CENTRO DE ESTUDIOS PARA EL ADELANTO DE LAS MUJERES Y LA EQUIDAD DE GÉNERO ANÁLISIS DE LAS POLÍTICAS CONCILIATORIAS ENTRE LA VIDA FAMILIAR Y LABORAL EN MÉXICO ACCIONES DEL GOBIERNO FEDERAL 2000-2007 DP2/IF16/2008 Este material es propiedad de la H. Cámara de Diputados y los derechos de autor corresponden a la investigadora o investigador que elaboró el presente documento Contenido Pág. 3 Presentación I. Introducción 4 II. Marco conceptual metodológico 7 1. La conciliación de los ámbitos productivo y reproductivo Género y 7 Derechos Humanos 2. Compromisos internacionales de derechos humanos vinculantes 9 para el gobierno mexicano A) Derecho a que se reconozca el trabajo doméstico 9 B) Derecho a combinar las responsabilidades familiares y 10 laborales C) Derecho a contar con servicios destinados al cuidado de las 11 hijas e hijos D) El derecho a recibir cuidados 11 3. Políticas públicas y conciliación de la vida familiar y laboral 12 4. Tipos de políticas conciliatorias 15 5. Experiencias internacionales 17 III. Acciones del gobierno federal para conciliar la vida familiar y laboral 19 1. Marco normativo de las políticas conciliatorias en México 20 2. Las acciones emprendidas por el gobierno federal 23 IV. Análisis desde la perspectiva de género y los derechos humanos 31 1. Las acciones instrumentadas 31 2. Los actores involucrados 34 3. Avances logrados y carencias de las acciones federales para el 35 cumplimiento de los compromisos internacionales en el ámbito de la conciliación V. Comentarios finales 36 VI. Referencias 38 2 Presentación La finalidad del presente trabajo es contrastar las acciones para conciliar la vida familiar y laboral llevadas a cabo en México por el gobierno federal durante los últimos siete años, respecto a experiencias internacionales, con el fin de valorar las implicaciones de dichas acciones en el mantenimiento, reforzamiento o transformación de las relaciones de género y por tanto, de su impacto para disminuir o no, la desigualdad entre mujeres y hombres. El documento compara las acciones gubernamentales reportadas por el gobierno o las instituciones federales que se refieren a la conciliación de la vida familiar y laboral, consignadas en información de carácter institucional (informes de actividades de dependencias federales y reportes e informes del gobierno mexicano ante organismos internacionales disponibles de manera pública en medios informáticos), respecto de tratados, convenciones, recomendaciones u observaciones internacionales de derechos humanos aplicables en la materia, de carácter vinculante para el Estado mexicano, así como de las experiencias internacionales en la materia. Los resultados del análisis constituyen un aporte para el trabajo legislativo, al consignar los temas y el enfoque que el propio gobierno considera más relevantes, lo que contribuye a definir si el tipo de medidas instrumentadas constituyen avances en el cumplimiento de los compromisos internacionales del gobierno en la materia. 3 I. Introducción Las políticas conciliatorias son las acciones instrumentadas tanto en el ámbito público como en el privado para facilitar la compaginación del trabajo doméstico y familiar con la participación en el mercado laboral. Esto es, la conciliación de la esfera productiva y la reproductiva, en tanto el mayor obstáculo para la participación de las mujeres en igualdad con los hombres, el cual se deriva de la asignación de las tareas domésticas, de crianza y de cuidado a las mujeres como responsables casi exclusivas. La creciente preocupación de muchos gobiernos por una política correcta para la reconciliación entre trabajo y vida familiar , se debe a que ésta contribuye a crear un mercado laboral diferente y a promover metas sociales que son objetivos gubernamentales básicos: aumentar la oferta global de trabajo y el empleo –para incrementar así el ingreso nacional-, fomentar fuentes seguras y estables de ingreso para las familias, y que éstas se encuentren en mejores condiciones para afrontar las tensiones de la vida moderna, obtener mejores resultados en el desarrollo de los niños, lograr una mayor equidad de género y la toma de decisiones reproductivas al interior de las familias. Logros que, en conjunto, contribuyen a un desarrollo sustentable de las sociedades (OCDE, 2005). Sin embargo, en la mayoría de países latinoamericanos se hace referencia a mecanismos o arreglos que utilizan las mujeres para responder a las demandas del mundo de trabajo y de la esfera familiar. Es decir, la conciliación se considera como una necesidad de las mujeres a nivel individual y no del conjunto de la sociedad o como responsabilidad del Estado (CEPAL, 2007). El tema de la conciliación de la vida familiar y laboral recién ha comenzado a formar parte de la agenda pública nacional. Se reconoce que las actividades de cuidado, que recaen de manera casi exclusiva en las mujeres, representan un gran obstáculo para alcanzar la igualdad de oportunidades y de trato en el mercado 4 laboral, las cuales se reflejan y aumentan en la previsión social 1 . De lo anterior se sustenta la necesidad de conciliar la vida familiar y laboral, mediante políticas conciliatorias que permitan alcanzar la igualdad de oportunidades y responsabilidades entre las personas (Espinosa, P., 2007; Inmujeres 2006). A la luz de las experiencias internacionales, actualmente se reconoce que aun y cuando se promueva y desarrolle acciones sensibles a la realidad familiar, éstas pueden contener sesgos de género, en cuyo caso, el peso de las responsabilidades del cuidado sigue recayendo en las mujeres, lo que dificulta su inserción económica en igualdad de oportunidades y de condiciones con los hombres. El sistema tradicional autoritario está pesando para impedir las transformaciones en producir la autonomía femenina y un desarrollo integral de todos los miembros de las unidades familiares (Schmukler, 2001). A pesar de lo señalado en convenciones internacionales en la materia, las mujeres deben repartir su tiempo según la tajante división entre el mundo público y el privado. Quienes están en ambos, al incorporarse en el mercado laboral, deben conciliarlo, no como una elección, sino como una obligación. La carga de trabajo y las responsabilidades que deben asumir implican tensiones entre ambos espacios, así como restricciones a la libertad de las mujeres, en un contexto en el que la maternidad y el cuidado de las personas adultas dependientes continúan sin concebirse como una responsabilidad social (Marco, 2005). Los escasos avances están destinados a que las mujeres concilien su vida laboral con la familiar: los programas y disposiciones legales para que mujeres y hombres puedan conciliar las responsabilidades familiares, el trabajo doméstico y el remunerado se limitan a determinada población objetivo (cuidado para las hijas e 1 Este término se refiere a las prestaciones de beneficio de los trabajadores y de sus familiares o beneficiarios que tengan por objeto elevar su nivel de vida económico, social, cultural e integral; los cuales se otorgan bajos esquemas formales que son parte de una política pública de Estado que forma parte de la política laboral. En el marco legislativo nacional (Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y Ley Federal del Trabajo) se hace referencia a las instituciones de seguridad y previsión social, si bien no se da una definición puntual de la misma. 5 hijos de mujeres jefas de hogar o de escasos recursos); generalmente se destinan para las trabajadoras, operando el supuesto de que son ellas quienes deben conciliar, por ser las responsables del trabajo doméstico y del cuidado infantil. Se evidencia así que el cuidado y la crianza aun no se conciben como responsabilidades sociales, ya que es muy poca la porción de esta responsabilidad que asumen los hombres, las empresas y los Estados (Marco, 2005), en detrimento del desarrollo de la sociedad en su conjunto y de las libertades fundamentales de las mujeres. Esto es, libertad para trabajar, para ser madres, para su desarrollo personal, entre otros derechos que no se pueden ejercer en igualdad con los hombres. En el tema de la reconciliación de trabajo y vida familiar la discusión internacional actualmente apunta a distinguir entre las disposiciones legales y las políticas públicas que tienden a dar una adecuada respuesta a las exigencias fisiológicas de la maternidad, por un lado, y las necesidades de la reproducción social que pueden ser compartidos entre hombres y mujeres, por otro lado (Daeren, 2001). Los estudios desde la perspectiva de género han evidenciado la necesidad de normativas e incentivos, que equiparen derechos y obligaciones de mujeres y hombres en cuanto a responsabilidades familiares y que proporcionen facilidades para el cuidado de niños/as y ancianos/ as a trabajadores de ambos sexos (Marco, 2005). En tanto el Estado asume un papel normativo del contrato social entre mujeres y hombres que se refleja en la legislación laboral, ésta debe contemplar la redistribución de las responsabilidades de cuidado en todos los miembros de la sociedad y no solo en las mujeres, así como el reconocimiento del trabajo realizado por las mujeres para la reproducción social (CEPAL, 2007; Pautassi, 2007a). Pero la regulación laboral es sólo uno de los ámbitos en esta materia. Se considera que la instrumentación de acciones afirmativas es una primera fase, a la que debe seguir una estrategia de cambio estructural que, entre otras transformaciones, promueva la reorganización de la división sexual del trabajo en 6 todos los ámbitos, como efecto inmediato y necesario de universalizar el derecho, tanto a proveer como a recibir cuidados, a fin de reconocer el cuidado como una responsabilidad social, dada su primordial trascendencia en la economía y el bienestar de las sociedades. El éxito de las políticas conciliatorias como base de un desarrollo sustentable tanto en términos sociales como económicos implica el planteamiento de transformaciones efectivas, de carácter estructural, que permitan alcanzar la igualdad entre mujeres y hombres (Pautassi, 2007b). II. Marco conceptual metodológico 1. La conciliación de los ámbitos productivo y reproductivo La asignación casi exclusiva del trabajo de cuidado no remunerado a las mujeres sigue siendo una de las causas de la discriminación laboral, y aunque diversos convenios internacionales demandan responsabilidades compartidas entre mujeres y hombres, son escasos los avances al respecto. Esta pauta cultural es reforzada por el Estado, cuando las relaciones laborales entre el mercado, y entre mujeres y hombres asignan al género femenino la responsabilidad del cuidado del hogar y de las personas. Género y derechos humanos Al reconocer la contribución que las mujeres realizan a la economía por medio del trabajo reproductivo, el cuidado cobra una centralidad indiscutible para comprender su valor en términos de garantías de reproducción social (Marco, 2005). Sin embargo, hacer visible el trabajo que significa para las mujeres asumir de forma casi exclusiva las responsabilidades familiares y domésticas del cuidado puede implicar que dicha responsabilidad, como atribución de papeles de género tradicionales, se refuerce en términos jurídicos; es decir, que los ordenamientos laborales determinan que las personas sujetas de derecho para asumirlas son las mujeres (Pautassi, 2007b). Esto es, cuando se concibe la necesidad de conciliar la vida laboral y la vida familiar como un problema de las mujeres. 7 El trabajo no remunerado que se realiza en el ámbito doméstico para transformar los bienes y proveer los servicios requeridos por la reproducción cotidiana de las personas se equipara con el concepto de economía del cuidado (Rodríguez, 2005). El desarrollo teórico en torno a la “economía del cuidado” incluye en este espacio el conjunto de actividades, bienes y servicios necesarios para la reproducción social y cotidiana de mujeres y hombres, vinculado con el desarrollo económico de los países y las relaciones sociales de género. Conformada como campo de estudio, la economía del cuidado nuclea al conjunto de las actividades socialmente útiles que no son monetariamente remuneradas, pero también crea bienes y servicios para el consumo directo de los miembros del hogar (Pautassi, 2007b). Por ello, el análisis del trabajo de cuidado no remunerado se vincula con el análisis de los hogares. No obstante, la distribución del trabajo de cuidado no remunerado que se lleva a cabo en el ámbito doméstico se encuentra condicionada por la existencia de servicios de cuidado provistos por fuera del hogar. Es en dicho sentido que se habla de una economía del cuidado ampliada, para incluir la provisión de los servicios de cuidado por parte del Estado y del mercado (Rodríguez, 2005), y que, desde un enfoque más amplio, refiere a la organización social del cuidado (Aguirre, 2008). El enfoque de derechos retoma la economía del cuidado para definir los elementos que, en conjunto constituyen un derecho humano, como un primer paso para distribuir las responsabilidades de cuidado entre todos los miembros de la sociedad y no solo en las mujeres, en aras de efectivizar la igualdad formal pero especialmente la igualdad material de mujeres y varones. No se trata de promover únicamente una mayor oferta de cuidado, que indiscutiblemente resulta indispensable; lo que se pretende es universalizar la responsabilidad, la obligación, la tarea y los recursos necesarios para el cuidado (Pautassi, 2007b). 8 El valor del enfoque de derechos radica principalmente en la capacidad de guiar con estándares y principios la actuación de los Estados democráticos en situaciones concretas, pero además contribuye a la consecución de políticas y prácticas equitativas (Artigas, 2005). 2. Compromisos internacionales Por una parte, se encuentran los derechos que brindan protección a la función biológica de la maternidad, como son la licencia de maternidad pagada, así como el derecho al goce de la licencia de maternidad conservando el empleo, antigüedad y prestaciones; a no ser despedidas del empleo por ejercer la función reproductiva; así como a regresar al empleo después del periodo de descanso pos parto. Estos son amparados por la legislación mexicana, así como por la CEDAW y el PIDESC. Por otra parte, debe hacerse referencia a los derechos vinculados con las responsabilidades del cuidado de las personas dependientes, tanto niñas y niños, como personas adultas mayores, enfermas o con discapacidad. En primera instancia, entre los compromisos internacionales que protegen los derechos de las personas que brindan los cuidados, la mayoría de los aquí mencionados fueron identificados en un estudio previo en materia de derechos laborales de las mujeres (González, Márdero y Contreras, 2008): A. Derecho a que se reconozca el trabajo doméstico La falta de reconocimiento del trabajo reproductivo y la baja inserción de las mujeres en los espacios públicos ocasionan que la distribución de oportunidades para las mujeres sea históricamente inequitativa respecto a los hombres (Pautassi, 2007a). Es necesario redefinir y revalorizar el espacio de lo doméstico en su contexto como economía constituida por actividades, bienes y servicios necesarios para la vida cotidiana de las personas (Knebel, 2005). La posibilidad de mejorar las condiciones de desigualdad entre los géneros es más viable en el mercado laboral protegido, sin embargo resulta más difícil para las mujeres cuyo trabajo no es 9 remunerado (Birgin y Pautassi, 2002). La adopción de medidas legislativas y de políticas públicas, que aseguren y promuevan la igualdad laboral y el ejercicio pleno del derecho al trabajo son una medida para romper el desfase entre espacio privado y público derivada de la división sexual del trabajo. Lo cual implica la reorganización de las actividades de mujeres y hombres, y la inclusión en el marco legal del trabajo realizado por las mujeres para la reproducción social. El Comité para la Eliminación de la Discriminación Contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés) en su recomendación general N° 17 señala que la medición y cuantificación del trabajo doméstico no remunerado de las mujeres y su reconocimiento en cuanto al aporte al Producto Nacional Bruto (PNB) pone de manifiesto la función económica que ellas desempeñan; lo cual provee una base para la formulación de otras políticas relacionadas con el adelanto de las mujeres. La finalidad es garantizar el reconocimiento social y económico al trabajo doméstico no remunerado de las mujeres. Aunque de manera excepcional, en la región latinoamericana se reconoce a nivel constitucional el trabajo doméstico no remunerado como una actividad económica que crea valor agregado, es decir, una labor productiva (Montaño y Aranda, 2006). B. Derecho a combinar las responsabilidades familiares y laborales La adopción de acciones positivas y de medidas legislativas enfocadas a regular la armonización de la vida familiar y laboral es requisito para promover el principio de igualdad, en tanto el Estado asume un papel normativo del contrato social entre mujeres y hombres, que debe reflejarse en la legislación laboral (CEPAL, 2007; Pautassi, 2007). Para ello, es necesario socializar las responsabilidades del cuidado hacia más actores sociales ausentes: el Estado y los hombres; para liberar a las mujeres de la exclusividad en las responsabilidades reproductivas y de cuidado (CEPAL, 2007a). El marco internacional de derechos humanos, así como una de las recientes leyes aprobadas para la igualdad de mujeres y hombres en nuestro país, constituyen el marco de referencia que protege este derecho: 10 Los artículos 5 y 16 de CEDAW; la recomendación general No. 21 de Cocedaw y los artículos 37 y 38 de la LGIMH. C. Derecho a contar con servicios destinados al cuidado de las hijas e hijos Tener servicios de cuidado para hijas e hijos es una necesidad básicas de las madres trabajadoras, que se considera requisito fundamental para promover la inserción de las mujeres en la fuerza de trabajo (OIT, 1995). Sin embargo, estos servicios para madres trabajadoras se convierte en un mecanismo que obliga a las mujeres a adaptarse a un mercado de trabajo masculino, al tiempo que la responsabilidad sobre la carga del cuidado continúa asimétricamente distribuida (Prentice, 2005). Es necesario por tanto, definir el alcance, orientación y disponibilidad de servicios para el cuidado de niñas y niños y en su caso de personas dependientes, debe definir si favorecen la inserción de las mujeres en el mercado laboral o promueven las responsabilidades compartidas entre mujeres y hombres (Pautassi, 2007a). El artículo 11 de CEDAW confiere protección a esta prerrogativa como un derecho humano, que debe ejercerse en pie de igualdad entre mujeres y hombres. El cuidado de las personas adultas mayores, es uno de los temas que pocos marcos jurídicos consideran como parte de las necesidades de las y los trabajadores en cuanto a las responsabilidades familiares de las que deben hacerse cargo (Pautassi, 2007a). Al plantear el cuidado como cuestión de derechos, tanto de quienes proveen los mismos, como de las personas que los reciben (Pautassi, 2007b), podemos señalar otros instrumentos de derechos humanos, vinculantes para el gobierno mexicano. Debe tenerse en consideración que la ausencia de medidas conciliatorias afecta a quienes más cuidados requieren. D. El derecho a recibir cuidados El énfasis en dichas acciones, basadas en el bienestar de las niñas y los niños, se sustenta, además de los ordenamientos ya referidos, en los derechos de la 11 infancia. En tal sentido, Pautassi (2007b) refiere que el artículo 18 de la Convención Internacional de los Derechos del Niño estipula que el Estado debe garantizar que se reconozca el principio de que ambos padres tienen obligaciones comunes en lo que respecta a la crianza y el desarrollo del niño, siendo la preocupación principal el interés superior del niño. Dentro de las medidas a adoptar por el Estado, se encuentren aquellas que garanticen a los niños de padres que trabajan, puedan beneficiarse de servicios e instalaciones para su cuidado. El derecho que tienen las personas adultas mayores a ser cuidadas se sustenta en los instrumentos internacionales de derechos humanos, específicamente se hace referencia a este grupo en la Observación General N° 6 del Comité del Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC): Los derechos económicos, sociales y culturales de las personas mayores. Este ordenamiento reconoce el derecho a la protección y el cuidado durante la ancianidad, a cuyo efecto, el Estado debe llevar a cabo medidas especiales, poniendo en marcha el máximo de sus capacidades (Pautassi, 2007b). 3. Políticas públicas y conciliación de la vida familiar y laboral En primera instancia, debe hacerse una distinción entre políticas explícitas de familia y las que afectan la familia. Las primeras se refieren a programas y acciones diseñados específicamente para incidir en la problemática que enfrentan las familias. Las políticas conciliatorias se encuentran entre las principales políticas familiares explícitas que se han desarrollado a nivel internacional. Por otra parte, la legislación familiar, los apoyos para vivienda salud y educación y aquellos destinados a erradicar la pobreza, son actividades y políticas gubernamentales que no están específica o esencialmente destinadas a la familia, pero que tienen consecuencias indirectas para ésta. (DIF, s.f.). De igual forma, debe distinguirse entre políticas conciliatorias y políticas con efectos conciliatorios (Camacho y Martínez, 2006). Esto es, entre aquellas que 12 benefician la conciliación de la vida familiar y laboral de manera indirecta, y aquellas que explícitamente buscan vincular el trabajo doméstico con el empleo remunerado. Las políticas conciliatorias surgen en Europa en el marco de las políticas laborales, específicamente, en las políticas de empleo, con la finalidad de facilitar el acceso de las mujeres al mercado laboral. Su principal objetivo ha sido la incorporación de la familia y el cuidado como un área en la que se requiere instrumentar medidas para hacer posible la igualdad laboral de las mujeres (Astelarra, 2006). Sin embargo, no todas las políticas conciliatorias pueden considerarse políticas de género. En la medida en que las acciones no contemplan incidir en la desigualdad entre mujeres y hombres, pueden contribuir a perpetuar las desventajas de las mujeres e incluso, ahondar las diferencias entre géneros (Martínez y Monge, 2007; Prentice, 2006; Pautassi, 2007a). Las políticas conciliatorias propiamente dichas, señalan Martínez y Camacho (2006) -como medidas para fomentar la armonización de las responsabilidades de las mujeres y los hombres en lo que respecta al trabajo y la familia-, comienzan a formar parte del debate y la agenda pública en América Latina después de la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer (Pekín, 1995). Conviene por tanto, hacer algunas distinciones. En la práctica, las medidas conciliatorias son políticas dirigidas a las mujeres, a menos que busquen una redistribución de responsabilidades con los hombres. Las políticas conciliatorias incorporaron las familias y los servicios que se prestan en ellas a las políticas de género, en la medida en que éstas buscan resolver la desigualdad de las mujeres en el ámbito público (Astelarra, 2006). Las políticas de género “pueden ser definidas como tales en tanto apunten a la superación de los patrones de segregación por sexo en el trabajo productivo y en el reproductivo” (Monge y González, 2005, p. 3), toda vez que la división sexual del trabajo es el eje de desigualdad que estructura de manera jerárquica la tajante 13 división entre el ámbito público y el privado (Astelarra, 2006; Monge y Martínez, 2006; Molyneux, 2007). De esta forma, las políticas conciliatorias coherentes con una perspectiva de género, se dirigen a la modificación de los pesos relativos del trabajo productivo y reproductivo, respecto a los patrones tradicionales que asignan esté último, de manera casi exclusiva, a las mujeres (Monge y González, 2005). En dicho sentido, como estrategias para buscar la equidad de género, las políticas de conciliación pueden referirse a alguna de estas tres estrategias señaladas por Astelarra (2006), que son necesarias y están articuladas entre sí: Igualdad de oportunidades, busca el acceso de las mujeres al mundo público. Se busca que las personas tengan iguales oportunidades en el desempeño de los roles. Se trata de que las mujeres tengan las mismas oportunidades para incorporarse al ámbito público que los hombres. El énfasis principal está en la educación de las mujeres y en la eliminación de leyes discriminatorias. Acción positiva, demanda el reequilibrio entre mujeres y hombres en el mundo público; ya que cuando las mujeres acceden al mundo público arrastran roles femeninos, que están jerarquizados. Así, la educación no aporta la posibilidad de ejercer de la misma forma roles que los hombres en el ámbito público. Cambios estructurales, pretende la reorganización de la división sexual del trabajo en todos los ámbitos; propone el cambio de la base estructural de la desigualdad, es decir la existencia de la división entre el ámbito público y el privado jerarquizados, ya que en esta división surge la desigualdad en todos los niveles y características del sistema de género. 14 4. Tipos de políticas conciliatorias Diversos trabajos desarrollados para analizar las políticas conciliatorias en América Latina retoman el esquema de clasificación manejado por Durán (2004; c.p. Sunkel, 2007; por Camacho y Martínez, 2006 y por Monge y González, 2005). Las medidas para conciliar el trabajo reproductivo y el de mercado pueden ser secuenciales, cuando se dirigen a permitir que un ámbito no se superponga al del otro. En términos de las áreas de intervención propuestas por Sunkel (2007), se refieren a la organización del trabajo, esto es, primordialmente, regulaciones del ámbito laboral, como son las disposiciones que norman la jornada y el espacio laboral, así como los permisos y licencias de las personas trabajadoras para hacerse cargo de sus responsabilidades familiares. a) Políticas de organización del trabajo. Estas políticas son claves pues pueden aumentar el tiempo disponible de los trabajadores/as para la familia (padres o madres), cuestión que está al centro del conflicto familia- trabajo. Entre estas políticas destaca la regulación de la jornada laboral en un rango que permita conciliar el conflicto familia-trabajo y aspectos relacionados como son: las medidas que dan a los padres el derecho a trabajar a tiempo parcial; las medidas que condicionan el trabajo en horarios especiales (tardes, noches, fines de semana); y las regulaciones del tiempo de vacaciones anuales pagadas. Una segunda política de organización del tiempo de trabajo se refiere a los permisos familiares. Estos permisos se basan en el derecho de los padres —mujeres y hombres— a tomar tiempo del trabajo para destinarlo a los cuidados familiares. Incluyen: el permiso maternal, permiso paternal y otros permisos por razones familiares (por ejemplo, disposiciones en caso que un niño esté enfermo). (Sunkel, 2007, p. 105). Por otra parte, se encuentran las políticas de derivación, las cuales consisten en que el Estado promueva que las actividades de cuidado se trasladen de unas mujeres a otras, ya sea en redes familiares de apoyo o como trabajo doméstico remunerado, es decir, hacia el mercado; el cual comprende diversos servicios, entre ellos: transporte escolar, residencias para familiares adultos mayores, 15 servicios de alimentación, guarderías. Estas actividades también pueden derivarse a instituciones no mercantiles (comunitarias) (Camacho y Martínez, 2006). De esta forma, siguiendo el esquema manejado por Sunkel, las políticas derivativas se refieren al área de la economía del cuidado. b) La economía del cuidado. En los últimos años se ha acuñado el término «economía del cuidado» para referirse a ese espacio de actividades, bienes y servicios necesarios para la reproducción cotidiana de las personas. El «cuidado» se refiere a los bienes y actividades que permiten a las personas alimentarse, educarse, estar sanas y vivir en un hábitat propicio. «Abarca por tanto al cuidado material que implica un trabajo, al cuidado económico que implica un costo y al cuidado psicológico que implica un vínculo afectivo» (Rodríguez, 2005: 4). Incluye el trabajo no remunerado que realizan principalmente las mujeres en el hogar y la provisión extra-hogar de servicios de cuidado: la provisión pública y mercantil. Abarca principalmente los cuidados intergeneracionales: el cuidado infantil y el de los adultos mayores. (Sunkel, 2007, p. 106). Un tercer tipo de políticas conciliatorias, o como señalan Camacho y Martínez (2006), las políticas conciliatorias propiamente dichas, se enfocan a cambios en la formulación de los papeles productivo y reproductivo, que implican cambios culturales tanto en el ámbito familiar como en el del mercado de trabajo, los cuales deberán reflejarse en la normatividad que rige éste último. Son cambios de largo plazo. Es necesario considerar el entorno real en que se realizan las políticas conciliatorias, es decir, se establecen en un contexto productivo que escapa a la regulación normativa y con escasa cobertura de políticas públicas (Benería, 2006; Pautassi, 2007a). En dicho contexto, se proponen tres estrategias que se pueden realizar: • Reducir las tensiones entre las actividades productivas y reproductivas que llevan a cabo las mujeres (Martínez y Monge, 2007), que se vincula estrechamente con la normatividad que regula las relaciones laborales. 16 • Instrumentación de medidas, como servicios de cuidado infantil y los horarios escolares, las cuales se relacionan más con el ámbito de las políticas públicas. • Cambios culturales, la redistribución de los roles productivos y reproductivos entre mujeres y hombres. Implica la transformación del mercado laboral para generar alternativas a la tradicional división del trabajo entre hombre/proveedormujer/cuidadora. Monge y González (2005) identifican los principales temas a que se refieren las políticas en materia de conciliación de la vida familiar y laboral: licencias materna y paterna, trabajo a jornada parcial, los arreglos flexibles del trabajo, y los servicios de cuidados para niñas, niños y otras personas dependientes. Para la región latinoamericana, señalan los autores, solamente encontraron casos de medidas instrumentadas para reducir la tensión entre los ámbitos familiar y laboral (secuenciales) y derivativas. 5. Experiencias internacionales El diseño de la política social es un factor clave que contribuye a facilitar o no la conciliación de la vida profesional y laboral de mujeres y hombres, sumado con medidas de carácter institucional, como horarios escolares adecuados y tendientes a la implantación de un reparto más igualitario del tiempo de cuidado entre ambos sexos (De Villota, 2006). Las políticas de conciliación en Europa surgieron con dos objetivos: fomento del empleo femenino y aumento de la natalidad. El interés de las políticas para abordar la doble presencia de las mujeres vino no sólo para resolver el problema de las dificultades de las mujeres en el empleo, debido a las cargas de responsabilidad familiar, sino al descenso de la natalidad. (Astelarra, 2006). 17 Las políticas de conciliación respecto al fomento del empleo femenino surgieron como parte de la política de pleno empleo para las mujeres e impulsaron dos tipos de medidas: los permisos de maternidad/paternidad y la provisión de servicios de cuidados. Aunque la primera propuesta no era nueva, la novedad consistió en que también los hombres podían pedir dichos permisos, para buscar romper con los roles tradicionales de género en el hogar. La segunda política se refiere, en su mayoría al cuidado de los niños, aunque cada vez se incorporan más servicios para las personas adultas mayores y dependientes (Astelarra, 2006). El potencial de redistribución de los servicios de cuidado desde esta perspectiva de equidad, en que el cuidado se amplía y se colectiviza su responsabilidad social, permitiendo a hombres y mujeres compartir igualitariamente la obtención de un salario y la prestación de cuidados (Prentice, 2006). Algunos países han optado por considerar el lapso dedicado por las mujeres para el cuidado de los niños como parte del tiempo laboral, aun si éstas no han contribuido al sistema de pensiones (James et al., 2005). Un ejemplo de acciones afirmativas es repartir el costo de las licencias de maternidad entre el total de aportantes a la seguridad social; diversos estudios han demostrado que el monto de ello es mínimo (Camacho y Martínez, 2006). Sin embargo, su cobertura sería limitada. Otro ejemplo mencionado por las mismas autoras es Chile, en donde el Estado absorbe en su totalidad el costo de la licencia por maternidad. Con relación a las licencias paternas y maternas, resalta el caso de Suecia, pues el permiso parental se otorga por 480 días, dividido entre ambos progenitores, pudiendo transferirse entre ellos hasta 180 días y 30 de ellos es obligatorio que los tomen los hombres, pues son irrenunciables e intransferibles (Almenara, 2004). En contraste, Pautassi (2007a) señala que en América Latina no existen licencias parentales, pues en los países que las otorgan, la duración de los permisos por 18 paternidad es muy corta y no remite por tanto, a la corresponsabilidad en la crianza de las y los hijos. Un paso pionero ha sido la aprobación de un ordenamiento (Ley de dependencia Universal en España) a través del cual, todas las personas dependientes tendrán acceso al cuidado que necesiten independientemente de su capacidad económica; es decir, sin tener que recurrir necesariamente al mercado para encontrar ese cuidado. Se reconoce así, la necesidad del cuidado en las sociedades humanas y se asume el cuidado como un derecho humano, y el no cuidado como una afrenta a la dignidad humana (Knebel, 2006). En contrapartida, cabe señalar que, si bien a partir de 1999 en dicho país se ha incluido en el marco normativo una serie de disposiciones conciliatorias para regular el tiempo de trabajo, fundamentalmente, éstas reproducen los papeles tradicionales de mujeres y hombres (Quintanilla, 2005). Se recomienda (Arriagada, 2007) transitar del cuidado como situación privada y responsabilidad femenina a un tema de derechos: derecho a cuidar y a ser cuidados. En la trilogía: cuidado, cuidadoras (con y sin remuneración) y personas cuidadas (Pautassi, 2007b). La perspectiva de derechos posibilita este reconocimiento, que es un primer paso para cuestionar la base estructural de la desigualdad: la división entre el ámbito público y el privado jerarquizados. En igual dirección, se debe avanzar en el reconocimiento del trabajo reproductivo como trabajo y considerar su valor económico y su aporte al sistema económico (Pautassi, 2007b). III. Acciones del gobierno federal para conciliar la vida familiar y laboral La primera parte de este apartado se hace referencia al marco rector de las políticas públicas con efectos conciliatorios que rige las acciones federales durante la presente administración. La segunda parte, que hace referencia a las acciones instrumentadas, contiene referencias tanto al sexenio actual como al anterior, toda vez que en el primer caso, dichas acciones aun son incipientes, y en el segundo, porque sirven como punto de referencia de las que plantea la presente 19 administración federal, las cuales han sido reportadas ante organismos internacionales para dar cuenta de los avances en la materia. 1. Marco normativo de las políticas conciliatorias en México 2007-2012 A. Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2007-2012 La igualdad de oportunidades constituye el tercer eje del PND 2007-2012. Uno de sus objetivos nacionales consiste en “reducir significativamente las brechas sociales, económicas y culturales persistentes en la sociedad, y que esto se traduzca en que los mexicanos sean tratados con equidad y justicia en todas las esferas de su vida, de tal manera que no exista forma alguna de discriminación” (Presidencia de la República, 2007). Como parte este eje se propone la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, así como propiciar la igualdad de oportunidades para las personas que por su situación conforman los grupos más vulnerables de la sociedad se reconoce como una obligación del Estado. El PND señala que uno de los objetivos de la política social es abatir la marginación y el rezago que enfrentan los grupos sociales vulnerables: adultos mayores, niños y adolescentes en riesgo o situación de calle y personas con discapacidad. Esto es, de las personas que más requieren de cuidados y por tanto, de ser beneficiarios de las políticas conciliatorias. En relación con la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, se incluye en el tercer eje el objetivo 16, que se refiere a “eliminar cualquier discriminación por motivos de género y garantizar la igualdad de oportunidades para que las mujeres y los hombres alcancen su pleno desarrollo y ejerzan sus derechos por igual”. Para ello, plantea como una de sus estrategias (16.6) facilitar la integración de la mujer al mercado laboral a través de la provisión de servicios de cuidado infantil (expansión del sistema nacional de guarderías y estancias infantiles). El PND resalta la operación del programa de Estancias infantiles, el cual proporciona ayuda a las madres trabajadoras en dos sentidos: para las mujeres 20 trabajadoras que prestan los servicios, así como a aquellas que pueden acudir a trabajar al tener una opción de cuidado para sus hijas e hijos. Dicho marco rector señala que este programa también beneficiará a los hombres, cuando ambos padres trabajan o a los padres solos. De igual forma, el PND 2007-2012 menciona que se promoverán reformas a las leyes laborales para facilitar que el hombre pueda compartir la responsabilidad del cuidado de los hijos. B. Programa Nacional de Igualdad entre Mujeres y Hombres (Proigualdad) 2007-2012 El diagnóstico presentado por Inmujeres (2008) sobre la situación de las mujeres, base de la elaboración del programa nacional rector en materia de igualdad entre mujeres y hombres, reconoce que la falta de políticas y estrategias en torno a la conciliación trabajo-familia es una de las causas de la menor participación de las mujeres en el mercado laboral, debido fundamentalmente, a la desigual carga de trabajo doméstico: 4.6 veces más para las mujeres que para los hombres; cuyo valor, no reconocido como aporte económico, es de más de un quinto del PIB. El sexto de sus objetivos estratégicos consiste en “potenciar la agencia económica de las mujeres en favor de mayores oportunidades para su bienestar y desarrollo”. A tal efecto, se considera de manera particular una estrategia con cuatro líneas de acción y una más que forma parte de otra estrategia para alcanzar el mismo objetivo; así como otras dos líneas de acción, dos de las cuales se destinan a dar cumplimiento a dos objetivos estratégicos más: Estrategia 6.5: Desarrollar, promover y adoptar, políticas y acciones de conciliación trabajo-familia que propicien la igualdad y equidad en las responsabilidades familiares, favorezcan el trabajo de las mujeres, mejoren sus condiciones de competencia laboral y eleven su calidad de vida. 21 • Líneas de Acción 6.5.1. Incrementar la oferta de servicios de cuidado mediante el impulso a la formación de empresas sociales prestadoras de servicios. 6.5.2. Desarrollar modelos de certificación para la conciliación trabajo-familia que agreguen valor de calidad a las empresas y productos que los adopten. 6.5.3. Desarrollar y promover alternativas para socializar o distribuir los costos de las medidas de conciliación trabajo-familia, tales como la extensión de los permisos de cuidado infantil, las licencias de paternidad y otros similares. 6.5.4. Desarrollar estrategias de defensa y protección de la democracia de consumo en el sector servicios con PEG particularmente en la conciliación trabajo- familia y promover una cultura de consumo sustentable ampliando el entorno de información a las mujeres para fortalecer sus derechos como consumidoras. 6.4.9. Promover que dentro de las acciones de los programas de equipamiento de infraestructura y servicios a las poblaciones de las zonas rurales, se incorporen las necesidades de atención y cuidado a los miembros de las familias de las mujeres participantes en los proyectos productivos, a fin de conciliar trabajo y familia en el medio rural. Como parte de la institucionalización de una política transversal con perspectiva de género (Objetivo estratégico 1), se considera en una de las estrategias (1.4) el establecimiento de normas que aseguren la conciliación de la vida familiar y laboral en la Administración Pública Federal. Para ello se plantea (línea de acción 1.4.2) “emitir lineamientos en coordinación con las instancias normativas para modificar la cultura laboral y establecer una política pública de conciliación de la vida laboral y familiar de mujeres y hombres”. El quinto objetivo estratégico es “fortalecer las capacidades de las mujeres para ampliar sus oportunidades y reducir la desigualdad de género”. Como parte de la estrategia de mejorar la salud de las mujeres a través del aumento de la calidad y cobertura de los servicios, se plantea realizar acciones para el cuidado de las personas adultas dependientes se plantea una línea de acción (5.3.7) para “crear 22 medidas de corresponsabilidad de las instituciones y arreglos familiares para enfrentar en condiciones de equidad la economía del cuidado, en especial para la atención de las personas de la tercera edad, con discapacidad y enfermos crónicos”. C. Política laboral. Programa sectorial 2007-2012 El noveno de los objetivos que guían la política laboral federal durante la presente administración consistente en promover la equidad y la inclusión laboral, considera como su primera estrategia el diseño de una política laboral para la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres. Una de las líneas de acción a tal efecto, se refiere a “Impulsar reformas legislativas que incidan en la equidad e inclusión laboral; en la conciliación entre la vida familiar y laboral; y en la prohibición de todo tipo de discriminación y violencia en el trabajo”. El diseño de la política señalada se realizará a través de acciones afirmativas y prácticas laborales que fomenten la equidad en el ingreso, la movilidad y la permanencia en el empleo. (Metas de Prosperidad y Equidad de Género). El indicador considerado para dar cuenta del cumplimiento del objetivo nueve, es el porcentaje de instituciones públicas y empresas certificadas por la Norma de Igualdad Laboral, con una meta fijada para 2012 del total de las instituciones públicas (sic) de la APF certificadas, así como 10% de las medianas y grandes empresas registradas en la Secretaría de Economía (DOF, 21 de enero de 2008, p. 48, cuarta sección). 2. Las acciones emprendidas por el gobierno federal A. Acciones reportadas a instancias internacionales Los informes presentados por el gobierno mexicano (Inmujeres, 2007) ante instancias internacionales como parte de sus compromisos asumidos, ya sean con un carácter político o jurídicamente vinculante, dan cuenta de las acciones en materia de conciliación de la vida familiar y laboral como parte de las políticas de igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres y las de familia. 23 Como parte del informe presentado en la X conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y El Caribe en 2007, con base en los objetivos de la Plataforma de Acción de Pekín, para dar seguimiento a las acciones instrumentadas por los gobiernos, resaltan los planteamientos emanados del Plan Nacional de Desarrollo de la presente administración (PND 2007-2012); los cuales pueden considerarse como parte de políticas públicas explícitas para las familias, principalmente las relativas a la provisión de servicios de apoyo para las actividades de cuidado de niñas y niños, más que de personas adultas mayores y otras personas dependientes. En relación con el objetivo de adoptar políticas proactivas para la creación de empleos y acciones afirmativas para asegurar la igualdad de condiciones de mujeres y hombres en el mercado laboral, se reporta que, en el marco del Programa de Desarrollo laboral de Inmujeres, la STPS llevó a cabo reuniones y firmas de convenios con diversos sindicatos para elaborar diagnósticos de la condición de vida laboral-familiar por sindicato, para plantear acciones concretas en la materia (Inmujeres, 2007, p. 8). En cuanto al punto sobre “reconocer el valor económico del trabajo doméstico y productivo no remunerado, procurar protección y apoyo para las mujeres que trabajan en el sector informal, particularmente en relación con los servicios de cuidado de niños y niñas y personas adultas mayores, e implementar políticas que permitan conciliar la vida familiar y laboral, involucrando a hombres y mujeres en este proceso” el informe presentado por el gobierno mexicano ante CEPAL en 2007 resalta las siguientes acciones: Realización en 2002 de la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT). La recopilación de datos a nivel nacional sobre las actividades que realizan mujeres y hombres en cuanto a actividades dentro y fuera de los hogares contribuye a visibilizar y reconocer el aporte de las mujeres en trabajo no remunerado, así 24 como la desigualdad en la distribución de cargas de trabajo. A partir de dicha fuente de información, se han elaborado cálculos sobre el aporte del trabajo doméstico no remunerado al Producto Interno Bruto (PIB). Realización en 2004 de un estudio sobre los factores que intervienen en ambas esferas y una campaña de sensibilización en el Distrito Federal. El reporte de las acciones instrumentadas por la presente administración en dicho ámbito también consigna que: • Al primer semestre de 2007 se contaba con tres mil estancias infantiles para la atención de casi 51 mil niñas y niños menores de uno a tres años de edad • Se establece el Sistema Nacional de Guarderías y Estancias Infantiles, con la participación de diversas instituciones Con el objetivo de ofrecer opciones educativas a los hijos de familias uniparentales o madres trabajadoras el “Programa Escuela de Tiempo Completo amplía el tiempo de estancia en el centro educativo y diversifica las experiencias formativas de los alumnos: • Se reporta una fase de arranque en el ciclo lectivo 2007-2008 a instrumentar en 461 escuela de doce estados, con una segunda fase al siguiente año escolar que cubra un total de mil escuelas en todas las entidades federativas Asimismo, en el informe presentado en la X Reunión Regional señalada, como parte de la promoción de buenas prácticas laborales para conciliar el trabajo y la familia, se reporta acciones de la administración federal en el periodo 2001-2006 en beneficio de trabajadoras y trabajadores con responsabilidades familiares: • Implementación del Modelo de Reconocimiento “Empresa Familiarmente Responsable” por parte de la STPS, en beneficio de ochenta mil trabajadoras y trabajadores en 2006. • Firma de 17 convenios de colaboración entre dicha instancia y los gobiernos locales y empresas para promover el establecimiento de lactarios y los permisos parentales para los trabajadores con responsabilidades familiares. 25 • Realización de estudios y campañas de sensibilización en el tema de conciliación “Familia-Trabajo”. De las acciones que prevé realizar el gobierno mexicano para la atención de las personas adultas mayores, con base en el reconocimiento de la obligación del Estado de brindar igualdad de oportunidades especialmente a los grupos más vulnerables de la sociedad, a través de políticas integrales de atención, no se reporta ante la X Conferencia Regional sobre la Mujer acciones en torno al cuidado de las personas adultas dependientes (ancianas, enfermas o con discapacidad). En referencia a la revisión y modificación de la legislación laboral para adecuarla a la participación de las mujeres en la economía y para considerar la contribución de los hombres en la crianza de hijas e hijos, el gobierno mexicano ha considerado: • Visibilizar a las mujeres como trabajadoras y también como jefas de familia • Incluir un esquema integral que elimine la discriminación por motivo de relaciones familiares, con un sistema de incentivos fiscales para la contratación de mujeres jefas de familia, entre otras • Formalizar el trabajo de medio turno para las mujeres, así como la reglamentación del trabajo en casa y el teletrabajo En el informe señalado también se prevé garantizar a trabajadoras jefas de familia la protección social cuando la soliciten y comprueben que una persona es su dependiente. Asimismo, contribuir a mejorar sus condiciones de vida y de sus familias con la asignación de recursos estatales (Inmujeres, 2007, p. 11). Acerca de fortalecer la obligatoriedad del pago de asistencia económica de niños, niñas, adolescentes y otros dependientes, el gobierno mexicano reporta diversas resoluciones de la Suprema Corte de la Justicia de la Nación que salvaguardan a diversos integrantes de las familias, ante la disolución de los vínculos de unión: 26 • Deber de la o el cónyuge a proporcionar alimentos en los juicios de divorcio necesario, fijada por el juez a favor de la persona demandante • Inconstitucionalidad del las disposiciones de la Ley del ISSSTE que afectan las garantías de seguridad social de las mujeres viudas que trabajan y reciben remuneración por dicho concepto • Derecho de las mujeres divorciadas a recibir una pensión alimenticia por parte de sus ex cónyuges, en el caso de quienes se han dedicado al hogar y cuidado de los hijos y estén imposibilitadas para trabajar o no cuenten con bienes suficientes para su manutención • Determinación de que la obligación de proporcionar alimentos a las y los hijos por concepto de educación no se extingue necesariamente con la mayoría de edad de los acreedores alimenticios De esta forma, en el informe presentado por el gobierno mexicano se resalta la instrumentación de acciones derivativas, en particular, para el cuidado infantil y en menor medida, las secuenciales (como las licencias parentales), puesto que éstas solamente quedan enunciadas. Si bien se reporta acciones para proteger a las personas durante la vejez, como es el caso de las sentencias en materia de pensiones, no se hace referencia al cuidado que las mujeres deben proporcionar a las personas adultas dependientes. Particular relevancia reviste la propuesta de formalizar el trabajo de medio turno para las mujeres, ya que la experiencia internacional ha mostrado que tales medidas contribuyen a aumentar la segregación ocupacional de género (OIT, 2007). Cabe señalar que se revisó en 2002 el Comité de CEDAW recomendó al gobierno mexicano, debido a la baja calidad en el empleo de las mujeres mexicanas, en lo referente a discriminación salarial, segregación vertical y horizontal y prestaciones sociales, adoptar las reformas necesarias a la Ley Federal del Trabajo, incluyendo 27 la prohibición de discriminación contra las mujeres, para garantizar su participación en el mercado laboral en un plano de igualdad real con los hombres. La propia CEPAL, en la fase preparatoria de la X Reunión Regional sobre la mujer revisó el estado de ratificación (CEPAL, 2007) de los Convenios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de mayor importancia para la igualdad de género en el trabajo. Dicho trabajo muestra el rezago de México respecto a otras naciones latinoamericanas, pues nuestro país no ha ratificado la mayor parte de dichos convenios; entre ellos el relativo a las personas trabajadoras y sus responsabilidades familiares. B. Las acciones emprendidas por las dependencias del gobierno federal a. Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) En su informe de labores 2007, la STPS (2007) refiere que para dar cumplimiento al objetivo de fomentar la equidad e inclusión laboral y consolidar la previsión social, esta Secretaría planteó desarrollar políticas para la no discriminación laboral así como impulsar la igualdad de oportunidades y de acceso y permanencia en el ámbito laboral a los grupos en situación de vulnerabilidad. En este marco, las acciones realizadas durante 2007 fueron: • Capacitación en diversas entidades federativas de servidores públicos y personal de empresas y sindicatos sobre igualdad de oportunidades y otros temas vinculados con la integración laboral de las mujeres. • En conjunción con e Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) se llevó a cabo una campaña de difusión sobre el acceso a las guarderías como un derecho de las madres trabajadoras. • Durante 2007 la STPS también elaboró documentos relativos al tema de género y pobreza, trabajo digno, guarderías y buenas prácticas laborales. 28 Información que se difundió a nivel municipal a través del Instituto nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal. Esto es, durante el primer año de la presente administración federal, las acciones realizadas consistieron fundamentalmente, en actividades de capacitación y difusión; cabe resaltar en particular, las dirigidas a madres trabajadoras. Cabe señalar que una de las acciones reportadas ante CEPAL acerca de la realización de estudios en el tema de Trabajo-Familia (Inmujeres, 2007), consiste en un reporte teórico y de resultados de una encuesta aplicada a nivel nacional sobre las principales problemáticas que las personas en la materia (STPS, 2006). En dicho documento se plantea incluso un programa nacional de conciliación de la vida familiar y laboral, con una serie de propuestas y estrategias para diseñar e instrumentar políticas públicas que permitan la igualdad de oportunidades en el ámbito laboral. Varias de las consideraciones en torno a modificaciones legales fueron retomadas y expresadas en el informe citado, como medidas que el presente gobierno prevé realizar. b. Secretaría de Educación Pública En este caso, cabe señalar la ausencia de acciones reportadas en relación con la conciliación de la vida familiar y laboral, ya que esta secretaría no reporta en su informe anual 2007 ninguna de las actividades de carácter derivativo, señaladas en el informe presentado por el gobierno mexicano ante CEPAL. Tampoco se hace referencia al tema de conciliar la vida familiar y laboral en el programa sectorial 2007-2012. c. Guarderías del IMSS Dado que el informe internacional referido confiere gran relevancia a los servicios de cuidado infantil que conforman el Sistema Nacional de Guarderías, resulta pertinente dar cuenta de dos aspectos acerca de las acciones más recientes reportadas por uno de sus principales componentes: 29 • En su informe actuarial y financiero para 2006 esta institución señala (IMSS, 2007) que los hombres no alcanzan ni siquiera 1% de representación en el conjunto de personas que utilizan esta prestación; sin reparar en que las regulaciones (Art. 201 de la Ley del Seguro Social) impiden que los hombres afiliados al IMSS, que viven en pareja o no ejerzan de manera exclusiva la custodia o patria potestad de su progenie, puedan hacer uso de los servicios de cuidado infantil que ofrece dicha institución. • También cabe señalar que en algunos estados la demanda del servicio excede a la oferta, principalmente en el norte del país; y una situación inversa se da en otras entidades federativas. d. Programa de guarderías y estancias infantiles para apoyar a madres trabajadoras. Cabe señalar algunas de las características de este programa, que proporciona servicios de cuidado infantil a las personas trabajadoras que no tienen acceso a guarderías proporcionadas como prestaciones de seguridad social. Principalmente se dirige a madres que trabajan o buscan trabajo: • Señala como su oblación objetivo a madres y padres trabajadores de hogares en situación de pobreza. • Su objetivo general es disminuir la vulnerabilidad de los hogares en los que la jefatura de una familia con niños o niñas entre uno y dos años once meses, recae en una madre trabajadora o padre solo, así como los hogares en condiciones de pobreza o en riesgo de caer en ésta, de no contar con un segundo ingreso, aumentando las posibilidades de éstos en participar en el mercado laboral. • Los requisitos para tener acceso son: tener la patria potestad de al menos un niño o niña; trabajar o buscar empleo; que los ingresos del hogar sean menores a 6 salarios mínimos; no tener acceso a guarderías y en el caso del hombre jefe de familia, ser el único responsable del cuidado de niñas o niños. 30 e. Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) Como acciones relevantes de esta institución, cabe señalar el otorgamiento de una licencia de paternidad por diez días a su personal masculino. IV. Análisis desde la perspectiva de género y los derechos humanos 1. Las medidas instrumentadas Las acciones realizadas por el gobierno federal durante los últimos siete años se concentran en dos de las seis áreas en que pueden instrumentarse medidas con efectos conciliatorios analizadas en diversos estudios para la región latinoamericana (Monge y González, 2005 y Camacho y Martínez, 2006): en relación con las licencias maternas (medidas secuenciales) y los servicios de cuidados para niñas y niños (medidas derivativas); mientras que en el caso de las licencias paternas, el trabajo a jornada parcial y los arreglos flexibles del trabajo (medidas secuenciales) y los servicios para el cuidado de personas adultas dependientes (medidas derivativas) el reporte de acciones prácticamente es nulo. En el primer caso, si bien los aspectos biológicos de la maternidad y el embarazo se encuentran normados en la legislación laboral, no protegen los derechos de la total de las mujeres trabajadoras, dado el alto grado de informalidad del mercado de trabajo en nuestro país. Cabe señalar que la licencia de maternidad pre-y postparto vigente en México es inferior a la que se otorga en otros países latinoamericanos: Chile proporciona 18 semanas, Brasil y Costa Rica 16 y Argentina otorga trece semanas (Camacho y Martínez, 2006). El inicio del otorgamiento de licencias paternas en el mecanismo nacional de igualdad entre mujeres y hombres parece constituir un primer paso para la transversalización de la perspectiva de género señalada en el programa nacional rector en la materia. La duración de la misma (diez días) es superior a las que se otorgan en otros países latinoamericanos (Camacho y Martínez, 2006), pero 31 ligeramente inferior a la estipulada por la ley española de igualdad para hombres y mujeres (Colinas, 2008). En relación con los servicios de cuidado infantil revisados, se evidencia que atienden las necesidades básicas de las mujeres, sin plantear cambios en la distribución de responsabilidades con los hombres. Los servicios de cuidado infantil de nuestro país pueden ser considerados como maternalistas; como señalan Camacho y Martínez (2006) al respecto “tienden a reforzar la noción del cuidado como responsabilidad femenina, aún cuando se trate de mujeres que trabajan remuneradamente. Carecen además, de objetivos de transformación de papeles” (p.287). Tal es la situación de las guarderías del IMSS, ya que tienen como población beneficiaria solamente a las madres trabajadoras y a padres solos. Con base en las características del programa de estancias infantiles, puede considerarse que este se orienta a aportar ingresos a familias en situación de pobreza, al fortalecer las capacidades de las personas para proveer ingresos a sus hogares. En dicho sentido, los servicios de este programa se encuentran sujetos a la demostración de carencias como apuntan para los programas dirigidos a superar la pobreza (Camacho y Martínez, 2006). Este programa de cuidado infantil se encuentra entre las políticas de derivación, que refuerza los papeles tradicionales de cuidado femenino. La condición para que los hombres sean partícipes del programa es que no cuenten con una mujer que proporcione los cuidados requeridos por su progenie. Además, una de sus principales limitantes es que excluye a las niñas y los niños menores de un año, lo que obstaculiza la participación en el mercado laboral de las madres con hijos más pequeños, o que éstas tengan que recurrir a estrategias derivativas, hacia otras mujeres, principalmente familiares o trabajadoras domésticas remuneradas. 32 Aunque la instrumentación de medidas derivativas, como el ajuste de los horarios escolares forma parte del discurso del PND, no se encuentran objetivos, estrategias o líneas de acción en el programa sectorial respectivo, que permitan el cumplimiento de lo enunciado en el marco rector de la política nacional durante los próximos años. En cuanto a la atención de las personas adultas mayores, la disponibilidad de servicios para su cuidado es nula. Este es otra carga de trabajo y responsabilidad de las mujeres que no ha sido considerada por el gobierno federal. La instancia encargada de la atención de este grupo poblacional cuenta con residencias diurnas, que tienen como requisito de acceso, que las personas que acudan deben valerse por si mismas tanto física como mentalmente. Queda fuera de las políticas públicas, por tanto, la provisión de servicios institucionales de cuidado a las personas adultas dependientes (www.inapam.gob.mx, consultada el 29 de junio de 2008). De esta forma, parece corroborarse lo expresado en diversos estudios, sobre la ausencia de políticas conciliatorias encaminadas a proveer servicios de cuidado amplios y de calidad, como parte de una perspectiva de socialización del cuidado. Martínez y Monge (2007) señalan al respecto que el trabajo doméstico remunerado, de bajo costo y condiciones precarias, es el principal mecanismo conciliatorio de las mujeres de ingresos medios y altos; a costa de la discriminación y segregación de las empleadas domésticas. En nuestros países, el casi inexistente desarrollo de servicios públicos de atención a los niños más pequeños y la falta de políticas de atención de las personas dependientes tiene que ver con la existencia de un importante contingente de trabajadoras en el servicio doméstico en casas particulares y la posibilidad de comprar trabajo domiciliario de bajo costo por parte de ciertos estratos de trabajadoras asalariadas, técnicas y profesionales (Aguirre, 2007, p.113). 33 2. Los actores involucrados La mayoría de las acciones reportadas por el gobierno federal mexicano se dirigen a las madres trabajadoras. La transformación de papeles y la redistribución de responsabilidades con los hombres no se observa a nivel de programas o acciones realizadas; aunque sí se encuentran presentes, en un nivel inicial de diagnóstico y de realización de convenios el llevar a cabo medidas secuenciales en la empresa privada, así como una acción instrumentada por la administración pública federal. Los convenios con empresarios sí son considerados, principalmente para proveer espacios para necesidades fisiológicas de la maternidad, como es la lactancia. Los convenios para instrumentar licencias de cuidado para personas con responsabilidades familiares aun son incipientes. La participación del mercado en la prestación de servicios no se encuentra considerada en las acciones reportadas por el gobierno mexicano. La participación de sindicatos para el diagnóstico y la instrumentación de medidas conciliatorias parece indicar que el tema de la conciliación recién comienza a formar parte de la agenda sindicalista en México de una manera importante. Como experiencias exitosas (OIT, 2007) cabe referir los contratos colectivos de trabajo que confieren los mismos derechos a padres y madres. En cuanto al movimiento organizado de mujeres, cabe señalar los comentarios de Aguirre (2007), respecto a la importancia que el tema ha tenido para estos: (...) En América Latina, a diferencia de los países europeos como los escandinavos o Francia, las mujeres –a pesar de las diferencias entre países – han influido poco en las políticas sociales y familiares, por lo cual no se han configurado las prestaciones y servicios de cuidados como derechos sociales. (p.114). 34 3. Avances logrados y carencias de las acciones federales para el cumplimiento de los compromisos internacionales en el ámbito de la conciliación Si bien varias de las acciones pueden dar cuenta de los compromisos internacionales del gobierno mexicano, los programas instrumentados atienden en su mayoría, las necesidades de las mujeres vinculadas con los papeles tradicionalmente asignados al género femenino. Esto es, las políticas tienden a mantener o reforzar las relaciones desiguales entre mujeres y hombres, más que apuntar a la transformación de las relaciones sociales, tanto al interior de las familias, como en su relación en el ámbito laboral. Aunque el tema es enunciado en los principales marcos rectores de la política nacional y de manera específica en materia de igualdad entre mujeres y hombres y política laboral, el diseño de una política conciliatoria con perspectiva de género es una cuestión aun pendiente, como los mismos programas nacionales señalan. En el plano educativo, la instrumentación de acciones para transformar la estructura jerárquica en la que se asienta la desigualdad entre mujeres y hombres no aparece enunciada en el programa sectorial. La corresponsabilidad para el cuidado y crianza de las hijas y los hijos en un plano de igualdad entre mujeres y hombres no se encuentra presente en las acciones llevadas a cabo por el gobierno federal. Las acciones instrumentadas por el gobierno mexicano parten de un enfoque familista, pues la carga de responsabilidades del cuidado es asignada a dicho ámbito, sin plantear la necesidad de reconocer el valor del trabajo doméstico no remunerado que éste implica, ni considerarlo como una responsabilidad social. La ausencia de acciones o al menos en el terreno del discurso institucional sobre el cuidado de las personas adultas dependientes es uno de los rezagos del gobierno mexicano en cuanto el cumplimiento de compromisos internacionales 35 asumidos. Tampoco se evidencia la noción de asumir el cuidado como una responsabilidad social. Se continúa con una visión de las mujeres como proveedoras de cuidados para los miembros del hogar. El papel de las mujeres como madres es el que se toma en cuenta por los programas. De ahí la necesidad de revisar el enfoque de las políticas, tanto en su diseño y finalidades. Es conveniente analizar los impactos esperados y posibles, quizá contraproducentes, respecto al mantenimiento o profundización de las desigualdades de género. V. Comentarios finales Resta hacer comentarios en dos aspectos. En primer término, de acuerdo con estudios sobre políticas conciliatorias en América Latina, los resultados expuestos en este documento muestran que los resultados de las políticas públicas en materia de conciliación de la vida familiar y laboral son incipientes, pero dentro de las fases de las políticas públicas (Camacho y Martínez, 2006) pueden considerarse avances, como son la formulación del problema y el ingreso a la agenda pública, ya que el tema forma parte, tanto del plan nacional de desarrollo como del programa sectorial de política laboral, no solo del programa rector en materia de igualdad entre mujeres y hombres. La identificación, la adopción de soluciones y la implementación de acciones concretas, con objetivos específicos de conciliación, que puedan ser evaluados en tal sentido, son los pasos que aun no se registran en los informes del gobierno federal analizados. En segundo lugar, resultaría pertinente comentar la necesaria interacción de diferentes medidas, ya sean elaboradas explícitamente para conciliar la vida familiar y laboral a través de la transformación de las relaciones de desigualdad entre mujeres y hombres, o con efectos conciliatorios, que pueden ayudar al avance de las primeras. 36 Las licencias parentales compartidas por ambos progenitores (Almenara, 2004), en que una parte de la misma no puede ser transferida, constituye una buena práctica, que requiere, además, incentivar el uso de este derecho por parte de los padres. En el mismo sentido, implementar incentivos fiscales o programas de asignación-contratación de servicios por parte de la APF para aquellas empresas que lleven a cabo medidas conciliatorias con perspectiva de género, se encuentran entre el abanico de buenas prácticas documentadas por las personas expertas (Camacho y Martínez, 2006). Otorgar acceso a los servicios de cuidado infantil a las personas trabajadoras de ambos sexos, tanto de aquellos que forman parte de las prestaciones de seguridad social como de los programas de pobreza y fomento del empleo femenino posibilitaría cambios promovidos por políticas conciliatorias dirigidas a transformar los papeles asignados dentro del hogar, como puede ser, la logística del traslado de las y los niños a las instalaciones de cuidado infantil, como señalan Camacho y Martínez (2006). 37 VI. Referencias Aguirre, R. (2008). El futuro del cuidado, en Arriagada, I. (ed.), Futuro de las familias y desafíos para las políticas. 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Bertha Y. Rodríguez Ramírez Dip. Holly Matus Toledo Centro de Estudios para el Adelanto de las Mujeres y la Equidad de Género Directora General: Mtra. María de los Ángeles Corte Ríos Directora de Proyecto 2: Mtra. María de Lourdes García Acevedo Elaboró: Lic. Graciela González Zetina 42