmund Freud, El malestar en la cultura, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1979, tomo XXI, p. 72. 7 Ibíd. p. 74. 8 Ibíd. p. 84. 9 Ibíd. p. 86. 5 6 Pero si bien, las representaciones religiosas son una ilusión muy poderosa en los hombres, de la cual es tan difícil liberarse, es necesario destacar y denunciar hasta la saciedad, cómo se han aprovechado de esta situación la iglesia católica, la mayoría de los gobernantes cristianos, y miles de charlatanes que se ha proclamado pastores de las “almas” en este mundo. Y ha sido el cristianismo el mayor causante de la violencia en la vida de la mayoría de los seres humanos. Bueno no sólo el cristianismo –él en primer lugar- le siguen el judaísmo, el islamismo y cuanta secta se ha esparcido como una pandemia en todos los lugares del mundo. Hay que decirlo sin tapujos, durante la historia de la humanidad, muchas personas e instituciones, se han lucrado con la condición religiosa del hombre y han impedido de miles formas, que la filosofía, la ciencia y el arte, liberen al hombre de esta perniciosa e infantil ilusión. Frente a esta oprobiosa situación, Michel Onfray, un filósofo francés actual, ha postulado un brillante Tratado de ateología. En concordancia con las tesis de Freud, Onfray escribió: “No desprecio a los creyentes, no me parecen ni ridículos ni dignos de lástima, pero me parece desolador que prefieran las ficciones tranquilizadoras de los niños a las crueles certidumbres de los adultos. Prefieren la fe que calma a la razón que intranquiliza, aún al precio de un perpetuo infantilismo mental.”10 Igual su indignación: “El creyente, vaya y pase; el que se erige en su pastor, ya es demasiado.”11 Un aspecto bastante interesante que subraya Onfray es el hecho de que al parecer la época en que vivimos, el siglo XXI, ya no es religiosa, y precisamente lo que sigue ocurriendo es lo contrario, el mundo que habitamos aún es cristiano, observemos con atención: “La época en que vivimos no es, pues, atea. Tampoco parece poscristiana, o apenas. En cambio, sigue siendo cristiana, y mucho más de lo que parece. […] La desaparición de la práctica religiosa, la aparente autonomía de la ética con respecto a la religión, la pretendida indiferencia con la relación a las apelaciones papales, las iglesias vacías los domingos –aunque no para las bodas y menos aún para los entierros…-, la separación de la Iglesia y el Estado, todos esos signos dan la impresión de que vivimos en una época que se preocupa poco por la religión. Cuidado… Quizá la desaparición aparente no oculta la presencia poderosa, eficaz y determinante del judeocristianismo. […] El judeocristianismo deja tras de sí una episteme y un soporte sobre el cual se llevan a cabo todos los intercambios mentales y simbólicos. Sin el sacerdote o su sombra, sin el 10 11 Michel Onfray, Tratado de ateología, Anagrama, Barcelona, 2006, p. 21. Ibíd. p. 23. religioso o sus adulones, dos milenios de historia y dominación ideológica continúan sometiendo, forjando y formateando a los sujetos. […] Desde luego, muchos no creen en la transubstanciación, la virginidad de María, la inmaculada concepción, la infalibilidad del Papa y otros dogmas de la Iglesia católica, apostólica y romana. ¿La presencia efectiva y no simbólica del cuerpo de Cristo en la hostia o en el cáliz? ¿La existencia del Infierno, del Paraíso o del Purgatorio con sus respectivas geografías y lógicas propias? ¿La realidad de un limbo donde languidece el alma de los niños muertos antes del bautismo? Ya nadie acepta esas tonterías, ni siquiera y sobre todo católicos fervientes que van a mis todos los domingos. ¿Dónde, pues, se halla el sustrato católico? ¿Dónde la episteme judeocristiana? En el concepto de que la materia, lo real y el mundo no agotan la totalidad. […] ¿Nos reímos de las palabras del Papa sobre la condena del preservativo? Pero aún nos casamos por la Iglesia, para complacer a la familia y a los suegros, afirman los hipócritas. ¿Sonreímos ante la lectura del Catecismo… si tenemos, al menos, la curiosidad de consultarlos? Pero el número de entierros civiles es ínfimo… ¿Nos burlamos de los curas y sus creencias? Pero recurrimos a ellos para las bendiciones, esas indulgencias modernas que reconcilian a los hipócritas de ambos bandos: los solicitantes transigen con sus allegados y, a la vez, los celebrantes recuperan algunos clientes… […] La carne occidental es cristiana. Incluso los ateos, musulmanes, deístas y agnósticos educados, criados o instruidos en la zona geográfica e ideológica judeocristiana… El cuerpo que habitamos, el esquema corporal platónico-cristiano que heredamos, la simbólica de los órganos y sus funciones jerarquizadas –la nobleza del corazón y el cerebro, la grosería de las vísceras y el sexo, neurocirujano contra proctólogo…-, la espiritualización y desmaterialización del alma, la articulación de una materia pecaminosa y un espíritu luminoso, la connotación ontológica de esas dos instancias opuestas de modo artificial, las fuerzas turbadoras de una economía libidinal moralmente captada, todo eso estructura el cuerpo a partir de dos mil años de discursos cristianos: la anatomía, la medicina, la fisiología, desde luego, pero también la filosofía, la teología y la estética contribuyen a la escultura cristiana de la carne.”12 Onfray muestra, cómo la concepción sobre todos los asuntos de la vida sigue siendo judeo-cristiana. Este Tratado de ateología es brillante, y aún tiene mucho camino por recorrer. Onfray se propone deconstruir los tres monoteísmos y muestra lo que tienen en común, una serie de odios impuestos con violencia… odio a la inteligencia… odio a la vida… odio a este mundo… odio al cuerpo… odio a las mujeres… odio al sexo…. Y la lista de odios puede seguir… En fin, Onfray muestra el derrotero de la ateología: “Deconstruir los monoteísmos, desmitificar el judeocristianismo –también el islam, por supuesto-, luego desmontar la teocracia: éstas son las tres tareas inaugurales para la ateología. A partir de ellas, será posible elaborar un nuevo orden ético y crear en Occidente las condiciones para una verdadera moral poscristiana donde el cuerpo deje de ser un castigo y la tierra un valle de lágrimas, la vida una catástrofe, el placer un 12 Ibíd. p. 59. pecado, las mujeres una maldición, la inteligencia una presunción y la voluptuosidad una condena.”13 He ahí la tarea. Pero valga recordar, que el punto de partida en Occidente para derrocar al cristianismo, lo señaló, lo posibilitó Friedrich Nietzsche. Onfray en su Tratado de Ateología también lo expresó: “Apareció Nietzsche. Y con él, el pensamiento idealista, espiritualista, judeocristiano, dualista, es decir, el pensamiento dominante empieza a preocuparse: su monismo dionisiaco, su lógica de las fuerzas, su método genealógico, su ética atea, permiten vislumbrar una salida al cristianismo. Por primera vez, un pensamiento poscristiano radical y elaborado aparece en el horizonte occidental.”14 El mayor ataque al cristianismo lo ejecutó Nietzsche. En este punto, sería imperdonable, no darle la palabra a él. Observemos su última sentencia en El Anticristo: “Yo condeno al cristianismo, yo levanto contra la Iglesia cristiana la más terrible de todas las acusaciones que jamás acusador alguno ha tenido en su boca. Ella es para mí la más terrible de todas las corrupciones imaginables, ella ha querido la última de las corrupciones posibles. Nada ha dejado la Iglesia cristiana de tocar con su corrupción, de todo valor ha hecho un no -valor, de toda verdad, una mentira, de toda honestidad, una bajeza de alma. ¡Que alguien se atreva todavía a hablarme de sus bendiciones «humanitarias»! El suprimir cualquier calamidad iba en contra de su utilidad más profunda, - ella ha vivido de calamidades, ella ha creado calamidades, con el fin de eternizarse a sí misma… El gusano del pecado, por ejemplo: ¡La iglesia es la que ha enriquecido a la humanidad con esa calamidad! - La «igualdad de las almas ante Dios», esa falsedad, ese pretexto, para los rancunes [rencores] de todos los que tienen sentimientos viles, ese explosivo de concepto, que ha acabado convirtiéndose en revolución, idea moderna y principio de decadencia del orden social entero - es dinamita cristiana… ¡Bendiciones «humanitarias» del cristianismo! ¡Extraer de la humanitas una autocontradicción, un arte de la autodeshonra, una voluntad de mentira a cualquier precio, una repugnancia, un desprecio de todos los instintos buenos y honestos! - ¡Ésas serían para mí las bendiciones del cristianismo! - El parasitismo como única práctica de la Iglesia; con su ideal de clorosis, con si ideal de santidad, beber hasta el final toda sangre, todo amor, toda esperanza de vida; el más allá, como negación de toda realidad; la cruz como signo de reconocimiento para la más subterránea conjura habida hasta nunca, - contra la salud, la belleza, la buena constitución, la valentía, el espíritu, la bondad del alma, contra la vida misma… 13 14 Ibíd. p. 77. Ibíd. p. 50. Esta eterna acusación contra el cristianismo voy a escribirla en todas las paredes, -allí donde haya paredes, -tengo letras que harán ver incluso a los ciegos… Yo llamo al cristianismo la única gran maldición, la única grande intimísima corrupción, el único gran instinto de venganza, para el cual ningún medio es bastante venenoso, sigiloso, subterráneo, pequeño, - yo lo llamó la única inmortal mancha deshonrosa de la humanidad… ¡Y se cuenta el tiempo desde el dies nefastus [día nefasto] en que empezó esa fatalidad, desde el primer día del cristianismo! - ¿Por qué no, mejor, desde su último día? - ¿Desde hoy? - ¡Transvaloración de todos los valores!...”15 Es pues, Friedrich Nietzsche, desde la filosofía, quien le propinó el ataque más contundente al cristianismo. Peter Sloterdijk expresó que quien ha vivido después de Nietzsche, “lo ha tenido más fácil. Nietzsche ya le había avisado de los tres imperdonables pecados originales de la conciencia: idealismo, moralismo y resentimiento.”16. Es ciertamente la obra de Nietzsche la más liberadora y perturbadora, pero, su obra, no es para las masas, si algún inculto, toma algún libro de Nietzsche, termina confundiéndolo todo. Además se sabe que la filosofía, es una fuente inagotable, de donde sólo beben pocos… La mayoría, por el contrario, sigue creyéndole a los curas y a los monopolios de los medios de comunicación. Sin embargo Nietzsche sigue allí…. Para todo aquel que quiera, pueda y se atreva, a pensar un mundo distinto, que no sea judeocristiano…. He dicho pues antes, que una de las causas de la decadencia actual de la humanidad, es que la mayoría de los seres humanos aún son religiosos. ¿Será posible que esto algún día cambie? Recordemos una vez más lo que advertía Freud sobre las representaciones religiosas: “Quien profese un credo humanista se dolerá pensando en que la gran mayoría de los mortales nunca podrán elevarse por encima de esa concepción de la vida.”17 ¿Será posible la superación de esta decadencia? En el comienzo del siglo XXI no parece haber indicios de que esto cambie. El autor de este ensayo, se duele al ver que esto cada vez se pone peor, que cada vez se impone más lo reaccionario, lo conservador, lo religioso, lo supersticioso. ¿Espíritus libres? ¿Ateos? ¿Filósofos? ¿Artistas? ¿Dónde los hay? Sí existimos algunos, pero somos muy pocos…. Estamos haciendo muy poco. Se sabe además, que un hombre religioso, no superará esta condición con argumentos racionales, ni mucho menos con escritos. Sería ridículo creer que con palabras impresas, vamos a liberar a alguien de su fe, de su ilusión, seríamos iguales de ingenuos, como Friedrich Nietzsche, El Anticristo, Alianza Editorial, 2000, p. 120. Peter Sloterdijk, El pensador en escena, Pre-Textos, 2000, p. 183. 17 Sigmund Freud, El malestar en la cultura, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1979, tomo XXI, p. 74. 15 16 aquellos evangélicos de calle, que creen que repartiendo papeles, encontraran más adeptos para sus sectas. El problema que se ha esbozado es de una complejidad colosal, la Iglesia católica, aún tiene un dominio global sobre los seres humanos, todos, aún siguen como borregos los dictados de la “santa madre Iglesia”, en la ética, en la política… El poder del vaticano, sigue allí…… con toda su burocracia, efectiva para administrar el mundo del más acá. La corrientes protestantes, y el cristianismo norteamericano, sigue inundando de iglesias de garaje a América Latina… los espectáculos mediáticos, llenos de milagros y extravagancias están por doquier. Los imperialistas siguen haciendo sus guerras en nombre de Dios, el tirano y criminal que está en el poder en Colombia, es el más rezandero e invocador de santos y de fanatismos. La Iglesia católica ha estado siempre de la mano de los imperios, el dominio del hombre para usufructo de los poderes establecidos… Antes las monarquías, hoy el capitalismo. La inmensa mayoría vive en los valores de un mundo cristiano y burgués, es decir, un mundo de hipocresía y de depredación. Ciertamente alguien diría que cada uno es libre de creer en lo que quiera, y a ese alguien, le respondería, que precisamente ocurre todo lo contrario, desde que un niño nace en Occidente, (bueno el Oriente no se queda atrás en fanatismos) se le está alimentado un credo religioso, la educación que recibe es religiosa, desde niño, se le impone tal concepción de la vida. Hay que decirlo, la humanidad no ha superado su condición religiosa, esa neurosis obsesiva humana universal, como la nombró Freud. Si hay alguien cerrado, a la inteligencia, al respeto por las ideas distintas… ese es un ser religioso… Son además los más violentos y excluyentes… y sus fanatismos los hacen ser los portadores de las posturas más exacerbadas y fundamentalistas. Son los seres humanos religiosos, los que promueven las guerras, los que prolongan las ideas de que la miseria, el dolor y la pobreza, son un designio de un “Dios”. Dios ha muerto, ya lo anunció Nietzsche. La naturaleza odiosa e hipócrita de los monoteísmos ya está profundamente develada. Habría que criar un hombre nuevo. ¿Podemos hacerlo? ¿Queremos hacerlo? * * * Sí, depredación…. La segunda causa de la decadencia actual de la humanidad: La forma en que la mayoría de los seres humanos se relacionan con el planeta y consigo mismos es la depredación. Causas de la decadencia actual de la humanidad -Segunda parteFrank David Bedoya Muñoz. Enero de 2010 * * * 2. La forma en que la mayoría de los seres humanos se relacionan con el planeta y consigo mismos es la depredación. Los libros más importantes del siglo XX para comprender la humanidad actual, son El Malestar en la cultura de Sigmund Freud y El contrato natural de Michel Serres. En ningún caso el siguiente ensayo, pretende resumir tan importantes obras, ni mucho menos, dar una interpretación total de ellas, -ojalá, lo que se logre, sea la incitación para una nueva lectura dichas obras-. Lo que se realizará a continuación, será tomar algunas ideas de estos textos, para discernir sobre la forma depredadora de los seres humanos en su cultura actual. Freud pregunta: “¿Qué es lo que los seres humanos mismos dejan discernir, por su conducta, como fin y propósito de su vida? ¿Qué es lo que exigen de ella, lo que en ella quieren alcanzar?”18 Y luego responde: “Quieren alcanzar la dicha, conseguir la felicidad y mantenerla.”19 Y concluye, que en el ser humano, el programa del principio de placer, es el que fija su fin a la vida. Pero advierte: “Desde tres lados amenaza el sufrimiento; desde el cuerpo propio, que, destinado a la ruina y la disolución, no puede prescindir del dolor y la angustia como señales de alarma; desde el mundo exterior, que puede abatir sus furias sobre nosotros con fuerzas 18 19 Sigmund Freud, El malestar en la cultura, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1979, tomo XXI, p. 76. Ibíd. p. 76. hiperpotentes, despiadadas, destructoras; por fin, desde los vínculos con otros seres humanos.”20 Freud hace un inventario de los distintos procedimientos que el ser humano ha utilizado para alcanzar la dicha, observemos: - “Una soledad buscada, mantenerse alejado de los otros, es la protección más inmediata que uno puede procurarse contra las penas que depare la sociedad de los hombres.”21 - “Como miembro de la comunidad, y con ayuda de la técnica guiada por la ciencia, pasar a la ofensiva contra la naturaleza y someterla a la voluntad del hombre.”22 - “El método más tosco, pero también el más eficaz, para obtener ese influjo es el químico: la intoxicación.”23 [Por ejemplo, unos buenos aguardientes.] - “Cuando se matan las pulsiones, como enseña la sabiduría oriental y lo practica el yoga. Si se lo consigue, entonces se ha resignado toda otra actividad (se ha sacrificado la vida), para recuperar, por otro camino, sólo la dicha del sosiego.”24 - “Satisfacciones como la alegría del artista en el acto de crear, de corporizar los productos de su fantasía, o como la que procura al investigador la solución de problemas y el conocimiento de la verdad, poseen una cualidad particular que, por cierto, algún día podremos caracterizar metapsicológicamente. Por ahora sólo podemos decir, figuralmente, que nos aparecen «más finas y superiores», pero su intensidad está amortiguada por comparación a la que produce saciar mociones pulsionales más groseras, primarias; no conmueven nuestra corporeidad. Ahora bien, los puntos débiles de este método residen en que no es de aplicación universal, pues sólo es asequible para pocos seres humanos. Presupone particulares disposiciones y dotes, no muy frecuentes en el grado requerido. Y ni siquiera a esos pocos puede garantizarles una protección perfecta contra el sufrimiento; no les procura una coraza impenetrable para los dardos del destino y suele fallar cuando la fuente del padecer es el cuerpo propio.”25 - “Hay otro procedimiento más enérgico y radical. Discierne el único enemigo en la realidad, que es la fuente de todo padecer y con la que no se puede convivir; por eso es Ibíd. p. 76. Ibíd. p. 77. 22 Ibíd. p. 77. 23 Ibíd. p. 77. 24 Ibíd. p. 78. 25 Ibíd. p. 80. 20 21 preciso romper todo vínculo con ella, si es que uno quiere ser dichoso en algún sentido. El eremita vuelve la espalda a este mundo, no quiere saber nada con él.”26 - “Particular significatividad reclama el caso en que un número mayor de seres humanos emprenden en común el intento de crearse un seguro de dicha y de protección contra el sufrimiento por medio de una trasformación delirante de la realidad efectiva. No podemos menos que caracterizar como unos tales delirios de masas a las religiones de la humanidad. Quien comparte el delirio, naturalmente, nunca lo discierne como tal.”27 Y por último señala: - “Aquella orientación de la vida que sitúa al amor en el punto central, que espera toda satisfacción del hecho de amar y ser-amado. Una actitud psíquica de esta índole está al alcance de todos nosotros; una de las formas de manifestación del amor, el amor sexual, nos ha procurado la experiencia más intensa de sensación placentera avasalladora, dándonos así el arquetipo para nuestra aspiración a la dicha. Nada más natural que obstinarnos en buscar la dicha por el mismo camino siguiendo el cual una vez la hallamos. El lado débil de esta técnica de vida es manifiesto; si no fuera por él, a ningún ser humano se le habría ocurrido cambiar por otro este camino hacia la dicha. Nunca estamos menos protegidos contra las cuitas que cuando amamos; nunca más desdichados y desvalidos que cuando hemos perdido al objeto amado o a su amor.”28 En fin, vemos como el abanico de opciones, que ha buscado el ser humano para alcanzar la dicha, es amplio: la soledad, la dominación de la naturaleza, la embriaguez, el ascetismo, el acto de crear, la ilusión religiosa, el amor…. ¿Pero? Freud, da su tremenda conclusión: “El programa que nos impone el principio de placer, el de ser felices, es irrealizable.”29 Freud continua: “…empero, no es lícito -más bien: no es posible- resignar los empeños por acercarse de algún modo a su cumplimiento. Para esto pueden emprenderse muy diversos caminos, anteponer el contenido positivo de la meta, la ganancia de placer, o su contenido negativo, la evitación de displacer. Por ninguno de ellos podemos alcanzar todo lo que anhelamos. Discernir la dicha posible en ese sentido moderado es un problema de la economía libidinal del individuo. Sobre este punto no existe consejo válido para todos; cada quien tiene que ensayar por sí mismo la manera en que puede alcanzar la bienaventuranza. Los más diversos factores intervendrán para indicarle el Ibíd. p. 80. Ibíd. p. 81. 28 Ibíd. p. 82. 29 Ibíd. p. 83. 26 27 camino de su opción. Lo que interesa es cuánta satisfacción real pueda esperar del mundo exterior y la medida en que sea movido a independizarse de él; en último análisis, por cierto, la fuerza con que él mismo crea contar para modificarlo según sus deseos. Ya en esto, además de las circunstancias externas, pasará a ser decisiva la constitución psíquica del individuo.”30 Esta disertación psicoanalítica, sobre la aspiración universal de los seres humanos, es mucho más compleja, el mismo texto El Malestar en la cultura en su conjunto da cuenta de ello… simplemente cité algunos apartes, para poder llegar a la elaboración conceptual que hace Freud sobre la cultura… También cité lo anterior, para evidenciar, que hasta ahora, los seres humanos, sólo han pensado en su felicidad…. ¿Quién no? ¿Pero, cuando la “humanidad” más allá de la felicidad, se preocupará de su supervivencia como especie? ¿Hacia donde se dirige la humanidad, si es que en verdad llegará a reconocerse como “humanidad”? No nos adelantemos, volvamos a Freud. “En el curso de las últimas generaciones, los seres humanos han hecho extraordinarios progresos en las ciencias naturales y su aplicación técnica, consolidando su gobierno sobre la naturaleza en una medida antes inimaginable. Los detalles de estos progresos son notorios; huelga pasarles revista. Los hombres están orgullosos de estos logros, y tienen derecho a ello. Pero creen haber notado que esta recién conquistada disposición sobre el espacio y el tiempo, este sometimiento de las fuerzas naturales, no promueve el cumplimiento de una milenaria añoranza, la de elevar la medida de satisfacción placentera que esperan de la vida; sienten que no los han hecho más felices. Ahora bien: de esta comprobación debería inferirse, simplemente, que el poder sobre la naturaleza no es la única condición de la felicidad humana, como tampoco es la única meta de los afanes de cultura, y no extraer la conclusión de que los progresos técnicos tienen un valor nulo para nuestra economía de felicidad.”31 En este punto, a mi parecer, va desmontándose, la idea milenaria de que la dominación de la naturaleza, sería la felicidad del hombre. En este punto, la idea del progreso en Occidente se pone en cuestión. ¿Cuáles eran los límites? ¿El ser humano se ha puesto un límite? El hombre y su cultura, ha establecido una relación parasitaria, depredadora con la naturaleza, con el planeta…. Y ahora, el ser humano, no sólo ha puesto al planeta en peligro sino a su especie misma…. Tal vez suene apocalíptico, pero es evidente, la cultura humana, por su propia supervivencia, tendrá que cambiar de dirección. Freud define la cultura en estos términos: 30 31 Ibíd. p. 83. Ibíd. p. 86. “La palabra «cultura» designa toda la suma de operaciones y normas que distancian nuestra vida de la de nuestros antepasados animales, y que sirven a dos fines: la protección del ser humano frente a la naturaleza y la regulación de los vínculos recíprocos entre los hombres.”32 Hoy podemos decir, que efectivamente el ser humano logró en gran medida, protegerse frente a la naturaleza…. Pero, dada su ambición, desde la era industrial, no sólo pretendió dominar la naturaleza, y protegerse de ella, sino que, por su abuso, desencadenó, o está provocando que la naturaleza, que el planeta, se transformé y ponga en peligro la especie humana a causa del cambio climático…. Esto cada vez se hace más evidente, pero los seres humanos, o sobre todo, los gobernantes, se están haciendo los locos…. No les importa… un ejemplo reciente, la fallida reunión de Copenhague. Bueno y sobre la regulación de los vínculos recíprocos entre los hombres… que más decir…. ¿No es evidente?…. La miseria y el fracaso de los seres humanos para construir sociedades justas. Vuelvo y pregunto…. ¿No estamos en la más profunda decadencia, al hacer balance de la actual humanidad?... pero acaso… ¿No persisten además el amor y la vida misma renovándose en todas su múltiples manifestaciones? La respuesta a las dos cuestiones es; si…..He ahí la paradoja. La pregunta sería: ¿La actual decadencia humana, terminará por acabar con la vida y el amor? La lucha entre Eros y Muerte, decía Freud. Sobre la regulación de los vínculos recíprocos entre los hombres, Freud dirá: “Buena parte de la brega de la humanidad gira en torno de una tarea: hallar un equilibrio acorde a fines, vale decir, dispensador de felicidad, entre esas demandas individuales y las exigencias culturales de la masa; y uno de los problemas que atañen a su destino es saber si mediante determinada configuración cultural ese equilibrio puede alcanzarse o si el conflicto es insalvable.”33 En El malestar en la cultura Freud realiza la exposición más lúcida sobre la psiquis de los seres humanos y la configuración de la cultura, es el texto más profundo sobre la condición humana, que se pueda encontrar. Es necesario leer este texto íntegramente. Por el momento observemos con mucha atención el brillante y último párrafo de El malestar en la cultura: “He aquí, a mi entender, la cuestión decisiva para el destino de la especie humana: si su desarrollo cultural logrará, y en caso afirmativo en qué medida, dominar la perturbación de la convivencia que proviene de la humana pulsión de agresión y de autoaniquilamiento. Nuestra época merece quizás un particular interés justamente en 32 33 Ibíd. p. 87. Ibíd. p. 94. relación con esto. Hoy los seres humanos han llevado tan adelante su dominio sobre las fuerzas de la naturaleza que con su auxilio les resultará fácil exterminarse unos a otros, hasta el último hombre. Ellos lo saben; de ahí buena parte de la inquietud contemporánea, de su infelicidad, de su talante angustiado. Y ahora cabe esperar que el otro de los dos «poderes celestiales», el Eros eterno, haga un esfuerzo para afianzarse en la lucha contra su enemigo igualmente inmortal. ¿Pero quién puede prever el desenlace?”34 * * * A pesar de la guerra y la muerte, el ser humano ha prolongado la vida, ha desafiado la finitud con creaciones inmortales…. Pero, ha llegado a un punto, en que puede destruirse así mismo, por la destrucción de su planeta… de su único hogar. Ya no es sólo la guerra entre nosotros mismos, es una guerra contra el mundo. ¿Quién ganará? ¿Habrá un ganador? Las preguntas, las respuestas… las ha comenzado a plantear, el más importante filósofo actual, que tiene la humanidad: Michel Serres. En el año 1990 Michel Serres público El contrato natural, uno de los textos más decisivos para la humanidad hoy. En concordancia con lo que hemos evaluado sobre la cultura, Serres allí expresó: “A nuestra cultura le horroriza el mundo.”35 “La Tierra, en su totalidad, está en juego, pero también los hombres en su conjunto.”36 “Occidente, que detesta los niños, puesto que hace pocos y no quiere pagar la instrucción de los que quedan, ¿empezará a pensar en la respiración de sus descendientes?”37 “El crecimiento de nuestros medios racionales nos arrastra, a una velocidad difícil de estimar, en la dirección de la destrucción del mundo que, por un efecto retroactivo bastante reciente, puede condenarnos a todos juntos, y ya no por localidades, a la extinción automática.”38 Ibíd. p. 140. Michel Serres, El contrato natural, Editorial PRE – TEXTOS, Valencia, 2004, p. 12. 36 Ibíd. p. 14. 37 Ibíd. p. 16. 38 Ibíd. p. 30. 34 35 Michel Serres, nos advierte que la Tierra existió sin nosotros, y que en la actualidad podría existir sin nosotros, y podrá existir después sin la especie humana…. Nosotros somos los que necesitamos de ella… Pero nuestra petulancia nos impide, reflexionar sobre algo que parece tan obvio. Es necesario leer completo El contrato natural, una disertación filosófica sin precedentes en la filosofía moderna…. Yo sólo les comparto algunos de sus apartes: “¡Retorno a la naturaleza! Eso significa: añadir al contrato exclusivamente social el establecimiento de un contrato natural de simbiosis y de reciprocidad, en el que nuestra relación con las cosas abandonaría dominio y posesión por la escucha admirativa, la reciprocidad, la contemplación y el respeto, en el que el conocimiento ya no supondría la propiedad, ni la acción el dominio, ni éstas sus resultados o condiciones estercolares. Contrato de armisticio en la guerra objetiva, contrato de simbiosis: el simbionte admite el derecho del anfitrión, mientras que el parásito -nuestro estatuto actual- condena a muerte a aquel que saquea y que habita sin tomar conciencia de que en un plazo determinado él mismo se condena a desaparecer. El parásito se apropia de todo y no da nada; el anfitrión da todo y no toma nada. El derecho de dominio y de propiedad se reduce al parasitismo. Por el contrario, el derecho de simbiosis se define por la reciprocidad: el hombre debe devolver a la naturaleza tanto como recibe de ella, convertida ahora en sujeto de derecho. […] En el último siglo hemos perseguido el ideal de dos revoluciones, ambas igualitarias: el pueblo recupera sus derechos políticos, devueltos porque fueron robados; asimismo, los proletarios pasan a disfrutar de los beneficios materiales y sociales de su trabajo; búsquedas de equilibrio y de equidad en el seno del contrato exclusivamente social, con anterioridad injusto o leonino, y que continuamente tiende a redevenirlo. Como la animalidad que nos habita se obstina en restablecer la jerarquía, una búsqueda de ese tipo jamás finaliza; mientras que la perseguimos se inicia una segunda, que caracterizará nuestra historia futura como la precedente ha marcado con su huella el siglo pasado: la misma búsqueda de equilibrio y de justicia pero entre nuevos interlocutores, el colectivo global y el mundo tal cual. […] La muerte colectiva vigila ese cambio contractual global. […] Hemos imaginado que podíamos vivir y pensar entre nosotros, mientras que las cosas obedientes dormían, completamente aplastadas por nuestra acción: la historia de los hombres gozaba de sí misma en un acosmismo de lo inerte y de los otros vivientes. […] Pero los esclavos jamás duermen durante mucho tiempo. Ese intervalo finaliza hoy en día cuando la referencia a las cosas nos moviliza violentamente. La irresponsabilidad sólo dura durante la infancia. En qué lenguaje hablan las cosas del mundo para que podamos entendemos con ellas, ¿por contrato? Después de todo, también el viejo contrato social continuaba siendo implícito y no escrito: nadie ha leído jamás ni el original ni siquiera una copia. Por supuesto, ignoramos la lengua del mundo, o sólo conocemos de ella las diversas versiones animista, religiosa o matemática. Cuando se inventó la física, los filósofos proclamaban que la naturaleza se ocultaba bajo el código de los números o las letras del álgebra: la palabra código procedía del derecho. En efecto, la Tierra nos habla en términos de fuerzas, de lazos y de interacciones, y eso es suficiente para hacer un contrato. Así pues, cada uno de los miembros en simbiosis debe al otro, de derecho, la vida, so pena de muerte. Todo esto seguiría siendo letra muerta si no se inventara un nuevo hombre político.”39 Volvemos a la misma cuestión, es necesario criar un hombre nuevo. Otro pasaje brillante de este texto habla de la crianza. “Debemos conocer nuestra finitud: llegar a los límites de un ser no infinito. Necesariamente, tendremos que sufrir, enfermedades, accidentes imprevisibles o carencias, debemos fijar un límite a nuestros deseos, ambiciones, voluntades, libertades. Debemos preparar nuestra soledad, frente a las grandes decisiones, a las responsabilidades, a los otros que crecen en número, al mundo, a la fragilidad de las cosas y de los próximos que hay que proteger, a la felicidad, a la desgracia, a la muerte. Ocultar esa finitud desde la infancia engendra infelices, alimenta su resentimiento ante la inevitable adversidad. Al mismo tiempo, debemos aprender nuestra verdadera infinitud. Nada o casi nada resiste al entrenamiento. El cuerpo puede hacer más de lo que uno cree, la inteligencia se adapta a todo. Despertar la sed insaciable de aprendizaje, para vivir lo más posible de la experiencia humana integral y de las bellezas del mundo, y proseguir, algunas veces, por la invención, ese es el sentido de zarpar. Esos dos principios se ríen de las directrices que guían la crianza inversa de hoy en día: estrecha finitud de una instrucción que produce especialistas obedientes o ignorantes llenos de arrogancia; infinitud del deseo, que droga a muerte pequeña larvas blandas. 39 Ibíd. p. 69. La educación forja y refuerza un ser prudente que se considera finito; la instrucción de la razón verdadera lo lanza a un infinito devenir. La Tierra fundamental es limitada; la maniobra de salida que parte de ella no conoce fin.”40 * * * Sé, que en este ejercicio de pensar la decadencia actual de la humanidad, sólo he propuesto unas lecturas, quizá algunos esperaban algo más…. Yo lamento haberlos defraudado…. Yo sólo espero que comiencen a aparecer interlocutores para salir del marasmo en que estamos. De la mano del cristianismo y de la mano del capitalismo, se va prolongando la ignominia por todos los lugares…. ¿Y nosotros los ateos, los hombres y mujeres de izquierda, los artistas, los intelectuales, los espíritus libres, los trabajadores,... nos vamos hacer también los locos, con nuestra vida pequeño burguesa, mientras que el mundo se cae? * * * 40 Ibíd. p. 157.