Las mujeres migrantes enfrentan estereotipos y discriminación El V encuentro sobre "Mujeres en la Migración, transformadoras del mundo", organizado los días 21 y 22 de mayo por la Consejería en Proyectos/Project Counselling Service (PCS) en San Salvador, arrancó con una reflexión sobre los estereotipos relativos a las mujeres que deciden migrar. La representante de PCS en Centroamérica y México, Mayra Alarcón, reflexionó sobre el objetivo de este encuentro, que consiste, según señaló, en "hacer un esfuerzo por comprender la complejidad de la problemática que viven las mujeres en el curso migratorio". Se partió de que muchas veces, las personas migrantes son discriminadas y maltratadas, puesto que la sociedad en su conjunto no asume la migración como un derecho de cualquier ser humano a cambiar el lugar donde habita en busca de mejoras en su calidad de vida. A esto hay que sumar que ser mujer conlleva que estas condiciones se agraven, comenzando por la invisibilización de las mujeres como migrantes, pese a que según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), ellas suponen el 50% de la población migrante a nivel mundial. Además, la carga negativa hacia las mujeres que salen de su hogar para migrar incluye que sean concebidas como malas madres, promiscuas, malas esposas, portadoras de infecciones de transmisión sexual y una larga lista de adjetivos peyorativos. Sol Yáñez, experta internacional en atención psicosocial a víctimas de violaciones de derechos humanos, subrayó que ya el hecho de que una mujer migre supone romper estereotipos: "que la mujer migre entra dentro de las cosas que no se espera de una mujer. Generalmente, quien va fuera a proveer es el hombre", puesto que su tarea principal, según éstos, es quedarse en casa cuidando de sus hijas e hijos. Tras la lluvia de ideas sobre los estereotipos que existen en torno a las mujeres migrantes, Diana Damián, de la Red Mesoamericana Mujeres, Salud Y Migración (RMMSM) habló de la importancia de aplicar el enfoque de género en la defensa de los Derechos Humanos de las mujeres migrantes y sus familias. La integrante de RMMSM denunció que muchas organizaciones de la sociedad civil que trabajan en la defensa de los derechos de la población migrante desconocen el enfoque de género e incluso pueden, sin proponérselo, fortalecer los estereotipos y roles tradicionales en su labor. Cuando el esposo migra, la familia y la comunidad asumen que la mujer debe emplear su tiempo y energía en beneficio de otras personas. De este modo, la mujer se encuentra sometida y limitada en el ejercicio de su autonomía en la toma de decisiones, teniendo que cuidar también su “buen comportamiento.”. También en los lugares de destino se topan con la desigualdad de género, puesto que los trabajos a los que optan hombres y mujeres no son los mismos y los salarios de ellas siempre serán inferiores, salvo en los trabajos domésticos, generalmente reservados para ellas. El cuidado de niñas y niños es la oferta laboral predominante tanto en los países de origen como de destino para la inserción laboral de las mujeres. Las mujeres migrantes en el lugar de destino son más presionadas por sus hijos que los hombres, según contaban algunas mujeres nicaragüenses a Diana Damián, para que envíen remesas continuas y cuantiosas. Esto suele ser así por la carga de culpabilidad que frecuentemente tienen las madres migrantes que han dejado atrás a sus hijos, lo cual incide en que sean vulnerables ante este tipo de presiones. Mauro Verzeletti, de la Pastoral de Movilidad Humana, expuso que, aunque la mujer sea discriminada e invisibilizada, lo cierto es que su papel como migrante está generando transformaciones. "La mujer está cambiando el rostro de las migraciones. Es una nueva actora y fundamental. Creo que tenemos que ver este lado positivo y el aporte que están haciendo porque prácticamente nadie está midiendo su aporte en los países de destino", agregó. Cirenia Celestino, de Comunicación e Información de la Mujer, A.C (CIMAC) indicó que, al analizar la situación de las mujeres como migrantes, hay que tener en cuenta la construcción social de género, avalada por muchas instituciones (educativas, políticas, mediáticas), así como tener en cuenta la desigualdad, que coloca a las mujeres en una situación de mayor vulnerabilidad y riesgo. Celestino señaló la necesidad de romper mitos, de menguar esa visión dicotómica que hace que se discrimine todo lo que no responde al modelo dominante. Frente a la visión de mujeres como rivales, por ejemplo, la periodista de CIMAC planteaba "ser aliadas entre nosotras para apoyar a otras mujeres en contextos migratorios".