“Historia del pensamiento social”, Cap. IX

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RENACIMIENTO, REFORMA E ILUSTRACIÓN,
Giner, Salvador, "Historia del pensamiento social", Ed. Ariel,
Barcelona, 1999, Cap. IX: La ilustración, pp. 274-292.
CAPITuLo IX
LA ILUSTRACIÓN
1. Dustración y absalutlsmo ilustrado
Bajo el apogeo del absolutismo moderno surgen las primeras teorías democráticas de la cosa pública, Spinoza es unejemplo. La Revolución inglesa y, sobretodo, la consolidación definitiva desus logros tras 1688, otro. Finalmente, a
principios deJ siglo XVDI, se establece un compromiso entre lossoberanos y las
nuevas corrientes que piden un gobierno si no popular, porlo menos de algün
modo dedicado al pueblo. Ese compromiso produce loque se hallamado «absolutismo ilustrado», ungobierno patemalista, fomentador dela riqueza nacional y
más tolerante de la libre circulación delas ideas. Pero la nueva fórmula política,
a pesar de suéxito inicial, erademasiado contradictoria para p~r durar mucho.
Poreso las postrimerías el siglo XVDI presencian la Revolución americana y sufren el embate delafrancesa. Para que todo esto ocurra, hatenido queproducirse
un cambio de mentalidad, al que Paul Hazard ha llamado «lacrisis de la con;
ciencia europeas.r Esacrisis estaba ya preparada porlas obras de Descartes,
Hobbes, Spinoza, Leibniz, asícomo porel crecimiento de la ciencia experimental engeneral y porel proceso de secularización y aburguesamiento quealcanza
cadavez a mayores "capas sociales. Antes deque llegue a estas últimas, hay unos
Instros escasos enqne eJ cambio deactitud se hace patente enel seno de grupos
relativamente numerosos, más que en escritores solitarios. Esos grupos se organizan en academias, institutos, laboratorios, salones, cortes, y relegan launiversidad a un momentáneo segundo plano. La nueva actitud que caracteriza a todos
ellos es la de un racionalismo que podríamos llamar militante, basado en una
gran confianza en Jas facultades de la mente humana, En realidad lo queocurre
-tras Ja larga época de las luchas de religión- es una continuaci6n de la actividad iniciada por el Renacimiento' en todos los terrenos, tanto en el arte -el
neoclásico-como en la filosofia -materialismo, deísmo- como en cualquier
otra esfera. Empero, esacontinnación lleva a nuevos planteamientos. Porejemplo, la veneraci6n por la autoridad de los clásicos sufre unafuerte quiebra, con
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la consecuencia deque la c'llpacidad de la crítica libre delas instituciones socia,lescontemporáneas se verá incrementada.
Como decimos, en el terreno político la época es la del absolutismo -mal
llamado despotismo- ilustrado. Frente al despotismo tradicional, el absolutismo
del siglo XVlll se caracteriza, sobre todo en ciertos países como Francia, Prusia,
Inglaterra y España, por: 1) unareducci6n considerable de la inhumanidad en el
trato de losgobernados; 2) ungran fomento de la educación popular; sobre todo
si se compara con tiempos anteriores; 3) un desarrollo del proceso de igualizaci6n de lossübditos frente a la ley; 4) la afirmaci6n cada vez más intensa de la
libertad religiosa; 5) la dulcificaci6n delderecho penal y la limitación de la tortura judicial.' Cada uno deestos rasgos se verá representado de modos diversos
enelpresente capítulo, segün Jos autores, las escuelas o losgrupos delos que vayamos dando fe. Sinembargo, es de rigor subrayar que, porsí mismas, las características enumeradas, más representan lafilosofia social ulterior a la del ahsolutismo ilustrado quea este mismo. Los monarcas del XVDI -con la excepción
inglesa- lo son en toda la extensión de la palabra y pretenden gobernar, como
dice el tópico, para el pueblo, pero sinél.Es más, lospríncipes deesaépoca ven
incrementado su poder porel socavamiento progresivo de la estructura feudal,
porellos mismos fomentado; las corrientes humanitarias dan un valor moralmente más constructivo a supoder, pero éste aumenta hasta el máximo. La máquina de unestado, cada vez menos vinculado al pueblo, porsufragio o tradición
legitimadora va creciendo y extendiéndose a todos los confines de los reinos.
La intensa labor de los científicos y racionalistas renacentistas y del siglo
xvn se deja sentir plenamente a lo largo de todo el XVDI. Esto es cierto en dos
sentidos, enlo que respecta a la creencia enel progreso delgénero humano y en
el que se refiere a la confianza en la razón. Ambos son el haz y el envés de la
misma cosa, lafe en las capacidades morales e intelectuales del hombre. Así, en
loque afecta al progreso, los hombres dela Ilustración -nombre que recibe este
período- comienzan a pensar que la sociedad puede ser transformada de
acuerdo con los principios universales de la raz6n y que puede, porlo tanto, ser
mejorada indefinidamente. Según ellos, la historia toda es unejemplo del avance
progresivo de la condici6n humana. Este hecho menral es quizás el más importante de todos losacaecídos en la historia de las ideas de la Época de las Luces
(como también se le llama). Lededicaremos la atención que pide acto seguido.
Porotra parte, la confianza en la razón puede verse en la gran actividad científica que presencia el siglo XVlll y,muy significativamente, enlos intentos deapli- ,
carlos criterios delas ciencias naturales a todas las zonas del saber teórico o técnico: dogmas religiosos, supersticiones, psicología de las pasiones,
construcciones militares y civiles, mejoras en la producci6n de bienes y en la
agricultura. Además, el racionalismo del siglo xvm entiende la razón como una
facultad que crece con la experiencia. Enel siglo anterior, la razón erala víahacialosprimeros principios y sumodo solía serdeductivo. Lallustración, encambio, es la época de la inducci6n y enespecial de la descripción. Lafilosofia so-
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cialrecibirá ungran impulso del espíritu observador y clasificador de losilustrados. Los ilustrados no sabrán avanzar si noes rodeados por el mundo de los fenómenos comprobados u observables; la especulación tiende a concebirse síernprecon mediciones y pruebas previas o correlativas, Cada período histórico tiene
unos criterios predominantes para juzgar la verdad; entre los aceptados por la
Ilustración, descuella el viejo principio de nihil est in inteUectu quod prius non
fuerit in sensu. Mas no toda la filosofia del siglo XVIII es sensualista, aunque sr
es cierto queel materialismo sensualista sea una de las concepciones predominantes. En realidad, la Época de las Luces testimonia una multipliéación de escuelas filosóficas, como nose había visto desde la Grecia clásica.
Tal variedad interna aconseja entender la Ilustración como un movimiento
intelectual y reformista muy complejo, cuyo denominador comlln fue la aspiración de emancipar el espíritu humano del yugo de la superstición y la ignorancia, merced a unaconsiderable fe en la mz6n, y (con pocas excepciones) en el
progreso material y moral de la raza humana. Dentro de esemarco, como veremos, la gama deinterpretaciones fue amplísima, Enel terreno político, porejemplo, junto a quieo aboga porel absolutismo o despotismo patemalista del gobierno tradicional, hallamos a los primeros autores anarquistas, que niegan la
legitimidad de toda autoridad polítíca, Eosu conjonto, el período, que vadesde
la última parte del siglo XVII hasta la Revolución francesa, es uno delos más fértiles en toda la historia de lafilosofia y la ciencia sociales occidentales.
2. Losorígenes de la ideade progreso
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Una noción crucial para la Ilustración Ypara toda suherencia política y cultural fue la creencia en el progreso. Se trata de una concepción casi carente de
precedentes, unainnovación descollante dentro delahistoria del pensamiento hu. mauo. Según puso de relieve Bury, suprimer historiador:
•
[...1laidea del progreso humano esuna teoría que entraña una sfntesi. del pasado
y una profecía del futuro. Está basada en una intetpretaeión delahistoria que entiende que lo.hombres avanzan lentamente [...]en una dirección defioida y deseable, e infiere que ese progreso continuatá indefinidamente. Supone que, eo último
término, segozará deuna condición de felicidad general, lacual justificará el proceso entero delacivilización, pues, en otro caso, ladirección nosería deseable.
Hay además otra implicación. Ese proceso debe ser laconsecuencia necesaria dela.
naturaleza psíquica social del hombre; no puede estar a merced deninguna voluntad externa; si nofuera así, no habría garantías deque continuara y desembocara
en su fin, y laidea del Progreso seperdería enlaidea deProvidencia.4
Lacreencia enel progreso sefue extendiendo sin cesar, hasta convertirse en
supuesto básico para muchas mentes modernas y un componente esencial de
aquellas ideologías que han venido a darse a sí ntismas el nombre de progresis-
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taso Se convirtió así enidMt,¡egitimadora delas revoluciones modernas. Noobstante, dicha idea nosurge con plenitud hasta los albores de la Época de las Luces, aunque sus precedentes a partir de la filosofía antigna sean significativos y
su presentación somera nos hará retrotraemos momentáneamente a épocas anteriores de la filosofía social occidental.
A pesar de la fertilidad de los griegos en el terreno social, la idea del progreso les era ajena. Ensn lugar, y reiteradamente, se ha indicado la boga de la
creencia en una Edad de Oro y deunasubsigniente degeneración paulatina dela
raza humana. Junto a ella, vimos también una concepción cíclica, representada
ejemplarmente porPolibio, que excluía del mismo modo loda idea de progreso
constante. El griego, porboca de Sófocles entre otros, adntira al hombre como
dominador de la naturaleza y descubridor incesante. Pero ni siquiera el mito prometeico llega a implicar progreso-.La idea de progreso quedaba excluida porla
de moira; mal traducida porhado o fatalidad. La moira, desde Homero hasta los
últimosestoicos, significaba unorden fijo del universo, y entrañaba unafilosofia
de aceptación y resignación a eseorden. Fue precisamente un estoico, como vimos, Séneca, el único que insinuó un esquema de progreso, pero no unaverdadera teoría. Quienes más se acercaron a una actitud quepudiera llamarse progresista fueron los epicúreos, qne no en vano habían adoptado la concepción de
Dem6crito. Los epicúreos rechazaron la doctrina de la Edad de-Oro y la degeneración subsigniente. El mundo estaba formado porátomos, sin que enello interviniera Dios. Los hombres habían comenzado siendo bestias y habían alcanzado
penosamente su estado de civilización, sin designio providencial algnno, mediante el uso de suentendimiento y desu ingenio. Lucrecio violúcidamente que
la historia dela humanidad eratambién la historia de sus inventos y conquistas.
Sinembargo, losepicúreos noesperaban que continuara el proceso de mejora y
creían que su filosofia erala cumbre del saber.
El historicismo de los padres de la Iglesia y de san Agnstín abrió ciertas
. perspectivas a una concepción progresista. La historia tenía un movimiento providencial, cuyo propósito era que unapequeña proporción del género humano
pudiera salvarse en el otro mundo. Al final de la historia, había un Díadel Juicio:'En la Edad Media, lahistoria noseentiende enforma natural, sino como desarrollo de un plan divino. Aunque la creencia en la providencia no seaincompatible con la delprogreso, locierto es que el Medioevo desconoce la segnnda y
se abraza a Iaprimera. Loimportante es que, impulsada porla tradición hebrea,
la creencia en la providencia desbanca la teoría griega de losciclos, y la sustituye porunaconcepción más lineal de la historia. También existeu excepciones
en la Edad Media, como lo habían sido Lucrecio y, sobre todo, Séneca en la Antigna; así, Roger Bacon (1214-1294) escribió un Opus maius cuya finalidad era
la reforma de la enseñanza superior y la introducción de un-programa deinvestigación científica en las universidades, que responde a una confianza en la capacidad del hombre pormejorar sucondición enla tierra. No obstante, para el Bacon medieval, el fin supremo continúa siendo el logro dela felicidad ultraterrena,
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Las limitaciones de las aspiraciones mundanas de Roger Bacon muestran cuán
difícil eraque la idea del progreso hubiera surgido en la Edad Media.
Thl posibilidad comenzó a perfilarse durante los siglos en que Europa pasó
de laEdad Media al mundo que llamamos Moderno. Sitomamos unade lasmentes más preclaras de eseperíodo, Maquiavelo, veremos quesuconcepción de la
inmutabilidad dela naturaleza humana no, permitía lampoco que medrara la idea;
sinembargo, los logros de la ciencia esIablecerían nuevas perspectivas. La astronomia copernicana, sobre todo, cambiaría el punto demira delhombre moderno,
y las investigaciones fisiológicas de hombres como Servet y Harvey entrañarían
una revisión de la vieja antropologla. En teoría social, Jean Bodin es el que
rompe el hielo; al igual que los epicúreos de antaño, Bodin desdeña la creeucia
deunaEdad Dorada y la degeneración posterior, y la delas«cuatro monarquías»
que, como vimos, acepIarían todavía ciertos grupos revolucionarios puritanos en
Inglaterra. En yez de ello, desarrolla un esquema histórico según el cual ha habido tres grandes períodos; el primero hapresenciado el predominio de los pueblos orientales, el segundo el de los mediterráneos y el tercero el de losdel norte
de Europa. Elprimer período está dominado poruna actitud religiosa, el segundo
porla sagacidad práctica y el tercero porla inventiva, combinada con el arte de
la guerra. Este crudo esquema, empero, deberá encontrar sueco en filósofos posteriores, en Hegel y Comte, como nos será dable ver. Las consideraciones de Bodin para justificarlo no son providencialisIas ni teológicas, sino geográficas, psicológicas y económicas, locual lesconfiere novedad e importancia. Pero aún hay
más: Bodin cree que una mejora de la condición ética delgénero humano y, sobretodo, enel nivel de sus conocimientos, a pesar de todas las vicisitudes y altibajos de la historia. Otro francés, Louis LeRoy, publicó suDe,liz vicissitude ou
variéte deschoses de l'univers, en 1577, enel que afirmaba también la dignidad
de la erapresente, que sobrepasa a lasanteriores enalgunos terrenos, como enel
conocimiento geográfico del mundo. Aunque LeRoy noniega lit providencia, s,!
obra exulta de confianza en el hombre y ensuporvenir.
Francis Bacon, por su parte, insistió enque la utilidad eraelfindel conocimiento. Bacon lo hacfa, además, a sabiendas de que ello representaba romper
abiertamente con el pasado. El aumento de la felicidad de los hombres y la mitigación de sus sufrimientos se convierte en el objetivo primordial del proceso
coguoscitivo; la interpretación de la Escritura o el saber meIaflsico mismo, quedan relegados. Suutopía, laNueva Atldntida, represenla unestado gobernado por
hombres de ciencia y según los principios de la ciencia. El contraste con la República de Platón consiste en que la sociedad baconiana es dinámica, dispuesla a
la corrección delasinstituciones y alcambio. Eneste sentido, como utopisla, Bacon contrasta Iambiéncon todos los demás de su época, aunque mucho menos
agudamente que con el inmovilismo social platónico,
La idea del progreso surgió enel seno de lo que podría llamarse el espíritu
cartesiano. El mismo título que Descartes querfa dara su Discurso del Método,
<<Proyecto de unaciencia universal que pueda elevar nuestra Naturaleza al más
alto grado de períección»,~locuente. Descartes creía con Bacon en que la mejoramaterial y moral del hombre podía lograrse pormedio de la ciencia y la filosofía. Blaise Pascal (1623-1662) insistió en ello y añadióqne la historia de la
humanidad entera podía comprenderse como la de un solo hombre que fuera
aprendiendo a lolargo detoda suvida. Pero la secta jansenisla dePort-Royal des
Champs, a la qne pertenecla Pascal, atacó los aspectos racionalisIas de Descartes, tras haber admitido -contra los jesuitas-la filosofía cartesiana. Cuando su
influjo declinó, lavisión cartesiana de la naturaleza volvió a surgir con redoblada
fuerza. A ellase añadió la teoría justamente calificada de optimista de Gottfried
WiIhelni Leibniz (1646-1716), según la cual éste es el mejor de losmundos posibles. Según él, el Creador habla escogido el mejor mundo antes de hacerlo. Si
hubiera elegido uno en que losmortales fueran menos infelices, no sería el mejor mundo posible, pues Dios habla de tener en cuenla necesariamente los intereses, no de nuestra pequeña tierra, sino los del cosmos en su toIalidad. Con el
optimismo cósmico de Leibniz culmina la corriente intelectual qnehizo posible
la creencia enel progreso moral y material de la raza humana,
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.
3. La querella de los antiguos y modernos:
la eousolidácI6n de la ideade progreso
La idea del progreso salió definitivamente reforzada de una vasta -y no
siempre seria- polémica literaria. Empezó hacia 1620 con el poema satírico de
Alessandro Tassoni, La secca rapita, en el que su autor alacaba a algunos pensadores y poetas del pasado. En 1627, un sacerdote inglés, George Hakewill,
atacó «elerror común respecto la degeneración perpetua y universal de la Naturaleza». Poco después de la fundación (1635) de la Academia Francesa, el escritor Boisrobert parece haber recogido las ideas de 'Iassoni; su ataque contra
Homero desencadenó la llamada «querella entre antiguos y modernos». Un
bando afirmaba que el hombre contemporáneo podía medirse con los antiguos
en excelencia, y que lasfuerzas de la naturaleza y lasdel hombre eran ínagotabíes, capaces de renovación y de superación. El otro lo negaba: nunca podrfamos igualar a los clásicos. Sin embargo, las posiciones no estaban demasiado
claras; algunos, como Saint-Sorlin, llevados porel fanatismo religioso, alacaban
a los «antiguos» para justificar sufe, cuya época histórica eraposterior a laclásica. Pero los más decididos eran quienes apoyaban el esplritu científico de la
época, sobre todo tras la aparición del Discurso delMétodo (1631) y de la influencia de Bacon, que se percibe en la obra de Glanville, en defensa de la RuyalSociety, Plus Ultra, o el progreso y avance delconocimiento desde la época
deAristóteles.'
En 1687, el fabulista Charles Perrault (1628-1703) publicó su Paralelo de
losantiguos y de losmodernos, en el que concluye que, en líneas generales, los
modernos son superiores en saber y ciencia a los hombres de anIañu. Perrault se
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HISTORIA DEL PENSAMlEN'\'O SOCIAL
acercó mucho a una teoría del progreso, 'pero no la alcan7.Ó,pueslo que suobra
nohace previsiones defuturo. Ésta aparece por vez primera enPonte.nelle (16571757) hombre imbuido porel esprit géometrique de Robbes y Spinoza, en su
versiÓn francesa cartesiana. Aunque la habla iniciado yaen escritos anteriores,
Bemard LeBovier deFontenelle la planteó en su Digresión sobre los mlriguas y
modernos, aparecida en 1688, Yello entérminos naturalistas. Si los árboles y ~as
fieras de la eraclásica noeran mayores ni mejores que los contempornneos, dice
irónicamente, ellosedebe a que lanaturaleza esla misma y nosehadeteriorado.
El hombre, parte de ella, tampoco haempeorado sucualidad. Los antiguos eran
hombres iguales a nosotros, denuestra misma estirpe. Entonces, ¿en qué se basará el avance del hombre? En1",condiciones externas de su vida que son, según él, el transcurso deltiempo, lasinstituciones políticas y !a s~tua~ión soci~ en
general El transcurso deltiempo es fundamental, pues lasínstítacíones ~ales
poeden hacer que decaigan los logros alcanzados eu un momento determinado.
Pero a la Jarga, la mente humana volverá a recuperarse y seguirá elproceso. Pontenelie lo vecomo interminable y, a la vez, como verdadera interpretación de la
historia. Ahora bien, considera que el tiempo histórico es diferente del psicológico, reflejado en la conciencia de lospuehlos; de modo que la tradición sedesvaloriza, sobre todo como criterio legitimador de las instítuciones.s En 1686,
Fontenelle publicó un libro pionero enel arte de la popularización de la ciencia,
las Conversaciones sobre la pluralidad de los mundos, enelque un sabio explica
la nueva astronomía a unadama en el parque deuna hacienda. Tuvo un éxito inmenso y con él amplió el'creciente círculo de conversos al progreso. La crítica
deFonteneUe al saber antiguo fue devastadora, altiempo que sus ideas acerca del
progreso pasado y delfuturo se iban convirtiendo en las ideas Mtodala Europa
ilustrada.
Porsuparte, el eco de Perrault fue sentido pronto enInglaterra, así como el
de su oponentes. SirWilliam Temple escribió un Ensayo sobre lasabiduría mI-.
tigua Ymoderna (1690) y lonathan Swift (1667-1745) unasátira del debate, la
Batalla de los libros. Contodo ello, laopinión educada fue aceptando la idea del
progreso y laquerella perdió sentido. Ad~más, és~ vinculó a finde"-,,entas ~tra­
dici6n y progreso, eliminando la tradícion mágica, que quedó casr exclusivamente al servicio de la Iglesia» y de algunos intereses delestado.' El fin de la
querella delosantiguos y modernos habla dejado el fruto de una aceptación general de la existencia efectiva delprogreso. Surgía con ello uada menos que una
nueva concepción de la historia, deltiempo histórico y de la dirección dela humanidad, y su supuesta proyección futura.
A lo largo delsiglo xvrn, la concepción delprogreso se fue haciendo más
compleja. Primero, el abate de Saínt-Pierre (1658-1743) compara, al estilo de
FonteneUe, el progreso con la vida de un hombre, pero afirma ,que la raza h~'';'
mana noenvejece; en sus Observaciones sobre elprogreso continuo de la raz~n
universo! (1737) afinoa que él género humano estáaún en la infancia de su saber. Apesar delsimplismo de suexpresión, el abate deSaint-Pierre ya comenzó
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.'í
a percibir una diferencia e~ el concepto de progreso científico y el concepto
de progreso moral; según él,el segundo depende delperfeccionamiento dela pelftica y de la ética, tratadas COmo ciencia. Sugiere así que los hombres más cap~ces de. las academias Se pongan a trabajar enlas cienclas que hoy \lamamos sociales, SIO embargo, para él, el camino delperfeccionamiento nopuede ser otro
que el señalado porel absolutismo ilustrado. Después dela obra deSaínt-Píerre
~a idea del p~ogreso sedispersa de talmodo que noes fácil aislarla y seguirla con
independencia de otras quepreside o en las que estásubsumida, pues empieza a
fonuar parte de lasnuevas concepciones de la historia, de los esfuerzos enciclopedistas, de la elaboración deunanueva economía política y delpensamiento revolucionario. Sediversifica ycomplica. pero viene a ser parte esencial, enfin, de
la nueva mentalidad moderna.
4. Vico y la nueva filosofía de la historia
. El triunfo de la idea delprogreso exigía la construcción de teorías para explíearlo, así como una nueva concepción de la historia. Esta última tarea fue inic~ada por el s,,?io napolitano Giambattisla Vico (1668-1744). Hasta la publicaCión de su Bcienza Nuova (1725), los grandes pensadores sociales habían
participado del convencimiento de que el conocimiento de la historia era una
ayuda necesaria para la teoría política, asícomo para penetrar los secretos de la
conducta humana. Pero, paraellos, la historia no erauna ciencia con un fin en sí
misma, sino un instrumento. Vico le dio sustancialidad y halló para ellaun método propio. tlste surge de su reacción contra algunos de los supuestos básicos
del cartesianismo imperante. Asf, Vico se enfrenta con la indiferencia quemoslosautores de sutiempo hacia losdatos proporcionados por la historia, la
l~teratura y el w;te; suenfrentamient? esprudente, pues enningún caso niega, por
ejemplo, la validez de las maremáticas; mas no les concede la centralidad que
ocupaban en el esquema cartesiano. Las matemáticas son una constrocción humana, producto deuna sociedad y deuna época determinadas, La idea deque las
ciencias carecen deuna objetividad o exterioridad a laconciencia humana y que
son productos culturales fueexpuesta por Giambartista Vico.en De amiquissima
Italianorum sapientia, en 1710; sus estudios filosóficos y jurídicos le llevaron a
generalizar sus conclusiones a todos losproductos de nuestra mente.
Crece expuso cómo fue Vico quien estableció la díctomía entre mundo de
la naturaleza y mundo humano.' Merced a ella, Vico atribuye a Dios y a susabiduría la creación y conocimiento del mundo físico; el hombre en cambio tiene
un couocimiento restrngído de esa ZOna de la realidad. No ~urre así, si~ embargo, con el mundo propio, el hecho por el hombre mismo. En éste existe una
identidad entre el ~erum y el (actum, entre. lo verdadero y lo ejecutado por el
hombre; y esto último es precisemenre la historia, el producto del esfuerzo humano a través de los tiempos. Verum es la verdad indiscutible, la que descubre
t:"bau
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por ejemplo la ciencia matemática, si lascondiciones le son propicias. Frente a
él se levanta In certum, elconocimiento fiable dehechos y datos. El hombre debe
caminar de lacertidumbre a laverdad, sinalcanzar ésta fácilmente, porunasenda
plat6nica de amor al saber. Hay disciplinas, como la filologfa, la arqueología, la
historia, queempiezan modestamente porestablecer datos ciertos, fehacientes.
Sondatos quenopueden reducirse a interpretaciones geométricas O matemáticas.
No era posible que-en el senu de la época más cartesiana de cuantas ha habido- Vico alcanzara a convencer en este terreno. Sin embargo, la mera presencia de su labor deshace la vulgar versi6n de quela Ilustraci6u fueunaépoca de
espíritu totalmente ahist6rico '0 antihist6rico, sujeta a unaconcepci6n cientifista
y mecánica no s610 de la uaturaleza sino del hombre mismo.'
Vico se opusu, pues, a la generalizaci6n d.el racionalismo cartesiano en todos lo campos. Entendi6 las instituciones como producto de la evoluci6n y del
esfuerzo de lahumanidad, como entidades históricas cambiantes. Ello lecondujo
a atacar también la concepci6n tradicional delderecho natural, como algo inmutable en todo ser humano y perteneciente a cnalquier era o lugar. Su Ciencia
Nueva ya empieza diciendo qneel derecho natural tuvo su origen en lascostumbresde lospueblos. Éstos llegan lentamente a descubrir principios jurídicos cada
vez más cercanos a los ideales delderecho natural; porotra parte, éstenopuede
identificarse -como hacfan muchos autores de su época- con el originario de
la humanidad; hacerlo es contar fábulas y nocomprender el sentido ni la marcha
de la historia'!' Lo vero delle legg; no se desarrollará sino lenta y progresivamente a través de la marcha misma de la vida de las naciones. u Originalmente
loshombres primitivos vivían enunestado salvaje y selvático, incapaces decomprenderlo y de comprenderse a sí mismos. Eneste momento, ViGO introduce una
idea providencialista -no hay qneolvidar queeracat6lico-: lade unafona superiore alla umana, que arrastra a los hombres a dominar sus.instintos y a comenzar a organizarse torpemente.s
Asícomienza la historia, queVico divide en tres grandes etapas, coincidentescon formas diferentes de la conciencia de la humanidad. Suprimera época es
la edaddivina o de losdioses, la segunda es la heroica y la tercera la humana.
La divisi6n es un tanto homérica, cosa que reconoce el napolitano. Durante la
edad de los dioses; el hombre fahrica sus mitos, dice Vico, al tiempo que establece los lazos sociaies quehan de mantener para siempre la urdimbre de la so,
ciedad, a saher, las instituciones religiosas, losritos matrimoniales y lasceremonias fünebres; las primeras explican el mundo, los segundos mantienen la
existencia dela raza humana y lasterceras responden a laesperanza de futuro del
ser humano. Pero la superstición y la ignorancia hacían estragos. Poresola religi6n tenía una importancia capital e intervenía en todos losaspectos de la vida.
La humanidad se expresaba artísticamente a través de la poesía, el medio mejor
paraexponer susmitos. Viuo después la época heroica, quees la de la desigualdadsocial. Ésta proviuo de quelosjefes patriarcales de ciertos grupos se apode'
raron de otros más. primitivos y los sujetaron para explotarlos. El gobierno era
aristocrático y en él comeri'Mron a brillar algunas virtudes humanas. Éstas se
abren camino abiertamente en el tercer período, el de los hombres. Enél reina la
civilizaci6n, conel nso general de la escritura, de la exposici6n clara y distinta
de las ideas, de la dulcificaci6n de las costumbres y relaciones interltumanas; el
derecho natural se vislumbra como superior al positivo; la religi6n pierde elementos supersticiosos y la filosofía progresa, en parte en detrimento de la primera. Hay, pues, dos elementos en la visi6n de este fundador de la filosofía moderna de la historia: evoluci6n y progreso.
La divisi6n tripartita de la historia corresponde en Vico a unatambién triple
visi6n del hombre y de todas suscreaciones; hay tres suertes de costumbre: de
religi6n, de lenguaje, de razón. Enrealidad, s6lo el tercer tipo es verdaderamente
humano. Porotra parte, Vico está muy consciente de queestos tipos no existen
en estado puro, pues las supervivencias de edades anteriores lo impiden. La naturaleza religiosa, la heroica y la humana pueden hallarse en proporciones diferentes en el hombre de hoy. Mas cada edad tiende a adquirir al final un carácter
homogéneo, como parte de un designio providencial cuyas razones no explica
Vico." El hecho es que, aunque la edad humana no alcance rasgos de perfecta
pureza, el refinamiento de suscostumbres puede minar su estructura social. Así,
si la sociedad llega a alcanzar un grado de desarrollo jurídico tal quesus hombres sean iguales ante la ley pero las desigualdades econ6micas sigan imperando,
puede advenir unalucha civil detales proporciones que-de nosurgir uncaudillointeligente- se derrumbe todo el edificio. También puede serqueunanaci6n
refinada seaconquistada por losbárbaros, quese aprovechan de su falta de fortaleza «heroica». En tal caso, pueden producirse varios siglos de regresi6n -la
Edad Media- con una vuelta a la segunda época, y aun a la primera. Andando
el tiempo, las naciones quehan sufrido una regresi6n de esta suerte, vuelven a
emprender el camino delahumanizaci6n y comienza a producirse un nuevo ciclo hist6rico. La originalidad de Vico no reside en su concepci6n cíclica de la
historia -tan bien expuesta ya por Polibio-, sino en su armonizaci6n de la
misma conlasnuevas ideas acerca del progreso. El ciclo primero es llamado por
Vico corso, y el segundo (o, subsiguiente) ricorso; los ricorsi no son absolutamente nuevos para la conciencia humana, de modo quela humanidad salede un
eterno retorno hist6rico, circular, y entra enunaforma espiral de desarrollo. Gracias a ello, cada ciclo es superior al anterior, y el progreso puede admitirse de
unamanera no lineal ni simplista, con la admisión de regresiones y atrasos que
no son efecto de altibajos irracionales, sino de la evoluci6n de la historia según
sus leyes propias y, según Vico, establecidas por Dios. La sociedad «aumenta
perpetuamente en riqueza y volumen», hasta en las épocas delreflujo. La barbarie medieval, porejemplo, llevaba eususeno el mensaje cristiano, con locual era
muy superior a labarbarie anterior, a ladel mundo clasíco,«
Hasta si se toman en cuenta las variedades depensamiento que seproducen
dentro de la I1ustraci6n,la filosofía de Vico parece heterodoxa. Porello, aunque
pormuy diferentes razones, como el de Spinoza, su influjo fue nulo durante su
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propio tiempo. Su idea fundamental deque laclave para entender la historia reside en el desarrollo de la mente humana -o de la conciencia colectiva de los
hombres-a través delos tiempos según cierta l6gica evolutiva detectable no podíasercomprendida en la época del empirismo y del racionalismo, aunque parad6jicamente las ideas de Vico pertenezcan también de lleno a ella." Con justeza
Isaiah Berlin hapodido hablar deuna verdadera Contrailustraci6n, de la que son
protagonistas pensadores ilustrados como elmismo Vico o,más tarde, unJohann
Gottfried Herder (1744-1803), fundador del nacionalismo y del populismo
modemos.»
5. Librepensamiento y crítica social: Voltaire
Luis XN, en la cumbre de su poder, revoc6 el Edicto de Nantes, que garantizaba la libertad religiosa en Francia, en 1685. Con ello lamonarquía conseguía enemistarse con sus vasallos más industriosos, los protestantes, así como
con varias poiencias europeas. Provocaba, además, un clamor entoda Francia pidiendo libertad de cultos y hasta de pensamiento. Les soupirs de la France esclave esun libro an6nimo que expresa lainsatisfacci6n de muchos franceses con
el despotismo, no s6lo en cuestiones religiosas, sino también en las financieras.
El influjo de los sucesos deInglaterra, por suparte, sehacía sentir: elprelado de
la corte, Bossuet, intent6 ahogarlo con suret6rica tradicionalista, sin demasiado
éxito. Sucontraataque carecía también de firmeza a causa de las querellas religiosas entre jesuitas y jansenistas. Mientras tanto, los seguidores de la fílosoña
racionalista cartesiana seconstituían engropos deopini6n lIarnades libertinos (y
en Inglaterra, donde seoriginaron, librepensadores). Éstos negaban que el entendimiento humano tuviera que estar sujeto a autoridad alguna; encuanto a lareligi6n, alirmahan que eraasunto de cada cual y que querer imponerla erafomen-,
tarla hipocresía en el pueblo. Además, eran pacifistas y, en muchos casos, más
entusiastas de la ciencia que científicos serios. Fueron ellos los que primero se
hicieron eco delateoría del progreso. Fontenelle, sugran expositor, «suavemente
los condujo dela feen el cristianismo alescepticismo religioso, y deeste último
a una nueva fe en la ciencia»." Por su parte, Píerre Bayle (1647-1706), un hugonote meridional, seconvertfa en auténtico inspirador del espíritu de la Ilustraci6n. Bayle llev6 lacrítica del dogroatismo a extremos demoledores. Exiliado,en
los Países Bajos, encontró en el ensayo y el naciente arte del periodismo sus mejores armas. Bayle estudi6 los mitos bíblicos como si fueran los del paganismo
grecorromano, propugu6 la tolerancia política, ahog6 por unareligi6n natural o
deísta, y estableci6 criterios de imparcialidad y objetividad en la discusi6n de
opiniones contrarias. Bajo suégida, comienza de veras laexpansi6n de las actitudes que subyacen en la doctrina liberal. Elnombre de Bayle vaunido también
al momento enque lasviejas instituciones religiosas y políticas de Europa pasarán a una actitud defensiva, por lomenos enel terreno dela polémica.
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Fran~ois-Marie Aroue¡~f694-1778), Voltaire, es el epítome dellibrepensamiento y dela actitud decrítica general frente a lasociedad delaépoca. Voltaire
representa la conjunci6n del cartesianismo con el movimiento empirista cíentífico inglés, ejemplificado sobre todo por Newton. Voltaire, que se encontraba
desterrado en Inglaterra cuando ocurri6 lamuerte del físico, escribi6 influyentes
cartas sobre la dignidad de que gozaban allílos hombres de ciencia y los intelectuales, asícomo sobre laimportancia delos nuevos criterios decerteza que estaban yaafianzados enel ambiente cultural dela isla. Laanglofilia deVoltaire se
extendí. a todos los terrenos. El político no erael menos importante. Voltaire se
encontr6 que la reciente Revoluci6n puritana había dado yasus mejores frutos a
fines del siglo XVD, una vez desaparecidas la dictadura militar de Cromwell y la
reacci6n monárquica subsiguiente. El influjo desus Cartas inglesas, publicadas
en 1734, fue muy grande pormucho que haya que reconocer que Voltaire noposeía un conocimiento realmente profundo de lavida política inglesa. Voitaire no
eraun revolucionario, pues su interés iba dirigido hacia la tolerancia, el incremento delaciencia y lahumanizaci6n delas instituciones, pero no hacia el igualitarismo o hacia unrégimen político verdaderamente parlamentario. Eraeste úllimo precisamente el que triunfaba poco a poco enInglaterra.
En 1755, un terremoto destruía Lisboa y mataba a muchísimos millares de
seres humanos. Ello provocó una gran discusi6n acerca delos secretos designios
de la divinidad; Voltaire aprovechó la ocasi6n para demostrar la gran ignorancia
del hombre acerca de la naturaleza, propugnar una moral estoica y fomentar el
estudio de los fen6menos observables, todo ello en una obra maestra dela sátira
social, Candide, de 17~9, que emplea elgénero del libro deviajes; enél,Voltaire
niega laposibilidad deque una gran teoría, por sí s61a, pueda explicar el mundo,
asícomo que éste pueda reformarse, pues los hombres son incorregibles. Sin embargo, su escepticismo no es absoluto; en otras obras, Voltaire cree que pueden
darse pasos hacia adelante que hagan más llevadera la vida. Así, en su Ecrassez
l'infame, Voltaire proponía que lareligi6n -fuente para éldefanatismo y crueldad-- fuera extirpada de la sociedad. En incontables escritos deproverbial mordacidad, Voltaire atac6 cuantas costumbres e instituciones leparecieron injustas.
John Millon había publicado, en 1644, su célebre Aeropagitica, defendiendo la
libertad de prensa. Voltaire le emula y supera en 1763, con su Tratado sobre la
tolerancia. Su obra podrá no serla más profunda de la filosofía ilustrada del siglo XVIII, pero suhuella, suestilo (su escritura esdiáfana) y el alcance desucrítica no tienen parejas en la cultura desu tiempo, si bien siempre será oportuno
leerle. Pordesgracia, la detergente calidad de sus escritos no ha caducado."
6. Los enciclopedistas
Elespíritu sistemático y riguroso de los sabios y fil6sofos franceses del siglo XVIII seplasm6 en laEnciclopedia, obra colectiva en laque debía registrarse
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todo el saber. Su idea fue madurando a partir de algún antecedente inglés y del
Diccionario de Bayle. Suspromotores fueron Denis Díderot (1713-1784) YJean
Le Rond d'Alembert (1717-1783). La Enciclopedia comenzó a componerse en
1751 y tardó casi veinte años en aparecer; de ellotuvo no poca responsabilidad
la censura. Diderot fuehecho preso porsu cansa varias veces. Estos y otros datos muestran el carácter revolucionario de la obra, a pesar de quesu contenido
expl€citamente social o político seabastante circunscrito. No obstante, los philo·
sophes (como a sí mismos se llamaban) que la publicaban estaban mUY conscientes delalcance de la obra. Querían producir unarevolución cultural, aunque
no vieran que tal cosa nopodía ocurrir sincambios políticos. Así, en lo político,
la Enciclopedia no deja de serunamuestra de absolutismo ilustrado; los redactores de susarticulas político~ piden delorden establecido-<:uyalegitimidad no
discuten- mejor educación para el pueblo Yfomento de la riqueza del reino,
pero noquecambie. Enel fondo, losphilosophes proyectan su racionalismo a niveldelestado; su política consiste en poner la omnipotencia delgobierno al servicio de la razón porellos venerada,» Esto era válido no solamente para losenciclopedistas, sino para la inmensa mayoría de los ilustrados de la Europa.
Entre los que colaboraron en la Enciclopedia descuella el barón Paul de
Holbach (1723-1789). AHolbach le pareee quela forma de gobierno noes cuestión demasiado importante, mientras predomine la razón y ellainspire las leyes.
El problema del origen del poder es secundario; lo que importa es queéste se
aplique según principios ilustrados, humanitarios y sensatos. La Política natural
de Holbach es unaobra tansistemática como poco original, en la que expresaba
estas ideas. Ello respondía auténticamente al estilo enciclopedista, cuyo fervor
racionalista no excluía cierto eclecticismo y moderación en las seluciones propuestas.
Holbach aceptaba el principio de «la mayor felicidad para la mayoría de
personas posible», expresado yaen lafilosofía deClande Helvetius (1715-1771)"
criterio por el cual había que juzgar toda acción individual o gubemativa20 y al
que aguardaba un notable futuro en el marco de la. futura filos~~a moral ~tili~­
rista, Helvetius deseaba fundar su psicología, su ética y su política en la ciencia,
Helvetius, heredero de la psicología materialista y sensualista de su coetáneo
Étienne de Condillac (1715-1780), suponía queel hombre era un serpuramente
físico, y que la memoria y el entendimiento dependían enteramente de lassensaciones físicas, pasadas o presentes. (Condillac, a su vez, debía mucho al filósofo
inglés John Locke.) El barén de Holbach aceptó estas ideas y ambos insistieron
en queel único motivo de la conducta humana es la esperanza del bien y elle'
mor del mal. Porlo tanto, la sociedad a la quebay quellegar debe estar organizada exclusivamente para el bienestar, y serunasociedad ricay educada, exenta
de peligros y libre de supersticiones. Noeran otras las aspiraciones doctrinales
de los hombres de la Enciclopedia.
El utilitarismo -propuesto por vez primera por Helvetius y Holbach-'tiene, para ellos, consecuencias ~ políticas como pueda tenerlas morales. No
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hay quegarantizar los dere11líf.s humanos sólo porque sean naturales, sino también porque son útiles y conducen a la felicidad." La tolerancia religiosa, por
ejemplo, es necesaria, pues de noexistir, sualternativa, la intolerancia, solamente
hace desgraciados a los hombres qne la sufren. Un sistema polñíco quepermita
la libre discusión de lasideas pennite asimismo que vaya surgiendo la verdad, y
la verdad no puede ir, por su propia naturaleza, en detrimento de nada, y sí en
cambio es base de todo progreso. Estas ideas, llevadas a sus conclusiones, nos
darían unaorganización política liberal democrática, pero losenciclopedistas en
general no llegaron a tanto. Sinembargo, en el caso de Helvetius y Holbach podemos veren quéforma valigada su actitud utilitaria con loqueen el futuro sería llamado liberalismo. Holbach imaginó, con cautela, cuál sería el aspecto de la
sociedad del porvenir, demócrata y utilitaria, y no anduvo muy errado describiéndola. Profetizó quela «armonía natoral» de la vida económica conduciría a
la explotación de lostrabajadores y quese produciría unarevolución, cuya consecuencia: sería la aparición de gobiernos más humanos. Pero, para los encielopedistas -y muy en especial para el ministro Thrgot (1727-1781}-, la fuerza
queibaa transfonnar el mundo, y que lo estaba transfonnando rápidamente, era
la educación. Su optimismo al respecto reconocía escasos límites. Todos losenciclopedistas creían queel hombre, si erapuesto frente a unaverdad clara y distinta, la abrazaríacon firmeza y la defendería con entusiasmo,
7. Los orígenes de la economía política: la fisiocracia
El siglo XVD! presencia la especialización de lasdiversas ramas delconocimiento científico. Esto es mucho más notorio en las ciencias natnrales que enlas
humanas, pero es entre estas ultimas también perceptible, Una de lasprimeras en
adquirir un perfil propio fue laeconomía política, porobra y gracia de un movimiento intelectnal francés, el de losfisi6cratas. Antes que éstesurgiera, naturalmente, el terreno fue preparado poruna serie de escritores quefueron minando
lasdiversas versiones de la concepción mercantilista, el cual nopodemos cousiderar como origen estricto de la economía moderna, pues su preocupación es el
tráfico de riquezas y su control, pero no su creación.
La revisión del mercantilismo comenzó con autores que aún se consideran
pertenecientes a él, sobre todo, los que iuiciaron, como William Petty (1623'
1687), la llamada «aritmética política» o estudio científico de la hacienda pública. Son ellos también losque, al iniciar la estadística, crean unaherramienta
decisiva parala futura existencia de unaciencia de la producción y el consumo
de bienes. Otro factor favorable a ella fueron las doctrinas económicas de las
cortes alemanas, que se engloban bajo el nombre de «cameralismo». Los carneralistas alemanes -so~re todo los católicos, del sur-, aunque aislacionistas en
cuestiones económicas, dedicaron gran atención a los problemas de la riqueza
nacional y no sólo al estado del erario real. Se esforzaron también en propagar
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técnico y en riqueza de la sociedad entrañaba progreso moral también, asumía
una dulcificación de las costumbres. Gracias a esehumanitarismo, cuyos orígenes se perciben enJuan Luis Vives y el bumanismo cívico del siglo XVI, los ilustrados iniciaron unmovimiento general de reformas sociales encaminadas a reducir la dureza con que el poder público trataba alos súbditos y reos, a eliminar
la tortura como medio de investigación criminal y a soprimir los tribunales inquisitoriales. Almismo tiempo, los ilustrados forzaron a losestados a tomar medidas sanitarias de toda índole, queredundaron en mayor bienestar y en un aumento sin precedentes de las poblaciones de nuestros países. Cesare Beccaria
(1738-1794) noes más qne nnejemplo deautor hnmanitario de losmnchos que
presenta el siglo xvm; pero es Ian representativo que vale la pena elegirlo como
muestra delnuevo talante qne impera, a partir dela Ilustración, enlafilosofía social europea.
Sutratado Dei deliui e del/e pene, publicado anónimamente en 1764, tenfa
pocas páginas. Suenorme repercusión respondía nos6lo a sucalidad, sino al hecho dehaber sabido exponer unas aspiraciones morales latentes enmuchas mentes de laépoca. Ello sedebía a que elescritor italiano supo sintetizar el espíritu
filantrópico queanimaba a las varias escuelas reformistas, así como la crítica
contra la opresión arbitraria de lospoderes eclesiásticos y civiles quese percibíaen las obras deMontesquieu y de Voltaire; a lo cual hay que añadir el utilitarismo moral queheredó de la lectura de Helvetius y, sobre todo, su experienciapersonal en una prisión milanesa, uno decuyos empleados eraamigo suyo.
Allí pudo presenciar el bestial trato que se daba a lospresos, cosa quedespertó
en él una suerte de indignación santa, cuya consecuencia fue su breve y contundente tratado."
._
Según Beccaria, el príncipe puede castigar porque es el depositario deuna
parte reducida de la libertad decada súbdito, a élentregada, a cambio deque todos puedan vivir en segura tranquilidad. El derecho penal es una necesidad y su
finalidad responde a la máxima de la mayor felicidad para el mayor número posible depersonas. Deacuerdo con ella, nohay que pensar enla gravedad deuna
transgresión, pues a veces se causa perjuicios grandes con intenciones menguadas. El criterio esel deldaño infligido a lasociedad, al bienestar de todos. Además, la pena no debe seruna venganza, sino una prevención necesaria que imposibilite al reo lacontinuaci6n desuconducta delictiva. Beccaria, pnes, hace un
énfasis muy grande sobre lacuestión dela prevención, yésta esotra desusaportaciones más novedosas. El poder legislativo tiene que tomar las medidas que
sean menester para evitar el crimen y, entre ellas, la información pública dequé
actos son delictivos y qué penas corresponden a ellos. También convendría mejorar la sanidad y el orden público en ciertas ·zonas. Además, Beccaria desea la
supresión deltormento y dela confesión secreta, pues atenlan contra la dignidad
humana, y también la mancilla todo mal trato que reciba el procesado antes de
ser declarado culpable. Como parangón a estas ideas, Beccaria aboga poruna
modernización delaspenas: prolongación delasde prisión ensustitución de las
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detortura corporal, y multip1Ífioción delas multas, que benefician lahacienda pública y nohumillan al reo, al tiempo que leenseñan a enmendarse. Esta doctrina
sencilla, cuyo triunfo total nohavisto alÍn el mundo, halló eco práctico en las reformas penales de varios países, que reconocieron explícitamente su deuda con
Cesare Beccaria, para quien Voltaire deseaba lainmortalidad. Sn influjo pasó al
acervo jurídico revolucionario a fines del siglo XVDI, seplasmó enlos códigos del
siguiente e inspira alÍn en gran medida la penología contemporánea.
Notas
l. P. Hazard, Lacrise tk la consdence europienne. París, 1935. Sin embargo. otros aurores han puesto derelieve lacontinuidad deesta época con el pasado y hasta laafinidad existente
entre laedad de Voltaire y ladesanto Tomás deAquino. ambas a labusca de un orden ann6nico,
cf.CarI Becker; Tire Heavtnly City 01tire Eighttenth Centll,., Plúlosophers, Universidad deYale,
1932.
2., lbid., pp. 290 ss,Para unestudio delasconlTadicciones internas del espfritu delaUusttación y sus consecuencias posteriores, cr. M. Horkheimer y T.W. Adorno, DiaJekJik derAujkJa- .
nmg, Nueva York, 1944.
3. Estos rasgos son subrayados por Mareel Prélot, Cours d'hisloire des idées poütiques
(Notas decurso), París, 19S7~19S8, pp. 186-187. Para una visión general delaIlustración, aparte
de lade Paul Hazard (op. cit.), ef.F.Venturi, ll Senecento Riformatore, 6 vals. aparecidos en 1993.
Elprimero: DaMuratori a Beccaria, 'Iurín, Einaudi, 1969.
4. J. B.Bury, The Idea olProgress, Nueva York, 1955 (I.'ed., 1932), pp. 1-126. Para un
relato más reciente, cf R. Nisbet, History of the Idea of Progress, Nueva York, 1980.
5. Ibid.; pp. 78-92.
6. E.Tiemo, Tradición y modernismo, Madrid, 1962, p. 68.
7. Ibid., p. 69.
8. Benedetlo Croce, LafilosofiD di Giambanista Vico, Bari, 1953' (1.'OO., 1911), pp. 5-35.
9. 1. Berlín, «The PhiJosophical Ideas of Giambattista Vico», en Vico ami Herder, Londres, Challo & Windus, 1976, pp. 1·142.
10. G. Vico, Dirino Univenaíe, proloquium.
11. Mario Galizla, Lateatia della sovranitil, Milán, 1951, p.305.
12 G. Vico, SciuuP Nuova; Prima, libro Il, cap. VI.
13. León Dujovne, Lafilosofia de la historia desde el Renacimiento hasta el siglo XVIll,
Buenos Aires, 1959, pp, 103·105.
14. B. Croce,op. ,it., pp. 130 ss.
IS. Para una introducción general a Vico, cñ J, Ferrater Mora, Cuatro visiones de la HistonaUniversal, Buenos Aires. 1958, cap. ID; también, I. Berlin, op. cit.
16. 1. Berlin, «Th.e Counter-Balightenments, en Against the Currem, Oxford, Clarendon,
1989, pp. 1.24.
17. -Kingsley Martín, French Liberal Thought in the Eighteenth Century, Nueva York,
1962 (1.' OO., 1929), p.46.
18. 1. Puster, prologo a Voltaice, Tractat sobre la lo1erlmcia, Barcelona, Ediciona 62,
pp. 7-14: para una introducción general. cf A. Bspína, Vo/lo;", y el siSIo XVIII. Madrid, Jécar, 1974.
19. Albert Socel, L'Europe et la Révolution franraise, París, J885, vol. I, p. 107.
20. Elie Halévy, Laformation duradicalisme philosophique, trad. inglesa: The Growth of
Philosophic Radicalism, Londres, 1938, III parte.
21. K. Martín, op. cu., p. 184.
22. E.G6mez Arboleya, Historia de la estrw;lura y delpensamiento social. Madrid, 1957,
p.417.
23. Para una presentación general delos fisi6cratas, cf. Gecrges Weulersse, Le mouvement
physiocratique en France, 1756-1770, París, Alcan,191O, 2 vols.; otros vols., 1955, 1958 y 1985;
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y R, I. Mee!<, Lajisiocracia, Barcelona, Ariel, 1975. el. también E. Lluch, «Ladifusión del.ea.
meralismo y dela fisiocracia a través de Europa..», en 1.L.Garcfa Delgado (comp.), Homenaje a
J. Velarde, Madrid, Eudema, 1992. pp. 461-468.
24. B. G. Arboley., op. ci,., p. 423.
25. Manuel Belgraoo, abogado del Jos Reales Consejos de Buenos Aires, tradujo las Má·
xUnas Generales delGobierno Económico y las publicó en Madrid, en 1794. Cf.la edición deesta
obra, con estudio preliminar E. Lluch, Ediciones Cultura Hispánica, 1984. cr. también G. Viaggi,
Th< EcolllJfllic, ofFratIfOis Quesnay, Universidad deCnmbridge, 1991.
26. Datos sobre laBeccaria y contenido desu obra: Cesare Beccaria, Seri"i e lettere lnedite, Milán,191O,passim.
CAPtruLoX
EL INDIVIDUALISMO BRITÁNICO
1. El individualismo y el o~geu de la concepción fiberal
'-
Una de las corrientes predominantes dentro de la filosofia social occidental
hasido laindividualista. Desde lavisión política dePericles y laconcepción cristiana del hombre hasta las actitudes renacentistas y la teoría maquiaveliana del
poder, hemos visto hasta qué punto esta tradición hace énfasis en la centralidad,
independencia y autonomía del individuo en su manera de concebir la dinántica
y estructura de toda sociedad. Hemos visto tambiéo cómo los acontecimientos,
desde fines del Medioevo, intensifican la fuerza del individualismo. Frente a un
énfasis enlocolectivo, también presente enella, latradición occidental hace hincapié en la importancia crucial del serhumano entendido con independencia de
sus ligámenes tribales, religiosos y clasistas, asícomo delinaje, familia y nación.
Laafirmación del individuo como ente soberano porencima de estas otras entidades fue tomando cuerpo desde el Renacintiento, solÍ~ todo cuando empezé a
encontrar el apoyo de un conjunto deteorías protoliberales (como las que vimos
nacer con laRevolución puritana enInglaterra), y dedoctrinas enfavor de latolerancia, el civismo yel respeto a la iniciativa ylibertad decada cual. Montaigne
y Spinoza son, entre tantos otros, quienes posibilitaron el ulterior desarrollo de
una teoría sólida para el individualismo moderno.
La noción de la irrepetibilidad, singnlaridad y originalidad de cada individuo, asícomo la del respeto que por el mero hecho de existir merece toda persona, se fue abriendo camino hasta que, a fines del siglo XVII, empezó a encono
trar una fonnulación precisay explícita. No estaba exenta de la ntilitancia que
exigía el medio a menudo hostil en el que dehía añrmarse, Laconcepción individualista, cuando por fin triunfa, lo hace en todos los ámbitos: el ético, el cultural, elpolítico, eleconómico, elfilosófico y elcientífico. Enelámbito delapolítica, suexpresión más cahal es laliberal. Alliberalismo dedica esta historia del
pensamiento social todo el libro IV; pero eneste lugar, y enel marco de la ilustración, es menester prestar atención a su momento fundacional. Prácticamente
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