El líder debe saber transmitir pasión por lo que hace

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P E O P L E
ALUMNI
Isidro Fainé (PDG-I-74)
El líder debe saber
transmitir pasión
por lo que hace
Su trayectoria profesional se distingue por la capacidad de trabajo, perseverancia, discreción y supongo
que también algo de “oportunidades” bien aprovechadas… ¿Qué aconseja a sus hijos –cuatro son Antiguos Alumnos del IESE- para que desarrollen una
buena trayectoria profesional?
El mejor consejo que puedo ofrecer a mis hijos, tanto para la
vida como para el trabajo, es el que, a su vez, me dieron mis
padres: esfuerzo, responsabilidad, honestidad, respeto a los
demás e importancia irrenunciable de la palabra dada. Estos
valores, que a mí me han servido para crecer como persona
y profesionalmente, los intento transmitir tanto a mis hijos
como a todos mis colaboradores.
¿Cuáles considera que son las virtudes indispensables y comunes en todos los buenos líderes?
El directivo debe intentar conseguir sus objetivos incentivando el espíritu de superación, la constancia y
la puesta al día permanente. Este último aspecto ocupa hoy un papel primordial puesto que, si no aplica la
innovación a lo que hace, no progresará ni personal ni
colectivamente.
Un líder debe también saber transmitir la pasión por
aquello que hace, sin olvidar la cultura propia que une a
toda la organización. A ello se une la capacidad para atraer
y mantener un equipo comprometido y de gran talento
porque, en las circunstancias actuales, todos tenemos que
multiplicar nuestra implicación profesional.
Además, un buen líder debe tener el valor de gestionar
con valores su labor profesional diaria. Ésta es la palanca
del crecimiento de las personas, las empresas y la sociedad
en su conjunto.
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¿Considera que el IESE aporta esos aspectos diferenciales que acaba de mencionar?
Sí, porque además de una gran calidad, el IESE ha sabido enseñar y tratar los intangibles éticos ligados a la actuación ejecutiva como si fuesen algo intrínseco a la actividad directiva.
Ahora, estos temas han cobrado un renovado interés, pero
no siempre ha sido fácil recordar que los directivos necesitan mantener una formación constante, sustentada en unos
sólidos valores éticos. En un mundo cada vez más global e
interconectado, en el que las consecuencias de nuestras decisiones tienen alcance transversal en cualquier organización,
los valores deben recuperar el lugar perdido.
¿Cómo conjuga la presidencia de una gran corporación con modelos de negocio diferentes y un
perfil internacional?
El modelo del Grupo “la Caixa” tiene como pilar fundamental el negocio minorista, donde somos líderes y,
además, hemos conseguido incrementar nuestra posición. También hemos apostado por un fuerte desarrollo
de la especialización, a través de la banca de empresas
y pymes, y de la banca privada y personal.Todo esto se
complementa con un avance prudente, pero sin dejar
de crecer en la internacionalización de “la Caixa” y en
el desarrollo de Criteria como vehículo inversor del
Grupo.
Gracias a los beneficios de la actividad financiera,
seguimos potenciando la Obra Social, a la que vamos a
destinar 500 millones de euros este año 2010, el mismo
importe que el año pasado, manteniendo, de esta manera –y pese a la coyuntura económica desfavorable-,
nuestro compromiso irrenunciable con la sociedad.
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El presidente de “la Caixa”,
Isidro Fainé, transmite
energía y confianza
desde la humildad, y una
capacidad innata para
liderar y motivar equipos.
Desde su despacho, en
la sede de “la Caixa” en
Barcelona, Fainé, quien
también preside Criteria,
la Confederación Española
de Directivos y Ejecutivos
(CEDE) y la Confederación
Española de Cajas de
Ahorros (CECA), dispone
de una excelente vista de
la ciudad, pero también
de una perspectiva
única sobre el devenir
económico del país.
IESE Revista de Antiguos Alumnos
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¿Cómo gestiona el fenómeno de la globalización:
global-local?
La globalización hay que entenderla como una fuente de
oportunidades. En nuestro caso, además, supone el reto de
acompañar a nuestros clientes en su proceso de crecimiento
internacional, algo que llevamos a cabo a través de nuestras
oficinas propias en el extranjero, de las oficinas de representación, de los acuerdos con nuestros socios y de los que tenemos con entidades financieras en todo el mundo.
¿Cuál es su estrategia para salir de la crisis?
Al margen de las cuestiones macroeconómicas, en este camino hacia la recuperación, las empresas juegan un papel clave y
su estrategia debería tener en cuenta varios aspectos. En primer lugar, la racionalización de los procesos y la contención
de los costes. También deberían proyectarse hacia el exterior,
hacia mercados con mayores crecimientos relativos porque
nuestras empresas aún están poco internacionalizadas y los
mercados de Oriente ofrecen buenas oportunidades. En este
sentido, es interesante planificar desde el mercado, no desde
la empresa. Como eje estratégico, siempre hay que apostar
por la innovación y la calidad. Asimismo, el papel de los directivos es fundamental para garantizar el éxito.
Los líderes, si de verdad lo son, lo son en todo momento,
incluso en tiempos difíciles. Si se ha hecho bien el trabajo en
situaciones de normalidad, se está preparado para situaciones más complejas. En ese momento afloran las debilidades y
las fortalezas, la visión estratégica o su carencia y la solidez de
los valores institucionales. Sobreviven los más fuertes, pero
también los que mejor saben adaptarse al cambio.
¿Qué medidas hay que tomar para que no vuelva a repetirse la crisis? ¿Qué lecciones se deben aprender?
Estoy convencido de que la verdadera y definitiva recuperación económica deberá basarse en reformas institucionales de envergadura, que comporten una mejora de la
productividad y de la eficiencia de los mercados. Pero lo
que en realidad determinará el porvenir de nuestro país
será la capacidad de los agentes económicos y, en especial, la capacidad de las empresas y de sus directivos para
responder a los retos que plantea el escenario actual. La
situación de crisis financiera que provocó la quiebra de
Lehman Brothers también ha puesto de manifiesto que la
colaboración entre los organismos de supervisión y regulación nacionales resulta esencial.
No obstante, una de las principales lecciones que podemos extraer de esta crisis es la necesidad de mejorar la
transparencia, en un mundo cada vez más interconectado
y global, para evitar que, en este tipo de situaciones, la falta
de información provoque una incertidumbre que intensifique la volatilidad en los mercados financieros y perjudique
al sector.
Además, creo que nunca se puede dejar en manos de intermediarios la relación directa entre las entidades financieras y los clientes para poder asesorarles correctamente.
En cualquier caso, creo que saldremos de esta situación
reforzados si somos capaces de aprender de los errores.
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UN LÍDER HUMANISTA:
“TIEMPO PARA LA ACCIÓN”
La actual situación de
crisis también ha puesto
en entredicho muchos
modelos socio-económicos. ¿Qué actitud se ha de
tener ante estos cambios?
La globalización, unida a la
innovación tecnológica, ha
dejado en muchas ocasiones a un hombre perdido,
donde el relativismo justifica todas sus actuaciones.
Hay una cierta tendencia
al subjetivismo, al utilitarismo, dejando de lado
la idea del bien común.
Ahora es tiempo para
el realismo, para saber
compaginar el idealismo
con el pragmatismo. Como
decía Jack Welch, las ideas
y los números. Para ello,
nuestra acción debe tender
siempre hacia una cierta
utopía.
Entonces, ¿hacia donde
se debería orientar la
sociedad que salga de la
crisis actual?
Sin duda alguna, hacia un
nuevo humanismo que
haga a la persona consciente y responsable de
su rol y de su aportación
ineludible a la comunidad en la que convive, a
pesar de la complejidad
de la situación actual. La
conciencia universal, el
sentido de humildad, la
cultura del esfuerzo, la revalorización del trabajo, el
equilibrio entre derechos y
obligaciones, la creatividad y la ilusión nos deben
conducir hacia una acción
de las personas basada
en un nuevo, inteligente y
necesario humanismo.
Nuestra responsabilidad abarca a nuestras
familias y empresas, así
como también tiene un
sentido trascendente hacia
las próximas generaciones.
Debemos ser respetuosos
con la dignidad de la persona y sus libertades. Hay
que recuperar el tiempo
para la acción. Estimular
la capacidad de energía
moral, ética y estética que
se esconde detrás del ser
humano.
¿Qué dificultades considera que existen para recuperar esa iniciativa social,
lo que usted denomina
“tiempo para la acción”?
La sociedad debe liberarse
de rigideces convencionales para que sus decisiones
gocen de la creatividad
necesaria para hacer frente al cambio acelerado que
nos invade. Hacen falta
muchas dosis de imaginación, inteligencia emocional, empatía e intuición
para encontrar el modelo
adecuado para actuar.
Tenemos delante de
nosotros una gran paradoja: por una parte, a veces
maniatamos al emprendedor. La mayoría de las
funciones de la sociedad
moderna están institucionalizadas y, en gran parte,
burocratizadas. Y, por
otra, exigimos resultados,
responsabilidad, innovación e ingenio para salir de
los atolladeros en que nos
encontramos. Necesitaríamos un mayor grado de
libertad en la acción.
La libertad debería
estar menos condicionada por la regulación de
normas convencionales,
y más limitada sólo por
la estricta coherencia del
comportamiento humano,
es decir, más sujeta a la
propia conciencia y a la
propia responsabilidad
personal. Y esto pasa
necesariamente por una
actitud vital basada en un
sólido andamiaje moral,
ético y estético.
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