Queridos hermanos y hermanas, Jesús hoy nos hace una propuesta, nos propone unos pasos a seguir cuando encontremos hermanos que van errados. Y esta propuesta que Jesús nos hace la hemos de confrontar con nuestra vida, con aquello que estamos haciendo o dejando de hacer. Y ver si hay o no desajuste. “Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos”. No dice, “critícalo con los familiares y amigos”, ni dice “ves esparciendo porquería de él”, hasta no nos dice ni que lo juzguemos internamente. ¿Cuántas veces esto es lo que hacemos? Pues, Jesús no nos propone nada de todo esto: “repréndelo a solas”, acércate a él, y a solas mira de hablarle, de iluminarle, de hacerle entender su error. ¿Qué encontramos en el trasfondo de este modo de hacer? Caridad. Corriges porque amas. San Pablo nos ha dicho hoy en la segunda lectura: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. ¿Te gustaría que si estuvieras errado te ayudaran, te iluminaran? Sí. Pues, haz tú lo mismo hacia los demás. Corregimos porque amamos. Me decía el viernes, una madre de la parroquia que me encontré en una tienda... El otro día a mi hija le dije que no a una cosa y ella me contestó “no me quieres”. Y yo le dije: “porque te amo te digo que no”. Es el amor lo que nos lleva a corregir, si lo que nos lleva es el deseo de desahogarnos, de poner los puntos sobre las “íes”, de hacer reproches por un mal comportamiento, entonces, más vale no decir nada. Como dice San Pablo: “El amor es paciente, es servicial,..., no procede con bajeza, no se irrita,..., todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”. Es el amor lo que nos lleva a corregir. Corregir es una manera muy bonita de amar. Cuesta, es difícil, pero amar lleva a corregir... cuando alguien nos corrige con caridad es porque nos ama... ¿Es este nuestro obrar? Continúa diciendo Jesús: “Si no te hace caso, llama a uno o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos”. No dice, “si no te hace caso móntale un “pollo””, “grítale”, “amenázalo”, “humíllalo”. ¿Cuántas veces hemos hecho todo esto? Pues, Jesús no nos propone nada de todo esto, sino que pidas ayuda a otros, que dos o tres te ayuden a ver si descubre su error. ¿Es este nuestro obrar? No dice “niégale la palabra”, “no le hables”, “hazle la vida imposible”, “amárgale la existencia”, “habla mal de él siempre que puedas”. ¿Qué encontramos en el trasfondo de esta manera de hacer? Diversas cosas: . No resignarnos ante el fracaso. . El mal debe dolernos, debemos luchas contra él. ¡No nos resignemos! . Dios quiere que nos ayudemos mutuamente a avanzar en el camino de la vida cristiana. Más bien, parece que con las palabras finales haga una exhortación a rezar por aquella persona: “Os aseguro,... que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Continúa diciendo Jesús: “Si no les hace caso, díselo a la comunidad.” La comunidad, la familia del espíritu, también tiene su papel. Formamos parte de una comunidad, y hace falta que entre nosotros haya unas relaciones que nos enriquezcan y nos hagan avanzar. Tenemos poco sentido comunitario, hemos de avanzar en este camino. Vale la pena destacar que después de todo el proceso seguido no hay una condena. “Considéralo como un gentil o un publicano”. Entiendo yo que es decir, considéralo como alguien que se ha de convertir, que ha de cambiar de vida. No es una condena. Parece que esté diciendo: “Si la acción de los hombres no ha podido, déjalo todo en las manos de Dios, que Él si lo pides, acaba tocando el corazón de los hombres”. ¡¡Las palabras de Jesús son una exhortación a la oración comunitaria muy bonita!! Que nos tendrían que llenar de esperanza. Es la Palabra de Jesús, es la Palabra de Dios. ¡¡Confiemos en su palabra!! ¡Cuánta sabiduría que hay en el Evangelio! ¡Cuántas indicaciones de vida que nos ayudan! ¡¡Esto que hemos visto y hemos oído no nos lo podemos callar!!