22 LATERCERA Lunes 26 de septiembre de 2016 Mundo Acuerdo de paz en Colombia [FIN DEL CONFLICTO ARMADO] En un hito histórico, tanto para Colombia como para el resto de América Latina, hoy el gobierno y la guerrilla firmarán la paz. Tres ex combatientes de las Farc contaron a La Tercera cómo hace algunos años abandonaron las armas para iniciar una nueva vida. Por María Paz Salas, enviada especial a Cartagena de Indias Ex guerrilleros cuentan por qué dejaron las Farc L EONARDO ZULUAGA tenía 10 años cuando pensó por primera vez en unirse a la guerrilla. Era 24 de diciembre de 2000 y ese día iba camino a comprarle un regalo a su madre, que estaba de cumpleaños, cuando soldados del Ejército lo interceptaron, en pleno desarrollo de un operativo militar. Entonces lo acusaron de tener vínculos con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) y de ser un “sapo” del grupo armado, con fuerte presencia en la zona de Vegalarga, en el departamento del Huila. “Nosotros no sabíamos nada”, asegura Leonardo (25) desde Manizales, en el departamento de Caldas, a La Tercera. “Me interrogaron, me torturaron, me fracturaron dos dedos de la mano derecha”, cuenta. Un mes más tarde, Leonardo le pidió a los guerrilleros que lo recibieran entre sus filas. “Ese hecho me generó bastante resentimiento. Me quería unir a ellos como forma de mecanismo de protección o venganza”, dice. Tras ser aceptado, recibió un entrenamiento de cinco años, luego se dedicó a la logística del comando: compraba botas, uniformes y armamento. “Yo soy campesino y el trabajo es pan de cada día, en ese sentido no fue tan difícil. Lo que sí es difícil es la guerra, tener que estar en medio del combate, en la vida militar y el pe- ligro”, sostiene. El caso de Yenny Borda fue distinto. Tenía 11 años y vivía en una finca con su padre en el municipio de Guadas, a una hora y media de Bogotá, cuando un grupo de guerrilleros llegó a su casa a buscarla. “¡Te tienes que ir con nosotros!”, le ordenaron. “Era algo común, en la zona había guerrilla. Me llevaron sola. Ese día mi padre no estaba en la casa”, cuenta Yenny, desde el municipio de La Dorada, en el departamento de Caldas. “Fue un proceso bastante difícil, de mucha tristeza, de aburrimiento, de soledad, era como estar en esclavitud. No tenía familia”, recuerda la joven en diálogo con La Tercera. A su vez, Robinson López se unió a las Farc a los 14 años. “Era muy pequeño y entonces uno no entiende nada de eso de la guerra”, dice desde Samaná, en Caldas. “Sentí que ahí tenía más oportunidades”, recuerda. “A ratos vivíamos momentos muy difíciles. Estaba uno relajado y luego nos tocaba salir corriendo cuando menos lo pensábamos. Nunca pude hablar con mi familia”, cuenta a este diario. Solo veía a su hermano, que estaba ahí con él, hasta que murió fusilado y entonces Robinson decidió dejar la guerrilla, luego de tres años. Como aun no tenía 18 años, el gobierno lo envió a un hogar de bienestar. “El proceso de reintegración fue más bien fácil. Ahí me RR Guerrilleros de las Farc durante la última conferencia en Llanos del Yari, el jueves. FOTO: AFP ayudaron mucho y estuve casi un año en el programa”, cuenta. Ahora tiene 27 años y trabaja en la construcción. A Leonardo lo capturó el Ejército cinco años después de que se uniera a la guerrilla. “El proceso de reinserción no fue fácil”, cuenta. Primero lo llevaron a un correccional de menores y después ingresó a distintos programas de formación para ex guerrilleros. Terminó sus estudios y al cumplir los 18 años siguió en un programa bajo la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR) para volver a la vida civil. “Necesité acompañamiento psicológico, programas sociales, formativos, tuve que hacer actividades comunitarias”, cuenta. Ahora Leonardo tiene 25 años y tiene tres trabajos: es coordinador de proyecto en una fundación, secretario juvenil de Medio Ambiente en el Municipio de Manizales y oficia de DJ en una disco. A su vez, poco antes de cumplir los 13 años, Yenny se escapó de la guerrilla. “Me volé. Fue un momento de locura, de la juventud, la inocencia, de tomar riesgos. Decidí que no quería seguir más ahí y me fui”, cuenta. Luego de pasar por distintos pueblos, la enviaron a Bogotá, donde una tía. Terminó el quinto año de colegio y después ingresó al programa de reinserción del gobierno. Yenny hoy trabaja con otros desmovilizados de distintos grupos armados y advierte que el proceso de paz “no será fácil”. Al mismo tiempo, Leonardo habla de un “hecho histórico” y adelanta que votará “sí” en el plebiscito del 2 de octubre. Menos optimista es Robinson: “Yo no creo que ellos se vayan a entregar y listo”.b Acuerdo traería beneficios económicos a mediano y largo plazo R Proceso impulsaría a las empresas locales y foráneas a invertir en zonas rurales. Constanza Morales El acuerdo de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las Farc es un hecho positivo para la economía colombiana en el mediano y largo plazo, ya que permitirá un mayor desarrollo en las zonas afectadas por la guerrilla, de acuerdo a los analistas. En el corto plazo, el pacto tendrá un gran efecto sobre COSTO FISCAL las finanzas públicas a medida que el Ejecutivo intenta reintegrar a los miembros de la guerrilla a la sociedad civil. Las estimaciones del costo varían desde US$ 15 mil millones a US$ 45 mil millones, es decir, entre 5% y 15% del PIB. Si bien este monto se desembolsará en varios años, “aún así es un costo fiscal considerable”, según la con- sultora Capital Economics. Sin embargo, se prevé que el fin del conflicto traerá beneficios económicos en un horizonte más lejano. Goldman Sachs estima que esto se dará a través de la llegada de más turistas y una mayor inversión doméstica y extranjera, especialmente en las áreas remotas y menos seguras del país. A esto se suma el traspa- so de recursos presupuestarios desde el aparato militar hacia otras áreas más productivas, como la inversión física y social en las zonas rurales más golpeadas. “Con el tiempo se espera que el dividendo económico de la paz más que contrarreste los costos iniciales asociados con el desarme y la integración de las fuerzas rebeldes a la 45 mil millones de dólares podría llegar a ser el monto que desembolsaría el gobierno para reintegrar a los guerrilleros. sociedad civil”, aseguró en un informe Alberto Ramos, economista jefe para América Latina de Goldman Sachs. Una visión similar expresó Andrés Abadia, de Pantheon Macroeconomics, quien en un reporte a clientes sostuvo que la implementación del acuerdo “estimulará el crecimiento económico a largo plazo a medida que la confianza de las empresas y los inversionistas mejore, alentando la inversión y el desarrollo económico”. El economista también cree que los territorios más favorecidos serán las regiones rurales.b