No te canses de hacer lo bueno - Toda la Escritura es inspirada por

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“No te canses de hacer lo bueno”
Gálatas 6:9-10
T
odos hemos experimentado lo que es el cansancio, grandes y chicos. Y esto no es
cuestión de edades. El cansancio es parte de nuestra naturaleza humana. Hay muchas
cosas que nos cansan, por ejemplo: el trabajo nos cansa, el estudio nos cansa, el
ejercicio nos cansa y también la rutina nos cansa. Eso es hablando de las cosas que nos
cansan. Pero también hay personas que nos cansan, por ejemplo. Las que siempre se están
quejando, las que siempre están pidiendo, las que siempre están de mal humor. Esas son
algunas cosas y personas que nos cansan, pero Pablo nos dice de una cosa que nunca nos debe
de cansar, “Hacer lo bueno” así que el consejo es: “No te canses de hacer lo bueno”
I) ¿Cuándo no debo de cansarme de hacer el bien o lo bueno?
A. Cuando algunos no lo hagan.
¿Acaso habrá gente que no haga lo bueno? SI. No todos están dispuestos hacer el bien.
Algunos solo son espectadores. “y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es
pecado”. Dice Santiago 4:17. Nosotros no debemos mirar al que no hace nada,
nosotros debemos hacer lo que a nosotros nos corresponde. El rey Salomón escribió:
"por la mañana, siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tu mano;
porque tú no sabes qué es lo mejor, si esto o aquello, o si las dos cosas son
buenas" (Eclesiastés. 11:6). Salomón esta diciendo, tu ponte hacer tu chamba y nada
mas.
1. Debemos ser como Noé. Génesis 6:1-8. Que estaba dispuesto a ser la acepción al
resto de su pueblo. Que esta dispuesto a mantenerse puro en medio de pecado. Que
estaba dispuesto a creer en lo que aun el no veía.
2. Debemos ser como José. Génesis 37:1-5. Que estaba dispuesto a no dejarse
influencia por el mal ejemplo de sus hermanos. Que estaba dispuesto a no dejarse
tentar con unas cuantas palabras bonitas de una mujer. Que estaba dispuesto a no
tener en poco su juventud.
3. Debemos ser como Josué. Josué 24:14-15. Que estaba dispuesto a servir a Dios no
importando la elección de los demás. Que estaba dispuesto a servir a Dios no
importando que fuera la minoría.
Que lo que los demás hagan o dejen de hacer no afecte mi servicio a Dios.
B. Cuando algunos te critiquen.
¿Acaso hay algunos que no hagan nada y que todavía critiquen? SI. Por supuesto,
estamos hablando de la crítica que esta inclinada a encontrar siempre faltas. El criticón
tiene esta tendencia por que esto le ayuda a sentirse bien por lo que el no esta
haciendo. La critica hiere y tiende a disminuir el deseo de seguir adelante haciendo el
bien, pero debemos darnos cuenta que a muchos de nuestros antepasados les criticaron
y ellos siguieron adelante sin importar lo que los demás dijeran.
1. Por ejemplo los 12 apóstoles. Hechos 2:1-15. Muchos se burlaron de ellos
diciendo que estaban borrachos cuando hablaban en lenguas. Y, ¿Qué hicieron
ellos? ¿Se desanimaron? Ciertamente no. Ellos no dijeron, “de nada sirve hablarle
a esta gente no hace caso”. No dijeron, “de nada sirve todo mi esfuerzo si esta
gente no mas se burla” Ellos no dijeron eso, sino que siguieron predicando y
explicando las cosas como eran.
2. Por ejemplo el apóstol Pablo. Hechos 9:20-22. Todos esperaban que el erudito y
afamado rabino llamado Saulo Pablo les trajese un sermón en contra de los
cristianos y de su líder un tal Jesús que había muerto como criminal en una cruz
romana. En lugar de eso, su sermón fue: Cristo hijo de Dios. La critica no se hizo
esperar: “¿No es éste el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban este
nombre, y a eso vino acá, para llevarlos presos ante los principales
sacerdotes?” En otras palabras decían: “este ya se nos volteo, ya se torció” “Pues
no que era uno de los nuestros” ¿Qué hizo Pablo? “mucho más se esforzaba”.
Pablo no se desanimo y se canso.
3. Por ejemplo Jesús. Mateo 13:53-58. Las críticas eran estas: “54 ¿De dónde tiene
éste esta sabiduría y estos milagros? 55 ¿No es éste el hijo del carpintero?
¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y
Judas? 56 ¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues,
tiene éste todas estas cosas?” En otras palabras decían: “¿Cómo puede este hablar
así de quien se copio? Este no fue a la universidad de Abelin. Tampoco tiene un
doctorado o maestría ni mucho menos una licenciatura. Pero aun así Jesús no se
canso de hacer el bien.
C. Cuando algunos no agradezcan.
Hay algunas personas que no critican pero tampoco son agradecidas. La ingratitud es
un fenómeno universal y no debe sorprendernos. La estadística Bíblica sobre la
ingratitud nos desconcierta. Lucas 17:11-19 dice sobre los 10 leprosos que fueron
limpiados y solo 1 de 10 regreso agradecido ante el Señor Jesús. Es decir, que el 90%
de los seres humanos son desagradecidos. Con razón Jesús pregunta: “¿No son diez
los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están?”. ¿Ha cambiado esta
estadística en nuestros días? Tal parece que no. Pero ésta estadística no debe
desanimarnos y hacer que nos cansemos como no lo hizo a:
1. José. Génesis 40:23. El copero no fue agradecido con José, lo olvido en la prisión.
2. David. 1 Samuel 17:50. Después de librar al Rey Saúl de la vergüenza de no
aceptar por miedo el reto del gigante Goliat, éste ahora por envidia lo quería matar.
3. Moisés. Números 16:41. Después de sacar al pueblo de Israel de la esclavitud
egipcia, el pueblo todavía murmura contra Moisés.
A pesar de todo esto no debemos de cansarnos de hacer el bien. Porque Dios nos
ha hecho mucho bien a nosotros. Y nosotros no queremos ser parte de las
estadísticas de ingratitud.
II) ¿Cómo no cansarme de hacer el bien o lo bueno?
A. Enfocándose en la regla.
¿Cuál regla? ¿Hay una regla? Claro que si. De hecho hay 4 reglas1 de conducta por las
cuales todos los seres humanos nos regimos. Pero solo una de ellas es la que Jesús
enseño que practicáramos. He aquí las 4:
1. La regla de Hierro. “Hacer a otros como no quieres que te hagan a ti”. Esta es la
ley de la selva. La regla mundana, “El que pega primero, pega dos veces”. La ley
del busca pleitos, no la ley de Dios.
2. La regla de Bronce. “Hacer a otros como te hacen a ti” Es la regla de la venganza.
“Ojo por ojo y diente por diente”. “El que me la hace que me la pague”. Se ríe, me
rio. Me grita, le grito. Este piensa que tiene el derecho de devolver mal por mal.
Pero Dios dice: “No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad
lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré,
dice el Señor” (Romanos 12:19) O como dijo Chespirito: “La venganza nunca es
buena, mata el alma y la envenena”.
3. La regla de Plata. “No hacer a otros lo que no quieres que te hagan” Esta es la
regla de la civilización. No matar, no robar, no mentir. Esta regla implica que hay
que detenernos de hacer mal, pero allí termina. Es una regla pasiva. Hay un gran
silencio en cuanto al hacer el bien. Aunque es mejor que las otras dos, sigue siendo
insuficiente. Santiago dice: “Y al que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es
pecado” (Santiago 4:17) Hay que ser pacificadores no pasivos.
4. La regla de Oro. “Hacer a otros como quieres que te hagan” (Mateo 7:12) Esta es
la regla del Señor Jesucristo. Si quieres amor, da amor. Si quieres paz, da paz. Si
quieres el bien, pues da el bien. Aquí esta la solución a los problemas de las
relaciones humanas. Nadie en la tierra quiere un mal para si mismo. Pablo dijo:
“Porque nadie aborreció jamás su propia carne” (Efesios 5:29) Nadie
consiente busca un mal para si mismo. Bueno, si uno no quiere un mal para si
mismo, entonces uno va hacer bien. Porque bien quiere recibir.
Si nos enfocamos en esta regla, no vamos a cansarnos de hacer el bien. Porque
sabremos que es lo que vamos a recibir.
B. Enfocándose en Jesús.
Según el escritor a los Hebreos debemos poner nuestra mirada en Jesús el autor y
consumador de nuestra fe. (Hebreos 12:2) No en nosotros. No en los demás. Sino en
Jesús. Enfocarnos en nosotros mismos seria sentir lastima. Enfocarnos en los demás
seria una puerta falsa. Obviamente poner lo ojos en Jesús no son los ojos físicos, sino
los ojos internos del corazón. Es decir, que en Jesús deben estar enfocados nuestros
pensamientos y anhelos. Alguien dijo en una ocasión...
1.
2.
3.
4.
5.
Sí tu quieres sentirte apesadumbrado, o entristecido, mira dentro de ti mismo.
Sí tu quieres sentirte vencido, o derrotado, mira hacia atrás.
Sí tu quieres ser distraído, o engañado, mira a tu alrededor.
Sí tu quieres sentirte desanimado, mira hacia delante.
Sí tú quieres ser liberado, mira hacia arriba. “Poned la mira en las cosas de
arriba donde esta Cristo sentado a la diestra de Dios” (Colosenses 3:1-2)
El escritor dice dos razones del porque debemos poner los ojos en Jesús: 1. Porque es
el autor de la fe. Es decir, que el es el pionero, el líder, el capitán, fundador, iniciador
de la fe. El es el llama a los hombre de las tinieblas a la maravillosa luz de la fe. 2.
Porque el es el consumador de la fe. Es decir, el perfeccionador de la fe. El que la
lleva a la madurez. Así que:
Si comienzas la vida cristiana, “Puestos los ojos en Jesús”.
Si quieres vencer la tentación, “Puestos los ojos en Jesús”.
Si te sientes triste, “Puestos los ojos en Jesús”.
Si estas pasando algún sufrimiento, “Puestos los ojos en Jesús”.
Si quieres crecer en la vida cristiana, “Puestos los ojos en Jesús”.
Si te sientes débil y cansado, “Puestos los ojos en Jesús”.
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”.
(Mateo 11:28)
C. Enfocándose en la meta.
Pablo dijo: “prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en
Cristo Jesús”. (Filipenses 3:14) Cuando alguien tiene una meta, es decir, un objetivo,
un propósito, enfoca toda su atención y todas sus fuerzas hacia esa dirección y nada lo
hará desistir. Pablo sabia como todos nosotros que un corredor que quiere triunfar, no
debe dejarse distraer por aplausos o insultos, no debe ceder, ni tropezar, ni detenerse,
sino proseguir continuamente hacia adelante hasta conquistar su meta.
1. Una meta es como un faro que nos guía y nosotros vamos caminando en esa
dirección. Quien no tiene una meta no tiene un faro y por tanto no tiene una
dirección. Vive sin rumbo. Cuando uno tiene una meta te limita para que no veas
para otro lado.
2. Una meta es como un imán que te jala. La meta se convierte en algo tan importante
para la persona que lo demás pierde sentido.
¿Cuál es nuestra meta al hacer el bien? ¿Agradar a los hermanos o agradar a Dios?
¿Qué dar bien con el vecino o quedar bien con Dios? ¿Cuáles han sido las metas de los
siervos de Dios?
Abraham = Que moraba en tiendas porque esperaba la ciudad que tiene
fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. (Hebreos 11:9-10
Job = “Después de deshecha esta mi piel, En mi carne he de ver a Dios” (Job.
19:26)
Moisés. = teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros
de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. (Hebreos 11:26)
Pedro. = Crecer en la gracia de nuestro Señor Jesucristo. (2 Pedro. 3:18)
El escritor de los Hebreos. = Ir adelante a la perfección. (Hebreos. 6:1)
Juan = “pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él,
porque le veremos tal como él es”. (1 Juan 3:2)
Pablo =Prosigo a la meta al premio del supremo llamamiento de Cristo Jesús.
Aquí solo falta su nombre y su meta.
III) ¿Por qué no debo cansarme de hacer el bien o lo bueno?
A. Porque Jesús no se canso.
Si realmente somos cristianos seguidores de Cristo debemos aprender del maestro.
Jesús no se canso de hacer bien. Pedro le predico esto a Cornelio. “cómo Dios ungió
con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo
haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios
estaba con él”. (Hechos 10:38) En una ocasión en un día de reposo los fariseos
estaban esperando si Jesús sanaría a uno que tenia la mano seca para poder acusarle y
Jesús les pregunta: “¿Es lícito en los días de reposo hacer bien, o hacer mal;
salvar la vida, o quitarla? Pero ellos callaban. 5 Entonces, mirándolos
alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al
hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y la mano le fue restaurada sana. 6
Y salidos los fariseos, tomaron consejo con los herodianos contra él para
destruirle. (Marcos 3:1-6) Es cierto, a veces nos sentiremos tristes, dolidos porque los
demás no hacen el bien. Pero no debemos quedarnos allí porque Jesús no lo hizo.
El apóstol Pedro dice que para hacer el bien fuimos llamados. Pues para esto fuisteis
llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo,
para que sigáis sus pisadas; 22 el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su
boca; 23
1. quien cuando le maldecían, no respondía con maldición;
2. cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga
justamente” (1 Pedro 2:21-23)
Si realmente estamos siguiendo las pisadas del maestro no debemos hacer menos.
B. Porque solo así segaremos.
El terreno lo podemos ver pobre y quizás seco y poco prometedor. Quizás nos pondrán
decir que es tiempo perdido labrar ese campo. Quizás nos veamos tentados a pensar
que quizás sea en vano todo lo que hicimos. Pero el apóstol Pablo nos dice: “a su
tiempo segaremos” Note que dice: “a su tiempo” al tiempo de Dios no al nuestro.
Por tanto, hay que saber esperar en Dios. Por eso Pablo nos anima diciendo: “Así que,
hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del
Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano”. (1
Corintios 15:58) Es decir, que siempre habrá cosecha. La parábola del sembrador
ilustra esta verdad. De 4 tipos de terrenos en que fue sembrada la semilla, solo 1
produjo a 100 a 60 y a 30 por 1. (Mateo 13:1-9) Es cierto que quizás habrá pérdidas,
pero debemos estar seguros de una cosa: Siempre habremos de segar.
C. Porque Dios no olvidará lo que hacemos.
Dios esta registrando todo lo bueno que hacemos. A Dios no se le pasara premiarnos
por el bien que hemos hecho. El escritor a los hebreos dijo: “Porque Dios no es
injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia
su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún”. (Hebreos 6:10) A
veces nosotros cometemos injusticias por olvidarnos del bien que nos hizo tal o cual
persona. Pero Dios no es injusto. Por tanto, Dios no olvidará todo lo que hemos
invertido, en tiempo, dinero y esfuerzo haciendo el bien. Por eso también el apóstol
Pablo nos amonesta: “no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los
hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios;
7 sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres, 8 sabiendo
que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del Señor” (Efesios 6:6-8) No de los
hombres, sino del Señor.
Conclusión
Hemos visto que no debemos de cansarnos de hacer lo bueno y hemos dicho cuando,
como y porque. ¿Usted se ha sentido cansado alguna vez? Quizás si. Quizás todos nos
hemos sentido así alguna vez. Pero ya hemos visto que no debemos quedarnos allí.
Sino salir y seguir adelante haciendo la voluntad del Señor. Y al final del día nos
daremos cuenta que nada fue en vano. Porque al final lo bueno siempre triunfa. Así
que a los que no son cristianos les animamos que empiecen a hacer la voluntad de
Dios que es hacer lo bueno. Y a los que ya somos cristianos a que no nos detengamos
de hacer lo que a Dios agrada. Que Dios nos bendiga.
1. Adaptada de: Lecciones Prácticas aprendidas a través de los años. Por Leonel Cortez.
Juan Ramón Chávez Torres
E-mail: [email protected]
http://chaveztorres.wordpress.com/
Apartado Postal 681. H. Matamoros Tam.
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