155 JAZZ corner SWING: ¡Bailen, Disfruten! (3) José Ramón García Amo COORDINADOR DE INFORMÁTICA Biblioteca Nacional de España omo se ha comentado, fueron muchísimas las orquestas que tocaban swing. De entre ellas podríamos destacar la de Duke Ellington (asidua al Cotton Club y que marcó el punto de referencia para casi todas las bandas negras de las décadas siguientes), Fletcher Henderson (una de las primeras), Tommy Dorsey, Gene Kruppa, Woody Herman (quien supo adaptar las innovaciones pre-bop que se habían producido en los pequeños combos, abriendo el camino del West Coast jazz. Además, esta última banda, fue la lanzadera de un número increíble de grandes solistas: Stan Getz, Zoot Sims o Jimmy Giuffre. Entre otras bandas que triunfaron, destacaría la de Stan Kenton, Glen Miller C (culmen del swing comercial), o la del gran Count Basie, legendaria por su potente y lineal swing y por el peculiar sonido de sus instrumentos de viento. Por ella pasaron algunos de los mejores instrumentistas de la década y, además, dio apoyo a un buen número de cantantes entre los que destacan Sarah Vaughan, John Hendricks y Jimmy Rushing. El swing producía una especie de excitación, era algo más que música bailable, era puro placer físico. Hasta tal punto llegó la fama de este estilo que los conciertos que ofrecían las bandas pasaron a convertirse en un problema de orden social. Sin duda el mayor exponente de lo que fueron las orquestas y el swing lo constituyó Benny Goodman, hijo de emigrantes judíos, con 26 años ya era considerado “el Rey del swing”. En 1937 su actuación en el Paramount de Nueva York, constituyó un fenómeno social con miles de personas intentando entrar en el recinto. Fue su gran oportunidad y no la desaprovechó. Benny Goodman también tocaba en trío con el que grababa discos pero no actuaba en directo porque el pianista, Teddy Wilson, era negro y esta circunstancia podía arruinar su carrera. Al fin, una promotora lo convenció y actuó con el trío y triunfó. Goodman sin duda era el rey, pero por otra parte era lógico que así fuera: su banda estaba formada por músicos blancos; quienes compraban discos eran los blancos; las discográficas estaban dominadas por blancos; y los críticos de música eran blancos. Pero, gustara o no, esta música tenía su origen en los afroamericanos. La orquesta de Jimmie Lucerford era de las más elegantes. Su puesta en escena era cuidadísima, con una excelente coordinación en sus movimientos; a menudo incluían números de baile. Otra orquesta que triunfó fue la de Chick Webb. Éste incorporó a su orquesta saxofonistas de la talla de Johnny Hodges y Benny Carter y a una jovencísima cantante llamada, nada más y nada menos que, Ella Fitzgerald. Este baterista, jorobado, murió con 30 años de una tuberculosis ósea cuando se encontraba en plena forma musical y en lo más alto de su carrera. Webb retó a la big band de Benny Goodman el once de mayo de 1937 en el Savoy de Nueva York. Una masa enfervorizada acudió al evento. Sólo pudieron entrar 4.000 personas y 5.000 quedaron en la calle. Fue necesaria la intervención de la policía y de los bomberos. Webb ganó la “batalla”. Paralelamente al desarrollo del Swing por las big bands blancas, se produce una persistente actividad de pequeños combos, principalmente tríos o cuartetos liderados por pianistas, que mantienen una postura musicalmente heterodoxa, a pesar de que asuman los postulados esenciales del swing. La depresión económica de la II Guerra Mundial hizo imposible sostener el coste de estas formaciones, disolviéndose gradualmente hasta prácticamente desaparecer a finales de los años 40. La arquitectura es una música congelada ARTHUR SCHOPENHAUER nº 32 mayo 2009