POEMA: FRANCISCA, SIN TECHO Nela Rio I. Sola mucho tiempo Calle desfondada. La basura encarnizada en controlar el olor de los escombros. La vieja ha visto crecer la aspereza de las noches. Cubre su cabeza apenas ante la inmediata aridez de las miradas. Ha estado sola mucho tiempo en el desgastado gesto de la mano. Para las noches que cortan con agudeza de latón dentado guarda un atadito de sueños que desafía la hosquedad del filo. Las mañanas caen como una piedra funeral. II. Desheredada Te absorbieron en las lejanas ciudades y te arrojaron a la calle donde se amordaza la luz. No escucharon tu canto de sudor vencido. Sobre tu noche hiere el galope de la luna. Como el ala de un ave muerta bajo el agua te cobijan cartones y latas y esperanzas. Duermes el sueño estupefacto de la que atisba la verdad desnuda tiernamente apagada en el brillo del pasar. Han sido muchos días imitando el palpitar de la caridad asfixiante de la calle. Desheredada de techos y rumores de polvo acaso duermas, con toda certeza ya no sueñas. III. Está frío Está frío aquí. Dicen que el sol está muy lejos que recorre las playas, vagabundo, embriagado de cuerpos bronceados y brillantes. Está frío aquí, donde la noche es larga aún en el confiado mediodía. Ella acomoda su cuerpo viejo como los labios que besaran la pared. Arrebujada en su suerte que no abriga se arrima al mármol del portal. Cautelosamente se desliza la espuma a la orilla de su sueño y muerde callada la soledad que grita. Alguien escucha al pasar una canción de cuna que murmura al hambre. La mujer anochece al crujir su frente a la luz transitoria de una piedad en sombras. IV. Derecho peatonal Tambaleando encorvada zapatos grandes, sobretodo largo, un bastón fabricado de un cajón de manzanas y una bolsa de basura al hombro cruza la calle perforada por bocinazos impacientes. Alguien le grita ¡puta! Como si fuera un pasaje a la victoria. Francisca mira la vida en desorden y respira por costumbre. Difícil surcar la vía láctea sin siquiera dientes postizos. Al llegar al otro lado está en el mismo. Borra la tarde, o la vida, cerrando los ojos y retorna al vasto mar que da a lo lejos.