SWING: ¡Bailen, Disfruten!

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JAZZ corner
SWING:
¡Bailen, Disfruten! (3)
José Ramón
García Amo
COORDINADOR DE INFORMÁTICA
Biblioteca Nacional de España
omo se ha
comentado, fueron
muchísimas las
orquestas que tocaban swing.
De entre ellas podríamos
destacar la de Duke Ellington
(asidua al Cotton Club y que
marcó el punto de referencia
para casi todas las bandas
negras de las décadas
siguientes), Fletcher
Henderson (una de las
primeras), Tommy Dorsey,
Gene Kruppa, Woody
Herman (quien supo adaptar
las innovaciones pre-bop que
se habían producido en los
pequeños combos, abriendo
el camino del West Coast jazz.
Además, esta última banda,
fue la lanzadera de un
número increíble de grandes
solistas: Stan Getz, Zoot Sims o
Jimmy Giuffre.
Entre otras bandas que
triunfaron, destacaría la de
Stan Kenton, Glen Miller
C
(culmen del swing comercial),
o la del gran Count Basie,
legendaria por su potente y
lineal swing y por el peculiar
sonido de sus instrumentos de
viento. Por ella pasaron
algunos de los mejores
instrumentistas de la década y,
además, dio apoyo a un buen
número de cantantes entre los
que destacan Sarah Vaughan,
John Hendricks y Jimmy
Rushing.
El swing producía una
especie de excitación, era algo
más que música bailable, era
puro placer físico. Hasta tal
punto llegó la fama de este
estilo que los conciertos que
ofrecían las bandas pasaron a
convertirse en un problema
de orden social.
Sin duda el mayor
exponente de lo que fueron
las orquestas y el swing lo
constituyó Benny Goodman,
hijo de emigrantes judíos, con
26 años ya era considerado “el
Rey del swing”. En 1937 su
actuación en el Paramount de
Nueva York, constituyó un
fenómeno social con miles de
personas intentando entrar en
el recinto. Fue su gran
oportunidad y no la
desaprovechó.
Benny Goodman
también tocaba en trío con
el que grababa discos pero
no actuaba en directo
porque el pianista, Teddy
Wilson, era negro y esta
circunstancia podía arruinar
su carrera. Al fin, una
promotora lo convenció y
actuó con el trío y triunfó.
Goodman sin duda era el
rey, pero por otra parte era
lógico que así fuera: su banda
estaba formada por músicos
blancos; quienes compraban
discos eran los blancos; las
discográficas estaban
dominadas por blancos; y los
críticos de música eran
blancos. Pero, gustara o no,
esta música tenía su origen
en los afroamericanos.
La orquesta de Jimmie
Lucerford era de las más
elegantes. Su puesta en escena
era cuidadísima, con una
excelente coordinación en sus
movimientos; a menudo
incluían números de baile.
Otra orquesta que triunfó
fue la de Chick Webb. Éste
incorporó a su orquesta
saxofonistas de la talla de
Johnny Hodges y Benny
Carter y a una jovencísima
cantante llamada, nada más y
nada menos que, Ella
Fitzgerald. Este baterista,
jorobado, murió con 30 años
de una tuberculosis ósea
cuando se
encontraba en
plena forma
musical y en lo
más alto de su
carrera. Webb
retó a la big band
de Benny
Goodman el once de mayo
de 1937 en el Savoy de Nueva
York. Una masa enfervorizada
acudió al evento. Sólo
pudieron entrar 4.000
personas y 5.000 quedaron
en la calle. Fue necesaria la
intervención de la policía y
de los bomberos. Webb ganó
la “batalla”.
Paralelamente al
desarrollo del Swing por las
big bands blancas, se produce
una persistente actividad de
pequeños combos,
principalmente tríos o
cuartetos liderados por
pianistas, que mantienen una
postura musicalmente
heterodoxa, a pesar de que
asuman los postulados
esenciales del swing. La
depresión económica de la II
Guerra Mundial hizo
imposible sostener el coste de
estas formaciones,
disolviéndose gradualmente
hasta prácticamente
desaparecer a finales de los
años 40.
La arquitectura es una música
congelada
ARTHUR SCHOPENHAUER
nº 32 mayo 2009
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