Predicando con integridad.

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Prólogo por Craig Brian Larson
"Ninguno de nosotros está a salvo de la tentación. Todos tenemos nuestros
límites. La gran pregunta es cómo vamos a responder cuando tropezamos
con esos límites".
-Tomado del prefacio
Un buen porcentaje de pastores admite haber tenido relaciones sexuales con
alguien que no era su cónyuge. Esto es un serio recordatorio de que los llamados
a proclamar la Palabra de Dios tienen pies de barro. ¿Cómo hombres caídos y
defectuosos predican con integridad moral?
Esta cautivante continuación de Predicando con convicción sigue el relato ficticio
de José García, un pastor que lucha con la idea de cómo puede Dios usar seres
humanos imperfectos para predicar su divina Palabra.
Por medio de las experiencias de José García, Predicando con integridad
provee esperanza para los que luchan para mantener la integridad en el ministerio.
Este libro también amplía el modelo de predicación integrada que ya encontramos
en Predicando con convicción, proveyendo ayuda práctica para un ministerio de
predicación marcado por la integridad.
"Bien puede suceder que Kenton Anderson sea la siguiente voz creativa
que los cristianos evangélicos han estado esperando".
-CALVIN MlLLER
"Este libro es cautivante, retador y renovador".
-GRANT LOVEJOY
Profesor asociado de predicación en el
Seminario Teológico Bautista de Fort Worth, Texas.
Kenton C. Anderson obtuvo su doctorado en el Seminario Teológico Bautista de
Fort Worth y su maestría en el Seminario Bautista del Northwest. Es decano y
profesor asistente en los Seminarios ACTS (en el Northwest). También ha servido
como presidente de la Sociedad Evangélica de Homilética.
Ayuda pastoral
ISBN 0-8254-1081-9
PORTAVOZ
I
9 780825 410819
PREDICANDO
CON
INTEGRIDAD
PREDICANDO
CON
INTEGRIDAD
Kenton C. Anderson
~
PORTAVOZ
La misión de Editorial Portavoz consiste en proporcionar productos de calidad
-con integridad y excelencia-, desde una perspectiva bíblica y confiable, que
animen a las personas en su vida espiritual y servicio cristiano.
EX LIBRIS ELTROPICAL
Título del original: Preaching with Integrity, © 2003 por
Kenton C. Anderson y publicado por Kregel Publications,
Grand Rapids, Michigan 4950l.
Edición en castellano: Predicando con integridad, © 2005 por
Kenton C. Anderson y publicado por Editorial Portavoz, filial de Kregel Publications, Grand Rapids, Michigan 49501.
Todos los derechos reservados.
Ninguna parte de esta publicación podrá reproducirse de
cualquier forma sin permiso escrito previo de los editores,
con la excepción de citas breves en revistas o reseñas.
A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas
han sido tomadas de la versión Reina-Valera 1960, © Sociedades Bíblicas Unidas. Todos los derechos reservados.
Traducción: José Luis Martínez
EDITORIAL PORTAVOZ
P.O. Box 2607
Grand Rapids, Michigan 49501 USA
Visítenos en: www.portavoz.com
ISBN 0-8254-1081-9
1 2 3 4 5 edición / año 09 08 07 06 05
Impreso en los Estados Unidos de América
Printed in the United Sta tes 01 America
A mi familia,
mi esposa Karen y nuestros tres hijos,
Kelsey, Kirk y Katelyn,
por amor de los cuales decido vivir con integridad.
Contenido
Prólogo
9
Prefacio
11
Primera parte: La narración
15
l. En la línea de la falla: Cuente la historia
17
2. Fundamentos: Diga de qué se trata
43
3. Debilidad: Enfrente al problema
67
4. Fidelidad: Imagínese la diferencia
91
Segunda parte: La enseñanza
119
5. Clínica en predicación integradora
121
6. Solo humano: Hacia una antropología de la predicación
143
Notas
157
7
Prólogo
¿Es posible que, para los oídos de los que tienen menos de cuarenta
años, su predicación suene tan antigua como la de Jonathan Edwards?
Hay algunas cosas en el ministerio de la Palabra que nunca cambian.
Las buenas noticias de salvación por medio de Cristo, las verdades
acerca de lo que Dios es y de lo que Él ha hecho, las doctrinas
mantenidas con confianza por la iglesia durante siglos, son todas
eternas.
Pero otras cosas acerca del ministerio de la Palabra nunca van a dejar
de cambiar: Nuestros oyentes, nuestra cultura, la envoltura de los
pensamientos, el lenguaje y las preguntas que planteamos hoy día. Los
sermones de Edwards y Spurgeon nos recuerdan que la predicación
nunca permanece estática.
Predicando con integridad se enfoca en cómo la predicación que
permanece firme sobre la plena autoridad de las Escrituras y la
necesidad de proclamar sus verdades absolutas, puede al mismo tiempo
adaptarse para alcanzar a una generación sintonizada con la historia y
los sentimientos.
En muchos sentidos el lado divino e inmutable de la predicación
9
10
Predicando con integridad
es más fácil de comprender que el lado humano. ¿Cómo trabaja Dios
por medio de la humanidad de los predicadores? ¿Cómo predicar en
una manera tal que tengamos por completo en cuenta la humanidad
de los oyentes?
De principio a fin he encontrado en este libro respuestas válidas y
útiles.
Al acercarme al final, me recordaron que lo que Predicando con
integridad modela, el poder de la historia, es auténtico. En la escena
culminante (Anderson arraiga los principios de la predicación en un
relato de ficción), me encontré a mí mismo con un nudo en la garganta.
Con franqueza, me quedé sorprendido con mi reacción. Sabía que
estaba leyendo ficción. He leído bastante acerca de obras de ficción y
yo mismo he escrito algunas, de manera que llegué a pensar qu~ al
conocer la técnica de esta forma de escritura, sería menos susceptible
. '
a su poder emocional. No fue así.
Kent Anderson nos muestra cómo podemos entretejer los vanos
elementos de la historia con nuestra responsabilidad de proclamar y
exponer claramente las Escrituras. Léalo, le ayudará.
-CRAIG BRIAN LARSON
Editor de recursos para la predicación, PreachingToday.com
Christianity Today International
Prefacio
Comencé a escribir este libro al año de haber terminado mi primer
libro, Predicando con convicción.! Al haberlo escrito en un estilo
narrativo, pensé que podría escribir este otro en una forma más
tradicional, en parte para evitar quedar encasillado. Mi esposa, sin
embargo, estaba menos entusiasmada.
-Así que quiere escribir un libro aburrido -me dijo.
Lo comenté con mi editor, Dennis Hillman, quien me dijo:
-No, hombre, no escribas un libro aburrido. Tú puedes de verdad
ayudar a los pastores escribiendo una narración que lidia con las luchas
que los pastores tienen con la tentación.
A tiempo que Dennos describía el dolor que habían sentido los
pastores que él había conocido, yo pensaba en aquellos en mi propia
esfera de preocupación que luchaban con la integridad.
Comencé a considerar cómo iría eso de volvernos a encontrar con
el pastor José García, el pastor de ficción que aparece en Predicando
con convicción, un año después de haber quedado resuelto aquel
misterio. Me preguntaba qué ocurriría si se veía a sí mismo en una
situación que probaría su credibilidad personal. "Ninguno de nosotros
está a salvo de la tentación. Todos tenemos nuestros límites. La gran
11
13
Predicando con integridad
Prefacio
pregunta es: ¿Cómo vamos a responder cuando tropecemos con esos
límites?" Este libro estudia esos asuntos.
En el medio de este análisis, volveremos a considerar el modelo de
predicación integradora que describimos en Predicando con
convicción. En vez de seguir la trayectoria del modelo mediante un
proceso de desarrollo, como sucedió en el primer libro, esta vez he
estructurado este libro alrededor del modelo de sermón. Después de
haber terminado la narración y la clínica de sermón al final del libro,
se espera que el lector haya sacado una percepción razonablemente
sólida del sermón integrador.
Estoy en deuda con un grupo de mis estudiantes que leyeron el
primer borrador y me ofrecieron críticas alentadoras y útiles. David
Chow, Brent Friesen, Jim Nightingale y Brad Taylor son de esa clase
de estudiantes que motivan a un profesor.
Me estimuló también bastante el buen número de pastores y
predicadores que leyeron el primer libro y dedicaron tiempo para
enviarme mensajes electrónicos o se pusieron en comunicación
conmigo desde muchos lugares del mundo. Estos predicadores me
contaron maneras en las que Dios está usando estos relatos e ideas
para edificar su reino y animar a sus líderes. He tenido el privilegio de
guiar y aconsejar a un grupo de líderes en Belfast, un movimiento de
predicación en desarrollo en Holanda, un grupo de capellanes del
ejército en Texas, y otros grupos en Seúl, Corea y en América del Sur.
He tenido comunicación con otros muchos que viven a lo largo de
Estados Unidos y Canadá. Este conocimiento ha sido una experiencia
que me ha aportado humildad y ánimo. Confío que los lectores de este
volumen, me permitan también conocer cómo usa Dios estas ideas
en la vida de cada uno de ellos y en el ministerio que están llevando a
cabo.
Podrán darse cuenta de que no he abarrotado los relatos con
abundancia de notas al pie de página u otras citas. La bibliografía de
recursos que usé en mi amplia investigación está disponible. Entre a
mi página de la internet: www.preaching.org y revise su contenido.
Hay limitaciones inherentes en la forma narrativa de este libro. Por
esa razón ofrezco un abordamiento más sistemático y completo en dos
secciones de enseñanza que aparecen al final del libro. Una de estas
secciones está montada como una clínica en predicación integradora,
mientras que la otra ofrece algunos pensamientos de introducción a
una homilética antropológica.
Soy consciente de que este abordamiento del terna es diferente. Me
di cuenta de cuán poco corriente es cuando Predicando con convicción
fue preseleccionado para un premio otorgado por libros cristianos
canadienses publicados. No gané, lo cual puede tener algo que ver con
el hecho de que el libro entró en la categoría de "novela". Eso lo puso
en competencia con Janette Oke y otros grandes maestros de las obras
de ficción cristianas. Estoy seguro de que los novelistas se quedaron
sorprendidos al descubrir que competían con un libro acerca de la
homilética.
Las representaciones en el libro son, por supuesto, de ficción, pero
no los asuntos. Las personas todavía necesitan escuchar el mensaje
de parte de Dios y usted ayudará a esas personas al ofrecerles la Biblia.
Cuando el mundo cambia y la tierra tiembla, la Palabra del Señor
permanece para siempre.
12
PRIMERA PARTE
La narración
1
En la línea de la falla
CUEN TE LA HIST ORIA
Al principio pensó que era un tren. Al vivir cerca de las vías del
ferrocarril, el pastor José Carda estaba acostumbrado a sentir que los
cimientos se estremeCÍan cada vez un tren cargado pasaba por detrás
de su casa. A menudo se preguntaba cómo era posible que su casa se
mantuviera en pie después de tan gran trepidación.
Pero esto no era un tren. Quedó evidenciado al ver cómo bailaban
las cortinas, cómo se caían los libros de la estantería y el espejo del
pasillo caía al suelo haciéndose añicos. Aquello era un terremoto. No
uno de los grandes, pensó él. El espejo había estado siempre mal sujeto
a la pared. Esa era una de las cosas para las que nunca había terminado
de encontrar tiempo ni deseos de arreglarla. Ahora era demasiado tarde.
Solo había durado unos pocos segundos. El daño era menor. La casa
volvió a su acostumbrada estabilidad. No había que preocuparse de lo
sucedido. Nadie estaba herido.
Entonces, ipor qué le había dejado con ese sentimiento de desconcierto? ¿Por qué esa sensación de incomodidad en su estómago? Hacia
17
Predicando con integridad
En la línea de la falla: Cuente la historia
mucho tiempo que el pastor Carcía no se había sentido así yeso no
le gustó.
nuevo, extraordinario. Ahora sí que contaba con\lna información de
gran interés para retransmitir. Tenía que encoiitrar la manera de
preparar bien la noticia.
Las personas buscaban información. Encendían la radio o
compraban un periódico. Iba en aumento el número de los que
recurrían a la internet. La mayoría, sin embargo, todavía recurría a la
televisión. Paco Carcía no podía darse ese lujo, pues él era televisión.
Mientras iba saliendo de su lugar de estacionamiento echó mano
de su teléfono celular y marcó un número.
-¿Dónde es? -gritó.
Teresa Díaz ya estaba acostumbrada a la brusquedad de Paco. Le
gustaba el mundo de las noticias tanto como a él. La subida de la
adrenalina era algo adictivo.
-Todavía no estoy segura -respondió mientras seguía escuchando
la información que llegaba a través de su conexión con la radio de la
policía.
-¡Espere que parece que hay algo ... !
-Vamos Teresa. ¿Me vaya la derecha o a la izquierda? ¿Quieres
que me vaya al centro de la ciudad o al valle? Tiene que haber algo ...
-Sí, vaya al centro de la ciudad. Hay una llamada ...
-¿Qué decía usted? No puedo ... La asistente del presentador de
noticias de TV no intentaba ocultar su impaciencia.
-¡Paco, olvídese del centro de la ciudad! Tenemos al menos dos
llamadas desde el aeropuerto. Hablan acerca de grietas en las pistas
de aterrizaje. Puede que no sea nada, pero quizás usted pueda hacer
algo con eso.
Antes de que Teresa terminara la frase Paco ya estaba volteando
rápidamente el volante de su automóvil. No estaban permitidos los
giros de 180 grados en ese tramo de la autopista. Una sirena me habría
ayudado -pensó Paco-. O quizá un juego de esas luces azules y rojas
ocultas detrás de la parrilla (rejilla) delantera. Paco no era nada tímido
en hacer valer los privilegios normalmente reservados a los
automóviles de la policía y a las ambulancias. Él estaba ahora sirviendo
a los ciudadanos en el derecho que tenían a saber, y en estos días, las
personas querían conocer con rapidez.
Sin duda, él sabría cómo sacarle partido a la cosa. No le tenía temor
a manipular los datos, si es que era necesario. Así era como funcionaba
18
Juan Fernández sentía que la carta le pesaba mucho en la mano.
Estaba firmada, cerrada y, no obstante, daría cualquier cosa por no tener
que entregarla. No porque los demás quedaran asombrados por causa
de ella. Estas cosas suceden, se dijo a sí mismo. Bueno, quizá no habían
sucedido en el pasado, pero ocurrían en el presente, y las personas
comprenderían. Tienen que comprender.
La presión, todos conocían la presión que soportan los pastores. Las
personas debieran ser más perdonadoras en estos días.
Juan casi se creía lo que pensaba.
Le dolía como si él tuviera algo que confesar. En el fondo deseaba
que de alguna manera fuera así. Una carta que hablara de su propia
confesión le habría resultado menos traumática. Ciertamente el dolor no era menos por ser él personalmente inocente. Cuando amas al
que sufre, tú sufres. Lloras tarde en la noche cuando piensas que nadie
te va a oír. O permaneces despierto sobre la cama escuchando los
sollozos de tu esposa. Lágrimas de desilusión. Lágrimas de promesas
rotas y de vergüenza. Era duro oírla llorar.
Juan no se sentía avergonzado. Se sorprendía de no estarlo. Estaba
seguro de que debiera haberse sentido avergonzado. En su lugar, lo que
sentía era un gran dolor, sin mezcla por el sentido de culpa de un
orgullo equivocado. Sufría porque su hijo sufría. Eso era todo.
Yeso era suficiente.
Francisco Carcía se metió en su automóvil incluso antes de saber
exactamente a dónde iba. Se encontraba en el centro editorial
verificando una cinta cuando comenzó el temblor. Estaba tan absorto
en su trabajo que no se habría dado cuenta de las vibraciones de no
ser porque se volcó su vaso de agua, empapando el primer borrador
del telediario de la tarde. No importaba, pues en realidad no contenía
grandes noticias. Había estado esperando que sucediera algo diferente,
19
20
Predicando con integridad
su profesión. Disponía de treinta minutos para llenar el espacio del
telediario de la tarde. No importaba si había comenzado la Tercera
Guerra Mundial, contaba con los mismos treinta minutos para
llenarlos como cuando la noticia más importante era informar acerca
de un inesperado frente frío que puso en peligro las plantas de tomates.
No era que quisiera decir más de lo que correspondía, sino que este
era uno de esos días cuando había menos que informar que en otros.
Había sido una semana un poco pobre de noticias y claramente el
temblor experimentado no era un auténtico terremoto. Pero quizá
tendría suerte en este día. Muchos vuelos quedarían aplazados debido
a los problemas de las pistas. Las noticias acerca de pasajeros con
apuros en el aeropuerto siempre funcionaban bien.
El pastor José Carcía no se fijó en la carta al entrar en la oficina.
Estaba sobre su escritorio donde Juan Fernández la había dejado unos
veinte minutos antes. Ahora se encontraba debajo del montón de notas,
revistas y correspondencia que el pastor había sacado de su cartera y
había tirado sobre la mesa para revisarlo todo más tarde.
Se concedió a sí mismo un momento de respiro, un delicioso
momento de descanso. Se sentía contento y era muy bueno sentirse contento. El último año había sido tranquilo. Desde el incidente que había
tenido lugar con el concejal Felipe Ramírez, Carda se había sentido
renovado en su ministerio. 1 La predicación había sido su especial pasión
en los últimos meses. Todavía no era Billy Craham., pues no acudían
multitudes de pecadores arrepentidos al final del sermón. Pero las personas estaban respondiendo, una a una, como suelen hacerlo las personas comunes y corrientes. Las personas estaban interesadas en el
mensaje. Estaban interesadas en la Biblia, yeso era algo que Carcía había
llegado a pensar que nunca más volvería a suceder.
Había juzgado mal el poder de la predicación bíblica sólida. Ahora
sabía que la exposición no era una reliquia de tiempos pasados. Dios
todavía habla cuando su Palabra es proclamada. Había visto vidas
cambiadas, y no solo la de Felipe Ramírez, aunque la transformación
de aquel hombre todavía lo seguía asombrando. Pero también había
visto renovación en la vida de cada una de las personas que aconsejaba.
En la linea de la falla: Cuente la historia
21
Había visto que los jóvenes ya no lo trataban como alguien irrelevante.
Sobre todo lo había visto en la atención renovada que se percibía en
los ojos de la congregación cuando él predicaba.
Quizá lo más importante era el cambio que se había producido en
él mismo. Ahora se sentía invertido en el sermón. Ya no era un
requerimiento pastoral al que se veía forzado a prestarle atención cada
semana, ya sea que tuviera algo que decir o no. Se sentía muy animado
porque sentía que el sermón era el momento supremo en su ministerio
semanal. Era su oportunidad para ayudar a las personas a escuchar un
mensaje de parte de Dios.
Al terminar este momento de reflexión y serenidad, Carcía se metió
en la tarea que le esperaba. Le gustaba atender primero la correspondencia antes de dedicarse al sermón. Él era uno de los que siempre
comía las verduras separadas de la carne y ambas separadas de las papas. Nunca sería uno de esos individuos que eran capaces de escuchar
música, ver la televisión, leer un libro y prestarle buena atención a su
esposa, todo a la vez. ¿Cómo llamaban a esa clase de cosas? Multitarea.
Que a él le parecía un camuflaje que permitía a las personas con
atención débil abrumarse a sí mismos con incentivos.
Había recibido mucha correspondencia. Parte de la misma parecía
interesante. La carta de Juan Fernández atrajo inmediatamente su
atención. El sobre escrito a mano con la estampilla de correo sin matar
se destacaba del resto del montón de la correspondencia. El pastor
<?arcía la miró sorprendido. ¿Por qué necesita Juan escribir una carta?
El acostumbraba a pasar por el templo dos o tres veces a la semana.
Carcía se dio cuenta de que podía haber varias razones para ello:
Una invitación a una reunión social o una nota de ánimo. Ambas cosas
eran normales y habituales en el carácter de Juan. Pero el pastor por
alguna razón dudó de ello. Esto tenía todas las apariencias de malas
noticias. Lo podía sentir en su corazón pastoral.
Querido pastor:
Demasiado formal, dijo para sí Carcía. Eso no es un buen comienzo.
No sé exactamente por qué estoy escribiendo esta carta. Bien podía
haber pasado a verlo y decírselo cara a cara.
La escritura de Juan se la veía como temblorosa. Carcía no sabía si
eso delataba un corazón débil o una mano insegura.
No es que no esté seguro de su reacción. Sí que 10 estoy y pienso
Predicando con integridad
En la línea de la falla: Cuente la historia
que es que prefiero no tener que lidiar con ello, al menos por ahora.
Estoy seguro de que dispondremos de amplia oportunidad para
conversar.
Él va a continuar alejado de los lugares públicos, pero puede que él
quiera venir a hablar con usted.
22
El pastor comenzaba a sentir un nudo en su garganta.
Es acerca de Luis.
El corazón de Carcía comenzó a latir acelerado. Luis Fernández era
el hijo de Juan y el mejor amigo de Carcía. Ahora vivían muy lejos
uno del otro y no les resultaba fácil pasar tiempo juntos. Luis y José
habían sido compañeros de estudio y de cuarto hacía veinticinco años.
Se habían relacionado como amigos como solo dos hombres jóvenes
suelen hacerlo. Les gustaban los mismos deportes y las mismas chicas.
Participaban de un mismo sentido de llamamiento. Cuando llegó el
momento de graduarse del seminario, en una semana ambos recibieron
invitaciones para ministrar tiempo completo en lados opuestos de la
misma ciudad.
La distancia era lo suficientemente grande para hacer difícil el seguir
cultivando la amistad. Una o dos veces al año se veía el uno al otro en
alguna reunión o actividad. Entonces hacían planes para verse de vez
en cuando y comer juntos. Había, por supuesto, reuniones de iglesias
y de pastores. Pero Carcía se dio cuenta de que ya hacía año y medio
que no se habían visto desde la última vez que se encontraron en una
reunión .
.. .sé muy bien cuánto se valoran y se estiman el uno al otro Luis y
usted, continuó diciendo Juan. Y quería que 10 supiera de parte mía
antes de que le llegaran las noticias por otro conducto.
Carcía sintió que su corazón se estremecía. Se supone que estas
cosas ya no deben sorprender a nadie, pues es algo común enterarse
por los medios de comunicación de fracasos sexuales de los ministros.
Los pastores caen. Sucede. Ya ha desaparecido la mística de la posición.
Los pastores no son tan santos como para evitar la atracción de una
mujer coqueta y enredadora o incluso una mujer que no es tanto
"pícara" como que tiene problemas. Muchas de estas situaciones
involucran a una mujer normal y vulnerable, y a un hombre normal y
vulnerable, se recordó a sí mismo el pastor Carcía.
¡Pero no Luis!
Luis está hospedado en el Monarch Hotel, terminó SamueL
23
Quizá usted pueda ayudarlo.
El pastor Carcía sintió que le invadía el enojo.
Luis, ¡tú ... tú ... tonto! La palabra no era lo suficientemente fuerte,
pero su vocabulario pastoral no le permitía usar expresiones que
habrían sido inapropiadas. ¿Qué es lo que te pasa, hombre?
Las palabras surgieron espontáneas y resonaron alrededor de las
estanterías de libros: "¿En qué estabas pensando?"
¿Qué acerca de Yolanda? José admiraba a Yolanda. Ella tenía una
personalidad fuerte y había aguantado muchas cosas sin sentido. Su
buen sentido había guiado a Luis a través de muchas situaciones
difíciles que los pastores enfrentan. Se imaginaba que en estos
momentos estaría enojada y deprimida. ¿Qué es lo que va a suceder
ahora con Yolanda ... y con Luis ... y con su ministerio?
Francisco Carcía no estaba seguro de qué esperar. Sabía que esta
no iba a ser la falla San Andrés, pero pensaba que de alguna manera
podría ser un poco más impresionante de lo que parecía. La pista del
aeropuerto apenas estaba agrietada, con una grieta angosta e irregular
a través del pavimento. La grieta tenía apenas dos centímetros de
ancho. No parecía que fuera para nada importante, aunque al parecer
las autoridades del aeropuerto sí pensaban que lo era. La pista había
sido cerrada hasta que se pudiera examinar con más cuidado.
Ese no era el problema de Paco. Lo que él necesitaba era hacer que
la grieta pareciera un cráter. No estaba ni siquiera seguro de que la
grieta fuera visible en la televisión. Marcó la posible escena para la
televisión con sus propias manos. Aquello no era muy prometedor,
no era nada espectacular.
-¿Hay alguna posibilidad de que podamos conseguir algo de equipo
para aparentar que aquí realmente ha sucedido algo?
Roberto Jiménez, el camarógrafo de Paco y compañero, le hizo un
guiño conocido. Él tenía un buen ojo para estas situaciones. Unos pocos
conos de color naranja y unos metros de cinta amarilla fluorescente y
antes de que te des cuenta tienes montada una escena de desastre.
Predicando con integridad
En la línea de la falla: Cuente la historia
-Vaya ver si consigo traer aquí uno de esos carros para el transporte
de equipajes, de esos que llevan luces centelleantes -dijo-o
Pondremos las luces de forma que aparezcan en la cámara. Y si
filmamos la escena cuando está oscureciendo conseguiremos el efecto
deseado.
Quince minutos más tarde, el presentador de TV Francisco Carcía,
con su cabello peinado y su corbata bien puesta, se paraba antes las
cámaras como parte de una escena que a los televidentes les parecería
el lugar de una gran catástrofe.
-En estos momentos las autoridades del aeropuerto no pueden
decirnos cuándo se volverá a abrir la pista -advirtió Paco a los
televidentes.
-La seguridad de los viajeros es nuestra principal preocupación
-dijo con seriedad y mirando directamente a la cámara un empleado
del aeropuerto que parecía ser un manejador de equipajes.
Este no era uno de los momentos mejores de Paco Carcía. Era
curioso cómo estas cosas lo molestaban en este tiempo. Quería
convencerse a sí mismo de que estaba llevando a cabo un servicio
público, pero él sabía que la verdad era otra. Estaba creando una noticia.
Este tipo de temblores menores suceden con frecuencia a lo largo de
la costa del Océano Pacífico. Esto volvería a ocurrir en unos pocos
meses y quizás el próximo fuera uno de los grandes. No llegará a tiempo
para el telediario de esta noche y probablemente tampoco para mañana.
Movió la cabeza con energía como para quitarse de encima lo
desagradable de la situación.
-¿Lo hice bien? -preguntó el manejador de equipajes. Tenía una etiqueta de equipajes en la mano y un bolígrafo. Parecía esperar un autógrafo.
-Si, lo hizo usted bien -respondió Paco, firmando con desinterés.
más fuertes en el interés denominacional. No es que hubiera tenido
problemas con su grupo de iglesias, sino que no le prestaba tanta
atención. En este sentido, él no era diferente de la mayoría de los
pastores de su edad. La denominación no le parecía muy relevante para
el funcionamiento diario de su ministerio. Nunca había encontrado
las oficinas particularmente útiles para sus necesidades. Quizás en lo
profundo de su ser se preguntaba cuánto entendían ellos el ministerio
contemporáneo. En realidad no le había prestado mucha atención hasta
este momento.
Luis estaba también ordenado por la misma denominación, aunque
su iglesia estaba ubicada en un distrito colindante. Quizá Pedro
Hernández podría darle algo de información acerca de la naturaleza
general del problema y posiblemente algunos detalles de la situación
de Luis.
-¡José! -dijo Pedro como saludo. Me alegro de ver que todavía
sabes dónde estamos.
No había malicia en su tono, ni tampoco ninguna sutileza.
-Piensa en ello de forma positiva -respondió José, sorprendiéndose
del afecto que sentía hacia el supervisor de su distrito-o He estado
cumplimiento con mi ministerio y tú no has tenido necesidad de
prestarme ninguna atención.
La intención era humorística, pero no salió así. Hernández fue lo
suficientemente amable como para reírse.
-Aquí solemos hacer algo más que solo rescatar a pastores que se
hunden.
José no respondió a esto. Era cierto que aquel centro ministerial
llevaba a cabo una variedad de iniciativas encaminadas a promover la
salud y el crecimiento de las iglesias, pero la verdad era que Hernández
dedicaba más tiempo a apagar fuegos que el departamento de
bomberos. Esa era, por supuesto, la razón de la visita de José.
-¿Tienes por aquí otra cosa para beber aparte de café? -preguntó
José.
-Seguro que sí. La hielera está en la esquina y la tenemos bien
surtida.
José encontró una bebida que le gustaba detrás de la bolsa de la
comida de alguien. Luego siguió a Hernández a una de las oficinas para
conversar y allí se acomodaron en unos sillones.
24
Las personas tendrán temor de viajar ahora durante varias
semanas, se dijo a sí mismo al tiempo que abandonaba la escena.
José Carcía entró en el edificio de las oficinas centrales de su
denominación. Volteó a la izquierda cuando debería haberse dirigido
hacia la derecha. Parece que habían remodelado y cambiado cosas
desde la última vez que había estado allí. Carcía no era uno de los
25
27
Predicando con integridad
En la línea de la falla: Cuente la historia
-Me gustaría hablar contigo acerca de Luis Fernández -dijo José
yendo directo al asunto. En realidad no sabía por dónde empezar.
-Me lo imaginaba -respondió Hernández.
-Dime que estoy equivocado, Pedro -rogó José-. Dime que ha
habido circunstancias atenuantes, algo que me pueda ayudar a
entender. Sea como sea, esto hiere y duele mucho.
-¿Has hablado ya con él?
-No -dijo José haciendo una pausa. No sé que es lo que voy a
decir. No sé qué hacer. Quizá se me ocurra darle un puñetazo en la
cara.
-Esa es una reacción humana natural -contestó Hernández con
suavidad. Si recuerdo bien, ustedes son amigos íntimos. ¿Desde el
seminario?
-Desde la universidad ... Tú sabes, el padre de Luis es miembro de
mi congregación y el pobre no pudo ni siquiera decírmelo en la cara.
Me escribió una carta.
-Él hablará contigo cuando esté listo.
José se cubrió el rostro con las manos. No estaba llorando. Quizás
estaba demasiado enojado como para llorar.
-¿Qué puedes decirme tú de la situación, Hernández?
-Me temo que no pueda decirte mucho sin violar la confianza que
han depositado en mí.
El cuarto quedó en un profundo silencio por un momento. Pedro
Hernández conocía bien su tarea. Él no era de los que se ponen a mover
las cosas prematuramente. José Carcía se puso inquieto. Un par de
veces comenzó a decir algo antes de abortar el intento. Se levantó de
su asiento y se acercó a la ventana sin molestarse en mirar al exterior.
-Estas cosas suceden, José -dijo Pedro.
-¿Cómo suceden?
-Los pastores son débiles. Tú sabes eso. Conozco muchas personas que no piensan así. Las personas todavía conservan la imagen del
pastor perfecto que piensa está por encima de toda tentación y más
allá de todo impulso humano. Nos gusta que sea así. Los predicadores
son adictos a los elogios de los oyentes y esa es una situación peligrosa.
Inevitablemente la presión se va elevando. Encontramos que ni
siquiera podemos vivir a la altura de las expectativas que nos hemos
impuesto a nosotros mismos. Comenzamos a experimentar el estrés
yeso nos coloca en una posición vulnerable.
-Nunca lo ves venir -reflexionó José.
-Nunca la ves venir -dijo Hernández-. Rara vez es alguien que
tú esperabas. Tenemos una idea de esa mujer increíblemente hermosa
y tentadora con un cuerpo que quita la respiración y un aire de
experiencia. Pero eso sería demasiado fácil. Tenemos el conocimiento
suficiente para protegernos de esas tentaciones obvias. Por lo general,
es alguien común y corriente, un ama de casa o alguien a quien estamos
aconsejando. A veces se sienten sorprendidas por las emociones
repentinas que el pastor les despierta. Son vulnerables. Están heridas
y dolidas. A menudo no están muy bien emocionalmente. Ven al pastor como una fuente de fortaleza. Puede ser que él sea el único hombre
que las escucha y atiende. Él no tiene que ser atractivo o rico y ni
siquiera sabio. Solo tiene que estar allí con una sonrisa en su rostro y
un espíritu comprensivo.
-¿Es esa la manera en que le sucedió a Luis? -interrumpió José.
-Algo así -respondió Hernández-. Luis reaccionó de la misma
forma en que lo hacen muchos pastores cuando están bajo presión.
Disfrutaba de la atención mucho más de lo que se daba cuenta. Se
sintió atraído por su debilidad. No se percató de su propia debilidad
hasta que estuvo metido profundamente en la relación. Se comprometió a sí mismo, al menos emocionalmente. Le agradaba. No estoy
seguro de que ella de verdad le gustara, pero sí le agradaba la manera
en que ella lo hacía sentirse. Riesgo. Romance. Es embriagador.
José escuchaba con atención, aunque sin ninguna clase de consuelo.
-¿Cuán a menudo sucede esto? -se aventuró al fin a preguntar.
-¿Quieres las estadísticas? -le preguntó Hernández.
-Por supuesto. Las estadísticas, todo lo que me ayude a saber contra qué me estoy enfrentando.
-Hay varios estudios. En general, las cifras nos indican que un diez
por ciento de los ministros con culpables de caer en pecado sexual y
otro quince por ciento se han acercado bastante al precipicio.
-Eso equivale a uno de cada cuatro, cuando sumas ambas cifras
-protestó José.
-Exacto -confirmó Hernández. La iglesia católica ha perdido ya
una cuarta parte de sus sacerdotes activos a causa de los abusos
sexuales y los protestantes no están muy lejos. Un estudio
26
Predicando con integridad
En la linea de la falla: Cuente la historia
denominacional informa que los ministros explotan sexualmente a
miembros de iglesia el doble de lo que lo hacen los terapeutas sexuales. 2
-Pero eso está mal -protestó José-. No es posible que eso sea
correcto. Está obvio que nosotros debiéramos ser ...
Hernández se levantó bruscamente y se acercó a su archivo. Sacó
unas pocas carpetas de documentos y examinó su contenido,
quedándose al final con una de ellas. Luego, dirigiéndose a José, dijo:
-Déjame que te mencione los resultados de los estudios, José. La
investigación actual indica que la incidencia de abuso sexual de parte
de los clérigos ha alcanzado proporciones alarmantes. Dos estudios
principales hechos en 1984 indicaban que del doce al doce punto siete
por ciento de los ministros se involucraban en relaciones sexuales con
miembros de la iglesia, y del treinta y siete al treinta y nueve por ciento
reconocía haber tenido un comportamiento sexual inapropiado.
A José se le veía como teniendo deseos de argumentar.
-¿Quieres que te dé las fuentes de las citas? -le preguntó
Hernández.
José se desplomó¡ 1984 era hacía veinte años. La situación estaría
ahora peor. Se preguntaba cuán peor era ahora. Hizo memoria de
aquellos días. Es cierto que leyó entonces acerca de estas cosas, pero
parecía algo distante; reservado para otras iglesias en denominaciones
menos fieles. En aquel tiempo pensaba que aquello era la consecuencia
natural a la falta de dedicación y compromiso con las Escrituras. Pero
ahora, era evidente que esta clase de promiscuidad pastoral estaba por
todas partes.
-Las estadísticas más recientes sugieren que el sesenta y cuatro
por ciento de los pastores y miembros del equipo ministerial son
adictos o esclavos de compulsión sexual -continuó diciendo Pedro
Hernández. El veinticinco por ciento ha admitido haber tenido
relaciones sexuales con alguien diferente de su esposa estando casados,
después de haber aceptado a Cristo. Otro catorce por ciento admitía
haber tenido alguna forma de contacto sexual sin haber llegado al coito.
Esas cifras fueron publicadas en 1999.3
sufrir de adicción sexual.
Veinticinco por ciento de los pastores confiesa haber
tenido relaciones sexuales con otra persona que no era su
esposa mientras estaban casados, V desde que se
convirtieron a Cristo Jesús.
Catorce por ciento de los pastores confiesa haber tenido
alguna forma de contacto sexual sin haber llegado al coito.
28
Infidelidad pastoral
.. Sesenta V cuatro por ciento de los pastores confiesa
29
José miró a Hernández a los ojos sin comprender lo que estaba
sucediendo. Estas cifras eran asombrosas. Eran horribles ... espantosas.
-¿Quieres más información? -preguntó Hernández.
José ya no quería más cifras.
-Tenemos que ser capaces de funcionar mejor que todo eso, Pedro
-dijo José con un tono mezcla de enojo y tristeza. ¿Es que acaso no
somos predicadores? Nos presentamos delante de las personas semana
tras semana y les ofrecemos la Palabra de Dios. Hablamos como los
portavoces de Dios. No podemos estar haciendo esa clase de cosas.
No podemos permitirnos esa clase de necedad.
-Estoy totalmente de acuerdo contigo, José.
-Entiendo perfectamente que somos de barro -continuó diciendo
José-. Comprendo que somos débiles, que somos frágiles. Pero cuando
me paro en el púlpito pierdo el derecho a esta clase de debilidad. Estoy
para hablar de la Palabra de Dios como si esas palabras salieran de su
misma boca. No puedo darme el lujo de tener a las personas pensando
acerca de mi sinceridad. No está solo en juego mi credibilidad¡ también
lo está la credibilidad del evangelio.
-Bueno ...
Hernández estaba a punto de decir algo relacionado con el evangelio.
Este es mucho más grande que cualquier pecado humano. Quería decir
algo acerca del misterio de la disposición de Dios a usar seres humanos
deficientes y defectuosos para proclamar la gloria del evangelio, pero
José no estaba escuchando en ese momento.
-No se dan cuenta estos ministros que cada vez que uno de ellos
se sale de la línea, cada uno de nosotros quedamos definidos con el
mismo estereotipo y ¡vaya estereotipo! ¡Es repulsivo! Ya era
suficientemente malo cuando se pensaba que los pastores eran unos
caballeros amables que de vez en cuando servían para algo, pero que
Predicando con integridad
En la linea de la falla: Cuente la historia
en general eran irrelevantes. Ahora, si es que las personas llegan a
pensar en nosotros, nos ven como vulgares e hipócritas predadores
sexuales. Eso me hace querer. ..
Hernández pensó que era mejor dejar a José desahogarse por
completo. Excepto que este era el final. José se desplomó en su asiento.
Sin más furor que desahogar, estaba en libertad de sentir el golpe. Las
lágrimas llenaron sus ojos.
Después de una larga pausa, el superintendente del distrito dijo, pues
había visto esto antes:
-¿Tienes temor, José?
José no respondió con rapidez. Luego exclamó con un estremecimiento físico:
-Sí.
-¿De qué tienes temor, José?
Una pausa aún más prolongada.
-¿José?
-Tengo temor de que voy a terminar como Luis.
-¿Estaba él? ¿Tenía él temor de que pudiera caer? No creo que él
estuviera para nada preocupado acerca de esto en el pasado. Contaba
con un matrimonio sólido, una fe fuerte. No había ninguna clase de
temor de que esto fuera a ocurrirle a él. Las cosas no podían ponerse
tan mal como se han puesto, ¿no es cierto?
No había mucha distancia desde el centro ministerial hasta la casa
de los Fernández, de modo que el pastor García deliberadamente se
fue en otra dirección. Todavía no se encontraba listo para visitar a Juan
Fernández. Necesitaba un poco más de tiempo, pero sabía que no podía
regresar a la oficina. Tenía asuntos que tratar, pero quizá todavía no.
Prefirió tomar el camino más largo, dio primero unas cuantas vueltas
por las calles, para recomponerse en su ánimo y valor.
Buscando una distracción, José puso la radio. Escuchó que estaban
hablando del reciente terremoto, si es que se le podía llamar de esa
manera. Aquel suave temblor era predecible. Cada vez que sucedía un
pequeño sismo la emisora de radio se buscaba a un experto, a alguien
que pudiera hablar con autoridad acerca de los sismos. De esa forma
la emisora proveía a los radioyentes de información apropiada acerca
de los movimientos de las placas geológicas (tectónicas). Pero todo
quedaría olvidado en un mes.
José había experimentado un terremoto, pero este no tenía nada que
ver con la sismología.
30
31
El pastor García estacionó su automóvil cerca de la entrada de la
conocida casa pintada de amarillo de los Fernández. En esta casa se
sentía siempre bienvenido. Ahora que Juan y Ana estaban jubilados,
habían podido dedicar tiempo al jardín y al césped. Cuidar de las flores
era mucho menos exigente que atender a las personas, aunque al final
no era tan gratificante.
Las cortinas y persianas estaban abiertas. Nada indicaba el dolor
que había por dentro. José oró antes de apagar el motor de su automóvil.
Fue algo muy breve, pero sintió necesidad de hacerlo.
Juan Fernández recibió a su pastor cordialmente. Había una amplia
sonrisa en sus labios. José no vio en su rostro señales de lágrimas
aunque estaba seguro que se habían derramado. A Ana se la veía
cansada. Sonrió lánguidamente y se notaba con claridad que no estaba
para muchas visitas. José no recordaba haberla visto antes sin
maquillar. La edad era evidente en la mujer.
-Vuelvo enseguida, Juan -dijo ella-o Me alegro de verlo pastor.
Gracias por visitarnos.
Ella sonrió de nuevo, y esta vez con todo su corazón.
Les recordaré ...
Iba a terminar la frase "en mis oraciones", pero le sonó pobre y
ahogó las palabras en su garganta antes de expresarlas. Sí que oraría
por ellos y bien sabía que la oración sería de gran ayuda, pero decirlo
le sonaba a cliché gastado. Las palabras salen de los labios con
demasiada facilidad. De manera que José prefirió estar con ellos y
mostrar la sinceridad de su corazón.
-Yo lo sé -dijo Ana-. Luego salió del cuarto con dignidad y gracia.
-Siéntese, pastor -dijo Juan-. Hágalo aquí, este es el mejor
asiento en la casa. Es suyo cada vez que venga aquí.
-Es usted muy amable, Juan -dijo José con gran aprecio.
El mundo de Juan estaba siendo zarandeado, y aquí está él
esforzándose por hacerme sentir cómodo. Puede que eso solo sea su
hábito. Quizá es la expresión de la clase de hombre que es.
33
Predicando con integridad
En la linea de la falla: Cuente la historia
Aprendemos mucho de una persona cuando está pasando una prueba.
y me dedico a hacerla. N o pienso en lo que sucedería si por un
momento me vuelvo tonto. No pienso en mí mismo en esos términos.
No me considero a mí mismo un tonto.
-Usted no es un tonto -le confirmó Juan-. Era un comentario
obvio, pero José se sintió mejor al escucharlo.
-Recuerdo que hace varios años leí un artículo, escrito por Bill
Hybels. Él sugería que debiéramos vigilar nuestra vida mediante la
visualización de un panel de mandos en el que hubiera tres indicadores
de preocupaciones por nosotros mismos. Uno de los indicadores
mediría nuestra vida espiritual, otro nuestra vida emocional y otro
nuestra vida física. Si alguno de ellos comenzaba a indicar que estaba
bajo de nivel era tiempo de parar y llenarlo. 4
32
-¿Cómo le va, pastor? -dijo Juan con tono muy sincero.
-Según las apariencias, peor que a usted-respondió José.
-Soy muy buen actor -dijo Juan.
-Esto duele -dijo José.
-Sí, duele mucho -reconoció Juan.
Los dos quedaron en silencio por un momento. Fue un silencio cómodo. El reloj de pared anunció su presencia y la hora con su clásico
sonido.
-¿Qué va a hacer, pastor?
-Vaya hablar con él.
-Eso es bueno. Él lo apreciará.
-¿Cree usted? No estoy seguro de cuán deseoso me encontraría
yo de recibir visitas de amigos en un momento así.
En realidad José estaba muy seguro. A él no le agradaría recibir la
ayuda de nadie en esos momentos. Él se escondería y confiaría en que
lo dieran por desaparecido.
-Se sentirá avergonzado y debiera estarlo. Pero él sabe bien quién es
un amigo de verdad, y si alguna vez necesitó un amigo este es el momento.
-No sé de cuánta ayuda puedo yo ser -dijo José-. No sé qué decir.
No sé cómo suceden estas cosas. No sé cómo ayudar.
-Estoy seguro que usted sabrá qué hacer -dijo Juan-. Porque
saldrá de su corazón y vendrá del Espíritu Santo. Cuando amamos de
verdad a alguien, eso se ve y se nota, y es todo lo que él necesita.
José aceptó la verdad de esa declaración, aunque todavía no podía
percibir la manera de aplicarla.
-Estoy dándome cuenta de que esto es aterrador.
-¿De qué tiene temor? -preguntó Juan.
-Nunca llegué de verdad a creer que una cosa así me pudiera ocurrir
a mí o a alguien cercano a mí -dijo José-. Siempre creí que era algo
bastante simple. Mientras tanto que uno tuviera cuidado de sí mismo
espiritual, emocional y físicamente, que todo iría bien.
Juan cambio de postura en su asiento, mostrando interés.
José estaba pensando en lo que iba a decir.
-Quizá sentí que si pensaba en la posibilidad de un fracaso moral,
estaría de alguna manera invitando a que sucediera. O quizás es que
era demasiado simple e ingenuo. Usted sabe, tengo una tarea que hacer
Panel de mandos del ministerio según BiII Hybels
(DI QI illl
vacío
lleno
Emocional
lleno
vacío
Físico
vacío
lleno
Espiritual
-Muy buen consejo -dijo Juan-. Ha sido más intuitivo que
intencional en mi caso, pero he seguido ese mismo enfoque a lo largo
de los años. Uno quiere mantener un nivel básico apropiado de
nutrición espiritual y buena forma física, pero ha habido momentos
en los que me he sentido bastante agotado, de modo que me tomaba
un día de descanso para estar a solas con Dios meditando en su Palabra.
-He encontrado que una buena siesta después de la comida obra
milagros -reconoció José.
-Pero asegúrese de que la congregación no se entera de eso -dijo
Juan-. Es difícil explicar y justificar siestas al concilio de la iglesia.
José sonrió burlonamente por el comentario de Juan, pero cesó de
inmediato, pues no quería dar la impresión de risas dadas las
circunstancias.
Predicando con integridad
En la línea de la falla: Cuente la historia
-Dudo que fuera tan sencillo para Luis -dijo Juan-. No hay duda
que se encontraba bajo presión. Es obvio que no estaba actuando
racionalmente. Tenía mucho que perder. Me imagino que nunca
debiéramos subestimar nuestra habilidad para engañarnos a nosotros
mismos. El pecado es engañoso.
/{ Pecado". Luego de haber mencionado el problema, a Juan le
quedaba poco que decir. Sonrió embarazosamente y salió del cuarto
sin hacer ningún comentario.
siempre, pero debido a que ahora el proceso se extendía sobre un
período más largo había más oportunidad para que Dios le enseñara
la verdad de su texto.
Cada semana trabajaba en tres sermones diferentes al mismo
tiempo. En uno tenía que comenzar el proceso de descubrimiento,
tratando de captar el mensaje que tendría que predicar dos semanas
más tarde. También encontraba tiempo para la preparación de un
segundo sermón, siguiendo con la edificación que había iniciado dos
semanas antes. En el tercer sermón tenía que proceder con lo que él
llamaba la asimilación, preparando y aplicado el sermón en el que
había comenzado a trabajar dos semanas antes. Este era el sermón que
iba a predicar el siguiente domingo.
Ese era el trabajo que José tenía en sus manos en este momento. Le
gustaba estar listo con bastante anticipación para la predicación del
domingo, y no angustiarse el sábado por la noche y tener que correr
para tenerlo listo el domingo por la mañana. Le gustaba asimilar sus
sermones de forma que fueran parte de su naturaleza, a fin de que
vivieran intensamente dentro de él. Le agradaba vivir con el sermón,
trabajando las implicaciones en su propia vida y tener bien grabadas
en su mente y corazón las ideas básicas y las palabras oportunas.
Oraba acerca del sermón, dedicando deliberadamente tiempo para
orar por las palabras que iba a usar en la predicación. Quería estar lleno
del sermón de manera que la verdad y el efecto del mismo fluyeran
sobre los oyentes que lo iban a escuchar el domingo. Era bueno ser
intencional acerca de esas cosas. No quería dar por sentado que estaba
listo para predicar solo porque contaba con un bosquejo. Necesitaba
encontrarse con Dios. Sabía por propia experiencia que eso no sucedería
si no lo procuraba intencionalmente.
Abrió la carpeta y comenzó a revisar las hojas con notas, las copias
del texto bíblico en varias versiones sacadas de la computadora, sobre
las que había escrito sus propias notas con una letra que solo él
entendía, además de subrayados y círculos. Aparte estaban las hojas
de notas en papel amarillo con ideas, pensamientos, preguntas,
diagramas y otras informaciones sacadas de atlas, diccionarios y
comentarios bíblicos. La primera página en la carpeta, sin embargo,
presentaba el fruto de todo el trabajo de José. En esa hoja se veía un
círculo grande cortado por dos líneas perpendiculares entre sí. Esas
34
Cuente la historia ...
El parque Fiedler se encontraba solo a media manzana de la casa de
Juan. José decidió visitarlo. Con el teléfono celular y una computadora
portátil podía prácticamente montar una oficina en una de las mesas
y bancos que daban al río. Era uno de sus lugares favoritos. Muchos
de los mejores sermones de José habían sido cocidos allí y había orado
por ellos y los había ensayado mentalmente por los caminos a lo largo
del río.
Abrió su cartera de mano y sacó la carpeta con las notas de su
sermón para el domingo próximo. Ya tenía el sermón bastante
desarrollado. Recientemente, José se había disciplinado a sí mismo
para trabajar con anticipación en sus sermones. Encontró que al
trabajar en dos o tres sermones a la vez, disponía de más tiempo para
su mejor desarrollo y maduración Era como preparar un sermón en
una olla de cocción lenta en vez de un microondas. Aquel cocimiento
lento de sus sermones lo ayudaban a preparar comidas más sólidas y
nutritivas.
Sermones en codmlento lento
El descubrimiento
La preparación
La asimilación
Semana 1
Semana 2
Semana 3
Sermón e
Sermón B
Sermón A
Sermón O
Sermón e
Sermón B
Sermón E
Sermón O
Sermón e
La ventaja de este plan es que todavía tenía la posibilidad de
dedicarle a la preparación del sermón la misma cantidad de horas de
35
36
Predicando con integridad
líneas dividían el círculo en cuatro cuadrantes. Dichos cuadrantes tenía
claramente indicado su título: (1) "¿Cuál es la historia?" (2)" ¿De qué
se trata?" (3) "¿Cuál es el problema?" y (4) "¿Cuál es la diferencia?"
Dentro de esos cuadrantes, José había arreglado los elementos de su
sermón. Todavía lo dejaba asombrado cuánto lo había ayudado aquel
pequeño diagrama en su predicación desde aquella semana tan llena
de acontecimiento de hacía un año.
Los cuatro cuadrantes
¿De qué se
trata?
¿Cuál es el
problema?
¿Cuál es la
historia?
¿Cuál es la
diferencia?
José sintió que su corazón palpitaba con fuerza al mirar las palabras
en la hoja. El texto describía al inconmovible reino de Dios, un lenguaje
propio de terremotos. Era sobrenatural.
Teológicamente, él estaba bien firme en la idea de que la predicación
consistía en ayudar a las personas a oír de parte de Dios. Ahora ya sabía
que la voz de Dios se escucharía con más fuerza en este domingo y
una de las razones podría ser que la tierra había temblado. Algunos
domingos tenía que trabajar más para lograr relacionar a las personas
con el texto. Eso no sería un problema esta vez. Su sermón sería como
uno de los episodios de un programa favorito de la televisión.
En la linea de la falla: Cuente la historia
37
Había decidido predicar basado en el texto de Hebreos 12:28-29, un
pasaje que describe la relación del cristiano con el reino de Dios y la
clase de adoración que debiera resultar en respuesta al gran don de
~ios. Pero era el contexto lo había captado la atención de José, la
Imagen, el trasfondo.
José se había entrenado a sí mismo para comenzar con la pregunta:
"¿Cuál es la historia?" Era su manera de entrar en contacto con el
contexto humano del pasaje. Cada texto tiene una historia acerca de
seres humanos auténticos que vivieron existencias auténticas y
tuvieron que lidiar con problemas y situaciones reales. Había
encontrado que si podía llevar a sus oyentes a entender la historia de
la vida original y auténtica enterrada en el texto, ellos estarían mejor
dispuestos a escuchar con interés.
Él sabía que los textos bíblicos describen situaciones históricas
auténticas. Si bien esas situaciones antiguas están muy lejos de la vida
contemporánea en algunos aspectos, los dos horizontes del pasado y
del presente tienen el común denominador de nuestra humanidad
básica. Los libros de hermeneútica hablan mucho acerca de la distancia
entre lo antiguo y lo contemporáneo. José sentía que esa distancia se
había exagerado. ¿De qué trata el texto? ¡De personas! Las personas
no son hoy tan diferentes. La tarea de José consistía en ayudar a sus
oyentes a apreciar estas historias de los antiguos.
De hecho, José sabía que cada sermón debiera relacionar tres
historias: La original (la historia de ellos). La historia de los oyentes
(nuestra historia) y la gran historia de lo que Dios está haciendo a lo
largo del tiempo (su historia). El reto de la predicación es encontrar
una manera de integrar estas tres historias de forma que los oyentes
reconozcan nuestra historia en la historia de ellos. Por lo general esto
se conseguía por medio de entender su historia: Lo que Dios estaba
haciendo. La integración de estas tres historias relaciona lo
contemporáneo con lo antiguo en un mensaje que resuena con
relevancia.
38
En la linea de la falla: Cuente la historia
Predicando con integridad
La tres historias del texto
Su
La historia
Nuestra
de ellos----------------------------------~historia
Hebreos 12:28-29 dirige a los oyentes judíos del tiempo del Nuevo
Testamento a reflexionar profundamente en su antigua historia
corporativa. Estas personas tenían largos recuerdos. Cuando el escritor
de la carta a los hebreos hablaba de ser cuidadosos en cuanto a tocar
el monte que ardía con fuego a causa de la voz de Dios que conmovía
la tierra, sus recuerdos inmediatamente se fijaron en el Monte Sinaí.
En Éxodo 19, Moisés se encontró con Dios en el monte mientras el
pueblo permanecía congregado al pie del mismo. Éxodo 19:18 nos dice
que el Monte Sinaí quedó cubierto de humo al descender el Señor en
fuego. La nube de humo lo cubrió todo y el monte tembló violentamente al escucharse la voz de Dios.
Este poderoso recuerdo traía a la memoria de los cristianos judíos
del primer siglo la realidad de que Dios podía conmover la tierra
mediante el sonido de su voz. " ... no desechéis al que habla", decía el
texto (He. 12:25). Si no pudieron escapar entonces los que Dios advertía
desde la tierra: ¿Qué posibilidad tendremos de escapar nosotros los
que escuchamos su advertencia desde el cielo? Esta no es una
advertencia sutil. En aquella ocasión, decía la carta, Dios conmovió
la tierra con su voz. Esta vez hará que se estremezcan no solo la tierra,
sino también el cielo (v. 26). Este mensaje de parte de Dios es como
un cataclismo, un trastorno total del cosmos, todo el universo se
trastornaría y estremecería violentamente a causa de la voz del Dios
todopoderoso.
¡Juicio!
Todo este hablar acerca de terremotos era un poco inquietante
cuando la persona acaba de sentir literalmente los temblores. José sabía
que todo aquel retumbar y estremecimiento sísmico presagiaba más
39
que un simple movimiento en las placas subterráneas. Tanto los
movimientos de la falla de San Andrés y las tribulaciones de Tsunami
era parte del gemir de la creación bajo su sujeción a la desintegración
(Ro. 8:19-21), todo como parte del tiempo presente intermedio. La
creación y todo lo que vive dentro de ella marchan penosamente entre la primera y segunda venida, esperando pacientemente (o no tanto)
el día cuando todo quedará restaurado y los hijos de Dios sean
manifestados. Hasta ese día seguimos luchando. La tierra se estremece
y las personas se encogen ante el peso de un mundo que ha pecado.
Las personas caen y fracasan al tiempo que el mundo va dando tumbos.
Personas como Luis Conzález y José Carcía.
Un pájaro más atrevido que otros de su especie se posó en el respaldo
del banco, sacando a José de sus pensamientos. Casi tan pronto como
se posó, remontó otra vez el vuelo, solo para volver a posarse en el
banco siguiente. José se puso a observarlo mientras que el pájaro seguía
con su plan de posarse y remontar el vuelo. José volvió a concentrarse
en su trabajo.
"Voy a tener que esforzarme en contar esta historia" -dijo José para
sí mismo-. Textos como este son un poco más difíciles porque no
ofrecen una narración clara. Por el otro lado, los asuntos humanos
aparecen con bastante claridad. No resulta difícil entender el temor al
juicio. José tendría que completar la historia con material contemporáneo, lo que no era nada difícil. La vida con sus experiencias lo rodeaban
por todas partes, personas luchando bajo la amenaza de juicio, tratando
de encontrar terreno sólido mientras van caminando a lo largo de la falla.
A veces el terreno tiembla, la cultura cambia y las personas caen. Él
estaba muy familiarizado con esa pauta de funcionamiento.
Involucre a las personas al relacionarlas
con la historia humana en el texto
~
~
Identifique las tres historias del sermón: La de ellos, la
nuestra y la de Dios.
Arregle los elementos de la trama, escenario, personajes,
problemas, clímax ...
40
Predicando con integridad
Identifique los elementos sensuales del sermón, cómo
huele, a qué se parece, qué gusto tiene".
José se puso a repasar sus recuerdos, haciendo memoria de las
experiencias de los miembros de la congregación: Hermanos que
habían perdido su trabajo y a seres queridos. Pensó en la hermana
Marta Moreno. Marta tenía dos hijas adolescentes, no tenía esposo y
padecía de cáncer del seno. Hacía unos dos meses el médico había
hecho que se estremeciera su mundo con las noticias. Podía hablar
acerca de la ansiedad e incertidumbre que Marta sentía.
Podía describir la tarde que pasó en la sala de estar de la familia
Moreno. Recordaba como se echó a llorar abiertamente con las dos
adolescentes que no entendían ni querían tener que entender que bien
pudiera suceder que su madre no las viera graduarse de la escuela,
casarse y tener hijos. Quizá quisieran darle permiso para contar la
historia si eso iba a servir para ayudar a otros a aprender algo de su
lucha personal. Quizás ellas mismas podrían también aprender algo.
O quizá podía contar la historia de David Fajardo. David había
perdido su trabajo en una reestructuración de la empresa y terminó a
las puertas del templo un día tarde en la noche después de intentar
inútilmente de apagar sus temores con la bebida. Treinta años de vida
profesional no lo habían preparado para el día cuando se encontrara
sin trabajo y sin propósito en la vida.
Sonia Navarro tenía una historia. Ella probablemente no querría
que el pastor diera a conocer los detalles, pero él sabía que tan pronto
como comenzara a hablar, ella comenzaría a llorar. Ya sea que fuera
un juicio directo o el resultado indirecto de un mundo bajo maldición,
la iglesia estaba llena de personas que lidiaban con la experiencia de
caminar por la línea de la falla.
José pensaba que no tendría ninguna dificultad en relacionar a los
oyentes con el mensaje del texto. Ellos podían sentir que su mundo
se estremecía.
-Cariño, llegaré un poquito tarde.
Ester Carcía había escuchado eso otras veces antes. Ella había
En la linea de la falla: Cuente la historia
41
decidido reaccionar bien cuando se lo decían. Era parte de la tarea y
no los ayudaría a ninguno de los dos el enojarse por ello.
-Está bien -respondió ella. Los niños están en el patio jugando.
No tengo nada especial planificado para la cena esta noche.
José se sintió sumamente atraído hacia ella en ese momento. No
se merecía una esposa así.
-¿Sentiste el terremoto? -preguntó ella.
-¿Qué? (La pregunta sobresaltó a Paco.) ¿Qué escuchaste? ¿Cómo
sabes ... ?
-Paco habló de ello en las noticias de la TV -dijo ella.
Aliviado, José recordó los temblores que había sentido temprano,
antes de que las otras noticias estremecieran su vida.
-Conociendo como conozco a mi hermano, me imagino que lo
transformó en algo catastrófico.
-Aquí al menos no causó ningún daño. Todo está bien -dijo Ester.
Todo está bien. José no podía haber escuchado mejores palabras
cuando entraba en el hotel. La visitación pastoral nunca había sido su
parte preferida del ministerio, pero nunca le había resultado tan
incómoda como en este ocasión.
Cuarto 232, le dijeron. El hotel no era nada especial. En realidad, el
lugar estaba bastante descuidado, como para proveer alguna forma de
penitencia. Encontró la puerta y llamó. Pasó algo de tiempo antes de
que se abriera la puerta y apareciera en ella su amigo, apareciendo tan
demacrado como se lo esperaba. José extendió su mano, y casi
automáticamente la retiró. En vez de eso avanzó hacia su amigo y lo
abrazó estrechamente. Luis estaba temblando, sus brazos caídos, su
espíritu quebrantado.
2
Fundamentos
DIGA DE QUÉ SE TRATA
-No sabía qué hacer, si darle un abrazo o un puñetazo.
-Yo le habría dado un puñetazo -dijo Ester Carcía, que no estaba
muy comprensiva.
-No, no lo habrías hecho -respondió José. Daba pena verlo.
-Es digno de lástima.
-Así que le diste un abrazo -dijo Ester secamente.
-Sí, lo hice -admitió José.
Ester se suavizó:
-Eso es lo que hacen los amigos.
Ella admiraba a su esposo por su sensibilidad. Eso es lo que hacía
que fuera un buen pastor y un gran esposo.
-Me pareció que no lo apreciaba -dijo José-. Fue algo incómodo.
Estuvo allí flácido por un momento y luego se separó. No creo que de
verdad quisiera hablar conmigo.
-Pero tú lo intentaste a pesar de todo.
-Como tú acabas de decir, es lo que se espera de los amigos.
-En ocasiones los amigos solo escuchan -añadió Ester.
43
44
Predicando con integridad
-Habría escuchado si hubiera habido algo para escuchar -dijo
José-. Él no decía nada.
-¿Nada?
-Ni siquiera me miraba. Estaba sentado en un rincón mirando a
la alfombra -dijo José-. Traté de escuchar) darle tiempo para pensar
y reaccionar, dejar que el silencio expresara su elocuencia, pero después
de un tiempo, el silencio es solo silencio.
-¿Cuánto tiempo estuviste allí?
-Media hora.
-Yen todo ese tiempo él no dijo nada.
-Ni una sola palabra.
-Entonces, ¿cómo te fuiste?
-De una forma tranquila. No creo que ninguno de los dos quisiera
seguir en esas circunstancias. Todo fue muy conmovedor. Él al fin se
levantó y yo también. Incluso de pie él parecía hundido. Le dije que
volvería en otro momento. Luego me marché.
Ester se acercó a su esposo, le acarició el rostro y él apreció mucho
el gesto.
El cuadro estaba torcido. Ana no lo había notado antes. Ella había
dibujado a lápiz aquel boceto de puesta de sol durante su luna de miel
con Juan. Eso sucedió hacía unos cuarenta y siete años. Ya no se
acordaba del momento exacto.
-El cuatro está torcido -dijo ella.
-Siempre me ha gustado ese cuadro -dijo Juan desde su lugar en
el sofá.
-Quizá fue el terremoto lo que lo descolocó -Ana.
-Siempre pensé que la falta de color le hacía de alguna manera más
intenso.
-¿Cómo nuestro matrimonio?
Ana lo dijo como una broma. Era la clase de broma que generalmente
hacía sonreír a su esposo, persona de buen corazón.
Juan no se estaba riendo.
Fundamentos: Diga de qué se trata
45
Yolanda Fernández movió otra vez la llave de la luz. Fue un pequeño
acto de fe, ofrecido en esperanza de que la compañía de electricidad
hubiera ya cumplido con su tarea. Por supuesto, la fe es solo tan buena
como lo sea el objeto de la fe. Con todo, tienes que comenzar en alguna
parte y quizás a pesar de su pésimo historial, la empresa había
cumplido con su deber y ya estaba restaurada la luz.
¡Oh no! Yolanda iba a tener que vivir en la oscuridad un poco más
de tiempo. Aunque eso no le importaba demasiado. La oscuridad del
cuarto del hotel suavizó su estado de ánimo.
Los empleados del hotel estaban muy preocupados. No se suponía
que un hotel de cuatro estrellas ofreciera a sus clientes esa clase de
incomodidad. Las noticias decían que el terremoto había sido menor
y prácticamente sin consecuencias, pero al parecer sí había habido
algunos problemas con el transformador que se encontraba cerca del
aeropuerto.
La reacción de Yolanda a las noticias acerca de su esposo fue la de
huir. Al sentirse resentida, se había refugiado en el hotel más caro que
pudo encontrar, incluso aunque sabía que no se podía permitir ese lujo.
Irónicamente, se enteró de que Luis se encontraba también en un hotel, no como aquel, por supuesto. Ella lo verificó. Al no saber a dónde
se había ido Yolanda, Luis al parecer había decidido salir de la casa
antes de que ella volviera. Él no quería enfrentarse al enojo de su
esposa, al menos por ahora. Así que se encontraban encerrados. en
diferentes hoteles. Yolanda sabía que aquello era ridículo, especIalmente con el problema de la electricidad, pero ella no quería regresar.
Allí se sentía cómoda, al menos tan cómoda como podía dadas las circunstancias. Nadie sabía dónde se encontraba. No estaba dispuesta a
hablar con nadie. Quizá más tarde ...
El teléfono la asustó. Tenía un sonido doble y penetrante, diferente
de los que tenía en casa. Lo tomó sin pensar, fue una acción automática
que lamentó al instante.
. -¿Yolanda? -dijo Ester Carcía.
¿Cómo me ha encontrado?
-Yolanda, ¿estás ahí?
Ester escuchó cuando colgaban el teléfono.
Las luces se encendieron. Sorprendida, Yolanda levantó los ojos y
se vio reflejada en el gran espejo del hotel. Vio el maquillaje de su rostro
Predicando con integridad
Fundamentos: Diga de qué se trata
surcado por las marcas que habían dejado las lágrimas, su peinado
estaba revuelto, sus ropas arrugadas. Extendió la mano y apagó las
luces. El cuarto quedó sumido en la oscuridad y se igualó a su corazón.
los edificios que se había derrumbado y causado la muerte de
otras muchas miles de personas más.
46
Paco García miraba la pantalla de la computadora con los ojos
semicerrados, tenía una gran taza de café tibio en la mano izquierda,
un bolígrafo en la derecha y escribía unas notas.
Terremotos:
• Temblor de la tierra causado de forma natural.
• Causado por la fractura y movimiento de rocas dentro de la
corteza terrestre.
Seis mil terremotos al año. Cifras globales. l
• Cinco mil quinientos no se sienten porque o son muy pequeños
o suceden lejos de las zonas pobladas.
• Cuatrocientos cincuenta se sienten pero no causan daños.
• Treinta y cinco solo causan daños menores.
• Quince ocasionan al año muertes y sufrimiento, dañan las casas,
los edificios ...
Paco Garda no disfrutaba la investigación. Con todo, su aversión
al estudio de los antecedentes no se igualaba para nada a su deseo de
aparecer bien informado ante el público que veía su programa en la
TV. Gracias a Dios por la internet, dijo para sí. 2
El 17 de agosto de 1999, más de medio millón de personas
quedaron sin hogar debido a un terremoto en Estambul. El
problema no estuvo tanto en el terremoto en sí, como en la
calidad de la construcción en la ciudad. Eral Cakir, el
gobernador de Estambul, fue citado por la cadena de televisión
CNN diciendo que el mal trabajo de constructores sin
escrúpulos podía haber contribuido al número tan elevado de
muertos en el terremoto de magnitud siete punto cuatro, que
dejó decenas de miles de personas atrapadas en las ruinas de
E118 de abril de 1906, un terremoto que duró cuarenta y ocho
segundos dejó en ruinas a la ciudad de San Francisco, en California. Mucho del daño fue causado por el fuego, que destruyó
el centro de la ciudad, dejando a miles de personas sin hogar.
Una gran multitud se congregó en el parque Golden Gate y
otras áreas de la playa buscando cobijo y ayuda. Los daños se
estimaron entre ciento cincuenta y doscientos millones de
dólares.
En octubre de 1989, San francisco sufrió otro terremoto
importante cuando los aficionados estaban reunidos para
disfrutar del partido entre los Ns de Oakland y los Gigantes
de San Francisco. Cuando la multitud en el estadio Candlestick Park esperaba el comienzo del partido, un terremoto de
magnitud siete punto uno se centró en el área de la Bahía,
estremeciendo el estadio y cortando la electricidad. Al
comienzo el ánimo de los espectadores se mantuvo tranquilo,
pero todo cambió cuando las noticias acerca de las muertes y
destrucción alrededor de la ciudad comenzaron a captar la
atención de los aficionados que escuchaban sus radios
portátiles.
En diciembre de 1988, un violento terremoto golpeó a Armenia, el antiguo estado soviético, matando a más de quince mil
personas, la mayoría de las cuales quedaron enterradas entre
los escombros de los edificios que no pudieron soportar los
temblores. El problema quedaría agravado por la amplia
inquietud política de los años siguientes.
El 25 de enero de 1989, solo unas pocas semanas después del
primer terremoto en Armenia, tuvo lugar otro terremoto en otra
Armenia diferente, esta vez en la sudamericana ciudad de Armenia, en Colombia. Un mes más tarde, el sesenta por ciento
de la ciudad estaba todavía en bastante mal estado. El centro de
47
Predicando con integridad
Fundamentos: Diga de qué se trata
la ciudad estaba destruido en un noventa por ciento. Más de
nueve mil personas murieron y a las que sobrevivieron se las
veía viviendo en las calles, en tiendas y en refugios temporales.
Pero no eran solo los mensajes en sí. El mismo proceso y pautas de
su predicación le estaban cambiando la manera en que vivía. Estaba
aprendiendo a que le gustara el reto de la comunicación. Estaba
creciendo en el conocimiento de las complejidades de cómo motivar
a las personas, no solo para creer, sino también para comportarse de
acuerdo con las grandes verdades de las Escrituras.
Durante años en el ministerio, se había encontrado más de un fin
de semana sin un sermón preparado y sin la energía para prepararlo.
Más de una vez se vio a sí mismo los viernes por la noche buscando
en la internet, e incluso los sábados por la noche, un sermón para
predicarlo. Se había aplacado a sí mismo con el pensamiento de que,
si el mensaje era verdadero, no importaba en realidad quién lo hubiera
preparado. Muchos usuarios de la internet estarían muy contentos de
vender bosquejos de sermones ya preparados a predicadores asediados.
Daban incluso gratis las ilustraciones.
Eso había sido tentador. Las personas nunca habrían sabido a menos
que uno se decidiera decirlo. Siempre podría hacerlo. José incluso sabía
de predicadores que mencionaban en los boletines de la iglesia las
fuentes de sus sermones. Él nunca había estado dispuesto a llegar tan
lejos. Sabía en lo profundo de su corazón que habría problemas si decía
a sus oyentes que les estaba dando las ideas de otros. Recordaba la
información en la revista Cmistianity Today hablando de los pastores
que habían perdido sus iglesias después de descubrirse que estaban
predicando sermones plagiados. Los miembros de la iglesia también
navegan en la internet. 3
José reconocía que era una cuestión de integridad. Era también una
cuestión de fidelidad al llamamiento recibido. Nunca se había sentido
muy bien acerca de los resultados después de haber predicado los
sermones de otros. Había algo muy poderoso en poder ofrecer a los
oyentes el fruto de su propio estudio de la Palabra de Dios. El ser capaz
de oír la voz de Dios y después ayudar a otros a escuchar ese mismo
mensaje, era ahora algo muy emocionante para José. No volvería nunca
más a tomar el camino fácil.
48
Paco pulsó la tecla de imprimir. Había quedado especialmente
conmovido por las imágenes de niños harapientos que buscaban a sus
seres queridos entre las ruinas de los edificios, en los que tampoco
podía haber encontrado mucho cuando todavía estaban en pie, de personas que removían escombros con sus propias manos o con
herramientas inadecuadas buscando señales de vida. Se sentía
avergonzado al pensar en su informe noticioso del aeropuerto del día
anterior. Ese sentimiento le era desconocido e incómodo. Quizá debiera
hablar con alguien, dijo para sí mismo.
Diga de qué se trata ...
José Carda se sentía cómodo en su oficina a pesar de que era
pequeña y estaba abarrotada de cosas. El cuarto estaba lleno de muebles
desechados y reciclados por miembros de iglesia bien intencionados.
Por qué sucedía que cuando las personas sentían la necesidad de algo
nuevo en la casa daban por supuesto que el sofá que ellos rechazaban
podría servir en el salón de los jóvenes o en la oficina del pastor. José
pensó en imágenes del Antiguo Testamento de fuego no santo y de
ofrendas rechazadas, pero solo por un momento. La verdad era que no
le importaba la manera en que se veía su oficina con aquella mezcla
de elementos. Además, él no tenía corazón para criticar a las personas que amaba tanto.
Pensó que podría usar la media hora que le quedaba antes de su
siguiente cita para avanzar con la correspondencia. No obstante, no
pudo apartar su mente de los pensamientos acerca del sermón. Eso
había sucedido con frecuencia últimamente. José estaba aprendiendo
a vivir sus sermones. Lo absorbían, afectaban su acción y no lo dejaban
en sus pensamientos. Ya no se dedicaba a buscar en las Escrituras solo
algo con lo que pudiera cumplir con el compromiso del domingo.
Ahora estudiaba con el propósito de que los creyentes pudieran oír
acerca de Dios.
El s&rmón de hoy: No hurtarás
Desde Massachussets a Texas, se han encontrado predicadores que
49
50
Predicando con integridad
predican sermones al pie de la letra y sin reconocimiento de su origen.
Sermones que compraron por la internet o tomaron de sermones
impresos
st. Louis Post-Dispatch
Sonó el teléfono y José respondió:
-Sí, el jueves encontrará los anuncios y el bosquejo listos para
imprimirlos en el boletín de la iglesia para el domingo ... Sí, me enteré
de que usted se encargaría del programa mientras Marta estuviera de
vacaciones ... Sí. .. sí. .. sí.
Fue amable. Controló bien su impaciencia. Unos pocos minutos
más tarde pudo colgar el teléfono y volver a sumergirse en su trabajo.
José revisó sus notas. Sabía que sería capaz de ayudar a las personas a sentir la historia que había detrás de su texto. Eso no sería un
problema. Su habilidad narrativa se vería incrementada por los sucesos
de los recientes días. Tenía confianza en que podría tocar la inseguridad
latente que sus oyentes habían puesto a buen recaudo en escondidos
agujeros dentro del corazón de cada uno de ellos.
Pero aquello no era suficiente. Más que involucrar a las personas
en la historia del texto, José necesitaba proclamar algo. Tenía que
enseñarles, informarles. Tendría que mostrarles 11 de qué se trata".
Había leído bastante acerca de la predicación narrativa, pero algo
había en ello que lo dejaba insatisfecho. Afectados por la sensibilidad
posmodernista, los escritores tendían a confiar en los oyentes para que
aportaran su propio final o conclusión. Sus sermones eran como
imágenes de tiras cómicas publicadas en una revista sin una leyenda.
El lector tiene que aportar la culminación ingeniosa. Los predicadores
que deliberadamente dejan sus aplicaciones abiertas e indefinidas
invitan a los oyentes a aportar sus propias aplicaciones.
Esta filosofía ve la tarea del predicador como la de crear ambientes
de experiencia alrededor de la Palabra de Dios que le permitan a los
oyentes determinar sus propias conclusiones. Esto es consecuente con
una cultura que rechaza las respuestas finales y las conclusiones
rígidas, pero no ayuda cuando se ve la tarea del predicador como la de
oír la voz de Dios en el texto y proclamar su verdad en el sermón.
Una historia es excelente, se recordó José a sí mismo. Provee de contexto y relevancia para el oyente, pero queda todavía inconclusa sin una
Fundamentos: Diga de qué se trata
51
conclusión y aplicación. La proclamación indica predisposición yeso
es algo bueno. Es correcto que el predicador tenga una enseñanza específica y que quiera presentarla intencional e incluso agresivamente.
José pensó de nuevo en Luis. Lo que él ha hecho está mal. Las personas han quedado dañadas yeso no tiene que suceder. Por supuesto,
esta situación era una más en un escenario que era epidémico. Los
predicadores tenían que hablar con claridad y dejar que la Palabra de
Dios se oyera. Algunos podrían pensar que eso es arrogancia y otros
podrían pensar que es anticuado, pero José sabía que los miembros de
la iglesia necesitaban que él les comunicara una palabra verdadera y
segura desde el púlpito el próximo domingo. Lo necesitaba para su
propio corazón.
Así, pues, ¡cómo decir de qué se trata? José planteó la pregunta como
una disciplina mental, aunque él conocía bien la respuesta. Decir de
qué se trata pone en orden las categorías mentales a fin de que tengan
el suficiente sentido como para producir una nueva forma de pensar.
Persuadir a la persona a reordenar sus categorías cognoscitivas requiere
hechos que sean pertinentes. Esos hechos necesitan ser lógicamente
razonados y claramente presentados.
~
~
~
La explicación de "Qué es Qué"
Discernir todos los hechos que sean pertinentes para el
caso que debe ser demostrado o la proposición que debe
ser establecida.
Desarrollar la argumentación que es razonable y lógica.
Presentar el caso tan claramente como sea posible.
Usted comienza con los hechos, no todos los hechos, sino los que
sean relevantes para el caso que se está considerando. José sabía que a
veces este es el verdadero reto del sermón: Conseguir la información
correcta y discernir lo que es de verdad importante. En lo que se refiere
a la predicación eso significa, por supuesto, hacer el trabajo exegético.
Puede incluso implicar dedicar tiempo a las lenguas originales,
diagramando la construcción de las oraciones para establecer con
claridad cuáles son los puntos principales y cuáles son los menores.
52
Predicando con integridad
Significa comprender el texto teológicamente para estar seguro de
que se está leyendo como corresponde y que se le da el lugar debido
en la historia de la salvación. Eso quiere decir que hay que prestar
atención a los argumentos importantes de eruditos y teólogos
experimentados, teniendo cuidado en no distorsionar lo que están
diciendo o escuchar mallo que ellos ofrecen a la discusión. Significa
tener la sabiduría de saber qué ideas no merecen la pena considerarlas
y cuáles solo agregan confusión al asunto.
Eso requiere mucho trabajo una vez que se mete en ello. José
suspiraba profundamente.
Los hechos tienen que aparecer con claridad ante el oyente, lo cual
no siempre es fácil. José conocía bien la frustración de describir algo
que a él le parecía claro, solo para encontrar que a algunos de sus
oyentes les parecía tan claro como un vaso de agua tomada del Río
Mississippi. Él sabía cuándo no había dado en el clavo por la confusión
que se notaba en el rostro de Ester al dirigirse a casa después del culto.
La claridad requiere usar el lenguaje del oyente y hacerlo con
precisión. La claridad requiere un uso juicioso de la repetición.
Requiere que el predicador se exprese con sencillez y lo diga con
lentitud. Puede requerir ejemplos metáforas o ilustraciones que puedan
ayudar a entender la idea sin distraer al oyente.
Por supuesto, un barco cargado de hechos no va a convencer a las
personas, aun si están claras. La persuasión requiere la ordenación
cuidadosa de esos hechos de forma que aparezcan presentados de forma
lógica y razonable. Hay un lugar para la fe y el misterio en la
comprensión cristiana de las cosas, pero no a expensas de la razón.
Los cristianos se apoyan en la fe y en la razón para comprender la vida,
se recordó José a sí mismo.
Las personas pueden dejarse influir por la irracionalidad, pero la
lógica siempre sirve a la persuasión. Un oyente puede rechazar la razón,
pero solo a expensas de la razón. A veces el evangelio parece trascender
la lógica o ir más allá de los límites de la razón. No estaba en contra
de la razón creer en la encarnación de Cristo. Que Jesús existiera tanto
con la naturaleza divina como la humana es un misterio. En eso uno
se adhiere a otro nivel de lógica, solo conocido por la mente de Dios.
Un ardid hábil, pueden llamarlo algunos, pero entonces ahí es donde
entra la fe. Con todo, la responsabilidad del predicador es presentar
Fundamentos: Diga de qué se trata
53
las cosas de forma sensible y ofrecer la construcción más convincente
de los hechos.
José sabía que, al final, tenía que cortar todo lo innecesario y llegar
a lo esencial. Es decir, una gran idea o enseñanza que el predicador
podía depositar dentro de la mente del oyente. En ocasiones, él incluía
en su sermón tres o cuatro puntos, pero solo si servían a esa gran idea.
Había aprendido por medio de la experiencia que era muy importante
lograr que esa gran idea estuviera clara. José había desarrollado el
hábito de formular esa gran idea en una l/declaración breve de la
misma". Prefería no usar más de diez palabras, con una construcción
sencilla para mantener la idea bien enfocada. Andaba buscando un
buen aforismo (sentencia breve y doctrinal) que no hubiera decaído
ya en un cliché, algo que agradara escucharlo y permaneciera en la
mente.
tagranidea
.. Una oración declarativa completa.
.. Diez palabras o menos.
.. Un pensamiento, no conjunciones.
~na vez desarrollada la idea, José sabía que tenía que comunicarla,
obvIa y abiertamente. l/Esto es lo que necesitamos escuchar", diría
durante la predicación. l/Esta es la gran enseñanza que no debemos
perdernos de este pasaje de la Palabra de Dios". En la presentación
oral ante una congregación llena de oyentes que se distraen con suma
facilidad, el predicador tiene que ser evidente y deliberado.
Cambió de postura en la silla y miró su reloj. Todavía le quedaba
bastante tiempo. Aliviado, volvió a concentrarse en sus pensamientos.
A veces José sentía la tentación de ser l/profundo". No estaba seguro
si las personas deseaban que él fuera l/profundo", pero ocasionalmente
pensaba que podría gustarle que las personas lo vieran como profundo
en su predicación. Él sabía que la clave estaba en no confundir
l/profundidad" con l/complejidad". Los sermones deben ser retadores,
pero no difíciles. Retan en el sentido de que ofrecen grandes pensamientos
que demandan una respuesta de parte del oyente obediente. Pero si
resulta difícil entender el sermón y está excesivamente complicado con
Predicando con integridad
Fundamentos: Diga de qué se trata
puntos, no ayuda en nada a su comprensión y aceptación. "Predica
sencillo", José se repetía a sí mismo.
José sabía que eso no quería decir que las personas se convencerían.
Los oyentes están cada vez más abiertos a la ambigüedad. La idea y el
razonamiento más convincentes pueden significar muy poco para
alguien que no quiere cambiar.
Eso es 10 que 10 hace tan interesante, pensó José para sí. Pues cuando
la idea es presentada de manera convincente el oyente no puede evitar
tener que tomar la decisión de rechazarlo.
"Si presento una verdad de forma clara" -dijo José entre dientes:
"No puedes escaparte de tener que lidiar con esa verdad".
Su teléfono celular cortó sus reflexiones, sorprendiéndolo. Cuando
entraba en la oficina, tenía la costumbre de apagar el teléfono para
conservar las pilas.
-Pastor Carcía, soy Teresa Díaz, la secretaria de su hermano Francisco.
-Oh, sí, me acuerdo de usted -respondió José amablemente.
Además de que uno no suele olvidarse de una persona tan atractiva
como Teresa.
-Paco se preguntaba si usted tendría un poco de tiempo para él
en esta tarde. Le gustaría hablar con usted.
-Eso quiere decir que anda buscando un poco de consejo fraternal.
-Lleva un poco de tiempo que está un poco gruñón -se quejó
Teresa. Quizás usted pueda ayudarlo con eso.
-Veré lo que puedo hacer para ayudarlo -dijo José al tiempo que
esbozaba una sonrisa.
encontró un par de espejuelos oscuros. El día no era muy luminoso,
pero prefería llevar los espejuelos oscuros para el sol.
Entró en la librería con inseguridad, pues había muchas personas.
¿y si alguien la reconocía? Había ido hasta el otro lado de la ciudad
donde era menos probable que ella viera a un conocido o que la vieran
a ella, pero con todo ... Recordaba que se encontró a un vecino en una
playa de Hawai cuando fue allí con Luis de vacaciones para celebrar
su décimo aniversario de boda.
Miró por todos lados en la librería. N o se podía afirmar que las persanas apenas leían ya debido a la televisión y las películas por lo que
estaba sucediendo en aquella librería. No obstante, los libros que ella
hojeó estaban todos relacionados con películas. Había libros basados
en películas, libros que habían servido para hacer películas, libros
acerca de películas, libros acerca de actores y actrices, libros escritos
por estrellas del cine ... yeso era solo en las primeras filas de estantes
de libros. El lugar era enorme.
-¿Yolanda? -Ester Carcía no esperaba tropezar con la mujer que
había dominado sus pensamientos en los últimos días.
-¡Ester! -Yolanda tartamudeó, incapaz de ocultar su desilusión y
su temor.
-No esperaba verte aquí.
-Lo siento, Ester, no esperaba ver a nadie.
-Esperabas que ya no verías a nadie ...
-Oh, no, solo quise decir. ..
-Está bien, comprendo -dijo Ester para tranquilizar a su amiga-o
Yo sé por lo que estás pasando ... bueno ... en realidad no sé por lo que
estás pasando, ... pero he estado pensando mucho en ti en estos días y
es asombroso que hemos tropezado una con otra en esta librería;
probablemente es una de esas" cosas de Dios" ... Bueno, siento
interrumpirte cuando quizá tú prefieres estar completamente a solas.
Ester no quería hablar tanto, pero a veces cuando comienzas una
frase resulta difícil saber cómo terminarla.
-Vine para comprar algo para leer, tú sabes, algo para distraerme.
(Yolanda Fernández comenzaba a girar sobre sí misma para dirigirse a
la puerta.) Pero gracias, Ester -dijo, es que es un poco incómodo-.
Quizás en unos pocos días o semanas ...
Su sonrisa era poco convincente.
54
Yolanda no se preocupó para nada del maquillaje antes de salir del
cuarto. Cuando ya estaba caminando por la acerca le llamó la atención
que habían pasado años sin que ella saliera a la calle sin darse al menos
un poco de colorete. ¿No fue cuando fueron de día de campo al Parque
Yellowstone el año pasado? No, Luis le gastó varias bromas cuando
metió su bolsa de cosméticos en la tienda de campaña. Recordaba que
le dijo que el brillo y el olor del creyón de labios atraerían a los osos.
Yolanda sonrió a pesar de cómo se encontraba. Rebuscando en su bolso
55
57
Predicando con integridad
Fundamentos: Diga de qué se trata
Ester Carcía la vio dirigirse a la puerta.
-Espera. Yolanda -exclamó. No te llevas ningún libro.
Yolanda paró e hizo una pausa antes de volverse. Parecía confundida
e indecisa. Su rostro se había suavizado.
-Quizá tú me puedas sugerir algo -dijo como abriendo la puerta-o
Ester se dirigió a ella con decisión y tomó a su amiga del brazo.
-Mi esposo me dice que siempre estoy llena de sugerencias. Ven,
vamos a tomar un café.
La zona de café era una sección prominente de la librería. Las mesas estaban llenas y las dos mujeres tuvieron que esperar con la taza
de café en la mano hasta que alguien se levantara. Dos adolescentes
estaban sentadas en una mesa riéndose tontamente acerca de lo que
veían en una revista de modas. El hecho de que no hubieran comprado
nada y que no fueran a comprarlo no les molestaba para nada. Era
irritante.
-Llamé ayer al hotel-dijo Ester.
-¿Eras tú? -preguntó Yolanda. ¿Cómo supiste que estaba allí?
-Me lo imaginé. Recordé el banquete que celebramos allí el pasado
año y tú mencionaste cuánto te gustaba ese hotel. Dijiste que te
gustaría estar allí si tuvieras la oportunidad. Pareció chistoso en aquel
momento. Las personas por lo general no se quedan en hoteles en su
propia ciudad.
-Es cierto -dijo Yolanda-o Pero creo que esta no era una circunstancia normal. ¿No crees?
-Supongo que no -replicó Ester-. Pero puede que te sorprendas.
-Al parecer me sorprendo fácilmente ... Siempre pensé que me daría
cuenta si una cosa así sucediera en nuestro matrimonio. Tampoco
pensé mucho acerca de ello. Creí que dos personas que estaban
involucradas en una relación íntima. de alguna manera se delataban a
sí mismas. Estoy enojada conmigo misma por no haberlo reconocido.
Me duele haber sido sorprendida. Me molesta haber sido tan tonta.
-Ninguno de nosotros lo vio venir.
Una mesa quedó desocupada. Yolanda y Ester aprovecharon la
oportunidad. Ester se sentó en una banqueta alta, de espalda a la
ventana. Yolanda lo hizo en una silla con un asiento muy blanco y
quedó baja en comparación. Aquel mobiliario ecléctico, pensado para
crear ambiente, era todo lo que había disponible.
-No es fuera de lo común enterarse de pastores que tontean.
Ester estaba tratando de animar a su amiga ..
-Eso no conforta en nada -dijo Yolanda.
-No, creo que no -confirmó Ester.
-¿Qué es lo que anda mal con estos hombres? -dijo Yolanda con
un tono de exasperación. Quiero decir, que entiendo que otras mujeres
los vean como más elevados y santos. Comprendo que algo acerca de
la misma posición puede atraer a algunas mujeres. Ven a nuestro
esposo como un modelo de espiritualidad y hay algo que es sumamente
atractivo acerca de ello. Aparecen como personas comprensivas,
consoladoras y que se preocupan.
-Lo entiendo desde el punto de vista de la mujer -reconoció Ester. Pero me enojan mucho estos hombres que no pueden controlarse.
Se supone que ellos saben cómo manejar estas situaciones. Que saben
anticiparlas ... que saben tomar precauciones.
Ester se sorprendió por la intensidad que había puesto en sus
palabras.
56
El Q'ensaje Viene de Dios
Los predicadores no vienen de lugares exaltados de
conocimiento. Vienen de los bancos. Pero el mensaje que ellos
predican no procede de los bancos, sino que viene de Dios. 4
Charles Bartow. God's Human Speech,19
Yolanda se estaba abriendo.
-Siempre amé a Luis, no solo por sus puntos fuertes, sino también
por sus debilidades. Luis ama de verdad a Dios y yo lo amo por eso. No
obstante, al mismo tiempo, yo estaba con él en la cama tarde en la noche
cuando expresaba sus dudas. A veces lo encontré despierto a la una o
las dos de la madrugada del domingo antes de la predicación. En
ocasiones era agónico para él tratar de relacionarse con Dios de manera
que pudiera decir algo que ayudara a las personas a la mañana siguiente.
-Yo sé de eso -dijo Ester.
-Luego lo he visto en el púlpito unas pocas horas después
predicando con poder. He visto a Dios obrando a veces en la iglesia en
formas impresionantes, aun en mi propio corazón, cuando he
59
Predicando con integridad
Fundamentos: Diga de qué se trata
observado a mi esposo en esa agonía espiritual por causa de la
predicación. Es casi como si estuviera con dolores de parto, teniendo
las contracciones del sermón ...
Al fin se rieron juntas.
-Es difícil de comprender como Dios puede hablar a través de
humanos tan débiles y defectuosos.
-y con todo tú lo amabas, quiero decir, lo amabas a él-dijo Ester.
-Yo lo amo -corrigió Yolanda.
-y Dios también lo ama -agregó Ester.
Ambas mujeres quedaron en silencio por un momento mientras ese
pensamiento penetraba en ellas.
-Hay algo misterioso acerca de esto -reconoció Ester. Yo no quería
que José fuera un pastor. Yo no necesitaba esa presión.
-Nosotros no necesitábamos la presión, no estoy hablando acerca
de la presión que otros ejercen sobre nosotros, sino de la presión que
nosotros mismos nos ponemos. Yo espero mucho de José. Quiero que
viva a la altura de su llamamiento. Quiero que sea el gigante espiritual
que las personas esperan de un predicador.
-Él no lo es -dijo Yolanda-o Él no es Cristo ni tampoco Dios.
Ester no estaba segura de si quería responder a esa afirmación.
-Lo encuentro increíblemente misterioso -añadió Yolanda.
-¿El qué?
-Que Dios quiera usar a personas como Luis y como José ...
-y personas como tú y yO ...
-Para proclamar su Palabra.
Era todo fruto de la imaginación de Ester o es que la atmósfera del
establecimiento de café se había calmado por un momento.
-Es asombroso, ¿verdad que sí?
-Si que lo es -admitió Yolanda. ¡Habría sido aun más asombroso
si Luis no hubiera sido tan completamente tonto!
-Entre, él lo está esperando.
-No creo que sea por mucho tiempo -contestó José.
-¡Quédeselo todo el tiempo que quiera ... por favor! -contestó
Teresa en broma.
La sala de noticias era ruidosa. José tenía dificultades imaginando
cuánto trabajo podría realizar Paco en un ambiente así. La oficina de
la iglesia era a veces ruidosa y llena de actividad, pero al menos él podía
cerrar la puerta de su oficina y concentrarse en su tarea. Pero Paco no
estaba tratando de escribir sermones allí.
-José -llamó Paco.
Con su oído todavía pegado al teléfono, alargó el brazo alrededor
del tabique divisorio y echó mano de una silla que había en el siguiente
cubículo y le hizo señas a José de que se sentara. José esperó pacientemente a que su hermano terminara lo que parecía una conversación
de un solo lado. Al fin, soltó un gruñido y colgó el teléfono.
-¡Vaya maneras telefónicas tan finas! -bromeó José ¿Es que tu
mamá no te enseñó a hacerlo mejor?
-¿Qué? ¿Eso? Eso no es nada, era solo administración, tú sabes.
-Así que, ¿cuándo te van a dar una oficina auténtica? Yo pensaba
que un presentador de televisión estaría más considerado que esto.
-¿Qué haría yo con una oficina? Rara vez estoy aquí. La unidad
móvil es mi verdadera oficina.
-¿O es ese montaje de cartón donde te sientas cada noche?
-Pienso que esa es la manera en que la gerencia me quiere
mantener activo. No quieren que esté cómodo. Las noticias suceden
en la calle, no detrás de un escritorio.
-Yo pensaba que tú eras solo otra cara atractiva.
-Alguien en nuestra familia tenía que ser atractivo. (Paco decidió
no reírse.) ¿Qué te parece si nos vamos a alguna parte donde podamos
conversar?
Salieron del edificio y cruzaron la calle. Había un banco vacía en el
parque adyacente. Paco examinó el banco antes de sentarse.
-¿Por qué te preocupas del asiento? Nadie ve tus pantalones cuando
estás ante la cámara? -bromeó José.
Quizás es que era el momento; pero ninguno de los dos hermanos
parecía estar para chistes. Paco estaba serio.
-¿Qué piensas de lo que estoy haciendo? -preguntó Paco.
58
El pastor José Carcía llegó al departamento de noticias de la emisora
de televisión, donde Teresa Díaz lo saludó afectuosamente. Ella
trabajaba con uno de esos teléfonos que se sujetan a la cabeza y
permiten tener las manos libres.
60
Predicando con integridad
Tasé miró cuidadosamente a los ojos de Paco antes de responder.
Claramente estaba serio.
-¿Te refieres a tu trabajo?
-Mi trabajo, mi vida, vocación ...
-Vocación -José hizo una pausa pensativamente. Esa es una
palabra importante. Viene del latín vox o "voz". Sugiere la idea de
llamamiento. Si es un llamamiento, significa que alguien tiene un
plan. Indica que hacemos lo que hacemos para el servicio de Dios.
-Siempre pensé en esos términos acerca de la información al público
-dijo PaCD-. No es que estuviera tratando de ser religioso acerca de
ello. Me parecía que mi tarea importaba, que estaba cumpliendo con un
deber importante, en servicio al público, en servicio de ...
-¿De la verdad ... ?
Paco miraba a la lejanía.
-Creo que eso es lo que me está molestando. Siempre he tratado
de dar noticias auténticas y sólidas. Quería que confiaran en mí.
Cuando miraba a la cámara para hablar yo quería que las personas
creyeran en mí y en lo que estaba diciendo. La cadena de televisión
hace incluso publicidad es ese sentido, pone mi rostro en anuncios y
carteleras, usando mi integridad para captar más televidentes y
publicidad.
-Si no puedes confiar en tu presentador de noticias, ¿en quién
puedes confiar?
-Quizás en vosotros los predicadores -dijo Paco.
-¿Lo dices en serio? -preguntó José. No estando seguro de si ese
sería otro ejemplo del ingenio cuestionable de su hermano.
-Nada es lo que parece ser -dijo Paco-o Todo es presentación.
Nosotros elegimos lo que le mostramos al público y cómo se lo mostramos. Estabilidad, inestabilidad, esperanza, odio, todo es una
cuestión de perspectiva. El mundo es un lugar muy grande y complejo,
y me parece que es patético que las personas busquen en nosotros sus
fundamentos. Ni siquiera nosotros le encontramos a menudo el
sentido. Esas personas deberían mirarlos a ustedes y escuchar.
José no sabía exactamente qué decir.
-¿De qué vas a predicar este próximo domingo?
-¿Perdona?
-Vamos, José -dijo Paco-o No pongas esa cara de sorpresa. ¿De
Fundamentos: Diga de qué se trata
61
qué vas a predicar? Dime algo que sea seguro. Dime algo en lo que
pueda confiar.
-Hebreos 12 -contestó José. Es en realidad bastante oportuno, a
causa del jaleo que tú creaste acerca del temblor de tierra en el
aeropuerto.
Paco parecía interesado.
-Ese texto usa la imagen de un terremoto para describir la
inestabilidad, no solo de la tierra, sino de las personas, de las
instituciones, incluso de las ideas que manejamos. Supongo que trata
exactamente de las cosas de las que tú has estado hablando. Todo es
frágil, todo con lo que contamos para nuestra vida, seguridad y
estabilidad. Un buen temblor puede hacer que todo se nos venga abajo.
-Esa es la razón por la que las personas tienen temor -coincidió
Paco. La estabilidad es clave para nuestra seguridad económica.
Nuestra sociedad crece cuando sentimos que las cosas están bajo control. Cuando comienza a sentirse tambaleante, los mercados caen y
cada cual corre buscando cobijo. Vamos a presentar esta noche un
informe sacado de Wall Street, cómo reacciona con tanta inestabilidad
ante las noticias de primera página.
-El texto va más allá. Describe una clase de sacudida más siniestra.
(José hablaba ahora de forma más lenta; pues no estaba seguro de cómo
su hermano tomaría lo que quería decir. Eligió las palabras con
cuidado.) Habla acerca de juicio.
-¿Qué? ¿Armagedón?
Paco trató de aparentar escepticismo. Fue una reacción automática,
que no pareció auténtica esta vez.
-Bueno, algo parecido a eso. La Biblia nos dice que un día Dios se
levantará y hablará. Cuando eso suceda, todo en la tierra sentirá el
efecto de su ira, como una gran sacudida.
-¿Quieres decir literalmente?
-Puede ser. No te puedo decir cómo será exactamente, pero la
Biblia dice que cuando Dios conmueva la tierra, todo lo que es inestable
e impuro caerá y desaparecerá. Todo lo que las personas buscan en el
mundo para su seguridad demostrará lo que de verdad es.
-Eso suena a malas noticias.
-No del todo. La Biblia nunca habla de malas noticias sin aportar
a la vez mejores noticias. Las buenas noticias es que Dios ha provisto
63
Predicando con integridad
Fundamentos: Diga de qué se trata
para nuestra seguridad. Hay un lugar seguro donde estar, algo seguro
que nunca se verá afectado, un refugio en el centro de la tormenta. La
Biblia dice que el reino de Dios es lo que nunca puede ser conmovido,
y mientras tanto que nosotros formemos parte de él, nada nos puede
tocar. Estamos seguros. Somos fuertes. Somos ...
José se quedó sorprendido de la profundidad de sus propias
convicciones. Sintió que sus venas se llenaban, su confianza se
afirmaba. Pensó acerca del dolor de los últimos días. Pensó en Luis y
en Yolanda. Pensó en lo que su hermano le había estado preguntando,
su exitoso y confundido hermano. José se sintió lleno de una confianza
desbordante. Sentía que le gustaría ponerse de pie como uno de esos
antiguos evangelistas de la calle. Se sintió listo para predicar.
El suelo se movió, literalmente.
Más tarde, José reflexionaría en el momento oportuno. Fue como
si hubiera sido preparado de antemano, como si Dios hubiera elegido
aquel momento en su conversación. Sin embargo, en ese momento
José y Paco lo que hicieron fue reaccionar automáticamente. José
agarró a su hermano por el brazo y tiró de él para sentarlo en el banco.
Paco no estaba seguro de lo que sucedía. Se agarró del banco
firmemente. La incertidumbre no duró mucho tiempo. La plancha de
cemento debajo de sus pies se agrietó con un fuerte ruido. El banco ya
no estaba firmemente fijo al suelo, se ladeó arrojando a los hermanos
al suelo. Los cristales de las ventanas de los edificios cercanos se
quebraron, sonando como pequeñas explosiones. Los vidrios volaban.
Un pedazo grande de vidrio le pegó a José en una pierna y le hizo una
cortada. Ninguno de los edificios se cayó, al menos no de forma
completa. El polvo volaba por todas partes y el cielo se había quedado
bastante oscuro. Los dos hermanos echaron a correr, pero sin saber
exactamente a dónde correr. El teléfono celular de Paco sonaba, pero
el hombre de las noticias ni se dio cuenta.
sido una amiga y que eso había sido apreciado. Tratando de prolongar
ese momento, se había quedado un poco más en la librería. Quizá se
encontraría con algo nuevo para leer, quizás algo que fuera divertido.
Una revista cayó alIado de sus pies. Se agachó para recogerla cuando
otra cayó a su izquierda, abriéndose por la página en la que aparecía
una mujer en una pose provocativa. Cayó también una tercera revista
y luego varias más. Ester miró para arriba justo a tiempo para ver cómo
se le venía encima la estantería. Trató de apartarse con una agilidad
que no había conocido por años, pero no fue suficiente.
Yolanda Fernández estaba tratando de meter llave en la cerradura
de su automóvil, pero parecía que no atinaba a hacerlo. No pensó que
ella estuviera así de alterada. En realidad, después de la conversación
con Ester se sentía mucho más calmada de lo que había estado en los
últimos días, excepto que su mano temblaba o quizá ¿no sería el
automóvil el que se movía?
Los gritos que procedían del edificio de la librería la ayudaron a darse
cuenta de lo que estaba sucediendo. Entonces todo lo que pudo pensar
fue acerca de Ester. Impulsivamente echó a correr de regreso a la
librería. Varias estanterías habían caído y los clientes parecían
desesperados. Los asustados empleados intentaban poner un poco de
orden. Yolanda los ignoró. Ella estaba buscando a su amiga.
La cabeza de Ester era todo lo que se veía de su cuerpo, que yacía
sobre el suelo retorcido. Yolanda la encontró atrapada debajo de una
estantería, con revistas caídas por todas partes. Se veía algo de sangre
sobre una revista de motocicletas debajo de su cabeza. Yolanda se sintió
mal al agacharse para ver si Ester respiraba. Sí, estaba viva.
Las estanterías eran pesadas. Aquellas elegantes estanterías de
madera oscura le daban a la librería un ambiente distinguido. Yolanda
maldijo lo pesadas que eran al tratar de levantarlas. El establecimiento
se estaba quedando vacío con rapidez y nadie parecía darse cuenta de
lo que ella estaba haciendo. Yolanda quiso agarrar el brazo de un
hombre cuando este pasaba, pero él se desprendió rápidamente. Sus
gritos llamaron la atención de una mujer joven que portaba la
identificación de la librería, indicando que su nombre era Isabel, quién
acudió y preguntó
-¿En qué la puedo ayudar?
Las palabras le salieron como una respuesta muchas veces
62
Ester Carcía se encontraba revisando las revistas cuando comenzó
el terremoto. Se sentía muy bien acerca de su conversación con
Yolanda, no que ya estuvieran arreglados todos los problemas de su
amiga. Solo que sentía que había sido de ayuda y bendición, que había
Predicando con integridad
Fundamentos: Diga de qué se trata
practicada, pero que no correspondía con el temor que se notaba en
su rostro.
Yolanda tomó del brazo a la empleada y la llevó para que pudiera
ver a Ester Carcía yaciendo inconsciente en el suelo. Isabel reaccionó
de su aturdimiento y comenzó a dar instrucciones. Las sirenas de
ambulancias y bomberos se escuchaban en la lejanía cuando las dos
mujeres se esforzaban por levantar la estantería. Usando toda su fuerza
podían levantarla, pero ninguna de ellas podía aguantar su peso
mientras la otra sacaba a Ester de allí. Yolanda estaba a punto de
echarse a llorar e Isabel no andaba muy lejos cuando se repente
sintieron que la estantería pesaba mucho menos. Un hombre joven y
fuerte la estaba levantando por una esquina. Yolanda la soltó de su
lado y sacó a Ester de debajo de la estantería.
el trabajo como correspondía y se vieron obligados a llamar a un
profesional para que terminara lo que ellos no sabían hacer. Al final
probablemente no se ahorraron mucho dinero.
La torre no tanto se cayó como que dio una voltereta. Se volcó de
lado, se dio una vuelta y cayó al suelo clavándose la punta en la tierra
como una gigantesca estaca de tienda de campaña. El resto de la
estructura se deshizo. Los viejos ladrillos y el cemento no fueron
capaces de soportar la presión ejercida por el movimiento del temblor.
Fue como una bomba que había sido detonada. Juan pensó en
imágenes de un edificio demolido a propósito mediante explosiones
controladas para forzar a los muros a caer hacia dentro. Al derrumbarse
el edificio se levantó una gran nube de polvo. Samuel quedó
boquiabierto al ver que todo sucedía en un abrir y cerrar de ojos.
Juan salió de su automóvil y miró asombrado el montón de
escombros que tenía enfrente de sus ojos. Todo había ocurrido tan
rápido. Seis décadas de ministerio. Miles de recuerdos maravillosos.
Allí estaba, un edificio que había absorbido seis décadas y miles de
sermones, reducido a un montón de escombros.
Juan había llorado cuando le llegaron por primera vez las noticias
acerca de Luis, ahora lloraba de nuevo.
64
Juan Fernández iba camino del templo para colocar las sillas para
el culto. Alguien lo haría si él no aparecía a tiempo. Puede que tuvieran
que comenzar la reunión cinco minutos más tarde, pero cada uno podía
colocar su propia silla si había necesidad de hacerlo. Juan no sentía
que le gustara ahora ir a hacer cosas al templo, pero esa era su tarea.
Esa era su responsabilidad. Se había comprometido a hacerlo y la vida
tenía que seguir adelante.
No tenía sentido encerrarse en la casa y andar deprimido todo el
día. Tenía que hacer lo que acostumbraba a hacer todos los días. Cuanto
antes volviera a su rutina diaria, tanto mejor se sentiría o eso es lo
que se decía a sí mismo.
Estaba teniendo dificultades para ir derecho por la carretera y
rápidamente reconoció que estaba sufriendo un terremoto. Dio la
vuelta a la esquina justo a tiempo para ver como caía la torre del
templo. Es chistoso lo que a veces se piensa en momentos como este.
Mientras observaba como se aflojaban los soportes de la torre y esta
se desprendía de su base, se acordaba del trabajo que hicieron para
renovar el tejado. A fin de ahorrar dinero, habían hecho el trabajo con
voluntarios de la iglesia. Hicieron un buen trabajo en las partes planas,
pero su inexperiencia quedó evidenciada en los bordes y en las
esquinas. La torre les resultó difícil de manejar. No pudieron terminar
65
3
Debilidad
ENFRENTE AL PROBLEMA
-Perdone, señor. Usted no puede entrar.
José Carcía no llevaba puesta su identificación que le permitía entrar
al hospital.
-Está bien, soy el pastor Carda. Soy miembro del equipo de
capellanes. Puede verificarlo en la lista. Se me olvidó mi identificación.
La mujer era nueva en el puesto.
-Lo siento, pastor. Todos tienen que llevar a la vista su
identificación en esta parte del hospital.
-Pero se trata de mi esposa. Me llamaron para decirme que ella
está aquí. Su nombre es Ester.
-Espere un momento, señor -la mujer se volvió para responder
al teléfono.
José se dio cuenta de que la situación era diferente. Había estado
allí muchas veces, pero nunca antes en este papel. Él había sido la
persona que escuchaba al esposo y sostenía su mano. Ahora él era el
esposo y un esposo preocupado.
-¿Pastor?
67
Predicando con integridad
Debilidad: Enfrente al problema
José se sintió aliviado al ver el rostro conocido. Era la enfermera
Sara Moreno que solía acudir al templo con su esposo cuando no se
encontraba de turno en el hospital.
-Sara, por favor, ¿puede usted ayudarme? -rogó él.
-No se preocupe -le dijo a la mujer en el centro de información-o
Yo respondo por él.
La enfermera guió al pastor al otro lado de la puerta y a lo largo de
un amplio pasillo. Allí había personas por todas partes, en sillas de
ruedas, en camillas o apoyándose en una pared. Algunas personas
estaban obviamente heridas. Otras parecían estar durmiendo. Algunas
gemían por el evidente malestar que sentían mientras esperaban
atención médica. El nombre de Ester Carcía no se encontraba en la
lista, pero Sara la había reconocido cuando la ambulancia la trajo al
hospital. ¿Dónde la habían puesto ahora?
Algunas personas los miraban con ojos suplicantes al pasar y una de
ellas agarró a José por el brazo, pensando evidentemente que era un
médico que acaba de llegar al hospital para ayudar. Sara no paraba de
abrir puertas, buscando a ciegas, hasta que encontraron a Ester en uno
de los pasillos pegada a una de las más sombrías paredes de la sección
antigua. Parecía estar durmiendo -pensó José, hasta que la miró desde
el otro lado de la cama y vio las vendas que protegían su cabeza. La
mancha oscura en las vendas indicaba que había estado sangrando.
-¿Todo esto ha sucedido en una librería?
-Sí, es sorprendente lo que les sucede a las personas durante un
terremoto -dijo Sara-o A veces quedan amontonadas unas sobre otras.
-¿Es grave? -preguntó José.
-¿Se refiere a su esposa? (La enfermera revisó de nuevo su lista
para ver si había aparecido alguna información mágicamente.) Tengo
que volver a mi tarea, pero déjeme ver si encuentro alguien que separa
algo -dijo Sara, hablando con el tono y aspecto profesional de las
enfermeras.
José se preguntaba si ella estaría dejando a un lado sus propios
temores acerca de su esposo y su familia.
Él no sabía cómo se sentiría, sentado allí solo en el pasillo,
esperando. Las voces que se escuchaban de los cuartos cercanos lo
hacían sentirse incómodo y el sofocante calor parecía estar privado
de oxigeno. Su instinto le decía que buscara a alguien con quien pudiera
llorar. Él quería acción. Su esposa necesitaba ayuda. ¿Pero qué hace
usted cuando la demanda supera con mucho a la oferta?
Su atención se volvió a su esposa cuando esta se movió. Debería
orar. Eso es lo que se espera que haga si está allí como pastor y no
como víctima. Sí, debiera orar. Pero al inclinar su cabeza ninguna
palabra salió de su boca. Se quedó sin una oración.
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69
Paco Carcía estaba en plena actividad y esta era bien dinámica. Su
centro móvil de transmisión en vivo y en directo estaba equipado con
todo lo necesario para manejar de forma apropiada situaciones como
las creadas por un terremoto y ahora estaba funcionando a plena
capacidad. Una máquina fax portátil, conectada a un pequeño
generador, estaba imprimiendo informes y datos técnicos desde la
oficina meteorológica de la ciudad. Su computadora portátil, montada
sobre unos soportes estaba conectada con un teléfono celular, lo que
creaba una conexión inalámbrica con la internet, un poco lenta para
su gusto, pero que servía bien. Un monitor de televisión montado sobre
el tablero de mando transmitía imágenes vía satélite que mostraba
puntos de daños importantes. Paco transmitía órdenes por medio del
micrófono a un segundo teléfono celular. Los sistemas de teléfonos
celulares generalmente fallaban en momentos de desastre. El sistema
se recargaba cuando todos los usuarios llamaban al mismo tiempo.
Ya estaba recomendando por la radio a los que llamaban que solo
usaran sus teléfonos celulares en caso de serias emergencias.
-Yo pensaba que para eso las personas compraban los celulares,
por razones de seguridad en emergencias -dijo Paco a su compañero
sentado en la parte trasera de la camioneta.
Roberto López lanzó un gruñido. Se encontraba bien ocupado en
su rincón de trabajo prestando atención a su equipo, instalando nuevas
cintas en las cámaras, etiquetando y guardando casetes ya usados. Era
un auténtico profesional, un buen compañero para tenerlo en
situaciones de crisis.
-Necesitamos un plan -dijo Paco-o Podemos pasarnos todo el
día trabajando de esta manera. Lo que tenemos a nuestro alrededor es
como Beirut.
Debilidad: Enfrente al problema
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71
Predicando con integridad
López sonrió ante la hipérbole de Paco. El presentador de televisión
era un modelo de calma y control cuando estaba transmitiendo, pero
su amigo no era nada de calmado cuando no estaba ante la 1/ cámara".
-Divide en zonas los lugares principales de desastre. Envía a Pablo
a cubrir todo lo que está al norte de la autopista. Dile a Pedro que se
encargue de todo lo que esté ocurriendo en el centro de la ciudad. Yo ...
(consultó la información que aparecía en el monitor, pulsó un botón
que le permitía agrandarlo para verlo mejor). Yo cubriré la sección del
suroeste. No estoy lejos de ...
Se quedó con la palabra en la boca al voltear el vehículo alrededor de
la esquina. Paco había visto en realidad la devastación que tuvo lugar
en Beirut, Líbano, durante los conflictos de la guerra civiL Esto era
diferente, por supuesto, pero la comparación no era completamente
ridícula. Un acceso a la autopista se había venido abajo por completo.
La pared occidental de un almacén se había derrumbado, como si alguien
hubiera dirigido un vehículo cargado de explosivos contra la pared.
Pero la vista que había cortado por completo su frase la tenía frente
a sí. En la parte oeste del centro de la ciudad se habían construido tres
nuevos edificios de apartamentos. Su promoción se había orientado
hacia la clase media alta, los edificios se habían edificado para mostrar
el estilo de vida de las parejas jóvenes y acomodadas de la ciudad.
Toneladas de acero y cristal se levantaban sobre un amplio parque. La
televisión y la internet por cable estaban instalados en cada cuarto.
Pantallas planas de televisión de alta definición montadas en la pared
era algo normal y corriente en cada unidad.
El proyecto se había vendido rápidamente. Hacía una semana habían
instalado un estandarte indicando que ya tenían vendido el setenta y
cinco por ciento de los apartamentos. Lo que Paco vio le había cortado
la respiración. Cada ventana tenía los vidrios rotos. El tercer edificio
había quedado en parte derrumbado, había quedado cinco pisos más
pequeño de lo que había sido unas pocas horas antes. El estandarte de
l/vendido" estaba rasgado y volaba al viento como una bandera
revolucionaria. Pedazos de muebles y otros escombros sin identificar
se veían por todas partes.
-Creo que aquí tenemos algo -dijo Paco, al tiempo que acercaba
el vehículo al borde la acera.
El sentimiento era inquietante. No he visto nada parecido a esto
desde elll de septiembre -pensó Paco. Por supuesto que nada sería
semejante a aquello o eso es lo que él esperaba.
Roberto López había saltado del vehículo incluso antes de que este
se detuviera por completo, buscando ya el mejor ángulo para filmar la
escena. El sol se pondría en una hora, lo que haría que las imágenes
resultaran más impresionantes.
Paco no tenía ningún deseo de comunicar a su asistente esta noticia:
-Teresa, en cuanto a tu apartamento ...
Yolanda se sintió como una sardina en lata en la sala de espera tan
llena del hospitaL No pudo entrar con Ester. El personal del hospital
se encontraba demasiado ocupado como para tratar con personas que
no estaban ni siquiera relacionados con los lesionados. Podía regresar
al hotel pero, ¿qué iba a hacer ella allí? No tenía en realidad a donde
ir, y aunque allí se encontraba muy apretujada, ella prefería estar cerca
de su amiga por si acaso necesitaba la ayuda de alguien.
Un aparato de televisión sostenido por soportes al techo estaba
conectado con una cadena nacional de noticias. La indicación de que
eran noticias importantes aparecía al pie de la pantalla. No sucedía
con frecuencia eso de que tu propia ciudad fuera el centro de la atención
nacional, dijo para sí. Por desgracia, ser el centro de las noticias
nacionales implicaba por lo general que algo catastrófico había
sucedido. Lo único que vamos a escuchar en estos días son noticias
relacionadas con el terremoto, pensó ella.
Una gráfica que aparecía en la pantalla de la televisión mostraba
los peores terremotos del último siglo. l
• Tangshan, China, 1976: Doscientos cincuenta y cinco mil
muertos.
• Gansu, China, 1920: Doscientos mil muertos.
• Nanshan, China, 1927: Dos millones de muertos.
• Yokohama, Japón, 1923: Ciento cuarenta y tres mil muertos.
• Messina, Italia, 1980: Ochenta y tres mil muertos.
• Gansu, China, 1932: Setenta mil muertos.
• Norte del Perú, 1970: Sesenta y seis mil muertos.
Predicando con integridad
Debilidad: Enfrente al problema
Yolanda ocupó su mente con el pensamiento de que nunca se iría
de vacaciones a Cansu. Por supuesto, las desgracias de otras personas
rara vez nos hacen sentirnos mejor acerca de las nuestras, pero nos da
un poco de perspectiva acerca de la situación, admitió ella.
Ester y ella no se iba a marchar de allí en muchas horas. De forma que
él debía tratar de relajarse y quizá descansar un poco. Ella anotó el
número de su teléfono celular.
-Lo llamaré inmediatamente su sucede algo.
Sí, dormir -pensó José. Dormir es bueno, excepto que 10 más pro-
72
¿Me pregunto si habrá muerto alguien aquí hoy~ ¿Me pregunto
acerca de Ester~ Yolanda desechó inmediatamente ese pensamiento.
Suspirando, Yolanda se levantó para estirarse un poco y se dio cuenta
de un hombre que salía del hospital por el otro lado de la sala de espera.
El lugar estaba demasiado lleno de personas para acercarse y
cerciorarse, pero le pareció que era José Carcía. Sería muy bueno que
él ya estuviera enterado.
¿Pero por qué se está yendo~ ¿Es solo una buena o mala noticia~
No podía decirlo con exactitud. Abriéndose camino entre las personas, llegó a tiempo a la puerta para ver al hombre saliendo en su
automóvil. Si que parecía José. Quizás es que había ocurrido algo. Se
acercó al mostrador y trató de obtener alguna información.
Yolanda se puso a la cola de la larga línea ante el mostrador de
información con una curiosa mezcla de apatía e impaciencia. La línea
en realidad no se movía. Notó que se formaban lágrimas en sus ojos.
La vista de José había despertado un pensamiento incómodo que ella
había estado tratando de evitar: Luis. Pronunció su nombre en silencio.
¿Le habría ocurrido algo a Luis?
José Carcía se encontraba en su automóvil, corriendo por la ciudad.
Se dijo a sí mismo una y otra vez que debería quedarse con Ester¡ no
obstante, pensaba que no podría aguantar ni un minuto más en aquel
pasillo. Sara Moreno había encontrado al fin a un médico dispuesto a
hablar con José, pero, por supuesto, él no tenía mucho que decir. Todo
era una cuestión de esperar. Ester parecía encontrarse estable¡ había
sufrido un fuerte golpe, pero no había señales de derrame interno. Por
lo general, en estos casos la recuperación suele ser buena, dijo el doctor, pero era demasiado pronto para decirlo. Seguían teniéndola bajo
vigilancia y estaban tratando también de enviar a casa a todos los
pacientes que podían para abrir espacio a otros que llegaban. Sara
también estaba muy confiada. Le prometió a José no perder de vista a
73
bable es que no suceda.
Sus pensamientos volvieron a la iglesia. ¿Cuántos estarían necesitando
a su pastor? Tenía que estar disponible para ellos. Los hermanos confiaban
en él. Casi celebraba sus sentimientos de culpa, algo que lo distrajo del
pensamiento del peligro de la condición de su esposa.
Se encontraba a mitad de camino hacia su casa cuando se dio cuenta
de que su teléfono no había sonado en mucho rato. Aquello era
sorprendente dado todo lo que estaba sucediendo. Verificó el teléfono
y entonces se dio cuenta de que había olvidado conectarlo de nuevo
al salir del hospital. José golpeó el volante con su mano. Si no fuera
un pastor, se habría maldecido a sí mismo. Llamó al templo, pero la
línea estaba muerta. Ni siquiera logró entrar a la máquina. Aquello si
que era divertido. Llamó a su casa y marcó su código a fin de obtener
los mensajes acumulados. Juan había llamado. Su voz sonaba
preocupada. Marcó el número de Juan y presionó el botón correspondiente. Estaba teniendo algunas dificultades en mantener el automóvil
recto en la calle mientras iba a la vez marcando los números.
-Pastor -la voz de Juan era más fuerte de lo normal. Tiene que ir
al templo cuanto antes.
-¿Qué sucede, Juan?
-Venga sin tardar, pastor. Venga cuanto antes.
José dio un giro de ciento ochenta grados, no chocando por poco
con un automóvil que venía por el carril contrario. La mujer que lo
manejaba le dirigió a José una mirada muy enojada. José se sonrojó al
reconocerla. La mujer era teresa Díaz.
Teresa se encontraba frustrada. No, estaba enojada. La policía había
cerrado el paso de acceso a su condominio desde varios bloques antes
de llegar al mismo. Tendría que caminar, una vez que lograra encontrar
un espacio para estacionar. Tenía que haber llevado su credencial de
Predicando con integridad
Debilidad: Enfrente al problema
miembro de los medios de comunicación.
Eso la habría ayudado con la policía de haberlo tenido. La policía a
veces les permitía a los periodistas y reporteros pasar por la zona
bloqueada, si llevaban sus credenciales.
Ella dio vueltas a la manzana buscando en vano un lugar donde
estacionarse. Dirigiéndose hacia el norte en la Calle sesenta y cuatro,
logró ver algo de 10 que había quedado de su edificio. Se había sentido
muy orgullosa de su nuevo condominio. Había sido una batalla poder
calificar para la hipoteca, pero Paco tenía un conocido, agente de
hipotecas que sabía muy bien en cuánto necesitaban los constructores
vender el nuevo edificio. Teresa se detuvo en la avenida, totalmente
ajena a los conductores que hacían sonar el claxon de sus automóviles
y giraban bruscamente para no chocar con ella. No se daba cuenta para
nada de sus enojadas miradas y de sus fuertes expresiones. Tenía su
mirada puesta en el lugar donde había estado su ventana en el séptimo
piso. Teresa era fuerte y su tarea la había hecho más fuerte. Pero ahora
no estaba segura de cómo podría manejar esto. No ahora.
Su automóvil dio una sacudida hacia delante al tiempo que
escuchaba el sonido de metal que chocaba y se hundía. Su cinturón
de seguridad probablemente la había salvado de sufrir lesiones más
graves, pero su rostro tocó el cristal del parabrisas con un sonido sordo.
Se le ocurrió pensar que un automóvil más nuevo habría dispuesto de
bolsas de aire. Todavía se encontraba aturdida cuando el policía llamó
a la puerta de su automóvil.
asientos traseros eran de plástico. Las puertas no tenían manijas por la
parte interior y el cristal entre la parte delantera y trasera era a prueba
de balas. Se encontraba sentada allí, cuando el policía cambió de idea.
-Usted no tiene necesidad de ir ahí -dijo él.
y la ayudó a trasladarse al asiento delantero para recorrer las pocas
manzanas que tenían que pasar para llegar al hospital.
La sala de emergencias estaba llena, como ella había supuesto. Podía
haber esperado toda la noche de no haber sido por el policía que buscó
la ayuda de una enfermera para encontrar por milagro una cama detrás
de una cortina y la promesa de una visita cuanto antes con un médico.
Ella no sabía decir exactamente cuánto tiempo esperó. Puede que
fueran minutos, pudieron haber sido horas. Todo lo que sabía es que
nunca había llorado de aquella manera en muchos años.
74
Teresa no hubiera querido ir al hospital. Lo que ella quería era irse
para su apartamento. Quería encont:t:ar a Paco. El policía la había
convencido de que no tratara de ir a los condominios. Allí no había
nada que ella pudiera hacer. Además, no permitían que nadie se
acercara allí, ni siquiera los residentes. Lo que ella necesitaba ahora
es ir al hospital y recibir atención médica. Los accidentes automovilísticos que eran consecuencias de golpes traseros podían causar daños
graves a la columna de una persona.
Era realmente muy amable, pensó ella, al empezar a entrar en el
asiento de atrás del automóvil de la policía. Se sorprendió de ver que los
75
-¿Qué vamos a hacer el domingo? -dijo Juan, expresando en voz
alta la pregunta que no paraba de aparecer en la mente del pastor.
-Podemos cancelar los cultos -dijo José con vacilación, dirigida
casi en forma de pregunta a Juan.
Este respondió frunciendo el ceño.
-No sé qué otra cosa podemos hacer, Juan. El edificio ha desaparecido y la ciudad está hecha un desastre. ¿Cómo vamos a alquilar
un lugar con tiempo suficiente cuando la semana está tan avanzada?
El pesado silencio indicaba que Juan no tenía una respuesta
apropiada que le gustara. Habían estado caminando y mirando
alrededor de los escombros, hasta que la policía que había estado
controlando el lugar, sugirió que era mejor que los bomberos
aseguraran el lugar con el fin de que nadie saliera herido. No importaba,
pues en realidad había muy poco que pudiera salvarse. Los dos amigos
se acercaron a un restaurante cercano para conversar. Aun allí,
permanecieron en silencio un tiempo sumidos en su aturdimiento.
-Podemos llamar a la Iglesia Comunidad de Gracia, me imagino.
Ellos disponen de un amplio templo. Podemos animar a que todos
vayan y se unan al culto con ellos en este día. Quizá podamos organizar
un culto de oración conjunto. Aunque no estoy seguro de cuántos van
a estar dispuestos a llegar tan lejos.
Predicando con integridad
Debilidad: Enfrente al problema
-¿Qué piensa de la Iglesia de la Amistad en el barrio -sugirió Juan.
El pastor es un viejo amigo.
-Quizás eso sea lo mejor. Quizás ellos estén dispuestos a tener un
culto extra. Lo que sí sé, es que no pienso que yo pueda predicar este
domingo, incluso si tuviéramos un lugar donde poder reunirnos.
-¿ y Ester? -preguntó Juan.
-Ester... Luis ... el edificio ... yo. No estoy en condiciones de pensar
que puedo predicar -dijo José-. La idea se me hace abrumadora en
este momento.
Juan no respondió. Tenía que reconocer que no se sentía muy
diferente de José. Lo que sí sabía es que se alegraba de no tener que
predicar en este domingo. Esa era una de las cosas más difíciles que
tenía el ministerio pastoral, reflexionó Samuel. Usted nunca consigue
un respiro. No importaba lo que sucediera en el mundo alrededor o
en su mundo privado, usted todavía tenía que predicar. Se podía sentir
muy bien o muy mal, pero tenía que pararse en el púlpito y predicar,
y era muy conveniente que el sermón fuera inspirador o ellos lo
cocerían vivo para la cena. Juan miró a José y sintió su dolor. La
jubilación tiene sus privilegios, dijo para sí.
-Es irónico -dijo José.
-¿A qué se refiere, pastor?
-Mi sermón para este domingo -respondió. Me encontraba muy
entusiasmado acerca del mismo. Era muy apropiado para este domingo.
y creo que todavía lo es si, si alguien lo predicara. (Se quedó pensativo
por un momento.) Usted sabe cuán grande es cuando escucha la voz
de Dios que te habla por medio de su Palabra. Me gusta mucho cuando
puede ahondar en las Escrituras y salir con un sentido claro de lo que
Dios quiere exactamente que diga por medio de ese texto, para esas
personas, en ese momento.
-Eso es lo que le da vida al predicador y para eso vive -dijo Juan.
-Pero a veces eso no es suficiente.
-¿Qué quiere decir?
-A veces la más clara de las verdades no me dice nada a mí -dijo
José-. Soy lo suficiente inteligente como para reconocer la verdad, y
conozco lo suficiente para creerla, pero a veces parece que eso no es
suficiente.
-Lo escucho, siga hablando.
-Lo veo en los miembros de mi iglesia todo el tiempo, pero de vez
en cuando también lo veo en mí mismo. Eso me asusta. Muy a menudo
nos sentamos en el templo y escuchamos el sermón. Asentimos en
todos los momentos que corresponde y afirmamos todas las cosas
correctas. Lo hacemos porque entendemos que la verdad es cierta y
apreciamos la necesidad de edificar nuestra vida sobre algo que es
firme. No obstante, al mismo tiempo luchamos con la realidad de la
verdad en nuestra vida. Saco a veces el sentimiento que cuanto más
claro y arreglado es el sermón, tanto menos entiendo su relevancia
para la situación de mi propia vida.
-¿Quiere sermones desordenados, pastor? Yo he predicado unos
cuantos de esos en mi vida.
-No ha mil éticamente desordenados, Juan. No estoy hablando de
sermones que no están bien organizados. Me refiero a sermones que
son lo suficientemente reales como para reconocer los misterios y
luchar con las realidades. A los predicadores no les gusta admitir que
hay problemas con casi todas las cosas que dicen. Quieren empaquetar
la verdad en un paquete ordenado de tres puntos, pero la vida no es
ordenada y todo el mundo lo sabe. Cuanto más herméticos se sienten
nuestros sermones, menos auténticos les parecen a las personas que
viven el desorden que la vida les presenta.
76
77
Predfcación -desordenada"
¿Relevancia?
Sermones herméticos .4-------.~ Vidas desordenadas
-Creo que le sigo en su pensamiento -dijo Juan-. Podría ponerlo
en términos teológicos. Nosotros predicamos la Biblia. La Biblia como
la Palabra de Dios es sagrada para nosotros. En cierto sentido es una
palabra en contra de nosotros. No nos rendimos fácilmente a un
mensaje de la Palabra de Dios. Por 10 general hay resistencia y lucha.
-Mucha lucha debiera estar involucrada -dijo José, accionando
con sus manos de una forma un poco dramática. Su vaso de refresco
se volcó y el líquido se desparramó por toda la mesa y los cubitos de
hielo fueron a parar al suelo.
Predicando con integridad
Debilidad: Enfrente al problema
Juan se echó a reír y luego trató de ahogar la risa. Pero este arranque
de risa era algo que se veía venir. Siguió riéndose a carcajadas, contento
de tener un poco de desahogo emocional. José, sin embargo, no se reía.
-¿Por qué no caminamos un poco? -dijo José, y se puso en pie sin
esperar a oír una respuesta.
Juan también se levantó y trató con rapidez de recoger lo que se
había caído, mientras José se preparaba para salir del restaurante.
Probablemente se hubiera marchado y hubiera dejado las cosas como
estaban, pero se quedó para ayudar a Juan hasta que llegó uno de los
meseros con un trapeador y les dijo que no se preocuparan. El empleado
incluso le pasó a José otro vaso de refresco, que él gentilmente lo
rechazó pues no deseaba beber más.
El cielo se estaba oscureciendo. El aire era frío. El invierno se acerca
-pensó José mientras se subía la cremallera de su suéter hasta el
cuello. Los dos hombres caminaron durante unos minutos sin decir
ni media palabra. José era el que iba delante aunque sin saber
exactamente a dónde se dirigía.
-A veces pienso que debiera ser más agresivo en mi predicación ~jo.
Juan no estaba seguro de lo que el pastor quería decir.
-Pienso que estamos demasiado domesticados en nuestra
predicación -continuó diciendo José. No quiero decir que debiéramos
atacar a nuestros oyentes o hacer que la experiencia sea desagradable.
-Quizá debamos ser desagradables a veces. Un sermón desagradable de vez en cuando podría demostrar más integridad.
-Exacto, a eso me refiero. ¿Por qué pensamos que los sermones
debieran ser fáciles? Somos muy predecibles. ¿Cuántas veces sale usted
del templo sintiéndose complacido de sí mismo porque ya ha
escuchado y se ha comprometido, al menos intelectualmente, con todo
lo que ha dicho el predicador? Si de ver!iad queremos producir cambio,
si de verdad queremos llegar al corazón de las personas, tenemos que
penetrar debajo de su piel. El verdadero cambio tiene lugar en lo
profundo del corazón y no es tan fácil llegar hasta allí. Las personas le
han puesto llave a la cerradura y lo han enterrado debajo de toda clase
de basura. Pienso que muchos de nuestros sermones resbalan por la
superficie sin realmente echan raíces en el alma del oyente.
-Oyentes de teflón (material que se usa en sartenes para evitar que
se peguen).
-Exacto. Ofrecemos cada domingo sermones que no se pegan.
-De modo que quiere ser más agresivo en su predicación -dijo
Juan-. Puedo entender eso. Pero, ¿cómo lo va a hacer sin ofender a la
congregación? ¿No teme que puede alejarlos a todos?
-Supongo que todo depende de cómo se hace eso -respondió José.
Una predicación agresiva no sería aburrida, de eso puede estar seguro.
Pienso que las personas se alejan más de la predicación porque no les
apela en ningún sentido. Un sermón que los reta al menos capta su
atención.
-He escuchado a algunos predicadores golpear el púlpito y gritar a
los oyentes que entren en la vereda o se larguen.
-Yo no estoy hablando de eso -interrumpió José. La mayoría de
esos charlatanes terminan siendo irrelevantes, especialmente para los
oyentes contemporáneos. No hablo de atacar a los oyentes. Tenemos
que amar al oyente, pero debemos ser apasionados acerca de lo que
tenemos que pedirles. Me refiero a forzar el encuentro, a hablar
agresivamente acerca de las cosas que el oyente mantiene enterradas.
Me refiero a ser tan relevantes que el oyente no se puede escapar o no
se quiere escapar, agarrarlos por el pescuezo, de modo que queden
paralizados, por decirlo así, porque se dan cuenta de que tienen que
responder al mensaje que Dios les está ofreciendo.
-Eso suena casi violento.
-¿Sabe usted lo que hace que la predicación agresiva funcione?
Tengo que predicármelo a mí mismo. El mensaje me tiene que agarrar
por el cuello. Si todos quedamos atrapados juntos en el reto,
escuchándole a Dios, puede entonces crear un momento increíble.
Estamos todos juntos listos para ver que sucede algo asombroso.
Juan reflexionó acerca de ello por un momento.
-Hay mucho que está en juego -dijo al fin.
-Sí -respondió José concordando. A veces me tiemblan las rodillas
solo al pensar en lo que Dios pudiera tener en mente, cómo podrían
cambiar las cosas. Me parezco a Isaías, mirando al humo y al fuego,
esperando que se estremecieran los umbrales de las puertas.
-Quizá necesite dejarse crecer la barba ~jo Juan-. Anímese a
parecerse a ese profeta del Antiguo Testamento.
-Estoy cansado de seguir con la rutina coda domingo cuando la
vida de cada una de las personas está derrumbándose, como nuestro
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79
Predicando con integridad
Debilidad: Enfrente al problema
propio edificio. Cuando pienso en Cristo ...
José tuvo dificultades en terminar la frase.
-Yo sé -dijo Juan.
-Yo no sé si tengo el corazón listo para predicar este domingo.
-Usted lo acaba de expresar ahora mismo con mucho sentimiento.
José pensó en lo que iba a decir.
-No estoy seguro si puedo yo hacerlo en realidad esta vez. No estoy
seguro de que yo sea tan sincero conmigo mismo delante de Dios. No
si quiero ser auténtico ...
Juan lo entendió. Lo entendía muy bien.
difícil acerca del ministerio era su incapacidad para controlar las crisis. Le gustaban las semanas cuando todo rodaba con suavidad de modo
que podía completar todo su trabajo conforme a lo planificado.
Esas semanas eran raras. Siempre sucedía algo. Siempre había
alguien que hacía alguna tontería y, por supuesto, lo llamaban a él. Él
era el pastor yeso era parte de su tarea. Pero en esta ocasión no era un
problema de otra persona. Era su problema propio, pues la vida de su
esposa corría peligro, sin contar con toda la situación que se vivía en
toda la ciudad y el hecho de que la iglesia ya no contaba con un edificio.
Sus pensamientos quedaron interrumpidos por una voz familiar
procedente de un cuarto al otro lado del pasillo. José se animó a abrir
un poco más la puerta y preguntar.
-Teresa, ¿es usted?
-¿Quién es? -respondió una voz desde detrás de una cortina
parcialmente corrida.
-Soy el pastor Carda, el hermano de Francisco Carcía.
-¡Pastor! -dijo Teresa Díaz cálidamente. Por favor, entre.
José pasó alrededor de la cortina y la encontró un poco despeinada,
en una forma atractiva.
-Tengo que decir que se la ve muy bien ... para estar en la cama de
un hospital, quiero decir. ..
José se dio cuenta de inmediato que aquella expresión era muy poco
profesional. Jamás habría dicho una cosa así si estuviera allí porque
lo habían llamado por motivos pastorales. Se sintió fuera de su
elemento. Se sintió como un chico de escuela. A la mujer se la veía
bien atractiva ...
-¿Así que está en sus visitas pastorales en el hospital? -preguntó
Teresa. Me imagino que tendrá un montón de personas que visitar
después del terremoto. Cracias por encontrar tiempo para mí.
-En realidad no es é!sí -dijo José-. Estaba esperando ahí fuera en
pasillo. Mi esposa está aquí, pero no me dejan verla en este momento.
No estoy en mis tareas ahora -dijo sonriendo.
Ella cambió de postura en la cama con dificultad. La sábana se
deslizó, dejando ver parte de su pierna desnuda hasta el muslo. José
apartó la mirada, pero sin lograr evitar que la imagen se le quedara
grabada en la mente.
-¿Qué le ocurrió a usted? -preguntó.
80
José se despertó a consecuencia del temblor. ¿Son los pequeños
temblores que siguen a un terremoto? ¡No de nuevo! No, lo que sucedía
es que un par de disciplinados empleados del hospital llevaban rodando
por el pasillo un pesado equipo médico. José había dejado en manos
de Juan el cuidado inmediato de las cosas. El edificio había quedado
destruido, por supuesto. Ya tenían concertada una cita con los agentes
de la compañía de seguros para la evaluación de los daños. Se quedó
sorprendido de la rapidez con la que habían respondido, pero ellos
necesitaban examinar los daños por sí mismos. En cuanto a lo que él
sabía hasta ese momento, Ester era la única persona miembro de la
iglesia que había quedado herida por el terremoto.
¡Es ter! iPOr qué no me dejan verla~ Mientras que José se hallaba
fuera del hospital para atender los asuntos de la iglesia, Sara le dijo
que habían encontrado una cama para Ester en la Unidad de Cuidados
Intensivos. Necesitaba una observación más minuciosa y los médicos
habían dicho que preferían que el esposo esperara afuera, al menos por
uné! pocas horas. Por supuesto, no había espacio en la sala de espera,
de modo que José se encontró de nuevo sentado en una silla en el
pasillo. La fatiga lo iba dominando. A pesar del ruido y de la actividad,
logró dormir un poco.
Estaba preocupado por Ester, especialmente desde que se enteró que
la habían puesto en cuidados intensivos. Se encontraba cansado y
confundido. Le agradaba más cuando las cosas estaban ordenadas, eran
predecibles y se hallaban bajo control. Lo que le había resultado más
81
Predicando con integridad
Debilidad: Enfrente al problema
-Un accidente de automóvil.
-¿Un accidente de automóvil? El hospital está lleno de víctimas
del terremoto, ¿y usted tuvo un accidente de automóvil? Suena a algo
chistoso.
-También soy una víctima del terremoto -dijo ella-o Creo que
esa fue la razón por la que terminé teniendo un choque en la calle. (Le
contó lo que había sucedido con el edificio de condominios.) Estoy
segura de que me darán de alta dentro de unas horas. Querían revisarme
para asegurarse de que no había sufrido ninguna clase de lesiones. N o
creo que esté seriamente herida. En realidad, me siento culpable de
disponer de mi propia cama y toda la atención médica cuando hoy hay
tantas personas necesitadas en este lugar.
-A mi esposa la tuvieron dos horas en el pasillo.
-Estoy más preocupada de lo que vaya a suceder cuando salga de
aquí. No puedo ir a casa. No tengo hogar. Ha desaparecido.
José no sentía que fuera un pastor. Sus instintos estaban todos
confundidos. Los ojos de la mujer eran dulces y atractivos, incluso en
una cama de hospital. Él comenzó a imaginarse cómo sería de pie,
vestida y lista para ir a cenar.
Teresa comenzó a llorar. José tuvo que mirar con atención para verla,
pero sí había una lágrima. La cabeza le daba vueltas. Tomó su mano
como si fuera a consolarla. Su intención es que el gesto fuera pastoral, pero no lo fue.
Estaba físicamente animado. Se encontraba a la deriva.
hablaban, una de las voces le sonaba como la de José Carcía. Entró en
el cuarto sin llamar. Quizás él supiera algo acerca de Ester. Puede que
la hubieran trasladado a ese cuarto.
Yolanda vio a José cerca de una mujer que ella no reconoció. Lo vio
sosteniendo entre las suyas la mano de la mujer. Los pastores
acostumbran a hacerlo, se dijo a sí misma. Los pastores sostienen la
mano de las personas que ministran en los hospitales, es el toque
sanador y todo eso. Estaba tratando de convencerse a sí misma. Los
pastores acuden a los hospitales para ministrar a los enfermos y a los
heridos. Por eso lo llamaban cuidado pastoral. Luis lo hacía con
frecuencia. Ese pensamiento le hizo sentir un escalofrío.
82
Yolanda Fernández regresó con una botella de té helado y algo para
comer. No era que tuviera hambre, sino que había estado buscando algo
para hacer. El establecimiento que se encontraba a unas tres manzanas de
distancia le había proporcionado un poco de ejercicio y distracción. El otro
lado de la moneda era que había perdido su asiento en la sala de espera y
todos los que se encontraban allí estaban bien acomodados. Se dio cuenta
de que había un asiento vacío en el pasillo y sin dudarlo se sentó.
Le dio otro mordisco al dulce que había comprado y usó la bolsa de
papel como una mesita sobre sus rodillas. La puerta del cuarto al otro
lado del pasillo se encontraba abierta. Podía escuchar a los que
83
Pedro Hernández cerró su teléfono celular, después de haber dejado
otro mensaje para José Carcía en el contestador de su teléfono. Juan
Fernández le había contado que el edificio de la iglesia había quedado
destruido y él quería verlo por sí mismo. No podía recordar que hubiera
ocurrido ninguna cosa así durante su largo ministerio como
superintendente de distrito en su denominación. Con la esposa de José
en el hospital, la situación se había convertido en un auténtico
problema. José se encontraba ya en un estado delicado, dado lo que le
había sucedido a su mejor amigo Luis Fernández. Quizá lo que debo
hacer es tratar de encontrarlo en el hospital, pensó él.
José salía del estacionamiento del hospital por la zona este cuando
Pedro Hernández entraba en el mismo por la parte oeste. Era viernes
y decidió encaminarse a su casa. Ester estaba mejorando. Le habían
permitido verla y ella había dado señales de reconocerlo. No obstante ...
Al entrar en la cocina, abrió la puerta de la hielera. Era un hábito.
No es que tuviera hambre. Cerró la puerta y se sentó en el sofá con
las luces apagadas. A través de la ventana que daba a la calle, vio pasar
los automóviles y pensó en Teresa. Se dijo a sí mismo que sus acciones
habían estado motivadas por puro interés y preocupación pastorales,
pero no era tan tonto como para creérselo.
La imagen de Teresa apareció vívidamente en su mente y disfrutó
con ello. La pobre estaba sin hogar y era ciertamente la mujer sin hogar
más bonita que había visto en mucho tiempo. Debiera haberla invitado
84
Predicando con integridad
a que se quedara en su casa. Tenían un cuarto extra para invitados.
Ester no estaba en casa y José pasaba poco tiempo en ella, de manera
que había espacio para ella.
José se fue a la cama y trató de dormir.
Resultaba embarazoso. El empleado de recepción reconoció a Paco
Carcía como un presentador famoso de la televisión y estaba haciendo
mucha fiesta acerca de él. El hecho de que él estuviera allí acompañado
de una hermosa mujer sin equipaje era incómodo. Paco sacó su tarjeta
de crédito.
-Un cuarto para una persona -dijo Paco-o Esta señorita va a estar
sola en el cuarto.
-Comprendo perfectamente -dijo el recepcionista, tratando de
mostrar su disposición de ayudar.
¡Me ha guiñado el ojo a mí? Paco no estaba seguro. Todo el asunto
hubiera resultado humillante, excepto por el hecho de que Teresa
necesitaba un amigo y también un lugar donde quedarse ahora que la
habían dado de alta del hospital. Él no se sentía cómodo, como su supervisor, de invitarla a que se quedara en su casa. Tenían que encontrar
otro arreglo mejor cuanto antes, pero el hotel era la mejor opción por
el momento.
-Te acompañaré hasta el ascensor, pero luego ya vas a tu cuarto
por ti misma -dijo Paco.
Atravesaron junto el vestíbulo del hotel. Teresa había apreciado mucho
su ayuda y él se había alegrado de ofrecerla. Era chistoso como estaba él
cambiando. Cuando Teresa comenzó a trabajar al principio con él,
hubiera hecho cualquier cosa por tener una oportunidad como aquella.
Ella era vulnerable. Era cariñosa. Era una oportunidad perfecta para
familiarizarse más íntimamente con ella. Pero ahora, no tenía interés.
Bueno, no era exactamente así. Él no había perdido el interés. ¿Cómo
podía hacerlo? Teresa era muy atractiva y, era cierto, él sentía algo por
ella. No quería aprovecharse de ella. Solo quería hacer lo que era correcto.
Ese pensamiento era una sorpresa que le agradaba.
Debilidad: Enfrente al problema
85
Enfrente al problema ...
José no. podía dormir a pesar de que estaba agotado. Yacía en la c;~ma
con los OJos cerrados, tratando de pensar, pero no llegaba a ninguna
parte con ello. Trató de orar. A veces cuando no podía dormir, pues
estaba desvelado, trataba de orar. La oración a menudo lo llevaba a
quedarse dormido, lo cual él sabía que no era una gran razón para orar.
Pero si eso no funcionaba, al menos estaba usando el tiempo
productivamente. Además, era todavía temprano.
Quería orar, pero le parecía incorrecto, que era poco sincero, así que
dejó de hacerlo. Pensó en el templo y se sintió atraído por la idea. Trató
de ver qué hora era, pero era oscuro y su reloj no brillaba como debía.
Encendió las luces yeso lo ayudó a espabilarse. Sacó un pantalón y
una camisa de deporte, y buscó su cartera y sus llaves.
El lugar parecía misterioso y extraño a la luz de la luna. El edificio
del templo estaba ubicado en la zona antigua de negocios y todo el
mundo se había marchado a casa. Nadie estaba en los alrededores. Una
cinta ancha amarilla y negra circundaba los restos de lo que hasta
recientemente había sido la casa del Señor.
José salió del automóvil y se sentó en la acera. Pensó en su sermón.
"Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también
el cielo" (He. 12:26).
¡Impresionante! ¿Qué había ocurrido aquí? Se preguntaba José. ¡Hizo
Dios esto como un acto de juicio? Si es así, ¡por qué fue el juicio? Por
supuesto, todos somos pecadores, pero esto parece cosa del Antiguo
Testamento. Estaba mucho más allá de lo común, aun para Dios. ¿Qué
les estaba diciendo Dios?
José se acordó que su portafolio estaba en el asiento trasero. Se alegró
de que no se hubiera perdido en el derrumbe del edificio. Las notas de
su sermón, tal como las había dejado, estaban todavía allí, aunque no
estaba seguro de que eso era bueno. Fue al automóvil y sacó la cartera.
Echó mano de la computadora portátil en la esperanza de que las
baterías todavía funcionaran. La encendió y abrió el archivo.
Esta sería una de las partes importantes de su sermón: El tercer
cuadrante, como solía llamarlo, donde el sermón trataba de pasar de
la comprensión al asentimiento. Se requería sinceridad y humildad.
El sermón tenía que ser real al predicador para que también lo fuera
Predicando con integridad
Debilidad: Enfrente al problema
para los oyentes. "Enfrente al problema". Aquello era bastante real.
Había abundancia de problemas para este sermón en este momento.
Trató de enfocarse en la nota que había escrito al comienzo de la
semana.
El reino de Dios no puede ser conmovido. Le parecía que hacía
mucho tiempo que había escrito la coletilla al segundo cuadrante, la
respuesta a la pregunta: "¿Cuál es la enseñanza?" Se había sentido tan
confiado y seguro. Me era mucho más fácil decir una cosa así hace
dos días, reconoció. Resulta mucho más difícil mantener esa clase
gozosos. Describe a Jesús, el mediador de un nuevo pacto, que nos paJe
a nosotros en un nivel diferente de aquellos que estaban al pie del
Monte Sinaí con Moisés. Hay un tono de esperanza en el texto. José
se preguntaba si él podría predicar el domingo con ese tono de
optimismo.
José se levantó y comenzó a pasear. Podía escuchar el sonido del
tránsito a la distancia. Pero en aquel lugar, en ese momento, todo era
quietud. Quería realmente orar. Entendía la altura y el poder de lo que
proponía que se hiciera. Se sentía incompetente. Peor aún, inadecuado
para la tarea, todo mal. Las imágenes de Ester, Luis y Teresa se
mezclaban en su mente. Se sintió odiosamente humano.
86
de confianza cuando el suelo tiembla debajo de mis pies.
Volvió a leer el pasaje para sí otra vez, lentamente. Dios podía
realmente asustar a las personas. El texto hablaba acerca de montes
que no se podían tocar, que ardían con fuego, oscuridad, tinieblas y
tempestad. Describía el sonido de trompetas y "la voz que hablaba, la
cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más" (v. 19).
Incluso Moisés estaba asustado: "tan terrible era lo que se veía, que
Moisés dijo: Estoy espantado y temblando" (v. 21). Sentado cerca del
templo derrumbado de su iglesia, a José le resultó fácil imaginarse a
aquellos antiguos hebreos estando al pie del Monte Sinaí con humo y
llamas que salían de la cima.
Pasemos de la comprensión al asentimiento
... Una vez que ha establecido la enseñanza, sea sincero
acerca de sus propios objetiVOS Vsuposiciones.
... Déle al Espíritu de Dios tiempo y espacio para tratar con la
resistencia de los oyentes.
... Sea lo suficientemente humilde <::omo para Que las
personas sientan Que les está diciendo la verdad.
Pero el texto parecía indicar que es diferente para nosotros. Como
creyentes del Nuevo Testamento, estamos en una ubicación diferente
en la historia de la salvación. Este no es el lugar al que nos hemos
acercado, decía el texto: /1 sino que os habéis acercado al monte de Sion,
a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial" (v. 22a). El pasaje describe a la ciudad del Dios vivo, con miles de ángeles que cantan
87
Puesto Que el propósito de Dios al darnos la Biblia es
completarnos, su contenido indica necesariamente que en
cierto sentido somos incompletos. Nuestra falta de plenitud es
una consecuencia de la condición caida en la que vivimos.
Bryan Chapell
Quizás eso está bien. Pensó en lo que Bryan Chapell había dicho
en su libro acerca de "El enfoque de la condición caída", la
preocupación por hacer que cada sermón hable a la realidad de la
condición humana de pecado. 2 En este momento, José sentía que su
condición caída estaba muy enfocada.
Reflexionando, quizá no era una mala situación desde la cual
predicar.
Quizás esa era exactamente donde él necesitaba estar ... exactamente donde Dios quería que estuviera. Quizá Dios le había puesto
en el lugar donde él podría predicar este domingo. Quizás esto era lo
que él necesitaba para ser capaz de predicar este sermón. Pero le parecía
que era un precio terrible.
Juan le había hecho aprender a fuerza de repetirlo la importancia de
la preparación espiritual para la predicación. José entendía que la persona que profesaba dirigir al pueblo de Dios a la presencia divina debía
primero de todo pasar tiempo a solas con Dios. Él sabía que este era su
momento. Allí y ahora. Si es que de verdad quería tener la oportunidad
Predicando con integridad
Debilidad: Enfrente al problema
de ayudar a las personas a escuchar un mensaje de Dios, él tendría que
escucharlo de parte de Dios en ese momento y en aquel lugar.
José se subió al montón de escombros y trató de encontrar el lugar
donde supuestamente el púlpito habría estado. Dio doce pasos
irregulares desde el lugar desde el cual pensó que podía detectar la pared
norte del templo. Poco quedaba que se pudiera reconocer, pero aceptó
con fe que se encontraba en el lugar correcto. Se las arregló para limpiar
un poco el espacio donde se iba a arrodillar para orar.
La experiencia lo hizo humilde, era el sentido de la presencia del
Espíritu de Dios. Fue impresionante. No sopló el viento ni descendió
fuego, pero José supo que Dios lo había visitado. ¿Fue todo esto por
mí! ¿Por Luis! ¿El terremoto! ¡Sucedió todo esto para enseñarme a
mí el poder de Dios y mi dependencia de ÉU
N o había duda de que había muchas cosas que Dios estaba haciendo
para muchas personas por medio de los sucesos de los últimos días,
afirmó José. Para él, en este momento, era una lección de humildad y
un recordatorio del poder divino. Cualquier cosa buena que viene de
un sermón procede de Dios. A Él le complace usar siervos débiles para
proclamar su Palabra. Llevamos este tesoro en vasos de barro, a fin de
que Dios sea glorificado al cumplirse sus propósitos.
José se levantó, con paz. "Úsame", oró. No fue una oración larga.
El lenguaje no fue elaborado. Sintió, en realidad, que su oración fue
expresada más en lo que sintió que en las palabras que usó. "Guárdame
del mal en mi corazón", dijo sencillamente. "Haz de mí un vaso que
puedas usar. Haz que mis palabras sean tus palabras. No permitas que
yo pierda esta oportunidad de ayudar a las personas para oír lo que tú
tienes en mente".
-¿Quién anda por ahí? -gritó José.
El individuo se volvió, miró y entonces se dio media vuelta y se
marchaba abruptamente. José se quedó sin respirar cuando vio el rostro
de la persona. Era Luis Fernández.
-¡Luis! -gritó José. ¡Por favor, espera, no te vayas! Necesitamos
hablar ... Por favor, regresa.
Corrió hacia el lugar donde había estado Luis y encontró lo que había
estado buscando. Allí estaba el viejo púlpito de madera de la iglesia.
La base estaba deshecha, pero la parte superior todavía estaba intacta,
con la placa de dedicación sujeta a la madera, llena de rasguños, pero
todavía se podía leer. José se quedó mirando el púlpito por varios
minutos.
Tenía una idea.
88
Cuando pocos minutos después se disponía a marcharse, José se dio
cuenta de una figura que husmeaba entre los escombros. El individuo
le parecía conocido, no obstante, estaba lejos como para identificarlo
con claridad. José pensó en dejarlo solo. No quería andar lidiando con
un saqueador, además de que había poco que se pudieran llevar. Por
el otro lado, quizá fuera un miembro de iglesia. Quizá necesitaba
ayuda.
89
4
Fidelidad
IMAGíNESE LA DIFERENCIA
Era tarde. Yolanda Fernández estaba cansada. Entró en el hotel con
la cabeza agachada, buscando en su bolso la llave del cuarto.
Teresa Díaz también estaba agotada. Se encontraba metida en un
buen problema, ¿no es cierto? Paco Carcía la había acompañado hasta
el ascensor como un caballero. Era afortunada que podía contar con
alguien como él. ¿Cuántas mujeres tienen un jefe como ese? No debía
haberlo dejado marchar. Debía haberlo invitado a que subiera al cuarto.
Podía haber insistido. El ascensor todavía no había comenzado a ascender, pero la puerta se estaba cerrando. Impulsivamente metió el
pie entre las puertas y las forzó para que se abrieran.
-¡Paco! -llamó, echando a correr para alcanzarlo antes de que
saliera del hotel.
El choque no fue muy fuerte, pero lo suficiente para hacer que a
Yolanda se le cayera la llave, que esta se deslizara por el suelo y fuera
a parar debajo de un sofá.
-¡Cuánto lo siento! -dijo Teresa, pareciendo sinceramente
apenada.
91
92
Predicando con integridad
Yolanda reconoció la voz y también el rostro. Era la mujer que había
visto con José Carcía en el hospital. No estaba segura de qué decir, de
manera que decidió no decir nada. En su lugar, se puso de rodillas y
trató de encontrar y sacar la llave con la mano de debajo del sofá. Pero
no lo logró y el sofá era pesado.
-Permítame que la ayude -dijo Teresa a la vez que empujaba con
toda sus fuerza el sofá para moverlo. Quizá podamos moverlo y
encontrar la llave.
-¿Es esto lo que anda buscando? -dijo Paco Carcía a Yolanda,
mostrando la llave en su mano. Parece que se deslizó hasta el otro lado.
Ahora le había llegado el turno a Yolanda de verse en una situación
embarazosa. Lo reconoció a él de inmediato. Estos Carcías aparecen
por todas partes.
-Déjeme decirle de nuevo que lo siento de veras -dijo Teresa.
Yolanda comenzó a pensar que lo decía de corazón.
-Yo también lo siento, no estaba mirando a donde iba.
-No se preocupe, todo está bien -dijo Teresa, y dirigiéndose a Paco
agregó: Escuche, lo llamaré en la mañana.
-¿Qué querías? -preguntó Paco.
-Nada. Váyase a casa y duerma que lo necesita.
Luego Teresa se volvió rápidamente, se metió en el ascensor y
desapareció de la escena.
Paco se volvió hacia Yolanda cuyo parecido le resultaba familiar.
-Creo que nos conocemos, ¿no es cierto?
-No en realidad -respondió Yolanda. Soy Yolanda y estoy casada
COIl Luis Fernández, que es el mejor amigo de su hermano José.
-dijo ella extendiendo la mano.
-¡Claro! -dijo él recordando. José me ha hablado de ustedes. Él
les tiene mucho cariño.
-La amistad de José y Luis es de hace muchos años.
Paco no dijo nada directamente en respuesta. Comenzaba a sentir
que su presencia allí era un poco embarazosa y sintió la necesidad de
explicar por qué estaba allí.
-Vine a dejar en el hotel a mi asistente. Me temo que el terremoto
la ha dejado sin hogar.
-Si recuerdo bien ella estaba hoy en el hospital.
-Exacto -dijo Paco-o Estuvo allí por varias horas. Parece que está
Fidelidad: Imagínese la diferencia
93
bien, pero la llevaron allí por si acaso tenía alguna necesidad.
-La vi cuando estaba con José -dijo Yolanda torpemente.
La manera en que lo dijo tomó a Paco de sorpresa.
-¿Por qué estaba usted en el hospital? Confío que se encuentre
bien.
-Sí, yo estoy bien. Estaba allí con Ester.
-¿Ester? -dijo Paco con total sorpresa.
-¿No se ha enterado usted? (Evidentemente por el aspecto de su
rostro él no sabía nada.) Sufrió un buen golpe en la cabeza por causa
del terremoto.
-No -dijo Paco mostrando gran preocupación-o ¿Cómo se
encuentra? No he hablado con José desde que sucedió el terremoto.
Estábamos juntos cuando ocurrió, cada cual nos fuimos a nuestras
tareas y hemos estado tan ocupados que no hemos vuelto a hablar.
No he sabido nada acerca del accidente de Ester.
-Creo que se va a recuperar bien -respondió Yolanda. Por eso estoy
de vuelta. No quería dejarla sola hasta que los médicos me aseguraran
que se estaba recuperando con toda normalidad.
-¿ Volver? -preguntó Paco. Esto es un hotel.
A este hombre no se le escapa ningún detalle -pensó Yolanda.
-Esa es otra historia. Quizás en otro momento hablemos de ello.
Paco no estaba seguro de cómo entender las últimas palabras de
Yolanda.
-Dijo que José estaba con Teresa. Ella no me dijo nada acerca de
eso.
-Estoy segura que no lo hizo -dijo Yolanda con un cierto tono de
amargura en su voz.
Nada más salir de su boca, lamentó haber dicho esas palabras.
-¿Qué quiere usted decir?
Yolanda no dijo nada, al menos al principio. Ella no quería decir
nada en absoluto. Lo único que deseaba era regresar a su cuarto e irse
a la cama. Excepto que Paco Carcía no parecía dispuesto a marcharse.
Siguió mirándola con los ojos inquisitivos de un periodista.
-Parecían un poco amistosos -dijo ella.
Dicho eso, ella recuperó su dominio y se dispuso a marchar.
-Lo siento -agregó. Creo que no quise decir lo que dije, ni vi lo
que pienso que vi. Estaba cansada. Eso es todo.
94
Predicando con integridad
Fidelidad: Imagínese la diferencia
La puerta del ascensor se abrió. Entró y pulsó rápidamente el botón
para cerrarlo y subir. Al mirarse en el espejo notó que las lágrimas
rodaban por sus mejillas.
-José, soy Pedro Hernández.
-Hola Pedro -José recibió la llamaba en su teléfono celular cuando
iba de camino a casa.
-Disculpa que te llame tan tarde en la noche. He estado tratando
de localizarte durante todo el día. Nadie respondía al teléfono en tu
casa, de modo que me imaginé que todavía estabas en la calle.
-No te preocupes, no hay problema -respondió José. Llámame en
cualquier momento que lo necesites (lo decía con sinceridad). Estoy
de regreso del templo o mejor dicho de lo que queda del templo.
-¡Vaya semana que has tenido!
-Desde luego que sí, y no estoy seguro de que se haya terminado.
-Escucha, José. Acabo de regresar de una reunión de la junta
directiva y mi esposa está fuera de la ciudad. No estoy muy lejos de
donde tú te encuentras ahora. ¿Está bien si nos sentamos y hablamos
un rato?
Los dos acordaron encontrarse en una cafetería cercana que estaba
abierta toda la noche, la clase de lugar donde le permiten sentarse toda
la noche por el precio de una taza de café y una torta dulce. José, por
supuesto, pidió un refresco.
-¿Tú bebes esas cosas a estas horas de la noche? -dijo Pedro
bromeando-o Eso me mantendría a mí despierto toda la noche.
-¿Tú crees que es diferente de esa gran taza de café que te estás
tomando? -respondió José-. ¿Cuántas de esas te has tomado hoy?
Pedro dejó pasar el comentario y preguntó.
-¿Cómo está Ester?
-Bueno, creo que se va a recuperar bien. Estuve muy preocupado
por un tiempo. Los médicos no me podían decir si era algo serio o no.
Recibió un fuerte golpe en la cabeza, y luego con los sedantes y todo
lo demás, creo que tuvo oportunidad de recuperarse de todo el sueño
atrasado.
95
-Me alegra mucho que sea así. ¿La esperas en casa para mañana?
-No lo sé exactamente. Ella me habló un poco esta noche, pero
apenas pude entenderla. Parecía muy débil, pero al menos habló. Los
médicos parecen pensar que esa es una buena señal. Le han estado
haciendo diversas pruebas y hasta ahora todo va saliendo bien.
-Esas son buenas noticias, las mejores noticias. De verdad lo son.
Tú vas a tener bastante trabajo en la iglesia para las próximas semanas.
-Eso es un lío tremendo.
-Creo que podremos poner eso en orden mañana. ¿Ustedes están
al día con el seguro del edificio, ¿no es cierto?
-Por supuesto, pagamos siempre puntualmente.
-Estupendo -dijo Pedro-o Tengo algunas ideas acerca de lo que
se puede hacer mientras se va arreglando todo. Podemos hablar de ello
en la mañana.
-Yo también tengo algunas ideas sobre el asunto -dijo José.
Los dos hombres permanecieron en silencio por unos minutos.
Entonces José comenzó a hablar de nuevo.
-Pedro -dijo-o (Había intensidad en su voz y en su mirada, como
cuando un hombre está a punto de sacar algo que es importante.) ¿Cuán
sincero se me permite ser?
-¿Conmigo? -preguntó Pedro-o Sé guardar un secreto. Por
supuesto, si es ...
-No, no -dijo José, no es acerca de ti-o Me estoy refiriendo a mi
congregación. ¿Cuán sincero puedo ser en mi predicación?
Pedro no respondió inmediatamente.
-Siempre me enseñaron que el predicador debe hacerse a un lado
para que el mensaje resplandezca. Mis viejos maestros de homilética
me enseñaron que el predicador no debiera hablar mucho acerca de sí
mismo en el púlpito. Se supone que nosotros debiéramos hacernos a
un lado para que Dios pueda hablar sin que nosotros seamos un
impedimento en sus propósitos -dijo José.
.. interpretan mal el mensaje.
.. compiten con el mensaje.
.. manchan el mensaje.
96
Predicando con integridad
-Entiendo esa clase de pensamiento -dijo Pedro-o Los seres
humanos no parecen estar a la altura de tarea de representar la Palabra
de Dios. Nos dan la oportunidad y mal interpretamos el mensaje,
dejamos que nuestro ego compita con el mensaje o a veces manchamos
el mensaje por la manera en que vivimos. No podemos evitarlo. No
somos robots. Somos humanos yeso es lo que sucede cuando
permitimos que los seres humanos prediquen.
-Por lo que dices das la impresión de que has estado pensando en
ello -dijo José.
-Es cierto -respondió Pedro-o Lo que te he dicho es solo un
bosquejo del trabajo que estoy preparando para una conferencia de
pastores que se celebra el mes que viene.
-Eso está muy bien. Ensaya conmigo.
Pedro sonrió.
-Nunca rechazo a alguien dispuesto a escucharme -contestó él-o
De lo que estamos hablando aquí es de la humanidad del predicador y
hay dos formas de pensamiento acerca del tema. Por un lado, podemos
ver la humanidad del predicador como algo negativo. Si es así como
lo vemos, trataremos de reprimir nuestra naturaleza humana.
-¿ y si elegimos verlo de forma positiva?
-Entonces expresaremos nuestra humanidad -dijo Pedro-o Hay
al menos tres cosas que podemos decir en cada lado del argumento.
Negativamente, como ya he mencionado, los predicadores podemos
hacer cosas terribles con un texto, precisamente porque somos
humanos.
-No veo la manera en que podamos evitar eso -dijo José-.
Leemos el texto con todo lo que llevamos por dentro. Estamos sujetos
a tratarlo subjetivamente.
-Ese es un problema -concordó Pedro. El segundo es que
competimos con el mensaje que Dios quiere que sea predicado. El
predicador que cuenta una experiencia personal se arriesga a aparecer
demasiado bien o demasiado mal. En el primer caso, puede aparecer
arrogante e interesado. En el segundo, se arriesga a negar la enseñanza
o su autoridad al describir que es demasiado difícil el vivir a la altura
de las demandas del texto. En ambos casos, el predicador atrae la
atención hacia sí mismo en vez de dirigirla hacia el texto.
-Siempre he encontrado que la misma posición del predicador es
Fidelidad: Imagínese la diferencia
97
seductora -dijo José-. Estar en el púlpito enfrente de una congregación es una posición poderosa. Puede resultar que tú mismo estimules
la atención personal, solo por la manera en que vistes o por la forma
en que te comportas. Cuando los oyentes le prestan más atención al
predicador que al mensaje, todo el proceso ha quedado saboteado.
-Pero hay más -dijo Pedro-o El peor problema con la humanidad
del predicador es lo retorcidos que somos. Todo predicador que he
conocido es un pecador hasta el tuétano.
-Puedes estar seguro que el público está de acuerdo con eso que
dices -dijo José-. En todas las encuestas de la opinión pública acerca
de la medida de confianza en los varios grupos de profesionales, los
predicadores aparecen entre los últimos de la lista.
-"Todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios".
-¿Quieres ver mis pies de barro? -dijo José bromeando.
-No es necesario, José. Es evidente para todos los que te conocen.
José no estaba seguro si enojarse por lo que acababa de escuchar.
-No te preocupes -siguió diciendo Pedro. Eso es cierto de todos
nosotros. Todos dependemos de la gracia de Dios para tener el derecho
y el poder para predicar. Lo que no debemos hacer es dar por supuesto
ese derecho y poder.
La conversación se estaba haciendo algo más que hipotética para
José. Le dio otro bocado a su torta, luego dijo:
-¿Decías que hay un lado positivo en todo esto?
Positivo: Predicadores humanos...
'"' hacen real el mensaje.
tienen en cuenta el mensaje.
!I> confirman el mensaje.
-Sí -dijo Pedro-o Una de las cosas que más me gusta de la
predicación es que puedo hacer real el texto para las personas. Una de
las dificultades inherentes en la predicación es la espiritualidad del
mensaje. Aquí estamos, tratando de ofrecer verdad trascendente a personas que no se pueden escapar de su lugar dentro del espacio y del
tiempo. ¿Cómo puede lo finito apreciar lo infinito? ¿Cómo puede el
oyente contemporáneo vencer su naturaleza subjetiva lo suficiente
98
Predicando con integridad
como para tener acceso a lo objetivo? De alguna manera él o ella tienen
que percibir el mensaje como real. Al hablar del texto en términos
reales, al ofrecer ejemplos contemporáneos y una auténtica interacción
humana, logramos hacer que la verdad sea más accesible.
-Puedo relacionarme con eso -dijo José-. Las ideas elevadas
pueden sonar muy comunes al salir de mi boca.
-No son comunes, José -puntualizó Pedro, sino reales, vivas y
relevantes. Al menos tienes la oportunidad de ganarte el que te
escuchen si apareces como auténtico. Fred Craddock dice que "la
distancia entre nosotros y los lectores originales del texto se salva
mediante nuestra común humanidad". 1 Quizá debamos usar eso a
nuestro favor. Quizá podamos ayudar a nuestros oyentes a apreciar el
texto como algo real si lo presentamos como algo real procedente de
nuestra propia vida y experiencia.
-Me gusta eso -dijo José.
-Por supuesto, si nosotros vamos a hacer real el mensaje,
tendremos que tener en cuenta el mensaje.
-¿Qué quieres decir?
-Haddon Robinson dijo que la predicación bíblica tiene lugar
cuando el Espíritu Santo toma un concepto bíblico y lo aplica, primero
al predicador y luego a los oyentes a través de éP Si tú quieres que los
oyentes tomen el sermón en serio, entonces tú también tienes que
tomarlo en serio en términos reales en un tiempo real. Tiene que
importarte a ti antes de que pueda importarles a ellos.
-Recuerdo que Juan Fernández me decía lo mismo. Los oyentes
necesitan oír más de esta clase de cosas en nuestra predicación.
-Esa es la tercera parte de lo positivo -dijo Pedro-, los predicadores que están dispuestos a describir su propia experiencia con el texto
confirman el mensaje del texto. Un predicador que se ha ganado la
confianza de la congregación puede mejorar el efecto del mensaje por
medio del relato de unas pocas experiencias personales bien escogidas.
-Eso es muy cierto, al confirmar el mensaje por medio de las
experiencias e historias de mi propia vida, estoy de alguna manera
siendo capaz de participar en la autoridad del mensaje, no en oposición
a la autoridad inherente de la Biblia, sino en concordancia con ella.
-El problema con tratar de reprimir tu humanidad en la predicación
-dijo Pedro, es que es imposible. No puedes renunciar a tu humanidad
Fidelidad: Imagínese la diferencia
99
menos de lo que puedes hacer que te crezcan agallas (branquias) y nades
como un pez.
-José sonrió ante la imagen mental de un atún en el púlpito.
-A veces pienso que -continuó Pedro. Nos sentimos incómodos
en nuestra propia piel. Malentendemos nuestros propios impulsos.
Dudamos de nosotros mismos. Es frustrante, desconcertante y
estimulante, y todo es parte del plan de Dios.
-No es solo es imposible olvidarnos de nuestra humanidad
-añadió José, sino que es innecesario.
-La encarnación de Jesús debería habernos enseñado eso -agregó
Pedro.
-Cristo Jesús presentó perfectamente la Palabra por el medio de
la carne, pero -dijo José. Él es Jesucristo.
-y tú no lo eres, ¿verdad?
-No tienes ni idea.
Pedro hizo una pausa, preguntándose si José iba a tener alguna
confidencia.
José estuvo a punto de hacerlo. Su inesperado sentimiento de deseo
sexual con Teresa Díaz lo había dejado preocupado. Que él pudiera
tener esos pensamientos, especialmente estando su esposa en el hospital en una cama cercana, lo hizo ser bien consciente de la profundidad
de su propia depravación. No podía hablar de eso. Su iglesia nunca lo
sabría, pues había un límite a lo que un pastor podía decir desde el
púlpito, ¿no es cierto?
-Todavía no has respondido a mi pregunta, Pedro.
-¿Qué pregunta?
-¿Cuán sincero puedo ser cuando estoy predicando?
La conversación había ganado intensidad. José estaba mirando
directa y firmemente a los ojos de Pedro.
Pedro contestó a su amigo de forma directa.
-Tienes que ser muy cuidadoso, José. He conocido a pastores que
se han abierto completamente en el púlpito. He visto cómo usaban el
púlpito como una especie de sesión en el consultorio del psiquiatra,
buscando alguna forma de catarsis a través de hablar de sus
pensamientos más íntimos. He visto a hombres buenos perder su
trabajo porque han perdido la confianza de las personas.
José estaba pensando en Luis Fernández.
Fidelidad: Imagínese la diferencia
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101
Predicando con integridad
-No tienes que ser el héroe de las personas. En realidad, si te
conviertes en el héroe de cada experiencia que cuentas, eso se hace
viejo muy pronto. Tienes que conocer a tu gente. Tienes que conocer
tus límites. Sé sincero y auténtico con ellos, pero no tan real que
quieran retirarte del púlpito.
Pedro había sido muy directo y franco, y José lo apreció.
-¿ y si tú de verdad mereces que te quiten del púlpito?
-José -dijo Pedro con una mirada de preocupación, ¿tú no tienes
nada que confesar? ¿Verdad que no?
Se hizo un prolongado silencio mientras José pensaba acerca de ello.
No creía que se hubiera pasado de la raya, aunque ciertamente se había
acercado lo suficiente para darse cuenta del abismo al otro lado.
Se levantó y echó mano de su cartera. Sacó un billete de veinte
dólares y lo dejó sobre la mesa. Era mucho más del precio de lo
consumido.
-Acéptalo como parte de mi consumición y como parte del pago
de esta sesión de consejería -dijo al tiempo que empezaba a retirarse.
Paró y regresó. -No te preocupes, Pedro, estoy bien. Se volvió para
marcharse, pero de nuevo paró y dijo: Gracias, Pedro, te lo agradezco
de veras. La conversación me ha ayudado. Te llamaré en la mañana
para los arreglos en cuanto al templo. Como te dije, tengo una idea.
José vio la luz parpadeante del teléfono al regresar a su casa.
-José, llámame, no importa cuán tarde sea. Llámame en cuanto
llegues a casa.
-Paco -decía José un momento después, quería de verdad llamarte.
-Me he enterado de lo que le ocurrió a Ester. ¿Están tú bien? He
sabido que ella está mejor.
-Parece que sí -respondió José. Me siento aliviado. Dios ha sido
bueno con nosotros.
Paco sonrió, no en la forma irónica y sarcástica que acostumbraba
a hacerlo cuando José metía a Dios en la conversación. Esta era una
sonrisa conocida, de reconocimiento.
-Sí que lo ha sido -dijo concordando con José, pero quiero estar
seguro de que te vas a mantener de pie, en medio de todo lo sucedido
con Ester, el templo y todo lo demás.
-Sí, estoy bien, gracias a Dios. Acabo de tener una larga
conversación con un buen amigo. Aclarando y entendiendo algunas
cosas. Como dice el antiguo himno: "Estoy bien con mi Dios. Alcancé
salvación". (Himno 330, Himnario Bautista.)
Paco no estaba para viejos himnos, así que cambió el tema.
-Me he enterado que te encontraste con Teresa.
No quería acusar de nada a su hermano, pero resultó difícil no darse
cuenta del tono que le dio a la expresión.
José sintió que se sonrojaba. Hizo una pausa para recuperarse.
-Es una mujer joven excelente. Te puedes sentir bendecido
contando con ella en tu oficina. Y de verdad, Paco, estoy bien.
-Me alegro de ello -Paco se sintió aliviado, creía en su hermano.
-Dicho sea de paso -preguntó José, ¿cuál es el pronóstico del
tiempo para el domingo? ¿Qué dice nuestro técnico en meteorología?
-¿Por qué lo preguntas?
Teresa Díaz se encontraba en su escritorio en la oficina más
temprano de lo normal. Después de los sucesos del día anterior, sintió
la necesidad de mostrar que estaba al pie del cañón. Paco García se
sorprendió cuando entró y la vio ya metida en su tarea. Teresa solo
sonrió al comenzar a comentar acerca del programa de trabajo del día.
-Tengo un suceso especial que me gustaría darle seguimiento
-dijo Paco.
-¿A qué se refiere?
-Se trata de mi hermano. (Eso atrajo la atención de Teresa.) Tiene
que ver con el templo de su iglesia. Ha quedado destruido por causa
del terremoto. Pienso que me voy a llevar a todo el equipo para allá
esta tarde.
-Usted es el jefe.
Juan Fernández hizo una pausa para enderezarse, con un gesto de
Predicando con integridad
Fidelidad: Imagínese la diferencia
dolor en su rostro. Le dolía la espalda, pero eso no le importaba a él.
-Esto es un poco más retador que solo colocarlas sillas -dijo José
con una sonrisa animadora.
-Todavía tenemos que poner las sillas. No ha quedado mucho de
los bancos -dijo Juan mostrando una gruesa pieza de madera que había
sido parte de un banco del templo, todavía se veía la cruz tallada en el
pino barnizado.
-Ya hemos conseguido sillas y vendrán mañana temprano -dijo
José-. Pedro Hernández me dijo que él se ocuparía de eso.
-Confío que traiga muchas. Creo que vamos a tener muy buena
asistencia este domingo.
-He escuchado que Ana está trabajando muchísimo con el teléfono.
Juan sonrió nerviosamente. Ana ha aprovechado la oportunidad para
hacer algo útil, cualquier cosa para distraerse de lo sucedido con Luis.
José, Juan y varios otros se encontraban metidos hasta las rodillas
entre los escombros cuando José pensó que había sentido algo de
movimiento en el terreno.
-¿Ha sentido eso? -preguntó José, con visible preocupación.
-He sentido algo -dijo Juan-. Me parece que el montón de
escombros se ha movido un poco.
-¿No ha sido otro temblor?
Juan no estaba seguro si el movimiento había sido imaginado o había
sido causado por un pesado camión que acababa de dar la vuelta a la
esquina. El camión, que llevaba ellogo de Noticias de testigos oculares,
se había estacionado a lo largo de la propiedad de la iglesia. El equipo
de filmación de la cadena de televisión estaba saltando del camión, y
comenzaban a mirar dónde instalar las cámaras y demás equipo. Paco
Carda, bien vestido como siempre, bajó de los asientos delanteros con
el micrófono en la mano.
-¿Estamos bien de luz?
Uno de los asistentes le hizo la señal afirmativa con el pulgar de la
mano.
-La ciudad está iniciando su reconstrucción después del trauma del
terremoto de esta semana -comenzó diciendo Paco. Todo el que ande
buscando una fuente de inspiración se beneficiará de mirar aquí, en la
esquina de la Quinta Avenida y la calle del Roble. Hace tres días, aquí
se hallaba uno de los templos más históricos de nuestra ciudad. Con
una altura de tres pisos, ha estado ayudando a las personas a encontrar
inspiración por más de cien años. El terremoto redujo el edificio a
escombros a principio de esta semana, pero no ha destruido la fe de estos
voluntarios dispuestos a seguir adelante. Este domingo, las personas
encontrarán una nueva forma de ánimo en los cultos que llevará a cabo
el reverendo ... bueno ... mi hermano el pastor José Carda.
102
103
Luis Fernández se encontraba de regreso en casa cuando encendió
la televisión. No podía ver ningún sentido en que él y Yolanda se
estuvieran quedando en hoteles. Además, en algún momento ella
tendría que regresar y entonces podrían hablar. Él sentía que estaba
listo para hablar. Tenía que hablar con alguien.
Ese es Tasé, dijo para sí, al aparecer la imagen de su amigo en las
noticias de la televisión. Luis se quedó mirando todo el programa,
mientras un pedazo de pizza recalentada se volvía a enfriar en su mano.
Se conmovió al ver a su padre ayudando a otros a limpiar el terreno
para que hubiera espacio para que las personas pudieran adorar a Dios
el domingo por la mañana.
Papá ha sido estupendo, pensó Luis. No me puedo imaginar lo
desilusionado que ha debido sentirse conmigo, cuando todo lo que me
ha dado ha sido amor. Prestó atención a las palabras de esperanza que
José le estaba diciendo a su hermano Paco ante la cámara, y sintió que
las lágrimas comenzaban a rodar por sus mejillas.
Levantó el teléfono y llamó al hotel. No tenía necesidad de buscar
el número. Lo había memorizado aunque nunca lo había usado. Lo
había intentado antes, pero no había encontrado el valor de hacerlo,
hasta ahora. "Agarra el teléfono" -dijo-. "Por favor, Yolanda, levanta
el teléfono".
"El cliente que ocupa el cuarto a donde usted ha llamado no está
disponible en este momento. Por favor, deje un mensaje en el sistema
de teléfono automático del hotel". Luis colgó el teléfono en su lugar,
preguntándose a que otra persona podría llamar ahora.
104
Predicando con integridad
Imagínese la diferencia ...
-Te agradezco de veras que estuvieras dispuesto a encontrarte
conmigo -dijo Luis mirando al suelo-o Después de la manera en que
te traté cuando fuiste a visitarme al hoteL ..
-Creo que ha sido mejor así -respondió José-. Me parece que
ninguno de los dos estaba en condiciones de apreciar lo que fui a decirte
aquella noche.
-Te felicito por lo que estás haciendo aquí -dijo Luis señalando a
la propiedad del templo.
Los dos estaban sentados en la parte delantera del viejo automóvil
de José. La propiedad de la iglesia había adoptado un aspecto surrealista
a la luz de la luna. Habían montado una plataforma provisional. Habían
puesto juntos los restos del viejo púlpito para que sirviera para la
predicación de un sermón más. Todo lo que se necesitaba eran las sillas.
-Creo que te vi la otra noche aquí.
-Sí que me viste -admitió Luis. Vine buscándote o buscando a
Dios. Pero cuando te vi no logré encontrar el valor suficiente para
hablarte.
-Estabas extendiendo tus manos buscando ayuda.
-Estaba asustado. (Luis comenzó a llorar, lo cual estaba empezando
a ser su estado normal.) Mañana vaya venir y te escucharé predicar.
Confío que sea uno de los buenos. (Trató de sonreír.) Vaya necesitar
una clase especial de predicación que me ayude a pasar por todo esto.
Vas a tener que ser asombroso.
-Pues me parece que te vaya desilusionar en cuanto a eso -dijo
José-. Pero está bien. Tú no necesitas que yo sea asombroso, lo que
necesitas es que Dios lo sea para ti, yeso es algo bueno para ti porque
Él siempre lo es, más de lo que jamás. te has imaginado. Yo solo soy el
mensajero, el que les habla a los demás acerca de ello.
José paró, incómodo con su entusiasmo. No estaba diciendo nada
que Luis no supiera por sí mismo, pues llevaba en el ministerio tanto
tiempo como él mismo.
-No sé cuántos sermones he predicado desde que salí del seminario
-dijo Luis-. Al comienzo, tenía una gran visión de lo que estábamos
haciendo. La predicación era algo tan poderoso e importante. Después
Fidelidad: Imagínese la diferencia
105
de un tiempo, poco a poco me fui acostumbrando. Me olvidé de lo que
era en realidad el llamamiento. Mi predicación se marchitó y mi visión
menguó. Ya no podía imaginarme la diferencia que podría hacer mi
predicación.
-Es curioso que lo digas de esa manera -dijo José-. "No podías
imaginarte la diferencia". Esa es la manera en que yo también lo
expreso. Estoy usando esa frase como una señal indicadora en mi
predicación: "Imagínese la diferencia". La uso para ayudarme a pensar
en la parte final del sermón. Mi tarea ... (José hizo una pausa.)
Discúlpame que te esté metiendo en todo esto. No creo que tú quieras
que te hablen ahora ...
-No, está bien -respondió Luis espontánea y rápidamente. Me
ayuda el hablar de la predicación. Es mucho mejor eso que seguir
dándole vueltas a lo otro.
Lo otro. A José le hubiera gustado hablar de lo otro. Tenía muchas
preguntas que hacer acerca de ello. ¿Por qué lo hizo él? ¿Por qué lo
hizo ella?
Es cierto, es mejor hablar acerca de la predicación. Habrá tiempo
para hablar del otro tema.
-Mi tarea -continuó José, al ir acercándome al final del sermón,
es usar mi imaginación para tratar de prever cómo el mensaje que Dios
me ha dado podría cambiarlo todo. Más bien que solo tratar de concluir
de una manera conveniente, trato de encontrar lo que puedo decir para
llegar al corazón de los oyentes y motivarlos. Hay mucho que está en
juego en nuestra predicación. Lo que quiero es ayudar a las personas a
ver lo que podría suceder si de verdad escuchamos la voz de Dios y
ponemos en práctica lo que Él dice. Me estoy convenciendo cada vez
más de que no hay razón para la predicación si no esperamos ver la
diferencia.
Los dos hombres hicieron una pausa al pasar por la intersección un
automóvil de la policía con sus luces destellando.
Imagfnese la diferencia
¿Cuál sería el resultado si el sermón funciona,
si las personas escucharan de verdad el mensaje de Dios
Fidelidad: Imagínese la diferencia
107
Predicando con integridad
106
y respondieran en la manera en que Él lo espera?
.. Determine el talante que requiere el sermón.
Discierna la respuesta activa que cabe esperarse, los
sermones siempre debieran hacer una diferencia.
Examine la intención del sermón desde varias perspectivas
humanas.
-Trato -dijo José, de plantearme las preguntas: "¿A qué se
parecerá, cuál será su olor, sabor, su efecto, si .los oyente~ de ve~d,a~
respondieran al mensaje que Dios les está ofreCIendo? ¿Que ocurnna.
¿Qué cambiaría?" Trato de que mi imaginación vuele, pensar .en
pensamientos grandes prácticos, importantes acerca de lo .~ue DlOS
podría hacer si nosotros de verdad esc~cháramos y:esp.ondleramos.
-¿Cómo motivas esa clase de camblO? -pregunto Lms, empezando
a recordar al predicador que llevaba por dentro.
-Es algo más que simplemente dirigirse a la mente de los oyentes
-dijo José-. De eso no hay duda. Si es que quiero motivarlos tengo
que hablarles al corazón, contarles experiencias, ofrecerles esperanza,
quedar completamente apasionado con todo el proceso.
José hizo una pausa para pensar.
-Hace algunos años leí los escritos de Jonathan Edwards acerca de
los afectos religiosos. Escribió acerca de las cosas intangibles que
estimulan la acción en los creyentes, cosas tales como el amor o el
odio, el deseo, la esperanza, el temor. Recuerdo que él escribió: "Me
atrevo a afirmar que nunca habrá un cambio importante en la mente
o en la conversación de la persona, por cualquier cosa de naturaleza
religiosa, que yo haya leído, visto o escuchado, si no son conmovidos
sus afectos".3 Me refiero a eso.
José se sorprendió de recordar la cita tan bien.
-¿Pero cómo tocas esas clase de cosas en la predicación? -preguntó
Luis porque quería de verdad saberlo.
-Tú sueñas sueños. Usas imágenes. Le das un puntapié a algunas
cosas de la congregación ... bueno, tú sabes qué cosas. Agitas las cosas.
Sobre todo, anticipas la presencia del Espíritu Santo y observas la
presencia de Dios en el lugar. Tú inspiras a las perso.nas con l~
posibilidad de un futuro diferente y las relacionas con el DlOS que esta
presente para ayudarlas a hacer que la visión se cumpla en la vida de
cada una de ellas.
-Me gustaría escuchar esa clase de predicación ahora mismo
-dijo Luis.
-Ven mañana, y puede que suceda.
Parecía sonar un poco arrogante, pero ambos hombres entendieron
bien el espíritu con el que fue dicho.
-¿Qué te sucedió, Luis?
José no estaba seguro de si podía hacer la pregunta, hasta que se dio
cuenta de que no podía dejar de hacerla.
-No lo sé. Sucedió inesperadamente. No conozco lo suficiente de
psicología como para entender las razones subyacentes. Todo lo que
sé es que bajé la guardia de mi vida privada.
José asintió, tratando de animarle a seguir.
-La internet no me ayudó. Comencé inocentemente. Me imagino
que comienza así. Modelos con trajes de baño yeso me llevó a cosas
cada vez más excitantes. Sinceramente no sé cómo pude continuar
predicando. Al final, ver mujeres en la internet no fue suficiente.
Comencé a mirar a las mujeres en una forma como nunca antes lo
había hecho.
Luis estaba llorando.
-Debiste de habérmelo dicho -dijo José.
-Sí, debí de haberlo hecho -reconoció Luis.
-Yo hubiera estado allí para ayudarte.
-Ya lo sé que lo hubieras hecho. Eso muy bien podría haber
significado que todo fuera diferente.
-¿Recuerdas la experiencia de Moisés durante la batalla con la
amalecitas en Éxodo 17? Moisés estaba en la cima de la colina
dirigiendo la batalla con sus ayudantes. Mientras tanto que él mantenía
sus brazos en alto, a Israel le iba bien en la batalla, pero tan pronto
como él bajaba los brazos, comenzaban a perder terreno.
-Pero los brazos se le cansaron -recordó Luis.
-Por supuesto, él era solo un ser humano. Te puedes imaginar lo
cansado que estaría de mantener los brazos en alto, pero, no obstante,
él quería seguir manteniéndolos en alto.
-Gracias a Dios que Moisés tenía amigos -dijo Luis.
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Predicando con integridad
Fidelidad: Imagínese la diferencia
-Estoy seguro que él agradeció que Aarón y Hur se acercaran y
sostuvieran sus brazos. Ellos se colocaron cada uno a un lado de Moisés
y mantuvieron firmes sus brazos hasta que terminó la batalla. Eso
presenta una gran imagen de amistad, de hermanos apoyándose unos
a otros en tiempos de cansancio.
-Yo sé que tú lo hubieras intentado, pero no estoy seguro de que
yo te hubiera dejado -dijo Luis-. Estaba en plan de negación y no
pensaba que necesitaba ayuda. Solicitarlo habría significado admitir
que estaba haciendo algo equivocado. No creo que yo estuviera listo
para eso.
-Así, pues, ¿puedo ahora sostener tus brazos en alto, Luis? -preguntó José-. Quiero estar allí cuando tú me necesites. Quiero que
sepas que puedes contar conmigo y abrir tu corazón conmigo. Tú sabes
que estaré siempre a tu lado, de eso puedes estar absolutamente seguro.
-Ya lo sé, José.
José hizo una pausa para permitir que esos pensamientos de
afirmación se filtraran profundamente.
-¿Sabes qué clase de diferencia estoy imaginando para el sermón
de mañana? -preguntó José-. ¿Sabes qué posibilidad tengo en mente?
-Dímelo.
-Estoy orando para que Dios haga algo muy especial contigo y con
Yolanda, los dos juntos. Anticipo verlos a los dos orando y participando de
la vida juntos. Los veo amándose el uno al atto y amando a Dios de nuevo.
Se hizo un gran silencio. No había tránsito. Era un momento santo.
-Me gustaría pensar que eso podría suceder -dijo Luis-. Me
gustaría muchísimo que así fuera.
El pastor José Carcía corrió las cortinas y dio un suspiro de alivio.
Iban a disfrutar de una hermosa mañana. No se veía ni una sola nube.
Se duchó y se cambió rápidamente. Se había levantado temprano para
pasar tiempo en oración antes de que los demás comenzaran a llegar.
Le gustaba madrugar el domingo. Había algo especial en ese tiempo,
un poco de nerviosismo, pero sobre todo de anticipación, un sentido
saludable de expectación. Este domingo por la mañana su expectación
estaba bien sintonizada. Estaba listo para predicar. Iba a ser uno de
109
esos domingos en el que le resultaría difícil cantar los himnos y leer
los anuncios.
¡Vamos, siéntense ya y déjenme predicar! ... Sería un culto memorable.
Su tiempo de oración antes del culto quedó interrumpido por la
llegada de los miembros de la iglesia, más temprano de lo acostumbrado. Las sillas ya estaban llenas media hora antes de que comenzara
el culto. Pedro Hernández había cumplido su palabra. Él había
coordinado que un equipo de creyentes de otra iglesia colocaran las
sillas en el césped de la propiedad, arregladas muy bien alrededor de
lo que había sido el templo hasta hacía unos días. José se preguntaba
si tendrían suficientes sillas.
No las hubo. Animados por el reportaje de Paco Carcía en la
televisión y las llamadas de teléfono de Ana Femández, y quizá por el
trauma causado por el mismo terremoto, las personas llegaron a
cientos, más de lo que José podía recordar en algún culto especial.
Además de los asistentes regulares, reconoció a otros que no eran
miembros de la iglesia. El mecánico que cuidaba de su automóvil
estaba allí. También la mujer que generalmente encontraba en la caja
registradora del supermercado. Otros muchos rostros no le resultaron
familiares para nada.
El culto mismo fue sencillo. Tenían electricidad gracias a la
conexión que habían podido hacer con el edificio de oficinas cercano,
lo que permitía usar el sistema de sonido. Eso había resultado más
difícil de lo que habían pensado. Tuvieron que pagar al conserje del
edificio cuatro horas por solo abrir la puerta y conectar el cable. Pero
eso sirvió para que el hombre escuchara el culto.
José temía que el ruido del tránsito que pasaba y el aire frío
distrajeran a los oyentes al adorar en el exterior. En realidad, la
congregación se mostró atenta y concentraba. Había determinación
en los participantes, como si estuvieran declarándose a sí mismos, a
su Dios y a todo el mundo que ningún desastre los haría desistir de su
llamamiento. Se vieron pañuelos de papel secando las lágrimas de
muchos en la congregación. A algunos de los nuevos se les veía poco
familiarizados con la adoración en una iglesia y parecían un poco
incómodos, pero, no obstante, allí estaban interesados y participando
en todo lo que se llevaba a cabo.
110
Predicando con integridad
Hebreos 12:28-29
"Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible,
tengamos gratitud, V mediante ella sirvamos a Dios
agradándole con temor V reverencia; porque nuestro Dios
es fuego consumidor",
José se sintió especialmente complacido al ver a Luis sentado en la
tercera fila a partir del final de la parte izquierda, tratando de no llamar
la atención, Conociendo a Luis, esta era probablemente la primera que
no predicaba en un domingo desde sus vacaciones hacía un año.
La multitud quedó en silencio cuando José se levantó para predicar.
Comenzó con muy poco preámbulo. Simplemente dio la bienvenida
a los visitantes y agradeció a los miembros por su disposición de adorar
en el exterior. Entonces, con voz fuerte, leyó su texto. Quería
comunicar su confianza de que Dios estaba obrando en su adoración
allí ese domingo. La lectura culminó con las palabras poderosas de
Hebreos 12:28-29: "Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole
con temor y reverencia¡ porque nuestro Dios es fuego consumidor".
Después oró de forma breve y sencilla, pidiendo que Dios hablara y
que los oyentes estuvieran dispuestos a escuchar y responder. Entonces
comenzó.
Las cosas han estado por aquí un poco temblorosas en los últimos días.
Trató de comunicar estas primeras frases introductorias en un cierto
sentido de humor. Unos pocos oyentes rieron. Otros no estaban seguros
si eran apropiado reírse en el culto de una iglesia.
Ha sido una semana bien movida, ¿no es cierto?
Muchos asintieron con la cabeza, entre ellos lo hizo Lidia Martínez.
Los Sánchez se encontraban sentados con sus cuatro hijos adolescentes. José no estaba seguro, pero por el aspecto de él le pareció que estaba
comenzando bien. Silvia Escobar le sonrió animándolo.
Fidelidad: Imagínese la diferencia
111
Vivimos la vida con el conocimiento de que nada es seguro, y
que todo puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos, pero no
estoy seguro de cuánto de verdad lo creemos hasta que no sucede
algo como esto. En momento, en dos temblores de la corteza
terrestre, nos enfrentamos a la realidad de que todo es frágil.
Todo puede venirse abajo a nuestro alrededor en un instante.
José hizo una pausa para que ese pensamiento calara en la mente
de cada uno de los presentes.
Yo solía pensar que eso de un seguro contra terremoto es muy
caro¡ pero ahora, mirando a mi alrededor aquí, me doy cuenta
de que fue dinero bien gastado. Tenemos la seguridad de que
vamos a reconstruir este lugar.
Los participantes comenzaron a aplaudir. Uno de los ellos comenzó
a soltar exclamaciones de aprobación. Uno "más espiritual" dio un
sonoro" ¡Amén!"
Pero no estoy seguro si alguna vez volveremos a ser los
mismos. Ahora conocemos más acerca de nuestra fragilidad.
Cada vez que pase un tren o un camión pesado y sintamos el
temblor, nos pondremos a pensar. ¿No es cierto?
Ustedes saben que el antiguo pueblo hebreo se enfrentó a
circunstancias similares. Hebreos 12 nos recuerda de una
ocasión cuando ellos se encontraron con Dios al pie del Monte
Sinaí y el sonido de su voz hizo que la tierra temblara. Las
rocas comenzaron a caer y el fuego se elevó al cielo. Pero
aquello no fue lo peor. Ellos sabían que esto era solo el
comienzo, pues un día Dios volvería a hablar y esa vez su voz
haría que temblara no solo la tierra, sino también el cielo (v.
26). Las Escrituras lo llaman el juicio, y aunque ha pasado el
tiempo, nosotros todavía esperamos con nuestro recuerdo,
sabiendo que el juicio de Dios es una realidad que hay que
enfrentar. Este mundo es responsable ante el Dios que lo creo.
Un día este mundo caerá en ruinas.
Predicando con integridad
Fidelidad: Imaginese la diferencia
Era un mensaje fuerte. José tenía esa intención. Él fue capaz de
relacionar la historia del texto (la historia de ellos: El recuerdo de los
hebreos de cuando la voz de Dios hizo que la tierra se conmoviera),
con la experiencia del oyente (nuestra historia: El terremoto que había
ocurrido esa semana), con la historia suprema de Dios (su historia: El
juicio inminente). No había duda que había captado la atención de los
oyentes. Lo que él hiciera con ello ahora era lo esencial. Había llegado
el momento de "dar a conocer la enseñanza", José se dijo a sí mismo.
del que estamos hablando, solo una cosa puede permanecer
ante el juicio y es el reino de Dios.
112
El reino de Dios no puede ser conmovido. Esa son las buenas
noticias que quiero que ustedes escuchen en esta mañana. En
un mundo cuando todo se estremece, cuando todo es inestable,
hay un lugar seguro, algo que es confiable que no se
estremecerá y que no puede caer: El reino de Dios.
José leyó de nuevo la frase clave en el versículo 28: "Así que,
recibiendo nosotros un reino inconmovible". Volvió al versículo 27
que presenta la imagen de lo temporal, de las cosas creadas que habían
sido removidas, a fin de que solo permanezca lo eterno.
Recuerdo una exhibición científica mundial que visité hace
algunos años. En una de las salas había una exhibición
importante de juguetes construidos con Legos®. Había pasado
mucho tiempo desde que jugaba con esos bloques, pero me
sentí lo suficientemente atraído como para pasar y verlo. Me
llamó la atención la gran creatividad e ingeniosidad de las
personas. Había máquinas, animales y ciudades enteras
construidas con bloques. Algo que atrajo especialmente mi
atención fue un simulador de terremotos donde se animaba a
los visitantes a edificar estructuras sobre una plancha de metal.
Luego de haber construido todo el edificio, pulsaban un botón
para hacer que todo se estremeciera. Las piezas se separaban y
todo caía a pedazos. La idea consistía en saber si eras capaz de
construir algo que pudiera resistir el temblor.
Pensé en esa idea cuando leí este texto. Solo hay una cosa en
este mundo que puede aguantar esa clase de estremecimiento
113
Hizo una pausa y se secó la frente con un pañuelo. Sintió como si
estuviera sudando, aun cuando la temperatura era demasiado fría para
que eso pudiera suceder.
Cuando Dios se levante y hable de juicio al mundo, habrá
muy poco que nosotros podamos hacer. Todo lo impuro y temporal, todo lo débil y malo, todo quedará deshecho y caerá,
terminando en un montón de polvo y escombros a todo
alrededor. Solo una cosa permanecerá, el reino inconmovible
de Dios. Y nosotros nos salvaremos si estamos vinculados con
él. El reino de Dios no puede ser conmovido.
Esa era una palabra de esperanza. José quería que los oyentes
percibieran el sentido de promesa inherente en esas palabras, pero no
hasta que lucharan con ello por un tiempo. Como un pescador, él tenía
a su pez enganchado, pero necesitaba dejarlo correr un tiempo antes
de sacarlo del agua.
Por supuesto, es difícil agarrarse a algo cuando el terreno
tiembla. Resulta difícil encontrar los asideros cuando todo el
mundo parece inestable. Es difícil saber dónde poner los pies
cuando la tierra tiembla bajo tus pies.
Hay un antiguo relato, escrito hacer años por Joseph Addison.
En él nos habla de un empresario que se encuentra en una isla
tropical. Hace un gran negocio vendiendo una pastilla que, cito,
"es muy buena contra los terremotos". Hermanos, a mí me
gustaría poder contar con algunas de esas pastillas. En esta
semana podía haber usando un camión cargado de esas pastillas. 4
José comenzó a sentir que se aflojaba un poquito. A pesar de toda
la confianza que deseaba transmitir, la semana lo había hecho
estremecerse profundamente. Quería ser fuerte para las personas, pero
él era solo un ser humano. Él también tenía sentimientos. Hizo una
114
Predicando con integridad
pausa y se fijó en el pastor Juan Fernández que se había sentado junto
a su hijo. Juan asintió con la cabeza y José siguió adelante con lo que
tenía que decir.
Esta ha sido una semana terrible para mí, y con franqueza, el
derrumbe del edificio de la iglesia ha sido solo una pequeña
parte de todo por lo que Dios me ha permitido pasar. He visto
el derrumbe de relaciones, he visto a mi esposa en el hospital,
he visto la debilidad de amigos de muchos años, he visto mi
propia debilidad en maneras que probablemente ustedes no
quisieran que yo hablara de ellas.
Algunos de los oyentes se movieron inquietos en su silla al seguir
José hablando, describiendo con tacto el trauma que viene cuando
luchamos por ser fieles en un mundo que se siente tan frágil. José elevó
ahora un poco su voz.
y no obstante, he visto también la gracia de Dios. He sentido
su perdón y los he visto a ustedes, el Cuerpo de Cristo, mostrar
una capacidad de resistencia que demuestra la verdad de
nuestro texto.
Es hora de concluir, se dijo José a sí mismo. Miró a Luis Fernández
sentado entre la multitud. Recordó su conversación de la pasada noche.
La pausa fue un poco larga, pero necesitaba disponer su mente para la
conclusión. Escuchó un poco de movimiento en uno de los lados y se
emocionó al ver a Yolanda que llevaba a Ester en una silla de ruedas
por un pasillo lateral.
Ester miró a su esposo y le sonrió. Levantó la mano y lo saludó.
Sus ojos se encontraron y José se sintió incapaz de seguir hablando.
Paco Carda se levantó y acudió a dar un abrazo a su cuñada. Para
entonces toda la congregación se había dado cuenta de la llegada de
Ester y toda la reunión estaba en peligro de terminar acudiendo todos
a saludar gozosamente a Ester. José se sintió tentado de resumir y
concluir en ese momento, pero se recuperó. Lo que estaba diciendo
era demasiado importante. Tenía que terminar como correspondía.
Fidelidad: Imagínese la diferencia
115
Encontramos nuestro fundamento en el reino de Dios.
Mirémonos a nosotros mismos. Veamos lo que estamos
haciendo hoy en este lugar. No necesitábamos este edificio
para ser la iglesia. No necesitábamos la estructura para darnos
viabilidad. Los teólogos nos han dicho por años que la iglesia
no es un edificio. La iglesia somos nosotros, el pueblo de Dios.
Nosotros somos la iglesia y aquí estamos juntos, tan fuertes
como siempre, dando testimonio de esta realidad.
José se movió a un lado de la plataforma provisional y señaló al
púlpito.
Miren este púlpito ... por favor. Ya no se parece a un púlpito
para nada. Teníamos la costumbre de sentirnos orgullosos con
nuestro mobiliario, en nuestra historia, en nuestras
estructuras. Pero hemos aprendido que todo puede venirse
abajo y quedar hecho pedazos, como este púlpito.
Solo una cosa no será conmovida. El reino de Dios es lo único
que permanecerá para siempre. Es lo único que nos da
esperanza. El reino de Dios nunca caerá y nosotros encontraremos nuestra salvación en nuestra relación con el reino por
medio del sacrificio de amor de nuestro Señor Jesucristo.
Aquello era bueno, pensó José, pero no suficientemente bueno. Sé
específico, se dijo a sí mismo.
Algunos de ustedes están preocupados acerca de su futuro.
No saben si podrán conservar su puesto de trabajo. No saben
si podrán conservar su fe. ¡Permanezcan firmes! ¡Sigan
adelante! Dios tiene un propósito y Él lo llevará adelante.
Causa gozo ofrecer esperanza. Recordó haber leído en alguna parte
que si un predicador no podía ofrecer esperanza, debiera sentarse y
callarse. Si un predicador no tiene esperanza, no tiene nada.
Puede que algunos de ustedes estén escuchando estas cosas
Fidelidad: Imagínese la diferencia
116
117
Predicando con integridad
por primera vez o por primera vez en mucho tiempo. Ustedes
quieren creer que en estos tiempos de incertidumbre hay futuro, que hay una trayectoria para la vida, que este mundo se
mueve hacia una meta, que hay esperanza en nuestro futuro.
Estoy aquí para decirles que esa esperanza existe y que la
encontramos en Cristo Jesús. Está disponible para cada uno
de nosotros aquí presentes. Está disponible para usted hoy.
Todos estaban reunidos frente a él, las personas que lo significaban
todo para él. Estas eran las personas por las que él se preocupaba, las
que Dios le había dado para que las pastoreara. Podía haberlas tomado
una a una y haber descrito las situaciones de la vida de cada una de
ellas. Podía haberlas exhortado a cada una de ellas individualmente,
yen los días venideros probablemente lo haría. Pero ahora, les hablaba
en general, aunque directamente. Les hablaba la verdad como uno que
los amaba.
Estamos recibiendo un reino que no puede ser conmovido.
Hay solo una respuesta y es la de la gratitud y la adoración.
Debemos servir a Dios. Debemos adorarlo en gratitud por el
hecho de que Él asegura nuestro futuro. No seremos
conmovidos mientras tanto que estemos vinculados con
aquello que es firme y estable: El reino que no puede caer.
Aunque toda la tierra se derrumbe a nuestro alrededor,
nosotros no caeremos. No seremos estremecidos. Nosotros
ciudadanos del reino, del reino inconmovible de Dios.
-Las personas seguirán hablando acerca de este domingo por
mucho tiempo -comentó Paco Carcías después del culto
-No sé -respondió José-. No estoy seguro si de verdad logré que
lo entendieran y les tocara el corazón. Esperaba mucho de este sermón.
Había mucho que quería decir, y no sé si hice todo como correspondía.
-Conozco ese sentimiento -dijo Luis Fernández que se había
unido a ellos en el césped de la propiedad-o Creo que yo tenía ese
sentimiento cada vez que predicaba.
-Al menos a mí si me tocó -dijo Paco Carcía sonriendo-o Había
algo especial en su sonrisa.
José examinó a su hermano cuidadosamente.
-¿Qué es lo que estás tratando de decir, Paco? -preguntó.
Paco reflexionó antes de responder. Estaba tocando con la punta del
zapato algo que había entre el césped. Al final, levantó la mirada, con
una sonrisa de paz en sus labios.
-Lo que estoy diciendo es que ya era hora de encontrar mi
fundamento. Tenemos que hablar, José. Quizá me puedas ayudar a
saber cómo orar.
-José respondió dándole un gran abrazo.
Lo hubiera seguido abrazando por largo tiempo si otros no hubieran
estado esperando. Luis y Yolanda estaban hablando yeso era una buena
señal. Juan se había sentado junto a Ana. Ana estaba llorando, pero
José sintió que esas lágrimas eran sin duda diferentes de las que había
derramado al principio de la semana.
También estaba allí Ester. José estaba deseoso de demostrarle a su
esposa cuánto la amaba. Habría tiempo para expresiones afectuosas,
por supuesto, entre el proceso de reconstrucción del edificio, aconsejar
a amigos para llevarlos de nuevo a la salud matrimonial y predicar
sermones. No sería fácil. Después de todo, él era solo un ser humano.
Pero mediante la gracia de Dios y para su gloria, él perseveraría.
José volvió a la plataforma y recogió su Biblia. Paró un instante antes
de salir y se agachó a recoger un pedazo de ladrillo. Lo examinó y le
dio vueltas en su mano. Lo puso en su bolsillo y se dirigió hacia donde
se encontraba su esposa que lo miraba y sonreía cariñosamente. José
sonrió también y se acercó a ella.
Él tenía ahora un sermón para vivirlo y estar a su altura.
SEGUNDA PARTE
La enseñanza
5
Clínica en predicación
integradora
Lo que más me ha sorprendido desde la publicación de Predicando
con convicción es la respuesta que recibe mi predicación de creyentes
maduros. Al haber invertido mi energía en el desarrollo de un modelo
de predicación para oyentes posmodernos, no debiera esperar que acuda
un flujo constante de ancianos, hombres y mujeres, a expresar su
reconocimiento y agradecimiento.
Pienso que sucede porque les doy la Biblia. No importa lo que esté
tratando de hacer y con cuanta creatividad esté procurando hacerlo,
quiero que las personas sepan siempre que lo que les estoy dando son
las Escrituras. Allí es donde, después de todo, está el poder. Mis santos
hermanos ancianos saben reconocerlo y apreciarlo cuando lo escuchan.
He llegado a pensar que nos avergonzamos de la Biblia. Al menos
terminas pensándolo cuando asistes a muchas de nuestras iglesias. Ya
no parece importante el llevar una Biblia al templo. Nuestras lecturas
de la Biblia en público son breves y nos aseguramos de usar las
paráfrasis más contemporáneas. Los sermones mismos insisten en la
121
122
Predicando con integridad
aplicación, enfocándose en experiencias y metáforas contemporáneas,
ofreciendo referencias incidentales a la Biblia, como si no estuviéramos
seguros de que de verdad importa. Proyectamos los textos bíblicos
sobre la pared porque creemos que la mayoría de los participantes no
tendrán su Biblia con ellos. ¿Por qué supone usted que los creyentes
dejan su Biblia en casa? ¿No es debido a nadie espera que lleven en su
mano la Palabra de Dios, de modo que proyectan el texto? Esto se
parece al viejo ejemplo de qué fue primero la gallina o el huevo.
Es obvio que la cultura contemporánea es bíblicamente analfabeta.
No podemos dar por supuesto que cualquiera que entre en el templo
tenga la menor idea acerca de si existe en el Antiguo Testamento el
libro de Ezequías. Ni tampoco podemos pensar que estén interesados
en esa cuestión. Es cierto que a la Biblia se la ignora, se la difama y se
la malentiende, pero nadie esperaría que eso suceda en la iglesia.
Estoy convencido de que nadie se va a sorprender si abrimos una
Biblia en el edificio donde se reúne la iglesia. Después de todo es la
iglesia. A nadie se va a importar. De forma que anímese y lea las
Escrituras en el templo. Nadie se va a ofender, a menos que la ofensa
venga del mismo evangelio. Algo muy distinto es que el oyente
posmoderno le conceda autoridad a su presentación de la Biblia, pero
él o ella no van a discutirle su derecho a usar su propio libro.
Lo que no debe hacer es fastidiarlos con ello, pues puede que ese
pecado no se lo perdonen.
Si la predicación va a ayudar a las personas a oír un mensaje de parte
de Dios, va a tener que usar las Escrituras, porque la Biblia es el
instrumento que Dios usa para dar a conocer su camino y voluntad.
La Biblia tiene autoridad y si hacemos de ella nuestro texto,
entendemos que Dios hablará con poder por medio de su Palabra para
cambiar la forma de la vida y de la historia. Como Pablo le dijo a
Timoteo: "Que prediques la palabra" (2 Ti. 4:2a).
Clínica en predicación integradora
a hacer elecciones improductivas. Estoy convencido que los
predicadores no debieran verse obligados a elegir entre predicar la Biblia
y predicar acerca de "necesidades sentidas" por los oyentes. La
predicación narrativa no debiera estar en oposición a la predicación
expositiva, especialmente en razón de que a Dios le ha placido darnos
una gran parte de las Escrituras en la forma de historia.
La integración describe la manera en que dos entidades distintivas
funcionan juntas sin comprometer la integridad. La integridad tiene que
ver con lo que es completo (como un "número entero"). Entonces, lo que
hace la predicación integradora es juntar cosas como la cabeza y el corazón¡
el texto y el hoy, sin sacrificar para nada la integridad de las partes.
Puede parecer oxímoron (figura retórica o de lenguaje mediante la
cual la expresión produce un efecto que parece contradictorio, como
"amabilidad cruel" o 11 corre despacio") darnos cuenta de que tales
combinaciones aparecen en la Biblia. Quizás el más grande de los
ejemplos para los predicadores es la Palabra (el Verbo) se hizo carne
(Tn. 1:14). Cristo Jesús no escogió entra la divinidad y la humanidad.
Del mismo modo, los predicadores tampoco debieran tener que escoger
entre los oyentes y la Palabra de Dios
¿Cuál es la gran idea?
Comprensión
El modelo integrador
Este libro está basado sobre un modelo que llamo Predicación
integradora. Durante demasiado tiempo, el estudio de la homilética
se ha estado formando sobre un sistema de polaridades (exposición o
narración¡ explicación o experiencia), lo cual ha forzado al predicador
123
Comprensión
124
Predicando con integridad
Clínica en predicación integradora
125
¿Cuál es la historia? La integración del texto V el corazón
La primera tarea del predicador es involucrar al oyente. Los
predicadores nunca debieran dar por supuesto que los oyentes acuden
al templo con un profundo deseo de escuchar sus sermones. Las personas tienen una capacidad de atención limitada. Probablemente es
mucho mejor que el predicador se imagine al oyente sentando con los
brazos cruzados y preguntando" ¿y qué? Demuéstreme que merece la
pena que yo dedique mi tiempo a escucharlo".
La mejor manera en que el predicador puede ayudar al oyente a
superar su escepticismo es haciendo la pregunta" ¿Cuál es la historia?"
Todo texto tiene una historia. La Biblia está llena de seres humanos
auténticos que pasaron por casi todas las situaciones humanas que
nuestros oyentes experimentan. Trabajar con la humanidad que
impregna el texto les dará a los oyentes personas de carne y hueso con
las que pueden identificarse. Quizá se convenzan de que la Biblia,
después de todo, tiene relevancia para ellos.
Texto
¿Y
qué?
=l
¿Cuál es la historia?
Corazón
están llamados a proclamarla. Es mucho mejor que seamos sinceros y
expliquemos la verdad con claridad.
cabeza
¿Dequ~.
se trata?
¿Cuál es la enseñanza?
Texto
Quizá la mejor manera en que el predicador puede lograr esto es
respondiendo a la pregunta: "¿Cuál es la enseñanza?" de este texto.
Quizá sea o no sea complejo o profundo, pero es siempre importante
y el oyente necesita conocerlo.
¿Cuál es el problema? La integraCión de la cabeza V el hoy
La tercera tarea del predicador, y quizá la más apremiante, es ayudar
al oyente a luchar con sus objeciones naturales al texto. Solo porque usted
ha sabido "expresar la enseñanza" no quiere decir que van a responder a
ello. Nuestra tarea no ha terminado solo cuando el oyente ha entendido
lo que decíamos. Más bien, imagínese al oyente moviéndose incómodo
en su asiento y diciendo: "Sí, ya entiendo lo que está diciendo, pero no
estoy seguro de si puedo (o quiero) aceptarlo".
¿De qué se trata? La integración del texto V la cabeza
La segunda tarea del predicador es enseñar al oyente. Las personas
necesitan saber de qué trata aquello. La identificación con la
experiencia bíblica es una buena manera de comenzar, pero por lo general no es suficiente. Las historias tienden a ser abiertas, sin límites.
Puede que esa sea la razón por la que nos gustan tanto, pues nos
permiten aportar nuestros propios significados, pero la intención de
la Biblia es más que eso. La Biblia tiene una agenda y los predicadores
l:
Sí,
pero...
¿Cuál es el problema?
Hoy
127
Predicando con integridad
Clínica en predicación integradora
El predicador necesita preguntar: "¿Cuál es el problema?" Tiene que
entrar al área de las suposiciones y objeciones bien enraizadas del
oyente. ¿Qué obstáculos necesitan ser vencidos para llevar al oyente
a decir: "Está bien, de acuerdo. Estoy listo para responder"?
Argentina, la República Dominicana o donde quiera que estén,
escuchen la importancia y relevancia de la ley. Pienso que tendría algo
que ver con la búsqueda de la santidad y si eso no es relevante hoy no
sé lo que lo sería. 1
El texto clave elegido por el pastor Carda es Hebreos 11:18-19. Las
imágenes del terremoto le parecieron útiles para desarrollar una
metáfora relacionada con el reino y con la inestabilidad de la vida
humana en la cultura contemporánea. Los predicadores luchan por
ofrecer una palabra de seguridad en un mundo que se estremece debajo
de los pies de las personas. La importancia y relevancia de la imagen
para mí puede que tenga algo que ver con el hecho de que vivo en una
zona de frecuentes temblores en la costa del Océano Pacífico en los
Estados Unidos.
Preparé un sermón similar en 1996 y desde entonces he predicado
distintas versiones del mismo, adaptándolo cada vez para que sirva
bien en las situaciones particulares de tiempo y cultura de los oyentes.
Rara vez escribo un sermón completo. Uno de los beneficios de ese
método es que, si tengo que predicar de nuevo ese sermón, me veo
forzado a rehacerlo, de manera que resulta renovado y actualizado.
En este caso voy a trabajar con los mismos puntos básicos del
sermón de una forma más deliberada que lo podía hacer en el sermón
de José. Las secciones clave del sermón aparecerán en letra cursiva.
Los comentarios aparecerán en el tipo de letra normal. Trataré de que
aparezca como lo prediqué en mi iglesia local, en Surrey, en British
Columbia. Soy afortunado de que mi pastor y amigo, David Horita,
que es un excelente expositor bíblico, no acapara el púlpito, aunque a
algunos en la congregación les gustaría que lo hiciera.
126
¿Cuál es la diferencia? La integración del hoy y el corazón
La última tarea del predicador es ayudar al oyente a imaginarse las
posibilidades que pueden surgir de la obediencia al llamamiento de
Dios mediante este sermón. "¿Ahora qué?", dice el predicador.
"¿Cómo cambiará el mundo a causa de que hemos estado escuchando
a Dios en esta mañana?"
De esta forma el predicador responde a la pregunta: "¿Cuál es la
diferencia?" Siempre debiera haber una diferencia. Nunca debiéramos
imaginarnos que nuestra predicación quede simplemente en un asunto
de educación o entretenimiento. Deseamos ver que suceden nuevas
cosas por la gracia de Dios y para su gloria. Imagínese que ...
I-Ioy
D
¿Ahora
qué?
¿Cuál es la diferenCIa?
Corazón
La elección del texto
Fundamentos Que tiemblan. Hebreos
La primera tarea en la predicación es la elección de un texto
apropiado. Cuando los estudiantes me preguntan qué texto debieran
predicar, tiendo a responder con ambivalencia: "¿Está en la Biblia?"
Si es así, merece la pena predicarlo. Estoy convencido de que la Biblia
es inherentemente relevante, toda ella. Levítico es digno de ser
predicado siempre y cuando nosotros podamos interpretar nuestro
texto de tal manera que nuestros oyentes en Estados Unidos, México,
Las cosas se pondrán temblorosas
12:28~29
Usted no esperaba seguridad, ¿verdad que no? La bolsa de
valores es una montaña rusa. Su puesto de trabajo puede
desaparecer. El porcentaje de divorcios es tan elevado que nos
despierta muchas preguntas y los científicos todavía nos siguen
avisando que "uno de los grandes" está por venir. (Se refiere a
128
Predicando con integridad
Clínica en predicación integradora
uno de los grandes terremotos que aparece cada cierto tiempo.)
Las cosas se pondrán un poco temblorosas. Hace poco pregunté
cuánto me costaría una póliza de seguros contra terremotos.
Me informaron que costaría un cincuenta por ciento más que
toda cobertura básica. ¿Se lo pueden imaginar? Me costaría
cuatrocientos dólares todo lo demás: Incendio, robo, invasión
extranjera, pero si quería la cobertura contra terremotos,
tendría que pagar seiscientos dólares más. ¡Qué barbaridad!
Dios habló desde el monte y toda la tierra se estremeció al
sonido de su voz. Todos habían escuchado las historias acerca
del humo y del fuego y de que no era nada sabio provocar a
Dios. Él prometió que volvería a hablar de nuevo, y esta vez
[dice el v. 26], haría que se estremeciera no solo la tierra, sino
también el cielo.
Decidí arriesgarme. Por supuesto, me asusto y me quedo sin
respiración cada vez que leo uno de esos artículos en el
periódico o esas entrevistas en la televisión, ustedes saben,
me refiero a esas con un sismólogo hablando acerca de que
suele haber un gran terremoto en nuestra área cada cincuenta
años más o menos. Piense en ellos, pues ya han pasado
cincuenta años desde que ocurrió el último. Como la mayoría
de nosotros, vivo aceptando el riego. Todos vivimos con el
conocimiento de que toda esta zona es inestable y que uno de
esos buenos temblores puede hacer que todo se derrumbe a
nuestro alrededor.
Yo sé, lo que usted quiere es escuchar un sermón, no unos comentarios
dispersos acerca de preparativos acerca de terremotos, pero yo tengo que
captar primero su atención antes de que estén dispuestos a oírme. Las
imágenes del terremoto nos vienen directamente del texto, como sucede
con todas las buenas imágenes para sermones. Todo eso tiene ese sentido
de relevancia diaria y fraguaré una transición suave y útil al contenido
del mensaje. Si hago mi tarea como corresponde, comenzaré a demostrar
cierta ansiedad latente que yo sé está oculta en el corazón de cada uno
de los oyentes. Volveré a trabajar en eso más tarde, pero si le puedo ayudar
a sentir su propia inseguridad, usted estará mejor predispuesto para la
enseñanza que sigue.
El pueblo de Israel entendería esto muy bien. Sabían lo que
significaba vivir con un ojo puesto en el sismómetro?
(sismógrafo?). Ellos contaban con una buena memoria y este
texto los lleva en sus recuerdos hasta el Sinaí [Éxodo 19] cuando
129
Eso lo conocemos como el juicio y este viene. Los hebreos lo
sabían y lo esperaban. Ellos entendían la inestabilidad básica
de todo lo creado. Sabían que Dios les reclamaría y les tendría
como responsables.
No hay mucha narración en el libro de Hebreos, pero hay un sentido
de humanidad. Me hubiera gustado haber sacado más de una historia
de los pocos hechos que tenía a mano. Podía ciertamente haber creado
un mayor sentido de urgencia. Sin embargo, estaba preocupado de que
podía aparecer como artificioso. No sabemos mucho acerca de quién
escribió la carta y conocemos poco acerca de los sucesos específicos
que la motivaron. Aquí estoy tratando de conectar a las personas que
me escuchan a mí con los que fueron los primeros lectores. Quiero
que mis oyentes presten atención a su propio sentido de responsabilidad o al menos, a su propio temor de que el juicio es una realidad
y viene, y tendrán que rendir cuentas. Todos tenemos en alguna parte,
dentro nuestro, ese sentido esencial de nuestra futura evaluación.
Usted lo sabe y yo lo sé. Cada vez que la tierra tiembla,
recordamos que hay cosas que no podemos controlar. El mundo
es mucho más grande que nosotros y aunque no queremos
aceptarlo, a veces somos golpeados por cosas tan grandes que
no tenemos otra alternativa que lidiar con ellas. Las llamamos
actos de Dios (que es una buena manera de llamarlas). Hay
fuerzas en este mundo que nos pueden vencer y derribarnos,
que nos asustan mucho cuando nos atrevemos a pensar en
ellas. Las cosas se pondrán temblorosas.
Note la repetición de la coletilla. Eso es algo que aprendí del libro
Homiletic [Homilética], de David Buttrick y para mí tiene mucho
Predicando con integridad
Clínica en predicación integradora
sentido. 2 Más bien que usar divisiones en varios puntos obvios que
aburren a las personas con su falta de sentido, prefiero desarrollar un
sermón un poco más orgánicamente, creando un sentido de continuidad
que ayuda al oyente. El sermón tiene estructura, pero no necesito ver el
esqueleto; prefiero mantener los huesos debajo de la piel. Quizás eso
ayuda a pensar en tramar y argumentar más que en bosquejar.
No obstante, los oyentes necesitan algunas señales indicadoras.
Trato de usar coletillas, frases sencillas y fáciles de recordar para ese
propósito, que repito como un estribillo. Las repito dos o tres veces al
comienzo y al final de cada sección para que el oyente pueda seguir
mi línea de pensamiento. No necesito que los oyentes memoricen mis
coletillas o que las escriban para rellenar los espacios en blanco del
bosquejo impreso en el boletín (no hay nada malo con eso). Me siento
satisfecho si eso sucede subliminalmente.
Me gusta usar coletillas que se puedan recordar y repetir fácilmente.
Con frecuencia mis estudiantes quieren usar frases como coletillas,
en vez de expresiones sencillas. liLa inestabilidad de la vida
contemporánea 11 , puede servir como un subtítulo en una página escrita,
pero no es una buena coletilla. Todo predicador que trata en realidad
de decir tales cosas en un sermón terminará dando la impresión de
hablar como un profesor. ¡Qué horror! Lo último que quiero para mis
oyentes es que piensen que les estoy dando una conferencia. Ya es
suficientemente malo que tengan que escuchar un sermón. liLas cosas
se pondrán temblorosas", puede que no sea elegante, pero es algo que
puedo decir en un sermón.
He encontrado también que las coletillas facilitan transiciones
suaves. En este caso, es una transición fácil pasar de lilas cosas se
pondrán temblorosas" a decir 11 el reino de Dios nunca será
conmovido".
que sus pies están sobre roca firme. Cuando todo 10 demás se
desmorona a su alrededor, el reino de Dios queda. El reino de
Dios nunca será conmovido.
130
El reino de Dios nunca será conmovido
Eso es lo que ustedes necesitan escuchar. Eso es lo que me
sacó a mí de la cama esta mañana. Me desperté sabiendo que
tendría la oportunidad de pararme en la plataforma y decirles
la verdad que Dios quiere que ustedes conozcan: Su reino
permanecerá. Es inconmovible, es el único lugar donde siente
131
Me gusta ser abierto en cuanto al segundo cuadrante del sermón.
Lo que trato es de dar a conocer una enseñanza y no hay razón para
dedicarse a dar vueltas. Este no es el momento para sutilezas. Pararé
en seco si es necesario, agarraré a las personas por los hombros y las
zarandearé, para estar absolutamente seguro de que conocen la gran
idea. Mi convicción por el estudio del texto es que la idea más
importante, lo que Dios quiere que ellos sepan por medio de este texto
en este momento, es que Él está edificando un reino que permanecerá.
No puedo arriesgarme a que ellos no capten esto, pues de lo contrario
el sermón se pierde.
Hay varias cosas que necesitamos notar en este texto.
Mi plan es estudiar el texto, detallando las cosas que se enseñan aquí.
Primero, el versículo 26 nos recuerda que Dios conmovió la
tierra antes, y que Él puede, mejor dicho, la conmoverá de
nuevo. El primer temblor se refiere a la experiencia en el Sinaí
(vv. 18-21) cuando Dios se dio a conocer en el monte. Aquel
momento fue tan espantoso que las personas lo recordaron
para siempre.
No sentí que fuera necesario decir mucho acerca del Monte Sinaí
porque ya había descrito aquel acontecimiento en el primer cuadrante.
Con todo, Dios ha prometido que volvería a conmover la tierra
una vez más. Esta es una promesa de juicio. Aparece descrito
de forma más completa en el versículo 29 con el uso de una
segunda metáfora, además de la del terremoto: La del fuego
consumidor. Ambas imágenes describen la destrucción de los
elementos físicos debido a la intervención deliberada de Dios
en el mundo que Él ha creado.
132
Predicando con integridad
En este momento, podía haber introducido otros textos e
información para apoyar la enseñanza de que Dios tiene la intención
de juzgar. Decidí que para este sermón no iría más allá de este texto.
Segundo, el versículo 26 nos dice que cuando, no si Dios lo
hiciera, Dios conmueva de nuevo la tierra, los efectos se
extenderán no solo a la tierra, sino también al cielo.
Clínica en predicación integradora
133
De nuevo, siento que quiero decir algo más aquí, pero guardaré parte
del lenguaje de motivación para el cuarto cuadrante.
Por último, los que están en Cristo, que están vinculados
con el reino inconmovible, tienen una sola respuesta. Esa
respuesta es gratitud y servicio. En realidad, el texto usa la
misma palabra para describir ambas respuestas. Algunas
versiones de la Biblia hablan de adoración" y "servicio", pero
de hecho es lo mismo. Porque adoramos en acción.
Respondemos por medio de la adoración.
11
Esto indica que el terremoto de Dios no estará localizado como
sucedió en el Monte Sinaí. Esta vez afectará a todo el orden
creado.
A menudo he encontrado que me ayuda el numerar las observaciones ("primera,,,. segunda,,,. tercera,,,."), aunque estos no son
"puntos" en el sentido retórico tradicional. No razono acerca de esto
lo suficiente como para hacer pensar que son proposiciones.
Simplemente estoy estableciendo la lógica del texto con el fin de
apoyar la gran idea del sermón.
Tercero, los versículos del 27 al 29 indican que hay algo que
no será conmovido: El reino de Dios. Aunque el temblor se
extiende hasta el cielo, el centro de lo que Dios ha establecido
no puede ser tocado. A semejanza del fuego consumidor que
lo quema todo excepto la roca, el terremoto tiene una función
purificadora. Todo lo que no es permanente ni santo se deshará
y caerá como cae el polvo sobre el suelo. Lo único que quedará
es el reino que Dios ha estado edificándose desde el comienzo
de los tiempos.
Diré más acerca de esto en un momento. Tengo una ilustración que
voy a usarla para ayudar a profundizar este pensamiento.
Cuarto, el versículo 28 nos dice que todos los que están en
Cristo se encuentran vinculados con este reino inconmovible.
Somos inmunes a los terremotos. Encontraremos nuestra
seguridad en nuestra relación con Dios mismo en su reino.
No quiero dedicar demasiado tiempo a la consideración del griego.
Sin embargo, encontré interesante y útil notar que la palabra griega
1atreuo podía ser traducida como adoración o como servicio. Solo
expresar la palabra griego en un sermón puede tener un efecto negativo
en los oyentes. Prefiero usar lo que he encontrado en el estudio de las
lenguas sin hacerme ostentoso acerca de ello.
De hecho, los primeros versículos del capítulo 13 describen
lo que se entiende por la adoración y el servicio: Amar a los
hermanos. Ser hospitalarios con los desconocidos. Acordarse
de los presos, incluso de los que nos maltratan a nosotros.
Honrar el matrimonio. Sentirnos satisfechos con las cosas
buenas que Dios nos ha dado.
Aunque procuro mantenerme enfocado en el versículo 28, ayuda
el extender el contexto del sermón más allá de sus límites estrechos.
En este caso las listas de acciones que encontramos en los primeros
versículos del capítulo 13 son una aplicación evidente de la adoración
y el servicio que se nos describe en el versículo 18 del capítulo 12.
Hacemos esto porque tememos a Dios, lo que significa que lo
respetamos, que le tenemos reverencia. Dios es santo y puede
conmover el mismo terreno sobre el cual estamos parados.
Dependemos de Él para nuestra seguridad y para nuestro futuro. Gracias a Dios que podemos depender de su gracia.
134
Predicando con integridad
Ahora necesito recordarles nuestro texto principaL
Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible [esta
última palabra hay que pronunciarla con una dosis extra de
pasión], tengamos gratitud y mediante ella sirvamos a Dios
agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es
fuego consumidor.
Luego de haber detallado la lógica del texto, ha llegado el momento
de ilustrarlo.
Recuerdo que hace unos años visité el "Mundo de la ciencia".
Habían dedicado un salón muy amplio a la exhibición de
construcciones hechas mediante bloques para jugar que vende
la empresa Legos®. Estos bloques son uno de los grandes
juguetes que han sido inventados y es increíble lo que las personas son capaces de hacer con estos bloques. Hay automóviles
de carreras a tamaño natural y animales exóticos, incluso
ciudades completas construidas con estos pequeños bloques
de plástico. En uno de los rincones del salón había un
simulador de terremotos donde se animaba a las personas a
construir una estructura con estos bloques sobre una placa de
metaL Luego de haber terminado la estructura, el constructor
podía pulsar un botón, que hacía que la placa se estremeciera
y vibrara. El propósito era comprobar la estabilidad de
estructura. Todo lo que estuviera mal conectado, todas las
piezas que no estuvieran bien sujetas y apoyadas, terminarían
desprendiéndose y cayendo. La idea era verificar si la persona
podía construir algo suficientemente fuerte como para
aguantar todo el movimiento causado por los temblores.
Aquella exhibición trajo a mi mente lo que he leído en el
versículo 27. El pasaje dice que Dios conmoverá la tierra con el
sonido de su voz y que todo lo que sea movible, todo lo impuro,
todo lo extraño y todo lo corrompido se deshará y caerá. El temblor será tan fuerte que todo lo que es egoísta, todo lo temporal
caerá y se convertirá en escombros sobre el suelo. Lo único que
Clínica en predicación integradora
135
quedará en pie, lo único inconmovible, será el reino de Dios.
Nosotros seremos salvos si pertenecemos a ese reino.
¡Eso es suficiente!
Resulta difícil encontrar terreno firme cuando el suelo tiembla
debajo de nuestros pies
El reino de Dios no puede ser conmovido. Eso lo entiendo. Al
menos lo entiendo intelectualmente. Y no obstante, es difícil
encontrar el fundamento cuando el suelo tiembla debajo de
nuestros pies. Una cosa es decir que Dios puede hacernos lo
suficientemente fuertes como para aguantar el terremoto. Mi
problema está en que no me gusta mucho verme estremecido.
Me gusta sentir firmeza debajo de mis pies. Resulta difícil
encontrar solidez cuando el mismísimo suelo está temblando
desde abajo.
Este es el tercer cuadrante del sermón, donde tratamos de enfrentar
el problema. Estoy convencido de que la objeción principal del oyente
a este mensaje puede ser un poco más emocional que intelectuaL Si
hay Dios, la mayoría de nosotros no tendríamos gran dificultad en
entender que un "Dios" les daría fuerzas a sus seguidores. ¿No está
para eso? No obstante, los hechos siguen, todavía nos resistimos a pasar
por esas dificultades. Todavía no nos gustan los temblores.
En esta parte del sermón queremos ser sinceros. Yo trato de forzarme
a mí mismo a salir de mi papel como predicador por un poco de tiempo.
Trato de hablar por el oyente, usando la voz del oyente. Cuanto más
auténtico le suene al oyente, tanto más profundo es el impacto.
Idealmente, si puedo hacer que afloren las ansiedades ocultas y asuntos
que el oyente tiene bien guardados en lo profundo de su ser, Dios hablará
poderosamente a esos lugares importantes de la vida del oyente.
A veces el mundo parece muy estable, muy permanente. Otras
veces da la sensación de que todo se mueve tan rápidamente y
de una forma tan impredecible que tenemos el temor de que
no tenemos ninguna posibilidad. N o podemos seguir y con
137
Predicando con integridad
Clínica en predicación integradora
todo no podemos parar de correr. En momentos como ese,
hablar acerca de Dios parece muy idealista. Parece muy
atractivo y, no obstante, tan inverosímil. Usted quiere que yo
encuentre esperanza en Dios y al mismo tiempo, Dios parece
estar muy lejos de mí. Usted quiere que yo crea en la promesa
de Dios y esa promesa parece un cuento de hadas cuando yo
estoy parado sobre un terreno que tiembla.
debilidad de buenos amigos ... " Cuanto más específico sea el
predicador, tanto más auténtico sonará el sermón al oyente.
Note cómo me he puesto en el papel del oyente en contra del
predicador. Por un momento, el predicador se convierte en una
presencia diferente en el sermón, una presencia contra la que hay que
reaccionar.
Ahora quiero llevar al oyente de regreso. Suavemente quiero
ayudarle a él o a ella a pasar del "Sí, pero ... " del sermón al l/Sí, está
bien". Quiero llevarle de decir l/Sí, ya sé lo que dice el texto, y me
gustaría creerlo, pero tengo esta objeción que no puedo superar" al
punto en el que dice: l/Sí, está bien, creo que estoy listo para responder
a lo que está diciendo". En este caso trato de conseguir el efecto del
sermón original mediante el uso de la imagen que resultaría familiar
para la mayoría de los oyentes de la zona donde vivo.
136
Un ensayo escrito por Joseph Addison en 1710, nos cuenta la
historia de un empresario que se ve a sí mismo en una isla
desierta. Él pone en marcha un buen negocio vendiendo una
pastilla que es l/muy buena en contra de un terremoto".
Sin duda, es muy reconfortante saber que Dios me provee de
ese fundamento sólido. Sin esos asideros en el reino de Dios,
¿qué tengo? Terminaría retorcido en el fondo del monte, como
todos los demás.
l/Muy buena en contra de un terremoto". Creo que me gustaría
tener una de esas pastillas. Y creo que a ustedes también les
gustaría tenerla. Quizá podamos obtener un buen descuento
si la compramos en grandes cantidades. ¿Para una pastilla
como esa? Sí, el mercado no tendría fin.
¿Conoce usted el edificio de la Compañía Eléctrica de la Costa
Oeste en la calle Ceorgia en el centro? Es un edificio asombroso
y dicen que está construido a prueba de terremotos. Presenta
una torre de cemento, muy reforzado con columnas y vigas
de acero, que penetran profundamente en la tierra. Es tan
seguro como es posible hacerlo.
Todo es muy inestable en el mundo. Nada permanece igual
después de veinte minutos. Todo cambia. Hablaba esta semana
con un grupo de líderes y todos están de acuerdo en que ya no
es posible mantenerse al día con la cultura. Como líderes, nos
resulta imposible tener un buen conocimiento y entendimiento de todo lo que es de interés en el mundo y de todo lo
que se supone que debemos conocer. Hay muchos niveles con
los que no podemos relacionarnos. Si no podemos relacionarnos, ¿cómo podemos ser relevantes? Es deprimente.
Sin embargo, el edificio en sí no es la torre. Nadie vive o trabaja
en la torre. Toda la actividad tiene lugar en una estructura
que encaja como una funda en la parte alta de la torre. Esa
especie de manga está suspendida de lo alto de la torre
mediante grandes cables. Se han instalado barras estabilizadoras de forma que en el curso normal de los sucesos se sienta
como cualquier otro edificio. Pero si la tierra llegara a temblar,
las personas estarían seguras. ¿Por qué? Porque están sujetos
a la torre fuerte. ¿Verdad que eso suena muy bíblico?
En el libro, el pastor José Carcía dedica tiempo a detallar algunos
de los asuntos específicos de la pasada semana que lo llevaron a perder
su estabilidad. l/He visto a mi esposa en el hospital. He visto la
Ahora ha llegado el momento de terminar. El cuarto cuadrante nos
lleva a la aplicación. Quiero imaginarme la diferencia que este sermón
138
Predicando con integridad
puede tener en la vida de cada uno de los oyentes y quiero hacerlo de
una forma vívida y significativa.
Encontramos nuestro fundamento en el reino de Dios
En un mundo inestable en el que todo cambia, podemos
encontrar un lugar firme donde sentirnos seguros en el reino
de Dios. Todo lo demás puede deshacerse y caerse, pero mientras
tanto que somos parte del reino inconmovible, tendremos un
lugar firme donde estar. Encontraremos nuestro fundamento.
Una de las ventajas de este pasaje es que el texto nos provee una
forma primaria de responder al sermón. La parte difícil es desarrollar
este pensamiento sin meterse en explicaciones detalladas. Este no es
el momento para ser intelectualmente exigentes. Este es el momento
cuando queremos estimular una respuesta.
Nuestro texto nos proporciona dos maneras de responder a
esta verdad. "Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible", dice la Biblia, "tengamos gratitud, y mediante ella
sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia". La palabra griega puede traducirse como" adoración" o "servicio".
En otras palabras, estemos ocupados. Seamos la clase de personas que Dios nos ha llamado a ser. Amémonos unos a otros.
Adoremos con nuestras acciones. Honremos al Señor con
nuestra vida. Permanezcamos casados. Mostremos hospitalidad hacia nuestros amigos y enemigos. No codiciemos lo que
es de nuestro prójimo porque Dios nos ha prometido que no
nos desamparará ni nos dejará (una referencia a 13:1-6). Esto
es correcto y apropiado. Es la respuesta apropiada al Dios ante
el cual todos somos responsables, el Dios que aparece descrito
como "fuego consumidor".
En el libro, el pastor Carcía se esfuerza por encontrar algunas cosas
específicas en la vida de cada uno de sus oyentes. Habla acerca de personas que están preocupadas por su trabajo y otros que luchan por
mantener su fe en una cultura posmoderna. El tono de la apelación es
Clínica en predicación integradora
139
animador y motivador. Mi sermón real sigue la misma línea.
Algunos de ustedes han puesto mucha fe en la bolsa de valores
bursátiles. ¿Cómo les va? ¿Tenían ustedes acciones de ENRON
o de otras empresas que han tenido problemas?
A principios de este siglo XXI las compañías mencionadas y otras
eran d~ las más busca~as por los inversores en los Estados Unidos, pero
despues de sus notOrIOS fracasos, perdieron mucho de su valor en la
bolsa. Hablar de esas empresas en público enoja y pone nerviosas a
miles de personas.
Otros están poniendo su confianza en el trabajo. Pero ustedes
saben que no hay un oxímoron (figura de lenguaje mediante
la cual una expresión produce un efecto que parece
contradictorio) más grande que el de "trabajo seguro".
Termino el sermón con otra experiencia personal.
Hace un par de años me invitaron a dar una conferencia en la
Primera Iglesia Presbiteriana de Seattle. Esa iglesia lleva
establecida en el centro de la ciudad bastantes años. Todo,
desde las gruesas paredes de piedra hasta las fotografías de
anteriores líderes de la iglesia que cuelgan de esas paredes,
habla de estabilidad y antigüedad. Pasé algo de tiempo
observando el rostro de las personas en las fotografías,
expresaban firmeza, lealtad y dedicación.
En medio de la conferencia, sentí un fuerte temblor. Al
principio pensé que sería un tren que pasaba, pero luego me di
cuenta de que no había trenes en aquella parte del centro de la
ciudad. ¡Era un terremoto! Nos miramos los unos a los otros
sin saber qué hacer. ¿Debíamos meternos debajo de las mesas? ¿Convenía protegerse bajo el marco de una puerta? Miré
a una señora que tenía a mi derecha limitada a una silla de
ruedas. ¿Cómo podría ayudarla si el tejado comenzaba a caer?
140
Predicando con integridad
El terremoto terminó a los pocos segundos. Nos miramos unos
a otros con alivio y continué con mi conferencia. Más tarde,
sin embargo, me dediqué a pensar en la experiencia. Si el
terremoto hubiera tenido un poco más de intensidad y hubiera
durado unos segundos más, el edificio podía haberse venido
abajo. Otros edificios en esa área quedaron destruidos. Los
escombros podían haberse acumulado en el suelo y aquellas
fotografías podían haberse roto y caído. El edificio pudo haber
quedado destruido, pero no 10 que representa. El reino de Dios
nunca puede ser destruido. Aférrese al reino. Es nuestra
esperanza y nuestra salvación.
Siempre me gusta encontrar una manera en la que los oyentes
respondan al sermón de una forma tangible. La predicación nunca
debiera ser hipotética. Con frecuencia nuestros sermones presentan
ideas y proponen posiciones sin describir nunca un resultado específico
que se puede esperar. Y si se describe algún resultado, se presenta como
una respuesta hipotética a 10 que un día podría ocurrir si nos enfocarnos
alguna vez en esa situación, un día, quizá. Es siempre acerca de lo que
haremos en otro momento cuando nos enfrentemos con el problema
o la oportunidad que el predicador tiene en mente. Es siempre acerca
de otro momento y lugar más tarde.
En este caso, el resultado esperado del sermón aparece directamente
en el texto. Nuestra respuesta es adoración, gratitud, servicio. Un líder
de adoración creativo sabrá como ayudar a los oyentes a responder de
forma apropiada a lo que han escuchado.
Recibimos un reino que no puede ser conmovido. Hay solo
una respuesta y esta es adoración, gratitud y servicio. Debernos
servi~ a Dios. Debernos adorarlo con gratitud por el hecho de
que El asegura nuestro futuro. No seremos conmovidos
mientras tanto que estemos vinculados con aquello que es
firme y confiable: El reino de Dios que no puede caer. Aunque
toda la tierra se deshaga a nuestro alrededor y caiga, nosotros
no caeremos. No seremos conmovidos. Somos ciudadanos del
reino, del reino inconmovible de Dios.
Clínica en predicación integradora
141
Permanezcamos firmes todos juntos, la expresión física del
reino de Dios en este lugar. Tomémonos de las manos como
un símbolo de nuestra unidad. Mirémonos a los ojos y
cantemos juntos las alabanzas a nuestro Dios.
Es una expresión modesta, pero es algo. La relación física de los
oyentes mediante la unión de las manos es un medio mediante el cual
el predicador puede ayudarlos a tener un sentido de que son parte de
algo que es mucho más grande que ellos mismos, algo que no puede
estremecerse ni ser destruido.
Entiendo bien que intentar describir un sermón por escrito es un
ejercicio prácticamente inútil. No espero ser capaz de duplicar el efecto
para el lector en las páginas de un libro. Un sermón no puede ser escrito
corno tampoco puede publicarse. Un sermón es un momento
irrepetible en el tiempo cuando Dios viene y se encuentra con su
pueblo en el contexto de su Palabra. Es un acontecimiento en la
presencia de Dios. Es nuestra pasión. Nuestro llamamiento.
Fundamentos que tiemblan
Hebreos 12:28-29
6
Solo humano
HACIA UNA ANTROPOLOGíA DE LA
PREDICACiÓN
Los predicadores son solo seres humanos. Parece que es una lástima,
dada la magnitud de lo que intentan. Es asombroso que un humano,
deficiente y finito, pueda pararse en el púlpito y se proponga hablar
en el nombre de Dios. Y es un misterio que Dios estuviera de acuerdo
en hablar por medio de esos seres humanos.
Lo que sigue sirve como un modesto intento de lidiar con los
asuntos relacionados con la humanidad del predicador. Tratará con ese
asunto enfocándolo alrededor de tres preocupaciones: La primera, bajo
el encabezado de "Inmanencia", ofrece una base teológica para la
predicación. La segunda, bajo el encabezado de "Integridad", lidia con
las debilidades del predicador como un ser humano. La tercera, bajo
el encabezado de "Revelación", pregunta cuán humano puede
permitirse ser el predicador cuando predica. Al hacerlo aSÍ, estoy
tratando de sugerir formas de pensar acerca de antropología o de los
aspectos humanos de la predicación.
143
144
Predicando con integridad
Que la predicación sea realizada por los humanos es tanto un placer
como un dilema. Es, al final, la esperanza de todos los seres humanos
en todo lugar.
Inmanencia
He reflexionado con frecuencia en la sabiduría de la predicación.
Dios tenía otras opciones. Que Dios optara por la predicación como
un medio mediante el cual transmitir su voluntad a humanos rebeldes
y caprichosos parece insensato cuando había muchas otras posibilidades. La relevancia del mensaje parece ser mucho más importante
que lo este método parece indicar.
Las empresas de transporte expreso (rápido) tienen como prioridad
asegurar a los clientes que son capaces de entregar cualquier paquete
en cualquier lugar, a tiempo e intacto. ¿Podrían los predicadores hacer
la misma promesa? Sería imposible imaginarse un paquete más
precioso que el evangelio de Cristo Jesús, no obstante, resulta difícil
de imaginarse un sistema de entrega más defectuoso que las palabras
pronunciadas por el predicador.
Había otras opciones. ¿Por qué no podía Dios haber transmitido esta
información tan vital mediante un sistema de trasvase de conocimiento biotécnico? Él podía sencillamente haber plantado en nuestra
mente lo que necesitamos conocer. Podía haberlo escrito en nuestro
ADN.
Por supuesto, en un sentido Él lo ha hecho. Él ha puesto eternidad
en nuestro corazón (Ec. 3: 11). Nos ha creado a su imagen y semejanza.
No obstante, luchamos con el mensaje. Nuestro cráneo es demasiado
grueso y nuestra mente demasiado torpe para oír la Palabra que Dios
prepara para nosotros. Nuestra lengua es demasiado lenta para dar a
conocer la verdad que Dios quiere que conozcamos.
Todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo. ¿Pero cómo
pueden las personas invocar el nombre del Señor si no han creído en
Él? ¿Y cómo puede creer en el Señor si nunca ha oído acerca de Él? ¿Y
cómo pueden oír acerca del Señor si no hay nadie que les hable de Él?
i Y cómo va a haber quien les hable del Señor si no tenemos
predicadores? (Ro. 10:12-15)
Solo humano: Hacia una antropología de la predicación
145
La predicación es lo Que Dios hace
Dejemos bien claro lo siguiente: Si la predicación es la transmisión
de la verdad divina que es suficiente para los hombres y las mujeres
para que la escuchen de parte de Dios y respondan fielmente a ella,
entonces la predicación es lo que Dios hace. Ningún humano podría
efectuar la clase de cambios espirituales que la predicación intenta
generar. Los predicadores humanos debiéramos liberarnos a nosotros
mismos de esa carga tan onerosa. En su lugar, los predicadores
debiéramos encontrar gozo en el hecho de que tenemos la oportunidad
de trabajar como instrumentos de Dios en esa tarea tan asombrosa.
Los predicadores necesitamos conocer cuál es nuestro lugar. Los
predicadores somos oyentes, quizá los primeros oyentes. Nosotros
tenemos una ventaja sobre todos los demás, pero somos oyentes lo
primero y por encima de todo. Comprender ese hecho nos proporciona
una gran libertad para ser auténticos. El mensaje depende menos de
nuestra habilidad para ser Dios que de nuestra habilidad para ayudar
a las personas a oír de Dios. La relación entre el oyente y el predicador
es una relación de individuos al mismo nivel, lo que nos permite la
libertad de ser sinceros y creíbles.
Me han invitado a menudo a ir a las iglesias y l/hablar". Estoy
comenzando a entender que mi propósito en el púlpito nunca es el de
hablar. Mi propósito es el de escuchar y el de ayudar a otros a oír. Dios
es el que habla, y todos los demás, nosotros, debemos ser humildes y
oír. No soy el mensajero. Nadie viene a oírme a mí. Yo no necesito
esa clase de presión. La predicación es lo que Dios hace.
Dios habla nuestra lengua
En cuanto a misterios, este es uno de los más grandes. Dios es
trascendente. l/Inmortal, invisible, Dios todo sabio, en luz inaccesible
oculto de nuestra vista".l El poder de adoración en este himno surge
precisamente del hecho de que quien lo canta es mortal y visible. Es
la parte l/inaccesible" la que nos preocupa más. Dios es completamente
diferente de nosotros. Sin pecado y sin mancha, Él está por encima y
más allá de la mezcla y confusión de la vida humana.
y no obstante, al mismo tiempo Él está con nosotros. Aunque es
trascendente y está muy por encima de nosotros, Él es Inmanente, lo
que quiere decir que está presente con nosotros. Él nos ama, nos creó
Predicando con integridad
Solo humano: Hacia una antropología de la predicación
y tiene pasión por nosotros. De alguna manera, dentro del corazón de
Dios, estaba el deseo de redimirnos. Pero como Pablo dice en Romanos
10:14: ¿Cómo podemos oír las palabras de salvación sin un predicador?
No podemos recibir lo que no hemos oído, y no podemos oír lo que
no nos dicen. Necesitamos a un predicador, y Dios nos provee de uno.
Jesús fue el primer predicador. Jesús, como Dios, descendió de su
gloria para vivir y caminar con nosotros. Él era la Palabra divina hecha
carne (Jn. 1: 14; cp. el v. 1). Clyde Fans lo expresó bien: "La encarnación
es el modelo más auténtico para la predicación porque fue el acto
supremo de comunicación de Dios. Jesús, que era el Cristo, dicho más
correctamente Dios con y para nosotros porque la Palabra eterna tomó
forma humana en una situación contemporánea. La predicación no
puede hacer otra cosa".2
El posmodernismo, por supuesto, no tiene en cuenta la realidad de
que Dios tiene todo el derecho de predicar porque Él está todavía en
el cielo. Si nosotros los instrumentos humanos entendemos
correctamente que Dios solo nos está usando a nosotros para llevar a
cabo sus propósitos perfectos, sabios y eternos, entonces podemos
hablar con más confianza. Sin duda, somos deficientes y finitos. Hemos
pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios (Ro. 3:23). Con todo,
los predicadores estamos llamados a abrir la boca y proclamar la verdad
de Dios a pesar de todo. Hacemos esto con la comprensión de que no
hablamos nuestras propias palabras, sino la Palabra de Dios. Nuestra
confianza no está en nosotros mismos, sino en Dios, quien habla por
medio de nosotros. Es su proyecto y nosotros solo tenemos el privilegio
de participar.
Merrill Unger lo dijo muy bien: "La autoridad y el poder, que poseen
los oráculos inspirados, queda manifiesta en el ministerio del púlpito
del expositor fiel de la Biblia. Él habla y, no obstante, es cierto el hecho
emocionante es que Dios habla al mismo tiempo por medio de él".3
Los posmodernistas llevan razón. Los humanos no tenemos ningún
derecho a jugar a ser Dios. Eso es correcto, porque nosotros no lo
intentamos. Dios habla nuestra lengua. El Dios trascendente se hace
inmanente, por medio de Cristo Jesús, a través de las Escrituras
inspiradas y por medio del Espíritu Santo. Los humanos solo
ayudamos. Ayudamos a las personas a oír de parte de Dios.
146
Los humanos ayudamos a las personas a oír de Dios
Era nuestra única esperanza. Los humanos, por su propia cuenta,
no podían tener la esperanza de encontrar el acceso a Dios o de hablar
por Dios, aunque tenemos una larga historia de intentarlo. Uno de los
ejemplos más tempranos y espectaculares tuvo lugar en Babel, donde
los humanos se propusieron construir una escalera al cielo (Gn. 11).
No convencido, Dios hizo añicos nuestra torre y aplastó nuestras
ambiciones de elevarnos por nosotros mismos hasta su nivel mediante
nuestros propios esfuerzos. Él nos esparció y confundió nuestra lengua
y de esa manera se complicó la tarea del predicador.
Está de moda pensar que el posmodernismo es algo nuevo y fresco
cuando, de hecho, sus raíces están enterradas en un terreno que es tan
antiguo como los sucesos descritos por Moisés en el libro de Génesis.
Cuando leemos la filosofía de los po smodernistas pronto discernimos
que todo el alboroto habla de dos problemas principales: Diversidad
cultural y lingüística. El pensamiento posmoderno trata la realidad
de que venimos de lugares diferentes y hablamos en formas diferentes.
Usan la media verdad de que todos tenemos nuestra manera propia
de ver la realidad. Puesto que ninguno de nosotros ha terminado de
edificar su propia torre personal de sabiduría divina, entonces ninguno
tiene el derecho de dar a los demás nada más que su opinión personal.
La proclamación parece arrogante. Nuestra cultura no permite la
predicación profética.
147
Integridad
Que Dios quiera usar a seres humanos deficientes y caídos para
comunicar su Palabra no le otorga al predicador ninguna licencia para
continuar con sus tendencias depravadas. Dios quiera que no dejemos
el pecado sin control a fin de que la gracia abunde (Ro. 6:1). Donde
Dios es compasivo, su pueblo no lo es. Los oyentes tienen poca
tolerancia para los que predican sin integridad.
Si hay alguna duda en cuanto a la verdad de esta afirmación,
consideremos el caso del sacerdocio católico romano. Durante siglos,
el pueblo en general apreciaba a los sacerdotes por su liderazgo
espiritual. Ahora, sin embargo, los sacerdotes se están tambaleando a
causa de las muchas acusaciones de inmoralidad sexual. La integridad
148
Predicando con integridad
del sacerdocio ha quedado en general dañada, quizás irreparablemente.
Como escribe Donald Cozzens: l/La absoluta confianza que una vez
se tenía en los sacerdotes se ha convertido en una cautelosa cordialidad.
Han perdido la autoridad incuestionable que una vez tuvieron: Su papel
como líderes morales y guías espirituales".4 Una vez que se pierde la
confianza, es casi imposible recuperarla. Dicho de forma simple: El
carácter cuenta.
La Biblia requiere integridad
Las cartas de Pablo a Timoteo y a Tito proveen de instrucción clara
y directa para los que aspiran a predicar. Pablo dijo que los predicadores
deben tener l/buen testimonio de los afuera" (1 Ti. 3:7) y deben ser
l/honestos, sin doblez" (v. 8). Tito 2:7-8 dice que el predicador debe
I/[presentarse] en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza
mostrando integridad, seriedad, palabra sana e irreprochable, de modo
que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de
vosotros".
Este hincapié en la integridad moral corre a todo lo largo de la Biblia,
tanto en el ejemplo de las personas como Job (Job 2:3) y David (1 R.
9:4, cp. Sal. 78:72), como también en la instrucción directa que
encontramos en los Salmos y Proverbios (p. ej. Pr. 19:1). Desde la
perspectiva bíblica, uno saca la idea de que no es suficiente para el
predicador con tener mucha labia. Conocer y saber usar la homilética
no es suficiente. La predicación que honra a Dios y bendice a las personas estará siempre acompañada por una vida recta.
Etimológicamente, la palabra integridad describe una estructura
sólida y completa. El individuo que tiene integridad es alguien en el
que se puede confiar, que dice la verdad y que vive la verdad. Esa persona practicará lo que predica.
El predicador requiere gracia
La implicación de nuestra necesidad de pureza puede ser tremenda
para aquellos de nosotros con suficiente integridad hacia nuestras
propias infidelidades espirituales y materiales. Si vamos a tener
integridad, el primer paso es que seamos sinceros con nosotros mismos
y con Dios en cuanto a nuestras debilidades y fallos.
La predicación requiere una intimidad vital con Dios por medio de
Solo humano: Hacia una antropología de la predicación
149
su Espíritu. Así, pues, ¿qué hace el predicador cuando Dios parece que
se ha ausentado sin permiso? ¿Cómo podemos predicar cuando el pozo
se ha secado? Todo predicador vacila entre la fe y la duda, la esperanza
y el temor. Resulta difícil ofrecer refrigerio cuando estamos viviendo
en el desierto.
Los predicadores con integridad tenemos que admitir también los
límites de nuestra sabiduría. Aunque nos gusta el alimentar el l/mito
de héroe", reconocemos cuando somos sinceros que la tarea es mucho
más grande que nosotros. ¿Qué vamos a hacer que anime a la esposa
abusada y a los hijos abandonados? ¿Cómo proclamamos que la verdad
es relevante a personas que creen que toda verdad es relativa? ¿Qué
hacemos cuando perdemos nuestro gozo y nuestro llamamiento parece
una carga pesada y monótona?
Nuestra primera respuesta debe ser reconocer nuestro fracaso. No
tiene sentido pretender ser lo que no somos. La sinceridad, incluso
acerca de nuestras debilidades personales, marca a un verdadero líder
espiritual. Cuanta más integridad tenemos, mayor es nuestra
disposición de admitir nuestro pecado. Sencillamente apelamos a la
gracia.
No obstante, la gracia nos parece un escándalo. Luchamos con la
idea de que alguien se pueda escapar tan fácilmente cuando debe tanto.
Cuando hemos sido perjudicados por el pecado del pecador, puede
resultar bien difícil responder con compasión al líder que nos ha
fallado. ¿Qué hacemos con nuestras expectativas rotas?
Consideremos el caso de Bill Clinton, que fue Presidente de los
Estados Unidos. Alan Wolfe de la Universidad de Boston nos describe
las dos respuestas hacia la inmoralidad sexual como una ilustración
de lo que él llama protestantismo duro y blando. Los protestantes duros
fueron intransigentes, disciplinados y de firmeza moral. Los
protestantes blandos fueron inclusivos, terapéuticos y perdonadores. 5
Por un lado queremos l/mantener el nivel alto" y por el otro, preferimos
ser l/compasivos". El primer enfoque apela a las normas bíblicas de
santidad. El posterior apela al mandato bíblico del perdón.
Por supuesto, ambos principios son esenciales dentro de las
Escrituras. Encuentran su punto de integración en el concepto bíblico
de la gracia. La gracia no libera a las personas de su responsabilidad
ante el Dios justo y recto. Como C. S. Lewis dijo: l/El verdadero perdón
150
Predicando con integridad
significa mirar con firmeza al pecado, el pe~ado que todav~a queda
después de haber dado toda clase de indulgencIas .y de haber :~sto todo
su horror, suciedad, mezquindad, malicia y sentus e reconcIlIado con
el hombre que lo hizo".6
La gracia no admite excusas, pero a la vez se a~egura de pe~donar.
Que Dios pudiera, por ejemplo, presentarnos a DavId como un ejemplo
de integridad (1 R. 9:4) a pesar de sus actos de adulterio, asesinato y
manipulación, es muy alentador.
Los predicadores entendemos bien que nosotros no nos presentamos
a nosotros mismos en base de los méritos de nuestro propio carácter
o competencia, sino sobre la base de la gracia que nos ha sido concedida
por Cristo. Nuestra habilidad para predicar es por comple~o un don
de la gracia de Dios. Podemo,s estar delante de su presenCIa ~o.n. un
carácter intacto solo porque El nos ha perdonado. Podemos dmgu a
otros con competencia porque Él nos ha habilitado. En todo lo que a
esto se refiere, aun los que nos siguen son un don de Dios.
Los oyentes requieren un ejemplo
Los pastores que decidimos caminar con integridad proporcionaremos a nuestros mensajes de una cierta autoridad. El predicador que
no tiene temor de decir: "Hacer lo que os digo y hacer como yo hago",
sigue una larga tradición. Pablo mismo invitó a los creyentes a que
siguieran su ejemplo (Fil. 3: 17). Si el sesenta y cuatro por ciento de los
hombres están luchando con tentaciones y compulsiones sexuales,
entonces los predicadores necesitaremos ser modelos de pureza y
fidelidad sexuaF El predicador que no solo habla la verdad, sino que
vive la verdad predicará con poder.
El ministerio de Billy Graham nos ha proporcionado uno de los más
notables ejemplos contemporáneos de esta clase de predicación ética.
Aun los periodistas cínicos encontraron que Graharn ofrece un mensaje
y un ejemplo que eran convincentes. 8 Claramente, él ha sido. un lí~er
creativo. Su competencia como líder, sin embargo, no hubIera SIdo
suficiente sin su carácter como un hombre del Espíritu. Al comienzo
de su ministerio, Graham. y su equipo tomaron algunas decisiones
firmes acerca de la manera en que iban a conducir su ministerio.
Determinaron deliberadamente evitar incluso la apariencia de abuso
financiero. Eligieron ser muy cuidadosos en evitar la posibilidad de
Solo humano: Hacia una antropología de la predicación
151
toda percepción de incorrección sexual. Estuvieron de acuerdo en
cooperar con toda iglesia que aceptara su visión del evangelio y evitar
todo sentido de competencia entre las iglesias.
Muchos pudieron pensar que ellos habían tomando más precauciones de las necesarias solo para descubrir a lo largo del tiempo que no
eran suficientes. Con todo, varias décadas más tarde, el ministerio de
Graham permanece como un ejemplo de corrección ética. La
credibilidad de su mensaje ha sido inmensamente elevada con esta
dedicación al carácter cristiano decidido deliberadamente y mantenido
a lo largo de los años.
Los que estamos comprometidos con la causa del evangelio
necesitamos tomar ciertas decisiones antes de recibir la gracia de Dios,
luego vivir de acuerdo con ello, eligiendo momento tras momento vivir
en maneras que sean congruentes con nuestro llamamiento. No será
fácil. El pecado y la humanidad van de la mano. Con todo, los humanos
que predicamos debemos aceptar y someternos a normas más elevadas.
La Biblia nos llama a ser santos como Dios es santo (1 P. 1:16). ¿Qué
parte de eso no entendemos?
Revelación
Recuerdo una tira cómica que leí hace unos años. Un pastor y su
familia estaban recibiendo un regalo de despedida de la congregación.
No había duda de que el pastor había predicado fielmente a estas personas por muchos años. Un anciano le ofrecía un libro bien grande y
pesado, lo que le resultaba bastante de difícil de sostener debido a su
tamaño y peso. El título del libro era visible en el lomo: "La vida y
tiempo del pastor Smith como fueron compilados de las ilustraciones
de sus sermones, tomo 1".
Todos conocemos la agonía de escuchar a un predicador que está
demasiado pegado de sí mismo y de sus propias experiencias. No obstante, pocos de nosotros estaríamos dispuestos a escuchar un sermón
desprovisto de experiencia humana y de sabor de auténtica vida
humana. Por su parte, el predicador debiera evitar interponerse entre
el mensaje de las Escrituras y el oyente. Y al mismo tiempo, los oyentes
encuentran deseable que al predicador se le vea humano.
tCuán humano debiera ser un predicador~ ¿Cuánta revelación
Predicando con integridad
Solo humano: Hacia una antropologia de la predicación
sincera pueden permitirse los predicadores sin causa demasiada
tensión entre sus oyentes?
predicadores que son ampliamente apreciados por su integridad y su
carácter irreprensible. Pero por cada líder que ha mantenido su pureza
personal y ministerial, podemos pensar de un predicador de la
televisión o de la teología popular que ha mostrado manos sucias ante
la luz pública. Como lo expresó Raymond Bailey: "Nosotros
predicamos la gracia de Dios, con todo, el predicador que saca de ese
pozo con demasiada frecuencia y profundidad carecerá de integridad
ante los ojos de la congregación. Sin duda, el predicador sabio limitará
la exposición de sus flaquezas personales a fin de no cansar el sentido
de perdón del oyente".1O
152
Nuestra humanidad se interpone en el camino
Es muy difícil aun para un predicador cuidadoso evitar poner algo
personal en el mensaje. El reto no es solo entender el texto
debidamente, sino también comunicarlo correctamente. Para cumplir
bien con esta tarea los predicadores debemos evitar insertar opiniones
personales a fin de identificar lo que Dios quiere decir. El reto consiste
en interpretar el pasaje bíblico sin confundir nuestro propio punto de
vista con el de la Biblia. 9 Hay que apartarse y no interponerse entre el
mensaje y el oyente.
Los predicadores que resaltan su propia persona y experiencias
personales en la predicación corren el riesgo de obstaculizar el objetivo
de la Palabra de Dios. La predicación debe exaltar a Cristo y solo a Él.
El predicador que cuenta una experiencia personal corre el riego de
aparecer demasiado bueno o demasiado malo. En el primer caso el
predicador puede aparecer arrogante e interesado. En el último caso,
el predicador se arriesga a negar la enseñanza o su autoridad. En ambos casos, el predicador atrae la atención hacia él a expensas del texto
y del autor del texto.
Físicamente, el predicador al estar en el púlpito frente a la
congregación es el centro de atención de todos. La posición es
seductiva. Muchos predicadores sucumben a la tentación, estimulan
esta atención por la manera en que visten y por la forma en que se
conducen ante los oyentes. La respuesta de la congregación puede ser
cautivante. Cuando los oyentes prestan más atención al predicador
que al mensaje que está siendo entregado, el contrato se ha roto.
El orgullo es un acompañante constante. Los predicadores
aprendemos rápidamente que el púlpito nos puede servir muy bien
como un medio de promovemos o de protegernos a nosotros mismos.
El sermón puede ser embriagante para los predicadores que buscan
maneras de avanzar su agenda personal. Tales predicadores necesitan
recordarse a sí mismos que "no es acerca de ellos", sino de Dios. El
sermón no le pertenece al predicador.
Ciertamente todo se queda corto de la gloria de Dios (Ro. 3:23), yel
mensaje nace con pies de barro. Por supuesto, podemos citar
153
Pero la humanidad también ayuda
Por el otro lado, se pueden decir varias cosas a favor de expresar
nuestra humanidad en el sermón. Una de las dificultades inherentes
en la predicación es la "espiritualidad" del mensaje. El predicador
ofrece verdad trascendente a personas que no pueden escapar del
espacio y del tiempo. ¿Cómo lo finito puede apreciar lo infinito?
¿Cómo pueden los oyentes contemporáneos superar su naturaleza
subjetiva lo suficiente como para ganar acceso a lo objetivo?1l De
alguna manera el mensaje tiene que ser percibido como "real". El
hablar del texto en términos "reales", ofrecer ejemplos contemporáneos e interacciones tangibles hacen que la verdad sea más accesible
para los oyentes.
El predicador que acentúa el carácter humano del texto tiene
mejores posibilidades de que al menos lo escuchen. Los personajes de
la Biblia (así como los oyentes originales del texto) no son extraños a
las experiencias de las personas contemporáneas. Lloraron, rieron,
sintieron, se enfermaron y se enfrentaron a la muerte como nosotros
lo hacemos hoy día. Si el predicador puede ayudar a los oyentes a
"revivir" el texto, puede que estén bien preparados para al menos
considerar sus proposiciones.
Las personas confían unas en otras. En un mundo complejo y
cargado de opciones, las personas tienden a confiar en las recomendaciones y consejos de personas que admiran y en las que confían. Los
predicadores que están dispuestos a describir sus propias experiencias
con el texto apoyan el mensaje del texto. Un predicador que se ha
ganado la confianza de la congregación puede incrementar mucho el
Predicando con integridad
Solo humano: Hacia una antropología de la predicación
efecto del mensaje por medio de contar unas pocas experiencias
personales bien elegidas.
imposible, y la encarnación nos dice que no es necesario, nuestros
oyentes nos dirán que no es sabio. Las personas quieren oír hablar
acerca de personas. Una de las maneras más rápidas de vaciar un
templo es rehusar contar experiencias humanas y ofrecer emoción.
Jesús mismo nos enseñó que una de las formas más eficaces de
presentar la verdad es envolviéndola en una narración humana. Los
Evangelios nos dicen que "Jesús lloró" (Jn. 11:35). Cuando el profeta
Natán tuvo que hablarle al rey David acerca de su pecado, lo hizo
mediante una historia (2 S. 12). Más tarde, cuando David acudió a Dios
para confesar su pecado, escribió un salmo que rompía el corazón, una
profunda expresión emocional de dolor humano por su transgresión
(Sal. 51).
Si la Biblia puede expresar esa absoluta sinceridad humana: ¿Por
qué no puede un predicador? Los predicadores debemos estar
dispuestos a dar a conocer nuestra vida con nuestros oyentes.
Debiéramos estar dispuestos a expresar nuestra humanidad en la
predicación. Nuestros oyentes nos lo agradecerán.
154
Nuestra humanidad es ineludible
A riesgo de ofender la inteligencia del lector, déjenme decirle que
tanto el predicador como el oyente son ineludiblemente humanos. En
el relato, al pastor Carcía le advirtieron que a él le era tan difícil
renunciar a su humanidad como lograr que le crecieran agallas
(branquias) y nadara como un pez. Sencillamente no es posible.
Cuando Dios creó a la humanidad, Él juzgó que su obra era "buena
en gran manera". Dios sabía que cuando dio su Palabra en forma escrita
requeriría traducción e interpretación, creando inevitablemente
confusión como resultado. Él puso emoción y pasión dentro de la
experiencia humana, conociendo muy bien que estos sentimientos
serían difíciles de controlar. Los humanos nos sentimos a veces
incómodos dentro de nuestra propia piel. Los hombres y las mujeres
malentienden sus propios impulsos, mucho más que los de uno para
el otro. Resulta frustrante, desconcertante y estimulante. Es parte del
plan de Dios.
Cuando Jesús se encarnó (Jn. 1:1-14), mostró el valor que Dios le da
a los seres humanos creados. Predicamos porque tenemos un mensaje.
Nuestra humanidad hubiera sido un obstáculo para el conocimiento
de Dios en su trascendencia, excepto que Dios mismo estaba dispuesto
a darse a conocer desde dentro de nuestra experiencia humana.
William Placher dice: "Nosotros podemos conocer a Dios no como
un objeto dentro de nuestra capacidad intelectual, sino como un sujeto
que se revela a sí mismo, y aun nuestro conocimiento de esa divina
autorrevelación debe ser obra de Dios" .12 La única forma en que
nosotros podemos conocer algo de Dios es que Él en su amor y gracia
se da a conocer al mundo.
Por tanto, predicamos. Dios se ha dado a conocer a sí mismo en
nuestra condición y circunstancia humana. De hecho, es en lo más
profundo de la experiencia humana que Dios es más completamente
revelado. Eso debiera habérnoslo enseñado la crucifixión de nuestro
Señor. No debiéramos encontrar más necesario divorciar nuestra
humanidad de nuestra predicación que lo que Dios lo hizo.
Si nuestra experiencia nos dice que un sermón incorpóreo es
155
La predicación en términos humanos
A los predicadores nos gusta acudir a la segunda carta de Pablo a
Timoteo como una fuente de motivación: "Que prediques la palabra"
(2 Ti. 4:2). Encontramos ánimo en el recordatorio de que todas las
Escrituras están dadas mediante la inspiración de Dios (3:15-16). Los
sermones bíblicos ganan autoridad al estar fundamentados en la
Palabra de Dios.
No obstante, hay otra forma de autoridad en este pasaje que a
menudo la pasamos por alto. En el contexto de un mundo donde el
mal está en alza, Pablo anima a Timoteo a que "[persista] en lo que
has aprendido y te persuadiste", en base de dos razones: (1) porque
"desde la niñez has sabido las sagradas Escrituras", y (2) "sabiendo de
quién has aprendido" (2 Ti. 3:14-15).
En el caso de Timoteo, eso fue el resultado del amor y paciencia de
su madre Eunice, de su abuela Loida y de Pablo mismo. "Pero tú has
seguido mi doctrina, conducta, propósito, fe, longanimidad, amor,
paciencia, persecuciones, padecimientos" (2 Ti. 3:10-11). Estamos
siempre listos para apreciar la autoridad de la Biblia en nuestra
156
Predicando con integridad
predicación y debemos hacerlo. Con todo, parece ser que el predicador
también tiene autoridad. La experiencia de la vida humana de Pablo
se ofrece como autoridad para la credibilidad de este mensaje.
Los predicadores necesitamos usar el lenguaje humano. Es cierto,
"tenemos este tesoro en vasos de barro" (2 Co. 4:7). Somos fácilmente
tentados y sutilmente egoístas. Debemos todo lo que somos y tenemos
a la gracia de Dios. Por tanto, nos expresamos a nosotros mismos
humildemente, sometiéndonos cuidadosa y completamente a la
autoridad de la Palabra de Dios, al tiempo que ofrecemos esa Palabra
a otros. Nosotros que nos ofrecemos a nosotros mismos para predicar
debemos examinarnos a nosotros mismos con detenimiento porque
estamos llamados a vivir con normas elevadas (Stg. 3: 1l. No queremos
descalificar nuestro mensaje mediante nuestras acciones. Debemos
rechazar nuestro orgullo y vivir fielmente, si no perfectamente, para
que las personas se sientan animadas a escuchar y responder.
A pesar de nuestras debilidades, Dios es compasivo y lleno de gracia.
Él ha prometido que cuando predicamos la Palabra esta llevará a cabo
su propósito (Is. 55: 11 l. La Palabra predicada con humildad, veracidad
y confianza puede ser predicada con integridad.
Notas
Capítulo 1: En la línea de la falla: Cuente la historia
l.
2.
3.
4.
Kenton C. Anderson, Predicando con convicción (Grand Rapids: Editorial Portavoz, 2004). Predicando con integridad es la continuación de
Predicando con convicción, cuya acción de ficción tiene lugar
aproximadamente un año después de que se convirtiera el concejal Felipe
Ramírez mediante la predicación del pastor José García.
Joe E. Trull y James E. Carter, Ética ministerial. Sea un buen ministro
en un mundo que no es tan bueno (El Paso: CBP, 1997), 80-82.
Patrick A. Jeans, Men's Secret Wars [Guerras secretas de los hombres]
(Grand Rapids: Revell, 1999), 132-133.
Hill Hybels, 11 Responsability to Self ll , en Leadership Handbook of Management, ed. James D. Berkley (Grand Rapids: Baker, 1997),60-69.
Capítulo 2: Fundamentos: Diga de qué se trata
1.
2.
The 1995 Grolier Multimedia Encyclopedia, IIEarthquakes ll •
Las siguientes estadísticas e informes están tomados de Susan Oh, "Terror in Turkey: A devastating Earthquake Spark Anger over Relief Efforts", Macleans, 30 agosto 1999,26-28.
157
158
3.
4.
Predicando con integridad
Ted Olsen, "Today Sermon: Thou Shalt Not Steal", Christianity Today,
4 febrero 2004: 13.
Charles Bartow, God's Human Speech [El habla humana de Dios] (Grand
Rapids: Eerdmans, 1997), 19.
Notas
7.
8.
Capítulo 3: Debilidad: Enfrente al problema
l.
2.
Su san Oh, "Terror in Turkey: A devastating Earthquake Spark Anger
over Relief Efforts", Mac1eans, 30 agosto 1999,26-28.
Bryan Chapell, Christ-Centered Preaching: Redeeming the Expository
Sermon [Predicación cristocéntrica: El sermón expositivo] (Grand Rapids: Baker, 1994) 40-44.
Capítulo 4: Fidelidad: Imagínese la diferencia
l.
2.
3.
4.
Fred Craddock, Preaching [La predicación] Nashville: Abigdon, 1985),
134.
Haddon Robinson, Biblical Preaching: The Development and Delivey
of Expository Messages [La predicación bíblica: El desarrollo y entrega
de los mensajes expositivos] (Grand Rapids: Baker, 1980),20.
Jonathan Edwards, A Treatise Concerning Religious Affections in Three
Parts, l.2.3. Framed in the Context of Colonial America's First Great
Awakening of the 1730s and 1740. Este documento tiene una gran
importancia hoy por sus implicaciones teológicas y psicológicas.
Joseph Addison, The Tatler, ed. Donald F. Bond, (Londres: Oxford, 1993),
240.
Capítulo 5: Clínica en predicación integradora
l.
2.
Rob Bell, "Life in Leviticus", Leadership, invierno 2002: 45-46.
David Buttrick, Homiletic: Moves and Structures [Homilética:
Movimiento y estructura]IFiladelfia: Fortress, 1987),43-53.
Capítulo 6: Solo humano:
Hacia una antropología de la predicación
l.
2.
3.
4.
5.
6.
Walter Chalmers Smith, "Immortal, Invisible", Estrofa 1.
Clyde E. Fant, Preaching for Today [La predicación para hoy], 2 ed. (San
Francisco: Harper & Row, 1987), 70.
Merrill F. Unger, PrincipIes of Expository Preaching [Principios de
predicación expositiva) (Grand Rapids: Zondervan, 1955), 24
Donald B. Cozzens, "Confronting All of the Priests' Losses", In Trust.
otoño 2000:4
Alissa J. Rubin. "Sex Scandal Revives Dilemna over Ethics".
www.hotcoco.com (4 octubre 1998).
C. S. Lewis, Fern-seed and Elephants and Other Essays on Christianity,
9.
10.
11.
12.
159
ed. Walter Hooper (Glasgow: Collins, 1975),42.
Patrick A. Jeans, Men's Secret Wars [Guerras secretas de los hombres]
(Grand Rapids: Revell, 1999), 132-133.
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Walter C. Kaiser, hijo, "The Use of Biblical Narrative in Expository
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William Placher, The Domestication of Transcendence: How Modern
Thinking About Cod Went Wrong [La domesticación de lo trascendente:
Como el pensamiento moderno acerca de Dios se descarrió] (Westminster:
John Knox, 1996).
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