29 LATERCERA Domingo 10 de julio de 2016 Mundo RR El Sexto Frente de las Farc en la zona del Cauca, en una imagen de 2012. FOTO: EFE RR Ricardo en la Agencia Colombiana de Reintegración (ACR). [HISTORIA] A los 14 años, Ricardo ingresó al movimiento político de las Farc y cuatro años más tarde decidió cambiar Bogotá por la selva, para incorporarse a la estructura armada de la guerrilla. Ahí conoció a los líderes históricos del grupo armado, pero al poco tiempo decidió escapar. Por Constanza Cruz D. Joven guerrillero que escapó de las Farc: “El alto el fuego es un alivio” I nmerso en la selva, en San Vicente del Caguán, en el departamento de Caquetá, al suroriente del país, Ricardo aprovechó una misión que tenía en un pueblo para concretar algo que no lo dejaba dormir: escaparse de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc). Era 2012 y llevaba dos años y un par de meses en la estructura armada de la guerrilla. Una enfermedad en la vesícula y la envidia que, según cuenta a La Tercera, le tenían sus compañeros lo hicieron temer por su vida, y con la ayuda de un compañero, caminó, corrió y anduvo en moto para huir de vuelta a Bogotá, donde estaba su familia. “Pensé: ¡No me puedo morir aquí!”, dice. Con tan sólo 14 años, Ricardo ingresó al movimiento político de las Farc por un profesor de su colegio que pertenecía a las milicias urbanas de la guerrilla y que lo acercó al movimiento bolivariano y más tarde al Partido Comunista Colombiano Clandestino (PC3). Comenzó entonces a introducirse en la organización de masas y una vez que llegó a la universidad, se mantuvo en ese Ricardo prefiere no revelar su apellido. “La guerrilla tiene la política de matar a los que la abandonan”, dice. El cambio de la ciudad a la selva no se le hizo fácil. Modificó su dieta y tuvo que aprender a caminar de noche. “Es un alivio y una alegría” el alto el fuego al que llegó la guerrilla con el gobierno, dice Ricardo. cargo haciendo colectivos políticos y estudiantiles. Pero a sus 20 años, tanto por convicción como porque no tenía trabajo para subsistir, decidió internarse en la selva para la lucha armada. Fue asignado a la columna Teófilo Forero Castro, nombrada así por el líder sindical colom- biano asesinado en 1989. Ricardo prefiere no revelar su apellido. Aún tiene miedo de que las Farc sepan dónde está, ya que “tienen la política de asesinar a los que salen de la guerrilla”, advierte. A pesar de que hace casi cuatro años dejó las Farc, es cauteloso, ya que ha visto a algunos miembros en Bogotá. “Trato de no frecuentar lugares a los que ellos van, pero ha sido difícil. Es peligroso vivir aquí. Me he vuelto a topar con milicianos, con gente de la organización política y hasta con guerrilleros. Para nadie es un secreto que hasta los mismos guerrilleros vienen a la ciudad y vuelven al monte”, asegura. Por eso, el ex combatiente afirma que es un “alivio y una alegría” el alto el fuego al que llegaron la guerrilla y el gobierno de Juan Manuel Santos a fines de junio, pero sostiene que hay que esperar a ver cómo transcurren las cosas para la firma de la paz. “No habrá más hijos muertos ni estudiantes que sus carreras se fueron a la guerra”, dice. De la ciudad a la selva En las primeras semanas, las Farc obligan a sus nuevos guerrilleros a realizar un curso básico. “Ahí te enseñan a reaccionar, disparar, cómo te tienes que mover, qué órdenes seguir. Siempre en primer grado de alistamiento, dormíamos con el uniforme, porque en cualquier momento te bombardean y tienes que salir corriendo”, cuenta Ricardo. El cambio de la ciudad a la selva no se le hizo fácil. Modificó su dieta y tuvo que aprender a caminar. “No es lo mismo caminar en la ciudad que en el monte y de noche”, dice. Luego ingresó a la comisión de organización de masas. “Fue una labor que me impuso la guerrilla para aprovechar mis conocimientos”, cuenta. Pero cuando comenzó a observar que la envidia y la corrupción eran muy similares a la sociedad de la cual había escapado para irse a la guerrilla, “tuve una lucha constante conmigo”. “Estaba en la comisión con cinco comandantes. Cuando ingresé, ascendí al segundo lugar y comenzaron a tenerme cierta envidia, a hacerme la vida imposible. Yo tenía mucha experiencia en organización campesina y tenía varios contactos en la ciudad”, afirma. Ricardo recuerda que lo hacían caminar por sectores donde estaba el Ejército, “inventaban rumores y me culpaban de errores que yo no cometí”. “Empecé a darme cuenta de que no era lo que quería”, sostiene. Cuando estaba en la guerrilla, Ricardo se levantaba a las 4.30, hora en que los combatientes debían estar muy alertas, ya que “era cuando el Ejército atacaba”. Caminaban diariamente dos a tres horas hasta lograr un sitio para hacer campamentos. Durante sus dos años en la selva estuvo involucrado en muchos ataques del Ejército. “La demanda de la guerra la tuvimos todos. Yo viví de muy cerca la muerte, bastantes compañeros fueron heridos o murieron”. De los secuestros que realizaba la guerrilla prefiere no hablar. Tampoco de si mató a alguien. Mientras estuvo en las Farc, Ricardo pudo conocer a varios de sus líderes. Estuvo con “Alfonso Cano”, quien murió en 2011, y fue sucesor del líder histórico de la guerrilla, “Tirofijo”; con Joaquín Gómez y Hernán Velásquez, ambos miembros del Secretariado. Luego de escapar, ingresó a la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR), donde pudo retomar sus estudios.b